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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS FACULTAD DE ARQUITECTURA “El inicio de vida sexual en adolescentes mexicanas: una aproximación teórica y un análisis de datos de la ENSAR, 2003” T E S I S PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN ESTUDIOS DE POBLACIÓN Y DESARROLLO REGIONAL P R E S E N T A GLORIA IVETH ARILLO SANTILLÁN Cuernavaca Morelos, Marzo de 2008.

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS FACULTAD DE ARQUITECTURA

“El inicio de vida sexual en adolescentes mexicanas: una

aproximación teórica y un análisis de datos de la ENSAR, 2003”

T E S I S

PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN ESTUDIOS DE POBLACIÓN Y

DESARROLLO REGIONAL

P R E S E N T A

GLORIA IVETH ARILLO SANTILLÁN

Cuernavaca Morelos, Marzo de 2008.

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO CENTRO REGIONAL DE INVESTIGACIONES MULTIDISCIPLINARIAS

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS FACULTAD DE ARQUITECTURA

“El inicio de vida sexual en adolescentes mexicanas: una

aproximación teórica y un análisis de datos de la ENSAR, 2003”

C O M I T É D E T E S I S

Directora: Mtra. Catherine Menkes Bancet

Asesora: Dra. Marta Caballero García Asesora: Dra. Joaquina Erviti Erice

Lectora: Dra. Ana María Chávez Galindo Lectora: Dra. Mercedes Pedrero Nieto

Agradecimientos

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) agradezco que a través de su

padrón de excelencia académica me otorgara la beca gracias a la cual fue posible la realización

de esta maestría.

Especial gratitud a mi directora de tesis, la Maestra Catherine Menkes Bancet, por todas

las horas dedicadas, los saberes que con paciencia me transmitió y las ricas discusiones que

tuvimos durante los seminarios de tesis y de especialidad. Su don de enseñanza, sencillez y

capacidad de trabajo hicieron posible llevar a buen término este trabajo.

A mis asesoras, Dra. Joaquina Erviti Erice y Dra. Marta Caballero García, quienes

participaron de manera comprometida, generosa y entusiasta en cada una de las fases de este

trabajo de investigación. Sus oportunos señalamientos y escrupulosas revisiones enriquecieron

no solo el presente manuscrito, sino que dejaron una experiencia en mí.

A las doctoras Ana María Chávez Galindo y Mercedes Pedrero Nieto por la lectura crítica

y dedicada de mi trabajo de tesis.

Muchas gracias a todos los que conforman el Centro Regional de Investigaciones

Multidisciplinarías (CRIM), a todos y cada uno de mis maestros del área de estudios de

población y de desarrollo regional, por los conocimientos transmitidos y las muchas horas

compartidas en el aula. Al personal administrativo, al de la biblioteca y al de cómputo por todo

su apoyo.

A Rodrigo, Argisofía, Ariel, Marcos, Carolina, Jorge, Susana y Erika, mis compañeros de

maestría, por la camaradería, la solidaridad y el buen humor de tantos momentos juntos durante

estos dos años del programa.

A mis padres, David y Gloria, por la bendición de tenerlos dándome ejemplo de trabajo y

constancia. A mis hermanas y hermanos por su amor y cariño incondicional.

A Arturo:

Caballero noble y valiente en cuyo brazo me apoyo

para transitar por la vida con amor, complicidad y sabiduría.

A Itzayana:

Mí CHIQUITA, por ser esa joven íntegra, admirable,

independiente y decidida. Mi mejor amiga y mi consejera.

A Aldo Arturo:

Por ser la alegría de mi vida y colmar mis horas

de felicidad, de dicha y de sueños por conquistar.

Introducción 1.1. Antecedentes

La sexualidad adolescente es un tema que ha ido aumentando en interés. En los estudios de

población, se han abordado diversos aspectos dentro de la salud sexual y reproductiva de los

adolescentes tales como: embarazo adolescente, uso de métodos anticonceptivos, riesgo de

contagio de ITS y VIH-SIDA e implicaciones del género entre otros.

En la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en El Cairo en

1994, se asienta en el capítulo VII. Derechos Reproductivos y Salud Reproductiva, que a la letra

dice:

“La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de

mera ausencia de enfermedades o dolencias…entraña la capacidad de disfrutar de una

vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear y la libertad para decidir hacerlo o

no hacerlo, cuando y con que frecuencia.”1

Éste ha sido un marco para la acción que ha orientado las políticas públicas de los

gobiernos y la investigación de grupos académicos para afrontar los problemas relativos a la

salud sexual y reproductiva de jóvenes y adolescentes.

En el mismo documento se reconoce que los servicios de salud reproductiva han

descuidado a los adolescentes y que debe facilitarse a éstos, información y servicios que les

ayuden a comprender su sexualidad. Se proponen dos objetivos:

“Abordar las cuestiones relativas a la salud sexual y reproductiva en la adolescencia, en

particular los embarazos no deseados, el aborto en malas condiciones y las enfermedades de

transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA, mediante el fomento de una conducta

1 Organización de las Naciones Unidas, (1994), Informe de la Conferencia Internacional sobre Población y

Desarrollo. El Cairo, Egipto. ONU, p. 32

1

reproductiva y sexual responsable y sana; reducir sustancialmente todos los embarazos

adolescentes.”2

Sin embargo en México los datos provenientes de diversas investigaciones nos dan cuenta de

la complejidad de esta problemática y lo difícil que resulta alcanzar estos objetivos. En este

sentido, podríamos decir que en general la población adolescente unida y no unida muestra un

porcentaje muy reducido de uso de métodos anticonceptivos. Entre los adolescentes únicamente

una quinta parte de las mujeres y la mitad de los varones usaron algún método anticonceptivo en

la primera relación sexual.3 Además, actualmente, ha habido un aumento de la prevalencia de

SIDA en el grupo de adultos jóvenes, lo que significa que el contagio del virus probablemente

ocurrió durante la adolescencia. Según CONASIDA los casos de SIDA aumentaron en más del

doble en los últimos años, pasando de 1.5 en 1995 a 3.5 por cada 100 000 jóvenes de 15 a 24

años, para 2002.4

En México, se estima que los nacimientos entre las madres de 15 a 19 años constituyen el

14% del total de nacimientos. El embarazo adolescente puede representar un riesgo bio-psico-

social para la madre y el recién nacido, como una mayor mortalidad materno infantil. También

puede conducir a menores posibilidades de educación formal y menores oportunidades para

mejorar la calidad de vida de los adolescentes.5

La adolescencia presenta problemas de salud propios a esta etapa, aunque la morbilidad y la

mortalidad en los adolescentes son bajas; sin embargo, están expuestos a riesgos para la salud

2 Ibid, p. 40 3 Menkes, Catherine. (2006). INEQUIDAD DE GÉNERO, MORAL SEXUAL Y PRÁCTICAS SEXUALES DE

LOS ADOLESCENTES EN MÉXICO. International Seminar on Sexual and Reproductive Transitions of Adolescents in Developing Countries. Cholula, Puebla, Mexico, 6-9 November 2006, International Union for the Scientific Study of Population (IUSSP) and the Center for Demographic, Urban and Environmental Studies (CEDUA), El Colegio de México.

4 Consejo Nacional para la Prevención y Control del VIH/SIDA (CONASIDA), (2002), El SIDA en México en el

año 2000, sitio oficial de CONASIDA, documento en pdf, febrero. 5 Welti Chanes, Carlos (2007). INICIO DE LA VIDA SEXUAL Y REPRODUCTIVA. En La Salud Reproductiva

en México. Análisis de la Encuesta de Salud Reproductiva 2003. Secretaría de Salud/Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM. México, 2007.

2

tales como el sobrepeso, el tabaquismo, el alcoholismo, los accidentes, los homicidios y los

suicidios. Además deben enfrentarse a su sexualidad, y se encuentran ante la disyuntiva de

ejercerla de manera segura y responsable o vivir las complicaciones de embarazos no deseados y

el probable riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual.6

Esta etapa de la vida requiere una particular atención en el campo de la salud; por razones

demográficas, en México, la población adolescente se ha duplicado en los últimos treinta años,

pasando de 11.4% en 1970 a 21.3%, se requerirán cubrir diversas necesidades para esta

población, entre ellas estrategias efectivas de prevención en salud.7

Según Schiavon en México, el inicio de la vida sexual se ubica a los 18.3 en promedio; más

temprano para los hombres que para las mujeres. Una encuesta de MEXFAM refiere que el 56%

de los jóvenes mexicanos entre 13 y 19 años ya han iniciado su vida sexual. También reporta que

la edad promedio de la primera relación fue a los 15 años. El intervalo entre la madurez

reproductiva biológica (menarca), cada vez más temprana, y la aceptabilidad social de la unión

(matrimonio), cada vez más tardía, expone a los adolescentes a una etapa prolongada de “riesgo

reproductivo” y social.8

Otro aspecto a considerar es el contexto socioeconómico de los adolescentes en nuestro

país. Se estima que en México, cerca de uno de cada cuatro adolescentes (37.4% de la población

de 15 a 19 años) vive en hogares en situación de pobreza. En términos absolutos, son cerca de

cuatro millones de adolescentes.9 La persistencia de la pobreza constituye uno de los principales

6 González Garza y cols. (2005). “Perfil del comportamiento sexual en adolescentes mexicanos de 12 a 19 años de

edad. Resultados de la ENSA 2000”, en Revista de Salud Pública, mayo-junio de 2005, volumen 47, número 3, p. 210.

7 Schiavon Ermani, Rafaela. “Problemas de salud en la adolescencia” En comp. López, Rico, Langer y

Espinoza, “Género y Política en Salud” Secretaria de Salud, México, 2003. p. 61 8 Ibidem,p. 63 9 Zúñiga Herrera, Elena; Araya Umaña, Cristina y Zubieta García, Beatriz. “La salud de los y las adolescentes. En:

comp. López, Rico, Langer y Espinoza, “Género y Política en Salud” Secretaria de Salud, México, 2003. p. 93

3

obstáculos para que los y las adolescentes puedan desarrollar sus capacidades humanas básicas,

como gozar de una larga vida saludable, adquirir conocimientos, participar en la vida política y

alcanzar una integración plena a la sociedad. Es la pobreza lo que pone a los adolescentes en

condiciones de mayor vulnerabilidad ante su vida reproductiva, ya de por sí compleja por todo el

conjunto de factores culturales y sociales que confluyen.

1.2. Planteamiento del problema

Dentro de la investigación sobre sexualidad en México se han realizado importantes

aportaciones en torno a los temas de embarazo adolescente, Infecciones de Transmisión Sexual y

VIH/SIDA, uso de anticonceptivos y noviazgo, entre otros. Sin embargo el estudio de la

sexualidad en México se inicia en fecha relativamente reciente y su planteamiento desde las

ciencias sociales apenas comienza, es decir, la investigación sobre sexualidad es aún incipiente.10

La anterior investigación se enfoca principalmente a las relaciones entre la construcción de

identidad de género y los valores y comportamientos sexuales. Algunos de estos estudios refieren

la situación de grupos particulares por considerar que se vinculan con prácticas de riesgo:

migrantes, trabajadoras del sexo comercial, obreros de la construcción y jóvenes de diferentes

contextos culturales del país.11

En cuanto a la investigación sobre prácticas sexuales de los adolescentes, un hallazgo

recurrente en diversas investigaciones tanto de corte sociológico como epidemiológico es la no

correspondencia existente entre conocimiento y uso de métodos anticonceptivos, brecha que en

este grupo poblacional es particularmente importante. Estas diferencias han dado lugar a diversas

interrogantes sobre las desigualdades sociales y las relaciones de poder que permean estas

10 Szasz, Ivonne. PRIMEROS ACERCAMIENTOS AL ESTUDIO DE LAS DIMENSIONES SOCIALES Y

CULTURALES DE LA SEXUALIDAD EN MÉXICO, P. 11-31. En Szasz y Lerner, comps. (1998) SEXUALIDADES EN MÉXICO. Algunas aproximaciones desde la perspectiva de las ciencias sociales. El Colegio de México. P. 11

11 Ibid, p. 14-15

4

prácticas.12 Además, los diversos hallazgos en cuanto a sexualidad adolescente han despertado

un particular interés en un momento decisivo en la trayectoria sexual de los mismos: el inicio

sexual.

Ante este panorama podemos formular, entonces, una serie de preguntas que subyacen a

esta investigación: Cuáles son los factores que están detrás del inicio sexual de los adolescentes,

cuáles son las características sociodemográficas de las adolescentes que se inician precozmente

en la vida sexual o que inician su vida sexual de una manera protegida o no, cuales son los

determinantes sociodemográfico que están marcando el inicio de la vida sexual y riesgos

relacionados a ésta en las adolescentes mexicanas. Son cuestiones de género, educativas,

sociales, culturales, familiares, comunitarias. ¿Es posible dar un perfil de las adolescentes

sexualmente iniciadas de manera precoz o desprotegida? ¿Es posible a través de una encuesta

como la ENSAR 2003 conocer estos determinantes?

El panorama descrito en las líneas precedentes describe la clara ausencia de las respuestas,

pero investigaciones previas muestran un avance sustancial, como es el caso de los trabajos de

Catherine Menkes. De uno de sus textos, retomamos lo siguiente:

“En realidad poco se conoce sobre la relación entre el curso y proyecto de vida de los

adolescentes y su relación con el significado de la sexualidad, los valores en torno al

matrimonio, pareja e hijos. Los hallazgos en este sentido, se refieren en general a la

relación general y muy estrecha que existe entre los niveles de escolaridad y la maternidad

temprana”.13

1.3. Justificación

En este contexto, se hace necesario abundar en el análisis de las variables que determinan y

afectan el inicio de la vida sexual de la población adolescente en nuestro país. 12 Menkes, Catherine. (2006). Op. Cit. P. 2 13 Ibidem.

5

Se requiere de una diferenciación y acercamiento a la población adolescente como la de

la presente investigación. Para conocer el perfil de las adolescentes mexicanas, distinguiéndolas

mediante las variables de edad, estrato socioeconómico y estado conyugal, entre otras.

Es necesaria también una aproximación teórica que permite hacer visibles otros aspectos

imposibles de captar a través de una encuesta o de determinantes sociodemográficos generales.

Hacen falta más trabajos que refieran a través de modelos estadísticos los determinantes

que explicarían el inicio de la vida sexual en México.

Otra cuestión queda clara en esta aproximación a la problemática que nos ocupa, el uso

de métodos anticonceptivos en la adolescencia, cuya frecuencia alcanza un promedio de sólo el

33% en la primera relación sexual, por lo que es necesario indagar sobre los aspectos

relacionados con una práctica sexual protegida.

1.4. Objetivos de la investigación

1.4.1. Objetivo general

Identificar los determinantes sociales, económicos, demográficos y de género que inciden

en el inicio de la vida sexual de las adolescentes mexicanas y en la práctica de una sexualidad

protegida, a través del uso de condón.

1.4.2. Objetivos específicos

a) Realizar una revisión crítica y sistemática de los estudios de salud reproductiva en

adolescentes que aborden el tema de los determinantes de inicio de vida sexual en los mismos e

identificar los planteamientos teóricos principales.

6

b) Realizar un análisis cuantitativo basado en algunas variables específicas de la Encuesta

Nacional de Salud Reproductiva (ENSAR), 2003, relacionadas con el inicio de vida sexual entre

los adolescentes y el uso del condón (sexualidad protegida).

c) Describir las diferencias en el inicio sexual de las adolescentes tanto según el estrato

socio-económico construido por el Colegio de México, como por la escolaridad de las

adolescentes analizadas.

d) Identificar el estado civil en el momento de la iniciación sexual.

e) Ver los factores que inciden en la iniciación sexual según un modelo estadístico.

f) Ver las variables que influyen en una sexualidad protegida.

