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MIGUEL DE CERVANTES

EL CERCODE

NUMANCIA

versión y prólogo deJOSÉ EMILIO PACHECO

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AN!VEISAKIO

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~grupo editorial~siglo veintiunosiglo xxi editores, s. a. de c. v.CERRO DEL AGJA248, ROMERO DE TERREROS,04310, M8qCQ, DF

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siglo xxi editores,s. a.GUATEM!'J..A4824, C 1425 BUP,BUEl\OS AIRES,AAGENTll\UI.

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primera edición, 1974segunda edición, nuevo formato, 1993segunda reimpresión, 2011O siglo xxi editores, s.a. de c.v,en coedición con el colegio nacionalisbn 978-968-23-1885-6

derechos reservados conforme a la leyimpreso y hech~ en i'rttxico/printed and made in mexico

impreso en impresora publimex, s.a. de c.v.calz. san lorenzo 279-32col. estrella iztapalapa

tNDICE

NOTA (11]INTRODUCCIÓN (15]BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA (43]ELENCO (45]PRIMER ACTO (47]SEGUNDO ACTO (74]TERCER ACTO (89]

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A LA MEMORIADE

SALVADOR ALLENDE

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La presente versión de El cerco de N umanciase debe a la iniciativa de Guillermo Barclay yManuel Montoro. Cuando me pidieron que laredactara, me sentí apoyado por las palabras deRafael Alberti: "Ninguna obra clásica más ne­cesitada de retoque que esta de Cervantes, parasu posible representación." Y a fin de huir deloprobio que lanzaba Mariano José de Larra con­tra los mutiladores de comedias, recordé las en­señanzas de Fernando Wagner: es necesario ali­gerar una pieza como la Numancia para hacerlaaccesible a un público incapaz de soportar unarepresentación que dure cinco o seis horas. Hayque suprimir todo aquello que para los espec­tadores del estreno era indispensable y hoy re­sulta superfluo. No se trata de corregir al dra­maturgo, cuyo texto inalterable está al alcancede todos, sino de auxiliar al director medianteun nuevo arreglo de escenas y episodios sin quelos versos queden truncos ni el diálogo pierdasu continuidad.Al refundir verso por verso la Numancia mi

intención no fue basarme en ella para escribirmi propio texto sino ser fiel a Cervantes de laúnica manera posible: tomándome las mayoreslibertades pero del modo más humilde y siem­pre al servicio del autor y de la obra. Conservocasi invariablemente los metros (tercetos, octa-

NOTA

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vas reales y redondillas) y a veces empleo sexte­tos y pareados; reduzco a tres actos las cuatrojornadas, ya que la primera es en realidad unprólogo; suprimo todo lo que me parece innece­sario para la intensidad de la acción dramática;concentro en algunos personajes parlamentosque corresponden a muchos otros prescindibles;e inversamente, cuando los hechos lo permiten,reparto los más extensos monólogos y discursos;actualizo el vocabulario, si bien no intento ocul­tar que la N umancia fue escrita en el siglo xvr.Aunque mi versión se aparta en muchos pun­

tos de la que hizo admirablemente Alberti,quiero reconocer que sin ella no hubiera sidoposible. Le devuelvo a la obra las escenas de ma­gia e invocación pero retengo en distintos pa­sajes diez líneas inmejorables de Alberti, asícomo los nombres que eligió entre las variaslecciones del texto: Coravino en vez de Carabi­na, Leoncio en lugar de Leonicio, Morandropor Marandro, Viriato y no Bariato, como ho­menaje al gran guerrillero lusitano.Asimismo agradezco las sugerencias que acer­

ca de algunos versos me hicieron Manuel Mon­toro y los actores de la Compañía Nacional deTeatro que dirige Héctor Azar. Tales observa­ciones fueron inmediatamente aceptadas y ledan a esta refundición un carácter colectivo muyde acuerdo con el espíritu plural de la. obra. Migratitud hacia el Dr. Arnaldo Orfila Reynal yatiene muchos años y se renueva ahora que haaceptado difundir esta obra entre el público de

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su Colección Mí ima. El texto que va a leersetraduce inevitab emente mi lectura de Numan­cia y en modo a guno pretende sustituir el ori­ginal que -a des echo de Fuenteovejuna, tan su­perior en su ver ificación- es y será siempre lamejor tragedia e la lengua española.

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INTRODUCCióN

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La tercera guerra púnica llega a su fin en elaño 146 antes de Cristo. Escipión Emiliano con­suma la tarea de Publio Cornelio Escipión, elvencedor de Aníbal en Zama, y arrasa para siem­pre a Cartago. Roma termina la conquista delmundo mediterráneo. Sólo en Iberia las legionesencuentran una resistencia denodada por partede las tribus celtíberas. Como la otra, aquellaprimera guerra española abunda en episodiosheroicos. Ninguno excede la grandeza del asedioy destrucción de Numancia, la ciudad que resis­tió por más de quince años el embate de losejércitos imperiales y cuyas ruinas -descubiertasen 1860 y comenzadas a explorar en 1905 porAdolf Schuter- pueden verse en el municipiode Garay a siete kilómetros de Soria.Numancia fue la capital de los palendones

que habitaban en el extremo noreste de Casti­lla la Vieja y eran vecinos de los arévacos y losvaceos.En 195 la visitó el cónsul Marco PondoCatón. La fama de su valentía hizo al pretorSempronio Graco celebrar con ella un tratadode amistad. Cuando los numantinos se fortifica­ron al ver las intenciones de los romanos, Quin­to Fulvio Nobílior atacó la ciudad al mando desus legiones y de los elefantes, arqueros y hon-

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deros enviados por Masinisa, rey de Numidia, laactual Argelia.Vencido Nobílior, Marco Claudio Marcelo

sitió en vano a Numancia y pactó con sus habi­tantes en 149. Doce años más tarde los numan­tinos dieron asilo a los sobrevivientes de las gue­rrillas lusitanas que los romanos sólo habíanpodido reprimir asesinando a traición a su cau­dillo Viriato. Los invasores exigieron la entregade los refugiados. Numancia optó por la guerraaunque sólo tenía ocho mil hombres contra lostreinta y dos mil de Quinto Pompeyo.El cónsul intentó desviar el curso del río Due­

ro por donde se abastecían los sitiados. Los nu­mantinos lo impidieron. Tras negociar un ar­misticio secreto, Pompeyo fue destituido. Nu­mancia rechazó también a Marco Pompilio Lenay a Cayo Hostilio Mancino quien completamen­te derrotado escapó de noche. Lo degradaron yarrojaron desnudo ante la ciudad. Megara, elhombre que encabezaba la resistencia, se rehusóa participar en la humillación que sus propiossoldados infirieron a Mancino.Roma no había sufrido en ninguna otra cam­

paña más afrentas y estragos. La primera poten­cia del mundo se estrellaba ante un pueblo depastores y labradores al que por su heroísmoaños más tarde llamó Cicerón terror imperii.Se pensó que únicamente el destructor de Car­tago podría someter a Numancia. Escipión Emí­liano o Scipio Afrícanus Minor (185-129), elgeneral más culto y helenizado, discípulo de

