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1 VIII. EVANGELIZACION DE LAS CULTURAS Y RELIGIONES 1. Cristianismo, evangelización y culturas A) Evangelio y culturas B) Evangelización e inculturación C) El proceso de inculturación 2. Evangelización y religiones no cristianas A) Salvación y religiones B) Más allá de la experiencia religiosa C) La oferta peculiar cristiana como acción evangelizadora 3. Diálogo interreligioso y ecuménico A) Diálogo y anuncio del evangelio B) Diálogo entre religiones C) Diálogo ecuménico

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VIII. EVANGELIZACION DE LAS CULTURAS Y RELIGIONES

1. Cristianismo, evangelización y culturas

A) Evangelio y culturasB) Evangelización e inculturaciónC) El proceso de inculturación

2. Evangelización y religiones no cristianas

A) Salvación y religionesB) Más allá de la experiencia religiosaC) La oferta peculiar cristiana como acción evangelizadora

3. Diálogo interreligioso y ecuménico

A) Diálogo y anuncio del evangelioB) Diálogo entre religionesC) Diálogo ecuménico

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1. Cristianismo, evangelización y culturas

El misterio de la Encarnación del Verbo hace descubrir los valores existentes en la creación, los purifica de los eventuales errores y debilidades (e incluso del pecado), y los orienta definitivamente hacia una plenitud que ya comienza en la historia presente.

La creación y la historia han comenzado con una acción divina que ha dado origen a todos los seres por medio de su Palabra: "con tu Palabra hiciste todas las cosas" (Sab 9,1;cf. Gen 1,1ss); "Dios, creando y conservando el universo con su Palabra (cf. Jn 1,13), ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo" (DV 3).

Los valores culturales y religiosos que van surgiendo en los diversos pueblos y períodos históricos, llevan la impronta de una acción divina providencial, que orienta todo hacia la revelación definitiva en Cristo: "queriendo además abrir el camino de la revelación sobrenatural, se reveló desde el principio a nuestros primeros padres... fue preparando a través de los siglos el camino del evangelio" (DV 3). "El Verbo que existe en Dios, por el que todas las cosas han sido hechas, siempre había asistido al género humano".1

Si la manifestación de Dios en Cristo "lleva a plenitud toda la revelación" (DV 4), y se comunica a sí mismo tal como es (Dios Amor) con sus planes de salvación plena, los valores culturales y religiosos de todos los pueblos serán, de algún modo, una "preparación evangélica", como portadores de unas "semillas del Verbo".2

El problema que debe afrontar el cristianismo es el de discernir las huellas de Cristo en todas las culturas y religiones, presentado, al mismo tiempo, las propias huellas del Señor resucitado. De la sintonía entre ambas "huellas", vividas con autenticidad, nacerá el encuentro de "unidad" por el que Cristo se inmoló (cf. Jn 17,19-23). La intercomunicación de la "palabra" o luz recibida del mismo Dios creador y redentor, se hará "diá-logo", de fidelidad al propio don recibido y de apertura a otros dones inesperados.

A) Evangelio y culturas

Desde el momento de la encarnación del Verbo, la Palabra de Dios, ya manifestada en la creación, en la historia y, de modo especial, en el la revelación del Antiguo Testamento, llega a su verdadera "shekinah", la tienda de caminante, la presencia en medio de su pueblo (Ex 33,7-11; Apoc 21,3-4). Esta presencia personal de Dios es Jesús, el Verbo encarnado, Hijo de Dios hecho hombre por obra del Espíritu, que "habita en medio de nosotros" (Jn 1,14), como manifestación personal de Dios.

El cristianismo, por su misma naturaleza, como portador de la persona viviente y del mensaje de Cristo, no puede anular ni infravalorar ningún don dado por Dios a toda la humanidad desde el principio de la creación. En Cristo, ha llegado "la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4), porque "de una manera fragmentaria y de muchos modos habló dios en el pasado, a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su

1    ? SAN IRENEO, Adv. haereses, III, 18,1: PG 7,932.

2    ? LG 16-17; AG 3,11,15; RMi 28. Ver: EUSEBIO, Preparatio evangelica, I,1: PG 21, 28 a-b; SAN JUSTINO, Apología II, 8: PG 6, 457-458: "la semilla del Verbo está en toda raza humana".

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Hijo, a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos" (He 1,1).

En toda cultura y, consiguientemente en toda expresión cultural, se puede encontrar una acción divina providencial, por medio de su Espíritu, que llega "no únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones" (RMi 28). Para que esta acción pueda llegar a "su madurez en Cristo" (ibídem), el cristianismo tendrá necesidad de presentarse tal como es (como revelación y no como una expresión cultural de un pueblo concreto) y, al mismo tiempo, capaz de insertarse en cualquier cultura (también en su expresión religiosa), sin condicionar la Palabra de Dios a ningún valor cultural y trascendiendo todos los valores.

La palabra y el concepto "cultura" ("cultivar") suele tomarse en diversos niveles:

- erudición: cultivarse en conocimientos generales, datos de información, especialización en un campo concreto, etc.; en este nivel, una persona "erudita" suena a selectividad;- educación: cultivar la persona en cuanto tal, en toda su integridad (física, intelectual, moral);- conjunto de valores de un pueblo (sentido etnológico), con su identidad diferente de otros pueblos.

El hombre, pues, "cultiva" todo su ser, profundamente relacionado con la tierra y el cosmos, con los demás miembros de la sociedad, con el sentido de la vida en su origen, su presente y su futuro. Precisamente por esta actitud relacional y por esta preocupación sobre su existencia, el hombre es profundamente religioso, como sintiendo en lo más profundo de su ser la llamada de "alguien": "Nos has hecho, Señor, para ti"... (San Agustín).

Teniendo que limitar nuestra atención, tomamos la "cultura" en su sentido integral y trascendente: un conjunto de criterios, valores y actitudes de una persona o de un pueblo, en sus circunstancias sociológicas e históricas. Se trata de modos de pensar, sentir, querer y obrar:

- en relación con el cosmos,- con los demás seres humanos- y con la trascendencia (y el Absoluto).

Por esto, se pueden constatar los elementos principales de una cultura (al menos, en sentido etnológico), concretados en actitudes básicas referentes a la vida, la familia, la sociedad (trabajo, convivencia...), la religión. "Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano" (GS 53).3

3    ? Gaudium et Spes dedica al tema "cultura" especialmente el capítulo 2 de la parte segunda. Ver los documentos de Puebla (nn.385-393) y de Santo Domingo (parte 2ª, capítulo 3). Ver el significado de la "cultura", especialmente en su acepción más trascedental ("religiosa"): H. BOURGEOIS, Le culture di fronte a Cristo (Roma, Borla 1981); (Comisión Teológica Internacional), Fede e

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En realidad, toda "cultura", con sus valores auténticos, es una expresión siempre limitada de una actitud humana profunda que se dirige a una plenitud futura en Dios. De ahí, por una parte, el valor positivo de las diversas culturas y, por otra, su intercomunión y su relatividad de conceptos y expresiones.

Todas las culturas buscan un "proyecto" sobre el hombre y sobre la sociedad; pero los enfoques dependerán de sus principios básicos respecto a la verdad y el bien: lo inmediato y eficaz o lo trascendente, lo útil y placentero o lo verdadero y bueno, los bienes materiales o los bienes morales... El problema consistirá en acertar sobre la dignidad y libertad del hombre, creado para vivir en la verdad del amor. Porque el ser humano "no puede encontrar su propia plenitud, si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24).

El concepto de "civilización" indica la realidad del hombre como miembro de la "ciudad" o sociedad. En este sentido, la civilización equivale a cultura, pero en relación con el "hombre" y con sus valores verdaderamente humanos de persona libre y social.

La realidad cultural, también en su aspecto religioso, es pluralista, según la psicología, herencias y etapas históricas, sectores geográficos, evolución del pensamiento y de las actitudes, cambios continuos, cruce de culturas con sus tensiones y rupturas... Pero en toda esa variedad de culturas, se puede constatar siempre una unidad fundamental de la familia humana. En la variedad y pluralismo, se intuye una comunión maravillosa que ahinca sus raíces en la conciencia humana acerca de la verdad, del bien y del más allá.

La fe cristiana, es decir, la aceptación de este inesperado don de Dios en su Hijo hecho nuestro hermano, no puede reducirse a una cultura en el sentido étnico; precisamente por ello, se puede encontrar con todas las culturas sin herirlas. Si las culturas han evolucionado a partir de un acto creador de Dios en la historia, el hecho de recibir un nuevo don es compatible con todas las culturas. La fe cristiana puede, pues, "dinamizar" las culturas, en el mismo sentido en que "la gracia respeta la naturaleza, la cura de las heridas del pecado, la fortalece y la eleva".4

inculturazione: La Civiltà Cattolica 140 (1989) 158-177 (ver parte I); H. CARRIER, Evangelio y culturas (Madrid, EDICE 1988); Y.M. CONGAR, Christianisme comme foi et comme culture, en: Evangelizzazione e culture (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1976) 83-103; G. COTTIER, La foi dans le Verbe incarné, unique Sauveur, et le pluralisme des cultures: Euntes Docete 46 (1993) 11-323; C. FLORISTAN, Para comprender la evangelización (Estella, Verbo Divino 1993); O. GONZALEZ DE CARDEDAL, La gloria del hombre. Reto entre una cultura de la fe y una cultura de la increencia (Madrid, BAC 1985); L.J. LUZEBETAK, L'Eglise et les cultures (Bruxelles, Lumen Vitae 1968); J. MARTIN VELASCO, El malestar religioso de nuestra cultura (Madrid, Paulinas 1993); B. MONDIN, Valori essenziali per il rinnovamento della cultura: Euntes Docete 35 (1982) 291-318; A. ROEST CROLLIUS, Inculturation and the meaning of culture: Gregorianum 61 (1980) 253-274; J.M. ROVIRA BELLOSO, Fe i cultura al nostre temps (Barcelona, Fac. Teologia de Cataluyna 1987); B. SECONDIN, Mensaje evangélico y culturas (Madrid, Paulinas 1986). Ver otros estudios en las notas siguientes.

4    ? Documento Fede e inculturazione, citado en nota anterior, I n.10. Cf. SANTO TOMAS, Sum. Theol. I, q.1,8; II, q.2,2.

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Esta trascendencia de la realidad de Jesucristo hace que la fe cristiana, siendo un don inesperado de Dios, no resulte una imposición a ninguna cultura, sino que se pueda insertar en todas ellas trascendiéndolas. "Cristo y la Iglesia, que da testimonio de El por la predicación evangélica, trascienden toda particularidad de raza y de nación, y por tanto nadie y en ninguna parte puede ser tenido como extraño" (AG 8). El encuentro del evangelio con las culturas tiene lugar en unas realidades comunes a todo el género humano creado y redimido por Dios: la verdad, el bien, la justicia, la libertad, la dignidad del hombre, la familia, la comunidad... Pero la fe cristiana aporta lo inesperado: la "vida nueva" en Cristo, enviado por el Padre con la fuerza salvífica de su Espíritu de amor (Rom 6,4; 8,11)). La cultura humana se abre al infinito.

Entonces la fe se convierte en una expresión de alabanza a Dios Amor, como fundamento de la comunión entre todos los pueblos, redimidos por Cristo, puesto que "todo fue creado pro él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia" (Col 1,16-17).

La diversidad histórica y todavía actual de las innumerables culturas, no puede hacer olvidar la realidad de una cultura actual naciente, con sus aspectos positivos y negativos, que puede llegar a imponerse en todos los pueblos por su incisividad económica y técnica. Parece que asistimos a la gestación de "una nueva forma más universal de cultura" (GS 54), que, a veces, es de línea "secularizante", mientras, por otra parte, es "una angustiosa búsqueda de sentido" (RMi 38) y "exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible" (EN 76; cf. Heb 11,27).

No faltan, en la cultura actual, tendencias de absolutismo del poder (económico, político, ideológico), de relativismo doctrinal y ético, de consecución del éxito a toda costa, con el riesgo de atropellar la dignidad de la vida y persona humana, la independencia de la familia y la misma convivencia pacífica entre los pueblos. Pero las preguntas que se formulan sobre el sentido de la vida, siendo un desafío cultural, son también un signo de esperanza: "¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?" (GS 10). No se aceptaría el evangelio si no se presentara con los signos del testimonio, autenticidad y vivencia, por parte de quienes han encontrado a Cristo y han adoptado una actitud relacional con él y de compromiso con la humanidad a la luz de las bienaventuranzas.

El espíritu crítico e icónico de esta nueva cultura indica una superación de formulismo y tabús. Purifica, pues, de conceptos espúreos a todas las religiones, pero "exige cada vez más una adhesión verdaderamente personal y operante a la fe" (GS 7). Puede ser, pues, que nos encontremos ante "el desafío más radical" en la historia de la Iglesia, que está llamada a "proponer una síntesis creativa entre evangelio y vida" y "a dar un alma a la sociedad moderna".5

5    ? JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en el IV Simposio del Consejo de las Conferencias Europeas: Insegnamenti VIII/2 (1985) 910ss. Ver el tema de "la nueva cultura" en el documento de Santo Domingo parte 2ª, capítulo 3, n.3 (252ss): "la cultura moderna se caracteriza por la centralidad del hombre; los valores de la personalización, de la dimensión social y de la convivencia; la absolutización de la razón". Ver también: AA.VV., La fe interpelada, jornadas

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Nos encontramos en "una nueva época de la historia humana" (GS 54), en la que tiene lugar una oportunidad irrepetible de inserción del evangelio en las culturas. "La Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distinción de épocas y regiones, no está ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nación alguna, a algún sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente. Fiel a su propia tradición y consciente a la vez de la universalidad de su misión, puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura; comunión que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y las diferentes culturas... Cumpliendo su misión propia, contribuye, por lo mismo, a la cultura humana y la impulsa, y con su actividad... educa al hombre en la libertad interior" (GS 58; cf. Puebla 393).6

A esta realidad que se vislumbra, de insertar el evangelio en las culturas antiguas y en la nueva cultura (modernidad o postmodernidad), a partir de una renovación evangélica de la comunidad eclesial, se la puede llamar cultura de la nueva vida y "civilización del amor".7

B) Evangelización e inculturación

El encuentro del mensaje evangélico con la cultura de un pueblo no es una relación entre culturas, sino un don extraordinario del mismo Dios que ha dado inicio a la creación y al historia. Es verdad que la revelación (del Antiguo y del Nuevo Testamento) se ha manifestado con elementos culturales de uno o de varios pueblos, pero hay que distinguir entre el contenido de la revelación y sus expresiones culturales. Estas son necesarias para la transmisión del mensaje, puesto que la palabra de Dios se ha manifestado con ropaje cultural, pero no se trata ni del anuncio de una cultura, ni del encuentro entre culturas, ni menos de la imposición o implantación de una cultura en otra.

El tema de la relación entre el evangelio y la cultura no es nuevo. El discurso de Pablo en el areópago de Atenas es un ejemplo de cómo predicar en mensaje evangélico en otra cultura (Act 17,19-34), "haciéndose todo para todos" (1Cor 9,19). A través de la historia, el tema ha recibido diversos calificativos: adaptación, indigenización, contextualización, "encarnación", aculturación (prescindiendo de la cultura), transculturación, inculturación...8

de estudio y diálogo entre profesores universitarios (Salamanca 1993); P. POUPARD, Evangélization et nouvelles cultures: Nouvelle Revue Théologique 109 (1977) 532-549. Ver el documento interdicasterial: Presencia de la Iglesia en la Universidad y en la cultura universitaria (Lib. Edit. Vat. 1994).

6    ? A. CHEUICHE, La evangelización de la cultura en Puebla: perspectivas y límites: Medellín 16 (1990) 177-187.

7    ? La afirmación, repetida frecuentemente en el magisterio posterior, se encuentra por primera vez en la alocución de Pablo VI el 17 de mayo, fiesta de Pentecostés: "La civilización del amor y de la paz que ha inaugurado Pentecostés": Insegnamenti VIII (1970) 506. El mismo Papa la repitió en la clausura del Año Santo (25 de diciembre de 1975): Insegnamenti XIII (1975) 1568. Relacionando "civilización del amor" con "inculturación", se llega a una exigencia de "una continua renovación" de la misma Iglesia (RMi 52).

