Tesina de Comunicación: "La identidad como consumo"

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Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Sociales Carrera de Ciencias de la Comunicación Tesina de grado La identidad como consumo: Tres ofertas comunitarias no formales para jóvenes judíos. Julio de 2011 Alumna: Magalí Sztejn DNI: 30.037.166 Tutor: Javier Pelacoff

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Sztejn, Magalí; “La identidad como consumo: Tres ofertas comunitarias no formales para jóvenes judíos”, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2011. Resumen: Este trabajo se centra en los modos en que las instituciones de la colectividad judía comenzaron a desarrollar circuitos no formales de socialidad para acercar a los jóvenes que consideraban que se encontraban “dispersos”, en la medida en que no participaban de marcos judaicos. En el contexto de una sociedad fragmentada y signada por el consumo, buscaron la manera de atraer a un público joven alejado de la comunidad, con necesidad de proyectarse hacia el futuro y, a su vez, inmerso en un mercado donde las ofertas se renuevan constantemente.

Transcript of Tesina de Comunicación: "La identidad como consumo"

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Ciencias Sociales

Carrera de Ciencias de la Comunicación

Tesina de grado

La identidad como consumo: Tres ofertas comunitarias no formales para jóvenes judíos.

Julio de 2011

Alumna: Magalí Sztejn

DNI: 30.037.166

Tutor: Javier Pelacoff

“Solamente si la búsqueda de una identidad puede ayudar al intelectual judío en su lucha por un futuro mejor para toda la humanidad, ella queda plenamente justificada desde mi punto de vista”. Isaac Deutscher en el libro Los judíos nos judíos.

“No sé si puedo aguantar más esto de que me aprecien o me quieran a pesar de ser alemán. (…) Veo que aquí la gente no me contempla como lo que soy, sino como un fantasma, una abstracción que es fruto de un prejuicio. Y porque me dan una oportunidad, pero al mismo tiempo me obligan a demostrar mi inocencia”.

Fragmento del cuento “La circuncisión”, en el libro Amores en fuga de Bernard Shlink.

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Índice 1. Presentación 4 1.1. Objetivo general 6 1.2. Objetivos específicos 6 1.3. Metodología y validación 7 Unidades de análisis 7 Delimitación espacio temporal 8 Actividades de investigación 9 Dimensiones de análisis 9 2. Antecedentes 11 2.1. Autoetnografía 23 3. Tres del montón: El por qué de los casos 27 3.1. “La Moishe”: Moishe House Buenos Aires 28 3.2. Los aficionados: El grupo Punto Il de Hillel 29 3.3. Manual para el buen joven judío: Centro para la juventud El Lazo 31 4. Cada cual atiende su juego: Dimensiones de análisis 34 5. La identidad como consumo 38 5.1. Juventud, divino tesoro 38 5.2. No todo es lo que parece ni todo lo que es aparece 42 5.3. Construir semejanza desde la diferencia 48 5.3.1. Conflictos de intereses 52 Tensiones con los pepinos 52 Los Baal Teshuvá vs. Los asistentes 54 5.4. Las trayectorias se definen individualmente 55 5.4.1 De la pasión a la pasividad: Distancia entre la oferta y la demanda 57 5.4.2. Juntos, pero no revueltos: Respecto a la integración y las expectativas 60 Conclusiones 63 Bibliografía 66 Anexo 68

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Presentación

Frente a las los cambios sociales de las últimas décadas, derivados de las crisis políticas

y económicas; en el marco de una sociedad fragmentada y signada por el

individualismo, muchas instituciones de la colectividad judía decidieron modificar sus

dinámicas con el fin de atraer a un público joven alejado de la comunidad, con

necesidad de proyectarse hacia el futuro y, a su vez, inmerso en un mercado del

consumo donde las ofertas son muchas y se renuevan constantemente. Este trabajo se

centrará específicamente en los modos en que las comunidades comenzaron a

desarrollar circuitos no formales de socialidad para acercar a los jóvenes que

consideraban que se encontraban “dispersos”, en la medida en que no participaban de

marcos judaicos.

De este modo, muchos espacios de contención y socialización para los jóvenes

judíos empezaron a funcionar como una forma de responder a una crisis presente en

toda la sociedad, pero también a una preocupación intracomunitaria respecto a las

limitaciones de su convocatoria y al alejamiento de este grupo etario. Particularmente en

la Ciudad de Buenos Aires se constituyó una considerable oferta de educación y

recreación no formal, que ha dado lugar a una importante competencia interna entre

proyectos e instituciones del entramado comunitario

El presente trabajo se propone tomar como referencia tres espacios no formales

de socialización pertenecientes a organizaciones con diferencias significativas en cuanto

a la concepción de la condición judía y, por ende, con propuestas alternativas: una casa

de convivencia y actividades sociales (Moishe House Buenos Aires), un grupo de

debate sobre Medio Oriente (Punto Il que funciona en la organización Hillel) y un

programa de conferencias guiadas por el rabino Shlomo Levy (en el Centro para la

Juventud El Lazo de Jabad Lubavitch). A partir de las interpretaciones y conclusiones a

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las que se arribe, luego de realizar las observaciones y entrevistas, se compararán las

propuestas, tomando como base el análisis de la problemática del los jóvenes y la

postergación de la adultez, desde una mirada micro, que también implica abordar la

singularidad del fenómeno religioso y las características de la identidad judía en la

sociedad argentina.

Se trata de un recorte específico que se circunscribe en un problema mayor, que

se podría profundizar en posteriores análisis, con diferentes líneas de elaboración. En

este trabajo exploratorio, por un lado, abordaremos la problemática identitaria,

vinculada con los estudios de comunicación y cultura, al considerar la redefinición de

identidades colectivas como una cuestión central en el análisis. A su vez, se trabaja

sobre la dinámica institucional de los programas y la construcción de su imagen al

observar cómo se lleva a cabo la comunicación entre los diferentes actores y analizar las

interacciones sociales que tienen lugar en los tres escenarios. De este modo,

relacionamos cuestiones teóricas con problemas coyunturales vinculados con la práctica

profesional.

De acuerdo con lo expuesto, proponemos los siguientes interrogantes: ¿en qué

consiste hoy la oferta vinculada a lo comunitario de recreación y educación no formal

para jóvenes judíos en la Ciudad de Buenos Aires? ¿En qué se diferencian estas ofertas

entre sí? ¿Cómo es la relación entre la oferta y la demanda? ¿Importa más la cantidad de

gente que asiste, su participación en las actividades o su involucramiento comunitario?

¿A qué refieren las instituciones cuando hablan de “jóvenes judíos”? ¿Los que asisten se

sienten identificados como “jóvenes judíos”? ¿Cómo se relacionan las instituciones con

el afuera lejano (lo no judío) y con el afuera cercano (lo judío otro)? ¿En qué consiste el

criterio de restricción y el de pertenencia? ¿Qué motiva a cierto público joven a

socializar en los espacios de pertenencia analizados? ¿Están ellos conformes con su

participación en estos lugares y con las propuestas? ¿Hasta qué punto los espacios de

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sociabilidad condicionan y posibilitan los cursos de acción de estos actores, es decir, las

estrategias de reproducción de clase?

1.1 Objetivo general

Analizar la oferta comunitaria de recreación y educación no formal para jóvenes judíos

en la Ciudad de Buenos Aires, utilizada como un recurso para atraer a este grupo etario

a los marcos judaicos; que se propone como un espacio de socialización, de formación y

de contención, en una etapa de cuestionamientos y de proyecciones, y en un contexto de

cambio social acelerado. De este modo, explorar cómo se construyen, desde una

relación originada a partir del consumo y la prestación de servicios, los criterios de

identidad y pertenencia. Consiguientemente, al analizar los tres casos seleccionados,

examinar si la constitución de la demanda que sostiene el circuito coincide con las

expectativas institucionales.

1.2. Objetivos específicos

• Observar cómo y por qué se construye hoy una oferta comunitaria no formal

para jóvenes judíos.

• Definir qué se entiende por joven y judío desde las ofertas comunitarias de

recreación y educación no formal.

• Estudiar de qué modo se elabora institucionalmente la identificación con el

judaísmo y cómo repercute en los jóvenes que concurren.

• Analizar comparativamente los modos de convocatoria para determinar qué

recursos movilizan las instituciones en los tres casos de estudio para convocar a

su público.

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• Examinar la relación de las instituciones con el afuera (otras instituciones) y con

el adentro (su público).

• Indagar la distancia entre la demanda y los intereses institucionales que motivan

la oferta de los casos analizados.

1.3. Metodología y validación

Unidades de análisis

Si bien la oferta comunitaria para jóvenes existente en la Ciudad de Buenos Aires es

muy amplia1, fueron seleccionados tres espacios de carácter no formal que permiten

realizar un interesante trabajo comparativo, por el contraste de sus propuestas y el

marco en el que se desarrollan. Además se trata de tres casos que tienen un mínimo

grado de institucionalidad, de continuidad y de participación de los asistentes, lo cual

habilitaba la observación en un espacio físico durante un tiempo determinado, las

entrevistas con sus principales referentes y el diálogo con el público que concurría a las

actividades.

1 Los espacios con mayor reconocimiento institucional por su formalidad y continuidad son Menora (con sede en el templo de la calle Camargo y de la mano del rabino Isaac Sacca, ofrece programas socioeducativos de viajes y estudio, entre otras actividades esporádicas), Noar (con sede en el club Macabi, fomenta la cultura del deporte), Dor Jadash (actividades de estudio y recreación con sede en el templo de la calle Murillo), Marom (actividades para jóvenes del movimiento conservador), Birthright (programa de viajes a Israel para jóvenes judíos que se aginan por sorteo, financiado por filántropos y que se enmarca en el programa mundial Taglit), Ma Kashur (centro cultural judío para jóvenes, patrocinado por Hejalutz Lamerjav, movimiento juvenil sionista), Sucath David Programs (programas socioeducativos de viajes y estudio, entre otras actividades esporádicas, financiado por el centro comunitario conservador Sucath David), Beit Scopus (talleres artísticos para jóvenes judíos, una iniciativa de la organización de servicios educativos BAMA, con el auspicio del Departamento de Hagshama de la Organización Sionista Mundial), Studio Shenkin (una iniciativa de AMIA Juventud el y Departamento de Hagshama de la Organización Sionista Mundial, que ofrece talleres abiertos a todo público). Luego hay otros espacios con un funcionamiento más informal, como Akim (un centro recreativo para personas con discapacidad, que cuenta con el apoyo del colegio Tarbut y la Fundación Judaica, desde la comunidad NCI-EMANU El, que pertenece al movimiento reformista), Judíos Argentinos Gays (integra a personas GLTB y también cuenta con el apoyo de la Fundación Judaica), Jóvenes Acoaj (organizan actividades esporádicas desde el club Acoaj), Limud Keshet (un encuentro anual de intercambio de experiencias y talleres, bajo la iniciativa del Joint), Net (otra propuesta del Joint que organiza actividades de debate para jóvenes) y el Grupo de Peter (de la mano de Jabad, surge como una propuesta social con la finalidad de encontrar pareja).

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Delimitación espacio temporal

El trabajo que se enmarca en la tesina de la carrera de Ciencias de la Comunicación se

llevó a cabo en la Ciudad de Buenos Aires, sitio que concentra, según un estudio

sociodemográfico publicado por la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), 244

mil personas judías del país2. Comenzó con un relevamiento para conocer los espacios

existentes en diciembre de 2009 y continuó con observaciones y entrevistas entre junio

y septiembre de 2010.

Por lo mencionado anteriormente, el trabajo estará centrado en:

- Moishe House Buenos Aires: una casa de convivencia ubicada en Villa Crespo que

funciona como punto de encuentro y reunión para jóvenes judíos, con actividades

sociales y recreativas.

- El grupo Punto Il de Hillel: un grupo constituido para reflexionar sobre el conflicto

árabe-israelí, en el marco de un multiespacio para universitarios judíos que cuenta con

distintas propuestas sociales y académicas, que tiene lugar en la sede de Belgrano o en

la sede Facultades (en el barrio de Once).

- Centro para la juventud El Lazo Jóvenes Judíos de Jabad Lubavitch: en el salón (que

ellos denomina “monoambiente”) ubicado en el bario de Palermo, donde todos los

jueves se ofrecen conferencias gratuitas, dictadas por un rabino y conectadas con

conceptos y vivencias judaicas, luego de las cuales se sirve comida y bebida en un bar

contiguo, que también pertenece a Jabad.

2 Jmelnizky, A.y Erdei, E., La población judía de Buenos. Aires., AMIA y Joint, Buenos Aires, 2005.

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Actividades de investigación

Este proyecto se propone tomar como referencia tres espacios no formales de

socialización para abordar la problemática identitaria y la problemática comunicacional,

analizando la construcción de la imagen y el funcionamiento de los grupos. En ese

sentido, se trata de un trabajo de carácter exploratorio e interpretativo que apunta a

conocer el circuito de la oferta comunitaria para jóvenes judíos en la Ciudad de Buenos

Aires en lo que respecta a las decisiones vinculadas a la dinámica entre la oferta y a la

demanda. Para ello se investigaron los trabajos publicados acerca del tema en cuestión;

y se realizaron entrevistas a dirigentes comunitarios y empleados de las instituciones.

También se efectuaron observaciones participantes donde se conversó con los asistentes

a las actividades para entender cómo funciona el circuito de socialidad y participación.

Asimismo se analizaron las piezas de comunicación en sus diferentes soportes: flyers,

afiches, redes sociales (Facebook), páginas Web.

Dimensiones de análisis

A través del vínculo entre las organizaciones y sus participantes, se propone analizar

dimensiones organizativas y comunicacionales, de modo de realizar un abordaje que

reconozca los distintos aspectos puestos en juego en este tipo de interrelaciones:

• Marco institucional

• Modo de operación

• Marco situacional

• Dinámica de intercambio

Consiguientemente, se podrá responder a las preguntas planteadas inicialmente y

corroborar, a partir del análisis, los modos en que las instituciones judías responden a

9

las necesidades de los jóvenes, sin perder de vista sus propios fines. Sin embargo, este

trabajo es sólo un primer acercamiento a un ámbito que posee muchas y variadas aristas,

dentro de un campo en permanente cambio, que va también modificándose en respuesta

a los hechos que se suscitan en la sociedad y que repercuten directamente en su público.

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2. Antecedentes

Para realizar el trabajo de investigación fue necesario profundizar en una serie de

conceptos y categorías provenientes de los estudios sobre comunicación y cultura, así

como desde la comunicación organizacional y la teoría de la acción social. También

resultó fundamental rescatar el lugar que ocupa la juventud dentro del ámbito

comunitario como un área problemática, convirtiéndola en eje de discusión, ya sea para

hacer un diagnóstico o para plantear líneas de acción. Así mismo, es objeto de análisis

desde ámbitos académicos, que la abordan retomando diferentes problemáticas.

