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46 ISLAS L a importancia de las religiones de origen africano y su arraigo entre la población cubana crece constante- mente. Hace ya mucho tiempo que estos sistemas de creencias rompieron las barreras sociales y raciales para convertirse en religiones de carácter nacional. Las últimas décadas han sido testigo de una expansión sin precedentes. El número de adeptos es cada vez mayor. Su influencia es ostensible en las más diversas expresiones de la vida cotidiana. El lugar que ellas ocupan ha sido inclu- so reconocido por importantes dignatarios de la Iglesia Católica cubana, generalmente opuesta a estas prácticas. El Vicario General de la Archidiócesis de La Habana, Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, refi- riéndose al panorama religioso general de Cuba y, en particular, a las olas de ateísmo y antirreligiosidad desatadas después de 1959, ha señalado: “En las condiciones de mi país en los sesenta, setenta y hasta en los ochenta, con- vertirse a la santería o a otra religión sincré- tica fue un camino, consciente o no, de imple- mentar sentimientos religiosos o una cierta apertura a la Trascendencia o, por lo menos, a una realidad suprahumana… Poco a poco, en el plazo de treinta años, las formas sincré- ticas de religiosidad se convirtieron en la reli- gión de un espectro amplio de la sociedad cubana… el sincretismo ha sido, paradójica- mente, uno de los más efectivos caminos populares para salvaguardar algunos compo- nentes importantes de la Fe católica, de los valores cristianos y de la adhesión efectiva a la Iglesia Católica en todos los estratos de la población cubana” 1 . La fuerza con que los creyentes conser- van y renuevan constantemente esta fe reli- giosa puede explicar también su expansión a otras áreas del Caribe, Latinoamérica y los Estados Unidos, particularmente en aquellas áreas receptoras de la migración cubana en la segunda mitad del siglo XX. Ciudades como Nueva York, Chicago o Miami ven incremen- tarse cada vez más el número de personas que se inician en estos cultos. De manera que ellos constituyen una fuerza de gran influencia social en la actualidad. En Cuba existen varios sistemas religio- sos de origen africano, en correspondencia con la heterogeneidad de los componentes étnicos traídos durante la trata esclavista y como resultado de múltiples, diversas y cons- tantes interacciones culturales en medio de un largo proceso de transculturación. Dentro de este conjunto pueden destacarse la Santería o Regla de Ocha, el Palo Monte o Regla Conga, y las Asociaciones Secretas Abakuá. El presente trabajo está dedicado específicamente a la Santería. En futuros números abordaremos el resto de los comple- jos religiosos. Religión Religiones cubanas de origen africano: La santería Dr. Juan Antonio Alvarado Ramos Antropólogo

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La importancia de las religiones deorigen africano y su arraigo entre lapoblación cubana crece constante-mente. Hace ya mucho tiempo que

estos sistemas de creencias rompieron lasbarreras sociales y raciales para convertirse enreligiones de carácter nacional. Las últimasdécadas han sido testigo de una expansión sinprecedentes. El número de adeptos es cada vezmayor. Su influencia es ostensible en las másdiversas expresiones de la vida cotidiana.

El lugar que ellas ocupan ha sido inclu-so reconocido por importantes dignatariosde la Iglesia Católica cubana, generalmenteopuesta a estas prácticas. El VicarioGeneral de la Archidiócesis de La Habana,Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, refi-riéndose al panorama religioso general deCuba y, en particular, a las olas de ateísmo yantirreligiosidad desatadas después de1959, ha señalado:

“En las condiciones de mi país en lossesenta, setenta y hasta en los ochenta, con-vertirse a la santería o a otra religión sincré-tica fue un camino, consciente o no, de imple-mentar sentimientos religiosos o una ciertaapertura a la Trascendencia o, por lo menos,a una realidad suprahumana… Poco a poco,en el plazo de treinta años, las formas sincré-ticas de religiosidad se convirtieron en la reli-gión de un espectro amplio de la sociedadcubana… el sincretismo ha sido, paradójica-

mente, uno de los más efectivos caminospopulares para salvaguardar algunos compo-nentes importantes de la Fe católica, de losvalores cristianos y de la adhesión efectiva ala Iglesia Católica en todos los estratos de lapoblación cubana”1.

