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Inteligen cia Emociona l Contenido Introducción. Pag 1 Las emociones en el cerebro. Pag 2 Título del Libro: Inteligencia Emocional Autor: Daniel Goleman Fecha de Publicación: 1/10/1996 [67ª Ed.] Editorial: Kairós Nº Páginas: 520 ISBN: 9788472453715 BEST- SELLER La inteligencia más allá del intelecto. Pag 3 El dominio de uno mismo. Pag 4 La aptitud maestra para la vida. Pag 5 EL AUTOR: Daniel Goleman, doctorado en psicología por la Universidad de Harvard, ha sido editor de la revista Psychology Today y redactor de la sección de ciencias de la conducta y del cerebro en The New York Times. Goleman fue cofundador de la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning en el centro de estudios infantiles de la universidad de Yale, cuya misión es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación emocional. Emotional Intelligence (Inteligencia Emocional) se publicó en 1995 y durante año y medio se mantuvo en la lista de libros más vendidos del The New York Times. Según la web oficial de Goleman, hasta 2006 se habían vendido alrededor de 5.000.000 de ejemplares, traducidos a treinta idiomas. La empatía. Pag 6 Inteligencia emocional para el trabajo. Pag 7 Conclusión. Pag 8 Introducción El concepto de inteligencia emocio- nal ha llegado a

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InteligenciaEmocionalContenidoIntroduccin.Pag 1Las emociones en el cerebro.Pag 2

Ttulo del Libro: Inteligencia EmocionalAutor: Daniel Goleman Fecha de Publicacin: 1/10/1996 [67 Ed.] Editorial: KairsN Pginas: 520ISBN: 9788472453715

BEST- SELLERLa inteligencia ms all del intelecto.Pag 3El dominio de uno mismo.Pag 4La aptitud maestra para la vida.Pag 5

EL AUTOR: Daniel Goleman, doctorado en psicologa por la Universidad de Harvard, ha sido editor de la revista Psychology Today y redactor de la seccin de ciencias de la conducta y del cerebro en The New York Times. Goleman fue cofundador de la Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning en el centro de estudios infantiles de la universidad de Yale, cuya misin es ayudar a las escuelas a introducir cursos de educacin emocional.Emotional Intelligence (Inteligencia Emocional) se public en 1995 y durante ao y medio se mantuvo en la lista de libros ms vendidos del The New York Times. Segn la web oficial de Goleman, hasta 2006 se haban vendido alrededor de 5.000.000 de ejemplares, traducidos a treinta idiomas.La empata.Pag 6Inteligencia emocional para el trabajo.Pag 7Conclusin.Pag 8

Introduccin

El concepto de inteligencia emocio- nal ha llegado a prcticamente todos los rincones de nuestro plane- ta, en forma de tiras cmicas, pro- gramas educativos, juguetes que dicen contribuir a su desarrollo o anuncios clasificados de personas que afirman buscarla en sus pare- jas. Incluso la UNESCO puso en mar- cha una iniciativa mundial en 2002, y remiti a los ministros de educa- cin de 140 pases una declaracin con los 10 principios bsicos

imprescindibles para poner en mar- cha programas de aprendizaje social y emocional.El mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia y ha encon- trado en la inteligencia emocional una herramienta inestimable para comprender la productividad labo- ral de las personas, el xito de las empresas, los requerimientos del liderazgo y hasta la prevencin de los desastres corporativos. No en vano, la Harvard Business Review ha llegado a calificar a la inteligen- cia emocional como un concepto revolucionario, una nocin arrolla-

Leader Summaries 2009. Resumen autorizado de: Inteligencia Emocional por Daniel Goleman, Kairs 2009.Inteligencia Emocionaldora, una de las ideas ms influyen- tes de la dcada en el mundo empresarial. Revelando de forma esclarecedora el valor subestimado de la misma, la directora de inves- tigacin de un head hunter ha pues- to de relieve que los CEO son con- tratados por su capacidad intelec- tual y su experiencia comercial y despedidos por su falta de inteli- gencia emocional.Sorprendido ante el efecto devasta- dor de los arrebatos emocionales y consciente, al mismo tiempo, de que los tests de coeficiente intelec- tual no arrojaban excesiva luz sobre el desempeo de una persona en sus actividades acadmicas, profesio- nales o personales, Goleman ha intentado desentraar qu factores determinan las marcadas diferen- cias que existen, por ejemplo, entre un trabajador estrella y cualquier otro ubicado en un punto medio, o entre un psicpata asocial y un lder carismtico.Su tesis defiende que, con mucha frecuencia, la diferencia radica en ese conjunto de habilidades que ha llamado inteligencia emocional, entre las que destacan el autocon- trol, el entusiasmo, la empata, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Si bien una parte de estas habilidades pueden venir configuradas en nuestro equi- paje gentico, y otras tantas se mol- dean durante los primeros aos de vida, la evidencia respaldada por abundantes investigaciones demues- tra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se utilizan los mtodos adecuados.Las emociones en elcerebro

