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    L P I N T U R

    DE O S C R

    DOM INCUEZ

    P R

    Oscar Domnguez llega a Pars, procedente de su Tenerife natal ,

    el ao

    1927

    Segn testimonio oral

    y

    fidedigno de s u amigo Ruiz

    Alvarez, Domnguez no ha manejado los pinceles con anterioridad

    a esa fecha. Pertenece, sin embargo, a una familia con gustos ar -

    tsticos. Cuenta Westerdahl que su padre, don Antonio Domn-

    guez, praona muy conocida en la Isla, mezclaba su s aficiones pic-

    tricas con colecciones de momias guanches, de mariposas

    y

    obje-

    tos curiosos comerciante en gran escala, dispona de medios para

    construi r a la orilla del Atlntico, en su propiedad de Guayonje,

    una casa con ribetes

    de

    castillo, casi inaccesible, donde apartarse

    de la humanidad de cuando en cuando.

    Ms que en esta romntica residencia, la familia Domnguez

    sola vivir en la de Tacoronte; pero e l nacimiento de Oscar acaeci

    en La Laguna, el 7 de enero de 1906 Su infancia transcurri en tre

    Tacoronte, La Laguna

    y

    Guayonje. Era un nio impresionable

    callado; a consecuencia de un accidente, se pas sin hablar un ao

    entero. Su pensamiento segua misteriosos derroteros, mientras

    su cuerpo se desarrollaba h ast a lo atltico. Acaso se consideraba

    directo sucesor de aquellos guanches cuyas momias haba visto

    tantas veces. Las curiosidades que don Antonio coleccionaba, las

    mariposas encendidas, debieron de penetrar profundamente en su

    imaginacin, porque aletean en sus obras hasta su muerte. Algo

    de su misterio

    y

    de su color han quedado en el ar te de ese eterno

    nio

    nio terrible, pero nio siempre, que fu Oscar Dominguez.

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    Aparentemente, su vida transcurr a como la de cualquier nifio

    de la clase media acomodada. Cuando lleg a los diez aos, ingres

    en el Instituto de Segunda Enseanza de La Laguna. Er a un mu-

    chacho un tanto salvaje, independiente, que rechazaba senderos

    trillados

    y pareceres ajenos. Sin embargo, terminado el Bachille-

    rato, pareca que hubiera de seguir los negocios de su padre; el

    mismo don Antonio lo crea as cuando tuvo la idea de enviarlo a

    Francia, para cuidarse de la exportacin de pltanos, como repre-

    sentante del comercio familiar. Acaso pens liberarlo de la socie-

    dad islea que l mismo rehua'en Guayonje, abrir una vlvula de

    escape a su personalidad irreductible, enmascarar

    la

    monotona del

    trabajo con apariencias de aventura. No

    se figur b

    probablemente

    que esa vlvula era insuficiente

    y

    que al calor de Pars todo sal-

    4. c... - .-

    1 ..: ..

    a r l a PUL ~

    a i sc

    En efecto, a Oscar el comercio le interesaba poco o nada. Nunca

    tuvo una idea clara de lo que sea el dinero, ni para gastarlo, ni para

    prestarlo, ni para pdirlo. La idea de la propiedad, fundamental n

    un comerciante, absorbente en un rico, nunca lleg a preocuparle.

    l

    dedicarse a vender pitanos, por muy ai por mayor que fuera,

    no le pareca, a sus veinte aos, una actividad apasionante: un tra-

    bajo burocrtico ms, con el inconveniente de que la familia es un

    jefe ms exigente que un lejano ministro,

    un

    jefe que exige trabajo,

    regularidad, cuentas. Oscar no se vea con paciencia de hormiga;

    a los veinte aos se senta

    un

    coloso, tanto ms cuanto que su pre-

    sencia fsica causaba cierta sensacin en los cafs de Montpar-

    nasse. Nunca hubiera pensado que aquel aire salvaje, que en su

    ciudad natal era un defecto ridculo, pudiera ser un mrito en la

    capital del mundo civilizado. El guanche resultaba extico

    n

    los bulevares; y ese exotismo era una puerta abierta al triunfo,

    a la fama, en una sociedad vida de sensaciones nuevas. Nada m&

    fcil para Dominguez que ser canario; ni despus de est ar ausente

    treinta aos de Tenerife haba perdido el acento. En el fondo, como

    en 'la forma, era un isleo.

