Bella Coincidencia

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Bella Coincidencia Cintia Reyes 1

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Bella Coincidencia Cintia Reyes

BELLA COINCIDENCIACINTIA REYES

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Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrio. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.G.K.Chesterton

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamosAnónimo

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PrefacioDestino o Coincidencia.

En la vida siempre vamos a tener preguntas, algunas de ellas no van a tener una respuesta, la vida en si a veces no tendrá respuestas. Cuando algunas cosas pasan siempre buscamos una explicación. Cuando alguien aparece en nuestra vida puede que sea con un propósito. O, en mi opinión, siempre es con un propósito. Cada persona, cosa, lugar o situación, van a causar un cambio; puede que no sea un cambio grande, puede ser algo que afecte únicamente unos instantes de la vida. Pero, puede haber otros cambios, aquellos a la que la mayoría de la gente teme. Aquellas circunstancias que pueden cambiar la vida para siempre.

Con el tiempo he formulado mi propio criterio y creo que es un destino creado por coincidencias.

Independientemente de lo que los demás crean, para mi existe el destino. Porque cada paso que damos puede cambiar el rumbo de nuestra vida. Un sí, cuando debía de ser no. Un no cuando debía ser sí. Una mirada inesperada. Un gesto improvisado. Una respuesta correcta. Una respuesta incorrecta.Cada pequeño detalle puede cambiar lo que nos pasará. Yo he decidido creer en que el destino tiene algo preparado para mí.

Y en el juego, aún estoy esperando por una carta a mi favor.

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CAPITULO I

Estaba cansada. No podía concentrarme en nada de lo que hacía.

Me puse de pie y me dirigí a mi ropero. Tome una sudadera gris y unos jeans usados y me cambie el pijama. Me mire en el pequeño espejo que tenía colgado de la pared. Cepille mi pelo, nunca me arreglaba demasiado ya que no había razón alguna para hacerlo. No tenía amigos que quisieran salir conmigo. No es que no los hubiera. Simplemente no me invitaban a salir. No me gustaba salir con “amigos”.

Baje las escaleras, brincándome cuidadosamente los escalones que rechinaban. Lo último que quería era despertar a mi madre y tener una discusión con ella a cerca de adónde iba, e inevitablemente a cada pregunta o palabra que ella me dirigiera lo único que recibiría serian respuestas condescendientes y agresivas de mi parte. Tome mi libro y mi bolso del perchero y me dirigí a la puerta, justo antes de abrirla escuche su voz.

— ¿A dónde vas?— Su voz provenía del cuarto que se encontraba al final del corredor.Ignore la pregunta y cuando abrí la puerta ella grito— ¿Vas a salir ahora? Necesito una cajetilla de cigarros y una pastilla para la resaca— ¿Por qué no te paras a comprarla tú?—Escucha mocosa —Ella ya había llegado a la puerta del cuarto —Solo deja de quejarte y obedece ¿Quieres?—No eres mi madre, no puedes darme órdenes. —Y de un golpe cerré la puerta de la casa. Sentía mi sangre hervir. Odiaba todo por lo que pasaba. Lo único que me tranquilizaba era pensar que siempre había situaciones peores.

Me dirigí a la reja de mi casa y salí de ese lugar. Realmente no tenía una idea de a dónde ir, así que me dirigí al parque que estaba a unas 7 cuadras de mi casa, en calles poco transitas ese era un parque en el que rara vez alguien se detenía. Tal vez por falta de tiempo, o porque no parecía el mejor lugar —el pasto estaba un poco amarillento a causa de la falta de agua, y los juegos estaban viejos y rotos por el uso— fuera cual fuera la razón yo podía llamar este parque “mi paraíso personal”.

Me senté en una banca en el centro del parque y abrí mi libro en la página en la que me encontraba. Me coloque mis audífonos y puse la lista de reproducción que tenía con mis bandas y cantantes favoritos, algunas canciones de tragedias románticas y amores imposibles.

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5:41 p.m. del mismo día

Llegue al parque y como esperaba no había nadie, a excepción de una chica. Me senté en la banca que estaba a unos cuantos metros de distancia de donde ella se encontraba sentada.

La docena de rosas que yo llevaba en mis manos aún se encontraba en perfecto estado, probablemente porque el clima era perfectamente Septiembre – Nublado. Todo marchaba según lo esperado eran las 5:43 p.m., y llegue 15 minutos antes de lo acordado, tal como mi madre me recomendaba desde que tengo memoria; no hacer esperar nunca a una mujer. Al menos con Jennifer, las reglas básicas de mi madre funcionaban.

