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Políticas Culturales Análisis sobre la Política Cultural en México: enfoques partidistas 11 de julio de 2013 INTRODUCCIÓN Las políticas culturales abarcan un campo de acción amplio en donde se fomenta desde la promoción, fomento y creación artística, lectura hasta la preservación de sitios patrimoniales. Hablar de ellas en México no es sencillo, comenzamos por el nacionalismo creado durante el porfiriato se caracteriza por el afrancesamiento como lo bello, y lo indígena como lo exótico. Pero hay que recordar que, según la perspectiva antropológica de cultura, todos los grupos humanos tienen cultura. Y todos los individuos, que necesariamente pertenecen a algún sistema social organizado, 1

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Políticas Culturales

Análisis sobre la Política Cultural en México:enfoques partidistas

11 de julio de 2013

INTRODUCCIÓN

Las políticas culturales abarcan un campo de acción amplio en donde se fomenta

desde la promoción, fomento y creación artística, lectura hasta la preservación de

sitios patrimoniales. Hablar de ellas en México no es sencillo, comenzamos por el

nacionalismo creado durante el porfiriato se caracteriza por el afrancesamiento

como lo bello, y lo indígena como lo exótico. Pero hay que recordar que, según la

perspectiva antropológica de cultura, todos los grupos humanos tienen cultura. Y

todos los individuos, que necesariamente pertenecen a algún sistema social

organizado, también tienen cultura, porque la sociedad se las trasmite y porque

exige a todos el manejo de los elementos culturales indispensables para participar

en la vida social (es decir, los valores, los símbolos, las habilidades y todos los

demás rasgos que forman la cultura del grupo). A partir de esta concepción de

cultura, deja de tener sentido hablar de pueblos o individuos "cultos" e "incultos"

todos tenemos cultura, nuestra propia y particular cultura. Es con esta concepción

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antropológica como hablaremos aquí de cultura y, en consecuencia, de patrimonio

cultural1.

En base a lo anterior la política cultural en México ha sido mal interpretada,

y durante ése proceso se trabaja sectariamente, el eurocentrismo dictado desde el

gobierno. Sin embargo, hay que recordar que la acción de los gobernantes tiene

un papel que varía históricamente. En primer término, se puede mencionar la

acción del gobernante como una iniciativa individual. Aquella en que el

gobernante, por el poder que le brinda su puesto, actúa atendiendo

fundamentalmente a sus inquietudes y gustos personales.

Política Cultural Mexicana: El partidismo y sus enfoques.

Al adentrarse en el tema, es importante esclarecer qué son y para qué

sirven las políticas culturales en general, las definiciones son variadas tanto como

el concepto de cultura mismo, sin embargo retomo la definición hecha por

Bayardo, entendiendo las políticas culturales como:

“Intervenciones orientadas al desarrollo simbólico, contribuyen a establecer

el orden y la trasformación legítimos, la unidad y la diferencia valida, las

identidades locales, regionales y nacionales. Su sentido profundo apunta más al

hacerse de la sociedad, a la conformación de marcos y pautas generales de

convivencia, que a la sola ilustración humanística o el culto estético. De aquí su

trascendencia en el desarrollo socio económico y en la democratización política y

de aquí también la importancia de la crítica a la cultura.” (Bayardo: s/f)

Ahora bien, empezando el análisis con el PRI, una nota publicada en la

Crónica señala que la presidenta de la Comisión de Cultura de la Cámara de

Senadores, Blanca Alcalá Ruiz, propuso un decálogo mínimo de premisas para la

construcción de la agenda política cultural del Siglo XXI. La legisladora del PRI

consideró necesario destinar mayores recursos en la materia, ya que actualmente

sólo representa 0.4 por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación,

aunque anteriormente cuando se mantenía la dictadura se asignaba,

1 Bonfil Batalla, Guillermo. Pensar nuestra cultura. Diálogos de acción, 2004.

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sexenalmente un promedio mucho menor del hoy establecido. Como parte de su

decálogo en materia legislativa planteó revisar la Ley General de Fomento de la

Cultura; que no se reduzca a definir la naturaleza jurídica del CONACULTA y

demás instituciones Federales, sino establecer las bases de coordinación de

órdenes de gobierno, la participación del sector privado y de la sociedad, éste

enfoque privatizador ha sido una constante en el gobierno priista, además de la

utilización de términos jurídicos que facilitan la acción como “a comodato”. Por otro

lado surge la interrogante, cuál es la naturaleza jurídica del CONACULTA y por

qué cambiar, teóricamente se le daría más injerencia al consejo para la materia de

cultura, aunque su objetivo ya es la promoción, el apoyo y el patrocinio de eventos

que propicien el arte y la cultura en la nación. El consejo estimula, promueve e

incluso coordina varios eventos culturales del país en su desarrollo, además de

apoyar instituciones culturales por todo México.

