Revista Buró

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César Seco Reseña y entrevista Rubén Dario Ronald Parra Moisés González Cortometraje primer paso a la grandez Fotografía Mi maleta visita a Viena “ Lo que se hace con amor, esta benditamente condenado al éxito” Facundo Cabral 1 ° edicion 2013

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Regreso de la revista Negro Sobre Blanco pero regenerada y convertida en Buró.

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César Seco

Reseña y entrevista

Rubén Dario

Ronald Parra

Moisés González

Cortometraje primer paso a la grandez

Fotografía

Mi maleta visita a Viena

“ Lo que se hace con amor, esta benditamente condenado al éxito” Facundo Cabral

1 ° edicion 2013

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Índice

DE la manchaCazador cazado

El septimo SELLO

la musica como salvacion del hombre

Mi maleta visita viena

Un cuadro en una mirada

1-2

23-24

29-32

36-40

33-35

confesiones de cura valentíncuentos para morir leyendo

The master

3-56

25-28

De nínfulas y peregrinos 7-8po emario 9-13EL LECTOR MARGINAL 14-15rESEñA LOS COLORES DEL CIELO 16-18cESAR seco 19-22

Sube el telón

la bañera de fígaro

la vida es arte

Un fotograma

8-910-121314-1516-2021-2223-2526-29

31-3233-36

38-41

42-46

48-50

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Richard Sabogal

El retorno del Ave Fenix

A lo largo de mi vida me han dicho que todo lo que comienza con un traspiés, termina siendo un éxito. Cuando los tropiezos son fuertes la gloria espera al final del camino. Cuando comenzamos este proyecto que engloba Negro Sobre Blanco y que fue la revista que antecedió a Buró, los traspiés fueron infinitos y la fuerza para tirar por la borda esto fueron muchos. Por entonces alguien me recordó esa frase de “lo que comienza difícil luego será un éxito” Así fue, a pesar de lo humil-de de su presentación la acogida fue respetable e incluso firmas del tamaño de Luis Britto García aportaron algo a nuestros espacios. El crecimiento continuó con la llegada de la editorial, la cual desde su nacimiento no se ha detenido en la elaboración de títulos y hoy por hoy es una de las editoriales con más libros publicados de forma alternativa y con más de 5000 ejemplares impresos.

El auge de la editorial nos llevó a descuidar la revista Negro So-bre Blanco hasta un día simplemente no salir más. Proyecto que se vio rescatado cuando a principios de año un grupo de jóvenes que venían escribiendo con nosotros en la editorial y haciendo la parte periodística retomaron el proyecto y entre un avatar y otro la refun daron dándole el nombre de Buró y convirtiéndola en la que alguna vez mi mundo onírico deseó.

No es costumbre comentar esto en un Editorial, pero me tomaré la licencia de hacerlo porque lo merece y porque quiero. Entre esas personas guerreras que confiaron en el proyecto está Karime Rivas, quien con puño de acero ha mantenido una visión firme en lo que desea para el público y se ha mantenido en constante movimiento, como un espiral, sin detenerse, sin amainar, oteando los obstáculos y alcanzando el anhelado final que ahora está en las manos de usted lector. Parte del contenido como dedicación a cada detalle organizacional de Buró ha sido gracias a ella. Igualmente llegó a mitad del primer recorrido Ivanna García, una joven con un talento impresionante para formar las herramientas de diseño en obras de arte y creó el primer número de Buró.

Es necesario agradecer la recepción que ha tenido la revista. Muy buena, a pesar de que íbamos a salir en abril pero un obstáculo fútil e insignificante nos hizo detenernos unas semanas, tiempo que en vez de complicarnos, nos hizo replantear horizontes y conseguir el éxito, que bien seria el norte de este primer número y que me da la oportunidad de informar que esta revista será dinámica, movida como nuestros tiempos, cada número será un universo distinto, la misma esencia, pero diferentes modos de percibirla. El segundo número irá dedicado al cabaret, lo que brindará al par de artistas que dirigen esta revista y tienen esa perfección que solo disfrutan las mujeres, de convertir en una obra de arte lo que nosotros no lograríamos.

Bienvenidos a Buró, un sitio donde nos podemos beber un café mientras contemplamos lo hermoso de la vida a través del cristal de la lectura, la pasión y el mundo onírico al que nos vamos cuando el sol no es tan brilante como siempre.

Disfruten y gracias por estar allí.

EDITORIAL

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De la mancha

Cazador cazadoAutora: Kassfinol

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—Mejor cierra la boca… ¿no entiendes la situación?... nos van a encontrar en este conde-nado bosque si sigues hablando— Nicol estaba bastante preocupado por la circunstancia. —Habla por ti mismo, yo quiero que nos vean, hasta donde sé, decido por mi misma— Alexandra estaba fastidiada por el hecho de esconderse. Ella creía saber lo que quería. —Maldición, eres una terca, conmigo te podrá ir mejor… definitivamente me lar-go de aquí, eres un estorbo para mí en esta fuga— Nicol hizo silencio de repente al es-cuchar el sonido de las ramas. Estaba seguro que había alguien o algo cerca de ellos. Alexandra sintió miedo por lo que le deparaba. Al volver a escuchar el soni-do, gesticuló para que Nicol pudiera entenderla: “Ya nos encontró, Dios mío no quiero morir por traidora, todo esto es tu culpa”; Nicol la miró con mala cara ignorándola y alzó la cabeza para ver si aún estaban en su búsqueda. Era de esperarse, un gran lobo gris con negro miraba hacia donde ellos estaban con sus dientes filosos, que además parecía sonreírle. En cuanto avistó al enemigo entendió que fue mala idea haberse encaprichado con la condenada humana llamada Alexandra. A la hora de la verdad ella deseaba convertirse en una mujer lobo. Por eso, ella les servía. El haberla hipnotizado y traerla hasta aquí era un gran error… había dañado su plan de

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poder escapar. Deseaba convertirla y hacerla suya a como diera lugar. Pero estaba más que claro que debió solo hipnotizarla para que le abriera la puerta de la jaula embrujada donde lo tenían encerrado. De nada había servido sentirse privilegiado ante el evidente error de estos burros licántropos al usar a una humana para alimentarlo y mantenerlo con vida, si al final estaría como en el principio, siendo perse-guido por los enemigos de su raza… aunque primero muerto antes que decir donde tenía su clan escondida a la princesa de los lobos. El gruñido del lobo lo sacó de sus pen- samientos. Al ver que este lo miraba fi-jamente se levantó del muro de tierra y hojas que lo escondía, diciéndole con a- rrogancia y satisfacción al saber que era una pieza clave que no podían eliminar:—Vas a tener que dejarme en paz o asesinarme. Pero puedes tener por seguro que a ese sucio lugar no volveré— Nicol tenía sus dientes ex-puestos mostrando su naturaleza vampírica.Recibió un gruñido en respuesta. — Maldita sea me piensa asesinar este des-graciado perro mojado— susurró Nicol aga- rrando a Alexandra por el cabello, levantán-dola para poderla dejar a la vista del lobo, está a su vez soltaba gritos de dolor ante el maltrato de su captor —Si te acercas le romperé el cuello— el lobo dejó de acercarse, pero luego lo reconsideró porque continuó avanzando hacia donde él estaba, estaba claro que en cualquier momento atacaría. — Lo siento bonita, si no eres mía, tam-poco serás uno de ellos… además no moriré solo— esas fueron las últimas palabras que escuchó Alexandra antes de morir en bra-zos de Nicol porque este le partió el cuello. De inmediato se escuchó el aullido de dolor del lobo frustrado e impresionado por la muerte de

la mujer, que él había decidido convertir para convivir con ella. La cara de asombro de Nicol era difícil de ocultar, tampoco esperaba esa reacción de su enemigo. Se había dado cuenta que el objetivo de este lobo no era él, sino la chica. Ahora sí que lo había dañado todo, eso le pasaba por no preguntar antes de actuar. Ante el dolor incontrolable por la pérdida, el lobo brincó hacia el vampiro para intentar vengar la muerte de la chica de quien se había enamorado. Entre mordiscos, golpes fuertes y estruen-dos… el vampiro terminó muriendo por segun-da vez, bajo la mandíbula de aquel gran lobo, que también actuó impulsivamente, ya que él mismo sabia, que el vampiro Nicol herma-no del Rey de los vampiros era el único que podía dar con el paradero de su querida prin- cesa… ya todo estaba hecho… no importaba su error, mas adelante resolvería que decirles bajo una creíble mentira, a el Rey de su raza.

“Actuar por convenien-cia e impulsos es de hu-manos, morir dos ve- ces por un error solo les pasa a los inmortales… recordemos queridos lectores… solo somos unos sencillos mor-tales”

Kassfinol.

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CONFESIONES DEL CURA VALENTÍN

Mientras María Isabel apagaba las candelas a los obreros del fe- rrocarril, el presbítero -Valentín Siria-, se encontraba en su garita sagrada oyendo las confesiones de la gente remordida. Un ancia-no, testificaba las pesadumbres de su conciencia, su tía añoraba matutinamente echar la acera de su casa, y él, que sabía de todo un poco, aprovechó en una madrugada para darle la sorpre-sa y pavimentó el frente de su morada. Pero, como la señora era de esas conservadoras, no lo dejaba meter jovencitas por las noches a su cuarto, enton- ces, derrumbó a mandarriazos lo que construyó como sorpresa. –Espíritus malignos… gritaba la vieja. Luego, vino otro parroquiano, afirmando que un muchacho fas-tidioso pasaba todas las mañanas pegando un brinco para arrancar las hojas del árbol que tanto le costaba mantenerlo frondoso, todo ello por llevárselas a la boca y escupirlas con sorna. Pero, enmedio de la ira, el vegete aga-

rró un aparato rociador de insectos, lo llenó de orín y de mierda, impregnando el ar-busto con tan repugnante fra-gancia. Cuando el zagal pasó con sus brincos, el carcamal lo miraba por la hendija de su puerta, al momento que la cri-atura vomitaba y le maldecía: -Le voy a romper la cabeza a ese maldito viejo-; -mi papá trabaja con el gobierno y le voy a decir-. El padre Valentín ante tal mal-dad sentenciaba tres padres nuestros y tres aves marías. Después, llegó una mujer con-fesando su episodio de infide- lidad y abandono de sus hijos. Se llamaba Heidi y era muy hermosa. -Heidi: Padre Valentín, el 14 de febrero le fui infiel a mi esposo con un ex, que hoy tiene mucho dinero.

-Valentín: ¡Si tu marido nose enteró, deja que el rio de la vida fluya y el curso del arre-pentimiento cure tu alma, hija mía! Pero, no olvidéisque ya violaste el sacramento

matrimonial.

-Heidi: Y, eso no es nada padrecito, me quiero ir con él a vivir en Canadá.

-Valentín: ¿Y tu matrimonio qué? ¿Tus hijos? ¿Tu familia? -Heidi: ¡Los maleteo y ya!

-Valentín: Pero, hija, el infi-erno se va a apagar con tus blasfemias.

-Heidi: Padre, el peor pecado es no pecar. La mujer que se dedica a salvar cosas termina muerta o resentida. Mire por un momento esos tan recalca-dos matrimonios que dicen ser el ejemplo: una vida insulsa, aburrida, incapaces de olvidar por un momento los trillados estamentos, que en la cola del mercado al mirar a otro hombre, van y se masturban a escondidas. Porque el pájaro mientras se tiene en la jaula y

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se le da de comer, ya no hay necesidad de conquistarlo.

