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    Revista Crtica Penal y Poder 2014, n 6, Marzo (pp. I-IV) Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos Universidad de Barcelona

    Presentacin

    1. Con gran satisfaccin presentamos aqu el nm. 6 de nuestra publicacin Crtica penal y poder (CPyP), en esta ocasin, con un nutrido contenido de artculos, estudios, ensayos, resultados de investigaciones y recensiones de obras que creemos importantes e interesantes para su divulgacin. Todo ello revela que, pese a los tiempos crticos que vivimos y pese a que algunos haban pronosticado el fin de la historia, la muerte de las ideologas y la defuncin del pensamiento crtico, ste afortunadamente no slo no ha muerto sino que est en condiciones de ofrecer ricos anlisis del presente e investigaciones rigurosas. Hagamos una breve presentacin del contenido para remitir a los lectores a los trabajos que se anuncian.

    Desde distintos rincones de la geografa, y comenzando por las contribuciones que provienen de Amrica latina, el presente nmero contiene las aportaciones de Keymer vila quien efecta un repaso en torno a la otra cara de ciertas campaas securitarias en Venezuela. Asimismo, Juan Iosa presenta su trabajo acerca del dominio territorial como requisito del elemento poltico en la definicin de los crmenes contra la humanidad, realizando un anlisis enfocado en la calificacin jurdica de los actos de la izquierda armada en Argentina de la dcada de los aos sesenta y setenta. Por su parte, el ensayo de Karina Mouzo efecta un repaso por las pretendidamente nuevas orientaciones penitenciarias en el discurso resocializador tambin en la Argentina pero en tiempos contemporneos. Finalmente, Ezequiel Kostenwein aporta unas interesantes propuestas para una criminologa menor que merecen una particular atencin en orden a la constante problemtica conceptual de semejante disciplina.

    El paisaje punitivo de tradicin britnica (y norteamericana) es examinado por Leonidas Cheliotis, en su ensayo titulado Gobernar a travs del espejo. Neoliberalismo, gerencialismo y psico-poltica del control de la desviacin, con un interesante desarrollo que combina una perspectiva psicoanaltica con las contribuciones propias de la economa poltica del castigo contemporneo.

    Desde Espaa Antonio Madrid efecta una investigacin cuantitativa y cualitativa de los indultos concedidos por el Gobierno espaol durante 2012 recordando cmo el acto de indultar es una caracterstica del poder soberano, una expresin del derecho de gracia, es decir, de su reserva del ejercicio de poder sobre la vida de los sbditos presentamos dos trabajos. Para terminar, desde Italia, pero tambin enfocado en la realidad espaola, Luca Queirolo Palmas examina la denominada mano derecha del Estado en el tratamiento de

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    las llamadas bandas juveniles que en las ltimas dcadas han promovido polticas que entremezclan elementos asistenciales y punitivos.

    El nmero se completa en la seccin de Recensiones con el comentario de importantes obras como lo son Crceles en llamas. El movimiento de presos sociales en la transicin, de Csar Lorenzo Rubio (Editorial Virus, Barcelona 2013); La economa del bien comn, de Christian Felber, (Editorial Deusto, Barcelona 2012); Crtica de la violencia, de Walter Benjamin (Biblioteca Nueva, Madrid 2010) y de la Revista de publicacin peridica Nova Criminis. Visiones Criminolgicas de la Justicia Penal, de la Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad Central de Chile.

    Con esos materiales creemos que estamos en condiciones de ofrecer a los eventuales lectores del CPyP un rico corpus fiel a lnea editorial de nuestra Revista. En este punto, una mencin muy especial merece el recuerdo de dos grandes intelectuales, maestros de alguno de nosotros, que nos han dejado en los ltimos meses. El fallecimiento de Jock Young primero, y el de Winfried Hassemer despus, no slo suponen una gran prdida para la cultura britnica y alemana, respectivamente, sino para toda una generacin de estudios crticos de la llamada cuestin criminal. Ofrecemos el presente nmero como un In Memoriam de ambos con el firme compromiso de mantener sana aquella imaginacin que reclamaron y que debemos seguir alimentando en el presente y por las razones que a continuacin se expresarn.

    2. Es evidente que soplan vientos que traen ecos de un autoritarismo que es conocido de antao (como por cierto, tanto advirtieron Young y Hassemer). Los grandes pilares de una cultura democrtica estn siendo socavados, incluso con prisas. Si se mira lo que est pasando con las polticas pblicas en Espaa, por ejemplo, parece cumplirse el vaticinio de una reorganizacin hegemnica y restrictiva del capital (v. Pilar Calveiro) que, en realidad, se verifica a escala planetaria aunque a veces solo percibamos imgenes locales. El panorama, como hemos escrito en otro sitio, es verdaderamente alarmante. Crmenes de Estado, crmenes corporativos, matanzas, desastres medioambientales, movimientos forzosos de personas (desplazados...), corrupcin, privatizacin de las intervenciones armadas, asesinatos selectivos por tropas de lite, criminalizacin de pueblos originarios y etnias nativas, de movimientos sociales, muertes de miles de nios diariamente por malnutricin, acceso restringido a medicamentos y expansin de enfermedades curables, pobreza, pauperizacin, declaraciones de responsables polticos que generan pnico econmico, prdida de viviendas, suicidios debidos a las medidas de ajuste, reduccin de derechos laborales, desalojos, torturas, privacin estructural del acceso a bienes y derechos bsicos, comercio legal o ilegal de armas, guerras preventivas, miles de muertos intentado cruzar fronteras hacia Europa en las ltimas dos dcadas

    Nuevamente, la categora de la violencia estructural deviene necesaria en el presente. Cada vez ms percibimos cmo vamos pasando de la antigua categora de la razn de Estado a la tardo-moderna de la razn de mercado. En esa situacin, ya no parecen necesarios los anteriores golpes de Estado cuando hoy pueden producirse golpes de

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    Mercado que nombran y cambian autoridades polticas, dictan medidas econmicas y, por tanto, afectan a la vida concreta y cotidiana de millones de seres humanos. Y quines son esos mercados, qu cara tienen? Pese a que por definicin la penumbra y la falta de transparencia envuelven a dicho concepto pues el capital acta amparado en su ocultacin-, hay importantes firmas de servicios financieros que califican cada da a los pases, a su deuda pblica y privada, a sus regiones y autonomas, a su sistema bancario y financiero Algunas se llaman Lehman Brothers, Goldman Sachs, Merrill Lynch, Fitch, Moody's y Standard & Poor's, y son quienes marcan el diktat de esta insaciable modernidad tarda.

    Conviene recordar con Madrid que si histricamente la razn de Estado haba servido para justificar actuaciones excepcionales en nombre del bien superior que representaba el Estado, ahora se extiende una razn sistmica de la que forman parte las corporaciones transnacionales. Esta razn sistmica se expresara, como si de un orculo se tratase, mediante los mercados de valores y tendra como oficiantes a algunos organismos internacionales y agencias de calificacin (v. El libro de los derechos 2013: 202). Resulta evidente que la relajacin en las obligaciones, en los deberes que estas corporaciones deberan cumplir para no vaciar de contenido su cara opuesta (los derechos de los ciudadanos), se ha acentuado notablemente con todos los procesos de des-regulacin que han sido contemporneos en el proceso ltimo de dicho vaciamiento. As se ha producido lo que Estvez Araujo, entre otros (y en la misma obra que se acaba de citar), denomina el proceso de privatizacin de los derechos, es decir, el traspaso del poder de determinar el contenido de los mismos a empresas privadas. Resulta as cada vez ms evidente que muchas categoras de derechos que hasta no hace mucho tiempo deban ser exigibles al Estado (derecho a la salud pblica, educacin pblica, jubilaciones...), hace tiempo que han sido transferidos como productos (en la medicina privada, la educacin privada, las jubilaciones bancarias privadas...) que solo podrn ser comprados (ya no ejercidos) por quienes dispongan de capital para ello. Y como se ve, hasta el lenguaje mismo ha sido modificado pues, en efecto, como indica Ferrajoli, el lxico que emplea la economa es absolutamente extrao y diferente al que podamos querer seguir empleando desde una rbita, por ejemplo, jurdica.

    Pocas dudas parecen caber acerca de que estamos gobernados por unos poderes que, combinando las esferas de lo pblico, lo privado y toda la gama de grises que entre ambos extremos caben bajo el cobijo de la globalizacin econmica, realizan ecuaciones verdaderamente criminales. La perversa simbiosis que, por ejemplo en Espaa, representa el trfico de dinero estatal para rescatar a una Banca que invierte cada vez ms en el negocio de la produccin y trfico de armas, al tiempo que ha llevado a cabo una poltica de desahucios de las viviendas de centenares de miles de familias, representa tan slo uno de esos ejemplos de gobierno de la economa por encima del lenguaje y prctica de la poltica, de los derechos, de las necesidades. Hasta cundo y hasta dnde avanzar esta retrica econmico-poltica-militar?

    No obstante, tambin crecen las movilizaciones populares, las protestas sociales de diversos sectores de una poblacin cansada del expolio sistemtico. Pero en tal sentido, no hay lugar para la ingenuidad para los graves momentos que vivimos y los que se avecinan. Sabemos que el sistema penal (y si lo creen preciso, tambin los agentes econmicos, laborales y hasta las unidades militares), estarn prestas para reprimir tales manifestaciones de rechazo

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    (las autoridades espaolas ya estn preparando todo un autntico arsenal de medidas sancionatorias frente al descontento imparable). Pero si, de verdad, se quiere revaluar el sistema democrtico de autntica soberana popular y tomarse en serio el imperativo categrico adorniano poniendo en marcha el accionar de la memoria -tambin para el presente orientando nuestro pensamiento y accin para evitar la repeticin de la barbarie-, antes o despus la resistencia ser opuesta (ya est sindolo) frente a las atrocidades de los crmenes de los Estado y de los Mercados. Semejantes polticas, autnticamente criminales, acabarn chocando irreversiblemente contra poblaciones enteras. En este sentido, anunciamos tambin la reciente aparicin de una obra colectiva que desde el Observatori del Sistema penal i els Drets humans acaba de ser publicada por la Editorial Anthropos de Barcelona, con el ttulo, precisamente, de Los delitos de los Estados, de los Mercados y el Dao social. Debates en Criminologa Crtica y Sociologa jurdico penal.

