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LENGUA CASTELLANAY COMUNICACIÓN
EDUCACIÓN MEDIA
Bernardita María Urzúa Velázquez
Gonzalo Andrés Rojas González
Liliana Mery Pereira
Santillana
En esta unidad aprenderás a:
Identificar la situación de enunciación de la literatura.
Comprender el concepto de ficción literaria.
Valorar los contextos de producción y recep-
ción de las obras literarias.
Identificar la situación enunciativa en la entre- vista y la conversación.
Identificar la entrevista como una forma de dialogar.
Comprender y aplicar la ortografía literal en la transcripción de los discursos orales.
Identificar la situación de enunciación de los medios de comunicación.
Valorar la literatura como un lugar de encuen- tro y como fuente de crecimiento personal.
Comprender y apreciar la importancia que tie- nen las dimensiones afectiva, ética y social en el desarrollo personal.
Valorar el amor como una posibilidad de
encuentro consigo mismo, con los otros y como
una forma de trascendencia.
Activa tus conocimientos:
1. Observa la situación que se muestra en la foto.
¿Qué crees que ocurre?
2. ¿Crees, por ejemplo, que puedes enamorarte de un personaje literario, de un actor o actriz o de un(a) cantante?
3. ¿Te transformas en otro cuando te enamoras o
sientes que eres más tú mismo?, ¿por qué?
Lengua Castellana y Comunicación 9
1 Lengua Castellana y
Anticípate a la lectura
¿Crees que un relato de ficción puede ser similar a uno de no-ficción? ¿Por qué?
¿Podemos ser conscientes de todo lo que percibimos con la vista?
¿Crees que se puede amar a alguien ausente? ¿Cómo?
Ulr ica Hann tekr sverthit Gram ok leggr i methal theira bert.
Völsunga Saga, 27
Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal
de la realidad, lo cual es lo mismo. Los hechos ocurrieron hace muy poco, pero
sé que el hábito literario es asimismo el hábito de intercalar rasgos circuns-
tanciales y de acentuar los énfasis. Quiero narrar mi encuentro con Ulrica (no
supe su apellido y tal vez no lo sabré nunca) en la ciudad de York. La crónica
abarcará una noche y una mañana.
Nada me costaría referir que la vi por primera vez junto a las Cinco
Hermanas de York, esos vitrales puros de toda imagen que respetaron los ico-
noclastas de Cromwell, pero el hecho es que nos conocimos en la salita del
Northern Inn, que está del otro lado de las murallas. Éramos pocos y ella
esta- ba de espaldas. Alguien le ofreció una copa y rehusó.
–Soy feminista –dijo–. No quiero remedar a los hombres. Me desagradan
su tabaco y su alcohol.
La frase quería ser ingeniosa y adiviné que no era la primera vez que la
pronunciaba. Supe después que no era característica de ella, pero lo que deci-
mos no siempre se parece a nosotros.
Refirió que había llegado tarde al museo, pero que la dejaron entrar cuan-
do supieron que era noruega.
Uno de los presentes comentó:
–No es la primera vez que los noruegos entran en York.
–Así es –dijo ella–. Inglaterra fue nuestra y la perdimos, si alguien puede
tener algo o algo puede perderse.
Fue entonces cuando la miré. Una línea de William Blake habla de mucha-
chas de suave plata o furioso oro, pero en Ulrica estaban el oro y la suavi-
dad. Era ligera y alta, de rasgos afilados y de ojos grises. Menos que su ros-
tro me impresionó su aire de tranquilo misterio. Sonreía fácilmente y la son-
risa parecía alejarla. Vestía de negro, lo cual es raro en tierras del Norte, que
TEXTO
1Lengua Castellana y
“Ulrica” es parte del volumen de
cuentos El libro de arena, publicado
en Buenos Aires en 1975. Son
tiempos duros para el Conosur
latinoamericano: dos años antes,
Uruguay y Chile eran los escena-
rios de golpes de Estado, y un
año después, el 24 de marzo de
1976, la junta de Comandantes en
Jefe de las Fuerzas Armadas
Argentinas, integrada por el
general Videla, el almirante
Emilio E. Massera y el brigadier
Orlando R. Agosti, derrocó a la
presidenta María Estela Martínez
de Perón, más comúnmente
conocida como "Isabelita", dando
inicio a una dictadura del terror.
tratan de alegrar con colores lo apagado del ámbito. Hablaba un inglés níti-
do y preciso y acentuaba levemente las erres. No soy observador; esas cosas
las descubrí poco a poco.