Este trabajo se inspira, en primer lugar, entre otras fuentes, en los desarrollos y

concepciones de una antropología reflexiva, en tanto “una negociación constructiva que

involucra por lo menos dos, y habitualmente a más sujetos conscientes y políticamente

significantes”3. Como explica Rosana Guber: “Son los actores y no el investigador los

privilegiados para expresar en palabras y en prácticas el sentido de su vida, su

cotidianeidad, sus hechos extraordinarios y su devenir. Ese status de privilegio replantea

la centralidad del investigador como sujeto asertivo de un conocimiento preexistente,

convirtiéndolo más bien, en un sujeto cognoscente que deberá recorrer el arduo camino

del des-conocimiento al re-conocimiento”4. Desde esta perspectiva, la observación

participante y las entrevistas no dirigidas (sirviéndose de indicios, gestos, fragmentos

significantes) son métodos útiles para conciliar experiencia e interpretación. Como se

pudo observar en el estudio sociológico realizado por Damián Setton5, en el que aborda

el programa de estudio “Morashá”, donde el sujeto religioso se posiciona frente a un

auditorio de jóvenes judíos, ambas son herramientas útiles al momento de realizar un

3 Clifford, J., Dilemas de la cultura, Gedisa, Barcelona, 2001, pág 61. 4 Guber, R., La etnografía: método, campo y reflexividad, Norma, Colombia, 2001, pág. 13. 5 Setton, D., “Instituciones e identidades en los judaísmos contemporáneos. Estudio sociológico de Jabad Lubavitch”, Tesis de maestría en Investigación en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Ceil- Piette, Buenos Aires, 2009.

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trabajo de campo en los contextos de educación no formal. Así mismo, este trabajo

también aborda las herramientas de participación y las condiciones de posibilidad de la

interacción entre actores sociales con diferentes concepciones de lo religioso en el

marco del consumo de productos culturales, que, a su vez es atravesado por una

búsqueda de un sentido subjetivo personal.

Respecto a los espacios de socialización comunitarios también hay un trabajo

exploratorio que realiza un análisis básicamente comparativo entre dos propuestas

institucionales para jóvenes judíos (Casa Hillel y Jabad El Lazo)6; así como una tesis

que estudia la identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa

ortodoxa7. Si bien carecen de una profunda interpretación institucional y elaboración

académica, ambos presentan las tensiones que se manifiestan en estos grupos de

pertenencia, ya sea respecto a los jóvenes con los marcos comunitarios desde los que se

propone convocarlos o de los judíos en proceso de conversión a la ortodoxia con la

institución Jabad Lubavitch de Capital Federal.

Para comprender cómo funcionan los circuitos de socialidad para jóvenes en los

casos que se toman como referencia será necesario, entonces, analizar los modos por los

cuales los actores legitiman sus respectivas posiciones, en virtud de los procesos

analizables a partir de situaciones de intercambio en momentos y espacios

determinados. Para ello serán útiles los aportes de la teoría acerca del orden de la

interacción formulada por Ervin Goffman, quien concibe la existencia de un orden

social cuando “la actividad distinta de diferentes actores se integra en un todo coherente,

permitiendo el desarrollo consciente o inconsciente, de ciertos fines o funciones

6 Fidel, C. y Weiss, T., “Marcos para jóvenes judíos en edad universitaria: objetos de consumo y oferta cultural” en AMIA Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, Buenos Aires, 2009. 7 Libertella, M., “La identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa de Capital Federal”, Tesis de licenciatura, Universidad del Salvador, 2004.

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sociales”8. Si bien no se realizará un análisis de corte goffmaniano, su perspectiva

permitirá prestar atención a cuestiones tales como el mantenimiento de la identidad

personal, la cohesión e integración social y su articulación a partir de los problemas

“operativos”, con los que tanto analistas como actores sociales deben lidiar, a partir de

la puesta en juego de prácticas y reglas de procedimiento, que permiten recrear y

negociar el sentido.

En el acercamiento y abordaje de los tres casos seleccionados se observará que

presentan diferencias y características particulares en lo que respecta a la constitución

de cada oferta como tal, tanto en lo que refiere a su imagen transmitida como a aquella

que es percibida por los públicos. Este abordaje sobre los procesos institucionales y

cómo los mismos son comunicados a su público, que, a la vez, lee en ellos diferentes

mensajes, también se realizará retomando los conceptos desarrollados por Sanz de La

Tajada acerca del estudio de la imagen institucional de una empresa y su integración

conceptual mediante un enfoque estratégico de la comunicación.

Como se verá posteriormente en el análisis, la cuestión identitaria, aún con

objetivos y marcos disímiles, es utilizada por las instituciones para motivar, convocar y

nuclear a los jóvenes. De acuerdo a lo investigado previamente, esta decisión

institucional está fundada en trabajos de investigación como el estudio

sociodemográfico La población judía de Buenos Aires9, que realizaron conjuntamente

el Centro de Estudios de la Organización Mundial de Asistencia Comunitaria (Joint) y

la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) mediante encuestas anónimas en la

Ciudad de Buenos Aires y GBA. Allí, incluyendo todas las definiciones socialmente

reconocidas de judaísmo, obtuvieron el dato de que para un 88% de los encuestados ser

judío era una cuestión de herencia. Para realizar el trabajo se tomó como referencia a la 8 Goffman, E., Los momentos y sus hombres, Paidós, Barcelona, 1991, pág. 92. 9 Jmelnizky, A.y Erdei, E., La población judía de Buenos. Aires., AMIA y Joint, Buenos Aires, 2005.

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población judía autodefinida (quienes se reconocen como judíos, que llega a un 67%) y

la población judía no autodefinida (quienes responden a la definición halájica10 de

judaísmo, un 74% de los consultados), partiendo desde la definición de identidad como

un concepto dinámico, “como una construcción social, permanentemente redefinida en

el marco de una relación dialógica con Otro” 11.

En este mismo estudio se observa cómo está presente la continuidad de la

pertenencia judía concebida como un problema desde las instituciones, manifestándose

que el 43% de los matrimonios encuestados es exogámico (un miembro de la pareja no

tiene ningún tipo de ascendencia judía). Preocupación que se acrecentaría aún más a

partir del dato de que 3 de cada 10 personas que se autodefinen como judías se mueven

en grupos sociales que no están constituidos a partir de la pertenencia a la comunidad

judía. Descubren también que un 61% de las personas judías se encuentran

desvinculadas de los espacios institucionales, lo cual podría funcionar como una de las

causas de las parejas exogámicas.

Comprobar que mayormente las parejas profesan diferentes religiones

probablemente alarme a los dirigentes comunitarios y despierte el temor de la pérdida

del judaísmo en las posteriores generaciones. En ese sentido, los datos

sociodemográficos serían herramientas útiles al momento de justificar la necesidad

institucional de construir espacios de socialidad para los jóvenes, sobre todo cuando al

poner en juego el sentido común y los propios valores de los entrevistados (pidiendo

manifestar su acuerdo o desacuerdo con frases como “los judíos en la Argentina y en

cualquier parte del mundo comparten un mismo destino y futuro en común”) llegan a la

conclusión de que la formación identitaria actual conserva subjetividades (las

celebraciones, los lazos y recuerdos familiares, la música, la comida), que podrían

10 Para el judaísmo halájico, judío es la persona que nació de madre judía o quien se convirtió al judaísmo de acuerdo a los parámetros establecidos por la religión. 11 Candau, J., “Memoria e identidad”, Del Sol, Serie Antropológica, Buenos Aires, 2001.

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movilizarse, ya sea en la actualidad o en un futuro, para generar un acercamiento a la

comunidad. Como se podrá observar, en la gran oferta comunitaria para jóvenes hay un

intento de reactivar esos recuerdos familiares y sentimientos de pertenencia al concebir

espacios y actividades variadas que se proponen como marcos de socialización y

formación.

De acuerdo a las preocupaciones y posteriormente las intenciones que aparecen

en las instituciones comunitarias y a la utilización de la cuestión identitaria al momento

de generar convocatoria y también de sentirse requerido como público, podrían

retomarse las consideraciones de Stuart Hall respecto a la identidad como un concepto

estratégico y posicional que se construye en el discurso: “Uso identidad –define Hall-

para referirme al punto de encuentro, al punto de sutura entre, por un lado, los discursos

y prácticas que intentan interpelarnos (..) y, por otro, los procesos que producen

subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de decirse”12. De modo

que, las identidades se organizarían a través de la diferencia; admitiéndose así que

cualquier término positivo se construye a través de la relación con el Otro, con lo que él

no es y justamente le falta. “En este sentido –continúa Hall- las identificaciones

pertenecen a lo imaginario (…) y se reconstituyen de manera incesante y, por eso, están

sujetas a la volátil lógica de la reiterabilidad”13. Se podrá observar también cómo, en el

proceso de intercambio, la identidad, como bien explica Lawrenece Grossberg, es una

herramienta útil para la construcción de poder, ya que los individuos “están situados en

terminadas posiciones, cada una de las cuales permite y restringe la posibilidades de la

experiencia, de representar esas experiencias y de legitimar esas representaciones”14.

12 Hall, S., “¿Quién necesita identidad?” en Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, pág. 20. 13 Hall, S., (…), pág. 36. 14 Grossberg, L., “Identidad y estudios culturales: ¿no hay más que eso?” en Hall, S., Cuestiones de identidad cultural, Amorrortu, Buenos Aires, 2003, pág 167.

15

Para comprender cómo la oferta interpela a sus asistentes y cómo la demanda

reacciona a partir de sus propias expectativas será necesario considerar la dimensión

simbólica del consumo. Como se verá más adelante, las identificaciones y elecciones

que conlleva la definición identitaria son fundamentales al momento de realizar las

elecciones en el consumo y su utilización por parte de las instituciones será estratégica

para generar convocatoria. En este sentido es que se retoman los señalamientos de

Zygmunt Bauman, cuando afirma que en una sociedad de consumidores la satisfacción

de las necesidades no se acaba en la conformidad, sino que debe motivar nuevos deseos.

Por eso refiere que “el consumo es el mecanismo fundamental de transformación de

consumidor en producto”15. Sin embargo, como bien analizó García Canclini, no se

trata de una relación unidireccional, sino que la demanda puede no amoldarse a los

postulados de la oferta. En muchos casos las lecturas y usos de los consumidores suelen

diferir de los objetivos a alcanzar que los ofertantes previamente definen y proyectan.

Si bien no hay una creación pura por parte del consumidor, tampoco hay una

omnipresencia del emisor/productor. Según explica García Canclini, “cada objeto

destinado a ser consumido es un texto abierto que exige la cooperación del lector, del

espectador, del usuario para ser completado y significado”16. Es así como el consumo

no sólo se activa en función de las necesidades; sino que se genera un proceso de

apropiación de significados, valores y creencias; constituyéndose en un campo de

tensión y conflicto, de comunicación e intercambio, en un espacio de diferenciación

social y de distinción simbólica.

Justamente para analizar ese proceso y planear estrategias de inserción,

nuevamente el Joint en 2006, a través de su centro de estudios MEIDA, produjo el

documento Claves para comprender y atraer a aquellos que no asisten a las

15 Bauman, Z., Vida de consumo, Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2007, pág. 90. 16 García Canclini, N., “Los estudios sobre comunicación y consumo: el trabajo interdisciplinario en tiempos neoconservadores” en Diálogos de la comunicación, FELAFACS, Nro 23, México, 2007.

16

organizaciones comunitarias17. Según la información recabada en la Ciudad de Buenos

Aires, de 163 mil judíos autodefinidos, 6 de cada 10 encuestados no asiste a ninguna

organización vinculada a la comunidad judía. Sin embargo, destacan que 4 de cada 10

matrimonios dentro de la población judía no asistente son endogámicos (formado por

dos personas judías), lo cual estaría demostrando algún sentimiento de pertenencia o

voluntad de mantener la religión. Además descubren que un 89% de los encuestados

piensa que la identidad judía se constituye fundamentalmente a través de los lazos

familiares, mientras que un 30% de la población consultada se siente identificada como

judía sólo por identificación con referencias culturales generales. Muchas de las

estrategias aplicadas por las instituciones en la oferta comunitaria para jóvenes de la

Ciudad de Buenos Aires están postuladas en este estudio y las definen como “las claves

para atraer a los que no asisten”: generar modelos de asociación flexibles y tender a la

inclusión en el marco familiar, focalizando en los aspectos culturales de la identidad

judía, mediante el desarrollo de “segundas marcas” y emisores diferentes para evitar el

rechazo por prenociones. Es así como cambian los nombres de ciertos programas por

otros que consideran que pueden resultar más atrayentes o para que no se reconozca

directamente qué institución está detrás de cada propuesta (por ejemplo Morasha pasa a

llamarse Sucath David Programs y Studio Shenkin es una iniciativa de AMIA Juventud,

aunque nada en su nombre lo vincule con esta asociación)

Una vez determinadas las estrategias de convocatoria, se presenta otro obstáculo:

¿cómo definir la juventud? Si es el terreno del consumo uno de los ámbitos

privilegiados de definición de sentidos compartidos y categorías sociales, la cuestión de

las definiciones categoriales se presenta no sólo como un problema de demarcación para

17 Erdei, E., Claves para comprender y atraer a aquellos que no asisten a las organizaciones comunitarias, Meidá y Joint, Buenos Aires, 2006.

17

el investigador, sino también como uno de los modos en que los mismos actores

sociales se interpretan a sí mismos, a las situaciones en las que se involucran, y la

pertinencia de aplicación/negociación de criterios de pertenencia y exclusión. En este

sentido la cuestión de juventud en tanto categoría social sobre la que se centra el trabajo

es un campo de lucha a la hora de establecer sus fronteras, ya que no se puede hablar de

un grupo constituido a partir de una edad definida biológicamente. Las modalidades

sociales de ser joven dependen de cuestiones como la edad, la generación, el crédito

vital, la clase social, el marco institucional y el género. Como bien refiere Bourdieu, “la

juventud y la vejez no están dadas, sino que se construyen socialmente en la lucha entre

jóvenes y viejos”18.

Hay mucho material publicado desde el ámbito institucional sobre los jóvenes y

su participación en ámbitos de socialidad juvenil judíos (quizás basados en los trabajos

estadísticos mencionados anteriormente) que les sirven a los dirigentes y coordinadores

como guías para la reflexión y para orientar su trabajo. Por ejemplo, el economista

Bernardo Kliksberg19 y Enrique Grinberg20, representante para el Cono Sur de la

Organización Sionista Mundial (Hagshama), observan con preocupación el alejamiento

de los jóvenes del marco comunitario al abrirse a otros espacios (como el universitario)

y la describen como una de las poblaciones más difíciles de contener con propuestas

homogéneas. Entienden que los jóvenes carecen de una pertenencia histórica sólida al

judaísmo y reconocen que las comunidades los tratan como adolescentes. Ellos postulan

que se debe pensar un mundo judío para jóvenes heterogéneos con motivaciones

individuales y olvidarse del joven imaginario idealizado (que participa con gran

motivación, sentimiento de pertenencia y voluntad), lo cual se pudo observar que fue

llevado a la práctica en la variada oferta existente en la Ciudad de Buenos Aires.