El diseo biolgico que rige nuestro espectro emocional no lleva cinco ni cincuenta generaciones evolucio- nando; se trata de un sistema que est presente en nosotros desde hace ms de cincuenta mil genera- ciones y que ha contribuido, con demostrado xito, a nuestra super- vivencia como especie. Por ello, no hay que sorprenderse si en muchas

ocasiones, frente a los complejos retos que nos presenta el mundo contemporneo, respondamos ins- tintivamente con recursos emocio- nales adaptados a las necesidades del Pleistoceno.En esencia, toda emocin constitu- ye un impulso que nos moviliza a la accin. La propia raz etimolgica de la palabra da cuenta de ello, pues el latn movere significa moverse y el prefijo e- denota un objetivo. La emocin, entonces, desde el plano semntico, significa movimiento hacia, y basta con observar a los animales o a los nios pequeos para encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una accin determinada, que puede ser huir, chillar o recogerse sobre s mismos. Cada uno de nos- otros viene equipado con unos pro- gramas de reaccin automtica o una serie de predisposiciones biol- gicas a la accin. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irn moldeando con los aos ese equipaje gentico para definir nuestras respuestas y manifestacio- nes ante los estmulos emocionales que encontramos.Un par de dcadas atrs, la ciencia psicolgica saba muy poco, si es que algo saba, sobre los mecanis- mos de la emocin. Pero reciente- mente, y con ayuda de nuevos medios tecnolgicos, se ha ido esclareciendo por vez primera el misterioso y oscuro panorama de aquello que sucede en nuestro orga- nismo mientras pensamos, senti- mos, imaginamos o soamos. Gracias al escner cerebral se ha podido ir desvelando el funciona- miento de nuestros cerebros y, de esta manera, la ciencia cuenta con una poderosa herramienta para hablar de los enigmas del corazn e intentar dar razn de los aspectos ms irracionales del psiquismo. Alrededor del tallo enceflico, que constituye la regin ms primitiva de nuestro cerebro y que regula las funciones bsicas como la respira- cin o el metabolismo, se fue confi- gurando el sistema lmbico, que aporta las emociones al repertorio de respuestas cerebrales. Gracias a ste, nuestros primeros ancestros pudieron ir ajustando sus acciones

para adaptarse a las exigencias de un entorno cambiante. As, fueron desarrollando la capacidad de iden- tificar los peligros, temerlos y evi- tarlos. La evolucin del sistema lm- bico estuvo, por tanto, aparejada al desarrollo de dos potentes herra- mientas: la memoria y el aprendiza- je.En esta regin cerebral se ubica la amgdala, que tiene la forma de una almendra y que, de hecho, recibe su nombre del vocablo griego que denomina a esta ltima. Se trata de una estructura pequea, aunque bastante grande en comparacin con la de nuestros parientes evolu- tivos, en la que se depositan nues- tros recuerdos emocionales y que, por ello mismo, nos permite otor- garle significado a la vida. Sin ella, nos resultara imposible reconocer las cosas que ya hemos visto y atri- buirles algn valor.Sobre esta base cerebral en la que se asientan las emociones, fue cre- ndose hace unos cien millones de aos el neocrtex: la regin cere- bral que nos diferencia de todas las dems especies y en la que reposa todo lo caractersticamente huma- no. El pensamiento, la reflexin sobre los sentimientos, la compren- sin de smbolos, el arte, la cultura y la civilizacin encuentran su ori- gen en este esponjoso reducto de tejidos neuronales. Al ofrecernos la posibilidad de planificar a largo plazo y desarrollar otras estrategias mentales afines, las complejas estructuras del neocrtex nos per- mitieron sobrevivir como especie. En esencia, nuestro cerebro pensan- te creci y se desarroll a partir de la regin emocional y estos dos siguen estando estrechamente vin- culados por miles de circuitos neu- ronales. Estos descubrimientos arrojan muchas luces sobre la rela- cin ntima entre pensamiento y sentimiento.La emergencia del neocrtex produ- jo un sinnmero de combinaciones insospechadas y de gran sofistica- cin en el plano emocional, pues su interaccin con el sistema lmbico nos permiti ampliar nuestro abani- co de reacciones ante los estmulos emocionales y as, por ejemplo, ante el temor, que lleva a los dems animales a huir o a defenderse, losInteligencia Emocionalseres humanos podemos optar por llamar a la polica, realizar una sesin de meditacin trascendental o sentarnos a ver una comedia lige- ra. Asimismo, con el neocrtex emergi en nosotros la capacidad de tener sentimientos sobre nues- tros sentimientos, inducir emocio- nes o inhibir las pasiones. Orgullosos de nuestra capacidad para controlar nuestras emociones, hemos cado en la trampa de creer que nuestra racionalidad prima sobre nuestros sentimientos y que a ella podemos atribuirle la causa de todos nuestros actos. Pero, a dife- rencia de lo que pensamos, son muchos los asuntos emocionales que siguen regidos por el sistema lmbico y nuestro cerebro toma decisiones continuamente sin siquiera consultarlas con los lbulos frontales y dems zonas analticas de nuestro cerebro pensante. Recuerde, simplemente, la ltima vez en que perdi usted el control y explot ante alguien, diciendo cosas que jams dira.Los estudios neurolgicos han encontrado que la primera regin cerebral por la que pasan las sea- les sensoriales procedentes de los ojos o de los odos es el tlamo, que se encarga de distribuir los mensa- jes a las otras regiones de procesa- miento cerebral. Desde all, las seales son dirigidas al neocrtex, donde la informacin es ponderada mediante diferentes niveles de cir- cuitos cerebrales, para tener una nocin completa de lo que ocurre y finalmente emitir una respuesta adaptada a la situacin. El neocr- tex registra y analiza la situacin y acude a los lbulos prefrontales para comprender y organizar los estmulos, en orden a ofrecer una respuesta analtica y proporciona- da, enviando luego las seales al sistema lmbico para que produzca e irradie las respuestas hormonales al resto del cuerpo.Aunque esta es la forma en la que funciona nuestro cerebro la mayor parte del tiempo, Joseph LeDoux - en su apasionante estudio sobre la emocin- descubri que, junto a la larga va neuronal que va al crtex, existe una pequea estructura neu- ronal que comunica directamente el tlamo con la amgdala. Esta va

