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1 XII. MARIA EN EL CAMINO MISIONERO DE LA IGLESIA 1. María en el primer anuncio del evangelio A) María en los datos fundamentales del primer anuncio B) María en los primeros testigos del evangelio C) Dimensión misionera de los títulos marianos 2. María en la misión de la Iglesia A) María figura de la Iglesia B) María figura de la maternidad y sacramentalidad de la Iglesia C) La Iglesia se hace evangelizadora en Cenáculo con María 3. Dimensión mariana de la vida y del ministerio del apóstol A) María en el camino de la vocación apostólica B) María en la acción evangelizadora C) María en la vida del apóstol

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XII. MARIA EN EL CAMINO MISIONERO DE LA IGLESIA

1. María en el primer anuncio del evangelio

A) María en los datos fundamentales del primer anuncioB) María en los primeros testigos del evangelioC) Dimensión misionera de los títulos marianos

2. María en la misión de la Iglesia

A) María figura de la IglesiaB) María figura de la maternidad y sacramentalidad de la IglesiaC) La Iglesia se hace evangelizadora en Cenáculo con María

3. Dimensión mariana de la vida y del ministerio del apóstol

A) María en el camino de la vocación apostólicaB) María en la acción evangelizadoraC) María en la vida del apóstol

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1. María en el primer anuncio del evangelio

La acción del Espíritu Santo hace de María y de la Iglesia un "signo" transparente y portador de Cristo para todos los pueblos. Cuando se habla de María, es para anunciar que: Cristo es perfecto Dios, perfecto hombre y Salvador universal. La realidad mariana de virginidad, maternidad y asociación, son transparencia de todo el misterio de Cristo.

María es la primera creyente y discípula de Cristo. Por esto también puede ser llamada la primera evangelizadora. La "cooperación (de María) a la salvación" (LG 56), como "asociada" a Cristo Redentor (LG 58), se convierte en "influjo salvífico" y en "misión materna para todos los hombres" (LG 60). Ella es "la gran señal" (Apoc 12, 1) ante los pueblos, como "la mujer" (Jn 2,4; 19,26); Gal 4,4) figura de la Iglesia.

Manifestar a Cristo y comunicarlo a todos los corazones y todas las gentes, es la razón de ser de María y de la Iglesia. La Iglesia mira a María como "punto de referencia... para los pueblos y para la humanidad entera" (RMa 6). En esta realidad "misionera", María precede a la Iglesia como "la gran señal" (Apoc 12,1), "estrella de la evangelización" (EN 82).1

A) María en los datos fundamentales del primer anuncio

Desde el día de Pentecostés, la Iglesia anuncia que Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación, por medio de su muerte y resurrección; en él se cumplen las esperanzas mesiánicas (cf. Act 2,15-41).

Estos datos del "kerigma" o primer anuncio cristiano, que la Iglesia está llamada a anunciar a todos los pueblos, aparecen en la predicación de Pablo (1Cor 15,3-5; Rom 1,1-4; Gal 4,4-7) y en los evangelios.2

María forma parte de este anuncio misionero, como "la mujer" de la que, por obra del Espíritu Santo, nace el Salvador. Los textos marianos del Nuevo Testamento contienen todos los elementos básicos del anuncio misionero:

- en Cristo, Hijo de David (verdadero hombre),- Hijo de Dios (concebido por obra del Espíritu Santo),- ha comenzado el cumplimiento de las profecías y esperanzas mesiánicas.3

1    ? Este título mariano, usado por Evangelii nuntiandi, indica una realidad de gracia: María es "Tipo" (figura, personificación) de la Iglesia, que es virgen, madre, misionera. S. MEO, Maria Stella dell' evangelizzazione, en: L'Annuncio del Van gelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1977) 763-778. La Iglesia se siente identificada con María en la misión universal: "Que la Madre de Dios y Madre de todos los hombres interceda en la comunión de todos los santos, ante su Hijo hasta que todas la familias de los pueblos, tanto los que se honran con el título de cristianos como los que todavía desconocen a su Salvador, lleguen a reunirse felizmente, en paz y concordia, en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima Trinidad" (LG 69).

2    ? C.H. DODD, La predicación apostólica y sus desarrollos (Madrid, Fax 1974); J. ESQUERDA BIFET, María en el "kerigma" o primera evangelización misionera: Marianum 42 (1980) 470-488; M.J. NICOLAS, Theotokos, el misterio de María (Barcelona, Herder 1967).

3    ? Estos elementos del "kerigma" aparecen claramente en el conjunto de textos marianos neotestamentarios: Mt 1-2 (infancia); Lc 1-2 (infancia); Jn 2,1-12 (Caná); 19,25-27 (cruz); Mc 3,31-35 y paralelos sinópticos (alabanza de

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El misterio pascual de Cristo, muerto y resucitado, que la Iglesia anuncia a todos los pueblos, tiene su faceta mariana de transparencia o de "gran señal" (Apoc 12,1). Cuando se anuncia a Cristo, nacido de María la Virgen, es para hacer resaltar su realidad integral: Cristo hombre (María Madre), Cristo Hijo de Dios (María Virgen) y Cristo Salvador (María asociada, "la mujer", Tipo de la comunidad eclesial). María aparece relacionada con el misterio de Cristo y de la Iglesia, como "la mujer", figura de la comunidad creyente, asociada esponsalmente a "la hora" de Cristo (Gal 4,4; Jn 2,4; 19,26).

Se pueden encontrar todos los elementos básicos del primer anuncio ("kerigma") en los textos marianos de la infancia de Jesús (Mt 1-2; Lc 1-2), así como en los textos joánicos (Jn 2 y 19). Como todo fragmento evangélico, también estos textos anuncian a Cristo, "el Señor". "La mujer", por medio de la cual Jesús es de nuestra estirpe (hombre), es virgen y madre por obra del Espíritu Santo, para hacer resaltar que Cristo es Hijo de Dios, el Señor resucitado.

El kerigma o primer anuncio proclama que Jesús es "nacido de la mujer" (Gal 4,4), "de la estirpe de David" (Rom 1,3; Mt 1,1), "por obra del Espíritu Santo" (Mt 1,20); es el "Hijo de Dios" (Lc 1,35), "el que salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21). María, anunciada por la Iglesia, hace ver la realidad de Jesucristo, el Salvador por ser el Señor resucitado, Hijo de Dios y hermano nuestro. Jesús es "el Salvador preparado ante la faz de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes" (Lc 2,30-32; Is 42,6; 49,6). María forma parte de la epifanía de este misterio salvífico, compartiendo la misma "suerte" de Cristo (cf. Lc 2,35). La palabra de Dios es siempre "espada" que define la actitud de la persona respecto a los planes de salvíficos de Dios.

La Iglesia encuentra en María su "Tipo" o personificación. Efectivamente, María, recibiendo con espíritu de adoración esta palabra (Lc 2,19-51), define su postura de asociación a Cristo para dejar transparentar todo su "misterio", que es de salvación para todos los pueblos (Ef 3,3-7). Ahora este "misterio oculto por los siglos en Dios", se manifiesta y se comunica por medio de la Iglesia y, más concretamente, por la vida y acción apostólica de la misma (Ef 3,8-10). Cuando la Iglesia anuncia el mensaje evangélico sobre María, indica la actitud de respeto a los planes salvíficos de Dios en Cristo: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5). La nueva Alianza, que es para todos los pueblos, tiene las mismas características fundamentales de la primera Alianza en el Sinaí: Dios tiene la iniciativa en la historia de salvación, pero quiere la respuesta libre del hombre: "Haremos lo que el Señor nos dirá" (Ex 24,7).

La figura de María, a la luz de los textos del Nuevo Testamento es Tipo de la comunidad eclesial, que anuncia y comunica el misterio de Cristo en toda su integridad "kerigmática". La "humillación" de Cristo (que es hombre como nosotros) deja transparentar su "exaltación" (de Hijo de Dios), como Salvador del mundo. La fidelidad de María al misterio de la encarnación (Lc 1,38.45) se muestra en su actitud de "pobreza" (Lc 1,48), como tipo de la fe y de la acción

la madre de Jesús); Act 1,12ss (cenáculo); Gal 4,4-7 ("la mujer"); Apoc 12,1 ("la gran señal"). Además de los estudios citados en las notas anteriores, ver: AA.VV., María en el Nuevo Testamento (Salamanca, Sígueme 1982); A. FEUILLET, La Vierge Marie dans le Nouveau Testament, en enciclopedia Maria, vol. I, II, IV; F. SPEDALIERI, Maria nella Scrittura e nella Tradizione della Chiesa primitiva (Roma, Herder 1968); O. DA SPINETOLI, Maria nella tradizione biblica (Bologna, Dehoniane 1967); A. SERRA, María según el evangelio (Salamanca, Sígueme 1988).

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materna y evangelizadora de la Iglesia (Jn 2,11).

Jesús fue anunciado por Simeón como "luz de los pueblos" (Lc 2,32), mientras, al mismo tiempo, a María se le comunicaba su participación en la "suerte" dolorosa de Jesús (Lc 2,33-35). La maternidad de María, recibiendo al Verbo bajo la acción del Espíritu Santo, se hace nueva maternidad universal como tipo de la maternidad de la Iglesia misionera. María es "la gran señal", que transparenta la luz de Cristo (Apoc 12,1ss). La Iglesia es signo o "sacramento" porque "Cristo, luz de los pueblos, ... resplandece sobre la faz de la Iglesia" (LG 1).

B) María en los primeros testigos del evangelio

El evangelio de Mateo indica el cumplimiento de las promesas mesiánicas. El "kerigma" o primer anuncio es para todo el género humano. María forma parte de este anuncio, como transparencia de la realidad mesiánica de Jesús. La "genealogía" de Jesús indica al Salvador que, en cuanto hombre, es de nuestra estirpe, nacido de María (Mt 1,1-15). En el "Emmanuel" (Dios con nosotros), se cumplen las esperanzas mesiánicas y llegan a su plenitud las esperanzas de salvación que se encuentran en todos los pueblos (Is 7,14; Mt 1,21-23; Lc 2,31-32).4

El evangelio de Lucas subraya la fe de la comunidad y la cercanía de Jesús (su humanidad, su misericordia). María es como "la hija de Sión" (Sof 3,14ss), que recibe al Salvador con una actitud de fidelidad generosa. El Salvador es para todas las generaciones (Lc 1,50) y para todo el pueblo (Lc 2,10). El "gozo" de María, cantado en el Magnificat (Lc 1,47), es anuncio de la buena nueva (anuncio gozoso, "eu-angello") para todas las gentes. María personifica a la comunidad mesiánica que recibe al Salvador para anunciarlo y comunicarlo a toda la humanidad. Su capacidad contemplativa ante la palabra se convierte en transparencia del misterio de Cristo para todos los pueblos (Lc 2, 19-20).5

El evangelio de Juan presenta los "signos" por los que Cristo manifiesta su "gloria" o misterio de Verbo encarnado (Jn 1,14). María, con su fe, es modelo de esta actitud creyente (Jn 2,11), que sabe descifrar los signos más pobres, para ver en ellos la donación de Dios al hombre (la "sangre") y la comunicación de su vida divina (el "agua") (Jn 19,34-37). El mismo Espíritu Santo, que formó a Cristo en el seno de María, comunica la vida en Cristo a todos los creyentes (Jn 1,13; 7,37-39). En el primer signo (Caná) y en el último ("glorificación" desde la cruz), María abre el camino a una comunidad de

4    ? Ver los estudios de la nota anterior sobre María en el Nuevo Testamento. I. GOMA, El evangelio según San Mateo (Madrid, Edic. Marova 1976) vol. I, I (Evangelio de la Infancia); A. PAUL, L'Evangile de l'Enfance selon saint Matthieu (Paris, Cerf 1968); E.M. PERETTO, Ricerche su Mt 1-2: Marianum 31 (1969) 140-247. Ver (en nota siguiente) otros estudios que analizan conjuntamente Mateo y Lucas.

