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61 Nº 52, año 2012 artculos,notas y documentos Luchando por ‘la patria’ en los Andes 1808-1815 1* Natalia Sobrevilla Perea Resumen (O SUHVHQWH DUWtFXOR HVWXGLD FyPR OD DXVHQFLD GH )HUQDQGR 9,, GHO WURQR DIHFWy HO sur de los Andes, primero con la creación de Juntas y luego con el enfrentamiento entre HVWDV \ HO JRELHUQR GHO YLUUH\ -RVp )HUQDQGR GH $EDVFDO $ SHVDU GH TXH OD KLVWRULRJUDItD concibe como patriotas a quienes ve como a favor de la independencia, en ese momento todos los actores involucrados en estos procesos consideraron que su participación en estos FRQタLFWRV VH GHEtD D TXH HVWDEDQ オOXFKDQGR SRU OD SDWULDカ 6LQ HPEDUJR HVWH FRQFHSWR GH patria fue variando, por lo que dejó de ser posible verse al mismo tiempo como parte de una patria más amplia que incluía a toda la monarquía hispánica, una patria americana y una SDWULD FKLFD SDVDQGR D VHU XQD SDWULD FDGD YH] PiV FLUFXQVFULWD D OR ORFDO &RQ HVWH ソQ VH HVWXGLD HO SHULRGR HQ HO HVSDFLR JHRJUiソFR TXH YD GHVGH /LPD D %XHQRV $LUHV Palabras clave: Patria, independencia, Audiencia de Charcas, Junta de Buenos Aires, -XQWD GH /D 3D] -XQWD GH &KXTXLVDFD -RVp )HUQDQGR $EDVFDO -RVp 0DQXHO GH *R\HQHFKH 1 * Este artículo se basa en una sección de mi trabajo Contesting the meaning of Patria: becoming Peruvian through war 1809-1824 SUHVHQWDGR HQ HO 6HPLQiULR ,QWHUQDFLRQDO 5HYROXo}HV GH ,QGHSHQGrQFLD H &RQVWUXomR GD 1DomR 3RQWLItFLD 8QLYHUVLGDGH &DWyOLFD GH 5LR GH -DQHLUR Noviembre 2008, fue revisado durante una estancia de investigación en la John Carter Brown /LEUDU\ HQ $JUDGH]FR DGHPiV HO DSR\R GH OD 8QLYHUVLGDG GH .HQW SDUD YLVLWDU HO $UFKLYR GHO &RQGH GH *XDTXL HQ HO OD D\XGD GH LQYHVWLJDFLyQ GH -RUJH )DOFRQHV DVt FRPR OD DWHQWD OHFWXUD GH $OHMDQGUR 5DELQRYLFK \ -XDQ /XLV 2VVD

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artículos,notasy documentos

Luchando por ‘la patria’ en los Andes 1808-18151*

Natalia Sobrevilla Perea

Resumen

sur de los Andes, primero con la creación de Juntas y luego con el enfrentamiento entre

concibe como patriotas a quienes ve como a favor de la independencia, en ese momento todos los actores involucrados en estos procesos consideraron que su participación en estos

patria fue variando, por lo que dejó de ser posible verse al mismo tiempo como parte de una patria más amplia que incluía a toda la monarquía hispánica, una patria americana y una

Palabras clave: Patria, independencia, Audiencia de Charcas, Junta de Buenos Aires,

1 * Este artículo se basa en una sección de mi trabajo Contesting the meaning of Patria: becoming Peruvian through war 1809-1824

Noviembre 2008, fue revisado durante una estancia de investigación en la John Carter Brown

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Abstract

patria. What changed, however, was how the concept of patria was perceived an how it was no longer possible to see oneself, at the same time, as part of a wider patria that included all the Hispanic Monarchy, an American patria and a smaller local patria, as the concept became ever more circumscribed to the small local patria. This article studies the period between 1808 and 1815 in the area between Lima and Buenos Aires.

Keywords: Patria, independence, Audiencia de Charcas, Junta de Buenos Aires, Junta de

Los patriotas, según relatan las historias nacionales hispanoamericanas, fueron

aquellos que lucharon por la independencia de España (Paz Soldán 1868). Sin embargo, a inicios del siglo XIX, cuando los procesos de emancipación apenas comenzaban, esto no era tan claro, ya que aquellos que buscaban proteger los derechos del rey ausente y mantener unida toda la monarquía hispánica, sin importar si habían nacido en América o en la Península, también se sentían patriotas y estaban convencidos de que se enfrentaban a insurgentes que no merecían siquiera las consideraciones otorgadas por el Derecho de Gentes. A pesar de ello, gran parte de la historiografía ha continuado presentando la contienda como una entre españoles y americanos (Lynch 1973: 1-36). En el Perú, el principal exponente de esta visión es José Agustín de la Puente y Candamo, quien desde sus primeros trabajos ha entendido a la identidad peruana como antecesora de la creación del

esbozado en un primer momento por Simon Collier y luego desarrollado y popularizado por David Brading, ha calado hondo en aquella historiografía que ve la creación del Estado como un proceso por el cual la identidad peruana luchó por independizarse de una imposición colonial (Brading 1983).2

El concepto de patria, sin embargo, es eminentemente polisémico, cuestión que hacía posible que los actores de ese momento, sin entrar en ningún tipo de contradicción,

grande que comprendía a toda la monarquía hispánica. No solo era posible concebir la

tiempo y el espacio, tal como queda demostrado en el trabajo de Iberconceptos, donde se disecciona la forma como se ha entendido este concepto en el tiempo, tanto en la Península como en América.3 Lo que se entendía por patria comenzó a revisarse al darse inicio al

1967, su texto ha sido .

3 El proyecto de Iberconceptos

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proceso de descomposición de la monarquía hispánica tras la invasión napoleónica de la Península y las abdicaciones reales de 1808. Distintos espacios americanos tomaron posiciones diferentes ante los hechos acaecidos en la Península, algunas veces en completa

ya establecidas y quienes optaron por organizar Juntas de Gobierno similares a las que se habían dado en algunas provincias españolas. Antonio Annino (2003), José Carlos

organización de estas Juntas Autónomas descansaba en la visión de que, en ausencia del rey, la soberanía regresaba al pueblo, pues ese era el lugar de donde emanaba. En casi

rey ausente, y los actores se consideraron a sí mismos como patriotas. La confrontación, entonces, no se dio solo por la manera en que cada espacio americano decidió enfrentar la crisis monárquica, sino también por quién tenía derecho a denominarse patriota. Hoy conocemos como patriotas solo a algunos, aunque en ese momento no era del todo claro que algunas de estas opciones buscaran necesariamente la separación de la Península, la independencia o la creación de nuevos Estados nacionales.

el sur del Perú, la Audiencia de Charcas y el norte del virreinato del Río de la Plata entre 1809 y 1815, el lustro en el que estuvo ausente el Rey, cuando se enfrentaron diferentes

considerar que uno de los avances más interesantes en cuanto a la comprensión del proceso de independencia en el caso del Perú ha sido la inclusión de una perspectiva regional que privilegia el estudio del sur andino y que se preocupa por los espacios más amplios que las naciones actuales. Esto queda claro en las líneas de investigación desarrolladas por John

además las relaciones que se mantuvieron con la Audiencia de Charcas y que llegaron hasta Salta y Tucumán, aun después de la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776. Estos enfoques consideran necesario establecer las diferencias entre los espacios del norte del Perú y la costa con los que se sitúan al sur del río Pampas en la actual región de Ayacucho (Sobrevilla Perea 2005). El sur del Perú fue, por ejemplo, el único afectado por la rebelión de Túpac Amaru que se expandió por el Altiplano a La Paz. De una manera similar, el levantamiento del Cuzco de 1814 se desarrolló en ese mismo espacio.