secundaria y ms corta, que consti- tuye una suerte de atajo, permite que la amgdala reciba algunas seales directamente de los senti- dos y dispare una secrecin hormo- nal que determina nuestro compor- tamiento, antes de que esas seales hayan sido registradas por el neo- crtex.El problema que esto puede y suele suscitar consiste en que la amgdala ofrece respuestas inmediatas que no tienen en cuenta la situacin en toda su complejidad, sino que se limitan a asociarla con los recuer- dos emocionales que guarda alma- cenados para proveer as la repues- ta que considere adecuada. Si bien esto podra ser determinante para la supervivencia de nuestros ances- tros en situaciones en las que unas milsimas de segundos significaban la diferencia entre vida o muerte, en el sofisticado mundo social de hoy en da puede resultar despro- porcionado y hasta catastrfico.As, por ejemplo, no es de sorpren- der que una persona que haya sufri- do un fuerte trauma tras haber sido asediada sexualmente por un anti- guo jefe, tenga una reaccin exage- rada y violenta cuando se enfrente a un escenario similar al del ataque o cuando se encuentre con una superior que le recuerde de alguna forma a su agresor. De hecho, la situacin se hace ms compleja si tenemos en cuenta que la mayora de los recuerdos emocionales ms intensos que estn almacenados en la amgdala proceden de los prime- ros aos de vida, de hechos que no slo escapan a nuestro control, sino que ni siquiera entran en el mbito de nuestros recuerdos conscientes. En cada uno de nosotros se solapan dos mentes distintas: una que pien- sa y otra que siente. stas constitu- yen dos facultades relativamente independientes y reflejan el funcio- namiento de circuitos cerebrales diferentes aunque interrelaciona- dos. De hecho, el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin el concurso de la inteligencia emo- cional, y la adecuada complementa- cin entre el sistema lmbico y el neocrtex exige la participacin armnica de ambas. En muchsimas ocasiones, estas dos mentes man- tienen una adecuada coordinacin,

haciendo que los sentimientos con- dicionen y enriquezcan los pensa- mientos y lo mismo a la inversa. Algunas veces, sin embargo, la carga emocional de un estmulo despierta nuestras pasiones, acti- vando a nivel neuronal un sistema de reaccin de emergencia, capaz de secuestrar a la mente racional y llevarnos a comportamientos des- proporcionados e indeseables, como cuando un ataque de clera conduce a un homicidio.En el funcionamiento de la amgda- la y en su interrelacin con el neo- crtex se esconde el sustento neu- rolgico de la inteligencia emocio- nal, entendida, pues, como un con- junto de disposiciones o habilidades que nos permite, entre otras cosas, tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos ms profundos de nuestros semejantes, manejar ama- blemente nuestras relaciones o dominar esa capacidad que seal Aristteles de enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propsito justo y del modo correcto.La inteligencia ms all del intelecto

Diversos estudios de largo plazo han ido observando las vidas de los chi- cos que puntuaban ms alto en las pruebas intelectivas o han compara- do sus niveles de satisfaccin frente a ciertos indicadores (la felicidad, el prestigio o el xito laboral) con respecto a los promedios. Todos ellos han puesto de relieve que el coeficiente intelectual apenas si representa un 20% de los factores determinantes del xito.El 80% restante depende de otro tipo de variables, tales como la clase social, la suerte y, en gran medida, la inteligencia emocional. As, la capacidad de motivarse a s mismo, de perseverar en un empe- o a pesar de las frustraciones, de controlar los impulsos, diferir las gratificaciones, regular los propios estados de nimo, controlar la angustia y empatizar y confiar en los dems parecen ser factoresInteligencia Emocionalmucho ms determinantes para la consecucin de una vida plena que las medidas del desempeo cogniti- vo.Tal como sucede con las matemti- cas o la lectura, la vida emocional constituye un mbito que se puede dominar con mayor o menor pericia. A menudo se nos presentan en el mundo sujetos que evocan la cari- catura estereotpica del intelectual con una asombrosa capacidad de razonamiento, pero completamente inepto en el plano personal. Quienes, en cambio, gobiernan ade- cuadamente sus sentimientos, y saben interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los dems, gozan de una situa- cin ventajosa en todos los domi- nios de la vida, desde el noviazgo y las relaciones ntimas hasta la com- prensin de las reglas tcitas que determinan el xito en el mbito profesional.Si bien es cierto que en toda perso- na coexisten los dos tipos de inteli- gencia (cognitiva y emocional), es evidente que la inteligencia emo- cional aporta, con mucha diferen- cia, la clase de cualidades que ms nos ayudan a convertirnos en autn- ticos seres humanos. Uno de los cr- ticos ms contundentes con el modelo tradicional de concebir la inteligencia es Howard Gardner. Este mantiene que la inteligencia no es una sola, sino un amplio aba- nico de habilidades diferenciadas entre las que identifica siete, sin pretender con ello hacer una enu- meracin exhaustiva.Gardner destaca dos tipos de inteli- gencia personal: la interpersonal, que permite comprender a los dems, y la intrapersonal, que per- mite configurar una imagen fiel y verdadera de uno mismo. De forma ms especfica, y siguiendo el sen- dero abierto por Gardner, Peter Salovey ha organizado las inteligen- cias personales en cinco competen- cias principales: el conocimiento de las propias emociones, la capacidad de controlar estas ltimas, la capa- cidad de motivarse uno mismo, el reconocimiento de las emociones ajenas y el control de las relacio- nes.Las habilidades emocionales no slo nos hacen ms humanos, sino que