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Polibio, mecenas de escritores como Terencio,poseía al lado de las virtudes militares hereda­das de su padre Pablo Emilio una integridadque le ganó el respeto de los iberos y dones po­líticos mediante los cuales hizo de Numidia unasemicolonia romana.A fines de 134 el nieto adoptivo de Scipio

Africanus Maior salió de Roma al mando decuatro mil tropas de élite para reunirse con lossesenta y seis mil soldados que estaban frente aNumancia. Iban con él los mejores oficiales jó­venes como Cayo Mario (155-86) y entre susaliados destacaba Yugurta (156-104), príncipede Numidia, nieto de Masinisa. [Veinticincoaños después Cayo Mario derrotará a Yugurta,rey de los númidas, que será ejecutado por susantiguos protectores. La historia está contadapor Salustio en ]ugurtha seu Bellum ]ugurthi­num.] En el séquito•de Escípíón figuraban tam­bién Polibio, Rutilio Rufo y Apiano, empleadospara escribir la crónica de su victoria.Escipión dispuso una nueva estrategia y una

nueva moral. Disciplinó a los soldados de línea,los obligó a vivir austeramente y a ejercitarseen las técnicas de la guerra; limitó la comida acarne asada y sustituyó las camas por lechos depaja; expulsó del campamento a mercaderes,prostitutas, cocineros, adivinos e histriones. Paraque el hambre lograse lo que no habían conse­guido las armas, estrechó el cerco, incendió lasprovisiones que juntaban los vaceos para los nu­mantinos, levantó un muro, estableció siete Ií-

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neas de trincheras en torno de la ciudad sitiada,puso en el río torres y vigas con puntas de hie­rro y sembró el fondo con estacas erizadas degarfios para cancelar toda posibilidad de quelos numantinos forzaran el asedio.El hambre y la epidemia devastaron a los cua­

tro mil numantinos que habían sobrevivido atantos años de guerra. Se lanzaban contra las po­siciones enemigas pero los romanos evitaban losenfrentamientos pues cuantos más sitiados hu­biera más pronto consumirían los víveres queaún almacenaban.Retógenes Carabina, uno de los dirigentes, lo­

gró la proeza de atravesar los baluartes imperia­les y fue a pedir ayuda a la ciudad de Lucía.Escipión destruyó a Lucía y mandó cortar lasmanos a quienes ayudaron a Retógenes.Cuando ya apenas se alimentaban de cuero co­

cido y carne de cadáveres, los numantinos en­viaron cuatro embajadores a ofrecer una pazhonorable. Escipión ordenó que se rindieran in­condicionalmente. Dispuestos a morir matando,los iberos rogaron a Escipión levantara el cercopara que se enfrentasen en batalla campal. Antesu negativa, incapaces de aceptar la esclavitud yla opresión, los numantinos resolvieron darsemuerte ellos mismos y destruir su propia ciudad.Teógenes, otro jefe de la resistencia, puso el

ejemplo que todos secundaron: prendió fuego asu casa y luego a su barrio, arrojó sus bienes auna hoguera, degolló a su familia, dio muerteen duelo a muchos de sus conciudadanos y por

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último se arrojó a las llamas. El gran triunfodel vencedor de Cartago se redujo a polvo puescuando pisó la ciudad vencida sólo halló cenizasy cadáveres por todas partes.En su continuación de la Crónica general de

España dice Ambrosio de Morales (1574)que elhistoriador hispánico no podría dar a Numanciauna gloria mayor que la otorgada por los cro­nistas romanos como Lucio Floro, quien lamen­tó su destrucción en estos términos: "[Gloria ati ciudad esforzada y la más venturosa en mediode tus mismas desventuras! Tú apiparaste fiel­mente a tus aliados; resististe por largos años alpueblo que tenía en su mano las fuerzas todasdel universo. Y cuando caíste al fin, vencida porel más grande de los generales, no le dejaste niun trofeo en que pudiera gozarse; ninguno detus hijos hubo de arrastrar las cadenas del cau­tiverio; como pobre que eras no pudieron ce­barse en tu botín los enemigos, porque hasta tusarmas fueron presa de las llamas: triunfaron node ti sino solamente de tu nombre."

II

Cuando en octubre de 1580Cervantes desembar­ca en España tiene treinta y tres años y quierever cumplida su vocación literaria. Tiempoatrás, en la academia del erasmista Juan Lópezde Hoyos, había despertado su pasión por la cul­tura humanística italiana y escrito sus primeros

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versos.No dejó de hacerlos durante la época queincluye su estancia en Italia, su participaciónheroica en Lepanto y el lustro de cautiverio enArgel. Entre 1581 y 1587, cuando se convierteen recaudador de aceite y trigo para la ArmadaInvencible, escribe unas treinta comedias. Seconservan dos: El trato de Argel y la que havenido a designarse como El cerco de N umanciay su autor llamó indistintamente La Numanciay La destrucción de N umancia. Se conocen lostítulos de "La gran Turquesa", "La batalla na­val", "La Jerusalén", "La Amaranta o la del ma­yo", "El bosque amoroso", "La única o La bi­zarra Arsinda", "La confusa", donde -afirma enel prólogo a Ocho comedias y ocho entremesesnuevos, nunca representados, volumen aparecidoen 1615 mientras se imprimía la segunda partedel Quijote- "me atreví a reducir las comediasa tres jornadas, de cinco que tenían; mostré o,por mejor decir, fui el primero que representaselas imaginaciones y los pensamientos escondidosdel alma, sacando figuras morales a teatro congeneral y gustoso aplauso de los oyentes; com­puse en este tiempo hasta veinte comedias otreinta, que todas ellas se recitaron sin que seles ofreciese ofrenda de pepinos ni otra cosaarrojadiza; corrieron su carrera sin silbos, gritasni barahúndas. Tuve otras cosas en qué ocupar­me; dejé la pluma y las comedias, y entró luegoel monstruo de la naturaleza, el gran Lope deVega, y alzóse con la monarquía cómica [... [",Se sabe que para componer sus obras inicia-