Jennifer.

Jennifer era la chica perfecta. Linda, lo suficiente como para que todos lo admitieran. Inteligente, lo suficiente como para encontrarse entre los brillantes de la clase. Divertida, lo suficiente como para querer hablar con ella por horas y no cansarte. Segura de sí misma, lo suficiente como para admitir ante todos que ella tenía los tres atributos anteriores. Pero eso no era lo que me gustaba de ella. En realidad no estoy seguro de que era lo que la hacía tan diferente al resto. Pero cada vez que la veía sonreír me volvía loco. Tan solo el simple hecho de que haya aceptado mi invitación a salir hace que todo parezca un sueño.

Ella era lo que podía calificar como mi tipo, o al menos eso decía Mike, mi amigo y la razón por la que podía hablar con la gente popular. Cuando le dije que Jennifer había aceptado no dejaba de darme palmadas en la espalda y decirme “amigo, entraste a las grandes ligas”, no entendía que eran las grandes ligas, pero si me felicitaban por ello, supongo que quiere decir que hice algo bien.

Hoy tenía que ser el día perfecto, y yo haría que fuera así. Lo tenía todo planeado. El día de hoy mi único propósito era hacerla feliz a ella y solo a ella.

7:50 del mismo día.

Después de dos horas de estar leyendo unos cuantos capítulos, decidí darle un descanso a mis ojos. Era increíble cuanto tiempo llevaba aquí sentada leyendo.

Por primera vez desde que llegue me di cuenta de que no estaba sola.En la banca frente a la mía se encontraba un chico con un ramo de rosas.

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Por la pinta que tenia de tristeza supuse que lo más probable era que lo habían dejado plantado.

¿Cuánto tiempo tenia esperando aquí?

Una parte de mi quería acercarse y hablar con él, pero por otro lado me sentía impotente. Aunque me acercara a él ¿Qué le diría? Un "Hola, lo siento si te dejaron plantado". No lo creo. Uno de mis mayores defectos -y eso es mucho decir- es que mis habilidades para relacionarme con gente nueva son nulas. No tengo ni idea de cómo empezar una conversación con alguien que acabo de conocer, y mucho menos sé cómo acercarme a alguien para conocerlo.Mejor ahorrarme la vergüenza, quedarme donde estaba era lo mejor.Busque en mi bolsa la botella de agua que tenía y le di un sorbo, justo cuando baje la botella se resbalo de mis manos y cayó sobre mis piernas. El líquido empezó a derramarse por todos lados; mojando mi pantalón, mi camiseta y mí libro.Me puse de pie de un salto.— ¡Diablos, diablos, diablos!— empecé a gritar— ¡maldita sea! ¿Porque a mí?—En eso escuche una voz frente a mí:—Hm. ¿Necesitas ayuda?— Era ese chico.—Yo...No lo creo— conteste tartamudeando. Y sin pedirlo me tendió un pañuelo desechable que saco de su bolsillo derecho. Y por primera vez lo mire a los ojos, de un hermoso color hazel. Y sin poder evitarlo sentí el rubor subir a mi cara.Baje la mirada y tome el pañuelo, limpie mi libro y lo poco que pude de mi pantalón.—Yo... Gracias— dije tartamudeando de nuevo—No hay problema— dijo él — y por cierto, mi nombre es Colín —Yo… este… — Tartamudee mientras sonreía de manera nerviosa, él me respondió mostrando sus dientes en una media luna — mi nombre es Lucy— me presente.—Debes de tener más cuidado —Eso parece — respondí evitando su mirada— ¿Quieres acompañarme a sentar Lucy?—de nuevo el rubor.— ¿No esperas a alguien? —No te preocupes por eso— dijo de manera despreocupadaY nos acercamos a la banca en la que estaba sentado él. Hizo a un lado las rosas y me ofreció sentarme. Eso hice. — ¿Y qué haces aquí sola Lucy?— pregunto—Vine a leer un poco, despejar mi mente—Supongo que vives cerca. Y tienes una rara perspectiva de lo que es un poco ya que llevas aquí más de dos horas.

Y me di cuenta de que él realmente llevaba mucho tiempo aquí. Y sin dudarlo demasiado le pregunte.— ¿Y tú que haces aquí desde hace dos horas?— el me miro e hizo una mueca de disgusto.—Bueno Lucy, pues creo que me dejaron plantado— Y esta vez pude reconocer una mueca de dolor, que aunque solo duro unos instantes, fue tiempo suficiente para entenderlo todo.

