DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGA.
LA EXTRACCIN PREHISPNICA DE RECURSOS MINERALES EN EL INTERNODO QUILLAGUA-COSTA, DESIERTO DE ATACAMA.
MEMORIA PARA OPTAR AL TTULO DE ARQUELOGO.
Estudiante: Lic. Jos F. Blanco
Profesor gua: Dra. Isabel Cartajena
2013
NDICE GENERAL Pgina
1. INTRODUCCIN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 12. ANTECEDENTES. PREHISTORIA Y GEOGRAFA DEL REA DE ESTUDIO 6 2.1 Nodo I: El Oasis de Quillagua 7 2.2 Internodo: La depresin intermedia y la cordillera de la costa 11 2.3 Nodo II: La Costa 153. MARCO TERICO 18 3.1 Las fuentes tericas del enfoque internodal 23 3.2 El enfoque internodal, expectativas arqueolgicas regionales y el caso de estudio 27 3.3 Los modelos regionales de movilidad, aprovisionamiento ltico y minera. 304. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN 345. METODOLOGA 35 5.1 Mtodos de prospeccin 35 5.2 Mtodos de relevamiento de los sitios extractivos 35
5.2.1 Relevamiento espacial 365.2.2 Excavacin 365.2.3 Recoleccin superficial 37
5.3 Mtodos de laboratorio 376. RESULTADOS 38 6.1 Sitios detectados en el internodo Quillagua-Costa 38 6.2 TQ01 Mina prehispnica 45
6.2.1 La espacialidad de la mina y sus extracciones 456.2.2 Materiales culturales y sus asociaciones espaciales 536.2.3 Estratigrafa, materiales culturales y temporalidad 606.2.4 El material extrado, sobre geologa y qumica 656.2.5. Nota experimental 68
6.3 TQ02 Paskana-Taller 686.3.1 Caractersticas espaciales del sitio 686.3.2 Materiales culturales y sus asociaciones espaciales 726.3.3 Estratigrafa, materiales y temporalidad 756.3.4 El material extrado y sus caractersticas 78
7. DISCUSIN Y CONCLUSIONES 79 7.1 Relaciones prehistricas e hiptesis para el uso del Yeso de TQ01 80
7.1.1 Uso arquitectnico 817.1.2 Uso como material funerario 847.1.3 Uso para pintura corporal 887.1.4 Consumo humano de sedimentos (Geofagia) 897.1.5 Algunas otras posibilidades 93
7.2 Los atributos de TQ02 y sus referentes regionales 957.2.1 Instrumentos de labranza y minera 957.2.2 Acerca de Geoglifos 99
7.3 Los estudios internodales, modelos regionales y nuestros casos de estudio 1028. SNTESIS 1149. AGRADECIMIENTOS 12010. NOTAS 12111. BIBLIOGRAFA 125
NDICE DE FIGURAS Pgina
Figura 1. Esquema de vas de movilidad del desierto bajo de Atacama en una perspectiva internodal 5Figura 2. Imgenes satelitales y vista area del paisaje de Quillagua 7Figura 3. Componentes lticos del formativo de Quillagua 10Figura 4. Vista general de la va Quillagua-Tocopilla, kilmetro 20 12Figura 5. Va de circulacin Tocopilla-Quillagua (TQ), variante Caleta Huamn 13Figura 6. Paisaje y perfil altitudinal Costa-Quillagua por va TQ, variante Caleta Huamn 14Figura 7. Cementerio de tmulos, sur de Caleta Huamn 15Figura 8. Cementerio de tmulos en Punta Urcu 16Figura 9. Vista de la costa en Aguada de Mamilla y detalle sitio posiblemente Arcaico Tardo 17Figura 10. Modelo de movilidad y agentes para el formativo en tierras bajas 31Figura 11. Modelo de aprovisionamiento para matrices lticas 32Figura 12. Marco terico y modelo tecnolgico para el anlisis de minera 33Figura 13. Imagen satelital de la distribucin de sitios detectados en la va TQ 42Figura 14. Geoglifos en TQ07 43Figura 15. Una tumba en TQ13 44Figura 16. Una estructura con cajita de TQ15 44Figura 17. Vistas satelitales de la ubicacin del sitio TQ01 46Figura 18. Vistas generales de la Mina TQ01 47Figura 19. Levantamiento topogrfico general de la mina TQ01 48Figura 20. rea total de las extracciones, por sector 49Figura 21. Fotos de tipos de pique minero en TQ01 50Figura 22. Frecuencia de extracciones por tipo y sector 51Figura 23. Medias y desviaciones para rea por tipo de extraccin 51Figura 24. Extraccin colmatada por evento de lluvia 52Figura 25. Sectores de la mina por tipo de extraccin y rea 53Figura 26. Material arqueolgico por asociacin y sector 54Figura 27. Frecuencia relativa por materialidad, mina TQ01 55Figura 28. Frecuencias absolutas por materialidad y sector 55Figura 29. Frecuencias relativas por materialidad y sector 56Figura 30. Martillos lticos asociados a las extracciones mineras 56Figura 31. Cach de martillo y "picota" 57Figura 32. Abundancia relativa (MNI) de las especies de moluscos en el sitio TQ01 58Figura 33. Tipos de huellas en concha, ubicacin y cantidad, por especie 58Figura 34. Instrumento sobre concha de Choro 59Figura 35. Ejemplos de micro-astillamiento en borde terminal de conchas de choro 59Figura 36. Ejemplo de micro-astillamiento en borde terminal de concha de loco 60Figura 37. Secuencia de excavacin del pozo de sondeo en TQ01 61Figura 38. Micro fotografas de materiales pequeos recuperados en TQ01 62Figura 39. Estratigrafa y fechas de TQ01 63Figura 40. Distribucin de materiales por capa en TQ01, E50 64Figura 41. Martillos lticos recuperados en estratigrafa, TQ01 64Figura 42. Fotografa de un corte en perfil del material extrado y su ganga 65Figura 43. Muestra de material obtenido de TQ01 para anlisis qumicos y mecnicos 66Figura 44. Espectro RAMAN de la muestra de TQ01 67Figura 45. Foto satelital y varias vistas de TQ02, Paskana-Taller 69Figura 46. Motivos rupestres en el sitio TQ02 70Figura 47. Levantamiento topogrfico general del sitio TQ02 71Figura 48. Frecuencias generales de instrumentos lticos por tipo en TQ02 72Figura 49. Ejemplos de preformas de palas lticas recuperadas en TQ02 72Figura 50. Posible instrumento para despeje de geoglifos, TQ02 73
NDICE DE FIGURAS Pgina
Figura 51. Ejemplo de hacha tallada, TQ02 74Figura 52. Fragmentos cermicos superficiales de TQ02 74Figura 53. Secuencia de excavacin pozo sondeo, TQ02 76Figura 54. Micro fotografa de materiales pequeos de TQ02 77Figura 55. Estratigrafa, fecha y posicin relativa de punta de proyectil de E1, TQ02 77Figura 56. Punta de proyectil recuperada en estratigrafa de TQ02 78Figura 57. Micro fotografa de un corte fresco de la materia prima de TQ02 78Figura 58. Ejemplo de muro con argamasa y resto de piso-sello, Ca-H 42 82Figura 59. Cuerpos de Los Canastos, segn Santoro et al. (2012) 85Figura 60. Ejemplo de momia Chinchorro de Patillos. Museo Regional de Iquique 87Figura 61. Ejemplos de figurina Chinchorro, Punta Patillos, segn Santoro et al. (2012: 643) 87Figura 62. Ejemplos de paquetes de tierra comestible Ecuador, segn Guinea (2006: 326) 91Figura 63. Palas del Formativo Temprano-Medio 96Figura 64. Palas lticas del Perodo Formativo Medio en adelante 97Figura 65. Ejemplo de hacha ltica enmangada, de San Pedro de Atacama 98Figura 66. Rombos escalerados en TQ07 99Figura 67. Paneles con cruces simtricas y sus asociaciones, TQ07 101Figura 68. Mina variante Caleta Urcu 109Figura 69. Comparacin de los sitios extractivos de TQ con Salazar y Salinas (2008) 110Figura 70. Modelo grfico de las reas de explotacin costera para nuestra rea de estudio 113
NDICE DE TABLAS Pgina
Tabla 1. Sitios arqueolgicos relevados en la va de circulacin Tocopilla-Quillagua 39Tabla 2. Descripcin numrica de espacialidad y asociaciones materiales en TQ01, por sector 49Tabla 3. Fechas radiocarbnicas de TQ01 62Tabla 4. Composicin de la muestra de TQ01 segn mtodo pXRF 67Tabla 5. Componente cermico superficial de TQ02 75Tabla 6. Fecha radiocarbnica de E1, TQ02 77Tabla 7. Composicin de la muestra de TQ02, segn mtodo pXRF 79Tabla 8. Ajuste de los casos de estudio con el modelo de Pimentel et al. (2011) 104Tabla 9. Los registros extractivos de TQ versus las variables de Pimentel et al. (2011) 108
ANEXOS Pgina
I Ejemplos de fichas de registro. III Metodologa Anlisis Ltico Proyecto FONDECYT 1090762 IVIII Planos topogrficos de los sitios TQ01 y TQ02. IXIV Informe de Anlisis Malacolgico, Flores (2012ms). XIXV Materiales malacolgicos recoleccin superficial, TQ01. XXXVVI Inventario materiales lticos superficiales TQ01 (topografa, recoleccin). XLIIIVII Inventario materiales lticos superficiales TQ02 (topografa, recoleccin). XLVIVIII Materiales recuperados en excavacin-sondeos. XLVIIIIX Relatos de viaje L
Cae la arena imperceptible,
infatigable Y mientras cada grano aprieta
su aterido tiempo en mi silencio, un viento viejo viene desde los conchales a sollozar la oscura sed de los desiertos.1
Tengo el desierto y el mar en mis distancias,
(honduras de misterio y lejana) mezcla de arena y mar.2
Este es el rudo mar del Norte,
el que acaricia la soledad de sus desiertos.3 1. INTRODUCCIN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Fue durante la dcada de 1970 cuando los primeros trabajos arqueolgicos
trataron acerca de la movilidad, trfico e interaccin en el desierto de Atacama
(Nez 1976a y Nez y Dillehay 1979), abriendo una importante va de
investigacin para la comprensin de los modos de vida y procesos sociales de las
poblaciones prehistricas que florecieron en el desierto ms seco del mundo.
Estos estudios, con un fuerte componente ecolgico, se integraron a una
problemtica ms amplia cuyo eje central fue la complementariedad intra e inter
regional evidenciada con claridad a partir de los estudios de la Etnohistoria andina
(Murra 1972 [2002]).