en muchas ocasiones constituyen una condicin de base para el des- pliegue de otras habilidades que suelen asociarse al intelecto, como la toma de decisiones racionales. El propio Gardner ha dicho que en la vida cotidiana no existe nada ms importante que la inteligencia intrapersonal, ya que a falta de ella, no acertaremos en la eleccin de la pareja con quien vamos a con- traer matrimonio, en la eleccin del puesto de trabajo, etctera.El caso de Elliot constituye un ejemplo interesante de la forma en que esto sucede. Tras una interven- cin quirrgica en la que le extirpa- ron un tumor cerebral, Elliot sufri un cambio radical en su personali- dad y en pocos meses perdi su tra- bajo, arruin su matrimonio y dila- pid todos sus recursos. Aunque sus capacidades intelectuales seguan intactas, como corroboraban los tests que se le realizaron, Elliot malgastaba su tiempo en cualquier pequeo detalle, como si hubiera perdido toda sensacin de priori- dad. Tras estudiar su caso, Antonio Damasio encontr que con la opera- cin se haban comprometido algu- nas conexiones nerviosas de la amgdala con otras regiones del neocrtex y que, en consecuencia, Elliot ya no tena conciencia de sus propios sentimientos.Pero Damasio fue un poco ms all, y logr concluir que los sentimien- tos juegan un papel fundamental en nuestra habilidad para tomar las decisiones que a diario debemos adoptar, pues al parecer, la presen- cia de una sensacin visceral es la que nos da la seguridad que necesi- tamos para renunciar o proseguir con un determinado curso de accin, disminuyendo las alternati- vas sobre las cuales tenemos que elegir. En suma, muchas de las habi- lidades vitales que nos permiten lle- var una vida equilibrada, como la capacidad para tomar decisiones, nos exigen permanecer en contacto con nuestras propias emociones.El dominio de uno mismo

Los griegos llamaban sofrosyne a la virtud consistente en el cuidado y

la inteligencia en el gobierno de la propia vida; a su vez, los romanos y la iglesia cristiana primitiva deno- minaban temperancia (templanza) a la capacidad de contener el exce- so emocional. La preocupacin, pues, por gobernarse a s mismo y controlar impulsos y pasiones pare- ce ir aparejada al desarrollo de la vida en comunidad, pues una emo- cin excesivamente intensa o que se prolongue ms all de lo pruden- te, pone en riesgo la propia estabi- lidad y puede traer consecuencias nefastas.Si de una parte somos esclavos de nuestra propia naturaleza, y en ese sentido es muy escaso el control que podemos ejercer sobre la forma en que nuestro cerebro responde a los estmulos y sobre su manera de activar determinadas respuestas emocionales, por otra parte s que podemos ejercer algn control sobre la permanencia e intensidad de esos estados emocionales.As, el arte de contenerse, de domi- nar los arrebatos emocionales y de calmarse a uno mismo ha llegado a ser interpretado por psiclogos de la altura de D. W. Winnicott como el ms fundamental de los recursos psicolgicos. Y como ha demostrado una profusa investigacin, estas habilidades se pueden aprender y desarrollar, especialmente en los aos de la infancia en los que el cerebro est en perpetua adapta- cin. Para comprender mejor estas afirmaciones, veamos su aplicacin en el caso del enfado y la tristeza. El enfado es una emocin negativa con un intenso poder seductor, pues se alimenta a s misma en una espe- cie de crculo cerrado, en el que la persona despliega un dilogo inter- no para justificar el hecho de que- rer descargar la clera en contra de otro. Cuantas ms vueltas le da a los motivos que han originado su enfado, mayores y mejores razones creer tener para seguir enojado, alimentando con sus pensamientos la llama de su clera. El enfado, pues, se construye sobre el propio enfado y su naturaleza altamente inflamable atrapa las estructuras cerebrales, anulando toda gua cog- nitiva y conduciendo a la persona a las respuestas ms primitivas.Dolf Zillmann, psiclogo de laInteligencia EmocionalUniversidad de Alabama, sostiene que el detonante universal del enfado radica en la sensacin de hallarse amenazado, bien sea por una amenaza fsica o cualquier amenaza simblica en contra de la autoestima o el amor propio (como, por ejemplo, sentirse tratado de forma injusta o ruda o recibir un insulto o cualquier otra muestra de menosprecio).Por su naturaleza invasiva, el enfa- do suele percibirse como una emo- cin incontrolable e incluso eufori- zante, y esto ha fomentado la falsa creencia de que la mejor forma de combatirlo consiste en expresarlo abiertamente, en una suerte de catarsis liberadora. Los experimen- tos liderados por Zillman han permi- tido concluir que el hecho de airear el enojo de poco o nada sirve para mitigarlo. An ms, Diane Tice ha descubierto que expresar abierta- mente el enfado constituye una de las peores maneras de tratar de aplacarlo, porque los arranques de ira incrementan necesariamente la excitacin emocional del cerebro y hacen que la persona se sienta todava ms irritada.Benjamin Franklin sentenci que siempre hay razones para estar enfadados, pero stas rara vez son buenas. El problema est en saber discernir. Los estudios empricos de Zillman le han servido para descu- brir que una de las recetas ms efectivas para acabar con el enfado consiste en reencuadrar la situacin dentro de un marco ms positivo. Para ello, conviene hacer concien- cia de los pensamientos que desen- cadenaron la primera descarga de enojo, pues muchas veces una pequea informacin adicional sobre esa situacin original puede restarle toda su fuerza al enfado.En un experimento muy elocuente, un grupo de voluntarios deba reali- zar ejercicios fsicos en una sala, dirigidos por un ayudante que, en realidad, era cmplice del investi- gador y se limitaba a insultarlos y a provocarlos de mltiples formas. Al terminar la actividad, los volunta- rios tenan la posibilidad de descar- gar su clera, evaluando las aptitu- des del ayudante para una eventual contratacin laboral. Como era de esperar, los nimos estaban caldea-