    Cuando el hijo del acomodado comerciante decide dar

    un

    pun-

    tapi al comercio, Pars

    s

    lo est dando a la cultura anterior. Do-

    mhguez encuentra Montparnasse, el barrio artstico de la poca,

    en las llamas de una enorme subversicin. Menos hubiera infludo n

    8

    NU RIO DE ESTUDIOS TL NTICOS

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    Retrato de scm

    Domnguez poi Izis. Publicado

    en el

    atdlogo

    de l

    Exposiciiiri

    I-Inmeriaje

    celebratia en rt G ~ l p r i ~

    reuzewult

    le Pars n 1959.

    con r x i * . i ~ l c i

    pstumo.

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    LA

    PINTURA DE OSCAR DOMiNGLFEZ

    su vida una revolucin poltica, aunque hubiera talado sus plata-

    nares, quemado los barcos. En Montparnasse se encuentra con que

    no slo su aspecto fsico, la mirada tr iste y los hombros formida-

    bles del gorila le da ventajas, sino que sus rarezas mentales, su

    anticonformismo se adaptan a maravilla a la mentalidad de los ms

    fuertes. Embriaguez de una sociedad de iconoclastas: su satisfac-

    cin de ver en otros sus mismas ansias destructoras hace oficio

    de doctrina, su modo de destruir toma caracteres de estilo. E l mo-

    vimiento "Dad", reaccin insolente contra las superestructuras

    de la civilizacin europea, puestas en crisis por la Gran Guerra,

    se disuelve en

    1922;

    pero deja

    un

    sucesor, un movimiento no slo

    artstico-literario, sino filosfico y moral: el Superrealismo. Do-

    mnguez se adhiere con entusiasmo.

    El primer "Manifeste

    Si~r. isxe"

    h

    side p:Uk i~~.&~

    Pars por el poeta Andr Bretn dos aos antes de la llegada de

    Oscar. Pero en Pars las modas artsticas y filos6ficas tienen vida

    ms larga (ms dura, como dicen los franceses) que las costureras.

    Cuando el joven canario desembarca en el bulevar de Montpar-

    nasse, el manifiest~

    rrece

    recic pl?h ic~Ge,s di~te0;; e zrdor

    de la novedad, se acepta con el fanatismo de un partido. La Galera

    de Pierre Loeb ha organizado en

    1925

    una exposicin superrealis-

    ta; figuran en el catlogo arti stas procedentes del dadasmo,

    como

    Jean Arp, Max Ernst, Man Ray

    y

    Giorgio de Chirico. En primera

    fila, como siempre, Picasso y Mir. Pierre Roy pinta meticulosos

    bodegones, a los que da un aire monumental la adjuncin de

    un

    castillo del tamao de un paquete de tabaco. Andr Masson pro-

    pugna un intuicionismo que rechaza reglas artsticas y morales.

    Las consecuencias de esta exposicin, que causa escndalo, no se

    huta esperar; e

    6

    de

    ara

    d

    926 s i~~augurana galera ex-

    clusivamente dedicada al nuevo estilo.

    El

    Superrealismo ha triun-

    fado.

    Cul es el objeto del superrealismo? Sera difcil decirlo en

    muchas palabras con ms razn en pocas. Movimiento, como bue-

    n

    parte

    de

    los dei ar te contemporneo, mas que puramente pls-

    tico, literario, plantea, segn la frase de Maurice Raynal, "el prin-

    cipio

    de

    una ruptura entre l a objetividad realista y las fuentes de

    la conciencia". "En el dominio de la conciencia es donde

    se

    descu-

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    brirn los elementos de una nueva realidad, sea dejndose guiar

    por la interpretacin de los sueos, por las sugerencias del sub-

    consciente o por muy distintas asociaciones de ideas provocadas

    por el azar, a condicin de que no hayan sido escogidas por la in-

    tuicin que se pretende lgica

    M.

    Raynal: La ointure Moderne.