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—Lo siento— susurré— yo no quería… yo solo quería…—No es tu culpa, viéndolo por este lado es mejor así. No sé porque aceptó salir conmigo en un inicio.—Tal vez no vino porque se accidento, o tuvo una emergencia, o algún familiar se accidento...—Eso no pasa en la vida real— dijo seguro de sí mismo—Pues por hoy tendrás que conformarte conmigo.

9:15 p.m. del mismo día

—... entre al baño y lo encontré ahí. Pero claro no estaba solo, adivina con quien estaba—¡No es cierto!- dijo, divertida de la situación.—Sí, estaba con mi tía, en el baño de mi casa. —Dije haciendo énfasis en la última parte

Ella se soltó a reír a carcajadas, y yo hice lo mismo. Reímos hasta llorar, y cuando por fin pudimos parar ella pregunto:— ¿Qué hora es?—Las...—revise mi reloj— nueve con diecisiete— después carburé lo que acababa de decir—Oh. —dijo preocupada—Es un poco tarde. Yo creo que te acompañare a tu casa y...—No, no, no. Yo puedo ir sola.—Es muy noche, no creo que debas irte sola…—No te preocupes Colín— dijo sonriendo—De acuerdo. Y ¿me darás tu número telefónico o algo?—No. Si quieres volverme a ver, estaré aquí. Vengo muy seguido.—Y ¿Qué pasará si no nos volvemos a ver? — le pregunté preocupado—Si no nos volvemos a ver, querrá decir que no estamos destinados a vernos de nuevo—Esa es una cosa muy disparatada, pero ya que este día no ha sido de lo más normal, confiaré en ti— le dije sonriendo, y pude ver una sombra de rubor en su rostro—De acuerdo — nos pusimos de pie simultáneamente—Bueno, adiós Lucy. Que tengas buena vida y toma— le dije dándole las rosas—No Colín. No puedo aceptarlas— dijo dando un paso atrás—Al final tú eres la que se las merece. Así que tómalas— dije acercándome y poniendo el ramo en sus manos.—Gracias.

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CAPITULO II

2 Semas después

Parecía un idiota. Había estado en esta misma banca casi todos los días de las dos últimas semanas y ella no había venido ni un solo día. Yo venía y hacia tarea mientras esperaba, comencé a leer Cumbres Borrascosas, que era el libro que Lucy estaba leyendo y del cual me había hablado maravillas.

Estaba empezando a arrepentirme, le tenía que haber pedido su número telefónico, o hubiera insistido en acompañarla a su casa; pero no. No hice nada de eso y ahora lo lamentaba. Empezaba a creer que realmente nunca le había agradado, y que mejor manera

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de demostrarlo que negarse rotundamente a darme cualquier clase de información a cerca de ella. La tarde que pase con Lucy había provocado que me olvidara de Jennifer por un momento, que ese parque hubiera sido un lugar mágico. Y tal vez ese era mi mayor problema. Sentía que era mágico. Estaba confundido. Jennifer era de la chica que estaba enamorado. Y también era la chica que me había dejado plantado.

¿Qué estaba pensando?

Bueno. La respuesta era obvia: Lucy. Tal vez solo estaba un poco lastimado por Jennifer, y era lógico. Me sentía pésimamente después de que Jennifer rompiera mi corazón, y arruinara cualquier esperanza con ella.

Una semana y seis días antes.

Estaba nervioso. Iba caminando rápidamente a través de los pasillos, pasando desapercibido. Intentando no toparme con ella por ningún motivo. Nunca lo llegue a comprender, siempre que intentas evitar a una persona, está en todos los lugares a los que vas. Pareciera como si alguien te quisiera hacer pasar un mal momento. Por suerte, hoy no la iba a ver, ninguna de sus clases coincidía con las mías…Genial. Justo cuando creí que la podía evitar, ahí estaba.

Me encontró. O más bien dicho, nos encontramos por accidente. Ella estaba con su enorme grupo de amigas. Y cuando me miro, lo pude notar en sus ojos: tenía una explicación.

