SUSANA SOLER POLOHISTORIADORA
Tras la batalla de Qadesh, Egipto y el Imperio hititafirmaron el primer tratado de paz de la historia.
Para rubricar este acuerdo, Hattusili III envió a su hijamayor a Egipto como la esposa de Ramsés II
Al cumplirse sus primeros treinta años en el trono de Egipto –que se prolongarían todavía otros treinta, en lo que fue uno de los reinados más largos de la historia de Egipto–, Ramsés II podía mirar com-placido los logros de su gobierno. En su nueva y
fastuosa capital, Pi Ramsés, el faraón celebró por todo lo alto su primer jubileo, seguro de que era el soberano más importante del mundo conocido y sin que ninguna amenaza exterior nublara el horizonte. Ni siquiera los hititas, con su poderoso Imperio que se extendía por gran parte de Anatolia, representaban ya un peligro. Tras la célebre batalla de Qadesh –que la propaganda egipcia había presentado como una victoria aplastante del fa-raón–, el soberano hitita había accedido a firmar, en 1258 a.C., un tratado que puso fin al largo conflicto entre ambos países.
Una nueva reina para la corte egipcia
LA BODA HITITA DE RAMSÉS II
EL SELLO DEL REY HITITA
Ramsés II y Hattusili III intercambiaron una larga correspondencia para acordar los términos del matrimonio real. En la página anterior, el sello real de Hattusili. Museo Arqueológico, Alepo.L. DE MASI / GETTY IMAGES
TEMPLO DE ABU SIMBEL
Ocho estatuas osiríacas de Ramsés II flanquean el vestíbulo de su gran templo en Abu Simbel. En el exterior, una estela conmemora el enlace del faraón con la hija del rey hitita Hattusili III.ARALDO DE LUCA
C R O N O LO G Í A
El reinado más largo de Egipto
1279 A.CEl príncipe Ramsés, hijo de Seti I y de la Gran Esposa Real Mut-Tuya, sucede a su padre y se convierte en faraón con el nombre de Ramsés II.
1275 A.CTiene lugar la batalla de Qadesh entre egipcios e hititas. Ramsés está a punto de perder la vida, pero la celebra como una gran victoria.
1264 A.CSe acaba la construcción de los grandes templos funerarios de Abu Simbel, en Nubia, dedicados a Ramsés y a su esposa Nefertari.
1258 A.CEl faraón Ramsés II y el rey hitita Hattusili III firman un tratado de paz que pone fin a su rivalidad por el control de Siria y Palestina.
1249 A.CTras treinta años de reinado, Ramsés II celebra su primer jubileo real (Heb Sed) en su flamante capital del Delta, Pi Ramsés.
1245 A.CRamsés II se casa con la hija de Hattusili III. La princesa adopta el nombre egipcio de Maathorneferura.
1213 A.CMuere Ramsés II tras más de 60 años en el trono. Le sucede su decimotercer hijo, Merneptah.
LA CAPITAL DEL IMPERIO HITITA
Situada junto al río Halys, en Anatolia, la ciudad de Hattusa estaba rodeada por una potente muralla y llegó a albergar a unos 50.000 habitantes. Arriba, la monumental puerta de los Leones.
TRATADO DE PAZ SUSCRITO ENTRE RAMSÉS II Y HATTUSILI III. MUSEO ARQUEOLÓGICO, ESTAMBUL.
Pese a ello, Ramsés II aspiraba a estrechar aún más la alianza con el Imperio de Hatti, y pensó que el mejor medio de lograrlo era casar-se con una princesa hitita; y no con cualquiera, sino con la primogénita del rey Hattusili III. Empezó entonces una larga negociación entre ambas cortes que hoy conocemos en todos sus detalles gracias a unos documentos de excep-cional valor: las cartas escritas sobre tablillas de arcilla que intercambiaron los monarcas de ambos países y que quedaron depositadas
en el archivo de la capital hitita, Hattusa, un conjunto de casi 4.000 tablillas que fue descubierto por los arqueólogos a princi-pios del siglo XX.
