Un Truculento Negocio

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A veces tomamos decisiones de las cuales podemos arrepentirnos, incluso algunas veces a tiempo podemos enmendar nuestros errores y seguir adelante. Sin embargo algunas veces puede ser demasiado tarde para el arrepentimiento. Este pequeño cuento retrata el terrible caso de Esaú, quien por confiado y desmedido despreció su primogenitura enfrentando las terribles consecuencias de su mala decisión. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. HEBREOS 12:17

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Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento,

aunque la procuró con lágrimas.

HEBREOS 12:17

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Una linda y soleada mañana de primavera, surcaban los cielos dos hermosos pajarillos. Eran papá pájaro y su tierno polluelo que recientemente había terminado de emplumar y este entusiasta se esmeraba en escuchar detenidamente a su padre quién le instruía cuidadosamente acerca de cómo emprender el vuelo.

-¡Aletea más fuerte y sin cesar! pequeño retoño, que la única manera de vencer la fuerza de gravedad es permanecer perseverantes. !Aletea más fuerte y sin cesar!.- Le decía papá pájaro a su pequeño hijito.

Mientras volaban, el pequeño pajarillo contemplaba el bello panorama que se extendía cual lienzo paisajista, brillante y colorido debajo de sus pies. Era una experiencia única con sabor a libertad.

- ¡Es hermosa la vista desde aquí arriba querido padre!.- resaltó el tierno polluelo.

-Has dicho bien querido hijo, y solamente aquellos que nacimos para volar podemos disfrutar de tan grande y dulce libertad. Es hermoso tener alas y poder volar, surcar los cielos es un regalo de Dios inigualable.

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¡Aletea más fuerte y sin cesar! pequeño retoño, que la única manera de vencer la fuerza de gravedad es permanecer

perseverantes. !Aletea más fuerte y sin cesar!

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En verdad disfrutaban de una experiencia única que solamente los alados pueden experimentar. Desde arriba podía verse claras las veredas, la sierra y sus arroyos por donde desfilaban correntadas de agua dulce sin parar; el bosque entero parecía tan pequeño al momento de elevar el vuelo entre pinos verdes y el azul del cielo, que el pequeño llegaba a sentirse ya todo un experto en batir las alas.

-¡más alto padre mio! ¡más alto!

-Con cuidado hijo mío, ¡bate las alas con cuidado!. Debo advertirte que demasiada altura podría ser peligroso.- Le decía su padre querido.

Pero el pequeño, en su inexperiencia, escuchaba sólo a medias pues su atención se fijaba en el tintinear de una campanita, que llegaba a sus oídos desde la tierra. El pajarillo, bajó al campo de donde provenía el sonido que tanto le atraía, y vio a don Topo que entraba y salía de su mina mientras pregonaba:

-¡vendo lombrices! ¡dos lombrices por una pluma! ¡Aproveche la oferta!

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¡vendo lombrices! ¡dos lombrices por una pluma! ¡Aproveche la oferta!

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A la pequeña avecilla le fascinaban las lombrices, y con el solo hecho de oírlas nombrar por Don Topo se le hacía agua el pico. Y sin pensar mucho se decidió; arrancó una pluma de sus alas y la intercambio por un par de lombrices. Luego de habérselas comido emprendió el vuelo de regreso al lado de su padre muy satisfecha.

-¿Estas prestando atención? - Acentuó papá pájaro.

-¡Si querido padre!-Dijo presuroso el pequeño y mentiroso pajarillo. Y así continuaron sus lecciones día a día.

Al día siguiente el pequeño pajarillo esperó ansiosamente el sonido de aquella campanilla, y al oirla bajó a realizar nuevamente su extraño negocio, dando otra pluma a cambio de dos lombrices. Entusiasta emprendía siempre el vuelo tan veloz y confiado que solía ser altivo y descortés con los demás habitantes del bosque.

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Me compadezco de ti pobre serpientucha, que tienes que arrastrarte entre el polvo para poder buscar comida. Gracias doy a Dios de no ser

como tu y tener que compartir tu suerte

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Un día de regreso al nido pasando por un valle se topó con una serpiente que a duras penas se arrastraba para cazar; era bien sabido en el bosque que el platillo favorito de las serpientes eran los polluelos recién emplumados. Sin embargo el ingenuo pajarillo al observar desde arriba le parecía verla más pequeña a comparación de como le habían descrito que eran las serpientes y desde las alturas burlesco se acercó para provocarle.

-Me compadezco de ti pobre serpientucha, que tienes que arrastrarte entre el polvo para poder buscar comida. Gracias doy a Dios de no ser como tu y tener que compartir tu suerte.- Le dijo en tono sarcástico el travieso pajarillo.

La serpiente solo se detenía a escuchar y observar atentamente al ingenuo polluelo. Tal parecía que ya lo atrapaba de un solo estirón, pero solo se detenía a observar y a jugar con su lengua como es costumbre entre las serpientes.

-Huum! ¡y aparte de arrastrada eres muda!- gritó el pequeño pajarillo al emprender el vuelo.

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Así el pequeño pajarillo siguió surcando los cielos y haciendo aquel extraño y truculento negocio en el cual era partícipe con Don Topo. Una vez ofreciò al roedor cinco plumas por diez lombrices. El vendedor pregonero aceptó entusiasmado y, desde entonces, por espacio de varios días más, continuó el intercambio al mayoreo. Hasta que la avecilla se convirtió en un burlesco y glotón pajarillo.

Cuentan los animales del bosque que se volvió robusto y cada vez más altivo y había tomado por costumbre fastidiar burlescamente a la serpiente de la cual ya le habían advertido antes no confiarse.

Al cabo del tiempo se volvió lento y pesado, además de calvo, pues ya había gastado hasta la última de sus plumas. Hasta que un día el pobre pajarillo batió sus alas inútilmente. Ya no podía volar, no tenía una sola pluma en su cuerpo, no podía surcar más los cielos pues había cambiado sus alas y su libertad por un puñado de lombrices. ¡Estaba atada a la tierra y condenada a arrastrarse en lugar de volar!

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Un día mientras caminaba avergonzado por el bosque, humillado y cabizbajo volvió a toparse con aquella serpiente que tanto había fastidiado y que no era tan pequeña como parecía; la avecilla intentó escapar pero por más que batió sus alas no pudo despegar sus patas del suelo. La serpiente lo atrapó de un salto y lo enrolló fuertemente con su largo y pesado cuerpo, y le dijo:

-Todo este tiempo he estado esperando silenciosa y paciente a que sucediera este momento, ingenuo pajarillo. Mientras surcabas los cielos presuroso y burlón ¡siempre estuve esperando a que engordaras para devorarte!

¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Alguien que me ayude!.- Gritó por última vez temeroso y desesperado el pobre pajarillo.

Pero era demasiado tarde para arrepentirse y gritar, pues el valle de la serpiente era poco visitado y peligroso. Y de un bocado, la serpiente, se tragó a aquel pobre pajarillo que por confiado y desmedido despreció su libertad por un puñado de lombrices.

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Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fuedesechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento,

aunque la procuró con lágrimas.HEBREOS 12:17

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Escrito e ilustrado por:Alberto Mendivil

Sinaloa, México.

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