    Skira, 1953). El fin del superrealismo, as concebido, parece ms

    cientfico que artstico; no pretende deleitar, ni representar, sino

    descubrir. E l estudio de las teoras de Sigrnund F'reud sobre la

    libido no es ajeno a sus tareas. Recordemos hasta qu punto ha

    inspirado la obra, tan calculadamente paranoica, de un Salvador

    Dali.

    Tales objetivos comprenden, sin embargo, la invencin de pro-

    a

    cedimientos artsticos que rompan con los anteriores. Si somos ju-

    gtlptes de

    zpariemias asociaciones de imgenes no denunciare-

    mos nuestra extraeza ni nuestra bsqueda de asociaciones nuevas

    empleando procedimientos tradicionales. Tal ha sido, sin embar-

    2

    go, el camino elegido por Pierre Roy, por Ren Magritte, por Paul

    S

    Delvaux, que tratan de expresar la nueva realidad por medio de

    je tes represent~dos g h las reglas del claroscuro

    y

    la p r s -

    pectiva acadmicos, con detallismo fotogrfico, si bien agrupados

    de modo incongruente. Las deformaciones del citado Dali no im-

    m

    piden que siga una concepcin igualmente acadmica, y hasta mu-

    seal, muy influida por Leonardo de Vinci, el manierismo italiano

    y francs, y los caprichos de Call'ot y los barrocos. Otros emplean,

    como Ray o Ernst, la fotografa o el grabado al acero para lograr

    esas imgenes imprevistas. Max Ernst, al empkar para sus colla-

    ges grabados del Fin de Siglo, da a sus composiciones un tonillo

    muy germnico, potico y cido a la vez, de un romanticismo al

    .

    reves idneu ij2l.a

    corIbatfr cor tra

    fvtiches

    ~j~ indn~e

    10s

    propios fetiches.

    Pero Domnguez, de formacin ms espontnea, menos refinada,

    no seguir este camino.

    Para

    l

    como para otros, ia expresin

    cie

    ia noveaad

    exige iii6

    todos totalmente nuevos. Est de acuerdo con quienes quieren in-

    ventar lenguajes originales para expresar ideas originales. Eso

    buscan Mir, Picasso-aunque nunca haya sido un verdadero su-

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    LA PINTUR

    DE

    OSCAR

    DOMfNGVEZ

    pkrrealista-, Erns t en sus dibujos y pinturas, Chirico. Este pin-

    tor italiano ha seducido, con su estilo "metafsico", a un joven bre-

    tn, Yves Tanguy, que crea mundos vrgenes, como de nubes, de

    guijarros y cantos, de conchas y membranas en proliferacin; uni-

    verso viscoso, como de goma, inflado, detalladamente inhumano,

    Suavsimas veladuras y degradaciones de color dan a sus nubes,

    a sus mundos inhabitados,

    un

    angustioso encanto-en general, ms

    de orden mental que de pura belleza pictrica-. Oscar Dominguez

    se

    sent ir atra do por este ar te de Tanguy. Pero lo que en el bretn

    es meloda etrea, sensibilidad vaca, en el tinerfeo ser natura-

    leza en erupi rn , Teides de espuma y terremoto, de lava y de fuego.

    El nuevo pintor, sin ncoras escolares que arrastrar, contri-

    buye a las bsquedas tcnicas con una contribucin original, que

    l n h a a h i n r fn l i i u o r n n f r a lnr m 6 n intnrncontno nnxrodnrnc 1 30 2 nin-