1.5. Estructura del trabajo

Este trabajo esta compuesto de cuatro capítulos. Se inicia con una aproximación teórica

que es el capítulo I, en éste se incluye primeramente el diseño teórico del trabajo, enseguida se

abordan las distintas definiciones de adolescencia para continuar después con la consideración de

la salud reproductiva de los adolescentes y se abordan también los principales aspectos de la

sexualidad adolescente. Se concluye este primer capítulo con un apartado de la perspectiva de

género donde se desarrollan tanto el origen y la construcción sociocultural del género como los

estereotipos en torno a la sexualidad finalizando con algunas consideraciones respecto al vínculo

del género con la sexualidad adolescente.

El capítulo II explica el diseño metodológico utilizado en el análisis cuantitativo; se

informa sobre el diseño metodológico de la encuesta utilizada, se describe también el diseño

7

metodológico utilizado en la presente investigación, la población de estudio y la estrategia y

técnicas de análisis utilizados.

En el capítulo III se presentan los resultados del análisis cuantitativo y en el IV se

desarrollan las conclusiones que de manera conjunta podemos tener tanto de la aproximación

teórica como del análisis cuantitativo.

Al final se incluyen las fuentes consultadas para la realización de este trabajo.

8

I CAPITULO TEÓRICO

1. Diseño Teórico 1.1. Revisión Teórica La revisión teórica se realizó bajos los siguientes ejes temáticos, y considerando a los

principales teóricos o investigadores.

I. Definición de adolescente (ONU, OMS, CONAPO, Mexfam, diversos autores)

II. Sexualidad, desarrollo personal y pobreza y (Welti, Cáceres, Stern, Menkes,

Nuñez, Schiavon).

III. Roles femeninos relacionados con la iniciación sexual (Zsasz, Lerner,Weeks,

Lamas, Tuñon, Checa).

a) Vulnerabilidad de las mujeres por ser jóvenes y ser mujeres y por tanto más

vulnerables al poder y a los deseos del hombre.

b) Negación de su sexualidad y su deseo por su rol tradicional femenino (Vance).

IV. Construcción de Género, relación del género con la sexualidad (Acker, Lamas,

Zsasz, Lerner).

V. Percepciones de riesgo, sexualidad y protección sexual (Juárez, INSP, OMS).

1.2. Mapa Conceptual Para elegir las variables independientes para cada uno de los modelos estadísticos se

realizó un mapa conceptual para establecer con mayor claridad la correspondencia entre la teoría

y los datos disponibles a través de las variables de la base de datos. Aquí se trata de esclarecer

como es que se relacionan cada una de las variables con la sexualidad adolescente.

9

Variables Independientes:

1. Estrato socioeconómico

2. Escolaridad

3. Ocupación

4. Estado Conyugal

5. Actividad Religiosa

1. Estrato socioeconómico

Para la estratificación de la población de la estudio de este trabajo se aplicó la metodología

de análisis de estratificación social construida por el grupo de Salud Reproductiva y Sociedad de

El Colegio de México.14

La población se clasifica en cuatro estratos:

- Alto

- Medio

- Bajo

- Muy Bajo

Ya que el ejercicio de la sexualidad es una construcción histórica y sociocultural, la pertenencia a

un determinado estrato socioeconómico marca una diferencia en dichas prácticas.

2. Escolaridad

En general se ha encontrado que existe una relación positiva entre escolaridad y uso de

anticonceptivos, es decir, a mayor escolaridad mayor uso de métodos anticonceptivos.

“La educación de la mujer guarda relación estrecha con el uso de los anticonceptivos

porque propicia en las personas actitudes de previsión y planeación; favorece una mayor

capacidad de decisión, autonomía y libertad, lo que se expresa en todas las esferas de la

14 La construcción de esta variable se detalla en el apartado 1.3. Estrategia y técnicas de análisis.

10

vida privada y social; fomenta el afán de logro y superación personales, así como una

alta valoración parental de los hijos”.15

La relación de la escolaridad con sexualidad adolescente ha sido mostrada según diversos

hallazgos de la investigación como una relación muy importante. Así, a mayor educación, menor

porcentaje de mujeres sexualmente activas. Hay que señalar que esto se relaciona

primordialmente con el hecho de que las mujeres sin escolaridad suelen unirse de manera

temprana.16

Cuando la adolescente tiene estudios su proyecto de vida se amplia y hay una tendencia tanto

a la postergación del inicio de vida sexual como a la práctica de un sexo más seguro ya que esta

más sensibilizada en la importancia de métodos anticonceptivos.

Se destacó el umbral de secundaria corroborando los hallazgos de otras investigaciones que

han demostrado que este es el nivel educativo que marca la diferencia en cuanto a los

comportamientos reproductivos de las mujeres.

3. Ocupación

Las teorías de interacción social destacan la importancia que tiene la variable ocupación; ya

que las creencias, valores y conductas de una mujer acerca de su sexualidad se ven transformadas

al interactuar con su entorno. No es lo mismo una ama de casa que una chica que estudia o

trabaja fuera de su hogar por los flujos de información que recibe tanto de las instituciones como

de los individuos con los que interactúa en su vida cotidiana lo cual implica una socialización

que amplia sus horizontes de vida. Además diversos trabajos han encontrado que el trabajo

remunerado entra en contradicción con un tamaño de familia elevado:

“La elevación del nivel educativo de las mujeres se vincula con una creciente participación

de la población femenina en la actividad económica. La inserción en los procesos

15 Mojarro y Zúñiga, 1999, Planificación familiar: logros en la última década y retos futuros. Pp53-54. Citado por

Doroteo Mendoza en “La situación demográfica de México 2006” CONAPO. P. 53-54. 16 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Sexualidad y Embarazo Adolescente en México.

Papeles de Población, enero-marzo, número 035. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México 1-32.

11

productivos conlleva una fecundidad menor, en buena medida por la incompatibilidad de la

vida laboral con descendencias numerosas”. 17

4. Estado Conyugal

En el caso de esta variable y su relación con sexualidad adolescente vemos que las

adolescentes de la muestra de la ENSAR 2003 que iniciaron vida sexual están unidas.18

5. Religión y Actividad Religiosa

Lo que reportan diversos hallazgos de investigación es que no se ha encontrado que la

religión impacte significativamente el uso de anticonceptivos.

Cabe la pregunta de si de verdad la mayor influencia religiosa retrasa el inicio de vida sexual,

o puede ser que la culpa motivada por un sentir religioso está evitando que se practique una

sexualidad protegida, ésto hay que indagarlo.

Sin embargo, al considerar más que la variable religión per se, sino la influencia que la

religión tiene en la vida en las chicas, se va a explorar en este trabajo para ver si se encuentra

algún hallazgo interesante.

17 Partida Bush, Virgilio, 1999. Situación demográfica nacional y estatal, en “La situación demográfica de México

2006”. CONAPO. P. 16 18 Entendemos por unidas una condición civil que implica no solo el estar casadas sino el vivir con una pareja sexual.

12

2. Definición de adolescencia

En este apartado se consideran, por un lado, las diferentes acepciones de adolescencia,

desde las definiciones convencionales surgidas en los organismos internacionales como la

Organización de Naciones Unidas (en adelante, ONU) y los de la Organización Mundial de la

Salud (en adelante OMS), y, por otra parte, la definición que pone el énfasis en los cambios

sexuales que ocurren en los adolescentes; como las del enfoque sociológico que postulan

principalmente que “adolescencia” es un concepto histórico y socialmente construido que, por

tanto, visibiliza la heterogeneidad del grupo.

Definir la adolescencia ha sido una tarea que aún está en debate en las Ciencias Sociales.

Si se considera la acepción de adolescencia como una construcción histórica que surge a partir

del estatus de los chicos de las clases media y alta ligada indisolublemente a la escolarización,

entonces ni en las sociedades rurales, ni clases bajas ni indígenas existe la adolescencia como tal;

pero si tomamos en cuenta que también el término de adolescencia considera aspectos tales como

cambios corporales, sexuales y psicológicos no podemos negar que dicha etapa se observa

también en esas sociedades.

2.1. Definiciones convencionales

2.1.1. Definición cronológica

Una de las definiciones basadas en un criterio cronológico corresponde a la elaborada por

la OMS, quien concibe a la adolescencia como la etapa que comprende las edades entre los 10 y

los 19 años, es decir, la segunda década de la vida.19

19 González Garza y cols. (2005) Op. Cit., p. 210.

13

Otra propuesta conceptual que se ciñe a la temporalidad es la planteada por la ONU,

organismo internacional que define a la juventud -y que por supuesto incluye a la adolescencia-

como la población que se encuentra entre los 15 y 24 años de edad.20

En términos de ley, el Instituto Mexicano de la Juventud define como joven, a un varón o

a una mujer con edades comprendidas entre los 12 y 29 años de edad.21

Las tres anteriores definiciones, las que denominamos convencionales, solo tienen en

cuenta la variable de la edad para definir a la adolescencia o juventud, sin hacer una distinción

conceptual entre estos dos vocablos.

2.1.2. Otras definiciones Otras definiciones han sido acuñadas y han pretendido abarcar otros aspectos además de

la variable edad. Así se han incorporado, además de los cambios físicos y psicológicos, los que

ocurren en el entorno social del individuo.

Otros autores definen a la adolescencia como el periodo de transición entre la infancia y

la edad adulta, que se caracteriza por la sucesión de importantes cambios fisiológicos,

psicológicos y sociales en el ser humano.22

La adolescencia es una etapa del ciclo vital en el desarrollo humano que se caracteriza

por el crecimiento y maduración biológica, fisiológica, psicológica y social del individuo.23

20 CONAPO (2000). La situación actual de las y los jóvenes en México. Diagnóstico sociodemográfico, CONAPO,

México. 21 Versión estenográfica de la entrevista a Carlos Marcos Morales Garduño, Director de Bienestar y Estímulos a la

Juventud, y a María Clara Jiménez Lapuente, Subdirectora de Estímulos a la Juventud en el programa ¿Cómo la ve? Transmitido por el 1220 AM de IMER. Conduce Ángel Dehesa. D. F., a 15 de Julio de 2004, consultado en: http://www.imjuventud.gob.mx

22 Gonzáles Garza, Op.cit. p. 210

14

2.2. Definiciones alternativas Las definiciones que algunos autores han planteado de manera alternativa se basan en la

necesidad de redefinir el concepto tradicional de adolescencia, que como ya se vio

anteriormente, es un concepto que se caracteriza por estar centrado en criterios cronológicos y

biológicos, mismos que conciben a la adolescencia como una etapa que se da por hecho, y que

deben pasar todos los jóvenes de esa edad. Por el contrario, las definiciones alternativas

cuestionan este concepto monolítico de adolescencia y conciben a ésta última como una realidad

y, un concepto histórico y socialmente construido.

El concepto moderno de adolescencia surgió en la primera mitad del siglo XIX y se

vinculó a la escolarización de la población, como uno de los cambios que trajo consigo la

revolución industrial, y que ya a finales del siglo XIX y principios del XX se fue extendiendo en

las sociedades occidentales. Esta transformación provocó que se delimitara la edad para estar en

la escuela. Durante este periodo los jóvenes ya no estaban bajo el dominio exclusivo de la

familia pero todavía no tenían pleno acceso a la vida pública y adulta.24

Fue la clase media urbana de la sociedad occidental la que acuñó el término

presuponiendo además que “adolescencia” es generalizable a cualquier grupo social; sin

embargo, dicho término no se ha considerado existente en todas las épocas y en todos los grupos

sociales.25

Se afirma que desde la óptica sociológica hay un consenso más o menos unificado, que ve

a la adolescencia como una construcción histórica vinculada de manera estrecha a la 23 Caballero Hoyos, José; Carlos Conde Gonzáles y Alberto Villaseñor Sierra (editores) (2006) ITS Y VIH/SIDA

EN ADOLESCENTES Y ADULTOS JÓVENES. Ángulos de la problemática en México. Primera edición. Consejo Estatal del SIDA- Jalisco e Instituto Nacional de Salud Pública, ISBN 970-9874-18-7, México, p.33.

24 Stern, Claudio y Elizabeth García (2001). Hacia un nuevo enfoque en le campo del embarazo adolescente. En

Stern, Claudio y Juan Guillermo Figueroa (coords). Sexualidad y salud reproductiva: avances y retos para la investigación. El Colegio de México. México. Pag. 349.

25 Ibidem

15

prolongación de la vida escolar y la democratización de la educación, y coinciden también con

los planteamientos anteriores en el sentido de que el término “adolescencia” es producto de la

civilización, es decir, es una construcción cultural y social; “Sin embargo, la misma concepción

de adolescencia varía de cultura en cultura y en determinadas sociedades ni siquiera existe este

término.”26

En sociedades como la mexicana, en donde se presenta una enorme heterogeneidad en las

condiciones de vida de diversos grupos sociales, ocurre que la vida de jóvenes de comunidades

indígenas sureñas del país – Chiapas, Guerrero y Oaxaca- entre 13 y 19 años, tiene poco que ver

con lo que acontece a los jóvenes de un sector medio urbano metropolitano.27 Existen

comunidades, como áreas rurales o zonas indígenas en México, que niños y niñas adquieren

responsabilidades de adultos sin pasar por lo que se conoce convencionalmente como

adolescencia. Pero no por ellos podemos afirmar que no existen los jóvenes y adolescentes

rurales e indígenas, ya que cada sociedad organiza, de manera determinada, la transición de la

infancia a la vida adulta, aun cuando las formas y contenidos sean muy variables. Lo importante

es la percepción social y las repercusiones para la comunidad del proceso de maduración sexual

y desarrollo corporal de los mismos28.

El concepto de juventud de Margulis, aclara estos procesos de la vida de las personas; y si

bien el autor se refiere genéricamente a la juventud, el proceso de adolescencia está comprendido

en esta. Al respecto dice:

“Conviene ya señalar las limitaciones del concepto juventud: esa palabra cargada de

evocaciones y significados, que parece autoevidente, puede conducir a laberintos de

sentido si no se tiene en cuenta la heterogeneidad social y las diversas modalidades como 26 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Sexualidad y Embarazo Adolescente en México.

Papeles de Población, enero-marzo, número 035. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México. pp 3-4.

27 Stern y García. Op. Cit. p. 349. 28 Ortiz Marín, Celso. ¿Existen los Jóvenes rurales e indígenas? Versión breve en artículo de la tesis de Licenciatura

“Las venas del campo: las tagotg (las jóvenes) y los chogotg (los jóvenes) en la comunidad de Pajapan, Veracruz y sus estrategias de vida”, ENAH, México, DF, 2002. En: Araujo Monroy Rogelio (coord.) El imaginario social. El cuento de la pérdida. CONACULTA-FONCA, México, 2002, pp. 211-226.

16

se presenta la condición de joven. Juventud es un concepto esquivo, construcción

histórica y social y no mera condición de edad. Cada época y cada sector social postula

formas de ser joven”29

Así, este autor hace alusión a lo que es el planteamiento esencial de las definiciones

alternativas, es decir la especificidad histórica y social de las formaciones humanas consideradas

como adolescencia y juventud:

“Diversas situaciones sociales y culturales, históricamente constituidas, intervienen en

las maneras de ser joven, en los modelos que regulan y legitiman la condición de

juventud”30.

Otro aspecto importante es el rango de edad que se considera como adolescencia hay un

relativo consenso en cuanto al inicio de la adolescencia, identificado con el principio de la

pubertad y la aparición de las características sexuales secundarias, pero el final de la

adolescencia, asociado a la independencia de la vida adulta, es más difícil de definir31.

Existen otras aproximaciones que incluyen diversas variables además de la edad, los

cambios sexuales y psicológicos, un aspecto muy importante: la madurez de los adolescentes.