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les Cervantes tenía que cumplir plazos rara vezmayores de dos semanas y recibía en pago 40 du­cados (450 reales): veinte como anticipo, la otramitad al representarse la comedia. De acuerdocon Sturgis E. Leavitt, que estudió el mercadoteatral en la época de Alarcón, 500 reales akan­zaban para comprar aproximadamente 4 000 ki­los de carnero y 2 500 litros de vino.N umancia es, según se vea, la última obra pri­

mitiva o la primera moderna del teatro español.Para Marcelino Menéndez y Pelayo "ostentacierta épica grandeza, que retrae a la memoriala férrea poesía del viejo Esquilo en Los sietesobre Tebas. No sabemos si este arte confuso,vago y contradictorio hubiera podido llegar amadurez; pero es lo cierto que le ahogó en sudesarrollo el portentoso drama de Lope".Juan del Encina, Gil Vicente, Bartolomé To­

rres Naharro emancipan de la liturgia el espec­táculo teatral; Lope de Rueda sienta las basesde una dramaturgia nacional y popular; Juan dela Cueva descubre las posibilidades escénicas delRomancero; autores como Lupercio Leonardode Argensola y Cristóbal de Virués hacen trage­dias imitadas de la antigüedad grecolatina. Am­bas corrientes se funden y reconcilian por uninstante en Numancia: el teatro popular queCervantes llevará a su más alta expresión des­pués de 1600 en los Entremeses y el que siguelos lineamientos clásicos pero adaptados a unargumento nacional. Como Shakespeare, su con­temporáneo, Cervantes no se preocupa de la teo-

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ría y encuentra sus propias formas originales.Su obra es una tragedia impura que solo hastacierto punto ajusta con las palabras de Aristó­teles sobre el género: "representación en esti­lo deleitoso de una acción memorable y perfec­ta, de magnitud competente, recitando [esto es,diciendo y haciendo J cada una de las partes porsí, separadamente; y que no por modo de narra­ción, sino moviendo a compasión y terror, dis­pone a la modificación de estas pasiones."No describe la ruina de un gran hombre sino

la caída y ascenso de todo un pueblo. Utiliza lanarración y las figuras alegóricas como un anti­cipo de lo que Brecht llamará "distanciamien­to". Es una obra singularmente moderna en suconstrucción suelta, a base de cuadros, y perte­nece a un terreno "intermedio entre los génerosépico y trágico" (Cotarelo). Cuando el teatro serepresentaba sin escenografía y era para el oídomás que para la vista, Cervantes alterna la ver­sificación culta e italianizante y la española po­pular. Afirma Joaquín Casalduero: "El verso deCervantes no desdice comparado al de los otrosautores dramáticos del último tercio del sigloxvr, pero como quiera que Garcilaso y San Juande la Cruz, Herrera y Fray Luis León habíanhecho del verso un instrumento de tan alta ca­lidad, se comprende que el oído español se es­forzara en producir algo semejante en la Come­dia, y en esto como en tantas otras cosas fueLope el que había de triunfar y de imponerhasta fines del barroco un elevado nivel."

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Cervantes emplea redondillas al lado de lostercetos (la terza rima de Dante), metro propiode la poesía reflexiva y descriptiva, y octavasreales (la otava rima de Ariosto y Tasso), pro­pias de la épica, no de la literatura dramática,que Cervantes tal vez aprendió a usar leyendoLa Araucana (1569-89) y Os Lusiadas (1572).En estos versos de Alonso de Ercilla y Luís deCamo:s resuenan ya muchos pasajes de Nu­maneta:

Unos hienden por medio, otros barrenande parte a p·arte los airados pechos;por los muslos y cuerpo otros cercenan,otros miembro por miembro caen deshechos:los duros golpes todo el bosque atruenan,andando de ambas partes tan estrechosque vinieron algunos de impacientesa los brazos, a puños y a los dientes.

•Olha que dezassete LusitanosN este Outeiro subidos, se dejendemFortes, de quatrocentos Castelhanos,Que em derredor, pelos tomar, se estendem;Porém lago sentiram, com seus danos,Que nao só se defendem, mas ofendem.Dino feíto de ser, no mundo, eterno,Grande no tempo antigo e no moderno.

Escrita la Numancia entre 1581 y 1585 -1581según Cotarelo y Valledor; 1583 según Mora­tín- es contemporánea en España de la Intro-

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ducción al símbolo de la fe, Los nombres deCristo, La perfecta casada; en Francia de losprimeros ensayos de Montaigne; en Italia de laGerusalemme liberata y La cena de le ceneri, Ilcandelaio, De gl'heroici furori de Giordano Bru­no; en Inglaterra de Euphues and his Englandde John Lyly, Dejence of Poesy de Philip Sid­ney y tal vez de las primeras tragedias de Cris­topher Marlowe (Shakespeare no comenzaráhasta 1590 con Richard Iil y Henry VI).

III

En una interpretación literal Numancia es unaalegoría cristiana de la muerte como promesade vida eterna, una exaltación del destino his­tórico español, un elogio de la España imperialy una alabanza de sus hazañas guerreras. Nu­mancia cae pero de la semilla de heroísmo quesu muerte arroja en la tierra ibérica se levantaEspaña. El valor de los españoles/numantinoslos lleva a edificar un "imperio dichoso" que so­juzga a la misma Roma, mater et magistra detodas las tentativas imperiales. Así, en su exce­lente estudio sobre el Sentido y forma del teatrode Cervantes Casalduero insiste en que la alego­ría cristiana "es el sentido de la obra, sentido ín­timo y profundo que se expresa por medio dela lucha de Numancia contra Roma. Este con­flicto históricamente ha suplantado y deformadoel sentido de la obra, haciendo que el sacrificio

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numantino sirviera para sostener el patriotismoa lo siglo XIX. Pero Cervantes no podía preverque las ciudades españolas serían cercadas porel enemigo y que su ejemplo de virtud se par­ticularizaría en ejemplo de virtud patriótica. Afinales del primer Barroco, en la época en queCervantes escribe la Numancia, los españoleseran los que sitiaban, no los sitiados [... ] Esclaro que la España del siglo xtx y de todos lossiglos puede encontrar en esta obra una altalección inspiradora, pero el valor de los numan­tinos vencidos es una prefiguración en el senti­do cristiano del valor de la España vencedorade Cervantes [... ] No es un canto para alentara sitiados, sino para confirmar en su valor a si­tiadores, y en mi opinión nunca se insistirá bas­tante que éste es un sentido secundario".