La fuerza con que los creyentes conser-van y renuevan constantemente esta fe reli-giosa puede explicar también su expansión aotras áreas del Caribe, Latinoamérica y losEstados Unidos, particularmente en aquellasáreas receptoras de la migración cubana en lasegunda mitad del siglo XX. Ciudades comoNueva York, Chicago o Miami ven incremen-tarse cada vez más el número de personas quese inician en estos cultos. De manera que ellosconstituyen una fuerza de gran influenciasocial en la actualidad.

En Cuba existen varios sistemas religio-sos de origen africano, en correspondenciacon la heterogeneidad de los componentesétnicos traídos durante la trata esclavista ycomo resultado de múltiples, diversas y cons-tantes interacciones culturales en medio deun largo proceso de transculturación. Dentrode este conjunto pueden destacarse laSantería o Regla de Ocha, el Palo Monte oRegla Conga, y las Asociaciones SecretasAbakuá. El presente trabajo está dedicadoespecíficamente a la Santería. En futurosnúmeros abordaremos el resto de los comple-jos religiosos.

Relig

ión

Religiones cubanas de origen africano:

La santeríaDr. Juan Antonio Alvarado RamosAntropólogo

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La Santería o Regla de Ocha

Tiene su origen en el culto a los orichas odeidades del panteón de los yoruba sincretiza-dos con los santos de la hagiografía de laIglesia Católica Romana. Esta identificación,en la que por analogías de sus características yatributos se homologó a cada oricha con unsanto católico, fue lo que originó la denomi-nación de Santería, que es el término de másfrecuente uso entre la población creyente y nocreyente. La Santería o Regla de Ocha es tam-bién conocida como Regla de Ocha-Ifá, por latrascendental importancia que tienen las prác-ticas relacionadas con el oráculo de Ifá, reali-zadas por los babalawos (sacerdotes de Ifá).

Los Orichas

En la Santería existe la creencia en unSer Supremo, llamado Olofin, al que no se lerinde culto directo más allá de las invocacio-nes de que es objeto durante las prácticas

ceremoniales. Los orichas son consideradosintermediarios entre él y los hombres y estánfacultados para proteger o castigar en depen-dencia de las circunstancias.

Los orichas son deidades propiciatoriasdel trato con determinadas fuerzas de lanaturaleza, que comprenden también el cultoa los ancestros deificados. Se les atribuyencualidades divinas pero también humanas. Através de fábulas y leyendas se pone de mani-fiesto cómo son capaces de sentir y actuar aligual que los hombres. Por lo tanto, nadiedebe sorprenderse cuando se les describa conlas más diversas manifestaciones de las virtu-des y vicios de los mortales. No son infaliblesante las debilidades humanas, no son dogmá-ticos2. No se reconocen limitaciones a suacción benefactora sobre los hombres.

Otra característica de los orichas es sucondición de “padre” o “madre” de los sereshumanos. Según la creencia popular el orichasiempre estará dispuesto a brindar protec-ción y ayuda a sus hijos en la tierra, ante

Tambores batá .

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cualquier conflicto que la vida les pre-sente. Sin embargo, esta actitud puedevariar de manera rápida e inesperada,sobre todo cuando no se satisfacen susexigencias, no se atienden sus prediccio-nes o no se cumplen las prácticas propi-ciatorias y las ofrendas que se le debenhacer. El creyente debe atender los con-sejos que emanan de las prácticas adivi-natorias. Es muy riesgosa también latransgresión de las normas y tabúesestablecidos durante el proceso de ini-ciación en la religión. En esa ocasión escomún que se establezcan prohibicio-nes, tabúes, normas y patrones de con-ducta que la persona debe seguir rigu-rosamente durante toda su vida.

A los orichas se les considera dueños delos elementos de la naturaleza, el mar, lasaguas dulces, el monte, el rayo, las centellas,los metales, etcétera. Hay orichas dueños delas enfermedades, de la guerra, de la agricultu-ra y otros acontecimientos relacionados conla vida de los hombres. Cada uno posee suspropios colores y materiales que lo identifican.