    3. Quiero agradecer muy especialmente el trabajo realizado por nuestro Redactor, Alejandro Forero, para que el presente nmero haya sido editado, as como a todo el equipo del Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans de la Universitat de Barcelona por su dedicacin a la elaboracin del presente nmero de CPyP. As mismo queremos agradecer a los/as autores/as por sus aportaciones y trabajo de correccin de sus textos, as como a los/as revisores por el valioso y tantas veces poco reconocido trabajo que tan importante es para mejorar la calidad de lo que publicamos. Por ltimo queremos agradecer a Josep Coll y Gemma Masdeu quienes siguen ayudndonos cada da por mejorar nuestra revista y por el apoyo para la publicacin de un nmero ms. El trabajo de traduccin de diversos textos constituye una tarea de constante atencin en esta publicacin con el fin de incorporar a nuestro mbito cultural trabajos e investigaciones que provienen de otros terrenos contribuyendo as al necesario enriquecimiento de las reflexiones y visiones de los problemas que nos aquejan.

    Esperamos continuar con la misma decisin y energa con que comenzamos. El prximo nmero, cuyo call for papers ya ha sido anunciado, en atencin a la monogrfica temtica del Dao social: sus causas y sus vctimas, configura ya un nuevo horizonte de trabajo. Las contribuciones de los lectores y de los eventuales autores darn cuerpo a ello. Por todo lo dicho anteriormente, pese a los tiempos y tendencias actuales, o precisamente como consecuencia de los mismos, el pensamiento y la praxis crtica en el campo de las polticas restrictivas y punitivas, constituye un reclamo que permanece inalterable. Por ello, y para evitar cualquier tentacin de parlisis en ese sentido, insistimos en convocar a una resistencia poltico cultural reclamada por la Teora Crtica y cuya llamada sigue absolutamente vigente.

    Iaki Rivera Beiras

    Barcelona, marzo de 2014

  • Revista Crtica Penal y Poder 2014, n 6, Marzo (pp. 1-35) Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos Universidad de Barcelona

    LAS MANOS DERECHAS DEL ESTADO Y EL CAPITAL GUERRERO: UNA ETNOGRAFA DE LOS APARATOS REPRESIVOS FRENTE AL FENMENO DE

    LAS BANDAS JUVENILES EN LA ESPAA CONTEMPORNEA1

    THE RIGHT HANDS OF THE STATE AND THE WARRIOR CAPITAL: AN ETHNOGRAPHY OF THE

    REPRESSIVE APPARATUS AGAINST THE PHENOMENON OF YOUTH GANGS IN CONTEMPORARY SPAIN

    Luca Queirolo Palmas Universidad de Gnova

    RESUMEN

    En Espaa el asunto de las bandas es un objeto-problema que desde 2003 instituye y anticipa la produccin de un discurso pblico sobre la juventud de origen migrante; un hecho social y una narrativa meditica que permiten fijar el carcter peligroso de nuevos sujetos circulantes en el espacio urbano y vincularlos con una etnicidad supuestamente definitoria (las bandas latinas). A partir de 2004, la mano derecha del Estado se dedica a vigilar, castigar, corregir estas categoras de jvenes. El artculo pretende explorar la relacin entre la produccin de las bandas como objeto y problema social y el uso de un capital guerrero

    1 Este artculo es parte de una investigacin ms amplia en el marco del proyecto de investigacin europea YOUGANG (Gangs Policies: youth and migration in local contexts, www.yougang.udl.cat). La investigacin, financiada a travs de una Marie Curie Intra European Fellowship (7th European Community Framework Programme) en la Universidad de Lleida, ha tambin generado una pelcula documental (Buscando Respeto, http://www.youtube.com/watch?v=kSMHicXO7F0 ). La En el presente texto utilizamos la palabra banda, sabiendo que se trata de una categora etic, difuminada por las agencias de control social, y que no corresponde al lenguaje emic de los jvenes miembros que prefieren hablar de coro, grupo, nacin, asociacin, clica, familia, organizacin. Utilizaremos tambin el termino etic escena pandillera para resaltar el carcter fluido, turbulento y heterogneo, de las membresas en las sociabilidades callejeras. Para una lectura de las bandas a partir de un enfoque rizomtico versus uno arbreo, vase Hallsworth (2011).

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    por parte de las instituciones penales-policiales en el tentativo de hacer desaparecer estas formas de agrupaciones callejeras. La base emprica del texto se sustenta en una larga experiencia de trabajo etnogrfico realizado entre las bandas policiales y las bandas callejeras en Madrid y Barcelona.

    Palabras clave: bandas, polica, jvenes, etnografa, crcel

    ABSTRACT

    In Spain the topic of gangs is a an object-problem that since 2003 institutes and anticipates the production of a public discourse on migrant youth; a social fact and a media narrative which allows to fix the dangerous status of new social subjects in urban field, strongly connecting them with an ethnic labelling (the Latinos gangs). Since 2004, the wright hand of the State is devoted to control, punish, and correct the gang experience as a youth form of sociality. This article explores the relation between the gang as a problem-object in public discourse and policies and the use of a warrior capital by penal and police institutions in order to eliminate these street-level organizations. The methodology is based on ethnographic experience realized among police gangs and street gangs in Madrid and Barcelona.

    Key words: gangs, police, youth, ethnography, jail

    Policialmente no se puede trabajar como cacera... y tomar las calles. Esto solo genera miedo. Se trata de

    establecer canales de comunicacin.... (Un polica especializado en bandas - Madrid, mayo 2012)

    A por ellos! Esta es la nueva poltica de los Mossos, ya basta de buenismo, ahora detenciones y

    detenciones. (Un polica especializado en bandas, Barcelona, mayo 2012)

    1. Impensar las bandas

    Pretendemos aqu interpretar la gnesis, la consolidacin y la transformacin del objeto-problema bandas a partir de un enfoque terico que se mueve alrededor de algunas categoras clsicas del pensamiento sociolgico contemporneo: campo, capital y habitus. Construir un objeto cientfico significa en primer lugar romper con la doxa acadmica y el sentido comn,

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    poner entre parntesis lo pre-construido; generar esta ruptura, esta conversin de la mirada, significa impensar las bandas, ponerse detrs de ellas y asumir como objeto el propio trabajo social de construccin del objeto-banda como problema y como diana de intervencin desde mltiples agentes sociales.

    La movilizacin de distintas agencias a lo largo de los ltimos 10 aos en Espaa para contrastar, solucionar, erradicar, curar este objeto-problema ha ido generando funcionarios expertos en el tema, procedentes de distintas burocracias del Estado con sus articulaciones locales (Comunidades Autnomas, Diputaciones, Ayuntamientos..), as como modelos de relacin, cooperacin y conflicto entre las mismas.

    Segn Bourdieu (1992) un campo burocrtico es un espacio donde los agentes, gubernamentales y no-gubernamentales, luchan por controlar una esfera de prcticas (las policies y el policing sobre bandas, es decir las medidas de gestin, supervisin, control y represin) a travs de leyes, reglamentos, subvenciones, clasificaciones y produccin de lenguajes y cdigos apropiados. A su vez, cada campo se define por los capitales relevantes y especficos, por las apuestas, inversiones y habitus2 de sus jugadores, por la fe en que el juego merece ser jugado aceptando sus reglas, por los derechos de entrada que se exigen a los nuevos jugadores, por las luchas entre dominantes y pretendientes, ortodoxia y heterodoxia, por la construccin de principios de visin (teodiceas) y divisin, por una topografa de espacios de posiciones y de toma de posicin, por los pblicos de referencia (los clientes del campo).

    Sealamos aqu algunos elementos cruciales a la hora de analizar este entramado de relaciones: a) el Estado, y sus articulaciones, es el meta-campo que manda, constituyendo las directrices en las intervenciones sobre el objeto-problema banda, sobre el sub-campo burocrtico especifico y especializado que aqu estudiamos. Esto significa que el habitus de profesionalidad que los agentes movilizan a menudo como retrica de sus intervenciones es siempre sensible a los movimientos polticos en el Estado; b) el sub-campo especializado que aqu queremos calificar nace de la interseccin de muchos campos burocrticos (lo policial, lo penal, lo social, lo educativo..) y experimenta articulaciones y relaciones de fuerza variables entre sus distintos agentes (a grandes rasgos, entre la mano derecha y la mano izquierda del Estado); c) el Estado y las burocracias son campos y no aparatos homogneos, lo que implica que hay luchas, fracciones, grupos e intereses rivales, en fin, historia y transformaciones; d) las bandas la escena pandillera en toda su heterogeneidad - son el pblico de este campo, los clientes, en parte cautivos y en parte resistentes, hacia donde se dirigen las prcticas y los discursos. Al mismo tiempo, la escena pandillera vive sus dinmicas y sus temporalidades, experimenta sucesiones y secesiones de miembros, liderazgos y generaciones.

    Cmo localizar y estudiar este campo especializado? Como nos ensea Bourdieu, por un lado el lmite de un campo es el lmite de sus efectos, por el otro los agentes y las instituciones forman parte de un campo en la medida en que en l actan y producen efectos. Podemos

    2 Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir como principios generadores y organizadores de prcticas y representaciones (Bourdieu, 1990: 92-93).

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    imaginar que este lmite se coloca en la transformacin de la escena pandillera, en su autonoma y permanente turbulencia, en un pblico-cliente de alguna clase de policy o de policing (sean stos protocolos carcelarios, programas sociales especficos para esta categora de jvenes, o dispositivos policiales de investigacin y detencin).