Nos presentaron. Le dije que era profesor en la Universidad de los Andes
en Bogotá. Aclaré que era colombiano.
Me preguntó de un modo pensativo:
–¿Qué es ser colombiano?
–No sé –le respondí–. Es un acto de fe.
–Como ser noruega –asintió.
Nada más puedo recordar de lo que se dijo esa noche. Al día siguiente bajé
temprano al comedor. Por los cristales vi que había nevado; los páramos se
perdían en la mañana. No había nadie más. Ulrica me invitó a su mesa. Me
dijo que le gustaba salir a caminar sola.
Recordé una broma de Schopenhauer y contesté:
–A mí también. Podemos salir los dos.
Nos alejamos de la casa, sobre la nieve joven. No había un alma en los
campos. Le propuse que fuéramos a Thorgate, que queda río abajo, a unas
millas. Sé que ya estaba enamorado de Ulrica; no hubiera deseado a mi lado
a ninguna otra persona.
Oí de pronto el lejano aullido de un lobo. No he oído nunca aullar a un
lobo, pero sé que era un lobo. Ulrica no se inmutó.
Al rato dijo como si pensara en voz alta:
–Las pocas y pobres espadas que vi ayer en York Minster me han conmovi-
do más que las grandes naves del museo de Oslo.
Nuestros caminos se cruzaban. Ulrica, esa tarde, proseguiría el viaje hacia
Londres; yo, hacia Edimburgo.
–En Oxford Street –me dijo– repetiré los pasos de De Quincey, que
busca- ba a su Anna perdida entre las muchedumbres de Londres.
–De Quincey –respondí– dejó de buscarla. Yo, a lo largo del tiempo, sigo
buscándola.
–Tal vez –dijo en voz baja– la has encontrado.
Comprendí que una cosa inesperada no me estaba prohibida y le besé la
boca y los ojos. Me apartó con suave firmeza y luego declaró:
–Seré tuya en la posada de Thorgate. Te pido mientras tanto, que no me
toques. Es mejor que así sea.
Para un hombre célibe entrado en años, el ofrecido amor es un don que
ya no se espera. El milagro tiene derecho a imponer condiciones. Pensé en mis
mocedades de Popayan y en una muchacha de Texas, clara y esbelta como
Ulrica, que me había negado su amor.
No incurrí en el error de preguntarle si me quería. Comprendí que no era
el primero y que no sería el último. Esa aventura, acaso la postrera para mí,
sería una de tantas para esa resplandeciente y resuelta discípula de Ibsen.
Tomados de la mano seguimos.
–Todo esto es como un sueño –dije– y yo nunca sueño.
1 Lengua Castellana y
–Como aquel rey –replicó Ulrica– que no soñó hasta que un hechicero lo
hizo dormir en una pocilga.
Agregó después:
–Oye bien. Un pájaro está por cantar.
Al poco rato oímos el canto.
–En estas tierras –dije–, piensan que quien está por morir prevé lo futuro.
Y yo estoy por morir –dijo ella.
La miré atónito.
–Cortemos por el bosque –la urgí–. Arribaremos más pronto a Thorgate.
–El bosque es peligroso –replicó.
Seguimos por los páramos.
–Yo querría que este momento durara siempre –murmuré.
–Siempre es una palabra que no está permitida a los hombres –afirmó
Ulrica y, para aminorar el énfasis, me pidió que le repitiera mi nombre, que
no había oído bien.
–Javier Otárola –le dije.
Quiso repetirlo y no pudo. Yo fracasé, parejamente, con el nombre de
Ulrikke.