Aunque en ocasiones los orichas adquie-ren representaciones antropomorfas, lo usuales que se le materialice en recipientes que con-tienen los elementos de la naturaleza que lesson propios y que se convierten en la deidadmisma, después de realizadas las prácticasceremoniales establecidas por la tradición.Los materiales de que están construidos estosrecipientes o receptáculos de los orichas, hanvariado con el transcurso del tiempo. En laactualidad pueden encontrarse de madera,barro, metal y porcelana.

En Cuba no se desarrolló la cultura de latalla en madera que distingue a los pueblosafricanos. Sin embargo, en ocasiones puedenencontrarse figuras antropomorfas hechas demadera que representan a algunos orichas.

Veamos, a modo de ejemplo, como todoesto se manifiesta en la caracterización que sehace de los orichas Changó y Ochún.

Changó es el dios de la virilidad, delfuego, del rayo y el trueno, de la guerra y delos tambores. Patrón de los guerreros y de lastempestades. Sus bailes son guerreros y eróti-cos. Su color es el rojo. Su receptáculo es unabatea o pilón de madera con tapa, pintadacon los colores rojo y blanco. Entre sus atri-butos característicos están el hacha y la espa-da. Sus collares son de cuentas rojas y blan-cas. Se le sincretiza con Santa Bárbara.

Ochún es la diosa de las aguas dulces, lacoquetería, el amor y la maternidad. Se lepresenta como una mulata de gran belleza.Sus danzas representan la sensualidad feme-nina. Es la dueña de los metales amarillos ysu color es el del bronce. Su receptáculo esuna sopera donde predomina el color amari-llo. Entre sus atributos se encuentran joyas,plumas de pavo real, conchas, abanicos,pañuelos, etcétera. Sus collares llevan cuen-tas amarillas. Entre sus flores preferidas está

Changó

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el girasol. Se le sincretiza con Nuestra Señorade la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.

Las diferentes formas de presentarse, sery actuar de los orichas, se explican a travésdel concepto de “caminos”. Estos caminosestán descritos en su rica mitología mediantefábulas y leyendas de gran belleza poética,transmitidas de generación en generaciónmediante la tradición oral y que se enrique-cen o transforman con el paso del tiempo, envirtud de cambios y adiciones que van hacien-do los iniciados, de aquello que recibieron desus “mayores”, los que le precedieron en lainiciación. Resultan verdaderamente intere-santes las diferentes versiones que puedenescucharse sobre los avatares y el comporta-miento de un mismo oricha, matizadas porlas experiencias vividas de los creyentes.

El sincretismo

La interacción constante con la culturadominante y la religión oficial católica, perode manera particular con el catolicismopopular que llegó hasta los africanos enmedio de un largo proceso de transcultura-ción, condujo, en el campo religioso, a unsincretismo de sus creencias con el catolicis-mo. Una de las expresiones de ese sincretismoes la relación establecida entre los orichas ylos santos católicos.

Como ha señalado Isaac Barreal, “en elproceso de catequización y en el ejercicio dela leve práctica religiosa posterior, el negroiba conociendo los santos católicos”3, ycomenzó a encontrar semejanzas entre ellos ylos orichas, para lo cual tomaron en conside-ración elementos tales como el color y losatributos o pasajes de historias y leyendasasociadas a ellos.

Esta identificación fue además una víapara encubrir y salvaguardar a las deidadesafricanas, en medio de un régimen esclavista

que rechazaba e incluso reprimía estas creen-cias. Las imágenes católicas constituían laenvoltura tras la cual se ocultaba a los ori-chas, que eran en definitiva a los que se le ren-día culto y veneración. La religión se convir-tió, en las condiciones del esclavismo, en ele-mento de aglutinación entre los esclavos y enuna forma de resistencia ante las condicionesa que fueron sometidos.

