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Robots en la villa 20 En Lugano, un taller para chicos y jóvenes promueve la “apropiación popular de la tecnología”. pág 4 Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica bonsái Arte del Encuentro Este mes, otra noche de música, poesía y sí, también silencio. Septiembre 2015 www.revistacitrica.com pág 8 pág 3 Lila Downs, voz, cuerpo y alma indígena En su paso por Argentina, dialogamos con la artista mexicana acerca de los sonidos cotidianos que le ofrece la Pacha y que ella luego transforma en música.

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Robotsen la villa 20En Lugano, un taller para chicos y jóvenes promueve la “apropiación popularde la tecnología”.

pág 4

Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Críticabonsái

Artedel Encuentro

Este mes, otra noche de música, poesía y sí,

también silencio.

Septiembre 2015 www.revistacitrica.com

pág 8

pág 3

Lila Downs,voz, cuerpo y alma indígenaEn su paso por Argentina, dialogamos con la artista mexicana acerca de los sonidos cotidianos que le ofrece la Pacha y que ella luego transforma en música.

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on más de las cinco de la tarde en el concurrido local de Proyecto Atalaya Sur de Villa 20, en el barrio porteño

de Lugano, cuando Laura Figueiredo, la coordinadora del espacio, anuncia la llegada de los “periodistas” y el murmu-llo se acalla apenas un momento, pero enseguida los chicos y chicas del Taller de Robótica Educativa vuelven a sus tareas de pasar herramientas, ajustar tor-nillos, programar y probar mecanismos. Y es entendible porque lo que se trata de hacer es “una catapulta”, como explica René, un entusiasta integrante del taller, de programarla para que funcione y “cómo hacer para que lance una vez”. Pronto su entusiasmo contagia al resto de los compañeros de mesa y todos se afanan por explicar las distintas partes del robot que crearon.

Atalaya Sur, que surgió el año pasado con la idea de “atacar la brecha digital como una forma más de atacar la desigualdad social”, tal como lo explica Laura Figueiredo, es una de las nuevas iniciativas dentro de Proyecto Comuni-dad, la organización social que trabaja fuertemente en los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires.

Nacido en un contexto de incertidum-bre política y económica como fue 2002, en el asentamiento La Lechería del barrio de Paternal, con merendero y copa de leche como forma de atenuar de manera creativa y organizada la crisis, el Proyecto Comunidad abarca hoy distintos tipos de experiencias como cooperativas de trabajo, que van desde lo gastronómico hasta la gráfica, además de construcción, vivienda, centros comunitarios y el más reciente Proyecto Atalaya Sur, que en este

caso busca la ampliación de derechos “a través de la apropiación popular de la tecnología”, asegura Francisco Scarzella, secretario adjunto de la organización.

Para alcanzar estos objetivos Atalaya Sur tiene tres líneas estratégicas de abor-dar la problemática: un proyecto para llevar conectividad a los barrios y asenta-mientos de la zona sur de la ciudad; una plataforma virtual de contenidos para el uso de los vecinos que quieran participar y difundir sus actividades; y cursos y talleres de educación y capacitación en el uso de tecnologías de la comunicación y la información, programación y robótica.

Y al pasar entre los grupos de chicos y chicas de entre 10 y 13 años que partici-pan del Taller de Robótica Educativa se puede observar cómo son incentivados por los docentes para que se apropien de la tecnología, aprendan a ensamblar los kits robótica fabricados por la empresa na-cional Robot Gruop y utilicen un software libre llamado Minibloq, también diseñado en el país. “Pero además para que tengan confianza en lo que están generando, que puedan tener intervención, comu-nicar lo que les parece, y que se pueden sentir actores de posible transformación”, comenta a Cítrica la docente a cargo del taller, Ornella Chimenti.

De esta forma, una organización que nació en aquellos años aciagos de la Argentina continúa apelando al com-promiso y creatividad de sus integran-tes, en este caso a través de la tecno-logía integrando e interpelando a una comunidad que se hace cargo del rol activo que le toca ejercer, y sobre todo a los chicos que descubren una vocación, como apunta tímidamente Milena, en medio de una actividad científico lúdica: “Yo le avisé a mi mamá que quiero ir a una escuela de robótica, a la UBA (Uni-versidad de Buenos Aires), porque me está empezando a gustar.”