Basándose en el análisis de la transición de adolescentes a adultos en los países en desarrollo

conducido por el Nacional Research Council (Lloyd 2005), Ruth Dixon-Mueller propone una

división tripartita de los adolescentes en tres categorías de edades: temprana adolescencia

(edades 10-14), mediana adolescencia (15-17) y adolescencia tardía (18-19), cada una de las

cuales tiene características específicas de género, psicológicas, significados culturales e

implicaciones de políticas públicas32. A partir de ahí Dixon-Mueller enumera cuatro criterios

29 Margulis, Mario. Editor. Ariovich, Laura et al. La juventud es más que una palabra. 2ª. Ed. Buenos Aires:

Biblos, 2000. p. 11. 30 Ibidem 31 Menkes y Suárez. Op. Cit. 32 Dixon-Mueller, Ruth. How Young is “Too Young” (2006) Comparative Perspectives on Adolescent Sexual and

Reproductive Transitions. International Seminar on Sexual and Reproductive Transitions of Adolescents in Developing Countries. Cholula, Puebla, Mexico, 6-9 November 2006, International Union for the Scientific

17

para considerar “cuan demasiado joven es un joven” desde diferentes perspectivas: 1) la óptica

psicológica del cuerpo sexual para las relaciones y la maternidad; 2) las capacidades

cognoscitivas de los adolescentes más jóvenes y de los mayores, incluyendo su habilidad para

tomar decisiones de manera libre, informada y responsable; 3) los contextos socioeconómico,

legal y cultural en los cuales el sentido de “suficientemente maduro” están enraizados; y, 4) los

estándares internacionales pronunciados por la Convención de los Derechos de los Niños y otros

documentos.33

Por lo expuesto hasta este punto, con base a las diferentes definiciones revisadas, se

puede decir que efectivamente, desde las Ciencias Sociales, no es posible definir “la

adolescencia” como un concepto único, amplio y que encierre toda la fenomenología que esta

etapa significa, sino que podemos hablar de “adolescentes”, múltiples, diversos, concretos,

históricos, diferenciados por clase social, estrato socioeconómico, género, escolaridad,

ocupación, religión y/o contexto familiar. Esta es la riqueza conceptual de las definiciones

alternativas, que no se ciñen a un criterio unívoco, como la edad, y que están considerando la

diversidad cultural y social para describir lo que se puede entender como adolescencia.

En el marco de este trabajo consideramos a las adolescentes como las mujeres

entrevistadas por la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva, 2003; sean de cualquier status

socioeconómico y vivan tanto en áreas urbanas como rurales, y considerándolas como un grupo

que abarca de los 12 a los 19 años de edad34. Y que además están diferenciadas en una amplio

abanico socioeconómico dividido en cuatro grupos, con un alto porcentaje de escolarización ya

que se encontró que un 68.4%35 de las chicas han estudiado secundaria y más; y, que son chicas

que están experimentando los cambios biológicos, sexuales y psicológicos identificados como

característicos de la adolescencia, atendiendo a los criterios que se incluyen en las diferentes

definiciones que hemos revisado en este trabajo.

Study of Population (IUSSP) and the Center for Demographic, Urban and Environmental Studies (CEDUA), El Colegio de México. P.1

33 Ibidem 34 Tomamos la población total nacional de 12 a 19 años, estimada por la ENSAR, 2003 (ver capítulo metodológico). 35 estimación propia con datos de la ENSAR, 2003.

18

Cabe destacar que si bien es difícil establecer una diferenciación conceptual entre el

adolescente y el joven, ya que el primero entraría dentro de la categoría más amplia de juventud,

en este trabajo, cuando se señala a las mujeres entre 15 y 24 años se está aludiendo a la juventud

y al hablar de las mujeres de 12 a 19 años se refiere a las adolescentes.

19

3. La Salud reproductiva de los adolescentes

En esta parte del trabajo se abordan, en primer lugar, la definición y surgimiento del término

salud reproductiva, enseguida se describen los principios básicos que la orientan y los aciertos y

limitaciones que, según diversos investigadores lo refieren como el paraguas conceptual que ha

representado. Después se enfatiza el reconocimiento de la sexualidad, como un aporte sustancial

en el debate de salud reproductiva; finalizando con el apartado de los aspectos más relevantes de

la sexualidad adolescente.

3.1. Definición de salud reproductiva

El concepto de salud reproductiva es relativamente reciente. Surge a partir del

cuestionamiento de los programas de planificación familiar centrados en controlar la fecundidad

y proveer anticonceptivos. Diversos investigadores, grupos y organismos como la Fundación

Ford, la Internacional Women’s Health Coalition, la Organización Mundial de la Salud y el

Population Council influyeron en la concepción de un enfoque integral de la procreación

denominado salud reproductiva. La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de

El Cairo en 1994 coadyuvó a su legitimación y de este evento surgió lo que se conoce como la

definición más completa de salud reproductiva:

“La salud reproductiva se refiere al estado de bienestar físico, mental y social de la

persona para todo lo relativo al aparato genital y su funcionamiento” Implica la salud

sexual, y además “Sobrepasa el aspecto técnico de la planificación familiar al

considerar los distintos factores y motivos que afectan los comportamientos

reproductivos, tales como el papel de los hombres, las relaciones de poder entre los

sexos, la posición de la mujer y el papel de las instituciones sociales en las estrategias de

reproducción así como en las elecciones individuales. En su aplicación intenta integrar

20

el punto de vista de la mujer en tanto que persona con necesidades específicas de

salud.”36

El discurso de “salud reproductiva” constituye una convergencia de opiniones, que había

sido impulsada por la iniciativa de maternidad sin riesgos, además de la pertinencia de replantear

la base ética de los programas de población para que abandonaran su base controlista, poniendo

mayor atención a la salud de las mujeres y garantizar el ejercicio de sus derechos reproductivos.

Tres son los principios básicos que orientan la definición de la salud reproductiva:

1) respetar la libertad de elección, es decir, que cada persona decida de manera libre,

responsable e informada sobre el número, espaciamiento y calendario de los nacimientos;

2) aceptar los vínculos con la sexualidad, al reconocer la importancia que tiene para las

personas una vida sexual satisfactoria y segura. En este aspecto se abundará en el

siguiente apartado de este trabajo. Y, además,

3) incorporar el contexto cultural y socioeconómico, que no se puede disociar de la salud

reproductiva, ya que hace referencia a los papeles sociales y familiares de hombres y

mujeres, y a aspectos como su acceso a la información, la educación, los recursos

materiales y financieros y los servicios de salud.37

Se reconoce que el enfoque de “salud reproductiva” ha resultado en importantes aportaciones

integrando distintos elementos de la sexualidad, la salud y la reproducción que antes aparecían

dispersos. Así, autores como Salles y Tuirán, incluyen como parte del paraguas conceptual de

salud reproductiva a tópicos como: derechos reproductivos, planificación familiar, enfermedades

de transmisión sexual, sexualidad humana, relaciones de género y sexualidad adolescente. Pero

también señalan que este enfoque adolece en su concepción de limitaciones y ambigüedades, que

quizás sean resultado del papel que ha desempeñado como herramienta para la movilización y la

36 Lassonde, Louise (1997). Los desafíos de la demografía ¿Qué calidad de vida habrá en el siglo XXI? UNAM y

FCE. México. Pp. 66-67 37 Salles, Vania y Rodolfo Tuirán (2001). El discurso de la salud reproductiva: ¿un nuevo dogma? En Stern,

Claudio y Juan Guillermo Figueroa (coords). Sexualidad y salud reproductiva: avances y retos para la investigación. El Colegio de México. México. P. 94.

21

construcción de consensos, y que como reconoce la Unión Internacional para el Estudio

Científico de la Población (IUSSP, por sus siglas en inglés) “su poder reside menos en el rigor

de las categorías que define que en su habilidad para integrar o incorporar las aspiraciones de

un número amplio de intereses.”38

Pero el debate teórico conceptual existe entre los que defienden la concepción de “salud

reproductiva” y los que la consideran demasiado estrecha y apuestan por un concepto más

amplio de la salud sin adjetivos. Aún más allá de cualquier debate hay que destacar que la

sexualidad es una construcción social, es decir, la sexualidad es socialmente construida y, como

señalan Salles y Tuirán hay que fundamentar el carácter indispensable del enfoque de las

Ciencias Sociales en los estudios y las acciones llevados a la práctica en el campo de la salud

reproductiva.39

Estos autores identifican los presupuestos que emergen de los diversos esfuerzos

multidisciplinarios de reconceptualización en el campo de la salud reproductiva y que es

necesario destacar:

1) La reproducción humana, amén de ser un hecho biológico, forma parte de procesos más

amplios de reproducción social y cultural;

2) la sexualidad y la reproducción humanas están inmersas en estructuras y redes de

relaciones sociales, entre las que se perfilan, por ejemplo, las asimetrías de clase y de

género;

3) la distribución de los recursos y las modalidades de ejercicio del poder (tanto en la

sociedad y sus principales instituciones como en las relaciones familiares y en la

interacción social en general) no son cuestiones ajenas a las prácticas reproductivas y

sexuales de los individuos y de sus grupos de pertenencia;

4) los comportamientos reproductivos, los sexuales, y los de cuidado de la salud pueden ser

entendidos como conductas socialmente estructuradas dotadas de significado;

5) diversas instituciones sociales –tales como la escuela, el sistema de salud, la iglesia, la

familia, entre otras–, al incidir en diversos campos relevantes (tales como la construcción

38 Ibidem 39 Ibid, p.99

22

de las identidades, el control del cuerpo femenino y la división sexual del trabajo)

contribuyen a moldear los comportamientos reproductivos y sexuales de los individuos,

familias y grupos sociales; y

6) los actores sociales no deben ser vistos solo como receptores de reglas, normas, valores y

prescripciones institucionales que determinan de manera mecánica su comportamiento; se

requiere reconocer que ellos las interpretan y reaccionan ante ellas. Es decir, las

instituciones sociales son a las vez instancias estructuradoras y estructuradas por las

acciones de grupos e individuos.40

3.1.1. Reconocimiento de la sexualidad

El concepto de salud reproductiva reconoce la existencia de la sexualidad como una

dimensión del bienestar y como un aspecto importante en la vida de los individuos. Para Salles y

Tuirán el discurso de la salud reproductiva puso de relieve la importancia del reconocimiento del

disfrute de la propia sexualidad, rompiendo un fuerte sesgo ideológico y normativo que

caracterizaba a los programas que se basaban en el arquetipo de familia conyugal y a la mujer

como protagonista exclusiva de la función reproductiva. Estos autores sostienen que algunas

tendencias sociales y culturales como el quiebre de los controles que canalizaban la sexualidad al

matrimonio, la reivindicación del derecho a la maternidad sin vínculo matrimonial, y la

implantación de pautas de mayor permisividad sexual, pusieron en evidencia la obsolescencia de

este modelo.41

Tomar en cuenta la sexualidad hace evidente la necesidad de no disociar la salud de la

procreación de la salud sexual, la anticoncepción de la prevención, y el tratamiento de las

enfermedades sexualmente transmitidas, entre ellas, el VIH/SIDA.42

“En lugar de considerar la sexualidad como un todo unificado, debemos reconocer que

hay diversas formas de sexualidad: de hecho hay muchas sexualidades. Hay sexualidades

40 Salles, Vania y Rodolfo Tuirán (2001). Op. Cit. P. 99-100 41 Ibidem, P. 95. 42 Lassonde, Louise (1997). Op. Cit. Pp. 69-70.

23

de clase y sexualidades específicas de género, hay sexualidades raciales y sexualidades

de lucha y elección. La “invención de la sexualidad” no fue un acontecimiento único,

ahora perdido en el pasado remoto. Es un proceso continuo que simultáneamente actúa

sobre nosotros y del que somos actores, objetos del cambio y sujetos de esos cambios”.43

Si bien el reconocimiento de la sexualidad en general ha representado un avance y a la

vez un aporte en el campo de la salud reproductiva, y que incluso se ha asimilado por las

instituciones del sector salud, no se ha del todo logrado el reconocimiento a la sexualidad

adolescente como lo veremos en el apartado siguiente.

3.2. Sexualidad adolescente

El propósito de este apartado es considerar algunos aspectos relacionados a la sexualidad

adolescente tales como el reconocimiento de la misma en la etapa de la adolescencia, inicio de

vida sexual, conocimiento y uso de métodos anticonceptivos, embarazo adolescente, infecciones

de transmisión sexual (ITS), y VIH/SIDA. También se aborda el reconocimiento de la sexualidad

adolescente desde la visión epidemiológica que concibe a los adolescentes como un grupo en

riesgo.

3.2.1. Reconocimiento de la sexualidad adolescente

El reconocimiento y aceptación de la sexualidad adolescente es un tema que se ha

evadido según diversos investigadores, porque es incómodo de abordar en vista de la ampliación

de la brecha generacional44, y porque en definitiva no se reconoce a nivel social y se tiende a

invisivilizar, como si la sexualidad adolescente por no reconocérsela no existiera.

“Lo problemático para la opinión pública no es la reproducción adolescente, sino la

sexualidad adolescente; es el conflicto que este ámbito genera en la esfera de las

43 Weeks, Jeffrey. Sexualidad. 1998, Editorial Paidos. México. P. 46 44 Lassonde, Louise (1997). Op. Cit. P. 71.

24

políticas públicas, a partir de la presión de los sectores más conservadores del país, lo

que impide que se desarrollen estrategias efectivas para que los adolescentes estén en

condiciones de ejercer sus derechos sexuales y reproductivos. En definitiva, es el

embarazo adolescente el que evidencia la existencia de una sexualidad activa en los

adolescentes que, sin embargo, es negada sistemáticamente”.45

Los propios jóvenes manifiestan que a pesar de existir información disponible en muchos

lugares, el principal obstáculo se encuentra en la falta de normalidad para hablar sobre temas de

sexualidad; en concreto, en sociedades como la mexicana, la sexualidad es un tema tabú, lo cual

provoca que los jóvenes tengan vergüenza para preguntar o acercarse a otras personas para

resolver sus problemas.46

Sin embargo otros autores observan un avance en cuanto al reconocimiento de la

sexualidad adolescente. Fátima Juárez destaca que el contexto social en que se da ahora la

reproducción temprana ha cambiado considerablemente. En general en los países de América

Latina ha venido ocurriendo un cambio pausado pero continuo de valores, actitudes y

comportamientos, pasando de una sociedad tradicional que colocaba la actividad sexual dentro

del matrimonio a una donde el sexo premarital se practica en secreto, pero es admitido.47No

obstante, la propia autora reconoce dos factores que ponen en entredicho esta permisividad: 1)

La persistencia de la doble moral sexual que censura las relaciones sexuales fuera del

matrimonio para la mujer y las promueve para el hombre y, 2) que la vulnerabilidad de los

adolescentes y los jóvenes en el área de la salud sexual y reproductiva se ve incrementada por la

45 Parrini Roses, Rodrigo. Paternidad en la adolescencia: Estrategias de análisis para escapar del sentido común

ilustrado. Explorando en la cuadratura del círculo. En: http://www. bibliotecavirtual.clacso.org/ar/libros/becas/1999/parrini.pdf

46 Juárez, Fátima y Cecilia Gayet. (2005). Salud Sexual Y Reproductiva De Los Adolescentes En México: Un

Nuevo Marco De Análisis Para La Evaluación Y Diseño De Políticas. Papeles de Población, julio-septiembre. número 045, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, p.212

47 Juárez, Fátima (2002) “Salud Sexual y reproductiva de los adolescentes en América Latina: evidencia, teorías e

intervenciones”. En: La fecundidad en condiciones de pobreza: una visión internacional. Cecilia Rabell Romero y María Eugenia Zavala de Cosío (Coords). Instituto de Investigaciones Sociales, México. P. 295.

