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REPOBLACIÓN MEDIEVAL DEL VALLE DEL TAJO MEDIO Antes de la ocupación de la ciudad de Toledo en 1085, Alfonso VI poseía los castillos de Zorita y Canturias (en Belvís de la Jara), al sur del río Tajo. Es posible que dominara también el castillo de Oreja, para prevenir alguna reacción de los moros andaluces. Por otra parte, las villas y sus términos de Oreja y Ocaña se incluían, entre los años 1093 al 1095, en la llamada «dote de la mora Zaida». La base de la primera actividad repobladora es el Castillo de Oreja, con su villa, ya en el reinado de Alfonso VI. Se intensifica la dinámica repobladora con Alfonso VII y decae, por la misma fuerza de los hechos, con Alfonso VIII. Con más o menos intensidad, condicionada por los avatares de la guerra, los reyes Alfonso VI, Alfonso VII y Alfonso VIII organizan el territorio repoblando La Mesa de Ocaña, con caballeros de sus ejércitos, por los maestres y comendadores de las órdenes militares de Calatrava y de Santiago, por los arzobispos de Toledo. Repueblan con mozárabes y castellanos; los mozárabes son toledanos y andaluces, recordemos a estos últimos, en el caso de los malagueños. Los nombres de algunas aldeas repobladas mantienen el recuerdo árabe, conservado y transmitido por los mozárabes originarios o repobladores. No faltan algunas referencias a repobladores judíos, como ese Valdejudíos y la calle de la Sinagoga. En algunas ocasiones la repoblación se hace sobre antiguos solares hispano- romanos, con el aprovechamiento del que ocuparan las antiguas villas. La línea repobladora sufre algunas interrupciones debido a la presencia en el territorio del invasor almorávide, con la grave derrota cristiana en Uclés, en 1108, y el desgraciado hecho de la ocupación del Castillo de Oreja por los almorávides, en el 1113, que paraliza la obra del animoso Alfonso VII. La conquista de Alfonso VII del castillo Oreja en 1139 supuso la ocupación de muchas localidades y plazas perdidas tras la derrota de Uclés, y produjo un impulso en la repoblación de la zona. Las incursiones almohades, en menor grado, ocasionan cortes en el poblamiento; pero la repoblación es un hecho socio-económico del mayor interés. En el reinado de Alfonso VIII el peligro almohade exigió una organización más enérgica. Fue el momento en que las Órdenes Militares comenzaron a concentrar grandes territorios. Se les concedieron castillos con amplias tierras que posteriormente tenían que repoblar con las disposiciones al uso, dando lugar a grandes señoríos. Ya a finales del siglo XII y comienzos del XIII, los caballeros que reciben de los reyes y pueblan heredades, aldeas y villas, poco a poco ceden sus propiedades a las referidas Órdenes Militares, quienes prosiguen la actividad repobladora. 1

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REPOBLACIÓN MEDIEVAL DEL VALLE DEL TAJO MEDIO

Antes de la ocupación de la ciudad de Toledo en 1085, Alfonso VI poseía los castillos de

Zorita y Canturias (en Belvís de la Jara), al sur del río Tajo. Es posible que dominara también el

castillo de Oreja, para prevenir alguna reacción de los moros andaluces.

Por otra parte, las villas y sus términos de Oreja y Ocaña se incluían, entre los años 1093 al

1095, en la llamada «dote de la mora Zaida». La base de la primera actividad repobladora es el

Castillo de Oreja, con su villa, ya en el reinado de Alfonso VI. Se intensifica la dinámica

repobladora con Alfonso VII y decae, por la misma fuerza de los hechos, con Alfonso VIII.

Con más o menos intensidad, condicionada por los avatares de la guerra, los reyes Alfonso

VI, Alfonso VII y Alfonso VIII organizan el territorio repoblando La Mesa de Ocaña, con caballeros

de sus ejércitos, por los maestres y comendadores de las órdenes militares de Calatrava y de

Santiago, por los arzobispos de Toledo.

Repueblan con mozárabes y castellanos; los mozárabes son toledanos y andaluces,

recordemos a estos últimos, en el caso de los malagueños. Los nombres de algunas aldeas

repobladas mantienen el recuerdo árabe, conservado y transmitido por los mozárabes originarios o

repobladores. No faltan algunas referencias a repobladores judíos, como ese Valdejudíos y la calle

de la Sinagoga. En algunas ocasiones la repoblación se hace sobre antiguos solares hispano-

romanos, con el aprovechamiento del que ocuparan las antiguas villas.

La línea repobladora sufre algunas interrupciones debido a la presencia en el territorio del

invasor almorávide, con la grave derrota cristiana en Uclés, en 1108, y el desgraciado hecho de la

ocupación del Castillo de Oreja por los almorávides, en el 1113, que paraliza la obra del animoso

Alfonso VII. La conquista de Alfonso VII del castillo Oreja en 1139 supuso la ocupación de muchas

localidades y plazas perdidas tras la derrota de Uclés, y produjo un impulso en la repoblación de la

zona.

Las incursiones almohades, en menor grado, ocasionan cortes en el poblamiento; pero la

repoblación es un hecho socio-económico del mayor interés. En el reinado de Alfonso VIII el

peligro almohade exigió una organización más enérgica. Fue el momento en que las Órdenes

Militares comenzaron a concentrar grandes territorios. Se les concedieron castillos con amplias

tierras que posteriormente tenían que repoblar con las disposiciones al uso, dando lugar a grandes

señoríos.

Ya a finales del siglo XII y comienzos del XIII, los caballeros que reciben de los reyes y

pueblan heredades, aldeas y villas, poco a poco ceden sus propiedades a las referidas Órdenes

Militares, quienes prosiguen la actividad repobladora.

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La repoblación de las Órdenes Militares se realizó sobre todo en la zona de La Mancha,

poco poblada y expuesta a los ataques de almohades. A estas órdenes militares se les adjudicaron

enormes extensiones de tierras llamadas encomiendas. Las órdenes son las encargadas en atraer

pobladores que se asienten en las villas bajo la jurisdicción del Gran Maestre de la Orden. Por esta

razón en esta zona predominan los latifundios.

Los documentos jurídicos con los que organizaban la repoblación eran las cartas pueblas,

también llamadas cartas de poblamiento o fueros, que concedía el rey (realengos) o el repoblador

correspondiente, y que regían las obligaciones, privilegios y exenciones (franquicias) de los nuevos

pobladores, las condiciones de acceso a la tierra y normas básicas de la vida municipal o local.

En otras ocasiones los reyes recurrieron al sistema de la concesión de fueros que eran un

conjunto de disposiciones que regulaban el asentamiento de individuos en un determinado lugar y

las normas por las que habría de regirse la organización interna de aquella comunidad. Todo aquel

que se acogiese al fuero disfrutaría de una serie de beneficios y garantías, fundamentalmente

sociales (no dependería de ningún otro individuo) y económicas (derecho a disfrutar de tierras y

exenciones fiscales).

Nadie, ni el propio rey podía actuar en contra de aquellas normas, por lo que los habitantes

de esos lugares y sus territorios, gozaban de una gran libertad, lo que hacía de los fueros pequeñas

constituciones de ámbito local.

A medida que el proceso reconquistador avance hacia el sur y sobre todo en el momento que

se alcance la línea del Tajo, se ocuparán posiciones pobladas por musulmanes. Ante esta

circunstancia, los monarcas cristianos habrán de mantener una postura tolerante ante la eventualidad

de que aquellos habitantes se marchasen o fuesen expulsados. Si el territorio quedaba vacío, el

problema aparecía ante la escasez de un nuevo contingente humano suficiente para repoblarlo. Por

ello, se hacía necesaria una actitud de tolerancia con los vencidos, permitiéndoles seguir

conservando sus tierras y su religión. De aquí aparecerá el fenómeno mudéjar, paralelo pero de

signo contrario al mozárabe. No toda la población musulmana permanecerá, muchos huirán ante la

presencia cristiana, pero a los que queden vendrán a unirse nuevos elementos repobladores, algunos

incluso de origen extranjero, con lo cual la red social se complicará.

Todas las tierras reconquistadas a las que no se les pudiese adjudicar un dueño porque éste

hubiese desaparecido, pasaban automáticamente a ser propiedad del rey. En la región toledana

debieron de ser abundantes las tierras abandonadas: unas porque llevarían ya mucho tiempo

abandonadas sin ser cultivadas y otras porque sus propietarios musulmanes habrían huido ante la

presencia de los ejércitos cristianos.

Los monarcas castellanos se encontraron, por tanto, con extensos territorios que era

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necesario colonizar, tanto por motivos estratégicos como económicos, pues convenía consolidar las

posiciones ocupadas y sacar el máximo rendimiento de la tierra. El rey tenía además la potestad de

conceder las cartas pueblas a los lugares que se fuesen a repoblar, señalando los límites territoriales

y jurisdiccionales de aquéllos. Cuando el rey repoblaba por su propia iniciativa un determinado

lugar, éste se constituiría en un concejo, es decir, en un núcleo urbano dotado de sus propios

sistemas de gobierno recogidos en la carta puebla o fuero concedido, con aplicación para todo el

territorio o alfoz que se le hubiese adjudicado. De esta manera, estas entidades sólo dependerían

directamente del rey y los que allí fuesen a morar disfrutarían de todas las prerrogativas señaladas

en las cartas repobladoras.

En otras ocasiones, el rey podía conceder a determinados individuos o instituciones,

fundamentalmente religiosas como iglesias, monasterios y Órdenes Militares, el privilegio de

repoblar un lugar. Estas concesiones se otorgaban como gratificación y recompensa de servicios

prestados, con entera libertad de aprovechamiento y exentos del pago de tributos. Para ello, el

monarca les señalaba un determinado territorio, que en ocasiones podía ser muy extenso lo que daba

origen a la aparición de latifundios, que posteriormente, mediante la concesión también de cartas

pueblas, intentarían repoblar. Estos territorios quedaban así convertidos en señoríos y todos los que

allí fuesen a morar quedaban, en cierta medida, sometidos a los respectivos señores. Este

sometimiento generalmente quedaba concretado en la imposibilidad de organizarse autónomamente

las comunidades aldeanas y en las rentas o tributos que anualmente tenían que pagar al señor.

Por lo tanto, la condición social de los campesinos podía variar según los territorios en que

viviesen, si eran de realengo o de señorío. Durante la época de Alfonso VI, las tierras dadas a

individuos particulares no fueron muy abundantes, por lo que no se constituyeron grandes señoríos.

Este monarca tendió a conservar los términos que tenían las ciudades, lo que dificultaba la

expansión de otros núcleos. Fueron sobre todo Alfonso VII y Alfonso VIII los que prodigaron las

concesiones a particulares. Se encontraron con grandes extensiones territoriales abandonadas al sur

del Tajo, que era necesario defender.

Fueron sobre todo las Órdenes Militares y miembros de la nobleza castellana los que se

beneficiaron de concesiones regias en las tierras manchegas, dando origen a la formación de

grandes latifundios, difíciles de repoblar, tanto por las condiciones del terreno como por la faIta de

un contingente humano suficiente. Será por tanto en esta zona donde predominen los grandes

señoríos.

El aprovechamiento de estos extensos territorios, amparados por toda una red de fortalezas,

unas de origen musulmán y otras de nueva planta, dio lugar a una actividad eminentemente

ganadera, no necesitada de abundantes brazos, escasos por otra parte.

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1.- ÁMBITO GEOGRÁFICO

El ámbito geográfico en el cual se estudia el proceso repoblador, llevado a efecto tras la

ocupación cristiana del reino de Toledo, se reduce al valle medio del Tajo, comprendiendo las

localidades de la zona sur de de la comarca madrileña de Las Vegas y la comarca toledana de la

Mesa de Ocaña.

1.1.- COMARCA DE LAS VEGAS (MADRID)

El río Tajo y dos de sus afluentes, el Jarama y el Tajuña, dan vida y riqueza a los 23

municipios que componen la Comarca de Las Vegas, al sureste de la Comunidad de Madrid. Con

una extensión de 1.378,13 km² y unos de 130.000 habitantes (padrón de 2010), se conforma una

verdadera colección de paisajes insólitos en los que la cultura rural y el medio ambiente se mezclan

convirtiendo esta zona en un destino único y desconocido.

La Comarca de Las Vegas es una comarca informal del sureste de la Comunidad de Madrid,

definida por la Guía de Turismo Rural y Activo, editada por la Dirección General de Turismo.

Las unidades de relieve que forman este paisaje son: las vegas, en terreno llano cuaternario;

una ruptura de pendiente que asciende ligeramente llamadas cuestas; y una superficie llana

culminante formada por calizas llamadas mesas, páramos o alcarrias (topónimo local de la comarca

de Guadalajara). La estructura de vega-cuesta-páramo se compone de los siguientes materiales: en

los páramos hay calizas; en la unidad intermedia gravas y arcillas mientras que la base se compone

de yesos.

Los municipios que constituyen esta comarca son: Ambite, Aranjuez, Belmonte de Tajo,

Brea de Tajo, Carabaña, Chinchón, Ciempozuelos, Colmenar de Oreja, Estremera, Fuentidueña

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de Tajo, Morata de Tajuña, Orusco de Tajuña, Perales de Tajuña, San Martín de la Vega, Tielmes,

Titulcia, Valdaracete, Valdelaguna, Valdilecha, Villaconejos, Villamanrique de Tajo, Villar del

Olmo y Villarejo de Salvanés.

Las localidades en las que se estudia su repoblación son las que están en negrita, cuyos

términos municipales se encuentran en la ribera del río Tajo.

Las características generales del territorio son las siguientes:

R íos

El río Tajo y sus afluentes Tajuña y Jarama representan una garantía para la actividad

agrícola de la comarca debido, por un parte, al efecto erosivo y, por otra, al depósito de materiales

aluviales que han formado en las vegas. Asociada a los ríos, aparece una vegetación específica, los

sotos, en los que se pueden encontrar olmos, sauces, álamos y chopos junto a juncales y tarayales.

Vegas

Son las llanuras de fondo o de inundación de los ríos formada por depósitos aluviales

recientes, por lo que es un suelo rico y profundo para la actividad agrícola. De hecho esta

importante infraestructura de regadío ha permitido conseguir cultivos de huerta de gran riqueza y

variedad. La producción de la fresa, el fresón, el espárrago, la alcachofa, el pimiento o el melón son

buena prueba de ello.

Páramos

Corresponde a las llanuras culminantes de las cuencas, por encima de la campiña. Son

terrenos desgajados y aislados por los valles de los ríos y barrancos, con vegetación natural escasa.

Estas zonas han permitido el cultivo de leguminosas (garbanzos o lentejas).

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Recursos agrarios

Una tierra de larga tradición agrícola. Buena parte de la base económica se centra en la

agricultura e industria agroalimentaria. La situación de la comarca en plena depresión del río Tajo,

pone de manifiesto la importante variedad de cultivos agrícolas desarrollados. Las fértiles tierras de

las vegas de los ríos han proporcionado un suelo rico y profundo y una importante infraestructura de

regadíos excelente para la consecución de cultivos de huerta de gran riqueza y variedad. En la

campiña próxima a las vegas se han asentado cultivos de secano, zonas de uso agrícola extensivo

para cereales y leñosas. En los páramos se han cultivado leguminosas.

Espacios Naturales Protegidos

-Parque Regional del Sureste: Declarado Espacio Natural Protegido en el año 1994 por parte

de la Comunidad de Madrid, este parque comprende los cursos bajos de los ríos Manzanares y

Jarama, así como los cortados yesíferos y los páramos calizos que los rodean, alcanzando en su

totalidad 31.550 Ha.

-Humedales catalogados: La red de humedales catalogados en la Comunidad de Madrid,

entre los que encontramos nueve en la Comarca de Las Vegas, constituye un conjunto de

ecosistemas de un valor incalculable que suponen una importante riqueza natural. Verdaderos

refugios de la biodiversidad, en los que la preservación de sus valores paisajísticos y naturales, y la

protección y conocimiento de sus peculiaridades faunísticas y botánicas, así como la conservación

de su singularidad hidrológica o geológica, son materias de carácter prioritario.

1.2.- LA MESA DE OCAÑA (TOLEDO)

La Mesa de Ocaña se encuentra en el corazón de la Península, en la cuenca sedimentaría del

río Tajo, al NE de la provincia de Toledo, en la Comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Es un

terreno calizo y yesoso con sedimentos arcillosos.

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Límites, extensión y altitud

Se encuentra situada al Nordeste de la provincia de Toledo, y se extiende a lo largo de una

limitada pero alta planicie, que a modo de "mesa" o páramo, resalta a más de cien metros sobre el

valle del Tajo, enlazando por el Sur y por el Este con el resto de la llanura manchega, de la que

geomorfológicamente queda bien diferenciada. Limita al norte con la vega de Aranjuez (Comarca

de Las Vegas) y el valle medio del Tajo, con las localidades de Colmenar de Oreja, Villamanrique

de Tajo y Fuentidueña de Tajo; al sur, con Los Yébenes y la Mancha de Toledo; al oeste, con la

Sagra y Toledo, y al este, la Mancha de Toledo y la Mancha de Cuenca.

La Mesa de Ocaña abarca una extensión de unos 1.453 Km² con una población de unos

47000 habitantes (padrón de 2014) y comprende los municipios de Cabañas de Yepes (17,97 Km²),

Ciruelos (22,94 Km²), Dosbarrios (111,59 Km²), La Guardia (195,59 Km²), Huerta de

Valdecarábanos (83 Km²), Noblejas (69,67 Km²), Ocaña (147,91 Km²), Ontígola (41,49 Km²),

Santa Cruz de la Zarza (264,54 Km²), Villarrubia de Santiago (155,29 Km²), Villasequilla (76,95

Km²), Villatobas (181,58 Km²), y Yepes (84,97 Km²).

La Mesa de Ocaña se sitúa entre la Alcarria y la Mancha, con un límite bien marcado hacia

el norte y el oeste por la amplia Fosa del Tajo, y hacia el sur por el riachuelo denominado Cedrón,

luego Melgar, que se abre en el valle de Carábanos. En cambio, es más difuso su límite hacia el

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este, donde se difumina en una llanura ondulada. Esta situación entre Alcarria y Mancha le da un

carácter diferenciado.

La Mesa de Ocaña bascula elevándose de oeste a este, con altitud de 700 m. en Yepes y de

800 m. en su límite oriental con la provincia de Cuenca. En La Vega del Tajo la altitud desciende a

unos 500 m. y los escarpes son de 80 a 100 metros de altura. La mesa tiene forma triangular con la

parte más estrecha al oeste y la más ancha, de unos 40 Km., al este. La longitud total, valles

incluidos, es de unos 60 Km., lo que da una superficie total de unos 1500 Km2.

Geología

La Mesa ofrece un suelo de gran sencillez en el plano geológico, con predominio de la facies

terciaria, en donde se dan arcillas, calizas, yesos y margas. Inmediatamente al Sur del Tajo aparece

un suelo miocénico, con margas calizas, yesos, arenas y sílex. Más al Sur, conglomerados y

areniscas. Mantos cuaternarios más o menos extensos se dan, sobre todo, en el río Tajo, más

reducidos en los arroyos Melgar-Cedrón y Testillos. Sobre un batolito de rocas metamórficas se

levanta el caserío de Villamuelas. Sobre lechos terciarios aparecen la mayoría de los caseríos de la

comarca: Ontígola, sobre un estrato mioceno de conglomerados y areniscas. Al borde un manto

cuaternario se localiza en Villasequilla de Yepes. Se dan indicios de minerales en Cabañas de Yepes

(masiva y diversas); en su jurisdicción aparece un cerrillo de «espuma de mar».

En el término de Villarrubia de Santiago se ven depósitos blanquecinos de los desechos de

las minas de sal gema o «sal de piedra», de la que se obtiene la thernadita y en menor proporción la

glauberita, aparte de otras substancias salinas, conocidas por evaporitas. Esta mina es de notable

valor, es la única subterránea de España y tal vez del mundo; situada la capa de sulfato a gran

profundidad, por lo que no se puede explotar a cielo abierto. Estos estratos horizontales están

cubiertos por una capa de yeso de gran potencia. Este complejo se ha producido por la desecación

de los lagos miocénicos

El contorno de la Mesa de Ocaña es irregular como consecuencia de la acción erosiva de las

aguas, lo que da lugar a los valles, cárcavas y barrancas, por cuyo cauce fluyen corrientes de agua

procedentes de manantiales, la mayoría de los cuales existen hoy día y son empleados para regadío

o suministro de agua a las poblaciones. Estos manantiales debieron ser más caudalosos en el

Neolítico, lo que favoreció el establecimiento de poblaciones sedentarias dedicadas a la agricultura.

La Mesa de Ocaña consta de tres conjuntos paisajísticos bien diferenciados: El Valle del

Cedrón, los llanos de la Mesa de Ocaña y la Fosa del Tajo.

En los llanos del páramo, el suelo es liso de coloración pardusca en los bordes de la Mesa,

debido a los sedimentos arcillosos, con tierra adecuada para los cultivos de cereales, viñas y

olivares y con costras de caliches en el interior de la misma, lo que hace que estas tierras sean

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menos fértiles. Los árboles, antaño abundantes formando espeso bosque en el interior del llano, son

ahora escasos.

La Fosa del Tajo forma un escarpe poco pronunciado con la Mesa, pues se produce en un

espacio de unos 6 Km., predominando los relieves en cuesta, con cárcavas, glacis y barrancas

yesosas, aunque al llegar a la Vega del Tajo se produce un fuerte escarpe de más altura que el del

Cedrón. La vegetación predominante es el esparto y el tomillo en las laderas, y los carrizales en las

torrenteras.

El Valle del Cedrón es más estrecho que el del Tajo y forma un escarpe con la Mesa de hasta

60 m de altura.

Clima, fl ora, vegetación y fauna

Estamos en una comarca de clima continental extremado, o clima mesetario; de inviernos

largos y fríos, de veranos muy calurosos durante el día, con temperaturas frescas en la noche,

debido a la intensa radiación, primaveras cortas, que apenas dan lugar a unos días de transición. El

otoño, más prolongado, viene a ser la estación mejor y más grata. Lluvias escasas en primavera,

algo más abundantes en otoño. Vientos terrales fuertes, frecuentes heladas en los meses invernizos.

La Mesa de Ocaña pertenece a la España seca, con precipitaciones anuales que varían de 280

a 550 mm, con una media pluviométrica de 400 mm. La primavera y el otoño registran los máximos

de lluvias; por el contrario, hay períodos secos de cuatro meses, e incluso mayores.

La temperatura media anual es de unos 13,5º C, con temperaturas inferiores a –5º C en

invierno y máximas de 45º C en verano. El mes más frío tiene una media de 4º C y el más cálido de

26º C. El clima es templado, de tipo mediterráneo, semiárido, con influencias continentales, de fríos

inviernos y períodos húmedos cortos, y veranos largos, secos y muy calurosos; las temperaturas

oscilan desde varios grados bajo cero en invierno, hasta 40º C en verano. Las heladas se producen

de noviembre a abril, aunque son soportables para los almendros. La temperatura anual media es

adecuada para los cultivos de cereales y los de olivares, almendros, higueras y viñedos.

La Mesa de Ocaña estuvo antaño cubierta por el encinar, enraizado en el substrato calizo.

También se dio la coscoja, en menor proporción el alcornoque, el pino piñonero, pino marítimo,

madroño, fresno y el álamo negro. El matorral es abundante con jara. tomillo, romero, escoba,

lentisco, retama y esparto. En las margas yesíferas y en los yesos se da el pastizal alternando con el

matorraL También hay pastizales en los antiguos pandos lagunares calizos. Se carece de pastos con

arbolado.

Hidrografía

La mayor parte de la comarca está en la cuenca del Tajo, con este gran río en su límite norte,

y sus afluentes, el Algodor y el arroyo Melgar, que tiene varios nombres a lo largo de su recorrido.

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También está afectada La Mesa de Ocaña por la cuenca del Guadiana puesto que el Riánsares es

subafluente de ese río.

El llamado arroyo Melgar, con sus subafluentes Cedrón y Testillos, es el río más

característico de La Mesa, que baña los municipios de Villatobas, Dos Barrios, La Guardia, Huerta

de Valdecarábanos, Villasequilla de Yepes y Yepes. Nace en el término de Santa Cruz de la Zarza, al

Sur del caserío de esta villa. Sus afluentes son numerosos, de Norte a Sur: arroyos del Valle,

Cedrón, Moros, Robledo. Testillos. Curso abajo y por la derecha afluye el arroyo del Barranco.