También actualizar la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas

Arqueológicas, Artísticos e Históricos en lo relativo al derecho de audiencia,

actualización de sanciones y multas, incorporar el patrimonio subacuático y

establecimiento de reglas para el uso de monumentos en la difusión de eventos,

esto ha sido totalmente necesario en muchas y diversas ocasiones, además,

dentro de la reforma es necesario incluir una regularización y descentralización de

la toma de decisiones que ahora sólo posee el Instituto Nacional de Antropología e

Historia.

Subrayó la necesidad de incorporar el tema del lenguaje digital en la Ley de

Fomento para la Lectura y el Libro; analizar la política de estímulos fiscales;

evaluar el mecanismo de pago en especie para que los museos tengan una mayor

intervención en la selección de autores y obra que se incorpora a los acervos

públicos. La cuestión fundamental no es solo la necesidad de fomentar la lectura y

el libro dentro de un lenguaje digital, sino qué contenidos se fomentarán, por otro

lado sigue siendo sectaria ésta necesidad de fomentar la lectura, pues se habla de

digitalización cuando hay pobreza en las comunidades en las que más se necesita

de la literatura.

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Consideró que se debe tener una legislación adecuada y justa para

preservar la labor creativa y los derechos de los autores, siempre con el consenso

de quienes están involucrados en cada uno de los temas, sin embargo no

menciona de qué forma se debe realizar ésta legislatura, mucho menos en base a

qué estudio o consenso realizarla, a su vez sería pertinente que no solo se debe

incluir en el consenso a quienes se involucren con los temas, sino cómo vincular a

otros sujetos que estén fuera de los temas.

Señaló la necesidad de una arquitectura institucional congruente con las

atribuciones y responsabilidades de las dependencias federales, estados y

municipios, además de garantizar autonomía financiera de la instancia

responsable (CONACULTA) que permite el óptimo flujo de recursos para la

ejecución en tiempo y forma de programas y proyectos en la materia, no obstante

no menciona un mecanismo de regulación para el CONACULTA y el consenso o

consulta a los pobladores de las diferentes entidades federales, estados y

municipios sobre las necesidades contenidas en su población.

La legisladora priista subrayó la importancia de la “democratización cultural y

hacer accesible la cultura, a fin de que se supere la concepción de élite en la que

a veces se piensa que sólo unos pocos pueden acceder a ella o les interesa o

conocen de ella”, ésta aseveración no incluye la democratización de los medios, el

cual según el priismo no entra dentro del sector de cultura gestado desde el

estado, además habría que conocer cuál es el concepto de cultura que el priismo

predica pues se puede interpretan como el fomento al eurocentrismo, hay que

tener en cuenta que la cultura es una construcción significante mediadora en la

experimentación, comunicación, reproducción y transformación de un orden social

dado. Como dimensión constitutiva de ese orden es una condición de su

existencia y no una entidad desgajada, posterior a él: conforma las relaciones

sociales, económicas y políticas. A la vez conforma nuestra subjetividad, nuestro

modo de percibir el mundo, a manera de experimentación, indagar y replantear las

relaciones humanas2.

2Bayardo, Rubens. Antropología, Identidad y Políticas Culturales, Programa Antropología de la Cultura ICA, FFyL, Universidad de Buenos Aires

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En su propuesta incluyó aspectos como binomio educación-cultura;

formación de públicos y formadores; impulso a creadores e industrias culturales;

potenciar vocaciones culturales territoriales; impulso a la cultura desde lo local;

conservación e impulso del patrimonio edificado, cultural y natural e innovación

tecnológica3. Básicamente estamos reviviendo la política cultural de la dictadura

perfecta, el neoliberalismo en la cultura.