Arduas negociaciones
A partir de estos documentos, diversos historiadores han tratado de reconstruir el desarrollo de esta operación diplomáti-ca. Se cree que fueron unos emisarios del
faraón quienes convencieron al rey hitita para que hiciera llegar a Ramsés II una propues-ta formal de matrimonio. Las negociaciones
PRISMA / ALBUM
DUEÑO DEL UNIVERSO
El dios Atum decía al faraón: «La tierra te es dada en su longitud y en su anchura, nadie la comparte contigo». Estatua de Ramsés II tocado con la corona azul jepresh. Museo Egipcio, Turín.
que siguieron, que por parte hitita condujo principalmente la reina Puduhepa, se cen-traron en la cuestión de la dote que apor-taría la novia. Cuando Ramsés se quejó por la tardanza de la llegada de su nueva esposa y la escasa cuantía de la dote prometida, Puduhepa excusó el retraso alegando que en Hatti sufrían una situación de carestía y había estallado un incendio en los almacenes reales. En cuanto a la dote, la reina reprochaba a Ramsés –a quien trataba como su «hermano»– su exceso de codicia: «¿Es que mi hermano no posee nada en absoluto? [...] Pero, hermano mío, ¡te enri-quecerás a mis expensas! Eso no es merecedor de renombre ni digno de un señor». Pese a ello, le aseguraba que quedaría satisfecho: «La dote será más hermosa que la del rey de Babilonia y que la de la hija del rey de B[...] Enviaré este año a mi hija; siervos, ganado, carneros y ca-ballos la acompañarán». En una carta poste-rior se dice que la princesa llevaría «tributos magníficos de oro, plata, bronce, esclavos, tiros de caballo, ganado, cabras, miles de carneros, como dones para el faraón».
Por parte hitita, la principal pretensión era lograr que la princesa ostentara el rango de esposa principal, no el de mera esposa secun-daria, como ocurría con otras princesas del Próximo Oriente que habían entrado en el ha-rén del faraón. De hecho, en el momento en que finalmente se produjo la boda, hacia 1245 a.C., el puesto de Gran Esposa Real había quedado vacante tras la muerte de Isis-Nofret, quien a su vez había sucedido a la reina Nefertari en esa dignidad, diez años antes.
El rango de esposa principal era la únicacontrapartida que Ramsés estaba dispuestoa conceder, pues quedaba fuera de discusiónentregar a Hattusili una princesa egipcia. Sibien desde hacía más de un siglo los faraoneshabían contraído enlaces con princesas ex-tranjeras –el propio Ramsés II tuvo cincoesposas no egipcias, y su antecesor, Amen-hotep III, hasta siete–, nunca permitíanque sus hijas marcharan al exterior. Era sumodo de manifestar que el estatus deun faraón egipcio era superior al delresto de gobernantes, aunque en las
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RAMSÉS II, SENTADO EN SU TRONO, RECIBE
A UN ENVIADO DE HATTUSILI III.
En el II milenio a.C. no existía la costumbre de los encuentros perso-nales entre monarcas, al modo de las «cumbres» de hoy en día. Los contactos diplomáticos se llevaban a cabo mediante unos personajes llamados con un término acadio, mar shipri. Mensajeros y embajado-res a la vez, estos altos funcionarios, a veces de sangre real, llevaban ricos presentes y eran recibidos con gran pompa y ceremonia.
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ESTELA DEL MATRIMONIOLA CRÓNICA QUE RELATA el viaje de la prin-cesa hitita hasta Pi Ramsés fue graba-da en una gran estela en Abu Simbel, la llamada Estela del matrimonio. El texto comienza exaltando la figura del faraón: «Aquí empieza ese monumento impere-cedero, destinado a magnificar la fuerza del señor del brazo, a exaltar su valentía, a halagar su potencia [...]». Luego relata el anuncio de los esponsales, el viaje de la
princesa y su séquito –que «atravesaronlejanas montañas y peligrosos desfilade-ros, y ahora alcanzarán las fronteras de TuMajestad»–, hasta su entrada en tierrasegipcias escoltados por «la infantería, loscarros y los enviados de Su Majestad»y su llegada a la capital. «Es un gran acon-tecimiento [...]: la hija del gran soberano deHatti entrando y penetrando en Egipto paraencontrar a Ramsés Meriamón».
ESCENA IMAGINARIA
El relieve sobre el textomuestra a Ramsés II1con la corona blanca delAlto Egipto, junto a losdioses Ptah Tenen2y Seth3. Enfrente, elartista representó a suprometida, la princesaMaathorneferure4, y alrey Hattusili5, que enrealidad no acompañó a suhija a Egipto. Ambos estánde pie, adorando al faraóny a los dioses egipcios.