En las casas religiosas, junto a las repre-sentaciones de los orichas en cazuelas o sope-ras de porcelana, pueden encontrarse lascorrespondientes imágenes católicas. Ellascoexisten en una estrecha imbricación dondese manifiestan analogías y diferencias, queexpresan de manera fehaciente los intrinca-dos procesos de transculturación que dieranorigen al pueblo cubano y su cultura.

Esta convivencia íntima y armónica y laforma en que los creyentes la asumen la expli-ca una de las santeras citadas por LidyaCabrera4 en su clásico libro El Monte: “Lossantos son los mismos aquí y en Africa. Losmismos, con distintos nombres. La única dife-rencia está en que los nuestros comen mucho ytienen que bailar, y los de ustedes se confor-man con incienso y aceite, y no bailan”.

Desde luego que las expresiones delsincretismo van mucho más allá de talesidentificaciones. Se manifiestan también enla exigencia de que para iniciarse en estoscultos es necesario que antes la personahaya sido bautizada por un sacerdote de laIglesia Católica y ofrecido misa por susdifuntos (egguns), tanto los de parentescosanguíneo como ritual. A ello podría agre-garse que durante el desarrollo de las festi-vidades del santoral católico se le rinde tri-buto a las deidades de origen africano, nosólo en la casa de los practicantes sino tam-bién en las iglesias católicas, bajo la obser-vación crítica pero tolerante de los sacerdo-tes católicos.

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Lo señalado hasta aquí, resultado deprocesos históricos y socioculturales ocurri-dos en este lado del Atlántico, le ha impuestoun sello distintivo americano, en este casocubano, a las creencias de origen africano.Sin embargo, debe destacarse que a pesar delas expresiones de sincretismo, los rasgos quedistinguen a la santería siguen siendo losafricanos. La identificación entre orichas ysantos católicos suele revestir muchas vecesun carácter formal que no interviene en laspracticas rituales.

La iniciación

La Santería posee un conjunto de ceremo-nias de iniciación realizadas en medio de ritua-les altamente complicados y secretos, con unaamplia variedad de actos simbólicos, a partirde los cuales se establecen jerarquías y funcio-nes dentro del culto. Así, las personas a las quese les asienta en su cabeza, su oricha “padre”o“madre”, se convierten en babalochas (sante-ros) e iyalochas (santeras), que es la categoríamás extendida en todo el país. A partir de esemomento el oricha o santo cabecera pasa a con-vivir en la casa y ningún paso importante en lavida podrá darse sin antes consultársele a tra-vés de los sistemas adivinatorios.

Un lugar especial se le asigna a las cere-monias para la consagración de los babalawos,sacerdotes de Ifá, que ostentan el nivel jerár-quico superior en este sistema religioso.También se realizan procesos iniciáticos paraconsagrar personas que desempeñan funcionesespecíficas en el culto, como es el caso de losOlú batá, tamboreros especializados en la eje-cución de la música ritual dirigida a los ori-chas, con los tres tambores sagrados llamadosbatá5, por sólo señalar algunos ejemplos.

Los sistemas adivinatorios

Un lugar importante en las religionescubanas de origen africano lo ocupan los sis-temas adivinatorios. En la Santería se emple-an con ese fin diversos medios: cuatro pedazosde coco (obbi); dieciséis caracoles cauris(diloggun); la cadena de Ifá (Opkuele) y eltablero de Ifá. Estos dos últimos son usadosexclusivamente por los babalawos6.

La adivinación desempeña una funciónimportante en la vida de los creyentes y espe-cialmente de los iniciados. Ella permiteconocer no sólo el pasado y el presente, sinotambién aquello que puede acontecer en elfuturo. A través de la adivinación, el indivi-duo puede saber los avatares que la vida lepresentará y la forma de actuar en el curso delos acontecimientos. Es un recurso de protec-ción y reafirmación personal. “Para el cre-yente, si lo que espera se obtiene, el temorcesa; si se adivina lo que se teme, el temortambién finaliza, porque ocupan su lugar losejercicios encaminados a la compensación y ala resignación”7.

Sus resultados son de obligatorio cum-plimiento y pueden exigir la realización delimpiezas rituales (ebbó), ofrendas u otrasprácticas sacromágicas, todo encaminado aobtener el favor de los orichas en la soluciónde los problemas de la vida cotidiana o paraalejar aquello que perturba y entorpece.