5    ? Además de los estudios de las notas anteriores, ver: J. DANIELOU, Les Evangiles de l'Enfance (Paris 1967); O. DA SPINETOLI, Introduzione ai Vangeli dell'Infanzia (Brescia 1967); A. FEUILLET, Le Saveur méssianique et sa mère dans les récits de l'enfance de saint Matthieu et de saint Luc (Lib. Edit. Vaticana 1990); A. GUERET, L'engendrement d'un récit. L'Evangile de l'Enfance sélon saint Luc (Paris, Cerf 1983); R. LAURENTIN, Structure et théologie de Luc I-II (Paris 1957); S. MUÑOZ IGLESIAS, Los evangelios de la infancia (Madrid 1983-1987).

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seguidores de Cristo (Jn 2,12) que viven de él como "pan de vida" (palabra y eucaristía), "para la vida del mundo" (Jn 6,48-51).6

En la doctrina de Pablo, María, "la mujer" (Gal 4,4s), es modelo de la maternidad de la Iglesia (Gal 4,26) y de la maternidad del apóstol (Gal 4,19). La maternidad de María, de la Iglesia y del apóstol, es siempre instrumento de vida en Cristo o de filiación divina por obra del Espíritu Santo (Gal 4,4-7).7

La Iglesia es "misionera por su misma naturaleza" (AG 2), como "sacramento universal de salvación" (AG 1; LG 48), que encuentra en María su personificación o Tipo (LG 53, 63). Viviendo y anunciando el misterio de Cristo nacido de María, la Iglesia reencuentra continuamente su identidad. Al inicio del capítulo mariano de la Lumen Gentium, el concilio Vaticano II, citando el texto paulino de los Gálatas, resume así la acción eclesial de anunciar a Cristo Redentor del mundo: "Queriendo Dios, infinitamente sabio y misericordioso, llevar a cabo la redención del mundo, al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo nacido de mujer,... para que recibiéramos la adopción de hijos (Gal 4,4-5). El cual, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, descendió de los cielos y por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María (Credo). Este misterio divino de salvación nos es revelado y se continúa en la Iglesia" (LG 52).8

En la acción misionera de la Iglesia, María está siempre presente, como parte integrante del "kerigma" o primer anuncio. La presencia de María en este primer anuncio a todos los pueblos, es garantía de autenticidad en todos los elementos básicos del mismo anuncio: Cristo Hijo de Dios (María Virgen), Cristo hombre (María Madre), Cristo Salvador (María asociada a Cristo, como figura de la Iglesia).

C) Dimensión misionera de los títulos marianos

Cada uno de los títulos marianos indica un aspecto del misterio de Cristo o de su gracia redentora. Están, pues, es función de hacer patente la historia salvífica realizada por el Señor. Son títulos que la Iglesia ha ido explicitando, en la contemplación y predicación de la Palabra revelada e inspirada: Madre de Dios, asociada a Cristo Redentor, Madre nuestra (acción e intercesión de mediación materna), siempre Virgen, Inmaculada, Asunta y Reina.

6    ? AA.VV., De Beata Vergine Maria in Evangelio S. Ioannis et in Apocalipsi, en: Maria in Sacra Scriptura (Roma, PAMI 1967); R.E. BROWN, El evangelio según san Juan (Madrid, Cristiandad 1979); A. FEUILLET, L'heure de la Mère de Jésus, étude de théologie johannique (Fanjeux 1970); Idem, Jésus et sa Mère d'après les récits lucaniens de l'enfance et d'après Saint Jean (Paris, Gabalda 1974); R. SCHNACKENBURG, El evangelio según Juan (Barcelona, Herder 1980); A. SERRA, Maria a Cana e presso la Croce (Roma, Centro di Cultura Mariana "Mater Ecclesiae" 1978).

7    ? L. CERFAUX, Le Fils né de la femme (Gal 3,24-4,9): Bible et Vie Chrétienne 4 (1953-1954) 59-65; A. VANHOYE, La Mère du Fils de Dieu selon Gal 4,4: Marianum 40 (1978) 237-247.

8    ? AA.VV., La presenza di Maria nella missione evangelizzatrice del Popolo di Dio (Loreto 1973); J. ESQUERDA BIFET, Dimensión misionera de los temas marianos: Euntes Docete 32 (1979) 87-101; S. MEO, Maria stella dee'evangelizzazione, en: L'Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1977) 763-778.

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La redención realizada por Cristo encuentra, en las gracias concedidas a María, una aplicación especial, mientras, al mismo tiempo, esas gracias indican la relación de Cristo con la Iglesia y con toda la humanidad. Son, pues, títulos que expresan:

- la unión especial con Cristo Salvador universal,- la función de María en la historia de salvación.- la relación con la Iglesia "sacramento universal de salvación",- la cercanía del misterio de Cristo a las circunstancias humanas sociológicas, culturales e históricas.9

Al presentar los títulos marianos con esta dimensión salvífica y misionera, recuperan su dinamismo eclesial y su fuerza evangelizadora, puesto que, en cada uno de ellos, se puede encontrar la misión salvífica de la Iglesia como continuación de la de Cristo.

Cuando decimos que María es Madre de Dios, queremos indicar que ella es "la mujer" de la que ha nacido el Hijo de Dios (Gal 4,4), "la madre del Señor" (Lc 1,43). Esta fe se ha formulado con la expresión "Theotokos" (Madre de Dios), contenida en la definición de Efeso (año 431). María es madre del Hijo de Dios en su nacimiento humano; su maternidad dice relación a la persona de Jesús, el Verbo preexistente.

Por medio de la maternidad divina de María, se afirma que Jesús es Dios hecho hombre, "Dios con nosotros" (Mt 1,23), "encarnado en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo" (credo de Nicea). El anuncio de Cristo Salvador universal queda garantizado por el hecho de ser verdadero Dios y verdadero hombre. El cristianismo no es fruto de la experiencia religiosa de un fundador, sino de la encarnación del Hijo de Dios y de su obra redentora de muerte y resurrección.

La asociación de María a Cristo Redentor equivale al título bíblico de "mujer", que comparte la misma "hora" o suerte del Señor (Jn 2,4; 19,26). La vida de María está ligada a la de Jesús. Por ser fiel a la "Palabra", tendrá que compartir la misma "espada" (Lc 2,35). Por esto los Santos Padres la llaman "Nueva Eva", Esposa del Verbo, asociada a Cristo10. En esta asociación, María es

9    ? Ver los títulos marianos desarrollados en algunas mariologías actuales: D. BERTETTO, Maria la Serva del Signore, Mariologia (Napoli, Dehoniane 1988); A. Mª CALERO, María en el misterio de Cristo y de la Iglesia (Madrid, Edit. CCS 1990); J.M. CARDA, El misterio de María (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1986); A. DE PEDRO, Madre de Dios, Madre de los hombres, imagen de la Iglesia (Madrid, Paulinas 1989); J. ESQUERDA BIFET, Maria en la missió de l'Església (Barcelona, Facultat de Teologia 1981); Idem, La gran señal, María en la misión de la Iglesia (Barcelona, Balmes 1983); Idem, Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1994); S. DE FIORES, Maria Madre di Gesù (Roma, 1992); C.I. GONZALEZ, María, Evangelizada y Evangelizadora (Bogotá, CELAM 1988); (Inst. Teología a Distancia), María la Madre del Señor (Madrid, 1986); R. LAURENTIN, La Vergine Maria (Roma, Paoline 1984); A. MARTINEZ SIERRA, María, Madre del Señor (Madrid, Inst. Teol. Dist. 1986); L. MELOTTI, Maria la Madre dei viventi, compendio di Mariologia (Leumann, LDC 1986); C. POZO, María en la obra de salvación (Madrid, BAC 1974); S. VERGES, María en el misterio de Cristo (Salamanca, Sígueme 1972).

10    ? Cf. LG 56,58,63. Esta asociación de María es consecuencia de la acción del Espíritu: "guiada por el Espíritu Santo, se consagró al ministerio de la redención de los hombres" (PO 18). En María aparece que la dignidad cristiana

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figura de la Iglesia esposa, que debe compartir la acción salvífica de Cristo anunciándola, haciéndola presente y comunicándola a todos los pueblos (cf. LG 63-65).11

La cooperación de María a la obra salvífica se expresa por medio de su realidad de madre nuestra, medianera, intercesora. Siguiendo las palabras de Jesús (cf. Jn 19,26-27), "la Iglesia católica, instruida por el Espíritu Santo, la venera como a madre amantísima, con afecto filial" LG 53). Esta maternidad es una "cooperación" (LG 53) "en el orden de la gracia" (LG 61) o "según el Espíritu" (RMa 21) y a modo de "influjo salvífico" (LG 60). Esta maternidad se realiza como "intercesión" (LG 62) y "mediación" (LG 60). Es como una "presencia activa y materna" (RMa 1,24,28,48,52). María participa de modo especial en la única mediación de Cristo, que es "el único mediador entre Dios y los hombres" (1Tim 2,5).12

La cooperación de María indica la dignidad de la persona humana, que es salvada por la acción divina y teniendo en cuenta la propia colaboración libre. La doctrina patrística sobre la cooperación humana a la obra salvífica, se resume en el aforismo: "Dios salva al hombre por medio del hombre". Es el tema de la "Alianza": el "sí" de Dios reclama y hace posible el "sí" del hombre. La acción evangelizadora de la Iglesia es una concretización de esta realidad mariana de "mediación" materna. María es figura de la Iglesia medianera y evangelizadora.13

de la mujer (que representa a la Iglesia esposa) no necesita el sacerdocio ministerial; éste no debe ser privilegio ni fuente de ventajas temporales, sino servicio de representar a Cristo Esposo y Siervo.

11    ? S. FOLGADO, María asociada a Cristo en el misterio redentor, en: Enciclopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 375-389; E. LLAMAS, Puesto de María en la economía de la Redención: Estudios Marianos 32 (1969) 149-230; E. SCHILLEBEECKX, Mère de la Rédemption (Paris, Cerf 1963).

12    ? María es "verdadera madre de los miembros (de Cristo)..., por haber cooperado con su amor a que naciesen en la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza" (LG 53, citando a San Agustín, De s. virginitate 6: PL 40,399). AA.VV., La maternité spirituelle de Marie (Paris, Lithielleux 1962); J. ESQUERDA BIFET, La maternidad espiritual de María en el capítulo VIII de la constitución sobre la Iglesia del Vaticano II: Ephemerides Mariologicae 16 (1966) 95-138; D.J. FRENAUD, La función propia de María es siempre de Madre: Estudios Marianos 28 (1966) 101-144; T. KOEHLER, La maternité spirituelle de Marie, en: Maria, I, 573-601.

13    ? Después del concilio Vaticano II y de la encíclica Redemptoris Mater, los estudios recalcan estos tres aspectos de la mediación de María y de la Iglesia: subordinación a Cristo, participación en su única mediación, sentido materno. D. BERTETTO, La mediazione di Maria nel Magistero del Vaticano II: Euntes Docete 40 (1987) 597-620; O. DOMINGUEZ, La mediación mariana según el concilio Vaticano II: Estudios Marianos 28 (1966) 211-252; J. ESQUERDA BIFET, La mediación de María, aspectos específicos de la encíclica: Ephemerides Mariologicae 39 (1989) 237-254; A. LUIS, La mediación universal de María en el cap. VIII de la "Lumen Gentium" : Estudios Marianos 30 (1968) 131-184; S. MEO, La "Mediazione materna" di Maria nell'Enciclica "Redemptoris Mater", en: Redemptoris Mater, contenuti e prospettive dottrinali e pastorali, Atti del convegno di studio (Roma, Pont. Accademia Internazionale 1988) 131-157; Idem, Mediadora, en: Nuevo Diccionario di Mariología, Madrid, Paulinas 1988, 1304-1320; E. SAURAS, La mediación maternal de María en el concilio Vaticano II:

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La virginidad de María ("aeiparthenos") es una "señal" de la divinidad de Jesús, en cuanto que la acción del Espíritu Santo en toda la vida del Señor (desde su concepción virginal hasta la resurrección) deja entrever su filiación divina. Es, pues, la "señal" que manifiesta a Jesús como "Emmanuel" (Mt 1,23; Is 7,10-16). La maternidad virginal de María es "por obra del Espíritu Santo" (Mt 1,18), que la "ha cubierto con su sombra" (Lc 1,35), para poder "concebir" al "Hijo del Altísimo" (Lc 1,31-32).

