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¿Qué es el principio sola Scriptura y cómo lo veía Elena de White?
Alberto R. Timm, PhD, trabaja como director asociado en el Centro White, Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.
Sola Scriptura: Los reformadores y Elena de White
El cristianismo pos apostólico perdió mucho de su identidad bíblica original bajo
la influencia pagana de la cultura greco-romana. En el método alegórico
alejandrino, muchos intérpretes cristianos encontraron suficiente libertad para
efectuar sus acomodos sincréticos de la Escritura a la cultura popular. La
aceptación de esa metodología hermenéutica comenzó a desgastar varias
doctrinas de la Biblia del cristianismo tradicional. Por sí solo, el método alegórico
habría llevado a la iglesia cristiana a una interpretación pluralista de las Escrituras
donde su identidad religiosa terminaría extinguiéndose completamente. Pero la
Iglesia de Roma sacó ventaja de ese subjetivismo hermenéutico religioso y de la
influencia sociopolítica del Imperio Romano para establecerse como la única
intérprete de la Escritura.
Los escritos de Elena de
White funcionan como “un
filtro profético divino
Gradualmente, muchas “tradiciones apostólicas” extrabíblicas reformularon la
interpretación de las Escrituras y las enseñanzas de la iglesia. San Agustín hasta
confesó “Yo no creería en el Evangelio, si no me hubiera llevado hasta él la
autoridad de la Iglesia católica”.1 Tomás de Aquino argumentó que “el objeto
formal de la fe es la Primera Verdad, como está manifestado en la Sagrada
Escritura y en las enseñanzas de la Iglesia, que procede de la Primera Verdad”.2
Más tarde, el Concilio de Trento, en su cuarta sesión (1546) afirmaría que todas las
verdades de salvación y reglas de conducta están contenidas “en los libros
escritos y en tradiciones no escritas . . . preservadas en la Iglesia Católica”. A la
“Santa Iglesia madre” le pertenece la autoridad de juzgar el “verdadero sentido e
interpretación” de las Santas Escrituras.3 Como consecuencia, los intereses
eclesiásticos anularon la verdadera fidelidad de la Palabra de Dios y construyeron
una fuerte tradición hermenéutica no bíblica.
Ya en la Edad Media, pre reformadores como John Wycleff, John Huss, Jerónimo
de Praga y los Valdenses intentaron restaurar la autoridad de la Escritura sobre
las tradiciones religiosas y las decisiones eclesiásticas. Aunque muy limitados en
su alcance, esos intentos ayudaron a abrir el camino para la gran Reforma
hermenéutica y eclesiástica del siglo XVI.
Este artículo observa, de manera breve, cómo usaron los reformadores del siglo
XVI el principio sola Scriptura en respuesta a la declaración Católica Romana de
ser los únicos intérpretes de la Escritura, y como Elena de White nuevamente lo
enfatizó tanto cuando aplicó ese principio en sus interpretaciones de las
Escrituras.4 Esos conceptos pueden proveer un cuadro útil para entender el
papel fundamental de Elena de White en el tiempo del fin al elevar el principio
sola Scriptura.
La Reforma del siglo XVI fue primero y sobre todo una reforma hermenéutica que
generó una reforma eclesiástica. Uno de los principios conductores del
movimiento fue el principio Sola Scriptura, que implicó:
1. El conocimiento teórico de las Escrituras como única regla de fe y práctica
en las cuestiones religiosas.
2. La aplicación práctica de aquel principio de la verdadera interpretación de
las Escrituras.