25

deficiencia en los canales de educación sexual y la cobertura de los servicios de salud y

planificación familiar que por lo general, excluyen a la población joven soltera.48

Los adolescentes que practican actividad sexual premarital se enfrentan, por un lado, a

que el sexo ocurre en una edad en la cual el desarrollo no ha terminado y en la que se establece

un comportamiento sexual que puede influir en el futuro; por otro, el sexo tiende a ser ocasional

y de oportunidad, es decir, la logística para encontrar un ambiente para la actividad sexual es

complicada y de oportunidad, en este sentido, el ambiente que reportan los adolescentes para

vivir sus experiencias sexuales es la casa de la novia cuando los padres están fuera.49

Todas esto hace que se propicie que los chicos y chicas asuman su sexualidad en un

ámbito de inseguridad, falta de información , sin accesibilidad de métodos anticonceptivos, sin

tener derecho a la atención en el área de ginecología y obstetricia de los servicios de salud, y con

la sanción moral de la sociedad lo cual hace que en lugar de vivirse como un derecho, se viva en

situaciones de riesgo y peligro que traen como consecuencia embarazo no deseados, abortos y

contagios de diversas enfermedades de transmisión sexual a muy temprana edad.

Al respecto, es importante destacar que el reconocimiento de la sexualidad adolescente se

ha dado en la sociedad pero con una concepción de riesgo50 que subyace a este reconocimiento,

es decir se concibe a la adolescencia como un grupo en riesgo. Sin duda, tanto los organismos

internacionales como los sistemas de salud de los países consideran a la adolescencia como un

grupo susceptible de diferentes tipos de riesgo que son ineludibles para este segmento de la

población y que van implícitos en el proceso de maduración por el cual los adolescentes

48 Juárez, Fátima (2002) Op. Cit. P. 296. 49 Ibidem, P. 295. 50 La Organización Mundial de Salud define al riesgo como la probabilidad de que se produzca un acontecimiento sanitario adverso, con sus consecuencias, que se cifran en la morbilidad o la mortalidad. (OMS.Informe sobre la salud en el mundo 2002. Reducir los riesgos y promover una vida sana. P.38) El riesgo también se define desde el enfoque epidemiológico como la probabilidad de ocurrir un evento en un tiempo y población determinada. En concreto, el factor de riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual radica básicamente en el comportamiento sexual, es decir la manera en que se lleva a cabo la actividad sexual. (García Reza, Clotilde (2001). Factores sociales y su asociación con el comportamiento sexual de riesgo para adquirir enfermedades de transmisión sexual. Ciencia Ergo Sum, julio, volumen 8, número dos. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp.162-163).

26

transitan. Se considera que las y los adolescentes, por una diversidad de circunstancias

ambientales, familiares e individuales con frecuencia desarrollan conductas que participan como

factores de riego. Las conductas de riesgo señaladas son: adicciones (tabaquismo, alcoholismo y

drogadicción), exposición a ambientes peligrosos y violentos, que al unirse potencializan la

probabilidad de accidentes, suicidios y homicidios, entre otros. Las relaciones sexuales sin

protección, que derivan en ITS como VIH/SIDA, y embarazos no planeados. Además de mala

alimentación, la cual predispone a desnutrición u obesidad51.

El coordinador del Programa de Atención a los Adolescentes en el Instituto Catalán de

Salud, quien es médico pediatra, afirma: “La salud de los y las adolescentes guarda una relación

muy estrecha con su propia conducta. Y esta depende, a su vez, del ambiente que frecuenta. Se

trata de una edad en que pueden iniciarse hábitos o conductas de riesgo que van a condicionar

su morbi-mortalidad al llegar a la edad adulta. Y se trata de una edad con unas características

muy específicas (impulsividad, negación del riego) que propician un tipo concreto de patologías

de suficiente interés sanitario como pueden ser las enfermedades de transmisión sexual, los

embarazos no deseados o los trastornos en la conducta alimentaria.52

La propuesta de este programa de atención a adolescentes enarbola una premisa: contra el

riesgo, protección. Sostiene que a fin de preservar la salud integral de la adolescencia se requiere

fortalecer los factores de protección y prevenir los riesgos. Considera a los factores de protección

(o mecanismos conscientes o inconscientes de adaptación) a los recursos personales o sociales

que atenúan o neutralizan el impacto del riesgo.53 El problema de esta concepción es que se

centra en un enfoque de protección que hace responsable al individuo, de su actuar, o que

depende también de medidas paliativas o intervenciones de salud que no están considerando los

aspectos más complejos del entorno socioeconómico en el cual los adolescentes existen.

51 Santos-Preciado y cols. (2003) La transición epidemiológica de las y los adolescentes en México. Salud Pública

Mex 2003;45 supl 1, p. 146-147. 52 Cornella i Canals, Joseph. Anorexia Nerviosa – Aspectos generales de la salud en la adolescencia y la juventud.

Factores de Riesgo y Protección. Instituto Catalán de Salud. 53 Ibidem

27

3.2.2. Inicio de vida sexual

Los principales aspectos relacionados con el inicio de la actividad sexual, y abordados

por diversos autores en sus trabajos de investigación son: la edad cumplida al inicio del debut

sexual y la edad promedio de ocurrencia del inicio. (Al respecto, algunos autores sostienen que la

edad a la que los adolescentes se inician se está retrasando y otros que se está adelantando); Los

motivos referidos por los adolescentes para iniciar la vida sexual; la escolaridad; el estado

conyugal (tipo de pareja y los años de unión); y la protección o anticoncepción.

La primera unión sexual y el nacimiento del primer hijo tienen especial significación

dentro del conjunto de eventos que marcan la vida de los individuos. Con base en un análisis de

los datos de la Ensar, 2003, Carlos Welti constata que hay un retraso en la edad a la primera

relación sexual y el nacimiento del primer hijo entre las generaciones más jóvenes, y que existen

diferencias significativas según nivel de escolaridad, además de un efecto importante de la edad

a la que se tiene el primer hijo sobre la fecundidad acumulada.54

Por su parte, Tarazona refiere como variables asociadas a inicio sexual: género,

escolaridad, año escolar, comportamientos de riesgo, religión, el grupo de pares, la vida familiar,

el estatus marital y la habitabilidad.55

En cuanto a la edad promedio de la primera relación sexual se han hecho muchas

investigaciones en México. Según una encuesta realizada por Mexfam en 1999, la edad de inicio

fue para los hombres de 15.2, y de 15.3 para las mujeres, ambos para el grupo etáreo de 13 a 19.

Otra encuesta realizada entre jóvenes universitarios en Cuernavaca en el año 2001, indica 16.9

años para los hombres y 18.3 años para las mujeres. El análisis de la Encuesta Nacional de Salud

2000 muestra que la edad promedio del debut sexual de los adolescentes entre 15 y 19 años

54 Welti Chanes, Carlos (2007). INICIO DE LA VIDA SEXUAL Y REPRODUCTIVA. En La Salud Reproductiva

en México. Análisis de la Encuesta de Salud Reproductiva 2003. Secretaría de Salud/Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM. Pp. 65-83

55Tarazona Cervantes, David. ESTADO DEL ARTE SOBRE COMPORTAMIENTOS SEXUAL ADOLESCENTE

(II). disPerSión. Revista Electrónica del Instituto Psicología y Desarrollo. Año III, Número7, Abril 2006. ISSN 1811-847X, P. 2. www.ipside.org/dispersión

28

sexualmente activos fue de 15.7 tanto para hombre como para mujeres, incluyendo todos los

estados civiles.56 Con unos u otros datos se puede decir que en la actualidad el inicio sexual de

los hombres y mujeres mexicanos ocurre en la etapa de la adolescencia y la juventud.

Menkes y Suárez documentan que, en México, la población que se inicia sexualmente en

la juventud57, ha aumentado de manera importante en los últimos años, de 1995 al 2000. Además

que el porcentaje de mujeres jóvenes que declara haber tenido relaciones sexuales se ha

incrementado de manera significativa, y pasó de 20 a 25% en las de 15 a 19 años de edad, y de

58 a 75% en las de 20 a 24 años de edad (SSA, 2000).58

Asimismo estas mismas autoras refieren, con base en los datos de CONAPO, que la edad

de iniciación sexual de las mexicanas ha disminuido en las últimas décadas y que la frecuencia

sexual de las parejas no unidas ha aumentado. Sostienen que en el año 2000 la edad media de las

adolescentes sexualmente activas es de 16.1 años. En este sentido, consideran que son dos los

fenómenos que convergen en la sexualidad temprana: un aspecto es la unión temprana de las

parejas provenientes del área rural, y la iniciación sexual a edades más jóvenes de las mujeres

urbanas con mayor libertad sexual.59

3.2.3. Conocimiento y uso de métodos anticonceptivos entre los adolescentes

56 Juárez, Fátima y Cecilia Gayet. (2005). Salud Sexual Y Reproductiva De Los Adolescentes En México: Un

Nuevo Marco De Análisis Para La Evaluación Y Diseño De Políticas. Papeles de Población, julio-septiembre. número 045, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, p.187

57 Su definición cronológica de juventud comprende a las personas entre 12 y 24 años de edad. 58 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2004). PRÁCTICAS SEXUALES Y REPRODUCTIVAS DE

LAS JÓVENES MEXICANAS. En: Los jóvenes ante el siglo XXI. Emma Liliana Navarrete López (coord.). El Colegio Mexiquense-México. Publicaciones ISBN 970-669-066-2, Pag. 23

59 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Sexualidad y Embarazo Adolescente en México.

Papeles de Población, enero-marzo, número 035. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, México. p. 16

29

Los estudios tienden a mostrar que el inicio sexual ocurre de forma no planificada.60Uno

de los hallazgos de Menkes y Suárez es que gran parte de las mexicanas adolescentes no

utilizaron ningún método anticonceptivo en la primera relación sexual.61Y que si bien el número

de usuarias de métodos anticonceptivos en el debut sexual ha reportado un incremento de 11.3%

en 1995 a 19.4% en el 2000, de cualquier modo la gran mayoría de la población femenina se

inicia sexualmente sin protección alguna.62 Lo que podríamos suponer, entonces, es que en

general la población joven, incluida la adolescente, no tiene conocimientos suficientes de los

distintos métodos anticonceptivos que puede utilizar al iniciarse sexualmente. Pero diferentes

trabajos han dado cuenta de la brecha existente entre uso y conocimiento de Métodos

Anticonceptivos (MAC), y que el hecho de conocer las distintas opciones de MAC no se traduce

necesariamente en un mayor uso de los mismos.63 Otros trabajos documentan que incluso el uso

de anticonceptivos ocurre después del inicio sexual, y presentan una secuencia de eventos donde

las citas ocupan el primer lugar, en segundo plano está la relación sexual y en tercero el uso de

anticonceptivos.64 Juárez y Castro sostienen que para la mayoría de los adolescentes, la

transición hacia el uso de los anticonceptivos es experimentada después de alguna experiencia

sexual que ha tenido lugar, y una vez que la transición ocurre parece muy probablemente

persistirá a través de las parejas. Su planteamiento es que a fin de minimizar los riesgos de la

salud sexual, deben de dirigirse esfuerzos consistentes para lograr que el inicio de la actividad

sexual y la protección anticonceptiva ocurra de manera simultánea.65

Son diversos los factores a los que los investigadores atribuyen la tendencia al no uso de

condón entre los adolescentes, además de la propia naturaleza o características de la sexualidad

60 Tarazona (2006) Op. Cit. p.3 61 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Op. Cit. P. 3 62 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Op. Cit., P. 23 63 Ibidem 64 Juárez, Fátima y Teresa Castro. (2004) Partnership and Sexual Histories of Adolescent Males in Brazil:

Myths and Realities. Center for Demographic, Urban and Environmental Studies, El Colegio de México, México, p. 22

65 Ibidem

30

adolescente, la falta de disponibilidad de anticonceptivos y cuestiones de género. Un

señalamiento clave es que, a nivel mundial, la promoción del uso del condón, ha estado ligada a

las campañas contra el SIDA que los servicios y agencias de salud han realizado, por lo que los

adolescentes al no identificarse como grupo en riesgo, no han visto la necesidad de usarlos. Por

lo cual se propone que las campañas de salud necesitan romantizar el uso del condón como signo

de amor y confianza en contraposición con la asociación que actualmente se percibe entre

condones y promiscuidad o infidelidad.66

3.2.4. Embarazo adolescente

El tema de embarazo adolescente ha sido muy estudiado, pero solo nos concretaremos en

el análisis crítico que desde México, se ha realizado. Estas investigaciones han permitido

deconstruir el estereotipo de embarazo en la adolescencia planteado desde los países

desarrollados, el cual es concebido como un fenómeno reciente y en crecimiento, producto de la

liberación sexual, que interrumpe la escolaridad y el futuro profesional.67

Nuevamente en este punto hay divergencia entre los planteamientos tradicionales, desde

enfoques disciplinarios como la demografía, la medicina, la epidemiología y la psicología y, por

otro, los planteamientos más sociales desde la antropología, sociología, psicología interpretativa

y en especialidades como estudios de la mujer, sexualidad y salud reproductiva, los cuales han

puesto en evidencia la necesidad de emprender otras aproximaciones epistemológicas y

metodológicas redefiniendo el problema del embarazo adolescente.68

Pero en este punto el embarazo adolescente se ha concebido como un problema de salud

pública por: su supuesto incremento, su contribución al crecimiento acelerado de la población,

66 Ibid, p. 24. 67 Lerner, Susana e Ivonne Szasz. La investigación sociodemográfica en salud reproductiva y su aporte para la

acción. ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, El Colegio de México, p 328. 68 Stern y García. Op. Cit. p. 332

31

sus efectos adversos sobre la salud de la madre y del niño, y su supuesta contribución a la

persistencia de la pobreza.69 Todas ellas se pueden poner en duda.

Stern y García afirman que: “Si acaso, ante la pretensión de establecer una relación de causalidad entre el

embarazo temprano y la pobreza, en nuestros países, debería considerarse que el

contexto de pobreza y de falta de oportunidad es ‘causa’ del embarazo temprano y de sus

consecuencias negativas y no al revés”.70

Otras investigadoras señalan que, además de cuestiones de género que tienen su origen en la falta

de educación y problemas estructurales del desarrollo social “… el embarazo adolescente, más

que un accidente, responde a un contexto social y cultural, que se relaciona con la valoración de

ser madre y esposa sin reales perspectivas escolares, ni con perspectivas concretas de

desarrollo personal”.71

3.2.5. Infecciones de transmisión sexual (ITS)72 entre los adolescentes

En términos epidemiológicos los jóvenes de 15 a 24 años son considerados un grupo

poblacional vulnerable a las ITS por múltiples factores biológicos y sociales. La mayoría de las

ITS son adquiridas por mujeres con mayor facilidad por la anatomía de su aparato reproductivo.

69 Stern, Claudio. El embarazo en la adolescencia como problema público: una visión crítica. (1997) Salud pública

de México/ Vol.39, no.2, marzo-abril de 1997. p. 138 70 Stern y García. Op. Cit. p. 337 71 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Sexualidad y Embarazo Adolescente en México.

Papeles de Población, enero-marzo, número 035. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México. p. 12

72 El término infección de transmisión sexual (ITS) es usado para describir una variedad de síndromes clínicos asociados a más de 30 organismos bacterianos, parasitarios y virales, adquiridos mediante relaciones sexuales coitales. Los actores sociales son vulnerables a las ITS no solo por las prácticas sexuales que desarrollan, sino también por la influencia de factores sociales y ambientales de sus comunidades. (Colmes, et al.1999), citado por Caballero Hoyos, (2006) Op. Cit.

