Parentesis

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Paréntesis la espera… César Benjamín Altamirano Cárdenas. Huancayo, Junín, Perú, Mayo 2013

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Cuento corto

Transcript of Parentesis

  • Parntesis

    la espera

    Csar Benjamn Altamirano

    Crdenas. Huancayo, Junn,

    Per, Mayo 2013

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    No s cmo, ni porque llegue, pero fue ese da, ni antes ni despus, la hora y el da?, de eso s me acuerdo, pues as comienza mi historia.

    Nunca la haba visto, eran unos enormes vitrales con tres o cuatro oficinas delanteras muy bien iluminadas, amplias, con sus florecillas de temporada en cada una de ellas, pulcros escritorios. Nios y nias por todas partes, corriendo, jugando, saltando. Era un colegio de primaria, salan de todos lados e iban a su gran patio, todos en tropel, ni me di cuenta en que momento que lo haba atravesado, adems de cruzar su portal.

    Al medio de las tres amplias oficinas un gran reloj blanco con enormes nmeros negros, 10:36 am del 26 de setiembre, no figuraba el ao. Bajo la vista para, de rutina, ver si haba un gran calendario, y me encuentro con esos increbles ojos, una hermosa y enigmtica sonrisa dibujada en juvenil rostro. Un poquito ms pequea que yo, delicadamente contorneada por lo que su vestido dejaba insinuar, cabello suelto y algo ensortijado y apenas desaliado, entre rubio y castao, que con un encantador mohn lo arreglo fcilmente. Presurosa se me acerc: es un hermoso da no cree?, y siempre sonriendo, no me dejo hablar, en qu puedo servirlo?. Nuestras miradas se cruzaron, y nuestros labios dibujaron esa sonrisa de quien se encuentra con alguien muy querido que no haba visto en mucho tiempo, pero no nos conocamos, nunca nos habamos visto, o si?.

    Como no tena la menor idea de cmo y porque estaba ah, no atine a nada, no supe que responderle, me quede esttico, impresionado. A ella no le import, solo me hizo seguirla, me vi arrastrado por su sonrisa, su caminar casi saltarn, me mostro todo el lugar. Esto es, aquello es, en fin, conoc todo el lugar, solo la segua y escuchaba, apenas atinaba a afirmar con la cabeza o emitir monoslabos.

    Los nios regresaban a sus salones de clases. Ya habamos recorrido el lugar casi por completo, y ella continuaba sonriendo, disfrutando esa media maana de primavera, si, era feliz.

    Supuse que mi visita ni por asomo planeada haba terminado, estaba ya dispuesto a despedirme y a agradecerle su gentileza, nuevamente sus ojos, su sonrisa, y tambin la ma, qu le parece si disfrutamos de este lindo da de primavera? fue su tcita respuesta a mi frustra despedida. Nuevamente me vi dulcemente arrastrado, y sent la necesidad, ya de hablarle.

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    Y pasamos hasta un poco ms del medioda hablando, riendo, sonriendo, paseando, disfrutando del sol, un poco de la brisa fresca. Hablamos de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de nuestros sueos, los de ella y de los mos. Hablamos, y hablamos, pero yo escuchaba ms que hablaba, ella hablaba y escuchaba a la vez, siempre sonriendo.

    No s cmo llegamos a un restaurant, de esos que tienen mesas en los exteriores, con sus floreritos y sus flores de temporada, y una alegre sombrilla de compaa. De tanto caminar, pasear, ella casi saltar, el delicioso cansancio y el hambre nos pasaron la cuenta. Ya sentados ordenamos nuestros alimentos, y seguimos hablando de nuestras vidas, de nuestros sueos, de nuestros proyectos. Yo estaba por casarme y ella ya estaba comprometida, luego de un cmplice silencio, muy pequeo, nuevamente hablando, sonriendo, disfrutando ese da de primavera.

