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    eodor W. Adorno

    Individuo y autorreflexin crtica

    P L I E G O F I L O S O F A

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    Queda prohibida la reproduccin o transmisin total o parcial de esta obray sus caractersticas, bajo cualquiera de sus formas, electrnica o mecnica,

    sin el consentimiento previo y por escrito del editor.

    Este libro forma parte del Proyecto de Investigacin Categoras para una on-tologa del presente y se publica con el apoyo de la Direccin de Investigaciny Posgrado de la Universidad de Guanajuato en el marco de la Convocatoria

    Institucional de Apoyo a la Investigacin.

    eodor W. Adorno. Individuo y autorreflexin crticaPrimera edicin, 2008

    D. R. Universidad de GuanajuatoLascurin de Retana No. 5, C. P. 36000

    Guanajuato, Gto., Mxico

    Direccin General de ExtensinCoordinacin Editorial

    Facultad de Filosofa y LetrasEx Convento de Valenciana s/n, C. P. 36240

    Valenciana, Gto., Mxico

    Formacin: Alejandra RodrguezDiseo de portada: Adriana Chagoyn SilvaCorreccin: Adriana Smano Domnguez

    Ilustracin de portada: Rostro borroso, Jaime Villarreal

    ISBN 978-968-864-483-6Impreso en Mxico

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    ndice

    Prefacio 11

    Introduccin 17

    Apuntes para un contexto 47

    La autorreflexin crtica 57

    La interioridad burguesa 75

    Individuo y sujeto en la lgica del desmoronamiento 101

    Para una metacrtica de la razn prctica 135

    La mirada que planea sobre el mundo 173

    Bibliografa 201

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    A la memoria del doctor Luis Ramrez Sevilla.Antroplogo fascinado por los estudios rurales,

    acadmico destacado en El Colegio de Michoacn

    y, sobre todo, persona extraordinaria.

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    Este libro aborda dos problemas que resultan relevantes paracomprender algunos rasgos de configuracin de la subje-tividad individual y colectiva en el trance que va de la centu-ria recin terminada, al siglo que ahora apenas despunta. Perotrata sobre todo de la forma en que eodor W. Adorno, unode los pensadores ms agudos de los ltimos tiempos, concibe

    el cultivo de la filosofa en torno a un problema central, quedesde luego no slo pertenece a los aos recientes sino que a lolargo de varios siglos se ha mantenido en los intereses tericosde los filsofos ms connotados. Nos referimos al problemadel individuo y la cultura, teniendo a la vista aquello que seha definido como el problema del conocimiento y del cuidadode s, a la luz de la experiencia humana y su tratamiento en el

    mundo contemporneo.Esta investigacin dio inicio en los dos ltimos aos del

    siglo XX, fue terminada en los primeros tres del siglo XXI yforma parte de una tesis doctoral presentada en septiembrede 2003 en la Facultad de Filosofa y Letras de la Universi-dad Nacional Autnoma de Mxico. Por fortuna, la fecha desu presentacin coincidi con la publicacin de ensayos, tra-ducciones, reediciones, conferencias, artculos periodsticos,coloquios y dems eventos que en diversas partes del planetase efectuaron para recordar la personalidad y la obra de T. W.

    Prefacio

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    Adorno al cumplirse cien aos de su nacimiento. Esta circuns-tancia no dej de ser satisfactoria pues el documento se inscri-be en una temtica que convoc desde diversos ngulos a la re-flexin sobre el pasado y el presente de la teora crtica. Ahora,algunos aos despus de haber sido concluida la investigacin,el texto se presenta con pocas variaciones, eliminando tan sloaquellos aspectos formales que una tesis de posgrado estable-ce, para orientar la investigacin y dar paso a un breve ensayosobre filosofa crtica como ontologa del presente.

    Como sucede con todo proyecto de investigacin queculmina con un libro, la intervencin de diversas personashace evidente el carcter colectivo de cualquier emprendi-miento humano; aludir a todos los involucrados hara necesa-rio un espacio considerablemente mayor para hacer referenciaa profesores, estudiantes, compaeros de trabajo, amigos, fa-miliares y colegas con quienes tuve oportunidad de discutir los

    temas que conforman el escrito. Sin embargo, no puedo pasarpor alto la colaboracin cercana de scar Martiarena, RodolfoCorts, Bolvar Echeverra, Crescenciano Grave y Nora Ra-btnikof con quienes pude dialogar en torno a la temticaaqu planteada as como el trabajo de Adriana Smano en larevisin del texto. Mencin especial tiene el eco de algunos

    nombres que siempre aparecen en mi dilogo interno y querepresentan la cercana ms directa, la de todos los das. Agra-dezco la compaa de Alejandra, Carlos, Andrea y Alejandro.Tambin el apoyo recibido de mis padres, Javier Corona y AnaLuisa Fernndez, as como de Flor, Alfredo y Ana.

    Finalmente, quiero dedicar este libro con todo mi afectoa Luis Ramrez Sevilla, a Cruz Elena Corona Fernndez y a

    sus hijos Aura y Luis Eraclio, de quienes aprend el significadoprofundo que la actitud propia del guerrero tiene, esa cuali-dad de la que habla Nietzsche cuando dice que el sufrimiento

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    tiene tanto sentido como la alegra y el goce; que la nochetiene tanto sentido y una mayor profundidad que el da, y quela muerte y la vida son ese retorno de lo mismo. Porque sutalante ante la vida y ante ellos mismos, su profundo vnculointerno y lo que ste convoca, en el lenguaje nietzscheano tie-ne una sola figura:

    Todo y todo enseguida, tal es el sentido del s y el comienzo

    de lo Sobrehumano.

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    El aislamiento del espritu respecto de la produccin materialeleva sin duda su cotizacin, pero, al mismo tiempo, hace de l,en la conciencia general, el chivo expiatorio de todo lo cometido

    por la prctica. Se decide entonces que la ilustracin mismay como tal no como instrumento de dominio real tiene la

    culpa de todo: de aqu el irracionalismo de la crtica de lacultura. Cuando sta ha conseguido disociar al espritu de su

    dialecticidad con las condiciones materiales, lo concibe simple-mente como un principio de fatalidad, sin descubrir el papel de

    su propia resistencia. Tampoco consigue comprender el crtico

    cultural que la cosificacin de la vida no se debe a un excesode ilustracin, sino a un defecto de ella, y que la mutilizacincometida a la humanidad por la incompleta y particularista

    racionalidad contempornea es en definitiva un estigma de lairracionalidad total.*

    *Adorno, T. W., Crtica cultural y sociedad, Sarpe, Madrid, 1984, pp. 231-232.

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    [...] en qu consiste nuestra actualidad?, cul es hoy el campo de experien-cias posibles? No se trata ya de una analtica de la verdad sino de lo que

    podra llamarse una ontologa del presente, una ontologa de nosotros mismos.Y me parece que la eleccin filosfica a la que nos encontramos enfrentados

    actualmente es la siguiente: bien optar por una filosofa crtica que aparecercomo una filosofa analtica de la verdad en general, bien optar por un pen-

    samiento crtico que adoptar la forma de una ontologa, una ontologa de laactualidad; esa forma de filosofa que, desde Hegel a la Escuela de Frankfurtpasando por Nietzsche y Max Weber, ha fundado una forma de reflexin en

    la que intento trabajar.1

    Una vez que la historia del siglo XX se puede estudiarcomo un periodo cronolgicamente concluido, el traba-jo crtico de la Escuela de Frankfurt se revela indiscutiblemen-

    te como una de las iniciativas reflexivas de mayor presencia enel pensamiento contemporneo; sin duda como postura te-rica de gran riqueza en el trabajo de interpretacin de la reali-dad vigente, cuya matriz de configuracin se encuentra en lacomplejidad de los fenmenos que marcaron el ltimo siglo.Entre los nudos discursivos que directamente le interpelaron,

    Introduccin

    1 Foucault, M., Qu es la Ilustracin?, Saber y verdad, La Piqueta, Madrid,1991, p. 207.

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    est el que se refiere a la crisis de la modernidad y el aparen-te fracaso, la cancelacin definitiva o el presunto incumpli-miento de muchas expectativas ah formadas. Debates que,si bien se recrudecen durante las ltimas tres dcadas, el hiloconductor viene tratndose a lo largo de prcticamente todoel siglo XX: la crisis de la cultura y de las civilizaciones queahora conviven en el marco de una efectiva historia mundial yel aparente sinsentido por el que actualmente transitan las so-ciedades, arrasando todo lo que se encuentra a su paso. Desde

    ecosistemas y especies enteras extinguindose aceleradamente,hasta el completo desarraigo de comunidades, dejando tras des parajes desolados o pueblos sepulcrales.

    En este panorama general podra esperarse, como de he-cho ocurri, que se hablar una y otra vez de la muerte de lafilosofa, del anuncio de su fin o de su actualidad en contextoshistricos en formacin. De igual modo escuchamos una serie

    de pasmosos presagios: el acabamiento de la historia no menosque la liquidacin definitiva del sujeto y de la razn; la condenadictada para todo nuevo ensayo que proponga la formulacinde sentidos para una vida cotidiana disuelta en la crisis generalde la modernidad. Vorgine que disip la energa del hombremoderno, con su herencia, orgullo y asombro acerca de los

    resultados de la investigacin cientfica; su temprana confian-za en la ciencia y en la razn y su incredulidad, desencanto ycinismo respecto a la esencia humana como sntesis de valoresde una poca. He aqu un retrato que se hizo familiar, el tpi-co general al que arribaron los diagnsticos de agotamiento detodo y de todos; expresin de una figura de la historia marcadapor la debilidad y el sobrecogimiento de los hombres ante lo

    que no tiene remedio, el estado de confusin generalizada, lainsatisfaccin, el sufrimiento o la angustia. Pobres hombres deeste final de la historia, nada les gusta, nada les asombra, todo

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    les agrede, tal parece ser el juicio condenatorio de un ojo cl-nico acostumbrado a ver cualquier horror sin alterarse. Visinimpersonal, til, complaciente; diagnstico que fue moda,terminacin de un ciclo con rostros superpuestos.

