HACINADOS
Ya era difcil hasta dormir, pegar un ojo se haba vuelto una cosa de
vida o muerte. En el aire se senta la adrenalina, la desconfianza,
la ausencia de ley.
El que era llamado Toro haba muerto hace unos das, slo quedaban
cinco. Cuntos eran al principio? Difcil saberlo. Adems el hambre
nublaba sus sentidos, inhiba su capacidad para recordar y estaba
aniquilando su capacidad de discernir ahora mismo.
Cuntos eran al principio?
La panza le hizo ruido, los prpados le pesaban. Estaba obscuro, las
puertas estaran cerradas. Calculaba que haba pasado ya un tiempo
largo desde la ltima vez que les haban trado comida. Fue despus de
que ese llamado Toro haba muerto, haba sido degollado a
mordiscones. Pero ya estaran por traer la comida.
Ahora estaban cada uno de los cinco lo ms alejado posible, tratando
de no dormirse.
Inclusive ya entes de lo del llamado Toro haban habido problemas.
Cuando pasaban cerca y se rozaban se armaban disputas feroces que
terminaban con sangre. Ya entonces la comida era poca, ya entonces
haca mucho que no salan de esa penumbra que los encerraba. Ya
entonces el espacio era tan poco que era difcil defecar sin que la
hediondez inundara el lugar. Ya entonces haba heces y orn por todo
el lugar.
Cuntos eran al principio?
No lo recordaba. Pero tampoco poda dedicarle mucho tiempo a eso, un
momento que se distrajera poda ser fatal. Y sin embargo ella senta
la necesidad de recordar. De volver a ver en su cabeza las imgenes
de antes de este encierro. Pero ahora era todo penumbra en una
mezcla repulsiva con olor a sangre, materia fecal, orn, sucio,
podrido. Claro, podrido, olor a carne podrida. Lo poco que haba
quedado de ese que llamaban Toro, no porque nadie lo comiera, sino
porque ya sus dientes no daban para arrancar todo, se haba
podrido.
Le pareci escuchar un ruido,qued expectante mirando hacia el lugar
por donde entraba un hilo de luz. Los otros cuatro hicieron lo
propio y se sinti un murmullo agnico.
Antes no sola ser as, pero ella cada vez lo recordaba menos. Haca
un esfuerzo por retener ese recuerdo, pero una fuerza tan invisible
como implacable se lo iba arrebatando de a grandes trozos. Antes no
sola ser as, cmo era antes?
El ruido desapareci tan pronto como haba aparecido, junto con la
esperanza de ingerir algo y calmar el dolor de estmago. La hendija
de luz segua all inmutable.
Le pareca una eternidad desde la ltima ves que haban trado comida.
Volvi a apoyar su cabeza sobre el suelo lleno de excremento, ya no
haba lugar limpio, y trat de recordar lo de aquel al que llamaban
Toro.
Inclusive le pareca recordar que ella tambin haba proferido
mordiscos, que ella tambin se haba alimentado. Pero el hambre
nublaba su entendimiento.
Ahora eran cinco, cinco enemigos, y antes cuntos eran? Qu difcil
saberlo. Seran siete u ocho?
Los prpados se le cerraban. Levant la cabeza un poco para divisar
la posicin de los otros. Los msculos del cuello, que apenas
respondan, le dolieron. Los otros cuatro estaban tirados, inmviles,
estaran vivos a esta altura? Lo estara ella?
En la imagen del ms cercano encontr un recuerdo. Difuso se catapult
a su cabeza y la llen de imgenes sensoriales. Algo de verde, algo
de juego. Record el sol. Se vio corriendo por la tierra con ese de
ms cerca.
Luego, en su recuerdo, los otros aparecieron y jugaban, saltaban
por encima de ella, proferan algunos suaves mordiscos y ladraban
jugando. Recordaba felicidad. Tambin apareci ese al que llamaban
Toro, l estaba all jugando. Sinti un ladrido ms fuerte y grave. Su
madre los llamaba. Claro! Eran todos hermanos! Corrieron hacia las
tetas y succionaron con fuerza saciando dulcemente el hambre.
Entreabri los ojos, estaban con lgrimas, estaban agotados. Estaba
todo obscuro.
Aun senta el olor a tierra mojada y primavera cuando sus ojos
comenzaron a acostumbrarse a la penumbra. Los cerr una vez ms y al
abrirlos le pareci adivinar las cuatro siluetas de sus hermanos,
recortadas burdamente en la penumbra, con movimientos casi
imperceptibles, acercndose hacia ella. No tuvo fuerzas para
levantar su cabeza.
Cerr los ojos nuevamente y volvi a ese lugar al aire libre, con sus
hermanos, con su madre. S, estaban jugando. Los otros cachorros se
acercaron ladrando, sus pequeas bocas, sus pequeos dientes, todo
presto al juego.
Sinti un mordisco. Luego sinti que su muslo se desgarraba. El calor
de la sangre reg su pata trasera. Con la ltima fuerza que le
quedaba apret los prpados para volver a ese lugar verde.
Sus hermanos jugaban con ella y mordan de mentiras con sus pequeas
bocas. A lo lejos, ese al que llamaban Toro los miraba echado en el
suelo.
Poco a poco todo se fue nublando, se fue perdiendo. La imagen
comenz a irse. Una obscuridad triste la rebals. Todo comenz a
apagarse.
S, ahora poda contar, ahora lo saba, haban sido seis.
Eran seis.
En algn lado seguiran siendo seis.
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