    Limpios nuestros platos y con no pocas ganas de seguir pasando deliciosamente el da, decidimos seguir paseando, sta vez por un hermoso parque cercano al lugar, ya menos apurados, y seguimos hablando y hablando de nuestros sueos, vidas y proyectos, tambin de nuestros miedos y temores.

    Algo ya cansados, una banca vino en nuestro auxilio, un rbol a la izquierda, un farol a la derecha, el verde csped por delante, atrs el restaurante, la tenue brisa en nuestras caras y en su cabello, el sol ya comenzando a ocultarse, encendido el farol. Casi en silencio nuevamente se cruzaron nuestras miradas, y siempre su sonrisa. Descubrimos, sabamos que, si, era cierto, no s cmo, pero nos ambamos, creo que desde siempre, sera eso posible?, no s, pero lo sabamos ambos.

    Y el tiempo vol tan rpido, eran como las nueve de la noche, la brisa era un poco ms fra, no te preocupes an estoy fuerte, dijo rechazando gentilmente el abrigo que le ofrec, pero estamos ya con hambrecita no?, si, le respond. Regresamos al restaurante, ya a una mesa interior.

    Ordenamos algo muy ligero para cenar, y de tanto conversar, ya nos conocamos tan bien como si hubiramos pasado todo el tiempo del mundo juntos, y fueron slo casi doce horas. Pens en celebrar y agradecerle por ese maravilloso da y por ese descubrimiento, con una copa de vino, ella rpidamente lo intuy, y adems de las dos copas, pidi algo que me extrao an ms: por favor deme una botella chica y otra grande del mismo vino, las envuelve y las lleva a esta direccin,

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    muchas gracias, siempre sonriendo. La mesera, joven ella nos mir, y sonriendo le dijo: se har como usted lo pide seorita, no lo entiendo pero as se har. Yo tampoco lo entend, pero su deseo fue con creces cumplido. La mesera se acerc y nos dijo algo que nos llam la atencin: se los ve tan hermosamente felices que quisiera tomarles una foto de recuerdo, accedimos, solo apret el disparador y sali la foto. Nunca supe que fue de su destino. Me hubiera gustado tenerla.

    Terminada la cena, nos sentamos en una iluminada banca, solo mirando las estrellas y una luna creciente. Sabamos que tenamos que despedirnos, ms no lo intent. Ella tom la iniciativa, fue un esplendoroso da, nos conocimos, nos reconocimos, y fuimos felices, gracias a Dios por este da, fue lo que dijo, luego nos tomamos de nuestras algo temblorosas manos, al tomarlas me dijo: tienes manos fuertes y delicadas a la vez, en tus ojos hay ternura e inteligencia, tus sueos se cumplirn.

    Luego se acercaron nuestros rostros, pero simultneamente se detuvieron, sabamos de nuestros compromisos, atin solo a decirle gracias, y casi saltando se fue, pero te ver algn da, y cmo te llamas?, a lo lejos creo que escuche, s en un da como hoy. No la volv a ver ms.

    Ese da, ella me lleno el alma, la vida y el corazn, me lo lleno completamente de amor, de su amor.

    As como llegue, me fui, no s ni cmo. Y la vida continuo, pas muy rpido, entre el trabajo, los hijos, y ahora los nietos, pasaron 35 aos. Fue una buena vida, feliz, siempre fuimos la envidia sana de nuestros vecinos y familiares, ramos felices y siempre disfrutando el da, sonriendo siempre.

    Una maana, hace ya algunos meses mi compaera de viaje no despert ms, tuvo una expresin tranquila y de paz en su rostro, sus manos como en plegaria, no sufri al entregar su alma al Seor. La llor, la vel y la enterr. Me qued slo, pero no en soledad. El amor estaba conmigo, no me senta solo.