    En vista de las posibilidades que este crculo de temassuscit, podemos comprender la infinidad de textos que seescribieron durante los ltimos aos. Aunque puede a la vezreconocerse que dar cuenta de tales estados de cosas sigue anprovocando la reunin de trabajos distintos. Lo que arroja

    como resultado que este estado de crisis generalizada se con-vierta, como otros momentos de su historia, en el mejor caldode cultivo para la reflexin filosfica: el anuncio de su muerteresult en una inesperada fuente de vida para la teora. Perosin perder de vista tambin que el cambio de poca trajo yanuevas problemticas que demandan amplias reflexiones ennumerosas reas del saber, por lo que la perspectiva filosfica

    es encomiada. Por nuestra parte, queremos hacer un estudioque resulte en el sealamiento de algunas ideas de eodor W.Adorno en torno a lo que se discute cuando se habla de aquellacrisis de la modernidad, teniendo como punto medular no laconsideracin abstracta del hombre sino la reflexin sobre susituacin en la sociedad, es decir, la reflexin en torno al indi-

    viduo concreto y su posibilidad de sentido. Para ello, nos cen-traremos en principio en los planteamientos que Adorno hacerespecto a la paradjica situacin de la razn en la sociedadmasificada, la tal vez impensable antinomia de la razn comoliberacin y como esclavitud a un tiempo. Enseguida estudia-remos, a travs del anlisis crtico de Adorno, la condicinde los individuos en una sociedad como la del siglo XX, al

    parecer confiada en sus inicios, esforzndose por remontar ladecadencia de nimo con que termin el siglo XIX, para lue-go revelarse desconcertada y temerosa, manejada por fuerzas

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    extraas que le arrastran o por creaciones de la tcnica que leexplotan en las manos, sin que aparezcan seales de un golpede timn afortunado para encarar el siglo XXI.

    Desde estos ngulos, ante la crtica formulada contra lasociedad de masas, para el presente estudio considerar la pro-blemtica del individuo contemporneo significa plantear untema que articula diferentes momentos en la historia recientede la filosofa. La exploracin sobre todo aquello que se refierea lo humano es en estos das ocasin para revitalizar discu-

    siones sobre la historia despus de su tan anunciado fin. Enun inters por identificar en el pensar filosfico adorniano lostpicos sobre lo privado y lo pblico, lo social y lo individual,el conocimiento y la historia, nuestra investigacin ha tenidoque ir al centro mismo de la filosofa moderna, al escenario dela subjetividad y su autodefinicin como un modo de relacindel sujeto consigo mismo. Dicha relacin del sujeto con su

    interioridad viene acompaada tambin por la libertad y porla reflexin, rasgos que la propia subjetividad elige para hablarde s misma. As, para esbozar los caracteres de la filosofa mo-derna en esta temtica especfica, es preciso considerar ciertaslneas argumentales para acceder al problema del individuo atravs de breves referencias a algunas de sus categoras, perfi-

    lando los antecedentes histricos del tema.En este sentido, para los investigadores de la moderni-dad la clave para entenderla se centra en el nudo histrico deconceptos, problemas y acontecimientos, algunos de los cua-les ostentan nombres que llegaron a ser gigantescos: Sujeto,Historia, Razn, Reforma, Ciencia, Ilustracin, Revolucin,Libertad, Conocimiento. Estos arquetipos de la era ilustrada

    representan un nuevo carcter en los hombres e inician tam-bin un nuevo humanismo, y con ste, el reclamo del indivi-duo para que lo particular pueda hacerse valer como tal. De

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    este modo, la libertad y autonoma de accin y la crtica comoexpresin de independencia de pensamiento, se formulan enla sociedad moderna como valor para servirse cada uno de supropia razn, frase que condensa muy bien la interaccin deaquellos conceptos arriba anotados. Esta aspiracin que apun-ta a un pensar propio se centr en la confianza puesta en laautoconciencia, en la aptitud de la razn humana para con-cebirse a s misma como yo, sujeto o persona, con capacidadpara tomar el timn y hacer de este mundo el horizonte de su

    realizacin plena. La razn gobierna al mundo: es el plantea-miento de un pensamiento progresivo, optimista, propio de lamodernidad naciente; la cual, erradicando el sometimiento delos individuos a fuerzas externas, establece como paradigma deracionalidad a la ciencia, actividad que permite la liberacinmaterial y moral del hombre. Por tal motivo, la vida humanano puede ser ms la historia de una cada en un mundo de su-

    frimiento, sino un proyecto en marcha. Desde dicha perspec-tiva, la civilizacin no es otra cosa que el desarrollo de la razn,consecuentemente, la tarea de la civilizacin humana consisteen que el hombre alcance la mayora de edad y se conduzca ra-cionalmente. Como pensamiento que surge en una situacinhistrica y que pretende responder a ella, la filosofa tendra en

    Kant su primera enunciacin.Pero en torno a los rasgos de la ciencia moderna y susignificacin histrica se ha escrito ya lo suficiente, aqu slomencionaremos determinados rasgos que a primera vista pa-recen relevantes para nuestros fines. Por ejemplo: su carcterparadigmtico como expresin del progreso de la razn y delconocimiento; su ruptura con la dicotoma medieval de ver-

    dad revelada y discurso humano; su rompimiento tambincon la nocin de ciencia esencialista que busca lo que esy sutransformacin en una ciencia homognea, cuantitativa, que

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    busca comportamientos, no sustancias, que ha efectuado unareduccin del mundo natural a mecanismo; un tipo de saber,en fin, donde la verdad revelada es sustituida por la verdad dis-cursiva y la autoridad desplazada por el mtodo. Racionalidadque declara, tajantemente, que lo que hace cientfico al co-nocimiento es que se disponga de un conjunto de reglas paraarribar a un determinado resultado. Los ilustrados dicen quela ciencia no slo es el nico camino seguro al conocimiento,sino tambin el camino que le permite al hombre formarse o

    constituirse a s mismo. Esta contundencia con que se pre-senta el discurso ilustrado apenas deja lugar a algn recelo,pues, en deuda con la mxima socrtica, aqu tambin el malslo es posible en el oscuro mundo de la ignorancia, en elciego fanatismo, la supersticin o en el mar de la locura. Encambio, el libre acuerdo, el consenso voluntario, el argumentoconvincente, el dilogo entre individuos racionales que han

    luchado contra la resistencia de costumbres perezosas, permiteel acceso a una posicin mejor en la vida prctica y al abando-no de aquella opinin anterior llena de prejuicios. Ahora bien,para tomar una muestra de este tipo de concepcin acerca delo real que encontramos en la modernidad clsica, retomamosaqu la propuesta de la investigacin adorniana que sugiere

    la disposicin de constelaciones problemticas para aludir aese primer momento de la modernidad y, con ello, mostrar latemtica donde se fragua la concepcin racionalista del mun-do, sin buscar una exposicin puntual y menos una caracte-rizacin panormica de sus problemas, sino en constelacionestemticas, delinear un perfil de la poca haciendo a la vez deli-mitaciones temporales. Aqu, razn, persona, progreso, sujeto,

    identidad, individuo, ciencia, naturaleza, libertad... emergencomo principios estructuradores de sentido para una humani-dad que ha empezado a plantear su futuro. La primera poca

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    de la modernidad, el mundo del sujeto y el reto que representael conocimiento del objeto es lo que vendr a jugarse.

    Sin embargo, dentro de la historia moderna de la filoso-fa, el idealismo alemn se percata ya de ciertos efectos negati-vos de la razn, cualidades que se manifiestan en el lamentabledesenlace de la Revolucin Francesa y en los primeros snto-mas de entropa social, fenmenos vistos como signos de la de-generacin de la razn y el anuncio de un nuevo despotismo.Por este motivo, a partir de Kant, la filosofa se define como

    funcin crtica y no como saber fundante: como examen delas condiciones de posibilidad de la experiencia, pero tambincomo crtica respecto a la ciencia especializada y evaluacindel supuesto desarrollo de la razn en el mbito social. Esteproceso de transformacin de un pensamiento fundamenta-dor a un pensar crtico fue seguido con mucha atencin porAdorno y Horkheimer, pues la Escuela de Frankfurt reconoce

    la suya como filosofa crtica.2Es preciso entonces destacar que el pensamiento alemn

    se deslinda del mecanicismo ilustrado al plantear, frente a larealidad natural que es cuantificable, una realidad humanairreductible a las leyes naturales. Esta peculiaridad significaque para Herder no existe el Hombre nico, universal, homo-

    gneo; para Hegel la realidad humana tiene una racionalidadreal que se va formando histricamente; para Marx, el hombre

    2 No hay ningn humanismo sin una clara toma de postura respecto a losproblemas histricos de la poca [...]. El humanismo del pasado consisti enuna crtica del orden feudal y de su jerarqua, que se haba convertido en unfreno para el desarrollo de la humanidad. El humanismo de la actualidad con-siste en una crtica a las formas de vida bajo las que la humanidad est pere-ciendo y en el esfuerzo por transformarlas de forma racional. Horkheimer,M., Teora crtica, citado por Juan Antonio Estrada Daz en La teora crticade Max Horkheimer, p. 20.

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    existente se autoproduce a partir de su propia actividad, trans-forma la naturaleza transformndose a s mismo, el sujeto notiene una naturaleza dada sino que se va formando a partir dela negatividad.

    Pero Hegel sabe que estos perfiles no se han logrado gra-tuitamente, sino a cambio del proceso desgarrador de la socie-dad en su desarrollo. Por ello, en el siglo XIX aquel optimismocon que arranc la poca moderna se ha desplomado, ya noes el progreso sino la negatividad el principio que articula el

    devenir histrico. El pensamiento filosfico deber entonceseludir el error de los ilustrados, ya que si en el iluminismo lafilosofa cay en la ilusin de fundamentar a la ciencia convir-tindola en el nico modelo de racionalidad, se hizo con esto,en opinin de Fichte,3 cmplice de la reduccin de la realidadhumana a simple mensurabilidad, vindose al hombre comoun objeto ms de la ciencia fsica y anulando la peculiaridad

    de su ser. De cara a semejante reduccionismo, los filsofos ale-manes del siglo XIX consideraron preciso desplazar aquellanecesidad mecnica que en la primera modernidad se instalcomo modelo explicativo e intentar una ciencia acorde a lacondicin humana, no la racionalidad mecanicista sino unaracionalidad de lo humano.