8    ? A las palabras indicadas, algunos añaden el neologismo "enculturación", a modo de simple contacto entre el cristianismo y la cultura. El término "inculturación" aparece ya en el año 1959: R.P. SEGURA, L'initiation, valeur permanente en vue de l'inculturation, en: Mission et cultures non-chrétiennes

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Actualmente y prescindiendo de ulterior evolución de conceptos, la término "inculturación" indica el proceso de insertar el mensaje evangélico en un determinado ambiente socio-cultural, respetando todos los valores que sean conciliables con el evangelio. Se puede también definir con palabras de Juan Pablo II: "la inculturación es la encarnación del evangelio en las culturas autóctonas y, al mismo tiempo, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia".9

A la luz de la Encarnación del Verbo, la Iglesia se hace "comunión", solidaria con todos los pueblos y culturas, es decir, con "la entera familia humana en el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive" (GS 2).. Esta "comunión" es también impacto e intercambio, "ad extra" (del evangelio en las culturas) y "ad intra" (de las culturas en las expresiones evangélicas). La Iglesia vive de la convicción de que "el Espíritu se halla en el origen de los nobles ideales y de las iniciativas de bien de la humanidad en camino... Cristo resucitado obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre" (RMi 28). En efecto, "la presencia y la actividad del Espíritu no afectan únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones" (ibídem). Pero esta realidad es una llamada misionera, porque "es también el Espíritu quien esparce 'las semillas de la Palabra' presentes en los ritos y culturas, y los prepara para su madurez en Cristo" (ibídem).

La verdadera inculturación es una llamada a las culturas a que se abran al "más allá" que ellas mismas intuyen genéricamente. Es, pues, invitación a abrirse al don de Dios Amor en Cristo su Hijo por la nueva vida en el Espíritu (cf. Rom 8,11). La palabra "conversión", en este caso, significa "apertura" a los nuevos planos salvíficos de Dios. Esta apertura continua, como renovación evangélica, se requiere también por parte de la misma comunidad eclesial (cf. RMi 52).10

(Louvain, 1959) 219-235. Para el significa actual, ver los estudios citados en las notras siguientes. Sobre el respeto y la adaptación a las culturas, ver la Instrucción de la Congregación de Propaganda Fide del año 1659: Collectanea Cong. de Propaganda Fide (Romae, 1907) vol. I, 42. Sobre la teminología, ver: A. AMATO, Inculturazione, contestualizzazione, teologia in contesto: Salesianum 45 (1983) 79-111; J. DUPUIS, Méthode théologique et thélogies locales: adaptation, inculturation, contextualistion: Seminarium 32 (1992) 61-74.

9    ? Encíclica Slavorum Apostoli (1985) 21. Ver contenidos y expresiones parecidas en: GS 1ª parte cap. 4 y 2ª parte cap. 2; LG 13,17; AG 3,10-11,22; EN 20,53; RH 12; RMi 52-54; CA 24,50,51, etc. Ver el documento de la Comisión Teológica Internacional: Fede e inculturazione: La Civiltà Cattolica 140 (1989) 158-177. Algunos datos históricos de interés litúrgico, en la instrucción de la Congregación para el Culto Divino: La liturgia romana y la inculturación (25 enero 1994).

10    ? A. ALTAREJOS, Inculturación, reflexión misionológica y doctrina conciliar, en: La Missiología hoy (Madrid 1987) 334-357; J.A. BARREDA, La inculturación, tarea prioritaria para la evangelizción: Studium 19 (1979) 229-249; L. BOGLIOLO, Cultura y adaptación misionera: Estudios di Misionología 1 (Burgos 1976) 105-122; F. CLARK, Inculturation: Introduction and History: Teaching All Nations 15 (1978) 211-225; G. COLOMBO, Per una evangelizzazione inculturata, en: Chiesa e missione (Roma, Pont.Univ. Urbaniana 1990) 479-499; M. DHAVAMONY, Problematica dell'inculturazione del Vangelo oggi: Stromata 41 (1985) 253-274; P. DIVARKAR, Evangelii nuntiandi and the Problem of

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Los ámbitos culturales a los que llega la inculturación, son todos aquellos que constituyen la cultura personal y comunitaria de los pueblos:

- doctrina sobre el sentido de la vida y creencias sobre la trascendencia y el Absoluto,- costumbres y modos éticos de actuar,- reglas disciplinares de vida y expresiones cultuales,- expresiones artísticas...

Por parte de la comunidad eclesial, la inculturación comportará un "adaptación" e incluso mejoramiento y enriquecimiento de expresiones en:

- la doctrina teológica y moral,- la vida y disciplina de la comunidad en sus diversos estados,- las expresiones litúrgicas,- las actitudes espirituales,- la metodología pastoral.

El campo más difícil será el doctrinal y moral, puesto que, por una parte, han de quedar intactos los datos revelados, mientras, por otra parte, deben mejorar continuamente sus expresiones culturales que, siendo válidas, nunca son perfectas. Más allá de cada "concepto" y expresión doctrinal, está el "misterio" de Dios Amor, que se hará visión sólo en el más allá. El itinerario cultural de la humanidad, guiado por la providencia de Dios Amor, avanza hacia:

- la nueva creación en Cristo (cf. Gal 6,14-16; 2Cor 5,17-18),- la recapitulación de todas las cosas en Cristo (cf. Ef 1,10),- la plenitud de perfección en Cristo (Heb 5,9; 10,14; 11,40; Col 1,18).

En los estudios actuales y también en el magisterio eclesial, se usa la palabra "encarnación" como analógica de "inculturación", como un proceso de

Inculturation: Teaching All Nations 15 (1978) 226-232; CL. GEFFRE, Mission et inculturation: Spiritus 28 (1987) 406-427; H.W. GENSICHEN, Mission und Kultur, Gesammelte Aufsätze (München 1985); F.E. GEORGE, Inculturation and Ecclesial Communion (Rrome 1990); P. GIGLIONI, Inculturazionee missione, en: Chiesa locale inculturazione nella missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1987) 76-130; G. GISMONDI, Nuova Evangelizzazione e cultura (Bologna, EDB 1993); L.Z. LEGASPI, Evangelization and culture: Seminarium 25 (1985) n.2-3, 104-114; B. MONDIN, Principi generali sull'inculturazione della Chiesa e dell'Evangelo: Euntes Docete 46 (1993) 227-256; J. PIROTTE, Evangélisation et cultures, pour un renouveau de la missiologie historique: Rev. Théol. Louvain 17 (1986) 419-443; P. POUPARD, Théologie de l'évangélisation des cultures: Esprit et Vie 96 (1986) 353-362; G. REMOLINA, Evangelización y cultura: Theologia Xaveriana 29 (1979) 147-156; A.A. ROEST CROLLIUS, Missione e inculturazione, en: La missione del Redentore (Leumann, Torino, LDC 1992) 247-255; Idem, Missione e inculturazione. Incarnare l'Evangelo nelle culture dei popoli, en: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana University Press 1992) 293-305; P. ROSSANO, Sulla presenza e attività dello Spirito Santo nelle religioni e nelle culture non cristiane: Documenta Missionalia 16 (1982) 59-71; J. SARAIVA, Missione e cultura (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1986); J. TERAN, Inculturación de la fe y evangelización de las culturas, en: América, ha llegado tu hora de ser evangelizadora (Bogotá, COMLA 3, CELAM 1988) 99-147; M. ZAGO, La missione in rapporto alle culture e alle religioni, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) I, Dialogo, 111-144. Ver otros estudios en las notas siguientes.

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inserción de la Palabra de Dios en la cultura. Es, pues, una acción que hay que realizar "con el mismo afecto con que Cristo se unió por su encarnación a las determinadas condiciones sociales y culturales" (AG 10; cf. SA 21; RMi 52; PDV 55). Cuando "vino a su propia casa" (Jn 1,11), "habitó entre nosotros" (Jn 1,14). Pero se trata sólo de analogía, puesto que no se puede equiparar el misterio de la Encarnación (Dios hecho hombre) con el proceso de inculturación. La referencia al Verbo Encarnado indica también la redención por medio de su misterio pascual (muerte y resurrección).

Se tiende a incorporar "las cualidades propias de cada familia de pueblos, ilustradas con la luz del evangelio"; pero habrá que "evitar toda apariencia de sincretismo y de falso particularismo" (AG 22). Sería tan exagerada una actitud de "alienación de la cultura" como una "supervaloración de la misma" (RMi 45).11

C) El proceso de inculturación

La inserción del evangelio en las culturas es un proceso de toma de conciencia respecto al camino histórico de cada pueblo hacia la "libertad" en Cristo (cf. Gal 4,31), que es libertad del amor (cf. 2Cor 3,17). Los valores culturales no son obstáculos al evangelio, sino preparación providencial. Se trata, pues, de llegar a las culturas para hacerlas evolucionar desde dentro, teniendo en cuenta que el salto a la fe es como un salto al infinito, un don de Dios que no se puede imponer, sino sólo preparar.

En la historia de la evangelización, con sus luces y sombras, la Iglesia ha anunciado el evangelio a nivel popular y a nivel de grupos intelectuales y científicos. "Esta adaptación de la predicación de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelización" (GS 44).

El mensaje cristiano, que es revelación divina por medio de Cristo, es mensaje de gozo y esperanza, llamando a un "cambio" o apertura radical al nuevo don de Dios, que es de "perdón" y de vida nueva en el Espíritu (cf. Act 2, 38; 5,31-32). Da solución y sentido a la vida y, al mismo tiempo, desafía y contradice ciertos valores culturales, puesto que Cristo es signo de contradicción (Lc 2,34). El mensaje de Jesús es como "espada" que produce separaciones porque la actuación humana no siempre está de acuerdo con la verdad y el bien (Mt 10,34-35).

El proceso de inculturación tiene que respetar los valores evangélicos y los valores culturales. La fidelidad al don de Dios en Cristo, garantiza la fidelidad a la preparación evangélica que se encuentran en las culturas como otro don de Dios envuelto entre limitaciones. "El evangelio penetra vitalmente en las culturas, se encarna en ellas, superando sus elementos culturales y elevando sus valores al misterio de la salvación que proviene de Cristo" (PDV

11    ? Algunos estudios en colaboración: AA.VV., Evangelii inculturatio: possibilitates et limites: Seminarium 32 (1992) n.1; AA.VV., Inculturazione, concetti, problemi, orientamenti (Roma, Centrum Ignatianum Spiritualitatis 1979); AA.VV., Evangelizzazione e culture, Atti del Congresso Internazionale Scientifico di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1976; AA.VV., Fede e culture e il problema dell'inculturazione con esemplificazioni moderne, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont.Univ. Urbaniana 1985) I, n.10; AA.VV., Dialogo con le culture, ibídem, I, n.7; AA.VV., De culturae evangelizatione: Seminarium (1978) n. 2. Sobre la inserción del evangelio en una cultura de "bienestar": J. ESQUERDA BIFET, Evangelizar una sociedad humana que busca el bienestar y la felicidad: Omnis Terra n.202 (1990) 301-311.

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55).

Este proceso, de elevar y perfeccionar purificando (cf. LG 13,17; GS 2,58), se podría, pues, concretar en las siguientes etapas:

- anuncio y testimonio del evangelio sin "condicionarlo" a la propia cultura, aunque tenga que expresarse inicialmente con algunos de los propios valores culturales,- aceptación respetuosa de los valores culturales en el contexto de la historia de salvación,- purificación de los obstáculos a la luz del evangelio,- elevación de los valores culturales hasta su perfección de poder expresar convenientemente el mensaje evangélico,- uso relativo de los valores culturales sin absolutizarlos, puesto que la humanidad es una sola (en el pluralismo cultural) y los mismos datos cristianos insertados en la cultura apuntan a un "más allá" en la visión de Dios (transculturación).

Cuando la cultura de un pueblo puede expresar los contenidos del evangelio, sin cambiarlos, entonces se convierte en un factor de unidad universal. Esto vale también para los "ritos" cristianos, que son otras tantas expresiones culturales de una herencia apostólica y de unos dones que el Espíritu Santo ha concedido a las Iglesias particulares (cf. LG 13; EN 63-64). En cambio, cuando los factores "culturales" (de un pueblo, raza o rito) se absolutizan, se produce una ruptura en la unidad humana y eclesial. Ninguna herencia cultural tiene valor absoluto. Los valores evangélicos, por sí mismos, trascienden y salvan todo valor cultural. En todo el proceso de inculturación, hay que tener en cuenta la compatibilidad con la revelacion y la comunión con la Iglesia universal.

La verdadera inculturación lleva a un cambio radical, que consiste en salir del pasado, salvando todo lo positivo, para adoptar una nueva manera de vivir a la luz de la persona de Jesús. La "conversión" a Cristo recupera los valores humanos en toda su hondura, para hacerlos receptivos a un valor infinitamente superior: el Verbo encarnado y redentor. "La buena nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura del hombre, caído, combate y elimina los errores y males que provienen de la seducción permanente del pecado. Purifica y eleva incesantemente la moral de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda como desde sus entrañas las cualidades espirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo" (GS 58).12

El proceso de inculturación llega a todos los sectores de la cultura: criterios, escala de valores, hábitos, ética, vida social, lenguaje, arte... Se necesita equilibrar la tensión existente entre dos tendencias históricas:

12    ? Además de los estudios citados en las notas anterioes, ver algunas aportaciones sobre el proceso de inculturación: Z. ALSZEGHY, Cultural Adaptation as an Internal Requirement of Faith: Gregorianum 63 (1982) 61-85; J. ESQUERDA BIFET, Aculturación e inculturación de la contemplación cristiana: Euntes Docete 32 (1979) 385-407; Idem, La experiencia cristiana de Dios, más allá de la culturas, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) I, 351-368; E. JUGUET, L'évangelisation peut-elle respecter les cultures?: Etudes (nov. 1978) 545-558; J. PLANELLS, Notas sobre inculturación: Misiones Extranjeras, n.104 (1988) 81-184; E.C. RUBIOLO, Evangelización y cultura. La cuestión del "bautismo de las culturas". Aproximación psico-socio-teológica: Stromata 33 (1977) 235-248.

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- la tendencia antropológica-sociológica-histórica, que valorar principalmente la situación concreta, lo inmediato, útil y eficaz, relativizando los valores trascendentales,- la tendencia filosófica-trascendental, que valora los principios tascendentales y permanentes, incluidos los religiosos.

El cristianismo, a la luz de la encarnación el Verbo en circunstancias históricas y geográficas, ofrece el proceso de síntesis, valorando todo lo humano en su integridad inmediata y trascendental, presente y escatológica. Precisamente por esta síntesis entre evangelio y vida, el proceso de inculturación cristiana es capaz de "asimilar lo esencial del mensaje cristiano, de trasvasarlo, sin la menor traición a su verdad esencial, al lenguaje que los hombres comprenden y después de anunciarlo en ese mismo lenguaje" (EN 63).

Los valores de una cultura se salvan abriéndose al infinito del amor. Toda cultura y todo hombre culto de buena voluntad se caracteriza por una búsqueda de una realidad más allá de lo ya experimentado. El misterio del hombre comienza a desvelarse por el humanismo cristiano, que invita a hacer de la vida una donación a imagen de Dios Amor (cf. GS 22-24). El misterio del hombre se encuentra siempre más allá de toda cultura.

La inserción del evangelio en las culturas es un proceso continuo y permanente. Todas las culturas evolucionan y se entrecruzan enriqueciéndose mutuamente. El mensaje evangélico es palabra "viva", con nuevas luces del Espíritu para comprenderla mejor (cf. Jn 16,13; Lc 24,45).

Cada nueva situación humana indica una nueva gracia que ayuda a insertar mejor el evangelio en la cultura. La lectura de los "signos de los tiempos" (Mt 16,3), a la luz del evangelio, es una parte de este proceso de inculturación, puesto que se trata de descubrir en los acontecimientos los "signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios" (GS 11). Por esto, "la fe manifiesta el pan divino sobre la entera vocación del hombre" (ibídem).