dos y las calificaciones que el suje- to obtuvo fueron bajsimas.En una segunda aplicacin del expe- rimento se introdujo una variante: cuando terminaban los ejercicios, entraba una mujer con los formula- rios y el ayudante, que en ese momento sala, se despeda de ella de forma despectiva. Ella, sin embargo, pareca tomarse sus pala- bras con buen humor y luego les explicaba a los asistentes que su compaero estaba pasando por muy mal momento, sometido a intensas presiones por un examen al que se sometera pronto. Esa pequea informacin bast para modular el enfado de los voluntarios, quienes en esta ocasin calificaron de forma mucho ms benvola las aptitudes del ayudante.Por otra parte, Zillman ha descu- bierto que alejarse de los estmulos que pueden recordar las causas del enfado y cambiar el foco de aten- cin es otra forma muy efectiva de aplacarlo, pues se pone fin a la cadena de pensamientos irritantes, se reduce la excitacin fisiolgica y se produce una suerte de enfria- miento en el que la clera va des- apareciendo. A juicio de Zillman, mediante unas distracciones ade- cuadas en las que la mente tenga que prestar atencin a algo nuevo, diferente y entretenido (como ver una pelcula, leer un libro o realizar un poco de ejercicio), es posible modificar el estado anmico y suavi- zar el enfado, pues es muy difcil que ste subsista cuando uno lo est pasando bien.De manera semejante a lo que ocu- rre con el enfado, la tristeza es un estado de nimo que lleva a la gente a utilizar mltiples recursos para librarse de l, muchos de los cuales resultan poco efectivos. Por ejemplo, Diane Tice ha comprobado que el hecho de aislarse, que suele ser la opcin escogida por muchos cuando se sienten abatidos, sola- mente contribuye a aumentar su sensacin de soledad y desamparo. La tristeza como tal no es necesa- riamente un estado negativo; por el contrario, puede desempear las funciones necesarias para una recomposicin emocional, como sucede con el duelo tras la prdida de un ser querido. Pero cuando

adquiere la naturaleza crnica de una depresin, puede erosionar la salud mental y fsica de una perso- na llevndola incluso a cometer un suicidio.Entre las medidas que han demos- trado mayor xito para combatir la depresin se encuentra la terapia cognitiva orientada a modificar las pautas de pensamiento que la rigen. Esta terapia intenta conducir al paciente a identificar, cuestionar y relativizar los pensamientos que se esconden en el ncleo de la obsesin y a establecer un progra- ma de actividades agradables que procure alguna clase de distraccin, como por ejemplo el aerbic, que ha demostrado ser una de las tcti- cas ms eficaces para sacudirse de encima tanto la depresin leve como otros estados de nimo nega- tivos.La aptitud maestra para la vida