    As, la filosofa alemana en la modernidad tarda intenta-r por nueva ruta un humanismo antiiluminista y un lenguajecrtico que contrarreste el creciente dominio de la ciencia, queuna vez que redujo la naturaleza a frmulas, procede a hacerlo propio con el hombre.4

    3 Fichte, J. G., Doctrina de la ciencia, Aguilar, Buenos Aires, 1975.4 Esta crtica permitir a Adorno plantear que la ciencia es el nuevo mito denuestro tiempo. Manteniendo la idea de un supuesto dominio sobre la natu-raleza, el pensamiento se cosifica glorificando a la tcnica y al dominio sobre

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    Al llegar a este punto, laAutorreflexin ser el rasgoprincipal que defina a la filosofa crtica en el siglo XX, pues-to que su pesquisa inicia con aquella situacin traumticaan no resuelta del todo acerca de la reduccin de lo real arelaciones entre cosas. A este respecto, la filosofa, en pala-bras de Husserl,5 ha llegado a un callejn sin salida: no puedeseguir siendo metafsica pero el cientificismo no es para luna mejor alternativa. En su opinin, la reflexin filosficacontempornea no habr de impulsar la ciencia sino contra-

    rrestar la absolutizacin del saber en que la ciencia misma hacado. Pero, si bien es cierto que durante el siglo XIX la raznes replanteada ya que an se conserva la confianza en ellacomo fuente de legalidad, en el siglo XX el pensamiento vaa ejercer la crtica contra la propia razn, ya no desde la raznbuscando reformularse, sino frontalmente, considerndoseque el preconizado control racional a lo que ha conducido

    es a una nueva forma de esclavitud. En su anlisis, ubicadoen el contexto de la revuelta antimetafsica, Husserl cuestio-na el propsito del neopositivismo que pretende erradicarla metafsica pero introduciendo una metafsica cientificista,plantando en la lgica un nuevo absoluto. La nueva metaf-sica es el cientificismo, ya que en la consideracin de Husserl

    metafsico es todo planteamiento que parta o desemboqueen un absoluto, y los neopositivistas en su afn quirrgicopor extraer la verdad objetiva han creado una nueva ficcin.

    el mbito natural, con lo cual el propio pensamiento queda incapacitado paratrascender el orden social.5 Cfr. Husserl, E., Crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa trascendental,pp. 10 y ss.

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    Para Husserl, esta pretensin objetivista es explicableporque la ciencia natural inicia con el supuesto de que losobjetos a los cuales se aboca ya existen de antemano, pasandopor alto que la mera descripcin del objeto y la elaboracinde los conceptos para delinearlo son intencionales y estas in-tencionalidades son inherentes al desencadenamiento de fe-nmenos. La fenomenologa, en cambio, no toma los hechoscomo punto de partida incuestionable, sino que es, antes bien,una instancia de reflexin, entendiendo la actitud filosfica

    reflexiva y no cognoscitivamente. El cientificismo concibe porsu parte al conocimiento ligado al desarrollo de la ciencia, eneste caso la filosofa se ha puesto a su servicio llevando a cabofunciones subordinadas. Paralelamente, Husserl considera quees preciso adoptar una posicin crtica y no impulsar ya a laciencia sino contrarrestar la absolutizacin del conocimientoen que la teora ha cado por esta va cientificista, por lo tanto,

    la filosofa no debe buscar ni contribuir al conocimiento ni ala descripcin de hechos. El pensar filosfico debe elaborar unnuevo lenguaje que explique cmo se abre el mundo al hom-bre, dirigindose con ello a la comprensin de lo real. Mien-tras que la ciencia proporciona conocimientos, la filosofa esestrictamente reflexiva, su problema es el problema de lo real,

    lo real es el acaecer que consiste en que el mundo se abre alhombre, le sale al encuentro, lo vive. En este sentido la filoso-fa se caracteriza porque no puede desarrollar la comprensinde lo real sino desde el emplazamiento humano; la filosofa esperspectiva humana, participa del destino del hombre, es in-manente, no trascendente como la religin ni de hechos comola ciencia. La filosofa debe abrazar la terrenalidad y dejar de

    lado la metafsica, olvidndose ya de seguir administrando losabsolutos, sealando de igual manera que la ciencia ha perdi-do su significacin vital y ocupndose por su parte del proble-

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    ma central del hombre: el problema del sentido y de la falta desentido de la existencia humana en su conjunto.

    En Crisis de las ciencias europeas Husserl establece susentir respecto a una ciencia volcada sobre la investigacin dela realidad corporal, en esta obra se pregunta si la propia cien-cia puede responder a lo que constituye el motivo de reflexinprincipal para los hombres en el seno de un tipo de sociedadregida por la racionalidad tcnica que conduce al individuo aser una pieza ms del engranaje social.6

    Con Husserl viene a replantearse aquella inquietud queasoma con el idealismo alemn en cuanto a la cosificacin dela realidad humana, observacin que parecera suficiente paraexplicar el papel protagnico de la fenomenologa en el pano-rama del siglo XX. Esta presencia se debe a que lleva a cabo un

    6 Qu tiene la ciencia que decirnos sobre la razn y sinrazn, sobre nosotroslos hombres en tanto sujetos de esta libertad? La mera ciencia de los cuerposevidentemente nada tiene que decirnos, puesto que ha hecho abstraccin detodo lo subjetivo. Por otra parte, en lo que concierne a las ciencias del esp-ritu, en todas sus disciplinas especiales y generales, consideran al hombre ensu existencia espiritual, y por consiguiente en el horizonte de su historicidad.Pero se dice que su estricta cientificidad exige que el investigador excluya cui-dadosamente toda toma de posicin valorativa, todo preguntar por la razn y

    sinrazn de la humanidad y de sus formaciones culturales, que es el tema desu estudio. La verdad cientfica y objetiva es exclusivamente comprobacin deaquello que el mundo, tanto fsico como espiritual, efectivamente es. Pero,puede el mundo, y la existencia humana en l, tener en verdad un sentido, silas ciencias consideran como verdadero slo lo verificable de este modo objeti-vo, si la historia slo puede ensearnos que todas las consideraciones del mun-do espiritual, todas las reglas de vida, los ideales, las normas, sostenidos en cadacaso por los hombres, se forman y luego se deshacen como olas fugitivas, queas ha sido y ser siempre, que siempre la razn debe transformarse en sinsenti-

    do, y el bienestar en calamidad? Podemos con esto tranquilizarnos, podemosvivir en este mundo cuyo acontecer histrico no es otra cosa que un incesanteencadenamiento de impulsos ilusorios y amargos desengaos?. Husserl, E.,Crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa trascendental, p. 12.

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    examen crtico tocante a la cultura de su poca, enfatizandola radicalidad ideolgica en que ha cado la ciencia contem-pornea, fenmeno que se percibe ya desde la primera mitaddel siglo XIX. Por otro lado, su propuesta metodolgica se harenovado de manera notable tambin, sobre todo a raz delinters creciente en la filosofa del lenguaje, de la discusin detextos importantes en la corriente existencialista y, finalmente,del auge de la hermenutica a partir de los aos ochenta delsiglo XX. Lo que sin duda hace de la propuesta husserliana

    una referencia obligada para toda consideracin de la actitudfilosfica en nuestros das.

    El pensamiento contemporneo ha tenido igualmenteen la Escuela de Frankfurt una referencia cardinal en el trabajode crtica iniciado ya por el idealismo alemn y que en Marx,Nietzsche y Husserl tiene otros pliegues plenamente identifi-cados. En este contexto nos parece importante mencionar el

    inters que Adorno tena acerca de las perspectivas fenomeno-lgicas de Edmund Husserl en las que, segn su opinin, hayelementos para estudiar la disolucin del idealismo. Adornoen su tesis doctoral exploraba el esfuerzo de Husserl por en-contrar un conocimiento seguro en los objetos del mundo,al mismo tiempo que subrayaba el temor de Husserl de que

    tales fenmenos transitorios proveyeran escasa base para laverdad.7

    Los intereses tericos de Adorno coinciden, en cuanto ala crtica de la cultura que emprende si bien desde diferentesposiciones, con gran parte de las corrientes filosficas con-temporneas. Pero ofrece a la vez rasgos propios, al incorporara su trabajo reflexivo un conjunto de fenmenos que en los

    aos treinta eran apenas el esbozo de la historia que las dca-

    7 Lunn, E.,Marxismo y modernismo, pp. 224-225.

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    das siguientes confirmaran, lo que da cuenta del agudo anli-sis de su pensamiento. Como muestra tenemos la evidencia deque el capitalismo ha sobrevivido y que su fin no parece acer-carse, superando sus propias crisis e integrando a sus supues-tos enterradores; las administraciones del socialismo real quedemostraron, segn sus detractores, el fracaso del proyecto deemancipacin que la revolucin alent, cancelndose la ima-gen utpica de una sociedad libre y justa; y lo que a Adornole pareci lo ms terrible, la existencia del Estado nacional

    socialista, resultado del ms completo desquiciamiento de unaconciencia de clase que deba guiarnos hacia la verdadera his-toria humana. Dicha claridad de su exploracin muestra queel autoritarismo no es un fenmeno aleatorio, ya que el nazis-mo slo se pudo imponer gracias a la complicidad del capitalindustrial y financiero, a la colaboracin de la aristocracia mi-litar y a la abierta cooperacin de la pequea burguesa, sec-

    tores que se vean amenazados con la ola de transformacionesque una revolucin traera.

    Mas al conjunto de fenmenos que integraron las pri-meras dcadas del siglo XX le sigui un pronstico tan certeroque an se mantiene en nuestros das. El anuncio de una so-ciedad del control y la omnipresencia de sistemas abstractos

    que prefiguran la vida cotidiana, en donde la falta de sentidopersonal es el marco distintivo de las sociedades que Adornodescribi como pertenecientes a la segunda parte del siglo XX.Ante la urgencia por encarar tales problemas, la teora crticapropuso como hiptesis principal el sealamiento de que estacircunstancia es la consecuencia de todo un proceso de raciona-lizacin disparado por la Ilustracin, cuyo desenlace ms lbre-

    go puede verse en la creciente administracin de la sociedad yen la instauracin de un Estado autoritario. La razn ilustradaha pasado de la formulacin de los derechos y libertades del

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    individuo, a la imposicin de estructuras de dominacin tec-nolgica que convierten a los hombres en meras piezas de unsistema administrado.