Las reformas borbónicas tuvieron un fuerte impacto en el sur del virreinato del Perú, el cual fue afectado con la creación del virreinato del Río de la Plata a través de la pérdida de acceso no solo al Lago Titicaca, sino a todo el espacio de producción minera de Potosí. El puerto de Arica y la ciudad de Tacna, por otro lado, se vieron segregados

del País Vasco. Ver http://www.iberconceptos.net/diccionario-politico-y-social-del-mundo-iberoamericano.

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tuvieron también una serie de repercusiones en levantamientos en la década de 1780, tanto

Thompson 2002, Cahill 2002). Es necesario considerar que los treinta años anteriores a la

región desde Ayacucho hasta la provincia de Tucumán. A pesar de ello, ante las invasiones

en contra de la amenaza foránea. Uno de los objetivos centrales de este artículo es comprender el proceso por el

fracturando en el sur de los Andes con la creación de las Juntas de gobierno, primero en

y Santiago en 1810. Las Juntas ensayaron salidas jurídicas a los problemas planteados por la crisis monárquica y abrieron una serie de posibilidades de autogobierno que antes no habían sido planteadas de manera efectiva. En ese momento, todas las Juntas en esta región

de esto, el virrey Abascal encabezó desde Lima un movimiento militar para terminar con estos intentos de crear estructuras de gobierno americano autónomo. Si bien el juntismo abrió una caja de pandora que no podía volver a cerrarse, el proceso se volvió mucho más complejo cuando se le agregó un cariz militar, ya que una vez que se armó a las poblaciones y la guerra tomó su curso, fue cada vez más difícil volver al statu quo ante. A pesar de que

El enfoque de este trabajo descansa, en gran parte, en el lenguaje utilizado por los distintos actores, pero también en las ceremonias llevadas a cabo, las declaraciones públicas en bandos, discursos y artículos periodísticos e incluso en cómo se presentaban en su correspondencia particular. La intención es mostrar cómo fue cambiando la idea de

armados en la formación y mutación de las identidades. Veremos que las ideas de patria fueron desde una patria grande de toda la monarquía, a veces descrita como la Madre

busca, además, mostrar cómo los diferentes participantes en estos procesos comenzaron a

Las primeras Juntas de gobierno

Las invasiones inglesas a Buenos Aires llevaron a una reacción vitriólica, no solo en los territorios que fueron victimas de ella, sino en todas las provincias del virreinato,

Generosos Limeños! Arrojemos lejos de nosotros con el desprecio, que por tantos títulos se merecen, esos infames bandos, con que el general inglés pretende

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de la Plata. Mirémoslos como un insulto hecho a nuestro honor; como un atentado contra nuestra propia felicidad; y como un plan dirigido a la destrucción total de nuestra patria.4

Para el Arzobispo, la patria incluía a toda la monarquía hispánica y los virreinatos

envió al presidente de la Audiencia de Charcas, Moxo se refería al Te Deum de acción de gracias dado en la ciudad de Chuquisaca diciendo “que nada puede ser más grato a Dios y a los hombres, que una conmemoración piadosa por los soldados españoles que han muerto en defensa de la religión y de la patria.”5 Para el arzobispo de La Plata quedaba claro que todos formaban una misma patria que debían defender, de la misma manera como ocurría con la religión.

organizó para recibir una lámina recordatoria de los hechos acaecidos en el Virreinato del Río de la Plata, descrita en detalle en un documento titulado Gloria a la santísima trinidad (1808). Según los miembros del Cabildo:

Esta general disposición movió al ilustre ayuntamiento a celebrar la entrada de la

posesión, y sirviese de lección a los demás pueblos. Los que reconocen un mismo monarca, obedecen las mismas leyes, y forman un solo reyno, deben de manifestar

soberano ha dirigido, y acreditar por el aprecio que se les tributa igual dignidad a la de aquellos que a costa de su sangre las practican (1808:40).

de triunfo que “fueron cubiertos de bastidores transparentes, que prestando cada uno su inscripción en el centro de una vistosa perspectiva, contribuían con su diafanidad a aumentar la hermosura de las costosas luminarias que lo rodeaban, y que debían encenderse aquella noche”(1808: 5). Se habían decorado, además, con cristales de colores y al centro de la

y el otro el de Buenos Aires. A su lado había dos columnas con unas estatuas inscritas

y estandartes: “marchaban al son de sus músicas militares los cuerpos voluntarios de

4 Publicado por primera vez sin nombre del autor en la Minerva Peruana de 12 de septiembre de 1806, Escritos por el Ill.mo Sr. D.D. Benito María de Moxo y de Francoli, &c &c Arzobispo de la Plata, Publicado por un amigo del autor. Lima: Imprenta Real de los Huérfanos, 1808, p. 7.

Escritos por el Ill.mo Sr. D.D. Benito María de Moxo, p. 39.

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vizcaínos, arribeños, catalanes, andaluces, montañeses, indios, pardos y morenos” (1808: 7). Es decir, todas las comunidades que conformaban la monarquía hispánica. Después de estas celebraciones la lámina fue enviada a Buenos Aires, donde fue recibida de forma

de su patriotismo: en nombre del rey le doy gracias, en el de este ilustre ayuntamiento, en el de los defensores de la patria” (1808: 18).

falta de claridad sobre qué rumbo tomar ante esta coyuntura llevó a que los representantes del rey en América se aferraran a sus posiciones y esperaran noticias e instrucciones mientras comenzaban a considerar la posibilidad de que la patria más importante fuera la más pequeña y cercana a la localidad. El 17 de junio de 1808, se formó con el nombre de Suprema una Junta en Sevilla, estableciendo que “desde el 23 de Mayo al 27 toda la Nación se ha levantado en masa a proclamar a su Rey, y defender a su Patria”.6 Dicha Junta envió a José Manuel Goyeneche como su representante en América del Sur. Goyeneche era miembro de una de los clanes más poderosos de la ciudad de Arequipa y, como muchos nobles criollos de esa zona andina, contaba con una amplia experiencia militar en la Península (Herreros de Tejada 1923, 43).7 En efecto, el nuevo representante había llegado a Sevilla en 1788 a los doce años y se graduó de doctor en leyes en su Universidad siete años más tarde. Había abrazado, entonces, la carrera militar y obtenido el puesto de Capitán del Regimiento de Granaderos después del pago de diez mil pesos (46). En 1797, Goyeneche defendió la ciudad de Cádiz del bombardeo de Nelson y en 1800 contra el ataque británico. Dos años más tarde fue hecho Caballero de la orden de Santiago y enviado a las principales cortes europeas para estudiar estrategia militar y presentó su informe en 1805 (46-50).

Después de un accidentado viaje llegó desde Buenos Aires a Chuquisaca en noviembre de 1808. Goyeneche había sido visto con recelo tanto en Montevideo como en la capital virreinal por ser portador no solo de las noticias de la Junta de Sevilla, sino también de misivas de la hermana del rey cautivo, Carlota Joaquina, quien se hallaba en ese momento en Río de Janeiro con la corte de su marido, el rey de Portugal, pretendiendo convertirse en regente en América ante la ausencia de su hermano (Ternavasio 2011: 240-260). El 12 de noviembre se reunió la Audiencia de Charcas bajo las órdenes de su presidente Ramón García Pizarro y, luego de que esta fuera descrita como una “borrascosa sesión”, el tribunal rechazó los avances tanto de la Infanta como de los de la Junta Sevillana,

Indias.8 Según lo referido por el historiador boliviano José Luis Roca, “Goyeneche se portó

6 El documento completola creación de esta Junta Suprema de Sevilla, que en nombre del Señor Fernando VII gobierna los Reynos de Sevilla, Córdova, Granada, Jaen, Provincias de Extremadura, Castilla la Nueva, y demás que vayan sacudiendo el yugo del emperador de los Franceses. 17 de junio de 1808,

7 Goyeneche había arribado de la Península tan solo unos meses antes como enviado de las Juntas por la vía de Buenos Aires.

