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    International Journal of Psychoanalytic Self Psychology,8: 29-45, 2013

    Copyright The International Association for Psychoanalytic Self Psychology

    ISSN: 1555-1024 print/1940-9141 onlineDOI: 10.1080/15551024.2013.739130

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    Poltica, contexto cultural y social en el espacio

    analtico. El poder curativo del involucramiento en la

    psicoterapia1

    por

    Maxwell Sucharov2

    Resumen: Este artculo presenta un marco conceptual que sirva como puente dialgico

    entre el mundo didico de la psicoterapia y el mundo socio-poltico ms amplio en el que

    el primero est incluido. Este marco incorpora el poder explicativo de la teora de los

    sistemas complejos con sus insights vivenciales del abordaje dialgico centrado en el

    trauma, para presentar una visin contextual y radical del proceso psicoanaltico, a travs

    del que la dimensin socio-poltica constituye una presencia continua y vital en el campo

    teraputico. Un corolario clnico de todo ello es una mejor comprensin de la accin

    teraputica, que incluye la defensa del paciente dentro de los sistemas abusivos y

    traumticos en el mundo presente del mismo. La discusin de un caso ilustra las

    consecuencias, tanto positivas como dolorosas, para aqullos terapeutas sensibles quequieren enfrentar los retos inherentes al apoyo en la terapia.

    Palabras clave: contextualismo radical; dimensin socio-poltico-

    cultural; implicacin teraputica; teora de los sistemas complejos;

    trauma.

    Para facilitar un dilogo sobre la importancia de la poltica, los aspectos culturales y

    sociales en el proceso psicoteraputico, es importante crear un marco conceptual

    preliminar que sirva como puente dialgico entre el mundo de la psicoterapia y el

    universo que engloba se lugar especfico. Un principio importante para tender entre

    ambos este puente, es desarrollar un lenguaje en comn que hable de las esperanzas

    compartidas y las preocupaciones de estos dos dominios aparentemente dispares del

    discurso. Yo sugerira que un enfoque de sistemas relacionales complejos, a nivel

    explicativo, y un enfoque centrado en el trauma, en el nivel clnico de la experiencia, es

    una forma productiva de crear se lenguaje.

    Una visin de sistemas complejos del proceso psicoteraputico3considerara el contexto

    social/poltico/histrico de la dada, como uno de los muchos sistemas humanos

    1Esta es una traduccin no autorizada, con adaptacin al contexto y lxico del espaol del Uruguay,a los efectos de ser usada en la docencia. Traducimos advocacy por involucramiento o

    implicancia, teniendo en cuenta lo que se dice en el contenido del artculo; si bien la traduccincorriente sera defensa, intercesin, apoyo. Con la palabra raceel autor alude, por el contenido del

    texto, a pautas y contextos culturales y no a diferencias raciales o tnicas. Ver el ttulo del texto

    original publicado por Sucharov con comentaristas; en la bibliografa al final. (Nota de EMGR).

    2El Dr. Maxwell Sucharov es un psiquiatra y psicoanalista canadiense que desarrolla su prctica

    profesional en Vancouver, Canad. Tiene un inters especial en el tema del trauma y la dimensin

    socio-poltica del sufrimiento humano. Es asistente clnico del Departamento de Psiquiatra de la

    Universidad de Columbia Britnica. Forma parte de la Asociacin Internacional de la Psicologa

    Psicoanaltica del Self e integra el consejo editorial del International Journal of Psychoanalytic Self

    Psychology.

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    Estoy usando el trmino "psicoterapia" para denotar un profundo enfoque exploratorio informadopor teoras psicoanalticas contemporneas (Nota del autor).

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    superpuestos que configuran el mundo de la experiencia de los participantes. Como

    reflejo de una sensibilidad contextual, este punto de vista afirma que toda experiencia de

    dos no puede ser entendida por fuera de la contribucin del mundo poltico-social ms

    amplio en el que sa experiencia toma forma y se sostiene. Es as como concebimos elorigen relacional de la vida mental, liberndola de los confines del espacio intra-

    psquico e integrndola a una perspectiva basada en los sistemas complejos, a efectos

    de extender la experiencia teraputica ms all de los confines del campo didico.

    Dentro de esta visin, el contexto poltico-social constituye una presencia continua y

    vital en el proceso teraputico.La expansin de nuestra lente contextual -ms all de la

    dada teraputica y la familia-, para incluir el contexto poltico y social, puede

    entenderse como contextualismoen sentido amplio, o como contextualismo radical.

    La poltica est conectada con el poder. Si se define poltica como la distribucin y

    gestin de la energa mental dentro de un sistema humano, la poltica hace a una

    dimensin inherente a las formas humanas de relacionamiento. Dadas teraputicas,familias, lugares de trabajo, sociedades y estados-naciones, son formas diferentes de

    organizacin de los sistemas polticos humanos, donde el poder se distribuye

    desigualmente; pudiendo usarse creativamente para apoyar la salud de todos sus

    miembros, o bien, puede utilizarse con efectos traumatizantes y explotacin de aquellas

    personas con poco o ningn poder. La dada teraputica puede verse como un mini-

    grupo-social, donde el poder est distribuido desigualmente y donde el terapeuta tiene la

    obligacin especfica de no utilizar nunca este desequilibrio que tiene a su favor, para

    perjudicar a su paciente.

    La expansin del campo relacional a contextos tnicos, sociales y polticos, implica que

    la fuente del desequilibrio de poder dentro de la dada teraputica no se limita a laasimetra de los roles existente entre pacientes y terapeutas. El psicoterapeuta,

    invariablemente, en virtud de su condicin de profesional (y a menudo racial), tendr

    ms poder dentro del "mundo exterior". Un mundo que ya no est fuera, sino que tiene

    una presencia palpable -y hasta ahora tcita- dentro del espacio teraputico. Por lo tanto

    es esencial que este desequilibrio de poder en beneficio del psicoterapeuta, est

    disponible para la exploracin del propio proceso teraputico. Este desbalance de poder

    resulta muy comn en mi propia consulta donde, como un psiquiatra canadiense, mis

    servicios psicoteraputicos son financiados totalmente por un plan de salud del gobierno

    (seguro estatal de salud de Canad). Por lo tanto, veo muchas personas marginadas, que

    no estn en condiciones de pagar los aranceles de un psicoterapeuta privado.

