Revista bachillerato

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Bailarina de los sueños Baila, baila, bailarina que afuera todavía se esconde el sol y cuando nace el día justo, justo cuando crece en vos vas bailando con tu ángel que cada noche ríe y sueña con ser canción. Vuela desde el nido de la luna donde tu voz, es mi dolor viaja tu dulzura como guía viaja y sube en el silencio de las vidas que se despiertan y despiertan por tu canción. Buen presagio de esto que no era más que un volcán con corazón quema, quema y en las ruinas desata el polen y la razón. Dicen que estás y que eres ala dicen que un ángel regresará pero vos estás callada y en el viento todo lo dices con la verdad (vida) Dicen que no estás pero lo amas dicen que no viene pero vendrá

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Bailarina de los sueños

Baila, baila, bailarina que afuera todavía se esconde el sol

y cuando nace el día justo, justo cuando crece en vos

vas bailando con tu ángel que cada noche ríe y sueña

con ser canción.

Vuela desde el nido de la luna donde tu voz, es mi dolor viaja tu dulzura como guía

viaja y sube en el silencio de las vidas que se despiertan

y despiertan por tu canción.

Buen presagio de esto que no era más que un volcán con corazón quema, quema y en las ruinas

desata el polen y la razón.

Dicen que estás y que eres ala dicen que un ángel regresará

pero vos estás callada y en el viento todo lo dices con la verdad (vida)

Dicen que no estás pero lo amas dicen que no viene pero vendrá

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miles que persiguen tu sonrisa...

Sueños que bendicen el alma! Sueños que bendicen el alma! Sueños que bendicen el alma!

Letra: Roberto Rossenblum. Música: Luis Matías Almazare Para Gisele Gómez Hohmann

De Luis Matías Almazare para Gisele Gómez Hohmann

Un viento me trae tu silencio una copla lejana.

Un grito al vacío

que se me metió en el alma.

Es un árbol enraizado que florece en un nosotros.

No hay olvido en tus manos que tejieron los recuerdos.

Sólo queda andar vida mía, sólo queda andar

con un canto por las noches de soledad

Como haré con mi pena, como haré si pa´ desgarrarla la canto, la canto y ya no sé.

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Es que pesan los recuerdos es que me come el silencio.

Acá adentro todo vuela, no hay vicios ni rencor

sólo el tiempo vivido, un grito a media voz.

Y un susurro en el alma en el camino vuelta a casa.

Sólo queda andar vida mía, sólo queda andar.

con un canto por las noches de soledad.

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EL CONDENADO

Miro el cielo, cielo raso que oye mi situación de

encierro por haber pecado e intento no oír los murmullos

de las celdas vecinas que despiertan mi paranoia y

atormentan mi estadía.

Todos los días se volvieron rutina y castigo. Todas

las noches, anhelos de libertad. Ahorraré en detalles

descriptivos de lo crudo de la cárcel, puesto que las

huellas de la condena son en parte el tesoro que

encierra el preso sin deseos de desenterrar.

Durante mi adolescencia y formación crecí con

delincuentes, de mayor o menor grado pero que caben

en esa categoría. El más piola era el que más leyes

rompía, el más vivo el que más alcohol y drogas

consumía y el gil era el laburante, que no disfrutaba la

vida por trabajar de sol a sol sin relajarse o divertirse.

Con ese ideal me formé y me convertí, según el juez, en

este malviviente que consumió, robó y mató a un gil.

Si lo pienso bien, debo admitir que el gil debo ser

yo por haberle quitado la vida a un policía, el verdadero

pillo por ser un laburante más, quien cumple su rol en la

vida, disfruta de su familia y sanidad.

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¡Tan piola me creí y miren dónde estoy! Quise ser

más que el resto: Más calavera, más turro y más hombre

por atreverme, y terminé siendo lo menos de la

sociedad, lo olvidado, lo reprimido, lo burdo y

despreciado ¡Justo lo que yo quería cuando creía que

era divertido!