Valéry dijo célebremente que no existe el ver­dadero sentido de un texto. Hay tantos comolectores y momentos históricos. A la luz delnuestro aparece una N umancia distinta de laque con tal inteligencia e incomparable sabi­duría leyó en 1951 mi maestro y amigo Casal­duero. No pretendo polemizar con él ni lo per"miten mis limitaciones: simplemente proponerotra lectura de Numancia, a partir de lo que entres líneas ha sintetizado Jean Cassou: "El pen­samiento de los siglos XVI y xvn se disimula. Essiempre ambiguo. Es preciso ver en lo que sedice una cosa distinta de lo que dice."Al volver de su cautiverio en Argel Cervantes

se encuentra con la España de la era que Amé-

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rico Castro llamó "la edad conflictiva". Ha caí­do definitivamente el mundo feudal. El perso­naje ya no es el caballero andante sino el pícaro,hijo de un mundo corrompido por el oro y laplata de América. Sevilla, capital mercantil delimperio, es la nueva Sodoma, no la nueva Romani la nueva Jerusalén que hubieran deseado losgrandes capitanes, los teólogos y moralistas dela Contrarreforma. Cuando a diecisiete añosde la apoteosis de Lepanto el espíritu caballe­resco y la sed de hazañas se hundan sin gloriaen el desastre de la Armada Invencible, la pica­resca se adueñará de la sociedad entera hastahacer de la realidad la fantasmagoría esperpén­tica por donde cumplirá su doliente peregrina­ción el Quijote.

Mientras tanto la guerra empobrece a una Es­paña que fue el único y verdadero melting pot,crisol multirracial en donde se fundieron Orien­te y Occidente. Pureza de sangre, honra, orto­doxia, muralla china contra las infecciones delmundo moderno son algunas de las locuras quehan ido drenando la fuerza y el impulso espa­ñoles hasta llevarlos al borde de un desengañoy una lamentación perdurables. Oro y plata deMéxico y Perú se consumen en destruir, impor­tar, pagar deudas. España es la intermediaria,la proveedora que con sus riquezas de ultramarda nacimiento al capitalismo sin saber hacersecapitalista. No hay industria, los oficios mueren.Los pobres tienen hambre. Los precios se handecuplicado. Los ricos gastan fortunas en el con-

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sumo suntuario. Dice un contemporáneo: "Espreciso que todo sea nuevo, hecho ayer, con elfin de usarlo hoy y tirarlo mañana" y añadefray Juan de los Ángeles: "[Los hombres están]cansados de las espadas [... ] Son muñecas, afe­minados, frágiles. Sin virtud ni naturaleza dehombres. Se arreglan y se pintan como mujeres,se hacen llevar en silla y se miran y componenante el espejo."El asombroso esfuerzo español parece agotado

al cumplirse un siglo desde que Aragón y Cas­tilla se unificaron en 1479. La jactancia de Le­panto conducirá a la catástrofe de la Invencible.Si no se hubiera concedido el monopolio a la oli­garquía sevillana, si la corrupción no hubiesellenado como vasos comunicantes todas las rela­ciones entre la metrópoli y las colonias, se hu­biera liberalizado el comercio y construido laflota necesaria para afianzar el imperio y hacerfrente a los corsarios de los países luteranos enaguas de América y a los ingleses en el Canal dela Mancha. En el mejor caso al español no leimporta la cuestión práctica de explotar racio­nalmente y defender sus inconcebibles dominios,de comerciar y acumular capital. Quiere ser he­roico antes que el desengaño y la corrupción ge­neralizada lo obliguen a convertirse en pillo. Nole inquieta perder la vida con tal de salvar suhonra y su alma.Aquí resalta la primera ambigüedad de Nu­

mancia: por una parte se ciñe a la idea estable­cida del valor de la honra y de una ultravida de

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la cual el paso por la tierra es sólo un prólogo;por otra, el discurso de Escipión contra las co­rrupciones de su ejército se dirige oblicuamente alos españoles. Parece decirnos: cada vez que digoromanos entiéndase españoles. No en balde Car­los Quinto se había coronado emperador del Sa­cro Imperio Romano que heredaba simbólica­mente el poder de los césares y lo aplicaba aldominio del mundo católico.Pero la Leyenda Negra ha querido escamotear

el hecho de que junto a la España conquistado­ra y oscurantista del xvr hay una España inte­lectual que defiende y formula muchas de lasideas más avanzadas del siglo. Juan de Marianadice que la autoridad real proviene de Dios, sí,pero por mediación del pueblo. Juan Luis Vivesseñala en 1526: "Nuestra avaricia y nuestra ma­lignidad han introducido hambre y carestía enla abundancia de la naturaleza y pobreza en lasriquezas de Dios." Y antes fray Alfonso de Cas­trillo en su Tratado de República (1521): "To­dos los hombres nacen iguales y libres; nadietiene derecho de mandar sobre otro, y todas lascosasdel mundo, por justicia natural, son comu­nes, siendo la violación de la ley natural y lainstitución de los patrimonios privados el ori­gen de todos los males."En Numancia las madres piden a sus hijos

decir que libres los engendraron y libres nacie­ron. Los numantinos toman colectivamente susdecisiones: la soberanía reside en el pueblo.Arrojan a la hoguera todas sus propiedades: sólo

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sirvieron "para ser quemadas" y no quieren quecon ellas el romano "pueda hacer ganancia".Para Cervantes como para Juan de Mariana

el régimen primitivo -bajo el cual viven los"bárbaros", los no romanizados numantinos­es la propiedad colectiva. Más tarde Don Qui­jote elegirá precisamente a los cabreros parahablarles de los hombres que vivían en la edadde oro y eran dichosos porque "ignoraban estasdos palabras: tuyo y mío. Eran en aquella santaedad todas las cosascomunes". Y en el otro grandiscurso de su obra maestra Cervantes definiráel objeto de las letras humanas: "poner en supunto la justicia distributiva y dar a cada unolo que es suyo, entender y hacer que las buenasleyes se guarden".Todas las ideas del momento se hallan en

circulación y en pugna en N umancia. Los nu­mantinos están deterministamente condenadospor los dioses y por. la superioridad tecnológicade los romanos. Sin embargo pueden ejercitarsu libre albedrío optando entre la esclavitud yel suicidio, entre salvar la vida o preservar elhonor. Como los primeros cristianos los numan­tinos al morir por su fe sacralizan el peor cri­men contra Dios: el suicidio. Pero mueren poruna fe terrenal y secular: la libertad:

Oh muros de esta ciudad,si podéis hablar decidy mil veces repetid:numantinos, libertad.

