Tesina de Comunicación: "La identidad como consumo"
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Universidad de Buenos Aires
Facultad de Ciencias Sociales
Carrera de Ciencias de la Comunicación
Tesina de grado
La identidad como consumo: Tres ofertas comunitarias no formales para jóvenes judíos.
Julio de 2011
Alumna: Magalí Sztejn
DNI: 30.037.166
Tutor: Javier Pelacoff
“Solamente si la búsqueda de una identidad puede ayudar al intelectual judío en su lucha por un futuro mejor para toda la humanidad, ella queda plenamente justificada desde mi punto de vista”. Isaac Deutscher en el libro Los judíos nos judíos.
“No sé si puedo aguantar más esto de que me aprecien o me quieran a pesar de ser alemán. (…) Veo que aquí la gente no me contempla como lo que soy, sino como un fantasma, una abstracción que es fruto de un prejuicio. Y porque me dan una oportunidad, pero al mismo tiempo me obligan a demostrar mi inocencia”.
Fragmento del cuento “La circuncisión”, en el libro Amores en fuga de Bernard Shlink.
2
Índice 1. Presentación 4 1.1. Objetivo general 6 1.2. Objetivos específicos 6 1.3. Metodología y validación 7 Unidades de análisis 7 Delimitación espacio temporal 8 Actividades de investigación 9 Dimensiones de análisis 9 2. Antecedentes 11 2.1. Autoetnografía 23 3. Tres del montón: El por qué de los casos 27 3.1. “La Moishe”: Moishe House Buenos Aires 28 3.2. Los aficionados: El grupo Punto Il de Hillel 29 3.3. Manual para el buen joven judío: Centro para la juventud El Lazo 31 4. Cada cual atiende su juego: Dimensiones de análisis 34 5. La identidad como consumo 38 5.1. Juventud, divino tesoro 38 5.2. No todo es lo que parece ni todo lo que es aparece 42 5.3. Construir semejanza desde la diferencia 48 5.3.1. Conflictos de intereses 52 Tensiones con los pepinos 52 Los Baal Teshuvá vs. Los asistentes 54 5.4. Las trayectorias se definen individualmente 55 5.4.1 De la pasión a la pasividad: Distancia entre la oferta y la demanda 57 5.4.2. Juntos, pero no revueltos: Respecto a la integración y las expectativas 60 Conclusiones 63 Bibliografía 66 Anexo 68
3
Presentación
Frente a las los cambios sociales de las últimas décadas, derivados de las crisis políticas
y económicas; en el marco de una sociedad fragmentada y signada por el
individualismo, muchas instituciones de la colectividad judía decidieron modificar sus
dinámicas con el fin de atraer a un público joven alejado de la comunidad, con
necesidad de proyectarse hacia el futuro y, a su vez, inmerso en un mercado del
consumo donde las ofertas son muchas y se renuevan constantemente. Este trabajo se
centrará específicamente en los modos en que las comunidades comenzaron a
desarrollar circuitos no formales de socialidad para acercar a los jóvenes que
consideraban que se encontraban “dispersos”, en la medida en que no participaban de
marcos judaicos.
De este modo, muchos espacios de contención y socialización para los jóvenes
judíos empezaron a funcionar como una forma de responder a una crisis presente en
toda la sociedad, pero también a una preocupación intracomunitaria respecto a las
limitaciones de su convocatoria y al alejamiento de este grupo etario. Particularmente en
la Ciudad de Buenos Aires se constituyó una considerable oferta de educación y
recreación no formal, que ha dado lugar a una importante competencia interna entre
proyectos e instituciones del entramado comunitario
El presente trabajo se propone tomar como referencia tres espacios no formales
de socialización pertenecientes a organizaciones con diferencias significativas en cuanto
a la concepción de la condición judía y, por ende, con propuestas alternativas: una casa
de convivencia y actividades sociales (Moishe House Buenos Aires), un grupo de
debate sobre Medio Oriente (Punto Il que funciona en la organización Hillel) y un
programa de conferencias guiadas por el rabino Shlomo Levy (en el Centro para la
Juventud El Lazo de Jabad Lubavitch). A partir de las interpretaciones y conclusiones a
4
las que se arribe, luego de realizar las observaciones y entrevistas, se compararán las
propuestas, tomando como base el análisis de la problemática del los jóvenes y la
postergación de la adultez, desde una mirada micro, que también implica abordar la
singularidad del fenómeno religioso y las características de la identidad judía en la
sociedad argentina.
Se trata de un recorte específico que se circunscribe en un problema mayor, que
se podría profundizar en posteriores análisis, con diferentes líneas de elaboración. En
este trabajo exploratorio, por un lado, abordaremos la problemática identitaria,
vinculada con los estudios de comunicación y cultura, al considerar la redefinición de
identidades colectivas como una cuestión central en el análisis. A su vez, se trabaja
sobre la dinámica institucional de los programas y la construcción de su imagen al
observar cómo se lleva a cabo la comunicación entre los diferentes actores y analizar las
interacciones sociales que tienen lugar en los tres escenarios. De este modo,
relacionamos cuestiones teóricas con problemas coyunturales vinculados con la práctica
profesional.
De acuerdo con lo expuesto, proponemos los siguientes interrogantes: ¿en qué
consiste hoy la oferta vinculada a lo comunitario de recreación y educación no formal
para jóvenes judíos en la Ciudad de Buenos Aires? ¿En qué se diferencian estas ofertas
entre sí? ¿Cómo es la relación entre la oferta y la demanda? ¿Importa más la cantidad de
gente que asiste, su participación en las actividades o su involucramiento comunitario?
¿A qué refieren las instituciones cuando hablan de “jóvenes judíos”? ¿Los que asisten se
sienten identificados como “jóvenes judíos”? ¿Cómo se relacionan las instituciones con
el afuera lejano (lo no judío) y con el afuera cercano (lo judío otro)? ¿En qué consiste el
criterio de restricción y el de pertenencia? ¿Qué motiva a cierto público joven a
socializar en los espacios de pertenencia analizados? ¿Están ellos conformes con su
participación en estos lugares y con las propuestas? ¿Hasta qué punto los espacios de
5
sociabilidad condicionan y posibilitan los cursos de acción de estos actores, es decir, las
estrategias de reproducción de clase?
1.1 Objetivo general
Analizar la oferta comunitaria de recreación y educación no formal para jóvenes judíos
en la Ciudad de Buenos Aires, utilizada como un recurso para atraer a este grupo etario
a los marcos judaicos; que se propone como un espacio de socialización, de formación y
de contención, en una etapa de cuestionamientos y de proyecciones, y en un contexto de
cambio social acelerado. De este modo, explorar cómo se construyen, desde una
relación originada a partir del consumo y la prestación de servicios, los criterios de
identidad y pertenencia. Consiguientemente, al analizar los tres casos seleccionados,
examinar si la constitución de la demanda que sostiene el circuito coincide con las
expectativas institucionales.
1.2. Objetivos específicos
• Observar cómo y por qué se construye hoy una oferta comunitaria no formal
para jóvenes judíos.
• Definir qué se entiende por joven y judío desde las ofertas comunitarias de
recreación y educación no formal.
• Estudiar de qué modo se elabora institucionalmente la identificación con el
judaísmo y cómo repercute en los jóvenes que concurren.
• Analizar comparativamente los modos de convocatoria para determinar qué
recursos movilizan las instituciones en los tres casos de estudio para convocar a
su público.
6
• Examinar la relación de las instituciones con el afuera (otras instituciones) y con
el adentro (su público).
• Indagar la distancia entre la demanda y los intereses institucionales que motivan
la oferta de los casos analizados.
1.3. Metodología y validación
Unidades de análisis
Si bien la oferta comunitaria para jóvenes existente en la Ciudad de Buenos Aires es
muy amplia1, fueron seleccionados tres espacios de carácter no formal que permiten
realizar un interesante trabajo comparativo, por el contraste de sus propuestas y el
marco en el que se desarrollan. Además se trata de tres casos que tienen un mínimo
grado de institucionalidad, de continuidad y de participación de los asistentes, lo cual
habilitaba la observación en un espacio físico durante un tiempo determinado, las
entrevistas con sus principales referentes y el diálogo con el público que concurría a las
actividades.
1 Los espacios con mayor reconocimiento institucional por su formalidad y continuidad son Menora (con sede en el templo de la calle Camargo y de la mano del rabino Isaac Sacca, ofrece programas socioeducativos de viajes y estudio, entre otras actividades esporádicas), Noar (con sede en el club Macabi, fomenta la cultura del deporte), Dor Jadash (actividades de estudio y recreación con sede en el templo de la calle Murillo), Marom (actividades para jóvenes del movimiento conservador), Birthright (programa de viajes a Israel para jóvenes judíos que se aginan por sorteo, financiado por filántropos y que se enmarca en el programa mundial Taglit), Ma Kashur (centro cultural judío para jóvenes, patrocinado por Hejalutz Lamerjav, movimiento juvenil sionista), Sucath David Programs (programas socioeducativos de viajes y estudio, entre otras actividades esporádicas, financiado por el centro comunitario conservador Sucath David), Beit Scopus (talleres artísticos para jóvenes judíos, una iniciativa de la organización de servicios educativos BAMA, con el auspicio del Departamento de Hagshama de la Organización Sionista Mundial), Studio Shenkin (una iniciativa de AMIA Juventud el y Departamento de Hagshama de la Organización Sionista Mundial, que ofrece talleres abiertos a todo público). Luego hay otros espacios con un funcionamiento más informal, como Akim (un centro recreativo para personas con discapacidad, que cuenta con el apoyo del colegio Tarbut y la Fundación Judaica, desde la comunidad NCI-EMANU El, que pertenece al movimiento reformista), Judíos Argentinos Gays (integra a personas GLTB y también cuenta con el apoyo de la Fundación Judaica), Jóvenes Acoaj (organizan actividades esporádicas desde el club Acoaj), Limud Keshet (un encuentro anual de intercambio de experiencias y talleres, bajo la iniciativa del Joint), Net (otra propuesta del Joint que organiza actividades de debate para jóvenes) y el Grupo de Peter (de la mano de Jabad, surge como una propuesta social con la finalidad de encontrar pareja).
7
Delimitación espacio temporal
El trabajo que se enmarca en la tesina de la carrera de Ciencias de la Comunicación se
llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires, sitio que concentra, según un estudio
sociodemográfico publicado por la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), 244
mil personas judías del país2. Comenzó con un relevamiento para conocer los espacios
existentes en diciembre de 2009 y continuó con observaciones y entrevistas entre junio
y septiembre de 2010.
Por lo mencionado anteriormente, el trabajo estará centrado en:
- Moishe House Buenos Aires: una casa de convivencia ubicada en Villa Crespo que
funciona como punto de encuentro y reunión para jóvenes judíos, con actividades
sociales y recreativas.
- El grupo Punto Il de Hillel: un grupo constituido para reflexionar sobre el conflicto
árabe-israelí, en el marco de un multiespacio para universitarios judíos que cuenta con
distintas propuestas sociales y académicas, que tiene lugar en la sede de Belgrano o en
la sede Facultades (en el barrio de Once).
- Centro para la juventud El Lazo Jóvenes Judíos de Jabad Lubavitch: en el salón (que
ellos denomina “monoambiente”) ubicado en el bario de Palermo, donde todos los
jueves se ofrecen conferencias gratuitas, dictadas por un rabino y conectadas con
conceptos y vivencias judaicas, luego de las cuales se sirve comida y bebida en un bar
contiguo, que también pertenece a Jabad.
2 Jmelnizky, A.y Erdei, E., La población judía de Buenos. Aires., AMIA y Joint, Buenos Aires, 2005.
8
Actividades de investigación
Este proyecto se propone tomar como referencia tres espacios no formales de
socialización para abordar la problemática identitaria y la problemática comunicacional,
analizando la construcción de la imagen y el funcionamiento de los grupos. En ese
sentido, se trata de un trabajo de carácter exploratorio e interpretativo que apunta a
conocer el circuito de la oferta comunitaria para jóvenes judíos en la Ciudad de Buenos
Aires en lo que respecta a las decisiones vinculadas a la dinámica entre la oferta y a la
demanda. Para ello se investigaron los trabajos publicados acerca del tema en cuestión;
y se realizaron entrevistas a dirigentes comunitarios y empleados de las instituciones.
También se efectuaron observaciones participantes donde se conversó con los asistentes
a las actividades para entender cómo funciona el circuito de socialidad y participación.
Asimismo se analizaron las piezas de comunicación en sus diferentes soportes: flyers,
afiches, redes sociales (Facebook), páginas Web.
Dimensiones de análisis
A través del vínculo entre las organizaciones y sus participantes, se propone analizar
dimensiones organizativas y comunicacionales, de modo de realizar un abordaje que
reconozca los distintos aspectos puestos en juego en este tipo de interrelaciones:
• Marco institucional
• Modo de operación
• Marco situacional
• Dinámica de intercambio
Consiguientemente, se podrá responder a las preguntas planteadas inicialmente y
corroborar, a partir del análisis, los modos en que las instituciones judías responden a
9
las necesidades de los jóvenes, sin perder de vista sus propios fines. Sin embargo, este
trabajo es sólo un primer acercamiento a un ámbito que posee muchas y variadas aristas,
dentro de un campo en permanente cambio, que va también modificándose en respuesta
a los hechos que se suscitan en la sociedad y que repercuten directamente en su público.
10
2. Antecedentes
Para realizar el trabajo de investigación fue necesario profundizar en una serie de
conceptos y categorías provenientes de los estudios sobre comunicación y cultura, así
como desde la comunicación organizacional y la teoría de la acción social. También
resultó fundamental rescatar el lugar que ocupa la juventud dentro del ámbito
comunitario como un área problemática, convirtiéndola en eje de discusión, ya sea para
hacer un diagnóstico o para plantear líneas de acción. Así mismo, es objeto de análisis
desde ámbitos académicos, que la abordan retomando diferentes problemáticas.
Este trabajo se inspira, en primer lugar, entre otras fuentes, en los desarrollos y
concepciones de una antropología reflexiva, en tanto “una negociación constructiva que
involucra por lo menos dos, y habitualmente a más sujetos conscientes y políticamente
significantes”3. Como explica Rosana Guber: “Son los actores y no el investigador los
privilegiados para expresar en palabras y en prácticas el sentido de su vida, su
cotidianeidad, sus hechos extraordinarios y su devenir. Ese status de privilegio replantea
la centralidad del investigador como sujeto asertivo de un conocimiento preexistente,
convirtiéndolo más bien, en un sujeto cognoscente que deberá recorrer el arduo camino
del des-conocimiento al re-conocimiento”4. Desde esta perspectiva, la observación
participante y las entrevistas no dirigidas (sirviéndose de indicios, gestos, fragmentos
significantes) son métodos útiles para conciliar experiencia e interpretación. Como se
pudo observar en el estudio sociológico realizado por Damián Setton5, en el que aborda
el programa de estudio “Morashá”, donde el sujeto religioso se posiciona frente a un
auditorio de jóvenes judíos, ambas son herramientas útiles al momento de realizar un
3 Clifford, J., Dilemas de la cultura, Gedisa, Barcelona, 2001, pág 61. 4 Guber, R., La etnografía: método, campo y reflexividad, Norma, Colombia, 2001, pág. 13. 5 Setton, D., “Instituciones e identidades en los judaísmos contemporáneos. Estudio sociológico de Jabad Lubavitch”, Tesis de maestría en Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Ceil- Piette, Buenos Aires, 2009.