Sigo viendo ese cielo raso del que cuelga una

bombilla. La quito para ya no tener la luz reflejándome

las rejas que me gritan cuán estúpido fui y a mi mente

vuelve a cada minuto la mirada temerosa de aquel

policía pidiendo clemencia, llenándome de culpa.

Saco un torniquete de trapo que llevó horas de

taller construir y lo ato al circuito eléctrico. Subo a mi

cucheta, anudo el extremo restante a mi cuello en un

acto de justicia para con todos los que herí y salto para

terminar con esta merecida condena que no se acaba,

pero a la que pongo fin.

Gisela Barreiro.3°año

Acumulando Experiencia

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Nací un 9 de abril de 1963 en 25 de Mayo, una

localidad de Misiones. Un lugar rodeado de ríos,

selvas, saltos, pájaros, cuatíes, yaguares y muchas

serpientes. Donde la vida silvestre y el verde

hacen de este lugar un paisaje único. Somos ocho

hermanos y vivimos en extrema pobreza. Luchando día

tras día para ganarnos el pan y poder seguir

adelante.

De grande muchas veces trabajamos pero no a

cambio de un salario, sino por medio del trueque.

Cambiando horas de trabajo por alimentos esenciales

como la harina, arroz, azúcar etc. De esa forma

ayudábamos a nuestros hermanos más pequeños.

Solíamos salir muy temprano a las chacras en busca

de trabajo y algunas personas del pueblo nos daban

la posibilidad de trabajar en la siembra de arroz,

soja, tabaco o algodón. Pero como dije

anteriormente para nada era a cambio de dinero y

eso muchas veces empeoraba la situación. Además,

debíamos de trabajar todo el día y nuestra

alimentación era muy escasa.

Nos alimentábamos de frutas silvestres y de lo

que sobraba del alimento de nuestros hermanos más

pequeños. Si bien por un lado tratábamos de superar

la miseria por la que atravesábamos y aprendíamos a

buscar nuestro “pan de cada día”, esta forma de

vida tenía algo que nos jugaba muy en contra y era

la poca posibilidad que teníamos de crecer en dicho

lugar. Tan siquiera poder soñar con algo mejor ya

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era algo imposible. Pensar algo así era

descabellado. Muchas veces me merodeaba la idea de

un cambio rotundo para mí. De un mero intento de

poder abrir mis horizontes. Nada estaba perdido y

de eso se trataba mi caso, de dar un primer paso.

Así empecé a transitar mi vida junto con el

trabajo arduo y duro día tras día. Fui golpeando

diferentes puertas y trabajando en distintos

lugares, adquiriendo distintas experiencias. Uno de

mis sueños era llegar a Buenos Aires. Según decían,

era una ciudad soñada. Luché para conseguir mis

ahorros y así pude llegar a esa bella ciudad de la

que todo el pueblo hablaba.

Cuando llegué allí me esperaba mi tía. Fue tan

soñado todo e inclusive el solo pensar que a los

pocos días tuve mi primera entrevista de trabajo en

la localidad de La Lucila. En ese momento, aún

recuerdo, me acompañaba una sensación de miedo y

pesadumbre por el qué dirían o pensarían los demás

de mí. No obstante sabía que mi primer paso ya lo

había dado tras haber logrado obtener mi primer

trabajo en la Ciudad limpiando casas.

Si bien había empezado con muchas ganas, mi

torpeza e inseguridad me jugaban en contra. Las

cosas habían comenzado muy bien pero de a poco todo

fue tomando otro color. Y pronto pude ver cosas que

no las veía del todo justas. Debía de pasar hambre,

ya que no tenía ni un mísero descanso y todo era

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muy medido. Un café chico y dos galletitas era todo

mi almuerzo. Pasaba muchas horas sin poder comer,

observando las heladeras llenas de comida. Un día

me sentí tentada y tomé un delicioso postre que

llamó mi atención. Ese fue mi peor error. La señora

de la casa de pronto comenzó a tener un trato

cortante y hasta hostil conmigo y no entendía el

porqué.