Por otro lado, en la pasada administración panista, la jornada publica que

Bellas Artes y el Instituto Nacional de Antropología e Historia incumplieron en 2011

su obligación de impulsar la cultura: ASF, Ninguno de los institutos estableció

indicadores y metas para ser evaluados, Señala que el INBA no desarrolló una

programación con propuestas de entidades federativas, esto lo revela la auditoría

aplicada a ambas dependencias coordinadas por el Consejo Nacional para la

Cultura y las Artes. Ninguno de los institutos acreditó los criterios mínimos para

estimar el porcentaje de participación de los asistentes a actos artísticos y

culturales.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF), en su informe del resultado

de la fiscalización superior de la Cuenta Pública 2011, refiere que el INBA realizó

durante ese año 17 mil 203 actividades artísticas y culturales, mil 152 más que en

2010. No obstante, “no estableció indicadores ni metas para evaluar el

cumplimiento de la estrategia nacional –de mediano plazo– de promover la cultura

nacional e internacional, mediante el desarrollo de una programación que

considerara las propuestas de las entidades federativas y de los grupos

independientes”. Es decir, el instituto careció de un sistema de información

adecuado para registrar sus operaciones y verificar la programación de la

promoción cultural. Hay que tener en cuenta que los indicadores pueden ser

variables con respecto a la cultura, muchas voces de los medios masivos,

empresariales y políticas adoptan la hipótesis del mercado como único indicador y

simple evaluador de las culturas. Tampoco toman en cuenta los estudios

universitarios y empresariales sobre la multiculturalidad en la globalización, que

3 Notimex. La Crónica. Disponible en http://www.cronica.com.mx/notas/2012/713871.html . consultado 22-2-2013

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reconocen la persistencia de las diferencias culturales en los hábitos de consumo,

esto además de la incesante visualización de la cultura como una mercancía.

Para 2011 el INBA no estableció indicadores ni metas con objeto de evaluar

el cumplimiento de la estrategia nacional de mediano plazo de impulsar la

presentación de las manifestaciones artísticas contemporáneas, de frontera y

ruptura de géneros, producciones interdisciplinarias y experimentación con las

nuevas tecnologías, esto puede ser a raíz del despilfarre en el que se vio inmersa

la asignación del presupuesto al sector de cultura a partir de la celebración del

centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia en 2010,

despilfarre meramente sectorial y carente de proyección democrática.

Las consecuencias sociales de que el INBA incumpliera con dotar de

cultura a la sociedad se manifiestan de la siguiente forma –en el resultado de la

fiscalización–: respecto del objetivo de lograr que todos los mexicanos tuvieran

acceso a la participación del patrimonio artístico, en 2011 el instituto benefició sólo

a 7 millones 536 mil personas, lo que representó 6.9 por ciento de los 108 millones

813 mil mexicanos. Además careció de indicadores y metas que evaluaran el

cumplimiento de sus estrategias. Lo extraño es, cómo se puede entonces hablar

de una falta de indicadores cuando las mismas cifras citadas por La Jornada

apelan a un indicador numérico de beneficiarios, no desmerito la labor periodística

pero parece ser que sus escritores carecen de conocimiento a cerca de los

indicadores implementados en la cultura, los cuales son diversos.

El resultado de la auditoría aplicada fue negativo porque no impulsó la

presentación de manifestaciones artísticas. Tampoco desarrolló un plan

sistemático de impulso a las manifestaciones artísticas de México en el extranjero

ni estableció mecanismos de colaboración y fomento con la comunidad artística

independiente. Esto nos habla de una pésima gestión por parte de los entonces

dirigentes de la diferentes dependencias orientadas hacia la cultura y las artes,

pues a pesar de no tener presupuesto (el cual es un problema nacional, y sin

embargo un problema superable), se debe manejar los recursos con el propósito

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de satisfacer las necesidades surgidas a partir de un estudio de campo

determinado.

Agrega que no creó campañas ni productos dirigidos al público infantil y

juvenil para difundir la cultura nacional con el fin de fortalecer los valores de

México. A su vez, el INAH no estableció indicadores ni metas que evaluaran la

afluencia de visitantes a zonas arqueológicas con boleto pagado ni la promoción

con trabajadores, profesores, estudiantes –de todos los niveles–, pensionados y

jubilados. Sólo asistieron a las zonas arqueológicas 7 millones 774 mil mexicanos

(7.1 por ciento). A pesar de que no lo menciona La Jornada, habría que

preguntarnos cuáles son los valores de México que necesitan ser fortalecidos en

el sector infantil y juvenil, pues, si se trata, como lo dice la nota, de la cultura

nacional, volvemos a lo gestado en el priismo cuando se alimentaba la identidad

nacional, siendo éste un indicador de la auditoría cualquiera puede darse cuenta

de que el priismo y sus viejos estándares han vuelto.

