Reflexiones sobre la Navidad por la Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús, Monja Concepcionista de...

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Reflexiones sobre la Navidad por la

Sierva de Dios Madre Mercedes de

Jesús, Monja Concepcionista de

Alcázar de San Juan

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Tiempo de amor, de gozo, de paz, para vivirlos más intensamente. Pues el

DIOS AMOR se ha hecho CARNE, NIÑO pequeño en el seno virginal de María

Inmaculada, y de ELLA ha nacido para amarnos hasta la muerte.

Tenemos que escrutar más hondamente el misterio. Tenemos que penetrarlo, preguntarnos y descubrir lo que Dios, con su Hijo, hizo nacer en la tierra: la Santidad hecha Hombre, para

transformar al hombre en eternidad, en santidad.

El Verbo del Padre quiere, ante todo, hacer partícipe al

hombre de su misma divina

existencia, nos bajó a la tierra

su Cielo, que es el conocimiento y

amor de su Padre, para que volviésemos a encontrar el norte

de nuestra existencia, nuestra

felicidad y paz, mediante la santidad que

desemboca en eternidad.

La natividad de nuestro Señor Jesucristo según la carne, ha puesto al alcance del

hombre la semejanza con Dios. Desde la venida de Cristo, comenzó para el hombre la

nueva edad, nueva era, la etapa fundamental de la historia del hombre.

La perfección de Dios se ve perfectamente realizada en el “Hijo”, su abundancia en el “Solo”, su eternidad en el “Único” precisamente por eso porque es el “Solo” Uno, Unidad, donde todo ha cesado ya porque ha llegado a su plenitud.

Ahí todo cesa ya. Sólo queda el silencio y…

el amor. El silencio como plenitud y el amor, protegido por el silencio para

mejor gozarlo.

Son las dos cumbres de la perfección. Estas dos cumbres, el silencio y el amor

que es silencio en su cumbre, sólo pueden darse por el desprendimiento.

Esto es imitar la vida del Verbo en el Padre, del “Solo” del Padre.

“Rex pacificus” ¿Cómo llamamos Rey a un Niño

tan desconocido para el mundo, que tiene que ser “reclinado en un pesebre al nacer

porque no había sitio para él y sus padres en la posada”?

Y sin embargo es Rey. Porque aquel Niño que nació en Belén es el “Príncipe de la

Paz”, el “Rey y Legislador de los pueblos”, el “Resplandor de la luz eterna”.

El deseo de grandeza y poderío lo domina también tomando,

para aparecer entre los hombres, la frágil figura de un Niño, y además pobre. Su

palacio es un portal de animales, su cuna,

un pesebre.Su humildad domina el poderío, su paz, la violencia. Su amor

domina la opresión.

¡Así, de este modo es Rey Jesús!

Y así impone la única ley de Dios, que es la del amor, entregándose a los hombres, a su servicio, humilde y pobre, amando hasta la entrega de la vida.

¿Cuántas Navidades ha germinado en nuestra alma la santidad de Dios en el Niño

que se nos ha dado?

¿Se nota que llevamos la carga del amor

de Dios en nuestro corazón?

¡Levantemos la bandera de la lucha contra el pecado, desde esta

Navidad!

¿Cómo?

Como María. Con una fidelidad íntegra al Señor y su Evangelio.

Con una oración constante y comprometida.

Con una obediencia ciega. Con una actitud humilde de esclava

ante Dios y los hermanos. Con una entrega sacrificada a Dios

y a los hermanos.

Con este grito sereno de guerra contra el pecado sigamos a María. Es éste el único modo digno de celebrar la Navidad.

¡Oh Sabiduría, oh Dios! Cueva, pesebre,

pobreza, ésta es la sabiduría de

Dios.Y la sabiduría divina nos dice que el camino de la salvación que nos lleva a ser bienaventurados en

el cielo y también en la tierra es

el de los pobres que tienen

deseo sólo de Dios; el de los mansos, los humildes; el de los misericordiosos;

el de los limpios de corazón…

¿Nos desconcierta esta sabiduría de Dios?

Si nos desconcierta es que aún no nos hemos

desprendido de la necedad del mundo

que tiene por pérdida lo que Dios tiene por ganancia.

Sabiduría equivale a…

conocimiento de Dios.

Dejemos que entre en nuestro corazón esta sabiduría divina recibiéndola hecha Niño, para

que nos enseñe a hacernos como él, ¡como Niños! Es decir, humildes, sin prejuicios, para recibir la sabia doctrina que nos ha

enseñado.

Ven, “oh Sabiduría, que brotaste de los

labios del Altísimo”, ven

para que entremos por el

camino de tu salvación, que con tanto amor

y dolor nos enseñaste.

Pongámonos como recién nacidos,

muy cerquita del corazón maternal

de María, de nuestra Madre,

y digámosle que queremos ser hijos

de su santidad, de su

fecundidad virginal,

hijos de la justicia que germinó en su

seno.

¡Que lo entendamos, dichosos seremos si lo ponemos en práctica!

Amén.

OIC

Realización:Monjas

Concepcionistas de Alcázar de San Juan

Texto:Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús

Fotografías e iconos:Monjas

Concepcionistas

Música:Mozart Violin

Concerto Nº 3 1er mov.

Nuestra Comunidad les desea una Santa y Feliz

Navidad y un próspero año 2011