Enceguecida por la simple idea de comer de esa

heladera, había comenzado a comer lo que veía a

simple vista. Se me había convertido en un hábito.

Un día menos pensado me encontraba limpiando el

baño, cuando la señora de la casa se acercó y

comenzó a pasar el dedo por todo lo que yo ya había

limpiado. Repentinamente comenzó a increparme

diciendo: “esto está mal. No me gusta como limpias.

Esto No esta limpio”

Sin entender la situación y desorbitada le

pregunto: “¿Qué le sucede Señora? ¿Qué hay de malo

en mi trabajo? ¿En qué le he fallado? Sin respuesta

alguna, la señora me increpa señalándome con su

índice: “¡¿Usted es la que come de la heladera sin

permiso, no?! Está mal que comas sin permiso”-

continuó la Señora- “Esa comida no es para usted y

no podes comerla. ¿Está claro?”

Recuerdo que en ese momento se me vino el

mundo a los pies y no supe qué contestarle mas que

la simple verdad y con furia exclamé: “Mire Señora,

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yo tengo hambre y usted solo me quiere conformar

con un miserable cafecito y dos galletitas. ¿Le

parece justo? La verdad no puedo entender lo cruel

que es conmigo. ¡Tenga mucho cuidado!”- le advertí.

La señora se quedó perpleja y me pregunta:

“¿Acaso me está amenazando? ¿Por qué me lo dice?”

“Porque uno de estos días me la como a usted”- le

respondí con total sinceridad. La señora quedó tan

impresionada por mi respuesta que se fue por el

hall de la casa sin decir ni una palabra.

Por un largo rato me quedé perpleja

reflexionando lo que había dicho o hecho. Pero lo

que quería era que ella entendiese lo feo que es

pasar hambre y que tan solo con darme algo distinto

a un cafecito y un par de galletitas, todo iba a

ser muy distinto.

Toda esa tarde pensé que eso me iba a costar

el trabajo en dicha casa, pero la dueña pudo

recapacitar y esa misma tarde se sentó conmigo para

dialogar al respecto. Había tomado la decisión de

darme cuanta comida necesitase sin tener que robar

o comer sin permiso. Pero también ella reflexionó

sobre lo feo que es pasar por hambre y lo cruel que

estaba siendo conmigo. Después de todo ambas

aprendimos una lección.

Seudónimo: Orquídea. 1°año.

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Unas vacaciones en la ciudad

En las vacaciones de invierno, llegó una familia que habitaba en el

campo a la ciudad. Ellos decidieron pasar unos días en la ciudad para

darse cuenta de las diferencias que existían en la vida cotidiana.

Más tarde, fueron a recorrer casa parte de ella y se dieron cuenta

de que la gente tenía actitudes raras y no entendían lo que sucedía en las

calles. Comenzaron a razonar que probablemente la ciudad estaba

desbocada y que la comunidad no reconocía la existencia del otro ya que

cada uno estaba en su mundo.

Entonces, al darse cuenta de que la relación con los ciudadanos

era totalmente desagradable porque no había respeto del uno por el otro

porque se discriminaban e insultaban constantemente, concluyeron que

debían regresar al campo, donde se sentían más cómodos en sus

espacios, tenían tranquilidad, respeto y sobre todo permanecían unidos

por sobre todas las cosas.

Seudónimo: Ingarci.3°año.

El retrato

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Jubilosa y enrarecida, Layla fabricó su amarillento vestido. Modelo familiar, recuerdos vagos con cintas de raso. Lo enmarcó, Cosió y armó, desarmó y cosió. -¡Ya está listo!- Díjole a su madre.

Bajó la escalera de ese gran caserón y corrió sin darse cuenta, de reojo observó la galería de cuadros familiares. ¿Quién era ella? ¿Por qué esa postura imponente? ¿Por qué esos ojos impenetrables?