-Valentín: ¡Oh!... mujer desleal al consorcio de la vida, que tiene por misión la procreación mediante la vida sacramental. Pero el perdón es algo que tarde o temprano llega si de verdad sientes en tu corazón las ganas de no reincidir. Yo también recuerdo que Bruce Lee dijo antes de morir: -No me importa morir si no el tiempo que voy a estar muerto-.

-Heidi: Capuchino, usted tam-bién debería buscarse una mujer. Mírese allí, joven todavía, pero metido en este antro de leprosos, escuchando a diario las pestes que jamás podrán salvar. Pero, hay en el alma algo que llaman concien-cia, y vine aquí hoy porque hay mo-mentos en la vida que no hay otro remedio ante la conciencia que la confesión. Valga el pleonasmo.

El vicario, al parecer vio en la muchacha una mujer saltona, pero en realidad, se le vaticinaba un aire de arrepentimiento. Le hizo la cruz y le mandó las exequias del perdón.

“Vista como van las cosas actual-mente, creo que los hombres ya no necesitamos salvarnos, sino, curarnos. Curarnos de las convi- cciones que son tan repugnantes en cada cultura” Dijo el presbítero.

El cura Valentín, se fue esa tarde cabizbajo, a reposar en su casa parroquial. Aunque, esa mujer le había dejado algo consternado con dichas aseveraciones. Pensó que el diablo le estaba tentando, a través de esa mujerzuela llamadaHeidi. La mañana siguiente

fue el trajinar de la misma ru-tina; los pecadores, los chulos arrepentidos, las adúlteras, los homosexuales, los pícaros y toda esa calaña de almas descompues-tas buscando redención en la casa de dios.

“Usted también debería bus-carse una mujer”, recordaba la sentencia de aquella felona lla-mada Heidi. El padre fue a com-prar el diario, en primera plana estaba la novedad de un sacer-dote colombiano, que abusaba sexualmente de menores de edad en el albergue de su cuidado. El vicario Valentín se sentía mal, ex-trañas sensaciones cognitivas lo hacían presa de la duda.

Esa semana celebraban en Zar- domeda, las fiestas de la Virgen del Socorro. El alcalde que había sido apabullado la noche anteri-or,o- freció para el pueblo tambo-res de aguardiente y el espectá-culo en comparsas con mujeres desnudas. Era una lluvia de cámaras fotográficas y Blackber-ry filmando a las putas. En eso, pasó un borrachito cuya notoriedad era su gran tim-bre vocal altisonante, apodado

“El cacique”, y gritaba: El coman-dante lo que tiene es gonorrea…gono…rrea, todo el que votó por ese es un mamaguevo. Y, unos afectos al régimen le respondían:

-Cállate viejo vago, tú nun-ca has sabido qué es tra-bajar, parásito, escuálido.

Y el cacique les replicaba que eran unos ladrones, hijos de pu-tas, perdí mi empleo por la maldi-ta lista del difunto, malditos dro- gadictos, choros, mamaguevos. Unas doñitas que venían salien-do de la iglesia, se ruborizaban con los improperios de la turba.

Misteriosamente, el cacique, meses posteriores apareció dego-llado a orillas de una carretera. A esa misma hora vesperti-na, cuando queda el silencio del buen provecho, se formó una balacera cerca de la iglesia. Las personas asustadas y a empu-jones se metían en el sacerdocio, y también a la casa parroqui-al. Una bala dio en el abdomen de un comerciante, la patrulla no llegaba, era un total alboro-to con los metrallazos, y, el pa-

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dre Valentín, a ojos alucinados, miraba aquel bullicio trepan-do las escaleras del santuario para ocultarse en el campanario.

–Padre Valentín, búsquese otro oficio que vender los cie-los ya no es salvación-. Gritó un hombre en medio de la trifulca.

Cuando terminaron las detona-ciones, vino una mujer de la gober-nación, solicitando con respectiva misiva legalizada por el estado, el permiso de albergar a doscien-tos damnificados de las lluvias en la gruta parroquial. Y como la casa de dios no estaba bien con el gobierno, el cura Valentín se opuso. Tomó la aseveración de lanzarse a una candidatura políti-ca, pero fracasó en el intento.

Una mañana lluviosa, estaban dos señoras inclinadas rezando. Salió Valentín con su atuendo sacerdo-tal, desde el piso alto colgaba un mecate, la gente comenzó a pregun-tarse qué podría hacer el padre con eso. Imitando a Nerval, esperó que llegara toda la gente a la misa de gracias, y en tono de zumba gritó:

-¡voy a demostrarles que dios no existe!

Quedó colgado en la ig-lesia cuya sangre borbori-taba de su lengua difunta.

autor: Vautrin Morales.

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UN LIBRO A DOS VOCES

Cuentos para morir leyendo, libro de cuen-tos de la coautoría de Gusmar Sosa y Ri-chard Sabogal. Es un libro que sorprende por la pureza de un lenguaje finamente con-cordado con la realidad, para recrearnos con la eficacia de sus claves imaginativas.

Si bien, la muerte como tema acompañado del amor, figura entre los grandes motivos de la literatura, en este libro, la muerte, lo único seguro en la vida, aparece como ciñendo una serie de historias que se van destejiendo gra- dualmente frente al lector, para resaltar la vita-lidad de la obra en este caso, pues actúa como un hilo conductor que nos permite abordar el campo de lo inenarrable con la naturalidad que permite su seguimiento hacía los personajes.

Es entonces una peculiar forma de agudizar el diálogo. Dicho esto, cabe destacar mo-mentos particulares en el libro donde se da una concordancia de personajes, presentes en una historia y otra, en un tipo de acer-camientos que parecieran tomas a una especie de escena recreada por medio de la palabra.

El tratamiento que se le da a las imágenes, para tratarse de un cuento, lo acerca bas-tante al hecho cinematográfico y es una manera brillante de hacerse más comunicable.

La muerte y su permanencia en ella; un pri-mer cuento donde nos embarga la incertidum-bre sobre el hecho de estar muerto. Sabogal aborda la primera historia, la primera muerte desde un después, que se va aclarando pau-latinamente, poniendo al personaje, quien en principio aparece como víctima, preso en una serie de estratos alucinatorios, desde donde debe enfrentar que es el cadáver de un victi-mario que no deja ir hacia la eternidad a su esposa y su cuñada, quienes fueron abusadas y asesinadas por él causando su propia muerte.

Gusmar Sosa se hace presente con la his-toria de un joven, el hijo abandonado de un

escritor, que se entrega a la bebida en una depresión producto de la muerte de sus padres y lo abandona dejando embarazada a su mujer de quien es el último hijo. Obsesionado con la escritura como si con ella pudiese suplir tal abandono, hasta el punto de obtener una primera publicación, para que en el viaje de regreso, al lograrla, encontrara la muerte en manos de la fatiga de un chofer de autobús.

Posteriormente, se nos presenta la histo-ria de una reportera acosada por un asesi-no serial, quien luego de violarla decide de-jarla vivir para hacerla cómplice de sus atrocidades, derrumbándola psicológicamente.

La narración de un secuestro en los años ochenta se extiende de manera fragmentada; aderezando un par de cuentos más, apelando a la memoria del lector, un rapto que salió mal, terminando con la muerte no planeada de la victima por un infarto, nos revela la his-toria de los asaltantes y de cómo éstos al transcurrir el tiempo decidieron vengar la per-secución de la que fueron objeto por errar sus operaciones, quitándole la vida al hijo del secuestrado luego de pasar muchos años.

Narrar desde la perspectiva de un espejo, un juego psicólogico de desdoblamientos similar a la ruptura de esquemas en la primera historia, da un matiz innovador a este libro, concluyendo con un juego literario en que los autores se in-volucran a sí mismos en sus cuentos, invitando a descubrir el motivo por el que Richard Sabogal asesinó a Gusmar Sosa y por qué se suicidó.

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Estados Unidos es un país que ha alimen-tado un rico bagaje cultural con aportes fundamentales de artistas y corrientes foráneas. Con el caso de Rusia o la extinta URSS han surgido ejemplos excepcionales tales como la danza -ballet Cascanueces en épocas navideñas creada por Pio- trIllich Tchaikosvki, el afamado videojuego Tetris diseñado por Alekséi Pázhitnov o en el caso de la literatura a Lolita, escri-ta por Vladimir Nabokov, llamada por al-gunos críticos como la auténtica novela estadounidense. Nabokov (1899 – 1977) dejó escritos un compendio de novelas, colecciones de cuentos, autobiografías y libros de crítica literaria pero es Lolita (1955) la obra que lo encumbró como un autor reconocido y dicha novela mere-ció dos adaptaciones al cine de Holly-wood, la primera de Stanley Kubric en 1962 y luego por Adrian Lyne en 1997. El término Lolita fácilmente nos traslada al estereotipo de una linda jovencita con aires de mujer perversa. El mismo Nabokov, a través del personaje princi-pal de la trama Humbert Humbert, las define como nínfulas o “muchachas entre los nueve y los catorce años de edad, que revelan su verdadera naturaleza, que no es humana, sino la de las ninfas (es decir, demoniaca) a ciertos fas-cinados peregrinos mucho mayores que ellas que pueden hasta cuadruplicar su edad” más adelante agrega “No todas las niñas son nínfulas, ni son de-terminantes la belleza y la vulgaridad. Sólo el peregrino solitario es capaz de detectar por signos inefables el fantástico poder que encierran estas niñas”. Otros autores elaboran su definición a partir del personaje juvenil de su novela, tenemos el caso de Mario el cuarentón de La huella del bisonte de Héctor Torres, quién describe a Karla de quince años como “poseedora de la inexpresable belleza de su edad, esa que se basta de la tersura y el tim-bre de voz y los graciosos ademanes para alegrar el corazón de cualquier hombre mayor de treinta años” o el caso de Haruki Murakami en su trilogía 1Q84 quién describe a Fukaeri de diecisiete primaveras a través de su olor: “Era el aroma especial a vida que sólo emanan los cuerpos en pleno desa- rrollo. Un olor semejante al de una flor cubierta de rocío en pleno verano” Volviendo a Humbert, éste hace un análisis exhaustivo en un informe que debe presentar al jurado por un crimen cometido y en el que detalla los por-menores de su relación con Lolita o Dolores Haze y todo lo que lo involucra,

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De nínfulas y peregrinos

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allí se autodefine como un peregrino y tiende a justificar su condición con una patología mental “el peregrino suele es-tar arropado por un deleite incompara-blemente más punzante que un caballero relacionado con su conyugue adulta y tal agobio lo lleva a rozar la demen-cia y locura con accesos de melancolía y una sensación de angustia insoporta-ble” y luego complementa su descrip- ción definiéndose “como un monstruo pentápodo, despreciable, brutal y lascivo” Humbert nos habla de Dante que se enamoró de Beatriz y de un Petrarca entregado a las redes de Laura, de nueve y doce años respectivamente. Y luego complementa: “Debe existir siempre una brecha de varios años –nunca menos de diez, treinta o cuarenta, por lo general, e incluso noventa, en algunos casos poco conocidos- entre nínfula y hombre para que éste pueda caer bajo su hechizo” En este caso Gabriel García Márquez nos ofrece dos ejemplos: el de Cayetano De-laura de 36 años que se enamora per-didamente de Sierva María de todos los Ángeles de 13 años en Del amor y otros demonios y el protagonista de Memo-rias de mis putas tristes quién en su 90 aniversario decide celebrarlo acostán-dose con una niña de 12 años apenas. Humbert es un profesor de literatura nacido en Paris en 1910 y después de un amor adolescente con Annabel (en ese período él se define como faunún-culo) se casa con Valeria para después divorciarse por una infidelidad de ésta y finalmente recalar en Estados Unidos, especialmente en Ramsdale, New England (pueblo ficticio) en 1947, donde conoce a Charlotte Haze y se casa con ella aun sin amarla solo por estar junto a Lolita, su hija de doce años. Charlotte muere accidentalmente al enterarse de las in-tenciones de su esposo y es aquí donde empieza la relación de Humbert con su

hijastra que los lleva a vivir un tórrido y angustioso romance utilizando como fon-do geográfico un itinerario de las vías y moteles de la nación norteamericana. La tragedia se impone al final de la trama en el año 1952 con el deceso de Lolita y Humbert bajo diversas circunstancias.