–Te llamaré Sigurd –declaró con una sonrisa.
Si soy Sigurd –le repliqué– tu serás Brynhild.
Había demorado el paso.
–¿Conoces la saga? –le pregunté.
–Por supuesto –me dijo–. La trágica historia que los alemanes echaron a
perder con sus tardíos Nibelungos.
No quise discutir y le respondí:
–Brynhild, caminas como si quisieras que entre los dos hubiera una espa-
da en el lecho.
Estábamos de golpe ante la posada. No me sorprendió que se llamara,
como la otra, el Northern Inn.
Desde lo alto de la escalinata, Ulrica me gritó:
–¿Oíste el lobo? Ya no quedan lobos en Inglaterra. Apresúrate.
Al subir al piso alto, noté que las paredes estaban empapeladas a la mane-
ra de William Morris, de un rojo muy profundo, con entrelazados frutos y
pájaros. Ulrica entró primero. El aposento oscuro era bajo, con un techo a dos
aguas. El esperado lecho se duplicaba en un vago cristal y la bruñida caoba
me recordó el espejo de la Escritura. Ulrica ya se había desvestido. Me llamó
por mi verdadero nombre, Javier. Sentí que la nieve arreciaba. Ya no queda-
ban muebles ni espejos. No había una espada entre los dos. Como la arena se
iba el tiempo. Secular en la sombra fluyó el amor y poseí por primera y últi-
ma vez la imagen de Ulrica.
Jorge Luis Borges. Obras completas. Buenos Aires: María Kodama y Emecé Editores, 1989.
TEXTO
1Lengua Castellana y
Profundiza la lectura
I. Relee el texto “Ulrica” y responde las siguientes preguntas en tu cuaderno.
1. ¿En qué lugar se desarrolla la acción?
2. ¿Qué es lo que hace que Javier se fije en Ulrica?
3. ¿Por qué crees que el narrador en un momento afirma que “ya estaba enamorado de Ulrica”?
4. ¿Cómo puede producirse un amor a primera vista?
5. ¿Por qué crees que Ulrica le pide a Javier que no la toque hasta la posada de Thorgate?
6. ¿Cuál es la idea del amor que se trasluce en este cuento?
7. El narrador, al finalizar su relato, dice:… “y poseí por primera y última vez la imagen de Ulrica”.
¿Qué crees que quiere decir cuando nos habla de la “imagen”?
II. Lee los fragmentos de los cuentos “Ulrica” de Jorge Luis Borges y “Elsa”, del uruguayo Felisberto
Hernández:ELSA ULRICA I
Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi Yo no quiero decir cómo es ella. Si digo que es recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo. rubia se imaginarán una mujer rubia, pero no será Los hechos ocurrieron hace muy poco, pero sé que el ella. Ocurrirá como con el nombre: si digo que se hábito literario es asimismo el hábito de intercalar llama Elsa se imaginarán cómo es el nombre Elsa; rasgos
circunstanciales y de acentuar los énfasis. pero el nombre Elsa de ella es otro nombre Elsa. Ni Quiero narrar
mi encuentro con Ulrica (no supe su siquiera podrían imaginarse cómo es una peinilla apellido y tal vez no lo sabré nunca) en la ciudad de que ella se olvidó en mi casa; (...)York. La crónica abarcará una noche y una mañana.
Felisberto Hernández. Obras Completas.Jorge Luis Borges. Obras Completas. México: Siglo XXI Editores, 2000.
Buenos Aires, Argentina: María Kodama yEmecé Editores, S.A., 1989
1. ¿Puede el lenguaje reflejar fielmente la realidad según los textos de Borges y Hernández?
2. ¿Cuál es la relación entre realidad y recuerdo que se presenta en el texto de Borges?
3. ¿Cuál es la relación entre realidad e imaginación que se presenta en el texto de Hernández?