    Hemos empezado as por cartografiar las posiciones presentes, en el sentido de productoras de efectos y actuantes en este campo especfico, para luego dividirlas en ocho grandes reas: a) las policiales; b) las judiciales; c) las carcelarias; d) las escolares; e) las territoriales (las instituciones locales) con sus anexos de clientes (asociaciones laicas o instancias religiosas) depositarios de un mandato de intervencin social o legitimados, en el marco de una idea subsidiaria de lo pblico, para encargarse de ciertas categoras marginales; f) las acadmicas; g) las mediticas. h) los liderazgos de los grupos involucrados en el proceso. Las primeras tres (policial, judicial, carcelaria) conforman lo que Bourdieu define como la mano derecha del Estado; las dos segundas (escolar, territorial) la mano izquierda; y las ltimas, finalmente (academias y medios de comunicacin) trabajan - tanto por la mano derecha como por la mano izquierda del Estado - en la produccin de teodiceas y de principios de clasificacin de este especfico mundo social que ellas mismas contribuyen a crear a travs de sus narraciones. Los liderazgos de los grupos, en fin, expresan el punto de vista de los clientes de las polticas impulsadas desde la mano derecha y la mano izquierda del Estado.

    En este artculo desarrollaremos un anlisis del campo focalizando sobre los actores de la mano derecha del Estado; en otros trabajos hemos explorado el papel de los medios de comunicacin (Queirolo Palmas, 2013), de los acadmicos (Queirolo Palmas, 2014a), y del ostracismo en el espacio social urbano (Queirolo Palmas, 2014b).

    Desde todas estas posiciones, que conforman este campo burocrtico especializado, se desarrolla un trabajo de construccin del objeto-problema bandas como pblico de un abanico de intervenciones de distinto signo. Lo que comparten los agentes, para poder jugar en el mismo campo, es tener como capital propio experiencias de actuacin sobre la condicin juvenil migrante y sus prcticas de ocio en el espacio urbano, pensadas como molestas, inoportunas, problemticas, porque son generadoras e importadoras de violencias, y por lo tanto son susceptibles de ser denunciadas, corregidas, trasformadas, vigiladas, suprimidas o castigadas segn las circunstancias.

    Sin embargo, si este campo opera de manera especializada es porque un trabajo previo de visin y divisin ha construido con eficacia al joven como sujeto sin clase, re-categorizando luego la clase bajo el signo de la raza y llegando a distinguir de esta forma entre las tribus urbanas como estilo cultural propio de los jvenes nativos y las bandas como formacin peligrosa y violenta tpica de una juventud de origen migrante (Queirolo Palmas, 2012).

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    2. Sobre contextos y mtodos

    Hemos optado por concentrarnos en dos grandes reas metropolitanas - Barcelona y Madrid, escenarios de masivos procesos de acogida e insercin subalterna de la mano de obra migrante - por la polaridad que expresan, y por la cual se presentan y narran pblicamente, en trminos de intervenciones institucionales a desarrollar frente a la escena pandillera3.

    En Barcelona, en octubre 2003 el asesinato de un joven colombiano frente a una escuela marca el surgimiento meditico y social del tema bandas: grupos de jvenes de origen migrante, peligrosos y exticos en sus nombres (Latin Kings, etas), que se disputan el territorio y protagonizan actos de violencia percibidos como gratuitos y novedosos. Tres aos despus, como efecto de una poltica explcita del Ayuntamiento de Barcelona, estos mismos grupos haban sido transformados en asociaciones culturales y juveniles, inscritas en el registro de la Generalitat de Catalua. El cambio de enfoque institucionalizar y normalizar las bandas - nace a raz de una intervencin pblica en donde academia, instituciones locales, polica autonmica y dems actores colaboran con el fin de asumir el fenmeno de una nueva sociabilidad turbulenta, encauzarlo en un marco de control, vigilancia y empoderamiento social, reducir el dao y los episodios de violencia. Lo que en ciertos momentos lleg a tener el estatuto simblico4 de modelo Barcelona tomaba su fuerza retrica en contraposicin con las lgicas operantes en paralelo en Madrid, contexto pensado al mismo tiempo como institucionalidad local y Estado Nacional, donde las polticas apuntaban a la imposibilidad de generar cambios positivos dentro de la escena pandillera y optaban claramente por actuar a golpe de deportaciones y detenciones.

    Las que en Barcelona desde las instituciones eran consideradas despus de 2006 como organizaciones culturales, en Madrid quedaban en el territorio de las asociaciones ilcitas y de la consecuente legitimidad de una actuacin que solo poda ser de marca represiva5. Aqu, los intentos de generar procesos parecidos a los de Barcelona quedaron truncados, siendo impulsados desde sectores de la sociedad civil y la academia sin encontrar suficiente respaldo poltico; distintas sentencias judiciales algunas posteriormente anuladas por el Tribunal Supremo - ilegalizaron a estos grupos juveniles, construyendo como criminal el nico hecho de pertenecer y deteniendo a la totalidad de las cpulas directivas que se iban sucediendo despus de cada ilegalizacin. Los actores en Madrid, enfatizando una dinmica de pnico moral y de caza de brujas, queran pensarse a s mismos como ejecutores de una poltica de "sper mano dura", refirindose al destino de los jvenes de la escena pandillera en trminos de desaparicin y eliminacin palabras tristemente clebres en Amrica Latina - segn la opinin del Defensor del Menor, Arturo Canalda Gonzlez en mayo 2007 frente a la prensa (Feixa, Scandroglio, Lpez Martinez, Ferrndiz 2011).

    3 Para ms detalles, vase Feixa, Scandroglio, Lpez Martinez, Ferrandiz (2011), Scandroglio y Lpez Martinez (2010), Canelles (2008), Lahosa (2008). 4 En los aos sucesivos, experiencias parecidas fueron replicadas en Ecuador y en Italia. En muchos casos se haca referencia a Barcelona como un ejemplo o un referente para las polticas de emersin y reconocimiento de los grupos. Para un anlisis comparativo vase Cannarella, Lagomarsino, Queirolo Palmas (2007a). 5 Cabe precisar que hasta ese momento la figura de la asociacin ilcita se haba utilizado casi exclusivamente en la lucha contra ETA, la "banda" por excelencia en Espaa.

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    De modo preliminar, podemos decir que los dos campos burocrticos nacen en los diferentes contextos bajo una distinta correlacin de fuerzas que pone en primer plano en un caso la mano derecha del Estado y en el otro la mano izquierda: el signo fsico y simblico de esta polaridad es la oposicin entre asociacin cultural y asociacin ilcita en el tratamiento de los jvenes. Al mismo tiempo esta polaridad, entre sper mano dura por un lado y reduccin del dao, empoderamiento/normalizacin por el otro, como todas las polaridades, enmascara las incongruencias que en muchos casos se ocultan entre necesidades prcticas y necesidades discursivas.

    Al final de 2011, en el momento del comienzo de esta investigacin, en Catalua se haba acabado la poca de oro del modelo Barcelona: poco quedaba de las intervenciones de corte social con los grupos callejeros, las asociaciones legalizadas eran efmeras y vaciadas de cualquier relevancia y presencia pblica, mientras que un nuevo discurso hegemnico, poltico y meditico, pretenda superar el buenismo que haba llevado a subvencionar las bandas. En Madrid, por otro lado y al mismo tiempo, las instituciones trataban de no movilizar demasiado el discurso bandas en trminos pblicos y, como veremos, estaban desmantelando los programas sociales que bajo otras clasificaciones, menos evidentes, se haban dirigido hacia los jvenes pandilleros. Sin embargo, la crisis es el elemento crucial que marca un antes y un despus en la historicidad de este campo burocrtico en los dos contextos: si la primera etapa de su desarrollo corresponde a una coyuntura de bonanza econmica vinculada mayoritariamente a la burbuja inmobiliaria-financiera y a la conexin entre crdito y construccin (sector especializado en la insercin subalterna del proletariado migrante) que conllev una ampliacin del gasto social y de las polticas de juventud y de integracin, desde finales de 2008 en adelante el ciclo econmico se revierte radicalmente en todos sus indicadores y Espaa entra oficialmente en recesin. Mi ingreso en el campo corresponde as al momento lgido de la crisis, con un pas intervenido por las instituciones europeas, rescates bancarios masivos a coste de los contribuyentes y nacionalizacin de la deuda privada bancaria, recortes sociales de todo tipo en sectores bsicos de la vida social (educacin, salud, pensiones, salarios pblicos..) y por supuesto desempleo masivo (aproximadamente el 50% de los jvenes y el 25% de la poblacin activa en 2012), ms agudizado an entre la poblacin de origen migrante (35%)6 por el hundimiento del sector de la construccin; a estos elementos hay que aadir la reduccin neta del stock de inmigrantes y el crecimiento de la emigracin de los espaoles hacia otros pases7. La crisis es entonces un elemento imprescindible a incluir en el panorama de la investigacin, porque cambia los recursos de los jugadores en el campo, transforma las apuestas y las reglas del

    6 En el tercer trimestre de 2012, segn el Instituto Nacional de Estadstica, hubo 5.778.100 parados; 1.737.900 familias con todos sus miembros en el paro; 970.200 jvenes con menos de 25 aos parados. El desempleo entre los migrantes (1.233.400) es superior de casi 10 puntos porcentuales en relacin a los nacionales. 7 Por segundo ao consecutivo, en 2012, se mantiene un saldo migratorio negativo; una cuota mayoritaria de las salidas son representada sin embargo por extranjeros y ciudadanos extranjeros naturalizados, en gran parte latinoamericanos. Espaa se transforma as nuevamente en un pas de emigrantes.

  • Las manos derechas del Estado y el capital guerrero: una etnografa de los aparatos represivos

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    juego, cambia el orden de prioridad en las polticas pblicas, adems de modificar estructuralmente las lgicas de accin en la escena pandillera.8

    Al fin de capturar la constitucin y las dinmicas de este campo en los dos contextos, hemos escapado de cualquier visin monotesta del mtodo, cruzando - desde septiembre 2011 hasta diciembre 2012 - distintos niveles en la investigacin: a) documentacin secundaria producida por los actores en el campo (protocolos, informes, notas de prensa, actas de conferencias y congresos, estadsticas, sentencias judiciales, etc.); b) la realizacin de 56 entrevistas en Madrid y Barcelona a distintos actores que intervienen en la escena pandillera (policas, educadores, tcnicos de juventud, lderes de las organizaciones callejeras, polticos, sacerdotes, jueces, profesionales de medios de comunicacin; c) la conduccin de 9 focus groups (3 en Madrid, 4 en Barcelona, 1 en Lleida y 1 en Gnova con actores institucionales de Espaa e Italia); d) la participacin en calidad de experto en espacios de reflexin promovidos por la mano derecha del Estado en Catalua9.