8 Para un estudio exhaustivo de este proceso que incluye, además, muchos documentos inéditos ver René Moreno (1896-98).

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arrogante y atropellador al insistir que se reconociera a Sevilla” (Roca 2007a: 170). Pero cuando la Audiencia se negó a hacerlo, el arequipeño se trasladó primero al Cuzco y luego a su Arequipa natal donde fue recibido como hijo predilecto y héroe. Pasó después a Lima

Audiencia del Cuzco, el 10 de junio de 1809, fue nombrado por el Virrey Abascal en su reemplazo (Herreros de Tejada 1923:170-200).

Los sucesos de 1808 llevaron a un fortalecimiento de los poderes locales, ya que, al no quedar muy claro cuál sería el rumbo político de la monarquía, los actores que se mostraban expectantes y reaccionaban ante los estímulos presentados, tomaban en sus manos la prerrogativa de decidir sus posiciones. De la misma manera, como la Audiencia de Chuquisaca no reconoció la autoridad de la Junta de Sevilla, dos meses antes se había creado en Montevideo una Junta de Gobierno autónoma de Buenos Aires, pero subordinada

interino Santiago Liniers, a quien consideraba peligroso por ser francés de nacimiento. La retroversión de la soberanía descrita por Chiaramonte, Annino y Guerra funcionaba precisamente de esta manera y fueron los virreinatos más nuevos, los de Nueva Granada y el Río de la Plata, los que tuvieron que enfrentarse a estas posturas de autonomía (Annino, Guerra 2003, Chiaramonte 2004). Las autoridades de Montevideo, Asunción, Chuquisaca y La Paz, organizadas en cabildos, Audiencias e incluso en torno de sus gobernadores, rechazaron de esta forma el control que buscaba ejercer un centro administrativo

centrada en la identidad como virreinato no se había consolidado y que lo que primaba eran

Las diferencias no se debían, sin embargo, únicamente a cuestiones de identidad; el recelo se relacionaba en gran medida al 1 042 000 pesos que el virrey Liniers había demandado que pagaran las 22 ciudades de su jurisdicción. La Paz y Potosí debían pagar

vieron obligadas a aportar 20 000 pesos (Roca 2007a: 182, 183). Ya no se trataba entonces solamente de resentimiento de parte de los miembros de la Audiencia de Charcas por haber perdido poder y autonomía con las reformas borbónicas, sino también de un costo real a su tesoro. El 25 de mayo de 1809, la situación en Chuquisaca tomó un cariz diferente cuando la plebe comenzó a demandar la salida del presidente de la Audiencia y del Arzobispo

razón que el gobernador de Montevideo) (Roca 1998: 198-206). En su carta a Elío, el líder

salvar los derechos del adorado monarca y la seguridad de la patria” (Roca 1998: 59).Tras la renuncia del Presidente García Pizarro y el nombramiento del oidor más

antiguo como suplente, la ciudad se organizó para defenderse de un posible ataque desde Potosí. Las tropas incluían milicias no solo de pardos y morenos, sino también de indios y fueron puestas a disposición del coronel de origen peninsular Juan Antonio Álvarez de Arenales, que era el subdelegado de Yamparáez y que se encontraba casualmente en la ciudad (Roca 1998: 175, Canales Ruiz 1999: 47, Álvarez de Arenales 1832). Mientras tanto, en Buenos Aires, Liniers fue reemplazado por Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien

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llegó a tomar su cargo en julio de 1809. Ante su llegada a Montevideo, Elio disolvió la Junta y el nuevo virrey escribió cartas conciliadoras a la Junta de Chuquisaca. Sin embargo, al mismo tiempo, envió una tropa veterana al mando del Mariscal Vicente Nieto (Roca 2007b: 79).

El aire conspirativo continuó sin abatirse y dos meses después de los hechos

la ciudad de La Paz se alzó en armas.9 Ante la presión popular, convencida de los planes

militar de la plaza a Pedro Domingo Murillo bajo las órdenes del autodenominado “Cabildo Gobernador”. Una de sus primeras acciones fue suprimir el envío de divisas a Buenos Aires y a los pocos días de conformado ya se había organizado una fuerza miliciana compuesta de todos los sectores de la sociedad cuya divisa era “por la religión, la patria y el rey,

de las proclamas lanzadas en La Paz declaraba:

Ea pues amados americanos imitad el heroísmo de La Paz y seréis felices: jurad la unión recíproca entre todos y no temáis a los desoladores Monstruos de la Europa: acordaos ya de vuestra Patria y olvidad la de vuestros Tiranos: en una palabra sed

Si bien el virrey Cisneros intentó calmar las aguas desde Buenos Aires, el virrey Abascal ordenó que se mandaran tropas desde el sur del Perú para contrarrestar las iniciativas del Cabildo de La Paz (Díaz Venteo 1948: 45-80). El encargado de esta empresa

que, al igual que él, eran parte de la elite local, se habían incorporado a la milicia a una temprana edad y habían completado su entrenamiento militar en la Península. El virrey de Lima ordenó que se enviaran doscientos hombres desde Cuzco, Puno y Arequipa. En esta última ciudad los miembros de la elite se reunieron en un Cabildo Abierto y estuvieron de acuerdo en enviar 1500 hombres pagados por una subscripción voluntaria (Díaz Venteo

Picoaga y el Teniente Coronel Mariano Campero trajeron sus propias tropas, mientras que Goyeneche reunió a sus primos Juan Pío y Domingo Tristán y a José Gabriel Moscoso de Arequipa.10 El segundo al mando de la expedición era el Coronel Juan Ramírez, Intendente de la provincia de Huarochirí, quien había nacido en la Península y llegado al Perú en 1784 para combatir a Túpac Amaru y quien, por lo tanto, tenía una formación y experiencia muy

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.10

en 1834 y quien dejó una semblanza poco positiva de su familia y en particular de su tío Pío. Para biografías detalladas de ambos hermanos ver Mendiburu, 1935, Vol. VIII.

11 Las tropas de la Península llegaron después de que la insurrección había sido combatida.

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En una carta al virrey Abascal, escrita el 20 de septiembre de 1809, Goyeneche detalla la organización de sus fuerzas y resalta la importancia de contar con hombres

y Lechuga que, según sus propias palabras, se habían unido “a sus expensas, sin gravamen

gusto mis informes para reproducirlos al gobierno”.12 Sobre Pio Tristán dice simplemente: “lo necesito”. Goyeneche terminó su misiva notando que

Todo respira tranquilidad y orden en esta parte del Virreinato del campo de V.E. y aun los Indios que en ocasiones como la actual suelen retraerse de los caminos, hoy se presentan a suministrar nuestra tropa, víveres, cabalgaduras, acostumbrados a ver la multitud tan ordenada y veloz que transita por sus domicilios, sin causar

El 25 de octubre de 1809, Goyeneche atacó La Paz con un ejército de 5000 hombres.

(Díaz Venteo 1948: 71). Las querellas internas habían debilitado mucho a la Junta Tuitiva que había buscado el apoyo de todos los sectores sociales, incluyendo a los indios para quienes también había quedado abolida la alcabala (Roca 1998: 186-187). Se había terminado también con los cacicazgos y otorgado el poder al Cabildo de Indios para que

: 80). El General Vicente Nieto, nombrado presidente de la Audiencia de Charcas por el virrey Cisneros, se instaló en Chuquisaca en diciembre de 1809 (Canales Ruiz 1999: 61). Para el momento de la derrota de la Junta de La Paz, el nuevo presidente no tardó en felicitar a Goyeneche. El gobernador de Cochabamba, José Gonzales de Prada, le escribió dos misivas agradeciéndole por su actuación; además,

de la Junta. En una de las cartas invocó “la opinión y la deferencia de todos los vasallos

justo reconocimiento”.13

esa villa se había llevado a cabo una misa “implorando el glorioso triunfo de las tropas de Su Majestad”.14

Goyeneche comenzó su publicado el 29 de enero de 1810 diciendo que

igual del sagrado y estrecho cumplimiento de las leyes, cuya ejecución salva a la patria”.15

12de 1809. El libro copiador de estas cartas se encuentra en el Archivo del Conde de Guaqui (ACG). Agradezco a Javier de Goyeneche por abrirme las puertas de su colección, así como a Gabriel

13 Carta del 21 de octubre de 1809 de José Gonzales de Prada a Goyeneche, Caja 1, Carpeta. 2, Nº 23.14

2, Nº 24.15

nNº 1, p. 1.