32

Por ejemplo, la clamidiasis y la gonorrea infectan con mayor facilidad el cérvix de las

adolescentes y son fácilmente transmitidas entre las jóvenes sexualmente activas y sus parejas.73

“Los adolescentes en particular corren el riesgo de contraer enfermedades de

transmisión sexual debido a sus altos niveles de actividad sexual, experimentación sexual

–a menudo con múltiples parejas– y al hecho de que no utilizan condones

consistentemente, o que nunca los usan”.74

Las ITS de nueva generación (como el VIH, el herpes genital, el virus de papiloma

humano, entre otras) son susceptibles de ser adecuadamente tratadas pero no son curables y de

ahí la necesidad de reorientar los programas de atención de enfermedades de transmisión sexual

hacia la prevención y la importancia de evitar las prácticas riesgosas.75

3.2.6. VIH/SIDA76 en adolescentes La aparición del SIDA hizo evidente la urgencia de entender mejor el comportamiento

sexual y reproductivo de los jóvenes en particular.77 La necesidad de atender esta epidemia

73 Caballero Hoyos, José, Carlos Conde Gonzáles y Alberto Villaseñor Sierra (editores). (2006) ITS Y VIH/SIDA

EN ADOLESCENTES Y ADULTOS JÓVENES. Ángulos de la problemática en México. Primera edición. Consejo Estatal del SIDA- Jalisco e Instituto Nacional de Salud Pública, ISBN 970-9874-18-7, México, p. 62

74 Moore y Rosenthal (1994: 18), citado por Aggleton, Peter. (2001) PRÁCTICAS SEXUALES,

ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL Y SIDA ENTRE JÓVENES. En: Stern, Claudio y Juan Guillermo Figueroa (coords). Sexualidad y salud reproductiva: avances y retos para la investigación. El Colegio de México. México. 365-381.

75 CONAPO (2000). Cuadernos de Salud Reproductiva, CONAPO, México.p. 45 76 El término Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es usado para describir un virus que afecta principalmente al sistema inmunológico y el sistema nervioso central del cuerpo para causar infecciones silentes que pueden o no tener manifestaciones clínicas -dependiendo del estado de la historia natural de los individuos- después de un largo período de activación del virus. Cuando se presentan las manifestaciones clínicas se da el Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA) como estado final de manifestación de la infección del VIH, compuesto por consecuencias directas de daños físicos e indirectas de inmunosupresión que generan la muerte del organismo (Schoub, 1995:19-21), citado por Caballero Hoyos, (2006) Op. Cit.

33

mostró la falacia de centrarse tan solo en las mujeres unidas, como si fuera el único grupo

poblacional sobre el cual había consecuencias de la actividad sexual.78 El VIH/SIDA es la

pandemia más extendida en el mundo desde fines del siglo pasado y ahora es una enfermedad

importante en adolescentes y jóvenes. Estimaciones de fines de 2001 indicaban que un tercio de

las personas infectadas con VIH/SIDA en el mundo eran de ese grupo de edad, según UNICEF

unos 11.8 millones de jóvenes, de los cuales 62% eran mujeres.79

Aun cuando al inicio de la pandemia en los Estados Unidos de América la razón hombre-

mujer en adolescentes de 13-19 años era hasta 6:1, el Centro para el Control de Enfermedades de

la Organización Panamericana a de Salud reporta que para el año del 2005 esta razón es de 1:1.

Dato que nos muestra el aumento tan importante que esta pandemia ha tenido en las mujeres

adolescentes.

77 Juárez, Fátima (2002) “Salud Sexual y reproductiva de los adolescentes en América Latina: evidencia, teorías e

intervenciones”. En La fecundidad en condiciones de pobreza: una visión internacional. Cecilia Rabell Romero y María Eugenia Zavala de Cosío (coords). Instituto de Investigaciones Sociales, México. Pp. 293

78 Lerner, Susana e Ivonne Szasz. La investigación sociodemográfica en salud reproductiva y su aporte para la

acción. ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, El Colegio de México, 2003. p. 307. 79 Caballero Hoyos, J.R.; Carlos Conde Gonzáles y Alberto Villaseñor Sierra (editores). (2006), Op. Cit. P. 62

34

4. Perspectiva de Género

Las diferencias biológicas entre las y los adolescentes se traducen en inequidades en

diferentes ámbitos de la vida, y es la inclusión de la categoría de género y la mirada de la

perspectiva de género en los estudios de población la que nos permite identificar cómo es que la

diferencia cobra la dimensión de desigualdad.

El concepto de género se utiliza para describir aquellas características en los hombres y

las mujeres que han sido conformadas "socialmente", en contraste con aquellas que están

determinadas “biológicamente"; es decir, lo que determina la identidad y el comportamiento de

género no es el sexo biológico, sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento las

experiencias, ritos y costumbres atribuidas a cierto género. Por lo que, no se puede ni se debe

sustituir el concepto de sexo por género, o viceversa; son cuestiones distintas. El sexo se refiere a

lo biológico, el género a lo construido socialmente, a lo simbólico.80

La variable sexo ha sido considerada siempre en los estudios demográficos pero como

agregado numérico. En los últimos 30 años en los estudios de población se ha incorporado la

perspectiva de género lo cual ha dado una riqueza analítica y potencialmente transformadora de

las inequidades de género a estos estudios.

El aporte de incorporar la perspectiva de género a las ciencias sociales es:

• Básicamente es una nueva manera de plantearse viejos problemas; • Nuevas interrogantes que replantean el entendimiento son cuestiones fundamentales de la

organización social, económica y política; • Permite sacar del terreno biológico lo que determina la diferencia entre los sexos, y

colocarlo en el terreno simbólico; y • Permite delimitar con mayor claridad y precisión como la diferencia cobra la dimensión

de desigualdad.81

80 Lassonde, Louise (1997). Op. Cit. P. 78. 81 Lamas, Marta. (2002). Cuerpo: Diferencia sexual y género, Cap. 1. “La antropología feminista y la categoría

género”, pp. 37-38.

35

4.1. El origen del concepto Género

El concepto de género aparece en la década de 1970 en los Estados Unidos en el marco

de las investigaciones feministas de ciencias sociales e históricas.

“El concepto contiene tres perspectivas de análisis. Por una parte, distingue el sexo

biológico del sexo social en el sentido en que, más allá de la capacidad biológica de los

hombres de fecundar y de las mujeres de parir, todo es género, es decir que todo es una

construcción social susceptible de transformación y de renegociación. Por otra parte, el

género pone en evidencia el lugar de la articulación entre la idea de lo femenino y de lo

masculino revelando las asimetrías, las jerarquías y la valoración diferente del uno y de

otro. Por último el género pretende ser una visión transversal de lo social, un principio

que estructura las percepciones del mundo en su organización material y simbólica”.82

En este punto es conveniente considerar una definición de género:

“…se entiende por género la construcción sociocultural de la diferencia sexual,

aludiendo con ello al conjunto de símbolos, representaciones, reglas, normas, valores y

prácticas que cada sociedad y cultura elabora colectivamente a partir de las diferencias

corporales de hombres y mujeres. El sistema sexo/género establece las pautas que rigen

las relaciones sociales entre hombres y mujeres, las cuales generalmente sitúan en

desventaja a esta últimas, definen lo considerado masculino y femenino y establecen

modelos de comportamiento para cada sexo en los diferentes planos de la realidad

social”.83

4.2. Construcción sociocultural del género El género se construye y reproduce no sólo mediante símbolos y elementos normativos,

sino que lo hace también por medio de instituciones y organizaciones sociales. Y es en la vida

82 Lassonde, Louise (1997). Op. Cit. P. 79. 83 García, Brígida; Camarena, Rosa María y Salas, Guadalupe. (1999) “Mujeres y relaciones de género en los

estudios de población” en: Brígida García (coord.): “Mujer, Género y población en México”, El Colegio de México, p. 27.

36

cotidiana de los individuos inmersos en una sociedad donde las desigualdades de género se

establecen, como dice Acker:

“El sexo deriva su significado del género. No es que plantee que el sexo, la sexualidad y

el cuerpo no sean importantes, sino que ellos son experimentados, comprendidos y

asimilados a través de prácticas y procesos sociales; son constituidos a través del género

y a la vez ayudan a establecer el género”.84

Claramente es éste el proceso que se vive en el establecimiento del comportamiento

sexual diferenciado de los adolescentes, quienes asumen el inicio de su sexualidad con

estereotipos esperados para cada uno de ellos, por ejemplo de los hombres se espera que sean

activos, incontrolables, dominantes; a su vez que de las mujeres se espera que resistan de manera

pasiva la sexualidad de ellos, así esta conducta se vuelve permanente en la ulterior vida sexual de

las personas fortaleciendo los estereotipos de género.

El género es, según Scott, uno de los campos más persistentes en la historia de la

humanidad en los cuales se articula el poder.85 Diversos trabajos han sustentado que las

inequidades de género son articuladas y mantenidas por relaciones desiguales de poder.

Se ha propuesto que en el estudio de la sexualidad, entendida como una práctica que rebasa

las meras relaciones coitales, se analicen los espacios de poder que se dan en las negociaciones,

así como el significado que éstas tienen para la construcción de las identidades masculina y

femenina. También se ha señalado la importancia de los estudios de la población masculina que

consideran a los varones como actores dinámicos en el proceso reproductivo.86

84 Acker, Joan (1992). “Gendered Institutions: From Sex Roles to Gendered Institutions”, Contemporary Sociology

21, 5, p. 566. 85 Lamas, Marta. (2002). Cuerpo: Diferencia sexual y género, cap 1. “La antropología feminista y la categoría

género”, P. 35. 86 Ibidem, P. 38

37

Lo anterior conlleva sin duda a cuestionar y superar los estereotipos de género asignados a

hombres y mujeres en el ejercicio de su sexualidad. Pero como bien lo señala Marta Lamas “la

transformación de los hechos socioculturales resulta frecuentemente mucho más ardua que la de

los hechos naturales; sin embargo, la ideología asimila lo biológico a lo inmutable y lo

sociocultural a lo transformable”.87 Y la estructuración del género se convierte en un hecho

social de tal fuerza que se considera como natural.

4.3. Estereotipos de género en torno a la sexualidad

“La mujer se hizo especialmente para agradar al hombre: si el hombre debe

agradar a su vez, es de una necesidad menos directa; su mérito está en su poder: agrada por el mero hecho de ser fuerte”

Juan Jacobo Rousseau, parte quinta del Emilio

Entonces, en un proceso complejo que ocurre en el tejido social y cultural de las

sociedades, las diferencias biológicas se traducen en inequidades de género que después el

imaginario colectivo los vuelve estereotipos que prevalecen y se van transformando con el

tiempo y a su vez consolidan las inequidades. En este punto es útil considerar un resumen

histórico que Jeffrey Weeks articula:

“Antes del siglo XVIII, la sexualidad femenina se consideraba voraz y devastadora. En

el siglo XIX, hubo un esfuerzo constante por informar a la población de que la

sexualidad femenina entre las mujeres respetables sencillamente no existía. En el siglo

XX ha habido una incitación general a la sexualidad femenina como apoyo a todas las

formas de consumismo. La sexualidad de la mujer, en diversas épocas, se ha considerado

peligrosa, fuente de enfermedades, medio para transmitir valores nacionales en la época

87 Lamas, Marta. (2002). Cuerpo: Diferencia sexual y género, cap. 1. “La antropología feminista y la categoría género”, p. 29.

38

de la eugenesia, guardiana de la pureza moral en discusiones sobre la educación sexual

y centro principal de atención en los debates sobre tolerancia y liberación sexual en la

década de 1960”.88

Las relaciones que ocurren en torno a la vida sexual y reproductiva de los adolescentes

son indudablemente relaciones permeadas por las inequidades de género. Como ocurre

posteriormente en la vida sexual y reproductiva de los adultos, los adolescentes ya reproducen a

esta edad los estereotipos de una sociedad patriarcal que imprime en sus conductas valores y

clichés esperados; así se espera socialmente que las chicas sean cándidas, receptoras, pasivas,

mientras los chicos adolescentes son incontenibles, activos y se les da a ellos la prerrogativa de

usar condón solo si ven amenazada su salud, con las chicas fáciles, pero no con la novia con

quien hay una confianza de que es una relación sin riesgo y en la que tienen asegurada la

fidelidad.

Como contraparte, y lo que han documentado las investigaciones, las chicas cargan un

estigma de moralidad si pretenden negociar el uso de condón con sus parejas ya que se considera

que solo las chicas fáciles lo necesitan y si son decentes, no tienen por qué pensar en el uso de

condón o menos en utilizar ellas métodos anticonceptivos lo cual implicaría que ellas deciden y

están empoderadas sexualmente.

4.4. Relación del género con la sexualidad adolescente

Se trata de identificar cómo los roles de género juegan un papel determinante en las

prácticas y negociaciones de diversos aspectos en la sexualidad adolescente y por qué y cómo las

relaciones de género impactan la sexualidad adolescente.

Las expectativas acorde al género operan de manera decisiva en la iniciación sexual de

los y las adolescentes. La definición de la identidad sexual y la ubicación de género resultan

claves en el desarrollo de este grupo de edad, expresadas en estereotipos tradicionales asignados

a los distintos géneros. Si bien estos estereotipos han cambiado en las últimas décadas, aún se

mantienen modelos asentados en las culturas occidentales y patriarcales con rasgos históricos en

88 Weeks, Jeffrey. Sexualidad. 1998 Editorial Paidós. México. P44

39

el imaginario femenino y masculino. En las cuales se adjudican al varón los valores de una

sexualidad activa, independiente y heterosexual, con un inicio temprano de relaciones sexuales.

La noción de virilidad se impone cultural y socialmente desde los mandatos familiares y de pares

en los que los valores fundamentales se centran en la capacidad de procrear y ser sostén

económico de la familia.89 Por el contrario para las mujeres la expectativa se centra en una

sexualidad sin erotismo y organizada para la procreación por lo que la sexualidad femenina

queda escindida entre la procreación y la experiencia sexual ya que desde la infancia las mujeres

están prefiguradas para la procreación, los cuidados maternos y la satisfacción de los deseos

sexuales y requerimientos masculinos.90

Tuñon y Nazar refieren que se ha documentado que mientras para las mujeres el inicio de

relaciones sexuales coitales se asocia a un proyecto de vida vinculado tanto al matrimonio como

a la maternidad, en el caso de los varones el inicio de vida sexual tiene que ver con el

reconocimiento de la masculinidad por sus pares y a una muestra de la propia virilidad que no

tiene una relación directa con su proyecto de vida a futuro. Según estas autoras lo anterior

explica el desencuentro común entre mujeres y varones donde ellos demandan tener relaciones

sexuales como “muestra de amor” y ellas subliman en la futura maternidad el acceso al placer

sexual.91

Si la sexualidad se vive con estereotipos de género lo mismo ocurre con las diferentes

etapas en el desarrollo de la vida de los adolescentes y jóvenes, como lo señala Margulis:

“La juventud depende también del género, del cuerpo procesado por la sociedad y de la

cultura; la condición de juventud se ofrece de manera diferente al varón o a la mujer.

Ésta tiene un reloj biológico más insistente, que recuerda con tenacidad los límites de la

89 Checa, Susana (2005). Implicaciones del género en la construcción de la sexualidad adolescente. Anales de la

Educación común/ Tercer siglo/año 1/ número 1-2/ Adolescencia y Juventud. Publicación de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. P. 2

90 Ibidem 91 Tuñon, Esperanza y Austreberta Nazar. (2004) GÉNERO, ESCOLARIDAD Y SEXUALIDAD EN

ADOLESCENTES SOLTEROS DEL SURESTE DE MÉXICO. Papeles de Población, enero-marzo, número 039, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, p 161.