Corrió hacia la sala de estar, se observó en ese gran antiguo y labrado espejo; mas esa tarde, la niña lloró, gritó y rasgó su vestido nuevo. Esa imagen que vio bajando las escaleras era ella misma que sin saberlo quedó atrapada en el tiempo y espacio, y sólo un marco desvencijado le mostraba su presente, inaudito, sin claros ni aromas.

Salió corriendo hacia el gran parque temiendo fuera el vestigio del futuro.

Mas ahí estaba ella, entre la bruma que cubría la noche y que le recordaba sus quince flamantes años.

La música que salía del gran caserón y su inocencia perdida, con el vestido rasgado y los lazos de raso volando por sobre la hierba, como queriendo huir de esa escena que marcaría su vida hasta el día de hoy en que Layla decidió reconstruir con toda prestancia el vestido de seda y cintas de raso dorados.

Gladys Rodríguez. 1°año.

Ana y Joaquín

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Ana y Joaquín se conocieron en la playa una tarde de verano

.Ella estaba escribiendo poemas, cuando de repente se le volaron

todas las hojas. Joaquín la miraba, cuando vio lo que pasó, él fue y la

ayudó .Ana se sintió muy atraída por él, tanto que se quedaron

hablando toda la noche. Después de esa noche fueron inseparables.

Pasaron cuatro años ya que ellos estaban juntos y las cosas

no iban muy bien porque él estaba un poco distante de ella .Una

mañana los dos se encontraron en la plaza del barrio en el que ellos

vivían. Joaquín quería hablar con Ana; ella, muy contenta, fue al lugar

porque también tenía que decirle algo muy importante. En el

momento que hablaban él le decía que la amaba, pero que ya no

podían estar más juntos. Ana bajó la mirada y le respondió: –Si me

amas ¿por qué no podemos seguir con la relación? Yo también tenía

algo que decirte. Joaquín le contestó con lágrimas en los ojos: – No

quiero que me digas nada- se dio la vuelta y se fue.

Pasó un año, durante ese tiempo ella no supo más de él,

aunque lo buscaba por todas partes, no había rastros de Joaquín.

Ana ya hacía cuatro meses que había dado a luz a una preciosa nena

que se llamaba Juana. Era hija de Joaquín.

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Una madrugada, Ana recibió una llamada que venía de un

hospital, ella atendió y le dijeron: - ¿Usted tiene algo que ver con

Joaquín Gutiérrez?- Ana se quedó helada y le respondió que sí

.Como loca, agarró el auto y fue directo a la dirección que le pasaron

del hospital .Cuando llegó y entró a la habitación, vio a Joaquín muy

desmejorado, pelado, bastante flaco, y se notaba muy enfermo .Él

tenía cáncer. Cuando Ana entró y lo vio se le llenaron los ojos de

lágrimas, ella comenzó a llorar, él la miró, sonrió y su corazón dejó de

latir .

Unos meses después ella lo fue a ver al cementerio con una

margarita (las flores favoritas de Joaquín) Cuando ella le enterró la

flor en la tierra, se levantó llorando, se dio vuelta porque sintió que le

tiraban de su vestido .Ana se asustó mucho, se cayó, se golpeó muy

fuerte la cabeza y murió en el instante.

Seudónimo: Anarce. 1°año.

La casa abandonada

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Es una casa que está en una zona descampada de la Ciudad de

Olavarría, a 360 kilómetros de Capital. Dicen que las personas que

vivieron ahí se marcharon porque dentro de la casa abandonada

pasaban cosas difíciles de explicar; se escuchaban gritos y pasos

donde no había nadie.

La casa está situada en las afueras de la ciudad, lejos de las

miradas de la gente. Así lo quisieron quienes fueron los primeros

dueños, ellos murieron en ese mismo lugar producto de una rara

enfermedad familiar. La casa pasó a ser un lugar oscuro y macabro,

después de tantos años de abandono y maltrato del sol y las

tormentas. Todavía se puede entrar y utilizar las piezas de la planta

baja, aunque la escalera desde hace años está inservible por los

derrumbes y las fogatas que los vagabundos hacían dentro de la

habitación principal.