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Goyeneche aseguraba además que antes de impartir los castigos había consultado con Nieto (el Presidente de la Audiencia) y que la sentencia había sido dada en nombre de Cisneros, el virrey de Buenos Aires. El documento termina describiendo la huida de los líderes de la Junta a Yungas, así como sus intentos por seducir a los indios y de tomar a los esclavos de

su primo Domingo Tristán a perseguir a quienes consideraba como “bandidos, ladrones y

indios” (Herreros de Tejada 1923: 219). Tristán logró batir a algunos de los insurrectos y recobrar el Real Blasón de La Paz. No obstante, un grupo importante de alzados se internó en las profundidades de las Yungas y nunca llegaron a ser sometidos.

Las acciones de la Junta de Buenos Aires

la creación de la Junta de Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, organizada ante la caída de la Junta Central en Sevilla en nombre de la patria y el rey cautivo, y en la que predominaban los americanos. Sin embargo, algunas de las ciudades que pertenecían al virreinato del Río de la Plata se rehusaron a reconocer su validez y supremacía. En el primer número de su principal órgano de difusión, La Gaceta de Buenos Aires, los miembros de la Junta dejaron en claro que no aceptaban la acusación de que habían renegado de su lealtad al rey:

Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al

el gobierno provisorio que ejerce, y un principio para que el pueblo no se resfríe

a quienes nada pretenden sino sostener con dignidad los derechos del Rey y de la

La autoridades en la capital virreinal buscaron, una vez establecida la Junta, que

precisamente lo que sucedió (Ternavasio 2013: 213-240). El procedimiento de jura fue muy similar a los que ya se habían visto en la celebración del advenimiento de un nuevo

llevada a cabo en San Juan el 11 de octubre de 1810 y que se describe en detalle en La Gaceta de Buenos Aires. El artículo se inicia con una exclamación llamando a los sanjuaninos “compatriotas míos” y nota cómo el cabildo, las corporaciones, las milicias

celebraciones siguieron con un “sarao público”; entre la música, el diputado “repitió en voz alta, dando al pueblo las gracias por el honor que le hacia, protestando morir por el Rey, y por su patria” (1810: 314). Dos días más tarde se publicó un bando donde se informaba que el pueblo en su totalidad estaba decidido por la Junta Provisoria Gubernativa de Buenos Aires (1810: 315).

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la Junta de Buenos Aires. Córdoba, donde se hallaba el depuesto Liniers, fue una de las primeras en oponerse y el 7 de julio, una columna de 900 hombres se puso en marcha para ocupar la ciudad (Pardo de Zela 1971: 95-167). No fue fácil, empero, reducir a quienes

Gaspar Vigodet, el nuevo gobernador y comandante General enviado por el Consejo de

Río de la Plata por sus esfuerzos. En ella, Vigodet señalaba que “la fama de la constancia y lealtad con que habéis sostenido la causa del Rey y del Estado penetra todos los puntos de la Monarquía y la patria os rinde el tributo de su gratitud” (Vigodet 1810). Tampoco se pudo hacer mucho desde Buenos Aires con la provincia de Paraguay, donde Manuel Belgrano fue completamente derrotado. En donde sí se logró un éxito aplastante fue en la Audiencia de Charcas, que en ese momento se encontraba bajo el control del Virreinato del Perú.

La situación en las provincias que habían formado parte del Virreinato del Río de la Plata era un poco distinta a la del resto de las provincias, ya que el virrey en Lima había decretado que hasta que no se restableciera la autoridad virreinal en Buenos Aires, las provincias que habían pertenecido al Perú hasta antes de su creación volverían a su

su Real Audiencia, el Arzobispo, el Ayuntamiento, la Imperial Villa de Potosí, la Ciudad de La Paz y la de Córdoba del Tucumán (Abascal 1810). Abascal aprovechó esta oportunidad para retomar control sobre espacios que el virreinato peruano había perdido con las reformas borbónicas, interviniendo no solo en Charcas, sino también en Quito y en Chile gracias al apoyo del Tribunal del Consulado de Lima, que aportó más de un millón de

: 71). Abascal comienza su bando diciendo: “el espíritu de engaño y seducción, fomentado en el continente de Europa, por el tirano

de la América del Sur”. Luego añade

No hay País alguno en la tierra, que no este expuesto a sufrir la desgracia de abrigar en su seno, esos abominables monstruos, que enmascarados, con el simulado disfraz de amor de la Religión, de la Patria y del bien público, solo intentan por su particular

Aires, que ha dado tan recientes pruebas de su constancia, generosidad y adhesión a la Madre Patria; acaba de padecer esta triste experiencia (Abascal 1810).

Ante esta falta de reconocimiento, una expedición fue enviada a la Audiencia de Charcas al mando de Antonio González Balcarce y como “comisario político” iba Juan José Castelli, un porteño graduado de la Universidad de Chuquisaca que se convertiría en el líder real. La situación en la Audiencia de Charcas era compleja, pues no solamente las Juntas de Chuquisaca y La Paz habían coincidido con otros movimientos en varios pueblos de la región, que protestaban principalmente por la destitución de caciques, sino que al haber retornado la calma a las ciudades principales, algunos de los pueblos seguían en estado de agitación y algunos de los juntistas se habían desplazado a regiones de difícil

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por parte de los indígenas de Toledo; para abril, estos se habían hecho aún más persistentes, ya que se pensaba que los indios no querían pagar tributos (Soux 2007: 230). En julio se enviaron 1500 hombres desde Cochabamba para controlar el levantamiento, a pesar de que era esta la ciudad que más conspiraba con los porteños, animándolos a intervenir en la Audiencia de Charcas. El 14 de septiembre, Cochabamba se levantó y al nuevo jefe se le nombró “Presidente de la Patria, Gobernador y Capitán General constituido por el pueblo de la Leal y Valerosa Ciudad Capital de Cochabamba. Súper-Intendente de la Real Hacienda y Coronel nombrado por la Superior y Excelentísima Junta de Buenos Aires” (Herreros de Tejada 1923: 248-9). A pesar de sus diferencias, tanto las tropas cochabambinas y los

Aires (Soux 2007: 231-232). Castelli, quien ya tomaba la mayoría de las decisiones, hizo fusilar en la plaza central

de Potosí al Presidente de la Audiencia, el mariscal Nieto, así como al gobernador intendente

Navidad, ya estaba en Chuquisaca, donde fue recibido con toda la pompa imaginable. En

y plata, “ciñendo el brazalete sus muñecas y collares de perlas sus gargantas descubiertas y rematando sus peinados, peinetas y tembleques riquísimos” (Chávez 1944: 204). Cantaban

al cabo de los cuales se celebró un Te Deum y la universidad donde había sido estudiante veinte años antes también lo homenajeó. Castelli aprovechó su estancia en la ciudad para premiar a los hombres que habían llegado con él, entregándoles un brazal con la inscripción “La Patria a los vencedores de Tupiza” (Chávez 1944: 208). Una vez establecido comenzó a lanzar bandos y proclamas que fueron publicadas en castellano, quechua y aymara y

Huánuco, en el virreinato peruano.Mientras Goyeneche esperaba con 4000 hombres al borde del Río Desaguadero,

la frontera natural entre el bajo y el alto Perú, los cochabambinos derrotaron a las tropas que buscaban terminar con su levantamiento y la ciudad de La Paz, donde se encontraba Domingo Tristán como gobernador, decidió aliarse con la Junta de Buenos Aires por temor

Ejército enviado desde Buenos Aires logró controlar la Audiencia de Charcas. Goyeneche

aceptarla, Abascal le envió dinero, armas y refuerzos (Herreros de Tejada 1923: 250-258).

de mayo de 1811. Sin embargo, este no duró por mucho tiempo, con ambos lados acusando al enemigo de haber sido el primero en quebrarlo (Herreros de Tejada 1923: 264).

