TOTUS TUUS BOLETÍN DE LOS CONSAGRADOS A LA VIRGEN 4 16-ABRIL-2017 ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN! Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: -Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡HA RESUCITADO!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: -Alegraos. Ella se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: -No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. (Mateo 28, 1-10)

He aquí el gran anuncio que cambió para siempre la historia de la humanidad: Jesús, el crucificado, ¡HA RESUCITADO!. Desde entonces sabemos que ni el pecado, ni la injusticia, ni la oscuridad tendrán la última palabra. Pues Jesús resucitado es la prueba de que Dios ha aceptado su sacrificio para el perdón de nuestros pecados, la prueba de que Dios ha actuado para devolver la vida al inocente asesinado en la peor injusticia que haya conocido la historia de la humanidad, la prueba de que la oscuridad del mal no podrá vencer la potencia de la luz y del amor de Dios.

Nosotros hemos sido invitados a participar de la Resurrección del Señor, a participar de su triunfo. Si permanecemos unidos a Él participaremos plenamente

en su triunfo sobre el pecado, la injusticia, la oscuridad. Es cierto que ahora mismo, mientras estamos en la vida terrena, no vemos este triunfo completo (como tampoco fue evidente dicho triunfo mientras Jesús vivía su vida terrenal). Pero tenemos la gran promesa de Dios (¡y nunca, nunca, nunca fallan sus promesas!) de esta plena victoria si no nos apartamos de la fe en Él, la esperanza en su poder y su Amor.

Precisamente este año 2017, al cumplir el centenario la maravillosa

intervención de la Santísima Virgen María en la historia mediante las apariciones de Fátima, recordamos el principal mensaje que Nuestra Madre nos ofreció: NO OFENDAN MÁS A DIOS NUESTRO SEÑOR QUE YA ESTÁ MUY OFENDIDO. Si la humanidad se aparta de Dios, se aparta de la fe y se aparta del triunfo de Jesús resucitado se verá dominada por el poder del pecado, de la injusticia y de la oscuridad. Porque solo Jesús puede derrotar estos males, quitarles su fuerza y liberarnos de sus ataduras.

La Virgen nos advirtió en Fátima del peligro de todas las ideologías que nos ofrecen un mundo feliz sin Dios. Hemos sido engañados. Llevamos años cayendo en el engaño de pensar que sin Jesús, sin unirnos a su triunfo, sin estar con Él podemos salvarnos, podemos tener paz, podemos progresar de verdad, podemos ser libres. La Santísima Virgen María vino a decírnoslo. Pero no le hemos hecho mucho caso...

No obstante las pruebas son abrumadoras. En estos últimos 100 años la humanidad ha ido apartándose cada vez más y más de Dios: ha disminuido la práctica religiosa, los gobiernos aprueban constantemente leyes contrarias a los mandamientos de Dios, la gente ha puesto su esperanza en ideologías humanas (de derechas, de izquierdas...)... hasta los creyentes han convertido la religión en

un producto más de nuestra sociedad, manteniendo de ella tan sólo las costumbres que nos agradan y no nos comprometen....

Con todo esto ¿ha mejorado la sociedad? ¿es cierto que alejarnos de Dios nos ha traído un mundo más feliz como nos prometían las ideologías que han ayudado a crear esta situación? Veámoslo con datos objetivos:

Resulta que en nuestra sociedad moderna el 25% de los niños y niñas de 12 ó 13 años están ya enganchados al alcohol, la droga u otras adicciones (cada vez crece más la adicción a las nuevas tecnologías en la gente joven). Hace 100 años esto no ocurría. En nuestra sociedad moderna el acoso escolar es una realidad que no deja de crecer año tras año (en unos colegios donde, curiosamente, desde hace años se quitaron los crucifijos y los signos religiosos como prueba de la madurez de la sociedad liberada de los dogmas de fe). En nuestra sociedad moderna el número de niñas embarazadas menores de edad ha aumentado (hace 100 años apenas existían estos casos). En nuestra sociedad moderna ha aparecido el terrible fenómeno del suicidio infantil (algo único en la historia de la humanidad hasta ahora) y la medicina ha tenido que desarrollar una nueva rama, la psiquiatría infantil, porque son demasiados los casos de niños mentalmente inestables. Antes la fe y la gracia de Cristo resucitado daban estabilidad, paz emocional, valores y sentido a la vida de los jóvenes. Pero le hemos quitado a la juventud la cercanía con Cristo. Les hemos hablado de lo felices que serían solo con las cosas materiales, les hemos llenado la cabeza de ideologías humanas, les hemos prevenido contra la fe, contra la Iglesia... ahí está el resultado.