40

juventud instalados en el cuerpo. Hay un tiempo inexorable vinculado con la seducción y

la belleza, la maternidad y el sexo, los hijos y la energía, el deseo, la vocación y la

paciencia necesarios para tenerlos, criarlos y cuidarlos. El amor y el sexo han sido

históricamente articulados e institucionalizados por las culturas, teniendo presente el

horizonte temporal que los ritmos del cuerpo imponen y recuerdan”.92

El mismo autor señala también que la realización de las mujeres, en los sectores populares, pasa

casi exclusivamente por la condición de madres potenciales sin que tengan horizontes diferentes

de realización.93Así desde la infancia, las mujeres están prefiguradas para la procreación, los

cuidados maternales y la satisfacción de los deseos sexuales y requerimientos masculinos. El

ingreso a la adolescencia está marcado, junto a las transformaciones de su cuerpo, por la

aparición de la menarca.94

“La sexualidad femenina ha sido limitada por la dependencia económica y social, el

poder de los hombres para definir la sexualidad, las limitaciones del matrimonio, la

carga de la reproducción y el hecho endémico de la de la violencia masculina en contra

de las mujeres”.95

En su trabajo, Pacheco y colaboradores concluyen que la construcción cultural que se

hace de la diferencia sexual –el género– marca los significados que se dan a la sexualidad en los

grupos estudiados y establece formas de interactuar con su entorno social. Las mujeres

relacionan la sexualidad con el ejercicio reproductivo y la viven como una experiencia negativa.

Para los varones existe la posibilidad positiva y placentera de la sexualidad, enmarcada en un

contexto que los impulsa a tener relaciones sexuales como forma de sustentar su masculinidad.

Existen diferencias en los significados que tienen los varones y las mujeres sobre la sexualidad,

92 Margulis, Mario. Editor. Ariovich, Laura et al. La juventud es más que una palabra. 2ª. Ed. Buenos Aires: Biblos,

2000. pp 27. 93 Ibid 94 Checa, Susana (2005). Op. Cit. P. 2. 95 Weeks, Jeffrey. Sexualidad. 1998 Editorial Paidos. México. P. 44.

41

la forma en que los construyen y los agentes que contribuyen a su conformación. Estos hallazgos

suponen articulaciones distintas en relación con los riesgos en salud sexual y reproductiva.96

En el estudio de Menkes realizado en estados de alto y muy alto nivel de marginación

económica y social, que incluyeron los estados de Chiapas, San Luis Potosí, Puebla y

Guanajuato, el 71.9% de los estudiantes entrevistados opinan que la mujer debe llegar virgen al

matrimonio; respecto a la misma pregunta pero sobre los varones, el 50.3% opinaron que sí. La

autora comenta que los hallazgos encontrados en su trabajo apuntan a que la comunicación con

la pareja, las opiniones más igualitarias respecto a los sexos son una condición importante para

lograr una sexualidad con menores riesgos y más plena.97

Aunque Juárez y Gayet señalan que en México no se sabe con exactitud el nivel de

actividad sexual de los jóvenes, ni el grado de protección que estos utilizan. Señalan como

importantes en la sexualidad adolescente tanto la censura social, el cual es aún un tema tabú en la

sociedad mexicana como la valoración de la virginidad.98

A través de esta revisión teórica realizada podemos afirmar que efectivamente existen

estereotipos de género que están influyendo el inicio de la vida sexual y que están impactando la

salud sexual y reproductiva de las adolescentes de manera negativa.

Desafortunadamente las variables existentes en la base de datos de la ENSAR 2003 y que

se podrían haber utilizado para género únicamente se les aplica a las mujeres unidas y por tanto 96 Pacheco-Sánchez CI, Rincón-Suárez LJ, Guevara EE, Latorre-Santos C, Enríquez-Guerrero C, Nieto-Olivar JM.

Significaciones de la sexualidad y salud reproductiva en adolescentes de Bogotá. Salud Pública Mex 2007; 49:45-51.

97 Menkes, Catherine. INEQUIDAD DE GÉNERO, MORAL SEXUAL Y PRÁCTICAS SEXUALES DE LOS

ADOLESCENTES EN MÉXICO.(2006) International Seminar on Sexual and Reproductive Transitions of Adolescents in Developing Countries. Cholula, Puebla, Mexico, 6-9 November 2006, International Union for the Scientific Study of Population (IUSSP) and the Center for Demographic, Urban and Environmental Studies (CEDUA), El Colegio de México. p. 29

98 Juárez, Fátima y Cecilia Gayet. (2005). SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA DE LOS ADOLESCENTES EN

MÉXICO: UN NUEVO MARCO DE ANÁLISIS PARA LA EVALUACIÓN Y DISEÑO DE POLÍTICAS. Papeles de Población, julio-septiembre, número 045, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México, pp.177-219.

42

eliminaría el porcentaje muy importante del análisis de la presente investigación: las mujeres

solteras. Por lo tanto no se pudo explorar estos hallazgos teóricos en cuanto al género en el

análisis cuantitativo.

43

II CAPITULO METODOLÓGICO

En este capítulo se presenta el análisis realizado con algunas variables de la base de datos

de la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva (ENSAR) 2003. En primer lugar se presenta el

diseño metodológico, dentro del cual se especifican la fuente de información, la población de

estudio y la estrategia de análisis seguida. Después se detallan los modelos estadísticos que se

emplearon para analizar los datos y como se construyeron las variables incluidas en el análisis

bivariado.

1. Diseño metodológico

1.1. Fuentes de información

La fuente de información que se utilizó para el análisis cuantitativo es la base de datos de la

Encuesta Nacional de Salud Reproductiva (ENSAR) 2003.

La encuesta se levantó en ocho entidades federativas: Chiapas, Guerrero, Oaxaca,

Guanajuato, Puebla, San Luis Potosí, Sonora y Tamaulipas. Con dominios en el ámbito nacional

y sus componentes urbano y rural, así como las zonas urbanas, rurales y globales de cada una de

las mencionadas entidades del país. 99

La ENSAR se realizó a principios de 2003 bajo la coordinación del Centro Nacional de

Equidad de Género y Salud Reproductiva de la SSA. El diseño metodológico, trabajo de campo,

captura y procesamiento de la información estuvieron a cargo del Centro Regional de

Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México, con la

supervisión y el control de la calidad del levantamiento de la información, captura y

procesamiento de los datos por parte del Instituto Nacional de Salud Pública. Los comités de

ética de dichas instancias aprobaron su ejecución.

99 CONAPO. Estructura de la muestra de la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva, 2003 Secretaría General del

Consejo Nacional de Población, Noviembre, 2004. p. 2

44

Para el levantamiento de la información se utilizaron tres tipos de cuestionarios: uno de

hogar, otro para mujeres de 15 a 49 años y uno más de localidad (aplicado a localidades menores

de 2,500 habitantes). Para la selección de la muestra se empleó un muestreo probabilístico,

polietápico y estratificado. Se trata de una encuesta con representatividad nacional, para ámbitos

rurales y urbanos y para ocho estados del país, que cuenta con un total de 19,498 cuestionarios

individuales completos (tasa de no respuesta a nivel individual de 6.6%). El cuestionario

individual se aplicó sólo a mujeres en edad fecunda y recaba información detallada sobre ocho

áreas de interés: características sociodemográficas, fecundidad y antecedentes ginecobstétricos,

anticoncepción, atención materno-infantil, exposición al riesgo de concebir, infecundidad y

menopausia, sexualidad y violencia doméstica, así como infecciones de transmisión sexual.100

Según el trabajo de evaluación realizado por Potter, la Ensar 2003 presenta buena

consistencia entre los cuestionarios de hogar e individuales y es consistente con la información

obtenida por el Censo de Población del año 2000, salvo algunas discrepancias que Potter señala

en su análisis y que por no ser objeto de este trabajo no mencionamos, este autor evalúa que la

Ensar proporciona clara evidencia de la disminución de la fecundidad en México.101

1.2. Población de estudio

El universo de estudio considerado en esta investigación es todas las mujeres de 15 a 24

años que se iniciaron sexualmente entre 12 y 19 años de edad.

Es importante destacar que en este trabajo solo se tomaron las variables relacionadas al

inicio de vida sexual entre las adolescentes que básicamente se encontraron en el cuestionario 100 Salinas-Rodríguez A, Pérez-Núñez R, Ávila-Burgos L. Modelos de regresión para variables expresadas como

una proporción continua. Salud Pública de México / Vol.48, no.5, septiembre-octubre de 2006, p. 349. 101 Potter, Joseph E. y cols. Evaluación de la Ensar 2003. en: Chávez Galindo, Uribe Zúñiga y Palma Cabrera,

coordinadoras. “La salud reproductiva en México. Análisis de la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva 2003. Secretaría de Salud y CRIM, UNAM. México, 2007. pp. 37-39

45

individual. Y que la encuesta no interroga directamente a los varones sino a través de sus parejas

mujeres.

1.3. Estrategia y técnicas de análisis

En primer lugar, se analizan las variables que se van a utilizar en el modelo y también se

establecen análisis bivariados, para conocer la relación directa entre las variables explicativas y

las variables dependientes.

Enseguida se proponen dos modelos estadísticos de regresión logística.

Para el primer modelo el universo de estudio serán las mujeres de 15-24 y como variable

dependiente se verá si se iniciaron o no en la actividad sexual durante la adolescencia (12 a 19

años).

Para el segundo modelo el universo de estudio son las mujeres de 15-24 años ya iniciadas

sexualmente en la adolescencia, y se identificará si usaron o no usaron condón en la primera

relación sexual, aspecto que constituye la segunda variable dependiente.

En ambos modelos se utilizaron las mismas variables independientes con el propósito de hacer

comparable la información.

Las variables independientes consideradas fueron básicamente las principales características

sociodemográficas que se incluyeron en la ENSAR, 2003. La construcción de las variables se

detalla a continuación:

1) Edad en el momento de la entrevista

Se tomó el rango de 15 a 24 años, en base a la variable definida como p102.

46

2) Estratos socioeconómicos

Construcción de Estrato socioeconómico

La variable “estrato socioeconómico” que aquí se esta utilizando no es una mera referencia a

nivel socioeconómico sino que es una metodología de análisis de estratificación social construida

por el grupo de Salud Reproductiva y Sociedad de El Colegio de México.102

Esta construcción está considerando tres variables:

- Condiciones de la vivienda, en donde se determina el índice de calidad de la vivienda

(Piso de tierra, Piso no de tierra y sin agua, Piso no de tierra y con agua y todos los servicios).

- Escolaridad relativa promedio del hogar, considerada por categorías

- Actividad asociada al mayor ingreso del hogar, (diferenciando por estudiante,

trabajador sin pago, buscó trabajo, quehaceres del hogar, incapacitado, no trabaja, jornalero o

peón, trabajador a destajo, cuenta propia, jubilado o pensionado, empleado y obrero, patrón o

empresario).

Tomando en consideración las variables anteriores se clasifica a la población en los

siguientes estratos:

- Alto

- Medio

- Bajo

- Muy Bajo

3) Escolaridad

Esta variable se construyó con base en la pregunta 1.15 del cuestionario individual ¿Cuál

fue el último grado que usted aprobó en la escuela?, y se codificó en estudió menos o hasta

secundaria o estudió secundaria y más.

102 Echarri Cánovas, Carlos Javier. Desigualdad socioeconómica y salud reproductiva: una propuesta de

estratificación social aplicable a las encuestas [A ser publicado en: Susana Lerner e Ivonne Szasz (comp.), Salud reproductiva y condiciones de vida, El Colegio de México]. P. 61.

47

4) Estado conyugal y edad.

Para la construcción de esta variable se tomó en cuenta:

Mes de primera unión

Año de primera unión

Mes de nacimiento

Año de nacimiento

La información se convirtió en meses. Se restaron los meses de unión a los del

nacimiento y así se pudo ver la edad expresada en los meses que tenía en el momento en que se

unió y se transformó en años.

Se dividió la variable en:

- Se unió antes de los 20 años

- Se unió después de los 20 años

- No se unió

De estas tres anteriores categorías se tomaron la segunda y tercera y se sumaron para

obtener la variable:

1: se unió antes de los 20 años (en la adolescencia)

2: no se unió antes de los 20 años (en la adolescencia)

5) La variable ocupación se basó en la p.1.20 del cuestionario individual, que refiere la condición

de actividad de las entrevistadas y se dividió en trabaja fuera del hogar103, estudia y no trabaja

fuera del hogar ni estudia.

6) La variable actividad religiosa se construyó tomando en cuenta la p. 1.27 del cuestionario

individual ¿con qué frecuencia acude usted a la iglesia? Se clasificó en cuatro categorías:

- ninguna

- católico activo,

- católico no activo y

103 Es decir no se dedica solo al trabajo doméstico, ni el trabajo que realiza aunque sea para el mercado lo realiza en su domicilio como maquila. Por simplificar el texto se usa el término “trabaja” para indicar que trabaja fuera del hogar.

48

- otra.

La decisión se tomó porque al sacar la frecuencia de la p.126 ¿Cuál es su religión?, se obtuvo

que un 86.1% de las chicas de 15 a 24 años son adeptas a la religión católica, es decir, la gran

mayoría se declaró católica, por lo que esta categoría no establece una diferenciación clara; como

se verá más adelante, la distinción entre católica activa y no activa, permite hilar más fino la

influencia de la religión en las prácticas sexuales.

Prueba de Colinealidad

Esta prueba estadística se realizó para evaluar el nivel de correlación entre las variables

independientes, el nivel de correlación está dado por el valor de la probabilidad de Pearson y se

considera que hay probabilidad de colinealidad104 cuando la probabilidad es superior a .6; lo

cual, como podemos ver en el siguiente cuadro, no se dio en ninguna de las correlaciones entre

variables. Solo hay que mencionar que la correlación entre estratos socioeconómicos y

escolaridad resultó la más alta de todas, con un valor de .430, pero ni en este caso existe una

colinealidad que pueda alterar la interpretación de los resultados.

Características Estrato socioeconómico

Edad de la entrevistada Estudios Estado

conyugal Ocupación Actividad religiosa

Estrato socioeconómico 1.000 -0.042 0.430 0.294 -0.261 -0.016Edad de la entrevistada -0.042 1.000 -0.007 -0.286 0.033 -0.034Estudios 0.430 -0.007 1.000 0.242 -0.181 -0.006Estado conyugal 0.294 -0.286 0.242 1.000 -0.342 0.021Ocupación -0.261 0.033 -0.181 -0.342 1.000 0.024Actividad religiosa -0.016 -0.034 -0.006 0.021 0.024 1.000

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

CorrelacionesCuadro II.1

104 Stern, Claudio y Menkes, Catherine. (2006) “Embarazo adolescente y estratificación social” Diagnóstico en la

Salud Reproductiva. El Colegio de México. En prensa.

49

Pruebas de Chi Cuadrada

(Significancia estadística)

Se usó la prueba de CHI cuadrada para evaluar si el cruce entre el porcentaje de las variables es

significativo o no, recordando que cuando es menor a .05 si es estadísticamente significativo.

Como todo estadístico, la prueba de chi cuadrada se realizó sobre la base de datos sin ponderar.

Regresiones Logísticas

Para ver los determinantes de la iniciación sexual y del uso de métodos anticonceptivos

considerando la presencia de las diferentes variables, se realizaron dos modelos de regresión

logística. El modelo de regresión tiene la gran ventaja de que nos permite tomar como variable

dependiente una variable nominal y como variables independientes variables nominales,

ordinales o numéricas. El hecho de que la variable dependiente pueda ser, de alguna manera una

variable cualitativa, es importante en el caso de nuestro análisis, ya que nos permite calcular la

probabilidad de inicio sexual según distintas variables explicativas. Es importante recalcar que

gracias a este modelo podemos aislar la influencia de cada variable por lo que se puede medir la

relación de cada variable controlando por las demás variables.

En ambos modelos de regresión se utilizaron las mismas variables independientes con el

objetivo de poder tener un comparativo entre las mismas características sociodemográficas y

apreciar cuales son las variables que se asocian con la iniciación sexual y cuáles con el uso de un

preservativo en la primer relación sexual.

50

Los valores asignados a las variables y las categorías de referencia se detallan a

continuación:

1er. Modelo:

Variable dependiente:

Se inició sexualmente en la adolescencia (12-19 años)

0: no tuvo relaciones sexuales 12-19 años

1: si tuvo relaciones sexuales12-19 años

Variables independientes:

Edad en el momento de la entrevista

P 102, es continua del rango de 15 a 24 años.