III. Lee el siguiente texto y responde las preguntas.
“¿Estoy enamorado? —Sí, porque espero”. El otro, él, no espera nunca. A veces, quiero jugar al que no espera; intento ocuparme en otras cosas, de llegar con retraso; pero siempre pierdo a este juego: cualquier cosa que haga, me encuentro ocioso, exacto, es decir, adelantado. La identidad fatal del enamorado no es otra más que esta: yo soy el que espera.
Roland Barthes. “La espera”. En: Fragmentos de un discurso amoroso.Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2002.
1. ¿Cómo caracteriza el texto al sujeto enamorado?
2. ¿Cómo diferenciarías a este sujeto de los presentados en “Ulrica” y “Elsa”?
3. ¿Hay “milagro” en la narración de “Ulrica”? Para responder, relaciona la “espera” de Barthes con lo siguiente: “Para un hombre célibe entrado en años, el ofrecido amor es un don que ya no se espera”.
1 Lengua Castellana y
“Hagamos como que...”Situación de enunciación de la literatura
Un texto es una máquina perezosa que espera mucha colaboración del lector
Umberto Eco
La enunciación es el acto de expresar algo por medio
de un lenguaje. Esto ocurre siempre en una situación
determinada: la situación de enunciación, donde alguien
emite un mensaje para otro.
Todo texto literario es un mensaje y como tal, supone
un emisor y un receptor. En el caso de la literatura, emi-
sor y receptor simulan estar de acuerdo en que lo comu-
nicado en el mensaje es verosímil, aun cuando contradiga
nuestra experiencia habitual del mundo real. Por ello es
que tanto emisor como receptor, en el espacio literario,
juegan al “hagamos como que”, de manera similar a como
funcionan los juegos de niños.
La regla fundamental de este juego es que lo comuni-
cado constituya un mundo posible o admisible creado
por la literatura. Por lo tanto, el “hagamos como que” es
un pacto tácito entre el emisor y el receptor para habitar
y jugar en ese nuevo espacio. A esto es lo que llamamos
lo verosímil: algo solamente creíble en el juego de lo lite-
rario, algo en lo cual fingimos creer. Es el mismo pacto
que haces cuando vas a ver Matrix: ahí consientes en que
el actor Keanu Reeves pueda transformarse en el
persona- je Neo, y en que existen mundos simultáneos y
super- puestos, interconectados a través del teléfono. Si
no acce- dieras a creer momentáneamente en lo que
narra la pelí- cula, ver la película sería un esfuerzo inútil.
En ese mundo posible, que ahora también podemos
llamar ficticio (ficción proviene de fingir), los habitantes,
espacios, hechos y situaciones son creaciones de lenguaje,
y tanto el emisor real como el receptor real quedan fue-
ra de ese mundo. No es posible afirmar, por ejemplo, que
es Borges quien habla en Ulrica; Borges escribe el cuento
Ulrica y el narrador de ese cuento es quien habla de ella.
Del mismo modo, este narrador siempre le habla a
alguien en ese mundo posible. Le habla a un lector ficti-
cio, suponiendo así un destinatario que lo atiende. Cuando
tú, lector real, lees “Ulrica”, finges, simulas, durante ese
momento, ser el lector ficticio que participa del mundo
literario y al que apela el narrador. El “lector real”
lee, mientras que el “lector ficticio” participa.
Esta serie de distinciones origina la situación de enun-
ciación propia de la literatura, una situación en donde
conviven dos espacios simultáneamente: una comunica-
ción extra-literaria (entre el autor y el lector real) y otra
intra-literaria (entre el narrador y el lector ficticio).
La obra literaria, en este sentido, se concreta en la lec-
tura. Así cobra forma el mundo posible que la constituye.
De este modo, la lectura es un proceso de construcción,
una convivencia, un diálogo de experiencias múltiples que
originan interpretaciones diversas según resulten de la
ecuación de este encuentro.