Vamos a los adultos: violencia de género, matrimonios rotos (seis de cada diez, y en los primeros años de matrimonio), desequilibrios emocionales, adicciones de todo tipo, falta de respeto generalizado, la corrupción como sistema de vida aceptado (todos se quejan de lo corruptos que son los políticos pero si a alguien se le ofrece la oportunidad de meter la mano y coger dinero ¡lo hace!), envejecimiento de la sociedad (con una futura crisis de las pensiones que no hará sino unirse a la crisis económica que llevamos años padeciendo...)...

¿De dónde han venido estas cosas? ¿Han venido de la predicación de la fe? No, desde luego. Todas, todas sin excepción, son la consecuencia de haber aceptado en nuestras vidas ideologías materialistas y ateas que ponen en primer lugar de todo el bienestar del ser humano entendido en su aspecto meramente material y luchan contra toda enseñanza religiosa.

Sin fe, sin la gracia de Jesús resucitado, sin su luz, no podremos tener paz. Nosotros, los creyentes, lo sabemos. No dejemos que nos quiten esta hermosa certeza.

Vivamos la Pascua de Resurrección como debemos vivirla: con deseos de que nuestra fe, amor y unión con Dios crezcan más y mejor. Vivámosla con el deseo de convertirnos en apóstoles del mejor y único mensaje que la humanidad necesita: la esperanza en el poder de Jesús resucitado. No podremos trasmitir este mensaje a los demás si primero no lo vivimos en nuestra vida, si no estamos

convencidos de que Él es el Señor de todo, si no lo sentimos de verdad, si no estamos plenamente convencidos de la Buena Noticia, si no tenemos relación personal e íntima con el Señor.

Espero de todo corazón que esta Pascua de Resurrección os ayude a afianzar vuestra vida cristiana.

CONVIVENCIA DEL 1 DE MAYO Os vuelvo a recordar la convivencia que tendremos el próximo lunes 1 de Mayo.

Empezamos a las 11,30 en el Monasterio de la Visitación, en la calle San Francisco de Sales, número 2, en el llamado “Cerrillo de Maracena” en Granada. Sería bueno que os pusierais en contacto las personas que vais a venir desde los pueblos para el tema de los coches: lo más aconsejable es que vengáis en el menor número posible de vehículos.

Para cualquier duda poneros en contacto conmigo. Terminamos con la Santa Misa a las 18,30. Habrá tiempo para confesiones por si alguien lo desea.

Con motivo de que la convivencia es el día 1 de Mayo (día en el que iba a enviar el próximo boletín) en esta ocasión no lo mandaré hasta el 15 de Mayo. Es decir: el próximo boletín será dentro de un mes. TESTIMONIOS

Thomas Clements tenía todo lo que hoy en día el pensamiento dominante

considera necesario para ser feliz. Él se consideraba “libre” y por ello hacía lo que quería. Era una persona con aparente éxito que vivía en Florida en una casa a pie de playa. Era joven e independiente, montaba fiestas por lo que era popular en su entorno. Además tenía dinero y la noche era su hábitat, en la que el alcohol y las drogas eran algo habitual. “Básicamente tenía todo lo que se dice que es necesario para la verdadera felicidad y la plenitud”, afirma este joven estadounidense. Pero sólo había un problema: pese a tener todo lo supuestamente necesario para ser feliz, “yo estaba totalmente deprimido”, confiesa.

El estilo de vida que vendían los medios, el cine, el mundo de la música y la cultura, que tanto él como millones de jóvenes imitaban se le vino abajo. No era más que una apariencia que no se sostenía pero no fue consciente de ello hasta que tocó fondo. “Buscaba todo aquello en lo que crecí creyendo que me haría feliz: el placer, el disfrute, el estilo de vida rockstar de los iconos que como un joven adolescente vi en MTV y en las películas”, cuenta en su testimonio. Movido por estos referentes culturales su lema era que “la gente debe ser capaz de hacer lo que quiera siempre y cuando no hagas daño a los demás”. Y por ello, Thomas hizo suyo este impulso de “haz lo que te apetezca” aunque su deseo estuviera por delante de las personas que le rodeaban y pudiera dañarlas. Y así vivía, fiestas,

alcohol, drogas, “sin restricciones internas o externas, hice lo que quise, cuando quise”.

