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La Comuna 13 es el sector de Medellin con mas violencia entre grupos armados. Desde hace al menos 10 años se ha vivido ciclos de violencia, en los que se ha dado de todo. Desde la operación orion en el 2002, que termino siendo como un remedio peor que la enfermedad. Solo con montarse a un vagon del metrocable se puede observar desde esa altura, el laberinto de callejones y tuneles en lo que esta conformado este barrio. "Son barrios refugio de los pobres expulsados de la ciudad, donde todo es autoproducido y con una tendencia al autocontrol". A la complejidad de la topografía de la ciudad se le suma el aprendizaje que han hecho las bandas criminales en un cuarto de siglo de violencia. Medellín ha tenido escuelas de sicarios del narcotráfico y enterró toda una generación de niños gatilleros en épocas del cartel de Medellín. Después, la Comuna 13 y barrios como Moravia, en el centro de la ciudad, y los populares en el nororiente de la ciudad, se vieron controlados por las milicias guerrilleras que ejercían control cuadra por cuadra. Y aunque el gobierno negoció con un sector de estas milicias, la mayoría de sus miembros murieron en las calles, bien por disputas entre ellos o porque se mantuvieron en lo que en la jerga paisa se llaman 'torcidos'. Pero hubo grupos de milicias que no negociaron y que tenían en la Comuna 13 su propio 'Caguán', pues allí no podía entrar el Estado. El presidente Álvaro Uribe buscó una solución militar: la Operación Orión, dirigida por el Ejército, algo que nunca se había hecho en la ciudad, y logró sacar a la guerrilla de la zona a sangre y fuego. No obstante, esta operación dejó sembrada la semilla paramilitar, y una ola de desapariciones forzadas y asesinatos les dieron el control a las AUC en esta comuna. Las disputas entre narcotraficantes y paramilitares significaron un nuevo baño de sangre para estos barrios, que se frenó temporalmente por un nuevo pacto de paz, esta vez con las AUC. Extraditados los jefes, sus subalternos volvieron a las calles a disputarse el control y las jugosas ganancias de la venta de droga, la extorsión y los juegos de azar. Hoy, las bandas criminales mantienen esos tres legados: son expertas en matar, al mejor estilo de la mafia; controlan el territorio como lo hacían las milicias, y tejieron una red de corrupción con sectores de las autoridades y políticos, como les enseñaron los paramilitares. Esto no es un problema de violencia juvenil. Los jefes de estas bandas son gente de 40 o 50 años que lleva más de dos décadas al frente de estas organizaciones criminales como lo son: Sebastián, Valenciano, los

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La Comuna 13 es el sector de Medellin con mas violencia entre grupos armados. Desde hace al menos 10 años se ha vivido ciclos de violencia, en los que se ha dado de todo. Desde la operación orion en el 2002, que termino siendo como un remedio peor que la enfermedad.

Solo con montarse a un vagon del metrocable se puede observar desde esa altura, el laberinto de callejones y tuneles en lo que esta conformado este barrio. "Son barrios refugio de los pobres expulsados de la ciudad, donde todo es autoproducido y con una tendencia al autocontrol".

A la complejidad de la topografía de la ciudad se le suma el aprendizaje que han hecho las bandas criminales en un cuarto de siglo de violencia. Medellín ha tenido escuelas de sicarios del narcotráfico y enterró toda una generación de niños gatilleros en épocas del cartel de Medellín. Después, la Comuna 13 y barrios como Moravia, en el centro de la ciudad, y los populares en el nororiente de la ciudad, se vieron controlados por las milicias guerrilleras que ejercían control cuadra por cuadra. Y aunque el gobierno negoció con un sector de estas milicias, la mayoría de sus miembros murieron en las calles, bien por disputas entre ellos o porque se mantuvieron en lo que en la jerga paisa se llaman 'torcidos'.

Pero hubo grupos de milicias que no negociaron y que tenían en la Comuna 13 su propio 'Caguán', pues allí no podía entrar el Estado. El presidente Álvaro Uribe buscó una solución militar: la Operación Orión, dirigida por el Ejército, algo que nunca se había hecho en la ciudad, y logró sacar a la guerrilla de la zona a sangre y fuego. No obstante, esta operación dejó sembrada la semilla paramilitar, y una ola de desapariciones forzadas y asesinatos les dieron el control a las AUC en esta comuna. Las disputas entre narcotraficantes y paramilitares significaron un nuevo baño de sangre para estos barrios, que se frenó temporalmente por un nuevo pacto de paz, esta vez con las AUC. Extraditados los jefes, sus subalternos volvieron a las calles a disputarse el control y las jugosas ganancias de la venta de droga, la extorsión y los juegos de azar. Hoy, las bandas criminales mantienen esos tres legados: son expertas en matar, al mejor estilo de la mafia; controlan el territorio como lo hacían las milicias, y tejieron una red de corrupción con sectores de las autoridades y políticos, como les enseñaron los paramilitares. Esto no es un problema de violencia juvenil. Los jefes de estas bandas son gente de 40 o 50 años que lleva más de dos décadas al frente de estas organizaciones criminales como lo son: Sebastián, Valenciano, los

miembros de Los Triana y La Terraza, personajes identificados claramente por las autoridades, no son bandidos de barrio sino miembros de mafias nacionales con tentáculos incluso internacionales.