Todo el ser de María, cuerpo y espíritu, queda abierto a la acción del Espíritu de modo permanente, como fruto excelso de la redención, para ser expresión del misterio de Cristo: "recibió al Verbo en su alma y en su cuerpo y dio la vida al mundo" (LG 53). Es, pues, fidelidad esponsal y permanente a Cristo: "se consagró totalmente a la persona y a la obra de su Hijo" (LG 56). La virginidad de María muestra su máxima maternidad, Madre de Dios y Madre de todos los hombres, como figura de la maternidad virginal y fecunda de la Iglesia (cf. LG 63). La dimensión cristológica y eclesial de la virginidad de María deja entrever la realidad del misterio de Cristo y de la Iglesia. El anuncio de la maternidad virginal de María es anuncio de la verdadera divinidad y humanidad de Jesús, así como de la realidad sobrenatural de la Iglesia "sacramento universal de salvación", que es virgen fiel a la Palabra y a la acción del Espíritu, y madre fecunda.14

La santidad de María, "la llena de gracia" (Lc 1,28), la "toda santa", indica que ha sido "redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo" (LG 53).. El "don" gratuito, que ella ha recibido, está relacionado con la misión de Madre de Dios y Madre nuestra. Ella es la elegida y amada de modo permanente, desde su concepción inmaculada hasta su glorificación en cuerpo y alma a los cielos (Asunción y realeza). Esta gracia la ha hecho siempre fiel, sin pecado personal ni original.15

María es "la gran señal" (Apoc 12,1), como "asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo... para que se asemejara más plenamente a su Hijo... vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59). En la Inmaculada y Asunción, aparece la redención de Cristo en toda su integridad, como signo de una humanidad que un día quedará totalmente santa y glorificada, en cuerpo y alma. La creación quedará totalmente renovada. La vida humana adquiere pleno sentido por esta dimensión escatológica que da valor a la historia presente. La realidad de la Iglesia, como "sacramento universal de salvación", tiene este sentido escatológico de ser fermento de una nueva humanidad y de una creación "perfectamente renovada en Cristo" resucitado (LG 48).16

Estudios Marianos 30 (1968) 189-233.

14    ? En la virginidad permanente de María aparece, pues, la naturaleza misionera de la Iglesia como esposa fiel y fecunda. J.A. de ALDAMA, La maternité virginiale de Notre Dame, en: Maria, VII, 117-152; R. BROWN, La concezione verginale e la risurrezione corporea di Gesú (Brescia, Queriniana 1977); J.H. NICOLAS, La Virginité di Marie (Friburg 1962); F.P. SOLA, O. DOMINGUEZ, María, siemrpe Virgen, en: Enciclopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 349-362.

15    ? Cfr. Conc. Trid. sess. VI, c.23: CTr 5, 791ss; J. CASCANTE, Santidad de la Madre de Dios, en: Enciclopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 363-373; J. GALOT, La sainteté de Marie, en: Maria, VI, 417-448.

16    ? Sobre la Inmaculada y la Asunción, además de los manuales de mariología,

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2. María en la misión de la Iglesia

La realidad de gracia que la fe descubre en María ayuda a conocer mejor la realidad de Cristo que se prolonga en la Iglesia para comunicarse a todos los pueblos. Las aspiraciones de toda la humanidad hacia la perfección y salvación, se encuentran realizadas en María: "A partir de la humilde esclava del Señor, la humanidad inicia su retorno hacia Dios" (MC 28).

Anunciando el Misterio de Cristo, nacido de María y que sigue asociando a María en la obra redentora, la Iglesia se realiza como "sacramento universal de salvación" (AG 1; LG 48), es decir, como "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1).17

La maternidad universal de María y de la Iglesia se postulan mutuamente para hacer realidad el mandato misionero de Jesús. La figura bíblica de María ayuda a la Iglesia a construir la "comunión" universal. Meditando el Misterio de Cristo, como María y con su ayuda, la Iglesia toma conciencia de su propia realidad de misterio (signo de Cristo), comunión y misión. La diversidad de valores por los que se diferencian entre sí los pueblos y las culturas, encuentran en la Iglesia un principio de unidad, de purificación y de sublimación.

A) María figura de la Iglesia

La "identidad" de la Iglesia se encuentra principalmente en el modelo mariano: "Se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención" (LG 56; cf. RMa 40).

María, por cada una de las gracias recibidas y por cada uno de sus títulos, es siempre "Tipo" de la Iglesia. Es, pues, modelo (ejemplo, figura), personificación e instrumento:

ejemplo, personificaciónMaría Tipo ----------------------- Iglesia como Maríainflujo, ayuda

María está "íntimamente unida con la Iglesia" (LG 63). "Con ella y como

citados anteriormente, ver: AA.VV., Virgo Immaculata, Acta Congressus internationalis (Romae, PAMI 1954); O. DOMINGUEZ, María asociada a Cristo en su triunfo, en: Enciclopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 391-399; J. GALOT, Le mystère de l'Assomption, en: Maria, VII, 153-237.

17    ? Algunos estudios actuales han subrayado la relación entre los temas marianos y la evangelización: AA.VV., La presenza di Maria nella missione evangelizzatrice del Popolo di Dio (Loreto, 1973); J. ESQUERDA BIFET, Dimensión misionera de los temas marianos: Euntes Docete 32 (1979) 87-101; Idem, Maternidad de la Iglesia y misión: Euntes Docete 30 (1977) 5-29; Idem, L'azione dello Spirito Santo nella maternità e missionarietà della Chiesa, en: Credo in Spiritum Sanctum. Congresso Teol. Internazionale di Pneumatologia (Roma, Lib. Edit. Vaticana 1983) 1293-1306; C.I. GONZALEZ, María, evangelizada y evangelizadora (Bogotá, CELAM 1988) tema X (María en la misión evangelizadora de la Iglesia); S. MEO, Maria stella dell'evangelizzazione, en: L'Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1977) 763-778; A. SEUMOIS, Maria nei paesi di missione, en: Enc. Mariana Theotokos (Roma, Massimo 1959) 212-220.

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ella" (RMi 92), recibe al Verbo bajo la acción del Espíritu Santo, en un proceso de escucha, respuesta y donación. Marialis cultus expone el paralelismo María-Iglesia, como Virgen oyente, orante, oferente, Madre (MC 17-20). En María, la Iglesia encuentra el modelo de "consagración total a la persona y a la obra de su Hijo", para "convertirse en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano" (LG 56).18

María es siempre modelo de la fe de la Iglesia. Se trata de una fe vivencial y comprometida, de quien "avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz" (RMa 2; LG 58). En esta "peregrinación en la fe... María precedió... y sigue precediendo" a la Iglesia como su personificación (RMa 5-6). Es una actitud de aceptación plena de la Palabra divina, así como de unión incondicional con sus designios de salvación por Cristo y en el Espíritu Santo (cfr. RMa 12-19).

Al subrayar el título mariano de Tipo de la Iglesia, el Vaticano II, señala la línea vivencial y misionera: "La Bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es Tipo de la Iglesia, en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo" (LG 63).19

En el título mariano de Tipo o figura, la Iglesia se encuentra a sí misma:

- personificada en María y unida plenamente a Cristo,- realizada ya en María, aunque de camino hacia la plenitud en Cristo,- virgen fiel y madre fecunda como María, en el anuncio y comunicación del misterio de Cristo,- llamada como María a la asociación esponsal con Cristo.

La relación entre María y la Iglesia deriva hacia la misión de colaborar en la obra salvífica. Jesús continúa asociando a María como Madre y Tipo de la Iglesia, actuando en el mundo por medio de signos eclesiales. María pertenece plenamente al principio fontal de la Iglesia, que es Cristo. Por esto, la Iglesia, al identificarse con María, se siente más unida al Señor, a los planes salvíficos del Padre, a la acción del Espíritu Santo y a la obra de salvación universal.

B) María figura de la maternidad y sacramentalidad de la Iglesia

La maternidad "espiritual" de María se dirige no solamente a los creyentes individualmente, sino especialmente como comunidad eclesial. Esta maternidad se realiza "en la Iglesia y por medio de la Iglesia" (RMa 24). Por esto María es Madre de la Iglesia, es decir, "Madre de todo el pueblo de Dios,

18    ? Cita a: S. IRENEO, Adv. haer. III, 22,4: PG 7, 959 A.

19    ? Cita a SAN AMBROSIO, Expos. Lc. II 7: PL 15,1555. Ver: P. DE ALCANTARA, Maria, ejemplar y modelo de la Iglesia, en: Enci clopedia Mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 415-426; L. DEISS, Marie, Fille de Sion (Bruges, 1959); J. ESQUERDA BIFET, Significado salvífico de María como Tipo de la Iglesia: Ephemerides Mariologicae 17 (1967) 89-120; Idem, La maternidad de María y la sacramentalidad de la Iglesia: Estudios Marianos 26 (1965) 231-274; J. GALOT, Marie, Type et modèle de l'Église, en: L'Église du Vatican II (Paris, 1966) III; O. SEMMELROTH, Marie, Archétype de l'Église (Paris, Fleurs 1968); M. THURIAN, Maria, Madre del Señor, figura de la Igle sia (Santander, Sal Terrae 1966).

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tanto de los fieles como de los pastores".20

En el cenáculo de Jerusalén, La Iglesia, reunida con María, comenzó su "nueva maternidad en el Espíritu" (RMa 47), que constituye su razón de ser y, por tanto, su misionariedad. En todas las épocas históricas, el Espíritu Santo hace posible la misión de la Iglesia, comunicándole nuevas gracias para "dar testimonio con audacia de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo" (Act 4,33).

Los períodos más fecundos para la evangelización se han caracterizado por la toma de conciencia sobre la maternidad de la Iglesia. Ello se hace patente de modo especial en la vida y en los escritos de los santos. De este "sentido" de Iglesia, se pasa fácilmente a María Tipo de la maternidad eclesial.21

La maternidad de la Iglesia es "ministerial" y "sacramental" en cuanto que obra a través de los ministerios o servicios proféticos, cultuales y de caridad, como signos eficaces y portadores de Cristo. "La Iglesia... se hace madre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios" (LG 64). En esta maternidad apostólica la Iglesia imita a María: "Por esto también la Iglesia, en su labor apostólica, se fija con razón en aquella que engendró a Cristo, concebido del Espíritu Santo y nacida de la Virgen, para que también nazca y crezca por medio de la Iglesia en las almas de los fieles" (LG 65).22

El ser y la función apostólica de la Iglesia son una maternidad permanente y universal. La naturaleza de esta maternidad es de instrumentalidad salvífica. La permanencia de esta misma maternidad puede parangonarse a la de María: "Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la consumación perpetua de todos los elegidos" (LG 62).

La relación entre la maternidad de María y la de la Iglesia es tan estrecha, que se puede hablar de una sola maternidad (cf. RH 22). Propiamente es la maternidad de María que se actualiza por medio de la Iglesia: "Las palabras que Jesús pronuncia desde lo alto de la cruz significan que la maternidad de su madre encuentra una nueva continuación en la Iglesia y a través de la Iglesia" (RMa 24).

20    ? PABLO VI, Aloc. al final de la tercera etapa conciliar, 21 nov. 1964: AAS 1964, 1007-1018. Ver: J. ESQUERDA BIFET, María Madre de la Iglesia (Bilbao, Desclée 1968); Idem, La maternidad de María y la sacramentalidad de la Iglesia: Estudios Marianos 26 (1965) 231-274; J. GALOT, Théologie du titre "Mère de l'Eglise": Ephemerides Mariologicae 32 (1982) 159-173; M. LLAMERA, Maria, Madre de los hombres y de la Iglesia, en: Enci clopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa 1975) 401-414; R. SPIAZZI, La Vergine Maria, Madre de la Chiesa (Roma, Città Nuova 1966); F. SOLA, Maria, Madre de la Iglesia: Estudios Marianos 30 (1968) 105-129.

21    ? K. DELHAYE, Ecclesia mater chez les Pères des trois premiers siècles (Paris, Cerf 1964).

22    ? Estudio más ampliamente la relación entre la maternidad y la misión de la Iglesia, en: Maternidad de la Iglesia y misión: Euntes Docete 30 (1977) 5-29; La maternidad de María y la sacramentalidad de la Iglesia: Estudios Marianos 26 (1965) 231-274.