Conozco la historia porque mis tíos viven ahí y cuando voy a

visitarlos una parte del juego con mis primos y amigos es parar cerca

de la vivienda y escuchar las nuevas historias que se cuentan. Si bien

está muy destruida, desde hace muchos años los chicos van a jugar

adentro.

Hace muchos años atrás, una tarde lluviosa de verano, un

grupo de siete chicos adolescentes entraron y armaron en forma

imprevista el juego de la copa. Cortaron pedacitos de papel de folletos

que había tirados por el piso de la entrada, con un pedazo de carbón

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de un fuego de los vagabundos, escribieron las letras y con una copa

de plástico se dispusieron a jugar. Eran siete y antes de empezar se

preguntaron si estaban todos de acuerdo en participar, ellos y los

demás...los espíritus, dijeron que Sí.

Desde esa lluviosa y brumosa tarde no se volvieron a ver nunca

más a los amigos. Dicen algunos en el pueblo que en verdad se fueron

a buscar nuevas aventuras a la costa y que allí se ahogaron en un bote

de manera misteriosa. Otros sostienen que nunca salieron de la casa.

No se sabe cuán real es esta parte de la historia, pero cuando te

acercas a la casa podés sentir la presencia de los espíritus a tu

alrededor como esperando que entres a jugar una vez más con ellos.

Debería creerse que son aquellos seis jóvenes que han

quedado atrapados por siempre en el limbo y desean que alguien los

visite y libere de su castigo. Con respecto a los espíritus que ellos

liberaron al intercambiarse en el juego, cuentan los de los campos

cercanos que todas las frías noches entre las dos y tres de la mañana,

siempre que no haya luna, se los ve entre la niebla molestando a los

animales.

Curiosamente el cuerpo de uno de ellos fue encontrado. Había

una caja enterrada cerca de la casa, la encontró tiempo después la

policía del lugar en donde había una nota que decía: "Ya cumplimos

con el pacto de ofrenda, te damos lo acordado". En la caja se encontró

huesos calcinados por lo que se pensó y cerró el caso creyendo que

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los otros seis se habían fugado y que el séptimo cuerpo fue calcinado

por ellos mismos a modo de venganza.

También se dice que la criatura que habita allí es el séptimo

amigo desaparecido que vaga por los alrededores en busca de su

destino y que va a la casa ya que allí puede ver el alma de sus amigos.

También puede ser que sí sea un espíritu maligno que vigila el lugar

para maldecir a aquellos que osan jugar con lo prohibido. Sin

embargo, sólo puede ser una simple mentira.... Estimado lector, lo

dejo a tu libre elección....... FIN.

Alejandra Arcénides. 3°año.

La toma de la fábrica 19 de diciembre

La fábrica fue tomada por los compañeros el 19 de diciembre de 2002 antes de

las siete de la mañana. En la entrevista que nos dieron, nos relataron que venía todo muy

mal porque no les pagaban los sueldos que les debían y ni hablar de aguinaldos y

vacaciones. Ellos veían cómo los dueños se llevaban las máquinas y las matrices más

importantes a otros lugares donde realizaban negocios y donde se abría una nueva

fábrica que todavía hoy existe en la calle Sarmiento.

A partir del día de la toma y cuando se redujo la vigilancia, los dieciocho

compañeros entraron y se quedaron día y noche. Comían y dormían en la fábrica por

miedo a que viniera la gente mandada por los dueños y se llevaran todo.

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Económicamente también estaban muy mal, los vecinos colaboraban con ellos

con lo que podían ayudar. A medida que pasaba el tiempo, fueron organizando todo para

trabajar y para obtener los papeles para formar una cooperativa y salir adelante.