11
trabajo de campo en los contextos de educación no formal. Así mismo, este trabajo
también aborda las herramientas de participación y las condiciones de posibilidad de la
interacción entre actores sociales con diferentes concepciones de lo religioso en el
marco del consumo de productos culturales, que, a su vez es atravesado por una
búsqueda de un sentido subjetivo personal.
Respecto a los espacios de socialización comunitarios también hay un trabajo
exploratorio que realiza un análisis básicamente comparativo entre dos propuestas
institucionales para jóvenes judíos (Casa Hillel y Jabad El Lazo)6; así como una tesis
que estudia la identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa
ortodoxa7. Si bien carecen de una profunda interpretación institucional y elaboración
académica, ambos presentan las tensiones que se manifiestan en estos grupos de
pertenencia, ya sea respecto a los jóvenes con los marcos comunitarios desde los que se
propone convocarlos o de los judíos en proceso de conversión a la ortodoxia con la
institución Jabad Lubavitch de Capital Federal.
Para comprender cómo funcionan los circuitos de socialidad para jóvenes en los
casos que se toman como referencia será necesario, entonces, analizar los modos por los
cuales los actores legitiman sus respectivas posiciones, en virtud de los procesos
analizables a partir de situaciones de intercambio en momentos y espacios
determinados. Para ello serán útiles los aportes de la teoría acerca del orden de la
interacción formulada por Ervin Goffman, quien concibe la existencia de un orden
social cuando “la actividad distinta de diferentes actores se integra en un todo coherente,
permitiendo el desarrollo consciente o inconsciente, de ciertos fines o funciones
6 Fidel, C. y Weiss, T., “Marcos para jóvenes judíos en edad universitaria: objetos de consumo y oferta cultural” en AMIA Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, Buenos Aires, 2009. 7 Libertella, M., “La identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa de Capital Federal”, Tesis de licenciatura, Universidad del Salvador, 2004.
12
sociales”8. Si bien no se realizará un análisis de corte goffmaniano, su perspectiva
permitirá prestar atención a cuestiones tales como el mantenimiento de la identidad
personal, la cohesión e integración social y su articulación a partir de los problemas
“operativos”, con los que tanto analistas como actores sociales deben lidiar, a partir de
la puesta en juego de prácticas y reglas de procedimiento, que permiten recrear y
negociar el sentido.
En el acercamiento y abordaje de los tres casos seleccionados se observará que
presentan diferencias y características particulares en lo que respecta a la constitución
de cada oferta como tal, tanto en lo que refiere a su imagen transmitida como a aquella
que es percibida por los públicos. Este abordaje sobre los procesos institucionales y
cómo los mismos son comunicados a su público, que, a la vez, lee en ellos diferentes
mensajes, también se realizará retomando los conceptos desarrollados por Sanz de La
Tajada acerca del estudio de la imagen institucional de una empresa y su integración
conceptual mediante un enfoque estratégico de la comunicación.
Como se verá posteriormente en el análisis, la cuestión identitaria, aún con
objetivos y marcos disímiles, es utilizada por las instituciones para motivar, convocar y
nuclear a los jóvenes. De acuerdo a lo investigado previamente, esta decisión
institucional está fundada en trabajos de investigación como el estudio
sociodemográfico La población judía de Buenos Aires9, que realizaron conjuntamente
el Centro de Estudios de la Organización Mundial de Asistencia Comunitaria (Joint) y
la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) mediante encuestas anónimas en la
Ciudad de Buenos Aires y GBA. Allí, incluyendo todas las definiciones socialmente
reconocidas de judaísmo, obtuvieron el dato de que para un 88% de los encuestados ser
judío era una cuestión de herencia. Para realizar el trabajo se tomó como referencia a la 8 Goffman, E., Los momentos y sus hombres, Paidós, Barcelona, 1991, pág. 92. 9 Jmelnizky, A.y Erdei, E., La población judía de Buenos. Aires., AMIA y Joint, Buenos Aires, 2005.
13
población judía autodefinida (quienes se reconocen como judíos, que llega a un 67%) y
la población judía no autodefinida (quienes responden a la definición halájica10 de
judaísmo, un 74% de los consultados), partiendo desde la definición de identidad como
un concepto dinámico, “como una construcción social, permanentemente redefinida en
el marco de una relación dialógica con Otro” 11.
En este mismo estudio se observa cómo está presente la continuidad de la
pertenencia judía concebida como un problema desde las instituciones, manifestándose
que el 43% de los matrimonios encuestados es exogámico (un miembro de la pareja no
tiene ningún tipo de ascendencia judía). Preocupación que se acrecentaría aún más a
partir del dato de que 3 de cada 10 personas que se autodefinen como judías se mueven
en grupos sociales que no están constituidos a partir de la pertenencia a la comunidad
judía. Descubren también que un 61% de las personas judías se encuentran
desvinculadas de los espacios institucionales, lo cual podría funcionar como una de las
causas de las parejas exogámicas.
Comprobar que mayormente las parejas profesan diferentes religiones
probablemente alarme a los dirigentes comunitarios y despierte el temor de la pérdida
del judaísmo en las posteriores generaciones. En ese sentido, los datos
sociodemográficos serían herramientas útiles al momento de justificar la necesidad
institucional de construir espacios de socialidad para los jóvenes, sobre todo cuando al
poner en juego el sentido común y los propios valores de los entrevistados (pidiendo
manifestar su acuerdo o desacuerdo con frases como “los judíos en la Argentina y en
cualquier parte del mundo comparten un mismo destino y futuro en común”) llegan a la
conclusión de que la formación identitaria actual conserva subjetividades (las
celebraciones, los lazos y recuerdos familiares, la música, la comida), que podrían
10 Para el judaísmo halájico, judío es la persona que nació de madre judía o quien se convirtió al judaísmo de acuerdo a los parámetros establecidos por la religión. 11 Candau, J., “Memoria e identidad”, Del Sol, Serie Antropológica, Buenos Aires, 2001.
14
movilizarse, ya sea en la actualidad o en un futuro, para generar un acercamiento a la
comunidad. Como se podrá observar, en la gran oferta comunitaria para jóvenes hay un
intento de reactivar esos recuerdos familiares y sentimientos de pertenencia al concebir
espacios y actividades variadas que se proponen como marcos de socialización y
formación.
De acuerdo a las preocupaciones y posteriormente las intenciones que aparecen
en las instituciones comunitarias y a la utilización de la cuestión identitaria al momento
de generar convocatoria y también de sentirse requerido como público, podrían
retomarse las consideraciones de Stuart Hall respecto a la identidad como un concepto
estratégico y posicional que se construye en el discurso: “Uso identidad –define Hall-
para referirme al punto de encuentro, al punto de sutura entre, por un lado, los discursos
y prácticas que intentan interpelarnos (..) y, por otro, los procesos que producen
subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de decirse”12. De modo
que, las identidades se organizarían a través de la diferencia; admitiéndose así que
cualquier término positivo se construye a través de la relación con el Otro, con lo que él
no es y justamente le falta. “En este sentido –continúa Hall- las identificaciones
pertenecen a lo imaginario (…) y se reconstituyen de manera incesante y, por eso, están
sujetas a la volátil lógica de la reiterabilidad”13. Se podrá observar también cómo, en el
proceso de intercambio, la identidad, como bien explica Lawrenece Grossberg, es una
herramienta útil para la construcción de poder, ya que los individuos “están situados en
terminadas posiciones, cada una de las cuales permite y restringe la posibilidades de la
experiencia, de representar esas experiencias y de legitimar esas representaciones”14.
12 Hall, S., “¿Quién necesita identidad?” en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, pág. 20. 13 Hall, S., (…), pág. 36. 14 Grossberg, L., “Identidad y estudios culturales: ¿no hay más que eso?” en Hall, S., Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, pág 167.
15
Para comprender cómo la oferta interpela a sus asistentes y cómo la demanda
reacciona a partir de sus propias expectativas será necesario considerar la dimensión
simbólica del consumo. Como se verá más adelante, las identificaciones y elecciones
que conlleva la definición identitaria son fundamentales al momento de realizar las
elecciones en el consumo y su utilización por parte de las instituciones será estratégica
para generar convocatoria. En este sentido es que se retoman los señalamientos de
Zygmunt Bauman, cuando afirma que en una sociedad de consumidores la satisfacción
de las necesidades no se acaba en la conformidad, sino que debe motivar nuevos deseos.
Por eso refiere que “el consumo es el mecanismo fundamental de transformación de
consumidor en producto”15. Sin embargo, como bien analizó García Canclini, no se
trata de una relación unidireccional, sino que la demanda puede no amoldarse a los
postulados de la oferta. En muchos casos las lecturas y usos de los consumidores suelen
diferir de los objetivos a alcanzar que los ofertantes previamente definen y proyectan.
Si bien no hay una creación pura por parte del consumidor, tampoco hay una
omnipresencia del emisor/productor. Según explica García Canclini, “cada objeto
destinado a ser consumido es un texto abierto que exige la cooperación del lector, del
espectador, del usuario para ser completado y significado”16. Es así como el consumo
no sólo se activa en función de las necesidades; sino que se genera un proceso de
apropiación de significados, valores y creencias; constituyéndose en un campo de
tensión y conflicto, de comunicación e intercambio, en un espacio de diferenciación
social y de distinción simbólica.
Justamente para analizar ese proceso y planear estrategias de inserción,
nuevamente el Joint en 2006, a través de su centro de estudios MEIDA, produjo el
documento Claves para comprender y atraer a aquellos que no asisten a las
15 Bauman, Z., Vida de consumo, Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2007, pág. 90. 16 García Canclini, N., “Los estudios sobre comunicación y consumo: el trabajo interdisciplinario en tiempos neoconservadores” en Diálogos de la comunicación, FELAFACS, Nro 23, México, 2007.
16
organizaciones comunitarias17. Según la información recabada en la Ciudad de Buenos
Aires, de 163 mil judíos autodefinidos, 6 de cada 10 encuestados no asiste a ninguna
organización vinculada a la comunidad judía. Sin embargo, destacan que 4 de cada 10
matrimonios dentro de la población judía no asistente son endogámicos (formado por
dos personas judías), lo cual estaría demostrando algún sentimiento de pertenencia o
voluntad de mantener la religión. Además descubren que un 89% de los encuestados
piensa que la identidad judía se constituye fundamentalmente a través de los lazos
familiares, mientras que un 30% de la población consultada se siente identificada como
judía sólo por identificación con referencias culturales generales. Muchas de las
estrategias aplicadas por las instituciones en la oferta comunitaria para jóvenes de la
Ciudad de Buenos Aires están postuladas en este estudio y las definen como “las claves
para atraer a los que no asisten”: generar modelos de asociación flexibles y tender a la
inclusión en el marco familiar, focalizando en los aspectos culturales de la identidad
judía, mediante el desarrollo de “segundas marcas” y emisores diferentes para evitar el
rechazo por prenociones. Es así como cambian los nombres de ciertos programas por
otros que consideran que pueden resultar más atrayentes o para que no se reconozca
directamente qué institución está detrás de cada propuesta (por ejemplo Morasha pasa a
llamarse Sucath David Programs y Studio Shenkin es una iniciativa de AMIA Juventud,
aunque nada en su nombre lo vincule con esta asociación)
Una vez determinadas las estrategias de convocatoria, se presenta otro obstáculo:
¿cómo definir la juventud? Si es el terreno del consumo uno de los ámbitos
privilegiados de definición de sentidos compartidos y categorías sociales, la cuestión de
las definiciones categoriales se presenta no sólo como un problema de demarcación para
17 Erdei, E., Claves para comprender y atraer a aquellos que no asisten a las organizaciones comunitarias, Meidá y Joint, Buenos Aires, 2006.
17
el investigador, sino también como uno de los modos en que los mismos actores
sociales se interpretan a sí mismos, a las situaciones en las que se involucran, y la
pertinencia de aplicación/negociación de criterios de pertenencia y exclusión. En este
sentido la cuestión de juventud en tanto categoría social sobre la que se centra el trabajo
es un campo de lucha a la hora de establecer sus fronteras, ya que no se puede hablar de
un grupo constituido a partir de una edad definida biológicamente. Las modalidades
sociales de ser joven dependen de cuestiones como la edad, la generación, el crédito
vital, la clase social, el marco institucional y el género. Como bien refiere Bourdieu, “la
juventud y la vejez no están dadas, sino que se construyen socialmente en la lucha entre
jóvenes y viejos”18.
Hay mucho material publicado desde el ámbito institucional sobre los jóvenes y
su participación en ámbitos de socialidad juvenil judíos (quizás basados en los trabajos
estadísticos mencionados anteriormente) que les sirven a los dirigentes y coordinadores
como guías para la reflexión y para orientar su trabajo. Por ejemplo, el economista
Bernardo Kliksberg19 y Enrique Grinberg20, representante para el Cono Sur de la
Organización Sionista Mundial (Hagshama), observan con preocupación el alejamiento
de los jóvenes del marco comunitario al abrirse a otros espacios (como el universitario)
y la describen como una de las poblaciones más difíciles de contener con propuestas
homogéneas. Entienden que los jóvenes carecen de una pertenencia histórica sólida al
judaísmo y reconocen que las comunidades los tratan como adolescentes. Ellos postulan
que se debe pensar un mundo judío para jóvenes heterogéneos con motivaciones
individuales y olvidarse del joven imaginario idealizado (que participa con gran
motivación, sentimiento de pertenencia y voluntad), lo cual se pudo observar que fue
llevado a la práctica en la variada oferta existente en la Ciudad de Buenos Aires.
18 Bourdieu, P., “La juventud no es más que una palabra” en Sociología y cultura, Grijalbo, México, 1990, pág. 164. 19 Kliksberg, B., “¿Qué pasa con los universitarios judíos?”, s/d. 20 Grinberg, E., “Juventud, crisis y liderazgo juvenil judío, Departamento de Hagshama, 2001.
18
En esta línea de reflexión y preocupación intracomunitaria, el trabajo de Adrián
Jmelnizky21 delimita como línea de análisis las pocas inversiones para jóvenes en edad
universitaria en proyectos que los integren a los marcos comunitarios desde jóvenes-
adultos y reconoce que se trata de un área conflictiva e incómoda para la comunidad.