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Mensaje
TEXTO
1Lengua Castellana y
Situación enunciativa de la obra literaria
Emisor Receptor
Mundo RealAutor Obra Lector real
Narrador Relato Lector ficticio
Mundo ficticio
Analiza y aplica
Los textos, como los mapas, presentan hitos, puntos de referencia, lugares desde donde instalarse para comenzar recorrerlos. En un mapa, muchas veces nos fijamos hacia dónde está el norte, dónde esta- mos nosotros y hacia dónde queremos desplazarnos, aunque sea con la mirada. Los textos, nos ofrecen posibilidades similares. Entramos ellos y ocupamos un lugar en la ficción, el del lector; recorremos la ficción desde dentro, en lo que nos es posible ver. Nos detenemos en lugares que llaman nuestra aten- ción o en los que el texto nos obliga (insinuantemente) detenernos. ¿Cuáles son esas señales de ruta en el texto? Las marcas textuales, es decir, lo que el texto explícitamente presenta, nos va demarcan- do un camino de lectura. Constituyen una especie de carta de navegación: podemos seguir una ruta, pero ese viaje admite múltiples vivencias o interpretaciones.
I. Analiza el siguiente ejemplo:
Fue entonces cuando la miré . Una línea de William Blake habla de muchachas de suave plata o furioso oro, pero en Ulrica estaban el or o y la suavidad . Era ligera y alta, de rasgos afilados y de ojos grises. Menos que su rostro me impresionó su air e de tranquilo misterio . Sonreía fácilmente y la sonrisa parecía alejarla.
1 Lengua Castellana y
1. Supón ahora, que las expresiones subrayadas son tu carta de navegación:
–¿Qué puedes afirmar acerca de la impresión que provoca Ulrica en Javier?
Verás que es el texto y tu ejercicio de navegación orientada por él, el que permite afirmar que Javier se siente enamorado de Ulrica.
Una obra literaria puede suscitar múltiples interpretaciones y, probablemente, todas ellas sean plau- sibles; sin embargo, es importante enfatizar que un texto es también una invitación a recorrer la fic- ción haciendo un pacto, el que descansa fundamentalmente en que nosotros, los lectores, sabremos seguir las marcas que nos conducirán por la travesía.
2. Lee el siguiente fragmento de “Ulrica”.
Nada me costaría referir que la vi por primera vez junto a las Cinco Hermanas de York, esos vitrales puros de toda imagen que respetaron los iconoclastas de Cromwell, pero el hecho es que nos conocimos en la salita del Northern Inn, que está del otro lado de las murallas. Éramos pocos y ella estaba de espaldas. Alguien le ofreció una copa y rehusó.
–Soy feminista –dijo–. No quiero remedar a los hombres. Me desagradan su tabaco y su alco- hol.La frase quería ser ingeniosa y adiviné que no era la primera vez que la pronunciaba. Supe des- pués que no era característica de ella, pero lo que decimos no siempre se parece a nosotros. Refirió que había llegado tarde al museo, pero que la dejaron entrar cuando supieron que era noruega.
Uno de los presentes comentó:
–No es la primera vez que los noruegos entran en York.
–Así es –dijo ella–. Inglaterra fue nuestra y la perdimos, si alguien puede tener algo o algo pue- de perderse.Fue entonces cuando la miré.
3. Subraya cuatro enunciados que sirvan de marcas textuales para postular una interpretación per-sonal del texto y completa el cuadro.
Marca textual Interpretación
1.
2.
3.
4.
Lengua Castellana y Comunicación
TEXTO
II. Lee el siguiente texto y luego responde.
Aquiles corre diez veces más ligero que la tortuga y le da una ventaja de diez metros. Aquiles corre esos diez metros, la tortuga corre uno; Aquiles corre ese metro, la tortuga corre un decímetro; Aquiles corre ese decímetro, la tortuga corre un centímetro; Aquiles corre ese cen- tímetro, la tortuga un milímetro, Aquiles Piesligeros el milímetro, la tortuga un décimo de milímetro y así infinitamente, sin alcanzarla…
Jorge Luis Borges. “Avatares de la tortuga”.
En: Discusión, Obras Completas. Buenos Aires: Emecé editores, 1994.
1. ¿Por qué, según el texto, Aquiles no puede alcanzar nunca a la tortuga? Observa cómo la lógica contradice la experiencia.