Las esperanzas de todos los pueblos acerca de una salvación futura se expresan en los datos culturales de esos mismos pueblos. El mensaje cristiano se inserta o "incultura" respetando, purificando e incluso sublimando las expresiones populares. Un campo privilegiado del proceso de inculturación es el cultual o litúrgico, ya sea en el sentido estrictamente dicho, ya sea en el de la piedad popular. "La liturgia, como el evangelio, debe respetar las culturas, pero al mismo tiempo invita a purificalas y santificarlas... El discernimiento que se ha efectuado a lo largo de la historia de la Iglesia sigue siendo necesario para que... la obra de la salvación realizada por Cristo se perpetúe fielmente en la Iglesia por la fuerza del Espíritu, a través del espacio y del tiempo, y en las diversas culturas humanas".13

En la piedad o religiosidad popular se manifiesta la inserción de los valores evangélicos en las raíces de un pueblo y de su cultura. Sin esta inculturación, la acción evangelizadora quedaría en la superficie (cfr. EN 20). El proceso de inculturación permanente en la religiosidad popular tendrá e cuenta estos tres aspectos:

- Valores: actitudes de relación Dios y de convivencia con los hermanos, manifestación de la propia experiencia, expresiones concretas de la

13    ? Instrucción de la Congregación para el Culto Divino: La liturgia romana y la inculturación (25 enero 1994).

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cultura (arte, idioma, poesía, canto, costumbres)...- Limitaciones: supersticiones, falta de formación y de compromiso personal y social, rutina, formulismos...- Renovación: formación doctrinal, orientación hacia los compromisos personales, familiares y sociales, solidaridad con otros pueblos.14

La piedad popular "refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, adaptación de los demás, devoción" (EN 48).15

Una señal para conocer el grado de "inculturación" en los valores de pueblo es precisamente la expresión de los valores cristianos a través de los signos populares. La piedad mariana popular, si es auténtica, indica que el evangelio ha llegado al corazón del pueblo. "María debe encontrarse en todas las vías de la vida de la Iglesia" (RH 22) y, consiguientemente, en las manifestaciones populares de la religiosidad. Esa piedad, bien cultivada, se convierte en fuerza renovadora y evangelizadora, capaz de resistir los embates de la historia.16

14    ? Los tres aspectos de la piedad popular (valores, límitacione, renovación) han sido resumidos en Evangelii nuntiandi n.48. La renovación es necesria y útil: "bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo" (EN 48). La exhortación Catechesi Tradendae indica estas mismas pistas de renovación: "junto a elementos que se han de eliminar, hay otros que, bien utilizados, podrían servir muy bien para avanzar en el conocimiento del misterio de Cristo o de su mensaje" (CT 54). Ver también: Puebla 282ss; 444-459; Santo Domingo 36 (piedad popular) y tercer capítulo de la segunda parte (cultura cristiana). Ver: AA.VV., Religiosidad popular entre Medellín y Puebla: antecedentes y desarrollo: Anales de la Fac. de Teolgía (Chile) 41 (1990) (monografía); AA.VV., Fundamentos teológicos de la piedad popular: Estudios Marianos 48 (1983); AA.VV., Iglesia y religiosidad popular e América Latina (Bogotá, Paulinas 1978); AA.VV., La religiosità popolare, valore spirituale permanente (Roma, Teresianum 1978); J. ALLENDE LUCO, Religiosidad popular en Puebla: Revista Medellín 17/18 (1979) 91-114; V. BO, Religiosità popolare, studi, ricognizione storica, orientamenti pastorali, documenti, Assisi, Cittadella 1979; L. MALDONADO, Introducción a la religiosidad popular, Santander, Sal Terrae 1985; R. MORETTI, La religiosità popolare nell'insegnamento conciliare e postconciliare, en: La religiosità popolare (Roma, Teresianum 1978) 81-101; C. VALENZIANO, Selezione bibliografica sulla religiositá popolare: Vita Monasttica 32 (1978) 157-162. Ver en las notas siguientes la piedad popular en su aspecto misionero y mariano.

15    ? Estudios sobre el valor misionero de la piedad popular en general: AA.VV., Religiosidad popular y evangelización universal (Burgos, 1978); M. CHANG SE-HYUN, La religiosità popolare come una via dell'evangelizzazione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, Roma 1990); J. ESQUERDA BIFET, Dimensión misionera de la piedad mariana popular: Euntes Docete 35 (1982) 431-448; W. HENKEL, La pietà popolare come via dell'evangelizzazione, en: L'Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1977) 525-537.

16    ? Estudios sobre la piedad mariana popular: AA.VV., María en la pastoral

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2. Evangelización y religiones no cristianas

En toda cultura, precisamente por ser un conjunto de actitudes y relaciones, existe la relación respecto a la trascendencia, más o menos explícita y personal. Este dinamismo hacia el "más allá" se encuentra en la misma pregunta que todo ser humano se hace sobre el sentido de la existencia: su origen, su finalidad... Por esto, en todo pueblo y cultura se encuentra una o varias religiones, como formas diversas de expresar el sentido de la trascendencia y de "relación" con el Absoluto (Dios). La acción evangelizadora será siempre un proceso de "inculturación" (cf. n.1) y necesitará una actitud de diálogo interreligioso (cf. n.3).

De hecho, toda religión busca una "salvación", aunque con una pluralidad de significados correspondientes al concepto de religión y al concepto de la vida humana: salvarse o liberarse del error y del mal, del dolor y de la muerte, de la enfermedad y de la angustia, de la opresión y de la injusticia...

Hemos visto el tema de la salvación cristiana al presentar a Cristo Salvador (cap. I n.3) y la Iglesia "sacramento universal de salvación"(cap. VI n.2). También hemos analizado la acción evangelizadora en relación con la promoción humana (cap. VI n.2 C). Ahora necesitamos ahondar en la salvación en relación con la experiencia religiosa de las distintas religiones no cristianas, para poder presentar la especificidad de la oferta cristiana de salvación en el proceso evangelizador.17

A) Salvación y religiones

popular (Bogotá, Paulinas 1976); J.M. CASCANTE, Principios básicos que deben presidir la renovación de la piedad mariana: Estudios Marianos 43 (1978) 161-185; J. ESQUERDA BIFET, Dimensión misionera de la piedad mariana popular; Euntes Docete 35 (1982) 431-448; D. FERNANDEZ, Culto y devoción popular a María en la obra de San Juan de Avila: Ephemerides Mariologicae 31 (1981) 79-99; L. GAMBERO, La Madonna e la religiosità popolare: Ephemerides Mariologicae 30 (1980) 141-166.

17    ? Ver algunos estudios de conjunto o más generales, en perspetiva misionológica: AA.VV. (H. Waldenfels), Nuovo Dizionario delle Religioni (Cinisello Balsamo, San Paolo 1993); AA.VV. (P. POUPARD), Grande diccionario de las Religiones (Barcelona, Herder, 1987); AA.VV., Historia de la Espiritualidad (Barcelona, Flors 1969) IV (espiritualidades no cristianas); AA.VV., El mundo de las Religiones (Estella, Verbo Divino 1985); AA.VV., Dizionario comparato delle religioni monosteistiche: Ebraismo, Cristianismo, Islam (Casale Monferrato 1991); AA.VV., L'Annonce de Jésus Christ et la rencontre avec les religions: Spiritus 33 (Paris 1992) 1-144; AA.VV., Asian religious traditions and christianity (Manila, Santo tomás 1983); J. DUPUIS, Jesucristo al encuentro de las religiones (Madrid, Paulinas 1991); A.M. HENRY, Les relations de l'Eglise avec les religions non chrétiennes (Paris, Cerf 1966); J. GOMEZ CAFARENA, J. MARTIN VELASCO, Filosofía de la religión (Madrid, Edic. Rev. Occidente 1973); F. KÖNIG, Diccionario de las Religiones (Barcelona, Herder 1966); G.MAGNANI, Filosofia della Religione (Roma, Pont. Univ. Gregoriana 1993); M. ROUKANEN, The Catholic Doctrine of non-Christian religions according to the Second Vatican Council (Leiden, Broll 1992); A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión (Estella, Verbo Divino 1991) IV (diálogo con las diversas religiones). Ver otros estudios en las notas siguientes: salvación, religión, religiones (diccionarios), experiencia religiosa...

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El hombre busca siempre la verdad y el bien, pero, de hecho, se encuentra frecuentemente en la oscuridad del error y en la debilidad del mal. Esta limitación de luz, de gozo y de fuerza puede ser de tipo físico o moral, personal o comunitaria, siempre dentro de una realidad humana integral en la que es imposible independizar sus diferentes aspectos: enfermedad, muerte, hambre, injusticia, desánimo, inseguridad, miedo, angustia, culpabilidad (pecado)...

Buscar el sentido de la existencia, para poder salir de estos males, supone preguntarse sobre el origen y el objetivo de la vida humana, que proviene del Creador. El hombre sale de la angustia, liberándose de ella, cuando reconoce su propia trascendencia, que se apoya en quien le dio origen.

La "salvación" (la "salus") consistirá, pues, en "liberarse" del mal en todos sus aspectos o en el aspecto que se considera más importante. Así se llegan a la adoptar unos criterios, valores y actitudes, como medios para liberarse del mal. Toda religión ofrece un concepto de salvación y unos medios para alcanzarla, en relación con Dios o con la verdad y el bien absoluto.

En este sentido, la "salvación", en principio, se puede conseguir en todas las religiones, puesto que depende del concepto de la misma: liberarse de un "mal" concreto o de unas limitaciones. En cuanto que se busca esta salvación por medio de la "religión", se indica la "relación" con Dios o con la trascendencia. Si el cristianismo habla de una "salvación" especial (de "vida nueva" en Cristo y de perdón de los pecados por le redención de Cristo), esta salvación no es la que intentan conseguir, al menos explícitamente, las otras religiones.18

La religión, en líneas generales, indica una fuerte relación con Dios o con lo "sagrado", es decir, con la trascendencia, el más allá, lo "oculto", el "misterio". Ordinariamente, las religiones expresan esta relación con el Creador personal, "Dios", que es principio y fin de todo. El hecho religioso es una constante histórica y cultural en todos los pueblos y en todas las épocas de la historia.

Los actos de religión son medios para relacionarse con Dios o con la

18    ? Ver el concepto de "salvación" en las religiones no cristianas, también en relación con el cristianismo: AA.VV., Ist Christus der einzige Weg zum Heil? (Nettetal, Steyler Verlag 1991); AA.VV., Salvation: Studia Missionalia 29 (1980); AA.VV., La salvezza oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1989); Y. CONGAR, La signification du salut et l'actualité missionnaire: Paroise et Mission (1967) 67-83; P. DAMBORIENA, La salvación en las religiones no cristianas (Madrid, BAC 1973); A. SANTOS HERNANDEZ, Salvación y paganismo. Problema teológico de la salvación de los infieles (Santander, Sal Terrae 1968); M. DHAVAMONY, Salvation and Non-Christian Religions, in: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana University Press 1992) 399-420; Idem, Salvezza e la teologia delle religioni: Religioni e salvezza (Padova 1992) 100-110; O. DOMINGUEZ, Evangelización y salvación en la teología contemporánea, en: Evangelizzazione e culture (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1976) II 549-563; C.B. PAPALI, The Place of non-christian Religions in the economy of salvation, en: Evangelizzazione e culture, o.c., I, 304-312; F.A. SULLIVAN, Salvation outside the Church? Tracting the history of the Catholic response (New York, Paulist Press 1992); G. THILS, La valeur salvifique des reiogions non-chrétiennes, en: Repenser la mission (Louvain, Desclée 1965) 197-211; T. WISER, The experience of Salvation today: International Rev. of Mission (1971) 382-394.

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trascendencia: ritos, oraciones, ofrendas. De este modo se reconoce que Dios es el primer principio, de quien procede todo y que es más allá de todo ("adoración"); pero, al mismo tiempo, se manifiesta una cierta confianza o unión con su poder o su bondad, según los casos. La "oración" es considerada como el corazón de la religión, porque manifiesta el deseo de relación y encuentro. Las expresiones o actos religiosos son:

- personales o comunitarios,- por medio de preces, ritos o ceremonias, sacrificios u ofrendas,- para adorar, alabar, agradecer, pedir, aplacar,- buscando el sentido integral de la vida, en el espacio y en tiempo.

La naturaleza de la religión consiste en la búsqueda del significado integral de la existencia, es decir, de la vida humana, de su historia y de todo el cosmos, en relación con Dios (el absoluto, trascendente), que es la fuente de todo (el Creador) y hacia quien se orienta todo. Las búsqueda de la verdad y del bien, que es innata en todo corazón humano, se concreta en una búsqueda de quien es la Verdad y el Bien. Partiendo de la propia realidad personal, social y cósmica, se camina sin detenerse hacia el Misterio. Al Trascendente se le vislumbra inmanente, como "más íntimamente presente" que uno mismo (San Agustín). A veces, se le busca explícitamente, deseando un encuentro definitivo.

Los elementos culturales de relación hacia la propia persona, hacia los demás y hacia el cosmos, quedan orientados por esta relación hacia la trascendencia, hacia Dios o el Absoluto. A esta relación trascendental, que sostiene el sentido de las otras (hacia sí, hacia el prójimo y el cosmos), se la llama religión.19

En cierto modo, se puede hablar de "autorevelación" de Dios por medio de cada cultura, especialmente en las actitudes religiosas de todos los pueblos. "La autorevelación de Dios se encuentra en la variedad de la creación" (R. Tagore). Es Dios mismo quien sostiene el deseo de trascendencia en el corazón humano. Y a partir de esta búsqueda del sentido de la vida, nace la historia de la humanidad, caminando hacia un más allá insospechado. Dios Creador es también Dios Providente, presente en todo de modo activo, con el mismo amor creacional del inicio del cosmos. Y es el mismo Dios quien dirige toda la historia, respetando y sosteniendo la libertad humana, hacia el encuentro con él por medio de su Hijo Jesucristo (cf. Jn 3,16ss). Sus dones son el signo de otra donación infinitiva: la de darse a sí mismo, por encima de toda intuición, de toda conquista y de todo mérito humano religioso.

Las religiones no cristianas son "expresión viviente del alma de vastos grupos humanos. Llevan en sí mismas el eco de milenios a la búsqueda de Dios; búsqueda incompleta pero hecho frecuentemente con sinceridad y rectitud de corazón. Poseen un impresionante patrimonio de textos profundamente religiosos. Han enseñado a generaciones de personas a orar. Todas están llenas de innumerables «semillas del Verbo» y constituyen una auténtica «preparación

19    ? Además de las notas anteriores sobre las religiones en general y la salvación, ver: M. DHAVAMONY, Religioni non cristiane, en: Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993); J. GOMEZ CAFARENA, MARTIN VELASCO J., Filosofía de la religión (Madrid, Edic. Rev. Occidente 1973); A. LANG, Introduzione alla filosofia della religione (Brescia, Morceliana 1959); P. MEINHOLD, Die Religionen der Gegenwart (Freiburg, Herder 1978); P. ROSSANO, Sulla presenza e attività dello Spirito Santo nelle religioni e nelle culture non cristiane: Documenta Missionalia 16 (1982) 59-71.

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evangélica», por citar una feliz expresión del Concilio Vaticano II tomada de Eusebio de Cesarea" (EN 53).

El pluralismo de religiones corresponde a otras tantas explicaciones del sentido de la vida en relación con la trascendencia. La historia de las religiones equivale a la historia de las culturas de todos los pueblos, siempre buscando la verdad, el bien y la belleza, y también siempre con luces y sombras, limitaciones, defectos y errores. El modo de relacionarse con Dios o la trascendencia repercutirá en los conceptos sobre el hombre y la creación. Esos mismos conceptos o intuiciones originarán otros tantos modos de concebir y practicar la religión.20

El fenómeno actual más relevante es el encuentro entre todas las religiones, a veces casual y a veces buscado, debido a las migraciones, relaciones sociales, medios de comunicación, etc. Se vislumbra una sociedad mundial concentrada en grandes ciudades cosmopolitas interreligiosas, interculturales, interraciales e interlingüísticas (cf. RMi 37). Todo creyente ha de estar preparado para afirmar y vivir su propia fe, apreciando, al mismo tiempo, los valores religiosos de los demás, que también proceden del mismo y único Dios.