Dada la escasez de agua, los núcleos de población de la mesa de Ocaña se establecen en las

inmediaciones de fuentes o manantiales. Los manantiales brotan, a media ladera del borde de la

Mesa, en las capas arcillosas, impermeables, que hay debajo de la capa calcárea de superficie. Sobre

le frente del escarpe se sitúan la mayoría de los actuales pueblos de la Mesa de Ocaña: Santa Cruz

de la Zarza con el excelente manantial de “Los Caños”; Villarrubia de Santiago con fuentes como la

“Fuente Vieja”, la “Fuente Nueva”, la “Fuente del Pozuelo” y la de “Hontanilla”; Noblejas con su

“Fuente Grande” y “Fuente del Berralo”; Ocaña con su “Fuente Grande”, y los manantiales de

“Ocañuela”, “Aljibe”, Panzoque”, “Aldehuela” y otros; Dosbarrios con la “Fuente Santa”; Yepes

con numerosas fuentes a su alrededor como las de “Valderretamoso” y “Fuente del Baño”; Cabañas

de Yepes con la “Fuente Vieja”; etc.

Por este motivo, los yacimientos se sitúan generalmente en los bordes de la Mesa y son más

densos en la mitad occidental que en la mitad oriental.

La Mesa estuvo cubierta por un frondoso bosque de encinas y quejigos (robles), más

abundantes en la zona llana oriental. Las tierras de cultivo, con una costra calcárea en gran parte de

la superficie, son poco aprovechables para la agricultura primitiva; solo con los arados de hierro

fundido que se introducen en el siglo XVI se puede iniciar su roturación, que alcanza la situación

extensiva actual con el concurso de los tractores.

1.3 .- VÍAS DE COMUNICACIÓN

La comunicación entre los grandes núcleos cristianos condiciona una red que aún tomando

como base la antigua red romana, tiene más amplio desarrollo en época musulmana y cristiana.

Las antiguas vía de comunicación se recuperan y se realizan otras nuevas para enlazar los

núcleos de población de reciente creación. En la zona del Tajo, la realidad viaria es mucho más

local.

La comunicación entre los grandes núcleos cristianos condiciona una red que aún tomando

como base la antigua red romana, tiene más amplio desarrollo en época musulmana y cristiana. Así

existió una vía que comunicó Calatrava con Uclés pasando por Alcázar y que fue importante para la

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penetración castellana por el Cigüela; este camino que podía seguirse para ir de Córdoba a

Zaragoza, pasando por Caracuel, tuvo hitos muy importantes en encomiendas santiaguistas como

Villarrubia y Añador, castillo esencial de los santiaguistas sobre el Cigüela y que controlaría esta vía

de comunicación.

Las rutas principales son la que va de norte a sur pasando por Oreja, Ocaña, Dosbarrios, La

Guardia, y Tembleque o Turleque, y la que va de oeste a este, desde Toledo a Uclés, pasando por

Ocaña, Noblejas y Villarrubia de Santiago. Según diversos autores Ocaña y Dosbarrios constituyen

pasos obligados de la vía Laminio-Titulcia, vía que luego servirá para la comunicación entre ambas

encomiendas.

Una vía de gran importancia para nuestra zona es la que une Toledo con Cuenca, que pasa

por Ocaña y Santa Cruz de la Zarza. Además, la importancia de las comunicaciones de Ocaña con

las tierras del norte llevó a establecer diversos pasos por el Tajo e incluso a la construcción de un

puente de piedra ya en el siglo XVI, donde hasta entonces había existido uno de madera.

En época musulmana, la vía de Toledo a Alcalá pasaba junto a la ribera del Tajo por Algodor

y Castillejo. La vía Alcalá-Chinchilla también fue muy importante en la zona; esta vía cruzaba el

Tajo por el paso que primero protegió el castillo de Alarilla y más tarde el de Fuentidueña y donde

la Orden cobró portazgo, y continuaba por tierras santiaguistas pasando por Belinchón.

Pero junto a estas grandes vías debemos señalar la existencia de toda una pequeña red de

carreras que unían las distintas encomiendas y que de forma dispersa aparecen en la documentación.

En la cesión de Villarrubia a veinticinco pobladores en 1207, se alude ya a la existencia de una vía

que une este lugar y Ocaña, que sirve para diferenciar las viñas de los pobladores de las del

convento, “e de la carrera que exe de Vila Ruvia ad Ocana, ad dexteram partem foras de la vina de

los pobladores e ad senestram partem del convento”.

Esta carrera se distingue en el texto de una antigua calzada que antes citábamos que también

es un marco de referencia productiva, siendo hasta la calzada de los pobladores y el resto de los que

vinieran a poblar. El documento también cita otro tercer nivel de comunicaciones, las sendas,

concretamente la de Roi Peláez. Esta vinculación con un antropónimo nos puede hablar de la

apertura de vías por estos pobladores iniciales ya que además llega al Val de Domingo Longo. Otras

noticias utilizan la palabra vía como la que une Villatobas con Almaguer.

1.4.- CAÑADAS

De las cañadas empleadas por los ganados trashumantes en su viaje desde tierras de Segovia

y Soria a los pastos manchegos, la cañada soriana cubre gran parte de los territorios centrales de las

encomiendas santiaguistas del Tajo, y tiene un gran desarrollo en los términos de Valdaracete y

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Estremera. La importante red viaria está relacionada con las barcas de Estremera y de Fuentidueña,

con carreteras que vinculaban Estremera con Fuentidueña, Valdaracete y Fuentesauco. Estas

infraestructuras están relacionadas con un importante tráfico ganadero, donde Estremera juega un

importante papel.

En Almaguer se unen dos importantes cañadas, la soriana y la que viene de Cuenca a través

de Cabezamesada para confluir en este lugar. Esta zona de trascendente significado ganadero se

relaciona con el término de Lillo, lo que llevó como sabemos a un importante acuerdo en 1241, con

esta localidad donde se llega a una importante comunidad de pastos entre lugares como Monreal,

Dosbarrios, Mora, Yegros, Escorchón, Aloyón, Almuradiel, Montealegre y Santa Cruz de la Zarza

por parte santiaguista con las posesiones del arzobispado de Melgar, Bogas, Cabañas, Yepes y el

propio Lillo, verificándose una importante zona de relación ganadera que confluye a las puertas de

la que será la zona de pastos de invierno en torno a Campo de Criptana y Socuéllamos, donde como

teníamos ocasión de comprobar existía un importante contadero de ganado en la Baja Edad Media.

La penetración de esta cañada soriana en territorio santiaguista se intensifica hacia al sur.

Resulta especialmente significativa la importancia de Santa Cruz de la Zarza en esta ruta, de la que

sale un ramal para aprovechar la gran riqueza de pastos de la zona de Montealegre y los arroyos del

Robledo y Testillos, que buscan el curso del Riánsares, en Almaguer. Este lugar ha pervivido con el

significativo nombre del Corral de Almaguer, debido a la importancia que tomó la villa de Corral en

relación a la de Almaguer, cuya desaparición se producirá en los inicios del siglo XIV.

12

2.- EL VALLE DEL TAJO MEDIO EN LOS SIGLOS XI a XIII

En este epígrafe se describe la evolución política del territorio en estudio, que paso de

manos musulmanas a cristianas, luego nuevamente a manos musulmanas y finalmente a manos

cristianas.

2.1.- LA TAIFA DE TOLEDO (1036 a 1085)

El siglo XI, se inicia con la descomposición, a partir del 1018, del Califato de Córdoba y con

su consiguiente “fitna” (disgregación), que termina hacia el 1030, produciéndose la aparición de los

diversos reinos de Taifas. Los Banu Zannum se hacen en 1036 con la taifa de Toledo, que se

extiende por las provincias de Toledo, donde controlan la comarca de Ocaña, Cuenca, Ciudad Real,

Albacete, Guadalajara, Madrid, y parcialmente Cáceres. Esta situación se mantiene hasta la

conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085.

A modo de síntesis, se puede estimar que entre los siglos VIII y XI la población musulmana

asentada en la zona oriental de Toledo es escasa, aunque la ciudad de Toledo fuese un núcleo

importante con 37000 habitantes. Habría que esperar a un estudio arqueológico más detallado de la

comarca de Ocaña a fin de ver si se confirman los supuestos de escaso poblamiento.

De los restos arqueológicos conocidos y excavados, la mayoría corresponde a

construcciones militares realizadas ante el avance cristiano desde el valle del Duero al valle del

Tajo. Estas circunstancias tampoco favorecieron el aumento de la población civil ni de sus

asentamientos urbanos.

No obstante, y a pesar de la carencia de excavaciones arqueológicas en Ocaña y su comarca,

se ha comprobado que hubo un asentamiento musulmán en el lugar conocido como Los Villares, al

suroeste de la antigua ciudad romana, con unas 80 hectáreas de superficie, encontrándose abundante

cerámica musulmana vidriada en verde o melado y decorada con manganeso, que debió ser usada

hasta el siglo XV. Este lugar debió continuar poblado en época cristiana, aunque la fundación de la

población cristiana de Ocaña (ubicada donde la actual) acabaría atrayendo a los pobladores de Los

Villares.

Restos de fortificaciones islámicas en la comarca de Ocaña las hay en el castillo de Monreal

en Dosbarrios y en el Castillo de Oreja junto a Ontígola. Fuera de la comarca de Ocaña, estaban los

castillos de Mora, el de Castilnovo en Tembleque, la fortaleza de Torres de Azuqueca en Consuegra,

etc. Todas estas construcciones militares parecen estar asociadas al control de las vías de

comunicación de la zona norte de La Mancha.

Los núcleos de población se asocian a estos puntos fortificados, como sucede en el poblado

de Monreal inmediato al castillo. Además de Los Villares, otros lugares con población musulmana

13

fueron los de Camino de Yepes en Ocaña, Viloria en Villarrubia de Santiago, Ciruelos al sur del

yacimiento romano, etc.

2.2.- RECONQUISTA CRISTIANA

A finales del siglo XI, en el año 1085, Alfonso VI (1065 a 1109) conquista la ciudad de

Toledo y junto a ella debieron pasar a su poder otras muchas de la provincia de Toledo. La zona

oriental de la provincia de Toledo (con Ocaña y otras localidades), dependiente de Uclés, así como

la provincia de Cuenca y algunos territorios de Guadalajara, quedaron momentáneamente en manos

de al-Qádir, anterior rey de la taifa toledana. Los territorios de Ciudad Real (Calatrava y otras) y

Albacete estaban ya de hecho en manos de al-Mutamid de Sevilla.

En 1086, tras la derrota de Alfonso VI en Sagrajas, a manos de los almorávides de Yusuf ben

Taxufin y sus aliados al-Mutamid rey de Sevilla y al-Mutawakkil rey de Badajoz, la expansión

castellana quedó frenada. Pero poco después los almorávides depusieron a los reyes de Taifa: en

1090 se anexionan Granada deponiendo a su rey Abd Allah; en marzo de 1091 conquistan Córdoba,

matando a su gobernador Fath al-Mamún, hijo de al-Mutamid y poco después toman Sevilla

deportando a su rey a Marruecos; en 1094 se apropiaron de la taifa de Badajoz.

Tras la caída de Córdoba, al-Mutamid, para tratar de mantener su independencia frente a los

almorávides, pacta con Alfonso VI su apoyo militar entregándole como concubina a su nuera Zaida,

viuda de al-Mamún, junto con una importante dote territorial. Según Ximénez de Rada, Alfonso VI

casó con la mora Zaida, viuda del hijo del rey de la Taifa de Sevilla al-Mutamid, que aportó como

dote las plazas de Consuegra, Mora, Oreja, Ocaña, Uclés, Cuenca, Alarcos, Huete, Caracuel y otras

del reino de Toledo dependientes de Uclés. Otros historiadores opinan que las cuatro primeras las

tomó Alfonso VI tras la conquista de Toledo, y las otras quedaron en poder de al-Qádir, último taifa

toledano, aunque después de su muerte, ocurrida en 1092, Alvar Fáñez recuperó Uclés, Cuenca y

sus dependencias para Alfonso VI.

Pero en estos tiempos, de continuas guerras y escaramuzas, la inestabilidad de la posesión de

los territorios y las marcas de frontera harán que este territorio cambie múltiples veces de manos. El

año de 1106, el rey Don Alfonso VI proyectó diferentes campañas dirigidas hacia la tierra de

Cuenca, por entonces en poder de los musulmanes. Las milicias de Ávila al mando de Fernán Ruiz

de Minaya se encargaron de ocupar la plaza de Cuenca, y una vez conseguida esta ciudad se

concentraron en la ocupación de Ocaña. El ataque planeado en junio de ese mismo año, acaudillado

por los caballeros Don Fernán Ruiz Minaya y Don Ximen Blázquez, conseguirá arrebatarla al

dominio musulmán que rindió la plaza el día 9 de junio. El primer Gobernador de Ocaña será Don

Fortún Blázquez, descendiente de la casa de Don Blasco Ximénez.

14

No es probable que Alfonso VI repoblase con población cristiana la comarca de Ocaña tras

su conquista y ocupación, pues a la falta de potencial humano disponible se le uniría inestabilidad

propia de su situación fronteriza. Lo más probable es que solo se estableciesen fuerzas militares en

los lugares fortificados.

2.3.- OFENSIVA ALMORÁVIDE (desde 1108 a 1139)

El siglo XII se inicia, reinando aún Alfonso VI, con la derrota de las tropas cristianas a

manos de los almorávides el 29 de mayo de 1108 en Uclés, lo que significo la pérdida de la mayoría

de los territorios de La Mancha comprendidos en la dote de Zaida, aunque se mantuvo el control de

Toledo, fuertemente defendida, que resistió asedios de los almorávides en 1109 y en 1114. Como

consecuencia de esta derrota, se perdieron las localidades de Cuenca, Huete, Uclés, Alarcos, Ocaña

y Consuegra, así como las de la provincia de Ciudad Real.

Urraca de Castilla (1109 a 1126), viuda de Raimundo de Borgoña, sucedió a su padre

Alfonso VI, muerto el 1º de julio de 1109, casando en septiembre de 1109 con Alfonso I el

Batallador, rey de Navarra y Aragón. Este matrimonio, lleno de desavenencias y guerras, fue

anulado por el papa en 1114 a causa de ser ambos bisnietos de Sancho Garcés III de Navarra.

Las fortalezas de Alboer y Alarilla fueron ocupadas por los almorávides en su campaña del

1110 por las tierras del Tajo Medio conocidas como de Alvar Fáñez. Pese a la pérdida de estas

fortificaciones, todavía se mantuvo el control del castillo de Oreja (Aurelia) hasta el año 1113, en el

que cae en poder de los almorávides lo que implica la pérdida de Ocaña, situada a 8 Km al sur, si es

que ésta no había sido ocupada con anterioridad.

Alfonso I de Aragón intervino activamente en los asuntos de Castilla. Enfrentado con Urraca

desde 1110, entró como vencedor en Toledo en abril de 1111 tras derrotar en Campdespina a los

seguidores de ésta. Alfonso I de Aragón controló la zona de Toledo hasta su cesión a Alfonso VII en

1118.

Se han encontrado en las inmediaciones de Ocaña varias monedas de Alfonso I de Aragón,

lo que implica esta plaza hubo de estar en su poder algún tiempo entre los años de 1110 y 1113. La

población de Ocaña tal vez no se perdiera de inmediato tras la batalla de Uclés de 1108; en todo

caso, debió estar en poder cristiano algún tiempo entre los años 1110 y 1113, pues de lo contrario no

se hubiesen encontrado las monedas del rey aragonés Alfonso I citadas más arriba. Es probable que

su pérdida se produjese en 1110 durante la campaña almorávide por el valle de Tajo medio.

Posteriormente, en 1111, Alvar Fáñez efectuó una campaña contra los almorávides tomando la

ciudad de Cuenca y a continuación la plaza de Ocaña. En todo caso, Ocaña se perdería de nuevo en

el 1113, al caer el castillo de Oreja, o un poco antes.

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Este cambio de dependencia de la comarca de Ocaña no modificó su situación de extrema

inseguridad como zona fronteriza, lo que no permitió ningún proceso repoblador que propiciara un

aumento de la población, sino que más bien ocasionó una reducción de la misma. Los almorávides

se limitarían a controlar militarmente el territorio y las vías de comunicación, quedando la comarca

prácticamente despoblada, a excepción de las fortalezas militares.

A modo de recapitulación, se puede considerar que durante el reinado de Alfonso VI apenas

hubo tiempo de realizar repoblaciones a causa de la reacción almorávide. La presencia cristiana se

limitaría a ocupar las anteriores fortalezas islámicas, sin erigir otras nuevas, y ejercer desde ellas un

control militar del territorio y sus vías de comunicación. La escasa población civil de la zona sería

fundamentalmente musulmana.

Con la llegada de los almorávides, la situación es similar y estos también se limitan a

controlar militarmente el territorio reocupando las viejas fortalezas militares, que refuerzan, aunque

no construyen otras nuevas. Los eventuales repobladores musulmanes se asentarían en las

inmediaciones de las fortalezas.

En resumidas cuentas, durante la primera mitad del siglo XII, la comarca de Ocaña no

parece experimentar variaciones esenciales en su organización territorial a pesar, o a causa, de las

diversas alternancias en su control.

2.4.- DESDE TOMA DE OREJA A LAS NAVAS DE TOLOSA (1139-1212)

Alfonso VII (1126-1157) intentó recuperar los territorios perdidos tras la derrota de Uclés.

En 1139, tras prolongado asedio, tomó mediante capitulación el castillo de Oreja, fortaleza

necesaria para asegurar la línea del Tajo y la defensa de Toledo. En el mismo año le concede a Oreja

fuero de repoblación y se establece su territorio a ambos lados del Tajo. La repoblación de Oreja

finalmente no prosperó por la competencia que años después representó la cercana Ocaña.

Con la toma del castillo de Oreja, Ocaña queda definitivamente asegurada en manos

cristianas, aunque la situación de intranquilidad se mantendrá con la llegada de los almohades que

controlaban los territorios de las provincias de Cuenca y Ciudad Real y algunas plazas al sur de la

provincia de Toledo.

En 1144 Alfonso VII toma el castillo de Mora, perdido en 1138, repoblándola en 1150.

También en esos años se conquistan las plazas de Huete, Calatrava (1147), Consuegra (1147), y

Uclés (1157).

Tras la nueva conquista de estos territorios por Alfonso VII, se produce una nueva ocupación

de las plazas militares iniciándose una tímida repoblación del territorio. Los principales enclaves

militares son entregados a nobles, que se limitaron a defender su territorio antes que a su

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repoblación, costosa y difícil de conseguir a causa de la inseguridad permanente.

Tras la concesión del fuero a Oreja, Alfonso VII inicia la repoblación del valle del Tajo

Medio. Entre las repoblaciones realizadas por Alfonso VII en la comarca de Ocaña estuvieron las de

las fortalezas de Alboer, entregada a Ponce Minerva (de Ampurias según otros) en 1153, con todas

sus pertenencias y derechos, y la de la fortaleza de Alarilla para el control de los vados del Tajo y

del comercio de las salinas de Belinchón.

También procedió a repoblar algunos lugares como Ontígola próximo al castillo de Oreja y

las poblaciones de Ocaña (en 1156) y Ocañuela; la alquería Yepes (1145); Huerta de Valdecarábanos

(1149) a la sombra de su castillo con cinco colonos. El lugar de Torrique en Noblejas se lo entrega a

un tal don Amor. Dosbarrios es entregada a Antolino Portaguerra y Pelayo Pérez en 1154. Los

lugares de Villafandín y Biedma, en el actual término de Villarrubia de Santiago, fueron entregados

a don Gonzalo Alguacil, de Toledo, marido que fue de doña Orabuena, en 1156.

Las actuales poblaciones de la Mesa de Ocaña, fueron generalmente repobladas ex novo en

el transcurso del siglo XII, levantándose en solares distintos de los que habitaban los musulmanes.

La política de Alfonso VII de repoblación del territorio tuvo poco éxito, puesto que se partía

de una situación de práctico despoblado y se encomendó su defensa a nobles, hombres de armas,

que poseían fuerzas militares para defender las fortalezas que se les entregaban, pero carecían de

recursos económicos y humanos para poder realizar una repoblación efectiva de la zona.

De otra parte, la situación fronteriza y su consiguiente inseguridad no constituían suficiente

atractivo para los eventuales repobladores. La situación de judíos y musulmanes estuvo

condicionada por la ideología cristiana militante. Su integración en la sociedad medieval se vio

mediatizada por su distinto credo, y nunca fue plena, estando muy condicionada por el interés que

estos grupos tuvieron para la sociedad en general

Ocaña, cuya suerte siempre estuvo vinculada a la del castillo de Oreja, había quedado

prácticamente despoblada tras la toma de éste por los almorávides. Aunque Alfonso VII le concedió

en 1156 el fuero de Oreja, no surtió inicialmente gran efecto en su repoblación, llevada a cabo con

mozárabes. El fuero concedía a Ocaña independencia plena frente a Toledo; a sus pobladores les

reconocía el derecho a enajenar sus propiedades una vez transcurrido un año de residencia en la

villa y les exoneraba del pago de portazgos en las tierras reales; además, se le concedía el privilegio

de las cabalgadas consistente en el cobro del quinto del botín a aquellos que hiciesen talegas en

Ocaña.

No será hasta después de 1212, cuando los almohades sean derrotados por Alfonso VIII en la

batalla de Las Navas de Tolosa, que se alcance la seguridad suficiente para permitir una política

efectiva de repoblación cristiana del territorio.

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Las Órdenes Militares

En la segunda mitad del siglo XII, reina Alfonso VIII (1158 a 1214) que tendrá que

consolidar el territorio y visto que el sistema empleado por Alfonso VII no había dado resultado,

recurre a las Órdenes Militares a las que concede grandes territorios para su defensa y repoblación.

Una vez que se produce la llegada de las Órdenes Militares, se les entrega el control del

territorio en sustitución de los anteriores nobles. Esta decisión fue una necesidad surgida por la

llegada a al-Ándalus de los almohades, que pronto se convierten en un nuevo enemigo del reino de

Castilla. La consolidación de las Órdenes Militares durante la segunda mitad del siglo XII fue lenta

dado el carácter fronterizo del territorio que no se modifica de forma irreversible hasta el 1212.

La distribución territorial de la comarca de Ocaña y su entorno medio entre particulares y las

Órdenes Militares fue la siguiente:

En 1162 Fernando II y el rey niño Alfonso VIII hacen entrega a la Orden de San Juan de las

cuatro villas de Quero, Villajos, Criptana y Tirez con sus respectivos términos. En 1163 les entrega

la plaza de Uclés, aunque al poco tiempo pasó a poder de las Órdenes de Calatrava y Santiago. En

1183 Alfonso VIII les cederá la importante plaza de Consuegra, lo que supuso el definitivo

asentamiento de la Orden de San Juan en la frontera.

Alfonso VIII hizo entrega a la Orden de Santiago, fundada en León en 1170, de diversos

castillos en el valle del Tajo. El 11 de septiembre del mismo año le entrega el castillo de Oreja para

que protegiera la línea del Tajo frente al peligro almohade. En 1172 le entrega el castillo de Alarilla

con sus aldeas de Estremera, Fuentidueña, Salvanés, Belinchón con sus salinas, Tarancón y el vado

del Tajo que se cruzaba con una barca. En 1174 la Orden recibe el lugar de Biedma, que no llegó a

prosperar a causa del auge de la cercana Fuentidueña y el castillo y la villa de Uclés donde

estableció su Priorato de Castilla. En 1175 se le entrega el castillo de Alboer, con lo cual consigue el

control de los tres pasos del Tajo en esta zona.

Por estas fechas debieron repoblarse Villatobas, Noblejuelas y Ciruelos. Hacia 1175 se

repuebla el lugar de Montealegre, en el arroyo de Testillos perteneciente al municipio de Villatobas.

El Señorío de Ocaña fue entregado a Don Pedro Gutiérrez, repartido meses más tarde con

Don Tello Pérez, Señor de Meneses, en recompensa a sus servicios y a quien se debe la repoblación

de estas tierras toledanas. Ambos Pedro Gutiérrez y Tello Pérez eran probablemente hermanos e

hijos de Gutierre Téllez señor de Aceca. En 1174 Tello Pérez y Pedro Gutiérrez ceden la cuarta

parte de su posesión a la Orden de Calatrava, y pasados 3 años Don Tello Pérez y Doña Gontroda,

su mujer, hacen donación de su mitad de la villa a la misma Orden, otorgando la escritura en la

ciudad de Cuenca en el mes de enero de 1177, por la que mantenían el usufructo hasta su muerte.

En 1176, la Orden de Calatrava creó la encomienda de Ocaña.

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Pero pronto las órdenes militares arbitrarían el devenir histórico de esta Villa de Ocaña, pues

en 1174 los mencionados Tello Pérez y Pedro Gutiérrez ceden la cuarta parte de su posesión a la

Orden de Calatrava, y pasados 3 años Don Tello Pérez y Doña Guntruda, su mujer, hacen donación

de su mitad de la Villa a la misma Orden, otorgando la escritura en la ciudad de Cuenca en el mes

de enero de 1177, por la que mantenían el usufructo hasta su muerte. En 1176, la Orden de

Calatrava creó la encomienda de Ocaña.