Posteriormente, se han presentado en la regin nuevas aproximaciones, en
los que se ha insistido en el valor del examen de casos de vas y contextos de
movilidad asociados a ellas (Berenguer 1994, 2004, Nielsen 2006, Pimentel et al.
2007, Pimentel et al. 2010, 2011 y Pimentel 2012); relevancia ampliamente
demostrada por la entrega de nueva y sustancial informacin para la composicin
de una imagen ms precisa de las redes de interaccin y movilidad prehistricas
del sur de los Andes. Pero, an con todo lo avanzado, resta por ser descrita la
mayor parte de los sitios y la materialidad de los caminos del desierto, e incluso,
precisar los tipos de ocupacin asociados a ellos.
De stos recientes estudios, ha derivado en un afn integrador, la
perspectiva arqueolgica de investigacin internodal, como ha sido propuesta por
1
Berenguer (2004) e implementada por Nielsen (2006) para los Andes
circumpuneos. ste autor, tomando en cuenta nuevas fuentes tericas y a la
geografa humana, plantea diferencias conceptuales y metodolgicas con los
estudios de asentamiento ms tradicionales. Es el espacio entre los puntos de una
red de interaccin, o internodos, el que focaliza la atencin de esta perspectiva.
Notablemente, esta propuesta ha enunciado dos tipos generales de
ocupacin esperables en las rutas de movilidad entre lugares: las de trnsito y las
extractivas (Nielsen 2006: 35), con una subdivisin de stas ltimas segn la
duracin de su ocupacin, en temporarias y transitorias o de corto y mediano
plazo, respectivamente (Op. cit.: 43). Estas premisas tericas bsicas se han
demostrado tiles para la investigacin en los casos en que se ha empleado (Op.
cit., Nielsen et al. 2010), pero para el caso de las ocupaciones extractivas, que son
las que nos interesa discutir, solamente se han documentado en detalle ejemplos
para la primera sub-variedad, extractiva-temporaria, en las lagunas altoandinas del
Arroyo Huayllajara, Bolivia (Nielsen 2006 y Nielsen et al. 2010).
Para Atacama, los trabajos existentes muestran bastantes registros de
trnsito, pero slo hay escasos indicios para discutir ocupaciones extractivas en
sus espacios internodales. El nico ejemplo que conocemos lo constituye el
campamento minero Chu-2 (Nez et al 2003), ocho estructuras con ocupacin
directamente asociadas a huellas caravaneras, en el distrito minero de
Chuquicamata. Slo recientemente se ha postulado explcitamente la injerencia de
los enclaves mineros en relacin a las vas de movilidad (Nez 2006:215).
Pero, en realidad, ninguna de las potenciales actividades vinculadas al
trfico y movilidad en la vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, la regin
atacamea, ha sido enunciada como extractiva, refirindose directamente a los
estudios internodales (sensu Nielsen 2006, Nielsen et al. 2010, Nielsen 2011),
anlisis que creemos de sumo inters para descubrir las relaciones entre ambas
actividades. Por el momento, sobre esta base general, avanzaremos en delinear
nuestro problema de investigacin y su aplicacin especfica al estudio de los
internodos del desierto bajo de Atacama. Realizaremos una discusin crtica ms
adelante, en el Captulo 3, Marco Terico.
2
La propuesta de los estudios internodales incluye, en referencia a la
vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, Atacama y Tarapac, la
existencia de tres regiones nodales: 1) Pica-Tarapac, 2) Loa Superior y 3) Oasis
de Atacama (Nielsen 2006: 34 y 51). Debe tenerse en cuenta que si bien el
esquema internodal ha operado, hasta ahora, dentro de una escala analtica
regional, puede funcionar tambin en escalas menores (Berenguer 2004, Nielsen
2006: 34).
Respecto de este esquema regional, es llamativo que se haya omitido el rol
nodal de la Costa y del Loa Medio e Inferior, aun cuando existen abundantes vas
de circulacin que conectan entre estos lugares, siendo por otra parte- bien
conocida la evidencia de productos costeros en tierras altas, desde muy temprano
en la prehistoria, lo cual justific ampliamente su discusin desde la dcada de los
setenta en adelante (Nez 1975, Nez y Dillehay 1979, Nez et al. 2007, entre
otros). Seguramente debido a esto, esta propuesta geogrfica ha sido ampliada y
precisada por Nielsen (2011:85-7), dando cabida dentro del esquema a la
existencia de regiones ecolgicas como los valles bajos y la Costa.
Dentro de esta actualizacin, la Costa es calificada como una regin tipo
IIb, o sea Poblaciones dispersas con economas especializadas de base martima
sobre el litoral del ocano Pacfico; en tanto el Loa inferior correspondera a
valles bajos del Desierto de Atacama, regin tipo III o internodo que se
caracteriza como: Sin poblacin permanente, improductivas, como las lagunas
Altoandinas o el desierto absoluto, ms all de Atacama. (Nielsen 2011: 86).
Pero en el Loa inferior hubo lugares con poblacin permanente y
productiva, notablemente Quillagua y Ancachi. Tomando esto en consideracin,
creemos pertinente tomar a la Costa y al Loa inferior como nodos dentro del
esquema, independientemente de la escala que se trate, y consecuentemente,
emprender el estudio de sus internodos. Pretendemos, en este trabajo,
ejemplificar la aplicacin de la perspectiva de investigacin internodal, con
especial referencia a las ocupaciones extractivas.
La relacin del Loa inferior con la Costa es, justamente, uno de los temas
en estudio por el proyecto FONDECYT 10907624, para cuya exploracin se ha
3
realizado un completo relevamiento de las vas de circulacin entre Caleta Hueln
y Quillagua, existiendo ejemplos del estudio de conexiones similares a travs de la
Pampa El Toco (Cases et al. 2008, Pimentel et al. 2010 y 2011, Blanco et al.
2010). Este trabajo agregar nuevos datos al estudio de esta relacin.
De las localidades en el Desierto bajo, o Depresin Intermedia, que
funcionaron tradicionalmente como nexos entre Tierras altas y Costa, Quillagua
fue la principal localidad articuladora de complementariedad, con conexiones con
Tarapac y Atacama, desde el perodo Formativo en adelante (Gallardo et al.
1993, Agero et al. 1997, 1999, 2006, Agero y Cases 2004). Como veremos ms
adelante, este Oasis fue tan importante, que puede notarse en su ergologa -a
travs de casi toda la secuencia prehistrica- relaciones alternativamente ms
fuertes con distintas esferas de interaccin, tanto Atacama como Tarapac5. Este
slo nodo relacion a localidades y regiones dispersas en ms de 200 kilmetros
cuadrados de Desierto: Chacance, Aldea San Salvador, Calama, el Loa superior y
el ro Salado, las quebradas de Guatacondo y Man y una amplia franja de Costa
entre la desembocadura del Loa y Cobija (Caletas Hueln, Huachn, Punta
Arenas, Urcu, Huamn, Punta Paquica, Aguada de Mamilla, Tocopilla, Punta
Blanca) se cuentan entre las principales (ver tambin Carrasco et al. 2003 y
Odone 1995). La siguiente imagen (Figura 1) presenta grficamente su rol
conectivo en lo que es evidente a partir del examen de imgenes satelitales de las
improntas de las vas y huellas en la regin, adems de las conocidas a travs de
proyectos anteriores. Los crculos grandes son nodos principales y los ms
pequeos, secundarios. Las rutas en rojo corresponden a los trabajos del proyecto
FONDECYT 1090762, las verdes a las del FONDECYT 1110702, las anaranjadas
al proyecto CTME Mara Elena-Toco y las celestes a rutas visitadas por el autor
independientemente.
4
Figura 1. La subregin de estudio en una perspectiva internodal. 6
Con esto en mente, nos centraremos en esta investigacin en el problema
de la relacin de Quillagua con la Costa, muy recientemente discutido por los
estudios de Pimentel et al. (2011) y Pimentel (2012), que proponen un modelo de
movilidad con agentes diferenciados para esta rea. Aparte de ampliar en este
tema, esta propuesta nos permitir tambin comenzar a evaluar a la Costa misma,
muy poco conocida en trminos de arqueologa de asentamiento, como nodo de
importancia en el sistema de movilidad e interaccin para la complementariedad
ecolgica de las poblaciones prehistricas de la regin.
El desierto que enmarca a Quillagua y al ro Loa es casi en todas
direcciones- el reino de lo mineral, no existiendo en amplias extensiones otros
recursos, vegetales, animales o un mnimo de agua que permitan sustentar la vida
de manera estable, por lo que cabe esperar que los sitios extractivos internodales
tengan una fuerte orientacin hacia la obtencin de recursos lticos y minerales.
5
Un ejemplo de la importancia de stos para el estudio de los procesos sociales
prehistricos del rea, son los trabajos previos de Carrasco (2001, 2002a, 2002b)
sobre la ltica del mismo Oasis de Quillagua, que presentan clases y tipos
artefactuales muy bien diferenciados, diagnsticos de ocupaciones del Formativo
Temprano y Tardo, pero con poco nfasis en sus potenciales modos y loci de
aprovisionamiento. Hay, en este ltimo sentido, un casi completo vaco en el
conocimiento respecto del tema7.
En la perspectiva de una regin desrtica, cuya distribucin de
asentamientos y recursos es tan dispersa, es de suma importancia conocer cmo
se expresaron las actividades extractivas y que impronta arqueolgica dejaron, lo
cual permitir analizar la aplicabilidad del modelo internodal propuesto, al caso del
Desierto bajo de Atacama.
Entonces, Cules son las caractersticas arqueolgicas de las ocupaciones extractivas lticas y minerales, en el desierto bajo de Atacama entre Quillagua y la Costa? Y, Cmo se insertaran estos sitios en un enfoque internodal?
El estudio de este tipo de evidencia y contextos aportar significativamente
a la comprensin de algunos de los aspectos tecnolgicos, logsticos y sociales de
la produccin que sustent tanto a Quillagua como a la Costa en su constitucin
como nodos de importante rol conectivo inter e intra regional durante la prehistoria.
Sin duda, la movilidad y el aprovisionamiento, posiblemente una sola cosa, fueron
indispensables a la complementariedad ecolgica y social para la reproduccin de
los grupos humanos que poblaron este desierto absoluto.