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En Cervantes, como en Vives, la guerra =ex­cepto aquella que se hace para resistir a los ti­ranos- es injusta por naturaleza. Como en Fran­cisco de Vitoria, Bartolomé de las Casas,Antonio de Guevara, la conquista es inmoral.El derecho del más fuerte es la violación de laesencia misma del derecho. El poder (Roma) esenemigo de la moral y de la libertad (Numan­cia) y se opone a la gloria (cristiana) que es larecompensa de los mártires y no el salario de losverdugos.

N umancia es la gran expresión poética y tea­tral" del pensamiento español del siglo xvr quereacciona contra la realpolitik definida por Ma­quiavelo. Pero lo es sobre todo de la corrienteanticolonialista que, a fines de 1511, inicia elsermón de fray Antonio de Montesinos en LaEspañola, catiliniaria contra la crueldad de losconquistadores y la atroz servidumbre a que es­taban sometidos los indios de las Antillas. Laprimera protesta ibérica en el Nuevo Mundo fueescuchada por fray Bartolomé de las Casasquien recibió de Montesinos el estímulo defini­tivo para cambiar su vida y ponerla al serviciode los naturales de América, los humillados yoprimidos por Europa. Fray Antonio de Gueva­ra dio forma literaria a este pensamiento en Elvillano del Danubio (1529).

El villano del Danubio es un capítulo que po­see valor en sí mismo del Relox de príncipes oLibro áureo del Gran emperador Marco Aurelioen que Guevara trabajó de 1518 a 1524. Se tra-

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ta en realidad de dos obras distintas en un tomo:el Relox ... es un manual que da normas deconducta para el rey cristiano en la manera deemplear su vida, gobernar su reino y portarsecon su familia. Defensa de la monarquía y de lafe católica amenazada por la Reforma, se anti­cipa a la reacción antimaquiavélica y es una ten­tativa de restaurar los valores éticos en el domi­nio de la política.Mucho más interesante es el Libro áureo, una

novela seudohistórica que Guevara hace pasarcomo traducción de un manuscrito florentinoperteneciente a Cosme de Médicis. Todo en éles apócrifo pues los Soliloquios de Marco Aure­lio no fueron impresos hasta 1559.Está lleno decitas falsas, autores imaginarios, personajes fa­bulosos, anécdotas inventadas. Por todo esto sele niega seriedad a Guevara sin caer en cuentaque el obispo de Guadix, cronista y secretariode Carlos Quinto es un narrador de ficciones aquien las "dificultades para escribir la verdad"obligan a emplear un disfraz histórico. Su téc­nica resulta absolutamente moderna y se parecea la que en nuestros días, aunque sin su inten­ción política, han empleado Borges y Nabokov.Es ésta la más actual entre todas las páginas

del escritor español que, junto con los autores deLa Celestina y el Amadís de Gaula, fue el másleído en la Europa de la primera mitad del xvry es inmediato precursor de Bacon y Montaigneen la creación del género ensayístico. La im­portancia de El villano del Danubio es triple:

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literaria, histórica y sobre todo política. Gueva­ra "es un escritor de primer orden, uno de losgrandes prosistas anteriores a Cervantes" (Me­néndez y Pelayo). "Su prosa, espléndida versiónrenacentista de lo que más adelante, a la mane­ra del barroco, hará Quevedo, contagia del de­leite, del goce mismo de escribir" (Sergio Fer-lnández). Históricamente Guevara reincorpora alacervo renacentista la idea de la edad de oro, elestado de naturaleza anterior a la historia. [Elcapítulo xxxr del libro primero es la fuente parael discurso del Quijote, aunque algunos autorescomo Enrique Tierno Galván afirman que estaevocación cervantina de Guevara tiene más bienuna intención paródica.] El villano o aldeanodel Danubio es un antecedente directo del BuenSalvaje rousseauniano, ya que Rousseau pudo ha­ber conocido la anécdota de Guevara a través dela fábula de La Fontaine inspirada en el mismotema.En términos políticos, El villano del Danubio

constituye, salvo el mejor parecer de los erudi­tos, el primer texto antiimperialista de la litera­tura española. No se limita a censurar abusos einiquidades de los conquistadores: impugna lanoción misma de conquista: "la codicia de to­mar bienes ajenos y la soberbia de mandar entierras extrañas", "la tiranía del que tiene mu­cho sobre el que tiene poco" y, como Las Casasen sus años finales, postula el derecho a la re­belión que poseen los colonizados, "porque nopuede ser cosa más justa que, pues os hicisteis

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tiranos por fuerza, os tornen esclavos por jus­iicia. . . podría ser, como que ahora nos tratáiscomo esclavos, algún día nos reconoceréis cornoseñores".En el momento de esplendor imperial, cuan­

do España impone sus leyes y sus armas almundo, Guevara presenta a Carlos Quinto eldiscurso del bárbaro ante el senado de Romapara que lea en ese espejo las. invectivas contrala podredumbre del poder y el dictamen sobre lavanidad final de todo triunfo logrado mediantela injusticia.Así pues, para decir lo que piensa, burlarse

de su amo y escapar de la Inquisición, Guevaraestablece el paralelismo: españoles/romanos, in­fieles/bárbaros, el sistema de astucias literariascapaces de encubrir el verdadero texto debajo deotro perfectamente aceptable para los hombresdel poder. El villano del Danubio es el antece­dente directo de Numancia. Cervantes debe dehaber leído a Guevara en la academia de Lópezde Hoyos junto con las obras de Garcilaso, He­redia, fray Luis de León y fray Luis de Grana­da, la Diana de Montemayor y la primera partede La Araucana, poema que a su vez elogia lacruzada conquistadora y defiende a los primeroshéroes de la resistencia chilena. Por lo demás,Guevara trata el terna de Nurnancia en sus Epís­tolas familiares.Considerada de esta manera, Numancia es

una condena del espíritu de conquista y del ge­nocidio en el continente americano y en Flan-