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HOMENAJE A LANUEVA ESPOSA
Tras el matrimonio,se emitieronescarabeos(amuletos en formade escarabajo)con el nuevonombre egipciode la princesa:Maathorneferure.Abajo, pectoral deRamsés II. Museodel Louvre, París.
cartas se trataran aparentemente de igual aigual y se llamaran entre ellos «hermano».CuandoelreydeBabiloniaKadashman-EnlilIseatrevióapedirlamanodeunaprincesaegip-cia,RamsésIIselimitóarecordarleque«desdetiemposinmemorialesningunahijadelreydeEgiptosehadado[enmatrimonio]».
El periplo de la novia
Hattusili escribió a Ramsés que la novia yaestabalistaparapartir,porloquelosemisariosdel faraón ya podían ungirla con óleo: «¡Quevengan a ungir la cabeza de mi hija con óleofino, y la lleven a la casa del Gran Rey, el Reyde la tierra de Egipto, mi hermano!». Éste eselúnicoritualmatrimonialmencionadoenlacorrespondencia.EraunaprácticaextendidaenelantiguoPróximoOrienteporlacual ladon-cella alcanzaba un rango superior como pro-metida. Al saber que todo estaba listo, Ram-sés se mostró exultante: «El dios Sol, el diosdelaTormenta,losdiosesdeEgiptoylosdio-sesdelpaíshititahandecretadoquenuestrosdos grandes países se unan para siempre».
La princesa hitita elegida –de la que sóloconocemos el nombre egipcio que adoptó,Maathorneferure– viajó a Egipto con unacomitiva muy numerosa, como las que ha-bían llevado otras princesas de la época; porejemplo,GiluhepadeMitanni llegóa lacortede Amenhotep III con más de trescientasdamas de compañía. Estas amplias comiti-vasfuncionabancomoauténticasembajadasque aportaban valiosa información a su paísde origen. De ahí que, en una carta, la reinaPuduhepa insistiera en que segarantizara el libre acceso desus mensajeros a su hija.
Puduhepasecuidó también deorganizar la seguridad del viaje.Apesardeque,enprincipio,laco-mitivahititateníaqueatravesarte-rritorios vasallos,nunca existía laplenaseguridadfrenteaunataquedebandidosynómadas.Tambiénhabía el temor de que se repitieralo que le sucedió un siglo atrás aun príncipe hitita, muerto en su
EL LARGO VIAJE DESDE HATTI HASTA EGIPTO
Tras dejar Hattusa, la comitiva nup-cial de la hija de Hattusili debió de dirigirse hacia el sureste, para en-filar luego hacia el sur a través de
los desfiladeros del Tauro, hasta la ciudad de Adana, cerca de la costa mediterránea. Luego pasaron por el reino de Kizzuwatna hasta llegar a Alepo (en la actual Siria) y finalmente a Qadesh, sobre el río Orontes, donde egipcios e hititas habían librado la famosa batalla años atrás. En la frontera entre Siria y Egipto, la reina Puduhepa se despidió de su hija para siempre. Sobre el resto del trayecto tan sólo sabemos, gracias a la Estela del Matrimonio, que la princesa hitita hizo su entrada en Pi Ramsés en el ter-cer mes de la estación invierno-primavera (peret) del año 34 del reinado de Ramsés, esto es, en febrero de 1245 a.C.
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Itinerario de la princesa Maathorneferure y su séquito
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ruta hacia Egipto seguramente a manos de una facción de la corte faraónica opuesta a su ma-trimonio con una reina egipcia, tal vez la viuda de Tutankhamón.
El viaje era lento. Según lo que sabemos por la correspondencia de la época de Amar-na (1388 a.C.-1351 a.C.), la travesía más rápida de la capital hitita a la egipcia, que entonces estaba situada en el Egipto Medio, duraba un mes y medio. No obstante, las dimensiones de la expedición de Maathorneferure harían el trayecto mucho más lento, entre tres y seismeses, el promedio de duración de los viajes entre cualquiera de las cortes. En el caso del reino hitita, había que tener en cuenta que en invierno los pasos de montaña eran impracticables.
Puduhepa informó a Ramsés de que la princesa sería escoltada por tropas hititas comandadas por un príncipe y que ella misma los acom-pañaría hasta la frontera egipcia, en el sur de Siria. Hattusili no podía acom-pañar a su hija, ya que su imagen pú-
blica hubiera quedado seriamente dañada: se hubiera interpretado como la visita de un vasallo que iba a rendir pleitesía a su señor. Pese a ello, Ramsés era un experto en mani-pular la verdad (ya lo hizo con la batalla de Qadesh), y en la Estela del Matrimonio, en el templo de Abu Simbel, aparecen la princesa y el rey hitita en actitud de adoración ante el faraón, sentado junto a los dioses.