Desde la perspectiva teórica, Lutero afirmó claramente: “Por lo tanto, la Escritura
es su propia luz. Es importante que la Escritura sea su propia interprete”.5 En la
Dieta de Worms (1521), Lutero afirmó que él “no aceptaba la autoridad de los
papas y de los consejos, porque ellos se contradecían”. A menos que él fuera
“convencido por la Escritura y por una razón obvia”, él jamás se retractaría de sus
posiciones.6
Juan Calvino argumentó más explícitamente que “aquellos a los que el Espíritu
Santo les ha enseñado en su interior, descansan verdaderamente en las
Escrituras,” y que “Las Escrituras son, sin duda, auto autenticadas; por lo tanto, no
es correcto sujetarlas a la prueba y argumentación.7 De igual forma, el artículo 6
de los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia Anglicana (1571) dice, “Las Sagradas
Escrituras contienen todo lo necesario para la salvación de modo que todo lo que
en ella no se lee, ni por ella se puede probar, no debe ser exigido a ninguna
persona que lo crea como artículo de fe o ser considerado como exigido o
necesario para la salvación”.8
Igualmente, Calvino escribió su famoso Instituciones de la Religión Cristiana
(1536, revisado en 1559) y su propio Catecismo (1538). Muchas otras confesiones y
artículos de fe fueron elaboradas, exponiendo la variedad de los matices y
creencias protestantes. Además, mientras Zuinglio y Karlstadt rechazaban todo lo
que la Biblia no afirmaba, Lutero tendía a permitir todo lo que la Biblia no
prohibía.9 Presumiendo que “todo lo que no es contra las Escrituras es por las
Escrituras, y las Escrituras por él,”10 Lutero mantuvo varios componentes de la
misa católica en su propio modelo litúrgico.11
Se realizaron diferentes intentos a fin de definir la relación entre las Escrituras
inspiradas y otros escritos y declaraciones cristianas no inspirados. Por ejemplo, la
Fórmula Luterana de Concordia, Declaración Sólida (1577) sugería “una triple
camada de autoridad”12 que comprendía (1) las Escrituras apostólicas y proféticas
del Antiguo y del Nuevo Testamento, que son “el único verdadero modelo o
norma por los cuales todos los profesores y las doctrinas deberían ser juzgadas”;
(2) “la verdadera doctrina cristiana recogida de la Palabra de Dios para los tres
credos ecuménicos—Credo de los Apóstoles, Credo Niceno, y el Credo de
Atanasio—y la primera confesión luterana y los artículos doctrinarios; y (3) “otros
libros buenos, útiles, puros, interpretaciones de las Sagradas Escrituras,
refutaciones de errores, y explicaciones de artículos doctrinarios.”13
Desde una perspectiva práctica, los
Reformadores Magistrales no usaron el
principio sola Scriptura como una razón para
rechazar todas las otras fuentes de
conocimiento religioso. Lutero no solo aceptó
los primeros Credos Ecuménicos y muchos de
los Padres de la Iglesia, sino que también
escribió el Catecismo Menor de Lutero (1529) y
Catecismo Mayor de Lutero (1529).
Lutero enfatizó la autoridad incondicional de las Escrituras en contraste con la
autoridad relativa y condicional de los teólogos de la iglesia. Solo fue concedida
una autoridad derivada a las partes de la tradición de la iglesia “lo que prueba
estar basado en las Escrituras” y a los tres credos ecuménicos, “porque él
estaba convencido de que ellos estaban en conformidad con las Escrituras”.14
En consecuencia, desde una perspectiva protestante, un credo es solo una
norma normata (regla secundaria de fe) con “solo eclesiásticos y, por lo tanto,
autoridad relativa, que depende de la medida de su concordancia con la Biblia,”
que es la norma normans (regla primaria de fe).15
Sin embargo, Alister E. McGratc argumenta que “la única ala de la Reforma que
aplica el principio de la scriptura sola consistentemente fue la Reforma Radical,
o ‘Anabatismo’”.16 Pero los mismos anabatistas que inscribieron los siete
artículos de la confesión de Schleitheim (1527) no fueron muy lejos en el
proceso de restaurar las verdades bíblicas por medio del principio sola
Scriptura. Entonces, el lema “la iglesia reformada, siendo siempre reformada de
acuerdo con la Palabra de Dios”(ecclesia reformata, semper reformanda,
secundum verbum Dei)17 debería mantener el principio duradero de los que
quieren llevar adelante el proceso de restauración iniciado por la Reforma
Protestante.
En vez de proseguir en tal emprendimiento, muchos pos Protestantes de la
Reforma y Evangélicos comenzaron a abrazar hermenéuticas alternativas, que
ofuscaron el vasto principio de sola Scriptura, y una interpretación más
historicista de las profecías Bíblicas. Esas alternativas incluían interpretaciones
futuristas y preteristas católico-romanas de la profecía Bíblica; el deslizar
histórico-crítico liberal del elemento sobrenatural de las Escrituras; y la
fragmentación dispensacionalista de la unidad general de las Escrituras. Cada
uno de estos usaron un principio humano de la Biblia, distorsionando o hasta
destruyendo así el principio de sola Scriptura. Durante el siglo XX, aparecieron
en escena varios hermenéuticos socio-científicos, que desafiaban aún más el
principio de sola Scriptura.