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al VerboVirgen fiel ------------------------- Madre fecundaal Espíritu

Esta realidad materna, mariana y eclesial, se basa en el hecho de que Cristo sigue presente y operante en los signos eclesiales (Mt 28,20), asociando a María y a la Iglesia (cf. Jn 19,25-27). La misión que la Iglesia ha recibido de Cristo (Jn 20,21-22) se realiza bajo la acción del Espíritu Santo. Ella anuncia, presencializa y comunica a Cristo, para que sea realidad viviente en el corazón de cada ser humano.

El término "maternidad", aplicado a la misión de la Iglesia, encuentra su punto de apoyo en la misma doctrina de Jesús sobre las dificultades del apostolado (cf. Jn 16,20-22). San Pablo hace uso de esta terminología, incluso con el símil de los "dolores de parto" (Gal 4,19), en un contexto que es, al mismo tiempo, mariano (Gal 4,4-7), apostólico (Gal 4,19) y eclesial (Gal 4,26).23

La enseñanza paulina sobre la maternidad de la Iglesia se basa en el texto de Isaías sobre la nueva Sión o nueva Jerusalén, que será madre de todos los pueblos (Is 54,1; 11,12). Esta nueva Jerusalén "es libre y es nuestra madre" (Gal 4,26), y tiene su comienzo en "la plenitud de los tiempos", cuando "Dios ha enviado a su Hijo nacido de la mujer" (Gal 4,4). Toda la humanidad está llamada a participar en la filiación divina de Cristo por obra del Espíritu Santo (Gal 4,6), puesto que él es "el Salvador de todos" (1Tim 4,10).24

En cada comunidad eclesial se concretiza la maternidad de la Iglesia (2Jn 1,4.13). Todo creyente recibe la vida divina por medio de la Iglesia o de los signos eclesiales; por esto la fe en la Iglesia se puede expresar de este modo: "Creo en la santa Iglesia, madre"25. Pero, al mismo tiempo, todo creyente es Iglesia madre, como parte activa e integrante de una comunidad que es madre por los servicios del profetismo, culto y realeza (cf. PO 6). Toda comunidad eclesial, y especialmente la Iglesia particular, se hace responsable de poner en práctica esta maternidad que es de misionariedad universal.26

23    ? "Esta característica materna de la Iglesia ha sido expresada de modo particularmente vigoroso por el Apóstol de las gentes, cuando escribía: Hijos míos, por quienes sufro dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros (Gal 4,19). En estas palabras de San Pablo está contenido un indicio interesante de la conciencia materna de la Iglesia primitiva, unida al servicio apostólico entre los hombres. Esta conciencia permitía y permite constantemente a la Iglesia ver el misterio de su vida y de su misión a ejemplo de la misma Madre del Hijo, que es el primogénito entre muchos hermanos (cf. Rom 8,29)" (RMa 43; cf. EN 79).

24    ? L. CERFAUX, Le Fils né de la femme (Gal 3,24-4,9): Bible et Vie Chrétienne 4 (1953-1954) 59-65; A. VANHOYE, La Mère du Fils de Dieu selon Gal 4,4: Marianum 40 (1978) 237-247.

25    ? Fórmula del credo en la Iglesia africana primitiva. Cf. K. DELHAYE, o.c., p. 98 y 108.

26    ? H. DE LUBAC, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal (Salamanca, Sígueme 19749).

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La condición de Iglesia peregrina hace descubrir el significado de las dificultades y persecuciones. Estas tribulaciones forman parte de la maternidad y misionariedad de la Iglesia y se transforman en fecundidad cuando la vida se hace donación. Estos son los "dolores de parto" inherentes a la vida apostólica (Jn 16,20-21; Gal 4,19), que hacen de la Iglesia (personificada en María) "la gran señal" (Apoc 12,1ss). Cristo continúa asociando a la Iglesia, que debe ser consorte (esposa) de sus sufrimientos (Ef 5,25ss), a imitación de María que fue llamada a compartir la "suerte" (espada) y "la hora" de Cristo (Lc 2,35; Jn 19,25-27). Los signos eclesiales de esta maternidad, como son las vocaciones y los ministerios, participan de estas reglas evangélicas de saber morir para resucitar con Cristo, como "el granito de trigo" (Jn 12,24).

Jesús continúa asociando a María su madre en la aplicación de la redención, también en su presencia activa de resucitado, por medio de los signos eclesiales que constituyen la maternidad ministerial y sacramental de la Iglesia. En esta perspectiva salvífica, mariana y eclesial, se comprende mejor el principio patrístico, repetido por el concilio, sobre la necesidad de la Iglesia para la salvación (cf. LG 14, 16; AG 7).

Cristo es el único Salvador, porque las semillas evangélicas que Dios ha sembrado en todos los corazones y en todos los pueblos (culturas, religiones...) tienden, por sí mismas, a hacerse explícitamente Iglesia ya en esta tierra. La maternidad de la Iglesia, en relación con la maternidad de María, es instrumento de Cristo, tanto para que su salvación llegue a cada ser humano (todavía no explícitamente cristiano), como para que toda la humanidad llegue un día a ser explícitamente la Iglesia que Cristo ha instituido como signo visible y sacramental de salvación para todos.

La maternidad de la Iglesia tiene carácter "virginal", en el sentido de fidelidad a la palabra de Dios y a la acción del Espíritu Santo. Esta fidelidad virginal, a ejemplo de María, es fidelidad a la doctrina (fe), a las promesas (esperanza) y a la acción amorosa de Dios (caridad). La Iglesia es madre como medianera de verdad, como portadora de las promesas divinas y como instrumento de vida divina.

En la medida en que la Iglesia es virgen fiel, se hace también madre y esposa fecunda, "sacramento universal de salvación" (AG 1, en relación con AG 4). María es modelo y ayuda de esta virginidad maternal de la Iglesia: "Como ya enseñó san Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. Pues, en el misterio de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre" (LG 63; cf. RMa 44).

Así, pues, "se puede afirmar que la Iglesia aprende también de María la propia maternidad.... Porque, al igual que María está al servicio del misterio de la encarnación, así la Iglesia permanece al servicio del misterio de la adopción como hijos por medio de la gracia" (RMa 43).

C) La Iglesia se hace evangelizadora en Cenáculo con María

El proceso de maternidad virginal de María se realizó bajo la acción del Espíritu Santo (Lc 1,35; Mt 1,18-20). La Iglesia comenzó a ser misionera y madre guiada por esta misma acción del Espíritu, a modo de "plenitud" (Act 2,4), que capacita para anunciar a Cristo con audacia (Act 2,32-33; 4,31). "La era de la Iglesia empezó con la venida, es decir, con la bajada del Espíritu

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Santo sobre los Apóstoles reunidos en el cenáculo de Jerusalén junto a María, la Madre del Señor" (DeV 25).27

La presencia de María en la comunidad eclesial que preparaba Pentecostés (Act 1,14), se ha convertido en un hecho paradigmático, como punto de referencia para toda época histórica de la Iglesia. En esta realidad bíblica se entrecruzan las imágenes e la anunciación (Nazaret) y de Pentecostés (cenáculo). "Fue en Pentecostés cuando empezaron los hechos de los Apóstoles, del mismo modo que Cristo fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre la Virgen María" (AG 4); "antes de Pentecostés... también María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la anunciación ya la había cubierto con su sombra" (LG 59).

La realidad misionera de la Iglesia arranca de la encarnación y de la redención, pero se manifiesta desde el día de Pentecostés: "La Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; comenzó la difusión del evangelio por la predicación y fue, por fin, prefigurada la unión de los pueblos en la catolicidad de la fe por medio de la Iglesia de la Nueva Alianza" (AG 4). Esta misionariedad de la Iglesia tiene características de maternidad: "La Iglesia, contemplando su profundidad santidad e imitando su caridad (de María) y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se hace también madre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad, pues por la predicación y el bautismo engendra a una vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios" (LG 64).

María en la anunciación simboliza a la Iglesia y la precede. Por esto en Pentecostés se encuentra en medio de la comunidad eclesial, como expresión de la misma Iglesia: "Por consiguiente, en la economía de la gracia, actuada bajo la acción del Espíritu Santo, se da una particular correspondencia entre el momento de la encarnación del Verbo y el del nacimiento de la Iglesia. La persona que une estos dos momentos es María: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalén" (RMa 24).

Es ya una "constante", en la época postconciliar del Vaticano II, la invitación a reunirse en cenáculo con María. En Evangelii nuntiandi, Pablo VI hizo esta invitación para preparar el año dos mil, puesto que ya estamos en "la vigilia del tercer milenio": "En la mañana de Pentecostés, ella (María) presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza" (EN 82).28

En su primera encíclica, Juan Pablo II hacía una invitación semejante, puesto que estamos en "un nuevo adviento" (RH 1, 20, 22), en una "nueva etapa de la vida de la Iglesia" (RH 6), en una "época hambrienta de Espíritu" (RH 18). Esta invitación se ha ido repitiendo, de modo más insistente durante el

27    ? Enc. Dominum et vivificantem 25. El tema del cenáculo queda relacionado con el tema de la anunciación precisamente por la relación entre la maternidad de María y la de la Iglesia. Cf. DeV 66; AG 4; LG 59.

28    ? Esta invitación dirigida a la Iglesia para reunirse en Cenáculo con María, se encuentra frecuentemente en los documentos magisteriales: AG 4; LG 59; EN 82; RH 22; RMa 24; RMi 92. Estudio estas indicaciones en: L'azione dello Spirito Santo nella maternità e missionarietà della Chiesa, en: Credo in Spiritum Sanctum (Lib. Edit. Vaticana 1983) 1293-1306.

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año mariano.29

En el fondo de esta temática mariana y eclesial se encuentra el tema del Espíritu Santo, que hace madre a María y hace misionera y madre a la Iglesia. En Marialis cultus, Pablo VI subrayó esta relación: "María es también la Virgen-Madre... constituida por Dios como tipo y ejemplar de la fecundidad de la Virgen-Iglesia, la cual se convierte ella misma en madre"... (MC 19; cita a LG 64).30

Los momentos más fecundos de la historia de la Iglesia han sido aquellos en los que se ha tomado conciencia de esta realidad mariana y eclesial. Se podría hablar de un "nuevo Pentecostés", en el sentido de recibir nuevas gracias del Espíritu Santo para poder afrontar nuevas situaciones eclesiales. Así lo dejó entrever el Papa Juan XXIII, al convocar el concilio Vaticano II y en la oración para pedir el éxito del mismo: "Renueva en nuestra época los prodigios de un nuevo Pentecostés".31

La misión que la Iglesia recibió de Cristo es la misma del Señor (Jn 20,21; 17,18). Es, pues, misión bajo la acción del Espíritu Santo (Act 1,8), como fue la de Cristo (Lc 4,18). Se trata de anunciar y comunicar un "nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu" (Jn 3,5), como fruto de la glorificación de Jesús (Jn 7,37-39; 19,35).

Esta misión, que Cristo recibió del Padre y que ejerció bajo la guía del Espíritu Santo, al ser comunicada a la Iglesia, constituye la fuente de la fecundidad eclesial (Jn 15,26-27; 16,13-15). Por esto Jesús compara la vida y acción apostólica a una maternidad que, para llegar al gozo de la fecundidad, ha de pasar por los dolores de parto (Jn 16,20-22). Pablo aplicó este símil materno a su propio trabajo apostólico (Gal 4,19; cf. 1Tes 2,7-8), en el contexto de la maternidad de María (Gal 4,4) y de la Iglesia (Gal 4,26).

Esta realidad misionera y materna de la Iglesia, bajo la acción del Espíritu Santo, fundamenta el deseo que la misma Iglesia tiene de vivir en cenáculo con María (Act 1,14). Guiada por el Espíritu Santo, la Iglesia vive de la palabra y de la eucaristía, se edifica como fraternidad y se orienta audazmente hacia la evangelización (cf. Act 2,42-47; 4,31-34). María está presente de modo ejemplar y activo en este proceso de maternidad.

29    ? Ver: Enc. Redemptoris Mater 52; Catechesi tradendae nn. 72-73; Dives in Misericordia n. 15. Es muy significativa, al respecto, la carta del año 1981, en la que el Papa invitaba a los obispos a un encuentro especial en Roma (y que no pudo realizarse debido al atentado sufrido en este mismo año): Lettera al Episcopato della Chiesa cattolica per il 1600º anniversario del 1º concilio di Costantinopoli e per il 1550º anniversario del concilio di Efeso: AAS 73 (1981) 513-527.