    Luego del duelo, un da reunido con mis hijos, y slo con ellos, les cont mi historia, un poco como explicndoles el secreto de nuestra felicidad, contndoles como en ese da por aquella mujer me llene de amor. Amor que creo supe transmitir. Ellos lo comprendieron, pero el menor me hizo una confesin que a la vez su madre se la hizo. No estaba segura de que era ella la que despert y dejo esa enorme chispa en tu

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    corazn pap, saba, estaba segura de que era otra mujer, esas cosas que solo ellas presienten, pero tambin, curiosamente se lo agradeca, pues por ella todos fuimos felices, y nosotros sin conocerla tambin siempre se lo agradeceremos.

    Un da, atrado no s porque extraa fuerza, regres al mismo lugar. Ah a las 10:30 del 26 de setiembre bajo el gran reloj, 35 aos despus. Una joven mujer, prcticamente igual a la de 35 aos atrs me abord, puedo servirlo en algo seor?, al mirarme qued sorprendida. Tom inmediatamente su celular, y cre escuchar algo as como, si est aqu, es l. Espere un momento por favor, y esper un momento, tic, tac, tic, tac, 10:36.

    Nuevamente esos ojos, esa sonrisa, ese andar algo saltarn, aunque algo ms reposado, algo ms entrecano el cabello. Cruzamos nuestras miradas, nos reconocimos. Vistes, un da como aquel?, fue lo primero que me dijo, tienes razn, atin a decirle, entre asombrado y convencido, mir a la joven mujer, y me dijo, es mi hija, era asombroso el parecido.

    Y pasamos el da, como ese da. Hablamos de nuestras vidas, de nuestros xitos de nuestros fracasos, de nuestros hijos, de nuestros nietos. Ella tambin haba llorado, velado y enterrado a su compaero de viaje, en una situacin parecida a la ma. Estaba sola, pero no en soledad, fue lo que tambin me dijo. Era ahora la directora y duea de la escuela.

    Paseamos, llegamos al mismo restaurante, seguimos paseando, nos sentamos en la misma banca, las mismas estrellas, la misma mesera, quien sonri al vernos, con una sonrisa casi cmplice la recibimos.

    Siempre hablando, yo escuchando ms que hablando, ella ms hablando y escuchando a la vez, ya algo ms reposados.

    Cre que haba llegado la hora, nos tomamos de las manos, igual que aquella vez, ya no estaban temblorosas, nuestras miradas se cruzaron, nuestros rostros se acercaron, nuestros labios se juntaron, y as se cerr el parntesis de nuestras vidas. Tomados de la mano, bajo la luna creciente y las estrellas, simplemente, ya en sagrado silencio caminamos, solo me deje llevar.

    Llegamos a una hermosa y relativamente pequea casa, un gran porche de entrada, con un mediano jardn, un hermoso huerto a la luz de la luna. Abri la puerta, sala hogarea, una chimenea prendida, y una armoniosa distribucin del espacio, no haba duda de que era su creacin y diseo. Deja tu abrigo ac, que vamos a cenar. La vivienda conyugal,

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    mucho ms espaciosa que la actual, luego de la muerte de su esposo, la vendi, y con las ganancias, compro la casita actual y la rediseo ella misma, y el resto del dinero, lo distribuy entre sus hijas y guardo un poco, para los tiempos venideros.

    Cena frugal, unos vegetales y unas piernas de pollo al horno. Y seguimos hablando, de nuestras vidas, de nuestros xitos, de nuestros fracasos, de los sueos, de lo que nos quedaba de vida, de nuestros nietos, riendo, sonriendo, hablando, y si, simplemente amndonos. Terminada la cena, se levanta, se acerca a un estante y desenvuelve una botella de vino, aquella pequea que pidi 35 aos atrs, no sal de mi asombro, sirvi dos copas, el fino y delicado aroma invadi el ambiente, lo hizo an ms ntimo y sensual.

    Solo dijo levantando la copa de vino: por aquel da, por nuestro amor, por tu respeto, por el resto de das que nos quedan, brindamos por ello. A la siguiente copa, pues justo alcanzaba para los dos, en la cantidad precisa con la que debe brindar, le hice yo los honores: por aqul da, por tu amor que me lleno plenamente, por los das que nos queden, y por quien hizo posible todo ello.