En las historias, mitos y leyendas asocia-dos a los diferentes signos y “letras” obteni-dos a través de la adivinación y en toda la tra-dición oral de origen africano, conservada yrecreada en este lado del Atlántico, se pone demanifiesto la concepción del mundo de loscreyentes, su filosofía y el modo en que inter-pretan y dan solución a los fenómenos de lavida y de la muerte.

A cada uno de los signos o “letras” quese obtienen mediante la adivinación, se aso-

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cian determinados orichas y elementos de lanaturaleza, en particular animales y plantas.Los poderes que se atribuyen a las distintasespecies vegetales fueron ampliamente trata-dos por Lidya Cabrera8: “Arboles y plantas–señaló– desempeñan un papel demasiadoimportante en la religión y en la vida místicade los negros de Cuba... Por las facultadescurativas, por el poder mágico que se [les]atribuye... el negro no puede prescindir, casia diario, de utilizarlas y de invocar la protec-ción de los espíritus o fuerzas que en ellos sefijan”. Como se ha señalado, estas prácticasreligiosas en la actualidad reúnen en su senoa cubanos de todos los grupos raciales.

A los registros adivinatorios no sólo sesometen los practicantes activos de estas reli-giones, sino también aquellas personas quede manera ocasional pretenden resolver pro-blemas o reforzar el cumplimiento de algunosde sus propósitos en la vida.

La Casa Templo

La Santería no tiene una organización aescala nacional o local, ni una jerarquía queactúe como rectora de la práctica religiosa enel país. Esta situación, que se presentó desdelos inicios de su formación en el períodocolonial, llevó a que cada casa funcione conun alto grado de independencia. El culto a

los orichas adquiere un carácter un tantoindividual, en el que tiene un gran peso lavoluntad personal del santero, que por logeneral no se siente obligado a cumplir nor-mas establecidas en otras casas. De maneraque la casa de un santero se convierte en unverdadero templo a donde pasa a vivir el ori-cha, el que rige sus destinos y que en ciertaforma se convierte en su dueño. Allí convivenen la mayor armonía creyentes, deidades yespíritus protectores.

Las relaciones de carácter religioso máscomunes son las que se establecen entre el san-tero y su “padrino o “madrina”–aquel que loinició en la religión–, lo cual conforma ge-nealogías religiosas dentro del culto9. Estos“padrinos o madrinas de santo”, a vecesnuclean en torno a ellos una gran cantidad deadeptos y contribuyen a la más estrecha rela-ción de sus “ahijados”y de éstos con aquellossanteros “mayores”. Todo ello funciona comouna base importante para la conservación delos conocimientos tradicionales, transmiti-dos de manera oral o escrita y no pocas vecesenriquecidos por las generaciones sucesivas.

No obstante, durante el desarrollo dealgunos acontecimientos significativos comoes el caso de la iniciación, es habitual que sereúnan santeros y babalawos que no necesa-riamente forman parte de una misma genea-logía dentro del culto. Ellos, además dedesempeñar diversas funciones durante elproceso de iniciación, pueden dar fe del buendesarrollo de las ceremonias.

En la casa templo se conservan los reci-pientes que contienen los fundamentos deloricha que la persona tiene asentado en sucabeza –su oricha “padre”o “madre”– y detodos aquellos que en el transcurso de la vidarecibe como símbolo de protección y de for-talecimiento de sus poderes religiosos.Muchos de ellos son colocados en armariosconocidos con el nombre de “canastilleros”10.

Altar de santería

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Para esa función, y en dependencia de lascondiciones económicas del santero, se desti-nan áreas de la casa especialmente dedicadasal culto.

Detrás de la puerta principal de la casatemplo, es habitual que se coloquen distintosobjetos protectores contra malas influencias odaños que puedan venir desde fuera: cintas detela de varios colores, banderas, trozos depalos o ramas de arboles, etcétera. Junto a lapuerta se sitúan también los orichas guerre-ros, Elegguá, Oggún y Ochosi, que actúancomo guardieros de la vivienda y sus morado-res. Es muy común una bóveda espiritualdedicada a los espíritus protectores de la casa.