Una hitita en la corte de Ramsés
La mencionada Estela y otras inscripciones egipcias narran diversas particularidades del viaje de la princesa hitita. Se explica, por ejemplo, que Ramsés encargó a uno de sus gobernadores en Canaán que atendiera y protegiera a la comitiva una vez que ésta
entrara en las tierras del faraón, y cómo las tropas y los enviados de Ramsés II
se unieron al cortejo hitita: «Comían y bebían juntos, unidos como her-manos. Nadie trató a su compañero con desprecio, la paz y la fraterni-dad reinaban entre ellos».
CARTAS ENTRE REYES ALIADOS
Ramsés escribió con entusiasmo a la reina Puduhepa sobre el próximo enlace con su hija: «¡Los dos grandes países se convertirán en una sola tierra, para siempre!». Abajo, carta enviada por Ramsés II a Hattusili III. Museo del Louvre, París.
ERICH LESSING / ALBUM
Por fin, tras atravesar la península del Sinaí, la princesa llegó a Egipto. El texto de la Estela
del Matrimonio describe así el encuentro en-tre los prometidos: «La hija del rey hitita fue presentada a Su Majestad […] entonces Su Majestad la contempló, hermosa de rasgos, la primera entre las mujeres, y los grandes la honraron como si fuera una diosa […] Su nom-bre egipcio fue proclamado como: la esposa real, Maathorneferure, ¡larga vida! La hija del gran rey hitita, hija de la gran reina hitita».
Las celebraciones nupciales tuvieron lugar en Pi Ramsés, la ciudad que Ramsés había con-vertido en residencia real y capital de Egipto. En su perímetro, de unos 15 kilómetros cua-drados, se alzaba un espléndido palacio real, construido con ladrillos de adobe. Probable-mente los festejos por la llegada de la nueva reina tuvieron lugar en alguna de sus estancias, decoradas con bellas pinturas –de las que se conservan fragmentos– y con suelos cubier-tos de incrustaciones de oro. Pero no hubo una ceremonia nupcial propiamente dicha, pues en Egipto no existía esta costumbre.
Sabemos muy poco sobre la vida de la prin-cesa hitita a partir de entonces. Se cree que no tuvo hijos varones, a juzgar por una carta en la que Hattusili insinúa que si su hija con-cebía un hijo del faraón él lo designaría rey de Hatti, pese a que ya había nombrado a su hijo Tudhaliya como sucesor. Una inscrip-ción prueba que en algún momento Maat- horneferure vivió en el harén de Gurob, al sur de El Fayum, lo que podría indicar que perdió su estatus como esposa principal. Sin embargo, posteriormente llegó una segunda princesa hitita como esposa para Ramsés, lo que sugiere más bien que Maathorneferure murió y el segundo matrimonio se produjo para renovar la alianza entre ambos países.
ENSAYO
Ramsés II, la verdadera historiaChristiane Desroches Noblecourt. Destino, Barcelona, 2004.
Memorias de Ramsés el Grande Claire Lalouette. Crítica, Barcelona, 2005.
El Imperio hititaJuan Manuel González Salazar. Alderabán, Madrid, 2010.
Para saber más
J. DA
LLET
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LA ESTELA DEL MATRIMONIO atribuye a Ramsés II un auténtico mila-gro climático para dar la bienvenida a su prometida. Preocupado por el efecto que causaría en los viajeros el frío invierno sirio, el faraón pidió al dios Seth que no provocara lluvia, frío o nieve e hiciera volver el verano, como así ocurrió. Según un egiptólogo, Ramsés II apro-vechó el «veranillo de San Martín» para adjudicarse un prodigio.
EL MILAGRO DEL CLIMA DE PI RAMSÉS A TANIS
A causa de la desecación del brazo del Nilo que atravesaba la ciudad, durante la
dinastía XXI la capital de Egipto se trasladó a la cercana Tanis, que fue levantada con las piedras y monumentos de Pi Ramsés.
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TESHUB, EL DIOS HITITA DEL CLIMA Y
LA TORMENTA, EN UN RELIEVE DEL SIGLO IX A.C.