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des, donde la rebelión antiabsolutista había sidobrutalmente reprimida por el Duque de-Alba, yuna toma de posición ante los conflictos inter­nos de España: la guerra contra los comuneros(1520-21) y contra los moriscos (1568-70). Cervan­tes no defiende al imperio: toma claramente par­tido por los numantinos aunque para subrayar suhazaña y ser fiel a la historia dibuje a Escipiónen toda su grandeza. No hay, como apuntó MaxAub, en la literatura dramática de su tiempoobra que pueda compararse a esta de Cervantes:tragedia popular y nacional, exaltación del he­roísmo, el amor y la solidaridad, elogio del sa­crificio por los ideales de independencia y libe­ración. A lo que puede añadirse: condena delimperio que destruye la paz y la prosperidad delos países que toca su ambición. Roma convier­te en monstruos a sus víctimas, monstruos dolo­rosos capaces de matar a su mujer, a sus hijos,a sus compañeros de armas. La violencia de losoprimidos puede en muchas ocasiones ser horri­ble; pero es siempre el fruto de la violencia delos opresores.

Otro motivo de conjetura es preguntarse porqué Cervantes excluyó a Numancia de sus Ochocomedias ... , impresas cuando se acercaba lamuerte y el autor no quería dejar copias inco­rrectas llenas de enmiendas y alteraciones, yaque en el prólogo y en la "Adjunta al Parnaso"se refiere a Numancia con pudoroso entusiasmo.¿Fue por ser fiel al subtítulo de "nunca repre­sentados" o bien porque la trama secreta de la

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obra no escapó a la sagacidad de los inquisi-dores? ,El argumento más fuerte para apoyar esta lec­

tura de Numancia es como suele suceder el másobvio: descansa en el hecho indiscutible de quenunca en los cuatrocientos años posteriores a suescritura se ha representado Numancia para ser­vir a los intereses imperiales y totalitarios que,se supone, fue su intención celebrar. Por lo con­trario, invariablemente se ha llevado a escenadesde principios del xrx como un alegato en fa­vor de la libertad, de la lucha contra invasionesy tiranías. A pesar de los inmensos esfuerzosporcnmudecerla y desprestigiarla, N umancia no haperdido su potencialidad revolucionaria.

IV

Durante dos siglos Numancia desaparece de laescena española. El tema, no obstante, prosigueen obras menores como La numantina, poemaépico de Francisco Mosquera de Barnueva; Nu­rnancia cercada, comedia atribuida a Franciscode Rojas Zorrilla; Cerco y ruina de Numanciapor José López Sedano; Numancia destruida deIgnacio López de Ayala (1775).La primera edición de la obra cervantina, en

un mismo volumen con El trato de Argel y elViaje al Parnaso, la hace Antonio de Sancha en1784.Sancha imprimió un manuscrito de 54 fo-1ios, casi contemporáneo de Cervantes, con en-

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miendas de una mano distinta a la del copista.Imperaba el gusto neoclásico y Numancia fuemal recibida por los españoles "ilustrados". Has­ta Vicente García de la Huerta, comprometido ··en la rehabilitación de los siglos de oro, paradefender a Lope llamó a Numancia "ridícula ydigna del mayor desprecio" y a su autor "mor­daz, malévolo, inicuo, satírico, denigrador, envi­dioso y enemigo del mérito ajeno [que] escribióel Quijote sólo para satisfacer despiques perso­nales". Samaniego y Forner le contestaron perono lograron variar la corriente de la época.El mejor dramaturgo de entonces, Leandro

Fernández de Moratín, ante "la absoluta impo­sibilidad de conciliar sus principios con los míosacerca de la composición dramática", en sus Orí­genes del teatro español condenó a N umancia 'por apartarse del canon aristotélico: "La elec­ción del argumento en esta pieza es poco feliz:la destrucción de una ciudad con la de todos sushabitantes presta materia a la narración épicapero no es para el teatro. En él no se deben pre­sentar como objeto primario las empresas mili­tares sino las acciones y efectos heroicos; en todafábula escénica se promueve el interés concen­trándole; si se divide, se debilita. Cervantes cre­yó producir mayor efecto trágico poniendo a lavista muchas situaciones de calamidad y aflic-··ción y no advirtió que resultaría necesariamenteuna acción episódica dispersa y menuda. Lospersonajes fantásticos como el brujo la acabande echar a perder."

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Pero Cervantes ganó la batalla. Su pueblo re­descubrió a Numancia durante la invasión na­poleónica cuando, sitiado en Zaragoza por Mor­tier y Junot, el general José de Palafox la hizorepresentar para aliento de los campesinos y ar­tesanos que defendían la ciudad. En los añossiguientes a la Constitución de 1812 IsidoroMáiquez, el actor liberal amigo de Goya, lallevó a escena en el texto de Antonio Saviñón.Cuenta Mesonero Romanos que muchos parla­mentos de Numancia eran interrumpidos por losaplausos de un público que veía en ellos alusio­nes a circunstancias contemporáneas. Por esotras la restauración absolutista Numancia esconsiderada una obra subversiva y desaparece delos teatros españoles. Entre 1817 y 1838 se pu­blica cinco veces en Londres y en París pero enMadrid no vuelve a imprimirse completa hasta1864 en la edición que hizo Cayetano Rosellpara la Biblioteca Rivadeneyra.Numancia fue obra predilecta del movimien­

to romántico en Alemania, Francia e Inglaterra.Jean-Paul Richter escribió el primer elogio ex­tranjero en Vorsschule der Aesthetische (1805).El Barón de la Motte-Fouqué la tradujo cincoaños después precedida de un soneto de AugustWilhelm von Schlegel que la llamó "obra maes­tra del arte dramático". Su hermano Friedrichla consideró "divina" y justificó lo más criticadopor los españoles, la introducción de las figurasalegóricas, pues "representan casi lo que el coroen la tragedia griega, dirigen la acción y tem-

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plan el movimiento. . . Los héroes romanos apa­recen como instrumentos del destino. . . Hay unpatetismo espartano y todo individualismo sefunda en el sentimiento de la patria. . . El poe­ta ha enlazado la historia antigua con la épocaactual". Goethe contó a Humboldt que leer Nu­mancia le había producido "inmenso placer".Schopenhauer al terminarla redactó una extrañacuarteta:

El suicidio de todo un puebloaquí ha pintado Cervantes.¿Se rompe todo? Sólo nos quedavolver al origen de la Naturaleza.