    Existe un isomorfismo entre la dinmica estructural de un sistema traumatizantedentro

    de las familias y dadas psicoteraputicas, y sistemas ms grandes, como los lugares de

    trabajo, instituciones gubernamentales y la comunidad internacional. Un sistema

    humano traumtico es uno donde el poder se distribuye desigualmente, y es mal

    utilizado por aquellos que tienen poder econmico en detrimento de los que tienen

    menos. Una consecuencia inevitable de la desviacin de poder es el fracaso de un

    dilogo autntico entre las dos partes, dejando a individuos marginados, excluidos,

    congelados, en un espacio no dialgico. Dentro de los sistemas traumatizantes la

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    preservacin rgida de los desequilibrios de poder, resulta ser un imperativo emocional,

    logrando aislar y privar deuna voza los marginados y excluidos de la sociedad.

    Jerarquas tales como las derivadas de pertenecer a una clase social o grupo tnicomayoritario poderoso, o cualquier otra, estn todas ellas ntimamente ligadas a la

    preservacin rgida del poder y a privilegiar un grupo a expensas de los otros que

    quedan excluidos. Puede considerarse un extremo perverso del ejercicio del poder

    cuando ste se racionaliza en la consulta, donde stas personas son tratadas con

    condescendencia por su condicin de inferiores, incluso infrahumanos. Esto es,

    ciertamente, profundamente traumatizante. A modo de ejemplo, para los miembros de

    un grupo tnico nacional que tiene una larga historia de abusos racistas donde los

    efectos traumatizantes se han trasmitido a travs de las generaciones y pueden tener

    consecuencias profundas y complejas en la construccin de la identidad personal.

    El enlace entre racismo, prejuicio de clase y la preservacin del poder; junto con unacomprensin ms amplia del desequilibrio de poderes dentro de la dada

    psicoteraputica, plantea algunas preguntas incmodas tanto para el paciente como para

    el terapeuta. La historia nos ensea que los seres humanos somos reacios a renunciar a

    nuestros privilegios de poder. Todos oscilamos entre la necesidad de preservar nuestra

    posicin de privilegio y por luchar por un mundo ms equitativo. Esta lnea

    demarcadora es una parte constitutiva de la subjetividad del terapeuta, y una dimensin

    importante del campo. Como profesionales de la salud mental, necesitamos creer que

    somos "buena gente", "abiertos" y con una "mentalidad liberal." Todos negamos, por

    tanto, en cierta medida, nuestra propia contribucin involuntaria, la mayora de las

    veces- a las desigualdades del mundo. Esta negacin constituye un punto ciego ante un

    contexto vital que contribuye al sufrimiento del paciente: ya sea queactivamente, o poromisin, preservemos nuestros poderes y privilegios. En tal sentido todos somos, de

    alguna manera, racistas.

    Un corolario a lo anterior es la destruccin del mito del proceso teraputico

    polticamente neutral. El continuo impacto del contexto socio-econmico, poltico y

    cultural, implica que todas las comunicaciones involucran, en este sentido, un

    significado conectado con el poder, a menudo implcito, que desafa -o perpeta- las

    relaciones de poder existentes tanto dentro como fuera del campo teraputico. Nos guste

    o no, como terapeutas, somos tambin actores polticos en el amplio sentido de la

    palabra. La institucin de la psicoterapia en s misma, es una prctica conformada por

    arreglos, ajustes y reacomodos, con el poder poltico-social, econmico y cultural

    imperante en un lugar determinado.

    Los anteriores planteos surgen como corolario natural de una sensibilidad contextual

    para los sistemas complejos; razn por la cual no hay ninguna distincin tajanteentre

    una situacin enfermiza y un sistema saludable; entre un racista y un no racista; entre elperpetrador y la vctima. Los sistemas humanos son una mezcla compleja de promover

    traumas, por un lado, y promover salud, por otro; y el equilibrio entre los dos extremos

    est en constante flujo. A nivel individual somos todos de alguna forma y al mismo

    tiempo-, a veces de modo implcito e involuntario, "mentes abiertas" y "mentes

    cerradas". Quizs podemos aadir a todo esto, el mito del terapeuta neutral a lacreciente lista de mitologas que han plagado hasta hoy da nuestro campo de

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    intervenciones, y que han excluido un dilogo genuino por el cual podamos satisfacer

    plenamente a nuestros pacientes con honestidad y humildad.

    Un barmetro importante para considerar que un sistema es sano, es la medida en all sepromueve una atmsfera de dilogo genuino por la cual, aquellos con menos

    posibilidades, pueden hablar abiertamente y con seguridad frente a los que tienen ms

    poder; incluso a afrontar el reto y la pregunta acerca del poder. Los que tienen ms

    poder, con humildad, estarn dispuestos a renunciar al menos parte del mismo para

    promover un ambiente ms curativo. Un sano sistema teraputico no puede serlo

    plenamente sin considerar la presencia de algunas influencias traumatizantes y

    marginadoras. Lo importante es reconocer su presencia en ellos, y traer estos aspectos

    en el dilogo con nuestros pacientes durante las sesiones.

    Consecuencias para la prctica clnica

    Las implicaciones de lo anterior, acerca de cmo entendemos el proceso teraputico y

    nuestras obligaciones dentro del mismo, son muy profundas y en varios niveles.

    Algunas de estas consecuencias tienen que ver con:

    Un campo ms ampliado para la investigacin psicoteraputica.