Las religiones "tradicionales", llamadas también de modo inexacto "primitivas" y "animistas", son aquellas que han permanecido en el propio contexto socio-cultural local (sin tendencia universalista). Se caracterizan por un fuerte sentido de Dios, como ser supremo y protector, cuya presencia se manifiesta de muchas maneras (multipresencia), a veces por otros seres (o espíritus inferiores) intermedios. La religión une con los antepasados ya fallecidos. La tierra es un don de Dios que va unido a la vida del pueblo. El culto se realiza por oraciones, ceremonias, sacrificios, simbolismos y ritos, con gran sentido de lo sagrado. La religión llega a todas las circunstancias de la vida personal y social. Se respeta la vida y se celebran sus fases de nacimiento, iniciación, convivencia, trabajo, muerte (salvo supersticiones y tabús). Tienen sentido familiar muy arraigado y amplio. Por esto, la autoridad en la comunidad tiene también sentido sagrado. Acostumbran a tener un código moral que se transmite a las futuras generaciones ordinariamente por vía oral y símbolos y costumbres. Su "teología" es primaria, escrita en la vida del pueblo.21

20    ? Ver algunos diccionarios, enciclopedias y manuales que presentan el conjunto de religiones y de datos religiosos: AA.VV. (H. Waldenfels), Nuovo Dizionario delle Religioni (Cinisello Balsamo, San Paolo 1993); AA.VV. (P. POUPARD), Grande Dizionario delle Religioni (Assisi, Cittadella 1988); AA.VV., El mundo de las Religiones (Estella, Verbo Divino 1985); AA.VV., Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993); P. MEINHOLD, Die Religionen der Gegenwart (Freiburg, Herder 1978); Idem, edic. en italiano: Manuale delle Religioni (Bescia, Queriniana 1986); A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión (Estella, Verbo Divino 1991) IV (diálogo con las diversas religiones). Sobre algunas religiones en particular, ver las notas posteriores. Sobre la relación del cristianismo con las otras religiones ver la declaración conciliar Nostra Aetate (NAE).

21    ? Esta gran "preparación evangélica" no debe hacer olvidar las limitaciones: ideas inadecuadas sobre Dios, poligamia, supersticiones, magia, rechazo de los niños gemelos... Ver: Carta del Pontificio consejo para el Diálogo interreligioso a las Conferencias Episcopales de Asia, América y Oceanía (21 noviembre 1993): Oss. Rom. 21 en. 1994, p.7. Ver en los diccionarios y manuales (citados en notas anteriores) las palabras: "animismo",

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El hinduismo puede considerarse como un conjunto de experiencias religiosas provenientes de pensadores y espirituales, que se han sucedido durante los largos siglos de historia en la India, especialmente a partir de los libros de los Vedas (desde el año 2.000 antes de Cristo). Es propiamente una actitud religiosa de saber asumir tanto las diversas tendencias del mismo hinduismo, como las provenientes de otras religiones, integrándolas en la propia tradición. Las tendencias y escuelas reflejadas son incontables. Desde los Upanishad (cuarto libro de los Vedas, 800-300 a.C.), Dios es el ser supremo, inabarcable por el pensamiento y lenguaje humano: es existencia-conciencia-felicidad ("Saccidananda") y se manifiesta de muchas maneras (teofanías: Brahma, Vishnú, Siva...). El mundo es un proceso de creación, conservación y disolución continua. El hombre es un alma en un cuerpo, del que debe liberarse por un proceso de nuevos nacimientos ("reencarnación", "transmigración"), hasta llegar a la felicidad perenne en el más allá. Este proceso o camino espiritual ("yoga") necesita un maestro ("guru") en sus diversas etapas (concentración, sabiduría, devoción amorosa). Esta última etapa ("bhakti-yoga") parece indicar un Dios personal, bueno y compasivo.22

"tradicionales (religiones", "religiones no cristianas", etc. Para datos generales: V. HERNANDEZ CATALA, La expresión de lo divino en las religiones no cristianas (Madrid, BAC 1972). Para América Latina: CELAM, De una pastoral indigenista a una pastoral indígena (Bogotá, 1987); J. GORDON MELTON, The Encyclopedia of American Religions (Detroit, 1989); L. TORMO, La espiritualidad de las culturas indígenas hispanoamericanas, en: Historia de la espiritualidad (Barcelona, Flors 1969) 9. Para las religiones africanas: AA.VV., L'Afrique et ses formes de vie spirituelle (Kinshasa, Fac. Cathol. 1990; E. BOLAJI IDOWU, African Traditional Religion, a Definition (London, SCM 1973; V. MULAGO, Simbolismo religioso africano (Madrid, BAC 1979). El chamanismo es un fenómeno no ligado a religión, raza y pueblo concreto; es más bien una práctica (a veces, extática y de exaltación), que se encuentra en diversas religiones, para ponerse en un contacto con los espíritus y conseguir efectos medicinales, adivinatorios, etc. (fetichismo, espiritismo...). El zoroastrismo o parsismo (de Zarathrustra o Zoroastro, siglo VI antes de Cristo, Persia) es una religión primitiva, "tradicional", de línea dualista (hay el principio del bien y el principio del mal), que insta a la santidad, esperando el advenimiento inminente de un nuevo mundo.

22    ? No hablamos del hinduísmo popular (con prácticas y creencias "tracionales" o "populares", como sucede con otras religiones), que es diferente en cada raza y en cada pueblo. Actualmente el hinduísmo (aparte de las innumerables sectas) tiene dos tendencias principales: la fundamentalista-tradicionalista ("Arya Samaj"); la aperturista, que intenta una síntesis de los valores de otras religiones en los propios valores ("Ramakrishna"). En el encuentro con los valores del hinduísmo (en todas sus innumerables escuelas), habrá que superar algunas dificultades: los sincretismos (suma indiscrimada de valores), el relativismo de las verdades (ningún credo, sólo valor vivencial), la impersonalidad de Dios, la dignidad de la persona humana a merced de la historia ("reencarnación"), la discriminación de las personas (castas), etc. Ver en los diccionarios y manuales citados anteriormente (nota 20): hinduísmo, Vedas, reencarnación, yogas, etc. Ver algunos estudios especiales: AA.VV., Hindu World: An Encyclopedic Survey of Hinduism (London, 1968); D. ACHARUPARAMBIL, Espiritualidad hinduísta (Madrd, BAC 1992); Idem, Induismo: vita e pensiero (Roma, 1976); R. CALLE, Espiritualidad india (Barcelona, 1973); J. GONDA, Le religioni dll'India (Milano, 1980); F. G. ILARRAZ, Libros sagrados de la India (Salamanca, Univ. Pontificia 1988); J. MONCHANIN, Mystique de l'Inde, mystère chrétien (Paris, Fayard 1974); C. PAPALI, Hinduism: Religion

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El budismo tiene origen en la India, a partir de Siddhartha Gautama (Buda o "iluminado"), en el siglo VI antes de Cristo. Es fruto de la "iluminación" sobre el significado del dolor, resumida en cuatro verdades: 1) existencia universal del dolor; 2) origen del dolor en el deseo; 3) el dolor se vence eliminando los deseos; 4) seguir el camino (vía óctuple) que conduce a la victoria sobre el dolor, que consiste en la rectitud de: conocimiento, actitud, palabra, acción, vida, esfuerzo, pensamiento, concentración. Se rechazan las especulaciones que no ayuden a liberarse del dolor y de sus causas. Se camina hacia lo absoluto, lo eterno, el más allá, puesto que la existencia presente es fugaz y pasajera. La profesión de fe del budismo se centra en las tres "perlas": Buda (el maestro y modelo), la verdad por él enseñada (Dhamma-Dharma), la comunidad de monjes que sigue este camino (Sangha). Por este camino se llega a la "iluminación" y a la liberación final (nirvana). La "compasión" consiste en ayudar a toda la humanidad a liberarse del dolor.23

El taoísmo, religión tradicional del pueblo chino, puede considerarse como un conjunto de especulaciones y de prácticas en torno al "Tao" (la primera causa) y a su acción en el mundo. El comportamiento humano se inspira en esta realidad. Laotsé (siglo VI antes de Cristo, en China) fue el primer expositor, con su libro Taoteh-king (libro del Tao y de la virtud). El Tao es preexistente, espiritual, creador en sentido materno del cielo y de la tierra, inmanente en el mundo. El es la norma de una moralidad humana altruística; a través de un comportamiento moral recto se llega al Tao y a la inmortalidad.

and Philosophy (Allwaye 1967); SATISCHANDRA CHATTERJEE, An introduction to Indian Philosophy (Calcuta, 1968); F. TOLA, Doctrinas secretas de la India. Upanishads (Barcelona, Barral 1973). El jainismo (siglo VI antes de Cristo) podría considerarse como una derivación del hinduísmo, pero con formas propias, a modo de reacción en contra de algunos puntos: rechaza la tradición de los Vedas y las castas, así como la reencarnación; acentúa la ascesis y el respeto a los seres vivientes. Los Sikhs (India, siglo XV) toman contenidos del hinduísmo y del Islam.

23    ? Se puede considerar como reacción en contra de algunas creencias y prácticas del Hinduísmo. Aprovecha las inclinaciones naturales del hombre hacia el bien. No aparece claro, en los inicios, el sentido religioso, aunque posteriormente se fue admitiendo el culto, incluso dirigido a Buda. Existen, ya desde el principio, varias tendencias o escuelas: vehículo pequeño, grande, diamantino... Según algunas escuelas, el "Buda" celeste se habría "encarnado" en el Buda histórico (Siddhartha Gautama) y se sigue encarnando en algunas personas a través de la historia. Las concretizaciones doctrinales y éticas, así como las manifestaciones populares del budismo son diversas según las culturas y los pueblos: India, Nepal, Tibet, Sri Lanka, Tailandia, Birmania, China, Vietnam, Japón, Corea... Habrá que evitar el riesgo de soslayar los principios fundamentales de la conciencia y de olvidar la relación personal con Dios. Ver en los manuales y diccionarios citados las palabras: budismo, nirvana, yoga, zen (Japón), etc. Otros estudios: D. ACHARUPARAMBIL, Buddhismo en: Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993) 75-80; J. LOPEZ GAY, La mística del budismo (Madrid, BAC 1974) (con bibliografía sobre las fuentes budistas); H. OLDENBERG, Budda (Milano, 1973); J. MASSON, Le Bouddhisme. Chemin de libération. Approches et recherches (Paris, 1975); O. BOTTO, Buddha e il buddhismo (Milano, 1984); A. PEZZALI, Manuale di storia del Buddhismo (Bologna, 1983); D.T. SUZUKI, Discorsi sullo Zen (Roma, 1978); M. ZAGO, Buddhismo e Cristianesimo in dialogo (Roma, 1985); Idem, La spiritualitá buddhista (Roma, 1986).

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Existen prácticas religiosas: oraciones, celebraciones, ceremonias colectivas.24

El confucianismo no es propiamente una religión, sino el modo de concebir y practicar la religión y la moralidad en China, según Confucio (siglo VI antes de Cristo), quien explicó las doctrinas de los sabios antiguos, concretadas en las virtudes o moralidad del "hombre noble": respeto a los mandatos del cielo, a los grandes hombres y a los santos. Se favorece y educa para la vida familiar y social.25

El shintoísmo ("camino de los dioses") puede significar el conjunto de doctrinas (creencia y ética) y de prácticas religiosas en el Japón, desde tiempos inmemoriales (antes del budismo). Con esta expresión, se quiso distinguir la propia religión tradicional, de las otras venidas de fuera (especialmente el budismo). Es un culto dirigido hacia Dios ("kami", "shin"), pero muy relacionado con la naturaleza y con los antepasados como seres con algún poder. El contacto respetuoso con la vida de todos los días y con la naturaleza se concreta en una apertura a lo religioso. La palabra "kami" también puede referirse a quien ostenta un poder, especialmente el Emperador. Simboliza el mismo pueblo japonés con sus costumbres y deberes patrios.26

El hebraísmo o judaísmo se basa en la elección divina del pueblo de Israel, sellada con un pacto o alianza esponsal y expresada en una ley (Torah) dada por el mismo Dios en el Sinaí. Los orígenes de la elección y alianza se encuentran ya en Abrahán, a través de Isaac y Jacob. Pero el momento definitivo es el "paso" (Pascua) de Egipto hacia el desierto del Negeb y el Sinaí, bajo la guía de Moisés, para renovar la alianza y para llegar a Palestina (Canaán), la tierra prometida por Dios. La revelación de la voluntad de Dios, su palabra, queda escrita principalmente en los cinco libros de la Ley (el Pentateuco), en

24    ? Existen diez preceptos de buena conducta moral (algunos sólo para los más perfectos): no faltar a la fidelidad, no hacer daño a los otros, no matar, no fornicar, no ser obstáculo en los negocios y vida famliar de los demás, no calumniar a los otros ni exaltarse uno mismo, no beber vino ni comer carne, no ambicionar insaciablemente, no unirse a personas de moralidad dudosa, no hablar o reír con ligereza. El taoismo popular, como en todas las religiones, se practica por ritos y ceremonias que a veces degeneran en magia y supersticiones. Existen diversas sectas. Frecuentemente, en China, el taoismo está mezclado con el budismo. Además de los diccionarios y manuales citados (ver las palabras: taoismo, Tao, Laotsé), ver: J. SHIH, Taoismo, en: Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993) 533-535.

25    ? Además de los diccionarios y manuales citados anteriormente (palabras: confucianismo, Confucio, China...), ver: J. LEGGE, The Chinese Classics (Hong Kong 1960); J. SHIH, Chinese humanism, a religion beyond religion (Taipei, Fu Jen Univ. 1981).

26    ? Actualmente hay quienes acentúan sólo este último aspecto cultural-patriótico, como símbolo del país, que no impediría la pertenencia a otra religión. En los libros tradicionales (desde el siglo VII después de Cristo) se contienen las ceremonias y los mitos antiguos, especialmente todo lo referente al origen divino del Emperador. Además de los diccionarios y manuales citados anteriormente (en las palabras: shinto, shintoísmo), ver: J. HERBERT, Aux sources du Japan: Le Shintô (Paris, 1964); D.C. HOLTOM, The National Faith of Japan (London, 1938); J. LOPEZ-GAY, El Shintoísmo Japonés, en: Historia de la Espiritualidad (Barcelona, Flors 1969) IV, 663-683; Idem, Shintoismo, en: Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993) 471-474; ONO SOIKO, The Kami Way (Tokyo, 1960).

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los Profetas y los salmos. Allí está la doctrina, la moral, la liturgia, la oración, los sacrificios... Es palabra que debe escucharse ("escucha, Israel": Deut 6,4-7) para ponerse en práctica (el decálogo) por el amor a Dios y al prójimo. Dios está presente en la historia de su pueblo como "Emmanuel" (Is 7,14). La voluntad salvífica de Dios es para todos los pueblos, por medio de su pueblo escogido, que es como "signo levantado" (Is 11,12). Dios es único, creador y Señor de la historia, el Santo, que llama a la santidad (Lev 19,1). Toda la fe del hebraísmo apunta a la venida del Mesías (Cristo) y de su reino, para establecer una "nueva alianza" (Jer 31,31).27

El "Islam" es la sumisión a la voluntad de Dios manifestada por su enviado Mahoma (570-632), por medio del libro revelado (el Corán). Todas las religiones anteriores tenían la finalidad de cumplir la voluntad divina. El "credo" se centra en el único Dios (clemente y misericordioso) y en su profeta. Los deberes se resumen en cuatro: oración cinco veces al día, limosna, ayuno durante el Ramadán y peregrinación a La Meca. Esta síntesis de doctrina sencilla y de prácticas morales influyó principalmente en Arabia, orientando a los pueblos árabes y a otros pueblos hacia el monoteísmo y hacia la fe de Abrahán, y unificando la vida socio-cultural y político-religiosa. Los seguidores del Islam se llaman musulmanes ("creyentes"). "La fe islámica mira con complacencia a Abraham" (AE 3), de quien descienden por Ismael.28

27    ? Es conocida y apreciada la oración de Moisés Maimónides (1135-1204): "Creo firmemente en la venida del Mesías, y si él tardare, yo permaneceré fiel diariamente al anuncio de su venida". De las tres tendencias actuales (ortodoxa, conservadora y liberal), la última tiende a ver en el Mesías una figura simbólica o un ideal de paz. Por parte de los no hebreos, habrá que superar la mentalidad y los efectos del antisemitismo secular, para poder captar y apreciar las riquezas espirituales de Israel. "Los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rom 11,29). Jesús afirmó: "no he venido a abolir la Ley y los Profetas..., sino a dar cumplimiento" (Mt 5,27). Ver LG 16 y la declaración conciliar Nostra Aetate 4. Además de los diccionarios y manuales citados anteriormente (palabras: hebraísmo, judaísmo, etc.), ver: AA.VV., Dizionario comparato delle religioni monosteistiche: Ebraismo, Cristianismo, Islam (Casale Monferrato 1991); A. BEA, La Chiesa e il popolo ebraico (Brescia, Morcelliana 1966); C. DISANTE, La preghiera di Israele. Alle origini della liturgia cristiana (Casale Monferrato, Marietti 1985); T. FEDERICI, Ebraismo, en: Dizionario di Missiologia (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993); J. MAIER, Storia del iudaismo nell'antichità (Brescia, 1992); Idem, Il giudaismo del secondo tempio, storia e religione (Brescia, 1991); A. PAUL, Le judaïsme ancien et la Bible (Paris, Desclée 1987); H.CH. PUECH, Storia dell'ebraismo (Cles 1993).