18 Bourdieu, P., “La juventud no es más que una palabra” en Sociología y cultura, Grijalbo, México, 1990, pág. 164. 19 Kliksberg, B., “¿Qué pasa con los universitarios judíos?”, s/d. 20 Grinberg, E., “Juventud, crisis y liderazgo juvenil judío, Departamento de Hagshama, 2001.

18

En esta línea de reflexión y preocupación intracomunitaria, el trabajo de Adrián

Jmelnizky21 delimita como línea de análisis las pocas inversiones para jóvenes en edad

universitaria en proyectos que los integren a los marcos comunitarios desde jóvenes-

adultos y reconoce que se trata de un área conflictiva e incómoda para la comunidad.

Luego de hacer una revisión sobre el funcionamiento del trabajo con jóvenes desde la

década del 70 hasta la democracia (donde repasa que se produjo un fortalecimiento del

activismo hacia el interior, pero la democratización amplió las alternativas y surgió la

preocupación de conformar un marco social para asegurar continuidad), finalmente

sostiene que es el momento de aprovechar el fortalecimiento de las identidades

primarias (religiosas, familiares) y que se deben fomentar una pluralidad de alternativas

para atraer la mayor cantidad de jóvenes.

Se observa que los tres trabajos siguen la misma línea planteada en los estudios

sociodemográficos respecto a la problemática y que proponen dos características que

están presentes en las ofertas comunitarias para jóvenes: multiplicidad y flexibilidad.

Así se construyen socialmente diversos signos que tiene que ver con la juventud,

convirtiéndola en una mercancía de compra-venta, portadora de un conjunto de

características que podrían adquirirse y permitirían extender el tiempo “de ser joven”.

Retomando la afirmación de Mario Margulis y Marcelo Urresti, sería necesario

recuperar la historicidad y materialidad del término, y comenzar a hablar de juventudes

o grupos juveniles para “abarcar la multiplicidad de situaciones sociales en que esta

etapa de la vida se desenvuelve”22, condicionada por los marcos sociales. La moratoria

vital (concepto que iguala a todas las clases sociales) permite pensar a la juventud como

un período con un crédito temporal (la muerte está lejos), pero es la moratoria social la

que habilitaría a ciertos sectores sociales a un tiempo legítimo para dedicarse al estudio

21 Jmelnizky, A., “Aproximación a los últimos treinta años de trabajo comunitario con jóvenes judíos en edades universitarias”, s/d. 22 Margulis, M y Urresti, M., “La juventud es más que una palabra” en La juventud es más que una palabra, Biblos, Buenos Aires, 1996, pág. 14.

19

y la capacitación, y también podríamos agregar (a partir de algunas observaciones

realizadas en este trabajo) la auto-exploración identitaria.

En el marco de esta preocupación institucional y en el intento de convocar

jóvenes a partir de su identidad, el judaísmo tampoco es ajeno a un proceso de

simbolización. Por eso al tematizar la condición judía no es posible hacerlo en términos

demográficos. También la definición estrictamente confesional resulta restrictiva y poco

representativa del colectivo de referencia, aunque sí insoslayable para hacer un trabajo

de campo sobre el tema. Es así como será necesario abordar la religión desde las

perspectivas antropológicas: “Por una lado la filiación religiosa es una forma de defensa

y de protección hacia lo externo, y por otro representa una posibilidad, una oportunidad

más para utilizar en el medio, especialmente en el interior de la misma pertenencia y de

la red que implica, una enorme cantidad de relaciones intersubjetivas”23. Desde esta

perspectiva la religión implica ritos y creencias compartidos, tanto como grupos

organizados para transmitirlos y mantenerlos. Desde los aportes hechos por Glifford

Geertz se podría interpretar, entonces, a la religión como “un sistema de símbolos que

apunta a establecer en los hombres disposiciones y motivaciones poderosas y

duraderas”24.

En el extenso trabajo de investigación acerca de la comunidad judeoargentina en

el país Historia de los judíos argentinos, Ricardo Feierstein relata los enfrentamientos

internos y los posiciones respecto al contexto nacional e internacional, pudiendo dar

cuenta así de sus particularidades. De este modo, Feierstein analiza:

“Las pautas híbridas de la mayoría (…) generan una identidad confusa y

muchas veces discutida en grandes sectores de la comunidad, en la que 23 Cipriani, R., Manual de sociología de la religión, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, pág. 211. 24 Cipriani, R., (…), pág. 217.

20

juegan un importante rol los sentimientos de culpa (no ser un buen judío, no

haber emigrado a Israel siendo sionista, no respetar los preceptos religiosos

de los mayores, haber ascendido económicamente con brusquedad y

comprobar el propio analfabetismo cultural judío)25”.

Es así como el autor hace referencia a las implicancias que tiene en amplios sectores

poblacionales el alejamiento del ámbito comunitario quienes, aún definiéndose como

judíos, viven consiguientemente un desconocimiento respecto a los significados,

tradiciones, símbolos y valores del judaísmo. También en un intento por analizar los

cambios en la judeidad argentina, Fernando Fischman en su trabajo “Religiosos, no;

tradicionalistas, sí”26 da cuenta de que dentro de la comunidad judía se observa una

contraposición entre ciertos usos de de las referencias a “la religión” (como aquello

inmodificable) y “la tradición” (referencia cultural dinámica que permitiría una

recreación). En definitiva, la observancia ritual entendida como “religiosa” referiría a un

criterio confesional, de creencias; mientras que cabría la posibilidad de definirse como

judío por la herencia, por el contenido humanista de una tradición, por la relación con el

estado de Israel, por la cuestión lingüística; lo que permitiría establecer una diferencia

entre la pertenencia judía y la religión definida por la fe, y habilitaría las apelaciones a

la existencia de un judaísmo no religioso o religioso no judío.

Desde una perspectiva académica se pueden agrupar un conjunto de trabajos27

que, analizando la cuestión de la identidad desde la relación entre el adentro y el afuera,

arriban a la pregunta acerca de cómo ser judío fuera del círculo que imponen las

instituciones y respecto de la posibilidad de configurar una voz exterior diferente a la

25 Feierstein, R., Historia de los judíos argentinos, Planeta, Buenos Aires, 1993, pág. 263. 26 Fischman, F., “Religiosos, no; tradicionalistas, sí: un acercamiento a la noción de tradición en judíos argentinos” en Revista Sambatión 1, Buenos Aires, 2006. 27 Los trabajos mencionados son los de Marcelo Dimentstein, Pablo Hupert, Exequiel Siddig y Daniela Zeitune en Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, AMIA, Buenos Aires, 2009.

21

establecida. Contrariamente, como se pudo ver, la preocupación institucional pasa por

mantener a los jóvenes dentro de las instituciones, quizás por temor a que esa distancia

termine en un alejamiento definitivo. Por otra parte, otros trabajos28 se enfocan en el

vínculo histórico y familiar que define la pertenencia, pensando cómo lo instituido es

atravesado por la dinámica asimilatoria (en el proceso de integración con otros

colectivos religiosos y sociales). Se analiza cómo las formas de pertenencia y

conservación van variando acorde a los cambios sociales del devenir histórico, y cuan

difícil resulta sostener una identidad judía colectiva en un escenario de constante

dispersión. Esto aspectos, que en las instancias descriptas anteriormente los académicos

correctamente observan, podrían haber derivado en la existencia de variadas ofertas

comunitarias con una enorme flexibilidad y conceptos difusos acerca del judaísmo por

temor a perder a este grupo etario.

Mientras en algunos de estos trabajos se reflexiona acerca de la construcción de

la identidad en la permanente inestabilidad (como negación, marca y estigma), surge la

propuesta de crear un espacio amplio de estudio y comprensión que invite a participar y

también la preocupación por la trasmisión de vivencias que brinden significados de

pertenencia en colaboración con las instituciones. Dudas y resoluciones que, como pudo

observarse, aun siguen pendientes, y motivan aún más la concreción de un acercamiento

a los circuitos de socialidad comunitaria para jóvenes, con el fin de comprender por qué

y con qué particularidades funcionan los tres casos seleccionados, que se proponen

como espacios de encuentro e interacción a partir de una identidad compartida, que

varía de acuerdo a cada propuesta, y que a simple vista parecen estar a servicio y gusto

del consumidor.

28 En este caso, los trabajos agrupados son los de Sebastián Grimblat, Pablo Frenkel, Cynthia Fidel, Tamara Weiss y Damián Setton en Nuevas voces para una nueva tribu. Primer encuentro de jóvenes intelectuales, AMIA, Buenos Aires, 2009; y el de Javier Pelacoff en La cultura en la Argentina de fin de siglo, Urresti, M. y Margulis, M, CBC/UBA, Buenos Aires, 1997.

22

2.1. Autoetnografía

El trabajo de campo comenzó con el relevamiento de casos, luego con la selección y el

contacto con los grupos para ver cómo era la forma de participación. Inmediatamente

comprobé que al ser judía tenía muchas más posibilidades que una persona que no lo

fuera de ser invitada y aceptada a concurrir a cualquiera de los tres lugares. Esto se hizo

más evidente aún al acercarme a los sitios para hacer el trabajo de campo para conocer

sus dinámicas y a los asistentes: tanto organizadores como participantes mencionaban

lugares, personas y hechos vinculados al ámbito comunitario, lo cual requería de una

observación cuidadosa para recoger datos e identificar relaciones.

En la medida en que mi condición judía habilitaba a mis interlocutores a apelar a

presupuestos no necesariamente compartidos, el mismo trabajo de campo derivó en una

problematización de corte autobiográfico en relación con el colectivo de referencia. En

consecuencia, podría entenderse este “trabajo adicional” paralelo como un proceso de

autoetnografía, ya que el estudio de los casos resultó inseparable de la reflexión sobre la

propia historia. De este modo, fue necesario integrarse a la charla como parte del grupo

de estudio con una actitud de escucha abierta y libre de juicios, ya que por momentos el

involucramiento implicó sentimientos de exclusión ante el desconocimiento de ciertos

datos o la preexistencia de relaciones establecidas. Así resultó necesario combatir mis

propios prejuicios para impedir que estos distorsionaran el entendimiento de las

situaciones observadas. La descripción junto con la introspección permitieron reconocer

la diversidad individual dentro una comprensión integral de los casos analizados.

Para continuar avanzando en el trabajo de investigación, se entrevistó a los

principales referentes de los programas, quienes también accedieron, en general sin

inconveniente y algunos con ciertos reparos en difundir algunas cuestiones.

Reconocieron que el tema del presupuesto internamente podía generar polémica,

23

marcando así una distancia con el “otro interno” (la competencia, los otros programas e

instituciones) y acercándose al “otro externo” (los ámbitos no judaicos, donde no hay

una posición tomada respecto a estas propuestas, aún cuando esto se deba al hecho de

ignorar su existencia). Coincidieron en que hay poco o nada de material producido sobre

los programas para jóvenes judíos, lo cual demostró un desconocimiento provocado por

la falta de información y circulación, dado que al investigar los trabajos previos sí

encontré material generado, tanto desde el ámbito académico como desde el

comunitario, y algunos incluso están colgados en sitios Web, de modo que se puede

acceder a ellos gratuita y fácilmente.

Al tratarse de un ámbito más multitudinario, en El Lazo no tuve oportunidad de

hablar en privado con ninguno de los empleados para contarle sobre mi trabajo

previamente. La técnica de recolección de datos utilizada podría catalogarse como

“observación participante” y consistió en: asistir a las charlas, conversar antes del inicio

con los otros asistentes, escuchar las conferencias y luego pasar junto a todos al bar para

la parte “informal” (un momento para socializar y cenar o tomar algo). Sin embargo,

luego de asistir a una serie de charlas se volvió difícil retomar las observaciones, porque

el rabino Shlomo Levy, quien se posiciona como el organizador y demuestra tener el

control de todo lo que sucede en el lugar, manifestó ya haberme visto en otras

oportunidades y prioricé la necesidad de que me brindara una entrevista sin sentirse

previamente observado y juzgado, a la cual accedió luego sin inconvenientes cuando me

contacté con él a través de su mail personal.

Con punto Il y Moishe House fue diferente. En Punto Il el coordinador me

peguntó cuando asistí por primera vez qué me había motivado a acercarme, así que ya le

había adelantado que estaba trabajando el tema para la tesina de grado. También en

Moishe House tenía un contacto previo, por el cual me había enterado de la existencia

del lugar. De todos modos, como se mencionó, los más jóvenes al momento de conceder

24

las entrevistas tomaron una actitud defensiva respecto a la información que se les

solicitaba (más que nada datos económicos). Me preguntaron qué difusión iba a tener el

trabajo. Cuando les dije que sólo era para la facultad, se despreocuparon y siguieron

conversando sin problemas.

Claramente mi propia judeidad fue un factor importante para concretar el trabajo

exploratorio. Qué hubiese pasado, entonces, si alguien laico o que profesara otra

religión se hubiese propuesto el trabajo de campo que yo realicé. O, visto desde otro

lado, ¿qué pasaría si yo intentara replicar este trabajo en otra comunidad de la que no

formo parte? Seguramente en algunos sitios se hubiese complicado la participación. Si

bien, como decía antes, perteneciendo a la comunidad judía fue más fácil ingresar,

conocer gente, conseguir contactos y acceder a las entrevistas y testimonios; en las

entrevistas también apareció cierto temor por el análisis posterior, trasmitiéndose el

sentimiento de que yo (investigadora) era parte de la información que me proveían, de

modo que si llegara a “hablar mal” de ellos, estaría hablando “mal” de mí misma, de mi

propia historia. Me refiero a inferir cuestiones relacionadas con el formato de las

propuestas, con sus fines e incluso con la capacidad de los organizadores para llevarlos

adelante.

Está presente en el trabajo, desde la misma elección del tema, una posición de

identificación y a la vez de extrañamiento: si bien provengo de una familia judía, desde

niña no formé parte del mundo comunitario al no haber asistido a colegios, grupos no

formales de socialización, clubes o templos judíos. De todos modos, más allá de mi

propio sentimiento de cercanía o lejanía con la religión, para quienes están insertos en

esa dinámica yo sí integro ese mundo judaico, elija participar o no, ya sea, al decir de

mis interlocutores, por mi “alma judía” (El Lazo), por las tradiciones que heredé

(Moishe House) o porque mis abuelos tuvieron que emigrar de Polonia a causa del

nazismo (Hillel). Perteneceré siempre (aún no perteneciendo de manera integrada a un

25

grupo de pertenencia). Y pertenecer tiene sus privilegios, como el acceso a contactos,

viajes, capacitaciones, eventos; así como también dicho “privilegio” implica el reclamo

o mandato, directo o indirecto, de la no asimilación (formar una pareja judía y, más

adelante, conformar una familia judía). Y en el medio de privilegios y mandatos, la

pregunta, con mayor o menor fuerza, acerca de cuánto uno “respeta” y cómo lo hace.

Pertenecer implica elegir hasta dónde “observar, “cumplir”, y hasta dónde tomar –en el

sentido de apropiación individual-, a sabiendas de que “el otro” siempre va a “querer

que uno cumpla” y que “se integre”. Dicho de otro modo: si bien pudo fracasar la

apelación a los presupuestos que hicieran algunos de mis interlocutores, las “categorías

nativas”, en la medida en que puedo reconocer cómo operan en mí, más allá de

cualquier extrañamiento, no me son ajenas.