    Lo que al comienzo estaba pensado como un dispositivo clsico de investigacin a travs de entrevistas, fue transformndose poco a poco en una etnografa de un campo burocrtico del Estado; con muchos de los actores entrevistados hemos compartido conversaciones informales, participacin en actos y conferencias, comidas, encuentros en cafs y restaurantes, asistencia a conciertos de salsa y reaggeton, discusiones por mail, visitas de lugares significativos y viajes de trabajo, lo que ha permitido acumular tiempo de frecuentacin y un capital de confianza crucial para ir ms all de los efectos de representacin inscritos en la tcnica de la entrevista.

    3. El capital guerrero

    A lo largo de esta etnografa, los policas y dems operadores de justicia y seguridad, fueron sin duda los sujetos con los cuales mayoritariamente tuve relaciones. No fue intencional, sino casi una naturalidad que emergi del trabajo de campo. Los que detentaban informaciones actualizadas y relaciones con los jvenes en la escena pandillera eran ellos; el proceso de investigacin, sin programarlo de antemano, se vio a menudo involucrado en una situacin

    8 Por ejemplo, en el marco de una subida radical del desempleo, crece la importancia de la vinculacin entre grupos, jvenes y economa de la calle. 9 El Gabinet de Seguretat del Departament d'Interior de la Generalitat de Catalunya me invit a participar como director del proyecto YOUGANG en un taller de discusin alrededor de violencia y espacio pblico", centrado especficamente en los denominados NGJOV (Nuevos Grupos Juveniles Organizados y Violentos), en aquel entonces el acrnimo polticamente correcto para hablar de bandas. Este taller se ha reunido todos los meses desde enero hasta julio de 2012 y ha contado con la participacin - desde el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Catalunya, los Mossos de Esquadra, la Justicia de Menores - de muchos de los actores entrevistados individualmente. He sido el nico participante en el grupo de derivacin acadmica, probablemente por mi condicin de calificacin inocua, siendo yo desconectado de toda clase de relacin de poder relevante en el contexto cataln y de cualquier clase de visibilidad pblica, y sin embargo comprometido por mi vocacin, es decir gratuitamente, a colectar informacin y acumular experiencias y relaciones en el campo de la escena pandillera.

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    en donde muchos policas fueron mis fuentes, y quizs ciertos policas tambin trataron de utilizarme como fuente10.

    Este hallazgo natural es al mismo tiempo signo de un proceso estructural: los jvenes de las bandas son sobre todo tratados, y por ende conocidos, por la que con Bourdieu llamamos la mano derecha del Estado. La mano derecha del Estado es la instancia desde donde se articula, se acumula y se busca un capital guerrero: la fuerza de vigilar, juzgar, castigar y, en el caso de los migrantes, deportar a los incorregibles. Sin embargo esta fuerza solo se legitima por su intento de corregir y ejercer una pedagoga de las enfermedades y desviaciones sociales, actividad para la cual se necesita un trabajo de coordinacin con las agencias de la mano izquierda del Estado, es decir las agencias que ejercen un trabajo de cuidado y saneamiento sobre el cuerpo social, acompaadas de dispositivos redistributivos y de atenuacin de la estratificacin de clase. Estas dos manos a lo largo de la historia del Estado contemporneo midieron sus fuerzas y sus posicionamientos; si la etapa de la segunda posguerra corresponde al fortalecimiento y expansin del Welfare State, en los ltimos 20 aos, estaremos asistiendo a la consolidacin de un Estado Penal, orientado a punir a los pobres (Wacquant 2002). En la Espaa contempornea, los recortes masivos en sanidad, educacin y polticas sociales explicitan claramente este nuevo rumbo en la construccin del Estado; y es con esta nueva articulacin de fuerzas con la que tambin se confronta la escena pandillera, una vez terminadas las luces de la bonanza econmica que de cierta forma podan transformar el fracaso escolar de esta juventud en una incorporacin, ms o menos asegurada y ms o menos subalterna, en el mercado del trabajo.

    Qu clases de capitales se buscan desde esta mano derecha del Estado? Sauvadet (2006), retomando la teora de Bourdieu, ha introducido la categora de capital guerrero para calificar lo que vale y lo que se busca en la escena pandillera: el cuerpo, la fuerza fsica, la valenta, la capacidad de producir o amenazar con violencia, de otorgar y garantizarse proteccin, de demostrar superioridad y, en ciertos casos, eliminar a quien es definido como enemigo, constituyen los elementos que componen este capital guerrero. Si en la escena pandillera el capital guerrero es una extensin del capital fsico, de manera que la fuerza hace

    10 Algunos policas me pasaron materiales e informaciones y en un caso listas de personas en bsqueda y captura. Con otros las relaciones fueron ms formales. Ciertos encuentros fueron realizados desconectando las bateras de los celulares para evitar el rastreo de las conversaciones y de la localizacin. Con algunos llegu a construir vnculos de confianza que de cierto modo creaban cortocircuitos en mi deseo de posicionarme en el campo del lado de los grupos callejeros con el fin de reconstruir sus narrativas contra-hegemnicas frente a las instituciones. En medio de la crisis, los policas - una categora de sujetos de extraccin popular - viven ms agudamente la contradiccin entre ser el brazo armado de las clases dominantes en su afn de mantener el orden pblico y su propia condicin de clase; X. por ejemplo me dice que le gustara ponerse una capucha e ir a quemar un banco; Y. que se siente parte del pueblo, asiste a las manifestaciones contra los recortes y que por cierto preferira detener polticos corruptos y banqueros en lugar de perseguir a la gente pobre; Z. me regala una camiseta del movimiento en defensa de la escuela pblica y me comenta escandalizado la brutalidad de la represin policial durante una manifestacin; G. me habla de cmo, para resistir al acoso de sus propios colegas, se da de baja por depresin y se presenta a las visitas mdicas llevando paales y haciendo teatro. En fin, ms all del cuerpo policial en su funcin instituida, la etnografa ha permitido evidenciar las prcticas diminutas y ocultas de estos trabajadores de la seguridad, que experimentan con los jvenes pandilleros una proximidad fsica y una extraccin de clase social, por cierto superior a la de nosotros, los acadmicos.

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    el derecho11, en la mano derecha del Estado, al revs, es el derecho el que hace la fuerza: una lgica beligerante es la que promociona la mano derecha del Estado en relacin a ciertas categoras de sujetos definidos como enemigos del orden pblico, en este caso los pandilleros. La fuerza que se acumula est ubicada en el cuerpo colectivo - las instituciones como cuerpo poltico - y se ejerce y produce a travs del derecho, la pretensin legtima a disfrutar del monopolio poltico de la violencia, lo que en ltima instancia segn la teora weberiana define al Estado y lo que precisamente es cuestionado por el uso ilegtimo y grupal de la violencia en la escena pandillera. No es casual que muchos jvenes con los que interactu en el transcurso de la etnografa perciban a la polica simplemente como la banda que tiene ms poder y cuya violencia tiene una inmunidad, y una impunidad, superior. El capital guerrero, como recurso que la mano derecha del Estado pretende acumular, se sustenta en visiones que tienen que naturalizar las formas de represin: es por esto que las presencias en la escena pandillera son pensadas y capturadas desde lo delincuencial y desde el riesgo criminal, y es desde la lucha por la seguridad ciudadana donde la necesidad de la fuerza por parte de esta mano derecha se argumenta y se exhibe12.

    Lo policial lo judicial lo carcelario son sin duda los mbitos que mandan de forma continuada en el campo de las intervenciones en la escena pandillera, en Madrid, en Barcelona y a nivel de Estado; sin embargo se tratar aqu de calificar ms precisamente cules son las distintas prcticas y estilos que se generan en los distintos contextos y ciclos polticos, es decir las distintas forma de uso, produccin y acumulacin de este capital guerrero.

    11 El autor define el capital guerrero que desarrollan los jvenes de los suburbios franceses de la siguiente manera: En mi campo, la confrontacin fsica determinaba de modo prioritario la jerarqua social. El capital fsico era as un principio fuerte de clasificacin (). Solo eran necesarios algunas confrontaciones callejeras para poner los fundamentos de un orden jerrquico que luego desarrollaba su historia especfica en el campo. () De qu capital se trata? Por supuesto incluye el capital fsico, pero tambin remite a una forma de disciplina moral (no someterse, defender el honor, conocer las reglas de la escuela de la calle, etc.), al uso y la modulacin de la violencia y al arte de relacionarse que los actores en el campo llaman el vicio. Este representa la manipulacin del otro y permite de distinguir entre los que conocen las calles y los charlatanes. () En fin, el capital guerrero remite sobre todo a las alianzas que los grupos construyen: la fuerza del nmero es el modo primero de capitalizacin del capital guerrero. (Sauvadet 2005:118). Hay muchas analogas entre policas y pandilleros; el cultivo del cuerpo y del capital fsico es una de estas. Muchos pandilleros frecuentan gimnasios, practican artes marciales, trabajan ocasionalmente en el sector de la seguridad privada, son hijos de policas y de militares, y a veces llegan a alistarse en el ejrcito espaol. En noviembre 2012, entrevist a un alto cargo del Ayuntamiento de Barcelona y discutiendo sobre la extraccin policial en Catalua me dijo que muchos agentes fueron reclutados en los gimnasios y en los clubes de boxeo. Otros agentes me dirn que tener un carn de CIU un partido de derecha que histricamente ha gobernado en Catalua tambin ayuda en la seleccin. 12 Podramos aadir que se necesita una pica de esta lucha y tambin la exhibicin, en calidad de trofeo, del enemigo y de sus pertenencias. As como entre los jvenes pandilleros sacar un objeto del grupo rival puede ser un signo de humillacin y de estatus, entre los policas es uso comn, extra-legal por supuesto, secuestrar objetos (collares, literatura, etc.) de los distintos grupos. En una formacin dirigida a asistentes sociales a la cual he asistido, los ponentes (policas de la unidad de contraste a las bandas que se presentan de paisano mostrando sin embargo las armas que tienen por debajo de su vestimenta) para explicar las caractersticas de los grupos hacen circular entre los participantes objetos tpicos (cruces, collares, libros, perlas...) dentro de bolsitas de plstico con un nmero encima. De este modo un objeto cualquiera se cristaliza y es transformado en cuerpo y prueba de un crimen, el de la pertenencia.