28    ? "Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente" (NA 3). Son muchas las tendencias (a veces, sectas) dentro del mismo Islam: sunitas (fieles a tradición, que constituyen la mayoría), chiítas (partido de Alí, especialmente en Irán y Afganistan), sufitas (de tendencia mística)... Hay que distinguir también el Islam turco (de tendencia laical), el de algunas repúblicas ex-soviéticas, el de los ismaelitas de Aga Khan (secta chiíta), etc. A veces se encuentran diferencias por razón de países: Balcanes, China... Los Sikhs (India, siglo XV) son más bien un intento de unir hinduísmo e Islam, tomando elementos de ambos. Como en otras religiones, también en el Islam existen algunas tendencias fundamentalistas con repercusiones violentas. Apreciando los grandes valores del Islam, habrá que ahondar en la libertad de conciencia para elegir y expresar la propia religión, así como en el reconocimiento de los derechos de todo ciudadado perscindiendo de su religión.

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Las tendencias actuales de la nueva religiosidad (entre el segundo y el tercer milenio) tienen las características de "sincretismo" (síntesis indiferenciada o también seleccionada) y de "secta" (separación o derivación); características ya conocidas en la historia de las religiones. Pero los tonos son nuevos. Se tiende hacia la síntesis de valores religiosos, la acogida en el grupo, la experiencia fuerte de lo "religioso", la salvación exclusiva sólo para los adeptos... Pero los nuevos movimientos religiosos (o nueva religiosidad) adoptan actitudes tácticas muy proselitistas: ofreciendo compartir los valores religiosos de todos (para hacer una "nueva" síntesis), proporcionando medios de potenciación psicológica y sociológica (experiencia de lo extraordinario e incluso de lo satánico), tendiendo a un universalismo de poder económico, invitando a un cambio radical respecto a todas las religiones ("new age"), separando totalmente de la sociedad...29

No hay que confundir las tendencias actuales de la nueva religiosidad, con la honradez y autenticidad de muchas personas de buena voluntad que no afirman explícitamente la existencia de Dios o que no practican una religión. Donde hay verdad y bien, allí está Dios, más o menos reconocido explícitamente. "La divina providencia tampoco niega los auxilios necesarios para salvación quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se

Además de los diccionarios y manuales ditados anteriormente (palabras: Islam, Mahoma, sunitas, chiítas, sufitas, etc.), ver: AA.VV., Dizionario comparato delle religioni monosteistiche: Ebraismo, Cristianismo, Islam (Casale Monferrato 1991); A. BAUSANI, L'Islam (Milano, Garzanti 1980); S. NOJA, Maometto profeta dell'Islam (Milano, Mondadori 1985); F.M. PAREJA, La religiosidad musulmana (Madrid, BAC 1975). Sobre las relaciones con el cristianismo: AA.VV., La Chiesa nell'Africa del Nord (Cinisello Balsamo, Paoline 1991); C. AMIGO VALLEJO, Dios clemente y misericordioso (Madrid, Paulinas 1981); M. BORRMANS, Orientamenti per un dialogo tra cristiani e musulmani (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1988); H. TEISSIER, Eglise en Islam (Paris, Le Centurion 1984).

29    ? Se pueden clasificar las sectas actuales por: pseudocristianas, (testigos de Jehová, niños de Dios...), esotérico-sincretistas (gnósticos, alfa y omega...), de tipo oriental (Hare Krishna...), espiritismo y sectas satánicas, etc. Ver esta distribución (con bibliografía) en: F. SAMPEDRO, Sectas y otras doctrinas en la actualidad (Bogotá, CELAM 1991). Otros estudios: AA.VV., Le sette religiose: una sfida pastorale del nostro tempo (Bologna, ESD 1991; AA.VV., Movimenti ecclesiali contemporanei (Roma, LAS 1980; AA.VV., Las sectas en América Latina: problema y acicate para la Iglesia: Misiones Extranjeras (1991) n.121; M. ANGLARES, Nueva Era y Fe cristiana (Madrid, San Pablo 1994); J. BARREDA, Sette (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1993) 467-469; R. BERZOSA, New Age: un nuevo reto a la teología: Lumen 41 (1992) 266-280; J. BOSCH, Iglesias, sectas y nuevos cultos (Madrid, Bruño 1981); A. CASTIÑEIRA, La experiencia de Dios en la postmoderidad (Madrid, PPC 1992); P. CODA, I movimenti ecclesiali. Una lettura ecclesiologica: Lateranum 57 (1991) 109-144; E. FOUCART, Répertoire bibliographique, Sectes et Mouvements réligieux marginaux de l'Occident contemporain (Québec, 1982); J. GARCIA HERNANDO, Sectas y religiones no cristianas, en: Pluralismo religioso (Madrid, 1983) II; IDOC, A selected Bibliography on New Religious Movements in Western Countries (Roma 1979); A. SALVATIERRA, Las sectas, desafío a la nueva evangelización: Surge 50 (1992) 20-43; A.N. TERRINI, Nuove religioni (Brescia, Morcelliana 1985); J. VERNETTE, Le Nuovel Age (Prais, Tequi 1990). Ver documento del Secretariado para la Unión de los Cristianos: Le phénomène des sectes ou nouveaux mouvements religieux: un défi pastoral: SI 61 (1986) 158-169.

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esfuerzan en llevar una vid recta, no sin la gracia de Dios" (LG 16).

B) Más allá de la experiencia religiosa

En todas las religiones se encuentra, de modo más o menos explícito, un sentido del "misterio" o de la realidad divina que es más allá de los propios conceptos y experiencias. Sin este sentido del misterio, no podría darse el culto religioso. La propia experiencia religiosa puede ser válida, pero nunca es suficiente ni perfecta en esta vida terrena.

Las noción de "experiencia" no es muy precisa, puesto que abarca elementos de campos muy diferenciados: psicología, sociología, antropología, historia, fenomenología religiosa... Toda experiencia religiosa está enraizada en la propia cultura y ambiente sociológico. Es una experiencia relacionada con el más allá, con Dios. En la búsqueda innata de la verdad y el bien, hay un deseo de encuentro con "alguien": "nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no te encuentre a ti".30

En cualquier religión se encuentran personas profundamente sensibles a su propia experiencia religiosa. Se pueden observar unas constantes que no siempre aparecen en las publicaciones. Hay unas líneas relativamente comunes, cuando se trata de personas sencillas o simplemente auténticas, sin extremismos. La experiencia de trato directo con estas personas muestra las siguientes líneas:

- es algo vital que abarca todos los campos de la vida personal y comunitaria;- es diferente de otras experiencias de la vida humana; especialmente porque se trata de una actitud relacional con Dios;- se considera esta experiencia como un don gratuito, que quiere ser acogido libremente;- es algo salvífico que hace superar las limitaciones humanas porque hace entrar en lo que es propio de Dios (su "santidad", su trascendencia);- siendo una experiencia inefable, contagia, al mismo tiempo, la necesidad de comunicarla a otros;- la experiencia no es directa (a Dios no le ha visto nadie), sino por medio de intermediarios (la creación, la iluminación o intuición, los mensajeros...), porque Dios sigue siendo trascendente también al dejarse entender como inmanente o cercano;- se comienza un camino abierto siempre a una más allá, porque los dones de Dios son preparación de otros dones, como si se sintiera la necesidad de encontrar al mismo Dios en toda su realidad;- las expresiones son siempre pobres, como indicando la presencia y ausencia, el encuentro que se hace nueva búsqueda, la luz que deja a oscuras porque se vislumbra mayor luz en lontananza; Dios es más allá de todos los esquemas y conceptos;- la palabra y presencia de Dios, a través de la experiencia religiosa,

30    ? SAN AGUSTIN, Confesiones 10,27,30: PL 32,795. Dios es más allá de toda experiencia psicológica, "más íntimamente presente que yo mismo": ibídem, 3,6,11: PL 32,687. Un estudio amplio sobre teología de la experiencia religiosa: G. MAGNANI, Filosofia della religione (Roma, Pont. Unv. Gregoriana 1993) cap. V. Sobre la experiencia cristiana: J. MOUROUX, L'expérience chrétienne. Introduction à une théologie (Paris, Aubier-Montagne 1952). Otros estudios: J. ESQUERDA BIFET, Experiencias de Dios (Barcelona, Balmes 1976); H. SMITH, La experiencia de Dios (Santander, Sal Terrae 1975. Sobre experiencias religiosas en las religiones no cristianas: V. HERNANDEZ CATALA, La expresión de lo divino en las religiones no cristianas (Madrid, BAC 1972).

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dejan entender un "más allá", que da sentido a la vida personal y comunitaria, y que fundamenta la dignidad (libertad, igualdad) de la persona humana y de toda la humanidad en cada uno de sus pueblos y culturas;- en la experiencia religiosa auténtica se vive la sintonía con todo el cosmos y con toda la humanidad, que procede de "alguien", y se camina como un sola familia hacia su encuentro definitivo.31

La diversidad de creencias y de formas de culto pertenece al hecho religioso universal, que deja entrever un denominador común: la "experiencia" de lo divino, como algo vital e integral. Hay personas que han tenido esta experiencia de modo peculiar, comunicándola a los demás y dando origen a movimientos religiosos.

Es la persona toda entera la que queda comprometida con todos sus componentes intelectivos, volitivos, sensitivos, activos. La experiencia religiosa toca la profundidad del ser humano, su verdadero yo. Y es también toda la comunidad la que queda orientada hacia lo divino, por medio de convicciones (doctrinas), actitudes y costumbres. Por esto, tanto la persona como la comunidad expresarán esta experiencia con gestos y ritos que indiquen adoración, alabanza, agradecimiento, súplica, deseo de encuentro, búsqueda permanente...

Esta experiencia es más profunda que la experiencia de la verdad de las cosas, de la belleza de la creación, la bondad de unos gestos de vida, la amistad humana, la admiración por el arte. Estos aspectos de la experiencia (filosóficos, noéticos, éticos, estéticos) están relacionados con la experiencia religiosa, pero no se identifican con ella. Dios no es un "objeto" como los demás, sino un "sujeto" (alguien) que entra en la vida de la persona y de la sociedad como su fuente, sostén y objetivo final.

Es experiencia de "salvación", como dando respuesta a la búsqueda continua del sentido de la existencia. Se intuye que es el mismo Dios, que es sumo don, quien se comunica (no se deja conquistar), como suma verdad y belleza, como bien y donación, como vida, felicidad y paz. Pero él sigue siendo el centro que arrastra el ser humano, desde un más allá, desde su mismo misterio o "santidad" (el absolutamente "otro"). Mientras deja sentir su presencia, manifiesta su ausencia.

La experiencia se hace "inefable", mientras, al mismo tiempo, imprime la necesidad expresarla y de comunicarla de algún modo a los demás. Hay una toma

31    ? Resumo también mis impresiones de largos años de contacto con personas muy sensibles y buenos de todas las religiones. Pero he comprobado la verdad de mis impresiones en los libros "espirituales" de escritores de diversas religiones. La persona sensible al tema religioso ha tenido una gran experiencia de la propia pobreza (enfermedad, marginación, soledad, defectos, fracasos...); y en esta pobreza ha encontrado inesperadamente la bondad de Dios más cercano que nunca. A partir de esta experiencia, todos los hombres se consideran muy cercanos. Testimonios: AB EL-KADER, Ecrits spirituels (Paris, Seuil 1982; R. TAGORE, Obra escogida (Madrid, Aguilar 1986). Estduios: J. ESQUERDA BIFET, Experiencias de Dios (Barcelona, Balmes 1976); La experiencia cristiana de Dios, más allá de las culturas, de las religiones y de las técnicas contemplativas, en: Portare Cristo al mondo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) I, 351-368; Contemplación cristiana y experiencias místicas no cristianas, en: Evangelizzazione e culture (Roma, Pont. Univ. Urbaniana) 1976, I, 407-420.

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de conciencia de la existencia de un don que quiere ser aceptado libremente y que pide el retorno de una donación libre. Se intuye que es él, en quien se cree, a quien se quiere recibir, amar, servir. Está en lo más profundo del ser, como sosteniendo la fugacidad o contingencia de la criatura; pero es como si llamara a trascenderse a sí mismo para encontrarle en un más allá. Su presencia parece ausencia.

Esta experiencia nunca es directa, porque "nadie ha visto a Dios" en esta tierra (Jn 1,18). Por esto se habla de signos o mediaciones, a veces de mensajeros. El cosmos, la historia, las personas, todo puede ser un signo de la presencia y palabra divina. Pero especialmente se deja sentir aguardando "dentro del corazón", como "la verdad más profunda de la realidad" (GS 14). No obstante, esta cercanía e inmanencia de Dios, se descubre como trascendencia, como un "más allá" inabarcable con las fuerzas y conceptos humanos.

La experiencia religiosa es un camino, un crecimiento y una apertura cada vez mayor al Infinito. Se intuye que es un don a modo de semilla que debe germinar, desarrollarse, para poder recibir otros dones y, especialmente, al mismo Dios que es el don por excelencia: se quiere dar él mismo. No se trata de una conquista, aunque sí se requiere una disponibilidad. Por esto, la verdadera experiencia religiosa (intelectual o práctica) no puede reducirse a conceptos definitivos (conceptos que son válidos pero insuficientes).

Las expresiones de la experiencia son, al mismo tiempo, afirmación y negación, semejanza y diversidad, encuentro y búsqueda continua. Se quiere expresar el encuentro con una presencia que parece ausencia, íntima y trascendente, mientras se expresa como llamada a un encuentro pleno y definitivo.

La pluralidad de experiencias religiosas indican una evolución de la historia humana, personal y comunitaria, que va pasando del descubrimiento del ser de Dios como absoluto (origen, fuente, infinito), a la intuición del mismo Dios como "alguien", que está presente, habla, ama... Entonces surge el deseo de relación y de encuentro. El hombre se va abriendo a la realidad integral: del cosmos, de la humanidad, de Dios. Al mismo tiempo, se descubre la dignidad de la persona humana, como reflejo del misterio de Dios "personal". El misterio del hombre se ilumina en la medida en que se va profundizando en la experiencia de Dios (cf. GS 22).32

En este sentido, la religión, cuando es auténtica, es la base de la sociedad humana y la única garantía de respeto hacia todos los derechos fundamentales. Es la explicación más completa sobre la vida humana y el universo, en su relación trascendental hacia el más allá. Pero si los elementos religiosos son espúreos, pueden originarse fundamentalismos de consecuencias desastrosas, produciendo, como contrapunto, el rechazo de la religión por parte de la sociedad. La trascendencia divina, experimentada en la oscuridad de la fe, no es alienante, sino que invita a la solidaridad con todos los hermanos. Pero cuando la experiencia es una conquista o se interpreta utilitarísticamente, puede producir la guerra y el caos en el corazón y en la sociedad.

Ningún esquema científico (filosófico o teológico) puede expresar suficientemente la experiencia religiosa. Los conceptos y las explicaciones pueden ser válidas, aunque imperfectas, pero siempre dejan entender un "más

32    ? J.C. SAGNE, De l'expérience de l'être à l'écoute de la parole: Le Suppl. (nov. 1977) 507-512.