    Sin embargo, frente al eplogo de una mscara tan som-bra en la que se transform la Ilustracin, en contraste pode-mos ver en sus inicios el entusiasmo por la libertad ofrecidapor dicho movimiento ilustrado, que tuvo sus legtimos mo-mentos de gloria al salir la razn triunfante despus de perse-cuciones despiadadas, como las sufridas por Bruno y Galileo,

    entre los casos ms comentados, hasta constatar el ambientegeneralizado de acoso que caracteriz el tiempo de FedericoGuillermo II (1744-1797), hjira en que la direccin polticaprusiana se orient hacia posturas reaccionarias, mientras enFrancia la revolucin creca y atacaba de manera furibunda ala Iglesia y al Estado. De ah que en esta poca, con la Ilus-tracin francesa, la filosofa sea esencialmente poltica, pues

    por filosofa no se concibe tanto una lgica o una teora delconocimiento, sino el ataque a las jerarquas y al carcter inhu-mano del sistema jurdico. En efecto, mientras que en Franciael pensamiento libre y la revolucin eran aliados, la monar-qua en Prusia se una a los ms encarnizados enemigos delas Luces; formando un frente comn con el poder clerical,

    el Estado pretenda frenar las novedades en poltica atacan-do toda expresin del libre pensamiento. Sapere aude, comoexhorto para atreverse a pensar por cuenta propia, quedarestrictamente prohibido. Esta alianza entre Iglesia y Estadoorganiz una campaa contra el racionalismo para expulsar dela ctedra a sus simpatizantes, sealndolos como sediciosos,ateos y enemigos de la religin.

    La razn tiene desde luego su historia romntica, acasoesta narracin es la que propicia toda una serie de postuladosdiscutidos en la reflexin tica moderna? Pero esa historia he-

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    roica de la razn siendo perseguida en un mundo de ciegofanatismo, ofreciendo a los pobres hombres sumidos en la ig-norancia la va hacia la libertad, se ha transformado segn lalectura de los filsofos frankfurtianos, en positividad, poder,autoafirmacin, reconciliacin. Evitando deliberadamente lanegatividad, la crtica, la razn conduce ahora hacia la barba-rie. Para los frankfurtianos en la cultura moderna se ha dadouna creciente subordinacin de la razn al poder, contribu-yendo a la reificacin de la sociedad tecnificada. En el mundo

    contemporneo este estado de cosas ha ocasionado la crecienteerosin de la capacidad crtica, debido a que una racionalidadcon arreglo a fines devino poder objetivo, ya no hay al parecerinstancia alguna desde la que pueda ejercerse la crtica; racio-nalidad y realidad forman una unidad de intereses comunes,poder y saber se han aliado.

    A la luz de este resultado, en el examen de las forma-

    ciones sociales, a la Escuela de Frankfurt debemos una agudalectura del capitalismo plenamente establecido en el siglo XX,que va desde la constitucin de sistemas totalitarios a escalamundial, hasta la transformacin cualitativa del poder y lascondiciones en que se manifiesta ahora como estructura reti-cular, subrayando que la crtica de la Ilustracin es sin duda

    un acercamiento a la explicacin y comprensin de la pro-blemtica. En su intento por abordarla, los miembros de laEscuela de Frankfurt piensan que el camino a seguir es el deeste movimiento iluminista que desde sus orgenes vena ga-nando reputacin como una posibilidad real para expulsar elsufrimiento, la ignorancia y la injusticia, llamando a convertirel mundo en un lugar benfico donde poder vivir. La llave de

    la felicidad, el secreto para acceder a dicho mundo feliz con-sista en desmitificarlo, cambiar la irracionalidad que propiciaun mundo crudo y despiadado, en un mundo interpretado

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    y dirigido adecuadamente, posibilitando lo que constituyla mejor oferta de la Ilustracin: lograr una vida buena. Siaceptamos que la raz del mal anida en la ignorancia humana,ser fcil tambin aceptar que la ciencia, al disipar el mito, esen realidad la nica alternativa hacia una vida libre, buena yverdadera, regida por el autodominio y no por la fatalidad.A pesar de todo, semejante promocin no dej de despertarsospechas y toda clase de recelos, era realmente la Ilustracinla respuesta que solucionara el problema humano? Para el si-

    glo XVIII es muy probable que as fuera aceptado, pero enla primera mitad del XX termin de configurarse ese presen-timiento de catstrofe en Occidente con que finaliza el sigloXIX. Friedman condensa en sus justos trminos aquel sentirdel pensamiento crtico.

    La razn que haba desvanecido los mitos en el mundo, destruy

    horizontes y dej al hombre vaco y carente de rumbo. La ciencia,que haba aspirado a someter la naturaleza, tuvo xito pero subyugtambin al ser humano. La libertad, que haba sido la promesa y lapremisa de la razn y de la ciencia, se desvi hacia el formalismovaco o hacia la franca barbarie.8

    En el diagnstico de Adorno el mbito histrico socialllega a ser efectivamente racional pero inhumano. Mas, tuvola razn posibilidades efectivas para concretar sus pretensionesde emancipacin? Segn Hegel es realmente posible que larazn proponga alternativas de solucin a los problemas dela vida humana, esto es factible porque su naturaleza es la ne-gatividad, es decir, la razn, al criticar la realidad, proyecta yefecta una reconstruccin histrica en la que el despliegue

    del espritu hace que constantemente lo real muestre un perfil

    8 Friedman, G., La filosofa poltica de la Escuela de Frankfurt, p. 117.

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    diferente, pues la esencia de la racionalidad histrica radica ensu negatividad, lo que le permite cambiar de piel antes de quela anterior se agriete. Pero si la razn ha pasado de la crticaa la edificacin, de la negatividad a la afirmacin, desliza conello su curso hacia la identidad y por lo tanto a la afirmacinde s misma. La Escuela de Frankfurt ve aqu un indicio de lacrisis de la razn que ha madurado como positividad. La ar-mona que concilia los opuestos dio al traste con aquel impul-so disolutivo, paradjicamente para la razn, la llegada a feliz

    puerto provoca la peor de sus desgracias. He aqu la crisis dela racionalidad, su engaosa soberana, es su propia perdicin,suspendida su autoconciencia dialctica, paralizada la autorre-flexin crtica, se precipita hacia la estupidez y el primitivismo.

    El trabajo reflexivo de Adorno que queremos destacarse encuentra en este ncleo, planteando que si la razn reco-noce su fracaso, podra emprender quiz un nuevo impulso

    autoconsciente. Para Adorno, la trampa en que la razn cae seexplica por el abandono de la autorreflexin crtica, de modoque slo luchando contra s misma puede la razn evitar ladebilidad provocada por esta victoria en que la razn conquis-ta el mundo, debilidad que se manifiesta cuando la razn segoza en el orden social existente. De crtica despiadada, devie-

    ne instrumento de productividad, estabilidad y control social.Con este nuevo aliado el poder ya no muestra un solo rostro,ahora ms que represivo es subliminal, busca el control de laconciencia y slo en ltimo trmino recurre a la represin.A travs de la cultura principalmente masificada, el poder haintroyectado sus dispositivos de dominio sobre la sociedad enla forma de mensajes culturales. A su vez, los individuos res-

    ponden a este dominio animando la expectativa de obtenerun mejor nivel en la estructura gigantesca de los bienes deconsumo, lo cual permite al sistema en gran medida mantener

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    el control. En la sociedad as configurada se da un reemplazodel valor que la libertad represent, por el valor de la seguridad,del consumo, del bienestar. Se ha pasado de la bsqueda dela autoconciencia a la bsqueda del confort. Vemos aqu eldesenlace irnico de los ideales de la modernidad, su estrategiade vida se cifra en el consumo, borrando cualquier deseo delibertad y homogeneizando a sus integrantes en la sociedad demasas. Las ideologas son igualmente absorbidas por el siste-ma, pudiendo convertirlas en mercancas, incluso aquellas que

    llegaran a atacarle, delinendose como resultado un tipo deexistencia humana maniatada moralmente, manipulada po-ltica y econmicamente y, aparentemente suelta, cuando setrata de elegir el mejor producto en el mercado, mbito dondevive un ente humano definido como mercanca-consumidor.De igual modo asistimos a un tipo de teorizacin donde elyo es considerado tan slo como una interseccin de flujos de

    diversa ndole en un universo monadolgico, y el individuocomo una interseccin de fenmenos en el acaecer del mundomismo, el cual impone la estructura mercanca como iguala-cin fctica de los hombres. Dice Adorno a este respecto:

    El individuo debe su cristalizacin a las formas de la economa po-ltica, especialmente al mercado urbano. Incluso como oponente

    a la presin de la socializacin es l su ms autntico producto yse asemeja a ella. Ese rasgo de independencia que le permite taloposicin tiene su origen en el inters individual monadolgico ysu sedimentacin como carcter. Precisamente en su individuacinrefleja el individuo la ley social inexplcita de la sin embargo bienconducida explotacin.9

    Uno de los intereses centrales en la reflexin adornianaconsisti en su intento por sacar a luz la relacin de indivi-

    9 Adorno, T. W.,Minima moralia, p. 38.

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    duo y sociedad afirmando que al concepto de individuo habraque someterle a una revisin fundamental. El resultado de esteanlisis concibe la individualidad en un sentido normativo,como sujeto que acta por autodeterminacin. Pero tambinpodemos encontrar un uso descriptivo del trmino, en el cualindividuo define el cambio del carcter social. El hombre comosujeto autnomo es un elemento de la autocomprensin nor-mativa del la sociedad burguesa.10

    Pero Adorno ha extrado de su lectura de Nietzsche una

    gran leccin, sabe que condenar a la sociedad burguesa en nom-bre de la justicia, la caridad o la verdad no permite ir ms lejos.De hecho estos conceptos son la expresin de una coleccinde mitos, mscaras de una voluntad de dominio, expresada demanera cabal, segn Nietzsche, en el concepto de Estado.

    En algn lugar quedan todava pueblos y rebaos, pero no entre

    nosotros, hermanos mos: aqu hay Estados.Estados? Qu es eso? Pues bien, abrid los odos! Voy a deciros mipalabra sobre la muerte de los pueblos!

    Estado es el nombre que se da al ms fro de todos los monstruosfros. El Estado miente con toda frialdad, y de su boca sale estamentira: Yo, el Estado, soy el pueblo.