Conectividad de primeraEntre todos los problemas de acceso

a los servicios públicos que tienen los habitantes de la Villa 20, internet es uno más. Como cuenta la coordinadora del Proyecto Atalaya Sur, Laura Figueiredo: “Teníamos la idea de traer conectividad,

En la Villa 20 de Lugano la organización socialProyecto Comunidad promueve la“apropiación popular de la tecnología”, a travésde talleres de robótica para chicos y jóvenes.

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Piedra libre paralos robots

pero por otro lado, con una propuesta de contenidos y que todos los compañeros puedan ser productores de discursos, de cultura. Entonces surge en paralelo la idea de generar una red abierta, sin propieta-rios, una red de wi-fi comunitario y una plataforma que pueda ser canal de difu-sión de contenidos. Con la idea de la co-nectividad fuimos a la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) y ellos vieron que había un trabajo territorial y una propues-ta seria de nuestra parte, y se pusieron a hacer un estudio de cómo podría ser posible esta red. Actualmente, desde esta solución técnica que trabajamos con la UTN hay internet en este centro comuni-tario y unos metros a la redonda. Y ahora lo que estamos haciendo es proyectar en la escala de cobertura de más manzanas.”

Esa llama de 2001 “Nosotros conservamos y seguimos

apelando a ese espíritu de 2001 que fue el protagonismo popular. De alguna manera, esa llama de 2001 sigue viva, sigue latente, y es para nosotros, en un contexto totalmente distinto, una de las claves del futuro”, según cuenta Francisco Scarzella, secretario adjunto de Proyecto Comunidad:

“Cuando se discute continuidad o retroceso en la Argentina, nosotros pensamos en compañeros que toman la posta, formarse como cuadros, como dirigentes, de formarse como dirigentes incluso en el seno de una organización y de animarse a pensar una Argentina distinta con las organizaciones y con la gente desde su lugar de laburo, pero como protagonista, con capacidad de intervenir en ese presente y de cons-trucción de futuro”, agrega.

por horacio dall’ogliofotos: federico imas

Atalaya Sur surgió el año pasado con la idea de “atacar la brecha digital como una forma más de atacar la desigualdad social.”

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lla es el perfume del copal y su humito que deja estela. Un mezcal a punto de ser bebido. El

paso de los trabajadores movilizados. La energía de color purificante. Una boca húmeda de rouge. Mujer, madre, hija, hermana. La espina punzante del cactus y la flor que le nace de su aridez. Es una risita de niña, eternizada en la cinta de súper 8 de su padre, con la llamada en slow de su madre, bajo el cielo de Tlaxiaco, México en 1971. Es picante y sabrosa como el chile verde. Y nos contagia la esperanza de que “mañana es mejor”.

Ella es Lila Downs. Y aprovechando que estuvo en Argentina, le propusimos que nos cuente qué sonidos la habitan: “El primero que recuerdo es uno que sentí desde la panza de mi madre. La

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De los sonidos que la habitan,que van de canciones que escuchabaen la panza de su mamá hasta verduras “chillando en una sartén”.De esos milagros cotidianos de la vida y la música hablamos con Lila Downs en su paso por Argentina.

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NOTA DE TAPA

voz de Cuco Sanchez cantando ´La cama de piedra’, que lo grabé en mi disco La cantina. En las películas de mi padre se la puede escuchar cantando a mi madre con su voz aguda”. Otro de esos ruidos de infancia que para los oídos de Lila se transforman en música los encontró en la cocina: “Me esforcé mucho por conocer recetas, porque a mi madre no le gustaba para nada co-cinar pero a mi abuela sí. Y justamente uno de los sonidos que me gusta mucho es el tomate, la cebolla y el ajo chillando en la sartén”.

Hija de un cineasta, fotógrafo y pintor y de una cantante, a Lila siempre las cubrieron tanto los sonidos del arte como de la naturaleza, como cuando los perros ladran en el campo. “Se ponen en la frente de mi memoria, un perrito con buena ecualización y rever. Por eso

e conoce, se siente y se habla de la generosidad de Lila Downs, que así como recibe, da y como da, recibe.