2. ANTECEDENTES. Prehistoria y Geografa del rea de estudio. El siguiente captulo ha sido ordenado de manera secuencial, siguiendo un
esquema que va de un nodo a otro, de Este a Oeste, atravesando distintas
unidades geogrficas. Estas unidades son, sin pretender jerarquizar por
precedencia: I) el Oasis de Quillagua; II) la Depresin Intermedia y Cordillera de la
Costa; y, III) la Costa.
6
Si bien la introduccin y planteamiento del problema proveen una base
general acerca del tema que nos ocupa, presentamos aqu una revisin ms
detallada y especfica al estado del conocimiento de la prehistoria de los nodos
que propusimos analizar desde su espacio internodal.
2.1 Nodo I: El Oasis de Quillagua Quillagua se ubica en un ensanchamiento del can del Loa en su seccin
inferior de unos 4 km de largo y un mximo de 1,3 km, grosso modo donde curso
del rio gira hacia el Oeste enfilndose en sus ltimos 70 kilmetros de recorrido
hacia el mar. Como puede advertirse en la Figura 2, configura un verdadero Oasis
(Latcham 1933), de carcter fluvial.
Figura 2. Imgenes satelitales y vista area del paisaje de Quillagua. La vegetacin de Quillagua se caracteriza principalmente por una gran
concentracin de algarrobos (Prosopis sp.) y algunos chaares (Geoffroea
decorticans), arbustos (Tessaria sp.) y plantas acuticas (Cortaderia sp.), entre
otras8. Entre los animales, se cuenta al pejerrey chileno de agua dulce (Basilichtys
semotilus) y la Gambussia affinis; los anfibios Telmatobius halli y Bufo
atacamensis. Por ltimo, destacan los crustceos Cryphiops caementarius.
7
Existen tambin mamferos menores y reptiles (Phyllodactilus sp.). No se sabe
nada acerca de la disponibilidad de mamferos mayores, tampoco durante la
prehistoria. Hoy en da, la poblacin humana sostiene la crianza de pocas llamas
(Lama glama) y cuyes (Cavia porcellus), entre las especies andinas; y, por otro
lado, ganado y aves de corral introducidas (Bustos 2005).
Los primeros trabajos arqueolgicos en la localidad son los de Latcham
(1933,1938), con algunos escasos antecedentes de trabajos de Vergara (1901,
1905) referidos a la Antropologa Fsica de estas poblaciones. Posteriormente,
sabemos que Le Paige (1964), realiz recolecciones superficiales.
Un estudio ms moderno, es el de Cervellino y Tllez (1980), quienes
describen 11 sitios arqueolgicos: una aldea, cuatro conjuntos de estructuras
habitacionales, 5 cementerios y un taller ltico, de los cuales, slo la primera fue
objeto de registro detallado. Este sitio provey antecedentes para sugerir el inicio
de su ocupacin durante el Formativo Tardo: con una poblacin que elaboraba
la cermica Charcoyo, la cual est asociada a rasgos Tiawanakoides tardos, tanto
en Pica como en Arica. (Op. Cit.: 202)9. Tambin, se realiza la indicacin de que
hay en el sitio presencia de restos indicadores de la presencia de dos tradiciones
cermicas, una relacionada con Tarapac (San Miguel-Complejo Pica) y otra, de
tierras altas, Atacamea (San Pedro Rojo Violceo). Con posterioridad, aparecen
en la secuencia tipos como Lasana y Dupont, con un componente netamente
tardo en la presencia de cermicas Saxamar, Chilpe, Inca La Paya y un
fragmento cuzqueo (Cervellino y Tllez 1980).
En lo ltico, que es de nuestro especial inters para la evaluacin de las
ocupaciones extractivas minerales en el internodo con la costa, destaca la
descripcin sucinta de un taller ltico que se describe como; Ubicado a unos 2.500
metros al SW. Del sitio Qg. 1. ms exactamente, a un costado (E) del camino que
baja de la carretera panamericana al actual pueblo de Quillagua. Descripcin: Es
un amplio taller ltico que abarca aproximadamente los 45.000 m2 En este taller
abunda la roca silicificada como materia prima, adems del cuarzo coloidal. En
superficie son abundantes los ncleos y ndulos, al igual que las lascas e
instrumentos en elaboracin, como algunos Bifaces de amplio lascado a percusin
8
directa. Cabe destacar que la gran mayora de los instrumentos lticos encontrados
en los sitios adyacentes (Qg. 1, Qg. 2, Qg. 11. etc.) estn confeccionados en esta
roca silicificada. Tambin cabe sealar que un gran nmero de instrumentos
encontrados en la costa (v. gr., desembocadura del ro Loa), especialmente
cuchillos, estn confeccionados en esta materia prima. (L. Nez 1975.
Comunicacin Personal). (Op. cit.: 18-19)10. Cabe destacar, que dicha fuente se
extiende entre el punto citado por Cervellino y Tllez (1980) y el acceso
prehispnico W de Quillagua y que se encuentra en pleno desierto, fuera del
Oasis, a media hora a pie de este lugar, dentro de un radio de aprovisionamiento
domstico directo. Las categoras lticas y minerales que presenta el registro de la
aldea Qg. 1 son: morteros, manos de moler, molinos planos, martillos, yunques,
tajadores, afiladores, ncleos, preformas, azadas, pulidores, cepillos, lascas,
lminas y bolas esferoidales.
Desde un estudio de cronologa y asentamiento, Quillagua ha sido descrita
ms ampliamente por los estudios de Gallardo et al. (1993), quienes reportan casi
una centena de sitios; y, con mayor detalle, por Agero et al. (1997,1999 y 2006).
A partir de estos trabajos, referidos principalmente a contextos funerarios y rituales
del Formativo, y con un nfasis analtico en la textilera e iconografa, se ha
logrado una buena caracterizacin de las poblaciones del Oasis, destacndose su
rol articulador (nodal) para la integracin regional, desarrollando -al mismo tiempo-
una identidad propia.
La presencia humana en el Oasis de Quillagua es, entonces, bien conocida
desde el periodo Formativo en adelante, dentro del cual una primera fase (700-135
a.C.)11, exhibe una fuerte impronta del componente atacameo con pocos
agregados tarapaqueos y costeros, cuyo eje es la cuenca del Loa; y, un segundo
momento, en que el Oasis se volcara hacia la esfera de influencia tarapaquea
(500-700 d.C.) (Agero et al. 2006). Este proceso ha sido advertido principalmente
desde los textiles (Agero y Cases 2004) y en la cermica, es visible en la
presencia de cermica Loa Caf Alisado (LCA) para el primer bloque y su
reemplazo posterior por Quillagua Tarapac Caf Alisado (QTC), generndose -de
paso- tipos exclusivamente locales (QRP y QCA) (Uribe y Ayala 2004).
9
En la ltica, ambos momentos del Formativo se asocian, aparentemente de
manera diferencial, a los micro perforadores en calcedonia y, posteriormente,
agregndose la aparicin de placas de cal perforadas para una industria ritual,
respectivamente (Carrasco 2001, 2002 a y b). La imagen siguiente (Figura 3),
presenta estos ejemplos, junto con otros materiales lticos propios del Formativo
Quillaguino.
Figura 3. Componentes lticos del Formativo de Quillagua. A la izquierda, modificado de
Carrasco (2001, 2002 a y b). A la derecha, gentileza de C. Carrasco.
Por su parte, el Perodo Intermedio Tardo (PIT), se caracteriza como
mostrando desde sus inicios un dominio prcticamente total por parte de
poblaciones atacameas, pero en un momento inmediatamente posterior, se
habra producido una significativa penetracin de poblaciones tarapaqueas en el
oasis (Agero et al. 1997, 1999).
De este modo, mientras la cermica mantuvo una identidad casi monoltica,
caracterizando a uno y otro grupo, los textiles fueron los que permitieron inferir
situaciones derivadas del contacto, introduciendo elementos formales y
decorativos del estilo tarapaqueo, sobre un sustrato estructural, y ms bien
tcnico, del estilo atacameo. (Carrasco et al. 2003:322-3). Al intensificarse la
10
interaccin por el trfico caravanero, el flujo de materiales de distintas reas
culturales slo pudo aumentar.
As, en cada perodo prehistrico detectado en Quillagua se han
documentado variaciones en los complejos culturales del Oasis, planteando un
panorama prehistrico sumamente dinmico y muy dependiente, justamente, de
las propias dinmicas de interaccin regionales.
2.2 Internodo: La depresin intermedia y la cordillera de la costa
El desierto bajo de Atacama es uno de los relieves ms antiguos de la tierra
(Dunai et al. 2005, Clarke 2006), datando sus geoformas de entre 10 a 15 millones
de aos atrs. El rea que nos interesa muestra aridez absoluta, existiendo
escasa evidencia de vida salvo en el espacio inmediato al ro Loa (v. g. Quillagua,
Ancachi y Chacance), en la angosta faja litoral y en muy limitados espacios en la
cumbre del farelln costero. Aqu, la penetracin hacia el interior de las neblinas
costeras, la camanchaca, es muy rara, prcticamente nula. Slo en sectores
cercanos a la cumbre y ladera occidental de la cordillera costera y en su farelln,
hay algunos lugares que ocasionalmente captan agua de este fenmeno,
existiendo tambin algunos pocos lugares que se alimentan de aguas minerales
infiltradas12. Este desierto tiene los registros de pluviosidad ms bajos en el
planeta, de modo que es tenido por el ms seco del mundo, desde hace al menos
3000 aos atrs, si seguimos la propuesta de Ortlieb (1995).
Es poco lo que se sabe acerca de las vas de circulacin en la Cordillera de
la Costa, aunque existen noticias referidas al Arte rupestre por Briones y Castelln
(2005) en la va de movilidad que examinaremos, a la que estos autores
denominaron va Cerro Posada, donde presentan la ubicacin y dibujos de
algunos geoglifos asociados a ella. Hacen breve mencin a otros sitios del tipo
paskana13, tmulos y restos histricos. Estos sitios tambin son mencionados, por
Briones et al. (2005), en una discusin relacionada con la conexin Pica-Costa, en
Tarapac. No se mencionan talleres, canteras o minas de ninguna clase. La foto
siguiente (Figura 4), muestra una vista general del aspecto de esta ruta, sobre la
11
huella mltiple misma, en las cercanas del Cerro Posadas, al fondo a la izquierda,
que representa aproximadamente la mitad del camino entre Quillagua y la Costa.
Figura 4. Vista general de la va Tocopilla-Quillagua.