Se observan, entonces, explícita o implícitamente, valores, condicionamientos y

sentimientos que se buscan transmitir en estos marcos de socialización cuando se

convoca a los jóvenes con una aparente neutralidad y libertad de movimiento. Qué

hacen los jóvenes con eso, si lo reconocen y los descartan o lo asumen como propio

forma parte del siguiente análisis. Personalmente el haber transitado siempre por

ámbitos laicos me ubica en una posición externa, pero no excluyente; de modo que la

autoetnografía me permite un acercamiento desde la comprensión pero también de

distancia en el rol de investigadora, en un proceso que implica la reflexión de sí mismo

a favor de una concepción social e histórica del conocimiento, en este cruce entre

investigador e investigado que conecta la experiencia personal con el contexto.

26

3. Tres del montón: El por qué de los casos

Para realizar el trabajo de campo y posterior análisis comparativo se seleccionaron tres

programas de educación y recreación no formal. Estos espacios surgen como

alternativas diferentes a los clubes (espacios de encuentro familiares), las tnuot

(movimientos juveniles con fines educativos y sociales, ideológicamente definidos

como sionistas y, por lo tanto, vinculados con los partidos políticos israelíes) o los

programas de viajes y estudios (planes estructurados a partir de encuentros semanales

durante un año, con cuya asistencia se abona parte del viaje a Israel o Estados Unidos).

Son recursos, como bien se manifestaba en los informes desarrollados a nivel

intracomunitario, para incentivar el activismo, que funcionan como marcos

socialización e incluso propuestas políticas frente a la debilidad institucional y la

preocupación que manifiestan los dirigentes comunitarios por el proceso que denominan

como “asimilación”.

Luego de realizar el relevamiento se llegó a la conclusión de que los tres casos

elegidos mantenían cierta continuidad en el tiempo, que estaban dentro de un marco

institucional y permitían algún tipo de participación por parte de los asistentes. Además

no se requería entrevista ni inscripción previa para participar. Así mismo, apuntaban al

mismo segmento de público joven (entre 18 y 30 o 35 años), a quienes no se les pedía

ninguna constancia de judeidad29 para participar en sus actividades que, a la vez, eran

gratuitas. Además al diferir entre ellos tanto en las propuestas, en la metodología y las

formas de llevarlo a cabo, ya que funcionan en organizaciones con marcadas diferencias

en cuanto a la concepción de la condición judía (ortodoxo, conservador y reformista),

29 Podría solicitarse, por ejemplo, Certificado de Brit Milá (circuncisión), certificado de bat/r mitzva (celebración en la que se considera que los niños – a los 13 los varones y a los 12 las mujeres- alcanzaron la madurez para ser responsables de cumplir los mandamientos de la Torá, escrituras donde se recogen la historia y los principios del pueblo judío) o la ketuvá de padres o abuelos (certificado de casamiento por templo).

27

resultaba interesante analizar el contraste y, a su vez, comparar las diferencias en el

consumo. Los casos elegidos fueron:

3.1. “La Moishe”: Moishe House Buenos Aires

Se trata de una casa de convivencia ubicada en pleno Villa Crespo (un barrio donde se

concentran templos, colegios y espacios de socialización de la colectividad judía) que

ofrece actividades sociales y recreativas. Funciona como punto de encuentro y reunión

para jóvenes judíos entre los 18 y los 35 años. Entienden que esta franja etaria se

encuentra en el medio entre la universidad y la vida familiar por eso se proponen crear

actividades comunitarias atractivas, aunque aclaran que como muchos jóvenes a esa

edad tienen amigos no judíos, ellos también son bienvenidos en los programas de las

casa, lo cual habla de un judaísmo reformista.

Moishe House, según explican en el sitio Web oficial30, es “una organización

internacional que le provee a jóvenes adultos en sus veintes experiencias significativas”.

Para eso entrenan y sponsorean a jóvenes judíos líderes en diferentes países a que creen

casas para la comunidad judía. Esta iniciativa, que comenzaron en Estados Unidos en

2006 el joven universitario David Cygielman y el filántropo Morris Squire, ya cuenta

con 33 casas alrededor del mundo. Funciona subsidiando parte de la renta de las casas y

brindando un presupuesto a los residentes para que realicen entre tres y siete programas

al mes.

En la Moishe House Buenos Aires la gente que vive en la casa va rotando, ya

que esa es la dinámica de la propuesta. No se hacen búsquedas abiertas, sino que los

postulantes llegan generalmente a través de algún conocido. Los extranjeros se acercan

por conocer una Moishe House de otro país. Al momento de hacer el trabajo de campo

30 http://www.moishehouse.org/

28

residían allí Natalia, Axel, Mauro y Guido, cuatro jóvenes que están entre los 20 y los

35 años. Aunque no hay requisitos formales, ellos manifiestan que para ser aceptado es

necesario ser judío, saber inglés y ser amigo de los que viven ahí. “Si tenés padres

judíos pero no te movés dentro de la comunidad no servís para vivir en la Moishe

House. Tenés que tener contacto con la vida judía. Sino estás para asistir. Nosotros

usamos mucho nuestros contactos”, explican, dando a entender otro requisito implícito.

“La profesora de yoga es judía, podría no serlo pero tratamos de darle una ayuda. No es

que tiene que ser padre y madre judíos”, explican, ubicándose dentro una concepción

flexible del judaísmo, aunque también haciendo notar cierta preferencia.

Respecto a lo que busca la gente que se acerca dicen que comunidad,

pertenencia, un pareja y vida social. Sin embargo, aclaran: “Podemos decidir que

alguien no entre. Antes de ser la Moishe House es nuestra casa”. Moishe House tiene su

logotipo (ver anexo) pero la casa no tiene ninguna identificación por fuera. Prefieren

que en el barrio piensen que se trata de una casa de amigos donde hacen fiestas y

reuniones, y en Facebook nunca publican la dirección. Por eso creen que muchos de los

que se acercan son amigos o conocidos. En la casa se ofrecen tanto actividades gratuitas

(como cenas de Shabat, cine debate) y otras pagas por módicos precios (yoga, clases de

rock). Además siempre deben recibir a las personas que se acerquen para charlar y

socializar. En este sentido su horario de trabajo es de tiempo completo.

3.2. Los aficionados: El grupo Punto Il de Hillel

La casa matriz de Hillel está en Washington, Estados Unidos, y nació como la

fundación para la vida judía en los campus con el fin de crear un ambiente inclusivo,

humanista y pluralista para los estudiantes judíos. “Estamos abiertos a todas las

corrientes del judaísmo. Aceptamos la visión del judaísmo desde la ley del retorno,

29

recibir a los judíos que quieren volver a Israel, hasta con un abuelo judío. Parte del

principio que si los nazis te perseguían y te mataban por ser judío, nosotros como

comunidad también tenemos que contenerte”, explica Mariana, la directora de Hillel

Buenos Aires. Aunque luego, aclara que “ciertos programas, dependiendo de los

organizadores o de donde provengan los fondos, tienen el requisito del vientre

materno”.

En Argentina cuentan con cuatro centros académicos o multiespacios (Buenos

Aires, Centro, Norte y Córdoba) donde ofrecen cursos, talleres y eventos sociales, con

la meta de “involucrar activamente a quienes están alejados de sus raíces o no

encuentran un espacio comunitario de pertenencia, respetando los ritmos y las

necesidades de cada joven”31. En este marco en 2009 se creo el grupo Punto Il,

constituido para reflexionar sobre el conflicto en Medio Oriente y la actualidad judía

mundial. Consiste en encuentros semanales y gratuitos de debate, comandados por

Agustín, su creador y coordinador, un joven estudiante de derecho que trabaja como

voluntario. Hillel le da el apoyo económico, el espacio, la convocatoria y

capacitaciones. Considerando que no cobra por su trabajo, explica que lo organiza

porque le sirve a ambas partes: “Es un tema que me gusta y que me parece que falta

mucho en la comunidad. Segundo, estoy cómodo, trato de laburar de forma autónoma.

Y tercero porque me sirve. A partir de esto me becaron de una organización yanqui. El

día de mañana quiero hacer diplomacia y estoy armando una red de contactos

interesante”, argumenta.

En referencia a los asistentes, dice que el “elenco estable” (aquellos que asisten

semanalmente) son diez personas y que después hay muchos “paracaidistas” (gente que

se acerca para alguna conferencia o actividad especial y no vuelve), que algunos se

integran al grupo porque les interesa el tema pero que otros lo hacen por tener un marco

31 http://www.hillelbuenosaires.org.ar/quienes-somos.php

30

social. “Sin ánimo de agrandarlo, sé que es una gotita en un océano, con Punto Il

conseguimos que 20 pibes activen de forma gratuita. Ojalá podamos darles un viaje. Yo

no te regalo nada. Entrás y te doy dos tareas. Es activá conmigo. Somos todos iguales”,

analiza Agustín.

El joven voluntario intenta generar un compromiso y un intercambio. Se observa

que tiene la intención de que los participantes se apropien del grupo, dando alguna

clase, aportando material, opinando en la definición de los invitados, haciendo

preguntas y colaborando en la producción del anuario (material producido entre el

grupo, que publican al final del curso con un análisis de ciertas noticias destacadas

vinculadas con la temática). Punto Il, a diferencia de las otras propuestas, tiene una

persona que más que dirigir, guía y organiza la clase; no se ubica en un lugar de poder,

aunque está claro que como coordinador tiene ciertos privilegios (su palabra vale más

que la del resto y es él único que puede tomar decisiones por el grupo) y también

obligaciones (de él depende, por ejemplo, que el anuario se publique, le manden el

material o no, que asistan los invitados y que el grupo esté motivado, asista y participe).

Agustín tiene claro que su rol implica cumplir con el que siente el grupo como un lugar

de pertenencia, con a aquellos que buscan formarse en la temática y con las

expectativas de la organización (convocar y constituir un programa sólido que les

permita justificar los fondos).

3.3. Manual para el buen joven judío: Centro para la juventud El Lazo

El salón que denominan “monoambiente” ubicado en Palermo (en el Pasaje El Lazo, de

allí su nombre) es dirigido por el Rabino Shlomo Levy y pertenece a Jabad Lubavitch,

una corriente ortodoxa del judaísmo. Como toda corriente ortodoxa, Jabad considera

judío a aquel que nace de un vientre materno judío. De modo que al ingresar a las

31

conferencias le piden a los asistentes que completen una ficha donde figura el casillero

“apellido materno”, lo cual les permite seleccionar a la gente y si no son hijos de madre

judía amablemente invitarlos a irse. Como definió Libertella en su trabajo de tesis

mencionado anteriormente: “Los miembros de esta institución consideran a la religión

como un todo: una creencia, una práctica, un pensamiento y una filosofía que abarca y

regula cada momento de la vida”32.

Como la mayor parte de las corrientes de la ortodoxia, se los puede distinguir

por el uso de kipá o sombrero negro, trajes oscuros y barba larga en los hombres;

mientras que las mujeres se visten con polleras largas y brazos tapados hasta el codo por

lo menos y uso de peluca o boina para aquellas que están casadas. En Buenos Aires hay

distintas sedes de Jabad, guiadas espiritualmente por rabinos pertenecientes al

movimiento, que tienen al Rebe Menahem Mendel Schneerson como su líder y son

sustentadas por donaciones. Particularmente El Lazo comenzó en 2005 como iniciativa

de Shlomo Levy, quien alquiló el espacio y comenzó a desarrollarlo en el rol de

director. Según Julián, un ex empleado, funciona como una suerte de franquicia: “Ellos

tienen el know how (el cómo), viene el rabino Grunblattt (director del movimiento) y te

dice Abrila. Sabés lo que hay que hacer. El rabino se ocupa de buscarse sus

proveedores, que son los donantes que ponen la plata, y los clientes, que son los judíos

que vienen. Con Shlomo se da el caso de que él se ocupa sólo de jóvenes”.

Levy cree que los jóvenes necesitan un espacio para ellos. Dado que la juventud

se caracteriza por ser un momento de elecciones, entre las que se encuentran elegir una

pareja y decidir formar una familia, la política del movimiento Jabad Lubavitch hacia

los jóvenes se propone combatir la asimilación, y en particular los matrimonios mixtos

(entre personas judías con no judíos), que él define como “la unión entre un pez y un

32 Libertella, M., “La identidad religiosa de los judíos conversos a una institución religiosa de capital federal”, Universidad Del Salvador, 2004, pág. 37.

32

pájaro, no se pueden casar, salvo en la superficie”. Shlomo cuenta que “el Rebe decía

que el joven busca claridad. Los ejércitos son hechos por jóvenes no sólo por su fuerza

física, sino porque quieren dedicarse a su misión. Cuando las cosas son aguadas, media

verdad, no cierra, el joven no compra”. Además entiende que “el joven ve cuando hay

verdad y sinceridad. Acá no hay engaño, es lo que es. El joven se siente atraído a la

claridad que en el mundo no hay. No es que uno trae su alma, el alma trae su cuerpo”.

Como se verá después, Levy actúa como un guía y confesor, e incluso algunos jóvenes

que se acercaron a escucharlo luego se volcaron al judaísmo ortodoxo y hoy forman

parte de su staff.

Una forma que encontró para ocuparse de los jóvenes es ofrecer todos los

jueves conferencias gratuitas en las que él le habla a un auditorio compuesto por gente

joven acerca de temas actuales que cree que preocupan a la juventud (matrimonio

igualitario, aborto, infidelidad, clonación), vinculándolos con conceptos y vivencias

judaicas. La propuesta incluye luego una cena en el bar, que va variando cada semana

(puede ser sushi, hamburguesas, falafel). Las conferencias duran aproximadamente una

hora y media. Luego la cena puede extenderse hasta las 12 o la 1 de la madrugada y es

el momento en que se puede interactuar con otros asistentes. Si bien a lo largo de la

charla el salón se va llenando de gente, son pocos los que prestan atención. En general

la gente parece ir a socializar y algunos incluso sólo se acercan para el momento de la

cena.

33

4. Cada cual atiende su juego: Dimensiones de análisis Moishe House Punto Il El Lazo 1. Marco institucional

a. Origen y supervisión

Surge en Estados Unidos pero como no pertenece a ninguna institución del ámbito comunitario puede trabajar en red con cualquier organización. Los jóvenes que habitan la casa de ocupan de organizar las actividades. La supervisión está a cargo del referente para las casas de Latinoamérica, cuya oficina está en Washington, Estados Unidos.

Dentro del marco de la fundación Hillel Buenos Aires, es un espacio de debate abierto pero con una clara posición pro israelí del conflicto en Medio Oriente y con una mirada sionista de la religión. El curso lo coordina Agustín, con la supervisión de Mariana, la coordinadora de Hillel Buenos Aires.