    Hemos ampliado el campo de la investigacin psicoteraputica ms all del espacio bi-

    personal, para incluir el contexto poltico, histrico y social ms amplio, donde est

    incluido ese campo psicoteraputico; plantendonos un nuevo conjunto de preguntas. El

    sufrimiento de nuestros pacientes es, por tanto, una circunstancia personal-relacional, y

    un evento poltico y cultural, simultneamente. Una nueva pregunta es: Qu significasu sufrimiento en el contexto poltico-social imperante y cul es su lugar en se

    contexto? Una consulta emptica e informada respecto a dichos condicionamientos para

    la relacin, se centrar tanto en la experiencia individual como en esta nueva dimensin

    ampliada. Cmo cada uno de nosotros experimenta, interpreta y entiende estos efectos

    externos que, a pesar nuestro, impactan nuestras vidas; y cmo este entendimiento

    puede diferir entre nosotros dos (terapeuta y paciente). Soy libre de expresar mi opinin

    en mi propio contexto, as como lo es mi paciente de hacerlo en el suyo propio. Para los

    pacientes que se encuentran marginados en virtud de la pertenencia a una cierta etnia,

    por su situacin econmica, gnero u orientacin sexual; es especialmente importante

    fomentar un dilogo abierto sobre cmo cada uno de nosotros experimenta estas

    diferencias y desequilibrios de poder dentro del proceso psicoteraputico y "afuera", en

    la sociedad.

    Una pregunta nueva y vital para mi propia reflexin, es considerar de qu manera

    particular el contexto de mi paciente refleja las condiciones de la vida cotidiana

    culturalmente aceptadas por nuestra sociedad. Con esta reflexin, cierro el crculo

    completo de mi posicin paradjica; como terapeuta: cul es mi papel al desafiar -o

    preservar- los acuerdos existentes en la sociedad en que acto; teniendo en cuenta que

    mi condicin de profesional me confiere un privilegio considerable?

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    Una mayor comprensin de los modos de intervenir. El terapeuta involucrado.

    Un corolario de lo anterior, es un entendimiento ms amplio de la accin

    psicoteraputica, incluyendo el abogar por el paciente ante los sistemas traumatizantes yabusivos en que puede estar inmerso. Dar apoyo teraputico, implicndose en ciertas

    circunstancias especficas que tienen que ver con su proceso teraputico, he visto que

    pueden tener efectos ms benficos que la interpretacin ms adecuada. Esto constituye

    una dimensin importante para mi trabajo. Una vez que estoy inmerso dentro de una

    sensibilidad contextual radical que incluye los aspectos poltico-sociales, estoy

    comprometido a asumir un papel que no slo promueve la voz dialgica del paciente

    conmigo mismo, sino tambin a fomentar esa voz dentro de su contexto social actual;

    contextos que a menudo suelen ser isomorfos a las condiciones traumatizantes ocurridas

    en la infancia de nuestros pacientes.

    Muchas de las personas que veo en mi consulta, poseen poco o nada de los privilegiosque yo tengo como profesional. Son marginados, pobres y tienen poco control sobre sus

    vidas. Su sufrimiento emocional no puede, y no debe, ser aislado del contexto social y

    poltico en que se encuentran. Para aquellos que han sufrido traumas en su infancia, sus

    actuales vulnerabilidades constituyen una continuacin de sus traumas. Para ser

    traumatizado, especialmente como ocurre con un nio, deben ser silenciados, no poseer

    voz alguna, quedando congelados en el espacio no dialgico (Sucharov, 2007). La idea

    de tener una voz, de ser agentes, es ajena al paisaje vivencial de las personas

    severamente traumatizadas y los hace vulnerables a otros abusos de poder en la edad

    adulta. En realidad, tienen poco entendimiento de cmo funciona todo el sistema

    descalificador y, por lo tanto, pueden ser fcilmente manipulados.

    Aqu es donde mi intervencin es crucial. Defendiendo socialmente a stos pacientes,

    les estoy prestando una voz donde hubo ninguna. Doy mi poder, credibilidad e

    influencia, para modificar una situacin injusta. Se trata de inclinar la balanza hacia el

    paciente. As le proporciono un modelo de empoderamiento personal y social. Estoy

    dispuesto a asumir algo de riesgo, salgo del privilegio que me confiere el espacio

    cerrado de mi consultorio, y aqu est el dilema: abogar implica estar tomando algunos

    riesgos con los propios privilegios, pasar horas de trabajo no remunerado, desafiante, y

    hacer frente a las instituciones hegemnicas (con considerables recursos econmicos) y

    a la posible amenaza de acciones legales por ser visto como un busca-pleitos. Es

    tambin una importante irona el que a veces estoy desafiando el mismo poder que

    tengo; en lugar de mantener el statu quo estoy invirtiendo la relacin de poder a favor

    del paciente.Estoy desafiando la gallina que pone los huevos de oro para m y deja los

    huevos podridos para mi paciente.

    No puedo subestimar el poder clnico bien elegido que tiene una oportuna defensa.

    Cuando habl de mis pacientes estoy proporcionndoles una validacin profunda e

    importante a su experiencia en el mundo exterior. He tenido varios de ellos que me

    dicen no estaran vivos si, en cada instante que fue necesario, yo no hubiese actuado

    como abogado defensor en su nombre, frente a las estructuras de poder existentes. Una

    defensa que los hizo sentirse profundamente comprendidos y apoyados.

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    Para aquellos pacientes que han descubierto su propia voz y, por lo tanto, son menos

    marginados, su rehabilitacin pasa por educarlos en torno al poder y sus usos (errneos

    o adecuados) y as ayudarlos a navegar dentro de las instituciones que intentan

    explotarlos. La exploracin del isomorfismo entre la situacin actual y sus traumatismosde la infancia, puede tener un efecto particular, tanto de empoderamiento como

    liberador; subrayando la diferencia entre el pasado -donde tener una voz era una

    imposibilidad- y la situacin actual, donde se puede hablar.

    Una definicin ms amplia de la as llamada curacin.

    Las difusas fronteras entre el mundo exterior y el consultorio, implican que la cura no se

    limita a la pareja psicoteraputica, sino al mundo en general. Trabajo junto con mis

    pacientes para hacer del mundo un lugar mejor para nosotros y para otros. Debe tenerse

    en cuenta que el contexto socio-poltico no es esttico, y que es parte de una dinmica

    que incluye al campo bi-personal,pero que es parte de la historia, la poltica y la culturade se momento. Como agentes humanos que actan en el mundo, los protagonistas de

    la dada teraputica estn creando continuamente nuevas formas culturales, nuevas

    historias y nuevos lenguajes.