Geogrficamente, puede dividirse a este espacio en dos zonas: 1)
Cordillera de la Costa y 2) Depresin Intermedia. En trminos estrictos, nuestra
rea de estudio comprende ambas unidades, aunque en su mayor parte se refiere
a la Cordillera de la Costa. Segn las imgenes satelitales y las prospecciones
realizadas (ver Figura 5), esta va presenta un trazado de huella mltiple de una
extensin mxima de 85 kilmetros desde Quillagua hasta Tocopilla, pasando por
el abra NW de los Cerros de la Encaada (camino la antena), Cerro Posadas y la
Quebrada de Tres Amigos.
Como se advierte en el mapa (Figura 5), esta ruta tiene variantes en su
recorrido a la Costa, de norte a sur: 1) a Caleta Urcu, que se conecta e
intersecta- con una huella que aparentemente proviene de Ancachi; 2) a Caleta
Huamn, por el norte del Cerro Tolar del Carmen; 3) a Punta Paquica, por el sur
del mismo cerro; y, 4) a Punta Paquica y Aguada de Mamilla, por el norte del
Cerro Tolar. Tambin se advierte que hay una huella que atraviesa a nuestra
conexin, y que, consecuentemente, permite otras alternativas a P. Paquica y
12
Mamilla, que aparenta ser parte de la misma huella A2107 que conecta estos
lugares con la Pampa El Toco, y fechada en el Formativo Medio por Pimentel et al.
(2011) y Pimentel (2012).
Figura 5. Va de circulacin Tocopilla-Quillagua (TQ), variante Caleta Huamn.
Debe notarse que estas rutas no han sido prospectadas en su totalidad, de
modo tal que pueden faltar varias conexiones y algunas muy pocas, creemos-
pudieran corresponder a trnsito histrico14. En el mapa, hemos destacado, en
rojo, un tramo de va mltiple con asociacin a geoglifos y, en verde, una variante
de huella simple sin arte rupestre, potencialmente costera, que son los tramos de
va que hemos seleccionado para este trabajo.
La Figura 6, muestra una vista area desde Quillagua, con los cerros de La
Encaada en primer trmino y el Cerro Posadas al fondo, a medio camino de la
Costa. Abajo, se presenta un perfil altitudinal a travs de la seccin de desierto
que nos interesa, donde en el primer kilmetro (izquierda) se encuentra el Litoral, y
de all en adelante la Cordillera de la Costa, con una altitud promedio de 1500
msnm. En este perfil, la Depresin Intermedia apenas se manifiesta en unos pocos
13
kilmetros antes del ro Loa (km 65-70), dada la extensin de las estribaciones
orientales de la cordillera costera. Debe considerarse que el aspecto de este perfil
est distorsionado por razones obvias (gran extensin vs. variacin vertical,
relacin de aspecto real de 1:25), y que slo se presenta para ejemplificar las
diferencias topogrficas entre las zonas desde la perspectiva de un viajero de la
Costa o del Oasis.
Figura 6. Paisaje y perfil altitudinal Costa-Quillagua por va TQ, variante C. Huamn.
Los hitos relevantes de esta seccin de camino (va), desde Quillagua, y
excluyendo los nodos, son: los Cerros de La Encaada (km 2); un pequeo
espacio de unos 4-5 km de ancho de Depresin Intermedia propiamente tal, con
unos 800 msnm en promedio, profundamente sepultada en sales finas chuca-; la
Cordillera de la Costa, que por unos 50 km conforma una gran meseta, donde
destacan sobre la va el Cerro Posadas (km 41) y, al Norte, el Cerro de la Mica
que es un enorme cerro generado por la presencia de la falla de Atacama (McClay
y Bonora 2001); ms al W, las cumbres de la cordillera, con sus alturas mximas
en los cerros Tolar y Tolar del Carmen (al sur y al norte de la va,
14
respectivamente); y, por ltimo, el farelln costero, precipicio de cerca de 1
kilmetro de altura desarrollado en apenas 2 km horizontales.
Para la Depresin Intermedia, aunque un poco ms al sur, estudios de
huellas en la Pampa El Toco (Pimentel et al. 2010 y 2011) arrojaron la presencia
de 12 vas que atraviesan la pampa entre el Loa y los primeros contrafuertes de la
Cordillera de la Costa hacia el litoral al norte de Tocopilla, todas ellas asignadas al
perodo Formativo Medio, y que, notablemente, presentaron -en algunos casos-
segregacin entre vas por componente cermico. De este mismo sector
provienen los datos acerca de un viajero costero del perodo Formativo muerto en
ruta (Cases et al. 2008, Knudson et al. 2010, Pimentel et al. 2010, 2011, Pimentel
2012).
2.3 Nodo II: La Costa En el otro extremo de la ruta, los nicos estudios que presentan una
aproximacin arqueolgica al espacio costero directamente conectado por nuestra
va, son los de Salazar et al. (2010a, 2010 ms) en la Aguada de Mamilla, que
comentaremos ms adelante. Se sabe tambin de la existencia de un cementerio
de tmulos en Punta Paquica, junto con varios conchales grandes. Tres kilmetros
al sur de Caleta Huamn, se conoce un cementerio de tmulos, que no se ha
intervenido arqueolgicamente (Figura 7).
Figura 7. Cementerio de tmulos sur de Caleta Huamn.
15
Ms al norte, destaca el cementerio formativo de tmulos (con adicin de
tumbas ms tardas) y los conchales de Punta Urcu15; presentamos la foto satelital
de los tmulos en la imagen siguiente (Figura 8).
Figura 8. Cementerio de tmulos en Punta Urcu.
An 40 kilmetros al norte, en la Desembocadura del Loa, son ampliamente
conocidos en la bibliografa gran cantidad de sitios (Spahni 1967, L. Nez 1971a
y b, P. Nez 1974, Zlatar 1983). Tienen fechas desde ca. 4500 AP en adelante,
entre el Arcaico Tardo y tiempos histricos y permitieron el desarrollo de una
secuencia completa basada en la localidad (Nez 1971b).
Al sur del segmento de costa que conectan nuestras huellas, ms all de
Tocopilla, en Punta Blanca, Llagostera (1993) ha descrito una secuencia de
asentamiento relevante, que emplea, junto con la presencia de peces como
bioindicadores (en particular, el Congrio, Genypterus sp.), para proponer el inicio
de la navegacin durante el perodo Formativo, alrededor de 230 d.C.
Pero los trabajos ms recientes y cercanos a nuestra rea de estudio, son
los de Salazar et al. (2010a y 2010ms.) en la Aguada de Mamilla (Figura 9), que
han descrito ocupaciones desde el Perodo Arcaico Tardo -con expresin
marcada de esta unidad crono-cultural- al Perodo Intermedio Tardo y Tardo. Las
16
prospecciones realizadas por estos autores detectaron 14 sitios arqueolgicos
(nueve de filiacin prehispnica), de los cuales intervinieron estratigrficamente
cuatro. En Mamilla 7, reconocieron tres ocupaciones humanas correspondientes a
las unidades temporales mencionadas. Respecto del material ltico, estos autores
indican: Tambin parecen ser recursos locales, pero a nivel de la Cordillera de la
Costa, las materias primas lticas explotadas durante el Arcaico Tardo en el sitio,
las cuales se mantendrn a lo largo de la secuencia, si bien experimentando un
leve aumento durante el Intermedio Tardo. La excepcin est representada por
las calcedonias que abundan ms en perodos alfareros y cuya procedencia es
posiblemente de sectores interiores, ubicados en las mrgenes orientales de la
Cordillera de la Costa, tales como la zona de Barriles (Salazar et al. 2010ms:
7). En la imagen siguiente (Figura 9), se presenta a la izquierda, una vista general
de la Costa en esta localidad, y a la derecha, la vista satelital de un campamento
probablemente Arcaico Tardo en un cauce fsil del cono aluvial de la quebrada16.
Figura 9. Vista de la costa en Aguada de Mamilla y detalle de sitio posiblemente Arcaico Tardo.
En trminos ms generales, estos autores concluyen indicando que Los
datos de Mamilla sugieren una continuidad ocupacional entre el Arcaico Tardo y
el Intermedio Tardo-Tardo en trminos de estrategias econmicas, as como en
el manejo de la tecnologa ltica y sea. (Salazar et al. 2010a: 29).
17
3. MARCO TERICO
Como se desprende del captulo referido al planteamiento del problema,
nuestro marco referencial deriva de proposiciones y explicaciones de distintos
autores. Entre los principales, destacaremos los trabajos de Berenguer (2004),
Nielsen (2006), Berenguer y Pimentel (2010) y Nez y Nielsen (2011). El primero,
hace la proposicin del trmino perspectiva internodal (Berenguer 2004:527),
como consecuencia de un anlisis profundo de la Movilidad Giratoria (Nez y
Dillehay 1979); el segundo, formaliza la propuesta para el rea circumpunea,
proponiendo una tipologa de sitios segn funcionalidad (actividades realizadas) y
temporalidad relativa; los terceros, definen la justificacin, relevancia, objetivos y
ejes temticos de la propuesta17; y, por ltimo, Nez y Nielsen (2011), realizan un
resumen del estado de la investigacin desde esta perspectiva, comentando los
aspectos genticos de la propuesta y elevndola al rango de Arqueologa
Internodal.
En trminos crticos, habamos enunciado en la introduccin algunos
reparos a la propuesta en escala regional (en la forma elaborada por Nielsen 2006
y luego por Nielsen 2011), principalmente en lo referido a la definicin de regiones
nodales de la sub rea circumpunea18. A esto, agregaremos tambin su
aplicacin restrictiva a problemas relacionados con la interaccin a travs de
caravanas, dejando de lado la integracin de sus otras formas. Esto, ignora a las
poblaciones, o segmentos sociales de ellas, involucradas en movilidad e
interaccin sin caravanas de llamas, problema ejemplificado por Pimentel et al.
(2010 y 2011) y Pimentel (2012), precisamente para el caso de la Costa y el Loa
medio e Inferior.
Aparte de las observaciones precedentes, pueden sumariarse algunas
reflexiones adicionales, que glosaremos como comentarios genricos en esta
introduccin al marco terico y que atenderemos en las distintas secciones
analticas del captulo.
Primero, advertiremos que no se debe ignorar los aportes hechos en otros
contextos tericos, especialmente el de la arqueologa de asentamiento, con sus
18
consideraciones en relacin a los patrones regionales, y tampoco los de la
arqueologa distribucional vista en escalas grandes. Como se ver ms adelante,
stos sern absolutamente indispensables para la comprensin de los sistemas
sociales completos.
Por otra parte, si bien el esquema bsico propuesto por el enfoque nodal
entrega una base para organizar y pensar el registro arqueolgico de un rea,
tambin puede ser una tentacin para esquematizarlo y darle carcter ontolgico.