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    4. A nivel del Estado: emergencia de un plan policial contra los grupos juveniles violentos

    Ante el nacimiento meditico de las bandas en 2003 bajo el signo de una narracin barbrica, y extica al mismo tiempo, que visibiliza ciertos episodios de violencia en distintos contextos urbanos y gracias al impulso de una votacin parlamentaria promovida por el Partido Socialista apoyando la urgencia de una actuacin preventiva y represiva sobre el fenmeno - el Ministerio del Interior se activa e instituye una lnea especfica de intervencin a final de 200513. Si en 2003 la muerte de Ronny Tapias abre en Barcelona el discurso y las intervenciones institucionales sobre la escena pandillera, en Madrid ser una secuela de asesinatos en 2005 la que nacionalizar el tema.

    Esta visibilizacin del fenmeno bandas latinas - a diferencia de la etapa previa de los Quinquis cuyos delitos eran esencialmente contra el patrimonio, postulaban una reapropiacin de la riqueza a travs del crimen y proyectaban en la sociedad la emergencia de la vinculacin entre drogas y juventud - se articula enfatizando las violencias inter-personales, pensadas como gratuitas y novedosas.

    Presentamos seguidamente el relato de una educadora de calle en Madrid14, prxima a las dinmicas de los grupos a raz de su trabajo social:

    En Villaverde, en 2005, muere Manu por mano de un Latin King; fue un altercado en un parque, tampoco era tema de banda, ni era intencional. Pero el chaval era espaol y del barrio, y esto hizo la diferencia. Manu se vuelve as la bandera del barrio contra los jvenes migrantes. Despus los vecinos organizarn cacerasfue brutal. Y en el mismo ao hay otros dos chicos que mueren, esta vez migrantes, en plaza Elptica y Ciudad Lineal a raz de peleas entre Latin King y etas. Oye, pero porque me pides tanto de las muertes? No es lo ms importante, es lo ms espectacular. La violencia es continua (Diario de campo, noviembre 2012)

    En Madrid, a diferencia de Barcelona, es la muerte de un chaval del barrio y la sucesiva cacera de los nativos contra los migrantes la que inaugura el nacimiento de un fenmeno15 y lo cristaliza bajo el prisma de una polaridad ms marcada alrededor de una lnea de color

    13 Adems, hay que aadir que durante el mismo ciclo poltico socialista, se realizaron cambios cruciales en la ley de Menores que aumentaron la posibilidad de sancionar a los infractores. 14 La misma educadora me har ver las fotos de los jvenes implicados en un proyecto de trabajo de calle, comentado sus destinos posteriores; los hombres han sido matados, deportados o terminaron en la crcel, mientras que las mujeres se quedaron embarazadas precozmente. Hay aqu un signo evidente del impacto de la mano derecha del Estado en las trayectorias masculinas de la escena pandillera. 15 En enero de 2007, en Alcorcn, periferia de Madrid, los chavales nativos del barrio protagonizaron caceras contra los jvenes migrantes para protestar contra la violencia de las bandas latinas.

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    (Du Bois, 2010), abriendo as programas especficos de la Comunidad Autnoma y del Ayuntamiento, y sobre todo generando un marco estatal de intervenciones.

    El Plan de Actuacin y Coordinacin Policial contra Grupos Organizados y Violentos de Carcter Juvenil nace en aquel contexto y ser renovado posteriormente en julio de 2009; a travs de este dispositivo promovido por el Ministerio del Interior y la Secretara de Estado de Seguridad a cargo del Partido Socialista se sustenta la cooperacin entre cuerpos policiales y fiscalas, la realizacin de archivos de datos y de protocolos de seguimiento, la vigilancia de pginas web, la produccin de mapas de ubicacin de los grupos, de informes trimestrales de evaluacin, incluyendo definiciones operativas y filosofas de intervencin.

    El Plan invita a prevenir y evitar la aparicin y consolidacin de grupos de jvenes (en la franja de 12-30 aos) que generan alarma por su organizacin y disciplina y por las conductas violentas que pueden protagonizar; a partir de estos criterios de individuacin del objeto, las bandas son divididas por su afiliacin poltica (extrema derecha extrema izquierda) y su filiacin tnica (latina); segn esta definicin policial, la categora banda se aplica as a sujetos colectivos que manifiestan un conflicto social y/o poltico, que pueden recurrir a la violencia o practicar la re-apropiacin de lo urbano ms all de la legalidad formal. Adems el Plan sugiere la formacin de fiscales y de otros profesionales de Justicia, la realizacin de actividades informativas a cargo de la polica en las escuelas y con las familias, y compartimenta la intervencin en funcin de la edad: a) desvinculacin de los menores y coordinacin con los servicios sociales para las medidas eventuales de proteccin; b) construccin de criterios y expedientes policiales al fin de favorecer una respuesta enrgica en sede judicial con los delincuentes mayores.

    En Julio de 2009 el Ministerio de Interior, tras evaluar como excelentes los resultados del plan en su primera vigencia (2005-2007), modifica la franja de edad interesada (14 -30), trasforma en parte la definicin del objeto de intervencin incluyendo la referencia internacional de los grupos, unificando en definitiva extrema izquierda y derecha bajo la categora de antisistema. Dos son las novedades ms significativas: una apuesta por el uso de la deportacin como herramienta para erradicar el problema, el fomento de la acumulacin de pruebas y de la documentacin de circunstancias que permitan aplicar el delito de asociacin ilcita. No es casual que desde 2005 en adelante, las Memorias de la Fiscala del Estado clasifiquen las bandas latinas dentro del marco de la criminalidad organizada y apoyen constantemente un proceso de percepcin y definicin de los grupos a partir de su finalidad delictiva, lo que comporta la afirmacin de la pertenencia en s misma como crimen. Una nota de 201116 insta a los tribunales a que consideren expresamente las bandas latinas como parte del crimen organizado y lamenta que muchos jueces apliquen de manera muy estricta las normas, debilitando el reconocimiento de las bandas latinas como organizacin y grupos criminales.

    16 Circular 2/2011 de la Fiscala General del Estado sobre la reforma del cdigo penal por ley orgnica 5/2010, en relacin con las organizaciones y grupos criminales.

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    5. Articulaciones locales en la mano derecha del Estado

    A pesar de que la insistencia en la ilegalizacin de los grupos marca el campo nacional, las posiciones y las relaciones de poder que conforman la mano derecha, a niveles de Comunidades Autnomas, expresan valoraciones y generan actuaciones diferenciadas; en Catalua, hasta marzo 2011, la posicin oficial de los Mossos de Esquadra mantena firme la idea de que las bandas no tenan como finalidad explicita la realizacin de delitos y que era por ende impropio cualquier paralelismo con el crimen organizado; es decir, segn esta visin policial, los grupos no nacan alrededor de un negocio ilegal cuyas actividades y cuyo monopolio tena que ser protegido a travs del recurso de la violencia, a pesar de que pudiesen haber miembros dedicados a cierta actividad delictiva. Los datos producidos por el Departament de Interior17 de Catalua para el ao 2010 aadan que los miembros de dichos grupos incidan en mnima parte sobre el volumen de las infracciones penales conocidas (0,18%), lo que evidenciaba la distancia abismal entre el riesgo a la seguridad ciudadana representado por los miembros de estos grupos, su inclusin impropia entre el crimen organizado18 y el discurso de pnico que los medios generaban sobre el mismo fenmeno. Hasta final de 2011, en Catalua esta posicin policial era sustentada por los actores judiciales y por las polticas pblicas que haban hecho una apuesta sobre la transformacin de los grupos en asociaciones culturales reconocidas. Los actores relevantes en los dos contextos analizados valoran as muy distintamente el papel de las conductas individuales y de la pertenencia grupal en la produccin del crimen: lo que en un caso Catalua - es representado como un factor posible de riesgo asociado19, en el otro Madrid - se vuelve un hecho criminal objetivo que hay que perseguir.

    A nosotros no nos interesan los grupos, como se llaman, sino lo que hacen los miembros. Y intervenimos si tienen comportamientos violentos; me dice un jefe de los Mossos de Escuadra especializado en el tema. (Diario de campo, octubre 2011)

    Nosotros intervenimos con el menor/joven y la familia, con relacin a los hechos. No tratamos la banda como si fuera una enfermedad sino que es algo que ellos llevan aadido, que les coloca en situacin de riesgo de volver a cometer un acto delictivo. Pero el chico que viene por un robo suelto, nos da igual si est en una banda o no en cuanto a la intervencin.

    17 Departament de Interior, Mossos de Escuadra, dossier de prensa 22/11/2011. 18 Las memorias sobre crimen organizado de la Fiscala en Catalua, a diferencia de la Fiscala de Madrid, raramente mencionan el tema de las bandas latinas y no insisten sobre el tema con tanta precisin estadstica. En Madrid, la Fiscala produce tablas de delitos y detenciones en funcin del grupo de pertenencia. Los datos, como siempre, son un campo de produccin y por supuesto queda un vasto abanico de conductas que no llegan a volverse transparentes; como nos dijeron distintos informante en Justicia y Polica, los jvenes por ejemplo se niegan constantemente a declararse como miembros de dichos grupos. 19 El miedo de los cuerpos policiales catalanes es precisamente que los grupos sean captados por plataformas ms profesionalizadas del crimen.