    Qu gran mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos,

    por la fe y el amor: as sirvieron a la vida.Aniquiladores son quienes ponen trampas a la multitud, y deno-minan Estado a tal obra: suspenden sobre los hombros una espada,y cien apetitos [...]. El nuevo dolo quiere rodearse de hroes yhombres de honor. Ese fro monstruo se complace en calentarseal sol de las buenas conciencias! [...] Quiere que le sirvis de cebopara atraer a los superfluos! S, una infernal artimaa ha sido aquinventada, un corcel de muerte enjaezado con el tintineante ador-

    no de honores divinos! [...] Estado llamo yo al lugar donde todos,

    10 Cfr. Mller-Doohm, S. En tierra de nadie, p. 81.

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    buenos y malos, son bebedores de venenos; Estado, al lugar dondetodos, buenos y malos, aseguran su perdicin. Estado, al lugar don-de se llama la vida al lento suicidarse de todos.11

    A nuestro parecer, la situacin del individuo y la colecti-vidad en la forma de Estado tal como Nietzsche lo plantea, dala pauta para localizar una fuente de donde proviene el interspor lo individual que confluye en Adorno con el trabajo deautorreflexin que la razn debe llevar a cabo; en este sentidola decadencia de la individualidad y la crisis de la sociedadconstituyen las perspectivas de exploracin en las que centra-mos nuestro estudio, por consiguiente, la liquidacin de laindividualidad y la sociedad del control total son las tesis queenmarcan, segn nuestro autor, el horizonte problemtico debuena parte del siglo XX.

    Mas, por qu regresar al estudio de los temas que la Es-

    cuela de Frankfurt desarroll y en torno a los cuales ha corridobastante tinta? Como punto de partida creemos que es vlidohacerlo en nuestro tiempo porque en el trabajo de historiar elsiglo XX esta escuela filosfica se ha revelado como una de lasvoces ms autorizadas, guiando, con la sugerente lectura quehace de la modernidad, la desconfianza acerca del fcil triunfa-lismo que puede sobrevenir con el impacto publicitario de una

    tecnologa que sin duda impresiona con el anuncio de la co-lonizacin del espacio exterior apenas despunte el siglo XXI.Pero el espacio interior, qu lmites ha franqueado realmente?Cmo puede atisbarse algn destello al interior del individuoen una sociedad que sistemticamente lo ha obliterado? Enla perspectiva de Adorno cabe detenerse a considerar dichascuestiones dado que:

    11 Nietzsche, F.,As habl Zaratustra, pp. 87-88.

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    Individualistas como Huxley y Jaspers condenan al individuo porsu vaciedad mecnica y su debilidad neurtica, pero el sentido desu juicio condenatorio est ms cerca de hacer de l una vctima

    que de hacer una crtica del principium individuationisde la so-ciedad. Como media verdad, su polmica es ya entera falsedad. Sehabla de la sociedad como un inmediato convivir de los hombresde cuya actitud deriva el todo en lugar de considerarla como unsistema que no slo los engloba y deforma, sino que adems alcanzaa aquella humanidad que una vez los determin como individuos.En la interpretacin panhumana de esta situacin como tal, toda-va se admite en la acusacin la cruda realidad material que ata al

    ser humano a la inhumanidad. En sus buenos tiempos, la burguesafue bien consciente, cuando reflexionaba histricamente, de tal im-plicacin, y slo desde que su doctrina degener en tenaz apolog-tica frente al socialismo la ha olvidado.12

    Lo que puede colegirse de la cita anterior es que, segnAdorno, indudablemente la situacin en la que desaparece elindividuo es la del individualismo desenfrenado. La aparen-te liberacin de aqul respecto a la colectividad ha anulado laoposicin y por lo tanto la tensin entre individuo y sociedad,formndose una masa homognea de seres annimos, que alperseguir egostamente su inters propio, termina cada uno porno perseguir nada porque a su vez los dems actan tambinas, anulndose la propia individualidad en un modo de vivir

    uniforme, que no representa el cumplimiento de los interesescolectivos junto con los individuales, sino que se han confun-dido los linderos de estos dos mbitos: el del individuo y la co-lectividad. Tal caracterstica la encontramos en los estados dic-tatoriales del capitalismo avanzado, condicin que desde finalesdel siglo XIX har un esbozo del fascismo y del militarismo, ini-cindose el primer trazo de un cuadro que recibir las ltimas

    gotas de pintura sobre el lienzo de Hiroshima y Nagasaki, para

    12 Adorno, T. W.,Minima moralia, p. 149.

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    convertirse despus por completo el escenario histrico en unplano de guerra o de explotacin de la riqueza visto y dirigidopor medio de monitores y controladores cibernticos. A partirde entonces, ya sin ningn embozo, el ms fro de los frosmonstruos, el Estado, ha mostrado cabalmente sus fauces...

    [...]. Contemplad a esos superfluos! Adquieren riquezas, y con elloresultan ms pobres. Quieren poder, y, en primer lugar, la palan-queta del poder, el oro esos insolventes!.

    Contemplad cmo trepan esos giles simios! Trepan unos por enci-ma de otros, arrastrndose as al cieno y a la profundidad.

    Todos quieren llegar al trono! Su locura consiste en creer que lafelicidad radica en el trono [...]. Dementes son para m todos ellos,y atolondrados simios trepadores. Su dolo, ese monstruo helado,me huele mal: todos me huelen mal, esos servidores del dolo.13

    Como se sabe, el Estado que Nietzsche tiene ante s es lo

    que queda del Imperio Germnico, pero la descripcin que del hace puede igualmente aplicarse al Estado que tiene ante susojos eodor Adorno, Estado que puede verse sin eufemismoscomo el fro monstruo devorador y triturante. Lugar en dondeel aniquilamiento del individuo consiste en el ms acendradoindividualismo y la idolatra al sistema es la conducta propia

    de estos atolondrados simios trepadores, que creyendo seguir elcamino hacia el trono se hunden ms en el fango. Para com-prender tal situacin de trampa en que la sociedad moderna seahorca a s misma, la Escuela de Frankfurt enuncia una seriede vertientes de reflexin, comnmente reconocidas por losestudiosos de su obra y que hemos venido ya sealando. Porejemplo, el intento por dar cuenta de los fracasos o desenga-

    os polticos, tan contrastantes en comparacin con las aspi-

    13 Nietzsche, F., op. cit., pp. 88-89.

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    raciones que la revolucin represent en Occidente. Asimismola lamentable evolucin de la Rusia estalinista y el ascenso delfascismo. Adems, y quiz por encima de todo, figura para losfrankfurtianos la necesidad de expresar su sospecha de que enlos ideales burgueses, en el potencial de razn de la propia cul-tura burguesa, se encuentra la raz de esa funcionalizacin irra-cional que viene a caracterizar a las sociedades del siglo XX.

    Para la teora crtica, en la misma razn se ha dado unafatal confusin entre poder y saber, anulndose as la distan-

    cia que precisamente la crtica permita; irnicamente se hancumplido los sueos de Bacon, pero ahora el saber-poder noacta a favor del hombre sino en su contra. La razn se haasimilado al poder, cayendo con ello en una condicin tal quequeda anulada la caracterstica principal de la comprensinmoderna del mundo como liberacin y superacin definitivadel mito. Para exponernos esta problemtica, en Dialctica dela Ilustracin Adorno y Horkheimer traen a discusin el con-cepto de razn instrumental, trmino que alude a un entendi-miento calculante que ha usurpado el puesto de la razn. Larazn dej de ser, segn su apreciacin, un potencial de libe-racin y se ha erigido en una fuerza ajena a los hombres, queejerce ahora sobre ellos un poder de manipulacin slo com-

    parable al que ejercan las fuerzas del destino o los caprichosde los dioses en el mundo mtico. La Ilustracin es un mito,el potencial de razn que los ideales burgueses expresan y elsentido de objetividad que sus instituciones le otorgan, dana las ideologas de la clase dominante la apariencia de teorasconvincentes, divulgando el engao de un inters general porel desarrollo de la sociedad hacia su mejoramiento constante,

    el xito de la modernizacin en lo tcnico y econmico daasimismo a los apologistas del sistema argumentos en pro deesta ilusin de mejora continua.

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    Pero si la razn no responde ya a las esperanzas cifradasen ella y torn a ser una fuerza de manipulacin, esto cuestio-na profundamente tambin el sentido que en la modernidadtuvo el concepto de sujeto, ahora parece aceptarse sin ms queel curso de la historia no es impulsado y guiado por la accinhumana. Por el contrario, es como si un determinismo hist-rico actuara de forma necesaria y autnoma, marginando todadecisin libre. Paralelamente la ciencia, el arte, los movimientosrevolucionarios, son tambin convertidos en mercancas en la

    sociedad de consumo, han entrado al mercado neutralizndoseen este sistema impersonal. Por absurdo que parezca, en la nue-va configuracin social la clase dominanteest tan dominadacomo la mismaclase dominada, el sistema tiene al parecer unalgica inmanente que opera independientemente de un indivi-duoX. A decir verdad, los intereses ya no son intereses de clasesino sistmicos, el inters es funcional, buscando ampliarse per-

    manentemente. La renuencia de Hume por aceptar la realidadde una subjetividad, ms all del flujo perceptual, tiene igual-mente un irnico desenlace: la subjetividad que l disuelve en elflujo impresional ahora qued disuelta en la liquidez de un or-den econmico que la ha convertido, como a todo lo que toca,en objeto de consumo. Con ello la cultura, que fue la va de

    trnsito que asegur la permanencia de los frutos del espritu,es ahora la mercanca que engloba el confort. Fcil de digerir,asimilable, la cultura no comporta ya ningn reto, es un mediode diversin en el generalizado ambiente del consumo.

    En estas circunstancias se da la masificacin, el rgimende vida es el consumo generalizado, consumo incluso de esque-mas de vida. Para la subjetividad kantiana el valor supremo era

    la autonoma y la sociedad el escenario de sujetos autnomos;en contraste, la sociedad contempornea es la sociedad de lodivertido, atmsfera ideal para el cinismo de nuestro tiempo,

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    no el de Antstenes o el de Digenes, desde luego, sino aquelque se encoge de hombros ante la vorgine noticiosa. Un autorcontemporneo como Giddens subraya, del siguiente modo, larecurrente presencia de esta problemtica en nuestros das:

    En la modernidad reciente, la influencia de acontecimientos dis-tantes sobre sucesos prximos o sobre la intimidad del yo se haconvertido progresivamente en un lugar comn. Los medios decomunicacin impresos y electrnicos desempean obviamente unpapel principal en este punto [...]. Con el desarrollo de la comuni-

    cacin de masas, sobre todo la electrnica, la imbricacin entre eldesarrollo del yo y los sistemas sociales incluyendo tambin entreellos los sistemas mundiales es cada vez ms acusada. El mundoen el que actualmente vivimos es, pues, en algunos aspectos pro-fundos muy distinto del que habitaron los hombres en anterioresperiodos de la historia. Se trata en muchos sentidos de un mundonico, con un marco de experiencia unitario (por ejemplo, respectoa los ejes bsicos de tiempo y espacio), pero al mismo tiempo unmundo que crea formas nuevas de fragmentacin y dispersin.14

    Estos hombres de la sociedad actual son ya solamentevctimas expectantes de los medios que informan y consiguendramticas escenas de cualquier rincn del planeta, para pasarde inmediato a la descripcin de las ms frvolas aventuras opeculados de las connotadas figuras pblicas, todo se vende y

    todo se deshecha igualmente. Hay que huir del mal olor, decaNietzsche, hay que alejarnos de ese ambiente...