Muchos restauracionistas y reavivalistas norteamericanos del siglo XIX enfatizaron
la necesidad de redescubrir algunas enseñanzas de la iglesia apostólica. Pero
ningún movimiento religioso contemporáneo se aplicó tan sistemáticamente al
principio de sola Scriptura para la restauración de la verdad Bíblica como lo
hicieron los adventistas (fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día)
guardadores del sábado. Fundamental en ese proceso fue el ministerio de Elena
de White, quien, sin substituir u ofuscar la Biblia (como algunos críticos alegan), en
verdad lleva a las personas a un compromiso incondicional con la Biblia como su
propio expositor. Eso se evidencia tanto en los consejos de ella sobre cómo la
Escritura debería ser interpretada como en la manera que ella realmente la
interpreta.
Ella también defendió la visión de los 1260 días simbólicos de Apocalipsis 11:3 y
12:6 (cf. Dan. 7:25; Apoc. 11:2; 12:14; 13:5) en el período de la supremacía papal entre
538 y 1798 a.d.19
Por otro lado, Elena de White alertó fuertemente que “No está la fe en la Biblia tan
efectivamente destruida por la 'alta crítica' y la especulación moderna como lo
fue por la tradición y el rabinismo en los días de Cristo”. 20 Más adelante ella
explicó, “La obra de la 'alta crítica' al criticar, conjeturar y reconstruir, está
destruyendo la fe en la Biblia como revelación divina. Está privando a la Palabra
de Dios del poder de guiar, levantar e inspirar las vidas humanas”.21
En contraste con la teoría dispensacionalista de dividir la historia de la Biblia en
varias (generalmente siete) dispensaciones distintas, Elena de White habló de dos
dispensaciones (el Antiguo y el Nuevo Testamento), conectados entre sí por una
interrelación tipológica. Ella declaró, “No hay un contraste tal, como se alega con
frecuencia que existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, la ley de Dios y el
evangelio de Cristo, las exigencias de los judíos y las de la dispensación cristiana.
Cada alma salva en la dispensación anterior fue tan verdaderamente salva por
Cristo como somos salvos por él hoy. Los patriarcas y profetas eran cristianos. La
promesa del evangelio fue dada al primer matrimonio en el Edén, cuando por la
transgresión fueron separados de Dios. El evangelio fue predicado a Abraham.
Todos los hebreos bebieron de la Roca espiritual, que era Cristo”.22
Sin mencionar por el nombre las teorías
futuristas y preteristas, White mantuvo la
identificación historicista protestante del
papado como el “cuerno pequeño” de Daniel
7:8, 11, 21, 22, 24–26; 8:9–14, el anticristo de 2
Tesalonicenses 2:1–12, y la bestia que surge
del mar de Apocalipsis 13:1–9.18
Al reconocer la existencia de “diversos grados de desarrollo” de la revelación de
Dios para atender las necesidades de las personas de diferentes edades, White
argumenta que en ambas dispensaciones “las demandas de Dios son las mismas”
y “los principios de su gobierno son los mismos”.23 “El Antiguo Testamento es el
Evangelio expresado en figuras y símbolos. El Nuevo Testamento es la realidad. El
uno es tan esencial como el otro”.24
Además de negar las alternativas hermenéuticas mencionadas antes, Elena de
White también provee otras indicaciones perspicaces para una interpretación sola
Scriptura de la Biblia. Cuando dice que la Biblia “es su propia expositora”, ella
realza que en la Biblia debería adquirirse el conocimiento de su gran tema central,
el propósito original de Dios para el mundo; el despertar de la gran controversia y
de la obra de la redención”.25 Ella también promovió un equilibrio adecuado entre
el estudio exegético de un pasaje dado26 y su interpretación a la luz análoga de
las Escrituras.27
Reiterando en otro lugar su énfasis
sobre la analogía de las Escrituras,
Elena de White confirmó el resultado
positivo: “La Biblia es su propio
intérprete, pues un pasaje explica otro.
Comparando los textos que se refieren
a los mismos temas, verá usted una
belleza y una armonía que nunca
soñó”.28 Esos conceptos fundamentaron
la forma en la que ella realmente usó el
principio sola Scriptura para interpretar
la Biblia.
El hecho de que Elena de White no haya hecho un análisis exegético moderno
del texto bíblico jamás debería ser usado para distanciar sus interpretaciones de
la Escritura. Su uso de las Escrituras es, sin dudas, profético, que revela en
muchos casos las motivaciones internas de los individuos involucrados y las
luchas espirituales que había tras bastidores. Además, las interpretaciones de
Elena de White sobre las Escrituras estaban en armonía con el principio sola
Scriptura, lo que permite que la Biblia se interprete a sí misma.