    La psicoterapia como una prctica narrativa cultural.

    Un contextualismo radical que pone en primer plano el contexto poltico-social, es

    contrario a nuestra ideologa dominante y omnipresente: el individualismo; una

    ideologa que se basa en el desprendimiento del individuo de su contexto (Layton,

    2006), conformando, si se quiere una ceguera para el contexto cultural sancionado

    (Maduro 2010). Un contextualismo radical es un anatema para las normas culturalesoccidentales hegemnicas, y constituye un reto y una amenaza para los grupos

    privilegiados de poder. Una persona con este punto de vista es, por lo tanto, alguien que

    corre el riesgo de ser visto como malo, loco o subversivo. Privndola de una voz se lo

    somete a una invalidacin traumatizante. Por consiguiente, un psicoterapeuta que

    desarrolle una sensibilidad contextual para su trabajo teraputico necesita hacer

    conciencia de su compromiso con unaprctica cultural de narradory de luchar con las

    interrogantes ticas y contradicciones que, inevitablemente, surgirn. El caso siguiente

    ilustrar dramticamente la reproduccin hacia fuera, en muchos niveles, de las

    consecuencias dolorosas para la paciente y su psicoterapeuta luchando contra las

    poderosas corrientes del poder cegador del contexto.

    La historia de Betty. Nuestro poder y lmites para intervenir.

    Mi rol como testigo en su juicio para solicitar su rehabilitacin para el ejercicio de la

    abogaca, ms all de mi condicin de psicoterapeuta, asumi muchas formas

    diferentes. Estoy eligiendo este caso porque podra decirse que refleja mejor lo que fue

    mi compromiso en trminos de tiempo, de la amplitud de mis comunicaciones y, lo ms

    importante, del grado de inversin emocional implicado en todo ello. Es una historia

    que pone en primer plano los beneficios dramticos obtenidos por mi paciente; y lo que

    a m me cost ir ms all por este camino. Me encontr frente a dilemas morales ante

    los cuales la distincin entre el hroe y villano, se opacaron bastante. La historia deBetty es un apasionante retrato de la persistencia de una lucha individual por la

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    legitimidad de su propia realidad dentro de un contexto social, poltico, legal y mdico;

    habiendo sufrido tratos humillantes, traumatizantes, de invalidacin y des-

    empoderamiento.

    Betty era una abogada con poco ms de cuarenta aos cuando comenz este proceso.

    Haba sido inhabilitada para el ejercicio, por el organismo regulador de su profesin (a

    quien ella designa como el cuerpo), debido a una supuesta enfermedad mental

    psictica. Estaba tratndose conmigo y quera ser ayudada por las secuelas

    traumatizantes del proceso legal que dio lugar a la suspensin del ejercicio profesional.

    Quera ser rehabilitada como abogada y esperaba ser ayudada por m a tales efectos.

    En las primeras etapas de nuestro trabajo no estaba seguro qu hacer. Ella, claramente,

    era una persona muy inteligente, pero excntrica. Gozaba de una pensin por

    incapacidad basado en su asma y dolor crnico causado por un accidente con una

    motocicleta que tuvo en ciertas circunstancias especiales a las que nos referiremos msadelante. Complementaba sus ingresos con el trabajo a tiempo parcial en un centro de

    caridad pblica para indigentes. No pareca haber mucho ms en su vida relacional que

    esto. Durante las sesiones me sent inundado con informacin. Vea como ella cambiaba

    rpidamente entre discursos y personajes; sobre todo en el contexto de los

    acontecimientos que condujeron a su suspensin en el ejercicio de la abogaca;

    incluyendo la suspensin de la audiencia ocurrida 12 aos antes de su visita inicial a la

    primera consulta. Esto que me fue relatado como si hubiese sucedido ayer.

    Expres su enorme rabia sobre el cuerpo de colegas que la inhabilit, haciendo

    afirmaciones que podan considerarse paranoicas a simple vista. Hubiera sido fcil, para

    m, escribir un certificado diciendo que Betty era alguien con un carcter de tipoparanoico y que su estado de nimo era exaltado en se momento. Restringindose mi

    intervencin como psicoterapeuta, a la escucha y al apoyo. Sin embargo, haba algo que

    me inquietaba profundamente; algo en la intensidad con que relataba su historia, que me

    mantuvo en vilo y que necesitaba ser adecuadamente entendido y atendido. Debajo de

    su reivindicacin no poda dejar de or a una persona al menos mnimamente racional,

    desesperada por hacerse entender.

    Poco a poco, en los primeros seis meses empec a poder juntar algunos de los

    fragmentos de su relato, sobre todo, con respecto a su prctica de la abogaca en

    Smallville, una ciudad canadiense de mediano porte. Pude comprender cmo su

    enfoque, en su prctica profesional, era sensible al contexto de las personas con las quetrabajaba, teniendo en cuenta las cuestiones sociales y econmicas de la vida cotidiana

    de sus clientes, que eran personas de escasos recursos. Un enfoque que iba a contrapelo

    de la mentalidad conservadora de la comunidad profesional y citadina de Smallville.

    Tambin pude enterarme del trauma vivido a consecuencia del reiterado abuso sexual

    perpetrado por su padre durante la primera infancia de la paciente. Este padre era una

    persona intimidante, que la amenazaba con matarla si revelaba el secreto de sus

    violaciones. Para esto la hostigaba constantemente, presumiblemente, a travs de sus

    relaciones de negocios con elementos cuasi mafiosos de la comunidad italiana que haba

    en la ciudad. De importancia crucial para este relato, es que dos de sus hermanos, que

    presumiblemente tambin fueron abusados, se suicidaron estando internados en

    pabellones psiquitricos. Esto justificaba, para Betty, su desconfianza profunda -y bien

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    fundamentada, por otra parte- de una psiquiatra basada exclusivamente en el

    diagnstico mdico de una enfermedad y en intervenciones farmacolgicas.