Los porteños mantuvieron el control de las provincias del Alto Perú por más de seis meses en los que no perdieron la oportunidad de promocionar su idea de lo que ellos entendían por patria. Implementaron, además, importantes cambios que incluyeron la abolición del tributo y de los cacicazgos, y dieron el voto a los indios. Con el objetivo de

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celebrar estos cambios, Castelli organizó una ceremonia en las ruinas de Tiahuanaco para que coincidiera con el primer aniversario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires y el segundo aniversario de la Junta de Chuquisaca (Lynch 1973: 124). Mientras tanto, Goyeneche preparaba la contraofensiva, entrenando a sus tropas según las últimas estrategias militares europeas y el 20 de junio de 1811 daba batalla a orillas del lago Titicaca, en las afueras del pueblo de Guaqui, donde fue el vencedor indiscutido.16 En preparación para esta última batalla, Castelli había arengado a sus hombres de la siguiente forma:

Es justo, es necesario, exterminar a los liberticidas de la Patria, humillar a nuestros

zozobras que agitan nuestro territorio. En consecuencia declaro disuelto el armisticio y anuncio que nuestras legiones de ciudadanos armados se hallan a punto de cumplir

duda, y con la sangre de los tiranos que restan sellarán la libertad de la Patria. Pueblos de la América del Sud: nuestro destino es ser libres o no existir y mi invariable

Ese mismo día se había dado una asonada en Tacna, inspirada en las proclamas que Castelli había hecho llegar a todos los rincones del virreinato peruano. Entre el 20 y

limeño en la Aduana, se hicieron del control del cuartel y el 23 se unieron al levantamiento de los indios de las zonas aledañas (Lizárraga 2001: 57-75). En el bando al pueblo de Tacna dado el 21 de junio, Zela señalaba que su objetivo era “…secundar todos los habitantes de América, los esfuerzos rescatadores de la Religión, la Patria y el Estado, que con engaños nos quieren entregar unos malos españoles al monstruo, al tirano, el emperador de los franceses” (“Bando al pueblo de Tacna” en Cúneo Vidal 1977, 234). A pesar de esto y del apoyo de las comunidades aledañas, unos días más tarde la represión se había hecho presente desde el puerto de Arica y, tras la derrota de Castelli, los levantados en Tacna no tenían cómo mantenerse en la contienda.

Aunque la victoria de Goyeneche había sido absoluta, el enemigo no fue perseguido. A cambio, las ciudades alzadas debieron pronunciarse por la causa del virreinato peruano. La Paz, aún bajo las órdenes de Domingo Tristán, fue la primera en hacerlo; Cochabamba fue la única en rehusarse y fue necesario que Goyeneche la retomara en la Batalla de Sipe, el 13 de agosto de 1811. Desde Potosí, Mariano Campero le envió la copia del Acta Capitular de la reunión del cabildo del 25 de septiembre de 1811, donde reconocían “el relevante merito y servicios hechos al Rey y a la Patria, por el señor reconquistador y General de las armas del Rey Don José Manuel de Goyeneche”. Además, se le nombraba Decano perpetuo del Cabildo de la ciudad y le pedían permiso para poner un busto suyo en la sala.17

Abascal también escribió a Goyeneche felicitándolo por su éxito en Guaqui,

16 Carta de Goyeneche a Abascal diciembre 1810, en Díaz Venteo (1948: 162). Una visión del otro lado de la contienda, en Pardo de Zela (1971. 119).

17 Carta de Mariano Campero a Goyeneche, 8 de noviembre de 1811 en ACG, Caja 1, Carpeta 1.

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ciudad de Lima. El virrey detallaba, además, la forma en que debía tratar a los vencidos: “los infelices seducidos son nuestros hermanos dignos de compasión y es que los recibimos con los brazos abiertos, si despreocupados la tributan arrepentidos; pero las cabezas, especialmente Castelli se han hecho acreedores a nuestra eterna irritación”.18 Goyeneche

reconocida en todo el virreinato peruano y en la Audiencia de Charcas.Lo que queda claro es que en estas contiendas se enfrentan dos visiones de lo que

Puno y Arequipa lideradas por criollos importantes, miembros de la elite que todavía se consideraban parte de la monarquía hispánica y que, por eso, defendían los derechos del virrey. Por otro, se encontraba el concepto nuevo traído del Río de la Plata y que se basaba en las ideas presentadas por la Junta esto es, cuestiones relacionadas con la soberanía, libertad e igualdad, pero sobre todo, con los derechos de los americanos (di Meglio 2008). Entre los indios había diferencias muy marcadas, no solo regionales, sino también entre los indios del común y los caciques. Para los primeros, un punto muy importante por considerar era el del tributo, mientras que los segundos estaban mucho más interesados en mantener sus posiciones como nobles y recaudadores del tributo. A pesar de que contamos con menos voces de los indios en cuanto a sus ideas de patria, sí podemos observar cómo, dependiendo del lugar y del momento, decidieron apoyar una u otra opción.

Lo anterior se puso en evidencia cuando, ante el avance de las tropas de Goyeneche, los indios de La Paz tomaron control de la ciudad y a su vez fueron controlados por los caciques Mateo Pumacahua y José de Choquehuanca, quienes ya habían probado su lealtad al rey luchando contra Túpac Amaru en 1780 y quienes, en general, estaban en contra de cualquier propuesta que buscara despojarlos de sus privilegios como caciques (Abascal y Sousa 1944: 364). En su carta a Goyeneche de 25 de septiembre de 1811, Abascal detallaba cómo había permitido que el Cacique de Chinchero marchara sobre La Paz con 60 u 80 hombres y de lo importante que era enviar remesas desde Potosí a Cuzco y Arequipa.19

pero donde los indios tuvieron un papel importante, fue Huánuco. Allí, los alcaldes de indios que se habían convertido en los recaudadores de tributos lideraron turbas durante

llegadas desde el Río de la Plata (Chassin 2008: 230). Al igual que en el resto de los Andes meridionales, los levantamientos se hicieron siempre en nombre del rey y, en el caso de Huánuco, fueron derrotados en menos de un mes de haber comenzado.

En junio de 1812, Goyeneche hizo su entrada en Chuquisaca. La ciudad estaba

ponía en evidencia su valor y se parecían tanto al recibimiento que habían hecho esas

por las damas más prominentes de La Plata, que representaron en el arco central a “la América sentada acariciando al héroe, quien con la palma de la victoria bajo el brazo le

18 Carta de Abascal a Goyeneche, 12 de julio de 1811, ACG, Caja 1, Carpeta 2, Nº 60.19 Carta de Abascal a Goyeneche, 25 de septiembrede 1811, ACG, Caja 1, Carpeta 2, Nº 61.

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ofrece la oliva a su madre patria” (Herreros de Tejada 1923: 312). El arco estaba rodeado de poemas alegóricos y estaba iluminado para un paseo musical nocturno que Goyeneche dio con las damas principales y en el que según las crónicas los vivas no dejaron de oírse. No queriendo quedar en segundo plano, los habitantes de Potosí conmemoraron un mes más tarde a Goyeneche de manera alegórica como al héroe Pablo Emilio de Macedonia, el encargado de anexar Grecia al Imperio Romano, en una celebración organizada por el cuzqueño Mariano Campero (Fiestas Triunfales 1812).

En Potosí, los distritos de los indios habían sido decorados con arcos triunfales

Se organizaron comidas, recitales de poesía, una misa de Te Deum y la coronación con

muchachas vestidas de Valor y Patriotismo declamaron versos alegóricos; el último día fue separado para la revista de los batallones de milicia. Los comerciantes de Potosí buscaron expresar su lealtad y riqueza con los fastuosos uniformes que dieron a sus batallones de milicia, así como los que ellos vistieron (Fiestas Triunfales 1812: 30-31). El discurso era uno de patriotismo, donde los criollos, bajo la dirección de Goyeneche, luchaban por la patria. En una de las alusiones se dijo que si Goyeneche había alguna vez

… sancionado decretos de sangre contra los mas perversos americanos, ha sido únicamente por salvar a la América, llorando en su gabinete con ternura paternal por la fatalidad de sus hermanos, a imitación del heroico ejemplo de Junio Bruto, que mandó dar la muerte a sus hijos, y a los Viselios sus cuñados por conservar la dulce libertad de Roma, venciéndole el amor de la patria y el nobilísimo insuperable deseo de gloria (Fiestas Triunfales 1812: 35-36).