Nos contaban que en el Ministerio de Trabajo, los que gobiernan, les daban el

consentimiento como diciendo: “Estos negros estarán unos meses, se van a cansar, no van

a poder…”, pero pudieron. Hace diez años que ellos lo lograron y siguen adelante por

más.

Hoy, en la cooperativa 19 de diciembre, los compañeros brindan un espacio para

que funcione el Bachillerato Popular y el Centro Cultural, en agradecimiento al barrio.

Ésta es una gran oportunidad para jóvenes y adultos, o sea, para la sociedad.

Liliana Palomino. 3°año.

Un caos cotidiano

Iba caminando por el centro, las calles estaban

atestadas de gente apurada que corría y me

empujaban hasta donde no quería siquiera ir. Hacía

mucho calor y era horario pico, tal vez esa era

la explicación del apuro ajeno. Siempre fui curiosa en

esta vida, me perdía imaginando todos los motivos,

causas, los porqué y cómo de lo cotidiano.

La luz del semáforo cambió de color y apuré el

paso. En ese momento, mi vida pasó como

una película delante de mis ojos: imágenes,

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recuerdos, momentos. Veía en cámara lenta cómo la

gente se desesperaba por tomar el colectivo,

se enloquecía con el hecho de saber que para todo

tenía que hacer una gran fila. Como una

privilegiada espectadora me la paso pensando en

cómo son y serán las cosas en la vida cotidiana.

Creo que hoy en día sin contar el futuro, es

un caos. Toda la gente enfurecida, histérica, de mal

humor, atormentándose con las bocinas, el griterío,

los autos.

Con el pasar del tiempo la ciudad era cada vez

peor, las personas mismas no asumían los hechos

que venían pasando, los alteraba pero no llegaban a

ser afectados por el caos.

Seudónimo: Tati. 3°año.

Una navidad feliz

La navidad del año1970 viene a mi mente, recuerdo de mi

niñez. Yo tenía siete años y soñaba con ese día. Hacía meses que

cada día que pasaba lo tachaba en el almanaque y contaba cuántos

faltaban para esa navidad.

Así llegó diciembre, el mes de las fiestas. La familia se empezó

a comunicar y a movilizar. El lugar donde pasar la nochebuena fue

en lo de mi tía Olga, en el campo, a quinientos kilómetros de Capital

Federal. En ese lugar pasé toda mi infancia.

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Mi mamá tenía diez hermanos, ocho mujeres y dos varones y

habían decidido reunirse todos en el campo. También estaban mis

abuelos y todas mis primas y primos, éramos muchos niños,

estábamos muy entusiasmados. Los mayores nos habían prometido

que ese año veríamos a Papá Noel cuando traía los regalos.

El día llegó y después de tantos preparativos: compras,

comidas y postres, la mesa de la nochebuena estaba lista en medio

de ese gran patio. Cuando todos llegaron, se sirvió la cena. El tiempo

pasaba rápido.

Cuando el reloj indicó las doce y los adultos brindaban por esa

nueva navidad, por el nacimiento del niño Jesús, los chicos veíamos

cómo desde la oscuridad, del campo, aparecía Papá Noel con su

bolsa colmada de regalos. Nos quedamos paralizados, el cielo se

llenó de estrellas iluminando ese lugar y ese momento que era

mágico. Papá Noel sacaba sus regalos y nos iba nombrando uno por

uno. Cuando la bolsa se vació, vimos como se marchaba y

desaparecía en medio de la noche oscura.

Nunca me olvidé de esa noche tan especial, aunque después

de muchos años me haya enterado de que Papá Noél era mi tío Tin

que se había disfrazado. Para todos los niños, aquél momento fue

maravilloso e inolvidable. Tengo cincuenta años y todavía recuerdo

esa navidad tan feliz.

LiLiana Palomino. 3°año.