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    S que es cierto que en Madrid hubo una sentencia muy pionera que ilegaliz a los Latin Kings y los consideraron una asociacin ilcita. Aqu en Catalua, con todo el proceso que hicimos de la asociacin cultural, no nos hemos centrado en el tema de la asociacin ilcita. Hasta muy recientemente, hemos tenido muy pocas sentencias donde se recoja la asociacin ilcita. () Yo solo tengo conocimiento de una sentencia donde al menor le impongan una medida educativa por asociacin ilcita y nada ms, es decir, sin relacin a otro hecho delictivo, como lesiones o tentativa de homicidio. () Los jueces de menores deben argumentar muy bien sus sentencias si stas no son firmes, y a muchos de ellos no les gusta que sus sentencias sean recurridas. Con lo cual, si no tiene muy claro como motivar la asociacin ilcita, ya no lo hace. (Funcionaria, Justicia de Menores, Barcelona)

    En el caso de Madrid, la aplicacin del delito de asociacin ilcita genera mecanismos de definicin clara de lo que es del orden de lo social y de lo que es del orden de lo policial. Muchos educadores encontrados a lo largo del trabajo de campo relatan que banda es tema de policas y esto hace inviable una intervencin sobre estos colectivos que son consecuentemente definidos como inaccesibles al trabajo social. La eficacia de la asociacin ilcita tiene que ver por un lado con lo simblico, por el otro, ms all de sus efectos penales-carcelarios, con lo material, habilitando un gran espacio de discrecionalidad policial a la hora de vigilar y castigar la escena pandillera.)

    Ilegalizar los grupos, suprimirlos bajo la fuerza de la mano derecha del Estado, se vuelve un imperativo de un modelo de intervencin en red que los actores en Justicia, en Prisiones, en Polica - llegan a implantar y a confirmar mutuamente. En este campo lo que los actores dominantes pretenden acumular y ganar es capital guerrero, habilitando la lucha contra la reproduccin de las bandas a travs de un derecho que castiga las identidades ms que las conductas (la asociacin ilcita) y garantizando anchos espacios de maniobra para las actuaciones policiales. En el relato siguiente un alto funcionario de un cuerpo de polica nacional evala, desde la actualidad, las actuaciones realizadas en trminos de eficacia, contestando el carcter de profesionalidad criminal de los grupos que se haba dedicado a combatir.

    Las pertenencias son fluidas, nosotros tenemos una batera de indicadores para individuar las bandas. Tienen que cumplir por lo menos 3 criterios: auto declararse (pero la mayora de los chavales no se declara), ser reconocido por otros en banda, haber participado en algn delito protagonizado por bandas. Si son fluidas, hay que fijarlay la asociacin ilcita sirve por eso. C. piensa que en trminos legales no es eficaz, pero si en trminos simblicos. Crea una cortina de fuego alrededor de los chavales que por cierto evocan a menudo el tema. Los escarmienta. El fiscal tiene que reconocer la finalidad delictiva, y no es simple. Porque las bandas se crean con otras finalidades, no el delito, mismo si puede ocurrir. Se crean por proteccin, por identidad.... Lo escucho y pienso que yo podra haber utilizado sus palabras. Lo miro y tiene uniforme y grados. Estoy perplejo. Sabes, nosotros esperbamos con nuestra represin de destruir las bandas y que se quedaran solo los que iban al crimen organizado....pero no fue esto lo que se produjo. (..) Y que ha sucedido 5 aos despus. Tenemos bandas, con nuevos sujetos ms jvenes y que siguen siendo amalgama raros. Fallamos. Seguimos haciendo ahora ms detenciones de menores.... Ms de lo mismo. En fin C. me est diciendo que ellos llevaron el tema policialmente, que sin embargo se dieron

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    cuenta que el tema no es de polica. C. tiene un criterio para determinar la peligrosidad de un grupo, su capacidad de acceder a recursos econmicos... Estos, Luca, no venden nada, no tienen dinero ni para comprar un arma, 500 euros, y si no tienen dinero significa que en el mercado de las drogas, que es lo que aporta dinero, no son nada. Cuando detectamos una pistola de verdad, vena de fuera de Madrid. Tenan que prestrsela entre captulos, entiendes? (Diario de campo, mayo 2012)

    Este relato auto-crtico, que nace de una conversacin informal dentro de un cuartel militar, parece muy lejano de la persistente asociacin con el crimen organizado que padecen estos grupos juveniles por parte de las altas instancias del Poder Judicial en sus actos oficiales. Todos los discursos por supuesto tienen archivos apropiados donde ser colocados; en este sentido mi informante me pedir citar su relato como fuente policial annima, sin ninguna otra mencin. Desde el discurso oficial y publicado, la Memoria de Fiscala de Estado, en el caso de la Comunidad Autnoma de Madrid, informa para 2011 de una estabilizacin de la actividad de los grupos, se felicita por el crecimiento de las detenciones y la confirmacin de la sentencias de asociacin ilcita, se lamenta en fin de la leve disminucin de las pena de prisin solicitadas. En la tabla siguiente vemos los datos, procedentes de la misma fuente20, acumulados a lo largo de los ltimos aos.

    Tabla 1 Comunidad Autnoma de Madrid: homicidios y detenciones en la escena pandillera.

    2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

    Homicidios 2 2 0 0 1 0 0 2*

    Detenciones/

    Prisiones

    121 56 - 114/32 54/24 44/20 144/12 -

    Fuentes: Memorias de las Fiscala General del Estado, Comunidad Autnoma de Madrid. *: Informaciones de peridicos.

    En su carcter fragmentado, los datos sobre detenciones nos revelan que en un contexto en donde opera la asociacin ilcita, la presin policial puede resultar facilitada, pero sin embargo resulta ms complejo traducir el control en encarcelamiento efectivo, la vigilancia en castigo. El relato del alto funcionario policial antes mencionado que seala la ineficacia

    20 Sin embargo los datos sobre detenciones y crmenes as como los de membresa, son en realidad muy variables segn las fuentes y los contextos locales. Si en Catalua los Mossos estiman en 3500 los miembros (2011), en Madrid en 2012 las fuentes policiales consultadas nos hablan de alrededor 1000 miembros. En 2007, fuentes del Ministerio de Interior estimaban 2000/2500 miembros de bandas latinas a nivel de Estado (Soriano Gatica, 2008).

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    de sus mismas prcticas, confirma as que los mecanismos de deportacin, encarcelamiento, control no pararon la reproduccin de los grupos, ni la violencia.

    Tampoco en Catalua el modelo policial de intervencin ha evitado la reproduccin de los grupos. En este contexto la definicin que se utiliza por parte de la unidad especializada de los Mossos de Escuadra (NGJOV Nuevos Grupos Juveniles Organizados y Violentos) pretende evitar la estigmatizacin del colectivo latino, evitando cualquier referencia supuestamente tnica. Sin embargo esta etiqueta no es muy distinta de la que se activa desde el Ministerio de Interior de Espaa (Grupos Organizados y Violentos de Carcter Juvenil); solo est ausente la incorporacin del fenmeno en un marco conjunto con las bandas de extrema izquierda y extrema derecha, segn la curiosa clasificacin de los cuerpos nacionales de polica.

    Lo que queremos destacar es que, a pesar de retricas de signo distinto y de la no-persecucin de los miembros como crimen de pertenencia, en Catalua (tabla 2) por un lado se produjeron ms episodios de homicidios, por el otro la presin sobre estos colectivos juveniles fue mucho ms intensa que en Madrid, como podemos deducir gracias a los datos producidos por los Mossos de Escuadra21. A partir de una estimacin policial de 3500 miembros, la intervencin policial gener 903 detenciones en 2010: casi uno de cada tres miembros. El crecimiento en los nmeros globales por supuesto en el volumen de detenciones e infracciones hay una cuota de reincidencia - es explicada por nuestros informantes policiales en virtud de una mayor intensidad de la accin de control y un mejor conocimiento del fenmeno.

    Tabla 2 - Catalua: Infracciones, detenciones y homicidios en la escena pandillera.

    2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

    Infracciones penales y administrativas

    - - - - - 1185 1293 1550 - -

    Detenciones - - - 151 361 754 861 903 - -

    Vctimas mortales

    1 1 0 0 0 2 5 1 1 (*) 6 (*)

    Fuentes: Mossos de Escuadra, dossier de prensa, 22/11/2011; el dato sobre las muertes en 2003-2007 y 2010-2011 es una reconstruccin a travs de la prensa y de mis informantes en la polica. Sin embargo, en relacin a

    21 Como otros investigadores aaden, hay un problema evidente de transparencia desde las fuentes oficiales en todas las estadsticas sobre el tema. Son por ejemplo inaccesible los informes de evaluacin del Plan del Ministerio del Interior contra los grupos violentos, que podran proporcionar informacin ms clara y habilitar comparaciones ms sistemticas entre Comunidades Autnomas a partir de indicadores estandarizados. As me contesta la Secretaria de Seguridad del Estado, en fecha 7 de marzo 2013: Estudiada su solicitud de datos relativos al "Plan de actuacin y coordinacin policial contra grupos organizados y violentos de carcter juvenil", le informamos que no podemos acceder a su peticin al no tratarse de datos pblicos y estar relacionados con la operativa y funcionamiento interno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Lamentando no poder atender su solicitud, le saluda atentamente.

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    2012, en una conferencia de prensa realizada en enero 2013 el nuevo equipo de los Mossos habla oficialmente de 3 vctimas mortales.

    Podramos por cierto dudar de la legitimidad de esta construccin del dato que auto-confirma el carcter criminal de estos sujetos y, adems, congloba en el mismo volumen de crmenes conocidos tanto homicidios, como faltas por delitos vinculados a la conduccin de vehculos; as como interrogarnos sobre el por qu no se producen parecidas estadsticas y fotografas, que construyen un objeto ms que reflejarlo, en relacin a otros colectivos (comerciantes, polticos, empresarios o profesores de escuela) y preguntarnos si en fin lo que revelan estos nmeros son hechos criminales o procesos institucionalizados de criminalizacin de ciertos colectivos subalternos. Queda claro que hay siempre una fuerte selectividad en el trabajo de vigilancia y castigo por parte de la mano derecha del Estado y que esta accin variable permite capturar solo ciertas categoras de sujetos dentro el sistema de justicia; lo que es interesante observar es que, a pesar de los discursos y representaciones pblicas que oponen una estrategia de tolerancia cero en Madrid a una de polica de proximidad en Catalua, el tamao global de detenciones, un indicador simple de la presin policial, es ms intenso donde supuestamente no hubiera tenido que ser, precisamente all donde no se recurre, si no de manera episdica, a la asociacin ilcita y donde al revs, como explicaremos en detalle en el prximo apartado, hay una poltica social de normalizacin de la escena pandillera.