30    ? Los estudios sobre el Espíritu Santo y María dan material abundante para ampliar el tema hacia la misión de la Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo. Resumo el tema (incluyendo bibliografía sobre el Espíritu Santo y la misión de la Iglesia) en: L'azione dello Spirito Santo nella maternità e missionarietà della Chiesa, en: Credo in Spiritum Sanctum (Lib. Edit. Vaticana 1983) 1293-1306. Ver más bibliografía en: D. FERNANDEZ, A. RIVERA, Boletín sobre el Espíritu Santo y María: Ephemerides Mariologicae 28 (1978) 265-273.

31    ? Oración por el concilio: AAS 51 (1959) 382; Const. Apostólica Humanae salutis: AAS 54 (1962) 5-13. El tema de una acción nueva del Espíritu Santo en la Iglesia aparece en otros documentos: SC 43; EN 75; RH 18, etc.

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El mismo Espíritu Santo, que hizo madre a María siempre Virgen, hace misionera y madre a la Iglesia. La maternidad eclesial, como fecundidad apostólica, es, pues, obra del Espíritu Santo. Efectivamente, el Espíritu Santo "guía la Iglesia a toda la verdad... la unifica en comunión y ministerio... Con la fuerza del evangelio rejuvenece a la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo" (LG 4).

La acción del Espíritu Santo, que guía a la Iglesia en todo el proceso de maternidad apostólica, la constituye en "instrumento eficaz" de vida divina. Por esto, "la comunidad eclesial ejerce una verdadera maternidad para conducir las almas a Cristo" (PO 6). De ahí deriva la actitud espontánea de la Iglesia de "identificarse" con María en la anunciación y de sentirla siempre presente en el cenáculo de cada comunidad apostólica (cf. LG 65).

La venida del Espíritu Santo no se limita, pues, a la comunidad eclesial, sino que, por medio de ella, se prolonga en toda la humanidad. Por el Espíritu Santo, la Iglesia, a imitación de María, se hace madre y evangelizadora de todos los pueblos (cf. Act 10,45; 11,15.18).

3. Dimensión mariana de la vida y del ministerio del apóstol

El "sentido" y amor de Iglesia, que equivale a la conciencia fiel de ser Iglesia "misterio" (signo de Cristo) y "comunión" (fraternidad), lleva necesariamente a responsabilizarse de la "misión" materna de la Iglesia. La relación con María nace espontáneamente en el corazón del apóstol y de la comunidad que quiere vivir su realidad de ser Iglesia madre y misionera.

La dimensión mariana de la misión hace redescubrir y vivir la naturaleza misionera y materna de la Iglesia (Gal 4,4, 4,19; 4,26). Por esto, así como María "ayudó con sus oraciones a la Iglesia naciente", sigue ayudando también a la Iglesia de cada época para que "todas las familias de los pueblos... lleguen a reunirse felizmente en paz y concordia, en un solo Pueblo de Dios" (LG 69). El apóstol vive su entrega a la misión como "amor maternal" a ejemplo de María (LG 65; RMi 92)

Toda renovación eclesial, bajo la acción del Espíritu Santo, se realiza en el paradigma del Cenáculo. María sigue presente de modo activo y materno en la vida y en ministerio del apóstol: "Como los Apóstoles después de la Ascensión de Cristo, la Iglesia debe reunirse en el Cenáculo 'con María la Madre de Jesús' (Act 1,14), para implorar el Espíritu Santo y obtener fuerza y ardor para cumplir el mandato misionero. También nosotros, mucho más que los Apóstoles, tenemos necesidad de ser transformados y guiados por el Espíritu" (RMi 92).32

A) María en el camino de la vocación apostólica

32    ? Ver la dimensión misionera de la doctrina mariana en el aparto 2 de este capítulo (estudios de la nota 17). La espiritualidad misionera del apóstol tiene fundamentación mariana: O. DOMINGUEZ, María modelo de la espiritualidad misionera de la Iglesia: Omnis Terra n. 86 (1979) 226-241; J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1994) cap. VIII (espiritualidad mariana del apóstol); A. LAURAS, La Vierge Marie dans la vie de l'apotre: Cahiers Marials 5 (1961) 211-216; S. MEO, Maria stella dell'evangelizzazione, en: L'Annuncio del Van gelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1977) 763-778.

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La vocación de todo cristiano es una llamada a la santidad, es decir, "a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG 40). Y es también llamada a la misión de anunciar a Cristo para ser sus "testigos hasta los confines de la tierra" (Act 1,8).33

María es modelo de respuesta a la vocación (cf. Lc 1,38) y de fidelidad a la misión (cf. Lc 1,40-41). Es "la mujer" (Jn 2,4), modelo de fe en la comunidad eclesial (cf. Lc 8,19-21). "En íntima unión con Cristo, María, la Virgen Madre ha sido la criatura que más ha vivido la plena verdad de la vocación, porque nadie como Ella ha respondido con un amor tan grande al amor inmenso de Dios" (PDV 36). Por esto, "con su ejemplo y mediante su intercesión, la Virgen santísima sigue vigilando el desarrollo de las vocaciones... en la Iglesia" (PDV 82).

La ejemplaridad y la ayuda materna de María en la vocación del apóstol tiene lugar desde el inicio del seguimiento evangélico, como actitud de fe, de desprendimiento y de asociación a Cristo. En el milagro de Caná, donde María manifestó su fidelidad incondicional al Señor ("haced lo que él os diga": Jn 2,5), "Jesús manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él" (Jn 2,11). Esta fe se convirtió en seguimiento: "después estos, bajó a Cafarnaún con su Madre, sus hermanos y sus discípulos" (Jn 2,12).

La presencia activa de María en el camino vocacional, se convierte en ayuda de la acción salvífica:

- en el inicio del camino vocacional como en la santificación del Precursor y en la fe de los primeros discípulos (Lc 1,15.41; Jn 2,11),- en el seguimiento apostólico que incluye la intimidad con Cristo y la misión (Jn 2,12; Mc 3,14),- en los momentos de dificultad, cuando es necesario vivir el misterio de la cruz (Jn 19,25-27),- en los períodos de renovación por las nuevas gracias del Espíritu Santo (Act 1,14; 2,4).

La fidelidad a la propia vocación apostólica produce el gozo de saberse amado y capacitado para amar. Es el "gozo" que canta María en el "Magnificat" (Lc 1,47), partícipe de la misma "espada" o suerte de Cristo, como "gozo en el Espíritu" (Lc 10,21), que ayuda a superar los momentos de soledad y de fracaso humano para transformarlos en misterio de Pascua (Jn 12,24ss; 16,20-22).

La ejemplaridad e "influjo salvífico" (LG 60) y materno de María llega a cada vocación según su especificidad espiritual y misionera. En la vocación laical, la línea misionera se dirige hacia la inserción en las estructuras humanas, como fermento evangélico, según la propia responsabilidad y en comunión con la Iglesia (cf. LG 31; GS 43; CFL 64). "El modelo de esta espiritualidad apostólica es la Santísima Virgen María", puesto que, "mientras vivió en este mundo una vida igual a los demás, llena de preocupaciones y trabajos familiares, estaba constantemente unida con su Hijo y cooperó de modo singularísimo a la obra del Salvador" (AA 4). Los laicos, pues, imitan a María y "encomiendan su vida apostólica a su solicitud materna" (ibídem).34

33    ? Ver el tema de la vocación misionera en el capítulo XI de nuestro estudio. En toda vocación cristiana, María es modelo y ayuda: J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1994) cap. VII (espiritualidad mariana de las diversas vocaciones); R. SANCHEZ CHAMOSO, María y la vocación en la Iglesia: Seminarios 33 (1987) 221-246.

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La vocación a la vida consagrada se concreta en el seguimiento evangélico radical, como "género de vida virginal que Cristo Señor escogió para sí y que la Virgen Madre abrazó" (LG 46; cf. RD 17)). Esta consagración radica en la consagración bautismal, expresando "su plenitud" (PC 5). Es amor de totalidad a Cristo y a la Iglesia (cf. LG 44). Se concreta en la práctica permanente de los consejos evangélicos, vividos con cierta ayuda fraterna y apuntado hacia la disponibilidad misionera. Es consagración y misión. Así "consiguen la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios" (can. 573, pár. 1).35

María es "modelo" de la vida consagrada, puesto que "ella es la más plenamente consagrada a Dios; consagrada del modo más perfecto; su amor esponsal alcanza el culmen en la Maternidad divina por obra del Espíritu Santo" (RD 17). En María y en la Iglesia, "la maternidad es fruto de la donación total a Dios en la virginidad" (RMa 39). Por esto la consagración se hace maternidad en la misión: "la virginidad por el Reino se traduce en múltiples frutos de maternidad según el Espíritu" (RMi 70). Por esto, la vida consagrada es "un reflejo de la presencia de María en el mundo".36

La vocación sacerdotal corresponde a quienes reciben el sacramento del Orden, para "representar sacramentalmente a Jesucristo Cabeza y Buen Pastor" (PDV 15-16) y, por tanto, "obrar en su nombre" o "en persona de Cristo Cabeza" (PO 2). Ello comporta la participación en el ser sacerdotal de Cristo, la prolongación de su obrar sacerdotal y la transparencia de su estilo de vida de Buen Pastor.37

34    ? Ver: CFL 64; CT 73; FC 86; MD 2ss. Sobre la vocación misionera del laicado, ver el capítulo XI n.1 C. La línea de "secularidad" en la misión de los laicos, enraíza en el misterio de la Encarnación. La vivencia del misterio de María ayudará a profundizar en esta línea de inserción: "La Iglesia, meditando piadosamente sobre María y contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, llena de reverencia, entra más a fondo en el soberano misterio de la encarnación" (LG 65).

35    ? Ver el tema de la vocación a la vida consagrada, en relación con la misión, en el capítulo XI n.1 C.

36    ? Carta de Juan Pablo II a los Religiosos (1988). La acción apostólica de la Iglesia y especialmente de la vida consagrada, es maternidad eclesial a imitación de la Virgen: "María lleva al Cenáculo de Pentecostés la nueva maternidad... esta maternidad, como figura, debe pasar a toda la Iglesia... Quienes se dedican a la vida apostólica..., con María, sabrán compartir la suerte de sus hermanos y ayudar a la Iglesia en la disponibilidad de un servicio para la salvación del hombre" (ibídem). Ver: AA.VV., María en la vida religiosa. Compromiso y fidelidad (Madrid, Inst. Teológico Vida Religiosa 1986); L.M. DE CANDIDO, Vida consagrada, en: Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas 1988) 1924-1956; J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1994) cap. VII, n.3; D. FERNANDEZ, María en la vida religiosa: Ephemerides. Mariologicae 36 (1986) 348-356; G. RAMBALDI, Maria nel mistero di Cristo e della Chiesa, la devozione a Maria nelle anime consacrate (Milano, Ancora 1968); A. PARDILLA, Vida consagrada. IV: María modelo de vida consagrada, en: Nuevo Diccionario Mariología (Madrid, Paulinas 1988) 1956-1977.

37    ? Ver en el capítulo XI n.1 C la vocación cristiana diferenciada, con la aplicación a la vocación sacerdotal. Ver también en ese capítulo la bibliografía sobre el sacerdocio ministerial, especialmente en relación a la misión; la responsabiidad misionera, en el cap. VI n.3 B.

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La relación de María con el sacerdote ministro se basa en este triple dato: consagración, función, vivencia. María es Madre de Cristo Sacerdote, de cuya consagración, acción salvífica y estilo de vida participa el sacerdote ministro (cf. PO 18). La consagración sacerdotal de Cristo ha tenido lugar en el seno de María (por la unión hipostática); el mismo Señor ha querido asociar a María en su acción salvífica y ha querido que ella compartiera su misma vida y misión (Lc 2,35; Jn 19,25). En este sentido, se puede comprender la afirmación frecuente en el magisterio sobre María como Madre especial del sacerdote ministro, puesto que "Cristo, moribundo en la cruz, la entregó como Madre al discípulo" (OT 8).38

B) María en la acción evangelizadora

La acción evangelizadora de todo apóstol (laico, religioso, sacerdote) consiste en prolongar la misma misión de Cristo en el tiempo y en el espacio (cf. Jn 20,21; AG 6). "Los fieles, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo", quedan "integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo" (LG 31). Como hemos visto en el apartado anterior, María está relacionada con cada vocación, sea en el camino de la santidad que en el camino de la misión.39

La presencia activa de María en la acción evangelizadora del apóstol tiene lugar en sus tres dimensiones: profética (de anuncio y testimonio), litúrgica (de celebración de los misterios de Cristo), diaconal (de servicios de caridad y de organización). En la acción apostólica:

- se anuncia a Cristo "nacido de María la mujer" (Gal 4,4),- se celebra el misterio pascual de Cristo que ha querido asociar a María (cf. Jn 19,25ss),- se comunica la vida en Cristo, de la que María es instrumento materno "en el orden de la gracia" (LG 61).