Luego de hacer una revisión sobre el funcionamiento del trabajo con jóvenes desde la
década del 70 hasta la democracia (donde repasa que se produjo un fortalecimiento del
activismo hacia el interior, pero la democratización amplió las alternativas y surgió la
preocupación de conformar un marco social para asegurar continuidad), finalmente
sostiene que es el momento de aprovechar el fortalecimiento de las identidades
primarias (religiosas, familiares) y que se deben fomentar una pluralidad de alternativas
para atraer la mayor cantidad de jóvenes.
Se observa que los tres trabajos siguen la misma línea planteada en los estudios
sociodemográficos respecto a la problemática y que proponen dos características que
están presentes en las ofertas comunitarias para jóvenes: multiplicidad y flexibilidad.
Así se construyen socialmente diversos signos que tiene que ver con la juventud,
convirtiéndola en una mercancía de compra-venta, portadora de un conjunto de
características que podrían adquirirse y permitirían extender el tiempo “de ser joven”.
Retomando la afirmación de Mario Margulis y Marcelo Urresti, sería necesario
recuperar la historicidad y materialidad del término, y comenzar a hablar de juventudes
o grupos juveniles para “abarcar la multiplicidad de situaciones sociales en que esta
etapa de la vida se desenvuelve”22, condicionada por los marcos sociales. La moratoria
vital (concepto que iguala a todas las clases sociales) permite pensar a la juventud como
un período con un crédito temporal (la muerte está lejos), pero es la moratoria social la
que habilitaría a ciertos sectores sociales a un tiempo legítimo para dedicarse al estudio
21 Jmelnizky, A., “Aproximación a los últimos treinta años de trabajo comunitario con jóvenes judíos en edades universitarias”, s/d. 22 Margulis, M y Urresti, M., “La juventud es más que una palabra” en La juventud es más que una palabra, Biblos, Buenos Aires, 1996, pág. 14.
19
y la capacitación, y también podríamos agregar (a partir de algunas observaciones
realizadas en este trabajo) la auto-exploración identitaria.
En el marco de esta preocupación institucional y en el intento de convocar
jóvenes a partir de su identidad, el judaísmo tampoco es ajeno a un proceso de
simbolización. Por eso al tematizar la condición judía no es posible hacerlo en términos
demográficos. También la definición estrictamente confesional resulta restrictiva y poco
representativa del colectivo de referencia, aunque sí insoslayable para hacer un trabajo
de campo sobre el tema. Es así como será necesario abordar la religión desde las
perspectivas antropológicas: “Por una lado la filiación religiosa es una forma de defensa
y de protección hacia lo externo, y por otro representa una posibilidad, una oportunidad
más para utilizar en el medio, especialmente en el interior de la misma pertenencia y de
la red que implica, una enorme cantidad de relaciones intersubjetivas”23. Desde esta
perspectiva la religión implica ritos y creencias compartidos, tanto como grupos
organizados para transmitirlos y mantenerlos. Desde los aportes hechos por Glifford
Geertz se podría interpretar, entonces, a la religión como “un sistema de símbolos que
apunta a establecer en los hombres disposiciones y motivaciones poderosas y
duraderas”24.
En el extenso trabajo de investigación acerca de la comunidad judeoargentina en
el país Historia de los judíos argentinos, Ricardo Feierstein relata los enfrentamientos
internos y los posiciones respecto al contexto nacional e internacional, pudiendo dar
cuenta así de sus particularidades. De este modo, Feierstein analiza:
“Las pautas híbridas de la mayoría (…) generan una identidad confusa y
muchas veces discutida en grandes sectores de la comunidad, en la que 23 Cipriani, R., Manual de sociología de la religión, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, pág. 211. 24 Cipriani, R., (…), pág. 217.
20
juegan un importante rol los sentimientos de culpa (no ser un buen judío, no
haber emigrado a Israel siendo sionista, no respetar los preceptos religiosos
de los mayores, haber ascendido económicamente con brusquedad y
comprobar el propio analfabetismo cultural judío)25”.
Es así como el autor hace referencia a las implicancias que tiene en amplios sectores
poblacionales el alejamiento del ámbito comunitario quienes, aún definiéndose como
judíos, viven consiguientemente un desconocimiento respecto a los significados,
tradiciones, símbolos y valores del judaísmo. También en un intento por analizar los
cambios en la judeidad argentina, Fernando Fischman en su trabajo “Religiosos, no;
tradicionalistas, sí”26 da cuenta de que dentro de la comunidad judía se observa una
contraposición entre ciertos usos de de las referencias a “la religión” (como aquello
inmodificable) y “la tradición” (referencia cultural dinámica que permitiría una
recreación). En definitiva, la observancia ritual entendida como “religiosa” referiría a un
criterio confesional, de creencias; mientras que cabría la posibilidad de definirse como
judío por la herencia, por el contenido humanista de una tradición, por la relación con el
estado de Israel, por la cuestión lingüística; lo que permitiría establecer una diferencia
entre la pertenencia judía y la religión definida por la fe, y habilitaría las apelaciones a
la existencia de un judaísmo no religioso o religioso no judío.
Desde una perspectiva académica se pueden agrupar un conjunto de trabajos27
que, analizando la cuestión de la identidad desde la relación entre el adentro y el afuera,
arriban a la pregunta acerca de cómo ser judío fuera del círculo que imponen las
instituciones y respecto de la posibilidad de configurar una voz exterior diferente a la
25 Feierstein, R., Historia de los judíos argentinos, Planeta, Buenos Aires, 1993, pág. 263. 26 Fischman, F., “Religiosos, no; tradicionalistas, sí: un acercamiento a la noción de tradición en judíos argentinos” en Revista Sambatión 1, Buenos Aires, 2006. 27 Los trabajos mencionados son los de Marcelo Dimentstein, Pablo Hupert, Exequiel Siddig y Daniela Zeitune en Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, AMIA, Buenos Aires, 2009.
21
establecida. Contrariamente, como se pudo ver, la preocupación institucional pasa por
mantener a los jóvenes dentro de las instituciones, quizás por temor a que esa distancia
termine en un alejamiento definitivo. Por otra parte, otros trabajos28 se enfocan en el
vínculo histórico y familiar que define la pertenencia, pensando cómo lo instituido es
atravesado por la dinámica asimilatoria (en el proceso de integración con otros
colectivos religiosos y sociales). Se analiza cómo las formas de pertenencia y
conservación van variando acorde a los cambios sociales del devenir histórico, y cuan
difícil resulta sostener una identidad judía colectiva en un escenario de constante
dispersión. Esto aspectos, que en las instancias descriptas anteriormente los académicos
correctamente observan, podrían haber derivado en la existencia de variadas ofertas
comunitarias con una enorme flexibilidad y conceptos difusos acerca del judaísmo por
temor a perder a este grupo etario.
Mientras en algunos de estos trabajos se reflexiona acerca de la construcción de
la identidad en la permanente inestabilidad (como negación, marca y estigma), surge la
propuesta de crear un espacio amplio de estudio y comprensión que invite a participar y
también la preocupación por la trasmisión de vivencias que brinden significados de
pertenencia en colaboración con las instituciones. Dudas y resoluciones que, como pudo
observarse, aun siguen pendientes, y motivan aún más la concreción de un acercamiento
a los circuitos de socialidad comunitaria para jóvenes, con el fin de comprender por qué
y con qué particularidades funcionan los tres casos seleccionados, que se proponen
como espacios de encuentro e interacción a partir de una identidad compartida, que
varía de acuerdo a cada propuesta, y que a simple vista parecen estar a servicio y gusto
del consumidor.
28 En este caso, los trabajos agrupados son los de Sebastián Grimblat, Pablo Frenkel, Cynthia Fidel, Tamara Weiss y Damián Setton en Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, AMIA, Buenos Aires, 2009; y el de Javier Pelacoff en La cultura en la Argentina de fin de siglo, Urresti, M. y Margulis, M, CBC/UBA, Buenos Aires, 1997.
22
2.1. Autoetnografía
El trabajo de campo comenzó con el relevamiento de casos, luego con la selección y el
contacto con los grupos para ver cómo era la forma de participación. Inmediatamente
comprobé que al ser judía tenía muchas más posibilidades que una persona que no lo
fuera de ser invitada y aceptada a concurrir a cualquiera de los tres lugares. Esto se hizo
más evidente aún al acercarme a los sitios para hacer el trabajo de campo para conocer
sus dinámicas y a los asistentes: tanto organizadores como participantes mencionaban
lugares, personas y hechos vinculados al ámbito comunitario, lo cual requería de una
observación cuidadosa para recoger datos e identificar relaciones.
En la medida en que mi condición judía habilitaba a mis interlocutores a apelar a
presupuestos no necesariamente compartidos, el mismo trabajo de campo derivó en una
problematización de corte autobiográfico en relación con el colectivo de referencia. En
consecuencia, podría entenderse este “trabajo adicional” paralelo como un proceso de
autoetnografía, ya que el estudio de los casos resultó inseparable de la reflexión sobre la
propia historia. De este modo, fue necesario integrarse a la charla como parte del grupo
de estudio con una actitud de escucha abierta y libre de juicios, ya que por momentos el
involucramiento implicó sentimientos de exclusión ante el desconocimiento de ciertos
datos o la preexistencia de relaciones establecidas. Así resultó necesario combatir mis
propios prejuicios para impedir que estos distorsionaran el entendimiento de las
situaciones observadas. La descripción junto con la introspección permitieron reconocer
la diversidad individual dentro una comprensión integral de los casos analizados.
Para continuar avanzando en el trabajo de investigación, se entrevistó a los
principales referentes de los programas, quienes también accedieron, en general sin
inconveniente y algunos con ciertos reparos en difundir algunas cuestiones.
Reconocieron que el tema del presupuesto internamente podía generar polémica,
23
marcando así una distancia con el “otro interno” (la competencia, los otros programas e
instituciones) y acercándose al “otro externo” (los ámbitos no judaicos, donde no hay
una posición tomada respecto a estas propuestas, aún cuando esto se deba al hecho de
ignorar su existencia). Coincidieron en que hay poco o nada de material producido sobre
los programas para jóvenes judíos, lo cual demostró un desconocimiento provocado por
la falta de información y circulación, dado que al investigar los trabajos previos sí
encontré material generado, tanto desde el ámbito académico como desde el
comunitario, y algunos incluso están colgados en sitios Web, de modo que se puede
acceder a ellos gratuita y fácilmente.
Al tratarse de un ámbito más multitudinario, en El Lazo no tuve oportunidad de
hablar en privado con ninguno de los empleados para contarle sobre mi trabajo
previamente. La técnica de recolección de datos utilizada podría catalogarse como
“observación participante” y consistió en: asistir a las charlas, conversar antes del inicio
con los otros asistentes, escuchar las conferencias y luego pasar junto a todos al bar para
la parte “informal” (un momento para socializar y cenar o tomar algo). Sin embargo,
luego de asistir a una serie de charlas se volvió difícil retomar las observaciones, porque
el rabino Shlomo Levy, quien se posiciona como el organizador y demuestra tener el
control de todo lo que sucede en el lugar, manifestó ya haberme visto en otras
oportunidades y prioricé la necesidad de que me brindara una entrevista sin sentirse
previamente observado y juzgado, a la cual accedió luego sin inconvenientes cuando me
contacté con él a través de su mail personal.
Con punto Il y Moishe House fue diferente. En Punto Il el coordinador me
peguntó cuando asistí por primera vez qué me había motivado a acercarme, así que ya le
había adelantado que estaba trabajando el tema para la tesina de grado. También en
Moishe House tenía un contacto previo, por el cual me había enterado de la existencia
del lugar. De todos modos, como se mencionó, los más jóvenes al momento de conceder
24
las entrevistas tomaron una actitud defensiva respecto a la información que se les
solicitaba (más que nada datos económicos). Me preguntaron qué difusión iba a tener el
trabajo. Cuando les dije que sólo era para la facultad, se despreocuparon y siguieron
conversando sin problemas.
Claramente mi propia judeidad fue un factor importante para concretar el trabajo
exploratorio. Qué hubiese pasado, entonces, si alguien laico o que profesara otra
religión se hubiese propuesto el trabajo de campo que yo realicé. O, visto desde otro
lado, ¿qué pasaría si yo intentara replicar este trabajo en otra comunidad de la que no
formo parte? Seguramente en algunos sitios se hubiese complicado la participación. Si
bien, como decía antes, perteneciendo a la comunidad judía fue más fácil ingresar,
conocer gente, conseguir contactos y acceder a las entrevistas y testimonios; en las
entrevistas también apareció cierto temor por el análisis posterior, trasmitiéndose el
sentimiento de que yo (investigadora) era parte de la información que me proveían, de
modo que si llegara a “hablar mal” de ellos, estaría hablando “mal” de mí misma, de mi
propia historia. Me refiero a inferir cuestiones relacionadas con el formato de las
propuestas, con sus fines e incluso con la capacidad de los organizadores para llevarlos
adelante.
Está presente en el trabajo, desde la misma elección del tema, una posición de
identificación y a la vez de extrañamiento: si bien provengo de una familia judía, desde
niña no formé parte del mundo comunitario al no haber asistido a colegios, grupos no
formales de socialización, clubes o templos judíos. De todos modos, más allá de mi
propio sentimiento de cercanía o lejanía con la religión, para quienes están insertos en
esa dinámica yo sí integro ese mundo judaico, elija participar o no, ya sea, al decir de
mis interlocutores, por mi “alma judía” (El Lazo), por las tradiciones que heredé
(Moishe House) o porque mis abuelos tuvieron que emigrar de Polonia a causa del
nazismo (Hillel). Perteneceré siempre (aún no perteneciendo de manera integrada a un
25
grupo de pertenencia). Y pertenecer tiene sus privilegios, como el acceso a contactos,
viajes, capacitaciones, eventos; así como también dicho “privilegio” implica el reclamo
o mandato, directo o indirecto, de la no asimilación (formar una pareja judía y, más
adelante, conformar una familia judía). Y en el medio de privilegios y mandatos, la
pregunta, con mayor o menor fuerza, acerca de cuánto uno “respeta” y cómo lo hace.
Pertenecer implica elegir hasta dónde “observar, “cumplir”, y hasta dónde tomar –en el
sentido de apropiación individual-, a sabiendas de que “el otro” siempre va a “querer
que uno cumpla” y que “se integre”. Dicho de otro modo: si bien pudo fracasar la
apelación a los presupuestos que hicieran algunos de mis interlocutores, las “categorías
nativas”, en la medida en que puedo reconocer cómo operan en mí, más allá de
cualquier extrañamiento, no me son ajenas.