En la primera velada de su concierto en el Gran Rex, Lila en el momento más potente del espectáculo dijo: “Quiero invitar a una cantora de Humahuaca, Maryta. Fue en ese momento cuando entró en escena la cople-ra jujeña reconocida en el circuito de músi-ca independiente, con su pollera colorida y

caja en mano. Juntas, pegaditas, entonaron “El palomo del comalito”,en agradecimiento a la tierra. Luego del recital, hablamos con Maryta. “Estoy todavía muy emocionada. La canción que cantamos tiene que ver con las mujeres que sembramos y que trabajamos el maíz. El maíz es la Identidad de los pueblos latinoamericanos”, explicó la cantora, quien reveló cómo fue que la espontaneidad y sen-cillez de Lila le permitió subirse al escenario:

“Le escribí un mensajito diciéndole que me gustaría llevarle unos presentes de la pacha. Me dijeron que vaya al concierto y cuando lle-gué me sumaron a la prueba de sonido, para salir a tocar un rato después con ella. Fue un sueño. Le tengo mucha admiración a Lila, es una persona generosa,sencilla y humilde. Nos identificamos con ella por el orgullo de ser mujer y hacernos sentir a las originarias felices de ser quien somos”.

Maryta de HumahuacaOfrenda musical para la Pacha

por alelí acuña barrenechea

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lilaUna voz que nace de la tierra y pinta todo de

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están en muchas grabaciones de mis discos”, explica Lila, quien no tiene du-das a la hora de elegir el sonido que más la conmueve: “La voz de Benito, mi hijo. No hay otra voz que me de tanta felici-dad y me haga seguir teniendo fe para despertar al siguiente día. Es un timbre que está conectado con mi corazón”.

Mujer bonita es la que luchaLila Downs se plantó en los escena-

rios argentinos y allí también estuvimos. La vimos calzada en sus botas floreadas con vestido de volados. Ni una butaca vacía en el Gran Rex. Su público, diverso,

joven,colorido, maduro, apasionado, se quedó sentado, estuvo de pie, interac-tuó, la miró, cerró los ojos para escu-charla, aplaudió, zapateó, lloró. Todos la amamos.

Ella sin intervalos ni cambios de vestuario, con güiro en mano y garganta bendecida, hizo levitar a los especta-dores de forma ascendente logrando la efervescencia que produce la conexión espiritual.

Para lograr eso, no está sola. La acompaña su banda, “La Misteriosa” (Jerzain Vargas en trompeta, Leo Soqui en acordeón y jarana, Angel Chacón en guitarra eléctrica, Paty Piñón en percu-sión, Luis Huerta en batería y Giovanni Buzzurro en bajo). Juntos, interpretan un energético cóctel de cantos popula-res mexicanos, blues, jazz, soul y hasta música klezmer. Su esposo, el saxo-fonista estadounidense Paul Cohen, es quien dirige la batuta. Y el espíritu agridulce de las canciones del último disco, “balas y chocolate”, tiene mucho que ver con una dura enfermedad que le diagnosticaron. Lila, que como ella explicó la muerte quiso entrar en su casa, cuenta que “hoy está mejor pero es una lucha constante”.

En su paso por nuestro país, esta lati-noamericana de honor dejó vibrando a quienes la sintieron en Rosario, Córdo-ba, Mendoza y Buenos Aires. “Argentina es un país respetuoso con sus expresio-nes sociales y culturales. Este país tiene un nivel musical excelente”, dijo quien destaca haber cumplido un sueño cuando cantó junto a Mercedes Sosa...

lilapor omar giammarco*

n la anterior visita de Lila Downs a la Argentina, el día previo a su primer concierto,

mi mujer Daniela la invitó a ella y a su marido Paul a pasar el día de la madre con nuestra familia. No solo vinieron ellos, también algunos de sus músicos por lo que esa noche fue una fiesta y terminamos tocando y cantando hasta muy tarde. Cuando se iban le di a Paul mi disco: Luz mala”. Grande fue mi sor-presa al día siguiente_, tanto Lila como Paul no solo me contaban que habían escuchado mi disco esa mañana y que les había gustado mucho sino que me hacían comentarios muy puntuales que evidenciaban que lo habían hecho con mucha atención. A partir de ahí quedó una relación que siguió por mail. Cuando estaba terminando “Nunca se sabe” mi último disco, una noche escu-chando las mezclas mi mujer, al llegar a la canción “Milagrera” dijo, esta es per-fecta para Lila.Tenía razón, era perfecta.Nos animamos a escribirles y a los po-

cos días recibimos un bello mail donde decían que la canción les gustaba mu-cho , que esperáramos unos días por-que estaban de gira, cuando volvieran a México la grababan. Son esas cosas má-gicas que suceden alrededor de la mú-sica porque a la versión que teníamos grabada no hubo que cambiarle nada ya que quedaba perfecta para su tono de voz. A eso tengo que sumarle además el consejo de productor experimentado de Paul quien sugirió que repita cada vez el estribillo , consejo que seguí y fue muy importante para redondear la canción. Lila es una artista absolutamente genui-na , naturalmente talentosa y muy invo-lucrada con el lugar de donde viene. Su música , que logra mezclar sabiamente tradición y modernidad, raíz y mundo, suena en mi casa desde hace muchos años. Por eso compartir mi música con ella es uno de los grandes regalos que me dio la vida.