En enero de 1181, la Orden de Calatrava cede a don Tello Pérez los castillos de Ciruela,

Malagón, Alarcos y Benavente, con sus heredades, para que repueble este territorio del valle del

Guadiana. Como compensación a don Tello, le hacen entrega, como prestimonio vitalicio, de la

mitad de la villa de Ocaña recibida de él en 1177.

El día mismo 3 de enero de 1181, Alfonso VIII hace entrega a don Tello de la otra mitad de

la villa de Ocaña y unas heredades en Cuenca a cambio del castillo de Malagón.

El 8 de agosto de 1182, la Orden de Calatrava vendió la villa y castillo de Ocaña, junto con

los diezmos de Uclés, a la Orden de Santiago a cambio del lugar de Alcubilla y una renta anual de

100 maravedíes, procedentes de las rentas santiaguistas de las salinas de Espartinas, situadas en el

actual término de Ciempozuelos. Esto significa que la Orden de Calatrava había recuperado la

titularidad de la villa de Ocaña en esa fecha.

El 16 de agosto de 1183, Alfonso VIII entrega a la Orden de San Juan la fortaleza y villa de

Consuegra con un amplio término territorial que comprendía desde Lillo y Bogas por el norte, hasta

la sierra de la Calderina y los río Záncara y Cigüela por el sur, y desde la vía de Calatrava a Toledo

por el oeste hasta Criptana por el este. Este dominio comprendía las localidades de Bogas, Lillo,

Turleque, Consuegra, Madridejos, Camuñas, Urda, Quero, Villafranca de los Caballeros, Herencia,

Criptana, Villajos, Alcázar de San Juan, Arenas de San Juan, Villarta de San Juan, etc.

La Orden de San Juan estableció en Consuegra su Priorato y casa central en Castilla. Esta

Orden recibió menos donaciones que las de Santiago y Calatrava, aunque se fue creando un señorío

alrededor de Consuegra que quedaba incrustado entre los de las otras dos grandes órdenes

españolas.

En el 1200, Alfonso VIII le concedió una renta anual de 30 cahíces de sal de las salinas de

Belinchón para las obras de fortificación del castillo de Consuegra, así como derechos de portazgo

en ésta población. La Orden de Santiago concedió fuero a Ocaña en 1184 y estableció en ella su

sede principal, construyendo su Casa Maestral (donde hoy está el Banco Zaragozano) y una iglesia

(la desaparecida de San Pedro). A partir de este momento Ocaña empezó a prosperar, mientras

decaía la cercana Oreja.

La Orden de Calatrava, adquirió en 1194 la localidad de Huerta de Valdecarábanos,

19

convirtiéndola en una encomienda. Por su parte, la Orden de Santiago continuó con sus

repoblaciones de la zona próxima al Tajo, repoblando el lugar de Cueva, frente a Alboer al sur del

Tajo, y comprando en 1185 el lugar de Villafandín a sus propietarios.

En este período se produce un notable progreso en la repoblación de las localidades del valle

del Tajo Medio, siendo sustituido el sistema anterior de castrum et villa por el de villas constituidas

en concejos y dotadas de un alfoz perfectamente delimitado con el de los concejos vecinos. Los

castillos van perdiendo su importancia militar y las villas pertenecen al señorío real, eclesiástico o

de las Órdenes Militares, aunque también hubo señores particulares. Cada Concejo elegía

anualmente de entre sus vecinos un juez y dos alcaldes, que eran ratificados por el señor de la villa.

La actividad económica de los lugares repoblados estaba orientada fundamentalmente hacia

la ganadería, quedando la agricultura reducida al cultivo de las tierras próximas a las poblaciones.

En realidad la escasa población de la zona no precisaría muchos recursos agrícolas y la ganadería es

más fácil de trasladar que el cereal en caso de peligro.

En el Tajo se centraliza toda una importante red comercial, con un marcado carácter

globalizador. En torno a 1188, verifica una hermandad entre una serie de villas que están en relación

con el Tajo como Uclés, Ocaña, Almoguera y Zorita. Este acuerdo supera con mucho el mero

carácter político de las mismas, lo que se está es confirmando una asociación comercial en torno al

Tajo, con preceptos tan claros como “nullus pignoret de niguna guisa de istas villas ni de tota

ribera de Tajo de una villa ad alteram”. Estamos ante la definición de un marco comercial, donde

se prohíbe quebrantar caminos y tomar prendas a los mercatores. Se genera una zona de libre

circulación de productos donde no se podrá prendar, ni vetar compras entre los concejos,

estimulando con ello el intercambio en torno a esta vía comercial.

Este proceso de desarrollo de la repoblación territorial se verá frenado por la derrota de

Alarcos. La derrota de Alfonso VIII en Alarcos en 1195, a manos de los almohades dirigidos por su

califa Yacub Almansur, frenó el proceso expansivo en tierras del sur de La Mancha. Durante 1197

los almohades se apoderan de Calatrava y arrasan Cuenca, Uclés, Huete, Majerit y Alcalá la Vieja.

También atacan la zona de Oreja y cercan a Toledo, pero su peligro fue efímero pues Yacub regresa

a Marruecos en 1199, restableciéndose la situación anterior a la derrota de Alarcos.

La derrota de Alarcos, con la pérdida territorial de Calatrava y otras poblaciones en Ciudad

Real, supuso la desaparición de la Orden de Calatrava cuyos freires se retiraron a sus plazas de

Ciruelos y Zorita. En 1198, el Comendador Mayor Don Martín Martínez con un grupo de caballeros

de Zorita y Ciruelos tomó por sorpresa el castillo de Salvatierra (en Ciudad Real), lo que supuso la

escisión de la antigua Orden de Calatrava y la refundación de la nueva Orden de Salvatierra, cuyo

primer Maestre fue Martín Martínez. La nueva Orden no gozó en los primeros tiempos de los

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beneficios que la monarquía había concedido a la de Calatrava, probablemente a consecuencia de

los conflictos ocasionados con el Císter a consecuencia de la escisión producida entre los antiguos

calatravos.

En la segunda mitad del siglo XII cabe pensar que las vías de comunicación no

experimentaron grandes modificaciones en su trazado, pues las repoblaciones se realizaron en

lugares ubicados junto a los antiguos caminos.

En los comienzos de siglo XIII, la Orden de Santiago articula su dominio en torno a la

Encomienda y Priorato de Uclés. Siguiendo su proceso repoblador repuebla Ontígola en 1202. En

1203 compra a don Fernando Núñez el lugar de Caravanchel, cambiándole el nombre por el de

Monreal; éste estaba en el término de Dosbarrios junto al castillo del mismo nombre que desde

1189 (o 1191 según otros autores) pertenecía, por concesión real, a Gonzalo Pérez de Torquemada

quien luego lo vendió al conde don Fernando Núñez. En 1207 repuebla Villarrubia con 25

pobladores y le concede el fuero de Ocaña, provocando la decadencia de los lugares de Biedma y

Villafandín; éste mismo año concede a Monreal el fuero de Ocaña.

Como se ve, la Orden de Santiago sigue la política de controlar el Tajo, mediante

concesiones regias o compras de derechos a particulares, haciéndose con sus vados y con el acceso

a las salinas de Biedma en Toledo y de Belinchón en Cuenca. Así logra su objetivo de control de la

zona frente a la competencia de otras Órdenes como las de Calatrava y San Juan.

En el año 1208 Alfonso VIII propició la repoblación del lugar de Pera concediéndole carta

puebla con el fuero de Alarcón; esta población no prosperó por la pujanza de la cercana localidad de

La Guardia. Otros lugares que se repueblan en estas fechas son los de Aloyón, en el arroyo de Santa

María, en el término de La Guardia, y Almaguer, junto al río Riánsares, en el término de Corral de

Almaguer.

En 1210, la Orden de Santiago concede nuevo fuero a la villa de Ocaña, siendo maestre D.

Fernando González. En él, Alfonso VIII, confirma una concordia entre el Concejo de Ocaña y la

Orden de Santiago realizada en Moratalaz. En este convenio se confirman las exenciones y

caloñas de 1156 y su vinculación con Oreja y Toledo, respectivamente, y se establece una pecha

comunitaria de ciento veinte maravedíes, que podrían traducirse en seiscientos habitantes.

En 1211 los almohades toman el castillo de Salvatierra. En la segunda quincena de junio, los

almohades al mando de su califa al-Nasir cercan el castillo de Salvatierra que capitula a finales de

agosto, tras un asedio de 51 días, cuando tienen escasez de agua y habiendo pedido, con permiso de

los sitiadores, socorro a Alfonso VIII, el cual no reciben en el plazo estipulado. Los defensores

fueron autorizados a ir libres a Toledo. Este suceso estuvo a punto de terminar con la corta vida de

la Orden de Salvatierra, cuyos caballeros se recogieron en su castillo de Zorita.

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2.5.- TRAS LAS NAVAS DE TOLOSA 1212

El siglo XIII está señalado por la trascendente victoria cristiana frente a las fuerzas

almohades en Las Navas de Tolosa en el año 1212. Pasado el peligro musulmán, se dan las

condiciones adecuadas para que las Órdenes Militares reorganicen el territorio. Aunque muchos

núcleos de población se abandonan, se crean otros nuevos y se levantan nuevas fortificaciones.

La victoria de Las Navas permitió la recuperación de la Orden de Calatrava a la que se

entregó la plaza de Calatrava, su antigua casa central. El proceso de recuperación de sus anteriores

posesiones en el Campo de Calatrava se prolongó quince años más. En 1217 los calatravos se

trasladan al castillo de Dueñas, que rebautizan como Calatrava la Nueva, abandonado la fortaleza de

Calatrava la Vieja que no se pudo recuperar de las devastaciones sufridas, en su conquista a los

moros en 1212, cuando los cristianos se dirigían a Las Navas de Tolosa para enfrentarse a los

almohades.

Hacia 1212, Alfonso VIII entregó al Arzobispado de la catedral de Toledo la población de La

Guardia con su aldea de Lillo. Éste, por su parte, compro la alquería de Yepes y el lugar de Bogas,

creándose un señorío rodeado por las Órdenes de Calatrava y Santiago.

Después de 1212 se acelera la repoblación de Ocaña y de las restantes poblaciones indicadas

en los párrafos precedentes, en unos casos mediante fundaciones ex-novo y en otros en anteriores

enclaves musulmanes.

Tras la victoria de Las Navas, gracias a la estabilidad que se le da a la comarca de Ocaña, su

economía se orienta hacia la agricultura que se desarrolla en las proximidades de las poblaciones,

junto con algunos pastizales de uso vecinal. Se conservan algunas zonas con masa boscosa, de tipo

dehesa, aprovechables para la caza, recogida de madera, pastizales, fabricación de carbón de leña,

etc. El último residuo que queda de esta masa boscosa es el denominado Monte de Ocaña en el

término de Villatobas.

Entre 1228 y 1248 se reordenan los dominios de la Orden de Santiago, la Orden de San Juan

y el Arzobispado de la catedral de Toledo, que se vieron ampliados por las nuevas tierras

conquistadas en el valle del Guadiana, fijándose los límites entre sus respectivos dominios

territoriales.

La Orden de Santiago conserva todos los lugares que tenía en la comarca y amplía sus

dominios por los nuevos territorios conquistados hasta Alcaraz, realizando nuevas fundaciones. En

1241 traslada la población de Almaguer a la actual localización de Corral de Almaguer. En 1253

otorga fuero a Santa Cruz de la Zarza y puebla sus aldeas de Villaverde, Villarejo Seco, Castillejo

de Alboer, Testillos y Villar de Sauco. En Montealegre, en el término de Villatobas, funda una

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encomienda.

La Orden de San Juan se establece en Tembleque, Olmeña, Villar de Cañas y Villaverde y

cede (en 1237) a la Orden de Santiago los lugares de Criptana y Villajos. En este período concedió

el fuero de Consuegra a las localidades de Villacañas (1230), Madridejos (1238) para 54

pobladores, Tembleque (1241) para 250 quiñoneros, etc.

Por su parte, el Arzobispado de la catedral de Toledo conserva sus lugares de La Guardia,

Lillo, Dancos y El Romeral.

Si en la segunda mitad del siglo XII la actividad económica se centró en la ganadería, por su

movilidad en caso de invasión musulmana, en el XIII, una vez consolidado en dominio cristiano el

La Mancha, se reorienta la economía hacia la agricultura a fin de obtener un suficiente

abastecimiento par una población creciente con el impulso dado a las repoblaciones. No obstante, se

sigue conservando la ganadería trashumante, por lo que fue preciso establecer una red de cañadas

pecuarias, alguna de las cuales pasaba por Ocaña.

La conquista de nuevos territorios entre el Guadiana y sierra Morena, dio lugar a un

incremento de la trashumancia pues estos amplios espacios, poco poblados, se dedicaron

fundamentalmente a pastizales. Este ganado, procedente de la Transierra, vadeaba el Tajo por los

pasos de Alarilla y Oreja y cruzaba hacia el sur por la comarca de Ocaña.

De las cañadas empleadas por los ganados trashumantes en su viaje desde tierras de Segovia

y Soria a los pastos manchegos, la cañada soriana cubre gran parte de los territorios centrales de las

encomiendas santiaguistas del Tajo, y tiene un gran desarrollo en los términos de Valdaracete y

Estremera. La importante red viaria está relacionada con las barcas de Estremera y de Fuentidueña,

con carreteras que vinculaban Estremera con Fuentidueña, Valdaracete y Fuentesauco. Estas

infraestructuras están relacionadas con un importante tráfico ganadero, donde Estremera juega un

importante papel.

La penetración de esta cañada soriana en territorio santiaguista se intensifica hacia al sur.

Resulta especialmente significativa la importancia de Santa Cruz de la Zarza en esta ruta, de la que

sale un ramal para aprovechar la gran riqueza de pastos de la zona de Montealegre y los arroyos del

Robledo y Testillos, que buscan el curso del Riánsares, en Almaguer. Este lugar ha pervivido con el

significativo nombre del Corral de Almaguer, debido a la importancia que tomó la villa de Corral en

relación a la de Almaguer, cuya desaparición se producirá en los inicios del siglo XIV. En Almaguer

se unen dos importantes cañadas la soriana y la que viene de Cuenca a través de Cabeza-Mesada,

para confluir en este lugar.

La zona de Almaguer, de trascendente significado ganadero, se relaciona con el término de

Lillo, lo que llevó a un importante acuerdo en 1241. En este año se establece una importantísima

23

comunidad de pastos en la zona del Tajo, entre lugares pertenecientes al arzobispado de Toledo y

otros del dominio de la Orden de Santiago; así La Guardia y sus aldeas de Yepes, Cabañas, Melgar

y Bogas, pertenecientes al arzobispado, tendrán pastos comunitarios entre ellas y con las

santiaguistas de Monreal, Dosbarrios, Mora, Yegros, Escorchón, Aloyón, Belmonte, Almuradiel,

Montealegre, Santa Cruz y Almaguer y sus aldeas.

Las Órdenes Militares además de los ingresos por alquileres de los nuevos pastizales, de las

zonas de pastos en el sur de La Mancha ganados tras la batalla de Las Navas, se benefician

mediante el cobro del montazgo por el paso de los ganados trashumantes que bajaban desde la

Transierra y el cobro de los portazgos sobre el tránsito del ganado destinado a la venta.

El comercio experimenta un gran auge, y en 1223 la Orden de Santiago, al objeto de regular

el tráfico de mercaderías en sus dominios a través del Tajo, estableció el cobro de portazgos en

Ocaña y otros lugares de su señorío. Esta concesión a Ocaña supuso la definitiva decadencia de

Oreja. En la comarca de Ocaña, dependiente de la Orden de Santiago, se cobraban además

portazgos en Oreja, Dosbarrios, Santa Cruz de la Zarza, Alarilla, Monreal, Mora y Uclés. También

se cobraban montazgos por el paso de ganados trashumantes.

Se regula extensamente el tráfico comercial, así las caravanas o recuas que vengan o vayan a

tierra de moros deberán pasar por Alarilla, controlado por la Orden de Santiago. No se deben obviar

el carácter de vía navegable que en este momento tiene el Tajo y que permite una interrelación entre

las diferentes zonas de paso. Este eje comercial fue inicialmente una iniciativa real sirvió de base

para el amplio control que la Orden de Santiago tuvo sobre él, ya fuera controlando las zonas de

paso como barcas, o bien definiendo en sus términos mecanismos de control sobre este espacio.

En general la Orden gravó con portazgos toda la actividad comercial con el Islam que fue

intensa. El cobro del portazgo por la Orden en la zona del Tajo, le permitió controlar la casi

totalidad de pasos sobre este río, además de controlar los portazgos de Ocaña y Alarilla, donde se

conoce con exhaustividad los productos que pagan este impuesto. La importancia de esta zona fue

tal que conllevó conflictos significativos con los calatravos e incluso dentro de las propias

encomiendas santiaguistas en la zona, poniéndose de manifiesto lo sustantivo de las rentas

derivadas del cobro de este impuesto.

También se procede a construir nuevas torres y atalayas como la de Fuentidueña de Tajo,

que provocará el declive de Alarilla, y la de Colmenar de Oreja, que producirá los mismos efectos

en Oreja. Aunque el peligro musulmán ha desaparecido se realizan las fortificaciones como

demostración del poder de las Órdenes Militares. Paralelamente, se procede a fortificar con

murallas a las principales poblaciones, como Ocaña y Santa Cruz de la Zarza.

Durante la segunda mitad del siglo XIII, tras Fernando III (1217-52), reina en Castilla su

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hijo Alfonso X (1252 a 1284), al que le sucede Sancho IV (1284 a 1295), y a éste Fernando IV

(1295 a 1312).

La Orden de Santiago una vez obtenido el control de los territorios fue delegando poder en

los concejos que se van fortaleciendo hasta convertirse en un contrapoder que obliga a ésta a

recurrir al monarca y al papado para mantener el control sobre determinadas villas, como fuera el

caso de Ocaña.

En las relaciones entre la Orden y sus concejos, no se puede ni se debe subestimar el papel

de mediatización de la Corona. Es evidente que la Corona favoreció y fortaleció los concejos dentro

de los señoríos de las Órdenes como mecanismo de control. Sin embargo, el gran poder alcanzado

por los concejos no hizo sino reproducir los esquemas de señorialización que la monarquía

pretendía contrarrestar.

La fortaleza del concejo de Ocaña dio lugar a una constante beligerancia frente a la Orden

de Santiago. Es cierto que la constitución de la encomienda santiaguista de Ocaña dio fuerza a los

freires, pero constatamos la disputa se extendió a lo a largo del siglo XIII y continuó en el siglo

XIV. En 1210, Alfonso VIII había confirmado una concordia entre el y la Orden de Santiago, en

ella se disponían tres niveles de la autoridad municipal los alcaldes, jueces y alguaciles. En los dos

primeros casos alcaldes y jueces estos son propuestos por las colaciones, lo que en la práctica

supone una cesión jurisdiccional al concejo, ya que, unos cargos tan importantes son designados

por él, aunque ratificados por la Orden (poder formal, frente a un poder real). Sin embargo la

Orden intentó mantener sus privilegios sobre la designación, por ello el alguacil es puesto por el

comendador para cobrar la obra de los freires y se documenta un juez con idéntico cometido, por

tanto, dependiente de la Orden. La cesión jurisdiccional, no obstante, es amplia y los alcaldes

establecerán en Ocaña cuanto deben pagar los caballeros.

La Corona tuvo que zanjar el conflicto en 1250, durante el maestrazgo de Pelay Pérez

Correa, concediendo Fernando III la plena jurisdicción de la Orden sobre la villa. En estas

disputas también intervinieron los Papas. Honorio III tuvo que actuar de forma reiterada en el

pleito que mantenían el y la Orden, nombrando jueces para solucionar el litigio.

En 1251, Don Pelay Correa, Maestre de la Orden de Santiago, se ve precisado a conceder a

Ocaña nuevo fuero por el que se revocan (retornan) a su concejo las aldeas de Villatobas, las

Chozas Nuevas y Viejas, El Aljibe, Ocañuela, El Corral y El Prado (cerca de Ontígola). Este

acuerdo, producido tras la sentencia de Fernando III de 1250, nos informa sobre las aldeas que le

son asignadas a Ocaña para la definición de su término.

Las dos Chozas son topónimos de localización imprecisa que se sitúan, al sureste de Ocaña,

en un punto intermedio entre Villatobas y Dosbarrios, haciéndolos coincidir con los actuales

25

topónimos de Chozo del Pico y Chozo de las dos Bocas. En esta zona se conocen gran número de

topónimos denominados chozos.

Al oeste de Ocaña se incluyen un grupo de topónimos muy cercanos entre sí, El Aljibe,

Ocañuela y Corral. El Aljibe era un pequeño grupo de casas al sureste de Ciruelos, cerca del Arroyo

del mismo nombre. Ocañuela estaba situada en una zona rica en agua al noreste de Ciruelos y donde

se localiza el curioso topónimo de Barco de Ocañuela. El Corralejo se ubicaba al norte de Ciruelos.

Otro límite del término de Ocaña, al noroeste de la localidad, se sitúa en un punto

intermedio entre el Prado de Ontígola y Aranjuez, que sin duda englobaría el topónimo del Salobral

que incluye una rica zona de salinas.

Hacia el este se llega a la Serna (que bien pudiera ser el topónimo de Hoyo de la Serna al sur

de Villarrubia); esta identificación de la Serna cercana a Villarrubia, es coherente por incluir en el

término de Ocaña el lugar de Noblejas.

Pero sobre todo, esta concreción del término de Ocaña es perfectamente coincidente con la

zona de comunidad de pastos para los moradores de Villatobas, que pertenecen a la encomienda de

Ocaña. En un documento de 1251 se dispone la comunidad de pastos con Villarrubia, Santa Cruz,

junto con Montealegre y Escorchón (ambos al sudoeste de Villatobas). Estos puntos marcan una

zona absolutamente colindante con los mojones occidentales, como Chozas y la Serna, de la

encomienda de Ocaña.

En 1253, al dotar de fuero a Santa Cruz y al definir el mismo se establece como prioridad la

hegemonía sobre el Tajo a partir de dos importantes puntos, Villaverde y el castillo de Alboer. El

posterior traslado de Alarilla a Fuentidueña, con la construcción de su castillo, no es sino un

ejemplo de esta política de monopolio sobre la vía comercial. Fuentidueña, se convirtió en un lugar

clave en la centralización comercial en la zona.

Pero junto a estas grandes vías debemos señalar la existencia de toda una pequeña red de

carreras que unían las distintas encomiendas y que de forma dispersa aparecen en la documentación.

En la cesión de Villarrubia a veinticinco pobladores en 1207, se alude ya a la existencia de una vía

que une este lugar y Ocaña, que sirve para diferenciar las viñas de los pobladores de las del

convento, e de la carrera que exe de Vila Ruvia ad Ocana, ad dexteram partem foras de la vina de

los pobladores e ad senestram partem del convento. Esta carrera se distingue en el texto de una

antigua calzada que antes citábamos que también es un marco de referencia productiva, siendo hasta

la calzada de los pobladores y el resto de los que vinieran a poblar. El documento también cita otro

tercer nivel de comunicaciones, las sendas, concretamente la de Roi Peláez. Esta vinculación con un

antropónimo nos puede hablar de la apertura de vías por estos pobladores iniciales ya que además

llega al Val de Domingo Longo. Otras noticias utilizan la palabra vía como la que une Villatobas

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con Almaguer.

Durante la segunda mitad del siglo XIII, tras Fernando III (1217-52), reina en Castilla su

hijo Alfonso X (1252 a 1284), al que le sucede Sancho IV (1284 a 1295), y a éste Fernando IV

(1295 a 1312).

La Orden de Santiago una vez obtenido el control de los territorios fue delegando poder en

los concejos que se van fortaleciendo hasta convertirse en un contrapoder que obliga a ésta a

recurrir al monarca y al papado para mantener el control sobre determinadas villas, como Ocaña.

En las relaciones entre la Orden y sus concejos, no se puede ni se debe subestimar el papel

de mediatización de la Corona. Es evidente que la Corona favoreció y fortaleció los concejos dentro

de los señoríos de Órdenes como mecanismo de control. Sin embargo, el gran poder alcanzado por

los concejos no hizo sino reproducir los esquemas de señorialización que la monarquía pretendía

contrarrestar.