Se observan, entonces, explícita o implícitamente, valores, condicionamientos y
sentimientos que se buscan transmitir en estos marcos de socialización cuando se
convoca a los jóvenes con una aparente neutralidad y libertad de movimiento. Qué
hacen los jóvenes con eso, si lo reconocen y los descartan o lo asumen como propio
forma parte del siguiente análisis. Personalmente el haber transitado siempre por
ámbitos laicos me ubica en una posición externa, pero no excluyente; de modo que la
autoetnografía me permite un acercamiento desde la comprensión pero también de
distancia en el rol de investigadora, en un proceso que implica la reflexión de sí mismo
a favor de una concepción social e histórica del conocimiento, en este cruce entre
investigador e investigado que conecta la experiencia personal con el contexto.
26
3. Tres del montón: El por qué de los casos
Para realizar el trabajo de campo y posterior análisis comparativo se seleccionaron tres
programas de educación y recreación no formal. Estos espacios surgen como
alternativas diferentes a los clubes (espacios de encuentro familiares), las tnuot
(movimientos juveniles con fines educativos y sociales, ideológicamente definidos
como sionistas y, por lo tanto, vinculados con los partidos políticos israelíes) o los
programas de viajes y estudios (planes estructurados a partir de encuentros semanales
durante un año, con cuya asistencia se abona parte del viaje a Israel o Estados Unidos).
Son recursos, como bien se manifestaba en los informes desarrollados a nivel
intracomunitario, para incentivar el activismo, que funcionan como marcos
socialización e incluso propuestas políticas frente a la debilidad institucional y la
preocupación que manifiestan los dirigentes comunitarios por el proceso que denominan
como “asimilación”.
Luego de realizar el relevamiento se llegó a la conclusión de que los tres casos
elegidos mantenían cierta continuidad en el tiempo, que estaban dentro de un marco
institucional y permitían algún tipo de participación por parte de los asistentes. Además
no se requería entrevista ni inscripción previa para participar. Así mismo, apuntaban al
mismo segmento de público joven (entre 18 y 30 o 35 años), a quienes no se les pedía
ninguna constancia de judeidad29 para participar en sus actividades que, a la vez, eran
gratuitas. Además al diferir entre ellos tanto en las propuestas, en la metodología y las
formas de llevarlo a cabo, ya que funcionan en organizaciones con marcadas diferencias
en cuanto a la concepción de la condición judía (ortodoxo, conservador y reformista),
29 Podría solicitarse, por ejemplo, Certificado de Brit Milá (circuncisión), certificado de bat/r mitzva (celebración en la que se considera que los niños – a los 13 los varones y a los 12 las mujeres- alcanzaron la madurez para ser responsables de cumplir los mandamientos de la Torá, escrituras donde se recogen la historia y los principios del pueblo judío) o la ketuvá de padres o abuelos (certificado de casamiento por templo).
27
resultaba interesante analizar el contraste y, a su vez, comparar las diferencias en el
consumo. Los casos elegidos fueron:
3.1. “La Moishe”: Moishe House Buenos Aires
Se trata de una casa de convivencia ubicada en pleno Villa Crespo (un barrio donde se
concentran templos, colegios y espacios de socialización de la colectividad judía) que
ofrece actividades sociales y recreativas. Funciona como punto de encuentro y reunión
para jóvenes judíos entre los 18 y los 35 años. Entienden que esta franja etaria se
encuentra en el medio entre la universidad y la vida familiar por eso se proponen crear
actividades comunitarias atractivas, aunque aclaran que como muchos jóvenes a esa
edad tienen amigos no judíos, ellos también son bienvenidos en los programas de las
casa, lo cual habla de un judaísmo reformista.
Moishe House, según explican en el sitio Web oficial30, es “una organización
internacional que le provee a jóvenes adultos en sus veintes experiencias significativas”.
Para eso entrenan y sponsorean a jóvenes judíos líderes en diferentes países a que creen
casas para la comunidad judía. Esta iniciativa, que comenzaron en Estados Unidos en
2006 el joven universitario David Cygielman y el filántropo Morris Squire, ya cuenta
con 33 casas alrededor del mundo. Funciona subsidiando parte de la renta de las casas y
brindando un presupuesto a los residentes para que realicen entre tres y siete programas
al mes.
En la Moishe House Buenos Aires la gente que vive en la casa va rotando, ya
que esa es la dinámica de la propuesta. No se hacen búsquedas abiertas, sino que los
postulantes llegan generalmente a través de algún conocido. Los extranjeros se acercan
por conocer una Moishe House de otro país. Al momento de hacer el trabajo de campo
30 http://www.moishehouse.org/
28
residían allí Natalia, Axel, Mauro y Guido, cuatro jóvenes que están entre los 20 y los
35 años. Aunque no hay requisitos formales, ellos manifiestan que para ser aceptado es
necesario ser judío, saber inglés y ser amigo de los que viven ahí. “Si tenés padres
judíos pero no te movés dentro de la comunidad no servís para vivir en la Moishe
House. Tenés que tener contacto con la vida judía. Sino estás para asistir. Nosotros
usamos mucho nuestros contactos”, explican, dando a entender otro requisito implícito.
“La profesora de yoga es judía, podría no serlo pero tratamos de darle una ayuda. No es
que tiene que ser padre y madre judíos”, explican, ubicándose dentro una concepción
flexible del judaísmo, aunque también haciendo notar cierta preferencia.
Respecto a lo que busca la gente que se acerca dicen que comunidad,
pertenencia, un pareja y vida social. Sin embargo, aclaran: “Podemos decidir que
alguien no entre. Antes de ser la Moishe House es nuestra casa”. Moishe House tiene su
logotipo (ver anexo) pero la casa no tiene ninguna identificación por fuera. Prefieren
que en el barrio piensen que se trata de una casa de amigos donde hacen fiestas y
reuniones, y en Facebook nunca publican la dirección. Por eso creen que muchos de los
que se acercan son amigos o conocidos. En la casa se ofrecen tanto actividades gratuitas
(como cenas de Shabat, cine debate) y otras pagas por módicos precios (yoga, clases de
rock). Además siempre deben recibir a las personas que se acerquen para charlar y
socializar. En este sentido su horario de trabajo es de tiempo completo.
3.2. Los aficionados: El grupo Punto Il de Hillel
La casa matriz de Hillel está en Washington, Estados Unidos, y nació como la
fundación para la vida judía en los campus con el fin de crear un ambiente inclusivo,
humanista y pluralista para los estudiantes judíos. “Estamos abiertos a todas las
corrientes del judaísmo. Aceptamos la visión del judaísmo desde la ley del retorno,
29
recibir a los judíos que quieren volver a Israel, hasta con un abuelo judío. Parte del
principio que si los nazis te perseguían y te mataban por ser judío, nosotros como
comunidad también tenemos que contenerte”, explica Mariana, la directora de Hillel
Buenos Aires. Aunque luego, aclara que “ciertos programas, dependiendo de los
organizadores o de donde provengan los fondos, tienen el requisito del vientre
materno”.
En Argentina cuentan con cuatro centros académicos o multiespacios (Buenos
Aires, Centro, Norte y Córdoba) donde ofrecen cursos, talleres y eventos sociales, con
la meta de “involucrar activamente a quienes están alejados de sus raíces o no
encuentran un espacio comunitario de pertenencia, respetando los ritmos y las
necesidades de cada joven”31. En este marco en 2009 se creo el grupo Punto Il,
constituido para reflexionar sobre el conflicto en Medio Oriente y la actualidad judía
mundial. Consiste en encuentros semanales y gratuitos de debate, comandados por
Agustín, su creador y coordinador, un joven estudiante de derecho que trabaja como
voluntario. Hillel le da el apoyo económico, el espacio, la convocatoria y
capacitaciones. Considerando que no cobra por su trabajo, explica que lo organiza
porque le sirve a ambas partes: “Es un tema que me gusta y que me parece que falta
mucho en la comunidad. Segundo, estoy cómodo, trato de laburar de forma autónoma.
Y tercero porque me sirve. A partir de esto me becaron de una organización yanqui. El
día de mañana quiero hacer diplomacia y estoy armando una red de contactos
interesante”, argumenta.
En referencia a los asistentes, dice que el “elenco estable” (aquellos que asisten
semanalmente) son diez personas y que después hay muchos “paracaidistas” (gente que
se acerca para alguna conferencia o actividad especial y no vuelve), que algunos se
integran al grupo porque les interesa el tema pero que otros lo hacen por tener un marco
31 http://www.hillelbuenosaires.org.ar/quienes-somos.php
30
social. “Sin ánimo de agrandarlo, sé que es una gotita en un océano, con Punto Il
conseguimos que 20 pibes activen de forma gratuita. Ojalá podamos darles un viaje. Yo
no te regalo nada. Entrás y te doy dos tareas. Es activá conmigo. Somos todos iguales”,
analiza Agustín.
El joven voluntario intenta generar un compromiso y un intercambio. Se observa
que tiene la intención de que los participantes se apropien del grupo, dando alguna
clase, aportando material, opinando en la definición de los invitados, haciendo
preguntas y colaborando en la producción del anuario (material producido entre el
grupo, que publican al final del curso con un análisis de ciertas noticias destacadas
vinculadas con la temática). Punto Il, a diferencia de las otras propuestas, tiene una
persona que más que dirigir, guía y organiza la clase; no se ubica en un lugar de poder,
aunque está claro que como coordinador tiene ciertos privilegios (su palabra vale más
que la del resto y es él único que puede tomar decisiones por el grupo) y también
obligaciones (de él depende, por ejemplo, que el anuario se publique, le manden el
material o no, que asistan los invitados y que el grupo esté motivado, asista y participe).
Agustín tiene claro que su rol implica cumplir con el que siente el grupo como un lugar
de pertenencia, con a aquellos que buscan formarse en la temática y con las
expectativas de la organización (convocar y constituir un programa sólido que les
permita justificar los fondos).
3.3. Manual para el buen joven judío: Centro para la juventud El Lazo
El salón que denominan “monoambiente” ubicado en Palermo (en el Pasaje El Lazo, de
allí su nombre) es dirigido por el Rabino Shlomo Levy y pertenece a Jabad Lubavitch,
una corriente ortodoxa del judaísmo. Como toda corriente ortodoxa, Jabad considera
judío a aquel que nace de un vientre materno judío. De modo que al ingresar a las
31
conferencias le piden a los asistentes que completen una ficha donde figura el casillero
“apellido materno”, lo cual les permite seleccionar a la gente y si no son hijos de madre
judía amablemente invitarlos a irse. Como definió Libertella en su trabajo de tesis
mencionado anteriormente: “Los miembros de esta institución consideran a la religión
como un todo: una creencia, una práctica, un pensamiento y una filosofía que abarca y
regula cada momento de la vida”32.
Como la mayor parte de las corrientes de la ortodoxia, se los puede distinguir
por el uso de kipá o sombrero negro, trajes oscuros y barba larga en los hombres;
mientras que las mujeres se visten con polleras largas y brazos tapados hasta el codo por
lo menos y uso de peluca o boina para aquellas que están casadas. En Buenos Aires hay
distintas sedes de Jabad, guiadas espiritualmente por rabinos pertenecientes al
movimiento, que tienen al Rebe Menahem Mendel Schneerson como su líder y son
sustentadas por donaciones. Particularmente El Lazo comenzó en 2005 como iniciativa
de Shlomo Levy, quien alquiló el espacio y comenzó a desarrollarlo en el rol de
director. Según Julián, un ex empleado, funciona como una suerte de franquicia: “Ellos
tienen el know how (el cómo), viene el rabino Grunblattt (director del movimiento) y te
dice Abrila. Sabés lo que hay que hacer. El rabino se ocupa de buscarse sus
proveedores, que son los donantes que ponen la plata, y los clientes, que son los judíos
que vienen. Con Shlomo se da el caso de que él se ocupa sólo de jóvenes”.
Levy cree que los jóvenes necesitan un espacio para ellos. Dado que la juventud
se caracteriza por ser un momento de elecciones, entre las que se encuentran elegir una
pareja y decidir formar una familia, la política del movimiento Jabad Lubavitch hacia
los jóvenes se propone combatir la asimilación, y en particular los matrimonios mixtos
(entre personas judías con no judíos), que él define como “la unión entre un pez y un
32 Libertella, M., “La identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa de capital federal”, Universidad Del Salvador, 2004, pág. 37.
32
pájaro, no se pueden casar, salvo en la superficie”. Shlomo cuenta que “el Rebe decía
que el joven busca claridad. Los ejércitos son hechos por jóvenes no sólo por su fuerza
física, sino porque quieren dedicarse a su misión. Cuando las cosas son aguadas, media
verdad, no cierra, el joven no compra”. Además entiende que “el joven ve cuando hay
verdad y sinceridad. Acá no hay engaño, es lo que es. El joven se siente atraído a la
claridad que en el mundo no hay. No es que uno trae su alma, el alma trae su cuerpo”.
Como se verá después, Levy actúa como un guía y confesor, e incluso algunos jóvenes
que se acercaron a escucharlo luego se volcaron al judaísmo ortodoxo y hoy forman
parte de su staff.
Una forma que encontró para ocuparse de los jóvenes es ofrecer todos los
jueves conferencias gratuitas en las que él le habla a un auditorio compuesto por gente
joven acerca de temas actuales que cree que preocupan a la juventud (matrimonio
igualitario, aborto, infidelidad, clonación), vinculándolos con conceptos y vivencias
judaicas. La propuesta incluye luego una cena en el bar, que va variando cada semana
(puede ser sushi, hamburguesas, falafel). Las conferencias duran aproximadamente una
hora y media. Luego la cena puede extenderse hasta las 12 o la 1 de la madrugada y es
el momento en que se puede interactuar con otros asistentes. Si bien a lo largo de la
charla el salón se va llenando de gente, son pocos los que prestan atención. En general
la gente parece ir a socializar y algunos incluso sólo se acercan para el momento de la
cena.
33
4. Cada cual atiende su juego: Dimensiones de análisis Moishe House Punto Il El Lazo 1. Marco institucional
a. Origen y supervisión
Surge en Estados Unidos pero como no pertenece a ninguna institución del ámbito comunitario puede trabajar en red con cualquier organización. Los jóvenes que habitan la casa de ocupan de organizar las actividades. La supervisión está a cargo del referente para las casas de Latinoamérica, cuya oficina está en Washington, Estados Unidos.
Dentro del marco de la fundación Hillel Buenos Aires, es un espacio de debate abierto pero con una clara posición pro israelí del conflicto en Medio Oriente y con una mirada sionista de la religión. El curso lo coordina Agustín, con la supervisión de Mariana, la coordinadora de Hillel Buenos Aires.
El Lazo se enmarca en los objetivos de Jabad Lubavitch y cuenta con la aprobación del Rebe, quien reside en Estados Unidos. Funciona como una franquicia. Es una iniciativa del rabino Shlomo Levy, quien organiza las actividades.
b. Objetivos y sustentación económica de la propuesta
Buscan despertar y conectar a los jóvenes con el judaísmo desde la historia y las tradiciones, con una propuesta abierta y descontracturada, hecha por jóvenes para jóvenes. Los fondos vienen de Estados Unidos y parte del alquiler lo financian los inquilinos. Tienen propuestas gratuitas y otras pagas a bajo costo.