Me acerque más, intentando desviar mi mirada, pero aun así me llamó:—Oye, Colín— dijo con su voz odiosamente dulce. Me di la vuelta.— ¿Qué pasa? —pregunte. Pretendiendo que realmente no pasaba nada.—Lo siento, de verdad.—No entiendo porque te disculpas— me di la vuelta, pero ella insistió:—Colín, Siento haberte dejado plantado—Solo escuche la risas de su grupo de amigas— te debo una explicación—No, no me debes nada, todo está bastante claro— dije, volteándome nuevamente— ¡Espera Colín!— Lo único que hice fue detenerme, y cuando sentí sus pasos lo suficientemente cerca, dije en voz baja, para que solo ella me escuchara—No te preocupes Jennifer, de todos modos nunca me hice demasiadas esperanzas contigo— Y sonriendo, confesé —siempre he creído que eres como las estrellas, imposible de alcanzar, pero cuando miro al cielo, quisiera poder alcanzarlas. Ridículo, ¿No lo crees? No

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necesito una explicación, me alegra saber que no te atropellaron— dije recordando las excusas que me había dicho Lucy

Y sin esperar una respuesta, me fui.

Actualidad 4:00 p.m.

Y hoy estaba sentado, aquí. Resignado a mi mala suerte. Quería hablar con Lucy, ella parecía ser la única persona que entendía.

Y justo cuando empezaba a rendirme definitivamente, la vi.

Venía con demasiadas cosas en las manos, y tenía la cabeza baja. Caminaba velozmente, mientras maniobraba para mantener todo en sus manos.

Me puse de pie, y cuando se acercó pude distinguir los objetos que traía en las manos; su libro, enredado con los cables de los audífonos, su bolso, el que parecía a punto de desparramar todo su contenido. Me acerque, pero ella no subió la mirada.

— ¿Lucy? —dije pretendiendo sorpresa al verla. Ella alzo la cabeza y entonces sentí que una parte de mi interior se derrumbaba. Ella estaba llorando. Tenía los ojos hinchados y una mejilla con una marca roja. — ¡Dios mío! Lucy, ¿Qué ocurrió? ¿Qué te paso? —y para mi sorpresa, Lucy soltó todo lo que tenía en sus manos y se lanzó a mis brazos.

No solo estaba sorprendido, estaba conmocionado. Asustado. Necesitaba saber que le había ocurrido, y quien había sido el imbécil que le había puesto una mano encima. La primera impresión que había tenido de Lucy, era de una chica divertida, despreocupada, un poco introvertida, pero jamás pensé en adjetivos como: depresiva, o con bajo autoestima.

Por lo general yo siempre intentaba evitar a las personas con demasiados problemas. A veces creía que si yo tenía un problema, debía lidiar yo mismo con él, sin recurrir a nadie más. Ya que así como nadie recurría a mí, yo no tenía ningún derecho de recurrir a alguien.

Y por esa razón, estar aquí, preocupándome por alguien más, en cierta forma me hacía sentir incomodo, diferente, pero ella me necesitaba. Tal vez no necesariamente a mí, pero necesitaba a alguien.

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Y aquí estaba yo. Tenía 2 semanas esperando el momento de verla, y ahora ella estaba aquí. Literalmente, en mis brazos, y yo, no sabía qué hacer.

5:00 p.m.Nunca me creí capaz de hacer algo así. Jamás había hecho algo únicamente dejándome llevar por mis instintos, pero el abrazo de Colín era cálido y reconfortante. No había sentido un abrazo así desde la muerte de mi padre, en estos momentos, era cuando más lo necesitaba.

Colín me separo suavemente de su pecho y bajo la mirada hasta toparse con mis ojos. Me miró fijamente y se dirigió a mí con un tono suave.—Lucy — pronuncio mi nombre como una caricia —tienes que hablar de lo que sucedió, no te estoy pidiendo que sea conmigo, pero tal vez quieras hablar con alguien...——No lo entiendes, no lo entiendes. No tengo a nadie. — y sentí como mi vista se nublaba nuevamente.

Colín tomo mi mano y nos dirigimos a una banca. Al caminar sentía como mis piernas temblaban y me costaba demasiado dar unos cuantos pasos. Pero por otro lado el aire frio que pegaba en mi cara me refrescaba. Cuando nos sentamos, Colín me soltó la mano y sentí como su mirada me penetraba mientras yo miraba el cielo, fingiendo que no había algo por lo cual hablar.

Finalmente, después de unos minutos de silencio, el suspiró y atrajo mi atención.— ¿Por qué haces esto Lucy? Quiero saber que te ocurre, quiero saber qué piensas. Pero tú no dices nada. No tienes a nadie, pero, ¿Qué hay de tu familia, de tus amigos?— Le dirigí una mirada desolada. Y de nuevo el silencio nos hundió.