    6. Ciruga, proximidad, intervencin y arbitrariedad en el trabajo policial

    Se podra pensar que la diferencia entre los contextos Barcelona, Madrid y el campo del Estado tiene que ver con matices en el modelo de control y represin de estos grupos, mucho ms complejos que el rgimen discursivo construido alrededor de buenismo por un lado tolerancia cero por el otro. En el caso de Madrid, la aplicacin de las lneas nacionales de intervencin utiliza la asociacin ilcita para afirmar tanto la ilegalizacin de los grupos, como un monopolio policial sobre el tema que es reconocido oficialmente por los dems actores y al mismo tiempo contestado, como veremos ms adelante, a travs de prcticas ocultas; en el caso de Barcelona el trabajo policial se ha caracterizado por su intento de articular de manera integral conocimiento, prevencin, intervencin y supresin.

    En los relatos de quienes dirigieron la unidad especializada sobre NGJOV hasta mitad del 2012 aparece por un lado la insistencia sobre el trabajo clsico policial la prevencin y la represin del crimen por el otro la necesidad de estructurar gracias a un enfoque de proximidad una relacin constante con los miembros y los liderazgos de los grupos. Los Mossos de Esquadra fueron el sujeto hegemnico en el campo, apoyaron sin dudas el proceso de institucionalizacin de Latin King y etas promovido por el Ayuntamiento de Barcelona, empezaron sus actuaciones antes que todos los dems actores y permanecieron en el campo

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    cuando los actores de la mano izquierda se retiraron. Aqu introducimos un extracto de una entrevista realizada con dos mximos dirigentes de aquella unidad policial.

    (Mosso 1) La comunicacin es un elemento fundamental, hay que hablar con ellos, identificar a los jefes y hablar.

    (Mosso 2) Una de las cosas que no funcionaban era el enfrentamiento frontal, entendido como el querer acabar con los grupos de manera fsica, y eso genera que con el paso del tiempo los miembros de los grupos se enroquen en su posicin, sean ms impermeables, menos accesibles e incluso ms extremistas. (Funcionarios Mossos de Escuadra, Barcelona)

    En qu consista la prctica policial, el habitus, de los Mossos especializados en NGJOV? Los relatos de los agentes que a nivel de calle implementaban este enfoque nos hablan de: apoyo a las deserciones ( ayudar a los miembros que son hostigados en la medida que quieren salir de los grupos); control de las captaciones y gestin de los captulos (favoreciendo la entrada de nuevos miembros en captulos de los grupos con los cuales se da una relacin de confianza o de informacin); formacin de los lderes y distincin entre buenos y malos miembros (direccionando el control policial y las prcticas de deportacin sobre los segundos); mediacin forzada (preparacin de condicin de entornos para que los grupos puedan desarrollar la que hemos llamado diplomacia pandillera); prevencin de las agresiones (uso de la informacin sobre cadas al fin de anticipar los actos de violencia). Vemos ahora algunas descripciones de este trabajo policial que aparecen en el diario de campo.

    Estamos en una conferencia en donde la polica catalana celebra el da del migrante. Un polica me dice que pas todo el mes a apagar fuegos, que no tiene tiempo para la familia, que solo se ocupa de hacer que los chicos de los distintos grupos practiquen la negociacin. Hablar, hablar y hablar, dice a menudo. Prevenir (actuar antes del crimen), mejor que reaccionar; la polica de proximidad tiene que ser asistencial, preventiva y proactiva. hablar con los distintos actores, conocer la realidad de la calle. Otro polica me dir que ellos, de la proximidad, son los bomberos, y luego afirma que su rol es el del embajador, con la bandera blanca, pero detrs tiene los caones. (Diario de campo, noviembre 2011)

    El poli me cuenta del trabajo que hicieron con los eta en su ciudad. Pudimos substituir las sanciones corporales, los castigos fsicos, con entrenamiento fsico. Gracias a los servicios sociales, abrimos contactos entre el grupo y la administracin. Ahora los ayudamos en organizar una competicin de vley. Quieres que te invite a ver el partido entre los distintos captulos etas? Poco a poco se pueden hacer cambios.... Entiendo que el trabajo de estos policas es parecido a una ciruga y se interviene sobre los lderes, como si fueran los rganos de un cuerpo a arreglar... un Inca lleva una agenda positiva del captulo. Hacemos un trabajo policial exclusivo sobre este Inca que sin embargo ser expulsado por su propio grupo. Que hicimos? Hemos puesto todos los chicos que l diriga en otro captulo que nosotros controlamos mejoras que los que queran salir despus pudieron salir de la

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    organizacinEn otra ocasin hemos trabajado con una chica eta muy importante (ella tena su captulo, lo llevaba bien, ayudaba los hermanitos a buscar trabajos, controlaba el consumo de alcohol,)y bueno los jefes la excluyeron. Nosotros empezamos a relacionarnos con ella con el objetivo de rescatar las chicas que formaban parte del grupo, porque era un tema que ellas sentan mucho lo del machismo. Y as hemos sacado las chicas del grupo22. (Diario de campo, diciembre 2011)

    El tren que nos lleva en esta antigua ciudad obrera recorre paisajes increbles, buclicos. Estamos yendo a encontrar el poli Y. para que nos muestre su trabajo con los chavales. Estoy interesado en entender el trabajo policial pero prefiero, como se lo he anticipado, no encontrar los jvenes a travs de un polica. Nos recoge en la estacin en un sper carro de secreta; es muy cordial y tiene cara de alternativo. Aqu es un sector donde no hay grandes problemas entre grupos, estn todos Latin, etas, marerosy no pasa nada. Los mareros? cuatros chavales de aqu que de El Salvador no saben nada (Pienso en toda la hipocresa en el decir han llegado las maras. Poder del lenguaje). De hecho este poli es casi un educador de la calle, hace lo que el Estado con su mano izquierda no hace ms.favorece el dialogo, permite acceso a recursos para los jvenes, los asesora.nos dice l tambin que lo critican porque es demasiado amigo de los pandilleros. Damos la vuelta por los barrios populares de la ciudad y nos ensea los grafiti en los parques y en las escuelas me parece muy bien que pinten los muros, no me molesta, no lo borramos, tampoco me molesta que usen alguna clase de droga o que vendan algo...no es este el problema. Sus prcticas se enmarcan en la que podramos llamar reduccin del dao. (Diario de campo, marzo 2012)

    Haba demasiados grupos distintos dentro de los Latin y de los etas, Nosotros hemos apoyado un proceso de reunificacin y de reuniones para evitar que haya conflictos. Tuvimos que parar porque tomaron el poder otros polis, me dice un polica. (Diario de campo, mayo 2012)

    Yo soy el poli bueno, ellos los poli malos. Los chicos pueden escoger quien quieren, yo mismo pas de un rol al otro en mi carrera. Cuando hubo el homicidio, un chico me llamo a las 6 de la maana del mismo da para contarme las cosas, a las 8 hemos hecho las detenciones. Sin estas relaciones, nos hubiera costado meses cerrar el caso.... Le pedimos al poli de contarnos su da desde que se levanta...la respuesta es mucho correo y mucho mvil. Hablar con los chavales, los servicios sociales, las escuelas....no hay oficina, desplazarse. Entrar en las redes, construir informadores, afianzarse en las relaciones; los poli utilizan Facebook para su trabajo de bandas y para hacer detenciones. Qu quiere Z. de los chicos? La desvinculacin, as lo dice. Sabe que no puede ser obligada, pero fruto de un proceso personal; el mismo se imagina como un puente posible que conecta con otros recursos. Claro estamos en la crisis, qu alternativa le ofrecemos ahora?. Mientras tanto en su zona la

    22 Unos meses ms tarde, cuando se realiza un cambio de poder dentro del grupo de Mossos especializado en bandas y la nueva poltica oficial consistir ms bien en la represin de los grupos, el mismo polica me dir: Esto de la mediacin lo hemos intentado, pero es un trabajo infinito, siempre se vuelve a lo mismo.

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    conflictualidad sigue alrededor de una discoteca. La hemos cerrado, haba siempre peleas, todos los grupos estn all, el homicidio fue entre Trinitarios y etas, los grupos se metieron pero era un asunto de mujeres y de alcohol...hemos parado la venganza haciendo sentar la gente alrededor de una mesa. Cerrar discotecas no es la solucin, solo se desplaza el problema. Habra que trabajar con los dueos y evitar que entre la gente que trae problemas. (Diario de campo, abril 2012)

    Estas prcticas, que se enmarcan dentro un enfoque de reduccin del dao y del riesgo vinculado a la pertenencia a estos grupos, reflejan como los actores policiales en Catalua constituyeron la geografa pandillera a travs de un trabajo de ciruga moral y de pedagoga de los miembros alternando estructuralmente el palo y la zanahoria; la apuesta era acumular capital guerrero (la capacidad de luchar contra la reproduccin de las conductas violentas y criminales dentro de las bandas, y si posible, cortar la reproduccin misma de los grupos) a travs de una inversin en capital social (el cultivo de las relaciones, la constitucin de alianzas, el apoyo a ciertos lderes y el conocimiento preventivo e ntimo de los grupos), lo que podramos definir como un habitus que haciendo una apuesta por una polica de proximidad incorpora ciertas funciones tpicas de la mano izquierda del Estado.

    A finales de 2011, cuando empieza nuestra etnografa, la descripcin del contexto por parte de los actores policiales en Catalua aclaraba que el objetivo de romper la reproduccin era efmero y que, a distancia de casi diez aos de su primeras apariciones, los grupos seguan haciendo adeptos; podramos aadir que en Madrid la situacin, en sus caractersticas generales, era muy parecida. Se destacaban as desde los servicios de informacin policial los siguientes elementos de la escena pandillera : a) la gran rotacin de los miembros entre los grupos (hay jvenes que entran, salen, se pasan de un grupo al otro); b) la expansin numrica y territorial en toda Catalua23; c) la fragmentacin de los grupos histricos (Latin Kings y etas) en distintas ramas y la generacin de episodios de violencia entre ellos; d) la incorporacin en los grupos de espaoles/catalanes y de jvenes no solo de origen latino.