La fortaleza del concejo de Ocaña dio lugar a una constante beligerancia frente a la Orden

de Santiago. Es cierto que la constitución de la encomienda santiaguista de Ocaña dio fuerza a los

freires, pero constatamos la disputa se extendió a lo a largo del siglo XIII y continuó en el siglo

XIV. En 1210, Alfonso VIII había confirmado una concordia entre el concejo y la Orden de

Santiago, en ella se disponían tres niveles de la autoridad municipal los alcaldes, jueces y

alguaciles. En los dos primeros casos alcaldes y jueces estos son propuestos por las collaciones, lo

que en la práctica supone una cesión jurisdiccional al concejo, ya que, unos cargos tan importantes

son designados por él, aunque ratificados por la Orden (poder formal, frente a un poder real). Sin

embargo la Orden intentó mantener sus privilegios sobre la designación, por ello el alguacil es

puesto por el comendador para cobrar la obra de los freires y se documenta un juez con idéntico

cometido, por tanto, dependiente de la Orden. La cesión jurisdiccional, no obstante, es amplia los

alcaldes establecerán en Ocaña cuanto deben pagar los caballeros.

La Corona tuvo que zanjar el conflicto en 1250, durante el maestrazgo de Pelay Pérez

Correa, concediendo Fernando III la plena jurisdicción de la Orden sobre la villa. En estas

disputas también intervinieron los Papas. Honorio III tuvo que actuar de forma reiterada en el

pleito que mantenían el concejo y la Orden, nombrado jueces para solucionar el litigio.

En 1251, Don Pelay Correa, Maestre de la Orden de Santiago, se ve precisado a conceder a

Ocaña nuevo fuero por el que se revocan (retornan) a su concejo las aldeas de Villatobas, Las

Chozas Nuevas y Viejas El Aljibe, Ocañuela, El Corral y El Prado (cerca de Ontígola). Este

acuerdo, producido tras la sentencia de Fernando III de 1250, nos informa sobre las aldeas que le

son asignadas a Ocaña para la definición de su término.

Las dos Chozas son topónimos de localización imprecisa que se sitúan, al sureste de Ocaña,

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en un punto intermedio entre Villatobas y Dosbarrios, haciéndolos coincidir con los actuales

topónimos de Chozo del Pico y Chozo de las dos Bocas. En esta zona se conocen gran número de

topónimos denominados chozos.

Al oeste de Ocaña se incluyen un grupo de topónimos muy cercanos entre sí, El Aljibe,

Ocañuela y Corral. El Aljibe era un pequeño grupo de casas al sureste de Ciruelos, cerca del Arroyo

del mismo nombre. Ocañuela estaba situada en una zona rica en agua al noreste de Ciruelos y donde

se localiza el curioso topónimo de Barco de Ocañuela. El Corralejo se ubicaba al norte de Ciruelos.

Otro límite del término de Ocaña, al noroeste de la localidad, se sitúa en un punto

intermedio entre el prado de Ontígola y Aranjuez, que sin duda englobaría el topónimo del Salobral

que incluye una rica zona de salinas.

Hacia el este se llega a la Serna (que bien pudiera ser el topónimo de Hoyo de la Serna al sur

de Villarrubia); esta identificación de la Serna cercana a Villarrubia, es coherente por incluir en el

término de Ocaña el lugar de Noblejas.

Pero sobre todo, esta concreción del término de Ocaña es perfectamente coincidente con la

zona de comunidad de pastos para los moradores de Villatobas, que pertenecen a la Encomienda de

Ocaña. En este documento de 1251 se dispone la comunidad de pastos con Villarrubia, Santa Cruz,

y Montealegre y Escorchón (ambos al sudoeste de Villatobas), estos puntos marcan una zona

absolutamente colindante con los mojones occidentales como Chozas y la Serna de la encomienda

de Ocaña.

En 1253, al dotar de fuero a Santa Cruz y al definir el mismo, se establece como prioridad la

hegemonía sobre el Tajo a partir de dos importantes puntos, Villaverde y el castillo de Alboer. El

posterior traslado de Alarilla a Fuentidueña, con la construcción de su castillo, no es sino un

ejemplo de esta política de monopolio sobre la vía comercial. Fuentidueña, se convirtió en un lugar

clave en la centralización comercial en la zona.

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3.- PROCESO REPOBLADOR EN LOS ACTUALES MUNICIPIOS

Muchas de las poblaciones fueron generalmente repobladas ex novo en el transcurso del

siglo XII, levantándose en solares distintos de los que habitaban los musulmanes. Otras se

repoblaron sobre localidades preexistentes. Unas se repoblaron con mozárabes y otras con cristianos

del norte. Unas prosperaron y otras fracasaron y desaparecieron.

Localidades medievales en el valle del Tajo medio (siglos XIII-XIV)

Durante los siglos XIV y XV, el proceso repoblador se ralentiza, consolidándose algunos

lugares y abandonándose otros, de modo que las poblaciones que quedaron habitadas son las

actuales. Buena parte de los lugares abandonados se encontraban en las inmediaciones del Tajo, una

zona que había contado con muchos lugares repoblados al amparo de sus fortalezas. La mayor

pujanza de lugares como Ocaña, Villarrubia y Santa Cruz de la Zarza, terminaría por incorporar a

sus habitantes.

También se produce un progresivo abandono de las fortalezas del Tajo y de la Mesa, de

forma que en el siglo XV ya están en ruinas las de Alboer, Alarilla, Villafandín, así como los

castillos de Almaguer, Oreja y Monreal.

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3. 1.- REPOBLACIÓN EN EL M UNICIPIO DE ARANJUEZ (MADRID)

En este municipio inicialmente existieron las localidades de Aranz (luego Aranjuez) y

Alpajés, a las que posteriormente se les incluyo Otos y Aceca. Alpajés quedo englobada en la

moderna Aranjuez y las poblaciones de Otos y Aceca desaparecieron.

Población de Aranjuez

Tras la reconquista del castillo de Oreja en 1139, el rey Alfonso VII concedió a esta plaza un

vasto territorio, dentro del cual se incluía buena parte del actual término municipal de Aranjuez

incluyendo los lugares de Aranz (Aranjuez) y de Alpajés. La primera noticia documental de la aldea

y alquería de Aranz se produce en el año 1118, en un privilegio otorgado por Alfonso VII.

Aranjuez fue el nombre de una antigua dehesa que comprendía, aproximadamente, las

tierras situadas entre el Tajo y el Mar de Ontígola, de norte a sur, y la Calle del Rey y el Raso de la

Estrella de Aranjuez, de este a oeste. En el término de la antigua dehesa, se hallaba la aldea de

Aranz, cerca de la junta de los ríos Tajo y Jarama.

Los Maestres de Santiago, que solían residir en Ocaña, fueron dividiendo la encomienda de

Oreja en otras más pequeñas. Así aparece la encomienda de Alpajés, que incluía la aldea de Aranz y

la dehesa de Aranjuez, rica en caza, pesca y pastos.

En Aranjuez la concentración de molinos indica su potencial hidráulico que permitió la

existencia de “parada de açeñas”, esto es la concentración de molinos en un determinado lugar, es

decir, una presa disponía de varios molinos vinculados.

Hacia 1272 se creó la Mesa Maestral de Santiago; la dehesa de Aranjuez, con todas sus

rentas y aprovechamientos, fue separada de la encomienda de Alpajés e incorporada a la Mesa

Maestral. Los Maestres, aunque mantuvieron el regadío y los cultivos introdujeron la cría de

caballos y comenzaron a practicar asiduamente la caza en los bosques, mucho más extensos que en

la actualidad.

Entre 1534 y 1543, quedaron agregadas a Aranjuez las encomiendas circundantes de Otos,

Aceca y Alpajés, así como las propiedades del alcaide de la casa palacio de Aranjuez, dehesas y

tierras de pueblos y nobles. Con estas agregaciones quedó configurado, en lo fundamental, el

extenso territorio del Real Bosque de Aranjuez y su característica forma ahorquillada, siguiendo los

cursos de Tajo y Jarama.

Población de Alapajés

El nombre de Alpajés lo tuvo un poblado medieval, más antiguo que Aranjuez, que existió

en la ribera del Tajo lindante con la aldea de Aranz, en el lugar donde hoy se encuentra la parroquia

de Alpajés. Este nombre se dio luego (hacia 1494) a una encomienda santiaguista y es con el que

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hoy se le conoce. Con el transcurso del tiempo, Aranjuez absorbería a Alpajés.

P oblaciones desaparecidas

En el actual término municipal de Arajuez existieron otras poblaciones, como las de Otos y

Aceca, que luego desaparecieron.

Población de Otos

El nombre de Otos, actualmente perteneciente al término municipal de Aranjuez, se

conserva por un pueblo que se cree tuvo asiento al extremo del prado de la Cavina, del que, aunque

escasas, existen las noticias que nos dan en la visita girada en esta encomienda el año 1604, cuya

copia está en el archivo de la contaduría del Real Sitio de Aranjuez, en la que dicen: «Tiene esta

encomienda una casa a manera de torre que llaman el castillejo de Otos;» y más adelante

añaden:« Visitó la iglesia de Otos la cual está mal reparada, é porque los cimientos están gastados,

por tanto, departe del Rey nuestro señor y Orden encargo se aderece y repare.»

Su adquisición por la Orden de Calatrava, se llevó a efecto tras establecerse ésta en la villa

de Ciruelos, que les pertenecía desde febrero de 1178 por donación de Alonso VIII.

El origen de la encomienda de Otos está en la compra realizada en 1206 por Rodrigo Díaz,

Maestre de la Orden de Calatrava, a Ordoño Pérez y María Gutiérrez, su mujer, que fueron de su

abuelo Ordoño Pérez y de su mujer Doña Urraca, de la cuarta parte de la aldea de Otos, además de

la cuarta parte de otras heredades en Madrid, Valnegral y Moratalaz, todo ello por valor de 230

maravedís alfonsíes. Se excluía de la venta la media yugada de heredad que tenía en Otos los hijos

del judío Aben Zadoc.

Poco tiempo después se constituyó la encomienda de Otos, haciéndole agregación de la

aldea de Borox. El primero de sus comendadores Rodrigo Pérez Freyle se documenta ya en la

década de 1210.

La encomienda de Otos se componía de la dehesa de Alhóndiga, con el diezmo y onzavo, la

de la Higuera, la de Otos, de Castillejo (Casa de Serrano), San Raymundo (sitio de Otos, cercanías

de Ciruelos), Talayuela o de la Barca (paso de la Barca de Requena, orilla norte del

Tajo), Madrevieja (¿Infantas?), Atoquedo y la Cavina (posible Casa del Monte), de las Cabeza-

das, Orzagal, Matalonguilla (al este de Las Infantas) y Soto del Espino (al oeste de Castillejos).

Población de Aceca

Aceca aparece como poblado musulmán ya desde el siglo VIII. Luego tras la conquista de

Toledo por Alfonso VI en el año de 1085, conquistó también la plaza de Aceca. En 1097 se

construyó el castillo de Aceca, como medida para asegurar y resistir cualquier ataque que fuera

dirigido por los musulmanes desde distintas posiciones con el evidente riesgo para Toledo, bien

desde el norte, desde Oreja, o bien desde el sur.

31

Aceca recibió de manos de Alfonso VI el fuero de los mozárabes de Toledo en junio de

1102. El modelo repoblador que refleja el fuero de Aceca es de “castrum et villae”, lo que resalta la

importancia de los castillos de frontera por entonces. Determinábase el número de habitantes que

habrían de crear la comunidad acequeña: doscientos vecinos casados, de forma que en enero del año

siguiente se estableciesen ciento cincuenta y el resto al cumplirse la mitad de dicho año. Privilegio

éste de poblamiento señalando término y pobladores al castillo de Aceca. Se les da cuanto hay en el

castillo y cuanto del castillo es (tierras labradas y por labrar, lugares y aguas, llanos y oteros, azudas

y molinos, pastos y prados, huertas y árboles) quedando las viñas reservadas al monarca. Asímismo

les dio la aldea de Velilla con todas sus pertenencias.

Alvarez de Quindós, en su obra sobre el Real Bosque de Aranjuez, dedicó unos capítulos a

la antigua encomienda de Aceca. Debidamente documentado el historiador, se afirma que Aceca

estuvo erigida en dos lugares diferentes durante la Reconquista, manteniendo su categoría de villa

antigua con un fuerte castillo, con jurisdicción sobre término propio con aldeas dependientes,

tierras, prados, montes y pastos, comunicada con Toledo por camino particular, gozando en lo fiscal

de exención de pechos. Este primer emplazamiento de Aceca estuvo bastante alejado del río Tajo,

en el actual término de Yepes, en su orilla izquierda «á bastante distancia de él, hacia al mediodia,

en la dehesa ó millar del Hoyuelo nuevo, de que se cedió parte por el Rey á la villa de Yepes, y

ahora es su término. Allí hay un paraje que conserva el nombre de Aceca la Vieja...». El lugar que

se conoce como Aceca la Vieja es el que destruyó Texufin. La segunda y definitiva localización de

Aceca se produce desde el siglo XII y, sobre todo, con el emplazamiento calatravo en la orilla

derecha del río, en su actual ubicación.

Aceca constituía un punto de interés estratégico en la defensa de Toledo. En agosto de 1130,

los almorávides dirigidos por el hijo del emir almorávide, Texufin ibn Ali, tras un infructuoso

ataque sobre Toledo, se deciden a tomar el castillo de Aceca. Tras asediarlo desde la medianoche del

día 5 de septiembre hasta el ocaso del día siguiente. El castillo fue tomado al asalto y su población

fue masacrada. Al asaltarlo, se demolió hasta los cimientos. Cerca de 200 soldados cristianos

murieron en los combates. Su alcalde, Tello Fernández, junto con muchos otros, fue capturado y

llevado a Córdoba, desde donde fue trasladado a través del Mediterráneo al palacio del rey de

Ali. Nunca regresó a España.

Para realizar esta empresa Texufín tuvo que cruzar el Tajo, con el objetivo de liberar el

enclave musulmán de Oreja, previa destrucción de Aceca. A estos hechos, quizás, se debe el cambio

de localización geográfica de Aceca, cuyo castillo quedó destruido hasta los mismos cimientos,

intentándose, por lo tanto, el poblamiemo en la margen derecha del Tajo, sin abandonar por ello la

posición estratégica, de vital importancia para la salvaguardia de Toledo.

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Los Anales segundos de Toledo dan la noticia de su destrucción en esta forma: «Vino el rey

Texufin con gran huest de almorábides é prisó Ceca é prisó el Alcaet, Tel Fernandez é mató ciento

ochenta ornes; después vino a S. Servant o mató veinte ornes, en la era 1166 año 1128.»

La Crónica latina del emperador D. Alfonso cuenta esta catástrofe del modo siguiente:

«Texufin vino con sus almorávides sobre Toledo, y pasando el Tajo fueron sobre Aceca que era

poblada por Tello Fernandez, capitán de tierra de Saldaña, y desde media noche hasta el otro dia,

puesto el sol, le batieron y al fin le tomaron, destruyéndole hasta los cimientos, haciendo

prisioneros al alcaide y trescientos cristianos que eran con él, los que llevaron a Córdoba y desde

allí los pasaron a África, de donde no volvieron más.». Este documento está fechado en el año de

1333.

Queda probado por este documento que para sitiar a Aceca, Texufin necesitó cruzar el Tajo,

lo que no hubiera sucedido si esta villa hubiera estado donde hoy se la ubica. La fecha más probable

de este ataque fue la 1130. De Aceca la Vieja, se conservaban escombros de casas, hoyos y

desigualdades de cimientos de otras, con señales de una modesta población como sería Aceca,

siendo cuanto puede conservarse después de más de siete siglos.

La destrucción del castillo de Aceca dejaba a la ciudad de Toledo desprotegida frente a las

incursiones de los musulmanes de Oreja. El rey Alfonso VII pidió a sus nobles que reconstruyeran

el castillo de Aceca, a lo que se ofreció el caballero segoviano Gocelmo de Ribas, tenente de Ribas

del Jarama (actual Rivas Vaciamadrid), y hombre de abundante fortuna.

En 1138 se llevó a cabo la ejecución de las obras de reconstrucción fueron protegidas de

eventuales ataques musulmanes por las tropas del alcalde de Toledo, Don Rodrigo Fernández. El

castillo fue reconstruido con altas murallas y fuertes torres. Gocelmo se traslado a Aceca con toda

su familia y sus siervos y repobló el lugar.

La pacificación del territorio, ganada Oreja en 1139, hizo posible que continuase la

economía local todavía orientada al cultivo de los viñedos, como se ha visto. Un dato más con

relación a la Aceca de mediados del siglo XII es el referido a una nueva donación del rey en favor

de Pelayo Pérez de Frómista, quien recibió en 1150 una propiedad en este lugar, llevando a cabo

una amplia labor repobladora "n la comarca al sur del Tajo.

Propiedades en Aceca son donadas en los primeros años de su reinado por Alfonso VIII a

Gutierre Téllez en 1166, a primeros de septiembre. Le fue otorgada la mitad de su territorio, como

dice el documento: «meditate illi castelli quod vocat azecha et medietate de villa et de aldeis ... »,

con lo que queda confirmada la amplia jurisdicción del castillo de Aceca, del que dependía la villa y

aldeas de su término, extendido éste a una y otra parte del río Tajo.

En 1172 tiene efecto la primera donación cuantiosa, pues el entonces poseedor de una mitad

33

de Aceca, el conde don Nuño Pérez de Lara y su esposa Doña Teresa, por orden de Alfonso VIII,

donaron a la Orden de Calatrava el castillo de Aceca y su mitad de la villa con el castillo y

posesiones. Alfonso VIII establecía en este mismo año los privilegios para poblar Aceca y Mocejón,

lugares que se otorgan con todos sus términos y derechos, y se expresa que no sirven a nadie a no

ser a su señor. Con lo que parece decidida la repoblación de la orilla derecha del Tajo, empresa

encomendada a los caballeros calatravos.

En 1174 es señor de Aceca Gutierre Téllez.

En 1176 Alfonso VIII dona la de la mitad villa de Aceca y su territorio, que se extendía a

ambas márgenes del Tajo, a la Orden Militar de Calatrava; esta donación no debe ser sino la

confirmación real de la anterior de 1172. A finales del siglo XII, la Orden Militar de Calatrava creó

una encomienda que se mantuvo durante los siglos XIV y XV.

Posteriormente, el rey Sancho IV confirma en privilegio los otorgados por Alfonso VIII y

Fernando III, en que concedieron excepción del pago de todo pecho, derecho y servicio al concejo

de Aceca, con fecha de 2 de noviembre de 1284. Este amparo real favoreció la pervivencia del

núcleo de Aceca, que se hiw estable durante el siglo XIII. En este tiempo se produciría la progresiva

desaparición del viejo castillo medieval emplazado junto a Aceca, la vieja; castillo de cuyos restos

sólo podría hablar la prospección arqueológica.

En noviembre de 1188 Alfonso VIII (1158-1214) dio a la villa de Aceca privilegio de

exención de todo tributo y concede Privilegio al Concejo de Aceca de los derechos de fonsado y

facendera y tributo regio. Luego sería confirmado en 1218 por su nieto Fernando III (1217-1252), y

en el año de 1284, por su tataranieto don Sancho IV (1284-1295).

La actual localidad de Villaseca de la Sagra, en la provincia de Toledo, se pobló con

habitantes de la antigua Aceca que lejos de las condiciones malsanas del río Tajo se asentaron en

terrenos más saludables.

3. 2.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE ONTÍGOLA (TOLEDO)

El municipio se encuentra situado en el declive de una colina. Pertenece a la comarca de la

Mesa de Ocaña y linda con los términos municipales de Aranjuez al norte y oeste en la provincia de

Madrid, Noblejas al este, y Ocaña al sur, en la de Toledo.

En su término municipal se encuentra la antigua población romana de Aurelia, actual Oreja,

hoy un despoblado. Hacia 169/180 d. C., durante el imperio de Marco Aurelio, se fundó en su honor

un poblamiento romano denominado Aurelia, del cual derivó la denominación medieval de Orelia y

la actual de Oreja. El emplazamiento de Aurelia estaba próximo al cerro que ocupa el castillo de

Oreja en el lado sur del río Tajo. Sus habitantes a fin de aprovechar el potencial económico que

34

ofrecía el páramo alcarreño sito al norte del río, crearon un asentamiento anejo y dependiente de

Aurelia al que denominaron Apis Aureliae (apis significa abeja), tal vez por la abundancia de

colmenas que habría en el lugar, que se corresponde con la actual Colmenar de Oreja.

Castillo de Oreja

El castillo de Oreja jugó un importante papel dentro de la línea defensiva islámica del Tajo

en el s. XI y, sobre todo, durante el s. XII. El actual emplazamiento del castillo medieval de Oreja

fue un antiguo poblamiento de la Edad del Bronce y luego del Hierro II.

Situado en la margen izquierda del río Tajo, tomando a este como foso natural, el castillo de

Oreja defiende los caminos hacia el Norte y la Alcarria.

El castillo de Oreja, como toda la Península, cayó en poder musulmán tras la batalla de

Guadalete en el 711; este territorio pertenecía a la Marca Media, cuya capital era Toledo. Yaqut,

geógrafo musulmán que describió la Península en el tránsito entre el siglo XII y el XIII, nos informa

sobre el castillo de Orelia, del que dice que se trata de un hisn, situado entre Zorita y Toledo,

ciudades de las que equidista diez parasangas; perteneciente a las dependencias de al-Ándalus, los

cristianos lo tomaron en 533/1138.

En 1085, Alfonso VI (1065 a 1109) conquista la ciudad de Toledo. Por los pactos de

capitulación pasan a poder de Alfonso VI, además de Toledo, la vega del Tajo desde Aceca a

Talavera, y otras plazas como Oreja, Ocaña y Consuegra.

Según algunos historiadores el castillo de Oreja no estuvo incluido dentro de la relación de

plazas que, tras la conquista del reino de Toledo, pasaron a manos cristianas. Probablemente ese

paso del Tajo aún permanecería unos años más en poder musulmán.

El 30 de mayo de 1108 se produjo el encuentro con los almorávides, con tan grave revés

para los cristianos que fueron desbaratados y se perdieron todos los castillos de la dote de la mora

Zaida incluido el de Oreja; tras la batalla quedaron muertos el infante Sancho y su escolta, pues, al

tratar de refugiarse en Belinchón, los mudéjares que allí vivían les dieron muerte.

Como consecuencia de la batalla de Uclés, los ataques musulmanes a la Transierra no se

hicieron esperar: Madrid, Talavera, Olmos, y Canales cayeron en su poder, así como otras

localidades. La mayoría de las posesiones de Alvar Fáñez también fueron ocupadas, siendo sitiada

en 1109 la plaza de Alcalá. Libres por el momento quedaron Guadalajara y Oreja, hasta el año 1113.

Las fortalezas de Alboer y Alarilla fueron ocupadas por los almorávides en su campaña del 1110 por

las tierras conocidas como de Alvar Fáñez.

El castillo de Oreja sería perdido por los cristianos en 1113, cuando, un ejército almorávide

al mando de Mázdalí se asentó en tierras del Tajuña en la villa de Apis Aurelia, hoy Colmenar de

Oreja.

35

Durante el periodo almorávide y hasta la definitiva conquista de Oreja en 1139, las tierras

situadas al norte del Tajo quedaron despobladas por las constantes razzias. La repoblación posterior

quedará en época moderna bastante concentrada a juzgar por los despoblados que las Relaciones de

Felipe II registran y que, en buena medida, nos confirman los restos arqueológicos.

Alfonso VII recupera el castillo de Oreja el 31 de octubre de 1139, tras largo asedio iniciado

en abril del mismo año, con el fin de proteger Toledo frente a los musulmanes y evitar el castigo

que estos infringían a los cristianos con sus ataques organizados desde este castillo.

El castillo fue reconstruido y reforzado hacia el lado de levante, más alto que el castillo y

cuya defensa natural era más débil, donde se ubicaba el barrio musulmán. En 1197 cuando los

Almohades derrotaron a Alfonso VIII en Alarcos, seguidamente intentaron tomar el castillo de

Oreja, lo que no consiguieron gracias a las previsiones de Alfonso VII al reforzar sus defensas.

En documento, datado en Toledo el día 3 de noviembre de 1139, Alfonso VII concede fuero

al castillo de Oreja, ya que su repoblación se mostraba necesaria para asegurar las nuevas tierras

conquistadas. Es esta circunstancia de “lugar fronterizo” lo que origina la concesión de importantes

privilegios para los nuevos pobladores, algunos de ellos ya otorgados a Toledo, pero en este caso

aún más favorables.

Alfonso VII dotó a Oreja con un importante territorio (alfoz) que abarcó una parte

significativa del curso medio del Tajo. Su término se extendió aguas abajo del Tajo incluyendo

Aranjuez (cuya primera noticia documental es sobre Aranz en el año 1118, en un Privilegio

otorgado por Alfonso VII), con su barrio de Alpajés, y Ontígola (que pasará luego a depender de

Ocaña).