La acción apostólica de anuncio tiende a presentar a Cristo Dios, hombre, Salvador. María entra espontáneamente en este anuncio porque su virginidad deja entrever la divinidad de Jesús: es "el Hijo de Dios" (Lc 1,35), concebido "por obra del Espíritu Santo" (Mt 1,20). Su maternidad indica la realidad humana de Jesús, "nacido de la mujer" (Gal 4,4), "de la estirpe de David" (Mt 1,1; Rom 1,3). María es "la madre del Señor" (Lc 1,43).40

38    ? "Es Madre del eterno Sacerdote y, por eso mismo, Madre de todos los sacerdotes... de una manera especial siente predilección por los sacerdotes, que son viva imagen de su Jesús" (PIO XII, Menti nostrae n.124). Por esto, "conviene que se profundice constantemente nuestro vínculo espiritual con la Madre de Dios" (JUAN PABLO II, Carta del Jueves Santo 1988). Sobre la espiritualidad mariana del sacerdote, ver: G. D'AVACK, Il sacerdote e Maria (Milano, Ancora 1968); J. ESQUERDA BIFET, Teología de la espiritualidad sacerdotal (Madrid, BAC 1991) cap. XI; Idem, María en la espiritualidad sacerdotal, en: Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas 1988) 1799-1804; A. HUERGA, La devoción scerdotal a la Santísima Virgen: Teología Espiritual 13 (1969) 229-253; B. JIMENEZ DUQUE, María en la espiritualidad del sacerdote: Teología Espiritual 19 (1975) 45-59; P. PHILIPPE, La Virgen María y el sacerdote (Bilbao, Desclée 1955.

39    ? Ver el tema de la acción misionera (profética, litúrgica y hodegética) en el capítulo VII de nuestro estudio (la acción evangelizadora de la Iglesia).

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La acción apostólica de celebrar de los misterios de Cristo tiene lugar en la liturgia y, de modo especial, en la celebración eucarística. La asociación de María a Cristo, que "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21), demuestra que Dios salva al hombre por medio del hombre. Ella "se asoció con entrañas de madre a su sacrificio" (LG 58) y, de este modo, prefigura la cooperación de la Iglesia en la obra apostólica. Esta realidad salvífica tiene lugar especialmente en la celebración eucarística, donde la "epíclesis" (invocación del Espíritu Santo) recuerda la encarnación en el seno de María.41

La acción apostólica de construir la comunidad en la comunión se realiza con los servicios proféticos (anuncio y testimonio), litúrgicos y hodegéticos (de dirección, animación, caridad). La comunidad se construye en la unidad, como la primera comunidad eclesial, "con María, la Madre de Jesús" (Act 1,14), escuchando la palabra, orando, celebrando la eucaristía y compartiendo los bienes (cf. Act 2,42-45). Esta vida de comunión, bajo la acción del Espíritu, lleva a "anunciar la Palabra con audacia" (Act 4,31). Esta acción apostólica de la comunidad es "una verdadera maternidad para conducir las almas a Cristo" (PO 6). María es el Tipo de esta maternidad apostólica de la Iglesia (cf. LG 65).

C) María en la vida del apóstol

La vida "espiritual" del apóstol, como "vida según el Espíritu" (Rom 8,9), se puede concretar en la caridad pastoral, a imitación de Cristo Buen Pastor. Es, pues, vida profundamente relacionada con Cristo, en comunión de hermanos, para compartir su misma vida y para prolongar su misión y acción salvífica. Se participa en la "consagración" y "misión" de Cristo por el Espíritu Santo (Lc 4,18; cf. Jn 20,21-23).

Esta espiritualidad del apóstol queda matizada por la misión; por esto se llama espiritualidad misionera. Los trazos fundamentales de esta espiritualidad tiene un marcado acento mariano:

- "plena docilidad al Espíritu" (RMi 87) con el ejemplo y ayuda de María (Lc 1,35.39-45),- "comunión íntima con Cristo" (RMi 88) como María "la mujer" asociada a la obra salvífica del Señor (Jn 2,4; Lc 2,35),- "ardor de Cristo por las almas" como "hombre de la caridad" (RMi 89) a ejemplo de la maternidad de María (Jn 19,25-27; Gal 4,4-19),- "anhelo de santidad" como fidelidad a la Palabra y a la voluntad divina (RMi 90) siguiendo la pauta mariana (Lc 1,38; Jn 2,5),- "fidelidad a la Iglesia" (RMi 90) en estrecha unión a quien es Tipo de la Iglesia (Apoc 12,1),- ser "contemplativo en la acción" (RMi 91) "meditando la Palabra en el corazón" como María (Lc 2,19.51).42

40    ? Ver el tema de María en el primer anuncio del evangelio, en el n.1 del presente capítulo.

41    ? AA.VV., Marie et l'Eucharistie: Etudes Mariales 36-37 (1979-1980) 5-141; T.M. BARTOLOMEI, Le relazioni di Maria alla Eucaristia, considerata come sacramento e come sacrificio: Ephemerides Mariologicae 17 (1967) 313-336; M. GARCIA MIRALLES, María y la Eucaristía: Estudios Marianos 13 (1963) 469-473; M.J. NICOLAS, Fondement théologique des rapports de Marie avec l'Eucharistie: Etudes Mariales 36-37 (1979-1980) 133-141. Sobre la piedad mariana popular: cap. VIII 1 C (nota 16). María en el ecumenismo: cap. VIII 3 C.

42    ? Ver el tema de la espiritualidad misionera en el capítulo X de nuestro

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La presencia activa y materna de María es una realidad, tanto en el camino de la vocación (cf. A), como en la acción apostólica (cf. B) y en la vida personal y comunitaria del apóstol. La vida del apóstol está jalonada de signos de esta presencia mariana, desde el despertar de la vocación (Jn 2,11-12), hasta los momentos de dolor fecundo (Jn 19,25-27; Gal 4,4.19) y de nuevas gracias del Espíritu Santo (Act 1,14; 2,3).

María sigue influyendo, con su testimonio e intercesión, en la fe apostólica de la Iglesia y de todo evangelizador: "Esta fe de María... precede el testimonio apostólico de la Iglesia y permanece en el corazón de la Iglesia" (RMa 27). El modelo mariano de la fe (Lc 1,45) sigue influyendo en los apóstoles de todos los tiempos (cf. Jn 2,11; 20,29).

La actitud mariana del apóstol se convierte en "unidad de vida" (PO 14), que armoniza vida interior y acción externa, siguiendo el ejemplo y las indicaciones de María: "hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38), "haced lo que él os diga" (Jn 2,5). La santificación por medio de los ministerios tiene lugar desde esta búsqueda de la voluntad del Padre, a imitación de Cristo Buen Pastor (cf. Jn 10,18). La actitud apostólica a imitación de María se concreta en:

- apertura a los planes salvíficos de Dios (Lc 1,28-29.38),- fidelidad a la acción del Espíritu (Lc 1,35.39-45),- contemplación de la Palabra (Lc 1,46-55; 2,19.51),- asociación esponsal a Cristo (Lc 2,35; Jn 2,4)- donación sacrificial con Cristo Redentor (Jn 19,25-27),- tensión escatológica hacia el encuentro definitivo (Apoc 12,1; 21-22).

Jesús comparó a los Apóstoles con una madre que sufre para dar a luz (cf. Jn 16,20-22). San Pablo expresó su celo apostólico usando esta misma comparación, como dolor de madre transformado en donación para "formar a Cristo" en los demás (Gal 4,19). La figura tipo de esta maternidad, en el contexto paulino, es "la mujer" de la que nace el Hijo de Dios, para hacernos partícipes de su filiación por obra del Espíritu (Gal 4,4-7). La Iglesia es "madre" por medio de la acción apostólica, como continuación de la maternidad de María (Gal 4,26). Por esto la caridad o celo apostólico tiene estas características: "¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre; más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada predicador del evangelio, de cada constructor de la Iglesia" (EN 79).43

La misión eclesial de maternidad se actualiza en todas las épocas con la fidelidad a las nuevas gracias del Espíritu Santo. Así se comprende por qué la actitud apostólica, siendo una concretización de la maternidad eclesial, debe ser un trasunto del amor materno de María: "María es modelo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres" (LG 65; RMi 92).44

estudio, especialmente el n.3 B (la espiritualidad del apóstol "ad gentes").

43    ? Ver en este mismo capítulo XII, el n.2 B (María figura de la maternidad y sacramentalidad de la Iglesia).

44    ? AA.VV., La spiritualitá mariana della Chiesa alla luce dell'enciclica "Redemptoris Mater" (Roma, Teresianum 1988); A. LAURAS, La Vierge Marie dans la vie de l'apôtre: Cahiers Mariales 5 (1961) 211-216. Resumo doctrina con bibliografía actual en: Espiritualidad mariana de la Iglesia (Madrid, Soc.

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ORIENTACION BIBLIOGRAFICA

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* A.Mª CALERO, María en el misterio de Cristo y de la Iglesia (Madrid, Edit. CCS 1990).

María en la reflexión de la Iglesia, en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Madre virginal. La radicalmente redimida, plenamente consumada. Actualidad. En las Iglesias cristianas no católicas.

J.M. CARDA, El misterio de María (Madrid, Soc. Educ. Atenas 1986).

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María en el cristianismo, en el concilio Vaticano II, en el Antiguo y Nuevo Testamento. Madre de Dios. Madre e imagen de la Iglesia. Culto mariano.

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Naturaleza y dimensiones de la espiritualidad mariana. En el camino de la contemplación, perfección, misión, oración. En las diversas vocaciones. Espiritualidad mariana del apóstol. Espiritualidad popular.

- Dimensión misionera de los temas marianos: Euntes Docete 32 (1979) 87-101.

Educ. Atenas 1994) cap. VIII (espiritualidad mariana del apóstol). Ver también los estudios citados en la nota 32 y en el n.3 A, del presente capítulo: María en relación con las diferentes vocaciones.

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- Maria en la missió de l'Església (Barcelona, Facultat de Teologia 1981).

- La gran señal, María en la misión de la Iglesia (Barcelona, Balmes 1983).

- Teología de la espiritualidad sacerdotal (Madrid, BAC 1991) cap. XI (María, Iglesia y sacerdocio).

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S. VERGES, María en el misterio de Cristo (Salamanca, Sígueme 1972).

Nota: Ver otras fichas bibliográficas en este capítulo: "Kerigma" (nota 2-3); Mateo (nota 4-5); Lucas (nota 5); Juan (nota 6); Pablo (nota 7 y 24); manuales de mariología (nota 9); María asociada a Cristo (nota 11); maternidad espiritual de María (nota 12); mediación mariana (nota 13); virginidad de María (noa 14); santidad de María (nota 15); Inmaculada y Asunta (nota 16); en la misión de la Iglesia (nota 17); Tipo de la Iglesia (nota 19); Madre de la Iglesia (nota 20); Espíritu Santo y María (nota 30); espiritualidad de la Iglesia (nota 32); en el camino de la vocación (nota 33); en la vida religiosa (nota 36); en la vida sacerdotal (nota 38); Eucaristía y María (nota 41).

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INDICE DE MATERIAS

Nota: Nos remitimos a la división numérica de los capítulos respectivos. Por ejemplo: cap. IV, 3, B = Capítulo IV, número 3, letra B.

Acción evangelizadora: De Cristo cap. I, 2. De la Iglesia cap. VII. Fidelidad al Espíritu cap. V, 3, C. Acción misionera específica cap. VII, 1. Anuncio, celebración y servicios cap. VII, 2. De la comunidad eclesial cap. VII, 3. Presencia mariana cap. XII, 3, B.