Vladimir Nabokov

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REVIENTA EL AMOR POR LO MÁS DELGADOROMPE EL HILO QUE NOS UNELAS PALABRAS DE AMOR SE CONGELARON CON LO NUBLADO DEL TIEMPOYA ME MIRAS DE LADO, COMO SI NO FUERA NADAMIS BESOS SE TE GOTEARON POR MADUROSMI PELO TE ESTORBA EN LAS MAÑANAS, YA NO TE DUERMES EN ELLOS¡EN QUE FALLE AMOR MIO!TE HE AMADO TANTO…QUE SE GASTÓ EL GEMIDOMIS MANOS ESTAN TATUADAS DE TU BOCA, PERO TU ESTAS TRATANDODE BORRAR LA SILUETA DE LA MÍAMI NOMBRE YA NO TE SUENA A MELODIASMAS BIEN ME DICES ¡HERMANA!¡EN QUE FALLE AMOR MIO!ME GANARON LOS AÑOSME CEGARON LAS CARICIASSE ME QUEDARON DORMIDAS LAS PALABRASPERDONAME POR AMAR TANTONO HE DEBIDOME ESTARE EN EL SILLÓNMECIENDO MIS PENASME QUEDARE SOLABAÑADA DE NOCHE ETERNA¡EN QUE FALLE MI AMOR!EN DESVELARTE EL SUEÑOCUANDO EN TU CUERPO ME QUEDE TENDIDAENTONCES ESPERARE LA MUERTEPARA HACERME COMPAÑÍA.

AUTOR : YRACEMA ALVARADO. VENEzuelA.

Revento mi amor

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Trovias de AgobioDe la mancha

Autora: Isamari Marcano La retirada de mi Madre fue como su propia existencia… porque nunca la creí dueña de una vida. ¡En fin!... sin molestias a nadie, en silen-

cio y rápido. ¡Cómo siempre lo había deseado!, su Visa al Cielo se la ganó con una vida de tesón y bondad. ¡Claro!... tenía sus defectos, pero… ¿quién

escapa de ellos? No sé si mi Madre, alguna vez pensó en el dolor que causaría con su

partida o… en las Trovas de Agobio que me inspiraría.

I Se vindicó de los pesares ofrendados a su vida, ataviando de pena la

adolescente noche predecembrina. A la vista de todos, bajo las cohibidas estrellas, su aliento se inclinó

venerando sus rodillas. Huyó su hálito de quimeras perseguido por el llanto y custodiado por

el desconcierto. Entre la vida y la muerte se interpuso, ¡su último suspiro! Entre la tarde y la noche tomó… la senda fulgurada al Cielo. Abrazada a los delirios de la paz y el descanso se marchó, dejándonos

a todos en la más sombría de las pesadumbres.

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De la mancha

Zahir (San Cristóbal) Me acerco a ti buscando una mirada

Un aliento o una sonrisaMi corazón salta cuando me hablas

Aunque lo que me dices no lo comprendoCuando es para mí, siendo tu espíritu

El que me instruye y explica tu mensajeyo lo transmito a su receptor con mucho amor

sigo buscando entender tu lengua y lo  único que hallo es el beso del cielo.

Tras el cristal de la ventana, veo tus pasos a lo lejos,observo a mi alrededor y siento tus besos;

regados en la alcoba susurrandome palabrasque me invitan a perderme nuevamente en tu mirada.

  Con el frío de tu ausencia congelada esta mi alma

Impregnada de recuerdos anidados en mi almohada.Y como ser fuerte ante tu presencia si mis sentidos se

detienenCuando te siento cerca mi corazón se estremece.

  Tengo ausencia de ti, tengo ausencia de tus besos

Tengo nostalgia de perderme en la comisura de tus labi-os,

Que me endulces hoy el alma, que me embriague tu recu-erdo;

Sublime toque de tu boca que me recuerda que te quiero. 

Besos llenos de caricias, besos que me lleven al cielo,Son los besos de tu boca, la adrenalina de mi cuerpo;

Besos que se apoderan del alma, besos que saben a mis-terio

Besos que hoy me incitan a perderme en tu veneno. 

No te deja de querer este corazón malherido.No te deja de sentir vivo en cada latido,

Si me pierdo en tu mirada lo hago sin permisoPero si me pierdo en tus labios

Sucumbo a tu amor en un suspiro.

 

LAS VECES QUE ME HABLAS

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De la mancha

Abro mi verso como pecho amanté,desglosando la fantasía que alumbraa la plenitud del día que ríe un instante,un instante que proclamael amor que deslumbraa la cristalina lira, que surtidora aclama.

Lila Gómez 

Intimo

Escucho el sonido de las hojas caerY me pregunto si tu estas a mi lado,Si me tientas con tu bocaA que sucumba entre tus labios.Juegas con mis ganasDe dormir entre tus brazos,De sentir tu cuerpo cercaQue estés en  mi regazo.Si te busco no te encuentroTu mirada es lo que anhelo;Si te dejo, me deseasA través de tu silencio.El deseo reprimidoDe que añores mi cuerpo;Que lo digas con tus ojos,Que lo afirmes con tus besos,Que me muera en tus caricias,Que se queme tu silencio.

Secreto de Pandora

JUEGOS DE AMOR.

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De la mancha

Susurrando en  mi alma palabras de aliento, Esperando un llamado que alivie mi cuerpo, Tu llegada a mi lado perderme en tus besos. Mi pecado es odiarte como te quieroPara sentirme pérdida en un sen-timiento, Deseando tus labios que acaricien mis besos Delinean mi alma sin daños, ni juegos Sintiendo de cerca el calor de tu cuerpo. Mi pecado es tenerte cerca y lejosMirarte en silencio siguiendo tu aliento,Sin tu mirada,  tus caricias,Sin tu olor impregnado en mi alma;Agonizando tu ausencia de mi ladoQuemándome por dentro sin sentir tus labios Esperando tu llegada y unirme a ti en silencio. Mi pecado es desearte como te deseo Esperando perderme en el veneno de tu aliento Deseando tus manos acariciando mi cuerpo;Perderme en tu mirada, perderme sin saberlo Delineando tu rostro con mis manos de nuevoPara aprenderme el camino de tu amor eterno.

SARA Parra.

Mi pecado es  quererte

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Por: Edgar Borges

Escritor

Decir que existe una clase de lector marginal podría ser una reiteración porque el acto de leer, como la propia literatura, es, quizá desde siempre, un asunto marginal. Sin embargo, mien-tras más avanza el siglo XXI el lector parece encaminado a quedar atrapado en la propia impotencia de su placer mar-ginal (la lectura de la forma y el fondo que le venga en gana). Antes de que el término best sellers pasara de la espon-taneidad de las ventas a la imposición del mercado, la literatura era un asun-to de marginales. Poca gente, ni qué de-cir de los medios, se fijaban en los sub-mundos de los autores y sus lectores. De vez en cuando surgía un libro hecho a la medida de la gente que sólo consume moda, pero lo normal, dentro del estricto espacio literario, era que la buena li-teratura no necesitaba excusas. Es de-cir, nadie molestaba a los marginales de las letras. Habría que decir que en aquellos tiempos fuimos felices e in- documentados. No obstante, llegó el boom de la fábrica de best sellers y a par-tir de entonces no existirían gratas sorpresas de ventas como “Cien años de soledad” sino una interminable serie de productos que en poco tiempo se con-virtieron en el sostén económico de la industria editorial. Y con ello la mar-ginalidad de la literatura recibió un duro impacto contra su necesidad de moverse en pequeños espacios. Esta vez el golpe fue directo contra la esencia que mueve su irracionalidad: para sobre-vivir tendría que explicar el por qué de su existencia. A pesar de aquel golpe, la literatu-ra, como eterna sobreviviente, siguió su rumbo esquivando las explicaciones.

tor y lector que apostaran al juego por el cual en otro tiempo Julio Cortázar se inventó al mismísimo Fantomas como superhéroe a favor de los intereses literarios. El fondo, la lucha (de nue-vo y con mayor cinismo) tenía asfixiado al fondo. Y el gigante mercenario tenía que inventarse una forma que termina-ra de arrinconar el gusto marginal de los lectores de siempre. Y es ahí cuan-do surge el libro electrónico. Listo el entramado. El lector, que ante el gran mercado, primero perdió la oportunidad de decidir entre fondo y nada, ahora tendría que comprar la idea de que el fenómeno Gutemberg estaba arribando a una triste y solitaria sepultura. Un (des) fondo multiplicado por una única forma absoluta.

Fondo, forma

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Sujeto, lector, uniformidad

La celda global y el caminante a con-tracorriente

Con la globalización lo que está en juego es la muerte del sujeto. La operati- vidad mundial (en todos los órdenes) que se ha puesto en práctica desde los años 80 del siglo XX es la uniformidad de la (des) humanidad. El lector es la aproxi-mación del sujeto al descubrimiento del fondo o la nada de su ser. La lectura es una opción (que como una fuente o espejo) que el sujeto asume para descubrir los otros rostros de su existencia. No obstante, ¿tiene espacio el sujeto en un mundo diseñado para la uniformidad?, y, ¿con la asfixia del sujeto no se está decretan-do el final de su abanico de opciones? ¿Ha muerto el sujeto?, ¿ha muerto el lector?

No hay peor celda que la que no tiene barrotes. Y es esa la celda que hoy se le levanta a la sociedad mundial. La celda de la legalización de las no opciones. La tan promocionada libertad no era sino un artilugio para llevaría al tiempo del absolutismo. De la opción del dos (blanco o negro) el poder vuelve a negar el tercer relato (el otro descubrimiento) para imponer una única vía de conducta. El lector marginal (como el ser humano) enfrenta un reto de dimensiones dantescas cuando en lugar de poder elegir entre el libro entre fondo y vacío tendrá que elegir vacío cubierto de superficie. Sentenciar todas las formas de contacto (papel, encuentros, etc.) para estrechar la selección a un único soporte (la vía digital), no es más que la instauración de la más férrea e invisible de las dictaduras. El lector es, como el sujeto que descubre, un ser incómodo que no encuentra su espacio en el carna-val de las banalidades. El caminante que anda por los bordes consciente de que le están despojando de todas las posibilidades de la ruta. Es caminar dando saltos ante el camino que te destruyen. El sistema promueve la negación de los valores que predica. En el entramado de la no vida decir que un lector es una persona ad-mirada es un acto tan hipócrita como la promoción del estudio en un sistema que en la práctica niega el conocimiento al pueblo. Si nada es lo que se dice, ¿cómo juega el sujeto sin asumir la opción del caminante que una y otra vez se sumerge en el fondo y sale siempre a contracorriente (consecuentemente por los bordes)?

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autora: Karime rivas.