No sabía qué hacer, ni que pensar. Hacia tanto tiempo que alguien no se preocupaba por mis sentimientos, que en este momento, estar con alguien que esperaba una respuesta, no era algo normal para mí.En ese momento lo entendí. Tenía que hablar. No sabía cuándo volvería a pasar algo así. Sin pensarlo más, decidí hablar.

5:26 p.m.

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-Mi padre murió.- hice una pausa en la que él dijo "lo siento"- no tienes por qué sentirlo, no fue tu culpa. Vivo con mi madrastra. Y quiero aclarar que no fue un hombre o un tipo el que me golpeo- dude un momento antes de decirlo- fue mi madrastra. Peleamos y me golpeo. Es la primera vez que lo hace, ella solo se emborracha hasta caer.- Solo. Como si eso fuera algo bueno...

"Mi mama dejo a mi papa cuando yo tenía 6. Cuando cumplí 12 mi papa creyó conveniente decirme la razón por la que se había ido. Nos dejó porque creyó que un embarazo a los 18 le había 'arrebatado su juventud'. Nos dejó y se fue a gozar de lo que quedaba de su juventud.”

"Papa estaba extremadamente triste. Nunca quito la foto de mama del recibidor. Dos años después de que mama nos dejara conoció a Mónica, lo conquisto, o algo así y se casaron un año después. Viví con Mónica cinco años, ella era amable la mayor parte del tiempo. No se preocupaba por mí, se gastaba el dinero de papa a montones. Y con el tiempo me di cuenta que su amor por mi padre era incondicional, puede que se gastara su dinero, pero lo amaba. Aunque creo que él se casó con ella solo para no estar solo. Nunca la miro como miraba a mama"

"Cuando papa murió en un accidente automovilístico creí que mi mundo se derrumbaría. Necesitaba a una mama. Y Mónica no dejaba de llorar. Seguí asistiendo a clases, gracias a los ahorros de mi padre. Sus ahorros, y el dinero que le dejaron a Mónica por ser viuda. Hace como un año que Mónica se volvió alcohólica. En ocasiones la escucho llorar por las noches. Lo que más me vuelve loca, es que papa hubiera odiado verla así."

6:02 p.m.

Wow. En que lío me acababa de meter. Esta chica realmente tiene problemas. Mi sentido común señalaba que me tenía que alejar de ella. Pero había otra parte de mí. Una parte que odiaba, que se quería quedar ahí.

—Lucy, pero, ¿por qué te golpeo?— dije frunciendo el ceño. Y mirándola con la mayor seriedad posible.—Peleamos. Ella no logra entender que no es mi madre. Hoy, se lo deje claro, le dije que ella no era mi madre. Ella me provoco...—dijo bajando la voz — me dijo que jamás seria mi madre, porque ella no abandonó a mi padre. No pude evitarlo... después de todo este tiempo como se atreve a hablar de él. Después de todo lo que ha hecho...—estaba a punto de llorar de nuevo, inconscientemente se llevó la mano a la mejilla golpeada— le dije que aunque mi mama se había ido jamás había sido una borracha, y jamás habría deshonrado a mi papa de tal manera. — Bajo la mirada antes de terminar — Mentí. Mi mama no se

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preocupó en llamarme el día que murió papa. Pero aun así ella creyó que era verdad, y me golpeo.

—Lo siento tanto, Lucy. No necesitas decirme que no es mi culpa, yo lo sé.—Gracias—Claro— dije intentando ser comprensivo— pero, ¿Por qué? —Por escucharme. Por escuchar mí historia. Y siento no haber venido durante un tiempo...——No te preocupes. Hoy estas aquí. —Y dime, ¿Cómo estás?— me pregunto esforzándose en sonar un poco más animada—Justo ahora estoy bien— dije mostrando una sonrisa fugaz, retirándola cuando me di cuenta que era un poco inapropiado sonreír en esos momentos. — Sí... Ehm y... ¿tu?—Estoy en el limbo. Mis emociones y sentimientos están vacíos.

Probablemente debía sentirme triste por el comentario, ella no se sentía de la misma forma que yo. Pero podía comprender. Después de un pésimo día. A pesar de eso no pude evitar sentirme bien, de que ella estuviera conmigo en nuestro "santuario".Y aun que odiaba esa parte irracional de mí, que insistía en quedarse aquí, con Lucy. Tal vez, solo en esta ocasión, todo mi ser estaba convencido de que estaba en el lugar correcto.