    A

    A U - '* U b U L U & . I L U A V 1 A A U U * I . . , I A U U W I A U V U A V . U U V L I U U

    r---

    tura contempornea el procedimiento llamado calcomania. Con

    ello, el azar absoluto se introduce hasta la superficie pintada, lo-

    grando una especie de acabado perfecto que slo la casualidad

    puede producir. Si cubrimos, al tuntn, una superficie de tonos

    m~ ticdes, bier hmeUcs

    y

    pastcscs, y wp icumcs scbre e & Una

    hoja blanca, pasando luego la mano por encima repetidas veces en

    una u ot ra direccin, apretando ms o menos, veremos al arrancar

    el p a p l complicadsimas huellas producidas por la adherencia de

    los pigmentos, miles y miles de celdillas, puntos, comas, gotitas,

    que se juntan formando refinados jaspes, carcomidas rocas, made-

    ras descompuestas, conchas, lavas

    y

    carbones. Basta luego, para

    que el azar no sea total, que el a rti sta emplee su sentido del color

    y de la composicin, su imaginacin y su habilidad, cubriendo

    unas

    partes, recortando otras, subrayando las de ms all.. para lograr

    S

    2 ---L l - - -- - 3- -ll -'----

    --?1.7--7--

    u a rruuu ue exu u r uirrario paisaje iurlar, ue ueuislrrras caliuaues,

    Aclaremos que el estudio de las calidades de la superficie del

    cuadro, iniciado en nuestro siglo por los cubistas, es an otra coca.

    En las calcomanas de Domnguez, cuando se habla de calidad, s

    emplea la palabra a la manera que la entendan los clsicos, de imi-

    tacion ilusionista de los brillos y tonos de la Naturaleza. Este sis-

    tema, que ha sido empleado por muchos artistas y no es ajeno

    ciertas bsquedas de la reciente manera esttica conocida por "Art

    Autre", pudo ser inspirado por la casualidad-una hoja de papl

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    JULIN

    GALLEGO

    awyada inadvertidamente sobre una pintura-o por el recuerdo

    de

    las calcomanas infantiles; en todo caso Dominguez es-y en

    esto, para que no

    s

    nos pueda acusar de chauvinismo al atri-

    burselo, sigo

    a

    Maurice Raynal en la admirable obra ya citada-

    quien despus de haber extendido sobre una superficie tonos cuya

    eleccin ha sido llevada por el mero azar, la cubrir, varias veces

    s i es preciso, de una hoja blanca que recoger, modificados por la

    presiln o los movimientos de la mano, calcos imprevistos

    y

    car-

    gados de misteriosas significaciones . No se debe, pues, atribuir,

    como algunos han hecho, a Max Erns t, este procedimiento, aunque

    est en relacin con sus frottages . En realidad, Dominguez parte

    de la tcnica del monotipo , que luego aplicar incluso al lienzo,

    conservando esas calidades asombrosas de figuracin ilusionista:

    casi imposible sera imitar con tal exactitud la roca, la piedra, por

    mtodos racionales.

    El Surrealismo sigui en plena actividad hasta la guerra de

    Espaa. Un gran amigo de Domnguez, el poeta Paul Eluard, con-

    tinu empleando, casi hasta la actualidad, el lenguaje superrrea-

    l i a h ni in r i~ n o tr i ~l ar i r l a i i ~aR n n l wa t rn n a i s

    l n s m a v n r n s nrw-

    *UIIU,

    y..

    y ** * U

    V.U---W-V I.

    Y

    U..M. *V

    =.. -Y,

    * Y

    *I*IJ . . Y

    r -

    tas de la generacin de 1927 son superrealistas. En la prosa sobre-

    sale Ramn Gmez de la Serna, nexo de unin muy activo entre

    Par s y Madrid, y cuyo papel en la cultura espaola contempornea

    no se ha valorado todava como lo merece. esta generacin per-

    tenece Oscar Dominguez. La siguiente h a sido marcada por el su-

    prr eal ismo; buena parte de los art ista s aformales de que tanto

    se habla hoy han sido superrealistas antes que tachistas ; s u

    deificacin del azar en la elaboracin del lienzo no es menos super-

    realista que sus anteriores maneras detalladas y figurativas. n

    A:

    --:--.a-

    ....

    : 4

    ...Al .

    1 1 u r . a ~ ~a u l a b b e b15 ucu

    VICIUU

    G A ~ ~ I L I U I L C U B U L J ~ ~C a l l i 3 L a 3 IU DUIU

    de los maestros del primer momento-Magritte, Dal, &c.-, sino

    de otros que los han seguido

    :

    Leonor Fini, Stanislas Lepri, Roberto

    Matta, Wifredo

    Lam,

    Ern st Fuchs y tantos ms, y esa esttica est

    ya tan aceptada que se emplea en manifestaciones destinadas al

    .,ran pUbljc , como ballet, cfiie escapai-a Lt..

    a

    xposi ioii

    e

    pstuma de pinturas de Oscar Dominguez, presentada recientemen-

    te por la Galera Creuzevault, una de las ms importantes de Pars,

    en homenaje al pintor tinerfeo, conoci as una real repercusin.