El Fuero de Oreja asigna al Castillo de Oreja un vasto término dividido por el Tajo. El fuero

cita textualmente que su límite por el oeste llega donde se juntan el Tajuña y el Jarama; al este de

ese lugar y al sur de Titulcia, los despoblados de Aldehuela y San Pedro de la Vega en Colmenar de

Oreja, y la Horcajada en Villaconejos. En la margen derecha del Tajo coincidía básicamente con el

actual Colmenar de Oreja, extendido entonces hasta Villamanrique, Fuentidueña y Villarejo de

Salvanés, llegando hasta Alarilla, la actual ermita de Alarilla, al sur de Fuentidueña de Tajo; por el

otro extremo del río llega hasta Aranjuez. En la margen izquierda del Tajo incluyó Ontígola, Oreja y

Noblejas.

Según se desprende de los términos en que está redactado el fuero, Alfonso VII puso gran

interés en la rápida restauración del castillo de Oreja, así como en la repoblación del mismo y su

término. La repoblación de la vega de Oreja se efectuó con castellanos y francos, formándose

pequeñas aldeas aisladas de las que quedan escasas noticias y vestigios. Tras la promulgación del

fuero, se constituyeron varias aldeas en la ribera del Tajo y en su proximidad, tales como

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Villafranca, Castellanos, San Juan, San Pedro, Carabaña y Torrejón que fueron pobladas, en

muchos casos, por quienes habían participado en la conquista de Oreja. Este intento repoblador no

fructificó y esas poblaciones desaparecerían en beneficio de Colmenar de Oreja.

Desde el año 1139 hasta el momento en que el castillo de Oreja es donado a la Orden de

Santiago en 1171, su término territorial se va reduciendo progresivamente por las donaciones que

realiza el propio Emperador a la iglesia de Toledo y a particulares. Este hecho muestra el fracaso

repoblador en toda esta zona.

En privilegio redactado en Montealegre, término de Carrión, el 11 de septiembre de 1171,

cuyo original existe en el bulario de Santiago escritura número 152, Alfonso VIII hizo donación a

Pedro Fernández, Maestre de Santiago, del castillo de Aurelia (Oreja) con todos sus términos y

bienes en los que incluía la villa de Ocaña. El rey dio “a Dios, a la Milicia de Santiago y a su

Venerable Fundador y primer Maestre Don Pedro Fernández de Fuentencalada, el castillo de

Oreja con sus aldeas, tierras, viñas..”, en los siguientes términos: “…el castillo de Aurelia, con sus

tierras, viñas, prados, aldeas, riberas, pesquerías, montes, y con todos sus montes y pertenencias y

derechos, por juro de heredad” con la condición de que “si hubiese guerra, lo hubiera de recibir el

Rey; y ajustada la paz lo hubiese de restituir a la Orden.”

Ocaña, aunque se incluyera en la donación de Aurelia, fue dada por el monarca en 1173, con

su castillo y término, a Pedro Gutiérrez en pago a sus servicios. Más tarde pasó la mitad de la

misma a Tello Pérez. La Orden de Santiago recurrió esta donación sin éxito.

A partir de este momento Oreja ya no tendrá la importancia que como baluarte defensivo

había estado ejerciendo, sino que como señorío de la Orden, su proyección hay que buscarla en

intereses de índole económico.

La organización administrativa que la Orden dio a su posesión de Ribera de Tajo, se creó en

fecha desconocida a finales del siglo XII. En la encomienda de Oreja quedaron incluidos los

términos de Oreja, Colmenar (que llegaba hasta Estremera incluyendo Villaconejos, Villamanrique,

Fuentidueña, Villarejo y Estremera) y Noblejas, además las dehesas de Torrique, Sotomayor y

Parral.

A partir del siglo XIII, los Maestres de Santiago, que solían residir en Ocaña, fueron

dividiendo la encomienda de Oreja en otras más pequeñas. Así aparecieron las encomiendas de

Alpajés, Biedma, Salvanés, Fuentidueña, etc.

Despoblado de Oreja

El poblamiento de Ocaña, así como la posterior constitución de las encomiendas de Salvanés

o Fuentidueña mermaron las posibilidades de Oreja, de la que se fueron desgajando territorios

dejándola relegada a su mínima expresión. Con el paso del tiempo Ocaña se convierte en una

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referencia de primer orden, mientras que Oreja es abandonada convirtiéndose en un despoblado

pese a que con el tiempo se consolidará en torno a una explotación muy específica un nuevo lugar

que ha llegado hasta nuestro días, Colmenar de Oreja, cuyo topónimo resulta muy ilustrativo.

Lo que queda de la antigua localidad de Oreja, situada a menos de 300 metros del Castillo y

deshabitada desde 1959, tras una lenta agonía sin luz ni agua corriente, está situado en la margen

izquierda del río Tajo, en lo alto de un cortado.

Población de Ontígola

La villa de Ontígola aparece citada por primera vez en 1139 como integrante del territorio de

Oreja, cuando Alfonso VII delimita sus términos y da fuero a sus habitantes: «Terminos preterea

castello aurelie tales habere concedo: uidilicet ab eo loco ubi saramba descendit in tago usque ad

fonticulam et inde ad ocaniolam. Inde vero ad ocaniam maiorem et inde ad nablelas. Inde vero ad

ambas nablelas et inde alharella. Inde vero ad montem dalcarrias quomodo descendit taiunia in

saramba».

Posteriormente, Ontígola pasó a depender de de Ocaña, perteneciendo esta última villa a la

Orden Militar de Santiago.

En 1202 vuelve a aparecer en otro documento de la Orden de Santiago, de 7 de noviembre,

en el que se acuerda con el concejo de Ocaña dividir, para el aprovechamiento común, entre otras

heredades, el prado de Ontígola:«...que partiessen el prado de fontigula por medio, con concilio de

occania, et ipsas hereditates de fontigula...». En este mismo año de 1202 se procede a la

repoblación de Ontígola. El ejido de Ontígola y sus dehesas pasaron a depender de la Mesa

Maestral de Santiago.

A la jurisdicción de Ontígola pertenecieron lo que después fueron Aranjuez y Alpajés, éste

último barrio anejo a la parroquia de aquella villa. Cerca de Aranjuez y muy próximas al Prado de

Ontígola se documenta el Arroyo de las Salinas, que delata una importante explotación salinera en

esta zona.

La Orden de Santiago, en el fuero de 1251, retornó al concejo de Ocaña el lugar de El Prado

(cerca de Ontígola). Además, se fijaron los límites de Ocaña con los términos de Oreja, y Ontígola.

En los términos de Alpajés, el Rebollo y Gulpijares, como propios, usó la justicia de

Ontígola su jurisdicción sin contrariedad alguna, verificándolo igualmente en tiempo posterior a la

cesión de estos a Aranjuez.

Ontígola, poblada en 1450 por 45 vecinos, para 1478 había perdido mucha población por

hallarse la encomienda arrendada y no tener quién los defendiera, tanto es así que los arrendatarios

reales los habían convertido en pecheros suyos.

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3. 3.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE COLMENAR DE OREJA ( MADRID )

Colmenar de Oreja es un municipio perteneciente a la Comunidad de Madrid. Forma parte

de la Comarca de Las Vegas y está situado al sureste de la comunidad autónoma.

Hacia el 169/180 d. C., los romanos que buscaban lugares concretos donde situar sus castros

se establecieron en Oreja y Colmenar de Oreja, nombres castellanizados de los latinos Aureliae y

Apis Aureliae. Ambos poblados son un producto de la dominación romana, y deben su nombre a

que estos asentamientos romanos se denominaron así en honor de su emperador Marco Aurelio.

Los moradores de este lugar no tardaron en darse cuenta de la riqueza apícola del territorio

situado frente a Aurelia y a una distancia considerable del mismo. Igualmente la mejor

predisposición para la agricultura y ganadería que ofrecía el nuevo lugar, dio origen a un nuevo

asentamiento o aldea anexo a Aurelia y que denominaron Apis Aureliae por la gran cantidad de

colmenas que existían. Con la castellanización el lugar tomó el nombre de Colmenar (por apis) y

Oreja (por aurelia).

Durante la dominación romana ambas poblaciones fueron partes de un todo, en el que Oreja

era la cabeza y Colmenar un anejo, donde los romanos encontraron grandes depósitos de piedra

caliza, blanca y pura, de gran valor para la escultura de estatuas y construcción de monumentos.

Tras la invasión musulmana, Colmenar quedó en poder de los sarracenos hasta que en 1085

pasó a poder cristiano al conquistar Alfonso VI la ciudad de Toledo. Colmenar de Oreja, junto con

el castillo de Oreja y los de Caracuey, Alarcos, Consuegra, Mora, Ocaña, Uclés, Huete, Amasatrigo

y Cuenca entró en la dote de la mora Zaida en 1094. La plaza de Oreja se conservó en manos

cristianas hasta 1113 en que cayó en poder de los almorávides; en consecuencia, en ese año se

perdió la localidad de Colmenar.

El 11 de septiembre de 1171 el castillo de Oreja y todo su término es donado por Alfonso

VII a la Orden de Santiago. La localidad de Colmenar de Oreja iba incluida en el territorio asignado

a Oreja.

En 1440, Colmenar de Oreja adquiere el rango de villa y se convierte en el pueblo más

pujante de los que integraron la encomienda de Oreja, gracias a las prerrogativas y derechos de que

gozaban sus habitantes emanados todavía del Fuero de Oreja y gracias a que la Orden prefirió

potenciar los grandes núcleos poblacionales en detrimento de las aldeas diseminadas por el término.

Las gentes de Oreja y de las aldeas de Villafranca, Torrejón, Castellanos, San Juan del

Valle y San Pedro se fueron trasladando a Colmenar de Oreja, quedando yermos estos lugares.

39

3.4.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE O CAÑA (TOLEDO)

En el actual municipio de Ocaña se encuentra la localidad de Ocaña, única habitada, y los

despoblados medievales de Ocañuela, Aljibe, Corralejo, Calera Lebrera, El Prado, Chozas Nuevas y

Chozas Viejas.

En el siglo III a. C. existió un poblamiento carpetano en la cabecera del arroyo del Prado, en

el entorno del cruce entre el ferrocarril y la carretera de Noblejas. Hacia la segunda mitad del siglo

II a. C. se fundó en este lugar la ciudad romana de Ul Cania que perduró hasta la época musulmana.

Tras la invasión musulmana del 711, Ocaña cayó en poder de éstos. Durante la época

islámica, es decir, desde el principio del siglo VIII hasta principios del siglo XI, el nombre,

adaptado a la grafía y la pronunciación árabes, cambió a Ukanya. Yaqut, geógrafo musulmán que

describió la Península en el tránsito entre el siglo XII y XIII, nos informa sobre Ocaña (Awqaniya

que significa abundante en aguas), de la que dice que es el nombre de un monte en el territorio de

Toledo, en Al-Andalus, del distrito agrícola de al-Qasim; en el existen alquerías (qurà) y castillos

(husun). La futura consolidación de este poblamiento en Ocaña, se debe en primer lugar a su

ocupación en época islámica como atestigua Yaqut.

Durante el siglo VIII, los musulmanes se establecen en las proximidades de las principales

ciudades romanas y en fortalezas militares de control del territorio. En Ocaña se establecerían en

“Los Villares”, situado al sudoeste de la antigua ciudad romana de Ul Cania y al sudeste de la actual

población de Ocaña, en el camino que sale de la vieja plaza de toros, entre la carretera de

circunvalación de Ocaña y la autovía de Toledo a Cuenca.

Tras la conquista de Toledo en 1085 por el rey Alfonso VI (1072-1109) de Castilla y León,

Ocaña pasó a manos cristianas a título de patrimonio real. La plaza de Ocaña probablemente no se

perdería de inmediato tras la batalla de Uclés de 1108, sino tal vez en 1110 durante la campaña

almorávide por las tierras del Tajo medio en la que ocuparon las fortalezas de Alarilla y Alboer. En

todo caso, Ocaña pasaría nuevamente a poder cristiano cuando Alvar Fáñez efectuó en 1111 una

campaña contra los almorávides ocupando la ciudad de Cuenca, y seguidamente la de Ocaña,

aunque ésta se mantendría en poder cristiano por poco tiempo. Ocaña se perdería de nuevo en el

1113, al caer el castillo de Oreja, o poco antes.

Se han encontrado en las inmediaciones de Ocaña varias monedas de Alfonso I de Aragón,

lo que implica esta plaza hubo de estar en su poder algún tiempo entre los años de 1110 y 1113,

pues de lo contrario no se hubiesen encontrado las monedas del rey aragonés Alfonso I citadas más

arriba.

En las inmediaciones de la actual iglesia de Santa María existió un castillo o torre

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musulmana, que controlaba las vías de comunicación, entre las que destacaban la antigua vía

romana de Laminio a Titulcia, la que unía Toledo con Cuenca pasando por Ocaña y Santa Cruz de la

Zarza y la que comunicaba esta fortaleza con el castillo de Oreja. En el entorno del castillo existiría

un arrabal musulmán con una mezquita construida a finales del siglo X o principios de XI con

paredes de ladrillo y techumbre de madera, cuyo alminar está embutido en el interior de la torre de

la actual iglesia parroquial de Santa María.

Población y villa de Ocaña

Tras la conquista de Oreja en 1139, Ocaña pasa definitivamente a poder de cristiano y por

este fuero de Oreja se rigió inicialmente, aunque bajo dependencia real, hasta obtener su propia

Carta Puebla en 1156.

El 24 de marzo de 1156, para facilitar la repoblación de Ocaña, Alfonso VII le concede

Carta Puebla o Fuero, como el de Oreja. Este fuero romanceado se conserva en el archivo municipal

de Ocaña.

En el año 1173 el Señorío de Ocaña fue entregado a Don Pedro Gutiérrez, y Don Tello

Pérez, Señor de Meneses, a quien se debe la repoblación de estas tierras toledanas. El 10 de abril de

1173, según carta hecha en Ávila, el rey otorga el Señorío de Ocaña, su castillo y su territorio “en

pago de sus servicios” a Don Pedro Gutiérrez, siendo repartido meses más tarde con Don Tello

Pérez, Señor de Meneses, y sus respectivas mujeres. Ambos eran hijos de Gutierre Téllez, señor de

Aceca, y miembros de una familia hidalga que procedía de la Bureva.

El 15 de febrero de 1174, Pedro Gutiérrez, con la aprobación y el mandato de Alfonso VIII,

cede a la Orden de Calatrava su cuarta parte de la villa y lo hace en redención de sus pecados y por

vía de limosna, confirmándose en Toledo por el rey, don Cerebruno, arzobispo de Toledo, y otros

obispos y nobles. En este mismo año, Tello Pérez cede a la Orden de Calatrava su cuarta parte de

Ocaña.

En 1177, Tello Pérez y doña Gontroda, su mujer, y su hermano Pedro Gutiérrez y esposa

completan la donación cediendo a la Orden de Calatrava y a su Maestre, Martín Pérez de Siones

(1179-1182), de su otra mitad de la villa de Ocaña, otorgando la escritura en la ciudad de Cuenca en

el mes de enero de 1177 por la que mantenían el usufructo hasta su muerte, completando así la

donación. Ocaña sería fortificada en estas fechas.

El 8 de agosto de 1182, el Maestre de la Orden de Santiago, D. Pedro Fernández de Fuente

Encalada (1171-1184) adquiere a los calatravos la propiedad de Ocaña y los diezmos que estos

tenían en Uclés, tras acuerdo con D. Nuño Pérez de Quiñones (1182-1198), representante del

Maestre de la Orden de Calatrava, a cambio de una renta anual de 100 maravedís en las salinas de

Espartinas, en el término de Ciempozuelos. Pronto se creó la encomienda de Ocaña, o de la Torre

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como también fue denominada. Esta encomienda se documenta por primera vez en el 1226, pero

con toda probabilidad fue establecida por los santiaguistas antes de esta fecha.

En 1184, solo dos años después de adquirirla, La Orden de Santiago concedió nuevo fuero a

Ocaña. Parece indiscutible el peso que la monarquía iba a tener a la hora de mediar entre el concejo

de la villa y la Orden. El fuero se corroboró en presencia del rey Alfonso VIII a petición del concejo

de Ocaña y del comendador de Uclés, lo que indica el interés de la Corona en mediatizar a las

Órdenes Militares.

El concejo de Ocaña se consolidó como uno de los más influyentes y potentes de la zona, si

excluimos el de Uclés. Perteneciente al Priorato de Uclés, con la configuración del Partido

santiaguista de Ocaña su eminencia sobre el territorio castellano quedaba patente puesto que de éste

dependería un vasto territorio que abarcaba hasta Alarilla, en dirección a Cuenca, y por la parte

contraria hasta Socuéllamos. La fortaleza del concejo de Ocaña daría lugar a una constante

beligerancia frente a la Orden de Santiago que se extiende hasta mediados del siglo XIII.

Durante el siglo XIII la preponderancia de Ocaña va a ir en aumento. Los Maestres de la

Orden de Santiago se establecen en Ocaña hacia 1210 reuniendo el Capítulo en su iglesia de San

Pedro. La Orden edificó en Ocaña la desaparecida iglesia de San Pedro, a finales del siglo XII o

principios del XIII, y posteriormente estableció aquí su Casa Maestral (en el siglo XIV).

Ocaña alcanzará gran importancia como cabeza de gobernación y residencia de los

Maestres. Prueba de ello es la construcción en Ocaña de su Casa Maestral por Don Lorenzo Suárez

de Figueroa, natural de Ocaña, Gran Maestre de la Orden desde 1387 hasta 1409, año en que

falleció siendo sepultado en la iglesia de San Pedro.

La Casa Maestral estaba en la parte este de la Plaza de Santa Clara, ocupando el solar del

actual banco Barclays y buena parte del paseo público. Estuvo unida con la torre del Homenaje

mediante una galería subterránea. Desde su edificación, la presencia y cuidados de los Maestres por

Ocaña serán evidentes celebrando sus reuniones capitulares en la iglesia parroquial de San Pedro

Apóstol. Posteriormente, tras la asunción de la Orden por la Corona en tiempos de los Reyes

Católicos, esta Casa Maestral sería la residencia de los gobernadores reales de Ocaña.

La Torre del Homenaje, resto del antiguo castillo de Ocaña, se convirtió en cárcel para los

caballeros santiaguistas que cometieran alguna falta. La denominación que se dio a esta torre era

debida a que los caballeros de la Orden que sufrían en ella prisión, hacían al entrar pleito de

homenaje, con todas las ceremonias que la ley disponía, de que guardarían la prisión y de modo

ninguno procurarían quebrantarla.

El 26 de mayo de 1210, en Cuenca, el rey D. Alfonso VIII, su esposa Dª Leonor y sus hijos

D. Fernando y D. Enrique, confirman nuevamente una concordia (fuero) entre el Concejo de Ocaña,

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el Maestre de la Orden de Santiago, D. Fernando González, y el convento de Uclés.

En diciembre de 1251, D. Pelay Correa, Maestre de la Orden de Santiago, tras el acuerdo

conseguido el año anterior por Fernando III, se vio precisado a conceder a Ocaña el fuero de Toledo

“ansi como siempre ovieron” y señalarle sus términos.

El 5 de noviembre de 1281, en Ocaña, el Maestre de la Orden de Santiago, D. Pedro Núñez

(1280-?), concedió a Ocaña nuevo fuero, que comporta una modificación del anterior de 1251. Esta

modificación foral de Ocaña, se produce ante una petición dirigida a la Orden de Santiago por los

caballeros de Ocaña alegando que no tienen las franquezas y libertades como otros caballeros de

Extremadura. Se quejan además los caballeros de que esto les obliga a ir a la hueste en inferioridad

con relación a otros.

El 10 de agosto de 1422, se reúnen cortes convocadas por Juan II de Castilla (1406-1454),

celebrándose las reuniones en la iglesia parroquial de San Pedro hasta su finalización en septiembre

del mismo año. Durante el tiempo que duraron estas corte, el rey residió en un palacio de su

propiedad que tenía en la calle de Sevillanas (este edificio sería destruido por la horda francesa en el

siglo XIX).

En enero de 1469, reinando Enrique IV, se inician las cortes de Ocaña para confirmar los

acuerdos de Guisando (septiembre de 1468), jurando a su hermana Isabel como heredera del trono.

Isabel se quedó en Ocaña, residiendo en la casa de su Maestresala Don Gutierre de Cárdenas y

Chacón.

Tras la desaparición del señorío de la Orden de Santiago en 1493, Ocaña se convirtió en una

gobernación cabeza de un amplio territorio. Los gobernadores llevaban el rimbombante título de

“Gobernador de la provincia de La Mancha, Tajo y su ribera; Ocaña, Uclés y su común y los

demás lugares de la Orden, con las haciendas de Huélamo, Paracuellos y Mohernando”.

Los Reyes Católicos convocaron cortes en Ocaña, por carta expedida en Ocaña a 5 de

diciembre de 1498, para el día 5 de enero de 1499, con el objeto principal de que jurasen como

heredero de Castilla al príncipe Don Miguel, su nieto. En las Cortes se juró como sucesor y

heredero el príncipe don Miguel, hijo de la princesa Isabel de Castilla y del rey de Portugal, Don

Manuel. Vana diligencia, porque el Príncipe falleció en Granada el 20 de Julio del año 1500.

Términos despoblados

De las aldeas concedidas en 1251 a Ocaña, si descartamos a Villatobas, las demás a fines del

siglo XV estaban sin población. Estas fueron las de Ocañuela, Cabeza Lebrera, El Aljibe, El

Corralejo, El Prado, Chozas Nuevas y Chozas Viejas.

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Despoblado de Ocañuela

Ocañuela estuvo situada en una zona rica en agua, al noreste de Ciruelos, donde aparece el

curioso topónimo de Barco de Ocañuela y el Corralejo, al norte de Ciruelos. En esta zona se

localizan gran número de topónimos denominados chozos.

Esta población fue entregada por la Orden de Santiago al concejo de Ocaña según se

establece en el fuero otorgado en diciembre de 1251, consecuencia de la anterior avenencia de 1250

lograda por Fernando III para resolver el conflicto entre ambos: “E demás otorgamos vos por

vuestras aldeas, que sean de la villa de Ocaña, así como las soliedes haber, otorgamos vos las por

término villa de Tobas, y las chozas ambas, y el Aljibe, y Ocañuela, y el corral, y el prado, que es

cerca de Fontigola de parte de diuso de la cabeza, que es cerca del orto fasta Fondon, e parte con

Aranjuege dambas partes, así como vierte las aguas, y el prado de suso del vallador, que es cerca

de la fuente labrada fasta en la Serna”.

Despoblado de Aljibe

El despoblado de Aljibe estaba ubicado en el comienzo del arroyo del Aljibe, al oeste de

Ocaña en el camino de Ciruelos. Alfonso VII le otorgó fuero en 1154, aunque no prosperó (José

Luis Martín, Orígenes de la Orden Militar de Santiago 1170/95).

Otros despoblados

Los despoblados de Chozas Nuevas y Viejas, de localización imprecisa, estaban situados en

un punto intermedio entre Villatobas y Dosbarrios, en las proximidades de los actuales topónimos

de Chozo del Pico y Chozo de las dos Bocas.

El despoblado de Corralejo estaba situado al norte de la actual Ciruelos, próximo al

Salobral.

El despoblado de El Prado estaba próximo a Ontígola.

Del despoblado de Calera Lebrera se desconoce su ubicación.

3. 5 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE NOBLEJAS (TOLEDO)

En el actual municipio, además de la población de Noblejas, se localizan los despoblados

medievales de Noblejuelas y Torrique. Se cita al término de Noblejas en el fuero de Oreja de 1139

como integrante de su territorio.

Población de Noblejas

Tras la conquista de Oreja en 1139, la población de Noblejas, pertenecía a la jurisdicción de

Aurelia:«Terminos preterea castello aurelie tales haberes concedo: uidilicet ab eo loco ubi saramba

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descendit in tago usque ad fonticulam et inde ad ocaniolam. Inde vero ad ocaniam maiorem et inde

ad nobleas», comenzándose su repoblación hacia 1150.

En 1209 aparece nuevamente como nobles en un documento de Alfonso VII donde se cede a

Alfonso Téllez la villa de Montalbán:«... et inde comodo uertunt illas aquas ad Dos Barrios et ad

illa fonte del canno et ad Nobles,...».

En 1214 cede Toledo a la Orden de Santiago los diezmos de Noblejas y en 1244 figura ya

como lugar poblado.

Después pasa a depender de Ocaña, que prosigue el movimiento repoblador de esta villa

bajo la autoridad de la Orden de Santiago, a la que Noblejas perteneció hasta la creación del

condado de Noblejas en 1689.

Despoblado de Torrique

Torrique estaba junto al Tajo, al este de Oreja, junto a un antiguo torreón. Torrique fue

entregado en 1139 por Alfonso VII a don Amor, su “populari et servo”. Se despuebla en el siglo

XV.