*Cantautor, músico y productor.

“Logra mezclar sabiamentetradición y modernidad”

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La familia de Lila.

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por belén iannuzzi

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lectura

omo una muñeca de por-celana inglesa pero con

borceguíes de charol. O una blonda fugitiva salida de una película de Sofía Coppola. Algo que ver con las escritoras victo-rianas, tan delicadas, tan sutiles, tan hondas. Si la poesía de Va-leria Meiller fuera una canción, sería una de The Cure bailada con el pelo suelto en una fiesta una noche de verano. Si fuera una prenda, sería un vestido de puntillas y punto smock bordado por una tía lejana del campo, quemado por la brasa distraída de un cigarrillo. Esa aparente tensión, muñequita-borceguí, es en la obra de Mei-ller un diálogo continuo y flui-do; un mapa de lectura que une Azul con Buenos Aires, como las puntadas de un ta-piz personal e íntimo: noches largas en el comedor de la casa de campo de la familia con lecturas en voz alta de

poetas ingleses y norteamericanos junto a sus abuelos y un té o una bebida espirituosa. Los animales, las plantas, las estructuras familiares, el espacio –en este caso, la Pampa húmeda– como un dispositi-vo textual, el paso del tiempo son algunos de los temas que atraviesan su poesía, que se destaca por la construcción de imágenes vívidas y una mu-sicalidad precisa.Valeria Meiller nació en Azul, provincia de Buenos Aires, en 1985. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros de poesía El re-creo (2010), Tilos (2010), Prueba de soledad en el paisaje –en coautoría– (2012) y El mes raro (2014). Dirige la editorial Dakota.

Valeria Meiller:Mujercitas de la Pampa húmeda

poesía

C

H oy detuve los motores de la nave y desconecté la alimentación de

todos los circuitos. Quedé en silencio –en el más mudo de los silencios–, flotando a la de-riva en este vacío interminable.

Yo.Tan infinitamente lejos de mi lugar.Tan cerca de nada.Yo en viaje.Yo terrícola explorador de mundos insos-

pechados; conocedor de portales cósmicos y de atajos cuánticos.

Yo baqueano de las estrellas.Apoyé mi cabeza sobre el vidrio helado

de la escotilla y mis ojos recorrieron las dis-tancias inabarcables, la negrura salpicada de luceros: los soles remotos.

Yo.Quieto e ingrávido.Millones de veces minúsculo.Tan ridículamente pequeño.Envuelto en esta píldora de lata que na-

vega el oleaje invisible de un mar sin fin o los intestinos galácticos de un dragón dormido.

por fanue

Yo que atravesé los anillos de Dromerfe-ris y que aterricé en los fuegos de Jaldrom.

Yo que osé desafiar al rey de Exx y supe ganarme el respeto de los renders.

Yo que me creía al fin inmune a tu re-cuerdo, hoy vi tu rostro dibujado en la cola de un cometa.

Y entonces supe que ni todas las distan-cias ni todas las hazañas serán suficientes.

Off

minicuento por kei zaga

P rimero, es un ojo que empieza a verlo todo. Una ciudad en blan-

co y negro invadida por la vegetación. El cielo encapotado ejerciendo su peso, amenazante.Luego, el ojo se transforma en con-ciencia y a la conciencia le crecen las piernas y las manos. Entonces es Ella quien recorre desnuda los edificios desolados, repletos de objetos espar-cidos a manera de epitafio.A medida que avanza, una atmósfera densa se le pega en la piel y su figura se torna gris como los escombros que la rodean.En el rellano de una escalera, el cuer-po de una muñeca sin cabeza des-pierta sus memorias.“¡ESTOY EN EL FUTUROOO!” , grita, tratando de ahuyentar al pasado que

se le hecha encima como un perro ra-bioso.La muñeca tiene los brazos exten-didos. Ella la recoge y la acuna en su pecho.Atraviesa un corredor descascara-do que conduce a diez habitaciones amobladas con cunas de metal. Las recorre una por una, pisando sobre un collage de vidrios rotos. Las ramas de los árboles se meten por las venta-nas como ladrones silenciosos.En el fondo oscuro del pasillo, la som-bra de un gato se estrella contra las paredes.Un murmullo de voces que se acerca recrea el sonido del mar inexistente.Ella se asusta, y el cuerpo de la muñe-ca que lleva en sus brazos comienza a latir.