    ANUARIO E ESTUDIOS ATLANTICO

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    scar

    Dom1nguez. Pintura.

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    LA

    PINTURA

    DE

    OSC R

    DOMfNGlJEZ

    7

    Pero cuando el joven recin llegado de la Isla lo conoce en 1927,

    el Superrealismo se encuentra en plena juventud, en total des-

    acuerdo con la opinin general. No ser en

    1927

    cuando la radio

    invitar a Andr Masson, como en nuestro tiempo, a dar charlas

    sobre ese movimiento, sin el ms leve estremecimiento de los ra-

    dioyentes. Son tiempos de discusin, de lucha. n 1927 exponen

    sucesivamente Arp, Tanguy, Ernst. Bretn sigue dando a la im-

    prenta panfletos y manifiestos, y Max Ernst, tambin escritor, pu-

    blica su

    l luj%rde

    ien

    cabezas,

    novela

    a

    la que aplica el mismo

    procedimiento de yuxtaposicin que emplea en sus collages de

    viejos grabados. Dali y Buuel crean, en esos

    aos

    las imgenes

    ms inslitas de toda l a historia del cine. Estos dos jvenes espa-

    oles no retroceden ante la grosera, ante la irreverencia, ante la

    ~~e idad . . .h ZEg d9-su ,p&e", film J J ~ EC~ ,rai?, parece

    esteticista a su lado. Cuando

    se

    lanza, el artista espaol, con su

    brutalidad, con su sentido directo, llega hasta lo ms hondo-o se

    ahoga..

    . .

    Tal

    es

    el carcter del superrealismo de Dominguez en

    esa poca. Sealemos que a poco de vivir Oscar en Pars se suicida

    un pintor cle origen ~efa~dit-espaid

    asciii, sspeeidista ei

    temws

    de corrompida delicadeza. Hasta el suicidio es considerado una

    subversin ms. No olvidamos que el Dad se ha clausurado con

    los tiros del poeta Cravan en su conferencia sobre el suicidio. Do-

    minguez ha arrastrado hasta

    1957

    esas ideas, causa de su lamen-

    table, desastrosa muerte.

    Como

    ya

    hemos indicado, lo sexual desempea un papel de pro-

    tagonista en la aventura del Surrealismo. La Gran Guerra ha tra i-

    do como consecuencia la licencia de las costumbres. Los surrealis-

    ta s son, a veces, verdaderos libertinos , en el sentido que el si-

    glo xvm aplica

    a

    esta palabra. Indudable es que la vida sexual deel

    art ist a influye en su obra; y ms s i es un surrealista. Seria, empero,

    ridculo reducir todo- a lo libidinoso y buscar en todos los cuadros,

    como si fueran charadas o acertijos para nios perversos, la silue-

    ta del buitre de Ereud. Harto se ha dicho de la vida de Domnguez

    en este aspecto. Pero ni me parece discreto propalar esas hablillas

    sobre

    sus

    amores-nunca de posible y severa comprobacin-, ni

    lo creo indispensable para comprender su pintura. La obra del ar-

    tista es

    un

    trabajo de creacin, de fecundacin, durante el cual

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    todas sus facultades reproductoras se trasladan al cerebro, a los

    ojos, a la mano que sostiene los pinceles. Lo que l ha querido

    transmitirnos no es la ancdota, sino el cuadro. El recuerdo de la

    exacerbada sexualidad de Domnguez permanece en l a memoria de

    quienes lo tra taron en unin del de su gran bondad. Todos parecen

    de acuerdo en admitir que bajo las escamas y los fuegos del dra-

    gn lata un sensible coraz6n humano.

    Oscar Dominguez fu el nio mimado de esa generacin civili-

    zada en exceso. Se celebraban sus gracias, se rean sus chocarre-

    ras. Como ha escrito Gonzlez Ruano, era el brbaro seducido

    por la cultura, el aldeano en e festn de los decadentes ... Tenia

    violencias, salidas de tono, de quien s ahoga en el papel que le

    han asignado. You tau ght me language; and my profit on't s,

    k m wIiow

    io

    curse..