Ad Gentes: cap. II, 4, B-C; , 1, C.

Africa: cap. II, 3, A.

Agentes: De la acción evangelizadora cap. VI, 3.

Alianza: cap. I, 1, B; 2, C.

Ambitos nuevos: Perspectivas nuevas de la misión cap. II, 3, B-C; cap. VI, 2, A.

América Latina: cap. II, 3, A; 4, C.

Amor: De Dios, fuente de la misión cap. III, 1, C. Mundo amado por el Padre cap. IV; 1, C.

Animación misionera: Significado y medios cap. IX, 2; servicios cap. IX, 3; coordinación cap. IX, 3, C. Obras Misionales Pontificias cap. IX, 3, C.

Antiguo Testamento: Misión preanunciada cap. I, 1, B.

Antropología: cap. I, 3; IV, 1, B-C; VI, 2, A; VII, 2, C. Ver Culturas.

Anuncio: La Buena Nueva y el Reino cap. I, 2, A; cap. VII, 1, A. "Kerigma" o primer anuncio cap. III, 2, B; cap. VII, 1, A. Anunciar a Cristo Dios, hombre, Salvador cap. IV, 3. Anuncio y testimonio cap. VII, 2, A. Anuncio y diálogo cap. VIII, 3, A.

Año litúrgico: cap. VII, 2, B.

Apóstol: Significado cap. IV, 2. Misión del Espíritu cap. V, 3. Los doce apóstoles cap. VI, 3, A. Espiritualidad cap. X, 3, B; XI, 1, A. Aspecto mariano cap. XII, 3.

Apostolado: v. Acción apostólica, evangelización, misión.

Arciprestazgo: cap. VII, 3, B; IX, 1, A.

Asia: cap. II, 3, A.

Bautismo: Llamada al bautismo cap. VII, 1, A. Vida nueva cap. III, 3, A. Ver Sacramentos.

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Bienaventuranzas: En la predicación y vida de Jesús cap. I, 2; IV, 1. Anuncio cap. VII, 2, A. Signo evangelizador cap. VIII, 2, C; X, 2, C; 3, C. En la vocación cristiana y misionera cap. XI, 1.

Budismo: cap. VIII, 2, A.

Buen Pastor: cap. I, 2, C; X, 2, B.

Caridad: De Cristo cap. I, 2, C. Servidores de la caridad cap. VII, 2, C; IX, 3. Caridad pastoral del sacerdote cap. XI, 2, C, c. Ver Amor, Dios Amor.

Carismas: Armonía de carismas cap. VII, 3, B. Ver Espíritu Santo.

Catecumenado: Camino bautismal cap. VII, 1, A.

Catecismo de la Iglesia Católica: cap. II, 4, C; VI, 2, C.

Catequesis: Catequistas cap. VI, 3, B, c. En la acción evangelizadora de la Iglesia cap. VII, 2, A; 3, B.

Celo apostólico: Cap. I y IV 1-2. Ver Caridad.

Cenáculo: Ver Espíritu Santo, María.

Código de Derecho Canónico: Contenido misionero cap. II, 4, C.

Colegialidad Episcopal: Ver Obispo.

Comunidad eclesial: Pertenecer a ella cap. VII, 1, A. Construir la comunidad cap. VII, 3. Hacerla misionera cap. IX 1. Comunidades de base cap. VII, 3, A. Ver Comunión.

Comunidades eclesiales de base: cap. VII, 3, A.

Comunión eclesial:Misterio de comunión cap. III, 2, A. Construir la comunión cap. III, 3, B. En el corazón cap. III, 3, A. En la comunidad eclesial cap. III, 3, B. En la comunidad humana cap. III, 3, C. Fuerza evangelizadora cap. VII, 3, C. Armonía entre vocaciones, ministerios y carismas cap. VII; 3, B. En el seguimiento cap. XI, 1, A.

Concilio: Cap. II, 4, B.

Conferencias Episcopales: Cap. VI, 3, A, C. Ver Obispos.

Confirmación: Sacramento de iniciación cap. VII, 1, A.

Confucianismo: cap. VIII, 2, A.

Congregación evang. de los pueblos: Historia cap. II, 3, A. Dirigir y coordinar esfuerzos misioneros cap. VI, 3, C; cap. IX, 3, A-C.

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Consejos evangélicos: v. Seguimiento, Vida consagrada.

Consejos pastoral y presbiteral: cap. VII, 3, B; IX, 1, A.

Contemplación: En los nuevos ámbitos de la misión cap. II, 3, C. Elemento básico en la espiritualidad misionera cap. X, 3, C. En la espiritualidad del apóstol cap. X, 3, B. Peculiaridad de la experiencia religiosa cristiana cap. VIII, 2, C.

Contextualización: Cap. IV, 3, D. Ver Inculturación.

Conversión: Llamada a la conversión cap. VII, 1, A.

Cooperación:En la acción misionera cap. VII, 3, B. En la animación misionera cap. IX, 2-3.

Coordinación: Coordinar los esfuerzos misioneros cap. VI, 3, C. En la animación misionera cap. IX 3, C. Ver Cooperación.

Cristianismo: Peculiaridad cap. VIII, 1-2.

Cristo: Enviado, evangelizador, Salvador cap. I. Cristo Dios, hombre, Salvador cap. IV, 3. Maestro, Sacerdote, Pastor, Rey cap. IV, 3, C. Ver Jesús.

Cristología:Problemática misionera cap. II, 2, B. Dimensión cristológica de la misión cap. IV. Cristología en clave misionera cap. IV, 3, D.

Cruz: Cap. III, 1, B; cap. IV, 1, A. Dimensión misionera cap. X, 3, B.

Culto: v. Liturgia.

Culturas: Misión que trasciende las culturas cap. IV, 1, B. Evangelizar las culturas cap. VIII, 1. Ver Inculturación.

Derecho canónico: cap. II, 4, C.

Diálogo: Diálogo y anuncio cap. VIII, 3, A. Diálogo interreligioso cap. VIII, 3, B. Diálogo ecuménico cap. VIII, 3, C.

Diócesis misionera: v. Iglesia particular.

Dios Amor: Fuente de la misión cap. III, 1. Anuncio cap. IV, 3, A.

Discernimiento: v. Espíritu Santo, Vocación.

Distribución de apóstoles: cap. VI, 3, B.

Eclesiología: Problemática misionera cap. II, 2, B. Eclesiología en clave misionera cap. VI, 2, C. Ver Iglesia.

Ecumenismo: Por parte de todos cap. VII, 3, A. Naturaleza, posibilidades, valor misionero, diálogo ecuménico cap. VIII, 3, C. Aspecto mariano cap. VIII, 3, C.

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Encarnación:Misterio cap. I; III, 2, B; IV, 3, D; VII, 2, C. Unción del Espíritu cap. V, 1, C. Ver Jesús, Inculturación.

Encíclicas: Preconciliares cap. II, 4, A. Postconciliares cap. II, 4, C.

Envío: Cap. IV, 2, A. Ver Misión.

Escatología: Iglesia escatológica cap. VI, 1, C.

Escritura: Base bíblica de la misión de Cristo cap. I; V, 1, A.

Esperanza: Mesiánica cap. I, 1, B. Predicación de Jesús cap. I, 1, C; 2, A. Naturaleza cap. VI, 1, C. El anuncio de la esperanza cap. VII, 1, A; 2, C. Actitud del apóstol cap. X, 3, B-C. Ver Escatología.

Espíritu Santo: Jesús enviado con la fuerza del Espíritu cap. I, 1, C. Dimensión pneumatológica de la misión cap. V. En la misión de Jesús cap. V, 1. En la misión de la Iglesia cap. V, 2. En la misión del apóstol cap. V, 3. Textos escriturísticos cap. V 1, A. Unción y misión cap. V, 1, B-C y 3, A. Discernimiento cap. V, 3, B. Fidelidad cap. V, 3, C. En la espiritualidad misionera cap. X, 2, C. En relación con María cap. XII, 2, C.

Espiritualidad misionera: Teología espiritual misionera cap. II, 2, C. Significado, dimensiones, datos fundamentales, documentos cap. X. En relación con la no cristiana cap. X, 3, C. Mariana cap. XII, 3, C. Ver Espíritu Santo, Oración, Vocación.

Estadísticas: cap. II, 3, B.

Eucaristía: Principio de unidad cap. III, 3, B. Celebración de los misterios de Cristo cap. VII, 2, B.

Evangelii Nuntiandi: cap. II, 4, C; X, B. Ver Magisterio.

Evangelización: Conceptos, objetivo, dimensiones, documentos cap. II, 1. Evolución y problemática cap. II, 2. Nuevas situaciones cap. II, 3. Magisterio cap. II, 4. Urgencia cap. IV, 2, C. Evangelizar a los pobres cap. V 1, C; 2, C. En relación a las culturas y religiones cap. VIII. Espiritualidad cap. X, 1, B. Ver Acción evangelizadora, Nueva Evangelización.

Experiencia de Dios: Ver Contemplación.

Experiencia religiosa: Experiencia cristiana y no cristiana cap. VIII, 2, B-C.

Familia: En la Iglesia cap. VII, 3, A.

Fe: Llamada a la fe cap. VII, 1, A. Fe y culturas cap. VIII, 1, A. Gratitud cap. X, 3, A.

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Figuras misioneras: v. Historia.

Formación misionera: Formación misionológica cap. II, 3, C. Significado e importancia cap. IX 2, B. Humana, espiritual, intelectual, pastoral cap. XI, 3, B. Formación misionera específica cap. XI, 3, C. Permanente cap. XI, 3, D.

Fraternidad: v. Comunidad.

Gloria de Dios: Objetivo de la misión cap. II, 1, B. Glorificación de la Trinidad cap. III, 3.

Gozo: Del Espíritu cap. V, 3, B. Ver Esperanza.

Gracia: Cap. III, 2, C; 3, A. Vida nueva cap. I, 3, B. Plenitud en Cristo cap. VII, 2, C.

Hebraísmo: cap. VIII, 2, A.

Hechos de los Apóstoles: Cap. V, 2, B.

Hinduismo: cap. VIII, 2, A.

Historia: Etapas y lecciones cap. II, 3, A. Proceso de inculturación cap. VIII, 1, C.

Hombre: Cristo Salvador del hombre cap. I, 3; IV, 3; VII, 2, C; VIII, 1, A.

Iglesia particular: Responsable de la misión cap. VI, 3, A; VII, 3, A. Coordinación cap. IX, 3 C.

Iglesia: En el Vaticano II cap. II, 4, B. Misión trinitaria cap. III, 2. Misterio y comunión cap. III, 2, A; 3, B; cap. VI, 1, B. Enviada por Jesús cap. IV, 2. Bajo la acción del Espíritu cap. V, 2. Esposa cap. V, 2; VI, 1, A. Madre, Cuerpo, Pueblo, cap. VI, 1, A. Catolicidad y apostolicidad cap. VI, 1, B. Dimensión eclesiológica da la misión cap. VI. Naturaleza misionera cap. VI, 1. Sacramento universal de salvación cap. I, 4, B; VI, 2. Responsables y agentes de la misión cap. VI, 3. Escatológica cap. VI, 1, C. Evangelizada y evangelizadora cap. VII, 2. Sacramentalidad cap. VII, 2, B. Familia solidaria cap. VII, 3, A. María en la misión de la Iglesia cap. XII, 2. Ver Comunión, Iglesia particular, Implantación.

Implantación de la Iglesia: Acción evangelizadora cap. VII. 1. B.

Inculturación: Evangelio y culturas cap. VIII, 1, A. Evangelización e inculturación cap. VIII, 1, B. Proceso de inculturación cap. VIII, 1, C. Diálogo y anuncio cap. VIII, 3.

Infancia misionera: Significado y objetivo cap. IX, 1, A; 3, B.

Información misionera: Significado e importancia cap. IX, 2, B.

Inhabitación: Cap. III, 3, A.

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Iniciación cristiana: v. Bautismo, catecumenado, confirmación.

Institutos misioneros: Naturaleza y coordinación cap. VI, 3, C; IX, 3, C; XI, 2, B-C.

Islam: cap. VIII, 2, A.

Israel: Cap. I, 1, B; VIII, 2, A.

