V to 2014 blog

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V Domingo del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 5, 13-16). 9 de Febrero 2014.

Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.

LA PALABRA ES VIDALa vida que nace del Evangelio para cada semana …

CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES

Dijo Jesús a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.

Como un leño que arde.Cuando alguien se echa a vivir al estilo de las bienaventuranzas, se produce en él un singular fenómeno: a medida que se va quedando sin nada, a medida que va apagando su propia luz –pequeña y engañosa-, empieza a florecer en él una nueva luz. Una luz que, curiosamente, ya tenía dentro, que Otro había colocado dentro de él, desde el principio. Cuando alguien se pone a vivir a la manera que nos pide Jesús, empieza a brillar en él la imagen de ese Dios, a cuya semejanza fue creado.Es verdad que aquella imagen primera había quedado soterrada, tan escondida y olvidada que más se diría muerta que viva; pero aquí llega Jesús: rescatando, restaurando, resucitando. Así pues, todo el que decide vivir según el modelo de las bienaventuranzas, empieza a brillar con una luz que ya no es suya, sino de Dios.Cuando arde un trozo de madera, levanta una llama que alumbra y calienta. Precisamente en la medida que se quema, en que se entrega y se pierde, libera una energía que ya estaba dentro de él, pero que no aparecía; una energía capaz de dar luz y calor. Si el leño no muere, esa energía se le queda dentro, como si no existiera. Tiene que morir el leño, para que la llama viva.Pues bien cuando alguien se decide a amar –el amor es la médula de las bienaventuranzas y el secreto de toda la vida de Jesús-, deja de pensar en sí para pensar en el otro, deja de vivir para sí porque quiere dar su vida a los otros: se quema, muere. Es entonces cuando empieza a brillar. Ya vamos entendiendo. “Parte tu pan con el hambriento… Entonces romperá tu luz como la aurora…, brillará tu luz en las tinieblas”. En medio de la tristeza de un mundo opaco que vive par sí, comienzan, aquí y allí, a encenderse luces que alegran y dan vida; gente que, al entregarse, dejan que luzca lo mejor que tenían, la huella que Dios había dejado en ellos: el amor.Pero existe un peligro: el de creernos que esa luz es nuestra. Quien piensa así, lo estropea todo. No, no es nuestra supuesta bondad la que tiene que brillar: ésa tiene que anularse, quemarse. Es la bondad del Padre la que debe encenderse por nuestro medio. Jesús es claro: “Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo”. Así que no son nuestras obras, ni la fuerza con que las hacemos: no son más que instrumentos del Padre Dios, vamos llevando su bondad asomada a nuestras obras; expresando, haciendo visible e inteligible –hecho vida en nosotros- el amor que Dios nos tiene.Algo de eso es lo que nos quiere decir Jesús con esa imagen: “Vosotros sois la luz del mundo”. A todos, laicos y sacerdotes, obispos y padres de familia. Es la dinámica del Espíritu, la joven y apasionante manera de vivir que nos trajo Jesús: es preciso morir para vivir; darlo todo, para tenerlo todo; perderse, para ganarse. Es la maravillosa utopía -¡tan posible!- del Reino.

PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:¿Has entendido el método de Jesús para que brille tu luz? ¿Qué prácticas requiere?¿Intuyes la identificación entre creer y amar al estilo de Jesús?¿Qué debe morir en ti para que brille esta luz? ¿Cómo mejorar nuestros comportamientos con los más necesitados?