Se proponen armar redes entre los jóvenes judíos, ofreciendo un marco de contención, formación y socialización. Particularmente la actividad de Punto Il es gratuita. Si bien Hillel tiene empleados y fondos propios, Agustín es voluntario, como sucede en otras áreas académicas lideradas por voluntarios.
Intentan acercar a la gente joven a los conceptos de un judaísmo ortodoxo y formar parejas. Se financia por donaciones. La actividad de los jueves es totalmente gratuita.
2. Modo de operación
a. Modalidad de la convocatoria
Utiliza principalmente su grupo de Facebook, enviando consultas y
Contacta a través de su mailing y se comenta entre amigos y
Mandan flyers por mail pero El Lazo se caracteriza por los llamados
34
mensajes a sus contactos, y también el boca a boca.
conocidos. También está la información en la Web de Hillel y en el blog de Punto Il. Luego el coordinador hace envíos personalizados.
personalizados. Los mismos organizadores reconocen que no funciona el boca a boca al ser un lugar que no está bien visto (no es cool) entre los jóvenes.
b. Acuerdos entre la organización y los asistentes (explícitos e implícitos)
Es un espacio que debe recibir a los jóvenes que se acerquen y en el que hay libertad para circular libremente, salvo en las habitaciones. Aunque pueden entrar no judíos, y podría pasar porque no todas las propuestas son judaicas, se pretende que circule gente judía. Intentan hacer sentir a los invitados (sobre todo si son nuevos) como en su casa.
No hay compromiso de asistir semanalmente, aunque sí una insistencia por parte del coordinador y un compromiso que se asume con el grupo. Es un grupo para jóvenes judíos.
Se sabe que la gente va llegando a lo largo de la conferencia, más que nada para socializar. Al que no es judío se lo recibe pero se le hace notar que no es su lugar de pertenencia.
3. Marco situacional
a. Construcción del tiempo
El uso del tiempo depende de la actividad, ya que son variadas. No hay horarios, porque siempre puede alguien tocarles el timbre, aunque se asume que por la noche y la madrugada no atenderán. Cada uno de los que vive ahí también tiene sus actividades (trabajo y estudio).
El tiempo está prefijado por el tiempo de duración de la actividad y se acomoda según la actividad de ese día. Siempre empieza un rato más tarde, a medida que va conformándose el grupo, pero termina puntual.
El Lazo tiene dos momentos: la primera es una conferencia y la segunda, de comida y socialización, tiene lugar en el bar. La conferencia siempre empieza un rato más tarde (20 minutos) y no hay un tiempo límite de finalización de la cena.
b. Construcción del espacio
El uso del espacio depende de la
El espacio se organiza como una
La parte de la conferencia se
35
actividad pero siempre se hacen en la casa, ya sea en el salón o la terraza y los únicos espacios inhabilitados son las habitaciones.
ronda y no hay lugares fijos, salvo cuando se usa el proyector que lo maneja Agustín. A veces cambia la sede por alguna actividad especial. No está permitido circular por las oficinas y hay otras aulas en uso para otras actividades.
organiza como un auditorio en torno a un conferencista, que da la charla con un micrófono. Se van agregando sillas a medida que va llegando más gente. En el bar la gente se mueve libremente. No está permitido pasar a las oficinas.
c. Posición del/los coordinador/es
Los que viven en la casa funcionan como anfitriones. Apunta más a la amistad, con el objetivo de construir un espacio de circulación que sea acogedor como una casa.
Hay un coordinador pero se escuchan todas las voces y se abre al debate. El trato en las clases entre los participantes es bastante competitivo, aunque luego por mail se propongan salidas.
Hay una clara marcación durante la charla de que el conferencista (Rabino Shlomo Levy) es la voz autorizada, aunque tanto él como su staff buscan construir un vínculo con los asistentes, charlando y conociéndolos. Las chicas suelen agarrarle la mano a las mujeres, denotando confianza y cercanía. No hay contacto físico entre los hombres que trabajan ahí y las mujeres, porque la ortodoxia no lo permite.
4. Dinámica de intercambio
a. Motivaciones de los asistentes
Los jóvenes que concurren a son amigos o conocidos motivados por alguna actividad, gente sola que busca un grupo de referencia o una pareja, o personas que quieren tener
Muchos se acercan cuando hay alguna conferencia en particular que les interesa, como el debate con algún especialista. Otros son atraídos por la posibilidad de
La mayoría de la gente parece ir a buscar pareja, a encontrarse con conocidos, a conocer gente o a comer. Pocos prestan atención a la conferencia.
36
alguna vivencia judaica.
socialización entre judíos o para buscar contactos profesionales.
b. Magnitud de la convocatoria
Las fiestas son las que convocan más gente. La cena de Shabat es un grupo reducido que va variando. Las actividades culturales tienen menos convocatoria.
Tienen un “elenco estable” de 10 o 15 personas y luego varía según la actividad.
Multitudinario. Apuntan a grandes convocatoria y superan las 100 personas en todas las conferencias, aunque muchos no están desde el comienzo y algunos sólo se acercan para el momento de la cena.
c. Interacción y participación
El trato es cordial y distendido. Todos colaboran en la organización, aunque está marcado quienes son los anfitriones y quienes sus amigos por la libertad y comodidad con la que se mueven dentro de la casa. Los pepinos (la gente que resulta molesta para los otros asistentes) no son bienvenidos y tratan de evitar invitarlos, aunque a veces aparecen porque igual se enteran.
Funciona como un grupo debate con un perfil universitario, donde hay un discurso legítimo pro israelí. También se arman salidas fuera del contexto de las clases. Entre todos producen un anuario donde analizan la cobertura de las noticias mensuales más importantes sobre Israel y el conflicto en Medio Oriente en medios argentinos.
Poca gente presta atención a la charla y participa del debate. El momento del bar es cuando todos socializan y puede extenderse hasta las 12 o 1 de la mañana.
37
5. La identidad como consumo
5.1. Juventud, divino tesoro
¿Por qué convocar a los jóvenes? Las expectativas institucionales volcadas en los
programas que se desarrollan para este grupo etario tienen que ver con las
preocupaciones a futuro respecto a la desintegración de la colectividad judía, debido a
los datos que obtienen en los estudios sociodemográficos, que los preocupan y los
movilizan. Sin embargo, eligen distintas maneras de convocar a su público, ya que, a su
vez, no todas las instituciones comparten los mismos objetivos.
No hay una edad exacta para establecer el fin de la adolescencia. En la actualidad
muchos jóvenes, que tienen las posibilidades económicas y la contención social y
familiar, deciden extender su formación académica y el hecho de independizarse, dejar
la casa de los padres, formar una familia suele posponerse o no concretarse nunca. Una
cantidad considerable de personas que están entre los 20 y los 35 años aún atraviesan
una etapa de incertidumbre. Algunos por inseguridad y otros por comodidad, lo cierto es
que hay hombres y mujeres que suelen quedar entrampados en su etapa adolescente. Los
especialistas llaman adultescentes o kidadults a estas personas que, camino a la adultez,
no logran desprenderse de las facilidades que les brinda la juventud y anulan sus
posibilidades de iniciar proyectos adultos. A su vez, influye en este proceso el hecho de
que desde los adultos haya un desprecio o temor hacia la vejez. La médica psiquiatra y
autora del libro Adultos en crisis, jóvenes a la deriva Silvia Di Segni Obiols lo explica
de esta manera:
“Los cambios que ocurrieron a partir de los años 50 y 60 del siglo XX (la
emergencia de la cultura adolescente, la revolución sexual, la crisis de la
38
educación burguesa del siglo XIX) llevaron a una fuerte descalificación del
rol adulto que no sólo está presente en la cultura adolescente que llama
"viejo" a quien ya no es más muy joven, sino de la cual también los adultos
nos hacemos cargo al creer que ser adulto es convertirse en un estereotipo
poco actualizado, en una caricatura de un adolescente o en algo tan difuso
que los chicos no pueden entender”33.
Este proceso social descripto claramente por los especialistas permitiría que el rango de
convocatoria de las actividades se extienda a los jóvenes “en edad universitaria”, que
iría desde los 18 hasta los 35 años. Como ya fue mencionado, en los análisis producidos
desde las instituciones comunitarias se exteriorizaba la preocupación de que los jóvenes
al abrirse a otros espacios (como el universitario) se alejaran del marco comunitario, de
sus discursos (por ejemplo mencionaban la participación en grupos estudiantiles de
izquierda donde suele haber una manifestación contra la política armamentista de Israel)
y de sus objetivos (activar en la comunidad, participar en las ceremonias del templo,
casarse con personas judías y formar a los hijos en este marco identitario). Al observar
la realidad por la que atraviesan y la necesidad de contención crean los marcos de
pertenencia y socialización no formales.
El documento producido para el 10mo Encuentro de Dirigentes de Instituciones
y Comunidades Judías Latinoamericanas y del Caribe en 2006, explicaba, a su vez,
cómo atraer a aquellos que no asisten a organizaciones comunitarias. Allí se reconocía
que los jóvenes no son receptivos a las formas tradicionales de comunicación y que
rechazan instituciones o referentes que ya conocen. Por eso, para convocar al 61 % de la
población autodefinida que no asiste a actividades comunitarias, se incentivaba a
33 Fragmento de una nota publicada en el sitio Web de Novedades Educativas: http://www.noveduc.com.ar/index.php.
39
generar segundas marcas y emisores diferentes. Esta situación, que se plantea como una
crisis de la identidad judía, llevaría a los dirigentes a generar modelos de asociación
flexible, que tengan en cuenta los aspectos culturales de la religión, de modo que se
produzca un acercamiento a nivel individual, que a simple vista no implique ningún
cambio profundo en la idiosincrasia ni en las elecciones de los sujetos convocados.
Por otra parte, la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en
Argentina34 aporta más datos de un contexto que ayuda a comprender la importancia
que tiene para las instituciones la continuidad del judaísmo en la población y la
construcción de espacios de sociabilidad para que se conozcan jóvenes judíos. Según
este estudio, “se destaca el pluralismo y la diversidad en el campo religioso”, en el que
se observa una mayoría cristiana y evangélica y una considerable proporción de
personas indiferentes al tema:
Frente al temor a la asimilación, las instituciones se replantean sus métodos y
construyen propuestas que motiven a los jóvenes a acercarse en busca de un valor
espiritual, económico, laboral o académico. Como explican Mario Margulis y Marcelo
Urresti, es necesario reconocer la moratoria social y la moratoria vital, y desnaturalizar
el concepto de juventud, ya que no todas las personas pueden acceder a esta moratoria.
34 Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina. Dir. Fortunato Mallimaci, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), CONICET, Argentina, 2008.
40
Lo cierto es que en los espacios transitados no se encontraron jóvenes de clases
populares, sino que todos eran pertenecientes a los sectores medios. La mayoría,
estudiantes universitarios o tenían un trabajo. Cuando surgió en Punto Il la idea de hacer
un viaje a Córdoba varios dijeron que no podían sumarse por sus obligaciones laborales,
mientras que otros mencionaban su asistencia a la facultad. Ninguno esgrimió como
argumento legítimo atravesar dificultades para costearlo, lo cual no quiere decir que
tuvieran las posibilidades económicas para concretarlo, ya que también puede implicar
que no se sintieran con la confianza o con la comodidad para manifestar lo contrario o
que no estuviera bien visto por el grupo carecer de los recursos para pagar ese viaje. En
El lazo, mientras tanto, cuando promocionaron la Peguisha 2010 (un viaje de fin de
semana) esta clase de inconvenientes no aparecieron, ya que se trataba de una
posibilidad única para conseguir pareja y, por lo que se pudo identificar, varios
asistentes se acercaban al lugar con ese objetivo.
Mientras tanto, en Moishe House las propuestas son más personalizadas, al igual
que el trato. Si bien no se plantean actividades que impliquen grandes gastos, sí se les
pide a los invitados de las cenas exclusivas de Shabat (a las que no se suele invitar más
de 14 personas) que asistan con algo para tomar y se los intenta agasajar con comida y
bebida variada (que respetaran las leyes del kashrut35), requiriéndose también
implícitamente para participar ciertos modales y conocimientos –es decir, cierto capital
simbólico- asociados con la pertenencia a sectores medios de la población (surgieron
temas como haber realizado viajes, practicar yoga, comentar sobre lo que cada uno
estudiaba o qué trabajo tenía, en qué colegio se había formado, etc.).
Si bien el recorte ubicaba a estos tres casos dentro de una oferta de espacios de
socialización para jóvenes, la dinámica institucional de cada uno difiere y se puede
encontrar en ellos una multiplicidad de discursos: del judaísmo como “el pueblo
35 Definen los alimentos que son aptos, según fuera ordenado por Dios a los judíos en el desierto de Sinaí.
41
elegido”, del estar “entre nosotros”, contribuir a un destino común, formar familias
judías o perpetuar las tradiciones. A su vez, cada institución crea su propia imagen
idealizada del joven judío: cómo creen que es y el cambio que buscan lograr en él. Para
Punto Il será alguien que active (que se comprometa con los valores del judaísmo y con
una postura sionista, en defensa del Estado de Israel), para Moishe House será alguien
que se integre y socialice dentro del marco comunitario y para El Lazo será quien
decida formar una familia judía y seguir los preceptos de la Torá.
5.2. No todo es lo que parece ni todo lo que es aparece
Como se desarrolló anteriormente, el objetivo de estas propuestas es, en principio,
generar convocatoria y para eso deben pensar estrategias y utilizar diferentes soportes
(sitio Web, flyers enviados por mails, redes sociales, llamados telefónicos) que les
permitan llegar a su público. Para entender cómo funciona la oferta, qué tipo de
consumidor intenta construir y cómo se adecua la demanda será necesario retomar y
poner en juego las dimensiones de análisis desarrolladas anteriormente: marco
institucional, modo de operación, marco situacional y dinámica de intercambio. Desde
una mirada comunicacional y retomando el modelo metodológico de auditoria de
imagen de empresa de Sanz de la Tajada36, se puede trabajar la identidad conceptual
teniendo en cuenta tres dimensiones: lo que la empresa es, lo que dice que es y lo que
los públicos que se relacionan creen que es. “Una imagen -define el autor- es un
conjunto de notas adjetivas asociadas espontáneamente con un estímulo dado, el cual ha
desencadenado previamente en los individuos una serie de asociaciones que forman un
conjunto de conocimientos”. De este modo, está profundamente vinculada con los
prejuicios, intereses, actitudes y experiencias, individuales y colectivos, de los agentes 36 Sanz de La Tajada, L., Auditoría de la imagen de empresa. Métodos y técnicas de estudio de la imagen, Síntesis, España, 1996, Introducción y capítulo I.
42
internos y externos. A su vez, la empresa debe contener ciertos elementos básicos
(valores, misión, normas, comportamientos) para adquirir una identidad que la
diferencie de las demás.