Poco después de estas celebraciones, mil hombres liderados por Pío Tristán avanzaron sobre el Río de la Plata con gran facilidad, pero solicitando refuerzos para proteger su retaguardia y sus comunicaciones. Goyeneche pidió ayuda a Lima e incluso mandó a un comisionado a hablar directamente con Joaquín de la Pezuela, el encargado de la fábrica de pólvora de Lima, donde se construían fusiles y cañones.20 Pezuela dijo que no podía entregar los mil quinientos fusiles que tenía en su poder, ya que se necesitaban para la defensa de la ciudad. Abascal no envió los auxilios aduciendo que se necesitaban para la expedición que se preparaba sobre Chile al mismo tiempo. Tristán se encontró, entonces, atrapado en la ciudad de Tucumán, donde se vio obligado a dar batalla. A pesar de una importante derrota, pudo replegarse a Salta.21 Goyeneche volvió a escribir a Abascal diciendo que, a menos de que le dieran el apoyo que pedía, tendría que dejar el cargo. El virrey limeño no actuó con la celeridad acostumbrada, en gran parte porque los Cabildos Constitucionales que habían sido establecidos por la Constitución de Cádiz habían recortado su capacidad de maniobra, pero principalmente porque no estaba convencido de

20 Carta de José Tobil al general Goyeneche, 9 de diciembre de 1812, Lima en ACG, Caja 3, Carpeta 13, Nº 2.

21 Según Díaz Venteo, esta fue la más sangrienta de las confrontaciones de estas campañas con 150 muertos, y 462 prisioneros y desaparecidos (1948: 243).

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que esta era la mejor manera de continuar. Abascal propuso a Goyeneche que Tristán fuera relevado por Ramírez, quien en ese momento era Presidente de Charcas. La tensión entre

siquiera a considerar a Ramírez como una posibilidad, aduciendo que le faltaba habilidad política y, una vez más, amenazó con dejar su cargo (Díaz Venteo 1948: 265-267).

Abandonado a su suerte en Salta, Tristán fue derrotado en una sangrienta batalla

el 20 de febrero de 1813, una capitulación. Belgrano y Tristán, ambos criollos, habían coincidido durante sus estudios en la Península y tenían tal grado de cercanía y amistad que en su correspondencia se tuteaban, algo que solo se veía, en este periodo, entre aquellos que habían compartido aulas.22 En su parte de la batalla, Belgrano explica que Pio Tristán se había rendido, viéndose claramente en los términos de la capitulación que los porteños habían obtenido una victoria total. No solamente se comprometían los vencidos a dejar todos los armamentos, municiones y cañones, sino que el general

tomar las armas en contra de los revolucionarios.23 Belgrano otorgó a los que habían triunfado en Tucumán y Salta un escudo con una espada que sostenía un gorro frigio

1971: 136). También les fue posible a los nacidos en la Península que se distinguieron en estas campañas, como Álvarez de Arenales, optar por la ciudadanía de las Provincias Unidas, ya que la Asamblea de Buenos Aires distinguía con el titulo de “ciudadano a todos los españoles europeos que hubiesen adquirido un derecho incuestionable a la gratitud americana” (Canales Ruiz 1999: 84).

Mientras tanto, advertido por Tristán, Goyeneche se replegó más cerca de Desaguadero, señalando que, contrariamente a Nieto y Sanz, no deseaba convertirse en un “Mártir de la Patria” (Goyeneche [1814] 1971: 171-240).24 El virrey consideró que tanto la derrota como el movimiento de Goyeneche eran señales de incompetencia y desobediencia, por lo que decidió destituirlo (Abascal 1944: 420-22). En su Carta-Memoria escrita al Rey en marzo de 1814, Goyeneche refería que había perdido su salud en los más de cinco años de intensos servicios a la Madre patria y le decía al rey que quería poder presentarle su

suelo por amor a la España” (171-186). Acusaba a Abascal de no tener experiencia militar, ya que todos los grados los había conseguido en el gabinete y con la pluma. Además, lo acusaba de no haberle enviado los refuerzos a propósito. Para probar esto, citaba una carta del virrey donde reconocía que había mantenido a Goyeneche al mando porque el ejército que había organizado respondía directamente a sus órdenes y porque estaba compuesto de “caballeros de las provincias vecinas” (177, 197). Abascal aceptaba que lo había hecho porque Goyeneche era hijo de la patria; y en su opinión habría sido peligroso permitir

22 Sobre esta cercanía entre estos dos personajes ver Sobrevilla Perea (2010). Pardo de Zela comenta también sobre las “relaciones amistosas que tuvieron en Europa” Tristán y Belgrano (1971: 135).

23 Una copia del parte y de la capitulación aparecen en la Aurora de Chile el 18 de marzo de 1813.24 En una nota escrita en francés, Tristán le avisaba a Goyeneche que los enemigos llegarían a Potosí

“tout suite”.

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que dejara su puesto antes, ya que podía haber una percepción que existía una rivalidad entre peninsulares y americanos. Aquí Abascal apelaba a la idea de que la patria era el lugar de nacimiento, es decir, el continente americano y no la monarquía hispánica. Pero el virrey no concebía a Goyeneche como peruano; su patria era América o Arequipa. Para

español. Tanto así que, luego de que el virrey cancelara su comisión, Goyeneche volvió a Madrid donde se estableció y recibió premios del Rey, incluyendo el condado de Guaqui que sus descendientes todavía conservan.

haber nacido en Arequipa, aun cuando prefería que liderara ejércitos compuestos casi en su

concepción de patria y vieron cómo en el espacio de dos años lograron dominar dos veces el territorio de la Audiencia de Charcas. Algo que no habían podido hacer en Paraguay,

primero Elio y luego Artigas, se mostraron reticentes a ceder el control a Buenos Aires. Con la aparición de la Constitución de Cádiz, los términos de la discusión variaron una vez más y muchos, sobre todo en el virreinato del Perú y en el sur en particular, vieron una oportunidad para mantenerse como parte de la monarquía hispánica (Sobrevilla Perea 2014).

Los conceptos de patria local, patria americana y madre patria, que habían sido tan compatibles durante el apogeo de la monarquía hispánica, comenzaron a resquebrajarse a partir de la crisis de 1808 y terminaron de quebrarse en el sur del continente sudamericano, cuando se movilizaron ejércitos con el objeto de que antiguos compatriotas se vieran como adversarios. La situación llegó a tal punto que las mismas autoridades de origen

aun cuando fueran nacidos en América, defendían los intereses del rey ausente. No es sorprendente, pues, que el reemplazante de Goyeneche fuera Joaquín de la Pezuela, un general de origen montañés que había llegado a Lima en 1805 para refaccionar la fabrica de pólvora, a pesar de no haber sido la elección inicial (Díaz Venteo 1948: 245, Mendiburu 1935, Vol. VIII, 387, 388).

la Intendencia de Arequipa y llegó a la ciudad el 14 de junio. Un mes más tarde pasó por

de haber capitulado en Salta, se mostraron deseosos de regresar al servicio de lo que ellos

que quisieron reintegrarse, engrosando así los números de su ejército. Al llegar al cuartel

que usaban sombreros blancos redondos y que se cubrían con ponchos o mantas y que no usaban zapatos. La mayoría no hablaba castellano, con la excepción de unos pocos limeños

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y arequipeños que formaban parte de las milicias urbanas de esas ciudades, la mayoría de las cuales estaba formada por compañías de pardos y morenos (8).