En la casa templo se realizan todas lasprácticas religiosas. Es escenario de las fiestasen honor a los orichas y aquellas destinadas acelebrar acontecimientos como el “cumplea-ños de santo”o “del nacimiento ritual”.

En este contexto la transmisión de cono-cimientos, rezos y otras fórmulas imprescin-dibles para establecer el trato con los orichasse ha hecho fundamentalmente a través de latradición oral, sin descartar la importanciaque con el paso del tiempo han venido alcan-zando las “libretas de santo”, celosamenteguardadas y conservadas por los santeros,particularmente por los más viejos, que son

los que han logrado acopiar un mayor cúmu-lo de conocimientos.

Los Collares

La Santería posee, además, un ampliogrupo de accesorios que junto a las deidades,desempeñan una función importante en elculto. Tal es el caso de los collares.

“Para los creyentes –como ha señaladoMartínez Furé– el collar deja de ser un sim-ple objeto de adorno para convertirse en algomás; en sus cuentas ensartadas según unestricto orden, se encuentran las fuerzas delos orichas. Quien los use estará resguardadocontra cualquier accidente, enfermedad,malas influencias y otras adversidades. Loscollares además viven, son entidades dentrodel culto”11.

Ellos adquieren su fuerza y poder a travésde determinadas ceremonias rituales y proce-sos de purificación. Si un collar se parte, esuna advertencia de que algo va a ocurrir y lapersona debe someterse a un “registro”a travésde los sistemas adivinatorios. Existe, además,un conjunto de normas de obligatorio cumpli-miento para quien los use.

De acuerdo con el oricha de que se trate,así será el color, número y orden de las cuen-tas. Además, para cada uno de los caminos delos orichas existen variaciones, lo que explicasu gran diversidad, por esa razón es casiimposible determinar el número exacto deellos. Hay que tener en cuenta que algunosorichas poseen hasta veinte “caminos”.Cuando se trata de collares simples de unasola vuelta, se llevan al cuello como medio deprotección constante, pero a veces se tienenen los bolsillos o se conservan en soperas uotros recipientes donde residen los orichas.

También existen los collares de mazo, degran belleza y complejidad en su confección,a los que se les reservan otras funciones en el

Orichas guerreros: Elegguá, Oggún y Ochosi.

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culto. Sólo los usa el iyawó (iniciado), en elinstante de su presentación al tambor. Luegose ponen en las soperas donde reside el poderde los orichas. A las manillas o iddé que seusan en la mano se les reservan funcionessimilares.

Algunas características generales

Entre las características generales de lasreligiones cubanas de origen africano puedeseñalarse también su carácter no excluyente,a diferencia de otras religiones universales.No es raro encontrar personas y familiascompletas que profesan tanto el Palo Montecomo la Santería, y en las que incluso, en oca-siones, sus principales oficiantes masculinosson miembros de la Sociedad Secreta Abakuá.A todo ello se unen frecuentemente las prác-ticas espiritistas, además del sincretismoafrocatólico. En algunos de estos casos seproducen ostensibles préstamos, intercam-bios de ideas y maneras de hacer que denotanimportantes formas de sincretismo religioso.

Como ha señalado Joel James, estos sistemasmágico-religiosos son altamente flexibles,creativos y adaptables, y no se encuentran, ennuestros días, en su forma pura o aislados ensí mismos.

En realidad, estos complejos religiososde origen africano poseen elementos diferen-ciadores en la liturgia ritual y otros elemen-tos asociados al culto, en correspondenciacon su ascendente étnico distinto. Pero a suvez se observan elementos comunes, debido,entre otras cosas, a similitudes en el desarro-llo de las diferentes teogonías africanas y susformas transculturadas en Cuba.