A partir de lo que pudo recabarse en las observaciones y entrevistas, y
retomando esta perspectiva para analizar su identidad, podría considerarse a Moishe
House como un híbrido, ya que tanto organizadores como asistentes no tienen claro para
qué está ni qué función cumple en el marco de las ofertas comunitarias. Consultados
sobre el objetivo, los organizadores respondieron: “No me acuerdo mucho, pero la idea
era esto de generar espacios para la juventud judía, pero bien distendido, y la idea de
una casa en la que puedan recibir como anfitrión a la gente. Que no sea la idea de súper
eventos todo el tiempo. Este es un lugar de pertenencia dentro de la comunidad. Hay
gente que pasa a tomar el té”. Llamativamente y más allá de la desinformación,
consigue convocar gente, quizás por tratarse de una de las propuestas más flexibles,
tanto desde su constitución como desde sus integrantes. Sin embargo, esa apertura
también puede interpretarse como un modo deliberado de dirigirse a su público de
acuerdo con sus gustos y sus tiempos, pero que no por eso pierde de vista los objetivos
planteados en su fundación ¿Cuál sería sino el objetivo de proponer actividades
vinculadas con la religión en los jóvenes entre los 18 y los 35 años? ¿Para qué buscar
reconectarlos con su judaísmo? Son preguntas que, aparentemente, se van contestando o
no según vayan rotando los integrantes de la casa y también en respuesta a los pedidos
que aparecen desde los amigos o conocidos que concurren. Cuando se les consultó el
por qué de la falta de símbolos vinculados con la identidad judía dijeron que no sabían y
empezaron a sacar objetos que tenían guardados en un armario (la menorá37, la estrella
de David). Tampoco se encuentran a simple vista los objetos personales ni aparatos
37 Candelabro de siete brazos.
43
eléctricos, salvo una computadora portátil y un televisor, dándole un marco bastante
despersonalizado, aún tratándose de una casa de convivencia.
Los chicos que la habitan y llevan adelante el programa no hacen estadísticas ni
tienen un plan estratégico. Invierten el dinero que reciben para generar actividades que
les gustan a ellos y a sus amigos, y definen la programación de acuerdo a las respuestas
que reciben por Facebook o por sus allegados. Respecto a la posición de los emisores,
en Moishe House se elige hablar de jóvenes para jóvenes y a través del medio que más
utiliza ese sector social. Envían los mensajes por Facebook, invitando a la participación
e interacción: “Hola a todos! Este domingo en la Moishe proyectaremos James journey
to Jerusalem, y luego debatiremos con la shlija Or Bigger sobre la pelicula y actualidad
israeli. Actividad gratuita, pochoclo casero (y muy rico) incluido?” o “¿Quién quiere
tomar clases de Rock? Anótense, así vemos cuántos somos”. Pareciera abocarse en dejar
en los asistentes el recuerdo de un momento individual y estar lejos de convertirse en un
punto de referencia para toda la comunidad.
Siguiendo el análisis en otro de los espacios abordados, se observa que en Punto
Il su coordinador, Agustín, trabaja de manera individual, con la supervisión de Mariana,
coordinadora de Hillel. Más allá de estar dentro del marco de la organización y tener
que amoldarse a sus normas, tiene libertad para organizar su actividad como considere.
Se pudo observar que existían roces por el tema del presupuesto (querían viajar a una
actividad en Córdoba y no recibían apoyo económico) y de la difusión (la encargada de
comunicación le llamó la atención porque envío una información sin que pasara por
ella. Él lo justificó: “Soy muy autónomo. Eso también genera cruces. Me trencé con la
mina de comunicación Pero salteo. No cobro, ella sí. Eso es lo bueno de ser
voluntario”). Los mails que envía Agustín tienen un vocabulario informal, pero en los
newsletters institucionales se pide confirmar la asistencia, dándole un marco de
44
formalidad que luego no se observa en el encuentro. Llama la atención que no figura su
nombre como coordinador en el flyer de difusión, donde se lo promociona como una
actividad de Hillel a través de un mail institucional:
“Punto IL tendrá el lujo de recibir a Julián Schvindlerman, prestigioso
analista político internacional, escritor y conferencista. En esta oportunidad
dictará una conferencia sobre "El Nuevo Antisemitismo", tema sobre el cual
publicó un reciente trabajo, editado por la B'nai B'rith Latinoamérica,
titulado "Introducción al Nuevo Antisemitismo". Para leer el ensayo
completo y llegar al encuentro con el material trabajado, entrá al sitio web
del autor haciendo CLIC ACÁ (ver anexo).
Agustín reconoce que hay cosas que se hacen “para la foto”, cuando en verdad
no existe una participación o compromiso real. Claramente en este caso también hay
una diferencia entre lo que la organización es y lo que dice que es. Él tiene claro que si
bien para Hillel el fin de Punto Il es educativo, entiende que para los asistentes es tanto
social como educativo. Sino fuera así algunos desistirían de participar y a la
organización le interesa que haya gente para que el grupo subsista. Por eso se realizan
actividades educativas (la producción de un anuario) y sociales (un asado el fin de
semana). De hecho se propone como un espacio de acción, reflexión, capacitación y
diversión.
Los participantes sí comparten ciertos valores respecto al judaísmo, que ya están
delimitados por la temática específica de la actividad (Israel, el conflicto en Medio
Oriente y la actualidad judía), aunque puede haber posiciones encontradas respecto a las
expectativas acerca de las actividades: algunos quisieran debatir con Luis D´Elía (quien
tiene una posición mediática a favor de Palestina en cuanto al conflicto con Israel) y
45
otros preferirían hacerlo con personas más cercanas a su visión de la realidad, mientras
que están los que se sienten más cómodos en el intercambio grupal. También uno de los
participantes, tildado por sus compañeros como “de derecha” dijo que si el politólogo
Pedro Brieger iba a un encuentro él no asistiría, porque “es el tipo de judío que se pone
en contra del Estado de Israel para que sus amigos goim (no judíos) lo acepten y lo
respeten”. Llamativamente ninguno de sus compañeros se sorprendió ni molestó por
esto, así como tampoco cuando manifestó durante una clase que “Néstor Kirchner le
compró el [premio] Martín Fierro” y reconoció directamente desconfiar “de los
católicos”. Por otra parte, dentro del grupo algunos mostraron más ganas e interés en
trabajar que otros cuando se repartieron los meses del anuario, que se haría por segundo
año consecutivo, recopilando la cobertura mediática de las noticias más importantes
acerca del tema abordado en el curso. Hay que recordar que la responsabilidad dentro
del grupo es un acuerdo de palabra, y que muchos no están interesados en asumir un
compromiso que vaya más allá de un encuentro semanal. Se observaron luego en los
mails de Agustín pedidos y reclamos por el material no enviado.
Por último, El Lazo ofrece a primera vista una propuesta liberal que no se
condice con los preceptos religiosos que guían la orientación de la organización: en
principio, no censura explícitamente ciertas conductas de los asistentes (el contacto
entre hombres y mujeres, que las chicas se vistan con pantalón) con los que en verdad
no comulga, en la medida en que aquello que predomina es el objetivo implícito de
atraerlos a las fuentes del judaísmo: “Con el Centro para la Juventud vibrás, porque el
judaísmo, un estilo de vida que vibra con vos”, escriben en su página de Facebook. Sin
embargo sí hay una condición para ser parte única e intransferible: ser hijo de madre
judía o de padre y madre judíos, por eso, como reveló en una entrevista un antiguo
46
empleado, a quienes ellos no consideran judíos se los invita amablemente a irse,
dándoles a entender que ese no es su lugar de pertenencia.
Los asistentes lo viven como un espacio para ellos o un recreo. Allí tuve
posibilidad de conocer a una chica de 32 años que había ido sola y había visitado otros
espacios como Moishe House; a una pareja que se conoció en un viaje que organizó El
Lazo (la Peguisha, mencionada anteriormente); a un chico que había ido sólo para la
cena y que estaba angustiado porque sus amigos, según contó, “están muy asimilados”.
Sin embargo, la estructura está pensada para atraer jóvenes judíos y formar parejas. Es
por eso, según explicaron, que consiguen las donaciones y por eso también es que
perdura el proyecto.
En el marco de la charla la participación de los asistentes llega sobre el final y
sin posibilidad de intercambio, ya que cada argumento que se esgrima para discutir con
Levy es clausurado desde lo que dicen las fuentes del judaísmo, que él entiende que son
inmodificables. Por ejemplo, en la charla sobre homosexualidad y matrimonio
igualitario tres personas se manifestaron en contra de los conceptos que esgrimió a lo
largo de la conferencia, otro dijo que la homosexualidad es una aberración, un quinto
que no creía en la homosexualidad (“baruj ashem –gracias a Dios- vos pensás así, pero
hay otros que no”, respondió Shlomo) y otro preguntó cómo podía ayudar a sus amigos
gays. “La homosexualidad -finalizó el rabino- es un problema de canalización de
energía, es una elección incorrecta que se puede revertir. Nuestro trabajo es terminar el
trabajo que hizo Dios al crearnos. Si yo no creo en nada y digo que es así porque lo digo
yo, no tiene ninguna explicación”.
Los flyers que se envían desde El Lazo para convocar a las actividades de los
jueves intentan ser polémicos y llegar a aquellos que tienen dudas respecto a ciertas
decisiones de la vida adulta (ver anexo): “¿Dónde está el amor de mi vida? ¿Qué pasa si
no lo encuentro? ¿Qué es más importante la religión o el amor?” (ver anexo). Se percibe
47
la perspectiva del Rabino Levy detrás de los temas y de los textos, y también se observa
la presencia del BS´D (por la gracia de Dios) en hebreo en el margen superior derecho,
que se utiliza desde las instituciones religiosas cuando emiten comunicados. Al
contactarme para asistir a la primera charla ya comprobé cierta flexibilidad: “magali
comoo andas? no es necesario venir con pollera, nunca! inscribirse tampoco lo es. y es
totalmente gratuita. si queres podes venir acompañada de amigos/as y conocidos. te
esperamos”. Se manifiesta así en los tres casos una apertura que, sin embargo, no se
condice con los objetivos que expresaron los coordinadores en las entrevistas, que se
publicitan en los sitios Web ni los que preocupan a los dirigentes comunitarios.
Pareciera que la condición de “libre y gratuito” de las convocatorias eufemiza el
carácter relativamente restringido (definición halájica de la pertenencia judía) de las
actividades y el objetivo de reclutamiento y transmisión de creencias, aunque luego los
asistentes seleccionen y amolden las propuestas de acuerdo a su voluntad y necesidad.
5.3. Construir semejanza desde la diferencia
Las motivaciones de los asistentes suelen ser disímiles y las instituciones deben estar
preparadas para responder a todas ellas, pero, a su vez, no pueden perder de vista la
necesidad de construir su propio discurso, que responda a las características que se
observan y que permita la supervivencia del espacio, aún ante la aparición de conflictos
y tensiones.
Para ingresar a cualquiera de estos tres espacios hay una condición necesaria que
es intransferible y fundamental: ser judío. Además hay que estar dentro de un rango de
edad, y eso tampoco es un requisito modificable. Lo que parecía abierto se va
convirtiendo en algo un poco más exclusivo. Pero una vez adentro, pertenecer tiene sus
48
privilegios: conocer a uno implica ser aceptado por todos y ser tratado como un par, ya
que se asume que si alguien consiguió ingresar es porque reúne los requisitos.
Estas condiciones le aportan cierta categoría de “exclusividad” que quizás
resulten motivantes para algunos jóvenes que eligen acercarse a estos espacios, que se
vuelven así un poco más especiales. Se asume también que si alguien participa es por
propia voluntad y que tiene una necesidad de encontrarse con pares. Lo que se
mencionaba en el estudio sociodemográfico de Joint y AMIA como “subjetividades que
le implican pertenencia pasada o potencialmente futura” está presente en todo momento
en la puesta en práctica de cada espacio, asumiéndose implícitamente que cada persona
que se acerca es la oportunidad única para alejar el temor a la
desintegración/asimilación de la colectividad judía en la Argentina.
Respecto a cómo concibe cada organización su oferta se observan marcadas
diferencias: la propuesta es sentirse como en casa y pasar un buen rato en Moishe
House, con en un grupo de pertenencia en un espacio de formación en Punto Il y
encontrar un referente y formar una pareja en El Lazo. Luego cómo lo vive cada
asistente también varía, qué se toma y qué se deja de cada propuesta es una decisión
personal. No se notan grandes diferencias en las motivaciones de la gente que circula
por los diferentes lugares. De hecho, varios mencionaron haber transitado por diferentes
espacios, práctica que, a su vez, está naturalizada por los ofertantes. Lo que sí se
observa es un sentimiento de comodidad frente a lo conocido (el lugar, su gente y los
ritos compartidos). Quizás por eso, aún siendo judía, por momentos me sentí excluida,
porque desconozco los ritos del Shabat, las canciones judías, los nombres de ciertas
comidas típicas y la historia de Israel. Estos temas y otros aparecen en los diálogos que
mantuve tanto con asistentes como con ofertantes, y su desconocimiento pone en
evidencia frente a los demás interlocutores, y aún cuando no se explicite, una trayectoria
49
biográfica entendida o reconstruida como “atípica”38 o bien un débil sentido
pertenencia comunitario y un desinterés por informarse.
En todos los casos se establece un estado de conversación en el que, como
explica Goffman, “entra en juego un sistema de prácticas, convenciones y reglas de
procedimiento que funcionan como un medio orientador y organizador del flujo de
mensajes39”. Es así como hay temas sensibles, cosas que pueden decirse y momentos
para tomar la palabra, que difieren en cada caso. En Punto Il, por ejemplo, las
expectativas del grupo son altas, ya que se trabaja sobre un tema específico. Mantener
una posición a favor de Clarín sobre la cobertura del conflicto en Medio Oriente puede
despertar malestar en los compañeros. Cuando pregunté en una clase de dónde se sacaba
la información para el anuario me nombraron la Agencia Judía de Noticias (AJN) y
otros medios que desconocía. Luego, al consultar qué pasaba si la tomaba de un diario
de gran difusión y expliqué que quizás mi mirada no tenía tanto que ver con la que
predominaba en el curso, Agustín, el coordinador, me dijo que valoraban eso también
pero luego reiteró varias veces el chiste de que yo apoyaba a los países árabes. De este
modo intentó transformar en una broma una posición que podía convertirse en una
amenaza para el grupo.
En Moishe House en cambio se observa una mayor libertad para manifestar
diferentes opiniones, quizás porque los diálogos se establecen en pequeños grupos. En
Shabat por ejemplo se reúne gente con diferentes conocimientos de las prácticas y
tradiciones y el objetivo es integrar a todos. En El Lazo, como se mencionó
anteriormente, la voz autorizada es la de Shlomo Levy pero cuando sobre el final se
abre el espacio para preguntas y se pueden escuchar voces disidentes, él, como también
se dijo, logra cancelarlas poniendo siempre por delante la palabra de la Torá, aunque lo
38 Atípico sería no haber transitado por ningún espacio judaico durante la niñez o adolescencia, ya sea un colegio de la red escolar judía, un grupo de socialización no formal durante la juventud (tnuot), un country o club (como Macabi o Hacoaj). 39 Goffman, E., Ritual de la interacción, Tiempo Contemporáneo, Buenos. Aires., 1970, pág. 37.