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Querer ser un desdichado no es la cos-tumbre, y colocarse en el lugar de uno es una extrañeza aun mayor; La empatía por la cruda realidad de otros es solo por momentos y es fácil de apreciar como ejemplo de ello cuando en el televisor lo que vemos, se vuelve demasiado real y duro, simplemente lo apagamos y se aca-bó. Pero es lamentable decir que esto no funciona así, la realidad aunque de-pende de los ojos que la miren sigue tra-bajando con cierto aire de anonimato. Cesar Seco nos lleva literalmente de la mano como a un niño dormido través de las páginas de Los colores del cie-lo, su más reciente libro y su primera obra narrativa, donde la realidad toma otro color, en que obligatoriamente vi-virás el hecho a través de los ojos del desgraciado como si fueras él, lo que es como ya dije bastante fuera de lo común. Un escritor llamado Francisco Ruiz men-cionó ya una vez que ellos en su labor no pretenden venir a enseñar a nadie, ni mucho menos a ser de sabios y andar dan-do lecciones de vida, pero que si tienen la necesidad imperiosa de expresarle al mundo la realidad tal cual ellos la ven. Los colores del cielo, pueden estar representados por la diversidad de co-sas existentes en la vida y que inevitable-mente ignoramos que está ocurriendo; Y yéndonos a algo más concreto, ignora-mos completamente la realidad de otros porque solo contamos con la nuestra. “Siente y haz sentir, vive y haz vi-vir”, esta frase pertenece a uno de los relatos que componen el libro, y re-cuerda a esa parte humana que trae consigo todas esas emociones que acom-pañan a la empatía y que incluso el lec-tor alcanza a sentir por cada uno de los personajes que componen la obra.

El autor en sus relatos juega magistral-mente con las emociones que al parecer reposan en la memoria colectiva, llega sin duda alguna a la parte humana que habita en todos detrás de la bestia. En su relato de “Orange, the boy machine”, demuestra una visión tecnológica del futuro que nos recuerda el precioso valor humano con su respectiva carga sentimental y la impor-tancia de preservarlo como característi-ca innata e indivisible como condición pri-mordial para poder seguir siendo humano. Cesar Seco propone o más bien nos en-seña la necesidad de reinventar el arte y hacerla más auténtica, de romper los paradigmas estéticos impuestos por el hombre, que solo ha dado como resul-

Reseña los colores del cielo

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El autor en sus relatos juega magistral-mente con las emociones que al parecer reposan en la memoria colectiva, llega sin duda alguna a la parte humana que habita en todos detrás de la bestia. En su relato de “Orange, the boy machine”, demuestra una visión tecnológica del futuro que nos recuerda el precioso valor humano con su respectiva carga sentimental y la impor-tancia de preservarlo como característi-ca innata e indivisible como condición pri-mordial para poder seguir siendo humano. Cesar Seco propone o más bien nos en-seña la necesidad de reinventar el arte y hacerla más auténtica, de romper los pa- radigmas estéticos impuestos por el hom-bre, que solo ha dado como resultado has-ta ahora un arte condicionalmente libre. Todo esto es explorado a través de su per-sonaje Elías, quien aclara de una forma bastante marcada la diferencia y la brecha existente entre un artista y un intelec-tual.Este personaje Elías es la represen- tación de esa desesperación del hombre por ser liberado de una sociedad llena ca-denas construidas por la sociedad misma.

Es un personaje con deseos de elevarse por encima de lo común, atrapado en sus propias palabras, en su poesía y en su mente, al punto de entrar en una fase de autodestrucción por sentir en ex-ceso, que al parecer es otra de las co-sas censuradas en este nuevo mundo. Su antagonista siempre seduciéndolo, llevándolo a la destrucción y conducién-dolo a un estado de elevamiento que solo lo deja adormecido y vacío en el interior. Viéndolo más de cerca en la sociedad ac-tual cada quien posee su propio antago-nista con estas características, el mayor problema que se presenta en la actuali-dad es ese adormecimiento y conformismo generado por un estado de éxtasis en el que se sumergen, con la excusa de tener sueños o metas y estar en el camino a ver-los realizados; sin hacerse consciente de ello y de que mientras tanto la vida se les está yendo de las manos a cada segundo. En el laberinto de emociones en que se convierte el libro también se vive un romance de dos personas de estratos so-ciales diferentes, de percepciones de la vida contrarias, y aun así surge la pasión y se desborda en el texto generando un éx-tasis protagonizado por un amor profun-do y verdadero, de esos que no se dejan ver, lo que menos les importa es que los demás lo reconozcan, pero de esos que la misma dejadez termina por hacerlos más notorios y envidiables por el mundo. En su relato “gris”, nos lleva a la vida de un enfermo de VIH, irrumpimos en su pri-vacidad y leemos sus memorias que dejó es-critas en un blog, que se convierte en más que eso, en su confidente. Podemos sentir la cruda realidad de ser rechazado no solo por la enfermedad sino por su preferen-cia sexual. Llegas a sentir la ironía de la muerte que se acerca pronta y segura, y como nuestro personaje se va transfor-mando a lo largo de su enfermedad., para enseñarnos que solo es una muerte ace- lerada, pero es la misma muerte que todos alguna vez tendrán de una forma u otra. El terrorismo, será vivido a través de los ojos del terrorista, de ese que desea defender sus ideales a cualquier costo.

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Como planifica cada movimiento sin que- rer dañar a los inocentes. En cierto modo también todos somos terroristas intentando desesperadamente defender nuestra causa; si bien no tomamos una bomba y volamos medio país, muchas veces si abandonamos una posición más sensible para dar paso a la irracionalidad y ce- guera perteneciente a una causa perdida. Cada uno de los personajes que com-ponen los relatos de una manera u otra nos recuerdan que estamos vivos y somos vulnerables a todo; que de alguna mane-ra sí nos vemos afectados por todo eso que sabemos que acontece a diario; que en el subconsciente habitan monstruos que esperamos conseguir afuera, y los con-seguimos; que los monstruos no siempre están afuera, que también están dentro y amenazan con destruir los sentimien-tos y la capacidad humana de asombro, que trae consigo la pasión por la vida. Es necesario ver las cosas particular-mente y en detalle, en lugar de verlas como un todo fatal y caótico. La naturaleza es caos y es orden al mismo tiempo, jamás se podrá enseñar a una hoja a ser hoja, pues ellas son lo que son y no pretenden ser mariposas ni aves, porque nacieron para ser hojas, simple y organizado. De igual mane-ra funciona con los humanos, Los colores del cielo, son los colores que llevamos en el rostro, es nuestra historia graba-da en la piel; cada color es uno y es todo. Los prejuicios son cuestionados abierta-mente en todo el libro por protagonistas y antagonistas de igual manera, eliminando así una posición arbitraria que en pleno siglo XXI y en plena era de globalización, ya se podría denominar absurdo mantener. Las acciones de cada ser humano vienen delimitadas por un entorno mental y ex-terno que le están ejerciendo presión de alguna manera, y este principio se cum-ple en la narrativa y en la vida misma.Los colores del cielo, no es más que una porción de lo que se vive a diario; es una ventana a la vida construida por la vida misma, libre y artística y que además se cuestiona a sí misma, destruyendo los paradigmas y la caja de cristal en la que muchos se encuentran sumergidos.

Sencillamente es una obra de arte dis-puesta para ser disfrutada, saborea-da y digerida para generar un cambio de manera consciente en el ser humano so-bre quiénes somos, que estamos hacien-do, a donde nos dirigimos y cuál será el verdadero futuro de continuar así; todo esto con un toque de ficción, que es el in-grediente secreto para hacer de una ver-dadera historia algo bueno para contar.

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Háblenos sobre quién es César Seco y cómo fue que

llegó a ser un escritor de profesión.

a su mujer. Un tipo que después de andar por la acera del abismo se pasó sin mirar atrás a la calle de la Fe, eso si, no religioso, no fanático.

De ese señor puedo hablar porque creo más o menos conocerlo de vista, trato y co-municación. Es un tipo que le disgusta la banalidad cotidiana y no obstante celebra la vida, su vivir viviendo. Neurótico insoportable a veces, pero casi siempre amable, solícito y solo, que conoce el valor de la risa y sabe que la seriedad debe ponerse en casi todo. Ese joven ayer y hoy no tanto, que llegó a una biblioteca, sumergió sus ojos y su atención en un libro y ya no quiso salir, y cuando lo hace es sólo para cum-plir con sus necesidades elementales, como el buscar sustento, porque la poesía, hecho en el que insiste desde hace más de treinta años, produce regocijo espiritual,enigmático y casi siempre desconocido, pero no da de comer. Un tipo al que una en-fermedad volátil sorprendió desde niño y ha tenido que aprender a vivir con ella, con su fogonazo convulsivo. Un hombre que ha buscado con denuedo la felicidad como cualquier humano y se equivoca todos los días, pero que ama intensamente

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No, no lo soy, si lo fuera tal vez escribiría best-sellers, es decir me ganara el sustento con mi escritura y hasta ahora eso no ha ocurrido ni creo que ocurra. No tengo formación académi-ca. Sólo soy lo que llamaría Juan José Arreola, un autodidacto. Cortázar decía que siempre iba a ser liberador de la peste del ego, el que uno, quien le ha dado por esto de escribir, no se creyera nada, sino tan sólo un amateur. Lo que hay que exigirse es rigor para que cristalicen las intuiciones.

¿En que se inspiró para escribir su libro Los colores del cielo? ¿Cómo fue que le encontró colores al cielo?

Antes creía sólo un tanto en la inspiración, ahora creo menos. Te vienen ideas, están un rato dan-do vueltas en tu cabeza, a veces días, a veces meses, a veces un solo instante, la aparición de una palabra que te instala en eso que te requi-ere con insistencia te hace inclinarte sobre el papel, lo demás es trabajo, capacidad para que la verdad, el sentido o sinsentido que es propio de la vida, no se te vuelva puro destello de la emoción. Ésta, desde luego debe estar allí, pero

junto a toda la complejidad y a la vez sencillez de la vida.Hace tiempo que decidí escribir no por puro esteticismo, sino que el hacerlo implicara un acto moral, no moralista, una ética. En principio muy íntima con respecto a la poesía; luego más abier-ta en la narrativa. El cielo tiene un solo color, el de la vastedad, el del infinito, por lo que no trato de colorearlo, aunque es muy hermoso cuando los niños lo hacen y le dan el color que quieren sin que prive la afirmación del adulto de que el cielo es azul. Titulé al libro, Los colores del cielo, para referirme a estados de ánimo, de esperanza o desesperanza, de contienda espiritual o de con-fusión humana.

insisto, ¿se considera un es-critor de profesión?

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El personaje del primer relato define sus diferentes identidades como el infierno, el purgatorio y el paraíso. ¿Es posible que esto lo llevemos en nosotros sin necesidad de asumir identidades, no de una manera consciente?Pramuck Omack no lo asume por asumirlo, lo hace para cumplir un propósito. En el relato hay esa impresión que señalas y que en Dante son estadios del alma humana. No me importa que el psicoanálisis lo afirme o lo niegue. En mis relatos estos ámbitos sólo son la versión varia de una sola paradoja: el odio es una deformación del espíritu. Nadie nace terrorista, cuando aparece en su acto es porque la sociedad, el mundo enfer-mo en que vive lo crea. El terrorista es estimula-do por quien lo combate, éste lo necesita para justificar su atroz máquina de violencia cultural y armamentista. Sólo que nos queda la sospecha que el terrorista no escapa a su propia trampa, la soledad.