Esta vida, sin embargo, “no me llevaba a la felicidad y plenitud que se me había prometido”. Y es que como el mismo Thomas relata, “cuanto más elegía servirme a mí mismo, más deprimido estaba. Y cuanto más deprimido me volvía, más me servía a mí mismo”. Era en definitiva, “un círculo vicioso” formado por “vicios muy reales” del que no conseguía salir.

Este círculo comenzó poco a poco a resquebrajarse cuando dejó la casa en la que vivía para trasladarse a un apartamento en otra ciudad. En ese momento se dio cuenta de que “todo lo que intentaba en mi búsqueda de la felicidad me dejaba más vacío”.

Por ello, le dio una pequeña oportunidad a Jesucristo, del que le habían hablado de niño y en su adolescencia. Esa noche, recuerda, “sentí algo lo suficientemente grande como para poder traspasar las puertas de una iglesia católica y asistir a misa el domingo”. Ese domingo fue a misa “y las cosas empezaron a ir hacia arriba”. Pero su conversión no fue inmediata, sino que fue un proceso largo en el que tuvo que ir liberándose de esos ídolos que le habían esclavizado durante años. “Pensaba que yo podía seguir haciendo lo que quisiera mientras yo amara a Jesús. Mi incomprensión de Jesús y de lo que es el amor me llevaría por un camino que era sorprendentemente similar al que yo creía haber dejado atrás”, relata Thomas. En definitiva, se había acercado a la Iglesia pero seguía siendo presa del relativismo pues pensaba que “estaba libre de las reglas que otros me imponían” pues en el fondo consideraba que lo que la Iglesia decía era para coartar su libertad. “Creía que sin estas reglas podría ser feliz, que conocía a Jesús y que Él no establecería reglas para mí que no fueran para ser feliz”.

Tardó en darse cuenta del error en el que vivía. Y el egoísmo siguió liderando su vida aunque la apariencia fuera diferente. Y tras problemas con los estudios acabó finalmente llegando a una universidad católica. Precisamente ahí empezó a entender que Dios era otra cosa y que la felicidad no era hacer lo que uno quería sino lo que Dios quería.

Thomas Clements (vemos su foto aquí al lado) recuerda feliz como en ese momento asistió "a una clase de Teología en la que aprendí que la Iglesia no era como lo que mucha gente dice que es. Además, al rezar el Rosario todos los días, asistir a la misa diaria, tener conversaciones filosóficas y

teológicas con los demás, y leer las palabras de los santos, aprendí que Dios quería que lo amara y mostrara mi amor por él a través de la obediencia”.

De este modo, este joven empezó a sacrificar esa “libertad” mal entendida y la vida que llevaba por la obediencia a la Iglesia. “Fui siguiendo estas instrucciones y finalmente encontré lo que siempre había deseado: Jesús. No sólo una idea de él, sino una relación personal, una verdadera amistad. Mis días estaban llenos de milagros, mi vida estaba siendo puesta de nuevo ante mis ojos”.

La conversión se había producido pero no hacia un dios hecho a medida sino hacía el Dios que realmente da la felicidad. La fecha la tiene marcada a fuego en su memoria: 24 de abril de 2007. “Con la ayuda del Espíritu Santo, finalmente renuncié a mi mortífero círculo vicioso”, afirma, y desde entonces “dejé de beber y drogarme”.

Mirando su historia, Thomas Clements confiesa que “pensé que tenía todo en la playa, pero en realidad no tenía nada. Al renunciar a lo que yo pensaba que era todo, realmente gané todo. Todavía vuelvo a la playa de Destin de vacaciones, pero nunca volveré a una vida sin Jesús. Nada podría ser peor que una vida sin Jesús. Lo sé por experiencia”.

Thomas acabó estudiando Teología en el Southern Catholic College, y los completó en la Universidad Franciscana de Steubenville, considerada como la más católica del mundo. Y actualmente es profesor de Religión y Teología en un instituto. Está casado y es padre de tres hijos, mostrando a los jóvenes su experiencia de que la verdadera libertad pasa por la obediencia. DIOS Y LA VIRGEN OS BENDIGAN