NOTA: Eso es todo por esta semana, y probablemente por la siguiente. Lucy y Colín me vuelven loca. Apenas estoy acostumbrarles a darle un porcentaje de mi tiempo — que para ser justos es un porcentaje muy grande — y siempre que pienso "¡diablos! estoy escribiendo muy lento" recuerdo que John Green tardo 10 años en escribir The Fault In Our Stars. Así que... sin prisas.

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Capitulo III

Un mes después

Había pasado tan poco tiempo y ya sentía que conocía a Lucy desde siempre. Ella era grandiosa. Estaba llena de ideas y opiniones brillantes a cerca de todo. Pero no era esa clase de personas sabelotodo, simplemente le gustaba hablar y preguntar y pensar, y en consecuencia, me hacía pensar. Un día podía empezar hablando del día, y terminar hablando de sus sueños y aspiraciones.

— ¿Qué quieres hacer con tu vida? —me pregunto una tarde, en la que ella estaba particularmente pensativa

— ¿Disculpa? — conteste confundido —Honestamente — la mire a los ojos — no tengo ni la más remota idea de que quiero hacer con mi vida

— ¡Colín! No es justo, tienes que dar respuestas que me digan algo— Me estas pidiendo respuestas de cosas que no tienen respuesta alguna— Pero….— dudó —, debes de querer algo— No, tú quieres hacer cosas y tienes metas, yo solo soy una persona con miedo de salir y

vivir— Y ¿Crees que yo he vivido demasiado? —preguntó con ironía— son solo sueños. Y nada

más.

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— Bueno, al menos tienes algo a que aferrarte— mire las puntas de mis pies intentando verme despreocupado, pero fue imposible porque al final ella preguntó:

— ¿Acaso no tienes nada a que aferrarte?— No es que no lo tenga, es que a veces, simplemente no hay opción, tengo un destino

escrito, y no serviría de nada que intentara querer algo diferente; Voy a estudiar. Estudiar, hasta convertirme en lo que es mi papá. Después comprare una casa. Esposa. Hijos. Pagar impuestos. Rogar por vacaciones. Visitar a mis padres cuando sean viejos. Después, hacerme viejo. Jubilarme. Y morir. Muerte normal. En una tumba, en un cementerio. Una mancha más en el mundo.

— Eso quiere decir que le tienes miedo a una vida normal. —Afirmó, pero había una pizca de duda en su tono.

— No— sonreí —temo no lograr tener mi propia vida normal— ¿¡Qué!? — dijo Lucy. Haciendo que me sobresaltara. Se puso de pie y empezó a gritar

histérica. — ¿Por qué crees eso? — Eh… bueno… pues…— ¡Nadie tiene escrito su destino! ¡Odiara pensar que voy a terminar como mi papá o

como mi mamá! ¿Qué sentido tiene vivir si de todos modos vas a caer en el hoyo? — me miró, y no supe distinguir que había en su mirada. ¿Enojo? ¿Frustración? No lo veía claramente.

— Pero…— titubee— pensé que tú creías en el destino— Creo en el destino, pero no creo que se pueda repetir un mismo destino, si fuera así

todos estaríamos condenados a las mismas tragedias que han sucedido por generaciones. Y yo no quiero vivir en un mundo donde se repitan los mismos errores una y otra vez.

Estaba en un punto en donde no sabía que responder, y si respondía, no quería arriesgarme a que Lucy se enojara, y tampoco quería arriesgarme a equivocarme o a usar las palabras equivocadas para expresar como me sentía.

Así que simplemente no dije nada.

—Entonces creo que una de las pocas variaciones que va a haber en mi vida es conocerte a ti, porque en todo lo demás no me veo haciendo algo diferente a mi papa.

Ella solo sonrió y dijo en una voz que me hizo ponerme la piel de gallina. Una voz suave, segura, sin un poco de duda

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—No sabes cuál es tu destino. —sentía su mirada sobre mí. —Yo sé que estas destinado a luchar por tu propio destino. Lo puedo ver en ti. Y sé que quieres algo más.

Carraspeé. Sentía un nudo en la garganta. Y no sabía si era por lo que acababa de decir o por lo que me acababa de dar cuenta.Sacudí la cabeza despejándome de cualquier idea que me llevara a otro mundo nuevo en el que aún no sabía si ya estaba listo para conocer.— ¿Cuál es tu mayor miedo Lucy? —pregunte. Buscando una manera de demostrar que lo que me acababa de decir no me afectaba tanto como realmente lo había hecho.—Bueno, creo que de eso si estoy segura.

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