Además de poseer habilidades notorias para la narrati-va, también las posee para la narrativa. ¿Qué significa para usted el personaje Elías del relato Bleu?Te confieso que a veces me siento un frustra-do músico de jazz o un cineasta sin cámara. En serio. En mí, ya te dije, hay un fraseo anterior a la escritura, un lapsus de confusión al que so-breviene otro de luz. Ahí ocurre todo, es decir, la disposición para escribir. Escucho al fondo de mí una música que me reclama una partitura, cómo te explico, una especie de tartamudeo gravitacional donde van apareciendo, a veces lentas, otras de súbito, las imágenes, las palabras que las dicen. Elías David Curiel, el personaje en carne viva del relato Blue, es un poeta oracular para los que habi-tamos la ciudad de barro y buscamos su eco en la vastedad de arenas. Su vida atraviesa el enigma del claroscuro y eso es lo que intentamos relatar.

¿En Musgo y rosa nos encontramos con el re-lato de una pasión desenfrenada que acaba por separar a la pareja de tanto amar? ¿Cuál es tu visión como artista del amor? Con cada relato uno alcanza a tener la visión de que el que está narrando es el más afectado. ¿De esta manera tan implícita vive César Seco?Jajajaja, artista del amor Ovidio, Catulo, Kavafis. En Musgo y rosa no creo que haya la separación que señalas, no lo hay porque ese sería un final, precisamente, muy rosa. “Amor cuerdo no es amor”, dejó dicho San Juan de la Cruz, el santo se refería al amor divino, y qué amor no lo es cuando la locura, la pasión desenfrenada lo habita. Se vuelve real cuando el uno transforma al otro y viceversa, , pero esto no basta, todo se reciente de la co-modidad, de la imposición social, familiar, el orden, toda esa hez. El milagro, la verdadera epifanía es la aceptación, pero ello es también lo difícil, a lo que la mayoría sucumbe. Por eso el relato tiene un final abierto, irónico tal vez, pero real: la pareja acepta que apenas está comenzando la película. No digo más, cualquier palabra que agregué al re-lato lo desfigura o será usada en mi contra. (Risas).

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¿Cómo percibe el autor la realidad actualmente? ¿Es posible que estemos vivi-endo el relato Orange aun y cuando no estemos nece-sariamente en el mismo escenario apocalíptico?Pareciera solo haber dos opciones: el mundo virtual y el mundo real, que en verdad cada vez es más aparente. Los dos son produc-to de la contienda de y por el Poder. Ahora bien, uno busca su propia percepción en los valores o en cómo se manifiestan éstos en la consciencia. El mundo sólo lo hace real el amor y la justicia, casi todo lo demás lo desfigura. Debemos desleer el mundo in-sano en que vivimos para mejor intentar mejorarlo, lo contrario es alienación. En cuanto a tu segun-da pregunta respondo que aún estamos lejos en el tiempo del escenario que cobra figuración imaginaria en el relato, aunque aparezcan señales por todas par-

tes del Armagedón. Orange sólo se aproxima al relato de ciencia ficción, su desarrollo es infantil, cómo no va a serlo si en prin-cipio lo que enfebrecía la idea narrativa era concebirla como un vivir adelante en el tiempo, como sólo pueden hacerlo los niños de hoy estimulados por la parafernalia virtual de los video games. Aquí está el primer fra-caso de este relato plagado de ellos, pero también, es de aquí que se levanta su argumentación no secuencial sino fragmentaria. Luego, vino en mi ayuda, un de-seado homenaje que abrigaba de mi época en que iba mucho al cine: homenaje a Stanley Kubrick, a Ridley Scott y a Luc Besson, a sus películas más emblemáti-cas, La naranja mecánica, Alien y El quinto elemento. No creo haber desmerecido los minutos de emoción y asombro que estas películas me brindaron en la caja negra. Hay un guiño de nostalgia

a ciertos giros de Bradbury y más evidente una referencia clave al cuento El congreso de Borges. Todo ello, junto a mis súbitos y aprehensiones por un mun-do que nadie garantiza que será mejor al que ahora vivimos, hizo el coctel anaranjado, luz, color que recorre la narración.

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El Séptimo SelloEl séptimo sello es un mensaje poético hecho film. Por lo tanto, lo más prudente en esta ocasión es compartir con los lectores el resultado de la apertura interpre-tativa a la que me ha conducido esta obra maestra de Bergman. Cuando apare-ció el bufón dejando entrever el histrionismo y la ilusión como válidas artimañas para la demostración de las contradicciones que subyacen en una ideología, en este caso religiosa, lo primero que me vino a la mente es el manuscrito oculto en una recóndita abadía benedictina, descrita en el libro de narrativa más fa-moso del semiólogo y filósofo italiano Umberto Eco, titulado “El nombre de la rosa”. Resguardaban recelosamente el palimpsesto porque develaba a quien tu-viese la suerte de leerlo (o el infortunio, ya que sus páginas estaban envenenadas), una nueva forma de interpretación, de percepción, y de resurgimiento anímico en el que la conciencia es sometida al más placentero de los exámenes: la risa.

Entiéndase que lo narrado en el libro de Eco es una ficción. En el falso man-uscrito, se le atribuye a Aristóteles una referencia a la comicidad: “Como habíamos prometido, ahora trataremos de la comedia (así como de la sátira y del mimo) y de cómo, suscitando el placer de lo ridículo, ésta logra la purifi-cación de esa pasión. Sobre cuán digna de consideración sea esta pasión, ya hemos tratado en el libro sobre el alma, por cuanto el hombre es –de todos los animales- el único capaz de reír (…) Mostraremos cómo el ridículo de los hechos nace de la asimilación de lo mejor a lo peor, del sorprender a través del engaño, de lo imposible y de la violación de las leyes de la naturaleza”

Así pues, el paralelismo es muy simple. No por capricho, Bergman nos coloca en un contexto medieval en el que la risa era vista desde la soberbia del cris-tianismo dominante como una expresión del Diablo, una distracción que sufre el espíritu mientras trata de mantenerse en el recto camino hacia la verdad y la salvación. Las mismas esferas de poder encargadas de imponer la fe infundían el miedo con los anuncios del Apocalipsis, y los hombres, quienes vivían en una permanente discusión cuyo epicentro radicaba en la “correcta” interpretación de las sagradas escrituras, comenzaban a plantearse serios cuestionamientos. El caballero que regresa de Las Cruzadas, en las que luchaba justamente para de-fender con fervor la religión que había dado sentido a su vida, llega a la pre-gunta principal: “¿Por qué no puedo encontrar a Dios con todos los sentidos?”. Paradójicamente, la interrogante poética se la plantea directamente a la muerte.

El título del film indica el comienzo de una historia que trata sobre el Fin, sobre el fin del individuo (la muerte) y el fin de los tiempos (el Apocalipsis). La historia deja ras-tros sobre la formación religiosa de Bergman, quien además encontró en la imagen y el diálogo la manera de proyectar su pensamiento, pasión y deliberación. Repre-senta el cinismo, el amor, el camino hacia la fe y otras realidades que comúnmente son denominadas “inmateriales” a través de seres humanos, porque humano es el problema de la prolongación de la vida, de quienes, como el caballero de Las Cruza-das, Antonius Block (Max von Sydow), intentan alargar la suya retando a la muerte a “una partida de ajedrez”, brillante insinuación a la intelectualidad y al ingenio.

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La iconografía como técnica de expresión y de comuni-cación para la época es vital. Constituye el reflejo de la naturaleza comunicativa e imaginativa del ser humano. Cada época produce una determinada concepción del mundo, y las concepciones encuentran sus elementos representativos en magníficas obras literarias, en can-ciones inolvidables y ritos increíbles a primera vista. En El séptimo sello, quizá Bergman estuvo obligado a escarbar entre los escombros de una vieja poesía olvi-dada para comprender las ilusiones de sus semejantes. En el tiempo y espacio cinematográficos comparte su fascinación por lo presente y ausente, lo real y lo ficti-cio, la identidad y la alienación, lo material y lo ideal.

El sentido denotado de la narración fílmica de Berg-man se va esclareciendo. El mensaje transmitido con-quista el relieve deseado: “La vida es pura fantasía”. Lo que rige nuestras acciones, lo que orienta nues-tro pensamiento, es enteramente fantástico. ¿Distin-guimos la delgada línea que separa el universo mi-tológico con la continuidad de las más arraigadas tradiciones? ¿Cuál es la definición más apropiada de la “realidad” en un mundo cuyas primeras historias fueron protagonizadas por deidades muy parecidas a los seres humanos, pero que poseían la facultad de transformar la naturaleza, crear el amor o predecir el cercano final de la vida de un héroe? ¿Qué se puede pensar después de saber que las primeras reflexiones sobre la finitud del hombre, la fragilidad del alma y el inexorable poder del destino fueron expresa-das en pequeñas pero muy densas historias trágicas?

Todo individuo está predestinado a la vacilación. Dos son los motores que impulsan su parte más esencial: el deseo y la duda. William Shakespeare dejó a la pos-teridad la duda más famosa de la historia, en el ámbi-to literario, claro está. Aunque, es mejor precisar, de la dramaturgia. Así como Antonius Block se pregunta sobre la precariedad de sus sentidos ante la Muerte, lo indeterminado, lo desconocido, lo que está más allá de plausibilidad ausente motiva al inglés a concebir su conocido monólogo integrador en Hamlet: “Morir: es

dormir, nada más. Y si durmiendo terminaran las an-gustias y los mil ataques naturales herencia de la débil naturaleza, sería una conclusión seriamente deseable. Morir, es dormir: dormir, tal vez soñar. Sí ese es el estor-bo; pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno ya liberados del agobio terrenal, es una larga consi- deración del juicio y da tan larga vida a la desgracia”.¿Y no hizo lo mismo Michael Ende en “La prisión de la libertad”? El escritor alemán, célebre por la aventura contemporánea “La historia sin fin”, logró con lucidez extraordinaria encerrar al hombre en el angustioso de-ber de la decisión sin previsibilidad de consecuencias. Inclusive recuerda los versos de un texto antiguo: “So-mos prisioneros, condenados a elegir al azar/ entre innumerables incertidumbres/ que nos atormentan”. La noción romántica de la naturaleza inabarcable (los abismos, las tormentas, el poder del viento, los mil co- lores invisibles, las inmensas montañas o el horizonte infinito) y de del todo incognoscible (el amor, la muerte, Dios) fue heredado por el cine clásico. La relación lúdi-ca que se ha propuesto el hombre con el ineludible final es necesaria, pero no es posible cambiar la ley a la que todo está subordinado, la ley que nos supera: “La vida humana se reduce a un sueño, esto es lo que muchos han creído, y tal idea no deja de perseguirme. Cuan-do me detengo a pensar en los estrechos límites en que están circunscritas las facultades activas e intelectuales del hombre; cuando veo acabarse todos sus esfuerzos por satisfacer algunas necesidades que no tienen más intención que prolongar la desgraciada vida; que toda nuestra confianza o tranquilidad sobre ciertos puntos de la ciencia, es sólo una resignación fundada sobre qui- meras y ensueños, y producida por esta ilusión que cu-bre las paredes de nuestra prisión con pinturas diversas y perspectivas de luz; todo esto me deja mudo”, escribió Goethe en Las desventuras del joven Werther. Así pues, El séptimo sello no es la bifurcación del bien y el mal, sino la representación fílmica de una idea romántica sobre la muerte y el presunto despertar después de la muerte.

Autor: Rubén Gonzáles.