Mientras muchos críticos de la Biblia cuestionaron la historicidad de Génesis 1–11
y negaron sus milagros, Elena de White permaneció en línea con los profetas
bíblicos que confirmaron la historicidad y el carácter fidedigno de aquellas
narrativas. Por ejemplo, mientras la historicidad de la creación relatada en (Gen. 1;
2) fue confirmada por otros textos tanto del Antiguo Testamento (Sal. 33:6–9; 94:9;
95:4, 5; 121:2; 136:5–9; 146:5, 6; 148:1–5; Isa. 40:26) como del Nuevo (Hech. 17:24–26;
Col. 1:15, 16; Heb. 4:4, 10; Apoc. 14:7), Elena de White también lo confirmó.29 La
Biblia se refiere a la caída de Adán y Eva por iniciativa de la serpiente(Gén. 3)
como literal (Rom. 5:12, 14, 18, 19; 2 Cor. 11:3; Apoc. 12:9), y Elena de White
comprendió esto de la misma manera.30 Tanto el Antiguo Testamento (Sal. 104:6–
9) como el Nuevo (Mat. 24:37–39; Heb. 11:7; 1 Ped. 3:20; 2 Ped. 2:5; 3:6), consideran
la historia de Noé y el Diluvio universal como algo literal (Gén. 6–8); y Elena de
White también.31
La destrucción de Sodoma y Gomorra (Gén. 19:23–29) fue comprendida como un
evento histórico del Antiguo Testamento (Deut. 29:23; Isa. 13:19; Jer. 49:18; 50:40;
Amós 4:11) y del Nuevo (Lucas 17:28, 29; 2 Ped. 2:6–8; Judas 7), Elena de White
también lo creyó así.32 La historicidad de los milagros que se relatan en el Éxodo y
la peregrinación en el desierto fueron confirmados por otros pasajes, no solo del
Antiguo Testamento (Sal. 66:6; 78:10–55; 105:26–45; 106:7–33; 136:10–16; Mal. 4:4)
sino también del Nuevo (Hech. 7:17–44; Heb. 11:22–30); Elena de White también lo
confirmó así.33 La historia de Jonás en el estómago del pez grande (Jon. 1:17; 2:10)
realmente sucedió como lo cuenta la Biblia, de acuerdo con Jesús (Mat. 12:39–41),
y según lo que afirmó Elena de White.34
En contraste con los intentos de crítica para descubrir el “Jesús histórico” (Albert
Schweitzer) y para “desmitificar” los cuatro evangelios (Rudolf Bultmann), Elena
de White reconoció las narrativas y los milagros del evangelio como históricos. Su
clásico libro El Deseado de todas las gentes35 construye confianza en la manera en
la que Jesús y su ministerio son tratados en los evangelios canónicos y
proporciona muchas percepciones útiles para esas narrativas. Ese libro es un
buen ejemplo de su compromiso con el principio de sola Scriptura al estudiar la
Biblia e interpretar su mensaje.
Consideraciones finales
Es necesario notar que el compromiso de Elena de White al principio sola
Scriptura no es aceptable por los que leyeron la Biblia desde cualquier otra
perspectiva hermenéutica, que rehúsan cualquier manifestación pos
canónica del don de profecía o los que no concuerdan con sus
interpretaciones de las doctrinas bíblicas. Pero en una época cuando el
Cristianismo está dividido en tantas escuelas conflictivas de interpretación
bíblica y con más de 45.000 “denominaciones” cristianas diferentes (hasta
mitad de 2014),36 los escritos de Elena de White funcionan como “un filtro
profético divino”, capaz de remover falsas interpretaciones artificialmente
impuestas a la Biblia,37 permitiendo que ella se interprete a sí misma y toque
nuestras vidas con su mensaje transformador.
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1 St. Augustine, “Against the Epistle of Manichæus, Called Fundamental,” ch. 5, sec. 6, in A Select Library of the Nicene and Post-Nicene Fathers of theChristian Church (NPNF), Series I, 4:215.
2 Thomas Aquinas, Summa Theologica, II-II, q. 5, a. 3, acessado em 12 de nov., 2014, www.documentacatholicaomnia.eu.
3 Council of Trent, 4th session, in The Canons and Decrees of the Council of Trent, trans. H. J. Schroeder (Rockford, IL: TAN, 1978), 17, 19.