De regreso a Prípiat

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Diario de una inundaciónDurante una inundación, los más fuertes

se reúnen arriba de un árbol.

Con el agua en todas partes, la familia en

el techo.

Hacer un barco de la pata de la cama.

Una vela de sábana.

La primera solución es trepar.

Transparentes,

padres, abuelos y embarazos.

Los niños en el techo chupando

su ración de hueso preguntan

¿Dónde estará el sol? Y fosforecen.

Otros florecen además.

Niños transparentes nacen bajo la lluvia.

La partera a nado

asiste a las madres sin dar abasto.

Un perro la sigue.

Los más chicos sacan la lengua

y beben la lluvia.

Muchas gotas es varón.

Entonces eligen un nombre.

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música

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Un libro y yo por filippo di giovanni

No hay caso, en filosofía me gus-tan los libros que me partan

la cabeza, y que lo hagan a “golpes de martillo”, como diría Nietzsche, y no tanto por perderse en dialectos jeringosos sino por la relevancia que tengan para pensar el presente. Esto mismo me pasa con El hombre unidi-mensional de Herbert Marcuse, uno de esos intelectuales alemanes que, con la llegada del nazismo debieron exiliarse por ser judíos, marxistas o ambos, y terminaron recalando en Estados Unidos. Editado en 1964, El hombre unidimensional fue enar-bolado en las sucesivas revueltas estudiantiles norteamericanas y eu-ropeas de los ’60 y los ’70. Poseedor de un humanismo combativo, Mar-cuse supo hacer un revisionismo de la teoría marxista para evitar que sus conceptos se esclerosen, lo que le va-lió el desaire de la ortodoxia, siempre desairada.Este profesor nacido en Berlín en 1898 supo ver la manera en que las sociedades contemporáneas absor-ben todo tipo de oposiciones y pre-sentan como racional aquello que no lo es, gracias a la utilización de la téc-nica y la administración científica de las necesidades a través de la publici-dad, los discursos, los medios masi-vos de comunicación y la política.Bien, hace unos días presencié toda una situación “marcusiana”. Es víspe-ra del Día del Niño y en el hipermer-cado donde ingresamos con mi fami-lia rematan unos peluches gigantes, a ciento sesenta y nueve pesos gracias al plan “Precios Cuidados”. Apenas pasamos la puertas, una montaña de osos, elefantes y chanchos chinos flanquean la entrada, y a su alrede-dor, como profanadores, un grupo de personas sin distinción de edad, sexo o extracción social, “unidimen-sionales”, revuelven la pila en busca de algún peluche más deslumbran-te aún, hasta que por fin aparece un repositor con una zorra hidráulica transportando una caja de cartón enorme y custodiado por un guar-dia de seguridad. De pronto alguien advierte con un grito de guerra que tiene “¡peluches nuevos!”, y de inme-diato una jauría de consumidores se agolpa en torno al repositor –que

Herbert MarcuseEl hombre unidimensional

no alcanza a apoyar la caja en el piso cuando se la arrebatan– y empiezan a brotar vacas, jirafas y ranas chinas y peludas, a la vez que el guardia de se-guridad se trastabilla y su gorra rueda por el piso en medio del tumulto, los tironeos y los gritos.Allí, a un costado, a salvo, una niña a punto de cumplir cinco años, y sin sa-ber leer, lleva en su manito derecha un ejemplar de El hombre unidimensional de Herbert Marcuse. Esa niña es mi hija menor que se las arregló para lle-var del auto al hipermercado este libro al que el guardia de la entrada recono-ció, quizás por el estado de la tapa y el subrayado de sus páginas, como “uno que no se vende acá”. Si bien el mundo que le tocó analizar a Marcuse es muy distinto al nuestro, paradójicamente, posee un parecido escandaloso, donde rebosan las democracias liberales sin mayores pretensiones que elevar el ni-vel de vida de las mayorías, en el mejor de los casos, con la finalidad de consu-mir más y más, pero de “cambios cua-litativos” ni hablar. Así Marcuse vive hoy en sus lectores, o en sus futuros lectores como quizás, aventuro, mi hija de cinco años que se pasea feliz con su oso chino en los hombros y el libro de Marcuse que no piensa soltar.