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Autor: Rubén Gonzales

La imagen rarificada de la estela que deja un barco en pleno viaje se extiende hacia los límites de la pantalla. De pronto, irrumpe la mirada perdida de Freddi Quell (Joaquin Phoenix), un marinero que retorna de la guerra. Su mirada sugiere no solo la afección que le produce la inmensidad del mar, sino la alusión a un pasado quebrantado por los horrores de un conflicto armado que terminó en el campo de ba- talla, pero que se prolonga en su alma. Freddie Quell está perturbado, se ha vuelto alcohólico y no lo preocupa la destrucción gradual de su cuerpo. Para él es imposible reintegrarse a un mundo de paz, ni puede encontrarse siquiera a sí mismo.

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Las transformaciones psi-cológicas de los personajes complejos se enmarcan inob-jetablemente en un recorrido ascendente – logrado con un montaje excepcional-hasta llegar a la etapa más difí-cil. El cambio es inadmisible si no se supera la barrera de la duda. Lancaster está o- bligado a combatir, además de sus propias vacilaciones y las adversidades que trae la divulgación de una idea ca- rente de demostración cientí-fica o factibilidad inmediata, los prejuicios y debilidades tanto de sus seguidores, de su mujer, Peggy Dodd (Amy Adams) como de los demás. No obstante, la lealtad de Freddie Quell permanece in-tacta. Encuentra la esperanza en la genuina simbiosis con su maestro hasta que, luego de varios intentos por derrotar la locura que ha truncado su

truncado su redención, lle-ga la separación definitiva. Los protagonistas se dis-tancian tras la convivencia más influyente de sus vidas.The Master es un guiño al cine más académico, armo-nizado, claro está, con la emergente temática de la conexión de las almas, de la mutabilidad de lo etéreo y lo físico. Mientras otros films se unen al bullicio de la llegada de la imagen digi-tal, la atractiva tecnología 3D, la suplantación del cu-erpo real por el “avatar” virtual y la estética arti-ficiosa del Croma Key, The Master queda en el rezago, por fortuna de su director, del meticuloso cuidado de la cinematografía y puesta en escena de la vieja usanza.La banda sonora es un el-emento crucial para la función rítmica del film.

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El mismo compositor que colaboró con Anderson en Petróleo Sangriento, Jonny Greenwood, regresa con melodías simples y repetitivas. Parte del goce estético del film, estriba en la unión de la imagen fija presta a la admiración, como si fuese concebida bajo los preceptos de las obras pictóricas, con la música estimulante, asociada a la locu-ra, la tensión y el desequilibrio emocional.El repertorio visual del director en cuestión se condensa en una escena: la del “pick a point”. El “pick a point” (escoge un punto), es un ejercicio inventado por Lancaster. En un espacio infinitamente amplio, el sujeto debe escoger un punto en el horizonte y recorrer en motocicleta, a toda velocidad y en línea recta la trayectoria desde su ubicación hasta el punto seleccionado. Se trata de una aguda metáfora sobre la consecución de los objetivos, sobre el transcurso metafísico de lo inalcanzable, en otras palabras, el movimiento en sí. Quell acepta el reto. Se aprecian en esta escena, los planos gene-rales del Maestro en medio del paisaje de- sértico, la cámara en movimiento que sigue a Quell en la motocicleta, otro plano fijo en el que se pierde de vista a lo lejos y, por

último, un primer plano de Lancaster con un gesto recriminador; todo sin diálogos.No en balde la Academia de reconoció el film, intenso y original por el tema abordado, con tres nominaciones a los premios Oscar. Tam-poco es casualidad que las nominaciones correspondan a Actor Principal (Phoenix) y de Reparto (Hoffman y Amy Adams), porque es una obra en la que, más allá de la pro-lijidad fílmica de Anderson, se impone la cinésica de los actores. Phoenix competía con el favorito Daniel Day-Lewis (Lincoln), Hoffman fue al ruedo contra el carismático Christoph Waltz (Django Unchained) y Amy Adams nunca tuvo posibilidades con la re so-nancia mundial de Anne Hathaway (Les Mis-erables). De cualquier manera, la energía de sus interpretaciones alcanzó el equili- brio con la energía de la historia relatada, lo cual resulta en el sueño de todo cineasta.

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En el devenir de los hechos, contextuali zados en los años posteriores al ocaso de la Segunda Guerra Mundial, el marinero se descubre como una figura fluctuante entre alocadas escenas sexuales y depresiones profundas. Provoca peleas con gente des-co nocida, termina involucrado en aconte-cimientos turbios y no halla el modo de de-sha- cerse de una excitación perenne, de un deseo sexual irreductible. El destino le de-para el encuentro accidental con Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), líder de La Causa, un movimiento que promueve la idea mística del reencuentro del individuo con su propio origen, sus propósitos y su carácter por medio de la hipnosis. Pero tal hipnosis, de a cuerdo a lo dicho por el propio Lancaster no es para conciliar el sueño revelador, sino

“para despertar”, abandonar el mundo mate-rial y aproximarse a la vivencia espiritual.En esta película, Paul Thomas Anderson, res ponsable de la escritura del guión y la di-rección, expone ante los espectadores aten-tos una acabada gramática cinematográfica, regida por la estructura narrativa tenden-te más a la proyección contemplativa que a la inmersiva. Elabora, con la inquietante minuciosidad de Petróleo Sangriento y la penetrante tensión narrativa de Magnolia, una sucesión de primeros planos genera-dores de la intimidad paralizante de los clásicos. Sin embargo, comprende que no hay motivos para dejar a un lado los sobre encuadres, los acercamientos ni la concep-ción geométrica de los planos generales. La rememoración es la clave para conceder al espectador la procedencia y circunstan-cia del personaje principal. Antes de prestar servicio, Quell ve por última vez al amor de su vida. Sería improbable conocer esta expe-riencia de no ser por la primera sesión del tratamiento al que lo somete Lancaster, en el que afloran el resentimiento de la pérdi-da y la nostalgia de la despedida. En un ver-tiginoso transitar melancólico, adquiere un objetivo vital: la búsqueda del sosiego abso-luto que le ofrece solamente La Causa, y así se convierte en un nuevo y predilecto pupilo.

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La música como salvación del hombre

Autor: Manuel Mirabal

Desde sus orígenes, la humanidad siem-pre ha tenido la necesidad de trascender, de ir más allá del plano físico. El hombre ha adorado montañas, ríos, mares, truenos y hasta el mismo viento. Pero, ¿Qué tiene que ver todo esto con la música? Si bien el ser humano ha querido traspasar el pla-no físico, es este mismo plano el que le sirve de base para comunicarse con ese más allá, con el Ser del que nos habla Par-menides o la Pachamama a la que se refería

la cultura Quechua. El punto clave en la comunicación con el espíri-tu del mundo son nuestros sentidos. A través de los sentidos es que com-prendemos lo que nos rodea, y podemos ir más allá, ampliar nuestro espectro de la realidad. Es así como el rugido del león comenzó a significar cuidado; el canto de los pájaros, tranquilidad; el trueno, poder. Y, con solo escuchar el sonido del río o el viento, podía comprender la calma o la tempestad sin siquiera verla.

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Es entonces cuando las pisadas comienzan a tener ritmo, el sonido de las palmas al cho-car entre sí comienza a tener variaciones y la voz descubre sus distintos matices. Nacen los primeros chamanes: estos comprenden que el sonido tiene poder, que se puede utilizar para alcanzar otros estados en la mente del ser humano y que de esta manera se aviva la llama interna. Comenzamos a conocer as-pectos de nosotros mismos que no sabíamos, la vida empezó a cobrar un nuevo sentido y el sonido ya no es un efecto producido por el azar de unas palmas o el batir de las hojas con el viento. Este sonido se convierte en una necesidad, y allí donde exista un ser humano, allí habrá música. La necesi-dad se transforma en desarrollo: las palmas ya no bastan, nacen así los instrumentos. No hace mucho me encontré con un artículo del diario El Clarín en el que men-cionaban el hallazgo de una flauta, hecha de huesos de aves y marfil de mamut, en una cueva de Alemania. La dichosa flau-ta databa de 43.000 años de antigüedad. Ahora bien ¿cuándo comienza a plan -tearse la música como medio de salvación? Hace unos cientos de años atrás hubiese sido más fácil responder esta pregunta. En occidente, la notación musical tiene sus orígenes en la antigua Grecia. Pero fue la iglesia católica la que desarrolló y sentó las bases del sistema de escritura musical que hoy utilizamos. Actualmente, no se pone en duda el gran poderío que ejercía la igle-sia católica (hasta hace relativamente poco tiempo) sobre el conocimiento, regulando no sólo qué se podía conocer sino quién podía conocer. El conocimiento es poder y los conocimientos ocultos lo son aún más. La máxima institución católica jamás olvidó el gran poder que tenía la música como medio para trascender espiritualmente, para conse-guir estados de trance y sentirse uno con su entorno. Así que enfocó todos sus esfuerzos en que ese poder fuera suyo: que un canto ritual no sirviera para glorificar la llegada de

la primavera sino para glorificar a Jesús, qui-en se sacrificó por nuestros pecados; que ya no se celebrara la fertilidad de los campos sin tomar en cuenta que ésta se producía por la gracia del Señor. Todos debíamos recordar que éramos pecadores por natu-raleza, que sólo mediante la redención y manteniendo una conducta correcta según los cánones establecidos era que podía-mos llegar a la salvación. Pero... ¿de qué?

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Lo que se pretendía en ese entonces, era la sal-vación del alma. La conciencia sobre el espíritu es de tiempos remotos, los griegos ya mencionaban la necesidad de cultivarlo al tiempo que se entrena al cuerpo para estar en equilibrio. En el libro La República, del filósofo griego Platón, encontramos una frase célebre sobre la música y el alma La música es al alma lo que la gimnasia para el cuer-po. El filósofo consideraba la música como una de las más nobles de todas las artes. La iglesia pretendió atribuirle una finalidad al cul-tivo del alma. El fin es salvarse. La vía para lograrlo era el cultivo del alma a través de la palabra de la Biblia, mediante nuestras acciones y las órdenes que establecía la iglesia. Fue Clemente de Ale-jandría en el siglo II D.C. uno de los primeros en mencionar que la música de los griegos llevaba a la perdición, pero en cambio la nueva música, con contenidos cristianos, era instrumento de salvación. Con testimonios, concilios, bulas papales, la autori-dad católica consiguió enmarcar todas las expre-siones del arte dentro de la palabra de Dios. La música y el arte en general lograban la salvación al permitir a los fieles recordar sus pecados, el su-frimiento de Jesús, la muerte en la cruz.

Durante la edad media se realiza una gran can-tidad de obras artísticas y musicales, todas de la mano de la iglesia: surgen los Cantos Gregorianos. Luego la polifonía, con autores como Giovvani da Palestrina y Tomas Luis de Victoria. El Ars Nova, con su multiplicidad armónica abrió el camino a la música renacentista. Evoluciona la música ha-cia el Barroco, estilo en el que podemos encon-trar grandes autores como Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Handel y Antonio Vivaldi. Continúa el clasicismo con autores como Haydn, Mozart y Beethoven. La mayoría de la música fue compuesta como música sacra, siendo la llamada “música pro- fana” una excepción que a partir del Renacimiento fue poco a poco cobrando fuerza. La música siempre fue reflejo de las emociones del ser humano, pero es alrededor de 1800, con el romanticismo, que se toma consciencia de la mis-ma como un instrumento que refleja las pasiones del hombre. La salvación podía ser un momento de gloria junto a la persona amada. El Romanticismo como movimiento tenía como precepto que en el mundo había realidades había realidades que sólo se podían captar mediante la emoción, el sen-timiento y la intuición. Avivar las pasiones y revol- ver todo ese cúmulo de sentimientos que llevamos dentro era el sentido de la música.A finales de este siglo, alrededor de 1875, surge el

impresionismo. Fue producto de las tendencias so-cio-políticas. La libertad absoluta ya se encontraba en el imaginario colectivo. No es casualidad que su mayor exponente, Claude Debussy, fuera francés al igual que la revolución que casi 100 años atrás di-era a la libertad ese nuevo significado de salvación. En la revolución francesa, la música siempre estuvo cargada de poder como parte de su simbolismo, fue bandera de los ideales que imperaran en el momento, libertad, igualdad, fraternidad. Es de esta manera que nacen los himnos, la música se carga con todo el simbolismo que lleva la libertad de las naciones y por ende, del ser humano. Idea que se mantiene hasta el día de hoy.