50
hace de un modo muy cordial, de manera que oculta el discurso unívoco. Se observa en
todos los casos un apego a las reglas de conducta, tipificándose las mismas, de modo
que quedan establecidas las formas de actuar y de dirigirse dentro de cada grupo.
En todos los casos analizados los coordinadores tienen el control de la
orientación del discurso y son ellos quienes organizan los tiempos y las actividades. De
acuerdo a lo observado, aunque hay mayor predisposición para el libre intercambio de
ideas en un caso que en otro, las voces disidentes sólo pueden aparecer en los momentos
habilitados o en charlas de grupos reducidos, ateniéndose a las consecuencias que estas
provoquen. Hay respuestas esperadas (mostrarse afectado con el relato de la señora que
sobrevivió al Holocausto o no defender los ataques de los árabes contra Israel ni la
“asimilación”) y una posición contraria a estas podría provocar una situación disruptiva
que tal vez sólo pueda componerse recurriendo a la expulsión de los estos individuos de
los grupos.
Se puede concluir que se espera de los asistentes, en todos los casos, mucho más
de lo que se dice. “Las reglas de conducta –continúa Goffman- hacen impacto sobre el
individuo en dos formas generales: directa, como las obligaciones (…); indirectamente,
como expectativas”40. Así se observa que en El Lazo los hombres cuando ingresan
deben colocarse la kipá41, acto que ya está naturalizado y que no se discute por los
asistentes, al igual que está establecido que sólo se pasa al bar cuando Levy finaliza su
conferencia y como anfitrión los invita a trasladarse de lugar, de modo que raudamente
la gente se amontona en la puerta. En Moishe House se realizan los rituales de Shabat
(encender las velas, bendecir el vino y el pan) y los asistentes deben participar de las
mismas, conozcan o no de qué se trate.
40 Goffman, E., Ritual de la interacción, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1970, pág. 50. 41 Solideo: pequeña gorra que deben utilizar los hombres en algunos centros religiosos como señal de respeto.
51
Mientras tanto, en Punto Il a lo largo del curso se distribuye material de lectura y
se establece un acuerdo tácito de participar en el anuario que, como se mencionó,
produce el grupo al final del curso. Es así como se asume que entre los integrantes hay
un interés y un seguimiento durante el año de las noticias que se publican acerca de
Israel, el judaísmo y el conflicto en Medio Oriente. Durante los encuentros en los que
participé se distribuyeron los doce meses del año entre los participantes (yo incluida) y
cada integrante se veía en la obligación de realizar una selección de las cuatros noticias
más importantes del mes que le tocara (ya sea por elección o por sorteo si algún mes
quedaba sin ser cubierto por nadie), para luego realizar un resumen de las mismas (ver
anexo), bajo la supervisión de Agustín.
Se observa cómo los que parecían a simple vista ámbitos con libertad para
circular y sin compromisos (gratuitos, sin inscripción, y que no le piden al asistente
dinero ni la firma de un acuerdo a cambio) funcionan con un orden social que responde
a ciertos fines y que coloca a los jóvenes en el lugar de actores de los que se espera que
contribuyan a la interacción de acuerdo a las normas establecidas. La pertenencia no es
gratuita, se construye en un acuerdo tácito de participación en las actividades y de
integración dentro del grupo. Para integrarse es necesario conocer las reglas y
respetarlas, y, de este modo, legitimar los discursos que circulan dentro de cada grupo.
Comprender los mensajes, actuar de acuerdo a lo esperado y asumir una actitud que
responde a los parámetros que tácitamente se establecen en cada uno de los espacios
será fundamental para la supervivencia.
5.3.1. Conflictos de intereses
Tensiones con los pepinos
52
En caso de no responder acorde a lo esperado por las instituciones y por el grupo se
“corre el riesgo” de resultar tildado de “pepino”. En cada uno de los lugares visitados se
hizo referencia a ellos: aquellos sujetos que transitan por los todos los espacios, sin
discriminar y con asiduidad, personas que los otros catalogan como “molestas”. En
Moishe House dicen que cansan sobre todo a las mujeres y que tratan de evitar
invitarlos, pero que siempre terminan enterándose de las actividades. En El Lazo
también es posible encontrarlos: se sientan al lado de una chica, charlan durante la
conferencia, tratan de sacar su teléfono y preguntan sin vueltas si tiene novio. Durante la
cena se quedan y van por más. No suelen aceptar un no como respuesta en lo que dura
la actividad.
En Punto Il es más difícil hallarlos, pero podría haber alguno entre los
denominados “paracaidistas”. Siguiendo el uso que estuvimos haciendo de las
categorías de análisis de Goffman, podríamos afirmar que los pepinos no estarían
actuando cómo se espera de los asistentes, de acuerdo a las reglas establecidas por el
orden de la interacción, siendo inoportunos –es decir, actuando como “pepinos”- e
incomodando a los otros, quienes sintiéndose ofendidos pueden reaccionar apartándose,
desconociéndolos o agrediéndolos. Estos individuos quedan estigmatizados como
personas con características indeseables por quienes se consideran “normales”. Se
construye una teoría acerca de ellos, basada en lo que se consideran defectos de
carácter, para dar cuenta del peligro que representan para el grupo y, discriminándolos,
sin que se les diga directamente, se los castiga intentando excluirlos del grupo.
Se establece así un proceso de interacción constituido por un grupo de actores
sociales heterogéneo, que tienen distintos propósitos, intereses, objetivos y valores
respecto al escenario: están los asistentes, los organizadores o coordinadores y la
institución desde la que se habla. Se pueden hallar en un mismo contexto culturas o
subculturas diferentes. Y si, en consecuencia, “de ello resulta que diferentes actores
53
puedan tener distintas construcciones preceptuales de un mismo escenario, distintas
síntesis de lo percibido y distintas interpretaciones de ello”42, por diferentes motivos a
todos les interesa la supervivencia de ese escenario. Es por eso que, en el proceso de
comunicación, intentarán llegar a un consenso, según el lugar de poder que cada uno
tenga y viéndose más afectados los intereses de uno que los de otros.
Los Baal Teshuva vs. Los asistentes
Quienes trabajan en El Lazo con Levy son jóvenes que empiezan a cumplir los
preceptos del judaísmo ortodoxo, convirtiéndose a la ortodoxia a partir de un proceso
conocido como teshuvá (el regreso a la observancia integral de la ley judía). A
diferencia de los asistentes, ellos sí tienen clara la misión de Jabad, concuerdan con esta
y tratan de implementarla todos los jueves en un trato amigable con los jóvenes que
asisten a las charlas, colaborando en el bar y estando atentos ante cualquier cosa que se
necesite durante la actividad. Ubicándose en un lugar de poder, orientan a los asistentes
respecto de dónde sentarse, reclaman que se complete la ficha de datos personales,
piden silencio si la gente habla durante la conferencia, y los hombres luego se encargan
de repartir la bebida durante la cena.
Evidentemente muchos de ellos fueron alguna vez jóvenes que se acercaron
como cualquier asistente y que terminaron inclinándose por un judaísmo ortodoxo.
Según relataba Julián, un ex empleado, respecto a Jabad: “Ellos nunca te van a decir
tenés que cumplir, como otros que son mucho más coercitivos y rápidos en sus procesos
de conversión”. Explicaba que creen que tu alma en algún momento te va a pedir
involucrarte más. Además aportaba el dato de que “a la gente que empieza a cumplir
Shlomo le deja de dar bola; cuando empezás a crecer en judaísmo te expulsa, porque su
42 Robirosa, M.: “Articulación, negociación y concertación” en Acto Social, Año V, Nº 16, 1996.
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objetivo es captar gente que esté totalmente alejada”. De aquí nace entonces una puja de
poder entre los dos grupos de jóvenes, que no se hace evidente para mantener el
escenario: unos se sienten con la capacidad de moverse y opinar libremente, mientras
los otros tienen un claro modelo a seguir (lo que dice la Torá y que es transmitido a
través de la palabra del rabino).
Se produce también cierta tensión frente al proceso de conversión interna y el
pasaje entre distintas fases del involucramiento: cuando estos jóvenes cumplen con el
ideal de su mentor llamativamente dejan de tener su atención, pero durante la actividad
están a su lado para cualquier cosa que él necesite, como una prueba viviente de que se
puede lograr aquello que Levy pregona e incluso para motivar a otros, con un trato
cercano, manifestándose felices por su decisión.
Durante los procesos de interacción se ponen en juego conductas e ideas y es
entonces cuando pueden surgir las tensiones entre los diferentes actores. Pero lo cierto
es que lo primordial parece ser la mantención del escenario, ya que estas diferencias no
llegan a convertirse en elementos perjudícales que pongan en crisis su continuidad.
Cada uno desarrollará sus maniobras para alcanzar sus objetivos particulares de acuerdo
a su conveniencia y sin poner en riesgo el orden establecido.
4. Las trayectorias se definen individualmente
Como se ha visto, los tres casos abordados deben responder a las demandas de todos los
actores y los momentos de tensión pueden llegar a poner en juego su credibilidad y la
supervivencia de los mismos. La estructura, de todos modos, está preparada para
continuar funcionando, aún cuando los asistentes circulen sin un objetivo claro ni un
profundo sentimiento de pertenencia con el lugar o cercanía con su gente.
55
Los circuitos no formales de socialidad juvenil judía parecen seguir el modelo
que definía el sociólogo Zygmunt Bauman en su libro Vida de consumo, cuando refería
que “la sociedad de consumidores es quizás la única en la historia humana que promete
la felicidad en la vida terrenal, felicidad aquí y ahora y en todos los ´ahoras´ siguientes,
es decir felicidad instantánea y perfecta”43. Con su permanente oferta de actividades,
charlas y comida invitan y motivan a su público con múltiples opciones de socialización
y formación gratuitos. Aunque, como ya se mencionó, nada es realmente gratuito: a
cambio (aunque no se note a simple vista) existen ciertos requisitos, como ser judío (de
ambos padres o madre judía en El Lazo y que alguno de los dos provenga de esta
religión o ambos en Moishe House y Punto Il), ser joven (estar en el rango de edad que
estipulan los organizadores y que va desde los 18 hasta los 35 años), tener alguna
motivación para acercarse (respetar los requisitos de un asistente) y detentar cierto
poder adquisitivo (no necesariamente riqueza, pero sí una estabilidad económica que
implique poder tomarse un colectivo, no llamar la atención con la vestimenta, llevar
alguna bebida a la cena de Shabat, etc).
Subyace la creencia de que, al integrarse a esos marcos de socialización donde
los jóvenes encuentran sentidos compartidos, estos terminarán sintiendo esos espacios
como propios. De modo que, en este contexto de hibridación, donde la identidad –al
decir de García Canclini- se vuelve “políglota, multiétnica, migrante” las organizaciones
comunitarias se readaptan para ofrecer lugares concretos de pertenencia e identificación,
flexibles y exclusivos. De hecho Levy insiste con que en El Lazo “no se da una verdad a
medias”, con esto quiere decir que él le ofrece a los jóvenes respuestas a sus preguntas y
“recomendaciones” ante la incertidumbre. Por ejemplo, plantea que hay que salir con
“gente que quiera lo mismo que uno, porque si no es así desde el comienzo las
relaciones estás destinadas al fracaso”. Aquí se observa cómo implícitamente hace
43 Bauman, Z., Vida de consumo, Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2007, pág. 67.
56
referencia al casamiento entre personas judías, una de las cuestiones que define la
“misión” comunitaria, y por ende de sus dirigentes, aún cuando, no todos los jóvenes
asistentes parecen tenerlo tan en cuenta ni percibirlo con claridad.
Sin llegar al punto extremo donde su ubica el discurso de la ortodoxia, los otros
dos casos también les ponen al alcance de la mano a los jóvenes algunas respuestas
(quién soy, de dónde vengo y a dónde voy) a sus dudas existenciales, que empieza por
diferenciarlos de “lo Otro” (lo no judío) y luego presentar los beneficios que implica
estar “de este lado” (el lado del judaísmo). Es así como la problemática identitaria
adquiere un lugar central cuando desde las propuestas institucionales es la identidad
compartida la que termina por nuclear e integrar; a través de ritos, símbolos, historia y
marcos sociales. En este aspecto desaparecen las diferencias que puede presentar cada
institución y todo el universo de ofertas no formales se unifica con un mismo objetivo y
legitima un discurso: que los jóvenes estén dentro del marco comunitario, que
consuman todas las propuestas mientras “circulen por dentro” y no por fuera, ya que
entonces podrían “contaminarse” con lo no judío y elegir otro camino (el abandono de
la pertenencia judía por desinterés o la formación de familias “mixtas”).
4. 1 De la pasión a la pasividad: distancia entre la oferta y la demanda
Para entender cómo actúan los consumidores (en este caso los jóvenes asistentes) es
necesario retomar a García Canclini, quien define el consumo como “el conjunto de
procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los
productos”44. De modo que, el consumo no sería sólo un simple proceso de adquisición
de bienes o de satisfacción de necesidades, sino que se trataría de un escenario de
disputas y también de integración.
44 García Canclini, N., Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México, 1995, pág. 42.
57
Las diferencias que se observan entre los tres espacios analizados aparecen
claramente luego de asistir a algunas de las actividades. Así El Lazo funciona como un
lugar de “levante” (donde se conocen hombres y mujeres y se forman parejas), Hillel
como un ámbito estudiantil de profesionalización y Moishe House como un lugar de
socialización. En El lazo los hombres se acercan a las mujeres para pedirles el teléfono,
en cambio en Punto Il la gente prefiere demostrar sus estudios (en cierta ocasión
empezaron a ver quién era doctor, quién licenciado y quién tenía un título terciario) y en
Moishe House no todas las ofertas tienen que ver con la religión, sino con que la gente
circule por el lugar. Por otra parte, los tres están atravesados por el tema búsqueda de
pareja, aunque en Punto Il no sea tan explícito.
Los asistentes tienen el poder para negociar los límites de su participación, ya
que para las organizaciones lo más importante es su asistencia. De acuerdo a lo que se
les ofrece, como se mencionó, muchos van a ver de qué se trata y circulan por diferentes
espacios sin rendir cuentas, otros buscan un marco de pertenencia para hacer amigos o
encontrar una pareja y están también los que se acercan por los contactos profesionales
que le serán útiles en su formación profesional y académica. El tema de la religión
también aparece en su búsqueda, ya sea porque quieren conocer a una persona judía
para salir o porque surgió en ellos la necesidad de conectarse con ese aspecto de su
identidad y piensan que en esos lugares pueden encontrar a alguien que tenga
expectativas parecidas.