La misma idea de un internodo puede convertirse en un hecho social en s,
dejando cualquiera otra conducta ocurrida en esos espacios sin posibilidades para
ser relevada19. Este problema filosfico se presenta para cualquier paradigma y
consecuentemente- teora que se decida emplear para explicar un fenmeno. Los
registros internodales no son todo lo que hay y advertimos que no lo sern
tampoco en nuestro trabajo. Como se ha indicado ms arriba, es imposible
plantear una arqueologa internodal con prescindencia de los nodos, que son el
referente analgico ms inmediato de los registros en estos espacios.
Pero, tambin puede sostenerse, para nuestra regin, que en realidad, la
evidencia etnohistrica andina soporta la nocin de que un internodo es un hecho
social. Si empleamos el Mtodo Histrico Directo (cf. Berenguer 1983), podemos
retrotraer de Bertonio (1614[1984]), la oposicin marka-pampa, que implica un
reconocimiento social de hecho de distintas categoras efectivas de la Geografa
Humana Andina20, quiz equivalentes a nodo-internodo. Nos parece que la
invisibilizacin de conductas hasta ahora indocumentadas para esos espacios
tendra que ser producto, antes que del error ontolgico, de los formalismos que
se introduzcan en el modelo, cosa que evitaremos teniendo en cuenta las
discusiones existentes en Economa Formal y Substantiva en Arqueologa.21
Si bien al marco terico de los estudios internodales puede verse como an
otra versin de la vieja Nueva Geografa, de aplicacin universal que no reconoce
particularidades culturales, hay algunos aspectos agregados que permiten
sealarlo como un nuevo marco en desarrollo, incluyndose en su enunciado los
aportes del marco terico histrico-procesual (Pauketat 2001), como veremos
19
ms adelante. Pero an no implementa todos los conceptos necesarios para su
aplicacin extensiva, lo cual intentaremos analizar ms adelante.
En especial, respecto de la Nueva Geografa, del trabajo de Berenguer y
Pimentel (2010), refirindose a un simposio sobre el tema, extractamos el
siguiente prrafo, que esclarece el panorama programtico a este respecto: Si
bien la mirada arqueolgica inicial a estos espacios en la dcada de los noventa,
fue principalmente econmica basada en cierto modo en los desarrollos de la as
denominada Nueva Geografa de los cincuenta y sesenta (Teora de la
Localizacin y modelos de Lugar Central), como tambin en los modelos de
Sistemas Mundiales, de Arqueologa de Bordes y Fronteras, y de Centro-Periferia
de los setenta y ochenta- aclararemos de inmediato que en este simposio no
divisamos ninguna razn prctica ni terica para excluir del anlisis a los aspectos
sociales, polticos, rituales y simblicos de las sociedades interactuantes.
Tampoco existe compromiso conceptual con los planteamientos de la vieja
geografa espacial y geometrizante de Haggett (1965), por lo que los trminos
nodo e internodo son usados aqu de una manera ms libre y general. Adems,
la relatividad de estos conceptos puede ser ms una fortaleza que una debilidad a
la hora de usarlos en la prctica de la arqueologa. (Op. cit.: 1306).
Con todo, nos parece que no pueden obviarse slo por estas objeciones
generales los aportes que la teora y mtodos disciplinarios de la Geografa
pueden hacer -y han hecho- a la Arqueologa (cf. Villafaez 2011)22.
Finalmente, se ha supuesto que este marco terico posee una mejor
resolucin que otros, pero trabajos recientes, como Palacios (2012) sobre la red
vial Inka en el rea internodal de Collahuasi-Mio, han destacado el gran problema
de los pocos vestigios y la reutilizacin constante de las rutas y lugares aptos
para instalaciones.
La resolucin del marco terico es uno en el que conviene hacer algunas
precisiones. Este trmino es frecuentemente usado en arqueologa para referirse a
distintas cosas, es polismico, pero no se refiere en s a la teora, sino a los
problemas generados por la teora y sus correlatos materiales, o, a veces, a la
inversa (desde la empiria). Si bien no existe una teora general de la resolucin
20
arqueolgica, necesariamente debe referirse a los problemas inherentes a la
representacin del pasado y posiblemente puedan buscarse sus fundamentos en
la discusin propuesta por la Arqueologa conductual (cf. Schiffer 1995).
Desde nuestra perspectiva, la resolucin de cualquier representacin
analtica de un fenmeno en el espacio y/o el tiempo23, tiene que ver -al menos-
con los siguientes factores24: a) la precisin de los mtodos empleados para el
relevamiento de datos, b) la escala de anlisis, c) el ajuste entre mtodo y escala,
d) las propiedades intrnsecas del espacio (factores de formacin de sitio), e) su
redundancia de uso humano en el tiempo y, f) las particularidades del uso humano
en cuestin. Cuando se habla de alta resolucin, dentro del enfoque internodal
en los estudios regionales, se hace referencia no a la teora, sino a los aspectos d)
y e).
En el desierto bajo de Atacama, las propiedades ms notables del espacio
son la muy baja erosin y la sequedad del ambiente, con una baja incidencia de
factores tafonmicos naturales en el registro. En este sentido, si bien operan aqu
los procesos de formacin de sitio que afectan a todo registro (cf. Schiffer 1995), la
cuanta de la descontextualizacin que provocan en el registro es muy baja,
comparndola con la mayora de los casos arqueolgicos habituales (nodales),
incluso si no podemos an medirla. Como comentario marginal, es posible que a
mayor estabilidad del contexto desde su formacin, mayor su identidad temporo-
espacial, o sea, ms pertinencia de razonamientos inductivos que de deducciones
derivadas de su separacin. Nuestra experiencia de un contexto prstino puede, en
casos as, ser mejor que nuestra metfora deductiva, al menos para la
comprensin del fenmeno en s. Por cierto, esta clase de problema filosfico
excede a este trabajo.
En nuestro caso, tomaremos la redundancia de uso de los espacios
internodales como menor a la de los nodos, por lo tanto -salvo conductas
especiales-, entenderemos la integridad del registro como mayor, siempre que se
emplee para discutir problemas relacionados con la movilidad.
En fin, si algo ha demostrado la Arqueologa Internodal, a travs de
decenas de artculos, tesis de ttulo, magister y doctorales, varios libros y un
21
simposio entero dedicado al tema en el XVII Congreso Nacional de Arqueologa
Chilena, es que el problema de los escasos vestigios se manifiesta nicamente si
existen discrepancias metodolgicas escalares. Comparado con los vestigios en
los asentamientos, seguro que puede notarse una escasez relativa, pero si
comparamos entre espacios internodales, como puede hacerse con varios de
estos trabajos, encontraremos que hay diferenciales. Si, en un caso determinado
en la regin se produce semejante resultado, pensamos que esto puede deberse a
la escogencia de un rango temporal muy estrecho, o bien a un amplio rango de
problemas metodolgicos que incluyen la representatividad del muestreo llevado a
cabo y la debida ponderacin de los factores que influencian a la prospeccin (cf.
Gallardo y Cornejo 1986).
Antes de proseguir con la discusin terica, quisiramos indicar que esta
memoria fue formulada en parte para poner a prueba la capacidad predictiva y
explicativa de una parte del marco terico del enfoque internodal, especficamente,
la referida a las ocupaciones extractivas. Esto supone que esta parte del modelo
funciona para nuestro caso como hiptesis, aun cuando su formulacin no fue
requerida por los trminos de este diseo de investigacin.
Finalmente, recordaremos que la extensin del esquema internodal a la relacin entre Interior y Costa, como nodos diferenciados, cuando la propuesta ha
sido hecha exclusivamente para el rea circumpunea implica, necesariamente,
una crtica a la capacidad explicativa del enfoque como se encuentra formulado
actualmente, aunque entendemos que esta situacin puede deberse a una lgica
cautela por desconocimiento de las particularidades de la zona costera por parte
de sus proponentes, en especial, Nielsen (2006). Con todo, nos parece que no
considerar a la Costa como regin nodal en Atacama, es opacar la su
complementariedad ecolgica con las Tierras Altas, ampliamente demostrada por
gran cantidad de trabajos en la bibliografa (p.e. Nez 1975). Este problema ha
sido parcialmente atendido por la nueva versin de Nielsen (2011).
22
3.1 Las fuentes tericas del enfoque internodal Como se ha indicado, el tipo de enfoque internodal que emplearemos como
referente en esta memoria es la versin presentada por Nielsen (2006). Respecto
de sus fundamentos tericos, puede decirse que se define como histrico-
procesual (sensu Pauketat 2001), lo cual implica que: La alternativa clara a este viejo procesualismo es una arqueologa histrico-procesual que adopta elementos de una teora de la prctica. Esta alternativa argumenta que como todas las personas corporeizaron sus tradiciones, como actuaron y se
representaron a s mismos, dio forma a la historia (ver Bradley, 1996; Burke, 1992;
Hobsbawm and Ranger, 1983; Toren, 1999). La distincin crtica se reduce al
hecho de que la conducta (actividad humana orientada a metas, abstracta) no es
la prctica (acciones homlogas y representaciones que varan entre contextos o
eventos incluso si las formas rutinizadas digamos cocinar en tiestos- parecen
mantenerse igual). Desde una perspectiva de la prctica el locus del cambio en
una microescala y macroescala es la gente actuando o representando sus disposiciones en contextos sociales. 25 (Pauketat 2001: 86)
Adems, Un paradigma histrico procesual en arqueologa, combinando
las diversas aproximaciones mencionadas, persigue cmo ocurri el cambio esto es cmo significados o tradiciones fueron construidas y transmitidas, no necesariamente que fueron esos significados y tradiciones. Un paradigma
histrico-procesual rechaza el uso de analogas conductuales para inferir las
razones por las que acciones, representaciones y tecnologas siguieron los cursos
que siguieron. No rechaza la bsqueda de causas como una meta legtima de la
inquisicin histrica. Sin embargo, las respuestas a las preguntas ltimas del por
qu pueden ser halladas slo a travs de los estudios acumulativos, esmerados,
ricos en datos y multi-escalares de las causas prximas (que, incidentalmente,
tienden a ser ms demandados por las audiencia pblicas, ver Weimer, 1995).26
(op. cit.: 87)
Por ltimo: En la nueva arqueologa histrico-procesual, lo que la gente
hizo y como negociaron sus visiones de otros y de sus propios pasados fue y es el
proceso cultural. Esta relocalizacin de la explicacin puede privar a los
23
arquelogos de un acceso directo y fcil a las preguntas ltimas del porqu que
nos gusta pensar que podemos responder. Pero al hacer esto, cesaremos de
engaarnos de que podemos saber especialmente con nuestras limitadas bases
de datos en el presente- las verdades ltimas tras historias complejas
simplemente reificando las ideas de Darwin y Maquiavelo. Al realinear nuestras
bases tericas para entender el cambio de largo plazo, comenzaremos una nueva
fase en la construccin de teora y recuperaremos el potencial de explicar los
procesos histricos que afectan a toda la humanidad. 27(Op. cit.: 88)
Por otra parte, quisiramos examinar aqu, ms detenidamente que lo
propuesto por Berenguer y Pimentel (2010), la nocin de nodo e internodo, que
nos parece central a el marco terico y que ha sido precisada para el caso
regional por Nielsen (2006): Si definimos a los nodos como reas de cruzamiento
vrtices de una red de interaccin (Haggett 1976: 114), los internodos son
sencillamente los espacios entre ellos. Traduciendo en los trminos concretos que
nos interesan y dependiendo de la escala de anlisis, los nodos pueden ser
asentamientos relativamente permanentes (escala intra-regional) o regiones
caracterizadas por densidades altas de poblacin estable (escala inter-regional),
mientras que los internodos seran los espacios entre asentamientos o reas con
densidades comparativamente bajas de poblacin estable o carentes de ella. (p.