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allá" de todos los esquemas. Dios continúa siendo "don" y deja traslucir que la donación total de sí mismo es sólo en el más allá. La historia de las religiones es una apertura continua a esta presencia activa de Dios en el mundo. La verdadera experiencia religiosa trasciende todas las expresiones; es una adoración amorosa de la sabiduría y bondad de Dios infinito. Si Dios comunica un nuevo don de experiencia religiosa, por ello mismo, salva todos los dones anteriores (purificándolos de añadiduras humanas). No hay sincretismo, sino "semillas de su Palabra", que se abren a un crecimiento continuo y a un futuro insospechado.33

Cualquier experiencia religiosa auténtica se manifiesta por un sentido de "humildad" o de verdad: conciencia de un don gratuito comunicado por Dios, especialmente al constatar la propia pobreza y limitación, tal vez en momentos de soledad, fracaso, enfermedad e incluso defectos y culpas. Es como si el Creador dejara sentir su presencia y su palabra, precisamente cuando el hombre recobra su autenticidad de criatura que lo ha recibido todo de Dios. Por esto, la sorpresa del don inesperado, hace pensar espontáneamente en los demás hermanos, también creados y amados por Dios.34

C) La oferta peculiar de la experiencia cristiana como acción evangelizadora

Un don de Dios, como es una experiencia religiosa, indica una gratuidad por parte de Dios y una acogida libre y generosa por parte del hombre. La gratuidad de Dios es signo de su amor, que continúa conservando activamente todo lo creado. La acogida libre y generosa de un nuevo don por parte del hombre, está en sintonía con los dones ya recibidos. Todo don de Dios (existencia, fe en él, historia, vida familiar y social, nueva manifestación...) es, por su misma naturaleza, apertura a los dones sucesivos. La experiencia religiosa no es fruto de un esfuerzo psicológico, sino una apertura incondicional al don de Dios.

Un nuevo don de Dios no es algo intruso y forzado, sino algo o "alguien" que "viene a su propia casa" (Jn 1,11). El cristianismo es un "nuevo" don de Dios a la humanidad, en "la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4; cf. Heb 1,2). La novedad, aunque era preparada por el mismo Dios en todas las culturas y

33    ? En el cristianismo, decimos que Dios nos ha enviado su Hijo, que es su Palabra (el Verbo) y su presencia personal (el Emmanuel). Es la revelación definitiva, pero todavía no la visión. La comprensión de esa revelación se va perfeccionando en el caminar eclesial, por nuevas luces del Espíritu Santo, a veces en relación con otros dones de Dios concedidos a los diversos pueblos. El hecho de la encarnación y rendención de Cristo es, pues, una etapa trascedental en la historia humana, que da sentido definitivo a toda ella. Mientras la comunidad cristiana profundiza, vive y comunica este don concedido para toda la humanidad, se hace cada vez más consciente de que el misterio de Cristo es siempre nuevo, redescubierto con nuevas luces del Espíritu, como preparando la visión y el encuentro definitiivo, "hasta que él vuelva" (1Cor 11,26; cf. Act 1,11).

34    ? Las experiencias "místicas", si son auténticas, tienen esa nota característica de humildad y verdad, sin apoyarse en cosas extraordionarias. L. GARDET, Experiencias místicas en tierras no cristianas (Madrid, Studium 1970; I. GOBRY, L'Expérience mystique (Paris, Fayard 1964); J. MOLTMANN, Gotteserfahrungen: Hoffnung, Angst, Mystik (München, Kaiser Verlag 1979). Ver estudios de la nota siguiente.

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religiones y, de modo especial, en el Antiguo Testamento, sobrepasa todas las previsiones y cálculos religiosos: "de tal manera amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).

La experiencia cristiana específica no puede basarse en elementos culturales y psicológicos, que son válidos y que pueden ser comunes con otras religiones. Cualquier experiencia humana válida, también religiosa, se concreta en criterios o modos de pensar, en escala de valores o modos de apreciar las cosas y en actitudes referentes al cosmos, a los hermanos y a Dios. En el cristiano, estos mismos elementos, con toda la gama de posibilidades legítimas, se concretan en una adhesión personal a Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, para pensar, sentir y amar como él. Se parte de la "experiencia" personal de Cristo, no como experiencia místico-religiosa, sino como experiencia "narrada" por quien es "el Hijo unigénito" que "ha visto al Padre" (Jn 1,18; 6,46). El cristiano no tiene otro medio de expresar esta experiencia, que la práctica del mandato del amor y de las bienaventuranzas (reaccionar amando), como actitudes que expresan una actitud filial, que es gracia de Dios.35

Esta novedad cristiana no puede suscitar en el creyente un sentido de superioridad y menos de imposición. Jesús es "el viviente" (Apoc 1,18). La fe en Cristo comienza a partir de un encuentro con él (cf. Jn 6,35ss), que es un don gratuito. Quien le encuentra vivencialmente, acepta con facilidad su mensaje y sus exigencias. El se hace encontradizo con todo ser humano, dejando en su corazón y en su historia huellas de su presencia de resucitado. Hacer explícito este encuentro, madurando las huellas, es un don de Dios, que debe ser preparado, especialmente por quienes, siendo cristianos, deben presentar en sus vidas el mensaje evangélico y las huellas de la presencia de Cristo resucitado. El Señor puede dar esta gracia cuando quiera y como quiera. Baste recordar a Cornelio, Saulo, Agustín, Carlos de Foucauld... "Esta salvación de Dios ha sido enviada a las gentes; ellas sí que la oirán" (Act 28,28).36

Las religiones no contienen intrínsecamente (en sí mismas) la salvación "cristiana", puesto que ésta es un don gratuito de Dios por medio de Cristo. La salvación a que apuntan, también trascendental o hacia el más allá, es posible por la providencia divina universal. Pero puesto que "Cristo ha muerto por todos" (2Cor 5,14), "los hombres podrán salvarse" (EN 80) participando también de la vida nueva ofrecida por él, por caminos que desconocemos. Las culturas y religiones pueden ser una "preparación evangélica", que contiene "las semillas de la Palabra", por las que el Espíritu Santo hace llegar a "la madurez en

35    ? J. ESQUERDA BIFET, Valor evangelizador y desafíos actuales de la "experiencia" religiosa: Euntes Docete 43 (1990) 37-56; Idem, La experiencia cristiana de Dios, más allá de las culturas, de las religiones y de las técnicas contemplativas, en: Portare Cristo al mondo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) I, 351-368; G. MAGNANI, Filosofia della religione (Roma, Pont. Unv. Gregoriana 1993) cap. VI (experiencia religiosa y cristiana); J. MOUROUX, L'expérience chrétienne. Introduction à une théologie (Paris, Aubier-Montagne 1952); J.Mª VELASCO, El fenómeno místico en las religiones y en el cristianismo (Madrid, San Pablo, 1995).

36    ? Recojo un testimonio directo de un Brahman, que encontró la fe cristiana ante un crucifijo. Después de un primer momento de sopresa, sintió en el corazón: "murió así porque me amaba... entonces yo tengo que amarle y hacerle amar". Se decidió a dejarlo todo y a prepararse para el bautismo. Años depués, en momentos de dificultad, al no haber encontrado siempre la comunidad eclesial que esperaba, me decía: "a mí me ha convertido Cristo, no los cristianos".

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Cristo" (RMi 28).37

El cristianismo no se puede imponer. Pero todo cristiano está llamado a "proponer la verdad evangélica y la salvación ofrecida por Jesucristo, con plena claridad y con absoluto respeto hacia las opciones libres que luego pueda hacer cada uno" (EN 81). Este anuncio (unido al testimonio) es un deber de todo evangelizador y, al mismo tiempo, "un derecho de sus hermanos a recibir, a través de él, el anuncio de la Buena Nueva de la salvación" (ibídem).

La peculiaridad de la salvación cristiana no anula ni infravalora los elementos salvíficos que Dios ha puesto en todas las otras religiones. Se trata de la salvación peculiar que deriva de la encarnación del Hijo de Dios y de su muerte y resurrección. Consiste en la transformación del hombre en hijo de Dios por participación en la misma vida divina, "por medio de Jesucristo" (Ef 1,5) y la infusión del Espíritu Santo (cf. Rom 8,14-17; Gal 4,6)), para llegar a ser "hijos en el Hijo" (GS 22). La "herencia" de esta filiación es la "visión" del mismo Dios "tal como es" (1Jn 3,1-2; Gal 4,7). Dios se ha manifestado en Cristo como Dios "Amor" (1Jn 4,7), la máxima unidad, verdad y vida, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La vida cristiana es participación en esta vida trinitaria de Dios Amor, "en el Espíritu, por Cristo, al Padre" (Ef 2,18). Podríamos resumir así los elementos principales de la salvación peculiar cristiana:

- elección o predestinación de toda la humanidad en Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre (Ef 1,3ss; 3,8-9; Rom 1,16), concebido por obra del Espíritu Santo en María Virgen (Mt 1,20-24), Salvador universal (Jn 4,42; 6,51; 1Tim 2,4-6),- revelación de Dios como Amor, uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo (Lc 1,35; Mt 28,18; 1Jn 4,7-21),- llamada al bautismo para el perdón de los pecados y para compartir la vida, muerte y resurrección de Cristo (Rom 6,2ss),- entrar a formar parte de la comunidad convocada y amada por Jesús (su "Iglesia"), "comunión" de hermanos (Act 4,32), donde él se hace presente (Mt 16,18; 28,20; Ef 5,25-27), y donde ser refleja la comunión trinitaria,- participación en el misterio pascual de Cristo, presente especialmente la Eucaristía, que es el sacrificio de la Nueva Alianza (Mt 26,28; Lc 22,19-20),- filiación adoptiva como participación en la misma vida de Dios, por Cristo y en el Espíritu (Jn 1,12; Gal 4,4-7; Ef 1,5; Rom 8,14-17), que debe expresarse por el cumplimiento del mandato del amor (Jn 13,34-35) y por la actitud filial de reaccionar amando en todo momento (perfección: Mt 5,48),- transformación de la creación y de la humanidad en una nueva creación (Gal 6,15; 2Cor 5,17), por una "vida nueva" (Rom 6,4) que es vida en

37    ? Es lícito admitir la hipótesis de que todas las religiones y experiencias religiosas apuntan, por su propia naturaleza, hacia un encuentro final, puesto que todas ellas, si son auténticas, derivan del mismo y único Dios y caminan hacia él. Lo cual hace suponer que esta unidad final llegará en la medida en que cada una sea fiel a los dones recibidos y a los que todavía pueda recibir. El que todas las culturas y religiones apunten al encuentro explícito con Cristo, no puede deducirse de reflexión científica, sino de la fe en la encarnación del Hijo de Dios y de la redención universal realizada por el mismo Cristo, "por quien todo fue hecho" (Jn 1,10; Col 1,16). Ver: D. ACHARUPARAMBIL, La Iglesia y las demás religiones, en: Misión para el tercer milenio (Roma, PUM 1992) 137-153; J. DUPUIS, Jesucristo al encuentro de las religiones (Madrid, Paulinas 1991); A.M. HENRY, Les relations de l'Eglise avec les religions non chrétiennes (Paris, Cerf 1966).

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Cristo y en el Espíritu Santo (Col 3,3; Rom 8,4; Ef 1,13-14; 2,18; Act 2,38),- "recapitulación de todas las cosas en Cristo" (Ef 1,10), porque "todo subsiste en él" (Col 1,17),- resurrección final de los creyentes, participando en la misma resurrección de Cristo (Jn 6,39; 1Cor 15,12-20),- llamados a la visión de Dios tal como es, como coherederos de Cristo (1Jn 3,1-2; Gal 4,7).38

La experiencia cristiana es, pues, una propuesta y una llamada a superar, sin humillar ni destruir, toda experiencia religiosa auténtica, como apertura al nuevo don de Dios en el misterio de Cristo, su Hijo hecho hombre y Redentor, puesto que sólo él ha visto a Dios tal como es (Jn 1,14-18). Pero para aceptar esta revelación definitiva de Dios en Cristo, se necesita la gracia del mismo Dios, como ha dicho el mismo Jesús: "nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le atrae" (Jn 6,44); "nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Lc 10,22).

La humanidad entera camina, por acción de la gracia divina, hacia la relación filial con Dios, como participación en la misma filiación divina de Jesús. Pero esta dinámica histórica es una acción divina, es don suyo, totalmente gratuito, insospechado, más allá de toda reflexión intelectual y de toda experiencia religiosa, porque se trata de entrar en comunión personal con Cristo resucitado, presente en la historia de cada persona y de toda la humanidad, para participar de su misma filiación divina. No es sólo decir "Padre" a Dios, sino decirlo con la vida transformada en Cristo por el Espíritu Santo (Rom 8,14-17).

La revelación cristiana asume la verdad y el bien de toda cultura y religión, para salvarlo todo en una armonía superior, en el mismo y único Dios, que se ha revelado a sí mismo como "Dios Amor" (1Jn 4,8), por el hecho de habernos "dado a su Hijo" para que el hombre pudiera participar en su misma vida filial (Jn 3,16; 1Jn 4,9). La experiencia y verdad cristiana trasciende toda experiencia religiosa, sin herirla, porque inserta en la historia un "más allá" de vida nueva y de "plenitud" en Cristo (cf. Jn 1,16). La "perfección" que anuncia Jesús es la participación en la misma vida de Dios que es Amor (Mt 5,44-48).

El "Reino" que anuncia Jesús (Mc 1,15) es el mismo mundo, con todos sus valores de creación y de revelación primitiva, que debe ser transformado en una "nueva creación" (Gal 6,15; 2Cor 5,17), la cual ya comienza en la historia presente, pero sólo será realidad plena en el más allá, en "el nuevo cielo y la nueva tierra" (Apoc 21,1). Jesús es "el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que va a venir" (Apoc 1,8).

La experiencia religiosa cristiana puede ayudar a las demás a alegrarse en todo lo positivo de su propia identidad, que les hace capaces de abrirse a Dios tal como se ha comenzado a manifestar y comunicar en la creación y en la

38    ? Ver el tema de la salvación en el capítulo I n.3 y capítulo VI n.2. A. AMATO, Missione cristiana e centralità di Cristo Gesù, in: La missione del Redentore (Leumann, Torino, LDC 1992) 13-29; J. GALOT, Cristo unico Salvatore e salvezza universale, en: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Uiversity Press 1992) 51-66; D. GRASSO, L'annuncio della salvezza (Napoli, M. d'Auria 1973); C.M. MARTINI, P. BONATTI, Il Messaggio della Salvezza (Torino, Leumann, LDC 1976).

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historia (cf. Sab 13,1-19; Rom 1,18-32; Act 14,4-7). En toda experiencia religiosa, Dios se comienza a comunicar; pero deja siempre entender que él trasciende toda experiencia religiosa. La misma experiencia cristiana, siendo Cristo el punto de referencia, es una llamada hacia la visión y el encuentro definitivo que sólo será en el más allá.

La Palabra personal de Dios, el Verbo, se encuentra ya en acción en todos los pueblos, en sus culturas y religiones. Siendo una acción divina, de Dios hecho hombre, no puede contradecir todas las demás etapas o momentos de la historia salvífica. Su manifestación, por la encarnación y redención, no es una simple evolución o un grado más, sino un salto al infinito. Dios es siempre "misterio", sorprendente. Las culturas y experiencias religiosas "no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres" (NAE 2; cf. Jn 1,9). Por esto, todo cristiano está llamado a testimoniar y "anunciar constantemente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de vida religiosa y en quien Dios reconcilia consigo todas las cosas" (NAE 2).

3. Diálogo interreligioso y ecuménico

El "diálogo" o intercambio de la palabra humana es un medio adecuado para la relación interpersonal entre individuos y entre comunidades. Ordinariamente se habla de diálogo como de un "método" para entenderse, especialmente en los momentos de conflicto. Las actitudes de violencia o de empleo de la fuerza, se muestran, a la larga, como ineficaces y contraproducentes. Esta relación interpersonal es la actitud dialogal, a modo de estado de ánimo auténtico y conciliador.

Hemos visto el tema de la "inculturación" y el de las religiones no cristianas, como un campo privilegiado para la actitud de diálogo: escuchar, hablar y armonizar. En la diversidad de opiniones y de valores, ha que buscar la unidad en las cosas fundamentales, respetar las opiniones y mostrar siempre el aprecio de las personas.