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Entonces... ¿Podríamos afirmar que la música es sinónimo de libertad? ¿Que fue sinóni-

mo de opresión? ¿Es la libertad la salvación? Hoy en día habría que preguntarse de qué

necesitamos liberarnos. Quizás luego podamos conversar sobre el

nacimiento del blues hasta lo que hoy es el arte moderno y el papel de la música dentro

de el.¿Estamos salvados?

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Ésta es la historia de una maleta ¡Oh! Maleta De Los Do-

lores, era ése su nombre. Se trataba de la maleta menor, de

unos 60 centímetros de alto, de piel rugosa y de color gris.

Su hermana mayor, Maleta Pesadilla, se había quedado unos

días en Bratislava. Era la primera vez que se separaban,

pero a veces el destino es así. No fue fácil, pero Maleta De

los Dolores, tuvo que decidir entre visitar Viena, capital de

Austria, o quedarse junto a su hermana en Bratislava. La de-

cisión tomó tiempo, pero por fin lograron separarse. Con un

largo y triste adiós, Maleta De Los Dolores y Maleta Pesa-

dilla se dijeron hasta pronto. Fue así como se fue sola a una

ciudad en un país muy extraño y de allí, cierto día, a las 4:30

a.m. salió a una ciudad cuya belleza y cultura llenan miles de

páginas de libros de historia, arte y literatura.

Esta vez será la historia de una maleta y Moisés, el negrito

con cara de indio, pelabolas y a veces con complejo weleare-

poso, quienes se van de paseo.

Mientras estuve en Bratislava, capital del país descon-

ocido, Vlado me sugirió la posibilidad de dejar mi maleta

más pesada en casa de su hermana, ya que de igual manera

regresaría a Bratislava antes de emprender mi viaje al pasa-

do, es decir, a Rumanía. Poder deshacerme de mi maleta fue

la mejor propuesta que me habían hecho en mucho tiempo.

Enseguida dije que sí. Sin embargo, tenía que llevarme algo

de ropa a Nitra, pues allá pasaría 4 días. Además, era ya hora

de lavar algo de ropa

porque desde que salí

de Alemania no había

vuelto a usar una la-

vadora. Decidí enton-

ces, llevarme algunas

camisas, pantalones

y otras cosas más. Se-

leccioné lo más impor-

tante y lo metí todo en

la maleta más pequeña.

Mi viaje para Viena no

estaba planeado. Cuan-

do estaba en Bratisla-

va y mi amigo Vlado

Mi Maleta visita

Viena

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me llevó a visitar el castillo que lleva el mismo nombre de la ciudad, recuerdo que desde la colina donde el castillo está, en el horizonte, se podía ver Viena. No la ciudad como tal, pero si unos molinos de vien-to que marcan la frontera entre Eslovaquia y Austria. Le pregunté qué tan lejos estábamos de Vie-na y me sorprendí cuando me dijo que a sólo dos horas y media de camino. Mayor fue mi sorpresa cuando me comentó lo económico que salía ir. ¡Viena! Capital del arte, la Ópera de Viena, hogar de Sis-si, Austria; el país del gran Mozart. Definitivamente no podía perder la oportunidad de ir a esa ciudad. El plan fue el siguiente; me iría a Viena ese día en la madrugada, tendría que cargar con mi maleta todo el día, pues no podía dejarla en Nitra. Pasaría un día completo en Viena y regresaría a las 9 p.m. a Bratislava y esa noche me quedaría en la facultad donde estudia una amiga de Vlado. El despertador sonó, me arreglé, tomé mi maleta y Vlado me acompañó hasta la entrada de la facultad. Habíamos llamado un taxi que me llevaría hasta el terminal de buses y me dejaría al lado del autobús. Me despedí de Vlado y cargué a Maleta De Los Dolores y la coloqué en el asiento trasero. Me subí al taxi y el taxista, obviamente, no hablaba inglés. Me dijo algo en eslovaco y sonreí nerviosamente. Fueron sólo 10 minutos desde la facultad hasta el terminal. Al bajarme le dije "Thanks" (Gracias) y creo que se dio cuenta que yo no hablaba su idioma. Me monté en el bus y coloqué mi maleta en el compartimiento superior, encima de mi cabeza. Había Wi-fi en el autobús y no podía dejar de colocar mi estado en Facebook: "On my way to Vienna" (De camino a Viena). Maleta De Los Dolores y yo nos bajamos nerviosos y caminamos dentro del terminal de buses en Bratislava. Yo no sabía cuál era el otro bus que debía tomar e intenté preguntarle a una de las mujeres que venden los tickets (Yo ya había comprado los tickets por Internet). Esperé a que atendieran a dos per-sonas que estaban delante. La cajera se tardó un poco, pero al fin, era mi turno. Me acerqué y le pregunté cuál es el autobús para Viena. Pues la señora puso cara de gallina mirando sal. Le pregunto: -"Sorry, do you speak English?"- (Disculpa ¿Habla inglés?) Cuando escuchó "En-glish" movió la cabeza negando. Entré en crisis, pues según lo que me dieron cuando compré el ticket por Internet, decía que el bus saldría en menos de 5 minutos. La señora seguro me vio cara de desesperación, pero por más que quiso no pudo ayudarme. Intenté decirle "Gracias de todas maneras" con una sonrisa. Espero haya entendido. Tomé a Maleta De Los Dolores y salimos corriendo a donde estaban los autobuses. Comienzo a caminar en frente de los au-tobuses y por fin vi uno con un aviso que decía "Viena". Hice la cola junto a otros turistas. Maleta De Los Dolores debía ir abajo con las demás maletas. Deseé que se quedara allí todo el día, pero la realidad era otra; ella me acompañaría todo el día. Por cierto, tuve que pagar 1 euro extra por ella. El autobús tenía Wi-fi, pero no funcionaba. El bus arrancó y esta vez sentí que el camino fue largo. Casualmente me desperté cuando el bus cruzaba la frontera entre Es-lovaquia y Austria. Fue algo tan sencillo como cruzar de Caracas a la Guaira. Pero ahora por lo menos sí entendía los avisos y vallas que veía. Todo cambió drásticamente de eslovaco a alemán.

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Mi Maleta visita VienaComenzamos a entrar a la ciudad y me parecía simplemente otra más. El autobús nos dejó en un terminal medio feo, chiquito y en constru- cción. Me esperaba algo mejor, más llamativo. Me bajé y casi olvido a Maleta De Los Dolores. Sino fuese porque tenía mis únicos trapitos allí, me habría hecho el loco y la hubiese abandonado. Llegué per-dido, muy perdido para ser exacto. Miré para los lados y parecía una zona poco concurrida y un poco sola ¿Coño, para dónde agarro? Comencé a caminar sin rumbo. La noche anterior había olvidado por completo buscar información so-bre los puntos turísticos de la ci-udad. Internet sería mi salvación, saqué la Tablet y busqué, en vano, alguna red disponible ¡Todas blo-queadas! Continué caminando. Vi una estación de tren y entré, por lo menos allí tendrían un mapa y podría llegar al centro de la ciudad. Bajé las escaleras sin dejar atrás a Maleta De Los Dolores, a este punto ya hasta le hablaba como a una persona, sólo que ella no me respondía. Cuando bajé ¡No había ni casilla de información, ni nadie a quien preguntar! La entrada era como en Berlín, libre. No había torniquetes. Decido montarme en el tren que viniese, no importaba a dónde me llevara. Me doy cuen-ta que en realidad es una estación subterránea del tranvía de la ciu-dad. Llegó el tranvía y me monté sin comprar ticket, si alguien me decía algo, me haría el loco e intentaría hablar en algún idioma sin sentido para que no me entendieran y si las cosas se complicaban correría, pero jamás sin dejar atrás a Maleta De Los Dolores. Nada de eso pasó. El tranvía me llevó directamente a una estación de tren y allí, final-mente, vi un mapa y pasados 15

minutos por fin logré descifrar al-gunas cosas. Allí debía agarrar un tren que me dejaría en el centro, o por lo menos, lo que yo pensaba era el centro. No fue problema llegar. Llegué a la estación "Stadt Park" eso era lo más céntrico que me son-aba y, además, en el mapa se veía como en el medio de todo. Salí de allí y en efecto estaba algo céntrico. Veía a todos lados y ya comenzaba a ver la belleza de la ciudad. Limpia y pulcra ¡Pero no sabía para dónde coño ir! Seguí caminando un poco más y al fin veo un Starbucks ¡Bin-go! Tenía Wi-fi y gratis. Compré un chocolate caliente y me senté. Busqué información sobre ciudad y por fin supe a dónde ir. Cada monu-mento estaba alejado uno del otro. Así que fue necesario comprar la tarjeta del tren. Salí de Starbucks con ínfulas de Valentina Quinte-ro. Había colocado los puntos de interés turístico en los favoritos del GPS por lo tanto no necesitaría de Internet para llegar hasta ellos. Compré la tarjeta del tren ilimitada y comencé mi inmersión cultural. Ya estaba más tranquilo y por fin pude comenzar a disfrutar de lo que tenía en frente de mí. Viena es impresionante. Es simplemente un museo de arte al aire libre por donde sea que pases. Es una lásti-ma que sólo tuve un día para visi-tarla. Admito que sabía muy poco de esa ciudad, pero no me arrepi-ento en absoluto de haber ido. Las calles son extremadamente limpias y hasta vi cómo unos carros las lim-piaban. No podía faltar el río Danu-bio. Al igual como en Budapest y Bratislava, este inmenso río llega hasta Viena y atraviesa la ciudad de punta a punta. Hay cruceros que te llevan desde Bratislava hasta Vie-na, pero en mi situación no podía costearme un crucero. Además,