Estratos socioeconómicos (La categoría de referencia fue el estrato muy bajo)

1: Muy bajo

2: Bajo

3: Medio

4: Alto

Trabaja o no y/o estudia (La categoría de referencia fue no trabaja ni estudia)

1: Trabaja

2: Estudia

3: No trabaja ni estudia

Estado conyugal y edad (la categoría de referencia fue no se unió en la adolescencia)

1: Se unió en la adolescencia

2: No se unió en la adolescencia

Actividad Religiosa (la categoría de referencia es ninguna)

1: Ninguna

2: Católico activo

3: Católico no activo

4: Otra

Escolaridad (La categoría de referencia fue estudió secundaria y más)

1: Estudió menos que secundaria

2: Estudió secundaria y más

51

2º. Modelo:

Variable dependiente:

Uso de Condón

0: no usó condón

1: si usó condón

Variables independientes:

Las mismas que en el primer modelo con las mismas categorías de referencia.

Algunos señalamientos sobre las limitaciones de las variables utilizadas:

Es importante señalar que, como sucede en la mayoría de los estudios socio-

demográficos, se establece una relación entre ciertas variables sociales y económicas que no

siempre coinciden con el momento en que ocurrió el evento estudiado. En el caso del presente

estudio, no se cuenta con el estrato socio-económico del hogar, ni con el nivel de escolaridad, ni

con la actividad al momento exacto del inicio sexual. No obstante, se considera que es muy

probable que el nivel socio-económico del hogar no haya cambiado de manera importante en los

últimos años. Respecto al nivel de escolaridad, la gran mayoría de la población mexicana que

terminó la secundaria, lo hizo siendo muy joven, por lo que es probable pensar que la mayoría de

las mujeres de 15 a 24 años que no alcanzaron la secundaria, ya no lo van a alcanzar, además de

que en los modelos se controla por la edad desplegada año por año.

Es importante subrayar que tampoco se cuenta con la condición de actividad en la que se

encontraba la joven al momento del inicio sexual ni del uso del condón, por lo que hay que tomar

con mucho cuidado la relación de esta variable con las variables dependientes, ya que es muy

probable que haya cambiado su actividad según la edad en la que se encontraba. Sin embargo,

pareció importante también introducirla al análisis, ya que puede estar relacionada de alguna

manera con sus proyectos de vida.

52

III RESULTADOS 1. Análisis basado en la ENSAR 2003 Los porcentajes, presentados en estas frecuencias, están calculados sobre la base ponderada y las

n’s están tomadas de la base sin ponderar.

Se incluye un cuadro de uso de anticonceptivos para demostrar que es el condón el que

tiene un porcentaje mayor de uso, de un 68.8%, razón por la cual se tomó el uso de condón como

variable dependiente, además de que se trata del único método anticonceptivo que previene tanto

el embarazo como las ITS.

El universo complementario del uso del condón es las que “usaron otro método” y

también “las que no usaron ningún método”, porque estamos viendo los determinantes para una

sexualidad protegida; la protección más segura, una vez que se tienen relaciones sexuales, es el

condón, ya que es único que previene infecciones de transmisión sexual y embarazo. Por ello la

mayoría de campañas dirigidas a los adolescentes se han enfocado a promover este método.

Se seleccionaron únicamente a las jóvenes de 15 a 24 años que sí se iniciaron

sexualmente de los 12 a los 19 años de edad.

53

Método anticonceptivo usado N PorcentajeVasectomía 1 0.20Pastillas 29 5.92Inyecciones mensuales 14 2.86Inyecciones bimestrales 2 0.41Norplant 2 0.41DIU 2 0.41Condones 337 68.78Locales 1 0.20Ritmo 31 6.33Retiro 69 14.08Otro 1 0.20Pastillas de Anticoncepción de Emergencia 1 0.20Total 490 100.00

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003

Distribución porcentual de las mujeres adolescentes de 15 a 19 años que iniciaron relaciones sexuales según el método

antinconceptivo que usaron

Cuado III.1

En el cuadro III.1 se aprecia como es el condón el método anticonceptivo más usado por las

adolescentes de la ENSAR, 2003, este porcentaje es de un 68.78%. Es importante notar que en

un porcentaje del 14.08% corresponde al retiro, y casi un 6% de las adolescentes utilizan

pastillas anticonceptivas. El resto de los métodos realmente tiene un porcentaje de uso mínimo.

1.1. Frecuencias simples Variable Dependiente: Inicio de relaciones sexuales La primera variable dependiente de la regresión logística consistió en caracterizar a las mujeres

jóvenes en si se iniciaron sexualmente o no en la adolescencia.

54

Tuvo relaciones sexuales PorcentajeSi tuvo relaciones sexuales 37.9No tuvo relaciones sexuales de 62.1Total 100.0N 7099

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.2Mujeres de 15 a 24 años según si se iniciaron o no en la

adolescencia

El porcentaje de mujeres jóvenes que sí tuvo relaciones sexuales durante la adolescencia

es cercano al 38%.

Variable Dependiente: Uso de condón en la 1ª. Relación sexual En la segunda regresión logística se caracterizó a las mujeres jóvenes en base a si su compañero

sexual usó o no usó un preservativo en la primera relación sexual.

Uso de condón PorcentajeSí usó condón 17.4 No usó condón 82.6 Total 100.0 N 2963

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.3Mujeres de 15 a 24 años iniciadas sexualmente según

condición de uso de condón

De ellas el porcentaje de chicas que su pareja sí uso condón durante su primera relación

sexual es muy bajo, de solo un poco más de 17%.

55

Características sociodemográficas

A continuación se presentan las principales características sociodemográficas y que se

identificaron en diversos trabajos teóricos como los atributos que más se relacionan con la

sexualidad adolescente; y, por tanto en el análisis se tomaron como variables independientes.

Estrato socioeconómico PorcentajeMuy bajo 35.7Bajo 36.8Medio 16.5Alto 11.0Total 100.0N 7124

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.4Mujeres de 15 a 24 años según estratos socioeconómicos

Más del 70% de las chicas adolescentes entrevistadas en la Ensar 2003 se encuentran en

los estratos socioeconómicos muy bajo y bajo.

Estudios PorcentajeEstudió menos que secundaria 31.6Estudió secundaria y más 68.4Total 100.0N 7120

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según estudios de secundariaCuadro III.5

El porcentaje de mujeres adolescentes que estudió secundaria y más es alto, de 68%.

56

Ocupación PorcentajeTrabaja 25.9Estudia 31.9Ni trabaja ni estudia 42.1Total 100.0N 7127

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según ocupaciónCuadro III.6

Según se aprecia en el cuadro III.6 El mayor grupo de ellas, un 42%, no trabaja fuera del

hogar ni estudia; cerca del 32% estudia y un poco más del 25% trabaja en actividades para el

mercado fuera de su hogar.

Estado conyugal PorcentajeSe unió ántes de los 20 años 27.2No se unió ántes de los 20 años 72.8Total 100.0N 7127

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.7Mujeres de 15 a 24 años según estado conyugal

Como se observa en el cuadro III.7, Cerca del 27% de las jóvenes se unieron o casaron en

la adolescencia.

57

Religión PorcentajeNinguna religión 5.7Católica 86.1Otra religión 8.2Total 100.0N 7111

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según su religiónCuadro III.8

La religión católica es la predominante, con un porcentaje de más del 86%, el grupo de

otras religiones suma un 8% y poco más de un 5% refiere no ser adepta a ninguna religión.

Actividad religiosa PorcentajeNinguna religión 6.0Católico activo 78.1Católico no activo 7.4Otra religión 8.5Total 100.0N 6842

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.9Mujeres de 15 a 24 años según frecuencia con que acude a

la iglesia

El porcentaje de católicas activas, es decir que asisten una vez a la semana o más a su

iglesia es alto, de un 78%.

58

1.2. Análisis bivariado:

Primer modelo: Cruces de las variables independientes con la variable tuvo relaciones

sexuales en la adolescencia.

Los porcentajes, presentados en estos cuadros, están calculados sobre la base ponderada; las n’s

corresponden a la base sin ponderar.

Muy bajo Bajo Medio AltoSí tuvo relaciones sexuales 52.0 38.0 21.7 16.4 37.9N 1481 736 234 115 2566No tuvo relaciones sexuales 48.0 62.0 78.3 83.6 62.1N 1609 1509 835 577 4530Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0N 3090 2245 1069 692 7096X2=405.251 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.10Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales durante la adolescencia

por estratos socioeconómicosEstrato socioeconómico

TotalTuvo relaciones sexuales

Poco más de la mitad de las adolescentes pertenece al estrato socioeconómico muy bajo y

sí tuvieron relaciones sexuales durante la adolescencia. Este porcentaje disminuye de manera

inversa al estrato socioeconómico, es decir, a mayor estrato socioeconómico menor porcentaje de

mujeres que sí tuvieron relaciones sexuales.

59

Estudió menos que secundaria

Estudió secundaria y

másSí tuvo relaciones sexuales 47.8 33.4 37.9N 1280 1285 2565No tuvo relaciones sexuales 52.2 66.6 62.1N 1348 3179 4527Total 100.0 100.0 100.0N 2628 4464 7092X2=284.326 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Tuvo relaciones sexuales Total

Cuadro III.11Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales

durante la adolescencia por estudios de secundariaEstudios

Como se observa en el cuadro III.11, casi la mitad de las mujeres que contaban con una

educación formal menor a la secundaria, se iniciaron en la adolescencia, mientras que

únicamente el 33.4% de las que contaban con secundario o más.

Trabaja Estudia Ni trabaja y ni estudia

Sí tuvo relaciones sexuales 35.8 9.1 61.0 37.9N 562 185 1820 2567No tuvo relaciones sexuales 64.2 90.9 39.0 62.1N 1223 2014 1295 4532Total 100.0 100.0 100.0 100.0N 1785 2199 3115 7099

X2=1419.349 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.12Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales durante la

adolescencia por ocupación

Tuvo relaciones sexualesOcupación

Total

El mayor porcentaje de jóvenes que tuvieron relaciones sexuales en la adolescencia fue el

de las mujeres que no trabajan ni estudian, (61%,), después las que sólo trabajan, poco más de

35% y, finalmente, las que se dedican únicamente al estudio (9%).

60

Se unió en la adolescencia

No se unió en la

adolescenciaSí tuvo relaciones sexuales 98.6 15.3 37.9N 1924 643 2567No tuvo relaciones sexuales 1.4 84.7 62.1N 29 4503 4532Total 100.0 100.0 100.0N 1953 5146 7099X2=4537.869 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Tuvo relaciones sexuales Total

Estado conyugal

Cuadro III.13Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales

durante la adolescencia por estado conyugal

Evidentemente en el caso de las mujeres unidas, casi la totalidad tuvo relaciones sexuales

(98.6%). Llama la atención que el 1.4% se declara unida pero no reconoció tener relaciones

sexuales. Esto podría deberse a un problema de información o a otros aspectos muy específicos

difíciles de identificar.

De todas formas el 15% de las solteras declaró tener relaciones sexuales, por lo que es

importante incorporar en el análisis, en el caso de las adolescentes, a la población soltera.

61

Ninguna religión Católica Otra religión

Sí tuvo relaciones sexuales 52.3 37.2 36.7 38.0N 180 2154 229 2563No tuvo relaciones sexuales 47.7 62.8 63.3 62.0N 179 3849 492 4520Total 100 100 100 100N 359 6003 721 7083

X2=51.981 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Tuvo relaciones sexualesReligión

Total

Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales durante la adolescencia por religión

Cuadro III.14

Como se puede ver en el cuadro III.14 existe claramente un mayor porcentaje de mujeres

que tuvieron relaciones sexuales entre las que declararon no tener ninguna religión.

Vale la pena mencionar que se encuentra un porcentaje de inicio sexual muy similar en las

católicas como en las que declararon pertenecer a otra religión.

Ninguna religión

Católico activo

Católico no activo

Otra religión

Sí tuvo relaciones sexuales 52.3 35.0 53.6 36.7 37.5N 180 1841 203 229 2453No tuvo relaciones sexuales 47.7 65.0 46.4 63.3 62.5N 179 3438 254 492 4363Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0N 359 5279 457 721 6816

X2=53.747 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Tuvo relaciones sexualesActividad religiosa

Total

Cuadro III.15Mujeres de 15 a 24 años según si tuvieron o no relaciones sexuales durante la adolescencia

por frecuencia con que acude a la iglesia

Así, el no tener ninguna religión o ser católico no activo incrementa entre 15% y 25% el

porcentaje de mujeres iniciadas sexualmente; al parecer el practicar alguna religión sí influye en

la no iniciación sexual en la adolescencia, lo cual es un hallazgo interesante si se considera que

corresponde a un análisis cuantitativo.

62

En el análisis bivariado, todos los cruces con esta variable arrojaron un p. de chi cuadrada

menor a .05 lo cual se considera estadísticamente significativo.

Segundo modelo: Cruces de las variables independientes con la variable usó o no uso condón

Muy bajo Bajo Medio AltoSí usó de condón 8.1 21.2 28.3 47.0 17.4N 101 171 82 65 419No usó de condón 91.9 78.8 71.7 53.0 82.6N 1537 691 225 90 2543Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0N 1638 862 307 155 2962X2=247.342 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón por su pareja en la adolescencia por estrato socioeconómico de la mujer

Cuadro III.16

Uso de condón

Estrato socioeconómico

Total

El porcentaje de usuarias de condón es de solo un 8% en el estrato socioeconómico muy

bajo, va ascendiendo a mayor estrato económico, de tal forma que en el estrato alto se encuentra

el mayor porcentaje, 47%, de mujeres con parejas usuarias de condón.

63

Estudió menos que secundaria

Estudió secundaria y

másSí usó de condón 6.8 23.9 17.4N 82 335 417No usó de condón 93.2 76.1 82.6N 1323 1220 2543Total 100.0 100.0 100.0N 1405 1555 2960X2=150.456 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón por su pareja en la adolescencia por estudios de secundaria de la mujer

Cuadro III.17

Uso de condón

Estudios

Total

Es significativa la diferencia entre las usuarias de condón al cruzar el umbral de estudios

de la secundaria, ni un 7% lo usó cuando estudió menos que secundaria y casi un 24% cuando

había estudiado secundaria y más.

Trabaja Estudia Ni trabaja y ni estudia

Sí usó de condón 26.2 41.0 10.8 17.4N 130 86 203 419No usó de condón 73.8 59.0 89.2 82.6N 566 137 1841 2544Total 100.0 100.0 100.0 100.0N 696 223 2044 2963X2=151.197 P=0.000

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.18Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón por su pareja en la adolescencia

por ocupación de la mujer

Uso de condónOcupación

Total

Existe un porcentaje mucho mayor de mujeres cuyas parejas usaron el condón en la

primera relación sexual en las que estudian que llega al 41%, las mujeres que trabajan reportaron

64

un uso de 26% y finalmente el menor porcentaje corresponde a las jóvenes que declararon no

trabajar ni estudiar.

Se unió en la adolescencia

No se unió en la

adolescenciaSí usó de condón 11.7 26.5 17.4N 177 242 419No usó de condón 88.3 73.5 82.6N 1772 772 2544Total 100.0 100.0 100.0N 1949 1014 2963X2=120.075 P=0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.19Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón por su pareja en la

adolescencia por estado conyugal de la mujer

Uso de condón

Estado conyugal

Total

Como apreciamos en el cuadro III.19, es bajo el porcentaje de mujeres con parejas

usuarios de condón tanto en las unidas como en las no unidas que sí se unió antes de los 20 años,

casi un 12% y un 26%, si no se unió en la adolescencia.