El Lazo se enmarca en los objetivos de Jabad Lubavitch y cuenta con la aprobación del Rebe, quien reside en Estados Unidos. Funciona como una franquicia. Es una iniciativa del rabino Shlomo Levy, quien organiza las actividades.

b. Objetivos y sustentación económica de la propuesta

Buscan despertar y conectar a los jóvenes con el judaísmo desde la historia y las tradiciones, con una propuesta abierta y descontracturada, hecha por jóvenes para jóvenes. Los fondos vienen de Estados Unidos y parte del alquiler lo financian los inquilinos. Tienen propuestas gratuitas y otras pagas a bajo costo.

Se proponen armar redes entre los jóvenes judíos, ofreciendo un marco de contención, formación y socialización. Particularmente la actividad de Punto Il es gratuita. Si bien Hillel tiene empleados y fondos propios, Agustín es voluntario, como sucede en otras áreas académicas lideradas por voluntarios.

Intentan acercar a la gente joven a los conceptos de un judaísmo ortodoxo y formar parejas. Se financia por donaciones. La actividad de los jueves es totalmente gratuita.

2. Modo de operación

a. Modalidad de la convocatoria

Utiliza principalmente su grupo de Facebook, enviando consultas y

Contacta a través de su mailing y se comenta entre amigos y

Mandan flyers por mail pero El Lazo se caracteriza por los llamados

34

mensajes a sus contactos, y también el boca a boca.

conocidos. También está la información en la Web de Hillel y en el blog de Punto Il. Luego el coordinador hace envíos personalizados.

personalizados. Los mismos organizadores reconocen que no funciona el boca a boca al ser un lugar que no está bien visto (no es cool) entre los jóvenes.

b. Acuerdos entre la organización y los asistentes (explícitos e implícitos)

Es un espacio que debe recibir a los jóvenes que se acerquen y en el que hay libertad para circular libremente, salvo en las habitaciones. Aunque pueden entrar no judíos, y podría pasar porque no todas las propuestas son judaicas, se pretende que circule gente judía. Intentan hacer sentir a los invitados (sobre todo si son nuevos) como en su casa.

No hay compromiso de asistir semanalmente, aunque sí una insistencia por parte del coordinador y un compromiso que se asume con el grupo. Es un grupo para jóvenes judíos.

Se sabe que la gente va llegando a lo largo de la conferencia, más que nada para socializar. Al que no es judío se lo recibe pero se le hace notar que no es su lugar de pertenencia.

3. Marco situacional

a. Construcción del tiempo

El uso del tiempo depende de la actividad, ya que son variadas. No hay horarios, porque siempre puede alguien tocarles el timbre, aunque se asume que por la noche y la madrugada no atenderán. Cada uno de los que vive ahí también tiene sus actividades (trabajo y estudio).

El tiempo está prefijado por el tiempo de duración de la actividad y se acomoda según la actividad de ese día. Siempre empieza un rato más tarde, a medida que va conformándose el grupo, pero termina puntual.

El Lazo tiene dos momentos: la primera es una conferencia y la segunda, de comida y socialización, tiene lugar en el bar. La conferencia siempre empieza un rato más tarde (20 minutos) y no hay un tiempo límite de finalización de la cena.

b. Construcción del espacio

El uso del espacio depende de la

El espacio se organiza como una

La parte de la conferencia se

35

actividad pero siempre se hacen en la casa, ya sea en el salón o la terraza y los únicos espacios inhabilitados son las habitaciones.

ronda y no hay lugares fijos, salvo cuando se usa el proyector que lo maneja Agustín. A veces cambia la sede por alguna actividad especial. No está permitido circular por las oficinas y hay otras aulas en uso para otras actividades.

organiza como un auditorio en torno a un conferencista, que da la charla con un micrófono. Se van agregando sillas a medida que va llegando más gente. En el bar la gente se mueve libremente. No está permitido pasar a las oficinas.

c. Posición del/los coordinador/es

Los que viven en la casa funcionan como anfitriones. Apunta más a la amistad, con el objetivo de construir un espacio de circulación que sea acogedor como una casa.

Hay un coordinador pero se escuchan todas las voces y se abre al debate. El trato en las clases entre los participantes es bastante competitivo, aunque luego por mail se propongan salidas.

Hay una clara marcación durante la charla de que el conferencista (Rabino Shlomo Levy) es la voz autorizada, aunque tanto él como su staff buscan construir un vínculo con los asistentes, charlando y conociéndolos. Las chicas suelen agarrarle la mano a las mujeres, denotando confianza y cercanía. No hay contacto físico entre los hombres que trabajan ahí y las mujeres, porque la ortodoxia no lo permite.

4. Dinámica de intercambio

a. Motivaciones de los asistentes

Los jóvenes que concurren a son amigos o conocidos motivados por alguna actividad, gente sola que busca un grupo de referencia o una pareja, o personas que quieren tener

Muchos se acercan cuando hay alguna conferencia en particular que les interesa, como el debate con algún especialista. Otros son atraídos por la posibilidad de

La mayoría de la gente parece ir a buscar pareja, a encontrarse con conocidos, a conocer gente o a comer. Pocos prestan atención a la conferencia.

36

alguna vivencia judaica.

socialización entre judíos o para buscar contactos profesionales.

b. Magnitud de la convocatoria

Las fiestas son las que convocan más gente. La cena de Shabat es un grupo reducido que va variando. Las actividades culturales tienen menos convocatoria.

Tienen un “elenco estable” de 10 o 15 personas y luego varía según la actividad.

Multitudinario. Apuntan a grandes convocatoria y superan las 100 personas en todas las conferencias, aunque muchos no están desde el comienzo y algunos sólo se acercan para el momento de la cena.

c. Interacción y participación

El trato es cordial y distendido. Todos colaboran en la organización, aunque está marcado quienes son los anfitriones y quienes sus amigos por la libertad y comodidad con la que se mueven dentro de la casa. Los pepinos (la gente que resulta molesta para los otros asistentes) no son bienvenidos y tratan de evitar invitarlos, aunque a veces aparecen porque igual se enteran.

Funciona como un grupo debate con un perfil universitario, donde hay un discurso legítimo pro israelí. También se arman salidas fuera del contexto de las clases. Entre todos producen un anuario donde analizan la cobertura de las noticias mensuales más importantes sobre Israel y el conflicto en Medio Oriente en medios argentinos.

Poca gente presta atención a la charla y participa del debate. El momento del bar es cuando todos socializan y puede extenderse hasta las 12 o 1 de la mañana.

37

5. La identidad como consumo

5.1. Juventud, divino tesoro

¿Por qué convocar a los jóvenes? Las expectativas institucionales volcadas en los

programas que se desarrollan para este grupo etario tienen que ver con las

preocupaciones a futuro respecto a la desintegración de la colectividad judía, debido a

los datos que obtienen en los estudios sociodemográficos, que los preocupan y los

movilizan. Sin embargo, eligen distintas maneras de convocar a su público, ya que, a su

vez, no todas las instituciones comparten los mismos objetivos.

No hay una edad exacta para establecer el fin de la adolescencia. En la actualidad

muchos jóvenes, que tienen las posibilidades económicas y la contención social y

familiar, deciden extender su formación académica y el hecho de independizarse, dejar

la casa de los padres, formar una familia suele posponerse o no concretarse nunca. Una

cantidad considerable de personas que están entre los 20 y los 35 años aún atraviesan

una etapa de incertidumbre. Algunos por inseguridad y otros por comodidad, lo cierto es

que hay hombres y mujeres que suelen quedar entrampados en su etapa adolescente. Los

especialistas llaman adultescentes o kidadults a estas personas que, camino a la adultez,

no logran desprenderse de las facilidades que les brinda la juventud y anulan sus

posibilidades de iniciar proyectos adultos. A su vez, influye en este proceso el hecho de

que desde los adultos haya un desprecio o temor hacia la vejez. La médica psiquiatra y

autora del libro Adultos en crisis, jóvenes a la deriva Silvia Di Segni Obiols lo explica

de esta manera:

“Los cambios que ocurrieron a partir de los años 50 y 60 del siglo XX (la

emergencia de la cultura adolescente, la revolución sexual, la crisis de la

38

educación burguesa del siglo XIX) llevaron a una fuerte descalificación del

rol adulto que no sólo está presente en la cultura adolescente que llama

"viejo" a quien ya no es más muy joven, sino de la cual también los adultos

nos hacemos cargo al creer que ser adulto es convertirse en un estereotipo

poco actualizado, en una caricatura de un adolescente o en algo tan difuso

que los chicos no pueden entender”33.

Este proceso social descripto claramente por los especialistas permitiría que el rango de

convocatoria de las actividades se extienda a los jóvenes “en edad universitaria”, que

iría desde los 18 hasta los 35 años. Como ya fue mencionado, en los análisis producidos

desde las instituciones comunitarias se exteriorizaba la preocupación de que los jóvenes

al abrirse a otros espacios (como el universitario) se alejaran del marco comunitario, de

sus discursos (por ejemplo mencionaban la participación en grupos estudiantiles de

izquierda donde suele haber una manifestación contra la política armamentista de Israel)

y de sus objetivos (activar en la comunidad, participar en las ceremonias del templo,

casarse con personas judías y formar a los hijos en este marco identitario). Al observar

la realidad por la que atraviesan y la necesidad de contención crean los marcos de

pertenencia y socialización no formales.

El documento producido para el 10mo Encuentro de Dirigentes de Instituciones

y Comunidades Judías Latinoamericanas y del Caribe en 2006, explicaba, a su vez,

cómo atraer a aquellos que no asisten a organizaciones comunitarias. Allí se reconocía

que los jóvenes no son receptivos a las formas tradicionales de comunicación y que

rechazan instituciones o referentes que ya conocen. Por eso, para convocar al 61 % de la

población autodefinida que no asiste a actividades comunitarias, se incentivaba a

33 Fragmento de una nota publicada en el sitio Web de Novedades Educativas: http://www.noveduc.com.ar/index.php.

39

generar segundas marcas y emisores diferentes. Esta situación, que se plantea como una

crisis de la identidad judía, llevaría a los dirigentes a generar modelos de asociación

flexible, que tengan en cuenta los aspectos culturales de la religión, de modo que se

produzca un acercamiento a nivel individual, que a simple vista no implique ningún

cambio profundo en la idiosincrasia ni en las elecciones de los sujetos convocados.

Por otra parte, la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en

Argentina34 aporta más datos de un contexto que ayuda a comprender la importancia

que tiene para las instituciones la continuidad del judaísmo en la población y la

construcción de espacios de sociabilidad para que se conozcan jóvenes judíos. Según

este estudio, “se destaca el pluralismo y la diversidad en el campo religioso”, en el que

se observa una mayoría cristiana y evangélica y una considerable proporción de

personas indiferentes al tema:

Frente al temor a la asimilación, las instituciones se replantean sus métodos y

construyen propuestas que motiven a los jóvenes a acercarse en busca de un valor

espiritual, económico, laboral o académico. Como explican Mario Margulis y Marcelo

Urresti, es necesario reconocer la moratoria social y la moratoria vital, y desnaturalizar

el concepto de juventud, ya que no todas las personas pueden acceder a esta moratoria.

34 Centro de Estudios e Investigaciones Laborales, Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina. Dir. Fortunato Mallimaci, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT), CONICET, Argentina, 2008.

40

Lo cierto es que en los espacios transitados no se encontraron jóvenes de clases

populares, sino que todos eran pertenecientes a los sectores medios. La mayoría,

estudiantes universitarios o tenían un trabajo. Cuando surgió en Punto Il la idea de hacer

un viaje a Córdoba varios dijeron que no podían sumarse por sus obligaciones laborales,

mientras que otros mencionaban su asistencia a la facultad. Ninguno esgrimió como

argumento legítimo atravesar dificultades para costearlo, lo cual no quiere decir que

tuvieran las posibilidades económicas para concretarlo, ya que también puede implicar

que no se sintieran con la confianza o con la comodidad para manifestar lo contrario o

que no estuviera bien visto por el grupo carecer de los recursos para pagar ese viaje. En

El lazo, mientras tanto, cuando promocionaron la Peguisha 2010 (un viaje de fin de

semana) esta clase de inconvenientes no aparecieron, ya que se trataba de una

posibilidad única para conseguir pareja y, por lo que se pudo identificar, varios

asistentes se acercaban al lugar con ese objetivo.

Mientras tanto, en Moishe House las propuestas son más personalizadas, al igual

que el trato. Si bien no se plantean actividades que impliquen grandes gastos, sí se les

pide a los invitados de las cenas exclusivas de Shabat (a las que no se suele invitar más

de 14 personas) que asistan con algo para tomar y se los intenta agasajar con comida y

bebida variada (que respetaran las leyes del kashrut35), requiriéndose también

implícitamente para participar ciertos modales y conocimientos –es decir, cierto capital

simbólico- asociados con la pertenencia a sectores medios de la población (surgieron

temas como haber realizado viajes, practicar yoga, comentar sobre lo que cada uno

estudiaba o qué trabajo tenía, en qué colegio se había formado, etc.).

Si bien el recorte ubicaba a estos tres casos dentro de una oferta de espacios de

socialización para jóvenes, la dinámica institucional de cada uno difiere y se puede

encontrar en ellos una multiplicidad de discursos: del judaísmo como “el pueblo

35 Definen los alimentos que son aptos, según fuera ordenado por Dios a los judíos en el desierto de Sinaí.

41

elegido”, del estar “entre nosotros”, contribuir a un destino común, formar familias

judías o perpetuar las tradiciones. A su vez, cada institución crea su propia imagen

idealizada del joven judío: cómo creen que es y el cambio que buscan lograr en él. Para

Punto Il será alguien que active (que se comprometa con los valores del judaísmo y con

una postura sionista, en defensa del Estado de Israel), para Moishe House será alguien

que se integre y socialice dentro del marco comunitario y para El Lazo será quien

decida formar una familia judía y seguir los preceptos de la Torá.

5.2. No todo es lo que parece ni todo lo que es aparece

Como se desarrolló anteriormente, el objetivo de estas propuestas es, en principio,

generar convocatoria y para eso deben pensar estrategias y utilizar diferentes soportes

(sitio Web, flyers enviados por mails, redes sociales, llamados telefónicos) que les

permitan llegar a su público. Para entender cómo funciona la oferta, qué tipo de

consumidor intenta construir y cómo se adecua la demanda será necesario retomar y

poner en juego las dimensiones de análisis desarrolladas anteriormente: marco

institucional, modo de operación, marco situacional y dinámica de intercambio. Desde

una mirada comunicacional y retomando el modelo metodológico de auditoria de

imagen de empresa de Sanz de la Tajada36, se puede trabajar la identidad conceptual

teniendo en cuenta tres dimensiones: lo que la empresa es, lo que dice que es y lo que

los públicos que se relacionan creen que es. “Una imagen -define el autor- es un

conjunto de notas adjetivas asociadas espontáneamente con un estímulo dado, el cual ha

desencadenado previamente en los individuos una serie de asociaciones que forman un

conjunto de conocimientos”. De este modo, está profundamente vinculada con los

prejuicios, intereses, actitudes y experiencias, individuales y colectivos, de los agentes 36 Sanz de La Tajada, L., Auditoría de la imagen de empresa. Métodos y técnicas de estudio de la imagen, Síntesis, España, 1996, Introducción y capítulo I.