Pezuela reorganizó el ejercito y exhortó a sus hombres diciendo que

si la batalla se perdía no quedaba pueblo ni provincia hasta Lima inclusive que no se perdiese sin que los enemigos del Rey tuviesen ya que disparar un fusil; pues todos estaban pendientes del resultado de ella para declararse por los Revolucionarios de Buenos Aires, unirse con ellos y acabar en esta América Meridional con todos

independencia, y ponerse en comunicación con la del Norte (12).

Los temores de Pezuela no eran exagerados y el 3 de octubre, el día de la virgen del Rosario, estalló en Tacna una segunda rebelión en apoyo de los porteños dirigida por

por el primer alcalde del Cabildo de Tacna elegido bajo el régimen constitucional y un

más tarde juraron la bandera de Buenos Aires, pero tan solo lograron mantener su control sobre Tacna durante un mes, pues fueron derrotados por tropas enviadas desde Arequipa. En este mismo ambiente enrarecido, Pezuela enfrentó a Belgrano y lo venció en las batallas de Vilcapuquio y Ayohuma en septiembre y noviembre de 1813 (Díaz Venteo 1948: 318). En menos de un año, la situación en la Audiencia de Charcas se había revertido y eran ahora los porteños quienes buscaban refugio en Salta y Tucumán. A pesar de esto, los enviados del virreinato peruano dominaban las ciudades y hubo espacios importantes que se mantuvieron fuera de su control y formaron las llamadas republiquetas. Algunas de ellas ubicadas en las Yungas y selvas habían estado en existencia desde 1809 y nunca serían sometidas (Santos Vargas [1825] 1982).

En diciembre, el Gran Mariscal Picoaga fue despachado al Cuzco a reclutar a 3000 hombres para cubrir las deserciones y pérdidas en las campañas. En la proclama a sus

quienes hubieran dejado las armas, ya que estaba al tanto de que no había sido por falta de patriotismo, sino porque debían cuidar a sus familias. Picoaga exhortaba, entonces, a todos los hombres solteros a seguir la Constitución de Cádiz y a luchar por la patria (Picoaga 1813). El Cuzco había sido uno de los espacios más involucrados en sostener el ejército

así como tan solo ocho meses después del llamado de Picoaga a sus compatriotas, el 2 de agosto de 1814, estalló una revolución originada en gran parte por la frustración de los

1999: 97-105, Glave 2001: 77-97, Peralta Ruiz 2002). Las acciones fueron iniciadas por los hermanos Angulo, pero muy pronto se les unió

el cacique de Chinchero, Mateo Pumacahua, quien había sido instrumental en la derrota de Túpac Amaru y quien había colaborado con Goyeneche, terminando con la insurrección de

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La Paz en 1811. Tras esa victoria, Pumacahua había sido premiado con el ascenso a Brigadier General e incluso llegó a ser nombrado Intendente temporal, pero cuando fue hecho Presidente de la Audiencia, los peninsulares lo rechazaron y, desilusionado, se retiró al campo (Cahill

consistente en luchar contra todos los proyectos que buscaban terminar con los caciques, por lo que esta no era una ocasión diferente, ya que la Constitución de Cádiz ponía en peligro su posición, tal como lo habían hecho con anterioridad Túpac Amaru y el propio Castelli (Ibíd).

Aunque esta rebelión duró tan solo un poco más de seis meses, en el momento de su mayor éxito logró controlar Huamanga, Puno, La Paz y Arequipa, un área incluso mayor que la que fuera dominada por las revueltas de Túpac Amaru y Túpac Catari. Algunas de las provincias dieron su apoyo incondicional a los rebeldes del Cuzco desde el principio, pero otras, notablemente las ciudades de La Paz y Arequipa, tuvieron que ser tomadas en hechos de armas, algunos de los cuales fueron bastante violentos. En la toma de La Paz,

visibles y hasta 122 de todas las clases” (Pezuela, [1816] 2011,: 92). En Arequipa, Picoaga y el Intendente Moscoso intentaron defender la ciudad, pero fueron derrotados, apresados y llevados al Cuzco donde fueron ajusticiados. A pesar de haberse iniciado con el afán de asegurar que la Constitución de Cádiz se pusiera en práctica, con el tiempo este movimiento se fue radicalizando, distanciándose también de la Junta de Buenos Aires y proponiendo la creación de un Imperio Peruano independiente con un Inca como cabeza y con capital

25 Su visión de patria fue, a su vez, variando. En una de sus proclamas se decía que “[a] vuestro valor se debe la libertad de la patria”, siguiendo con “Cuzqueños: Leales, verdaderos hijos de la patria no desamparéis a vuestra madre que os pide ayuda para su sostén” (Proclama [1814] 1971: 329-330).

Las proclamas escritas durante la insurrección aseguraban que la libertad de la patria había sido alcanzada debido al valor de los alzados (ibíd.). Más tarde se arguyó que las tropas de “la muy leal ciudad del Cuzco, patria de los mas celebrados defensores del Rey” habían sido seducidos por algunos hombres de origen humilde, toda vez que los de mejor cuna estaban ocupados en el Alto Perú (Cosio 1815). Uno de estos cuzqueños, el

la rebelión y estuvo entre los primeros en ser enviados desde la Audiencia de Charcas (Díaz Venteo 1948: 344). La revuelta fue liderada por miembros de las clases medias bajas que estaban cansados de los costos de la guerra y frustrados por los altos impuestos, la corrupción generalizada y el fracaso en implementar las reformas constitucionales que habían sido prometidas. A esto se le sumó el gran número de veteranos que habían luchado en las guerras que, en esta parte de los Andes, no habían bajado de intensidad en cinco años. En Puno, por ejemplo, todo un cuartel desertó, mientras que en el Cuzco, según narra el Regente de la Audiencia, Manuel Pardo y Rivadeneira, la ciudad estaba en ese momento

de la desgraciada acción de la ciudad de Salta y acopiando muchas escopetas que habían en la provincia y los fusiles que habían traído cuando abandonaron sus banderas” (Pardo

25 Una visión alternativa de lo que pudo suceder en Sobrevilla Perea (2012: 49-60).

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y Rivadeneira [1814] 1971: 450). Vicente Angulo también hizo particular referencia al trato que se daba a los americanos en las fuerzas armadas, especialmente después de la capitulación de Salta (Angulo [1814] 1971). Los indios, por otro lado, no estaban contentos con el asalto a sus derechos tradicionales y en particular con la manera en que los criollos y mestizos habían pasado a controlar los cacicazgos (Cahill 2002: 43-58).

Ante la progresiva radicalización del levantamiento, se enviaron refuerzos del ejército veterano desde la vanguardia en Salta. El general Ramírez retomó La Paz a comienzos de noviembre y, un mes más tarde, ya tenía bajo sus órdenes a Puno y Arequipa; para marzo de 1815, ya habían logrado recuperar la ciudad del Cuzco en nombre del rey (Alcón [1815] 1971). Con el envío de más tropas la violencia siguió incrementándose y Vicente Angulo trató de detenerla. En febrero, Angulo escribió a Ramírez diciéndole que los ejércitos solo controlaban el área que pisaban. Preguntando si acaso no todos eran hermanos, escribió: “no somos todos hijos de un mismo padre, si nuestra sangre es vuestra, si América no es un obsequio del cielo, disfrutémosla juntos; detengamos el odio

26 A lo que Ramírez contestó de manera sucinta que él no trataba con insurgentes.27 Angulo apelaba a la metáfora de la familia: todos hijos de un mismo padre que quería lo mejor para toda la América. Ramírez, sin embargo, no estaba interesado en la retórica, sino más bien en terminar con el levantamiento y en asegurarse que no volviera a suceder.