    Adems, los Mossos de Escuadra valoraban muy positivamente el proceso de normalizacin que el Ayuntamiento haba llevado a cabo a partir de 2006 como una herramienta til para bajar los niveles de violencia y de crimen24 y volver estos grupos juveniles ms accesibles y controlables por parte de las policas y de las otras instituciones de vigilancia. Sin embargo, la intervencin sobre la escena pandillera en trminos de una articulacin de capital social y capital guerrero no significa que el trabajo policial no vaya en paralelo as como en Madrid gracias a la implantacin de la asociacin ilcita - con una fuerte arbitrariedad. A veces, como nos cuentan nuestros informantes, para detectar los sospechosos de ilegalidad hay que

    23 Como hemos visto, se hace una estimacin de 3500 miembros a nivel de comunidad autnoma en 2011. Suponiendo que todos los miembros sean latinos - lo que no es cierto -, este volumen representara alrededor del 3% entre los residentes en la franja de edad 15-29 (Departament dInterior, Mossos dEsquadra, dossier de prensa 22/11/2011). En una conferencia de prensa de enero 2013, el nuevo equipo de los Mossos reduce el nmero de los afiliados de 3500 a 2480, as como la tasa de participacin (2% entre la franja 13/25). Los nmeros son siempre un campo de lucha, comunicacin y construccin poltica. 24 Efectivamente, a pesar de los altercados y a diferencia de Madrid, nunca hubo en Barcelona una muerte entre Latin Kings y etas, los grupos que en aquel tiempo protagonizaron la escena callejera y fueron blanco de intervenciones sociales desde las instituciones locales.

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    practicar conductas ilegales; lo que en fin nos interroga sobre qu es el crimen y quin es el criminal. Escuchamos por ejemplo los relatos cruzados de unos lderes pandilleros y de un juez.

    Me dirijo al metro con V. que me cuenta del periodo en que era activo y ya se haba hecho la asociacin Claro tienen razn muchos hermanitos a no tener confianza bamos a alquilar locales para las actividades con los papeles nuevos de la asociacinantes nos decan que si, despus averiguaban quines ramos y nos decan que no. Podramos decir que el estigma, no se borra con un papel de registro de asociaciones. Cuando hacamos reuniones, siempre venia la polica. Entraba y nos cacheaba buscando armas y drogas y papeles. Secuestraban objetos y cosas personales. Yo les deca que no haba nada de secreto y que podan quedarse a escuchar. Una vez me llevaron a comisara, me cargaron en el auto y cuando estaba dentro me dijeron que al llegar a comisara tena que decir que yo haba subido de mi propia voluntadle dije que no, entonces pararon el auto y me bajaron en medio de nada. Ya otros hermanitos me haban contado de cmo se le sacaban pertenencias individuales sin algn permiso, en fin los policas utilizan la ilegalidad para controlar los sospechosos de ilegalidadLe pregunto a V. si ha parado de ser activo por toda esta presin policial. No, yo vengo de Ecuador, all bamos armados y la polica es otra cosa. Nos saludamos en el metro. Me voy ahora a conocer un juez que tuvo alguna relacin con el fenmeno Yo le cuento de mi conversacin con V. y de las intervenciones que hacen los poli sobre telfonos y mail, como mis informantes me han contado muchas veces. Me parece que hubo un problema de coordinacin entre lo policial y lo social en toda esta historia. Claro, los policas hacen cosas ilegales, es ilegal intervenir los telfonos si el juez no te lo dice, si no hay un sospecho de crimen.es ilegal secuestrar objetos y personas sin motivacin. Es que los policas se mueven en la frontera, viste el escndalo de los puticlub, cuantos policas eran dueos de los burdeles?. Otros lderes de los grupos me relataron como los policas entran en las fiestas que organizan en lugares privados dando palos con las porras para hacer identificaciones; adems en frente de una iglesia donde se renen se hicieron grandes operativos de control y detencin. (Diario de campo, diciembre 2012)

    Estos relatos revelan como una dimensin de discrecionalidad es comn a toda clase de trabajo policial y que, una vez ms, muchas diferencias exhibidas entre los dos contextos por los mismos actores que hablan y actan tienen que ver con el orden de la retrica; adems hay que resaltar que, a pesar de contar con una influencia en el campo significativamente distinta a la ejercida por los Mossos en Catalua, hubo en Madrid actores policiales los agentes tutores de la polica municipal - que operaron siguiendo un enfoque de proximidad, reduccin del dao, comunicacin y mediacin con la escena pandillera. El polica que habla en el extracto siguiente del diario de campo ha colaborado los investigadores-actores en Madrid, teniendo reuniones con todos los captulos de los Latin King de la ciudad al fin de apoyar una cultura de resolucin no-violenta de los conflictos; estamos en el barrio de Tetun en una reunin donde se discute entre acadmicos, policas y educadores sobre como intervenir de modo no securitario.

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    Polica: Policialmente no se puede trabajar como cacera....y tomar las calles. Esto solo genera miedo. Se trata de establecer canales de comunicacin...

    Educadora de calle: se criaron aqu algo hemos hecho mal....seguimos con hay que desvincular el menor... este es el problema...no se hace prevencin estructural...hay muchos menos recursos que antes....

    Polica: por qu no pueden llevar sus colores?, esto ayudara mucho. Los adolescentes van uniformados ahora... por qu ciertas estticas no son legtimas? Si los chavales no te lo dicen, no puedes saber si son de un grupo o de otro. Los chicos de banda ahora visten menos con sus colores para protegerse. Hay que hablar con ellos.

    Educadora de calle: Hay que sentar los grupos y hacerlo discutir. Antes no haba lucha entres Trinitarios y DDP25. En finahora hay que trabajar el empate: 1 muerto hicieron los DDP, 1 muerto hicieron los Trinitarios. Hay que trabajar la comunidad dominicana, hay que trabajar lderes positivos. (Diario de campo, mayo 2012)

    De todos modos, ms all de las prcticas, la narracin misma a partir de una diferencia abismal en el acercamiento policial entre Barcelona y Madrid pierde legitimidad en 2012, cuando en Catalua los dirigentes que haban conformado una cierta visin del trabajo de control sobre la escena pandillera son expulsados y entrarn otros discursos y otras prioridades26. Hasta aquel momento, la articulacin entre capital guerrero y capital social, as como un vaco creciente en las polticas sociales sobre el fenmeno, haba concentrado en los Mossos tanto las funciones de la mano derecha como ciertas funciones de la mano izquierda del Estado: al mismo tiempo, se detenan pandilleros y se les ayudaba a construir campeonatos de ecuavolley; se secuestraba a los miembros objetos de propiedad individual sin ningn permiso judicial y se organizaba con la ayuda de los mismos la anticipacin de conflictos para evitar las peleas en las discotecas; se hacan protocolos de deteccin de los miembros en la escuela27 y se favorecan los lderes menos conflictivos o callejeros. Se castigaba por cierto, se vigilaba, y tambin se pretenda curar de modo selectivo: la que hemos llamado un habitus de proximidad y una actitud de ciruga penal moral. Esta

    25 Grupos de origen dominicano. DDP, Dominican Dont Play, son operativos solo en Madrid. Trinitarios evoca los tres prceres de la patria en la lucha para la independencia. 26 El Jefe del Departament de Interior, Felip Puig, en el gobierno de derecha que en Catalua substituye en 2011 la administracin de las izquierdas se volver conocido por su coqueteo con el discurso y las prcticas de la mano dura, ensayando su filosofa tanto con los movimientos sociales de los indignados, como con la juventud pandillera. Su lema ser: Tensar la ley hasta all donde est permitido y un poco ms. 27 La deteccin escolar se aplica desde 2012 en todas las escuelas de Catalua gracias a un protocolo oficial entre Mossos y Departament dEnsenyament que por un lado habilita la derivacin haca polica y Justicia de aquellos sujetos sospechosos de pertenencia a los grupos y por el otro fomenta la cooperacin educativo-policial en el campo de la formacin del profesorado al fin de mejorar la capacidad del mismo de reconocer los signos del fenmeno bandas en las aulas. La imagen de estas agrupaciones juveniles es as enteramente sesgada desde lo delincuencial; de ah la necesidad de detectar y producir archivos conjuntos con la mano derecha del Estado a travs de un protocolo de actuacin que en su primera pgina menciona la necesidad de mantener la confidencialidad del texto. Efectivamente, si por ejemplo se hiciesen protocolos de deteccin de okupas, de antisistemas, de indignados, de militantes independentistas en las escuelas con la complicidad de los profesores y las autoridades educativas y policiales, esto me imagino que representara cierta clase de escndalo democrtico en la opinin pblica. Anlogos procesos de deteccin escolar se hacen en Madrid al fin de derivar los miembros haca proyectos anti-sectas propiciados por los servicios sociales.

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    compenetracin entre mano derecha y mano izquierda es claramente percibida por un alto funcionario del Ayuntamiento cuando nos dir una vez ya agotada toda la euforia del proceso de institucionalizacin de los grupos que el nico trabajador comunitario que queda es el polica; el Estado penal, por cierto, puede incorporar cierta clase de acciones que fueron propias del Estado social.

    El nuevo discurso que entra en 2012, a raz de un cambio poltico en Catalua y utilizando de manera oportunista el asesinato de un joven en Hospitalet para denunciar pblicamente los fracasos del buenismo policial anterior, se sustenta en la idea que es necesario acabar con las actividades de comunicacin/intervencin para dedicarse con ms intensidad a reprimir, ilegalizar y llevar a prisin. Para muchos de mis informantes, este cambio de habitus - que termina casi diez aos de construccin de prcticas y discursos de intervencin y comunicacin con los lderes de los grupos callejeros - es percibido como un golpe al cual, siendo la polica una organizacin militar, jerrquica y no democrtica, los cargos subalternos tendrn que acomodarse o que los obligar a exiliarse, pasando a otros oficios dentro del cuerpo28.

    Estoy discutiendo con un poliLos chicos estn en paro, es normal que trabajen un poco en la droga. S, en frente de las discotecas, cada grupo tiene su tiendita, no toman ni un cubata adentro porque trabajan a fuera, pero si me pides si tienen negocios de verdad, te digo que los negocios son otrosEs muy simple, es que hay policas que no lo quieren entender Igual, esto es todo teatro. De nosotros quieren contactospero mis contactos buenos no se los paso..., quieren hacer alguna operacin espectacular donde arr