Latidos de esperanza

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Pataditas, pataditas... en medio de libros y pizarrones, ¡cuánta vida latiendo,

cuántas ganas! Mates con bizcochitos y panzas por parir, cuántas palabras... Trabajo,

dignidad, respeto, agradecimiento, llenarían nuestras aulas, y en medio de todo la

Cooperativa de trabajo 19 de diciembre.

Un verano del 2005, calor, calles vacías ¡y una esperanza! Abrir "la

escuela", la escuela para el barrio, ese barrio que acompañó la toma de la fábrica.

Pegar afiches, hablar con la gente, tomarnos el tren hasta Suárez, burlar al

guarda y dejar en los vagones los volantes pegados para la inscripción 2006.

Comienzo de clases con pañales y madres dando el pecho. ¡Y ese espíritu de

lucha latente!

Micros, estudiantes, banderas, banderas de lucha hechas por nuestras manos,

donde aprendimos que "la bandera no se mancha", siempre arriba como un

estandarte. Y mientras tanto las máquinas trabajando con ese olor tan particular…

cemento frío...

Y esa historia de amor, amor prohibido. Ella, esperando las cuatro de la

tarde para verlo pasar y él, camino a cambiarse porque ya terminaba su horario de

trabajo. Celulares con mensajes cruzados, miradas, ganas de abrazarse, pedir

permiso para ir al baño para encontrarse y besarse entre los armarios. Ella, apenas

dieciocho; él, rondando los treinta. Todos sabían de ese amor sin freno, ¡pero era en

la escuela! No se podía, ¿Quién lo decía? ¿Dónde estaba escrito? ¿Quién era ese

juez implacable e invencible que todo lo podía?... Y así se fue marchitando el amor,

ni las marchas, ni los reclamos pudieron atraparlo... y se fue, quedaron las paredes

vacías de corazones y los ojos secos de tantas lágrimas.

Mientras tanto las máquinas se paraban, pobreza, hambre, cartones...

Oscar se fue, quizás en un tren emprendiendo un largo viaje con sus ochenta

y siete años, nos dejó su sabiduría, sus ganas de vivir, lo llamaban" corona".

Page 21: Revista bachillerato

Terminó el tercer año en medio de festejos y con sus nietos entregándole el diploma.

Cuando llegó a la escuela usaba bastón para subir las escaleras: era el típico

ferroviario cargado de historias nuevas. A pesar del tiempo trascurrido, nos

impregnaba de otras épocas, donde la palabra tenía valor, nos enseñó que tener un

trabajo digno era posible, la casa propia, el alimento en la mesa, nos enseñó que un

guerrero se va dejando historia en sus pasos, amado por todos y bendecido por sus

saberes.

Poder, poder... poder… Comienza a sonar esta palabra, no estábamos

preparados, porque poder para nosotros era sinónimo de autoritarismo, no lo

reconocíamos... las máquinas empezaban a marchar de a poco... y el supuesto "

poder" quedó afuera de nuestra escuela y nuestras vidas.

Cada día que pasaba, cada mate compartido, nos hacía más fuertes,

indestructibles. Cuántas manos solidarias se alzaron, ¡tanto, que hubo que decir

basta! Y los pequeños volvieron a reír y su mesa a estar servida, solidaridad,

valientes trabajadores, orgullo de nuestras vidas que se trasladaba en las enseñanzas

diarias.

Momentos de tristezas, compañeros que partieron... estrellas,

caminos, senderos de luz.

Transformaciones, otras miradas, vivir con las diferencias... Patricia

escondida en Roberto...

Partes de las paredes cubiertas de historias. Ahí, en el medio, Pablo con

Meli, amigos inseparables. Ella vestida de negro, pintadas del mismo color sus uñas

y boca, nunca tan bien visto el colorido, descubrimos las distintas gamas. Él con sus

ojos marrones que cuando quería se transformaban en celestes, turquesas... y las

fotos colgadas, experiencias de vida.

Pasaban las estaciones y los amores furtivos que se desvanecían con el

tiempo. Confianza, una palabra rara de explicar.