    An est la tierra a disposicin de las almas grandes. Todava que-dan muchos puestos vacantes para eremitas solitarios o en pareja,puestos saturados del perfume de mares silenciosos.

    Todava queda abierta ante las almas grandes, la posibilidad de unavida libre. En verdad, quien menos posee, tanto menos es posedo.Alabada sea la pequea pobreza!

    14 Giddens, A.,Modernidad e identidad del yo, p. 13.

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    Donde el Estado acaba, all comienza el hombre que no es super-fluo: all comienza la cancin de quienes son necesarios, la melodanica e insustituible.

    All donde el Estado acaba. Vedlo, hermanos mos! No veis elarco iris, y los puentes hacia el superhombre?15

    Pero, segua siendo posible la salida hacia el superhom-bre aun y cuando no slo la ciencia y la moral, sino el artemismo eran objeto de desconfianza? En su anlisis, Adorno yHorkheimer denuncian a la ciencia y a la moral, bastiones delo verdadero, como formas culturales que encarnan la razninstrumental, como expresiones ideolgicas de esa mezcla nodeclarada entre pretensiones de validez y pretensiones de po-der. Pero no slo la moral y la ciencia son sometidas a dichoescrutinio, tambin el gusto esttico da cuenta real de la crisisen que la Ilustracin ha cado. Para Adorno, El gusto es el

    sismgrafo ms preciso de la experiencia histrica; a diferenciade casi todas las dems facultades, es capaz de registrar an supropio comportamiento. Reaccionando en contra de s mis-mo, reconoce su propia falta de gusto.16

    Al hacer un diagnstico de la cultura de masas, Adornoy Horkheimer tratan de demostrar que el arte, al fusionarsecon la diversin, ha perdido sus fuerzas innovadoras, quedan-

    do sin los contenidos crticos que otrora le fueron peculiares.La cultura moderna ha quedado vaca, contribuyendo a ladeshumanizacin de las condiciones sociales de existencia. Deuna poca de Luces, la cultura se precipita a un oscurecimien-to creciente. Funestamente la diversin ha sustituido al arte,convirtindose en el artfice de la cultura de masas; mientrasque el arte llevaba a cabo un trabajo de crtica y desarrollo de

    15 Nietzsche, F., op. cit., p. 89.16 Adorno, T. W.,Minima moralia, p. 145.

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    la cultura, la diversin tiende a mantener un estado de cosasque permite a la industria cultural perpetuarse. La industriacultural tiene as el monopolio de los medios para el manejode las conciencias, aboliendo con ello el mbito de la vidaprivada y dando paso a lo que se ha dado en llamar lasociedadtransparente. En este escenario, para los frankfurtianos parecaser que el arte, tal vez el ltimo reducto para la resistencia, enla experiencia histrica de su momento se haba transformadoen algo trivial y mediocre. Su objetivo histrico, esto es, su

    juicio crtico, qued transformado en propaganda, perdien-do la grandeza que una vez constituy su razn de ser.17 Estasituacin puede ser explicada tambin por otra parte, porqueen la sociedad contempornea la conciencia de los individuosest cosificada, proyectando hacia el arte o buscando en l lafuente de satisfacciones y placeres inmediatos. Estticamente,dicha propuesta hedonista representa una huida hacia la feli-

    cidad; sin embargo, en este proceso de crtica de la sociedadmoderna, la posible pretensin de felicidad en el arte constitu-y ya una sospecha. Pero si es verdad como seala Adorno,que la misin del arte hoy, es introducir caos en el orden, y laproductividad artstica representa la capacidad de lo arbitrariodentro de lo maquinal,18 preguntaramos aqu si, coherente

    17 La obra de arte, despojada de su aura por la tecnologa, aun cuando sevolvi universalmente disponible tendi a fundirse con el trasfondo de la vidacotidiana y afirm el mundo a la vez que rechazaba la autntica negatividad. Elarte, sostenido por la estructura institucional y el poder de la industria culturalque produca y comercializaba el arte de masas y el arte para las masas, sirvipara apoyar el orden social por muy represivo que fuera. El propsito originaldel arte, representar la belleza y disentir del mundo siniestro y feroz, se perdi a

    medida que el arte lleg a cumplir con la misin histrica de universalizacin.Por el fracaso en embellecer el mundo, el arte frustr su misin verdadera.Friedman, G., La filosofa poltica de la Escuela de Frankfurt, p. 212.18 Adorno, T. W.,Minima moralia, p. 224.

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    con dichas intenciones, un arte libre tendra que renunciar ala felicidad? Para Adorno, la actitud ms apropiada sera la demantener los sentidos agudizados para la felicidad que no ven-dr y, no obstante, seguir en ese estado puesto que tal actitudnos prepara y protege de algn modo contra las ms crasas ru-dezas.19 En contraste, el arte que se goza en esta bruma radian-te creada por l mismo, deja de expresar los antagonismos dela realidad conformndose con la identidad de lo homogneoque busca el modo de ser dominante de la sociedad. Ante la

    pregunta de si es posible algn tipo de liberacin cultural, losautores de Dialctica de la Ilustracin se muestran pesimistasal respecto, reconociendo que han perdido toda esperanza enuna posible transformacin de la sociedad. Para ellos slo restaver en los horrores de las sociedades del siglo XX a un gnerohumano anodino, que difcilmente podr plantear su existen-cia positivamente ya que se empea en sumirse en la barbarie

    y la autodestruccin.Por qu an filosofa? Cabra esta pregunta que Adorno

    examina y responde. La filosofa tiene dos opciones. Por unlado, quedar absorbida por el sistema convirtindose en unaideologa de la ciencia, tal como el positivismo o el cientificis-mo, situacin ya sealada por Husserl. Por otro lado, quedar

    excluida, marginada. Ya que no es divertida, ligera, ame-na, simple o recreativa para ser masivamente consumidacomo producto de la industria cultural, la filosofa podra que-dar al parecer fuera del sistema. sta es una posicin indita.En otro tiempo la filosofa fue la instancia hegemnica de lacultura, esto ha llegado a su fin. Ahora slo puede hablar desdelos mrgenes, qu es lo que le queda entonces? Si la reflexin

    impide estar narcotizado por las diversiones, el compromiso

    19 Sloterdij, P., Crtica de la razn cnica, p. 25.

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    moral de la filosofa es que no desaparezca la posibilidad dela resistencia. En el sentir de nuestro autor, la filosofa ya nodirige nada, ahora slo mantiene el resquicio de la resisten-cia. Por este motivo, mientras que la mayora de las doctrinasfilosficas s pueden ser absorbidas por la mercadotecnia en-trando como mercancas en la industria cultural, en cambiola actitud filosfica no. De esta manera, la tarea histrica dela filosofa ha quedado delineada: proponer el sendero haciala liberacin por medio de la crtica radical. La libertad de la

    filosofa consiste en la capacidad de ayudar a que se exprese lafalta de libertad.

    Aqu se inscribe precisamente el objetivo de nuestra in-vestigacin: en el sealamiento de la problemtica a la quearriba Adorno en su anlisis acerca del individuo, teniendocomo hilo conductor o quiz como emplazamiento, a la auto-rreflexin crtica. La reflexin tendr que adoptar esta actitud

    hacia s misma; si quiere eludir aquel dominio narcotizante,deber actuar estratgicamente, de manera subliminal inclu-so, sin presentar flancos fijos, siendo asistemtica, y esto slopuede hacerlo en la medida en que se hace cargo de s misma,pues para colmo de males los movimientos revolucionarioshan cado tambin en la ecuacin del poder. El trabajo crtico

    sobre s misma es la tarea siempre actual de la filosofa.Para Adorno hay entonces una posibilidad de movi-miento consciente, de un alguien que podra eludir aquellamaquinaria triturante y la autorreflexin crtica es la va paradar cuenta de ello. Ahora bien, si ese alguien es real, en quconsiste la autorreflexin y cmo queda delineada en el pensa-miento de Adorno? A esta interrogante intentaremos responder

    en el texto, donde abordamos la obra de Adorno para destacarla temtica del individuo y la autorreflexin crtica, ya quepara Adorno el problema del individuo en una sociedad como

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    la nuestra habra que plantearlo como elemento de crtica. Side esta cuestin podemos salir bien librados, intentaramosfinalmente traer a discusin las consecuencias y posibilidadesque para el problema del individuo se perfilan en el mundo dela vida actual, ensayando dibujar el escenario de un problemafilosfico que para algunos es del todo caduco y para otros esel nico problema que a la filosofa le resta.

    As, para Adorno, en una poca de liquidaciones suma-rias, hay algo que no obstante conviene conservar: la fuerza y

    potencial del individuo, esto es, su conciencia crtica; propie-dad que le permite no confiar ciegamente en una estructurasocial que anula tanto su individualidad como su autonoma,y que le encamina hacia una especie de involucin subjetiva,disolviendo su existencia en la tendencia objetiva de la socie-dad. La recuperacin de dicho potencial implica que slo elindividuo que ha de buscar liberarse de toda instrumenta-

    lizacin y que, incluso, ha de procurar no desaparecer comosujeto, puede oponerse a las diversas formas de irracionalidady de dominio sobre el hombre, propias de la sociedad burgue-sa y an presentes en la era de la globalizacin, con el objetivode conocer sus autnticas necesidades y tomar conciencia delas estructuras sociales que las reprimen. Lo cual significa que

    para la autorreflexin crtica el individuo, y con l los dere-chos y libertades individuales, es algo que todava tiene que sercreado, y que puede ser creado slo mediante el desarrollo derelaciones e instituciones sociales cualitativamente diferentes alas que en la etapa del capitalismo tardo an se manifiestan.