    Entramos luego a la recmara, lentamente, no pude ver ninguna foto, algo que me lleno de curiosidad, ella lo supo, solo me dijo, lo llevo en mi corazn, mi memoria y mis hijas, eran tres, no necesito de esos recuerdos, sin embargo, no pude evitar guardar sta, sacando una de su mesita de noche, ramos nosotros, irradibamos felicidad en ese da, hace ya tantos aos. Era su secreto, todas las mujeres tienen sus secretos.

    Y nos amamos, dulce, sensual y apasionadamente, recorrimos nuestros cuerpos como si lo conociramos desde hace mucho tiempo, fue nuestra primera vez. Luego el dulce cansancio, uno junto al otro, acaricindonos, aun sonriendo y recordando aqul da, finalmente quedamos placida y amorosamente dormidos.

    Pasamos tres semanas, paseando, disfrutando de cada da, de cada amanecer, de cada tarde y anochecer, del huerto, de las domsticas tareas, de la cocina, del horno, del pan, de una copa de vino, en fin, fuimos felices, sosegada, y tiernamente felices, sin apuros, sin apremios, solo felices, siempre hablando, siempre sonriendo. Planeamos algunos cortos y largos viajes, pero si decidimos, sin decirlo, que seramos y debamos ser felices, todos los das, sin importar nada.

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    A la maana de la cuarta semana, se levanta temprano, llama por telfono y hace unos pedidos, que para los dos consider abundantes, es que tendremos visitas respondi, siempre se adelantaba a mis pensamientos, me conoci completamente 35 aos atrs.

    Medioda, llegan tres lindas mujeres, a una de ellas la reconoc inmediatamente, rodeadas de nios y nias, al cabo de un rato llegan mis tres hijos con mis nietos. Nios jugando, saltando, correteando, y supuse mi enorme y feliz tarea, preparar la parrilla. Todos a la mesa de jardn, como si nos conociramos de siempre. Conversando, reconocindonos, disfrutando de la parrilla los refrescos y de los nios, hijos e hijas, esposas y esposos, fue increble. Ella, secretamente los haba convocado, intua yo el porqu.

    Casi al finalizar la tarde, llam a sus hijas y a mis hijos, slo a ellos, los esposos y esposas, tenan otra tarea encomendada por ella, preparar el chocolate para los nios. Sentados ya en la sala, cont ocho copas de vino sobre la mesita, saco otra botella de vino, la desenvolvi, si, era aquella grande que pidi 35 aos atrs, sirvi las ocho copas, exactamente dio la medida.

    Mis hijos, atinaban solo a mirarnos, comprendieron plenamente aquella historia que les cont, me miraron y casi al unsono asistieron imperceptiblemente con la cabeza. Sus hijas, nos miraban, ellas tambin saban la historia, pero al menos me conocan, pues esa foto, como secreto entre mujeres, la compartieron, y trataban mentalmente de comparar aquella antigua foto con el ya hombre maduro que tenan al frente, y tambin aunque no tan imperceptiblemente asintieron, y sonrieron.

    Ella levant su vaso, la seguimos todos. Hace 35 aos y un poquito ms, que la vida nos puso uno frente al otro, ese da simplemente nos amamos y nos respetamos, y yo agregue, ella me lleno de amor. Ese amor y respeto fue lo que, en el parntesis que nos dio la vida, supimos entregarles a ustedes y a sus hijos. Dios quiso cerrarlo, y ahora L nos dio la oportunidad de seguir amndonos por el tiempo que nos quede.

    Una lgrima furtiva escap de cada uno de los hijos e hijas, un tierno beso entre los dos, un largo abrazo tambin, luego tiernos y agradecidos abrazos.

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    As comenz nuestra vida despus de cerrado el parntesis, no s por cuanto, solo s que seguir amndola, que seguir amndome, que seremos felices.