Por su poderosa influencia sobre todos los aspectos de la vida de una persona, las emociones se encuen- tran en el centro de la existencia; la habilidad del individuo para mane- jarlas acta como un poderoso pre- dictor de su xito en el futuro. La capacidad de pensar, de planificar, concentrarse, solventar problemas, tomar decisiones y muchas otras actividades cognitivas indispensa- bles en la vida pueden verse entor- pecidas o favorecidas por nuestras emociones. As pues, el equipaje emocional de una persona, junto a su habilidad para controlar y mane- jar esas tendencias innatas, prove- en los lmites de sus capacidades mentales y determinan los logros que podr alcanzar en la vida. Habilidades emocionales como el entusiasmo, el gusto por lo que se hace o el optimismo representan unos estmulos ideales para el xito. De ah que la inteligencia emocional constituya la aptitud maestra para la vida.Si comparamos a dos personas con unas capacidades innatas equiva- lentes, una de las cuales se encuen- tra en la cspide de su carrera, mientras la otra se codea con laInteligencia Emocionalmasa en un nivel de mediocridad, encontraremos que su principal diferencia radica en aspectos emo- cionales: por ejemplo, el entusias- mo y la tenacidad frente a todo tipo de contratiempos, que le habrn permitido al primero perseverar en la prctica ardua y rutinaria duran- te muchos aos.Diversos estudios han trazado la correlacin entre ciertas habilida- des emocionales y el desempeo futuro de una persona. Delante de un grupo de nios de cuatro aos de edad se coloc una golosina que podan comer, pero se les explic que si esperaban veinte minutos para hacerlo, entonces conseguiran dos golosinas. Doce aos despus se demostr que aquellos pequeos que haban exhibido el autocontrol emocional necesario para refrenar la tentacin en aras de un beneficio mayor eran ms competentes socialmente, ms emprendedores y ms capaces de afrontar las frustra- ciones de la vida.De forma semejante, la ansiedad constituye un predictor casi inequ- voco del fracaso en el desempeo de una tarea compleja, intelectual- mente exigente y tensa como, por ejemplo, la que desarrolla un con- trolador areo. Un estudio realiza- do sobre 1.790 estudiantes de con- trol del trfico areo arroj que el indicador de xito y fracaso estaba mucho ms relacionado con los niveles de ansiedad que con las cifras alcanzadas en los tests de inteligencia. Asimismo, 126 estudios diferentes, en los que participaron ms de 36.000 personas, han ratifi- cado que cuanto ms proclive a angustiarse es una persona, menor es su rendimiento acadmico. As pues, la ansiedad y la preocupa- cin, cuando no se cuenta con la habilidad emocional para dominar- las, actan como profecas auto- cumplidas que conducen al fracaso. En cuanto al entusiasmo y la habili- dad para pensar de forma positiva, C. R. Snyder, psiclogo de la Universidad de Kansas, descubri que las expectativas de un grupo de estudiantes universitarios eran un mejor predictor de sus resultados en los exmenes que sus puntuacio- nes en un test llamado SAT, que tiene una elevada correlacin con

el coeficiente intelectual. Segn Snyder, la esperanza es algo ms que la visin ingenua de que todo ir bien; se trata de la creencia de que uno tiene la voluntad y dispone de la forma de llevar a cabo sus objetivos, cualesquiera que estos sean.Con el optimismo sucede algo pare- cido. Siempre que no se trate de un fantasear irreal e ingenuo, el opti- mismo es una actitud que impide caer en la apata, la desesperacin o la depresin frente a las adversi- dades. Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, lo defi- ne en funcin de la forma en que la gente se explica a s misma sus xi- tos y sus fracasos. Mientras que el optimista ubica la causa de sus fra- casos en algo que puede cambiarse y que podr combatir en el futuro, el pesimista se echa la culpa de sus reveses, atribuyndolos a alguna caracterstica personal que no es posible modificar. El mismo Seligman lider un estudio sobre los vendedores de seguros de una com- paa norteamericana: as descu- bri que, durante sus primeros dos aos de trabajo, los optimistas ven- dan un 37% ms que los pesimistas, y que las tasas de abandono del puesto entre los pesimistas dobla- ban a las de sus colegas optimistas. En sntesis, canalizar las emociones hacia un fin ms productivo consti- tuye una verdadera aptitud maes- tra. Ya se trate de controlar los impulsos, de demorar la gratifica- cin, de regular los estados de nimo para facilitar el pensamiento y la reflexin, de motivarse a uno mismo para perseverar y hacer frente a los contratiempos, de asu- mir una actitud optimista frente al futuro, todo ello parece demostrar el gran poder de las emociones como guas que determinan la efi- cacia de nuestros esfuerzos.La empata

Algunas personas tienen ms facili- dad que otras para expresar con palabras sus propios sentimientos; existe otro tipo de individuos cuya incapacidad absoluta para hacerlo los lleva incluso a considerar que

carecen de sentimientos. Peter Sifneos, psiquiatra de Harvard, acu el trmino alexitimia, que se compone del prefijo a (sin), junto a los vocablos lexis (palabra) y thymos (emocin), para referirse a la incapacidad de algunas perso- nas para expresar con palabras sus propias vivencias.No es que los alexitmicos no sien- tan, simplemente carecen de la capacidad fundamental para identi- ficar, comprender y expresar sus emociones. Este tipo de ignorancia hace de ellos personas planas y abu- rridas, que suelen quejarse de pro- blemas clnicos difusos, y que tien- den a confundir el sufrimiento emo- cional con el dolor fsico. Pero el efecto negativo de esta condicin rebasa el mbito privado de la per- sona en cuestin, en la medida en que la conciencia de s mismo es la facultad sobre la que se erige la empata. As, al no tener la menor idea de lo que sienten, los alexit- micos se encuentran completamen- te desorientados con respecto a los sentimientos de quienes les rodean. La palabra empata proviene del griego empatheia, que significa sentir dentro, y denota la capaci- dad de percibir la experiencia sub- jetiva de otra persona. El psiclogo norteamericano E.B. Titehener ampli el alcance del trmino para referirse al tipo de imitacin fsica que realiza una persona frente al sufrimiento ajeno, con el objeto de evocar idnticas sensaciones en s misma. Diversas observaciones in situ han permitido identificar esta habilidad desde edades muy tem- pranas, como en nios de nueve meses de edad que rompen a llorar cuando ven a otro nio caerse, o nios un poco mayores que ofrecen su peluche a otro nio que est llo- rando y llegan incluso a arroparlo con su manta. Incluso se ha demos- trado que desde los primeros das de vida, los bebs se muestran afectados cuando oyen el llanto de otro nio, lo cual ha sido considera- do por algunos como el primer ante- cedente de la empata.A lo largo de la vida, esa capacidad para comprender lo que sienten los dems afecta un espectro muy amplio de actividades, que van desde las ventas hasta la direccinInteligencia Emocionalde empresas, pasando por la polti- ca, las relaciones amorosas y la educacin de los hijos. A su vez, la ausencia de empata suele ser un rasgo distintivo de las personas que cometen los delitos ms execrables: psicpatas, violadores y pederastas. La incapacidad de estos sujetos para percibir el sufrimiento de los dems les infunde el valor necesario para perpetrar sus delitos, que muchas veces justifican con menti- ras inventadas por ellos mismos, como cuando un padre abusador asume que est dndole afecto a sus hijos o un violador sostiene que su vctima lo ha incitado al sexo por la forma en que iba vestida.Los estudios adelantados por el National Institute of Mental Health han puesto de relieve que buena parte de las diferencias en el grado de empata se hallan directamente relacionadas con la educacin que los padres proporcionan a sus hijos. Daniel Stern, un psiquiatra que ha estudiado los breves y repetidos intercambios que tienen lugar entre padres e hijos, sostiene que en esos momentos de intimidad se est dando el aprendizaje fundamental de la vida emocional. A su juicio, existe sintonizacin entre dos personas -una madre y su hijo, o dos amantes en la cama- cuando la una constata que sus emociones son captadas, aceptadas y correspondi- das con empata.Segn los estudios realizados, el coste de la falta de sintona emo- cional entre padres e hijos es extraordinario. Cuando los padres fracasan reiteradamente en mostrar empata hacia una determinada gama de emociones de su hijo, como el llanto o sus necesidades afectivas, el nio dejar de expre- sar ese tipo de emociones y es posi- ble que incluso deje de sentirlas. De esta forma, y en general, los senti- mientos que son desalentados de forma ms o menos explcita duran- te la primera infancia pueden des- aparecer por completo del reperto- rio emocional de una persona.Por fortuna, las investigaciones tambin han encontrado que las pautas relacionales se pueden ir modificando y que, si bien es cierto que las primeras relaciones tienen un impacto enorme en la configura-