La fiscalización a la que fue sometido el instituto también reveló serias

consecuencias sociales, porque incumplió con la política de facilitar el acceso a un

mayor número de ciudadanos. Asimismo,  careció de indicadores y metas para

evaluar el cumplimiento de las estrategias de promover y difundir el patrimonio

arqueológico e histórico. Lo cual, referido a la nota, lleva a preguntarnos, por qué

el acceso debe cubrir sólo a los ciudadanos, será que volvemos a la política

evaluativa centralista.

Al igual que el INBA, el INAH fue reprobado en la auditoría porque no

cumplió con la política de desarrollo cultural ni diseñó indicadores y metas. No

utilizó los medios impresos, audiovisuales y foros públicos para difundir la

investigación realizada por las áreas académicas y de conservación. Tampoco

mejoró los canales de comercialización y difusión de libros y revistas. Por si fuera

poco, no organizó la información del sistema contable para determinas los costos

de la promoción y difusión del patrimonio arqueológico e histórico4, la duda que

4 Garduño, Roberto. “Incumplieron Bellas Artes e INAH en 2011 su obligación de impulsar la cultura: ASF”. Periódico La Jornada, Domingo 24 de febrero de 2013, p. 11

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prevalece es, si no realizaron todas las funciones antes mencionadas, cuál fue la

labor que realizaron ante la cultura en ese momento, obviamente se destaca una

mala gestión cultural pero habría que revisar más la investigación sobre éste mal

funcionamiento en las dependencias.

Análisis

Los gobiernos panistas no han hecho más que ensanchar la marcada

brecha existente entre la política cultural federal y los requerimientos reales de las

regiones, estados, municipios y comunidades de la república. En rigor, debe

decirse que las cosas en este terreno siguen básicamente igual que como las

dejaron los gobiernos priistas, con el agravante de que el estancamiento, en este

como en cualquier otro asunto, es sinónimo de atraso. Puede afirmarse, por lo

mismo, que en cultura se ha retrocedido debido a la propia inercia del sector, es

decir, ni siquiera en esto hay mérito de las administraciones culturales emanadas

del panismo en el poder. Permítaseme un repaso a vuelapluma.

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), organismo

rector en la promoción, difusión, apoyo y patrocinio de la cultura, sigue operando

con la misma estructura, el mismo marco legal y los mismos programas con que

nació en 1988, en el gobierno priista de Carlos Salinas de Gortari. Su relación con

el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de

Bellas Artes y Literatura (INBA), continúa estando signada por una contradicción

de origen: el estatuto jurídico de estos es superior al de aquél; mientras unos

fueron creados por decreto legislativo, el otro lo fue por decreto administrativo del

Ejecutivo. Todas las decisiones que se han tomado desde entonces, en lo

concerniente a diseño organizacional, normativo y administrativo, han sido

resultado de la improvisación y la ocurrencia. Una Coordinación de

Ciudadanización se puede convertir, sin mayor explicación, en una Dirección de

Vinculación. Las reformas de fondo siguen esperando  ad calendas graecas.

No se ha avanzado una sola pulgada en el renglón de financiamiento. Se

sabe que el CONACULTA ha registrado un incremento sostenido en su

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presupuesto anual desde hace varios años, pero esto no se ha traducido en

mayores beneficios ni para los creadores, ni para los promotores culturales, ni,

mucho menos, para las entidades federativas y los municipios. Para ponernos

solamente en este caso, dígase que los convenios que se firman con los estados

son los mismos que se acordaron desde la administración encabezada por Rafael

Tovar y de Teresa en los tiempos de la presidencia de Ernesto Zedillo: fondos

estatales para el estímulo a la creación artística, apoyos a las culturas municipales

y comunitarias, cultura infantil, infraestructura cultural… no mucho más que eso.