Un disco y yo por hernán russo zyseskind

L a pasión por la música heavy metal y rock pesado se adueñó de mi vida en la adolescencia. Descubrir esos sonidos brutales al igual que

tanto virtuosismo hecho canciones sacudió mis emociones y me transfor-mó por completo. Hermética fue, es y será la banda por excelencia del me-tal argento. Claro, que no es lo mismo haberlo vivido en pleno apogeo que descubrirla hoy, donde solo quedó su legado grabado en discos. Uno no encuentra a Hermética, sino que Hermética te encuentra a vos. Sus discos fueron pocos pero los suficientes para meterse en el corazón de los aman-tes de este género, ignorado por muchos y bastardeado por otros. Irrumpió en la escena en plena corrupción política de finales de los ochenta y prin-cipios de los noventa, cuando el país era un quilombo en medio del uno a uno y las AFJP. Hermética surgió luego de la separación de V8 y se transfor-mó en una religión con miles de adeptos. Su obra magna es el disco Ácido Argentino (1991) y sus letras, en su mayoría de la autoría de Ricardo Iorio, siempre te cantan la justa, como en el tango. Nada de amoríos ni poses roc-keras. En Evitando el ablande, uno de sus himnos, se relata la ideología del sentimiento heavy. “Con mis amigos / en el concierto / de metal duro / un sentimiento”, [...], “Las poses de discoteca no tienen cabida / en esta movida / yo repudio toda esa careta / de mersa coqueta”. En La revancha de América se canta un repudio hacia la conquista de América por parte de los españo-les, relatando el sometimiento de los pueblos originarios. “Pueblos nativos del suelo mío / fueron saqueados y sometidos / por la siniestra garra de la madre perra / que orgullosa festeja quinientos años / de haber llegado con sus carabelas / a succionarnos / a imponernos fe / estrechos dogmas de su infernal sed”. Atravesando todo límite relata la experiencia de Iorio al querer encontrar a un cuñado suyo que se fue a vivir a Los Andes. “A las montañas del noroeste argentino / te dirigiste hermano / dejando grabado por siem-pre en mi corazón / aquel fuerte abrazo”.Canciones de índo-le social como Robó un auto, Del camio-nero o En las calles de Liniers, letras filo-sóficas en Vientos de poder (que contiene un fragmento oculto del poema Martín Fierro de José Her-nández, el cual es recitado regresiva-mente al comienzo de la canción) y Me-moria de siglos (sien-do una adaptación basada en el I Ching, el libro chino de las mutaciones), una canción profética como Predicción, dos instrumentales (Horizonte perdido y De Pismanta a Bauchaceta) y mi favorita Gil trabajador, donde dice: “Masticando esta siniestra heredad / prisionero estoy en mi ciudad natal / donando sangre al antojo de un pa-trón / por un mísero sueldo / con el cual no logro esquivar / el trago amargo de este mal momento / Mientras el mundo, policía y ladrón / me bautizan sonriendo, gil trabajador”, conforman un disco que no es para cualquiera. Porque es un homenaje a una declaración de principios y valores, rebelión pura al máximo volumen, un poder tremendo que explota hasta el más duro oído y un pedazo importante en la historia de la música argentina. Se me acaban los elogios pero no las ganas de escucharlo una y otra vez. Qui-zás, ese haya sido su mayor conquista porque una vez que lo escuchaste, esas ganas nunca se acaban. Y si lográs comprender su mensaje, entonces tu vida deberá tener otro sentido.

Ácido ArgentinoHermética

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scuchaste hablar de “Arte del encuentro”?

Es una iniciativa eco-social-lite-raria que abarca poesía, música y testimonios de experiencias comunitarias orientadas a estimular paulatinamente la creatividad individual y el encuentro generacional. En ám-bitos diferentes va convocando a portavoces de variadas pro-puestas artísticas, centros cultu-rales autónomos y propulsores de actividades innovadoras.

