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Domingo Infraoctava de Navidad, de la Sagrada Familia, ciclo A

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Page 1: Sagrada Familia A - salesianoscentroamerica.org · Domingo Infraoctava de Navidad, de la Sagrada Familia, ciclo A El texto: Mateo 2, 13-15.19-23 . 13 Habíendose retirado [los magos],

Domingo Infraoctava de Navidad, de la Sagrada Familia, ciclo A

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El texto: Mateo 2, 13-15.19-23. 13Habíendose retirado [los magos], he aquí que un ángel del Señor se manifestó en un sueño a José, diciendo: "Álzate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; y permanece ahí hasta que te diga. Puesto que Herodes busca al niño para destruirlo.” 14Él, levantándose, tomó al niño y a su madre de noche y partió hacia Egipto, 15y estuvo allí hasta el final de Herodes, para que fuese cumplido lo dicho por el Señor a través del profeta, diciendo: “De Egipto he llamado a mi hijo”. [...] 19Habiendo llegado el fin de Herodes, he aquí que un ángel del Señor se manifestó en un sueño a José en Egipto, 20diciendo: “Álzate, toma al niño y a su madre y ve a la tierra de Israel; pues han muerto los que buscaban la vida del niño.” 21Él, alzándose, tomó al niño y a su madre y se encaminó hacia la tierra de Israel. 22Esuchando que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, temió de ir allí. Instruido en un sueño, partió hacia la región de Galilea, 23y, llegando, se estableció en una ciudad llamada Nazaret, de modo que se cumpliese lo dicho a través de los profetas, que sería llamado Nazareno.

Busca leyendo... (Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)

En el evangelio de Mateo, la anunciación no se da a María, sino a José (cf. Lc 1, 26ss; Mt 1, 18 ss); pero a él, las manifestaciones del ángel del Señor, se dan en sueños. En el AT encontramos varias revelaciones y acciones dadas en sueños: la mujer es formada de Adán que duerme (Gn 2, 21), a Jacob se le promete la Tierra (Gn 28, 12-13); a través de los sueños se dan e interpretan profecías (Gn 41, 1ss; Nm 12, 6; Jue 7, 13; Jer 23, 28; 1 Re 3, 5; Dn 2, 17ss; Job 33, 14-18; Jo 2, 28). En el pasaje del evangelio que tenemos en manos, se repite el sueño de una manera particular, con una palabra propia que sólo aparece aquí y en Mt 27, 19, cuando se habla del sueño de la mujer de Pilato, que le pide no meterse con Jesús. Se tratan de advertencias que miran a preservar la vida de Jesús ante las autoridades civiles.Los vv. 16-18 nos narran la matanza de los inocentes, de la cual Jesús escapa. El sueño de José, esposo de María – como el del patriarca – hace bajar a Egipto a la familia para salvar la vida del hijo, y de ahí se retorna cumpliendo la profecía de Os 11, 1. Hay otra profecía dice cumplirse, aunque su testimonio más aproximado parece ser el nazireato de Sansón (Jue 13, 5) y no propiamente el gentilicio de Nazaret. La orden dada a José es repetitiva: “álzate”, que implica dejar atrás el sueño y poner en acto la orden; “toma al niño y a su madre”, que pone en primer lugar la vida del pequeño, más frágil y motivo de la persecución, pero al mismo tiempo está la salvaguarda de la madre – que no quedará desconsolada como Raquel (2, 18) –; y “vete a...”, que indica el desplazamiento tal como respondió Abraham a la promesa hecha por Dios (Gn 12, 1-3). Es interesante que el punto de salida y de retorno son diferentes, de Judea a Galilea. En este movimiento, que coloca a Jesús más lejos de la ciudad santa de Jerusalén, hay un trayecto inverso al de su pasión (Mt 16, 21; Lc 13, 33) y concorde al mandato dado a los discípulos después de la resurrección donde le verán vivo (Mt 28, 7).

... y encontrarás meditando. (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)

Bendigo al Señor que me aconseja, aun de noche instruye mi conciencia. (Salmo 16, 7) El Señor está atento a la vida de sus elegidos – de Israel, de Jesús, de nosotros- y vela por ella. Los sueños – como un signo de la muerte – son lugares donde él proclama la vida, y su mandato es el de levantarnos – signo de la resurrección –. Dios al hablar a José y preservar la vida de Jesús, su hijo, está siendo fiel a su alianza con Abraham – “En tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo” (Gn 12,3) –, a su promesa con

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David – “Tu casa y tu reino durarán para siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”. (2Sam 7,16) – y a la profecía del regreso del exilio (cf. Os 11, 1; Jr 16, 14-15). En los sueños de José, Dios cumple en Jesús toda la historia de la salvación que es narrada en la genealogía la cual abre el evangelio de Mateo; Dios no sólo se ha injertado en la historia humana, también con ello la ha bendecido, dignificado y restaurado. La proclamación de este texto en la fiesta de la Sagrada Familia, nos recuerda que en la pequeña historia de esta familia (José, el niño, su madre) se juega y se vive todo el drama de la historia de la familia de Israel y la humana. En la obediencia del padre a la voluntad divina, se salva la familia entera y se cumplen las promesas hechas desde antiguo. Nuestra vida familiar está engarzada a tantas historias y promesas que pasan de generación en generación, tantas veces amenazadas o heridas pero siempre llamadas a levantarse y a ser salvadas.

Llama orando... (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

(Salmo 85, fragmento)

¡Grande eres tú y haces maravillas; tú eres el único Dios! Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu Nombre. Te alabaré de todo corazón , Dios mío; daré gloria a tu nombre por siempre, por tu grande piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mio, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti. Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí. Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversario y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

y se te abrirá por la contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a

la Palabra de Dios) ¿Qué consuelo encuentro en esta palabra? ¿Qué historias ha habido en mi familia? ¿Qué sueños han marcado a mis ancestros, cuáles a mí? ¿En cuáles de mis sueños descubro una llamada de Dios? ¿Soy capaz de levantarme, por los que amo, y moverme para seguir esta llamada? ¿Cómo vivir en la familia la escucha de los sueños de Dios? “A la edad de nueve años tuve un sueño que me quedó profundamente grabado en mi mente para toda la vida...” (Don Bosco)