Al concluir la rebelión, tres de los americanos que habían defendido al rey ausente y al virrey del Perú con mayor ahínco en la Audiencia de Charcas habían muerto. Pumacahua fue colgado después de ser capturado por los indios de Maranganí, su cabeza fue enviada al Cuzco y un brazo a Arequipa (Mendiburu 1935, Vol. VIII: 306). Mientras que Picoaga y el Teniente Coronel Josef Gabriel Moscoso, Intendente de Arequipa, fueron asesinados por los rebeldes (Alcón [1815] 1971: 423, Chambers 1999: 36). Cuzco fue una de las regiones que más sufrió durante este proceso y, sin duda, la rebelión que estalló en 1814 tuvo que ver en gran parte con el descontento causado por la guerra. Queda claro que no todos los cuzqueños estaban persuadidos de que había llegado la hora de abandonar la monarquía

habían luchado por el rey en numerosas ocasiones a lo largo de treinta años, se convencieron

de la Audiencia de Charcas de parte de la Junta de Buenos Aires. Esta va a ser la última incursión de los porteños en el Alto Perú, ya que con la llegada de José de San Martín a la comandancia del Ejército Auxiliar del Perú se da un importante cambio de estrategia y se movilizaron los esfuerzos para cruzar la cordillera por Mendoza y alcanzar Chile. El clima

26 Carta de Vicente Angulo a Juan Ramírez, febrero de 1815, citada en Mendiburu (1935, Vol. VIII, 303).

27 A Ramírez se le conoció por ser un líder particularmente vengativo que mató a uno de cada cinco rebeldes capturados, ver carta de Juan Ramírez a Mateo Pumacagua, 7 de marzo de 1815, citada en Ibíd., 305.

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su regreso a Madrid en 1814. Ya no se podía argumentar que se estaba tomando el poder en nombre del rey ausente, o incluso que se estaba luchando por la Constitución. A pesar

decir que en el fondo estaban luchando por lo mismo, aunque esto siempre hubiera sido más teórico que real. En 1816 cambiaron además los actores y no solo los escenarios. Abascal abandonó el virreinato y Pezuela fue nombrado en su reemplazo. El 9 de julio

independencia del Río de la Plata.

descritos en este artículo desde el prisma de las naciones contemporáneas. En el Perú no ha habido gran preocupación por lo que aconteció en este periodo, exceptuando quizás la revolución del Cuzco que, aunque fue la más importante que se dio en todo el periodo de la acefalia regia en el virreinato peruano, tampoco suele recodarse con demasiada atención. En el caso de Argentina hay mucho interés por lo que sucede en sus fronteras e incluso en los héroes que se formaron en estas guerras, aun cuando hay que reconocer que Belgrano está mucho más presente en la memoria colectiva que Castelli y que poco es lo que se recuerda de estas campañas más allá de los exilios jujeños y las privaciones pasadas por las

las republiquetas que jamás fueron sometidas, pero cuya historiografía desdibuja muchos de los episodios donde Cabildos, Intendentes, elites de todo cuño, así como el pueblo en general, se aliaron con uno u otro bando, celebrando las llegadas de Castelli o Goyeneche de maneras tan similares que por momentos parecen difíciles de distinguir.

Lo que sucede es que en este momento las naciones y obviamente los Estados que conocemos hoy, como Argentina, Bolivia y Perú, no existían. Lo que existía entonces eran dos virreinatos, el del Perú y el del Río de la Plata, que formaban parte de una misma monarquía hispánica. Esta división administrativa tenía tan solo cuarenta años cuando se desató la crisis y, a pesar de que en ese tiempo los territorios se habían comenzado a diferenciar cada vez más, las provincias limítrofes estaban bastante entrelazadas y las fronteras entre ambos territorios eran completamente porosas. Las diferencias entre la Audiencia de Charcas y la Audiencia del Cuzco no eran tan grandes, y los lazos comerciales, familiares y culturales que unían a las personas en ellas eran muy profundos. A pesar de ello, había rivalidades entre las ciudades más importantes, así como existían bandos y grupos de interés muy variados dentro de ellas.

desatando una serie de enfrentamientos que se enmarcan en los discursos de los que se dispone. Las primeras Juntas se hicieron para reclamar más autonomía de las cabezas de los virreinatos antes que de Madrid. Una vez que se organizó la Junta de Buenos Aires, fue quedando cada vez más claro que iba a ser posible para estas desarrollar su propio gobierno. A diferencia de Caracas, o muchas de las ciudades de la Nueva Granada, la Junta porteña no declaró su independencia de inmediato, sino más bien va a pasar de manera

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de independencia del 9 de julio de 1816. Mientras que el virrey Abascal en Lima, con fondos del Tribunal del Consulado de Lima y el apoyo no solo de las elites de la capital, sino con el de las elites regionales, buscará recrear un virreinato peruano anterior al de las reformas administrativas borbónicas con control sobre Quito, Santiago y la Audiencia de Charcas.

Todos los participantes en este proceso, desde el virrey Abascal, pasando por las Juntas de Chuquisaca, La Paz y Buenos Aires, hasta los mismos generales que buscan animar a sus tropas a pelear, se apropiaron del concepto de patria y todos argumentaban que era por ella que luchaban. Lo que cambia drásticamente entre unos y otros es que es lo que se entiende por patria. Si bien siempre se trató de un concepto polisémico que le

la que va a afectar la forma en que los individuos se sienten parte de una u otra patria, ya

cada vez más excluyentes. Antes de desatarse la crisis monárquica, existía ya una idea de lo que era la patria

grande de la que todos forman parte. Esto se ve claramente durante las invasiones británicas al Río de la Plata, cuando el Arzobispo de la ciudad de La Plata implora a los limeños

muy similar, la Junta de Sevilla invoca a la patria cuando dice que se está estableciendo para defenderla y es este el mismo lenguaje que utilizan tanto en Chuquisaca y en La Paz cuando crearon las Juntas en 1809. Sin embargo, ya en La Paz vemos un cambio cuando

suelo”. De la misma manera, Goyeneche apela a la patria cuando termina con la Junta de

Un año más tarde, a pesar de que la Junta de Buenos Aires se hace en nombre del Rey y de la Patria, el virrey Abascal considera que ya no se trataba, como en 1806 y en 1807, de

monstruos, enmascarados con el simulado disfraz de amor de la Religión, de la Patria”. El quiebre es absoluto y va hacer posible que ambos bandos luchen convencidos

1810, con un jefe “Presidente de la Patria, Gobernador y Capitán General”. De la misma manera, Castelli hace un llamado a “exterminar a los liberticidas de la Patria” antes de ser derrotado en Guaqui, pero cuando esta ya no es una opción válida, los mismos pueblos de la Audiencia de Charcas, que antes lo habían apoyado, reconocen a Goyeneche por sus servicios al Rey y a la Patria como reconquistador. Abascal lo premia y mientras es exitoso no parece recelar del hecho de que sea americano, pero una vez que su ejército es derrotado

como la madre patria, a tal punto que decide establecerse en Madrid. La rebelión del Cuzco marca un paso más grande en cuanto a las ideas de patria,

ya que por primera vez se va a pensar en la posibilidad de la recreación de un Imperio Incaico, donde la patria va a ser la más local. En este caso, se ve cómo la lógica de la guerra hace que se vaya cambiando de una visión más inclusiva de lo que es la patria a una más

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restrictiva. Pero es con el regreso del rey en 1814 que deja de ser posible argumentar que

posturas y las diferencias entre lo que se entiende por patria van a hacerse cada vez más

independencia y los peninsulares por el rey. Eventualmente, se establece la independencia y los nuevos Estados buscan sus genealogías y a sus héroes y es a ellos a quienes hoy conocemos como patriotas. En gran medida, debido a que la historiografía los ha descrito

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Gloria a la santísima trinidad honor al potentísimo siempre prospero augusto Carlos IV. En los portentosos triunfos del 12 de agosto de 1806 y del 5 de julio de 1807, contra las Armas Británicas, por energía del generoso invicto pueblo al mando del meritísimo patriota General Don Santiago Liniers: a esfuerzos grandiosos

consagra este monumento la gratitud del Ayuntamiento de Oruro. Reimpreso en Lima, en la casa real de los niños expósitos. Año de 1808.

“Proclama de los insurgentes del Cuzco” en CDIP, t. III, Conspiraciones y rebeliones en el siglo XIX, vol. 7, La Revolución en el Cuzco de 1814.