    .

    hubiera pociido ciecir Oscar, con ei Caiibn

    de Shakespeare. En esas boutades intervena el alcohol. Domfn-

    =

    guez beba mucho, como un suicida, cantidades increlbles y dia-

    E

    ria s que le tenan en un continuo marasmo , dice Gonzlez Ruano,

    =

    que fu amigo suyo. A si mismo se aplicaba el nombre de viejo

    caimn . Hay que apuntar, y es muy importante, que Domnguez

    en los ltimos aos estaba enfermo, de una enfermedad defor-

    mante de los huesos (acromegalia, s i no me engao) que l l q a dar

    a su cabeza el aspecto de una enorbe mscara de danza ritual,

    mientras retorca los huesos de sus manos. Perdido por los corre-

    E

    dores de esa libertad negativa que el superrealismo le haba dado,

    sin tener que dar cuentas a nadie, abatido por la enfermedad y el

    alcohol, insatisfecho de su vida y de su obra, solo entre la sociedad

    como cabe es tar solo en Paris, quien ya de nio era retra do y hui-

    dizo, Oscar Dominguez, a pesar de los esfuerzos de quienes le esti-

    man, pondr fin a sus das con la ms siniestra, la ms imperti-

    nente

    de

    sus bromas. Pero no adelantemos acontecimientos.

    ~om ng uez a sido durante veinte aos uno de los ms famosos

    pintores de la Escuela de Par is ; ha expuesto en numerosas ocasio-

    nes. Acuda puntualmente a los Salones anuales de Independien--

    tes, Superindependientes y de Otoo,

    y

    luego al Saln de Mayo;

    ste le dedic un homenaje p5stumo en 1958. En Paris h a expuesto

    en las Galeras Louis Carr y Hentchel, y, en los itinos aos, en

    124

    ANUARIO E ESTUDIOS ATLANTICOS.

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    las galeras "de Fi-ance" (1950), Drouant-David (1953), Diderot

    (1956) y Rive Gauche (1957). La Hugo Gallery de Nueva York

    haba presentado s us cuadros en 1945. En Bruselas lo expusieron

    la Galera Apollo (en 1949 y 1950) y el Gran Palacio de Bellas

    Artes. Haba enviado sus obras a Inglaterra, Gnova y Checoslo-

    vaquia, que haban organizado exposiciones.

    e

    olvida frecuente-

    mente, al hablar de Dominguez, que trabaj mucho. Qu ms cabe

    decir de un pintor? Que cas con una joven estudiante del ~imos n ,

    Maud Bonneaud; se divorciaron en 1952, sin hijos.

    En los ltimos aos, el pintor pas varias temporadas en sana-

    torios, tratando de desintoxicarse del alcohol; pero el vicio lo ven-

    ca luego. Viva de ordinario en Pars, en el Montparnasse que

    descubriera en 1927, preso de una poca ya pasada, de un brillo ya

    pasado. Tena dos talleres, uno en el propio Bulevar de Montpar-

    nasse, otro en el nmero 23 de la calle Campagne Premiere, desde

    cuyas ventanas

    s

    vea, a vista de pjaro, el cementerio donde esta

    enterrado Pascin. Cuentan que, para no verlo, tabic las ventanas

    y

    pint otro cementerio encima de ellas. La suciedad y el desorden

    ms absoluto reinaban en estos nidos de papeles, ropa sucia, pin-

    celes y cuadros. Marie Laure de Noailles lo invit a su casa de

    Hieres, en la Costa Azul; all el pintor pareca revivir, tomaba el

    sol, daba de comer a las gallinas, volva a ser el pintor de a n t a ;

    su ltima exposicin, de 1957, parece realizada en un instante

    de

    optimismo. Ser el~ltimo.Ese invierno organiza, para sus amis-

    tades, la postrer "boutade"; siempre les iba anunciando que iba a

    morir

    y

    nadie le crea. El 31 de diciembre, mientras los dems estn

    celebrando el cambio del ao, Dominguez se encierra en su piso de

    Campagne Premiere s corta las venas con una cuchilla de afei-

    ta r, con aquella cuchilla que tena un prestigio superrealista desde

    que Dal y Buuel la esgrimieron, en "Le chien andalou", contra

    un ojo desnudo, contra la sensibilidad de sus contemporneos.