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    La obra de eodor Ludwig Wiesengrund Adorno (1903-1969), intenta desde sus inicios responder a su momentohistrico, el cual est plagado de una serie de fenmenos quedeben ser tomados en cuenta por todo aquel que pretenda unacercamiento a los temas de su reflexin. Nacido en la ciudadde Frankfurt am Main el 11 de septiembre de 1903, encon-

    trar en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de la mis-ma metrpoli, la oportunidad para combinar sus intereses enfilosofa, sicologa, sociologa y msica, institucin a la queingresa en el ao de 1921. Ah tomar contacto con el pensa-miento de Husserl, el empiriocriticismo de Mach y Avenariusy el marxismo, corrientes que habrn de ser confrontadas conuna profunda formacin musical y con lecturas kantianas ini-

    ciadas en su juventud.De entrada, el pensamiento de Adorno estar siempre

    vinculado a la escuela filosfica a la que perteneci y a su cerca-na colaboracin con Max Horkheimer, a quien conoce en 1922y en cuyo trabajo conjunto se concibe la investigacin socialcomo la teora de la sociedad considerada como un todo, don-de se examinan las relaciones que vinculan diferentes mbitosentre s: econmicos, histricos, sicolgicos y culturales. Todoello desde una perspectiva global y crtica de la sociedad con-tempornea, buscando esencialmente poner al descubierto las

    Apuntes para un contexto

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    contradicciones en el seno del capitalismo avanzado, pensandoque la teora crtica apuntara hacia una organizacin racionalde la actividad humana, sentimiento que Adorno compartircon Walter Benjamin a quien conoce en 1923 y quien habr deconvertirse en una importante influencia para l, palpable a lolargo de toda su produccin filosfica. 1923 es tambin el aoen que se funda el Institut fr Sozialforschung, en el seno delcual se trabajar con un objetivo central: la teora crtica tendrque ser concebida como una comprensin dialctica y totali-

    zante de la sociedad humana en su conjunto y, en especfico, delos mecanismos de la sociedad industrial avanzada, con el ob-jetivo final de estimular una transformacin racional que tomeen consideracin al individuo, su libertad, su creatividad y laexpectativa de un desarrollo armonioso en colaboracin con losdems miembros de la sociedad, sustituyendo al sistema opresory evitando que ste se perpete. Intencin plenamente recono-

    cida como prioritaria en la investigacin ya desde 1931, cuandoHorkheimer asume la direccin del Instituto.

    A este respecto, nos parece importante hacer notar que enAdorno se pueden identificar dos momentos en su concepcinde la filosofa: uno, en el que la reflexin filosfica est vincula-da a lapraxisbuscando hacer frente al sistema opresor, y otro,

    en el que la filosofa se concibe por completo desvinculada dela prctica social transformadora, habida cuenta del desenlaceque en los pases del Este tuvo la supuesta militancia revolu-cionaria, condicin que lleva a Adorno a subrayar el valor dela filosofa precisamente en su inutilidad, poca funcionalidad ynulo rendimiento segn los esquemas del productivismo.

    A la vista de esta perspectiva general, es preciso poner en

    contraste tambin todo un conjunto de circunstancias nada fa-vorables, que sin duda nos permiten enmarcar los intereses te-ricos de Adorno en el periodo histrico en que se elaboraron,

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    para as poder entender su trabajo reflexivo correctamente. Enprimer lugar Adorno vive la poca de la primera conflagracinblica mundial y las consecuencias de la posguerra, con la ul-terior experiencia del fascismo y del nazismo en Occidente, ydel estalinismo en la Unin Sovitica. En 1933 el rgimen naziirrumpe en la sede del Instituto, confiscando el acervo de subiblioteca y cerrando las puertas de este centro de investigacin.Para 1935 es imposible permanecer en Europa despus de tran-sitar por sucesivas sedes, el Instituto se traslada a Nueva York

    e inicia el trabajo filosfico en el exilio, en este nuevo contexto,si bien es cierto que siempre tuvieron como enemigo frontal alaparato alemn del III Reich, los frankfurtianos consideraronque en los Estados Unidos la alienacin era an peor. En efec-to, el terror en la Amrica democrtica es ms sutil y por lomismo mucho ms consumado, sostenan que en la resistenciapuede hacrsele frente a la agresin directa pero no a la lgica

    de la maquinaria industrial, porque ella seduce; promete a loshombres no slo aquello que en verdad necesitan sino tambintodo lo que artificiosamente se les ha hecho creer que requieren.Un poco despus de su llegada al nuevo continente sobrevienela Segunda Guerra Mundial, el armamentismo, la Guerra Fray el desarrollo globalizado de la sociedad tecnolgica avanzada;

    la ontologa del presente habla en este contexto de la revolucinpendiente y de la sociedad opulenta erigida sobre la base de lamiseria generalizada, donde la alianza entre las estrategias deconsumo y el armamentismo no es un fenmeno casual o me-ramente aleatorio, sino la manifestacin de una estrategia plena-mente dirigida al sojuzgamiento de las voces disidentes por unou otro medio, ya sea la fuerza o la persuasin.

    Por otra parte, en el acercamiento a la filosofa contem-pornea, no slo es preciso contemplar las circunstancias so-ciopolticas en que Adorno vivi, sino igualmente las exigen-

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    cias del trabajo reflexivo de su obra en una tensin entre Kant,Hegel y Marx, y entre ste y las corrientes filosficas del sigloXX, as como tambin su relacin con los problemas referidosal arte de vanguardia, la tecnologa, la industria cultural, el si-coanlisis y sobre todo el problema del individuo en la sociedadcontempornea. Expresin de tales intereses lo constituye Dia-lctica de la Ilustracin, texto escrito en 1944 en colaboracincon Horkheimer y publicado en 1947, que analiza el conjuntode los procesos sociales y culturales que desembocan en la con-

    figuracin de un nuevo tipo de poder, que interviene directa-mente en el comportamiento individual y colectivo. A partirde este momento el trabajo filosfico de Adorno recorrer sumomento ms productivo, publicando toda una serie de obrasque dan cuenta de un abordaje complejo para el estudio deuna realidad tambin de creciente complejidad; as, de 1948 enadelante aparecern Filosofa de la nueva msica; en 1951,Mi-nima moraliayCrtica cultural y sociedad; en 1952 Ensayo sobreWagner; en 1955, Prismas. Crtica cultural y sociedad; en 1956,Hacia una metacrtica de la teora del conocimiento; en 1958asume la direccin del Instituto ante el retiro de Horkheimer;en 1961 participa en los debates de la Asociacin Sociolgicade Tubinga con La disputa del positivismo en la sociologa ale-

    mana; en 1963, Tres estudios sobre Hegel; en 1966, Dialcticanegativa, y lleva a cabo una revisin de su Kierkegaard; en 1968publica nuevos ensayos de musicologaAlban Berg: Maestro dela pequesima modulacin e Improntus: Segunda serie de ensayosmusicales, por mencionar slo algunos de sus ms significativostrabajos. Sin olvidar que hoy da se vienen publicando otrostextos como el intercambio epistolar que sostuvo con distintos

    personajes protagonistas de su poca, as como traduccionesde su obra y ensayos crticos y biogrficos, lo que hace de esteautor un interlocutor directo en la filosofa del siglo XXI.

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    En el abordaje de todo este espectro temtico, Adornodefine su propuesta como una dialctica negativa, diferente ala dialctica idealista que disfraza la realidad con armoniososesquemas conceptuales. La de Adorno es una dialctica mate-rialista para la cual la realidad no es en absoluto racional; essobre todo una dialctica que quiebra y desmitifica todos losintentos tericos de la filosofa tradicional que se engaa a smisma, identificando realidad y razn y que se resiste a miraren toda su crudeza una realidad desgarrada e irreductible al

    principio unificador. El pensamiento de Adorno intenta des-pedazar la unidad totalitaria entre ser y razn presente en cier-to tipo de filosofa, cuestionando tambin la totalidad polticade los regmenes opresivos que enmarcaron el momento his-trico en el que transcurri su propia existencia y cuyos rasgosno han desaparecido del todo, pese a los comentarios de losms optimistas escritores de nuestros das. De cara a la unidad

    totalitaria que segn Adorno todo lo absorbe y neutraliza, supropuesta filosfica constituye una salvaguarda de las diferen-cias, de lo individual y lo cualitativo. Pero sobre todo, aspira aser una defensa contra la cultura culpable y miserable, para lnadie puede ocultar el hecho de que toda la cultura despus deAuschwitz, incluida la crtica urgente que se realiza contra ella,

    no es ms que escoria. Prueba de ello es que el individuo esdespojado hoy da de lo ltimo y ms pobre que le haba que-dado [...]. El genocidio es la integracin absoluta, que cuece entodas partes donde los hombres son homogeneizados, pulidoscomo se deca en el ejrcito hasta ser borrados literalmentedel mapa como anomalas [...]. Auschwitz confirma la teorafilosfica que equipara la pura identidad con la muerte.20

    20 Adorno, T. W., Dialctica negativa, p. 362.

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    Consideracin esta ltima que surge al constatar el ros-tro que el orden tecnolgico revela a partir del siglo XX, elcual, hasta en las mejores condiciones, se define por su capa-cidad para materializar el terror bruto y con ello permitir quela naturaleza se vengue del hombre de los modos ms cruelesimaginables. El poder de la Alemania nazi no se apoyaba sim-plemente en la voluntad de hacer dao, sino en la capacidadinterna de la tecnologa (y en su propia disposicin dinmicainterna) para infligir sufrimiento por medio de la organizacin

    racional de los mecanismos sociales y fsicos del terror.21En el desenlace de su crtica global a la modernidad,

    Adorno prefiri una creciente posicin marginal, sealando laseparacin radical entre pensamiento ypraxis lo mismo queentre la accin poltica y la filosofa, renunciando a reconocerla existencia de actor histrico alguno, pues ni el proletariadoni el partido pudieron colocarse a la cabeza de la emancipacin

    anunciada. En contraste con los colectivos y su fracaso com-pleto, en las sociedades que surgieron de la modernidad tardalo que se vive ahora es un estado de creciente individualismoque se erige como el peor enemigo de la razn, sustituyndoselas ideas por ideologas al servicio de la utilidad, cambiandoel universalismo que la Ilustracin pregonaba por los peores

    particularismos que hay: los nacionalismos. Extinguindoseas por completo la correspondencia entre individuo, sociedady naturaleza. Muestra palpable es el tipo de sociedad que seha formado en el capitalismo avanzado, la cual est dominadapor la produccin, el consumo y la comunicacin de masas,reduciendo cualquier iniciativa y obligando a los individuos adesempear papeles que otros han diseado para ellos, de tal

    manera que no hay ya tensin entre el mbito privado y la vida

    21 Friedman, G., La filosofa poltica de la Escuela de Frankfurt, p. 199.

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    pblica, entre las necesidades individuales y las colectivas. Latecnologa por su parte permite el establecimiento de formasde control y de cohesin social novedosas, mucho ms eficacese incluso agradables. Tpico en el que coincide el pensamientode los frankfurtianos con el trabajo reflexivo de hombres comoMichel Foucault, en cuanto al anlisis de las nuevas tecnologasmediticas que posibilitan el control de los deseos como expre-sin de la nueva configuracin del poder.