42

internos y externos. A su vez, la empresa debe contener ciertos elementos básicos

(valores, misión, normas, comportamientos) para adquirir una identidad que la

diferencie de las demás.

A partir de lo que pudo recabarse en las observaciones y entrevistas, y

retomando esta perspectiva para analizar su identidad, podría considerarse a Moishe

House como un híbrido, ya que tanto organizadores como asistentes no tienen claro para

qué está ni qué función cumple en el marco de las ofertas comunitarias. Consultados

sobre el objetivo, los organizadores respondieron: “No me acuerdo mucho, pero la idea

era esto de generar espacios para la juventud judía, pero bien distendido, y la idea de

una casa en la que puedan recibir como anfitrión a la gente. Que no sea la idea de súper

eventos todo el tiempo. Este es un lugar de pertenencia dentro de la comunidad. Hay

gente que pasa a tomar el té”. Llamativamente y más allá de la desinformación,

consigue convocar gente, quizás por tratarse de una de las propuestas más flexibles,

tanto desde su constitución como desde sus integrantes. Sin embargo, esa apertura

también puede interpretarse como un modo deliberado de dirigirse a su público de

acuerdo con sus gustos y sus tiempos, pero que no por eso pierde de vista los objetivos

planteados en su fundación ¿Cuál sería sino el objetivo de proponer actividades

vinculadas con la religión en los jóvenes entre los 18 y los 35 años? ¿Para qué buscar

reconectarlos con su judaísmo? Son preguntas que, aparentemente, se van contestando o

no según vayan rotando los integrantes de la casa y también en respuesta a los pedidos

que aparecen desde los amigos o conocidos que concurren. Cuando se les consultó el

por qué de la falta de símbolos vinculados con la identidad judía dijeron que no sabían y

empezaron a sacar objetos que tenían guardados en un armario (la menorá37, la estrella

de David). Tampoco se encuentran a simple vista los objetos personales ni aparatos

37 Candelabro de siete brazos.

43

eléctricos, salvo una computadora portátil y un televisor, dándole un marco bastante

despersonalizado, aún tratándose de una casa de convivencia.

Los chicos que la habitan y llevan adelante el programa no hacen estadísticas ni

tienen un plan estratégico. Invierten el dinero que reciben para generar actividades que

les gustan a ellos y a sus amigos, y definen la programación de acuerdo a las respuestas

que reciben por Facebook o por sus allegados. Respecto a la posición de los emisores,

en Moishe House se elige hablar de jóvenes para jóvenes y a través del medio que más

utiliza ese sector social. Envían los mensajes por Facebook, invitando a la participación

e interacción: “Hola a todos! Este domingo en la Moishe proyectaremos James journey

to Jerusalem, y luego debatiremos con la shlija Or Bigger sobre la pelicula y actualidad

israeli. Actividad gratuita, pochoclo casero (y muy rico) incluido?” o “¿Quién quiere

tomar clases de Rock? Anótense, así vemos cuántos somos”. Pareciera abocarse en dejar

en los asistentes el recuerdo de un momento individual y estar lejos de convertirse en un

punto de referencia para toda la comunidad.

Siguiendo el análisis en otro de los espacios abordados, se observa que en Punto

Il su coordinador, Agustín, trabaja de manera individual, con la supervisión de Mariana,

coordinadora de Hillel. Más allá de estar dentro del marco de la organización y tener

que amoldarse a sus normas, tiene libertad para organizar su actividad como considere.

Se pudo observar que existían roces por el tema del presupuesto (querían viajar a una

actividad en Córdoba y no recibían apoyo económico) y de la difusión (la encargada de

comunicación le llamó la atención porque envío una información sin que pasara por

ella. Él lo justificó: “Soy muy autónomo. Eso también genera cruces. Me trencé con la

mina de comunicación Pero salteo. No cobro, ella sí. Eso es lo bueno de ser

voluntario”). Los mails que envía Agustín tienen un vocabulario informal, pero en los

newsletters institucionales se pide confirmar la asistencia, dándole un marco de

44

formalidad que luego no se observa en el encuentro. Llama la atención que no figura su

nombre como coordinador en el flyer de difusión, donde se lo promociona como una

actividad de Hillel a través de un mail institucional:

“Punto IL tendrá el lujo de recibir a Julián Schvindlerman, prestigioso

analista político internacional, escritor y conferencista. En esta oportunidad

dictará una conferencia sobre "El Nuevo Antisemitismo", tema sobre el cual

publicó un reciente trabajo, editado por la B'nai B'rith Latinoamérica,

titulado "Introducción al Nuevo Antisemitismo". Para leer el ensayo

completo y llegar al encuentro con el material trabajado, entrá al sitio web

del autor haciendo CLIC ACÁ (ver anexo).

Agustín reconoce que hay cosas que se hacen “para la foto”, cuando en verdad

no existe una participación o compromiso real. Claramente en este caso también hay

una diferencia entre lo que la organización es y lo que dice que es. Él tiene claro que si

bien para Hillel el fin de Punto Il es educativo, entiende que para los asistentes es tanto

social como educativo. Sino fuera así algunos desistirían de participar y a la

organización le interesa que haya gente para que el grupo subsista. Por eso se realizan

actividades educativas (la producción de un anuario) y sociales (un asado el fin de

semana). De hecho se propone como un espacio de acción, reflexión, capacitación y

diversión.

Los participantes sí comparten ciertos valores respecto al judaísmo, que ya están

delimitados por la temática específica de la actividad (Israel, el conflicto en Medio

Oriente y la actualidad judía), aunque puede haber posiciones encontradas respecto a las

expectativas acerca de las actividades: algunos quisieran debatir con Luis D´Elía (quien

tiene una posición mediática a favor de Palestina en cuanto al conflicto con Israel) y

45

otros preferirían hacerlo con personas más cercanas a su visión de la realidad, mientras

que están los que se sienten más cómodos en el intercambio grupal. También uno de los

participantes, tildado por sus compañeros como “de derecha” dijo que si el politólogo

Pedro Brieger iba a un encuentro él no asistiría, porque “es el tipo de judío que se pone

en contra del Estado de Israel para que sus amigos goim (no judíos) lo acepten y lo

respeten”. Llamativamente ninguno de sus compañeros se sorprendió ni molestó por

esto, así como tampoco cuando manifestó durante una clase que “Néstor Kirchner le

compró el [premio] Martín Fierro” y reconoció directamente desconfiar “de los

católicos”. Por otra parte, dentro del grupo algunos mostraron más ganas e interés en

trabajar que otros cuando se repartieron los meses del anuario, que se haría por segundo

año consecutivo, recopilando la cobertura mediática de las noticias más importantes

acerca del tema abordado en el curso. Hay que recordar que la responsabilidad dentro

del grupo es un acuerdo de palabra, y que muchos no están interesados en asumir un

compromiso que vaya más allá de un encuentro semanal. Se observaron luego en los

mails de Agustín pedidos y reclamos por el material no enviado.

Por último, El Lazo ofrece a primera vista una propuesta liberal que no se

condice con los preceptos religiosos que guían la orientación de la organización: en

principio, no censura explícitamente ciertas conductas de los asistentes (el contacto

entre hombres y mujeres, que las chicas se vistan con pantalón) con los que en verdad

no comulga, en la medida en que aquello que predomina es el objetivo implícito de

atraerlos a las fuentes del judaísmo: “Con el Centro para la Juventud vibrás, porque el

judaísmo, un estilo de vida que vibra con vos”, escriben en su página de Facebook. Sin

embargo sí hay una condición para ser parte única e intransferible: ser hijo de madre

judía o de padre y madre judíos, por eso, como reveló en una entrevista un antiguo

46

empleado, a quienes ellos no consideran judíos se los invita amablemente a irse,

dándoles a entender que ese no es su lugar de pertenencia.

Los asistentes lo viven como un espacio para ellos o un recreo. Allí tuve

posibilidad de conocer a una chica de 32 años que había ido sola y había visitado otros

espacios como Moishe House; a una pareja que se conoció en un viaje que organizó El

Lazo (la Peguisha, mencionada anteriormente); a un chico que había ido sólo para la

cena y que estaba angustiado porque sus amigos, según contó, “están muy asimilados”.

Sin embargo, la estructura está pensada para atraer jóvenes judíos y formar parejas. Es

por eso, según explicaron, que consiguen las donaciones y por eso también es que

perdura el proyecto.

En el marco de la charla la participación de los asistentes llega sobre el final y

sin posibilidad de intercambio, ya que cada argumento que se esgrima para discutir con

Levy es clausurado desde lo que dicen las fuentes del judaísmo, que él entiende que son

inmodificables. Por ejemplo, en la charla sobre homosexualidad y matrimonio

igualitario tres personas se manifestaron en contra de los conceptos que esgrimió a lo

largo de la conferencia, otro dijo que la homosexualidad es una aberración, un quinto

que no creía en la homosexualidad (“baruj ashem –gracias a Dios- vos pensás así, pero

hay otros que no”, respondió Shlomo) y otro preguntó cómo podía ayudar a sus amigos

gays. “La homosexualidad -finalizó el rabino- es un problema de canalización de

energía, es una elección incorrecta que se puede revertir. Nuestro trabajo es terminar el

trabajo que hizo Dios al crearnos. Si yo no creo en nada y digo que es así porque lo digo

yo, no tiene ninguna explicación”.

Los flyers que se envían desde El Lazo para convocar a las actividades de los

jueves intentan ser polémicos y llegar a aquellos que tienen dudas respecto a ciertas

decisiones de la vida adulta (ver anexo): “¿Dónde está el amor de mi vida? ¿Qué pasa si

no lo encuentro? ¿Qué es más importante la religión o el amor?” (ver anexo). Se percibe

47

la perspectiva del Rabino Levy detrás de los temas y de los textos, y también se observa

la presencia del BS´D (por la gracia de Dios) en hebreo en el margen superior derecho,

que se utiliza desde las instituciones religiosas cuando emiten comunicados. Al

contactarme para asistir a la primera charla ya comprobé cierta flexibilidad: “magali

comoo andas? no es necesario venir con pollera, nunca! inscribirse tampoco lo es. y es

totalmente gratuita. si queres podes venir acompañada de amigos/as y conocidos. te

esperamos”. Se manifiesta así en los tres casos una apertura que, sin embargo, no se

condice con los objetivos que expresaron los coordinadores en las entrevistas, que se

publicitan en los sitios Web ni los que preocupan a los dirigentes comunitarios.

Pareciera que la condición de “libre y gratuito” de las convocatorias eufemiza el

carácter relativamente restringido (definición halájica de la pertenencia judía) de las

actividades y el objetivo de reclutamiento y transmisión de creencias, aunque luego los

asistentes seleccionen y amolden las propuestas de acuerdo a su voluntad y necesidad.

5.3. Construir semejanza desde la diferencia

Las motivaciones de los asistentes suelen ser disímiles y las instituciones deben estar

preparadas para responder a todas ellas, pero, a su vez, no pueden perder de vista la

necesidad de construir su propio discurso, que responda a las características que se

observan y que permita la supervivencia del espacio, aún ante la aparición de conflictos

y tensiones.

Para ingresar a cualquiera de estos tres espacios hay una condición necesaria que

es intransferible y fundamental: ser judío. Además hay que estar dentro de un rango de

edad, y eso tampoco es un requisito modificable. Lo que parecía abierto se va

convirtiendo en algo un poco más exclusivo. Pero una vez adentro, pertenecer tiene sus

48

privilegios: conocer a uno implica ser aceptado por todos y ser tratado como un par, ya

que se asume que si alguien consiguió ingresar es porque reúne los requisitos.

Estas condiciones le aportan cierta categoría de “exclusividad” que quizás

resulten motivantes para algunos jóvenes que eligen acercarse a estos espacios, que se

vuelven así un poco más especiales. Se asume también que si alguien participa es por

propia voluntad y que tiene una necesidad de encontrarse con pares. Lo que se

mencionaba en el estudio sociodemográfico de Joint y AMIA como “subjetividades que

le implican pertenencia pasada o potencialmente futura” está presente en todo momento

en la puesta en práctica de cada espacio, asumiéndose implícitamente que cada persona

que se acerca es la oportunidad única para alejar el temor a la

desintegración/asimilación de la colectividad judía en la Argentina.

Respecto a cómo concibe cada organización su oferta se observan marcadas

diferencias: la propuesta es sentirse como en casa y pasar un buen rato en Moishe

House, con en un grupo de pertenencia en un espacio de formación en Punto Il y

encontrar un referente y formar una pareja en El Lazo. Luego cómo lo vive cada

asistente también varía, qué se toma y qué se deja de cada propuesta es una decisión

personal. No se notan grandes diferencias en las motivaciones de la gente que circula

por los diferentes lugares. De hecho, varios mencionaron haber transitado por diferentes

espacios, práctica que, a su vez, está naturalizada por los ofertantes. Lo que sí se

observa es un sentimiento de comodidad frente a lo conocido (el lugar, su gente y los

ritos compartidos). Quizás por eso, aún siendo judía, por momentos me sentí excluida,

porque desconozco los ritos del Shabat, las canciones judías, los nombres de ciertas

comidas típicas y la historia de Israel. Estos temas y otros aparecen en los diálogos que

mantuve tanto con asistentes como con ofertantes, y su desconocimiento pone en

evidencia frente a los demás interlocutores, y aún cuando no se explicite, una trayectoria

49

biográfica entendida o reconstruida como “atípica”38 o bien un débil sentido

pertenencia comunitario y un desinterés por informarse.

En todos los casos se establece un estado de conversación en el que, como

explica Goffman, “entra en juego un sistema de prácticas, convenciones y reglas de

procedimiento que funcionan como un medio orientador y organizador del flujo de

mensajes39”. Es así como hay temas sensibles, cosas que pueden decirse y momentos

para tomar la palabra, que difieren en cada caso. En Punto Il, por ejemplo, las

expectativas del grupo son altas, ya que se trabaja sobre un tema específico. Mantener

una posición a favor de Clarín sobre la cobertura del conflicto en Medio Oriente puede

despertar malestar en los compañeros. Cuando pregunté en una clase de dónde se sacaba

la información para el anuario me nombraron la Agencia Judía de Noticias (AJN) y

otros medios que desconocía. Luego, al consultar qué pasaba si la tomaba de un diario

de gran difusión y expliqué que quizás mi mirada no tenía tanto que ver con la que

predominaba en el curso, Agustín, el coordinador, me dijo que valoraban eso también

pero luego reiteró varias veces el chiste de que yo apoyaba a los países árabes. De este

modo intentó transformar en una broma una posición que podía convertirse en una

amenaza para el grupo.