34).
Esta definicin parte de la traduccin espaola de una obra publicada por
primera vez en 1965 (cf. Haggett et al. 1977) de modo tal que emplea un juego de
conceptos no revisados por algo as como cuatro dcadas. Veremos en los
prrafos siguientes si dichos conceptos se mantuvieron en uso en la misma
Geografa Humana. La segunda edicin de Locational Analysis in Human
Geography (Haggett et al. 1977), incluye nuevos autores y una revisin sustantiva
del estado del arte en este sentido, indicando: Del mismo modo en que el estudio
de la interaccin espacial lleva a la consideracin de redes, el estudio de las redes
lleva a la consideracin de los nodos en estas redes. Nodo es empleado aqu
para describir las junturas o vrtices de una red, y como tal sirve de trmino
colectivo que incluye otros ciudades, lugares centrales, aldeas, clusters de
24
poblacin- todos los cuales estn fuertemente cargados con otras y ms amplias
implicaciones. Pueden identificarse nodos en todos los niveles de organizacin
regional, de la macro-regin, con su rea nodal metropolitana, a la micro-regin
con su casero nodal 28 (Haggett et al. 1977: 97).
Es extraordinario notar que en esta obra, si bien el captulo segundo -
referido a nuestro tema- se intitula limpiamente Nodos, seguido de la
introduccin supra citada, se acaban prcticamente todas las referencias a este
concepto en la primera pgina, refirindose todo el resto del captulo a patrones
de asentamiento. Esto se explica de la siguiente manera: Al discutir el arreglo
bsico de clusters nodales, es conveniente usar como substituto su expresin morfolgica, el patrn de asentamiento (Tabla 4.1). En esta aproximacin, tratamos a los asentamientos como objetos puntuales ignorando sus
caractersticas de tamao, que consideraremos ms adelante. A pesar del hecho
de que tal tratamiento representa, como Hgerstrand (1957, p. 27) argumenta,
slo el centroide o centro de gravedad de movimientos continuos de poblacin,
los asentamientos son una forma concreta de expresin de la ocupacin humana
de la superficie de la tierra. Como tales, ellos forman un elemento esencial del
paisaje y tienen una parte central en el syllabus de la geografa humana. Tanto en
las definiciones tempranas, como las de Jean Bruhnes (1925), y revisiones ms
recientes, como la de Emrys Jones (1964), los patrones de asentamiento
mantienen un lugar dominante.29 (Haggett et al. 1977: 98). Esto ltimo es
especialmente cierto en Arqueologa30.
Para 1979, dos aos ms tarde, la nocin de nodo se encuentra ya en
plena recesin, habindose restringido casi exclusivamente a la definicin de
regiones nodales, caracterizadas por Un centro bien definido pero con
caractersticas regionales que mueren hacia una periferia de manera tal que se
hace muy difcil definir un lmite exterior. 31 (Haggett 1979: 258). Sin embargo, la
expresin nodo se mantiene para el anlisis de la Teora de Grficos,
formalmente contenida en matemticas y ciencias de la informtica. Al respecto:
Para usar la teora de grficos, debemos reducir redes a grficos. Esta reduccin
implica desechar una gran cantidad de informacin acerca de flujos y
25
caractersticas de las rutas, pero reteniendo los factores espaciales esenciales de
las redes, nodos y enlaces. Los Nodos, son los puntos de terminacin o
interseccin de un grfico. Se les puede asignar valores denotando su locacin,
tamao, trfico que manejan, etc. Dependiendo de la escala variable del anlisis,
los nodos pueden ser ciudades completas o la interseccin de calles. Enlaces son
las conexiones o rutas al interior de una red. Tambin se puede asignar a los
enlaces valores relativos a su locacin, largo, tamao y capacidad. (Haggett
1979: 445)32.
No obstante todo esto, a nosotros las nociones de nodo e internodo nos
parecen tiles para la investigacin, sobre todo porque se trata de categoras
neutras y generales que permiten la discusin de la interrelacin entre reas de
asentamiento de evidente patrn diferencial (costero e interior, para nuestro caso).
Por ltimo, respecto de la gnesis de este marco terico y sus alcances,
Nez y Nielsen (2011) indican, que: No es difcil advertir que estamos en
presencia de una forma original de construir colectivamente un marco heurstico o
paradigma que, sin perder de vista la importancia de los enfoques comparativos y
la generalizacin, busca dar cuenta de las particularidades de los procesos
sociales centro-sur andinos, distancindose de retricas ajenas a la reflexin local
y a sus cuerpos factuales. (p. 15).
En este prrafo, el concepto que nos parece clave destacar por sobre todo
lo dems algo discursivo- es el de marco heurstico que, en todo caso, no es lo
mismo que un paradigma. Ms bien, nosotros diramos que se trata de una forma
original y colectiva de construir heursticamente un paradigma, si se nos permite la
parfrasis constructiva. Al respecto, S. Martnez (2000), provee de un anlisis
filosfico de la Heurstica desde la epistemologa, cuya conclusin creemos
relevante para entender su importancia en Arqueologa: la imposibilidad de
caracterizar la estructura epistmica de la ciencia como algortmica nos permite
ver maneras en las que las estructuras heursticas y los sistemas tecnolgicos
pueden y deben incorporarse en una teora del conocimiento cientfico.
Una epistemologa naturalizada toma en serio lo que dice la ciencia para
formular una teora del conocimiento, pero la autoridad de la ciencia slo puede
26
verse a contraluz de nuestra capacidad para identificar los prejuicios que tenemos
que abandonar. Varios de esos prejuicios tienen que ver con una revalorizacin de
la importancia del razonamiento heurstico para la elaboracin de una teora del
conocimiento que sea algo ms que una caricatura til para un curso introductorio
sobre epistemologa. (op. Cit.: 56). Puede decirse lo mismo respecto de la
gnesis de Teora Arqueolgica.
3.2 El enfoque internodal, expectativas arqueolgicas regionales y el caso de estudio
En lo que respecta a las prcticas, el esquema internodal de interaccin
interregional, presenta un modelaje de base con expectativas de ocupaciones33 y
contextos asociados a actividades de trnsito, que: se refiere a la circulacin
entre nodos de personas, a menudo acompaadas por animales (caravanas)
Esta categora incluye una serie de actividades que estn directamente
relacionadas a la interaccin y que potencialmente pueden dejar improntas
arqueolgicas, p. e., marcha, carga y descarga de caravanas, aprovisionamiento
de agua, combustible y (algunas veces) alimentos, descanso de personas y
tropas, mantenimiento de equipos y carga, ritos varios, entre otras. La materialidad
generada por estas actividades comprende vas de trnsito (caminos o senderos
segn su grado de formalizacin e inversin constructiva), seales asociadas a
ellas, sitios de descanso (nocturno o prolongado [Nielsen 1997]) de viajeros y
caravanas, arte rupestre y diversos testimonios del ceremonialismo de viaje.
Tambin puede incluir vestigios vinculados con la extraccin de recursos del internodo al pasar. (Nielsen 2006: 35)34.
Las ocupaciones de trnsito, el primer tipo de sitio propuesto por el enfoque
internodal, muestra abundantes ejemplos en nuestra regin. Pueden hallarse
muchos de ellos en los trabajos de J. Berenguer para el Alto Loa (Berenguer 1994
y 2004), donde se presentan varios tipos de asentamientos relacionados con la
constitucin de las redes de trfico entre el altiplano y sus reas perifricas, para
distintos momentos de la prehistoria. Tambin en Tierras altas, destaca el estudio
de la ruta Tocorpuri-Catarpe, va Machuca, presentado por Pimentel et al. (2007),
27
igualmente con registro de varios perodos. A este estudio puede sumrsele el del
mismo Axel Nielsen (2006), para la puna Boliviana, configurando entre ambos el
primer panorama de la movilidad trans-cordillerana por un mismo paso. Existen
adems algunos casos de estudio para la Depresin Intermedia, en Tarapac
(Briones et al. 2005, Clarkson y Briones 2001), con nfasis en los sitios con
Geoglifos; tambin en Arica, (Valenzuela et al. 2011); y, directamente relacionados
con nuestra rea de estudio, los trabajos realizados en Pampa El Toco (Pimentel
et al. 2010, 2011, Cases et al. 2008) y el inventario de Arte rupestre de Briones y
Castelln (2005), para la comuna de Mara Elena. Recientemente, se ha publicado
la conexin entre Quillagua y Guatacondo, Pampa Soledad (Pimentel et al. 2012).
Para estas ocupaciones de trnsito, se presentan diversas actividades, pero
se describen escasamente los restos materiales que se esperara de ellas. En un
ejercicio propositivo, pueden indicarse expectativas: para la actividad de carga y
descarga, una fuerte incidencia de elementos tecnolgicos asociados a ello, por
ejemplo, restos de cordelera y ganchos de atalaje; para el aprovisionamiento de
agua, restos de contenedores para el efecto, botellas cermicas u odres de cuero,
en directa asociacin a la fuente de agua, activa o fsil. El aprovisionamiento de
alimentos es algo ms complejo, pues su visibilidad arqueolgica dependera, en
los vegetales -por ejemplo- de la presencia de elementos de descarte de bajo
rinde econmico, carpos de frutos, cscaras, en nuestro caso. Lo mismo podra
decirse del aprovisionamiento de alimentos animales.