Igual ha pasado con los fondos nacionales como el FONCA, que sigue siendo el

punto de referencia para los creadores en el país. Nada verdaderamente relevante

ha ocurrido durante las gestiones panistas en lo que toca a financiamiento e

inversión cultural (como no sean los desatinos de obras, que quisieron ser

grandiosas por grandotas, como la biblioteca Vasconcelos). En relación con el

federalismo presupuestal en cultura pueden, sin duda, pensarse nuevos

mecanismos y encontrarse nuevas vías por las que transite, con criterios de

racionalidad política y administrativa, la gestión de las entidades públicas estatales

y municipales, asociaciones civiles e instituciones de asistencia privada abocadas

a la tarea cultural. Es posible articular de manera plural una propuesta que permita

arribar a acuerdos fundamentales acerca de la definición y distribución del

presupuesto para la cultura5.

Con la política cultural en sentido estricto tampoco ha pasado nada más

trascendente. El mapa programático de la cultura en México es prácticamente el

mismo de los últimos mandatos priistas: Festival Cervantino, ferias nacionales

diversas (FIL, Palacio de Minería, etcétera), apoyo casuístico a programas

estatales (festivales artísticos, una orquesta por acá, algo de cultura étnica o

popular por allá) sumándole que el CONACULTA no ha elaborado una política que

dibuje estrategias de desarrollo cultural por regiones a partir de la ubicación de

vocaciones históricas regionales, de capacidades y tendencias desplegadas por

iniciativa pública, privada o social a lo largo y ancho del territorio nacional.

5 González Valdés, Ronaldo, “El presupuesto para la cultura en México”, en Nexos  371, noviembre de 2008.

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CONLCUSION

Es increíble que a estas alturas de nuestra historia moderna y

contemporánea, una de las asignaturas pendientes del quehacer cultural sea el

despliegue estratégico de una política cultural. Es sorprendente que sigamos

subordinados a una visión conservadora y centralista que se desentiende de los

contenidos regionales de la cultural nacional.

Se requiere construir una trama de significados distinta a la ya tradicional y

convencional que destaca la ineficiencia de la ejecución de los programas

orientados al fortalecimiento de dispositivos regionales, estatales, municipales y

comunitarios de intervención social. Pues el plano de la acción pública cultural se

imponen programas del centro a la provincia formalizando una política con una

narrativa lineal, que descuida miserablemente el primer eslabón de la cadena que

articula la organización social, política y administrativa de la república: la

comunidad.

Para avanzar a una nueva narrativa en materia cultural, considero que

tendrá que partirse con una  diversa, rica y arraigada vida cultural que ha permitido

a sus moradores establecer relaciones singulares con el mundo que, también en

cada caso, les rodea, con el medio natural y sus semejantes. Ahora, a propósito

del terrible flagelo de la violencia que lesiona la sana convivencia y las

posibilidades de progreso de nuestras sociedades, es necesario volver la mirada a

ese extraordinario legado histórico y a su representación actual a través de sus

más distintas manifestaciones. Esto supone dejar atrás las tradicionales

concepciones de la cultura como ornamento social. Igualmente, tendrán que

superarse los encasillamientos que la definen como “alta cultura”, “cultura popular”

o “cultura de masas” o de “mercado”. Solamente desde esta comprensión

podremos asumir que, en efecto, “el papel de la cultura se ha expandido de una

manera sin precedentes al ámbito político y económico, al tiempo que las nociones

convencionales de cultura han sido considerablemente vaciadas”6.

6 Yúdice, George, El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global, Barcelona, Gedisa, 2008, p. 23.

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Vale la pena citar otra parte del texto de Yúdice cuando señala cómo

“el concepto de recurso absorbe y anula las distinciones, prevalecientes

hasta ahora, entre la definición de alta cultura, la definición antropológica y la

definición masiva de cultura. La alta cultura se torna un recurso para el desarrollo

urbano en el museo contemporáneo. Los rituales, las prácticas estéticas

cotidianas tales como canciones, cuentos populares, cocina, costumbres y otros

usos simbólicos son movilizados también como recursos en el turismo y en la

promoción de industrias que explotan el patrimonio cultural”. (Yúdice: 2008)

Interesa hacer énfasis en esta idea de la cultura como recurso  inagotable 

o incluso como recurso renovable, contribuye a la promoción de nuevas

modalidades de desarrollo económico, mientras que, por otra parte, ayuda al

fortalecimiento del tejido social y al abatimiento del déficit de cohesión que

distinguen a nuestras comunidades hoy en día. Apoyados en estas

consideraciones, estaríamos quizá en condiciones de ligar al hecho cultural con

una estrategia de regeneración de la relación humana y la apertura de mejores

oportunidades de despliegue de las capacidades individuales y colectivas de la

población en sus diferentes lugares de residencia, de adscripción laboral,

normativa, cívica y simbólica.