El fundamento teológico del diálogo está en la palabra de Dios, recibida a través de la creación, de la historia, de la revelación estrictamente dicha y, especialmente, a través de Jesús, el Verbo (Palabra) hecho nuestro hermano. A partir de esta palabra divina, la palabra humana ya puede ser comunicación interpersonal: con todos los hermanos especialmente los más pobres, con las culturas y las religiones. El diálogo, en los diversos campos, es una actitud de caridad: "Daremos a este interior impulso de caridad, que tiende a hacerse don exterior de caridad, el nombre, hoy ya común, de diálogo".39

En el campo pastoral, el diálogo es también un método de trabajo, más eficaz y respetuoso que el de sólo afirmar de palabra o por escrito. Escuchando a las personas, si comprende su problemática y, al menos, su parte

39    ? Ecclesiam suam 59. Es la primera encíclica de Pablo VI, programática de su pontificado: AAS 56 (1964) 609-659. Traza tres líneas de actuación eclesial: tomar conciencia de sí misma, renovarse, dialogar con el mundo. El tema del diálogo con el mundo es una de las líneas fuertes de Gaudium et Spes, especialmente en el capítulo IV de la primera parte, como actitud de dar y recibir. Ver: K. GAWRON, Dialogue as a pastoral Method in the Teaching of Pope Paul VI (Rome, Pont. Univ. Gregoriana 1982); L. SARTORI, Le dimensioni teologiche del dialogo, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont. Unversidad Urbaniana 1985) I, 155-165. Ver estudios sobre el diálogo en relación con la misión o con el ecumenismo, en las notas siguientes.

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de verdad; entonces es más fácil presentar la propia verdad, como respondiendo a una necesidad o tal vez a un campo preparado para la misma. "Quienes sientes u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo" (GS 28).

En el campo misionológico, el diálogo no es sólo un método de acción pastoral, sino un elemento de la misma evangelización, relacionado con el anuncio y el testimonio (n.1). El diálogo interreligioso (n.2) tienen las características de intercambio de nociones y experiencias religiosas, con respeto mutuo y con fidelidad a la propia fe. El diálogo ecuménico (n.3) se refiere propiamente a la relación interpersonal entre las diversas confesiones cristianas.

A) Diálogo y anuncio del evangelio

Cuando la Iglesia toma conciencia de sí misma y se renueva evangélicamente (cf. Ecclesiam suam 1ª y 2ª parte), se siente llamada a dialogar con el mundo haciéndole partícipe de la Palabra divina recibida de Jesús. Entonces "la Iglesia entabla diálogo con el mundo en que tiene que vivir. La Iglesia se hace palabra. La Iglesia se hace mensaje. La Iglesia se hace coloquio" (ES 60).40

Este diálogo de la Iglesia con el mundo, por el hecho de basarse en la Palabra divina recibida, equivale al "deber de la evangelización", por fidelidad al mandato misionero (ES 59). El anuncio del evangelio es "diálogo" o comunicación de la Palabra. Pero hay que escuchar las "semillas de la Palabra" y los fragmentos de verdad que hay en los demás, para poder comunicar con verdad y caridad la propia fe. "En el diálogo con los demás hombres y estando atento a la parte de verdad que encuentra en la experiencia de vida y en la cultura de las personas y de las naciones, el cristiano no renuncia a afirmar todo lo que le han dado a conocer su fe y el correcto ejercicio de su razón" (CA 46; cf. RMi 11).

La Palabra recibida es para toda la humanidad. "La Iglesia se hace coloquio" (ES 60), cuando en su modo de hablar y vivir transparenta la Palabra. De este modo, Dios sigue hablando a los hombres "como amigos" (cf. Ex 33,11; DV 2). El diálogo, por el que se comunica la Palabra, es relación interpersonal entre hermanos, hijos del mismo Dios, todos ellos portadores de "huellas" de su Palabra, para ser intercomunicada. Quienes han encontrado la Palabra personal de Dios en Cristo (el Verbo hecho hombre), están llamados al diálogo-anuncio con quienes ya han recibido algún eco de esa misma Palabra por la creación y por la historia del propio pueblo.

Este diálogo salvífico se realiza en diversos niveles, como preparando la venida del Reino, haciendo realidad el fermento evangélico en la masa, sabiendo esperar la hora de Dios:

- dentro de la comunidad eclesial: comunión,- con otros comunidades cristianas: ecumenismo,- con otras comunidades religiosas: diálogo interreligioso,- con las culturas: inculturación,

40    ? Algunos textos conciliares y postconciliares sobre el diálogo en relación con la misión: AG 11; LG 16; DV 2; GS 44,53; EN 20,63,77,80; RH 6; RMi 55-57; CA 46. Ver otros textos en los apartados siguientes.

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- con las situaciones sociales: promoción humana.

La actitud dialogal del evangelizador consiste en el respeto a la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tal como aparece en el mensaje de Jesús. Este respeto a la verdad, por el hecho de nacer de la caridad, se transforma en "impulso de caridad" (ES 59). La disponibilidad interna de amor, se convierte en donación de la verdad a los hermanos, hasta "hacerse todo para todos" (1Cor 9,22).

Se podrían resumir las características del diálogo evangelizador en la afirmación de Pablo: "sinceros en el amor" (Ef 4,15), es decir, a la verdad por la cardad. Es el diálogo que ha sido iniciado por Dios Amor, en su vida trinitaria "ad intra" y en su comunicación "ad extra". De este diálogo de Dios con la humanidad, se aprende:

- fidelidad a la propia fe,- respeto a la verdad de los demás,- clima de mansedumbre, amistad y servicio,- confianza en el interlocutor,- claridad en el pensamiento y las palabras,- prudencia en las situaciones concretas,- autenticidad en la vida de acuerdo con las palabras,- impulso de caridad para comunicar a los demás la verdad recibida de Dios Amor (cf. ES 75).

El diálogo no es, pues, un simple método pastoral, sino que constituye un elemento auténtico de la misión. Ambas realidades (diálogo y misión) no se identifican, pero se relacionan estrechamente. El diálogo tiende al anuncio evangelizador, cuando llegue el momento oportuno.41

El diálogo evangelizador es el mismo anuncio de Palabra con la modalidad interrelacional y verbal. La proclamación del mensaje evangélico es indispensable (cf. EN 42). Pero la actitud de escucha y de comunicación respetuosa forma parte del anuncio. Por esto, "el diálogo debe caracterizar nuestro ministerio apostólico... el mundo necesita que nos acerquemos a él y le hablemos" (ES 62), a modo de escuchar y hablar, recibir y dar en la verdad de la donación. Es la expresión de la caridad para con todos los hombres. Este diálogo es capaz de "colocar el mensaje en la corriente del pensamiento humano" (ES 74).42

41    ? Ver RMi 55 y el documento del Pontificio Consejo para el Diálogo y de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (año 1991): Dialogo y anuncio (año 1991) 77-78.

42    ? Ver el tema del anuncio explícito, unido al testimonio, en el capítulo VII n.2 A. Algunos estudios actuales sobre el diálogo en su dimensión evangelizadora: AA.VV., Evangelization, Dialogue and Development: Documenta Missionalia 5 (1972); AA.VV., Interfaith Dialogue: Documenta Missionalia 43 (1994); AA.VV., Dialogo e missione, en: Portare Cristo all'uomo, I, Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985; M. BORRMANS, Missione e dialogo, en: Chiesa e Missione (Roma, Pont. Univ. Urbabniana 1990) 443-478; M. DHAVAMONY, Evangelizzazione e dialogo nel Vaticano II e nel Sinodo del 1974, en: Vaticano II, Bilancio e prospettive (Assisi, Cittadella Edit. 1987) 1217-1233; H. HOSTIE, Le dialogue pastoral (Paris, 1968); J. SARAIVA, Missione e dialogo: Euntes Docete 38 (1985) 37-59; H. TEISSIER, Le dialogue fait partie de la mission, en: Portare Cristo all'uomo, o.c., I, 165-172; M. ZAGO, Dialogo e evangelizzazione, en: Chiesa locale e inculturazine nella missione (Bologna, EMI 1987) 33-46. Ver el documento del Pontififico Consejo para el Diálogo y de la Congregación para la

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B) Diálogo entre religiones

Si, hablando en líneas generales, las religiones son una experiencia acerca del mismo Dios, manifestado de "diversas maneras" (Heb 1,1) a través de la historia y en todos los pueblos y culturas, debería ser normal el intercambio de esta experiencia entre las diversas religiones. Incluso se puede intuir que, tratándose de Dios suma Verdad y sumo Bien, creador de todas las cosas, que guía la historia humana de modo misterioso, todas las religiones tienden a una cierta unidad que no sea en menoscabo de los dones particulares recibidos.43

El fundamento teológico del diálogo interreligioso se encuentra en la unidad de la familia humana, por su origen, su finalidad y, especialmente, por la salvación universal obrada por Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, "único mediador entre Dios y los hombres" (1Tim 2,5), "salvador de todos los hombres" (1Tim 4,10). A partir de esta fe, el cristiano descubre que el Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo, está presente, de modo activo, "en la historia, pueblos, culturas y religiones" (RMi 28). En la primera creación "vio Dios que todo era muy bueno" (Gen 1,31); en la nueva creación, a partir de la encarnación de su Hijo, Dios ha mostrado su amor al mundo de modo definitivo, "para que el mundo se salve por él" (Jn 3,16-17).

El diálogo "interreligioso" tiene lugar entre creyentes de diversas religiones, a nivel personal o comunitario. Está relacionado con el tema de la inculturación (ver n.1), pero no se identifica con él. Este diálogo no puede entenderse ni entablarse, sino a partir de una actitud espiritual:

- exposición espontánea y libre de las propias creencias y experiencias religiosas para ayudar a comprenderlas y respetarlas,- escucha atenta y respetuosa de las creencias y experiencias de los demás, sin ánimo de rechazarlas o infravalorarlas,- actitud de comprensión acerca de los "valores espirituales y morales"

Evangelización de los Pueblos (1991): Instructio de Evangelio nuntiando et de dialogo inter Religiones: AAS 84 (1992) 414-446. Comentario en: M. ZAGO,"Diálogo y anuncio": Un documento aclaratorio de gran importancia: Omnis Terra n. 217 (1992) 22-28.

43    ? Esta unidad debe distinguirse del "sincretismo", que es una suma indiscriminada, relativista o también partidista de diversas creencias. En este mismo capítulo hemos estudiado la relación entre evangelización y culturas (n.1) así como entre evangelización y religiones (n.2). Ver el resumen de las religiones en el n. 2 A; hemos intentado presentar los aspectos positivos, sin acentuar las limitaciones. También acabamos de resumir la relación entre el diálogo y el anuncio (n.3 A). El diálogo interreligioso, objeto de este apartado (n.3 B), no es, de suyo, el anuncio directo, pero tiene valor evangelizador por la autenticidad del testimonio y por la claridad en la exposición de la propia creencia. La frase de la carta a los Hebreos, sobre las diversas maneras con las que Dios ha hablado o se ha manifestado, es para introducir la gran novedad del misterio de la encarnación: "en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todo" (Heb 1,2). Datos sobre el diálogo práctico con las diversas religiones: A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión (Estella, Verbo Divino 1991) IV.

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(ES 101) que se encuentran en las creencias de los demás (ES 101),- fidelidad a las propias creencias y experiencias religiosas como un don de Dios que ha sido concedido también para compartirlo con los hermanos,- apertura a las nuevas luces que Dios pueda dar por medio de este diálogo interreligioso y, consiguientemente, capacidad de intuir el "misterio" de Dios más allá de los propios conceptos.44

En resumen, se trata de "la obediencia a la verdad y el respeto de la libertad". Por esto, el diálogo interreligioso no es sólo un método, sino que "es uno de los elementos integrantes de la misión evangelizadora de la Iglesia".45

Esta actitud dialogal es una imitación de Cristo, que no vino a destruir, sino a perfeccionar (cf. Mt 5,17). Es un "coloquio verdaderamente humano a la luz divina... para advertir en diálogo sincero y paciente las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido a las gentes" (AG 11). Es actitud de fe, aprecio y simpatía por los demás, humildad, paciencia, caridad. Esta actitud manifiesta el "profundo respeto hacia todo lo que en el hombre ha obrado el Espíritu, que sopla donde quiere (Jn 3,8)" (RMi 56).

El diálogo interreligioso presupone el reconocimiento de los elementos positivos de las demás religiones. Para el cristiano, este presupuesto es una exigencia de la misma fe, puesto que "reflejan no pocas veces un destello de aquella Verdad que ilumina a todo hombre" (NAE 2).46

Las modalidades o caminos del diálogo interreligioso son principalmente

44    ? El riesgo de una "táctica" contraria al diálogo, puede evitarse cuando el creyente es consciente de que la fe es un don de Dios, que quiere ser aceptado con gratuidad cuando se comunique en el momento oportuno. La misma actitud humilde y comprensiva de diálogo, indica un proceso de "conversión" por parte del mismo cristiano, puesto que nadie ha llegado, en esta vida, a la plenitud del encuentro con el misterio de Cristo y de su comprensión. Nadie sabrá nunca si el no cristiano vive ya en su corazón esta gracia del Señor. Entonces la actitud de diálogo es compatible con la convicción de que en Cristo "los hombres encuentran la plenitud de vida religiosa" (NAE 2). Ver, en este mismo capítulo, el n. 2 B-C.

45    ? Documento Dialogo y anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo interreligioso 9. Es el documento conjunto del Consejo Pontificio para el Diálogo y de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (del 19 de mayo de 1991). Texto latino en: Instructio de Evangelio nuntiando et de dialogo inter Religiones: AAS 84, 1992, 414-446. La primera parte se refiere al diálogo interreligioso en sí mismo; la segunda, se centra en el anuncio evangelizador. Perfecciona otro documento anterior del Secretariado para los no cristianos (del año 1984): L'atteggiamento della Chiesa di fronte ai seguaci di altre religioni (Riflessioni e orientamenti sul dialogo e missione): AAS 76 (1984) 816-828.

46    ? Ver textos magisteriales laudatorios de las otras religiones en vistas al diálogo: LG 16; AG 3,9,11; DH 2,10; NAE 1-5; ES 101; EN 53,77; RH 6,11-12; RMi 29,55-57. Ver: J. DUPUIS, Dialogo interreligioso nella missione evangelizzatrice della Chiesa, en: Vaticano II, Bilancio e prospettive (Assisi, Cittadella 1987) 1244-1256; M. ROUKANEN, The Catholic Doctrine of non-Christian religions according to the Second Vatican Council (Leiden, Broll 1992); M. ZAGO, Nostra Aetate, Dialogo interreligioso a Vent'anni dal Concilio (Casale Montferrato, PIEMME 1985).

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cuatro:

- diálogo de vida, en la convivencia de todos días, personal, familiar y social,- diálogo de obras, cooperando en el quehacer humano cultural y político-social,- diálogo de doctrina, compartiendo la reflexión teológica sobre la propia creencia y conducta moral, sobre los valores de la familia y sociedad (ordinariamente es diálogo entre especialistas),- diálogo de experiencias religiosas, especialmente de la actitud relacional con Dios (oración).47

Habrá que tener en cuenta los posibles obstáculos inherentes a toda actuación humana. Aparte del peligro de sincretismo y relativismo, los obstáculos más frecuentes acostumbran a ser los prejuicios sobre los demás, las alergias históricas, las incomprensiones, los fundamentalismos o radicalismos... Pero la magnitud de esta obstáculos no puede aminorar el camino hacia la unidad.

El objetivo inmediato del diálogo interreligioso no es la conquista del interlocutor para la propia religión, sino el intercambio mutuo de creencias y experiencias religiosas, para conseguir una toma de conciencia concretada en respeto y aprecio. Las religiones, por su misma naturaleza de relación con Dios que distribuye sus dones como quiere, están llamadas a esta actitud dialogal con todas las demás. De hecho y a nivel popular, cada vez más es una realidad sociológica, debido a los encuentros de todo tipo. Conservando, pues, con fidelidad los propios valores, las religiones están llamadas a abrirse a los demás dones que Dios ha concedido a todos los pueblos.

Por parte de los cristianos, se trata de una exigencia de su misma vocación: "todos los fieles y las comunidades cristianas están llamadas a practicar el diálogo, aunque no al mismo nivel y de la misma forma" (RMi 57). En esta cercanía relacional y dialogal con los demás hermanos, se redescubre y profundiza la propia experiencia religiosa no como un dato sociológico, sino como una actitud relacional de fe en Cristo resucitado presente en su Iglesia y en el mundo.