En Moishe House en cambio se observa una mayor libertad para manifestar

diferentes opiniones, quizás porque los diálogos se establecen en pequeños grupos. En

Shabat por ejemplo se reúne gente con diferentes conocimientos de las prácticas y

tradiciones y el objetivo es integrar a todos. En El Lazo, como se mencionó

anteriormente, la voz autorizada es la de Shlomo Levy pero cuando sobre el final se

abre el espacio para preguntas y se pueden escuchar voces disidentes, él, como también

se dijo, logra cancelarlas poniendo siempre por delante la palabra de la Torá, aunque lo

38 Atípico sería no haber transitado por ningún espacio judaico durante la niñez o adolescencia, ya sea un colegio de la red escolar judía, un grupo de socialización no formal durante la juventud (tnuot), un country o club (como Macabi o Hacoaj). 39 Goffman, E., Ritual de la interacción, Tiempo Contemporáneo, Buenos. Aires., 1970, pág. 37.

50

hace de un modo muy cordial, de manera que oculta el discurso unívoco. Se observa en

todos los casos un apego a las reglas de conducta, tipificándose las mismas, de modo

que quedan establecidas las formas de actuar y de dirigirse dentro de cada grupo.

En todos los casos analizados los coordinadores tienen el control de la

orientación del discurso y son ellos quienes organizan los tiempos y las actividades. De

acuerdo a lo observado, aunque hay mayor predisposición para el libre intercambio de

ideas en un caso que en otro, las voces disidentes sólo pueden aparecer en los momentos

habilitados o en charlas de grupos reducidos, ateniéndose a las consecuencias que estas

provoquen. Hay respuestas esperadas (mostrarse afectado con el relato de la señora que

sobrevivió al Holocausto o no defender los ataques de los árabes contra Israel ni la

“asimilación”) y una posición contraria a estas podría provocar una situación disruptiva

que tal vez sólo pueda componerse recurriendo a la expulsión de los estos individuos de

los grupos.

Se puede concluir que se espera de los asistentes, en todos los casos, mucho más

de lo que se dice. “Las reglas de conducta –continúa Goffman- hacen impacto sobre el

individuo en dos formas generales: directa, como las obligaciones (…); indirectamente,

como expectativas”40. Así se observa que en El Lazo los hombres cuando ingresan

deben colocarse la kipá41, acto que ya está naturalizado y que no se discute por los

asistentes, al igual que está establecido que sólo se pasa al bar cuando Levy finaliza su

conferencia y como anfitrión los invita a trasladarse de lugar, de modo que raudamente

la gente se amontona en la puerta. En Moishe House se realizan los rituales de Shabat

(encender las velas, bendecir el vino y el pan) y los asistentes deben participar de las

mismas, conozcan o no de qué se trate.

40 Goffman, E., Ritual de la interacción, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1970, pág. 50. 41 Solideo: pequeña gorra que deben utilizar los hombres en algunos centros religiosos como señal de respeto.

51

Mientras tanto, en Punto Il a lo largo del curso se distribuye material de lectura y

se establece un acuerdo tácito de participar en el anuario que, como se mencionó,

produce el grupo al final del curso. Es así como se asume que entre los integrantes hay

un interés y un seguimiento durante el año de las noticias que se publican acerca de

Israel, el judaísmo y el conflicto en Medio Oriente. Durante los encuentros en los que

participé se distribuyeron los doce meses del año entre los participantes (yo incluida) y

cada integrante se veía en la obligación de realizar una selección de las cuatros noticias

más importantes del mes que le tocara (ya sea por elección o por sorteo si algún mes

quedaba sin ser cubierto por nadie), para luego realizar un resumen de las mismas (ver

anexo), bajo la supervisión de Agustín.

Se observa cómo los que parecían a simple vista ámbitos con libertad para

circular y sin compromisos (gratuitos, sin inscripción, y que no le piden al asistente

dinero ni la firma de un acuerdo a cambio) funcionan con un orden social que responde

a ciertos fines y que coloca a los jóvenes en el lugar de actores de los que se espera que

contribuyan a la interacción de acuerdo a las normas establecidas. La pertenencia no es

gratuita, se construye en un acuerdo tácito de participación en las actividades y de

integración dentro del grupo. Para integrarse es necesario conocer las reglas y

respetarlas, y, de este modo, legitimar los discursos que circulan dentro de cada grupo.

Comprender los mensajes, actuar de acuerdo a lo esperado y asumir una actitud que

responde a los parámetros que tácitamente se establecen en cada uno de los espacios

será fundamental para la supervivencia.

5.3.1. Conflictos de intereses

Tensiones con los pepinos

52

En caso de no responder acorde a lo esperado por las instituciones y por el grupo se

“corre el riesgo” de resultar tildado de “pepino”. En cada uno de los lugares visitados se

hizo referencia a ellos: aquellos sujetos que transitan por los todos los espacios, sin

discriminar y con asiduidad, personas que los otros catalogan como “molestas”. En

Moishe House dicen que cansan sobre todo a las mujeres y que tratan de evitar

invitarlos, pero que siempre terminan enterándose de las actividades. En El Lazo

también es posible encontrarlos: se sientan al lado de una chica, charlan durante la

conferencia, tratan de sacar su teléfono y preguntan sin vueltas si tiene novio. Durante la

cena se quedan y van por más. No suelen aceptar un no como respuesta en lo que dura

la actividad.

En Punto Il es más difícil hallarlos, pero podría haber alguno entre los

denominados “paracaidistas”. Siguiendo el uso que estuvimos haciendo de las

categorías de análisis de Goffman, podríamos afirmar que los pepinos no estarían

actuando cómo se espera de los asistentes, de acuerdo a las reglas establecidas por el

orden de la interacción, siendo inoportunos –es decir, actuando como “pepinos”- e

incomodando a los otros, quienes sintiéndose ofendidos pueden reaccionar apartándose,

desconociéndolos o agrediéndolos. Estos individuos quedan estigmatizados como

personas con características indeseables por quienes se consideran “normales”. Se

construye una teoría acerca de ellos, basada en lo que se consideran defectos de

carácter, para dar cuenta del peligro que representan para el grupo y, discriminándolos,

sin que se les diga directamente, se los castiga intentando excluirlos del grupo.

Se establece así un proceso de interacción constituido por un grupo de actores

sociales heterogéneo, que tienen distintos propósitos, intereses, objetivos y valores

respecto al escenario: están los asistentes, los organizadores o coordinadores y la

institución desde la que se habla. Se pueden hallar en un mismo contexto culturas o

subculturas diferentes. Y si, en consecuencia, “de ello resulta que diferentes actores

53

puedan tener distintas construcciones preceptuales de un mismo escenario, distintas

síntesis de lo percibido y distintas interpretaciones de ello”42, por diferentes motivos a

todos les interesa la supervivencia de ese escenario. Es por eso que, en el proceso de

comunicación, intentarán llegar a un consenso, según el lugar de poder que cada uno

tenga y viéndose más afectados los intereses de uno que los de otros.

Los Baal Teshuva vs. Los asistentes

Quienes trabajan en El Lazo con Levy son jóvenes que empiezan a cumplir los

preceptos del judaísmo ortodoxo, convirtiéndose a la ortodoxia a partir de un proceso

conocido como teshuvá (el regreso a la observancia integral de la ley judía). A

diferencia de los asistentes, ellos sí tienen clara la misión de Jabad, concuerdan con esta

y tratan de implementarla todos los jueves en un trato amigable con los jóvenes que

asisten a las charlas, colaborando en el bar y estando atentos ante cualquier cosa que se

necesite durante la actividad. Ubicándose en un lugar de poder, orientan a los asistentes

respecto de dónde sentarse, reclaman que se complete la ficha de datos personales,

piden silencio si la gente habla durante la conferencia, y los hombres luego se encargan

de repartir la bebida durante la cena.

Evidentemente muchos de ellos fueron alguna vez jóvenes que se acercaron

como cualquier asistente y que terminaron inclinándose por un judaísmo ortodoxo.

Según relataba Julián, un ex empleado, respecto a Jabad: “Ellos nunca te van a decir

tenés que cumplir, como otros que son mucho más coercitivos y rápidos en sus procesos

de conversión”. Explicaba que creen que tu alma en algún momento te va a pedir

involucrarte más. Además aportaba el dato de que “a la gente que empieza a cumplir

Shlomo le deja de dar bola; cuando empezás a crecer en judaísmo te expulsa, porque su

42 Robirosa, M.: “Articulación, negociación y concertación” en Acto Social, Año V, Nº 16, 1996.

54

objetivo es captar gente que esté totalmente alejada”. De aquí nace entonces una puja de

poder entre los dos grupos de jóvenes, que no se hace evidente para mantener el

escenario: unos se sienten con la capacidad de moverse y opinar libremente, mientras

los otros tienen un claro modelo a seguir (lo que dice la Torá y que es transmitido a

través de la palabra del rabino).

Se produce también cierta tensión frente al proceso de conversión interna y el

pasaje entre distintas fases del involucramiento: cuando estos jóvenes cumplen con el

ideal de su mentor llamativamente dejan de tener su atención, pero durante la actividad

están a su lado para cualquier cosa que él necesite, como una prueba viviente de que se

puede lograr aquello que Levy pregona e incluso para motivar a otros, con un trato

cercano, manifestándose felices por su decisión.

Durante los procesos de interacción se ponen en juego conductas e ideas y es

entonces cuando pueden surgir las tensiones entre los diferentes actores. Pero lo cierto

es que lo primordial parece ser la mantención del escenario, ya que estas diferencias no

llegan a convertirse en elementos perjudícales que pongan en crisis su continuidad.

Cada uno desarrollará sus maniobras para alcanzar sus objetivos particulares de acuerdo

a su conveniencia y sin poner en riesgo el orden establecido.

4. Las trayectorias se definen individualmente

Como se ha visto, los tres casos abordados deben responder a las demandas de todos los

actores y los momentos de tensión pueden llegar a poner en juego su credibilidad y la

supervivencia de los mismos. La estructura, de todos modos, está preparada para

continuar funcionando, aún cuando los asistentes circulen sin un objetivo claro ni un

profundo sentimiento de pertenencia con el lugar o cercanía con su gente.

55

Los circuitos no formales de socialidad juvenil judía parecen seguir el modelo

que definía el sociólogo Zygmunt Bauman en su libro Vida de consumo, cuando refería

que “la sociedad de consumidores es quizás la única en la historia humana que promete

la felicidad en la vida terrenal, felicidad aquí y ahora y en todos los ´ahoras´ siguientes,

es decir felicidad instantánea y perfecta”43. Con su permanente oferta de actividades,

charlas y comida invitan y motivan a su público con múltiples opciones de socialización

y formación gratuitos. Aunque, como ya se mencionó, nada es realmente gratuito: a

cambio (aunque no se note a simple vista) existen ciertos requisitos, como ser judío (de

ambos padres o madre judía en El Lazo y que alguno de los dos provenga de esta

religión o ambos en Moishe House y Punto Il), ser joven (estar en el rango de edad que

estipulan los organizadores y que va desde los 18 hasta los 35 años), tener alguna

motivación para acercarse (respetar los requisitos de un asistente) y detentar cierto

poder adquisitivo (no necesariamente riqueza, pero sí una estabilidad económica que

implique poder tomarse un colectivo, no llamar la atención con la vestimenta, llevar

alguna bebida a la cena de Shabat, etc).

Subyace la creencia de que, al integrarse a esos marcos de socialización donde

los jóvenes encuentran sentidos compartidos, estos terminarán sintiendo esos espacios

como propios. De modo que, en este contexto de hibridación, donde la identidad –al

decir de García Canclini- se vuelve “políglota, multiétnica, migrante” las organizaciones

comunitarias se readaptan para ofrecer lugares concretos de pertenencia e identificación,

flexibles y exclusivos. De hecho Levy insiste con que en El Lazo “no se da una verdad a

medias”, con esto quiere decir que él le ofrece a los jóvenes respuestas a sus preguntas y

“recomendaciones” ante la incertidumbre. Por ejemplo, plantea que hay que salir con

“gente que quiera lo mismo que uno, porque si no es así desde el comienzo las

relaciones estás destinadas al fracaso”. Aquí se observa cómo implícitamente hace

43 Bauman, Z., Vida de consumo, Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2007, pág. 67.

56

referencia al casamiento entre personas judías, una de las cuestiones que define la

“misión” comunitaria, y por ende de sus dirigentes, aún cuando, no todos los jóvenes

asistentes parecen tenerlo tan en cuenta ni percibirlo con claridad.

Sin llegar al punto extremo donde su ubica el discurso de la ortodoxia, los otros

dos casos también les ponen al alcance de la mano a los jóvenes algunas respuestas

(quién soy, de dónde vengo y a dónde voy) a sus dudas existenciales, que empieza por

diferenciarlos de “lo Otro” (lo no judío) y luego presentar los beneficios que implica

estar “de este lado” (el lado del judaísmo). Es así como la problemática identitaria

adquiere un lugar central cuando desde las propuestas institucionales es la identidad

compartida la que termina por nuclear e integrar; a través de ritos, símbolos, historia y

marcos sociales. En este aspecto desaparecen las diferencias que puede presentar cada

institución y todo el universo de ofertas no formales se unifica con un mismo objetivo y

legitima un discurso: que los jóvenes estén dentro del marco comunitario, que

consuman todas las propuestas mientras “circulen por dentro” y no por fuera, ya que

entonces podrían “contaminarse” con lo no judío y elegir otro camino (el abandono de

la pertenencia judía por desinterés o la formación de familias “mixtas”).

4. 1 De la pasión a la pasividad: distancia entre la oferta y la demanda

Para entender cómo actúan los consumidores (en este caso los jóvenes asistentes) es

necesario retomar a García Canclini, quien define el consumo como “el conjunto de

procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los

productos”44. De modo que, el consumo no sería sólo un simple proceso de adquisición

de bienes o de satisfacción de necesidades, sino que se trataría de un escenario de

disputas y también de integración.

44 García Canclini, N., Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México, 1995, pág. 42.

57

Las diferencias que se observan entre los tres espacios analizados aparecen

claramente luego de asistir a algunas de las actividades. Así El Lazo funciona como un

lugar de “levante” (donde se conocen hombres y mujeres y se forman parejas), Hillel

como un ámbito estudiantil de profesionalización y Moishe House como un lugar de

socialización. En El lazo los hombres se acercan a las mujeres para pedirles el teléfono,

en cambio en Punto Il la gente prefiere demostrar sus estudios (en cierta ocasión

empezaron a ver quién era doctor, quién licenciado y quién tenía un título terciario) y en

Moishe House no todas las ofertas tienen que ver con la religión, sino con que la gente

circule por el lugar. Por otra parte, los tres están atravesados por el tema búsqueda de

pareja, aunque en Punto Il no sea tan explícito.

Los asistentes tienen el poder para negociar los límites de su participación, ya

que para las organizaciones lo más importante es su asistencia. De acuerdo a lo que se

les ofrece, como se mencionó, muchos van a ver de qué se trata y circulan por diferentes

espacios sin rendir cuentas, otros buscan un marco de pertenencia para hacer amigos o

encontrar una pareja y están también los que se acercan por los contactos profesionales

que le serán útiles en su formación profesional y académica. El tema de la religión

también aparece en su búsqueda, ya sea porque quieren conocer a una persona judía

para salir o porque surgió en ellos la necesidad de conectarse con ese aspecto de su

identidad y piensan que en esos lugares pueden encontrar a alguien que tenga

expectativas parecidas.