Poco después de finalizar la conquista de Oreja, junto con el documento del fuero, Alfonso

VII hace donación a su siervo Amor y a su mujer de esta aldea “que est supra castellum Aurelie…

cum suo termino, scilicet: de uno acirat usque illum cirat et ranconadam quae circa primum acirat

constitit, cum sua entrada et cum suo exitu”.

En el documento confirman pobladores de Oreja –Pedro Galero y Domingo Aiondi- y los

primeros alcaides que tuvo la fortaleza, ya mencionados: Miguel Midiz “alcayde in Aurelia post

dompnum” Rodrigo Fernández.

En 1227 la Orden de Santiago compra a doña Leocadia y su marido, don Asensio, las tierras

que poseían en las aldeas de Torrique y Noblejas por 80 maravedís. Esta Leocadia era hija de

Domingo Amor y nieta del don Amor que recibiera la donación en 1139.

Despoblado de Noblejuelas

Noblejuelas, población ubicada al oeste de Noblejas, en el camino de Aranjuez, al inicio del

arroyo de la Fuente del Berralo, se despuebla en el siglo XV.

3. 6 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE VILLARRUBIA DE SANTIAGO (TOLEDO)

Villarrubia de Santiago es una población de la provincia de Toledo que linda con los

términos de Colmenar y Villamanrique en la provincia de Madrid, y Santa Cruz de la

Zarza, Villatobas y Noblejas, en la de Toledo.

En este municipio solo se existe actualmente la localidad de Villarrubia, estando

despoblados desde el siglo XV los lugares de Biedma, Villandín, San Bartolomé y La Cueva, junto

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al Tajo; más al interior se ubica el despoblado de Villoria que también se despuebla en el siglo XVI.

Encima del Tajo, donde actualmente está la ermita de la Virgen del Castellar, existió el

castillo del Tormón que junto con los castillos de Oreja, Alboer, Ocaña y otros menores constituía la

primera línea de defensa cristiana, en el valle del Tajo, de la ciudad de Toledo frente a los intentos

de conquista almohade.

En el año de 1154, Alfonso VII decidió repoblar la ribera del Tajo estableciendo, entre otros,

los lugares de Biedma, Valdajos y Villafandín o Villandín, actualmente despoblados, en el

municipio de Villarrubia de Santiago. Estos lugares junto con el por entonces no habitado de

Villarrubia los entregó el monarca castellano en 1155 a don Gonzalo Alguacil, de Toledo, casado

con doña Orabuena. Posteriormente se repoblaron los lugares de La Cueva y Villoria en la margen

izquierda del río.

Después de creada la encomienda de Biedma por la Orden de Santiago, aparece en 1.204 el

documento de carta puebla de Villarrubia por el maestre de Santiago Don Fernando González de

Marañón (1206-1210).

Después de estas dos encomiendas se creó la de Villoria, a la que pertenecían el ejido de

Alboer, San Bartolomé, Villoria, Villahandín y la dehesa del Castillo. En un principio figuran unidas

las encomiendas de Biedma y Villarrubia y en el siglo XV lo hace también la de Villoria.

Presencia de la Orden de Santiago

Las diversas poblaciones del actual término de Villarrubia fueron adquiridas por la Orden de

Santiago hacia el final del siglo XII y comienzos del XIII. En su expansión, la Orden de Santiago

procura organizar un nuevo señorío a base de Villarrubia, igual que había hecho en Oreja y Ocaña.

El gran potencial hidráulico de la zona puede explicar los intereses de la Orden sobre estos

lugares. Su destacada posición geográfica trajo como consecuencia una compleja administración

por parte de la Orden. Sobre esta unidad territorial la Orden organizó dos encomiendas o al menos

existieron dos comendadores desde época muy temprana, estas fueron la de Biedma y la de

Villarrubia.

Despoblado de Biedma

El poblado de Biedma en un principio estuvo ubicado junto al castillo del Tormón, donde se

encuentran los actuales aprovechamientos de salinas vinculados al Santuario de Ntra. Sra. del

Castellar. Hoy, sin embargo, se le da el nombre de Biedma a las tierras situadas al otro lado del

Tajo, enfrente del citado Tormón. El sitio era ideal para una población: cerca del río y una fértil

vega, todo ello vigilado desde la atalaya del Tormón, que además era una defensa natural. La

comunicación entre ambas riveras estaba asegurada y facilitada por el paso establecido ya en tiempo

46

de los romanos.

En 1173, las tierras de Biedma y de Villoria, fueron entregadas por el rey Alfonso VIII a don

Lope de Varea y a su esposa Sancha Pérez de Azagra, hija de Pedro Ruiz de Azagra (señor de

Albarracín), para que las repoblaran y sirvieran de defensa contra la invasión árabe.

En el primer tercio del siglo XIII, la Orden de Santiago se anexionó un núcleo de

propiedades, formando un señorío que lo constituían las localidades de Villarrubia, Biedma y

Villandín. No se conoce bien como pasaron a manos de la Orden, pero en 1204 Biedma y

Villarrubia ya estaban en su poder. Biedma aparece como un castrum, que es dado en prestimonio,

que incluye hereditatem, prados, viñas, huertos, aceñas, molinos y dehesas de conejos y de río

(posiblemente cotos de pesca) y se alude a su dominio sobre hombres (dominium vasallorum). El

castillo (Tormón) incluye un grupo de aldeas que engloban diferentes actividades productivas

relacionadas casi en exclusividad con el Tajo y su explotación hidráulica.

Hacia 1207 La Orden de Santiago nombró un tenente único para las encomiendas de Biedma

y Villarrubia, que era el anterior propietario, don Lope de Varea. Don Lope de Varea había recibido

de Alfonso VIII en el 1173, las heredades de Villarrubia, Biedma y Villarrubio (en Tarancón), para

poblarlas.

En 1210 se documentan las encomiendas de Biedma y Villarrubia. Biedma se despoblaría a

favor de Villarrubia, aunque su territorio no se incorporó hasta fechas posteriores.

Don Lope de Varea probablemente murió hacia 1215, durante el maestrazgo de García

González (1214-1217 y 1222-1224), y su viuda, en cumplimiento de una de las cláusulas del

contrato, recibió en prestimonio la mitad de los bienes empeñados. Lo que realmente sucedió fue

que la Orden de Santiago adquirió en ese momento la propiedad directa de la otra mitad de los

bienes correspondientes al marido. Tras la muerte de Lope de Varea la Orden de Santiago hace

cesión de potestad jurisdiccional en Biedma y la mitad de Villarrubia a favor de su viuda Doña

Sancha Pérez de Azagra con ciertas concesiones.

En 1242 Biedma ya tiene el título de villa, pero no consigue prosperar porque el paso del río

se hace por Fuentidueña, al mismo tiempo que le perjudica el gran desarrollo que iba tomando

Colmenar de Oreja. Por eso Biedma cada vez se reduciría más a un pequeño caserío agrícola. Sólo

quedará una ermita en el lugar que ocupó el castillo del Tormón.

En 1294 el comendador de Biezma Ruy López de Salas, aparece como alférez de la Orden y

Trece, siendo comendador de Villarrubia en este momento Fernán Pérez de Azebes.

Población de Villarrubia

En 1204, el maestre de la Orden de Santiago inicia la repoblación de Villarrubia. Aparecen

los primeros documentos escritos que hablan de Villarrubia. Según el historiador Rades de Andrada

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este documento dice algo así: "don Lope de Varea y doña Sancha, su mujer, confirmaron cierta

conveniencia que la orden había hecho sobre el pleito que se movió acerca de la posesión de

Biedma y Villarrubia". Esta es la primera noticia documental de la existencia de Villarrubia.

Después de creada la encomienda de Biedma, aldea antecesora de Villarrubia, aparece en

1204 el documento de carta puebla y por tanto la fundación de Villarrubia dado por el Gran Maestre

de la Orden de Santiago don Suero Rodríguez (1204-1205), dándole el fuero de Ocaña, al que se

acogieron los núcleos de población que existían en torno a la encomienda de Biedma. Este fuero

sería confirmado en 1207 por el Gran Maestre don Fernán González de Marañón (1206-1210).

En la fecha de 1207, aun no estaban constituidas las encomiendas santiaguistas y aparece un

tenente único para Villarrubia y Biedma, el anterior propietario, don Lope de Varea. Estamos ante el

proceso de articulación del lugar, al que se dota de un embrión concejil, tendrán juez y alcalde.

Villarrubia tuvo desde el principio jurisdicción civil y criminal y título de villazgo,

estableciéndose como encomienda al tiempo de su fundación. El Maestre de la Orden y el cabildo

de Uclés dividieron Villarrubia: una parte se la reservaron y la otra la dieron a 25 pobladores,

cristianos viejos, a los que concedieron un fuero que estaba calcado de los dados por Alfonso VII a

Oreja en 1139 y a luego Ocaña en 1156, si bien con algunas modificaciones.

Después de la fundación de Villarrubia, se fueron despoblando Biezma y Villoria a favor de

la primera, aunque sus territorios no se incorporaron hasta fechas posteriores, posiblemente en el

siglo XVI.

Despoblado de Villoria

La población de Villoria se estableció en el curso medio del arroyo Villoria, perdurando

hasta el siglo XV, cuando pasó a ser dominio de Villarrubia. Villoria se despobló por no tener agua

dulce y en el siglo XVI todavía se veían algunas casas y su iglesia. Actualmente aún se conservan

restos de su iglesia cuyo Santísimo Cristo de la Fe fue trasladado a la iglesia parroquial de

Villarrubia.

La encomienda de Villoria, mencionada en un documento de 1204, comprendía el ejido de

Alboer, Villoria, Villafandín, San Bartolomé y la Dehesa del Castillo.

Despoblado de Villandín

Villandín o Villafandín, en la margen izquierda del Tajo, fue un importante complejo

hidráulico situado entre Medina y Alboer; su nombre ya figura en documentos del siglo XII.

La localidad de Villandín fue entregada en 1156 “pro bono et fideli servitio” por el

emperador Alfonso VII, para ser poblada, a don Gonzalo Alguacil, de Toledo, marido que fue de

doña Orabuena, y a sus hijos y sucesores.

Las desaparecidas poblaciones de San Bartolomé, Valdajos y La Cueva estaban próximas

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al Tajo. La Orden de Santiago en su repoblación de la zona próxima al Tajo las repobló a finales del

siglo XII, despoblándose a más tardar en el siglo XV.

Despoblado de La Cueva

La Cueva estaba en la margen derecha, al oeste de Villandín. La Cueva fue poblada por

freires santiaguistas probablemente hacia 1180, por lo que el comendador de Uclés, Pedro Franco,

podía atribuirse sobre ella ciertos derechos. Villandín como vimos era propiedad de doña Orabuena

y sus hijos.

En La Cueva, al igual que en Villandín y Valdepuerco, la condesa Orabuena y la Orden de

común acuerdo ponían los alcaldes y jueces.

Despoblado de Valdajos

De Valdajos se conserva el topónimo de Casas de Valdajos, junto al Tajo, muy próximo alTormón.

Despoblado de San Bartolomé

De San Bartolomé no se tiene ninguna información, pero se sabe que estaba situada junto al

Tajo y hacia el este de Valdajos.

3. 7.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE VILLAMANRIQUE DE TAJO ( MADRID )

La presencia humana se hace más estable en el término de Villamanrique en la época

musulmana. Es en ese momento histórico cuando aparece la aldea de Albuher (Alboer), pequeño

núcleo de población situada en el mismo lugar en que ahora se alza Villamanrique, y con un término

que se extendía por ambas orillas del río.

Castillo y puebla de Alboer

Alboer contaba en el siglo XI con una pequeña población con pesquerías, molinos y tierras

de labor en las que debía haber regadío, porque el mismo nombre de Albuher indica que había una

presa en el río o en alguno de los arroyos que desembocaban en él. También había un castillo, cuyos

restos aún se conservan en un cerro al otro lado del río frente al pueblo.

Este castillo de Alboer, con su puebla, fue un punto de defensa importante durante las

épocas del Emirato y del Califato de Córdoba (siglos VIII al X), pues formaba parte de la línea

defensiva de la Marca Media, en la que también estaban integrados otros castillos vecinos como los

de Oreja, Alarilla y Zorita. La fortaleza de Alboer dominaba uno de los pasos del Tajo, junto a las

vecinas de Alarilla (enfrente de Fuentidueña) y Oreja (frente a Villaconejos-Colmenar).

En 1085 pasó a poder de Alfonso VI y entonces fue una de las fortalezas de defensa de

Toledo frente a los almorávides, perdiéndose después de la derrota de Uclés en 1108.

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La primera noticia documental que poseemos de la puebla de Alboer es de 23 de abril de

1099. Alboer forma parte de las donaciones que Alfonso VI hace a don Bernardo de Toledo; pero

éste no debió poblarlo ya que en 1146 Alfonso VII dice que debe “reedificare e populare desiderans

…duas meas villas desertas”. Estas villas son Villamanrique y Villar del Puerco, despoblado ya en

el siglo XVI, que son donadas a unos vecinos de la ciudad de Toledo.

Hacia el 1103, Alfonso VI hizo entrega al Arzobispado de Toledo de la Rinconada de

Perales, que probablemente formaba parte del antiguo territorio del hisn de Alboer”, por lo que el

castillo pasó a ser propiedad del obispado.

Pero pocos años después, cuando en 1108 Alfonso VI fue derrotado por los almorávides en

Uclés, el castillo de Alboer cayó de nuevo dentro de la zona de dominio musulmán, que se extendió

hasta las puertas mismas de la ciudad de Toledo. Las fortalezas de Alboer y Alarilla fueron

ocupadas por los almorávides en su campaña del 1110 por las tierras conocidas como de Alvar

Fáñez.

En el fuero de Oreja de 1139 se incluía como integrante de su territorio al actual municipio

de Villamanrique de Tajo y su castillo de Alboer, en aquel entonces incluido en el término territorial

de Colmenar de Oreja. El castillo de Alboer seguiría siendo una fortaleza importante dentro de la

estrategia ofensivo-defensiva de esta zona fronteriza entre la cristiandad y el Islam, hasta que la

frontera se desplazó más allá del Guadalquivir.

En el año 1153, Alfonso VII hace donación del castillo Alboer con todos sus términos y

derechos al conde Ponce de Minerva, con todos sus derechos y pertenencias, como recompensa:

“castello quod vocatur Albuer et iacet inter Oreliam y Almugueram”, por los servicios que éste se

ha prestado en la conquista de Almería: “… pro bono et fideli servicio quod michi feicistis in

Almaria et in aliis locis in partibus scilicet christianorum atque sarracenorum”.

En fecha imprecisa, el conde Ponce Minerva cedió sus derechos a Oth, conde de Almería, y

éste a su vez, en 1161, lo dona a Sancho Cóchar en heredad.

Desconocemos el momento en que Alboer pasa a ser propiedad de la Orden de Santiago, si

bien es posterior a 1175 ya que no figura entre los lugares confirmados por el Papa Alejandro III.

Tampoco existe el documento de donación, pudiéndose pensar que o bien los santiaguistas lo

compran a Sancho Cóchar, o éste se hace miembro de la Orden, pasando así a ser propiedad de la

misma.

Después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) y de la conquista de Córdoba (1236) y

Sevilla (1248) por Fernando III, el valle del Tajo quedó muy retirado de la frontera con el Islam, por

lo que muchos de estos castillos perdieron su importancia estratégica, pero siguieron manteniéndose

en pie. Por otra parte el paso del río que controlaba el castillo de Alboer también perdió importancia

50

frente a la potenciación por la Orden de Santiago de los pasos por Alarilla-Fuentidueña y Oreja-

Ocaña.

A inicios del siglo XIII (1214-1245) viene citado Alboer en el acuerdo entre el arzobispo de

Toledo y el Maestre de Santiago por ciertos derechos sobre iglesias y aldeas y a mediados del

mismo siglo (1253) es citada en el Fuero de Santa Cruz de la Zarza como una de las aldeas con las

que limita su término.

En 1253 el “castillejo de Alboer” fue concedido a Santa Cruz de la Zarza como parte

integrante de su término y, tal vez desde ese momento, comenzaría la ruina de su edificio.

Posteriormente, fue reintegrado a Villamanrique de Tajo.

El abandono del castillo Alboer se debió a las nuevas necesidades comerciales sobre el Tajo,

por lo que fue sustituido por Fuentidueña, cayendo en un proceso de abandono que provocó su

despoblación y su traslado a Villamanrique de Tajo, donde se conformó una importante explotación

agropecuaria que aún hoy se conserva. Su destrucción total se produjo en el siglo XV. En el

contexto de la guerra civil desencadenada en Castilla a la muerte de Enrique IV, entre los partidarios

de su hermana Isabel (la Católica) y su hija Juana (la Beltraneja).

En el siglo XIV la puebla de Alboer se despobló, al igual que otras aldeas cercanas, tal vez a

consecuencia de las guerras civiles en Castilla. Fue definitivamente destruido durante la Guerra de

Sucesión Castellana en 1478.

Población de Villamanrique de Tajo

Villamanrique es una población situada en el corazón del valle medio del Tajo, que ocupa

una posición central en la comarca madrileña conocida como “Las Vegas”. Es la localidad más

pequeña de todas la que integran esta comarca.

Se tienen noticias de Villamanrique de Tajo en 1.099, cuando Alfonso VI donó a la Iglesia de

Toledo los lugares de Perales, Montroleas, Villamanrique y Villarejo. Posteriormente la corona

retomó los territorios y los donó a la Orden de Santiago, para que defendiera el territorio.

Los orígenes de Villamanrique parecen poder dividirse en dos etapas claras, separadas por

un probable episodio de despoblación en el siglo XIV (real o jurídica). La fundación del pueblo

actual parece remontarse a finales del siglo XV o inicios del XVI, en el marco de las luchas

nobiliarias y dinásticas anteriores a la coronación de Isabel I.

El nombre de la nueva villa está claramente relacionado con la familia Manrique, varios de

cuyos miembros ocuparon puestos muy relevantes en la Orden de Santiago.

Seguramente fue D. Pedro Manrique, segundo duque de Osorno y Comendador Mayor de

Castilla, quien le dio nombre, pues se sabe que desde su territorio atacó y destruyó el antiguo

51

castillo de Alboer, en el que se encontraban tropas del marqués de Villena, su mayor enemigo

durante la Guerra de Sucesión Castellana (1475 –1479).

Villamanrique siguió siendo territorio de la Orden de Santiago hasta que, en 1571, en

tiempos de Felipe II, fue vendida como villa de señorío a Doña Catalina Lasso de Castilla, junto con

la Dehesa del Castillo.

3. 8.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE FUENTIDUEÑA DE TAJO ( MADRID )

La Historia de Fuentidueña está íntimamente ligada a la presencia en sus tierras de dos

castillos; uno desaparecido hace tiempo, llamado Alfariella en un principio y luego Alarilla, punto

estratégico militar importante en la dominación árabe, del que se conocen documentos y escritos de

origen islámico. El otro, el de Santiago, conocido hoy como Torre de los Piquillos, edificado sobre

el mismo pueblo.

Castillo de Alarilla

Alarilla fue un punto estratégico militar importante durante la dominación árabe, del que se

conocen documentos y escritos de origen islámico. Los moros fortificaron Alarilla levantando allí

un castillo que servía, junto con los de Zorita, Alboer, y Oreja, para defender Toledo y la frontera

del Tajo frente a los cristianos.

En 1085 pasó a poder de Alfonso VI y entonces fue una de las fortalezas de defensa de

Toledo frente a los almorávides, perdiéndose después de la derrota de Uclés en 1108. Las fortalezas

de Alboer y Alarilla fueron ocupadas por los almorávides en su campaña del 1110 por las tierras

conocidas como de Alvar Fáñez. A partir de la toma de Oreja en 1139 pasó de nuevo al poder

cristiano incorporado al alfoz de Oreja.

Este castillo, garantizaba el desarrollo económico de la población y fue punto defensivo

sobre el Tajo durante la Reconquista. Desde el castillo de Alarilla los caballeros de la Orden de

Santiago hacían frente a las incursiones de los moros de Cuenca, Moya, Huete y Alarcón.

Actualmente está en ruina, casi inexistente, y en su lugar se encuentra la ermita de Alarilla.

Alarilla sería la primera gran plaza militar de la Orden de Santiago a la que ésta cede las

prerrogativas del control del Portazgo. En un documento sin fecha, escrito entre 1172-1182, se

relacionan los aranceles que pagaban portazgo en Alarilla.

En octubre de 1240, en una cesión que hace la Orden de Santiago a don Pedro Ruiz, a título

de prestimonio vitalicio como agradecimiento a sus servicios y por los cien maravedís que éste les

había dado a la Orden, de las casas y tierras que ésta tiene en el término de Valdepuerco, aparece

como confirmante el por entonces comendador de Alarilla don Pero López.

Más adelante, Estremera sustituyó a Alarilla consolidándose como una mejor zona de paso

52

del Tajo. Consecuentemente, Alarilla perdió importancia y se fue despoblando en beneficio de

Fuentidueña.

Población de Fuentidueña

Los primeros documentos conocidos de Fuentidueña pertenecen al reinado del rey Alfonso

VI, quien hacia 1103 donó la Rinconada de Perales (posiblemente antiguo término del hisn de

Alboer en el que estaría incluida Fuentidueña) a la catedral de Toledo. La mayor importancia de este

lugar comienza a finales del primer tercio del siglo XIV.

La ocupación almorávide de Fuentidueña fue breve, siendo recuperada tras la toma del

castillo de Oreja en 1139. Fuentidueña, por entonces dependiente de Colmenar, aparece como

integrante del castillo de Oreja al que Alfonso VII le concede el fuero de Oreja en 1139.

En febrero de 1167, mediante Privilegio despachado en Toledo a 14 de las calendas de

febrero, Alfonso VII dona al monasterio de San Vicente, de Toledo, las aldeas de Fuentidueña y

Estremera, “con su alberguería junto al vado de Alfadilla, con sus villares y tierras, molinos,

pesqueras y azudas, y señaladamente lo que estaba baxo del muro del castillo de alfadilla con sus

montes, fuentes, sotos, pastos, entradas y salidas, y con todas sus pertenencias y sus salinas”,

expresando que sus términos se dividen “desde Val del Puerco por Almoguera, y debajo del

Salinero por Alboer y Villar de Saduc”.

En 1172, Fuentidueña pasó a poder de la Orden de Santiago al ser una de las aldeas

dependientes de Alarilla. El 1 de febrero de 1172, el rey don Alfonso VIII, mediante Privilegio

“fechado en Toledo a 7 de Febrero de la Era de 1210 y año de 1172” donó a la Orden de Santiago el

castillo de Alarilla y todo su término: aldeas de Estremera, Fuentidueña, Salvanés, Belichón con sus

salinas, Tarancón y el vado del Tajo que se cruzaba con una barca.

Fuentidueña fue encomienda independiente al menos desde 1241, cuando aparece la primera

y única referencia a un comendador en este lugar. Sustituyo a Alarilla como zona de paso,

consolidándose como una mejor zona de paso. El traslado de Alarilla a Fuentidueña, con la

construcción de su castillo, no es sino un ejemplo de esta política de monopolio sobre la vía

comercial. Fuentidueña, se convirtió en un lugar clave en la centralización comercial en la zona.

Fuentidueña aparece claramente vinculada a la Mesa Maestral y en su castillo se acogerá al

Maestre y a sus sucesores, que controlan este lugar. Fuentidueña fue una población de gran interés

para los santiaguistas, pues cerca de ella estaba ubicada una de las tres barcas autorizadas para el

paso de mercancías por el curso alto del Tajo, con el subsiguiente derecho arancelario.

En 1328 se le concede fuero a Fuentidueña y se articula la formación de un concejo. Se

otorga al castillo de Fuentidueña, una carta de población limitada de forma reiterada a sesenta

53

pobladores. El texto foral otorgado establece que en la zona de ocupación del castillo del lugar, no

puedan vivir más de sesenta pobladores, debiendo ocupar el resto de habitantes que pudieran venir

los arrabales, lo que demuestra que la cesión del territorio se realizó de forma perfectamente

dirigida.

Durante el reinado de Juan II, Don Álvaro de Luna, condestable de Castilla, fue nombrado

Maestre de la Orden de Santiago, ocasión que aprovechó para fundar un mayorazgo en Fuentidueña

de Tajo, por entonces perteneciente a la Encomienda Mayor de Castilla de dicha Orden Militar, que

dejó a su hijo Pedro de Luna.

El castillo de Fuentidueña de Tajo está situado sobre un cerro, desde donde se domina el

pueblo, y es visible desde la autopista A-3. Se encuentra en estado ruinoso. El edificio fue

construido, en su mayor parte, en tapial. Presentaba dos cuerpos, uno principal y un gran albacar,

separados por un foso interior. Los restos conservados son fruto de una ampliación emprendida en

el siglo XIV, dos siglos después de su fundación. Mide, de norte a sur, aproximadamente 110 metros

y, de este a oeste, unos 50. Aún siguen en pie las torres que defendían cada una de las esquinas,

cuya base, según estimaciones, oscilaba entre los 2,5 y los 3 metros de lado.

