Una niña sencilla y feliz

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Una niña se ncilla y feliz Había una vez, una niña de padres muy humildes que vivían en el campo, su casita era de madera y su piso sencillamente de tierra, a pesar de su pobreza ella y sus hermanos eran muy pero muy felices, vivían en un mundo lleno de ilusiones y esperanzas. Su padre se sentaba por las tardes bajo la arboleda para ver el atardecer, doña Marina esposa de don Camilo, madre de Lucia y sus hermanos, era una mujer muy trabajadora, salía muy temprano de su casa a ganarse unos billetes para traerle a su familia alimento, llegaba a su casa muy cansada de su trabajo, pero siempre con esos ojitos que brillaban de felicidad y de amor para sus hijos. En una tarde de diciembre Lucía corría alegremente por los senderos de la finquita donde vivían, empezó a imaginarse que sería de su vida y su familia si tuvieran dinero como lo tenían los otros niños que iban a su escuela: ¿Sería feliz?, ¿Comería siempre acompañada de su familia?-No lo sabía, pero de algo estaba segura, ella era inmensamente feliz con sus hermanos y sus padres viviendo en su humilde casita, con el piso de tierra, comiendo arroz y frijoles con quesito que su madre preparaba con todo amor. Ella sentía que su vida estaba bien, porque al pensar en sus compañeros recordaba lo tristes que se veían porque su papá o su mamá no los escuchaban por estar tan ocupados con su trabajo, porque estaban preocupados pensando en las deudas que tenían que pagar cada fin de mes, sabía perfectamente que Dios le había dado la mejor familia del mundo, la más

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Una niña se ncilla y feliz

Había una vez, una niña de padres muy humildes que vivían en el campo, su casita era de madera y su piso sencillamente de tierra, a pesar de su pobreza ella y sus hermanos eran muy pero muy felices, vivían en un mundo lleno de ilusiones y esperanzas.

Su padre se sentaba por las tardes bajo la arboleda para ver el atardecer, doña Marina esposa de don Camilo, madre de Lucia y sus hermanos, era una mujer muy trabajadora, salía muy temprano de su casa a ganarse unos billetes para traerle a su familia alimento, llegaba a su casa muy cansada de su trabajo, pero siempre con esos ojitos que brillaban de felicidad y de amor para sus hijos.

En una tarde de diciembre Lucía corría alegremente por los senderos de la finquita donde vivían, empezó a imaginarse que sería de su vida y su familia si tuvieran dinero como lo tenían los otros niños que iban a su escuela: ¿Sería feliz?, ¿Comería siempre acompañada de su familia?-No lo sabía, pero de algo estaba segura, ella era inmensamente feliz con sus hermanos y sus padres viviendo en su humilde casita, con el piso de tierra, comiendo arroz y frijoles con quesito que su madre preparaba con todo amor.

Ella sentía que su vida estaba bien, porque al pensar en sus compañeros recordaba lo tristes que se veían porque su papá o su mamá no los escuchaban por estar tan ocupados con su trabajo, porque estaban preocupados pensando en las deudas que tenían que pagar cada fin de mes, sabía perfectamente que Dios le había dado la mejor familia del mundo, la más unida y la que cada noche daba gracias a Dios por el alimento que aunque no fueran manjares, era lo que podían comer y lo que su papá podía conseguir para mantener a su familia.

Salió corriendo para su chozita y abrazó con fuerzas a su mamá y a sus hermanos, les dijo que eran lo que ella más amaba y que nunca quería separarse de ellos, cuando llegó su padre, Lucía se acercó a él y le susurró al oído: “Dios te bendiga hoy y siempre papito, eres el mejor”, a su padre se le llenaron sus ojos de lágrimas y abrazó a su pequeña Lucía, poco después su madres Marina los llamó a todos para cenar, se tomaron de las manos y agradecieron a Dios por el puñito de arroz y frijoles y el pan que había en la mesa servido.

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Lucía y sus hermanos crecieron, nunca abandonaron los estudios, su padre luchó y trabajó incluso horas extra para poder ayudar a sus hijos a ser profesionales. Cuando por fin se graduaron de sus carreras, abrazaron a sus padres y agradecieron enormemente por haberlos ayudado a cumplir sus sueños.

Poco tiempo después Lucía comentó con sus padres que si ellos estaban de acuerdo en construirles una nueva casa, obviamente la chozita debía ser destruida, en la mirada de sus padres Lucía vio la tristeza y se disculpó por tan solo pensar en hacer algo así.

Ella se casó y se fue a la ciudad donde vivió muy feliz, cada fin de semana visitaba a sus padres quienes vivieron muy felices en su casita humilde. Lucía nunca olvidó que a pesar de que ahora vivía bien económicamente, jamás debía dejar de ser humilde y amable con los demás y que no debía ignorar a sus hijos cuando ellos le hablaran, y así vivió feliz, enamorada y siendo una profesional de buenos valores y costumbres…………………………Fin