Cuando se los consultó acerca del por qué de su asistencia respondieron “el

sentimiento de comunidad”, “el hecho de ver gente nueva y distraerme un poco de los

problemas personales” o “lo importante es mantener el marco judaico”. Así procesan lo

que las instituciones les proponen para sacar su propia conclusión: “Uno nace con una

religión, puede de grande seguir practicándola o no”. En la misma línea, otro expresó

que “esta herencia intrínseca se ve afectada en la actualidad puesto que con tanta

58

globalización, información, desinformación, y la exaltación de valores individualistas a

veces uno tiende a infravalorarla o menospreciarla”. Los jóvenes hacen uso de los

servicios que les ofrecen pero también realizan una apropiación selectiva del discurso,

que acomodan a sus propios valores, deseos y necesidades, complejizándose aún más la

trama. Los asistentes pueden percibir la transmisión del mensaje y no necesariamente

internalizarlo como un discurso propio.

También lo que buscan los asistentes, aunque posiblemente no sean conscientes

de ello, son maneras de decirse y de pensarse en el encuentro con otros “como uno”

(judío) y en contraste con el Otro (no judío). Y es, como bien analiza Stuart Hall, en esa

reiterabilidad que hallan cierto bienestar, así como una manera de poscionarse en el

discurso, la construcción de un tipo que funcionaría como parámetro. Esa posición de

privilegio que implica pertenecer y ser parte funcionaría como tal tanto para el adentro

como para el afuera, ya que también presenta cierta característica que la asocia con las

estrategias de reproducción social, en la medida que también funciona como un recurso

que posibilita el acceso y conformación de redes de relaciones y contactos.

En virtud de lo expuesto, quizás las libertades externas sobre quién y cómo ser,

internamente no sean tan libres. Quizás el “gancho” identitario de estas propuestas

institucionales -el retorno a “las raíces” como una “vivencia”, retomar la historia que

tejieron los antepasados a lo largo de generaciones y, junto a otros, revivir, recrear y

reconstruir ese legado- radique en su carácter “decontracté”. Al no pedirles a los

asistentes que firmen ni paguen nada, ya que el compromiso es de palabra, la libertad de

movimiento estaría hablando de una elección. Los jóvenes, en plena búsqueda de

respuestas, con su sola procedencia, ya se convierten en queribles miembros de ese

grupo exclusivo. En este pacto de negociación ambas partes parecen salir ganando

59

4. 2. Juntos, pero no revueltos: respecto a la integración y las expectativas

¿Cuándo la participación se convierte en integración? ¿Se trataría de una pertenencia

que abarca singularidades? ¿Qué pasa cuando alguien se aleja? Pablo Hupert45, en un

ensayo, expresa que la decisión de conectarse con lo judío es una contingencia. Según

explica, la contingencia llevaría a los jóvenes a recorrer caminos no institucionalizados

que también comprende como “caminos judíos”, ya que “la marca judía sería un dato

imborrable”. ¿Pero cuándo los caminos se convierten para los asistentes en judíos o no

judíos? ¿Y cómo se objetiva un sentimiento (en este caso, respecto a la religión)? La

línea de pensamiento de Hupert seguiría lo que plantean desde las instituciones: trabajar

desde la diferencia que da cuenta de un núcleo común. De este modo, los asistentes

podrían identificarse en el reconocimiento de esa historia compartida y a partir de los

ritos comunes, estableciéndose una lógica dentro de las generalidades. Pero en la

práctica ni los asistentes parecen estar “marcados” por su judaísmo ni las instituciones

parecen tener la capacidad de encontrar y tocar esa fibra. Es así como optan por

aggiornar sus propuestas a la realidad que habitan los jóvenes y se proponen como un

mercado de espacios flexibles y abarcativo, conformado por múltiples ofertas.

Claramente no existe una necesidad natural que lleve a los asistentes a participar

de esos espacios, sino que se da un proceso de apropiación que tiene que ver con una

distinción simbólica que implica la pertenencia a un determinado grupo social. En el

consumo se construyen las diferencias y, a la vez, se crea un sistema de significados

compartidos; configurándose sentido a la existencia. La definición de judaísmo queda

supeditada al ámbito individual (definida por la fe, convertida en un sentimiento interno

45 Hupert, P. ,“Jóvenes judíos fuera del judiómetro” en Nuevas voces para una nueva tribu, AMIA, 2009,

pág. 57.

60

o moldeable a cada circunstancia y acorde a la necesidad). Lo que prima entre los

jóvenes es una actitud de descarte, falta de compromiso, desinterés e individualismo.

Salvo los que encuentran pareja (El Lazo), hacen amigos (Moishe House) o hallan una

red de contactos profesionales (Punto Il), la mayoría está de paso; o toma lo que

necesita (si lo encuentra) para luego alejarse.

¿Cómo reaccionan las instituciones? Los coordinadores de los grupos no

profundizan en los por qué de la actitud de descarte y los responsables de las

instituciones entienden que deben ceder posiciones ante esta reelaboración y

apropiación de los mensajes si quieren atraer a los jóvenes. Al no reclamar un

compromiso terminan convirtiéndose en productos fácilmente desechables. Siguen la

política de “cuántos más, mejor”, se conforman con que pudiendo estar en cualquier

otro lado, los jóvenes opten por hacer uso de esa oferta. Mientras tanto, buscan líderes

comunitarios entre todos los jóvenes que se acercan y a veces los encuentran. Confían

en el cambio de actitud casi como si se tratara de una cuestión de fe. Atravesadas por la

lógica del consumo, tratan de mejorar su imagen, porque entienden que compiten en un

universo abierto y heterogéneo.

Los límites de cada propuesta tampoco quedan claros. La ritualidad, la

observancia, la adscripción y las competencias tampoco se cuestionan, y así se

desdibuja el discurso que las enmarca y legitima. Eligen correr el riesgo de atraer

personas alejadas a sus objetivos últimos al ofrecer una propuesta flexible en formato y

con una convocatoria abierta. Sin embargo, cuando se asiste y se empieza a hurgar un

poco más profundo estos fines aparecen y los jóvenes pueden disponer de su libertad

personal para elegir irse o quedarse. Pero como ellos tampoco tienen claro qué van a

buscar cuando se acercan, utilizan la oferta de acuerdo a sus necesidades y a sus

tiempos, mientras que quienes ya se encuentran alejados e integrados a otros espacios

ajenos a la colectividad no eligen retomar ese vínculo perdido o inexistente. Pudiendo

61

concluirse que, si bien las instituciones están en un proceso de cambio, luego de hacer

una lectura correcta de la situación, aún no logran dar con un proyecto acorde a ese

sector poblacional alejado del marco comunitario que las ocupa, y que la participación

de los asistentes en las actividades no se traduce necesariamente en un sentimiento de

pertenencia comunitario.

62

Conclusiones

En un momento de cuestionamientos y proyecciones como es la juventud, en un

contexto de pluralidad de estilos de vida y de cambio social acelerado, de fragmentación

y reconstitución de identidades, tanto la noción de juventud como la problemática

identitaria son cooptadas por el mercado. Específicamente dentro de la comunidad judía

se crean ámbitos de circulación para jóvenes, constituyéndose en la Ciudad de Buenos

Aires una importante oferta de educación y recreación, definida a partir de términos

como pertenencia y participación.

Tres casos concretos y contrastantes entre sí sirven como marco de referencia

para ser abordados, tanto desde la problemática comunicacional como desde la

identitaria, al analizar la construcción de la imagen y, a su vez, el funcionamiento de los

grupos a partir de las interacciones sociales. Se trata de una casa de convivencia y

actividades sociales (Moishe House Buenos Aires), un grupo de debate sobre Israel y el

conflicto en Medio Oriente (Punto Il, que nace desde la organización Hillel) y un

programa de conferencias dictadas por un rabino en un centro para la juventud

perteneciente a la corriente ortodoxa (El Lazo de Jabad Lubavitch).

Estos circuitos no formales de socialidad comunitaria nacen como espacios

“exclusivos” y “abiertos” de encuentro a partir de un acervo compartido, marcando lo

propio y lo ajeno al grupo. Con una amplia gama de propuestas, a simple vista parecen

tener todo para ofrecer y nada para pedir a cambio. Sin embargo, están sujetos a temas

que preocupan a la misión de las instituciones comunitarias, a saber, el alejamiento de

este grupo etario de los marcos comunitarios, alejamiento que no necesariamente

expresa desinterés, pero sí se entiende que está asociado a un decrecimiento de la

población judía, que a su vez iría a la par del crecimiento de las parejas mixtas y las

familias exogámicas.

63

Frente al temor al rechazo y el alejamiento de los jóvenes, los marcos de

socialización ofrecen espacios de puertas abiertas, sin explicitar sus fines últimos, y les

permiten a los asistentes circular libremente por todas las propuestas. Estas

convocatorias se validan en la concurrencia y, si bien algunos reclaman cierta

participación, no hay desde las instituciones un pedido expreso de inmediato

involucramiento ni compromiso futuro.

Las propuestas en el mercado de las instituciones que se orientan hacia los

jóvenes son muchas y ellos, mientras tanto, no suelen tener claro qué van a buscar. Las

motivaciones de aquellos que asisten son diversas: tienen que ver con la búsqueda de un

valor espiritual, afectivo, económico, laboral o académico. Se trata de búsquedas

personales que a veces encuentran en esos espacios de contención y socialización

respuestas a inquietudes suscitadas en el ámbito personal u oportunidades para

desarrollarse académica o profesionalmente. A los fines institucionales, importan los

que “se enganchan”, se olvida a los que huyen y se admite con ilusión a los que pasan a

ver de qué se trata.

Según se pudo observar y analizar en el trabajo exploratorio, los marcos en

cuestión no logran fundar un sentido de integración real. Trabajando con la contingencia

y la voluntad del otro, subyace en todo momento la posibilidad de perder su confianza y

su compromiso tácito frente a otra propuesta, ya sea intra o extracomunitaria. Lo cierto

es que todas las ofertas, si bien tienen perfiles diferenciados (hogareño, académico,

comunitario) y aún definiendo al judaísmo de modos diferentes, apelan al mismo

público. En sus dinámicas institucionales terminan siendo delimitadas por la lógica de la

oferta y la tiranía de la competencia. La dimensión del consumo atraviesa y define toda

la cuestión identitaria. Por lo cual las ofertas comunitarias se constituyen como espacios

de tránsito en donde la identidad judía es lo que activa la propuesta y desde donde se

64

intenta motivar a los asistentes, quienes pueden elegir quedarse y hacer suyas esas

motivaciones o alejarse luego de tomar aquello que les sirve.

Si bien el presente trabajo es de carácter exploratorio y requeriría mayores

profundizaciones, permite un acercamiento a la problemática, ofreciendo datos que

pueden complejizarse en un eventual análisis posterior. El lugar de las instituciones

religiosas como productoras de discursos y legitimaciones debe pensarse en torno al

campo judaico pero también puede vincularse con otros procesos históricos, ya que,

como bien pudo observarse, las consecuencias de las crisis sociales y políticas

repercuten en sus dinámicas. Las decisiones que toman tanto los referentes

institucionales a la hora de construir la oferta como los asistentes al momento de

concurrir a alguna actividad no son ajenas a lo que pasa en el resto de la sociedad. Así

mismo, un análisis de estas características permite propiciar una actitud de aceptación e

integración a la diversidad étnica, construyendo conocimiento y combatiendo prejuicios.

Se debe tener en consideración que las inquietudes que motivan a los jóvenes a

acercarse seguramente tengan que ver con sentimientos relacionados con su judeidad,

pero también con una búsqueda que va más allá de de una voluntad individual y que

está vinculada con la necesidad de respuestas y de proyecciones.

65

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Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Ceil- Piette, Buenos Aires.

67

ANEXO

68

Moishe House Logotipo

Fotos de Shabat

Clase de rock

El Lazo

69

Logotipo

Flyers de convocatoria

Punto Il Logotipo en Facebook

Banner del blog (http://punto-il.blogspot.com/)

70

Flyer de convocatoria

Foto de miembros Foto de una actividad en sede Belgrano

Mail de Agustín sobre el anuario:

71

72

ANUARIO: RECUERDEN QUE TIENE QUE ESTAR LISTO PARA ESTE FIN DE SEMANA. Octubre 2009: Stephi (me mando las notas en ingles, falta traducirlas) Noviembre 2009: Andi (ya casi esta listo) Diciembre 2009: Tati (terminado) Enero 2010: Vani (me mando las notas ahora respondo) Febrero 2010: Marce (no me mando nada) Marzo 2010: Jason (te mande las correcciones, espero la respuesta) Abril 2010: Dani (no me mando nada) Mayo 2010: Sergio y Maga (no me mandaron nada) Junio 2010: Hernan (no me mando nada) Julio 2010: Flor (no me mando nada) Agosto 2010: Abi (te mande las correcciones, espero la respuesta) Resumen de noticias de mayo que realicé para el anuario: 1) “Ataque a israelí a una flotilla humanitaria”, “Al menos 10 muertos en el ataque de Israel en Gaza”, titulaban los diarios el 31 de mayo de 2010. Llevaba ayuda humanitaria, viajaban activistas y fue atacado, se dijo. Se habló de brutalidad innecesaria y se llamó a una condena internacional. Como siempre, y de esto se trata este ejercicio, aparecieron otras campanas. Netanyahu, primer ministro israelí, argumentó que no tenían opción. “Este no era un barco del amor, era un barco del odio”, afirmó. Y explicó que en el choque, en el que murieron nueve personas, sus soldados fueron atacados con cuchillos, bastones y otras armas, por lo que abrieron fuego en defensa de sus vidas. La Embajada de Israel también salió a explicitar que “los organizadores y participantes sólo pretenden montar una operación de propaganda y no una verdadera misión de ayuda humanitaria. No es más que una provocación al servicio de las mentiras de Hamás”. Sin embargo, llámese error estratégico o mala prensa, el acontecimiento debió llamar a la reflexión. 2) El músico Charly García ofreció un show en el anfiteatro romano de Césarea para 3500 personas. de buen humor y ante un público expectante, rompió el hielo con “Demoliendo hoteles”. Luego vendrían más de sus clásicos: “Rap del exilio”, “Cerca de la revolución”, “No voy en tren” (con una traducción en hebreo). Recorrió su carrera, con una espectacular puesta de sol en el Mar Mediterráneo. Ya sobre el cierre del espectáculo, Charly recibió el título del Embajador de la Paz y de la Música. “Nunca pensé ver en un coliseo romano en Israel banderas argentinas y de Say No More y creía que iba a haber un público más frío pero fue al revés. Me superó”, expresó el Sui Generis. 3) El Jerusalem Post publicó una lista de los 50 judíos más influyentes del mundo, entre los que figuraron nombres que van desde la política, hasta la tecnología y las artes. Para hacer la selección tuvieron en cuenta su acceso al poder, la capacidad de influencia y el talento individual. Los elegidos fueron (sigue con el listado).