Sismonde de Sismondi (De la littérature du midide l'Europe, 1813)comparó la Numancia con Lospersas y Prometeo encadenado y a Cervantes conEsquilo. Shelley dijo en una carta: "Pasada lasingular inocencia del primer acto, [la obra] co­menzó a gustarme y al fin me interesó en altogrado la potencia del escritor para excitar lásti­ma y admiración, en lo cual apenas conozco anadie que lo aventaje. Confieso que en este dra­ma hay poco de lo que se llama poesía, pero elimperio del idioma y la armonía de la versifica­ción resultan de tal manera grandes que unollega a figurarse que todo es poesía."A partir de la alemana de 1810 se multiplica­

ron las traducciones. Sin embargo en el ámbitode la lengua española la gloria del Quijote y suequívoca confesión de modestia en el Viaje del

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Parnaso ("Yo, que siempre trabajo y me desve­lo / por parecer que tengo de poeta / la gracia<tue no quiso darme el cielo... ") han hechoperdurable el desdén por toda la obra en versode Cervantes. Nada han logrado las reivindica­ciones de hombres como Menéndez y Pelayo,Adolfo de Castro y sobre todo Armando Cota­relo y Valledor en su extraordinario estudio Elteatro de Cervantes (1915), fuente indispensa­ble por sus juicios y por la enorme informaciónque concentra para todos los que se han ocupa­do del tema. A juicio de Cotarelo y ValledorNumancia "es la obra maestra de su teatro ...Páginas de imperecedera belleza formal. . . enlas cuales se acerca a los más grandes poetas cas­iellanos pese a cuantos pretenden negarle estapalma".Y Azorín apunta en 1935: "He vuelto a

leer la Numancia de Cervantes. He leído unaobra nueva, he leído una obra maravillosa. Novolvía de mi asombro, no me explicaba cómouna obra de tal naturaleza no es conocida, com­prendida, admirada por las gentes. Numancianos ofrece una mezcla primorosa, exquisita, delo real y lo alegórico. . . Hay en estas escenastragedia de un pueblo y tragedia individual. Sellega, en la primera, a lo más sublime que elgenio humano ha llegado; y se llega en la se­gunda a situaciones de tal hondura, de tal deli­cadeza, que .el lector se estremece todo. No sepuede ahondar más en el arte ni en la vida."En 1937el gran poeta Rafael Alberti la adap-

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ta para escenificarla en el épico Madrid rodea­do por los ejércitos de Franco. En el mismo añoJean-Louis Barrault la estrena en París. Numen­cia se convierte en símbolo militante de la re­sistencia mundial antifascista. En la versión enprosa de Robert Marrast y .André Reybaz se in­corpora al repertorio del Théatre Populaire, yBarrault vuelve a llevarla a escena en 1965, du­rante la guerra de Vietnam, en versión de JeanCau. Comentó Jean-Louis Bory: "Numancia con­serva su eterna actualidad. Los escipiones de hoy ··siguen usando la fuerza y el hambre para so­meter a los pueblos. Pero la opresión será ven­cida por los que saben decir 'no'. Numancia,hoy, sigue siendo emblema de la dignidad hu­mana.''Mientras en España se multiplican las versio­

nes (entre ellas las de Sánchez Castañer, 1949;Nicolás González Ruiz, 1956; Miguel Narros,1966)en Hispanoamérica no ha dejado de repre­sentarse en la segunda versión de Alberti, estre­nada por Margarita Xirgu en Montevideo(1943). Hasta donde llega nuestro falible cono­cimiento, ésta que va a leerse es la primera re­fundición hecha en nuestros países y por tantocon un punto de vista no europeo.La discusión sobre su mérito continúa. Para

citar sólo dos ejemplos ilustres, Alfonso Reyesopina en 1955: "La Numancia de Cervantes-cuyo héroe es el pueblo entero, y donde seanuncia lo que Jules Romains, en nuestros días.llama "unanimismo" - sólo se salva porque la

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ampara ante la posteridad el renombre del au­tor del Quijote."Por su parte, Luis Cernuda afirma en 1962:

"[Numancia es] excepcional y bellísima en nues­tro teatro [y Cervantes pone en labios de Espa­ña] uno de los mejores trozos líricos que com­puso; uno que no debía faltar en cualquier an­tología española."En una época que ha visto los horrores y el

heroísmo de Vietnam y los desastres de la gue­rra y el hambre en Biafra y en Bangladesh, Nu­mancia es todavía más actual que en los añostreinta. Habla a los condenados de la tierra paraimpulsarlos no al suicidio sino a la resistenciay la final victoria.

V

Esta versión se estrenó diecinueve días antes delgolpe militar en Chile, cuando nadie se imagi­naba el asesinato de Salvador Allende ni el fu­ror genocida de una represión que sólo admiteun paralelo al que los generales chilenos han de­jado muy atrás: las ejecuciones en masa de losobreros parisienses ordenadas por Thiers y porBismarck tras la derrota de la Comuna en 1871.Señaló el más lúcido observador de aquella épo­ca: "En la carnicería de París culminó la cons­piración de la clase dominante para aplastar larevolución por medio de una guerra civil mon­tada bajo el patrocinio del invasor extranjero."

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El director Manuel Montoro relató en una en­trevista con Olga Harmony: "Noche a noche losactores y yo fuimos testigos de reacciones del pú­blico, algunas muy extravertidas, que nos dejanla sensación de haber llegado a él muy direc­tamente. Como ejemplo, en la función del vier­nes 14 de septiembre, en la escena final en quela presencia de los romanos sobre los cuerposmuertos termina con un sordo y lento redoblede tambor, de entre el público, con los aplausos,surgió una voz joven gritando 'Viva Allen­de' ... El cerco de Numancia fue vigente enese mes de septiembre de 1973."Así, al publicar el texto de la representación

he querido inscribirlo junto con estas líneascomo el más modesto de los homenajes a la me­moria de Salvador Allende, y como una formade contribuir a que no se olvide esa fecha que-ha escrito Gabriel García Márquez- permane­cerá en la historia como algo que irremediable­mente nos ocurrió a todos los hombres de estetiempo y marca para siempre nuestras vidas.Tengo la absoluta certeza de que Cervantes hu­biera aprobado esta dedicatoria.

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BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA

RAFAEL ALBERTI: Numancia, versión modernizada, Bue­nos Aires: 1943. [No pude encontrar la "versiónactualizada" que se editó en Madrid en 1937. Ar­naldo Orfila Reynal, que la vio representar enton­ces, me dice que difiere en algunos puntos de laque se estrenó en Uruguay y se publicó en Ar­gentina.]