Estas formas de religiosidad popular, enlas que el sujeto se aferra a su fe en el trans-curso de su vida, tienen muchas expresiones,más allá del ámbito ceremonial y esotérico.La presencia de creyentes e iniciados se hacecada vez más perceptible en los lugares públi-cos. El uso de collares y manillas (iddé) comoresguardos o elementos protectores, puedeobservarse en los más disímiles lugares. Loque en una época pudo haberse ocultado hoy

Iyawó

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se presenta con orgullo, y no son pocos losque ven en eso un rasgo de distinción social.Otro tanto puede decirse de la presencia enlas calles de las ciudades y pueblos de losiyawó (personas recién iniciadas en laSantería), con sus trajes blancos como expo-nentes del proceso de purificación de que hansido objeto.

Independientemente de lo señalado, elcuidado y hasta la desconfianza para dar aconocer y trasmitir los secretos y conoci-mientos recibidos de los “mayores”y acumu-lados en la práctica cotidiana, sigue siendouna de sus características distintivas.

Estos sistemas religiosos, conformadosen medio de la insalubre y fatigosa vida delbarracón esclavista, en los palenques de escla-vos prófugos, en los cabildos y en las casasseñoriales donde los esclavos realizaban labo-res domésticas, han llegado hasta nuestrosdías con una fuerza renovadora que constan-temente les hace ganar nuevos adeptos. Elnivel de flexibilidad de sus códigos éticos y suénfasis en la solución de los problemas terre-nales los ha llevado a nutrirse de los másdiversos estratos sociales y raciales de lasociedad cubana.

Sin embargo, es difícil calcular el núme-ro de creyentes en estas religiones. No existenestadísticas que ofrezcan esos datos. Hay quetener en cuenta, además, la existencia depracticantes ocasionales y personan que asis-ten de manera muy inestable a las ceremoniasreligiosas o a someterse a registros adivinato-rios. Lo que sí parece posible afirmar es quesu número crece progresivamente. Y queconstituyen una fuerza social indiscutible enla Cuba de hoy.

NOTAS Y BIBLIOGRAFIA

1.- Monseñor Carlos Manuel de Céspedes.(1999).La iglesia católica en Cuba: cien años des-pués y a las puertas del tercer milenio. RevistaEncuentro de la cultura cubana, 12 y 13. p. 90.

2.- Véase Menéndez, L. (1995). ¿Un cake paraObatalá?, Revista Temas, no. 4, Ministerio deCultura, La Habana. p. 46

3.- Barreal, I. (1966). Tendencias sincréticas de loscultos populares en Cuba. Etnología y Folklore, no.1, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana. p. 20.

4.- Cabrera, L. (1989). El Monte, Editorial LetrasCubanas, La Habana. p. 29

5.- Tambores bimembranófonos. Los parches poseendistintos diámetros, con los que se obtienen seistonos diferentes. El instrumento se cuelga del cuellode los ejecutantes o se coloca sobre las piernas. Segolpea cada parche con una mano. Los batá son tresy se llaman, de mayor a menor, Iyá, Itótele yOkónbolo.

6.- El coco (Obbi) y los caracoles (Diloggún) soninstrumentos de adivinación utilizados por los san-teros. Su lectura se hace de acuerdo a la forma en quecaigan. La Cadena de Ifá (Opkuele) y el Tablero deIfá, son instrumentos de uso exclusivo de los babala-wos, mediante los cuales se expresa Orula, el orichade la adivinación.

7.- James, J. (1989). Sobre muertos y dioses.Ediciones Caserón, Santiago de Cuba.

8.- Cabrera, L. (1989). El Monte, Editorial LetrasCubanas, La Habana. pp. 24-25.

9.- Véase López Valdés, R (1985). Componentes afri-canos en el etnos cubano, Editorial de CienciasSociales, La Habana.

10.- Armario de varios entrepaños, con puertas ono, en los que se colocan los recipientes que contie-nen los diversos atributos, y en los que se asienta eloricha. El oricha situado en cada entrepaño es fácil-mente distinguible por los colores y otros elementosque le pertenecen.

11.- Martínez Furé, R. (1961).Los Collares.Actas delFolklore, año 1, no. 3, Centro de Estudios delFolklore, Teatro Nacional de Cuba, La Habana. p. 23.