47    ? Cf. RMi 57. Los estudios actuales acostumbran a presentar estos capítulos: necesidad, utilidad, fundamentos, modalidad o caminos, actitudes, dificultades. Además de los estudios citados en las notas anteriores, ver: AA.VV., Mission et dialogue inter-religieux (Lyon, Fac. Théol. 1990); D. ACHARUPARAMBIL, Il dialogo inter-religioso, en: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Univ. Press 1992) 307-325; M. AMALADOSS, Faith, Culture and Inter-religious Dialogue (Delhi, Indian Social Institute 1985); F. ARINZE, The Church in Dialogue (San Francisco, 1990); M. DHAVAMONY, Towards a Theology of Dialogue in Interreligious Ritual Participation: Bulletin Pont. Cons. pro Dialogo inter Religiones 35/2 (1990) 290-303; T. FEDERICI, La Chiesa in missione e il dialogo con le religioni: Euntes Docete 44 (1991) 177-201; M.L. FITZGERALD, Interreligious dialogue today: Omnis Terra n.234 (1993) 15-21; HAN DE WIT, The Contemplative Contribution to Interreligious Dialogue: Studies in Interreligious Dialogue 1 (1991) 146-162; G.G. HARDY, Monastic quest and interreligious dialogue (New York, Peter Lang 1990); J. TAYLOR, The Theological Basis for inter Dialogue: International Review of Mission (1979) 373-384; A. TORRES, El diálogo de las religiones (Santander, Sal Terrae 1992); M. De UNCITI, Diálogo interreligioso y misión, en: La misionología hoy (Madrid, OMP 1987) 301-333; M. WILES, Christian theology and inter-religious dialogue (London, SCM Press 1992).

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En los encuentros para el diálogo interreligioso, de modo espontáneo o programado según los casos, se aprende a conocer y apreciar las posiciones religiosas de los demás y a comunicar las propias. Para el cristiano, la fe en Cristo (el Verbo hecho hombre) y en el misterio de la Trinidad (la comunión de Dios Amor en tres personas), son un punto de referencia para entablar el diálogo sin alergias y sin complejos: Cristo comparte la vida e historia de todos los hombres y de todos los pueblos; Dios Amor ha dejado su imagen impresa en el corazón de todo ser humano, y sus huellas en todas las culturas y religiones.

C) Diálogo ecuménico

Los fundamentos teológicos, necesidad, modalidades, actitudes y objetivos del diálogo en general y del diálogo interreligioso en particular, sirven analógicamente para el diálogo ecuménico. Pero este tiene las características peculiares que derivan de la fe común en Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado.

El diálogo "ecuménico" es uno de los medios principales para conseguir la unidad de todos los creyentes en Cristo. Su objetivo no puede ser otro que el de reconstruir la unidad rota desde hace siglos. El movimiento ecuménico equivale a la búsqueda de la unidad, pedida por Jesús (Jn 17,21ss), entre todas las comunidades cristianas. La "oikoumene" es el conjunto de todos los que habitan la misma "casa espiritual" (1 Pe 2,5) o la misma tierra. Indica, pues, unidad y comunión universal. "Participan en este movimiento de la unidad, llamado ecuménico, los que invocan al Dios Trino y confiesan a Jesús Señor y Salvador" (UR 1).48

La unidad entre los cristianos no es sólo una cosa útil, sino una necesidad que brota de la misma esencia del cristianismo. Somos "un solo cuerpo" y hemos recibido "un solo Espíritu"; tenemos "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos" (Ef 4,4-5). Así, pues, somos todos "uno en Cristo Jesús" (Gal 3,28). Cristo no debe estar dividido (cf. 1Cor 1,13).

La comunidad eclesial es tal en la medida en que refleje la comunión trinitaria de Dios Amor, según la oración sacerdotal de Jesús: "como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17,21).

La "comunión" eclesial es un signo eficaz de evangelización y un "camino e instrumento de evangelización" (EN 77). La falta de unidad entre los cristianos es "uno de los grandes males de la evangelización". Por esto, "la suerte de la evangelización está ciertamente vinculada al testimonio de unidad dado por la Iglesia" (ibídem).

El diálogo ecuménico, entre cristianos, no es principalmente un acto sociológico, sino que tiene un punto de referencia más allá de las fuerzas humanas: la presencia activa de Cristo resucitado (cf. Mc 16,20). Se trata, pues, de la fidelidad al Señor y a la acción del Espíritu Santo. La unión se hará realidad sólo en la medida en que se dé esta fidelidad a la gracia, por

48    ? Ver datos y bibliografía en: AA.VV., Diccionario Teológico Interdisciplinar, Salamanca, Sígueme 1983; C. GARCIA CORTES, Bibliografía española sobre ecumenismo: Actualidad Bibliográfica 16 (1979) 45-88. Otros estudios, en las notas siguientes.

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encima de prejuicios, malentendidos, errores y limitaciones presentes o del pasado.

Se podría hablar de "ecumenismo" o de diálogo ecuménico según diversas posibilidades: doctrinal o bíblico-teológico, espiritual o de oración y sacrificio, pastoral o de colaboración en la acción evangelizadora, caritativo o de ayuda a los necesitados, cultural o de cooperación en el campo de la cultura, etc. (UR 4).49

En realidad, el movimiento ecuménico es una acción del Espíritu Santo en todas las comunidades eclesiales sin excepción. En este sentido, hay un solo ecumenismo, es decir, el de la fidelidad al Espíritu: "el que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias" (Apoc 3,6). El Espíritu Santo ha concedido a las diversas comunidades eclesiales dones peculiares que deben intercambiarse. Muchas rupturas se han originado por no aceptar estos dones concedidos a los demás hermanos o por no ser fieles a los mismos.

Puesto que los interlocutores, presentes o ausentes, son muchos y muy diferenciados, habrá que tener en cuenta la riqueza de puntos de vista, que podrían sintetizarse en tres líneas o "pulmones", a modo de diálogo triangular:

- los datos de la fe en la comunión con todas las Iglesias y en relación con el carisma del sucesor de Pedro como servidor de la comunión; es la posición "católica" ("cata-olon": en sintonía con el todo de la única Iglesia universal y con todas las Iglesias particulares);- los dones que el Espíritu Santo ha dado a las Iglesias, en relación con las tradiciones apostólicas de cada Iglesia particular; es la posición de la "ortodoxia", como fidelidad a la fe apostólica profesada por los primeros concilios ecuménicos, a las tradiciones litúrgicas y a la vida espiritual (cf. UR 14-18);- los valores evangélicos de renovación, a la luz de la palabra revelada, la fe, la gracia; es la posición de las Iglesias reformadas, que buscan la renovación permanente de la Iglesia (cf. UR 19-23).

Teniendo en cuenta la referencia necesaria a Cristo y a su Espíritu, que conducen hacia el Padre de todos (dimensión trinitaria), el diálogo ecuménico tiene necesidad de interlocutores que busquen sinceramente la perfección cristiana (cf. UR 4). Sólo entonces se puede hablar con libertad (sin miedos y sin condicionamientos propios o ajenos) y con caridad (con aprecio de las personas y dispuestos a ceder en los propios intereses humanos).

La práctica del ecumenismo, especialmente por medio del diálogo, necesita seguir unas pautas que derivan del espíritu de fe, de la humildad y de la caridad:

- escucha humilde de la Palabra, celebración fiel de la eucaristía, como "sacramento de unidad" (SC 47), amor y sentido de "Iglesia" amada por Cristo (Ef 5,25);- fidelidad a la propia fe, en el discernimiento de los dones del Espíritu Santo, concedidos a la propia comunidad eclesial, sin reticencias ni irenismos (cf. UR 11);

49    ? Además de los estudios citados en notas anteriores, ver: AA.VV., Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) II (testimonio y ecumenismo); AA.VV., Ecumenismo ed evangelizzazione. Atti della sessione ecumenica del SAE (Napoli-Roma, AVE 1975). Sobre el ecumenismo y la misión, ver notas siguientes.

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- amor a la verdad plena del misterio de Cristo, con apertura a las nuevas luces y dones del Espíritu Santo;- aún admitiendo que en la doctrina acerca de la propia fe hay un cierto orden o jerarquía de verdades, hay que adoptar la actitud de adhesión plena a toda la verdad (cf. UR 11);- aquilatar las explicaciones y lenguaje, de suerte que, apareciendo con mayor claridad la propia fe, no hiera la fe de los demás;- teniendo en cuenta que "el auténtico ecumenismo no se da sin la conversión interior" (UR 7) y sin la "renovación de la Iglesia" (UR 6), se tiende a "una vida más pura según el evangelio" ((R 7); "esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones... han de considerarse como alma de todo el movimiento ecuménico" (UR 8);- con humildad y caridad, eliminar prejuicios y malentendidos, adoptar una actitud de perdón y comprensión, hacerse disponible para ceder en todo lo que no sea evangélico (honores, posesiones, títulos, elementos culturales e históricos...);- actitud de confianza plena en la acción de Cristo resucitado y del Espíritu Santo, por encima de incomprensiones, críticas, fracasos y pecados, con la convicción de que todo lo que no nazca de Dios Amor, es caduco;- en los momentos de diálogo, saber escuchar sin ver segundas intenciones, responder o exponer sin dominar, comprender y hacerse comprender, cuestionarse y dejarse cuestionar, amar a las personas y a las comunidades por encima de las limitaciones y opiniones.50

Con estas actitudes de diálogo, se reconoce con gozo y humildad, que "son diversas las vías que llevan a la luz de la fe y cómo es posible hacerlas converger hacia el mismo fin. Aun siendo divergentes, puede hacerse complementarias, impulsando nuestro razonamiento fuera de los senderos comunes y obligándole a profundizar en sus investigaciones y a renovar sus expresiones" (ES 77).

El esfuerzo de diálogo ecuménico tiene, ya desde ahora, un valor evangelizador hacia todos los pueblos. Cada paso hacia la unidad de la única Iglesia, se convierte en una comunicación de la fe a toda la familia humana. Si, después de veinte siglos, "la misión se halla todavía en los comienzos" (RMi 1), en gran parte es debido a la falta de unidad. La Palabra necesita ser presenta con "signos" (cf. Mc 16,20); y el signo principal es el de la comunión en el corazón, en la vida, en la comunidad eclesial. La Iglesia, según la definición de los Santos Padres, es "un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".51

50    ? Además del decreto conciliar Unitatis redintegratio, ver estas y otras indicaciones en: Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre ecumenismo (Pont. Consejo para la Unidad de los Cristianos, 1993). Dice la exhortación apostólica Reconciiatio et paenitentia: "La unidad debe ser el resultado de una verdadera conversión de todos, del perdón recíproco, del diálogo teológico y de las relaciones fraternas, de la oración y de la perenne docilidad a la acción del Espíritu Santo, que es también el Espíritu de reconciliación" (RP 9).

51    ? SAN CIPRIANO, De orat. dom. 23: PL 4,553. Ver también AN JUAN DAMASCENO, Adv. iconocl. 12: PG 96,1358D. Ver el comentario en LG 4 (el Espíritu Santo, santificador de la Iglesia). Sobre la relación entre ecumenismo y misión: P. DUPREY, Ecumenismo e Missione, en: Portare Cristo all'uomo (Roma, Pont. Univ. Ubaniana 1985) II, 29-42; P. FONTANA, Ecumenismo e missione, en: AA.VV., Chiesa sempre missionaria (Genova, Fac. Teol. Italia Settentrionale 1992) 203-214; A.

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Un momento privilegiado del diálogo ecuménico es el tema mariano, a condición de no entorpecerlo con la problemática que pertenece a otros tratados teológicos. Todas las comunidades cristianas, por fidelidad a la Palabra y a los dones del Espíritu, están atentas a la realidad ejemplar de quien, antes que nadie, dijo el "sí" a la Palabra y a la acción del Espíritu (Lc 1,38). Su presencia en el Cenáculo, donde los discípulos de reunieron "en oración con María la madre de Jesús" (Act 1,14), sigue siendo un hecho programático para cualquier situación de Iglesia, a fin de que vuelva a darse la realidad eclesial de que, por el hecho de compartir fraternalmente los bienes, sea "un solo corazón y una sola alma" (Act 4,32).52

JAVIERRE, Misión, diálogo, ecumenismo, en: Evangelizzazione e culture (Roma, Pont.Univ. Urbaniana 1976) vol. 1, 335-370; M.J. LE GUILLOU, Rapports nouveaux de l'oecumenisme et de la mission: Parole et mission 8 (1965) 62-72; K. McDONALD, Mission, Ecumenism and the Activity of the Sects, en: AA.VV., Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana University Press 1992) 245-258; D.M. POWERS, Foundation for an Ecumenical definition of Mission: Documenta Missionalia 16 (1982) 133-139; A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión (Estella, Verbo Divino 1991) V (el diálogo ecuménico); A. SEUMOIS, Oecumenisme missionnaire (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1970); St. VIRGULIN, Ecumenismo e missione, en: Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1990) 425-441.

52    ? Hay que tratar la problemática ajena al tema mariano, en otras sedes: justificación y pecado original, definición de dogmas después de los primeros concilios, sacramentalidad y mediación de la Iglesia, cooperación humana a la salvación, etc. Ver: AA.VV., De Mariologia et Oecumenismo (Roma, PAMI 1962); AA.VV., Maria nella comunità ecumenica (Roma, Montfortiane 1982); AA.VV., Occasional Papers of the Ecumenical Society of the Blessed Virgin Mary 1970-1978 (Midlegreen, St. Paul Publications 1982); S. BENKO, Protestants, Catyolics and Mary (Judson, Valley Forge 1968; D. FLANAGAN, Mary in the ecumenical discussion: The Irish Theological Quarterly 40 (1973) 227-249; M. GORDILLO, Mariologia Orientalis (Roma 1954); M.J. LE GUILLOU, Mariologie et oecumenisme: Istina 9 (1963) 5-15; R. McKENZIE, Mariology as an ecumenical problem: Marian Studies 26 (1975) 204-220; J. MEDINA, Importancia ecuménica del capítulo VIII de la Constitución dogmática "Lumen Gentium": Teología y Vida 8 (1967) 83-93; S. MEO, Rilievo ecumenico di Maria nel cap. VIII della "Lumen Gentium" e sua incidenza oggi per l'unione dei cristiani, en: Portare Cristo alll'uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1985) II, 283-296; S.C. NAPIORKOWSKY, Le mariologue peut - il etre oecuméniste? : Ephemerides Mariologicae, 22 (1972) 15-76; Idem, Ecumenismo, en: Nuevo Diccionario de Mariología (Madrid, Paulinas 1988) 644-654; F. OCHAYTA, María, signo de esperanza y de unidad: Estudios Marianos 30 (1968) 241-287; Idem, María y el ecumenismo, en Enciclopedia Mariana Postconciliar (Madird, Coculsa 1975) 443-456; T.A. O'MEARA, Mary in Protestant and Catholic Theology (New York, Sheed and Ward 1966); G.M. PAPINI, Linee di teologia ecumenico - mariana in Oriente Occidente (Roma, Marianum 1974); G. PHILIPS, Mariologie et oecuménisme: Ephemerides Theologicae Lovanienses 39 (1963) 122-136; C. POZO, Problemas ecuménicos de la Mariología, en: María en la obra de la salvación (Madrid, BAC 1974) 1ª parte, cap. 2; M. DE TUYA, María, Madre de la unidad, a la unidad por María (Burgos 1966); S. VERGES, El futuro de la mariología ante el diálogo ecuménico: Ephemerides Mariologicae 24 (1974) 427-447. Se puede decir, en la perspectiva católica, que conseguir esta unidad, "pertenece específicamente al oficio de la maternidad espiritual de María" (MC 33).

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Nota: Ver otras fichas bibliográficas en este capítulo: fe y cultura, inculturación (notas 1,5,6,8,10-12); religiosidad popular (notas 14-16); religiones no cristianas (notas 17,19-22,37); religiones tradicionales (nota 21); salvación (nota 18 y 38); hinduismo (nota 22); budismo (nota 23); taoismo (nota 24); confucianismo (nota 25); shintoismo (nota 26); Islam (nota 28); sectas y nuevos movimientos religiosos (nota 29); experiencia religiosa (notas 30-35); Cristo Salvador (nota 38); diálogo interreligioso (notas 39,42,45-47); ecumenismo (notas 48-49,51); Mariología y ecumenismo (nota 52).