MAX AUB: Prólogo a El cerco de Numancia, México:1966.

JOAQUÍN CASALDUERO: Sentido y forma del teatro deCervantes, Madrid: 1951.

JEAN cxssou: Cervantes, un hombre, una época, LaHabana: 1966.

MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA: El cerco de Numan­cia. Ediciones manejadas: la que figura en lasObras completas a cargo de Ángel Valbuena Prat,Madrid: 1956; la de Afrodisio Aguado, Madrid:1957; la de Robert Marrast, Salamanca: 1974; lade Francisco Ynduráin, Madrid: 1963. El ingenio­so hidalgo Don Quijote de la Mancha, edición ynotas de Celina S. de Cortázar e Isaías Lerner,prólogo de Marcos A. Morínigo, Buenos Aires:1969.

ARMANDO COTARELO y VALLEDOR: El teatro de Cervan­tes, Madrid: 1915.

LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN: Orígenes del teatroespañol, Buenos Aires: 1946.

FRAY ANTONIO DE GUEVARA: "El villano del Danubio"en Libro áureo ... en Obras escogidas de filósofoseditadas por Adolfo de Castro, tomo XIX de la Bi-

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blioteca Rivadeneyra. [Una edición más accesibleaunque informal es la que hice anónimamentepara La Cultura en México, número 391, agosto 6de 1969.]

ROBERT MARRAST: Cervantes dramaturge, París: 195·7.Y su versión en prosa de Numance, en colabora­ción con André Reybaz, París: 1957.

FRANCISCO RUIZ RAMÓN: Historia del teatro español:desde sus orígenes hasta mil novecientos, Madrid:1967.

Entre las numerosas obras de consulta, que seríaexcesivo citar aquí en su totalidad, me fueron es­pecialmente útiles el tomo séptimo de la HistoriaUniversal Siglo xxr: La formación del imperio ro­mano: El mundo mediterráneo en la Edad anti­gua, m, volumen compilado por Pierre Grimal;Lecturas históricas españolas, antología de ClaudioSánchez Albornoz y Aurelio Viñas, segunda edi­ción revisada, Madrid: 1960; Antología de escri­tores políticos del siglo de oro, textos recogidos porPedro de Vega, introducción de E. T. G. [EnriqueTierno Galván], Madrid: 1966; El anticolonialis­mo europeo: desde Las Casas a Marx, selección deMarcel Merle y Roberto Mesa, Madrid: 1972.

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ELENCO

Esta versión de El cerco de Numancia fue estrenadael 24 de agosto de 1973 en la Sala Jiménez Ruedapor la Compañia Nacional de Teatro del InstitutoNacional de Bellas Artes y Literatura, con el siguien­te reparto: Escipión, Antonio Medellín; Yugurta,Blas García; Pregonero, Enrique Polo; Cayo Mario,Mauricio Davison; Legionario primero, Amado Zu­maya; Legionario segundo, Alfredo Rosas; Corabino,Ignacio Magaloni; Teógenes, Juan Felipe Preciado;España, Mercedes Pascual; Río Duero, César Castro;Marquino, Roberto Rivero; Leoncio, Valerio Garza;Morandro, Adalberto Parra; Sacerdote, Enrique Alar­cón; Cadáver, Humberto de la Rosa; Lira, MónicaSerna; Mujer de Teágenes, Graciela Orozco; Madreprimera, Tara Parra; Madre segunda, Alicia Quin­tos; Muchacha, Patricia Palacios; Madre tercera, Ma­ría Manzo; Niño primero, David Gasea; Muchacho,Juan Ignacio Orozco; Soldado numantino, Luis Ro­bles; Guerra, Socorro Avelar; Hambre, Maricruz Ná­jera; Enfermedad, Liza Willert; Niño segundo, RaúlDomingo; Viriato, Arturo Beristáin; Servio, Teodo­ro Leyva; Legionarios romanos, José Othón García,Fernando Gaxiola, Enrique Lama, Roberto Martínez,Armando Reyes; Habitantes de Numancia, EduardoBarrientos, Claudia Benee, Carlos Arturo Corona,Heriberto del Castillo, Raúl García, Miranda lbáñez,Juana Morales, Miguel Ángel Osuna, Marta ParraCruz, Sergio Souroujon; Niñas de Numancia, EdnaGabriela, Xenia Gasea. Dirección, Manuel Montoro;Escenografía y vestuario, Guillermo Barclay; Música,Mariano Ballesté; Asistente, Susana Osorio.

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El escenario se divide en dos partes: el campamen­to romano y la plaza de Numancia. El campamentose halla situado ante los muros grises de la ciudad.Lo integran la tienda de Escipión, los pendones (quellevan como rasgo principal las águilas del imperio),catapultas, ballestas, torres de madera empleadas enel asedio.La plaza tiene varias entradas practicables y está

al pie de la muralla, en situación inversa al cam­pamento. El ideal escenográfico sería la plataformagiratoria. Otra de las posibles soluciones es hacercorredizas las murallas de modo que, cuando el cam­pament,o quede en la oscuridad, se abran y concen­tren la acción en la plaza. Por supuesto la obra pue­de ser representada al aire libre, en un sitio quepermita el establecimiento de dos áreas bien diferen­ciadas y sin embargo interdependientes.La acción sucede en el año 133 antes de Cristo.

PRIMER ACTO

Al abrirse el telón es de noche. Se ilumina elcampamento romano. Silencio absoluto. Escipiánsale de su tienda. Yugurta lo sigue. Observan lasmurallas de Numancia que parecen desiertas.Dan algunos pasos. Se detienen.

ESCIPIÓN:Esta difícil y sangrienta empresaque el Imperio romano me ha encargadopide toda mi fuerza y mi destrezay me mantiene insomne y angustiado.Una guerra sin gloria ni grandezay que tantos romanos ha costado¿quién no estará deseoso de acabarlay no tendrá temor de renovarla?

YUGURTA:

Sólo, Escipión, quien tiene la venturay el valor nunca visto que en ti encierras;pues con ella y con él Roma asegurala victoria y conquista de estas tierras.

ESCIPIÓN:Pero hay que transformar, por lo que veo,la actitud del ejército presenteque olvidado de gloria y de trofeoyace corrupto, ciego e indolente.Esto sólo pretendo, esto deseo:

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