Querido recuerdo doloroso.Por: Lizeth Castro
Querido recuerdo doloroso:
Te saludo con respeto porque fuiste mi maestro hace mucho. Me
enseñaste a ser fuerte, a tener sentido de mi propia dignidad y a hacer
una lista de mis “NO-NEGOCIABLES”.
Me acuerdo que en aquél momento cuando eras parte de mi presente,
tomé un lapicero y me decidí a tener una conversación que me daba
miedo. Era conmigo misma. Entonces supe que vos eras tan sólo una
parte de lo que me sucedía. La otra parte ocurría dentro de mí.
Tu presencia hizo fiesta con mis inseguridades, mis complejos y mis
miedos. Entonces, entendí eso que vuelvo a repetir: una parte de dolor
me lo generabas vos, y otra parte me la generaba yo misma.
Con esto claro, me senté con mi Ministro de Asuntos Internos y
decidimos hacer una gran lista de dos puntos: No se negocia la
dignidad. No se negocia el amor propio.
Hecho este documento trascendental, te lo entregué a vos para
notificarte que terminábamos. Entonces pasaste a ser un recuerdo
doloroso.
Pasados los años, de nuevo me he reunido con mi Ministro de Asuntos
Internos y decidimos comunicarte oficialmente que: No te daremos más
poder para que sigás martillando mi mente. Tiro a la chatarrera el
martillo. Tampoco te daremos ningún lugar de privilegio en el ampo de
“Situaciones que ya pasaron y me causaron dolor”. Pasás a ser un anexo
de consulta libre, es decir, cuando sea estrictamente necesario ponerte
de ejemplo para contarle a otros que la basura hay que botarla al
basurero, te sacaré del ampo. Si no, no tendrá sentido.
Mi Ministro y yo hemos firmado un acuerdo con la libertad. Hicimos una
fiesta enorme que jamás terminará.
Si empecé esta carta con un “Querido recuerdo doloroso”, te notifico
que cuando te saque del ampo para lo que ya te conté, te llamaré
“Lección de vida que me hizo más fuerte”. Así no seremos enemigos, ya
no más poder, ya no más.
Me despido de vos, antes de meterte en mi ampo,
Yo, más fuerte que ayer.