2. ¿En qué medida “Ulrica” es también inalcanzable para el narrador?
III. Completa el siguiente mapa conceptual.
1. Remplaza en cada recuadro el concepto que corresponde a la situación de enunciación específica
del cuento “Ulrica”. En los casos que corresponda, ejemplifica.
Lectura del cuento “Ulrica”
Jorge Luis Borges
Narrador
1 Lengua Castellana y
IV. Observa la siguiente imagen y contesta las preguntas.
1. ¿Qué te sucede al observar esta imagen?
2. ¿Por qué al mirar la imagen es posible afirmar que pueden existir irrealidades visibles? Escribe tus impresiones.
3. ¿En qué medida el encuentro entre Ulrica y Javier puede ser considerado una “irrealidad visible”?
V. Relaciona el texto con la imagen.
1. Lee el siguiente pasaje de La Divina Comedia en el que se inmortaliza el primer beso entrePaolo y Francesca y luego observa con atención la escultura de Rodin, llamada El beso.
Leíamos un día por deleite,cómo hería el amor a Lanzarote;solos los dos y sin recelo alguno.
Muchas veces los ojos suspendieron la lectura, y el rostro emblanquecía, pero tan solo nos venció un pasaje.
A leer que la risa deseadaera besada por tan grande amante, este, que de mí nunca ha de apartarse, la boca me besó, todo él temblando.
Dante Alighieri. La Divina Comedia, Canto V, fragmento.
Rodin. El beso.
2. ¿Qué visión del amor se presenta en el fragmento de La Divina Comedia y cuál se presenta en la escultura de Rodin?
3. ¿Cuál de las dos visiones te parece más afín con la visión del amor presente en “Ulrica”?, ¿por qué?
TEXTO
Lengua Castellana y Comunicación
Contexto de producción y de recepción
El ciego de la biblioteca
Borges quizás soñó todo lo que escribió y lo que leyó. Quien nos relata ese sueño es probable- mente un hombre que quedó ciego y de cuyas palabras se desprenden más palabras y más letras y más libros. Nació en Buenos Aires en 1899 y a los quince años se fue a vivir a Ginebra. Volvió a Argentina cargado de lecturas y se avocó a una tarea que a medida que se iba cumpliendo, tam- bién, poco a poco, iba olvidando. Esa tarea consistía, principalmente, en leerlo todo, y así lo hizo, pero, de paso, también se dio tiempo para escribir lo que a la postre vendría a ser la literatura más importante del siglo veinte en lengua española. Sus cuentos, desperdigados en un montón de volú- menes extraordinarios, al tiempo que los enaltecen, han desestabilizado los lugares asignados a la literatura, la ficción, la memoria, el olvido, el tiempo, la metafísica, el humor. “Los espejos y la cópu- la son abominables, porque multiplican el número de los hombres”, se lee en uno de los cuentos de Ficciones. Hay varios temas que se cruzan y por los cuales Borges, que alguna vez fue Director de la Biblioteca Nacional de Argentina, se pierde, a tientas, dando manotazos al aire, escribiendo El Aleph, Historia universal de la infamia, El Hacedor, Ficciones, El libro de arena. Progresivamente va aumentando su ceguera y con ella la lucidez tenebrosa de sus lecturas y de sus ensayos. ¿Es un personaje literario, un traidor, un hombre que ha sido soñado? El espectáculo silencioso de la biblioteca, hacia el final, acaso lo haya hecho intuir el infinito.
Contesta las siguientes preguntas en tu cuaderno:
1. ¿Qué relación crees que puede existir entre la ceguera de Borges y su obra?
2. ¿Qué harías si te quedaras sin salida, por una noche, en la Biblioteca Nacional? Escribe un breve relato, de máximo una página, en el que narres tu situación.
3. ¿Se pueden leer todos los libros? ¿Por qué?
4. ¿Cómo te imaginas que te pueden soñar los otros? ¿Como realmente eres, o como una imagen con otro rostro? Ensaya brevemente una respuesta.
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