Ninguna religión Católica Otra religión

Sí usó de condón 15.2 18.1 11.7 17.4N 18 375 25 418No usó de condón 84.8 81.9 88.3 82.6N 174 2127 240 2541Total 100 100 100 100N 192 2502 265 2959

X2=1.535 P=0.464Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.20Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón por su pareja en la adolescencia

por religión de la mujer

Uso de condónReligión

Total

65

El cruce mostrado en el cuadro III.20 es el único cruce que arrojó un resultado que no es

significativo; ya que el valor de la chi2, de .464, es mayor a .05; razón por la cuál, esta variable

se agrupo de manera distinta distinguiendo a las católicas activas y no activas.

Ninguna religión

Católico activo

Católico no activo

Otra religión

Sí usó de condón 15.2 17.7 23.7 11.7 17.7N 18 318 37 25 398No usó de condón 84.8 82.3 76.3 88.3 82.3N 174 1823 201 240 2438Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0N 192 2141 238 265 2836

X2=9.744 P=0.021Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Mujeres de 15 a 24 años según uso de condón en la adolescencia por frecuencia con que acude a la iglesia

Uso de condónActividad religiosa

Total

Cuadro III.21

Como se observa en el Cuadro III. 21, cuando se establece una agrupación más detallada

de la variable religión, sí se encuentran diferencias significativas en el uso del condón en la

primera relación sexual. Las católicas no activas son las que presentaron un mayor uso, de un

23.7%, y la proporción menor fue entre las que declararon otra religión distinta a la católica con

un uso menor, de un 11.7%. Llama la atención que las que no declararon tener ninguna religión

presentan un menor uso que las católicas, en general. Esto puede estar permeado por el estrato

socio-económico y el nivel de escolaridad que presentan las mujeres. De hecho, se verá más

adelante en el modelo de regresión logística, que una vez que se controla por las variables socio-

económica y demográficas, la religión no presenta una relación significativa con el uso de un

preservativo en la primera relación sexual.

66

1.3. Modelos de Regresión Logística

1er. Modelo:

Variable dependiente:

Se inició sexualmente en la adolescencia (12-19 años)

0: no tuvo relaciones sexuales 12-19 años

1: sí tuvo relaciones sexuales12-19 años

Variables independientes:

Edad en el momento de la entrevista

Variable continua del rango de 15 a 24 años.

Estratos socioeconómicos (La categoría de referencia fue el estrato muy bajo)

1: Muy bajo

2: Bajo

3: Medio

4: Alto

Trabaja o no y/o estudia (La categoría de referencia fue no trabaja ni estudia)

1: Trabaja

2: Estudia

3: No trabaja ni estudia

Estado conyugal y edad (la categoría de referencia fue no se unió en la adolescencia)

1: Se unió en la adolescencia

2: No se unió en la adolescencia

Actividad Religiosa (la categoría de referencia es ninguna)

1: Ninguna

2: Católico activo

3: Católico no activo

4: Otra

Escolaridad (La categoría de referencia fue estudió secundaria y más)

1: Estudió menos que secundaria

2: Estudió secundaria y más

67

Cuadro III.22

Factores asociados a la iniciación sexual en la adolescencia

de las mujeres de 15 a 24 años (regresión logística) Variables Razón de momios SignificanciaEdad 1.173 0.000 Estrato Muy bajo 1.000 Bajo 1.121 0.303 Medio 1.093 0.525 Alto 1.293 0.106 Ocupación Ni trabaja ni estudia 1.000 Trabaja 0.779 0.016 Estudia 0.414 0.000 Estado conyugal No unida 1.000 Unida 322.034 0.000 Actividad religiosa Ninguna religión 1.000 Católica activa 0.471 0.000 Católina no activa 0.673 0.081 Otra religión 0.420 0.000 Estudios Secundaria y más 1.000 Menos de secundaria 1.025 0.817 Constante 17.000 0.000 Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

68

Descripción de los resultados del primer modelo:

a) El estar unida, como estado conyugal, es un factor que aumenta 322.03 veces el

riesgo de que una adolescente se inicie sexualmente en relación a las mujeres de

15 a 24 años que no se unieron en la adolescencia.

b) El ser católica activa se relaciona con una probabilidad de .47. La probabilidad de

que una adolescente se inicie sexualmente cuando declara no ser adepta a ninguna

religión es menor a las que declaran tenerla. De hecho, todas las categorías

consideradas en la variable religión disminuyen la probabilidad de inicio sexual

frente a las que no practican ninguna religión.

c) Por cada año de edad cumplido, en el rango de 15 a 24 años, aumenta en 17% la

probabilidad de que la adolescente se inicie sexualmente.

d) Respecto a la actividad en la que se encontraba la joven al momento de la

entrevista, se observa que si se encontraba únicamente estudiando, disminuye la

probabilidad que se haya se iniciado sexualmente en la adolescencia en relación a

las que no trabajan ni estudian, ya que el valor de la B es menor a 1, es decir, el

tener la ocupación de estudiante disminuye la probabilidad de inicio de vida

sexual.

e) Ni el estrato socioeconómico ni el estudiar considerando el umbral de secundaria

resultaron ser variables significativas en este modelo.

2º. Modelo:

Variable dependiente:

Uso de Condón

0: no usó condón

1: sí usó condón

69

Variables independientes:

Como se mencionó anteriormente las variables independientes son las mismas que en el

primer modelo con las mismas categorías de referencia.

Variables Razón de momios SignificanciaEdad 0.915 0.000Estrato

Muy bajo 1.000Bajo 2.513 0.000Medio 2.774 0.000Alto 4.225 0.000

OcupaciónNi trabaja ni estudia 1.000Trabaja 1.117 0.438Estudia 1.721 0.004

Estado conyugalNo unida 1.000Unida 0.538 0.000

Actividad religiosaNinguna religión 1.000Católica activa 1.690 0.053Católina no activa 1.769 0.081Otra religión 1.024 0.945

EstudiosSecundaria y más 1.000Menos de secundaria 0.424 0.000

Constante 0.619 0.431

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.23Factores asociados al uso del condón en las mujeres de 15

a 24 años que se iniciaron sexualmente en la adolescencia

(regresión logística)

70

Descripción de los resultados del segundo modelo:

a) El pertenecer al estrato socioeconómico alto aumenta 4.2 veces la probabilidad de

usar condón en su primera relación sexual en relación a las del estrato muy bajo.

b) El estudiar aumenta 1.7 veces la probabilidad de usar condón en relación a las que

no trabajan ni estudian.

c) La probabilidad de usar en condón es menor en las unidas que en las no unidas

d) La probabilidad de uso del condón es menor en las que no cuentan con secundaria

y más.

e) Por cada año de edad, en el rango de 15 a 24, la probabilidad de uso de condón

disminuye en 9.2%. Es decir, a mayor edad el uso del condón disminuye.

71

Variable categoría relación positiva relación negativa no tiene relaciónEdad

Variable continua 15-24 años 1.7Estrato Socioeconómico x

AltoMedioBajoMuy bajo

Escolaridad xHasta secundariaSecundaria y más

Estado ConyugalSe unió en la adolescencia 322No se unió en la adolescencia

OcupaciónTrabajaEstudia 0.4No trabaja ni estudia

Actividad ReligiosaNinguna religiónCatólica activa 0.4Católica no activaOtra religión

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.24Relación de las variables independientes con iniciación sexual

Aunque ya se presentó el análisis de estos resultados vale la pena retomarlos para hacer

una comparación entre los determinantes de un modelo y los del otro. En el cuadro III.24

podemos apreciar gráficamente el conjunto de las variables relacionadas a inicio sexual: en

primer lugar, unida en la adolescencia. En segundo lugar, conforme aumenta la edad, las

variables que protegen para un inicio sexual son el estudiar y el ser católica activa; y, las que no

presentan relación significativa son ni el estrato socioeconómico ni el nivel de escolaridad

alcanzado.

72

Variable categoría relación positiva relación negativa no tiene relaciónEdad 0.9

Variable continua 15-24 añosEstrato Socioeconómico

Alto 4.2Medio 2.7Bajo 2.5Muy bajo

EscolaridadHasta secundaria 0.4Secundaria y más

Estado ConyugalSe unió en la adolescencia 0.5No se unió en la adolescencia

OcupaciónTrabajaEstudia 1.7No trabaja ni estudia

Actividad Religiosa xNinguna religiónCatólica activaCatólica no activaOtra religión

Fuente: Estimación propia con datos de ENSAR, 2003.

Cuadro III.25Relación de las variables independientes con uso de condón

En el cuadro III.25 notamos como las variables mas importantes para el uso de condón

son estrato socioeconómico y el tener como ocupación ser estudiante; la relación negativa la

presentan la edad, el haberse unido en la adolescencia y el haber estudiado menos o hasta

secundaria; la variable sin relación resultó ser la variable de actividad religiosa.

.

73

III CONCLUSIONES

La primera conclusión es, obligadamente respecto a la definición de adolescencia, se

puede decir que efectivamente, desde las Ciencias Sociales, no es posible definir “la

adolescencia” como un concepto único, amplio y que encierre toda la fenomenología que esta

etapa significa, sino que podemos hablar de “adolescentes”, múltiples, diversos, concretos,

históricos, diferenciados por clase social, estrato socioeconómico, género, escolaridad,

ocupación, religión y/o contexto familiar.

Las prácticas sexuales son el resultado de la interacción de diversos factores entre los que

se encuentran los biológicos, sociales, institucionales, familiares, culturales, éticos, psicológicos,

etc, imbuidos de determinismos de género en una sociedad patriarcal que se requiere conocer

para superar las inequidades de género y de las desigualdades en la distribución de poder

asociadas a ellas y que no son ajenas a la vida sexual y reproductiva de las y los adolescentes en

nuestro país.

Los estereotipos sexuales, tanto en hombres como en mujeres inducen a los adolescentes

a no usar métodos anticonceptivos, pero en especial en el caso de las mujeres gran parte de las

mexicanas adolescentes no utilizaron ningún método anticonceptivo en la primera relación

sexual, la gran mayoría de la población femenina se inicia sexualmente sin protección alguna.

Por lo cual, a fin de minimizar los riesgos de la salud sexual, deben de dirigirse esfuerzos

consistentes para lograr que el inicio de la actividad sexual y la protección anticonceptiva ocurra

de manera simultánea. Por ello las campañas de salud necesitan reivindicar el uso del condón

como signo de amor y confianza en contraposición con la asociación que actualmente se percibe

entre condones y promiscuidad o infidelidad. Las intervenciones en salud deben captar la

atención de los adolescentes muy jóvenes, de tal manera que el mensaje de uso de condón lo

tengan absorbido antes del inicio de su actividad sexual.

En cuanto a las conclusiones que podemos inferir de los resultados arrojados por el

análisis de los modelos de regresión logística tenemos que; la práctica de una sexualidad

74

protegida y el uso de condón presentan una relación positiva directa con el estrato

socioeconómico y la escolaridad. Sin embargo en los modelos de regresión logística tanto el

nivel de escolaridad de las jóvenes como el estrato socioeconómico al que pertenecen no

mostraron una relación significativa con el inicio sexual, pero si con el uso del preservativo.

Estos hallazgos apoyan los resultados mostrados por Menkes y Suárez, donde se muestra

que una vez que se controla el estado civil, no existen diferencias en la edad de iniciación sexual

según el nivel de ingreso del hogar.105 Además se ha mostrado que en la iniciación sexual

influyen de manera muy importante la moral sexual y las percepciones de género106.

El estar unida en la adolescencia es, en la muestra de la Ensar, 2003, una variable que

determina el inicio de vida sexual. Este es uno de los hallazgos más importantes en este trabajo,

ya que es la condición conyugal de unida lo que está determinando en gran medida, aunque no de

manera exclusiva el inicio de vida sexual para las adolescentes mexicanas.

Otro hallazgo muy importante es que la religión, particularmente el hecho de ser practicante

activa de la religión católica, que en este trabajo se considera el hecho de asistir una vez a la

semana o más, a actividades religiosas, resultó ser una variable con efecto protector para el inicio

de vida sexual en las adolescentes, es decir, que las adolescentes que practican la religión

católica postergan el inicio de su vida sexual. No así en el uso de condón en donde se corroboró

lo ya asentado en otros hallazgos de investigación, es decir, que la religión no tiene una

influencia significativa en la práctica de una sexualidad protegida.

105 Menkes Bancet, Catherine/Suárez, López Leticia. (2003). Sexualidad y Embarazo Adolescente en México.

Papeles de Población, enero-marzo, número 035. Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México 1-32.

106 Menkes, Catherine. INEQUIDAD DE GÉNERO, MORAL SEXUAL Y PRÁCTICAS SEXUALES DE LOS

ADOLESCENTES EN MÉXICO. International Seminar on Sexual and Reproductive Transitions of Adolescents in Developing Countries. Cholula, Puebla, Mexico, 6-9 November 2006, International Union for the Scientific Study of Population (IUSSP) and the Center for Demographic, Urban and Environmental Studies (CEDUA), El Colegio de México

75

Si bien en el presente trabajo no se pudieron incorporar índices de género107, es posible

pensar que el pertenecer o no a alguna religión refleja de alguna manera actitudes más o menos

tradicionales en cuanto a las percepciones y estereotipos de los roles de género, aspectos tales

que permean la sexualidad adolescente. Como se analizó en la parte teórica, los estereotipos de

género se relacionan de manera muy estrecha con las prácticas sexuales de los adolescentes.

En el primer cruce realizado entre inicio sexual y religión resultó que el 52% correspondió a

las que no practican ninguna religión, sin embargo por el valor no significativo de la chi

cuadrada la variable religión se agrupo de manera distinta, y la variable que sí fue significativa,

fue la de actividad religiosa, entonces lo que importa no es cuál es su religión, sino la influencia

que tiene la actividad religiosa entre las chicas que sí la practican.

Como revisamos en la parte teórica, la iglesia es una de las instituciones que al incidir en

diversos campos relevantes (tales como la construcción de las identidades, el control del cuerpo

femenino y la división sexual del trabajo) contribuyen a moldear los comportamientos

reproductivos y sexuales de los individuos, familias y grupos sociales.

Este hallazgo de que la actividad religiosa resultó tener un efecto protector para el inicio de la

vida sexual sugiere la importancia de trabajar más a fondo en esta línea de investigación sobre

sexualidad y religión.

Este estudio fue muy importante para analizar las características socioeconómicas más

generales del inicio sexual y de la protección sexual. Con lo cual se confirma que las variables

demográficas muestran un gran poder predictivo del comportamiento sexual. Pero es necesario

también ahondar dentro del análisis cuantitativo en los datos de los hombres referidos por ellos

de manera directa, lo cual no se pudo realizar con la base de datos utilizada aquí.

Quedan pendientes otras variables como las de género y las culturales en general que

explican de manera más clara los mecanismos de cómo estas variables sociales y económicas

influyen tanto en la iniciación sexual como en la prevención del riesgo. En particular quedó muy

107 ver metodología

76

claro que la iniciación sexual está relacionada a aspectos culturales ya que una vez controlado el

estado conyugal, el estrato socioeconómico y la escolaridad no mostraron en el modelo una

relación tan clara. Ante tal vació surge la necesidad de ahondar especialmente en la explicación

de los significados, lo cual solo se puede lograr a través del análisis cualitativo.

Es una interrogante y a la vez un desafío para las políticas de población y las

intervenciones en salud sexual y reproductiva el explicar ¿Por qué, a pesar de conocer el uso y

tener acceso, los adolescentes no utilizan anticonceptivos en su primera y subsecuentes

relaciones sexuales? Asimismo encontrar mayores pistas de las particularidades que inciden en el

inicio sexual, más allá de determinantes socioeconómicos. Hay que aportar en desentrañar las

razones si se quiere avanzar en promover la sexualidad protegida y la salud sexual y reproductiva

de las adolescentes. En esto se requiere la confluencia del análisis cuantitativo y de la

investigación cualitativa en los estudios de población de este grupo tan importante: los y las

adolescentes de México.

77

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