Las actividades de trnsito restantes no estn exentas de complejidades: el
mantenimiento de equipos y carga, muy relacionado a las operaciones de carga y
descarga; el descanso de personas y tropas, asociado a la presencia de algn
reparo natural o construido (con arquitectura somera), o bien improntas de
depresiones, relacionadas con mnimas cantidades de basura domstica. Estos
restos materiales incluyen las jaranas o paskanas, bien conocidas en la literatura
(Nielsen 1997). Por ltimo, los ritos varios incluyen para nuestro caso-
geoglifos, petroglifos, sepulcros, alineamientos de piedra, apachetas, cajitas y
montculos irregulares (ver, para una sntesis, Pimentel 2009b).
28
Como sea, parece que las actividades en viaje difcilmente pueden
englobarse nicamente en la categora de trnsito, sino que tambin debe
ponderarse el rol de lo extractivo. Al respecto, el enfoque plantea que: comprende potencialmente una
diversidad an mayor de actividades no relacionadas directamente con la
circulacin de personas o bienes entre nodos (trfico) aunque, como se ver ms
adelante, pueden estarlo indirectamente- sino con la obtencin de recursos
especficos, que varan segn la poca y el lugar, bajo diferentes modalidades, p.
e. enclaves permanentes, grupos temporarios de tareas, desplazamientos
estacionales. La variedad de restos materiales que pueden resultar de estas ocupaciones an debe ser explorada, pero incluira mltiples tipos de sitios frecuentemente citados en la literatura aunque raramente investigados en profundidad- como canteras-taller, minas, puestos de pastoreo, campamentos estacionales, campos de caza, lugares de procesamiento de presas, estructuras de acopio temporario de recursos, etc. (Nielsen 2006: 35)35.
Sabiendo que nuestra rea de estudio destaca por su absoluta aridez y por
la ausencia de vida en decenas de kilmetros a la redonda, es evidente que casi
slo recursos minerales pueden ser extrados all. Por esto, elaboraremos algunas
expectativas respecto de los materiales que debieran definir las categoras de
sitio: para las canteras-taller, productos tecnolgicos de descarte asociados a la
extraccin y procesamiento primario del material, lascas corticales, percutores y
lascas de estos. Si las canteras- taller existen sobre una veta acotada de material,
deberan tambin notarse las propias oquedades de su extraccin y abundante
material de desecho de la propia materia prima descartada. Para el caso de
tratarse de dispersiones de ndulos, pueden hallarse restos de la remocin cortical
inicial de grandes bifaces, como ha sido mostrado inmediatamente al Sur del rea
de estudio (Blanco et al. 2010). Por cierto, sabemos que es posible hallar en ellos
estructuras de pernocte de planta sub circular, con restos mnimos de consumo
alimentario (cf. Nez 1984).
29
Las minas, por su parte, presentarn oquedades caractersticas, ya sea en
rajo o pique, al seguir la extraccin la disposicin del material en el terreno. La
variedad de restos tecnolgicos debera diferir por especificidad, presentndose
ms que percutores, propiamente martillos lticos (Salinas y Salazar 2008, Salazar
et al. 2010b, Salinas et al. 2010) y sus desechos; y, palas lticas (Nez et al.
2003), y sus fragmentos. Evidentemente, una explotacin minera tendr ms
densidad de material de desecho alimentario asociado, toda vez que la operacin
de una extraccin minera exige mayor permanencia temporal que la de un rea de
aprovisionamiento ltico para la talla. En general, puede esperarse en las minas
una gran cantidad de material de descarte informe, las gangas o ripios.
3.3 Los modelos regionales de movilidad, aprovisionamiento ltico y minera. Dentro del marco general de los estudios internodales se han producido para nuestra subregin un par de modelos concomitantes con nuestro estudio, el
de movilidad por agentes, de Pimentel et al. (2010, 2011), planteado para la
movilidad Formativa de nuestra misma rea de estudio (Figura 10); y, por otra
parte, un modelo de movilidad y aprovisionamiento ltico para el Arcaico (Blanco et
al. 2010), en la misma rea de trabajo (Figura 11). Ambos poseen diferencias
tericas derivadas de los mbitos de estudio que representan, que quiz sean
interesantes de discutir a futuro, considerando por cierto- la informacin que se
desprenda de nuestro caso de estudio.
30
Figura 10. Modelo de movilidad y agentes para el formativo en tierras bajas. Segn
Pimentel et al. (2011).
31
Figu
ra 1
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010)
.
32
Por otro lado, existen otros modelos absolutamente independientes del
marco terico de los estudios internodales, que se refieren a la extraccin de
recursos, especficamente minera, que son de relevancia para nuestro trabajo.
Estos son los modelos tericos enunciados por Salazar (2003-4), y la
especificacin para la comprensin de la tecnologa y procesos tcnicos por
Salazar y Salinas (2008). Estos trabajos examinan el rol de la minera en el
proceso social atacameo de Oasis y Circumpuna, con nfasis en el rango del
perodo Formativo Tardo al Tardo (op. Cit: 164). La siguiente composicin (Figura
12), resume la propuesta.
Figura 12. Marco terico y modelo tecnolgico para el anlisis de minera. Modificado de Salazar
(2003-4), parte superior; y Salazar y Salinas (2008), parte inferior.
33
Ser parte de la discusin (captulo 7), ms adelante, el anlisis de la
relevancia y ajuste de los tres modelos en relacin a las prcticas extractivas en el
espacio internodal que constituye nuestra rea de estudio. Del mismo modo, se
discutirn con referencia al marco internodal general.
4. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIN Objetivo General
Identificar y caracterizar las ocupaciones extractivas lticas y minerales
asociadas a la va de circulacin internodal Quillagua-Costa.
Objetivos Especficos 1) Identificar sitios extractivos en la va.
2) Caracterizar los materiales lticos y minerales extrados y los restos asociados.
3) Identificar y describir los distintos segmentos de las cadenas operativas
detectables en la extraccin de materiales y su formatizacin, relacionando sus
productos con materiales similares de la regin.
4) Establecer, de acuerdo a los indicadores materiales presentes, la filiacin
prehistrica de la(s) actividades(es) de carcter extractivo.
5) Ubicar cronolgicamente, mediante fechas C14, los sitios detectados.
6) Establecer las asociaciones contextuales espaciales de los sitios de extraccin
dentro del internodo, con relacin a las vas de circulacin, sitios de trnsito, y
rasgos culturales y del paisaje.
7) Interpretar, segn el tipo y densidad de los materiales culturales asociados, el
tipo de ocupacin extractiva, transitoria o temporaria, y sus particularidades en
relacin al marco de estudios internodales.
8) Evaluar las ocupaciones extractivas considerando sus relaciones prehistricas y
su ajuste a lo propuesto por el Enfoque Internodal y otros modelos regionales.
34
5. METODOLOGA
Para dar cuenta de estos objetivos, se requiri realizar previamente una
prospeccin orientada a la bsqueda y seleccin de sitios extractivos (objetivo 1),
en los cuales se pudieran obtener datos para el anlisis del tema.
5.1 Mtodos de prospeccin
Se propuso, en principio, prospectar en su integridad la ruta que conect
Quillagua con la costa en Caleta Huamn, en los tramos en que es reconocible por
imgenes satelitales. Se escogi esta seccin de ruta pues permita conocer
alrededor de 70 km. de huella prehispnica, de los cuales aproximadamente la
mitad, hasta Cerro Posadas, se caracteriza por presentar una huella mltiple y la
otra, una huella simple, abordando la caracterizacin de tramos de huella de
distinto tipo presuntivamente de Oasis y Costa, respectivamente- generando la
misma posibilidad de describir estrategias de movilidad y aprovisionamiento
potencialmente distintas.
La prospeccin emple dos transectas paralelas a la huella, una por cada
lado de la va, que registr los hallazgos relacionados a ella a nivel de sitio, hasta
una distancia de 200 metros de distancia de su eje empleando las fichas
estandarizadas provistas por el proyecto FONDECYT 1090762, cuyos contenidos
(fichas de ejemplo) se presentan en el Anexo I.
El trabajo de prospeccin se realiz durante Junio del 2010 y se dise de
modo tal que simulara el viaje prehispnico pedestre entre la Cordillera de la
Costa y Quillagua, cargando las personas que prospectaron con su propia agua y
comida. Usando este mtodo, sin apoyo de vehculos motorizados, se cubri una
distancia exacta de 76 km, en un lapso de cuatro das y tres noches.
5.2 Mtodos de relevamiento de los sitios extractivos Una vez realizado el levantamiento de este cuerpo de datos, se procedi a
un registro de detalle de los sitios que atestiguaban la presencia de ocupaciones
extractivas de recursos (ver Captulo 6, Resultados).
35
En general, puede decirse que el registro arqueolgico realizado tuvo cuatro
niveles de profundidad, segn la relevancia del registro a las problemticas
relacionadas con las prcticas extractivas en vas internodales. El primer nivel
descriptivo oper a nivel de posicionamiento satelital, descripcin en cuaderno de
campo y fotografa nica de hallazgos; el segundo agreg fichas de registro
multivariable para sitios, estructuras, paneles de geoglifos, motivos y registro de
huella; el tercer nivel incluy dibujo tcnico y fotografas de detalle, especialmente
para el caso de los geoglifos; y, por ltimo, el nivel de descripcin ms intensivo
incluy adems levantamientos topogrficos, recoleccin superficial y excavacin
de pozos de sondeo.
5.2.1 Relevamiento espacial
Se fotografiaron los sitios y materiales presentes, junto con una descripcin
de las caractersticas mtricas de sus unidades componentes y sus asociaciones
empleando ficha pro-forma. Se emple para esto dos equipos de dos personas
que trabajaron durante tres das en el registro.
El detalle de las caractersticas espaciales de los sitios se llev a cabo por
medio de un levantamiento topogrfico de toda su extensin y sus detalles
relevantes incluyendo estructuras, huella y el mapeo individual de los materiales
culturales. Esta actividad se llev a cabo empleando un equipo de cuatro
topgrafos con una estacin Total Leica, complementada con el uso de un GPS
geodsico36. Ambos trabajos apuntaron a la consecucin del objetivo 6.
5.2.2 Excavacin
Se practicaron en total dos (2) pozos de sondeo de 50 x 50 cm, cada uno
ubicado en el sector ms denso de los sitios detectados con el propsito de
obtener materiales para fechado radiocarbnico (objetivo 5) y realizar una
caracterizacin bsica de los contenidos culturales en la estratigrafa de los sitios.