    ;Triste Comnguez, solo, sin valor para iniciar un Ao Nuevo

    La

    noticia rebota por la radio, por la prensa, entre balances y augurios

    felices. sus amigos comienzan 1958 acompandolo hasta ese

    cementerio de Montparnasse que pareca hipnotizarlo.

    No se conocen causas concretas de esa muerte lamentable. La

    idea del suicidio persegua desde haca tiempo al pintor.

    as

    muer-

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    16/23

    tes de Pascin, del Conde del Palmar, le haban impresionado, sin

    duda. Sus bromas macabras indicaban una autntica preocupacin;

    u superrealista est siempre dispuesto a ir hasta el final de sus

    obsesiones. Cmo saber por qu se mat, si anunci su muerte a

    los amigos ntimos en un tono de broma que imposibilitaba darle

    crdito? Envejecimiento, soledad, desesperacin, alcoholismo, en-

    fermedad, neurastenia, penas de amor, temor de no ser el pintor

    que l quera.. quin sabe? : Dios, sin duda, que conoce todo lo

    bueno y lo malo que haba en este espritu presa de un cuerpo.

    Acaso estaba ya cansado de todo,

    y

    en especial de ser considerado

    como un ((picassiano . Hay que reconocer que su fama ya no era

    lo que fue. El artista tiene antenas infinitamente sensibles a estas

    variaciones. Dominguez se pas un cuarto de siglo buscando

    u

    estiio propio, nuevo, que no recordase el de ninguno. l no come-

    guirlo, hizo, desde las brumas del alcoholismo, un arrebatado ba-

    lance.

    Se han sealado, en efecto, varias influencias en la pintura de

    Oscar Domnguez: la de Marc Chagall, que personalmente no se me

    alcanza; la de Chirico, en especial a travs de Tanguy; la de

    Max

    Ernst, que es probablemente recproca; las de Dal y Picasso.

    La

    ms evidente es la de este ltimo, Don Pablo, como parece que lo

    llamaba Dominguez, de quien fu amigo y consejero.

    Y

    sin embargo, en su pluralidad de estilos, tenia un estilo. Una

    de las mayores paradojas de este ser contradictorio, bueno y malo,

    querido y olvidado, amable

    e

    insolente, es la unidad en la variedad.

    Desde sus temas a lo Tanguy de 1938 hasta los un tanto Ernst

    de 1957. pasando por las fases picassianas: ya desde hoy aprecia-

    mos una sola personalidad bajo diversos disfraces. La composi-

    cin es clara, de siempre explicable arabesco, aun en las imgenes

    ms superrealistas. Los planos se definen,

    se

    acusan, como en u

    escenario de teatro. A esta impresin teatral contribuye una insis-

    tente equivalencia de lo interno y lo externo

    que

    le

    hace repre-

    s=tar casas abiertas, como de muecas, cuartos sin paredes,

    pe

    netrados de paisaje. Espirales de pintura, como troncos secciona-

    dos de un bosque petrificado, marcando sus-vetas , su s tonos con-

    cntricos, aparecen en sus primeras obras y en las ltimas.

    Las

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    18/23

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    19/23

    calidades rocosas, logradas primero por paciente y lamida labor,

    se conseguirn luego ;por el procedimiento de l a calcomana, pero

    seguirn existiendo. En realidad, y e s curioso, se t ra ta de una pin-

    tu ra optimista. Otra cualidad de Dominguez es l a de ser verdadero

    pintor, de sentir la pintura como un medio propio de expresin y

    de placer, aun siendo superrealista ; no abundan los autnticos pin-

    tores en esa escuela. Los ms son cre ad ora de imaginera potica-

    Dominguez h a empleado el polptico, es decir l a composicin for-

    mada de cuadros pequefios reunidos. Tenia

    un

    gran sentido de los

    contras tes en claro-oscuro.

    De

    su labor se ha comentado sobre todo-

    lo menos personal, sus tauromaquias picassianas. Fu famoso por

    lo que no lo mereca y se olvidaron sus verdaderos mritos.