    Hacia finales del primer ao de su tratamiento, me pidi escribir un informe para apoyarsu solicitud de ser rehabilitada en el ejercicio profesional. Por ese tiempo, mi nariz

    contextualista radicalse estaba preparando y no le gustaba para nada lo que ola. Algo

    que podra escribir para el proceso que iba a iniciarse, era un breve informe

    testimoniando la cordura actual de mi paciente; pero sent la necesidad de llegar al

    fondo de todo esto. Solicit, y recib, el texto completo de los procesos judiciales

    previos que dieron lugar a su suspensin.

    Estaba metido hasta fondo con todo esto. La lectura del texto de la audiencia de

    incapacitacin me tena petrificado. Diferentes relatos de Betty comenzaron entonces a

    encajar para m en una imagen coherente. Era como las piezas de un rompecabezas que

    se arremolinan alrededor de un punto y que, por arte de magia, van unindose. Latranscripcin de la audiencia, incluyendo los testimonios de diversos profesionales de

    Smallville, del psiquiatra forense, de los funcionarios del cuerpo, del fiscal

    argumentando la aplicacin de la inhabilitacin, del abogado de Betty y su propio

    testimonio; pasaron a ser parte de las sesiones. All estaba el mundo exterior poltico-

    social y econmico cotidiano de Betty, en las palabras reales de sus actores, en se

    mundo, y en tiempo real.

    Sigui un perodo de continuo zigzag entre mi lectura de los documentos y la

    confrontacin de ellos con Betty en el curso de las sesiones. Por ejemplo su versin de

    ser maltratada, con el testimonio de los profesionales que la acusaban; esencialmente

    por qu actu como lo hizo en diversas fases de un drama realmente extrao y trgico.Tambin yo consideraba los principios bsicos de la filosofa de la profesin adoptados

    por m, como una ayuda para comprender el enfoque profesional de Betty. Ni que decir,

    que mi participacin activa en la terrible experiencia del juicio de rehabilitacin fueron

    de gran importancia para ella; consolidando nuestro vnculo teraputico: "Dr. Sucharov,

    estoy muy contenta; ahora est a bordo en el mismo barco "dijo ella.

    Durante dos meses pas totalmente inmerso en la redaccin del informe para el proceso,

    buscando combinar los mtodos de la clnica de salud mental, con los de un

    investigador y periodista para que fuesen entendibles. Saba que un informe que se

    concentrara slo en su funcionamiento y estado mental actual, no sera suficiente. Ante

    la comprobacin anterior de que Betty padeci de un episodio psictico y su negativa arecibir medicacin psiquitrica, esto resultara en un deterioro de su condicin. Ninguna

    credibilidad se me iba a conceder si, en vista a lo ocurrido, levantaba dudas sobre la

    correccin de la conclusin original de deterioro psictico al que haba llegado su

    peritaje. Eso significaba convencer a una poderosa institucin, que cometieron un error.

    Lo siguiente es lo que lo que fui conociendo:

    El trgico drama comenz con una carta de queja al cuerpo profesional por partedel

    abogado J.M., conectado al padre de Betty a travs de negocios; y a Betty, por una

    breve encuentro sexual. Segn la denuncia de este abogado, Betty haca visitas no

    deseadas por el Sr. J.M, que se senta acosado. Despus de la cooperacin inicial de

    Betty por abstenerse de seguir teniendo contacto con esta persona, ella comenz a

    enviar mensajes a otros abogados del crculo de l. Estos abogados, las remitieron al

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    cuerpo regulador de la profesin, que instituy iniciar una accin disciplinariapara

    ser decidida en una futura audiencia disciplinaria.

    El contexto de fondo, detrs de las acciones de Betty, era una experiencia cercana a lamuerte que tuvo en una carretera local cuando conduca una motocicleta y fue

    atropellada por un auto. Betty crea que esto pudo haber sido planeado por su padre en

    connivencia con J.M. y sus colegas, que la estaban denunciando. Su sospecha, al parecer

    paranoica, fue alimentada por el hecho de que Betty haba descubierto a su padre

    violando a un nio de 9 aos. Esto dio lugar a la iniciacin de una denuncia policial que

    incluy denuncias de abuso sexual de su propia infancia. El susto recibido en la

    autopista donde fue atropellada por un coche a gran velocidad, desencaden viejos

    temores de represalias paternales. Betty sinti que su vida estaba en peligro y que las

    comunicaciones con el abogado J.M. y sus colegas, no iran ms all de desacreditarla,

    recibir una reprimenda disciplinaria por parte del colegio de abogados y luego, podran

    eventualmente-, suspenderla temporalmente para ejercer su profesin en funcin de loacontecido.

    Betty, que se haba comportado en forma ingenua y temeraria, tambin comenz a

    enviar mensajes de correo de voz a su organismo regulador, que sonaban locas,

    destruyendo para siempre su credibilidad. Esto la condujo a lo que llamo "la lente

    reductora de supuesta psicosis" en mi informe posterior y que fue lo que puso en marcha

    la aplanadora del poder legal y mdico que la daara.

    La historia adquiere, entonces, un ribete muy extrao y desconcertante. Una audiencia

    disciplinaria basada en acusaciones de mala conducta profesional estaba programada

    para fines de la primavera de ese ao. Un abogado de oficio fue designado por el cuerpopara representar a Betty. En los comentarios de apertura de la audiencia el fiscal

    inform al juez que, en lugar de una audiencia disciplinaria, peda una audiencia de

    deterioro, basada en el alegato de incapacidad para ejercer la abogaca debido a la

    debilitacin mental; y el juez del proceso acept este cambio de cartula sin ms

    trmite.