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era principios de primavera y aun hacía mucho frío como para an-dar en la cubierta de un barco congelándome sólo por welearepear. Viena fue también capital del antiguo y extenso imperio astro húngaro. Es una ciudad lle-na de palacios y museos por todos lados. La ciudad cuenta con una población de 1.700.900 habi-tantes y posee el primer puesto entre las listas de ciudades con mejor calidad de vida. Se pueden imaginar lo que significa vivir aquí. La ciudad tiene una larga historia, ya que es una de las más antiguas capitales de Europa, por lo que cuenta con un importante patrimonio artístico. Du-rante el siglo XIX fue una de las grandes capitales musicales del mundo y a principios del si-glo XX sede de la filosofía, así como uno de los principales centros culturales mundiales. Vie-na fue declarada patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO ¡La ciudad completa! El Metro de Viena me encantó. Es una mezcla entre belleza, sencillez y modernidad. El siste-ma de Metro no es muy grande ni complejo. Al igual como en Berlín, al tren se le conoce como U-Bahn. Mientras caminaba por las calles, vi varios carteles en las paradas de autobuses que in-dicaban una multa de 36 euros para quienes botaran las colillas de cigarro en el suelo ¡Magnífico! El primer sitio que visité en Viena fue el Palacio de Schönbrunn. Éste queda en el quinto c.... llegamos hasta la estación que lleva el mismo nombre del Palacio. De allí salí arrastrando mi her-mosa maleta por toda la calle. Al principio pensé que no sería gran problema cargar con ella, pero después me di cuenta que estaba equivocado. El ruido de las ruedas desgastadas contra el asfal-to hacía que todo el mundo volteara a mirarme. Es que me imagino lo que pensaría la gente "Sólo a éste se le ocurre venir a Viena con una maleta" o "¿Será que no tenía donde dejarla?", "¡Alguien que lo calle!", "¡Pero qué falta de caché!" y pare de contar. Primero me perdí y llegué a un parque muy bonito, pero por ningún lado veía rastros del castillo. Saqué la Tablet y puse el GPS, en efec-to, estaba caminando en la dirección contraria. Tuve que seguir fielmente al GPS hasta que lle-gué a un gran portón. Aquí viene lo bueno. Era un portón bellísimo con un camino largo rodea-do de paredes con matas de enredaderas y flores que apenas comenzaban a florecer. Al final, como a unos 500 metros, podía por fin, divisar parte del Palacio Schönbrunn. El camino era bellí-simo y había carrozas estacionadas a los lados. Daba la sensación de estar en pleno siglo XVIII. Hipnotizado por aquel lugar, respiro profundo y comienzo a caminar derecho en dirección al pala-cio. Me muevo, pero Maleta De Los Dolores no se mueve. Hago más fuerza y la pobre comienza a moverse poco a poco. Las ruedas no cedían. ¿Qué pasa? El camino desde el portón hasta el Palacio y todos sus alrededores, no es ni de cemento ni asfalto, sino de piedritas pequeñas. En este momento maldije todo lo maldecible y casi me siento a llorar. Ya había llegado hasta allí y si quería continu-ar me tocaba cargar a Maleta De Los Dolores. La odié, ya no quise dirigirle la palabra. Después de superar mi crisis momentánea, no me quedó de otro, que cargar mi bella maleta todo el camino. Ahora caminaba más lento, me la pasaba de un brazo a otro y a cada rato me paraba a descansar. Duré 3 veces más de lo que una persona promedio dura en llegar hasta el castillo. Llegué al frente del palacio y duré con la boca abierta como 30 minutos ¡Es inmenso! Me golpeaba el tobillo con el vaivén de la maleta y caminaba de lado como si tuviese algún problema en la cadera. Tomé fotos, admiré los jardines. En un momento de felicidad fortuita volví a amar a Maleta de Los Dolores, pero después recordé todo lo que me había hecho sufrir y pasé del amor al odio en cuestión de segundos. Sólo una sección de Schönbrunn está abierta al público. La sala principal y algunas habita-ciones. Continué caminando fuera del castillo hasta que llegué a la parte de atrás. Pasé por una especie de laberinto hecho con enredaderas. Las piedras se hicieron más grandes y menos podía arrastrar mi maleta. La seguí cargando y llegué a un jardín amplio en la parte de atrás, donde después de caminar 15 minutos en dirección contraria al palacio tuve la mejor vista de to-das. Pude sacarle provecho a la bendita maleta. La utilicé como mesa y coloqué la cámara para tomarme algunas fotos decentes. Comenzó a hacer sol y la temperatura subió por unos minu-tos, después todo volvió al frío de nuevo. Me quedé sentado un buen rato admirando todo lo que tenía al rededor y luego emprendí mi torturante viaje de regreso al centro de la ciudad. Esta vez tomé de nuevo el U-Bahn y me dirigí hacia el Palacio de Hofburg. Es el castillo más grande de la ciudad. Durante 600 años fue la residencia de muchos de los emperadores austríacos, inclu- yendo a los Habsburgo y Sissi. Adentro se alberga un museo en honor a la muy famosa y nombrada emperatriz Sissi. Actualmente es la residencia del presidente de la República Austríaca. Este castillo está en la parte más vieja de la ciudad, lo que fue el primer distrito de Viena. Está más céntrico que el

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Mi Maleta visita Vienatiempo con sus mascotas. Allí me acosté un rato al lado de Maleta De Los Dolores. Primero la abracé y luego me di cuenta que podía utilizarla como almohada. La seduje hasta lograr mi cometido. El cielo se había despejado y otra vez los rayos del sol calentaban el césped. Me quedé completamente dormido como 40 minutos. Hasta que llegó alguien a cortarme la nota y pedirme dinero ¡Viena podrá tener el puesto núme-ro uno en calidad de vida, pero aun así hay personas pidiendo dinero! Primero se me acercó una señora a pedirme un euro ¡Hasta me exigió que fuera 1! Además, tenía un acento en alemán mezclado con turco que me daba algo de risa. Después se acercó otro a pedirme que le comprara una revista que cargaba en la mano o le diera 1 euro. Le dije que no tenía e insistió. Al final se molestó, se paró, me maldijo y se fue. Alguien que por favor me explique ¡Claro, como él es un indigen-te que vive en Viena, el tipo es hasta exigente! Decidí pararme antes de que viniera otro y esta vez me pidiera un cheque o la tarjeta de crédito que no tengo. Tomé a Maleta de Los Dolores y comenzamos a caminar sin rumbo. Llegamos a unas tumbas romanas del siglo V. Ya era tarde y sólo tenía en el estómago dos sándwich-es que me había traído. Mientras caminaba encontré un Mc Donald's y ahí fue donde comí. Además de ser lo más barato, fue lo primero que vi. Pasé en frente de la Stephansdom (Catedral de San Esteban), estaba en re-modelación. Llegué en tren hasta el Parlamento y por supuesto que no pude dejar de pasar en frente de la Ópera de Viena. Estaba haciendo tiempo hasta esperar la noche. Pues quería que oscureciera para poder ver a oscuras el palacio de Belvedere. Gracias a Dios oscure-ció a las 7:00 p.m. Había dejado de último el palacio de Belvedere también porque estaba a pocas cuadras del terminal de autobuses. No sé si fue mal de ojo o la su-erte que yo cargaba, pero aquí, Maleta De Los Dolores sufrió una fractura de tobillo severa. Una de sus ruedas colapsó por completo, se rompió sin remedio. Ahora el ruido era mayor, la maleta hacía contacto directo con el asfalto, y por ratos, los restos de la rueda frenaban nuestra marcha. No me importó, tuve que hacer más fuerza, pero seguí caminando. Ya comenzaba a oscu-recer y la escena que vi hizo que me olvidara de todo y cada segundo de tortura de ese día valió la pena. El sitio no es sólo un castillo, sino un conjunto artístico que consta de dos palacios Belvedere, uno llamado alto y el otro bajo. Convertidos actualmente en museos. Los dos palacios están unidos por unos jardines majes-tuosos que se encuentran divididos en tres niveles.

El Belvedere alto está ubicado en frente de un lago artificial lleno de patos. Al oscurecer, se enci-enden luces a los lados del palacio y el reflejo que se observa en el agua le da su toque mágico y perfec-to. Tomé muchas fotos y admiré una vez más esa maravilla creada por el ingenio y la mano humana. 7:15 p.m. y ya se me había hecho tarde. A las 7:30 p.m. salía mi autobús de regreso a Bratislava. Corrí y arrastré a Maleta De Los Dolores por toda la calle. Ella gritaba y hacía un ruido enorme atrayendo, una vez más, las miradas de muchos curiosos. Llegué al ter-minal con tiempo de sobra. El chofer abrió la puerta del bus. Miré atrás y le dije adiós a Viena, esa ciudad inesperada en mi trayecto por el viejo continente. Volví a tomarle cariño a Maleta De Los Dolores, al fin y al cabo, sin ella no hubiera tenido de qué hablar hoy. El bus arrancó. Viena se fue quedando hasta desapa-recer detrás de pequeñas colinas y una autopista casi sin fin me llevó de regreso a Bratislava. Dos horas y me-dia después estaba de regreso en la capital del país sin nombre. Pasaría un día más en Bratislava antes de em-prender mi viaje de 18 horas en autobús para ir a visitar a un viejo y gran amigo de toda la vida: ¡El tío Drácula!

Si quieres disfrutar más de mis

viajes por el mundo entra a:

www.trippingalavenezolana.com

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Fotograma

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Un cuadro en una mirada.

roNALD Parra

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Fotograma

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Fotograma

Camila, mi novia y fiel compañera, unas curvas exqui-sitas y una forma perfecta, que me vuelve loco cada vez que trabajo con ella, es una Canon 600D, que me

acompaña a todas partes lista para la acción.

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Séptima Carta ofrece una noche de teatro, rock y poesíaUna de las agrupaciones más innovadoras y prometedoras irrumpe en la esce-na del rock venezolano. Su enérgica puesta en escena como banda de rock se combina con la inclusión de elementos teatrales y puesta en escena. Duran-te el concierto estrenarán los temas que conformarán su primera producción discográfica.Esta singular agrupación se presenta por primera vez para el público caraqueño, presentando los temas de su EP titulado “Epístola”, en la Sala Experimental del Centro Cultural BOD – Corp Banca, este 23 de mayo a las 08:00 pm. Las entradas están a la venta en las taquillas del teatro y a través de www.corpbancacentrocultural.com y www.ticketmundo.com

El Grupo Bohemio Danza Teatro fue fundado en París en 1982 por Mercedes Baldó, quien posteriormente lo traslada a Venezuela como compañía estable que se ha sostenido hasta la fecha. Ha creado con el grupo 20 obras coreográficas que definen un camino en la "Danza Teatro Venezolana" e innumerables talleres de formación a nivel nacional e Internacional. Su trabajo se ha basado en lo ancestral, conocimientos indígenas, en la búsqueda de lo que so-mos como pueblo latinoamericano, y en la valoración y resguardo de la tierra como planeta.La cita para apreciar el trabajo de "Bohemio Danza Teatro", será el domingo 12 de mayo a las 12:30 pm, en el Salón Siglo XXI, Esquina Av. Francisco de Miranda, entre La Carlota y Parque Miranda, frente al CC Milenium (estacionamiento). Metro Los Dos Caminos. Entrada Libre.

El Grupo Teatral Skena presenta la famosa obra infantil “La Princesa y el Dragón” en el Teatro Trasnocho del Centro Comercial Paseo las Mercedes, los días sábados y domingos a las 3:00 pm. Esta divertidísima y sorpresiva producción, escrita por el dramaturgo español José Luis Alon-so de Santos, la cual ya cautivó a los caraqueños en el 2002 siendo considerada por el Teatro Infantil Nacional como la mejor producción infantil de ese año

Luego del éxito obtenido con los tributos a Queen y Pink Floyd, regresa a los escenarios una de las agrupaciones más originales e innovadoras del género rock: la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar y, esta vez, rendirán tributo a una de las bandas más importantes y emblemáti-cas de todos los tiempos: los Rolling Stones. La cita es el domingo 19 de mayo a las 5:00 pm y el escenario será el Centro Cultural Chacao. Las entradas están a la venta en www.ticketmundo.com y en las taquillas del teatro.

Con motivo de ofrecer un homenaje a las Madres en su día, Cultura Chacao presentará un concierto enmarcado en su programa “Arte en la Calle”, que tendrá lugar el domingo 12 de mayo a las 11:00 de la mañana, en la Plaza Bolívar de Chacao, a cargo del reconocido músico venezolano Rafael “Pollo” Brito.Cantante, cuatrista y compositor de amplia trayectoria nacional e internacional, Rafael “Pollo” Brito se paseará por un variado repertorio de boleros y música venezolana, a través de un pro-grama que incluirá además algunos temas de Tito Rodríguez

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