En el castillo vivió la reina Urraca I, esposa de Alfonso I de Aragón, a quien el pueblo de

Fuentidueña de Tajo llamaba su dueña. Este apelativo, unido a la existencia de un manantial a los

pies del cerro donde se emplaza el castillo, da nombre a la localidad. En el año 1212, Alfonso VIII

consolidó la plaza, tras su victoria en la batalla de Las Navas de Tolosa, que permitió la expansión

meridional del reino de Castilla.

3. 9.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE ESTREMERA ( MADRID )

La Estremera medieval se fundó hacia el año 1006, poblándose con vecinos de Casasola,

Santiago de Vililla y Annos (situado en la cadena Montañosa que bordea el río Tajo por el margen

de la derecha, entre Brea de Tajo y Driebes, y hoy perteneciente al término municipal de

Almoguera, en Guadalajara) del que la leyenda dice que sus habitantes lo abandonaron porque se lo

comieron las hormigas.

La ocupación de la villa por los árabes es un hecho evidente, así lo demuestra que muchas

calles del pueblo lleven vestigios de nombre árabes, tales como las de Castillejo, Morillas, Altillo

del Moro, y en sus campos existen nombres como los de Lindazar (Linde del Azahar) Barranco de

la Mora, etc.

Tras la conquista de la ciudad de Toledo por Alfonso VIII en el año 1085, el territorio de

Estremera, lo que hoy es su término municipal, pasó a manos cristianas junto con toda la taifa a la

que pertenecía desde 1031. La población mozárabe que viviera en él probablemente permaneció en

54

el lugar, aunque con la posterior invasión almorávide y su conquista de los castillos de Oreja y

Uclés, se despoblaría toda la zona.

El año de 1110 los almorávides arrasan el entorno de Estremera. El año anterior habían

ocupado el castillo de Alcalá y el 1 de julio de ese mismo año moría Alfonso VI, tras haberse

esforzado mucho, sin éxito, en reconquistarla, pues era fundamental para la defensa de Toledo.

Desde Alcalá Alí ben Yusuf, por la calzada de Complutum a Titulcia arrasó todas las aldeas del

Tajuña. También llegó hasta Toledo y puso cerco a la Plaza. Tenían desde aquí en jaque Madrid,

Guadalajara y todas las tierras del Henares.

El año de 1111, Alvar Fáñez Reconquista las aldeas del Tajuña. Fáñez llegó hasta Cuenca en

su acción contra los almorávides.

En 1113 Estremera cae de nuevo en poder almorávide. Un ejército norteafricano al mando

de Mazdalí se asentó en tierras del Tajuña hasta villa Aurelia, hoy Colmenar de Oreja. Se hicieron

fuertes en el castillo de Oreja, desde donde dominaban todo el territorio circundante.

Lo que sí sabemos es que Estremera comenzó a repoblarse y creció como aldea de

Almoguera durante la primera mitad del siglo XII; estaba en un extremo del término que les fue

asignado a Zorita y Almoguera en 1124. Después, Alfonso VII la incorporó al alfoz de Alharilla,

cuando decidió repoblar y fortalecer su castillo, quitándole territorio a Oreja y a Almoguera.

El primer documento escrito sobre Estremera, del que se tiene constancia, data de 1167; en

él, el rey Alfonso VIII dona al monasterio y a los monjes de San Vicente Mártir en Valencia las

aldeas de Fuentidueña y Estremera. Esta donación no debió llevarse a efecto o bien los monjes,

dada la inestabilidad de la zona, no se hicieron de ellas y pasaron de nuevo a la corona.

En 1170 se creó la Orden Militar de Santiago para luchar contra los musulmanes y defender

la frontera frente a los almohades. Desde el primer momento, a ésta, se le fue dotando de

propiedades y la aldea de Estremera le fue entregada en la donación del castillo de Alharilla y su

alfoz, que realizó Alfonso VIII en 1172. Tres años después, el Papa Alejandro III, en la bula

fundacional de dicha Orden, señala a Estremera como propiedad de ella y de manera independiente

al resto de posesiones, lo que indica que la aldea ya tenía cierta importancia.

En torno al año de 1182 el Maestre de Santiago, Pedro Fernández, por mandato del rey

Alfonso VIII, concede fuero a Estremera. Este fuero, réplica casi literal del fuero de Uclés, buscaba

atraer gente que cultivaran las tierras y produjeran rentas para sus propietarios, en este caso la

Orden de Santiago.

La villa perteneció durante largo tiempo a la Orden de Santiago y al Convento de Uclés,

llegando incluso a nacer en esta villa algunos de sus grandes maestres.

La creación de la encomienda de Estremera, debió producirse en los primeros años del siglo

55

XIII, aunque la primera referencia documental conocida es de 1240, y en ella su comendador Juan

Muñiz, aparece como Trece de la Orden de Santiago. Esta información indica que no se trata de una

encomienda recientemente instituida, por tratarse de un comendador que ya tiene la dignidad de

Trece, lo que da a esta encomienda un cierto peso dentro de la Orden.

En su jurisdicción se encontraban también Fuentidueña de Tajo, Valdaracete con su

despoblado de Fuente el Saúco, y Villarejo de Salvanés.

La encomienda de Estremera controlaba la producción de las salinas de Belinchón. Además,

es de destacar su importancia ganadera, siendo la zona en torno a las salinas, una zona repleta de

cañadas ganaderas que sin duda, se dirigen a franquear el Tajo por la barca de Estremera.

En el siglo XIV formó parte de la Común de Ocaña, reino de Toledo En el siglo XV, después

de la muerte de Isabel la Católica, la provincia de Castilla de la Orden de Santiago, se dividió en

partidos, perteneciendo Estremera al de La Mancha y Ribera del Tajo. Posteriormente en tiempos de

Felipe II, éste se dividió en otros tres , quedando Estremera encuadrada en el de Ocaña.

En el siglo XV su señor era el marqués de Mondejar y conde de Tendilla. Y en la segunda

mitad del XVI gozaría Estremera de su época más gloriosa, comenzando tal período con la compra

que hizo de la misma Francisco de Mendoza a Felipe II el 30 de mayo de 1561, estando habitada

entonces por 550 vecinos.

3. 10.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE VILLAREJO DE SALVANÉS ( MADRID )

En el actual municipio de Villarejo de Salvanés existió inicialmente la localidad de Salvanés,

perteneciente a la Orden Militar de Santiago, cuyos habitantes se trasladaron posteriormente a la

nueva población de Villarejo de Salvanés.

Despoblado de Salvanés

Estuvo situado en un pequeño valle ahora llamado de San Pedro. Su situación era muy

favorable porque estaba cerca de una de las principales vías de comunicación como era el Tajo y

cruzado por un arroyo, también llamado de San Pedro, que desemboca en el río anteriormente

mencionado.

La historia documentada de la zona comienza en el año 1099, con la donación del valle de

Salvanés a la Iglesia por parte del rey Alfonso VI.

En 1172, Salvanés pasó a poder de la Orden de Santiago al ser una de las aldeas

dependientes de Alarilla. El 1 de febrero de 1172, el rey don Alfonso VIII, mediante Privilegio

“fechado en Toledo a 7 de Febrero de la Era de 1210 y año de 1172” donó a la Orden de Santiago el

castillo de Alarilla y todo su término: aldeas de Estremera, Fuentidueña, Salvanés, Belichón con sus

salinas, Tarancón y el vado del Tajo que se cruzaba con una barca.

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Su conformación comendataria está documentada para 1240, cuando aparece un

comendador de Salvanés y Valdepuerco, llamado Jimeno Mendiguez. Salvanés, desapareció en la

segunda mitad del siglo XV a raíz del poblamiento de Villarejo.

Su consolidación es una realidad hacia 1180, cuando don Cerebruno, arzobispo de Toledo,

disputa su posesión a los santiaguistas; al menos desde este momento, este lugar pasa a poder de la

Orden de Santiago, conformándose el arzobispo con preservar sus derechos eclesiásticos mediante

sendos y diversos acuerdos, donde aparece también la iglesia de Valdepuerco, lugar que junto con

Salvanés conforma este núcleo.

Población de Villarejo de Salvanés

Es a mediados del siglo XIII cuando la Orden Militar de Santiago, ante la existencia de una

antigua atalaya decide reforzarla y crear un asentamiento poblándolo principalmente con habitantes

de la cercana localidad de Salvanés. Es entonces cuando empieza la andadura de Villarejo, que para

dejar constancia de la procedencia de sus primeros pobladores, terminó denominándose Villarejo de

Salvanés.

En este nuevo y definitivo enclave, vendrían a habitar no sólo los moradores del primitivo

asentamiento de Salvanés, sino los de otros esparcidos por su vasto término territorial, llamados:

Dornajo, Santa María, y Valdepuerco, todos ellos hoy despoblados situados dentro del actual

término municipal de Villarejo.

A mediados del siglo XIII, en particular a partir de 1243, es cuando el nombre de de

Salvanés deja de aparecer en los documentos de la época, sustituido por el de Villarejo, hasta

entonces inexistente.

En el siglo XV, con la creación de la Encomienda Mayor de Castilla comenzó un periodo de

esplendor para el pueblo. La actuación de la Orden de Santiago dio como resultado la creación de la

Encomienda Mayor de Castilla que a mediados del siglo XIV adquiere su conformación definitiva y

está formada por Villarejo de Salvanés (en 1468) y Fuentidueña de Tajo, y también varias

poblaciones manchegas como Terrinches, La Almedia, y Torrenueva, y Benatae en Jaén. La sede y

punto neurálgico de la Encomienda Mayor de Castilla será Villarejo de Salvanés, que a partir de ese

momento es conocida como la cabeza de la encomienda.

Son sin duda, a partir del siglo XVI, los momentos de mayor esplendor de Villarejo, no sólo

por su actividad económica y el consiguiente incremento demográfico, sino por la presencia

frecuente de los Comendadores Mayores en la villa, entre ellos D. Luis de Requesens y Zúñiga que

pasa largas estancias en Villarejo, incluso bautiza a uno de sus hijos en la Iglesia Parroquial de San

Andrés.

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La Torre del Homenaje o Castillo de Villarejo de Salvanés, constituye una muestra

arquitectónica única en España. El castillo de Villarejo de Salvanés formaba parte del sistema

defensivo que protegía el paso por el antiguo Camino de Toledo (o Toledano), así como por la

llamada Senda Galiana (calzada romana que enlazaba la Galia e Hispania, en uso durante la Edad

Media). Del castillo sólo ha llegado hasta nuestros días la torre del homenaje, en su género única en

España, que está formada por ocho torreones agrupados.

Despoblado de Santa María

Puede que el nombre de Santa María lo haya tomado por la advocación que tenía su iglesia,

la cual aparece mencionada con varios nombres, aunque siempre como ermita.

Despoblado de Valdepuerco

Valdepuerco, o Val de Porco, como es mencionado en un documento de 1099, es una zona

muy conocida en la localidad que se sitúa en un valle recorrido por un arroyo afluente del Tajo y

distante unos 8 kilómetros del arroyo de Salvanés.

En este paraje, se han encontrado restos arqueológicos de haber estado poblado en época

romana y medieval, así como lo que podrían ser los restos de los muros de una pequeña iglesia o

ermita.

3. 11.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE SANTA CRUZ DE LA ZARZA ( TOLEDO )

En éste municipio, además de Santa Cruz de la Zarza existieron las localidades medievales,

hoy despobladas, de Villar Sauco y Villaverde, en el Tajo; Villarejo Seco más al interior cerca de

Santa Cruz, y Testillos ya cerca de Villatobas.

Población de Santa Cruz de la Zarza

Santa Cruz de la Zarza floreció en época romana con la denominación de Belsinia. Los

romanos erigieron una fortaleza en el lugar donde actualmente se ubica su iglesia parroquial.

Tras la invasión musulmana, perteneció a estos hasta que fueron desalojados de la comarca

en el siglo XII. Santa Cruz de la Zarza fue cedida a la Orden de Santiago en 1175, estableciéndose

en ella una encomienda, en fecha imprecisa, después de su confirmación por el Papa Alejandro III.

El pueblo se levantó junto al cerro de la Iglesia de Santiago, aprovechando las aguas de los

manantiales de Los Caños, que fueron acondicionados con el sistema de minas de agua o qanats en

época moderna. Contó con una Casa de la encomienda junto a la iglesia de Santiago, unas casas de

la Tercia y posteriormente un Pósito, los cuales se conservan en relativamente buen estado.

En torno a 1240, aparece como comendador de Santa Cruz don García Garcíaz. En 1241, es

su comendador Gonzalo Díaz, que aparece entre los confirmantes de un acuerdo de límites entre

Uclés y Alarcón. En 1242 su creciente importancia la hace, bajo el maestrazgo de Rodrigo Íñiguez,

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cabeza de la encomienda de su nombre. Esta es la primera noticia documentada de la encomienda

de Santa Cruz de la Zarza.

En 1253 siendo maestre de la Orden D. Pelayo Pérez, concede fuero a Santa Cruz de la

Zarza. En este fuero se concede a Santa Cruz de la Zarza la posibilidad de un mercado semanal, sin

especificarse el día. Al definir el fuero se establece como prioridad la hegemonía sobre el Tajo a

partir de dos importantes puntos, Villaverde y el castillo de Alboer.

En el fuero se concedían términos a la nueva villa de Santa Cruz de la Zarza, Villaverde,

Villarejo Seco, Castillo de Alboer (luego reintegrado a Villamanrique de Tajo), Testillos y Villar del

Sauco. El único topónimo desvinculado del Tajo, sería Testillos, posiblemente coincidente con el

actual arroyo de Testillos muy cerca de Montealegre, que muy probablemente pudiera ser el límite

entre la encomienda de Santa Cruz y la de Corral de Almaguer.

Es destacable la importancia que tuvo Santa Cruz de la Zarza en la ruta de la cañada soriana,

de la que sale un ramal para aprovechar la gran riqueza de pastos de la zona de Montealegre y los

arroyos del Robledo y Testillos, que buscan el curso del Riánsares, en Almaguer.

Aparte de la localidad de Santa Cruz, que ha perdurado, los otros núcleos de población están

actualmente despoblados.

Despoblado de Villaverde

Villaverde incluía aguas, fuentes, montes, valles, y una participación en el aprovechamiento

del Tajo.

La Barca de Villaverde fue un elemento importante en la historia de Santa Cruz de la Zarza.

Era una balsa o plataforma transbordadora, sujeta por un cable de acero de orilla a orilla, y servía

para cruzar el río Tajo antes de la construcción del puente. Había un barquero, encargado de

manejarla, que cobraba por el paso de vehículos y personas.

Despoblado de Villarejo Seco

Villarejo Seco estuvo vinculado posiblemente al arroyo de Villarejo muy cercano a la actual

población de Santa Cruz de la Zarza. Villarejo Seco, es un ámbito rural poco poblado pero que ha

superado la explotación natural de recursos, ya que, incluye casas y heredades y donde el espacio

individualizado se ha articulado.

Despoblado de Villar de Sauco

Villar de Sauco, antiguo despoblado del Villar, se encuentra a 2,5 km al oeste del núcleo

urbano de Santa Cruz de la Zarza. En su lugar existe actualmente la Ermita de la Paz, antiguamente

llamada Santa María del Villar. De estilo popular, ya estaba edificada en tiempos de los Reyes

Católicos, como se desprende de la visita efectuada a Santa Cruz de la Zarza en el año 1502.

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Despoblado de Testillos

Testillos, en el interior, en los límites con los términos de Corral de Almaguer y Villatobas

estuvo el poblamiento de Testillos, junto al actual arroyo de Testillos, al este de Montealegre.

Testillos inicialmente dependió de Almaguer.

En 1209, La Orden de Santiago adquirió Montealegre junto con Testillos a la localidad de

Almaguer, a la que pertenecían ambos términos. Entre 1217 y 1221, el lugar de Testillos, junto con

Montealegre, fue dado por Martín Peláez, Maestre de la Orden de Santiago, a 16 pobladores.

Con el tiempo, Montealegre pasaría al término de Villatobas y Testillos se incorporó al

término de Santa Cruz, pasando en 1253 a su jurisdicción.

3. 12.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE VILLATOBAS ( TOLEDO )

En el término de Villatobas hubo varias poblaciones medievales, dos de ellas de cierta

importancia: Montealegre y Villatobas, y otras dos de menor importancia, Las Cabezuelas y

Escorchón. Actualmente solo se conserva Villatobas.

Población de Villatobas

Los primeros datos históricos escritos que se conservan del origen de la localidad de

Villatobas es la cita que aparece de la “Villa de Tobas” en el fuero de población de Montealegre,

que sitúa a este último en el camino de Villa de Tobas a Almaguer. Pero a lo largo del siglo XIII la

lenta despoblación de Montealegre y otras pequeñas poblaciones, situadas en parajes más agrestes,

propició el crecimiento de aquella Villa de Tobas que se encontraba en un lugar más llano y por

tanto con mejor comunicación.

En estos años la Orden de Santiago ejercía su dominio en Villatobas a través de la villa de

Ocaña, según se desprende del fuero de Ocaña (1251). La encomienda de Ocaña alcanzaba desde

esta villa a Zorita y Uclés.

Posiblemente existieran moradores hispano-romanos y árabes en Villatobas antes de la

repoblación emprendida por la Orden de Santiago, cuyo maestre Vasco Rodríguez, el 30 de marzo

de 1328 concedió el fuero a los primeros vecinos, dedicados a tareas pastoriles, autorizándoles a

pastar con sus ganados en las dehesas de los pueblos vecinos de Villarrubia, Villoria, Santa Cruz,

Montealegre y Escorchón. A cambio, los vecinos se obligan a tener por señor al Maestre, obligando

todos los bienes de la comunidad si no se cumpliese la personería y darán al Maestre el diezmo

completo de quesos y de la lana, que entregarán en Montealegre, al comendador del bastimento

maestral de la Ribera de Tajo.

Reinando los Reyes Católicos todavía dependía Villatobas de la villa de Ocaña, hasta que en

1535 se segrega de ésta, constituyéndose en villa ese mismo año, según privilegio dado por el

60

emperador Carlos I.

Despoblado de Montealegre

Actualmente despoblado, Montealegre estuvo ubicado en el lugar hoy conocido como

Ermita de Santa Catalina. En 1175 Alfonso VIII repuebla el lugar de Montealegre, en la margen

derecha del arroyo Testillos, siendo después sustituido por Villatobas.

Probablemente, la presencia santiaguista en la zona de Montealegre se remonta al 1188, pero

la primera referencia documental conocida es de principios del siglo XIII cuando la Orden de

Santiago, en 1209, la adquirió junto con la de Testillos a la localidad de Almaguer, a la que

pertenecían ambos términos.

Entre los años 1217 y 1221 Martín Peláez, maestre de la Orden de Santiago, otorgó fuero a

Montealegre conjuntamente con Testillos, entregándolo a dieciséis pobladores a los que les concede

el fuero de Uclés.

Esta zona donde se estableció la puebla de Montealegre posee una gran riqueza en cuanto a

zonas de pastos y explotación de molinos. En torno a ella se concentraron gran cantidad de corrales

y chozos para el ganado, a lo que se deben unir batanes, uno junto al arroyo de Cedrón y otro en su

confluencia con el arroyo del Valle. Además de estos batanes se localizan importantes zonas de

molinos harineros.

En 1253, la Orden de Santiago fundó una encomienda en Montealegre, pero su comendador

residía habitualmente en Villatobas. Montealegre se despoblaría en el transcurso del siglo XV.

Despoblado de Las Cabezuelas

El lugar de Las Cabezuelas está situado al sudoeste de Villatobas, a unos cinco kilómetros de

distancia.

Este señorío fue creado por Juan II (1406-1454) a favor de don Garci-Fernández de Bustos,

natural de Ocaña, hijo de Don Pero Fernández de Bustos y Doña Teresa Fernández. En tiempos de

Felipe II era villa, con picota, independiente de Villatobas que por entonces no era más que una

aldea dependiente de Ocaña.

Su extensión era de dos leguas de este a oeste y una de norte a sur, con un perímetro de siete

leguas. Limitaba al norte con Ocaña, al este con Santa Cruz, al sur con Corral de Almaguer y al

oeste con Dosbarrios y La Guardia.

Despoblado de Escorchón

Escorchón estuvo al sudoeste de Villatobas, en las proximidades del arroyo del Valle en su

confluencia con el Cedrón (39º N 51’; 03º W 24’). Al igual que Montealegre, se despuebla en el

siglo XV.

En torno a Escorchón se concentran gran cantidad de corrales y chozos para el ganado, a ello

61

debemos unir la proliferación de batanes, uno junto al arroyo de Cedrón y otro en su confluencia

con el arroyo del Valle. Además de estos batanes se localizan importantes zonas de molinos

harineros.

3. 13.- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE DOSBARRIOS ( TOLEDO )

En el actual término municipal de Dosbarrios hubo dos importantes poblaciones

pertenecientes a la Orden de Santiago: Monreal a la sombra de su castillo y la actual Dosbarrios.

Población de Dosbarrios

El nombre de Dosbarrios se debe a que antiguamente fueron “dos barrios” separados por el

valle que se llamaba de Carábanos.

Esta localidad pasó a poder de Alfonso VI tras la toma de Toledo, perdiéndose a

consecuencia de la derrota de Uclés de 1108. Nuevamente pasó a poder de Alfonso VII tras la

conquista del castillo de Oreja en 1139.

La localidad fue repoblada en 1154 por Alfonso VII quien el 17 de noviembre de dicho año

hace donación de Dosbarrios a favor de los caballeros Antolino Portaguerra y Pelayo Pérez: “...el

señor Don Alfonso el Emperador en Privilegio despachado en Toledo a 13 de las kalendas de

diciembre de la Era de 1192 y año de 1154, con su mujer doña Rica y sus hijos havía concedido a

Antolino Portaguerra y Pelayo Petriz, la dicha villa de Dos Barrios con montes, fuentes, prados,

pastos.”

Dosbarrios aparece como ”illa villa que est in termino Toleti, ultra flumen Tagi”, incluye

montes, fuentes, prados y pastos. En Dosbarrios los juicios se regirán por el fuero de Toledo, lo que

implica una supeditación al monarca.

El fuero a esta villa fue otorgado en 1192, por los hermanos Riquer, por entonces señores del

lugar, con la intención de favorecer su poblamiento y confirmado por el rey Alfonso VIII.

En San Esteban, a 6 de marzo de la Era de 1239, año de 1201, don Alfonso VIII, sin duda,

no muy satisfecho con las actuaciones anteriores sobre la villa, “concedió a Pedro Martínez de

Ocariz y sus descendientes la villa y el castillo de Dosbarrios, con tierras, prados, pastos, aguas,

bosques, dehesas, entradas y salidas, y con todos sus términos y pertenencias”, otorgándole la

facultad de ejercer sobre ésta, el derecho de guerra y paz.

Don Pedro mantuvo la posesión durante trece días, ya que el día diecinueve de ese mismo

mes de marzo, por documento otorgado en Cañete, dona a Gonzalo Rodríguez, Maestre

santiaguista, “la villa y castillo de Dosbarrios, cerca de Ocaña, con tierras, pastos, prados, aguas,

bosques, dehesas entradas y salidas, y todos sus términos y pertenencias”.

Dosbarrios, tiene ahora identidad propia, cuenta con su término y se ha dotado a este lugar

62

de elementos de articulación, los solares se conforman como la explotación campesina de carácter

familiar que se corresponde con una unidad fiscal generadora de renta.

Aunque Dosbarrios pasó a ser propiedad de la Orden de Santiago en 1201, hasta el 1213 no

aparecen referencias a su encomienda inicialmente configurada en torno a una doble gestión, una

militar al documentarse un comendador del castillo de Dosbarrios, López Pérez, y otra

administrativa con Pedro Danico como el encargado de la gestión.

En 1242 la Orden está lo suficientemente arraigada en Dosbarrios como para poder

confirmar el fuero que, en 1192, habían otorgado los hermanos Riquer a Dosbarrios. Se añaden tres

cláusulas, que suponen la permuta del trabajo compulsivo en la reserva señorial, por una renta anual

de trescientos maravedíes, supeditada a las necesidades de hueste del rey que rebajaría

sensiblemente esta cantidad, además de condicionar que los hombres que accedieran a propiedades

en Dosbarrios fueran pecheros de la Orden, para por último conminar a los vecinos y moradores a

pagar fielmente las rentas.

Castillo y despoblado de Monreal

Dentro del término de Dosbarrios están las ruinas de castillo de Monreal, anteriormente

denominado de Carabanchel o Caravanchiel, cuyos restos actuales son los fortificados en el siglo

XIII.