La primera de esta serie de reuniones mensuales tuvo lugar el 12 de agosto en el Birmania Bar de Palermo, con la participación de los poetas Luis Aronosky, Ezequiel Ábalos y Miguel Grinberg, el educador

contratapa

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Carlos García (de la Escuela Biodanza de Buenos Aires) y el ensamble instrumental Con-fusión del Mundo. Prevé dos realizaciones próximas: una el 19 de setiembre en el enclave cultural Estación de los Deseos de Caballito, con la presenta-ción del libro Spinetta, una vida hermosa, una exposición de fotografías rockeras, la actua-ción de la banda spinetteana Amel y un debate sobre cultura alternativa, coordinado por el músico Fernando Dhaini. Esta actividad ha sido declarada de interés cultural por la Legislatu-ra de la Ciudad de Buenos Aires.

Asimismo, para octubre se está bocetando un encuentro de avistamiento de aves silvestres y reencuentro con la Naturaleza en la Reserva Ecológica Costane-

ra Norte. De este modo se planea llevar las actividades desde recintos cerrados a ámbitos al aire libre, con el convencimiento de que los espacios recreativos naturales escasean o se encuen-tran aislados tras cercas de metal.

Las iniciativas de “Arte del Encuentro” son impulsadas por Adrián Ruiz, Pablo Bobadilla, Pablo Semadeni e Ine Ambro-gio, y cuentan con el apoyo de la Refundación Espiritual de la Argentina que promueve Lu-dovica Squirru y el Anuario Eco Contemporáneo. Este anuario de 120 páginas será también presentado en sociedad antes de fin de año, con aportes de la Estación de los Deseos, la revista Hecho en Buenos Aires, la Escuela del Siglo Nuevo, Arte Núbica de Mireya Ba-

glietto, el Centro Luz de Luna, la Fundación Miguel Abuelo, las Iniciativas de Transición, el Eco Encuentro de Bariloche, la revista Cítrica, Biodiversidad Latinoamérica, Fundación Uni-da, la Escuela del Siglo Nuevo, el Jardín de los Presentes de Capilla del Monte, la editorial Leviatán, la Radio Solar, la Fundación de la Justicia Social, y otras entidades centradas en la comunicación, la transforma-ción comunitaria y la afirma-ción de valores ciudadanos.

Un blog de Internet actúa inicialmente como punto de referencia, difusión y proyec-ción de contenidos (http://arte-del-encuentro.blogspot.com). La coordinación emana de personas experimentadas en la convocatoria para la con-fluencia de prácticas artísticas e intelectuales independientes, en el espíritu de lo realizado durante 1982/87 bajo el rubro Multiversidad de Buenos Aires, formada bajo el influjo de la revista alternativa Mutantia, e impulsada en la época por los ecologistas Miguel Grinberg y José Luis D’Amato. En aquellos días fundacionales, los rubros fueron los cultivos orgánicos, las tecnologías apropiadas, la meditación, la revista Canta-Rock y las huertas infantiles.

Semillas de Expresión

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Arte del encuentro es música, poesía y un horizonte comunitario y creativo. La segunda edición será el sábado 19 de septiembre en Estación de los Deseos, en Caballito.

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n una de las convoca-torias de Arte del En-cuentro, manifestaba

el historiador Pablo José Sema-deni, autor del libro El escape de la cultura: “El arte es una experiencia cada vez más difusa y espaciada dentro del estilo de vida con-temporáneo. Muchos acceden a él a través de muestras de duda densidad, contaminadas por espurios intereses y por el afán mercantilizador. ¿Dónde encontrar, entonces, el toc toc de la autenticidad?El encuentro significa una muda mueca en nuestros días, las ‘revo-luciones del presente’ enajenan y literalmente expropian nuestros momentos más valiosos. Enton-ces, asistimos a discursos y a poses de hojarasca, la vida de las personas forma parte de un en-granaje que se acciona como un enorme colchón de hojas secas dispuestas para la pira. De aquí el fatalismo como rasgo de nuestra cultura. Allí el rostro amargo y la resignación.Arte del encuentro propone el silencio. Salir de la vorágine co-tidiana para aprehender el vacío y la pausa. Es la única manera de encontrarse a sí mismo, de estructurarse por dentro para luego tender la mano hacia nues-tros hermanos.”Todas estas intuiciones y movi-mientos están siendo comparti-das con ánimo fraternal y neta vocación de diálogo.

EncontrarsEa sí mismos

E

Caligrafíajaponesapara “Vida”.