Download - Reformar La Presidencia_por Enrique Krauze

Transcript
Page 1: Reformar La Presidencia_por Enrique Krauze

Reformar la presidencia, Políticos 2002

Reformar la presidencia

Enrique Krauze

Para acabar con el largo régimen de dominación priista se necesitó -como en tiempos

porfirianos- un caudillo carismático. Pero un buen candidato no necesariamente es un buen

presidente. En el alud de críticas que cayó sobre el gobierno de Vicente Fox, abundaron, sin

duda, las nacidas del revanchismo, la simple y llana antipatía, la autocomplaciente y melosa

"corrección política" o la "chacota". Pero en otras hubo, y persiste aún, la legítima

preocupación por la desarticulación, la ligereza, la desorientación y la ineficacia que se

advierte en algunos aspectos de la gestión presidencial.

Aunque cada presidente tiene su estilo personal, hay estilos que se vuelven una segunda

naturaleza. En el caso del presidente Fox, la obsesión por medir el "rating" de aprobación

forma parte de ese estilo, como si siguiera en campaña. Para un actor comercial el "rating"

no es el medio sino el fin de su profesión. Si lo pierde, pierde y se pierde. A un actor (o un

director) serio le puede preocupar, legítimamente, la aceptación masiva de su obra, pero el

criterio fundamental es la calidad intrínseca. ¿A juicio de quién? No necesariamente del

gran público. La política, que tiene algo de teatro, sigue patrones similares, pero en ella la

popularidad nunca puede ser sino un medio para llegar al fin supremo: la eficacia. ¿Medida

cómo? En la concordancia objetiva entre lo ofrecido y lo prometido. Visto de otro modo: en

la historia mexicana hay varios ejemplos de presidentes aparentemente grises que por su

desempeño eficaz terminaron siendo reconocidos. E inversamente, abunda en caudillos de

popularidad arrolladora que concluyeron sus períodos repudiados por sus antiguos

seguidores. Unos hablaron poco y cumplieron; otros hablaron mucho e incumplieron.

El carisma es como una línea de crédito. Sirve para ganar tiempo, como un fuelle mientras

llegan las utilidades. Se puede, y a veces se debe, girar contra esa línea (para invertir con

sentido, para aprovechar oportunidades) pero el uso no debe exceder, por principio, la

capacidad de pago porque entonces se corre el riesgo del sobregiro. Algo similar ocurre con

Page 2: Reformar La Presidencia_por Enrique Krauze

Reformar la presidencia, Políticos 2002

el crédito público, el que empeña el presidente cada vez que habla y promete algo. Si

cumple se fortalece, pero si no cumple, la palabra -moneda del poder- se desgasta. Si se

sigue emitiendo provoca inflación y, finalmente, se devalúa.

Gobernar es comunicar, pero no sólo eso. A veces es callar. Comunicar es prometer, pero

no sólo eso. A veces es descorazonar. Decía el doctor Mora que algunos caudillos

mexicanos tenían pasión por las formas, no por el fondo del poder; eran soldados valerosos

y deslumbrantes oradores. Disfrutaban sobre todo los actos públicos, pero los asuntos

cotidianos del gobierno, aquellos que se despachan en largas horas de escritorio o en las

arduas juntas ministeriales, les aburrían soberanamente. En los mejores casos los

delegaban, en los peores los ignoraban. Los problemas, claro está, seguían allí, aunque el

pueblo los vitoreara cada 15 de septiembre. Confiados en el "rating" de los "vivas", seguían

tranquilos hasta que la conciencia pública maduraba en la percepción de que las cosas

estaban mal. Lo que seguía, por lo general, era una vaga sensación de malestar acompañada

por el abucheo y, en último caso, el rechazo generalizado.