    Fui testigo con mis propios ojos, de lo que pareca ser un vicio primario y esencial de

    todo el proceso, pasando sin cuestionamiento alguno. Las audiencias disciplinarias de

    mala conductapor una parte, y de deterioropor otra, son dos instancias legales muy

    diferentes; con diferentes criterios probatorios y una muy diversa gama de

    consecuencias para el/la imputado/a. Con la audiencia de deterioro en el ejercicioprofesional, esto daara irreparablemente la credibilidad de la persona, no slo para el

    ejercicio de su profesin, sino para cualquier otro empleo responsable. Betty me trajo la

    legislacin que establece claramente que son necesarios por lo menos 10 das de

    anticipacin para comunicarle al imputado que tipo de juzgamiento es el que va a

    realizarse a efectos de que pueda solicitar un cambio de cartula o su anulacin. Por

    supuesto que tanto Betty como su abogado tienen el derecho a la informacin completa

    sobre las pruebas contra ella; un derecho que obviamente no se cumpli en sa

    oportunidad. Adems, en una audiencia de deterioro para el ejercicio profesional, el

    testimonio psiquitrico sera crucial. Y Betty no tena ninguna oportunidad de buscar un

    peritaje psiquitrico independiente sin disponer de se tiempo mnimo. Betty qued

    atnita. Su abogado, cuyo cargo fue pagado por el cuerpo, no pareca muy

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    preocupado por todo lo que estaba ocurriendo. Se solicit un aplazamiento para dar

    tiempo a la preparacin de la defensa y se le deneg.

    Hacia el final de la primera semana de la audiencia, Betty despidi a su abogado deoficio y actu como su propia abogada. Ella solicit un aplazamiento de un mes que le

    dara la oportunidad de obtener los registros en poder del tribunal de Smallville, para

    responder a lo que afirm eran graves tergiversaciones, en nombre de los testigos de la

    comunidad profesional de Smallville, y para buscar una evaluacin psiquitrica

    independiente. Le ofrecieron solamente una semana a condicin de que consintiera a ser

    examinada por el psiquiatra forense del cuerpo, el Dr. X. Este era un examen que estara

    sesgado fuertemente debido a que Dr. X fue parte del presunto testimonio inexacto por

    profesionales realizado en Smallville. Ella se neg a esto, dejndola sin ms remedio

    que interrogar al Dr. X, un testigo psiquitrico experimentado y exitoso, que ya haba

    declarado la probabilidad de la psicosis, basado exclusivamente en una lectura

    descontextualizada de las transcripciones de mensajes del correo de voz de Betty,realizadas al cuerpo.

    Mi lectura de la transcripcin de las repreguntas de Betty al Dr. X fue, para m, un

    momento especial y transformador. Qued muy conmovido y sin aliento. Lo que le me

    convenci que Betty, a pesar de sus excentricidades y la increble ingenuidad (en el

    envo de mensajes de correo de voz que sonaban locos a su propio organismo

    regulador), estaban lejos de ser una locura propiamente dicha. Bajo las condiciones ms

    estresantes, y con un mnimo de preparacin, en un escenario donde se cuestionaba su

    propia cordura por sus colegas, ella conserv una postura convincente y una presencia

    adecuada; mostrando una brillantez y complejidad en pensamiento totalmente

    incompatibles con la acusacin de ser una persona con un deterioropsictico.

    De alguna manera Betty estaba poniendo, valientemente, contra la pared al experto

    psiquitrico, para legitimar su propia realidad durante el proceso, exponiendo todas los

    reduccionismos y pre-conceptos que plagan el campo de las diversas profesiones que,

    en se momento, estaban vinculadas en evaluar su salud mental. Su cuestionamiento al

    Dr. X en la definicin que hizo de delirios, podra ser utilizado como un ejemplo para

    la enseanza, mostrando los aspectos problemticos de la definicin psiquitrica

    aceptada corrientemente. Ella comenz destacando que hay situaciones que buscan

    resolverse en base nociones binarias y reduccionistas de verdad/falsedad como si fuesen

    dos categoras separadas tajantemente una de la otra. Seal la ambigedad respecto a

    lo que constituyen las normas culturales. Estas sirven de contexto para examinar estascreencias, donde quedan desdibujadas las separaciones tajantes, y hay que ubicar las

    cosas en su justa dimensin como parte de una situacin y en un contexto preciso. El

    Dr. X se vio obligado a admitir que son la tenacidad e irreductibilidad con que se

    sostiene una creencia, sin contrastarla con el contexto en que se expresa; como lo que

    debe considerarse autnticamente patolgico.

    Con enorme capacidad auto-reflexiva Betty se vali de esto para argumentar que su

    creencia, mantenido firmemente en cierta ocasin, sobre la existencia de un "amigo

    dios protector", no haba surgido de una mente delirante y loca, sino que era su

    antdoto para sobrevivir al abuso infantil y los malos tratos de su infancia traumtica:

    "Reconozco que tuve sas creencias porque eran lo nico que, en aquel momento, me

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    mantuvo viva y me dio un sentido de autoestima personal cuando todo el mundo

    pareca estar en contra mo".

    El comentario anterior, dado en el marco de su interrogatorio al Dr. X, efectivamentecontextualiza un aparente sntoma psictico, hacindolo totalmente comprensible como

    parte de su historia familiar traumtica. El problema era que ella estaba hablando con un

    testigo experto que poda haber decidido de antemano, sin tomar en cuenta el

    contexto, que Betty erapsictica. La respuesta del perito psiquiatra fue: "Yo veo esto

    como un sntoma de la enfermedad que usted tiene." (Cursivas del autor). Dira que se

    fue un momento culminante al estilo del encuentro entre David y Goliat.