cin emocional, el sujeto se enfren- tar a una serie de relaciones com- pensatorias a lo largo de su vida, con amigos, familiares o hasta con un terapeuta, que pueden ir remol- deando sus pautas de conducta. En ese sentido, muchas teoras psicoa- nalticas consideran que la relacin teraputica constituye un adecuado correctivo emocional que puede proporcionar una experiencia satis- factoria de sintonizacin. Finalmente, las investigaciones sobre la comunicacin humana sue- len dar por hecho que ms del 90% de los mensajes emocionales es de naturaleza no verbal, y se manifies- ta en aspectos como la inflexin de la voz, la expresin facial y los ges- tos, entre otros. De ah que la clave que permite a una persona acceder a las emociones de los dems radica en su capacidad para captar los mensajes no verbales. De hecho, diversos estudios han evidenciado que los nios que tienen ms des- arrollada esta capacidad muestran un mayor rendimiento acadmico que el de la media, aun cuando sus coeficientes intelectuales sean iguales o inferiores al de otros nios menos empticos. Este dato parece sugerir que la empata favorece el rendimiento escolar o, tal vez, que los nios empticos son ms atracti- vos a los ojos de sus profesores.Inteligencia emocional para el trabajo

Una persona que carece de control sobre sus emociones negativas podr ser vctima de un arrebato emocional que le impida concen- trarse, recordar, aprender y tomar decisiones con claridad. De ah la frase de cierto empresario de que el estrs estupidiza a la gente. El precio que puede llegar a pagar una empresa por la baja inteligencia emocional de su personal es tan elevado, que fcilmente podra lle- varla a la quiebra. En el caso de la aeronutica, se estima que el 80% de los accidentes areos responde a errores del piloto. Como bien saben en los programas de entrenamiento de pilotos, muchas catstrofes se pueden evitar si se cuenta con una