Cuando se los consultó acerca del por qué de su asistencia respondieron “el
sentimiento de comunidad”, “el hecho de ver gente nueva y distraerme un poco de los
problemas personales” o “lo importante es mantener el marco judaico”. Así procesan lo
que las instituciones les proponen para sacar su propia conclusión: “Uno nace con una
religión, puede de grande seguir practicándola o no”. En la misma línea, otro expresó
que “esta herencia intrínseca se ve afectada en la actualidad puesto que con tanta
58
globalización, información, desinformación, y la exaltación de valores individualistas a
veces uno tiende a infravalorarla o menospreciarla”. Los jóvenes hacen uso de los
servicios que les ofrecen pero también realizan una apropiación selectiva del discurso,
que acomodan a sus propios valores, deseos y necesidades, complejizándose aún más la
trama. Los asistentes pueden percibir la transmisión del mensaje y no necesariamente
internalizarlo como un discurso propio.
También lo que buscan los asistentes, aunque posiblemente no sean conscientes
de ello, son maneras de decirse y de pensarse en el encuentro con otros “como uno”
(judío) y en contraste con el Otro (no judío). Y es, como bien analiza Stuart Hall, en esa
reiterabilidad que hallan cierto bienestar, así como una manera de poscionarse en el
discurso, la construcción de un tipo que funcionaría como parámetro. Esa posición de
privilegio que implica pertenecer y ser parte funcionaría como tal tanto para el adentro
como para el afuera, ya que también presenta cierta característica que la asocia con las
estrategias de reproducción social, en la medida que también funciona como un recurso
que posibilita el acceso y conformación de redes de relaciones y contactos.
En virtud de lo expuesto, quizás las libertades externas sobre quién y cómo ser,
internamente no sean tan libres. Quizás el “gancho” identitario de estas propuestas
institucionales -el retorno a “las raíces” como una “vivencia”, retomar la historia que
tejieron los antepasados a lo largo de generaciones y, junto a otros, revivir, recrear y
reconstruir ese legado- radique en su carácter “decontracté”. Al no pedirles a los
asistentes que firmen ni paguen nada, ya que el compromiso es de palabra, la libertad de
movimiento estaría hablando de una elección. Los jóvenes, en plena búsqueda de
respuestas, con su sola procedencia, ya se convierten en queribles miembros de ese
grupo exclusivo. En este pacto de negociación ambas partes parecen salir ganando
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4. 2. Juntos, pero no revueltos: respecto a la integración y las expectativas
¿Cuándo la participación se convierte en integración? ¿Se trataría de una pertenencia
que abarca singularidades? ¿Qué pasa cuando alguien se aleja? Pablo Hupert45, en un
ensayo, expresa que la decisión de conectarse con lo judío es una contingencia. Según
explica, la contingencia llevaría a los jóvenes a recorrer caminos no institucionalizados
que también comprende como “caminos judíos”, ya que “la marca judía sería un dato
imborrable”. ¿Pero cuándo los caminos se convierten para los asistentes en judíos o no
judíos? ¿Y cómo se objetiva un sentimiento (en este caso, respecto a la religión)? La
línea de pensamiento de Hupert seguiría lo que plantean desde las instituciones: trabajar
desde la diferencia que da cuenta de un núcleo común. De este modo, los asistentes
podrían identificarse en el reconocimiento de esa historia compartida y a partir de los
ritos comunes, estableciéndose una lógica dentro de las generalidades. Pero en la
práctica ni los asistentes parecen estar “marcados” por su judaísmo ni las instituciones
parecen tener la capacidad de encontrar y tocar esa fibra. Es así como optan por
aggiornar sus propuestas a la realidad que habitan los jóvenes y se proponen como un
mercado de espacios flexibles y abarcativo, conformado por múltiples ofertas.
Claramente no existe una necesidad natural que lleve a los asistentes a participar
de esos espacios, sino que se da un proceso de apropiación que tiene que ver con una
distinción simbólica que implica la pertenencia a un determinado grupo social. En el
consumo se construyen las diferencias y, a la vez, se crea un sistema de significados
compartidos; configurándose sentido a la existencia. La definición de judaísmo queda
supeditada al ámbito individual (definida por la fe, convertida en un sentimiento interno
45 Hupert, P. ,“Jóvenes judíos fuera del judiómetro” en Nuevas voces para una nueva tribu, AMIA, 2009,
pág. 57.
60
o moldeable a cada circunstancia y acorde a la necesidad). Lo que prima entre los
jóvenes es una actitud de descarte, falta de compromiso, desinterés e individualismo.
Salvo los que encuentran pareja (El Lazo), hacen amigos (Moishe House) o hallan una
red de contactos profesionales (Punto Il), la mayoría está de paso; o toma lo que
necesita (si lo encuentra) para luego alejarse.
¿Cómo reaccionan las instituciones? Los coordinadores de los grupos no
profundizan en los por qué de la actitud de descarte y los responsables de las
instituciones entienden que deben ceder posiciones ante esta reelaboración y
apropiación de los mensajes si quieren atraer a los jóvenes. Al no reclamar un
compromiso terminan convirtiéndose en productos fácilmente desechables. Siguen la
política de “cuántos más, mejor”, se conforman con que pudiendo estar en cualquier
otro lado, los jóvenes opten por hacer uso de esa oferta. Mientras tanto, buscan líderes
comunitarios entre todos los jóvenes que se acercan y a veces los encuentran. Confían
en el cambio de actitud casi como si se tratara de una cuestión de fe. Atravesadas por la
lógica del consumo, tratan de mejorar su imagen, porque entienden que compiten en un
universo abierto y heterogéneo.
Los límites de cada propuesta tampoco quedan claros. La ritualidad, la
observancia, la adscripción y las competencias tampoco se cuestionan, y así se
desdibuja el discurso que las enmarca y legitima. Eligen correr el riesgo de atraer
personas alejadas a sus objetivos últimos al ofrecer una propuesta flexible en formato y
con una convocatoria abierta. Sin embargo, cuando se asiste y se empieza a hurgar un
poco más profundo estos fines aparecen y los jóvenes pueden disponer de su libertad
personal para elegir irse o quedarse. Pero como ellos tampoco tienen claro qué van a
buscar cuando se acercan, utilizan la oferta de acuerdo a sus necesidades y a sus
tiempos, mientras que quienes ya se encuentran alejados e integrados a otros espacios
ajenos a la colectividad no eligen retomar ese vínculo perdido o inexistente. Pudiendo
61
concluirse que, si bien las instituciones están en un proceso de cambio, luego de hacer
una lectura correcta de la situación, aún no logran dar con un proyecto acorde a ese
sector poblacional alejado del marco comunitario que las ocupa, y que la participación
de los asistentes en las actividades no se traduce necesariamente en un sentimiento de
pertenencia comunitario.
62
Conclusiones
En un momento de cuestionamientos y proyecciones como es la juventud, en un
contexto de pluralidad de estilos de vida y de cambio social acelerado, de fragmentación
y reconstitución de identidades, tanto la noción de juventud como la problemática
identitaria son cooptadas por el mercado. Específicamente dentro de la comunidad judía
se crean ámbitos de circulación para jóvenes, constituyéndose en la Ciudad de Buenos
Aires una importante oferta de educación y recreación, definida a partir de términos
como pertenencia y participación.
Tres casos concretos y contrastantes entre sí sirven como marco de referencia
para ser abordados, tanto desde la problemática comunicacional como desde la
identitaria, al analizar la construcción de la imagen y, a su vez, el funcionamiento de los
grupos a partir de las interacciones sociales. Se trata de una casa de convivencia y
actividades sociales (Moishe House Buenos Aires), un grupo de debate sobre Israel y el
conflicto en Medio Oriente (Punto Il, que nace desde la organización Hillel) y un
programa de conferencias dictadas por un rabino en un centro para la juventud
perteneciente a la corriente ortodoxa (El Lazo de Jabad Lubavitch).
Estos circuitos no formales de socialidad comunitaria nacen como espacios
“exclusivos” y “abiertos” de encuentro a partir de un acervo compartido, marcando lo
propio y lo ajeno al grupo. Con una amplia gama de propuestas, a simple vista parecen
tener todo para ofrecer y nada para pedir a cambio. Sin embargo, están sujetos a temas
que preocupan a la misión de las instituciones comunitarias, a saber, el alejamiento de
este grupo etario de los marcos comunitarios, alejamiento que no necesariamente
expresa desinterés, pero sí se entiende que está asociado a un decrecimiento de la
población judía, que a su vez iría a la par del crecimiento de las parejas mixtas y las
familias exogámicas.
63
Frente al temor al rechazo y el alejamiento de los jóvenes, los marcos de
socialización ofrecen espacios de puertas abiertas, sin explicitar sus fines últimos, y les
permiten a los asistentes circular libremente por todas las propuestas. Estas
convocatorias se validan en la concurrencia y, si bien algunos reclaman cierta
participación, no hay desde las instituciones un pedido expreso de inmediato
involucramiento ni compromiso futuro.
Las propuestas en el mercado de las instituciones que se orientan hacia los
jóvenes son muchas y ellos, mientras tanto, no suelen tener claro qué van a buscar. Las
motivaciones de aquellos que asisten son diversas: tienen que ver con la búsqueda de un
valor espiritual, afectivo, económico, laboral o académico. Se trata de búsquedas
personales que a veces encuentran en esos espacios de contención y socialización
respuestas a inquietudes suscitadas en el ámbito personal u oportunidades para
desarrollarse académica o profesionalmente. A los fines institucionales, importan los
que “se enganchan”, se olvida a los que huyen y se admite con ilusión a los que pasan a
ver de qué se trata.
Según se pudo observar y analizar en el trabajo exploratorio, los marcos en
cuestión no logran fundar un sentido de integración real. Trabajando con la contingencia
y la voluntad del otro, subyace en todo momento la posibilidad de perder su confianza y
su compromiso tácito frente a otra propuesta, ya sea intra o extracomunitaria. Lo cierto
es que todas las ofertas, si bien tienen perfiles diferenciados (hogareño, académico,
comunitario) y aún definiendo al judaísmo de modos diferentes, apelan al mismo
público. En sus dinámicas institucionales terminan siendo delimitadas por la lógica de la
oferta y la tiranía de la competencia. La dimensión del consumo atraviesa y define toda
la cuestión identitaria. Por lo cual las ofertas comunitarias se constituyen como espacios
de tránsito en donde la identidad judía es lo que activa la propuesta y desde donde se
64
intenta motivar a los asistentes, quienes pueden elegir quedarse y hacer suyas esas
motivaciones o alejarse luego de tomar aquello que les sirve.
Si bien el presente trabajo es de carácter exploratorio y requeriría mayores
profundizaciones, permite un acercamiento a la problemática, ofreciendo datos que
pueden complejizarse en un eventual análisis posterior. El lugar de las instituciones
religiosas como productoras de discursos y legitimaciones debe pensarse en torno al
campo judaico pero también puede vincularse con otros procesos históricos, ya que,
como bien pudo observarse, las consecuencias de las crisis sociales y políticas
repercuten en sus dinámicas. Las decisiones que toman tanto los referentes
institucionales a la hora de construir la oferta como los asistentes al momento de
concurrir a alguna actividad no son ajenas a lo que pasa en el resto de la sociedad. Así
mismo, un análisis de estas características permite propiciar una actitud de aceptación e
integración a la diversidad étnica, construyendo conocimiento y combatiendo prejuicios.
Se debe tener en consideración que las inquietudes que motivan a los jóvenes a
acercarse seguramente tengan que ver con sentimientos relacionados con su judeidad,
pero también con una búsqueda que va más allá de de una voluntad individual y que
está vinculada con la necesidad de respuestas y de proyecciones.
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Logotipo
Flyers de convocatoria
Punto Il Logotipo en Facebook
Banner del blog (http://punto-il.blogspot.com/)
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Flyer de convocatoria
Foto de miembros Foto de una actividad en sede Belgrano
Mail de Agustín sobre el anuario:
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ANUARIO: RECUERDEN QUE TIENE QUE ESTAR LISTO PARA ESTE FIN DE SEMANA. Octubre 2009: Stephi (me mando las notas en ingles, falta traducirlas) Noviembre 2009: Andi (ya casi esta listo) Diciembre 2009: Tati (terminado) Enero 2010: Vani (me mando las notas ahora respondo) Febrero 2010: Marce (no me mando nada) Marzo 2010: Jason (te mande las correcciones, espero la respuesta) Abril 2010: Dani (no me mando nada) Mayo 2010: Sergio y Maga (no me mandaron nada) Junio 2010: Hernan (no me mando nada) Julio 2010: Flor (no me mando nada) Agosto 2010: Abi (te mande las correcciones, espero la respuesta) Resumen de noticias de mayo que realicé para el anuario: 1) “Ataque a israelí a una flotilla humanitaria”, “Al menos 10 muertos en el ataque de Israel en Gaza”, titulaban los diarios el 31 de mayo de 2010. Llevaba ayuda humanitaria, viajaban activistas y fue atacado, se dijo. Se habló de brutalidad innecesaria y se llamó a una condena internacional. Como siempre, y de esto se trata este ejercicio, aparecieron otras campanas. Netanyahu, primer ministro israelí, argumentó que no tenían opción. “Este no era un barco del amor, era un barco del odio”, afirmó. Y explicó que en el choque, en el que murieron nueve personas, sus soldados fueron atacados con cuchillos, bastones y otras armas, por lo que abrieron fuego en defensa de sus vidas. La Embajada de Israel también salió a explicitar que “los organizadores y participantes sólo pretenden montar una operación de propaganda y no una verdadera misión de ayuda humanitaria. No es más que una provocación al servicio de las mentiras de Hamás”. Sin embargo, llámese error estratégico o mala prensa, el acontecimiento debió llamar a la reflexión. 2) El músico Charly García ofreció un show en el anfiteatro romano de Césarea para 3500 personas. de buen humor y ante un público expectante, rompió el hielo con “Demoliendo hoteles”. Luego vendrían más de sus clásicos: “Rap del exilio”, “Cerca de la revolución”, “No voy en tren” (con una traducción en hebreo). Recorrió su carrera, con una espectacular puesta de sol en el Mar Mediterráneo. Ya sobre el cierre del espectáculo, Charly recibió el título del Embajador de la Paz y de la Música. “Nunca pensé ver en un coliseo romano en Israel banderas argentinas y de Say No More y creía que iba a haber un público más frío pero fue al revés. Me superó”, expresó el Sui Generis. 3) El Jerusalem Post publicó una lista de los 50 judíos más influyentes del mundo, entre los que figuraron nombres que van desde la política, hasta la tecnología y las artes. Para hacer la selección tuvieron en cuenta su acceso al poder, la capacidad de influencia y el talento individual. Los elegidos fueron (sigue con el listado).