    Con una pregunta incisiva, Betty dej al descubierto cierta modalidad de razonamiento

    legal circular, paradjico en que, haga lo que haga, todo es vuelto en su contra 4. Es lo

    que llamo la lente reductora de la supuesta psicosis: su cuestionamiento de la verdad de

    las pruebas en su contra -un derecho que cualquier otro ser humano tiene-, es vistocomo un sntoma de su "trastorno psictico"! Adems, la respuesta Dr. X indica que ya

    est asumiendo que Betty est sufriendo de un trastorno psictico mayor por el uso de

    las palabras "es la enfermedad que usted tiene" contradiciendo as su testimonio anterior

    en que fue muy claro respecto que, a falta de un examen psiquitrico en profundidad

    que tome en consideracin todo el contexto en el que suceden las cosas, slo puede

    ofrecer un diagnstico de presuncin en el mejor de los casos. Su decisin de no

    someterse a un examen por el Dr. X result acertada. Dada la anterior respuesta a su

    pregunta, es probable que cualquier cosa que ella dijo durante el examen, en un intento

    de cambiar la idea que ella sufri de un trastorno psictico; habra sido visto como un

    sntoma de ese mismo desorden (falta de insight psictico y posterior negacin de la

    enfermedad).5

    Cuando, en las sesiones, pregunt a Betty sobre cul era el fundamento de su pregunta

    inicial al Dr. X, ella me dijo que la misma fue pensada para determinar ante el tribunal-

    si el Dr. X era una persona abierta a otras perspectivas. De acuerdo a su respuesta,

    esto determinara su estrategia ulterior para el resto de los interrogatorios.

    Lo que est quedando en evidencia en mi relato, es un claro ejemplo de ceguera para el

    contexto(ver Maduro, 2010). A esto lo llam, en mi informe por escrito para el juez de

    la causa, como "lente reduccionista de la psicosis asumida de antemano", por la cual se

    haba formado la conviccin, o prejuicio, que Betty estaba loca. Una conviccin que

    funcion como principio explicativo invariable, frente a todas las argumentacionesproporcionadas por Betty. Fuesen las que fuesen, todas desembocaban en el "hecho" de

    que estaba loca. Cualquier reclamacin de su parte para cuestionar la validez de esta

    4Lo que se ha dado en llamar el razonamientoTrampa 22por la novela de J. Heller (1961). Se trata de

    una paradoja que, en su circularidad, lleva al demandado a quedar ubicado siempre en el lugar de

    culpable con independencia de lo que argumente.Por una u otra causa, la persona nunca tendr razn.

    5Una mirada diagnstica categorialdonde la categora de sano y enfermo, loco y cuerdo, son radical y

    tajantemente opuestas entre s; a diferencia de una mirada dinmica, contextualista, que valora stos

    fenmenos como dimensionesde la vida humana: Como algo que puede ser en un momento, para dejar de

    serlo y transformarse. (EMGR)

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    evidencia, un derecho inalienable de todos los seres humanos, se converta en un

    sntoma ms de su psicosis. Un impulso humanitario loable por parte de ella, para elegir

    su profesin y emplearla como un vehculo para hacer del mundo un lugar mejor, se

    convirti en un grandioso delirio psictico. Fundar su prctica profesional en unarespetada y bien fundada filosofa solidaria, se transform en un sntoma ms de su

    psicosis. Tener ciertas opiniones personales es indudable que influye en el ejercicio de

    cualquier profesin; una caracterstica que es inevitable en todas las prcticas humanas

    subjetivas; en su caso esto se transform en una evidencia ms de su incompetencia y

    deterioro. La ausencia de quejas por parte de los llamados enfermos mentales, lleva a

    que si cuestionan algo, sea siempre desestimado, alegndose que es una consecuencia

    ms de su vulnerabilidad mental; otra muestra basada en razonamientos circulares y

    datos errneos. La demanda por abuso sexual a un nio de 9 aos parte de su padre, que

    fuera aceptada como un hecho en el juicio civil de 1982 en que tuvo su accidente de

    motocicleta, qued olmpicamente ignorada. Su sospecha que ella podra han sido

    drogada y violada analmente, una sospecha bien fundada dadas las caractersticas delpadre, fue considerada un aspecto ms de su sistema delirante.

    Su magistral interrogatorio al psiquiatra forense el Dr. X- bajo condiciones de estrs

    extremo, fue una hazaa totalmente impensable para quien era catalogada como

    teniendo un deterioro psictico. Este hecho pareca haber pasado totalmente

    desapercibido. Se ignoraba su capacidad para reflexionar acerca de los orgenes

    psicolgicos de sus conflictos. Las particularidades de su apelar al mundo espiritual

    (bajo la forma de un dios amigable y protector), constituan una capacidad auto-

    reflexiva totalmente incompatible con la falta de insightpropia de un mundo psictico.

    Dada la atmsfera dominante de la supuesta locura, no es sorprendente que Betty fueraencontrada deteriorada debido a su enfermedad psictica y siguiera suspendida para el

    ejercicio profesional. En mi informe amplo e integro, para el cuerpo, citas como las

    previamente mencionadas, para apoyar la ausencia actual de psicosis y deterioro,

    contrarias a las predicciones del Dr. X que afirmaba que, en ausencia de una

    intervencin farmacolgica, Betty se deteriorara.

    Ms importante an, entr en considerable detalle para incrementar las dudas sobre el

    hallazgo original de un supuesto deterioro psictico, por la va de una re-

    contextualizacin de los acontecimientos fundadas en el trauma, en lugar de la psicosis;

    destacando que el envo de las comunicaciones incriminatorias y extraas a su

    organismo regulador era un acontecimiento altamente contextual, emergiendo de unconjunto muy especfico de factores e influencias que confluyeron en un momento

    determinado, conduciendo al consiguiente desenlace trgico. Adems demostr que su

    enfoque de su prctica no surgi por la falta de juicio de un psictico, sino de una

    coherente, e internamente consistente, identidad profesional estable basada en una cierta

    filosofa e impulsada por sus impulsos humanitarios y sensibles al contexto socio-

    poltico.

    Eplogo: Poder y limitaciones de la implicacin profesional.

    Es difcil expresar en palabras la intensidad de mis esfuerzos para escribir mi informe al

    tribunal. Sent que todas mis energas emocionales e intelectuales fueron vertidas en la

    tarea. El efecto clnico fue inmediato y poderoso. Betty recibi una copia del informe y

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    qued favorablemente sorprendida. Para ella fue un instante de enorme y profunda

    validacin. Me dijo que fui la primera persona, en doce aos, que comprendi lo que

    ella haba sufrido. Durante las sesiones aqul rpido flujo de ideas e informaciones,

    desapareci totalmente. Me explic que, al comienzo de nuestra relacin, saturarme condemasiada informacin, fue consecuencia de su intensa necesidad que yo entendiera lo

    que pas con ella.