4 Ese artículo es una versión abreviada del capítulo “Sola Scriptura and Ellen G. White: Historical Reflections” do The Gift of Prophecy in Scripture and History,eds. Alberto R. Timm and Dwain N. Esmond (Silver Spring, MD: Review and Herald Pub. Assn., 2015).
5 Martin Luther, WA 10/III: 238, lines 10, 11 (Also “ist die schrifft jr selbs ain aigen liecht. Das ist dann fein, wenn sich die schrifft selbs außlegt.” [originalspelling]); WA 7:97, line 23 (“scriptura . . . sui ipsius interpres”).
6 Roland H. Bainton, Here I Stand: A Life of Martin Luther (Nashville,TN: Abingdon, 1990), 144.
7 John Calvin, Institutes of the Christian Religion 1.7.5, trans. Ford L. Battles (Philadelphia,PA: Westminster Press, 1960), 1:80.
8 “The Thirty Nine Articles, 1571, 1662,”accessed on Nov. 16, 2014, www.fordham.edu/halsall/mod/1571-39articles.asp.
9 Roland H. Bainton, Christendom: A Short History of Christianity and Its Impact on Western Civilization (New York: Harper & Row, 1966), 31.
10 Barnas Sears, The Life of Luther; With Special Reference to Its Earlier Periods and the Opening Scenes of the Reformation (Philadelphia, PA: AmericanSunday-School Union, 1850), 370, 371.
11 See Luther’s “The New Ecclesiastical System, 1523-4,” in B. J. Kidd, ed., Documents Illustrative of the Continental Reformation (Oxford: Clarendon, 1911), 121–133.
12 Robert D. Preus, Getting Into the Theology of Concord: A Study of the Book of Concord (Saint Louis, MO: Concordia, 1977), 22.
13 Concordia: The Lutheran Confessions: AReader’sEdition of the Book of Concord, 2nd ed. (Saint Louis, MO: Concordia, 2006), 508, 509.
14 Paul Althaus, The Theology of Martin Luther (Philadelphia, PA: Fortress, 1966), 6, 7.
15 The Creeds of Christendom: With a History and Critical Notes, ed. Philip Schaff (Grand Rapids, MI: Baker, 1990), 1:7.
16 Alister E. McGrath, Reformation Thought: An Introduction, 4th ed. (Oxford: Wiley-Blackwell, 2012), 101 (“scriptura sola” in the original).
17 An insightful study on the origin of this motto and other similar expressions is provided in Michael Bush, “Calvin and the Reformanda Sayings,” in HermanJ. Selderhuis, ed., Calvinus sacrarum literarum interpres: Papers of the International Congress on Calvin Research (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 2008),285–299.
18 Ellen G. White, The Great Controversy Between Christ and Satan (Washington, DC: Review and Herald Pub. Assn., 1911), 439, 443.
19 Ibid., 439; see also 54, 55, 266, 267.
20 Elena de White, El ministerio de curación. Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 101.
21 Elena de White, Los hechos de los apóstoles. Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 378; Elena de White, La educación. Asociación Casa EditoraSudamericana,p 227.
22 Ellen G. White, in The Seventh-day Adventist Bible Commentary, vol. 6, rev. ed., (Washington, DC: Review and Herald Pub. Assn., 1980), 1061.
23 Elena de White, Patriarcas y profetas. Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 390.
24 Elena de White, Mensajes selectos, t.2, 120.
25 Elena de White, Consejos para los maestros, Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 445.
26 Elena de White, El camino a Cristo. Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 90.
27 Ellen G. White, “The Science of Salvation the First of Sciences,”The Advent Review and Sabbath Herald, December 1, 1891, 737.
28 Elena de White, Testimonios para la Iglesia. Asociación Casa Editora Sudamericana, t.4, p. 490.
29 White, Patriarchs and Prophets,44–51.
30 Ibíd., 52–62.
31 Ibíd., 90–104.
32 Ibíd., 156–170.
33 Ibíd., 241–498.
34 Ellen G. White, Prophets and Kings (Mountain View, CA: Pacific Press Pub. Assn., 1917), 265–278.
35 Ellen G. White, The Desire of Ages (Mountain View, CA: Pacific Press Pub. Assn., 1898).
36 “Status of Global Mission, 2014, in the Context of AD 1800–2025,” no. 41, accessed Dec. 1, 2014, www.gordonconwell.edu/resources/documents/statusofglobalmission.pdf.
37 Alberto R. Timm, “EllenG. White: Prophetic Voice for the Last Days,”Ministry, February 2004, 20.
Alberto R. Timm, PhD, trabaja como director asociado en el Centro White, Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.
pastor.adventistas.org/es