Otro rasgo del estilo actual es cierto desparpajo. Según algunos, nos ha liberado sanamente

de la rigidez y solemnidad del protocolo priista. Verdad a medias. "En nuestros países -me

señala Alejandro Rossi- la majestad del Estado tiene un inmenso valor histórico". En la

acepción estricta de la palabra latina, majestad es "una calidad grave, sublime y capaz de

infundir admiración y respeto". Fox debería ponderar esta verdad profunda y asumirla.

¿Qué es gobernar? En vez de traer a cuento las fórmulas de los clásicos prefiero recordar un

día en la vida de Porfirio Díaz. "Me duele Coahuila", solía decir, porque ese día había visto,

analizado y contestado personalmente -dictando a su fiel "Rafaelito" Chousal- todos los

comunicados sobre la situación en ese estado, tanto lo proveniente del gobernador como de

los jefes políticos. Se dirá que se trata de un mal ejemplo, un dictador que -como casi todos

los presidentes del PRI- no tenía que molestarse por persuadir al Congreso y compartir

constitucionalmente su poder. Pero en un sentido el ejemplo es válido porque encierra una

lección política: estar encima y entrar al fondo de los problemas, y hacerlo con un sentido

Page 3: Reformar La Presidencia_por Enrique Krauze

Reformar la presidencia, Políticos 2002

claro de su orden y prioridad. En suma, el Poder Ejecutivo debe hacer precisamente eso,

actuar, mover, ejecutar.

Hay muchos problemas estructurales en la institución presidencial mexicana que no son,

por supuesto, achacables a Fox. Alguna vez le escuché a Antonio Ortiz Mena decir que

México debería adoptar un orden parlamentario: "el presidente tiene demasiadas funciones

protocolarias -correspondientes a las de un Jefe de Estado o incluso un Rey- que le quitan

tiempo y concentración". Como en Francia, la solución sería un primer ministro. Así la

presidencia podría seguir siendo formalmente imperial pero en el fondo estrictamente

republicana. Otros dirían que para racionalizar el poder presidencial bastaría con un

secretario fuerte como en su momento fueron Díaz Ordaz o Reyes Heroles, que desde su

escritorio cuidaban los pasos de los dos López (Mateos y Portillo). No faltan en el gabinete

actual candidatos a esa posición, más bien sobran.

México necesita una presidencia reformada, pero no tanto en la ley sino en la práctica. El

nombramiento de un vocero presidencial es un avance, siempre y cuando el presidente en

verdad discrimine el número, contenido, pertinencia y formato de sus propias

intervenciones, y delegue la palabra para reservarse su uso (no su abuso) en situaciones

necesarias. Otras ideas: centralizar el mando y concentrar la atención en los problemas

clave del país como la seguridad, la economía y la educación. (Es significativo que

personas con una buena opinión general de Fox no identifican un logro particular que les

parezca notable.) Y si la eficacia es la clave, en el caso de Fox es urgente aclarar, coordinar

y estrechar su relación con su propio partido: el desencuentro con el PAN tuvo un alto costo

político para ambos y (en la medida en que introdujo confusión, inconsistencia y parálisis

en el Congreso) para la marcha ejecutiva del país.

Una inercia del pasado supone que el ejecutivo es omnipotente. Para empezar a comunicar

que no lo es, debe actuar en consecuencia: afinar su estilo, gobernar de manera más

discreta, acotada y focal. Esto no implica abandonar el tono optimista y dinámico de su

actitud. Tampoco significa dudar de su buena fe y su esfuerzo, ni negarle méritos históricos

que -al menos como líder de la democracia mexicana- nadie ya le podrá regatear. Supone,

Page 4: Reformar La Presidencia_por Enrique Krauze

Reformar la presidencia, Políticos 2002

simplemente, exigirle una presidencia republicana a la altura de su campaña democrática.

Para ello, es justo reconocer, no todo depende de él. Otra parte medular de ese proceso de

maduración depende de los dos poderes restantes, sobre todo el legislativo. Pero la reforma

de este (acaso más urgente y necesaria) es otro cantar.

Reforma, 20 de Enero del 2002