Page 22: Revista bachillerato

César cambió su coche, la producción avanzaba; la escuela, refugio de

todos... Pasitos, pasitos... la nueva generación...

Seudónimo: Chavela. Compañera del Bachi.

Tantas cosas por contar...

Era una tarde soleada del mes de septiembre, en la calle la fragancia de

las flores inundaba la ciudad, comenzaba la primavera. Ellas eran amigas de la

niñez, pero hacía ya muchos años que no se veían. Esa tarde caminaban por las

calles de Buenos Aires y se encontraron. Anna vio a su amiga muy cambiada,

algo le ocurría y le dijo -Aby ¿por qué nunca me llamaste? Te busqué mucho y

nadie sabía nada de vos, fue como si hubieses desaparecido de la faz del la

tierra, te extrañé tanto, hay tantas cosas que te quiero contar, pero primero

quiero saber de vos. ­¿Querés que tomemos un juego en el bar que está en esa

esquina? - Aby le contesto: -Sí, amiga, claro que si, ¡tengo tantas cosas que

contarte, que ya no puedo esperar!.

-Sabes Anna hace 12 años conocí al amor de mi vida, mi hijo Uriel, tan hermoso

mi niño con su cabello rubio como el oro, y sonrisa tan bella que dio luz a mi

vida, a medida que fue creciendo se puso cada vez mas travieso, le gusta mucho

nadar. Tan pequeño y le gustaba jugar a hundirse, desde hace ya diez años

siempre me hace el mismo juego, es que le gusta mucho asustarme. Sabés. es un

gran actor todas las veces el mismo juego, se hunde en lo profundo y mueve sus

brazos y piernas llamando a mami. Después, siempre lo mismo: ellos me

agarran, no me dejan ayudarlo. Yo quiero jugar con él y hundirnos juntos, pero

ellos dicen que ese es su juego y que yo no puedo interferir.

Page 23: Revista bachillerato

Acá está ¿Por qué a él no lo saludás? ¿Por qué el mozo no le ofrece un jugo?

Hijo, no llorés. ¡Mami está aquí!!.

Ahí están, Anna deciles, deciles que me dejen. ¡Ahí! Ellos los hombres de ropa

blanca, todos visten igual todos los días. Deciles, dale ¡Deciles que me dejen

tranquila! ¡Yo no quiero ir con ellos! ¡no volveré ahí! Ellos quieren separarme

de mi hijo, se lo quieren llevar. Amiga, por favor no se los permitas. Ayudame.

Seudónimo: Limka

Miedos

Después de 5 meses, me volví a reencontrar con mi gran amor. Era una tarde muy

gris donde el sol quemaba, quedamos en encontrarnos cuando el reloj dé las

20:00hs. Ahí estaba tal como lo había prometido. No dude: fui corriendo y lo abracé

preguntándole por qué me había dejado sola tanto tiempo. Él solo dejó caer unas

lágrimas, dijo que tenía que volver a irse y desapareció. Se perdió entre mis brazos,

ahí fue cuando apareció una nena pequeña pidiéndome ayuda ¡La estaba atacando

un oso polar!

Se me abalanzó encima, me quiso morder y lo esquivé. Entré a casa, tomé un

cuchillo de la cocina, nuevamente salí y lo ataqué por la espalda. Me derribó deun

manotazo, uno solo bastó para tirarme. Caí al suelo y cuando tuve fuerzas pude

volver a levantarme. En un espejo ví mi rostro sangrado,nuevamente me abalancé

sobre él y logré cortarlo en su cuello. El oso empezaba a debilitarse y mis fuerzas

para enfrentarlo también, Pero algo me decía que debía seguir, entonces decidida lo

enfrenté y lo maté.

Nuevamente apareció él, me besó y me dijo que ahora sí era digna de ser su Reina

por haber enfrentado mis miedos por él.

Page 24: Revista bachillerato

Seudónimo: Princesa