Desafortunadamente, aún y cuando se entienda a la política cultural como

un conjunto de intervenciones públicas y privadas orientadas a satisfacer

necesidades de orden simbólico, lo cierto es que a veces estas acciones y

medidas parecen más bien espasmódicas y no articuladas, sistematizadas,

jerarquizadas y debidamente planificadas7.

Nadie discute la misión de proyectar una imagen de país, de nación, que la

acción pública cultural tiene encomendada. Nadie discute tampoco su función

como educadora en las disciplinas artísticas convencionales, proveedora de

bienes y servicios culturales diversos (museos, teatros, festivales artísticos, ferias

7 Miller Toby y George Yúdice,  Política cultural, Barcelona, Gedisa, 2004, pp. 11-54.

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del libro, etcétera). Pero su tarea va, desde luego, mucho más allá: una verdadera

política cultural deberá sustentarse, ahora más que nunca, en la demanda objetiva

de las comunidades donde se crean los sujetos de la vida social, donde se gesta

el déficit de cohesión y ciudadanía que padecemos. Precisamente por las razones

que arguyen los políticos, los funcionarios públicos (empezando por el Presidente

Calderón), los intelectuales, personajes de opinión pública y dirigentes sociales, la

política pública debe considerar una recolocación sociológica y política del papel

de la cultura.

De aquí que la idea como la práctica deba ser ensayada y debatida con rigor serio

en países como el nuestro. Se debe concebir “un método de intervención territorial

que, desde la cultura, a las personas con aspiraciones y necesidades no

satisfechas, les facilite la posibilidad de reunirse en grupos para iniciar un proceso

conjunto, interrelacionados en redes de cooperación”. De lo que se trata,

ciertamente, es de concebir a los municipios, a sus centros urbanos y localidades,

como espacios en los que coexisten fuerzas de cohesión y tensión, lugares en los

que se generan representaciones y referencias que amplían o constriñen los

horizontes de vida de la gente, lugares de integración y anomia, de inclusión y

exclusión8.

Para que esto suceda, tiene que tomarse una decisión que es, en última

instancia, una decisión política: la de asignar nuevos y más poderosos alcances a

la acción cultural. D esta manera ocurriría un vuelco en nuestra política cultural, y

estaríamos entonces, acaso, actuando en verdad con rumbos definidos en el

diseño y despliegue de una política pública nacional auténticamente republicana y

federalista.

“Es menester trabajar en el diseño de políticas culturales capaces de ver la

cultura no sólo como recurso ético y estético, sino de colocarla en las

agendas nacionales e internacionales para el desarrollo. Necesitamos

políticas orientadas hacia la constitución de un sector con posibilidades de

acción transversal e intersectorial y eso pasa por un conjunto de 8 Cfr. Pose Porto, Héctor, La cultura en las ciudades. Un quehacer cívico-social, Barcelona, GRAÓ, p.41.

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transformaciones de mediano plazo que reclaman acciones urgentes

(Jiménez: s/f)”

BIBLIOGRAFIA

Bayardo Rubens, “antropología, identidad y políticas culturales” en Programa

antropología de la cultura ICA, FFyL, universidad de Buenos Aires.

Bonfil Batalla, Guillermo. Pensar nuestra cultura. Diálogos de acción, 2004.

Cfr. Pose Porto, Héctor,  La cultura en las ciudades. Un quehacer cívico-social,

Barcelona.

Garduño, Roberto. “Incumplieron Bellas Artes e INAH en 2011 su obligación de

impulsar la cultura: ASF”. Periódico La Jornada, Domingo 24 de febrero de 2013,

p. 11

González Valdés, Ronaldo, “El presupuesto para la cultura en México”, en Nexos 

371, noviembre de 2008

Jiménez Lucina ‘Políticas culturales y cooperación internacional para la diversidad

y la equidad” México s/f.

Miller Toby y George Yúdice,  Política cultural, Barcelona, Gedisa, 2004,

Notimex. La Crónica. En línea, disponible en

http://www.cronica.com.mx/notas/2012/713871.html . consultado 22-2-2013

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Yúdice, George, El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era global,

Barcelona, Gedisa, 2008, p. 23.

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