El castillo se localiza en un cerro situado junto a la carretera que une Dosbarrios con

Villanueva de Bogas, a 1 Km del cruce de la carretera que va de Huerta de Valdecarábanos a La

Guardia. Esto es una evidencia de su importancia como controlador de un nudo de comunicaciones,

función que desarrolló para los intereses santiaguistas durante al menos el siglo XIII.

Este castillo fue entregado en 1191 por concesión real de Alfonso VIII a Gonzalo Pérez de

Torquemada, quién posteriormente se lo vendió al conde D. Fernando Núñez de Lara, el cual lo

cede en marzo de 1203, junto con otras heredades, a la Orden de Santiago representada por su Gran

Maestre D. Gonzalo Rodríguez.

Muy pronto la Orden quiso dotar a este castillo de un poblamiento productivo, para ello

concedió una carta de población en 1207, eximiendo del pago de pecha y facendera por tres años a

los pobladores, manifestándose claramente la producción directa de la Orden en el lugar al

reservarse en esta carta puebla sus sernas.

El Gran Maestre de la Orden de Santiago Don Pedro Fernández de Marañón y el Convento

de Uclés conceden a los pobladores de Monreal el fuero de Ocaña y la facultad de nombrar juez y

alcalde.

En 1213, el comendador de esta pequeña y peculiar encomienda de Monreal es Trece de la

Orden.

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El poblado de Monreal, a extramuros del castillo, ya habitado en época musulmana, fue

cedido a Dosbarrios en el siglo XIV y permaneció habitado por lo menos hasta finales del siglo XV.

Despoblado el caserío, ya en el XV, el castillo quedó abandonado.

3. 1 4 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE CIRUELOS ( TOLEDO )

En el siglo IX -su existencia data de 803- se le daba el nombre de “Perusa”, en el siglo XII

se le llamó “Cirilos” y más tarde Villarreal. En el siglo XVII se le conoce como "Ceruelo" y

"Ciruelas", a finales del siglo XVIII por "Cirolillos" y "Ciruelos".

En el siglo XII formaba parte de la antigua villa de Otos, cedida por Alfonso VII de León en

1132 a Haym Avenzadoch y a Aleazar.

En Toledo, marzo de 1150, Alfonso VII dona al concejo de San Miguel las villas de Ciruelos

y Cabañas, con los términos que tenían en época de su abuelo Alfonso VI.

En marzo de 1158, Sancho III da al almojarife Ben Iuda cinco yugadas de heredad en Aceña

a cambio de la mitad de la aldea de Ciruelos, tomada por el rey para entregársela a los freires de

Calatrava. Alfonso VII la cedió a los calatravos de Raimundo de Fitero a cambio de tierras en

Illescas.

En Toledo, febrero de 1178, Alfonso VIII dona a la Orden de Calatrava y a su maestre

Martín Pérez de Siones el castillo de Ciruelos y su puebla, con todos sus términos, derechos y

pertenencias bajo su jurisdicción.

El pueblo aparece nombrado nuevamente en una escritura fechada en 1181 por la que el

Maestre de Calatrava Martín Pérez de Siones dona a Tello Pérez treinta yugadas de terrenos de su

término (la yugada equivale al espacio de tierra que podía arar una yunta de bueyes en una jornada

de labor).

Este municipio se dedicaba a la agricultura y explotaba plantaciones de viñedos y olivares.

Entonces era gobernado por un alcalde ordinario, dos regidores, un escribano y un alguacil, con

mandato de un año.

Tras la pérdida de la plaza de Calatrava en 1195 a mano de los almohades, la Orden

estableció su sede en Ciruelos perdiendo su denominación “de Calatrava” en tanto no recuperasen el

castillo de Calatrava, lo que sucedería en 1212 tras la victoria de Las Navas de Tolosa.

En 1198 se produce una escisión en la Orden de Calatrava. Los caballeros calatravos

dirigidos por el Comendador Mayor, Don Martín Martínez, abandonan a su Maestre, Don Nuño

Pérez, “por verse ya viejo” en el castillo de Ciruelos y se adentran en el Campo de Calatrava donde

conquistan el castillo de Salvatierra. Tras la toma del castillo de Salvatierra, los calatravos se

denominaron Orden de Salvatierra.

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3. 1 5 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE HUERTA DE VALDECARÁBANOS

( TOLEDO )

A la sombra del viejo castillo casi derruido del siglo XII se encuentra la villa de Huerta de

Valdecarábanos. Se ubica en la Mesa de Ocaña, linda con los términos municipales de Yepes, Ocaña

y Cabañas de Yepes al norte, Dosbarrios al este, La Guardia, Villanueva de Bogas y Mora al sur,

Villamuelas y Villasequilla al oeste.

Población de Huerta de Valdecarábanos

La localidad de Huerta de Valdecarábanos fue repoblada en 1149 por Alfonso VII con 5

cristianos, mozárabes malagueños, a los que concedió algunas heredades.

El 21 de agosto de 1191, en Valladolid, Alfonso VIII dona a Gonzalo Pérez y a su mujer

María Armíldez, por los muchos servicios prestados, las aldeas yermas de Huerta y Carabanchel,

situadas en el valle de Carábanos.

En 1194, Gonzalo Pérez y su mujer doña María Armíldez donan a la Orden de Calatrava y a

su maestre don Nuño la villa de Huerta de Valdecarábanos, que les concedió el rey, unos molinos en

Aceca y 600 maravedís de renta que poseían sobre Tablada y Senova. La Orden fundó una

encomienda subsidiaria de la de Zorita.

En diciembre de 1204, Don Martín Martínez, Maestre de la Orden de Salvatierra

(denominación circunstancial de la Orden de Calatrava desde 1195 hasta 1212), otorga fuero a

Huerta de Valdecarábanos y le concede el de Toledo en relación a homicidios y caloñas.

En 22 de febrero de 1207, en Huete, Alfonso VIII confirma a la Orden de Salvatierra, y a su

maestre Rodrigo Díaz, la donación de Huerta de Valdecarábanos realizada en 1194 por Gonzalo

Pérez de Torquemada y su mujer María Armíldez.

En 1245 era comendador D. Juan Núñez, que firma como testigo en el concierto entre D.

Fernando Ordóñez, Maestre de la Orden y D. Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo.

En 1258, Fernando III confirma a la Orden de Calatrava las cartas reales otorgadas por

Alfonso VIII en 1194. Huerta dependió de Zorita, donde estaba la Orden de Calatrava.

Castillo de Huerta de Valdecarábanos

El castillo de Huerta, del cual quedan escasas ruinas, fue primero musulmán y luego

cristiano al pasar a la Orden de Calatrava. La Orden de Calatrava adquirió el castillo de

Valdecarábanos en 1194, restaurándolo a principios del XIII (hacia 1210). En el castillo residieron

los comendadores calatravos de Huerta.

El castillo dispuso de tres recintos y un foso: el recinto exterior era de tapial y rodeaba al

foso, dentro del foso había un segundo recinto con una cerca de piedra y mortero de cal que rodeaba

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al castillo. Su planta era de forma hexagonal y muy alargada, de 60 metros de largo por 15 de

ancho, conforme al cerro donde se asienta, y con extremos en curva.

La Orden de Calatrava, que conservó el castillo en perfecto estado hasta el siglo XVI cuando

la Corona le retiró la titularidad.

Actualmente quedan indicios en su centro de un aljibe, o quizá la entrada a un subterráneo,

no explorado. Se conserva parte de la torre del lado suroeste y algún resto de lienzo.

3. 1 6 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE YEPES ( TOLEDO )

Yepes está situada en el extremo occidental de la comarca de La Mesa de Ocaña, en una

extensa y elevada llanura caliza. Limita al norte con Ciruelos y Ocaña (TO) y Aranjuez (M). Al sur

con Villasequilla y Huerta de Valdecarábanos (TO). Al este con Ocaña (TO)y al oeste con Aranjuez

(M) y Almonacid (TO).

En época musulmana, la actual villa de Yepes conformó un pequeño lugar fortificado,

dependiente de Toledo, cuya localización se correspondía con el extremo oriental de la actual

localidad. El recinto fortificado constaba de un muro con tres torres que se han conservado.

En 1085 pasa a manos de Alfonso VI, perdiéndose en 1108 tras la batalla de Uclés. Se

reconquistó en 1145 tras la toma de Oreja por Alfonso VII.

Su primera aparición documental es en 1145, cuando Alfonso VII dona a la parroquia

toledana de San Nicolás, “el Concello de San Nicolás Yepes y su castillo”. En un documento

posterior se relata la cesión en la siguiente forma: “el Emperador dio al Concejo de Sant Nicolás

Yepes con su Castiello e con su Xara e con sus pasturas e con sus aguas e con sus entradas e con

exidas e con quanto’l pertenece”. Yepes es por tanto una unidad administrativa constituida por una

población y su territorio (xara e pasturas), dotado de agua y con potestad impositiva (con entradas

e con exidas). Durante el tiempo que perteneció a la parroquia toledana se le conoció como San

Nicolás de Yepes.

A principios del siglo XIII, hacia 1213, Alfonso VIII dona al arzobispo de Toledo, don

Rodrigo Ximénez de Rada (1209-1247), el mortuorio de las aldeas de Hepes (Yepes) y Fontes. Del

arzobispado de Toledo dependió Yepes hasta el reinado de Felipe II, quien por bula del Papa

Gregorio XIII la enajena.

A partir de su adquisición por el arzobispado de Toledo, se inicia la repoblación cristiana,

convirtiéndose en una importante residencia de los arzobispos. Yepes constituía un baluarte de la

mitra toledana situado entre los dominios de la Orden de Santiago (Ocaña y otros) y los de la

Orden de Calatrava (Ciruelos y Huerta). Los arzobispos de Toledo construyeron en este pueblo, al

que llamaban su villa, un alcázar fortificado en el que llegó a vivir el arzobispo Carrillo (siglo XV)

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y sirvió de residencia a los gobernadores de la villa, puestos por la Iglesia toledana.

En 1223, el arzobispo de Toledo, Ximénez de Rada, concede fuero a Yepes, que adquiere el

título de villa.

A partir del siglo XIV, Yepes se convierte en una segunda residencia de los arzobispos de

Toledo, particularmente a raíz de Pedro Tenorio (1377-1399), y lugar de encuentro y de reuniones

políticas.

Yepes dispuso de un recinto amurallado, construido por los arzobispos toledanos entre

finales del siglo XIV y el XV, del cual aún se conservan cuatro puertas testimonio de su magnitud y

fortaleza; éste recinto fue ampliado a partir del anterior musulmán.

Yepes tuvo varias localidades próximas bajo su directa dependencia; estas fueron las de

Cabañas de Yepes,Villamuelas y Villasequilla, que perduran en la actualidad como municipios

independientes.

Población de Cabañas de Yepes

En 1150 fue donado por Alfonso VII al “Concilio Sancti Micheli”. Estuvo bajo el señorío

del monasterio de Santo Domingo de Silos hasta 1213, en que fue comprado por el arzobispo de

Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada, perteneciendo al término de Yepes. Desde entonces y hasta

1563, en que fue segregada de Yepes, Cabañas formó parte de las posesiones de la mitra toledana

con el título de villa.

A partir de 1563 los derechos de esta villa sufren sucesivas ventas y cambios de titularidad.

En principio perteneció al Señorío de Don Pedro Fernández Busto, vecino de Ocaña. En 1595 fue

comprada por Don Luis Gaytán de Ayala, caballero de la Orden de Santiago y regidor de Toledo,

quien pagó 9500 ducados a los herederos de don Pedro Fernández Busto; el nuevo señor de la villa

la rebautizó con el nombre de Villafranca del Gaytán.

En 1619, la familia Gaytán vendió la villa por 9000 ducados a don Manuel Pantoja y

Alpuche, caballero de la Orden de Calatrava, que cambió la denominación anterior por la de

Cabañas junto a Yepes. Este Señorío perduró hasta mediados del siglo XIX, cuando fueron

definitivamente suprimidos.

Población de Villamuelas

En el siglo XII, Villamuelas estaba unida a la alquería de Cerva Longa, en la ribera del río

Algodor, que quedó despoblada por insana en beneficio de Villamuelas.

A partir de 1212, Villamuelas fue ocupada por nuevos repobladores a instancias del

arzobispo, ya que la batalla de Las Navas de Tolosa se había frenado el peligro de un avance de los

reyes de taifa hacia el norte y había abierto el camino para la conquista de Andalucía.

En 1284 aparece documentado en su iglesia el clérigo Domingo Pérez, al tiempo que se

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habla de un vecino Pedro Micael «el pescador» que ha pagado al prestamista judío, Absuleiman

Davi, la cantidad de doscientos mizcales (moneda marroquí).

Fue propiedad de la mitra toledana desde tiempos del arzobispo Jiménez de Rada hasta

1583, cuando Felipe II la vendiera a Álvaro de Alcocer.

Población de Villasequilla

Villasequilla se llamó antes “Villaseca de Valdecarábanos” y después “Villasequilla de

Yepes” cuando dependió de esta villa.

Los orígenes de Villasequilla hay que buscarlos en las alquerías de “Artal” y “La Mezquita”.

Se unen ambos pueblos y ya en 1154 se ve citada como Villaseca en Valdecarábanos, dentro de la

Sisla toledana. La localidad de Villasequilla se formó tras la unión de tres aldeas que no sumaban

más de 30 vecinos castellanos, mozárabes y mudéjares procedentes de Málaga. Estas aldeas eran las

de de Melgar, Mezquita, y Artal.

Perteneció, junto con Yepes, al Arzobispado de Toledo por cesión de Alfonso VI después de

la conquista de Toledo, aunque más tarde pasó al patrimonio real. Su nombre inicial fue el de

Villasequilla de Yepes y era una aldea dependiente de ésta.

3. 1 7 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE LA GUARDIA ( TOLEDO )

El nombre de La Guardia puede tener su origen en el término “Varada”, ciudad de la

Carpetania. Su importancia radica en su especial situación clave del camino de Andalucía. También

se dio la presencia de visigodos y musulmanes en esta fortaleza natural.

Población de La Guardia

Durante la dominación musulmana, hay pocas noticias. El padre Fidel Fita especula con la

posibilidad de que se trate de la ciudad árabe de Warda, que aparece en las descripciones del

geógrafo musulmán Yaqut. De la misma manera Romero de Castilla, apunta que la fortaleza que

tanta importancia tuvo durante la Reconquista, ya existiese anteriormente y fuese de origen

musulmán.

Por orden de Alfonso VI, y poco después de la reconquista de Toledo, esta villa fue tomada

por los caballeros de San Juan, a cuya Orden perteneció.

En el año 1210, La Guardia fue concedida por Alfonso VIII al príncipe heredero don

Fernando. En 1212, sus hijos se distinguieron en la batalla de Las Navas de Tolosa, mereciendo por

ello la distinción de sus armas de bordadura azul con ocho aspas de oro, así como el título de la

Muy Leal, concedido por Alfonso VIII. Ese mismo año, Alfonso VIII la entrega al Arzobispado de

Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada, junto con su anejo de Lillo.

Don Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, estableció un acuerdo con los

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habitantes de La Guardia el 1 de diciembre de 1213. Jiménez de Rada confirma los fueros otorgados

por Alfonso VIII, también otorga a La Guardia las poblaciones de Bogas, Villamuelas,

Ciervaluenga, Casar de Remondo, El Romeral, Villaverde, Dancos, Lillo y Aloyón.

Poco antes había recibido el arzobispo, en donación que le hizo el Rey, el señorío de la villa

de La Guardia; y si bien la fecha exacta es desconocida por no incluirla el diploma de confirmación

(28 septiembre 1218), que rubricó Fernando III, insertando el texto de la donación que había hecho

su ilustre abuelo Alfonso VIII. De ese mismo texto se infiere que la donación se hizo después de

haber fallecido en Madrid el príncipe D. Fernando (15 octubre 1211), a quien había sido cedida en

1210 por su padre Alfonso VIII.

Alfonso X, en carta forera confirma los fueros y privilegios de La Guardia el 22 de mayo de

1277, también lo hace Sancho IV, el 7 de mayo de 1284.

El arzobispo de Toledo don Gonzalo Díaz Palomeque, confirma los fueros y privilegios de

La Guardia el 7 de octubre de 1304.

La villa de La Guardia tuvo varias localidades próximas bajo su directa dependencia, las

mayoría desparecidas; estas fueron las siguientes:

Despoblado de Pera

Cercana a La Guardia, en el curso de Arroyo Cedrón, en su margen izquierda, estuvo Pera,

repoblada en el año 1208 mediante carta puebla de fecha 11 de noviembre otorgada por Alfonso

VIII, concediendo a sus habitantes el fuero de Alarcón. Fue despoblada a finales del XIV o

principios del XV.

Despoblado de Santa María

Es un despoblado, en el término de La Guardia, en el arroyo de Santa María, tributario del

Cedrón. Se conservan los restos de una ermita.

Despoblado de Villaverde

Villaverde es hoy un despoblado en término de Tembleque. Gozó de fueros, que no han visto

la luz pública.

Población de Lillo

El nombre de esta localidad y municipio procede del vocablo latino “liliun”, que significa

lirio, debido a la gran cantidad de ejemplares de esta especie vegetal que existe en una zona

encharcada próxima. La zona de Lillo destacó por la riqueza de sus pastos.

En la Edad Media sabemos que perteneció a la Corona; después pasó a formar parte del

Priorato de San Juan como aldea dependiente de la villa de La Guardia. Posteriormente, en 1228, el

prior don Juan Yeneguez la dio en trueque al arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada.

En 1241 se deslindaron los límites de Lillo con los del alfoz de Uclés, colocándose los

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mojones con Lillo a mitad de camino de la carrera entre éste y Aloyón que unía a Lillo con

Montealegre. En éste acuerdo de límites, se fijaron los Lillo (perteneciente al arzobispado de

Toledo) con Almaguer (perteneciente a la Orden Militar de Santiago).

Despoblado de Dancos

Dancos, en el término de Lillo, perteneció a la poderosa Orden de san Juan de Jerusalén o

del Hospital y fue ofrecido en trueque ,a cambio de preeminencias en ciertas iglesias, junto con

Lillo y El Romeral, al arzobispo de Toledo. Desde entonces y durante algunos siglos estuvo ligado

administrativamente a La Guardia.

Estuvo situado a la vera de un importantísimo camino, el camino real de Santiago de

Compostela a Alicante, por Toledo. Dicho camino figura como tal en el “repertorio de caminos de

Alfonso de Meneses”, correo de su majestad en 1576.

3. 18 .- REPOBLACIÓN EN EL MUNICIPIO DE CORRAL DE ALMAGUER ( TOLEDO )

Durante el periodo musulmán, el actual despoblado de Almaguer constituyó uno de los

escasos enclaves habitados de la comarca y, teniendo en cuenta los pocos vestigios encontrados de

esta época, algunas monedas y trozos de cerámica, sus empobrecidos moradores posiblemente

siguieron practicando su economía de supervivencia, viviendo como mozárabes con la obligación

de pagar determinados impuestos bien al Califa de turno, bien al correspondiente Rey de Toledo ya

durante el periodo de los Reinos de Taifas.

Con el avance de la Reconquista hacia el sur, estas tierras fueron entregadas por el Rey a la

Orden Militar de Santiago para que procediera a su repoblación y explotación económica.

Coincidiendo con este hecho, los habitantes de la antigua villa de Almaguer, situada en el Cerro de

la Muela, se fueron trasladando a lo largo del siglo XIII a un nuevo promontorio denominado "El

Corral", situado en el centro de una amplia vega formada por el Riánsares y su afluente Albardana.

Despoblado de Almaguer

En la Edad Media existió el núcleo de Almaguer, junto al río Riánsares, creado hacia 1208

por Alfonso VIII, y situado unos 3 Km al oeste de la actual localidad de Corral de Almaguer, río

abajo, donde hoy día hay una ermita. Almaguer, al pasar al dominio de la Orden Militar de

Santiago, fue colonizada por vecinos procedentes de Uclés.

A la localidad de Almaguer pertenecían las aldeas de Villamayor de Santiago, Villanueva de

Alcardete, Almuradiel, Montealegre y Cabezamesada. En 1209 la localidad de Montealegre es

cedida a la Orden de Santiago; las otras, después de 1241, pasaron a la dependencia de Corral de

Almaguer de la que serían segregadas más tarde.

En Almaguer se unían dos importantes cañadas, la soriana y la que viene de Cuenca a través

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de Cabezamesada, para confluir en este lugar. Esta zona de trascendente significado ganadero es

frontera con el término de Lillo, lo que llevó a un importante acuerdo de límites en 1241, fijándose

el primer mojón a mitad de camino entre Lillo y Aloyón.

Población de Corral de Almaguer

A mediados del siglo XIII los vecinos de Almaguer comienzan a abandonar el lugar

trasladándose media legua aguas arriba del Riánsares hacia una zona más llana, dotada de agua y

grandes extensiones de para los cultivos. El lugar elegido fue una dehesa llamada "El Corral", que

estaba situada entre las vegas de los ríos Riánsares y Albardana. De todo esto se llega al nombre

actual de la villa, "Corral de Almaguer".

La Orden Militar de Santiago fundó poco después de 1241 la población de Corral de

Almaguer, donde creó una encomienda el mismo año. La encomienda de Corral de Almaguer fue un

importante enclave en el control de la Mancha por parte de la Orden de Santiago, controlando una

zona de gran riqueza fluvial y comercial. Su primer comendador Rodrigo Yáñez.

Una vez finalizado el traslado de la población de Almaguer, el Maestre de la Orden de

Santiago, Diego Muñiz, en el Capítulo General de la Orden de Santiago celebrado en la ciudad de

Mérida en el año 1312, concedió Carta Puebla a la nueva villa que ahora pasaba a denominarse

"Corral de Almaguer", y a sus habitantes el ordenamiento jurídico conocido como "Fuero de Uclés".

Desde 1314, Corral de Almaguer contó con dos ferias otorgadas por los tutores de Alfonso

XI y posteriormente confirmadas por él en 1342.

A la localidad de Corral de Almaguer pertenecieron la aldea de Almaguer, y las aldeas de

Villamayor de Santiago, Villanueva de Alcardete, Almuradiel y Cabezamesada, que más adelante

fueron segregadas.

Corral de Almaguer sufrió un proceso de desmembramiento de su término en los inicios del

siglo XIV, quizá fruto de un proceso de despoblación progresiva de la zona, que llevó a la Orden de

Santiago a organizar unidades administrativas más pequeñas y por tanto más fáciles de controlar y

de poblar.

En 1321, la Orden concede fuero a Chozas (actual Villamayor de Santiago, en la provincia

de Cuenca), concediendo una exención de pecha para proceder al poblamiento de este lugar y

autorizando la constitución de un concejo.

En 1331, es la Puebla de Almuradiel la que consigue la independencia de Corral de

Almaguer, mediante la obtención del fuero de Uclés.

En 1338, el Maestre Don García Fernández concede a Villanueva de Alcardete la

segregación de Corral de Almaguer otorgándole el fuero de Uclés, con la exención de portazgos

para los que acudiesen, y pechos para los que acudiesen de fuera del señorío y pusiesen tres

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aranzadas de viña. Inicialmente existió la localidad de Cardete, pero se abandonó en el siglo XIII,

trasladándose sus moradores a la nueva ubicación de Villanueva de Alcardete; este lugar comenzó a

ser poblado en 1224 y en este momento se le dota de mecanismos comerciales como la exención de

portazgo y pasa a estar bajo la protección de la Mesa Maestral.

Cabezamesada se fundó durante la Reconquista tras la derrota de Alfonso VI, en la batalla de

Uclés. Las huestes cristianas que huyeron por la vega del Riánsares, fundaron a sus orillas un

castillo que sería feudo de la familia Albornoz. Los Reyes Católicos, en el 1485, durante el gran

maestrazgo de don Alonso de Cárdenas, conceden a la población el título de villa, erigiéndose el

rollo como testimonio de su nueva jurisdicción.

Despoblado de Aloyón

Otro lugar significativo del término de Almaguer, Aloyón, también se integra en esta primera

década del siglo XIII. El actual despoblado de Aloyón, que significa fuentes en árabe, estaba

ubicado en el arroyo de Testillos, aguas arriba del Cedrón, en el actual término de Corral de

Almaguer.

En fecha imprecisa, (hacia 1209-11, véase La Encomienda, el Priorato y la villa de Uclés),

Miguel Ibáñez, juez de Uclés, entrega a la Orden de Santiago la localidad de Aloyón con todas sus

pertenencias, reservando una parte para su mujer; él se entrega a la Orden con todo su equipo

militar que incluye armas y armadura, reparte sus ovejas entre la Orden y su mujer Benedicta y deja

algunos bienes al prior para ser enterrado en el claustro de Uclés.

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