Jerarquía: Dirigir y coordinar la misión cap. IX, 3, A. Ver Papa, Obispos, Iglesia particular.

Jesús:Evangelizador cap. I. Enviado cap. I, 1. Acción evangelizadora cap. I, 2. Salvador y Redentor universal cap. I, 3; cap. III, 2, C; cap. IV, 3, C. Su donación cap. I, 2, C. Conciencia misionera cap. I, 1, A. Misión trinitaria de Jesús cap. III, 1. Mandato misionero cap. IV. Misión sin fronteras cap. IV 1. Enviado por el Espíritu cap. V, 1.

Justicia: v. Promoción humana.

Juventud: Pastoral de la juventud cap. IX, 1, B.

Kerigma: Primer anuncio cap. III, 2, B; VII, 1, A. Aspecto mariano cap. XII, 1.

Laicado: Vocación laical cap. XI, 1, C. Responsables de la misión cap. VI, 3, B. Pastoral vocacional cap. IX, 1, C. Aspecto mariano cap. XII, 3, A.

Liberación: Promoción humana y liberación cap. VII, 2, C.

Liturgia: Celebración de los misterios cap. VII, 2, B. Inculturación cap. VIII, 1, C.

Magisterio: Documentos cap. II, 4. Encíclicas preconciliares cap. II, 4, A. Documentos conciliares cap. II, 4, B. Postconciliares cap. II, 4, C. Contenidos comparados cap. II, 4, D.

Mandato misionero:Misión de Jesús cap. IV, 1. Misión comunicada a la Iglesia cap. IV, 2. Misión de anuncio universal cap. IV, 3.

María:En relación con la eclesiología cap. VI, 2, C. En el primer anuncio cap. XII, 1, A-B. Contenido misionero de los títulos marianos cap. XII, 1, C. En relación a la Iglesia madre, sacramento, misionera cap. VI, 1, A; XII, 2. Acción del Espíritu Santo cap. XII, 2, C. En las diversas vocaciones cap. XII, 3, A. En la acción evangelizadora cap. XII, 3, B. En la vida del apóstol cap. XII, 3, C. Piedad popular cap. VIII, 1, C. Ecumenismo cap. VIII, 3, C.

Martirio: Persecuciones cap. II, 3, A. En la espiritualidad del apóstol cap. X, 3, B. En la historia de la evangelización cap. II, 3, A.

Matrimonio: Ver Familia.

Medios de comunicación: cap. IX, 2, B.

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Migraciones: cap. II, 3, C.

Ministerios:En la acción evangelizadora cap. VII, 2. Armonía y equilibrio pastoral cap. VII, 3, B.

Misericordia: Dios Amor cap. III, 1. Del Padre cap. IV 1, C. De Jesús cap. IV, 1, A.

Misiografía: Cap. II, 3, B; VI, 2, A.

Misión: Jesús enviado cap. I, 1. En el A. y N.T. cap. I, 1, B-C. Objetivo cap. II, 1, B. Dimensiones teológicas cap. II, 1, C. En el magisterio cap. II, 1, D; cap. II, 4. Eterna y temporal cap. III, 1, B. Universalismo cap. IV, 1. Dimensión trinitaria cap. III. Dimensión cristológica cap. IV. Dimensión pneumatológica cap. V. Dimensión eclesiológica cap. VI. Responsables y agentes cap. VI, 3.

Misionero: Cap. X, 3, B. Ver Institutos, Vocación.

Misionología: Ciencia sobre la misión cap. II, 2, A. Problemática actual cap. II, 2, B. Teología, pastoral y espiritualidad cap. II, 2, C. Formación cap. IX, 2, B.

Misionero: v. Historia. Cap. X, 3, B; XI, 2.

Misterio pascual: Cap. III, 2 B; V, 1, C; VI, 2, B; VII, 2, B. Ver Anuncio, Liturgia.

Modelos apostólicos: Pedro y Pablo cap. IV, 2, D.

Moral: Cap. I, 3, B; VIII, 2, C. Ver Santidad.

Movimientos:Laicales cap. VI, 3, B, c. En la cooperación misionera cap. IX, 3, A.

Mujer: Cap. IV, 1, B; 3, B, b.

Nueva Evangelización: Cap. II, 2, C; 3, C; V, 2, C; VII, 3, C.

Nueva religiosidad: cap. VIII, 2, A.

Obispos: Responsables de la misión cap. VI, 1, A.

Obras Misionales Pontificias: Significado y prioridad en la animación cap. IX, 2, A; 3, B-C.

Oración: Medio de evangelización cap. IX, 2, A. Elemento básico de la espiritualidad cap. X, 2, B-C; 3, C. Contemplativa cap. X, 3, C. En la espiritualidad del apóstol cap. X, 3, B. Peculiaridad de la experiencia religiosa cristiana cap. VIII, 2, C.

Pablo: Cap. III, 2, B; IV, 2, D; V, 3, A.

Padre:Misión del Padre cap. I, 1, A. Envía a Jesús cap. I, 1, C. Fuente de la misión cap. III, 1, C. Amor del Padre cap. IV,, 1, C.

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Padre nuestro: Cap. IV, 1, C.

Palabra: v. Anuncio, kerigma.

Papa: En la misión de la Iglesia cap. VI, 3, A.

Parroquia: En la armonía de ministerios cap. VII, 3, B; IX 1, A.

Pascua: Ver Misterio Pascual, Resurrección.

Pastoral: Teología pastoral misionera cap. II, 2, C. De la juventud cap. IX, 1, B. De las vocaciones cap. IX, 1, C; cap. XI, 3, A. De la familia cap. VII, 3, A. De conjunto cap. VII, 3, B-C; IX, 1, A; 3, C. Ver Acción evangelizadora.

Pastoral vocacional: General cap. IX, 1, C. Vocaciones misioneras cap. XI, 3, A.

Pedro: Cap. III, 2, B; IV, 2, D; VI, 3, A.

Pentecostés: Cap. V, 2, B-C; XII, 2, C.

Perfección: Ver Santidad.

Piedad popular: cap. VIII, 1, C. Ver Religión.

Plantatio Ecclesiae: Ver Implantación.

Pneumatología: Ver Espíritu Santo.

Pobres: Evangelizar a los pobres cap. V, 1, C; 2, C. Promoción humana cap. VII, 2, C. En la espiritualidad misionera cap. X, 2, C.

Pobreza: De Jesús cap. I, 2, B; IV, 3, A. Seguimiento evangélico cap. XI, 1, A.

Predicación: v. Anuncio.

Problemática: Misionología actual cap. II, 2, B. Situaciones nuevas y problemática práctica cap. II, 3, B.

Progreso: v. Promoción.

Promoción humana: Como acción apostólica cap. VII, 2, C. Ver Pobres.

Propagación de la Fe: Ver Congregación de la Evangelización.

Providencia: Cap. XI, 1, A.

Puebla: Cap. II, 4, C.

Reconciliación: v. Sacramentos.

Redemptoris Missio: cap. II, 3, C; 4, C; X, 1, C.

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Redención: Realizada por Cristo cap. I, 3, C; III, 2, B; IV, 3, D.

Reino:Anunciado por Jesús cap. I, 2, A. Por la Iglesia cap. VII, 1, A.

Religión: Naturaleza y diversidad cap. VIII, 2, A. Experiencia religiosa cristiana y no cristiana cap. VIII, 2, B-C.

Religiones: Naturaleza y fenomenología cap. VIII, 2. Misión que trasciende las religiones cap. IV, 1, B. Evangelización y religiones cap. VIII, 2. Religiones tradicionales, Hinduismo, Budismo, Taoísmo, Confucianismo, Shintoísmo, Hebraísmo, Islam, Sectas, Nueva religiosidad cap. VIII, 2, A. Diálogo cap. VIII, 3, B.

Religiones tradicionales: cap. VIII, 2, A.

Religiosos: Vocación religiosa cap. XI, 1, C; 2, C. Responsables de la misión cap. VI, 3, B. Pastoral vocacional cap. IX, 1, C. Aspecto mariano cap. XII, 3, A.

Renovación: De la Iglesia cap. VII, 2.

Responsables y agentes: De la acción evangelizadora cap. VI, 3.

Resurrección Cap. I; III, 2, B; V, 1, C.

Revelación: Misión revelada cap. I, 1-3. Cristiana cap. I; VIII, 2, C.

Sacerdotes: Responsables de la misión cap. VI, 3, B. Pastoral vocacional cap. IX; 1, C. Vocación cap. XI, 2, C. Aspecto mariano cap. XII, 3, A. Diocesano y religioso cap. VI, 3, B.

Sacramento universal de salvación: Ver Iglesia.

Sacramentos:Signos salvíficos cap. I, 2, B. Celebración de los misterios cap. VII, 2, B. Ver Bautismo, Eucaristía.

Sacrificio: Por la sangre de Cristo cap. I, 2, C. En la espiritualidad del apóstol cap. X, 3, B. Como medio de cooperación misionera cap. IX, 2, A. Ver Cruz.

Salvación: Jesús Salvador universal cap. I, 3, C. Por medio de la Iglesia cap. III, 2, C. Sacramento universal de salvación cap. VI, 2. Plenitud salvífica en Cristo cap. VII, 1, C. Salvación y religiones cap. VIII, 2, A. Cristiana cap. VIII, 2, C.

San Pedro Apóstol: Obra Misional cap. IX, 3, B.

Santidad: Plenitud en Cristo cap. VII, 1, C. Ver Espiritualidad, Gracia.

Santo Domingo: Cap. II, 4, C.

Santos Padres: Cap. II, 3, A.

Sectas: cap. VIII, 2, A.

Seglares: v. Laicado.

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Seguimiento evangélico: Seguimiento y misión cap. XI, 1, A.

Semillas del Verbo: Cap. I, 1, B; VII, 2, A; VIII, 1-2.

Shintoísmo: cap. VIII, 2, A.

Sociología: Cap. VI, 2, A. Ver antropología, Culturas.

Solidaridad:Cercanía de Cristo hermano cap. I, 2, B. Iglesia familia solidaria cap. VII, 3, A. Iglesia solidaria cap. VII, 3, A. Dar y recibir cap. IX, 2, C.

Sufrimiento: v. Sacrificio, Cruz, Misterio pascual.

Taoísmo: cap. VIII, 2, A.

Teología: Elaboración cap. I, 1; II, 1. En clave misionera cap. II, 3, D.

Teología misionera: Nociones fundamentales cap. II, 1. Evolución cap. II, 2. Ante nuevas situaciones cap. II, 3. En el Magisterio cap. II, 4.

Testimonio: Anuncio y testimonio cap. VII 2, A.

Trabajo: cap. VII, 2, C.

Trinidad: Dimensión trinitaria de la misión cap. II, 1, C. Misión trinitaria de Jesús cap. III, 1. Misión trinitaria de la Iglesia cap. III, 2. Glorificación de la Trinidad cap. III, 3. Las "misiones" en la Trinidad cap. III, 1, A-C.

Unidad: v. Comunión, Ecumenismo.

Unión Misional: Obra Pontificia cap. IX, 3, B.

Universalismo: De la salvación cap.I, 1, B; 3, C. En la geografía e historia cap. IV, 1. De la misión de la Iglesia cap. VI, 2. Universalismo de la vocación cap. XI, 2, A.

Vaticano II: Documentos cap. II, 4, B.

Vida consagrada: Vocación específica cap. XI, 1, C; 2, C. Responsables de la misión cap. VI, 3, B. Pastoral vocacional cap. IX, 1, C. Aspecto mariano cap. XII, 3, A.

Vida apostólica: Cap. XI, 1, A. Ver Apóstol.

Vida contemplativa: Cap. VI, 3, B, b. Ver Contemplación.

Vida nueva: Comunicada por Cristo cap. I, 1, B.

Vocación: Vocación cristiana cap. XI, 1. Diversidad cap. XI, 1, C. Vocación misionera específica cap. XI, 2. Diversidad y armonía de vocaciones cap. VII, 3, B; XI, 1, C. Responsables de la evangelización cap. VI, 3. Pastoral vocacional cap. IX, C; cap. XI, 3, A. Discernimiento y fidelidad cap. XI, 1, B. Formación cap., IX, 2, B;

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cap. XI, 3. Aspecto mariano cap. XII, 3, A.

Voluntariado: Cap. IX, 3.