    El impacto de mi informe sobre la rehabilitacin para el ejercicio profesional, fue harina

    de otro costal. No es de extraar el que mi informe no influyera en nada para revertir la

    posicin de mantenerla inhabilitada. Finalmente el tribunal logr una evaluacin

    psiquitrica independiente por parte del Dr. Y. Este informe me hizo sentir deprimido y

    enojado. Deprimido porque el Dr. Y apoy la posicin del colegio profesional dando un

    golpe devastador a cualquier esperanza de restablecimiento. Mi informe, a pesar de ser

    convincente, fue visto como parcial dada mi condicin de psiquiatra tratante.

    Mi ira surge de aspectos del informe que son una continuacin de la lente reduccionista

    de la supuesta psicosis. Un ejemplo importante fue invocando por parte del Dr. Y.

    Criterios tales como la pobreza de mi paciente y el trabajo mal remunerado, fueron

    vistos como una confirmacin de las predicciones del Dr. X acerca del deteriorode

    Betty, al igual que su resistencia al tratamiento psicofarmacolgico. El Dr. Y pareca

    ignorar la irona de que el principal factor que contribuy a su "descenso en la escala

    socio-econmica", fue la decisin anterior por la que fue suspendida de la prctica de su

    profesin; una decisin que no slo destruy sus medios de subsistencia sino que da

    irreparablemente su credibilidad para obtener cualquier otro trabajo bien pago. La

    ausencia de delirios durante la evaluacin fue desestimada en base al "juicio clnico" del

    Dr. Y que dijo que Betty esconda material delirante. Los suicidios de sus doshermanos maltratados en el hospital psiquitrico, fueron considerados como evidencia

    de una predisposicin gentica familiar para la enfermedad mental; enfermedad mental

    que aquejaba a la propia Betty.

    No hace falta decirlo mi informe fue desestimado como prueba probatoria de su

    condicin saludable. Tambin estaba molesto con la opinin del Dr. Y que deca que

    Betty necesitaba tratamiento psiquitrico en lugar de tratamiento psicoanaltico; con la

    implicacin evidente de que mi abordaje psicoteraputico no constitua un tratamiento

    vlido sugiriendo, implcitamente, que l s, en cambio, era un verdadero psiquiatra.

    A pesar de lo anterior concedo que el informe del Dr. Y fue bien escrito y estaba dentrode los lineamientos prevalentes de la psiquiatra hegemnica, que adopta una manera de

    pensar propia del pensamiento conservador y tradicional. El Dr. Y descart totalmente

    los legtimos planteos efectuados por Betty para apoyar su opinin contraria la de un

    deterioro continuo. Betty qued devastada y enfurecida por el informe del Dr. Y.

    Aunque empec a manejar argumentos y estrategias para rebatir este informe, en lo

    profundo de mi corazn, saba que mis esfuerzos seran vanos. Yo tambin qued

    drenado emocionalmente y consider no seguir adelante porque me di cuenta que iba a

    ser intil. Consult con mi grupo de pares que no se extraaron por mi planteo,

    dndome su apoyo para que diera un paso al costado. Fue con renuencia que inform a

    Betty que estaba retirndome de mi posicin de testigo declarante en su juicio. Betty

    entendi, reconociendo que ya haba ido ms all del llamado del deber profesional.

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    Nuestro trabajo teraputico sigui. Los sucesivos planteos ulteriores de Betty para su

    rehabilitacin en el ejercicio profesional, sufrieron interrupciones reiteradas. Aunque

    ella afirma querer luchar hasta el final, tengo la sensacin de que, en lo profundo, sabeque nunca podr volver a practicar su profesin otra vez. En mi caso, me qued el sabor

    amargo de saber si volv al lugar de privilegio que tena en mi cmoda consulta privada,

    cosechando los beneficios de integrar un organismo profesional que me aleja

    involuntariamente de mi paciente.

    Referencias bibliogrficas:

    Layton, Lynne, (2006). Attacks on linking: The unconscious pull to dissociateindividuals from their social context. En: Psychoanalysis, class and politics:Encounters in the clinical setting. Editores: Lynne Layton, Nancy Caro Hollander y

    Susan Gutwill. Routledge: Londres & Nueva York.

    Maduro, Peter, (2008). Thou shall not know thy relational context: Blindness to the

    contextuality of emotional life. Presentado ante el encuentro de primavera de laAsociacin Psicolgica Norteamericana, Divisin 39 (Psicoanlisis), junio, NuevaYork.

    Sucharov, Maxwell, (2007).Kafkas mirror and Kafkas window: A dialogic journey tothe center of traumatic worlds. EnNew developments in Self Psychology practice. Ed.P. Buirski & A. Kottler. Nueva York: Jason Aronson, pp. 193-206.

    En la misma Revista, y a continuacin del trabajo de M. Sucharov, aparece uncomentario de Amanda Kottler: Can marginalized voices and new frameworks

    actually make a difference? Discussion of Politics, race, and class in the

    analytic space: The healing power of therapeutic advocacy by Maxwell

    Sucharov, International Journal of Psychoanalytic Self Psychology, 8: 46-51,

    2013, ISSN 1940-9141 online. DOI: 10.1080/15551024.2013.739134.

    Bibliografa complementaria utilizada para nuestra traduccin:

    Academia Nacional de Letras (2011): Diccionario del espaol del Uruguay.

    Montevideo, Banda Oriental.

    Hildebrandt, Martha (2012):El habla culta.Lima, Planeta-Per.

    Heller, Joseph (2012): Trampa 22. Barcelona, RBA Editores.

    Maxwell Samuel Sucharov, M.D.

    208-2760 West Broadway

    Vancouver, BC V6K2 G4, Canada

    (+1) 604-732-0011

    [email protected]

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