Aunque se plante originalmente excavar hasta 1 metro cuadrado por lugar, se
mantuvo la intervencin estratigrfica a un mnimo que entregara material
suficiente para la realizacin de los objetivos. Se excav por capas naturales
36
empleando un harnero de 4 mm para la recuperacin de materiales,
documentando la excavacin mediante registro en diario de campo, fotografas y
dibujos de la estratigrafa y rasgos expuestos por los sondeos.
5.2.3 Recoleccin superficial
Se levantaron materiales en superficie de forma selectiva, con preferencia
por materiales formales. Se plante originalmente la descripcin de hasta un 30%
del rea total de los sitios extractivos, partiendo del supuesto de que las
extracciones pudieran ser muy extensivas y poco manejables. En terreno, se
determin que los sitios presentaban escaso material superficial, de modo tal que
se ampli la muestra para cubrir hasta un 30% de uno de los sitios y un 100% del
segundo (esto se ver ms adelante). Los materiales fueron debidamente
fotografiados in situ y posicionados topogrficamente con resolucin milimtrica.
Por otra parte, se obtuvieron muestras apropiadas para identificacin
qumica y pruebas experimentales de las materias primas explotadas, cuya
descripcin de detalle se provee en la seccin de resultados.
5.3 Mtodos de laboratorio Respecto de la ltica, en el objetivo 2 y 3, se apunt a una clasificacin
estrictamente morfolgica de los productos descartados, realizada sobre los
componentes principales de variacin a observar en una base de datos del
material. Se emplearon las variables descriptivas y procedimientos metodolgicos
definidos para los anlisis lticos del proyecto FONDECYT 1090762
(Blanco 2010ms:2-4 y Blanco et al. 2010), con el propsito de mantener
comparabilidad analtica intra regional con los materiales previamente
recuperados, el Anexo II presenta la metodologa empleada. Este anlisis fue
realizado por el autor. Para conocer las caractersticas fsicas y qumicas de los materiales
extrados, fueron enviadas muestras a laboratorios especializados para su anlisis
por observacin microscpica37, espectroscopa RAMAN38 y pXRF39.
Para cumplir con el objetivo 4, se examinaron los restos cermicos
recuperados comparndolos con muestrarios disponibles generados a partir de las
37
colecciones del proyecto FONDECYT 1090762. De este modo, se realiz una
adscripcin tipolgica que toma en cuenta las clasificaciones cermicas en los
trabajos de Uribe (2004 y 2006), Ayala (2006ms), Sinclaire et al. (1998) y, Uribe y
Ayala (2004), por Garca y Correa (2012ms).
El resto de las materialidades recuperadas fueron analizadas a nivel
descriptivo solamente, a excepcin de los materiales malacolgicos que por su
cantidad y diversidad fueron entregados a un especialista40.
El objetivo cinco se cumpli enviando a fechar cuatro (4) muestras de los
depsitos estratigrficos que los contenan, como se ver en el Captulo 6,
resultados41.
Finalmente, los objetivos 7 y 8 se tratan en el Captulo 7, Discusin,
generando una adscripcin de los sitios a una categora dentro del marco de
Estudios Internodales, de acuerdo a los resultados de los anlisis previos, y que
requiri integrar los anlisis realizados para la interpretacin del carcter
transitorio o temporario de la ocupacin y saber si tales conceptos fueron
aplicables o no.
6. RESULTADOS
Presentamos aqu, en primer lugar, los resultados del trabajo arqueolgico
realizado para la descripcin arqueolgica de la va de circulacin Tocopilla
Quillagua (en adelante TQ), variante Caleta Huamn, cuya prospeccin y
relevamiento fueron realizados durante Junio del 2010 y Septiembre del 2011,
respectivamente, por personal del Proyecto FONDECYT 1090762. Luego, se
presentan los resultados analticos del examen de dos de sus sitios, TQ01 y TQ02,
que fueron los que presentaron evidencia de actividades extractivas.
6.1 Sitios detectados en el internodo Quillagua-Costa La ruta Tocopilla-Quillagua, presenta un trazado general de orientacin SE
(240) y aparentemente conecta varias localidades de la Costa (Tocopilla, Baha
Algodonales, Aguada de Mamilla, Punta Paquica, Caleta Huamn, Caleta Urcu, y-
38
posiblemente- Punta Arenas) con Quillagua, a travs de variantes que se van
desprendiendo de norte a sur en su recorrido.
Desde Quillagua, la va se presenta como una huella mltiple en todo el
trazado hacia Tocopilla, con variantes y alternativas principalmente de huella
simple y pocos casos de mltiple. De este conjunto, se trabaj con la huella
mltiple entre Quillagua y Cerro Posadas y con su variante simple a partir de este
punto con direccin a Caleta Huamn. Aproximadamente, ambas representan la
distancia de medio camino entre un nodo y el otro. Como se ha indicado, esta
seleccin se hizo con el propsito de documentar huellas potencialmente
asociadas a distintos agentes, por poblaciones de interior (Loa inferior) y poblacin
costera, dado lo que se conoce a partir de Pimentel et al. (2011), que discutiremos
ms adelante, empleando un modo analtico diacrtico (cf. Berenguer 2004).
La Tabla 1 presenta un resumen general de los sitios detectados en la
prospeccin. Tabla 1. Sitios arqueolgicos relevados en la va de circulacin Tocopilla-Quillagua.
Nom
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sitio
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UTM
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Tipo
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Ubi
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uctu
ras
en
el s
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TQ01 361672 7582566 1570 Extraccin de
minerales
700 400 Simple Extracciones en
pequeos piques
ovales y algunos
alargados
Dispuestas en su
mayora en
laderas de cerro,
al norte y al sur
del sitio, a lo
largo de un
manto de
sedimentos
blancos
TQ02 414063 7589167 1673 Cantera / Taller
150 150 Mltiple 6 Varias figuras
Geomtricas. Rombo
escalerado de cuatro
pisos compuesto por
10 rectngulos y 2
trapecios.
Oquedades
artificiales,
subovales
Al sur de huella y
entre cerros con
geoglifos
TQ03 435153 7599524 1262 Geoglifos 17 7 Mltiple 2 Dos camlidos en fila
TQ04 434805 7599451 1264 Geoglifos 24 3 Mltiple 3 Serpiente compuesta por lnea zigzagueante.
En parte superior de la
39
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Ubi
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n
estr
uctu
ras
en
el s
itio
cabeza presenta boca
y ojo de perfil.
TQ05 431373 7599628 1391 Geoglifos 100 30 No tiene 7 Varias figuras. 2 aves tipo condor. 1 cayado.
Tortuga o anfibio.
TQ06 431708 7598564 1421 Geoglifos 50 50 Simple 12 Varias figuras geomtricas y
figurativas. Ballena o
lobo marino dispuesto
en diagonal.
TQ07 427239 7596662 1497 Geoglifos 500 100 Mltiple 73 Mltiples figuras en varios paneles.
Destacan grandes
"insectos", una
diadema que corona el
cerro y un panel con
una secuencia vertical
de entunicados. Hay
un balsero tambin.
TQ08 423481 7595004 1517 Paskana 40 20 Mltiple - Dos estructuras circulares de doble
hilada. Tienen
vanos abiertos
hacia el SE, con
mortero.
Al costado norte
de huella TQ
TQ09 423638 7595010 1511 Estructura 15 15 Mltiple - Estructura no registrada
TQ10 421985 7595187 1597 Geoglifos 20 20 Mltiple 1 Circulo/Ovoide
TQ11 420894 7593695 1551 Estructura Mltiple - Estructura no registrada
TQ12 419776 7593185 1546 Estructura Mltiple - Estructura no registrada
TQ13 418149 7592480 1560 Tumbas 400 300 Mltiple - Amontonamiento de clastos. Uno de
ellos corresponde a
tumba
A lados norte y
sur de huella
TQ14 417364 7592084 1595 Estructura Mltiple - Estructura no registrada
TQ15 413084 7588206 1560 Paskana / Tumbas
50 50 Mltiple - Paskanas con
piedras. Algunas
son circulares. Hay
A lados norte y
sur de huella
40
Nom
bre
sitio
UTM
E
UTM
N
Alti
tud
Tipo
siti
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may
or s
itio
Eje
men
or s
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Tipo
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Mot
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cin
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uctu
ras
Ubi
caci
n
estr
uctu
ras
en
el s
itio
dos cajitas.
TQ16 412854 7588083 1648 Geoglifos 100 30 Mltiple 2 Taruca (?). Rombo escalerado irregular.
TQ17 412214 7587873 1659 Geoglifos 30 30 Mltiple 6 Fitomorfos (maiz?), rombos escalerados y
diadema.
TQ18 413533 7587717 1625 Estructura 2 2 Mltiple - Amontonamiento de lajas al SSW de
huella TQ
a 700 m al sur de
huella TQ
TQ19 424958 7595715 1503 Paskana / Tumbas
50 20 Mltiple - Depresin rodeada
por piedras de
pequeo tamao
Adyacente a
huella TQ
TQ20 422238 7594342 1533 Estructura 10 10 Mltiple - Estructura no registrada
TQ21 418697 7592698 1559 Estructura 10 10 Mltiple - Estructura no registrada
TQ22 421103 7594000 1566 Geoglifos 30 20 Mltiple 3 Felino, ofidio y lneas radiadas.
TQ23 426650 7596589 1483 Sealiz. 50 20 Simple - Dos grandes sealizadores de
ruta, uno de ellos
(sur) saqueado
Flanqueando la
huella simple que
se desva al
suroeste
TQ24 432224 7598827 1398 Geoglifos 40 20 Simple 7 Varios lobos marinos o ballenas. Crculos y
rectngulos.
En el primer tramo, se documentaron 23 sitios, entre geoglifos, paskanas,
sealizadores de ruta, estructuras ceremoniales, tumbas y lugares de extraccin
de materiales. Cabe notar que algunos de los geoglifos haban sido publicados por
Briones y Castelln (2005), aunque no hacen mencin de los sitios restantes. En
el segundo tramo, slo fue relevado un (1) sitio: una explotacin minera. Vale la
pena advertir que este registro debe entenderse como una lnea de base de los
sitios asociados a la va y que, debido a factores que incluyen la intensidad de la
prospeccin y las condiciones de la matriz en que se encuentran los sitios, es muy
posible que existan ms que los que aqu se presentan. La distribucin de los
sitios en relacin a la huella se muestra en la Figura 13: en verde, los sitios con
Geoglifos; blanco, los sitios de estructuras; y, rojo, los sitios de carcter extractivo.
41
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42
. Como se ha explicado en los captulos anteriores, el trabajo sobre e
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