    W W ~ W937, Eemr-gueu se onmnlcr~oV r ~n*- i m sg=prrpa iym~

    tcnica insistente y fria , a l a manera de Tanguy; pero lo que en s te

    es estatismo, es en Dominguez, como ya hemos sealado, movi-

    miento de fallas y de estratos. Emplea tonos parduscos y tcnica

    exhaustiva y desagradablemente lamida, como es costumbre de

    - - - - - l_ lI_

    _ _ _ _ _

    A _ > --

    Y _ ^ ^

    L I 1-

    :-a--..--: .

    IIIUUUWS S U ~ ~ L L ~ ~ ~ ~ S L S L S .A ~ U

    m s

    ~ a ~ u t :S awb e u ~ u

    uuucuu

    de Picasso. En 1945 Domnguez pinta figuras chapeadas o desnu-

    das, de largos cuellos y aspecto desesperadamente plkstico.

    k mi juicio, la poca mejor e s hacia 1950. Dominguez logra en

    ella, repetidamente, un estilo muy personal, de enorme finura y dis-

    tincin. Los tonos son claros y mates. s contornos estn en blan-

    co, dejando ver una cinta de la tela de fondo, sobre la que hay,

    trazada a pluma, una rayita de tin ta china. Los temas son de inte-

    riores deliciosos-como el del gramfono-, algn gato, toros

    y

    caballos de largo cuello. Dominio del arabesco. Alegra reposada.

    En 1952 pinta una de las obras ms bellas,

    La

    Batalla , donde

    los recuerdos de los dos Pablos, Uccello y Picasso, abren camino

    a un personal empuje, a

    u

    bellsimo ritmo, a una fuerza delicada

    pero intensa del rojo

    y

    el ocre.

    En

    1953 emplea con aficin la s macu-

    1-4. - - -

    ----

    : e

    -..,.

    --...,l...-

    -

    - .- ;-

    ......

    a .

    ..,.

    a L u i t ~ G ~ L L U U L ~ ~ L L U D

    uc

    L a y a u a a p a L a u u c l l L c LUIL

    ~ L U L

    a U

    LUL

    tono, producen paisajes de ensueiio, colosos de raro magnetismo,

    escenarios simultneos y gatos embrujados. Como no conviene con-

    fiar en la memoria, reviso mis notas sobre esa exposicin ( Goya ,

    nmero

    2

    y veo

    que

    al explicar la dcalcomanie digo que, era

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    esa exposicin, Donlnguez ordena esas manchas, las cubre en

    parte con una espesa capa de pintura negra, azul elctrico, gris

    verde, que representa un cielo que recorta as las agujas de unos

    montes seleniticos, un mar en que extraos peces fasforescentes

    pasean entre algas, o un edificio por entre cuyas columnas o a tra-

    vs de cuyas ventanas se ven extraordinarias iluminaciones mul-

    ticolores.. En sus ltimos cuadros.. no le-importa cubrir la mayor

    parte de sus cristalizaciones y vegetaciones extraas, por orde-

    narlas y darles una lgica y una cohesin. Pintura con mucho de

    surrealista, justamente por la rareza de su materia creadora, su-

    perficial a menudo, tiene siempre un encanto poStico que hace olvi-

    dar la inestabilidad de la forma .

    Hacia

    1955

    a bsqueda se orienta hacia

    las

    formas abultadas,

    pintadas de colores muy vivos, azules, rojos Ms adelante, en

    las obras pintadas en HyGres, se aprecia una especie de calma.

    Mi afn de objetividad, y no de subjetivismo, me obliga a citar mi

    comentario a la exposicin de 1957 en la Galera Rive Gauche

    ('P%vrn n mnnr\ C 91 nn1 ;f in nAn A-

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    21/23

    Oscar Domingiiee. La l iher tn

    1957

    150 X

    100

    cm. . a lWh Rive Gauche

    Pars

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    22/23

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    23/23

    LA

    PINTUR DE OSC R

    D O M ~ N G U ~

    13

    de autorretrato? Quiso vengarse de su personaje famoso, del sal-

    vaje que encanta

    a

    los civilizados? Mostr

    as

    su cansancio

    del

    mundo

    y

    de los dems?

    Le

    clown , con su vulgaridad voluntaria,

    con su mueca agresiva, parece hoy-ya tarde-cargado

    de pre-

    sagios.