tripulacin emocionalmente apta, que sepa comunicarse, trabajar en equipo, colaborar y controlar sus arrebatos.El tiempo de los jefes competitivos y manipuladores, que confundan la empresa con una selva, ha pasado a la historia. La nueva sociedad requiere otro tipo de superior cuyo liderazgo no radique en su capaci- dad para controlar y someter a los otros, sino en su habilidad para per- suadirlos y encauzar la colaboracin de todos hacia unos propsitos comunes.En un entorno laboral de creciente profesionalizacin, en el que las personas son muy buenas en labores especficas pero ignoran el resto de tareas que conforman la cadena de valor, la productividad depende cada vez ms de la adecuada coor- dinacin de los esfuerzos individua- les. Por esa razn, la inteligencia emocional, que permite implemen- tar buenas relaciones con las dems personas, es un capital inestimable para el trabajador contemporneo. En un estudio publicado en la Harvard Business Review, Robert Kelley y Janet Caplan compararon a un grupo de trabajadores estrella con el resto situado en la media: con respecto a una serie de indica- dores, hallaron que, mientras que no haba ninguna diferencia signifi- cativa en el coeficiente intelectual o talento acadmico, s se observa- ban disparidades crticas en rela- cin a las estrategias internas e interpersonales utilizadas por los trabajadores estrella en su traba- jo. Uno de los mayores contrastes que encontraron entre los dos gru- pos vena dado por el tipo de rela- ciones que establecan con una red de personas clave.Los trabajadores estrella de una organizacin suelen ser aquellos que han establecido slidas cone- xiones en las redes sociales infor- males y, por lo tanto, cuentan con un enorme potencial para resolver problemas, pues saben a quin diri- girse y cmo obtener su apoyo en cada situacin antes incluso de que las complicaciones se presenten, frente a aquellos otros que se ven abocados a ellas por no contar con el respaldo oportuno.Por otra parte, y de forma msInteligencia Emocionalgeneral, la eficacia, la satisfaccin y la productividad de una empresa estn condicionadas por el modo en que se habla de los problemas que se presentan. Aunque muchas veces se evite hacerlo o se haga de forma equivocada, el feedback constituye el nutriente esencial para potenciar la efectividad de los trabajadores. Al proporcionar feedback, hay que evitar siempre los ataques generali- zados que van dirigidos al carcter de la persona, como cuando se le llama estpida o incompetente, pues stos suelen generar un efecto devastador en la motivacin, la energa y la confianza de quien los recibe. Una buena crtica no se ocupa tanto de atribuir los errores a un rasgo de carcter como de cen- trarse en lo que la persona ha hecho y puede hacer en el futuro. Harry Levinson, un antiguo psicoanalista que se ha pasado al campo empre- sarial, recomienda, para ofrecer un buen feedback, ser concreto, ofre- cer soluciones y ser sensible al impacto de las palabras en el inter- locutor.En los entornos profesionales con- temporneos, la diversidad consti- tuye una ventaja competitiva, potencia la creatividad y represen- ta casi una exigencia de los merca- dos heterogneos que comienzan a imperar. Pero para poder sacarle provecho, se requiere la presencia de aquellas habilidades emociona- les que favorecen la tolerancia y rechazan los prejuicios. A este res- pecto, Thomas Pettigrew, psiclogo social de la Universidad de California, subraya una gran dificul- tad, pues las emociones propias de los prejuicios se consolidan durante la infancia, mientras que las creen- cias que los justifican se aprenden muy posteriormente. As, aunque es factible cambiar las creencias intelectuales respecto a un prejui- cio, es muy complejo transformar los sentimientos ms profundos que le dan vida.La investigacin sobre los prejuicios pone de relieve que los esfuerzos por crear una cultura laboral ms tolerante deben partir del rechazo

explcito a toda forma de discrimi- nacin o acoso, por pequea que sea (como los chistes racistas o las imgenes de chicas ligeras de ropa que degradan al gnero femenino). Existen estudios que han demostra- do que cuando, en un grupo, alguien expresa sus prejuicios tni- cos, todos los miembros se ven ms proclives a hacer lo mismo. Por lo tanto, una poltica empresarial de tolerancia y de no discriminacin no debe limitarse a un par de cursillos de entrenamiento en la diversi- dad en un fin de semana, sino que debe permear todos los espacios de la empresa y constituir una prctica arraigada en cada accin cotidiana. Si bien los prejuicios largamente sostenidos no son fciles de erradi- car, s es posible, en todo caso, hacer algo distinto con ellos. El sim- ple acto de llamar a los prejuicios por su nombre o de oponerse fran- camente a ellos establece una atmsfera social que los desalienta, mientras que, por el contrario, hacer como si no ocurriera nada equivale a autorizarlos.Conclusin

Los estragos que la ineptitud emo- cional causa en el mundo son ms que evidentes. Basta con abrir un diario para encontrar consignadas las formas de violencia y de degra- dacin ms aberrantes, que no parecen responder a ninguna lgica. Hoy por hoy no nos genera mayor estupor escuchar que un corredor de bolsa se haya arrojado de un ras- cacielos tras una repentina cada de la bolsa, que un marido haya golpe- ado a su esposa o que, tras haber sido despedido, un empleado haya entrado en su compaa armado hasta los dientes y haya asesinado a varias personas indiscriminadamen- te.Estas evidencias se suman a la ola de violencia que asola al planeta, al alarmante incremento de la depre- sin en todo el mundo, a los niveles de estrs que van en franco aumen-

to y a una interminable lista de sn- tomas: todos ellos dan cuenta de una irrupcin descontrolada de los impulsos en nuestras vidas y de una ineptitud generalizada, y acaso cre- ciente, para controlar las pasiones y los arrebatos emocionales. Tradicionalmente hemos sobrevalo- rado la importancia de los aspectos puramente racionales de nuestra psiquis, en un afn por medir y comparar los coeficientes de la inteligencia humana. Sin embargo, en aquellos momentos en que nos vemos arrastrados por las emocio- nes, cuando un chico golpea a otro por burlarse de l o un conductor le dispara a aquel que le ha cerrado la va, la inteligencia se ve desborda- da y los esfuerzos por entender la capacidad de anlisis racional de cada sujeto no parecen tener mayor utilidad.La abundante base experimental en que Goleman sustenta sus posicio- nes permiten concluir que, si bien todas las personas venimos al mundo con un temperamento determinado, los primeros aos de vida tienen un efecto determinante en nuestra configuracin cerebral y, en gran medida, definen el alcance de nuestro repertorio emocional. Pero ni la naturaleza innata ni la influencia de la temprana infancia constituyen determinantes irrever- sibles de nuestro destino emocio- nal. La puerta para la alfabetiza- cin emocional siempre est abier- ta y, as como a las escuelas les corresponde suplir las deficiencias de la educacin domstica, las empresas y los profesionales que quieran lograr el xito en el entor- no de especializacin y diversidad que caracteriza al mundo moderno deben tener consciencia de sus emociones y dotarlas de inteligen- cia.

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