    Como consecuencia de tal lectura crtica de la moder-

    nidad y haciendo contrapunto a un perfil que define toda unapoca, Adorno considera que el pesimismo de la inteligenciasurge y se hace necesario en una etapa histrica embelesadaconsigo misma, que rinde culto a una racionalidad tecno-in-dustrial que cada vez arrincona ms al espritu libre. De cara aeste estado de cosas, en la ambigedad de un ambiente festivo ytrgico o pattico, Adorno reivindica el pesimismo histrico de

    la inteligencia como la mejor forma de eludir el fasto insultantedel mundo actual cada vez ms desespiritualizado, expresinque encontramos en su negativa a nombrar lo positivo, sea-lando la barbarie de la sociedad en el presente. En este puntoAdorno sigue una influencia fundamental que recibe de Ben-jamin y que hace imposible tomar el pesimismo simplemente

    como un estado de nimo. En Sens unique, libro escrito entre1923 y 1926, Benjamin dice que el pesimismo es una alertacontra las amenazas del progreso. Por esta razn, laalarma deincendio que Benjamin acciona en dicho escrito es para llamarla atencin acerca de la urgencia por derrocar a la burgue-sa antes de que la evolucin tcnica y cientfica haga volartodo en pedazos. Es preciso cortar la mecha que arde antes

    de que la chispa alcance la dinamita.22 En este texto podemos

    22 Benjamin, W., Direccin nica, Alfaguara, Madrid, 1988, p. 205.

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    apreciar una invaluable reflexin para el pensamiento crtico,ya que la revolucin que Benjamin concibe no es, como paraciertas posturas marxistas, el resultado natural o inevita-ble del progreso econmico y tcnico; por el contrario, paral la revolucin es sobre todo un movimiento que interrumpeuna continua evolucin histrica que lleva a la catstrofe. Estetema de la interrupcin del continuum de la historia ser re-tomado por Benjamin a finales de los aos veinte en un textodedicado al surrealismo.

    Por advertir ese peligro catastrfico, [Benjamin] reivindica (en elartculo de 1929 sobre el surrealismo) el pesimismo, un pesimismorevolucionario que no tiene nada que ver con la resignacin fatalistay menos an con el Kulturpessimismusalemn conservador, reaccio-nario y prefascista de Carl Schmitt, Oswald Spengler o Moeller vander Bruck [...]. Su preocupacin no es la decadencia de las lites ola nacin, sino las amenazas que el progreso tcnico y econmico

    propiciado por el capitalismo hace pesar sobre la humanidad.23

    El pesimismo que aqu se plantea no consiste entoncesen una eleccin moral o existencial, sino en una postura queresulta a la vista del desenlace de la civilizacin occidental,por tal motivo puede hablarse de un pesimismo histrico. Ajuicio de Benjamin, nada parece ms irrisorio que el optimismo

    de los partidos burgueses y la socialdemocracia, cuyo progra-ma poltico no es sino un mal poema de primavera. Contraese optimismo sin conciencia, ese optimismo de diletantesinspirado en la ideologa del progreso lineal [Benjamin oponeno un sentimiento contemplativo sino] un pesimismo acti-vo, organizado, prctico, ntegramente volcado al objetivo deimpedir, por todos los medios posibles, el advenimiento de

    23 Lwy, M., Walter Benjamin: aviso de incendio, FCE, Buenos Aires, 2002,p. 24.

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    lo peor.24 Pesimismo cuyo marco es una formacin histricosocial que an se mantiene hasta nuestros das, en donde cadaindividuo es forzado a comportarse espontneamente segnel nivel que le ha sido prescrito a partir de consideraciones es-tadsticas, publicitarias, de investigacin de mercado o de pro-duccin y consumo. En el trabajo filosfico somos incapacesnos dicen los frankfurtianos, de describir lo bueno o acce-der a lo absoluto, pero en cambio s podemos delinear aquelloque nos hace padecer, que necesita ser transformado y que

    debera unir a los hombres en un esfuerzo conjunto, sirviendoel pensamiento crtico como fuerza de cohesin para todosaquellos que se empean en conseguir dicha transformacin,guindolos en un esfuerzo comunitario y de solidaridad encontra de una forma de vida en la que la humanidad se abismaen una nueva forma de barbarie. Situacin que se instaura enuna sociedad postilustrada, en la que tal resultado no puede

    sino concebirse como la autodestruccin de la razn misma,desenlace que inaugura tambin la necesidad histrica de unanueva manera de pensar, por tanto: Si la dialctica negativaexige la reflexin del pensamiento sobre s mismo, esto impli-ca palpablemente que, para ser verdadero, tiene, por lo menoshoy, que pensar tambin contra s mismo.25

    Esta forma de pensamiento autorreflexivo y crtico deberemontarse por encima incluso de la propia tradicin crticaque la filosofa moderna en su parte final hizo suya, colocandoahora a la razn y a la ciencia frente a s mismas y desconfian-do de ellas, encaminndose a un filosofar contrario tanto a lametafsica idealista como al cientificismo. Concibindose ennuestro autor el pensar filosfico como una dialctica de la

    24 Ibid., pp. 24-25.25 Adorno, T. W., Dialctica negativa, p. 365.

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    subjetividad y de la negacin, de la tensin permanente, sinconclusin, sin sntesis integradora o cierre sistemtico, unadialctica abierta, de la paradoja y de la ambigedad, un pen-sar, en fin, a favor de la interrogacin constante antes que dela respuesta complaciente, expresin inequvoca de una nuevaracionalidad. En efecto, se trata de una nueva funcin crticaque pretende dejar atrs la crtica universalista, pero tambinla crtica social, que desconfa, adems, del desarrollo de lamisma razn y de la ciencia.

    Finalmente, en 1969 Adorno publicaConsignas: Mode-los crticos II; y, preparando su Teora esttica, muere en plenacreacin intelectual el 6 de agosto de un ataque al corazn. Suabundante obra, ya lo hemos dicho, se convertir sin duda enuna de las referencias obligadas para todo trabajo que pretendatransitar por la historia de la filosofa contempornea.

    En este escenario intentamos construir una serie de

    constelaciones temticas que permitan un acercamiento,igualmente tentativo, al texto filosfico fragmentario que laautorreflexin crtica de Adorno lanz al espacio esencialmen-te polmico de la filosofa, nos dice en Dialctica negativa: Lafilosofa no trata de agotar su tema a la manera de la ciencia,reduciendo los fenmenos a un mnimo de principios; as lo

    indica la polmica de Hegel contra Fichte, quien parta de unaasercin. Por el contrario, la filosofa quiere literalmente abis-marse en lo que le es heterogneo, sin reducirlo a categorasprefabricadas.26

    26 Adorno, T. W., Dialctica negativa, p. 21.

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    Adorno es un filsofo que no puede ser clasificado fcil-mente. Esto es as por la diversidad de campos problem-ticos que le ocuparon, pero sobre todo por su manera de con-cebir el trabajo filosfico. La actitud siempre de fuga respectoa los discursos aceptados como verdaderos y dominantes; labuscada ruptura de lo unitario y el rechazo del optimismo his-

    trico; el disgusto por una poca que ha optado por reveren-ciar a los triunfadores, a los diseadores de sistemas eficaces yproductivos; su negativa a construir dispositivos adecuados alos requerimientos del mercado cultural o la presuncin de pa-radigmas de articulacin sistemtica. Pero por otro lado, la es-peranza de una actitud filosfica capaz de mantenerse frente alsistema absorbente gracias a la negatividad de su mtodo. El

    pensamiento es, por su misma naturaleza, negacin de todocontenido concreto, resistencia a lo que se le impone.27

    Por lo que se refiere a los conceptos que dan ttulo alpresente trabajo, hemos aislado algunos elementos disemina-dos a lo largo de su obra para centrarnos en el siguiente: Ador-no entendi la filosofa como autorreflexin crtica. En primerlugar porque su desarrollo filosfico consisti en escapar a esa

    La autorreflexin crtica

    27 Adorno, T. W., Dialctica negativa, p. 27.

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    tendencia que identifica pensamiento y eficiencia y que per-sigue el reforzamiento de los dispositivos tcnico cientficos.La ideologa anima hoy como nunca al pensamiento a quesea positivo; ciertamente su astucia consiste en constatar queprecisamente la positividad es contraria al pensamiento [...].28En segundo trmino, la filosofa es autorreflexin crtica por-que Adorno se ocup de criticar aquellos planteamientos queproclaman su verdad como el resumen de todo lo anterior,como la ltima versin del saber que mediante su superiori-

    dad epistemolgica desplaza a los dems saberes. Por ello, enel despliegue conceptual de esta autorreflexin, Adorno sealaque la filosofa, bajo el imperio de la actitud positivista, se haolvidado de criticar la facticidad humana entregndose a laafirmacin de la unidad y racionalidad del mundo. A este res-pecto, en Dialctica de la Ilustracin, junto con Horkheimer,advierte que la repercusin social ms destacable del ascenso

    del positivismo como expresin dominante es la paradjicaconversin de la razn en instrumento utilizado para respal-dar el orden social. El dominio de los hechos se afirma conel arribo del positivismo, quitndole lugar a la crtica del or-den social y transformando el funcionamiento de la sociedaden realidad objetiva. Bajo esta perspectiva, se pretende que la

    razn llegue a funcionar simplemente como instrumento deproduccin y de control social.De cara a tales circunstancias, Adorno estima que Slo

    la autocrtica social del conocimiento procura a ste la ob-jetividad, que l malogra mientras obedezca ciegamente alas fuerzas sociales que lo gobiernan. Crtica de la sociedades crtica del conocimiento y viceversa.29 Con este aserto, la

    28 Ibid., p. 27.29 Adorno, T. W., Consignas, p. 149.

  • 7/29/2019 Theodor.W.Adorno. Individuo y autorreflexin crtica.

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    autorreflexin