Campo de Saltes Huelva

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 20  DOMINGO, 1 DEMAYODE2011   Huelva Informació n Provincia  Huelva PUNTA UMBRÍA 1939: LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN EN HUEL VA DURANTE LA GUERRA CIVI L Rafael Moren o / HUELVA  El mar rodea la isla de Salthishpor todas partes; en una de ellas, sólo está separada del continente por un brazo de mar de escasa anchu- ra… Con pozos de agua dulce y hermososjardines… Est e erael dib ujoquehací a po- comásalláde1100elcartógrafoy geógrafo hispanomusul mán Al- Idrisi de lo que hoy conocemos porla Islade Salt és.Un para jena- tural ubicado frente a las mismas calles de Punta Umbría al que la historiatenía reservadala sorpre- sa de convertirse en uno de los particular es presidi os diseñados por las autoridade s franquistas para acoger a los prisioneros re- publicanos de la Guerra Civil y des pué s conv erti rlo s, una vezpa- sada la criba de la comisión de clasificac ión, en trabajador es for- zoso s. Fue ron los escl avo s de Franco que levantaron las gran- des y faraónicas obras de la pos- guerra. Trabajo y explotación a cambio,nodelibertad,sinodees- capardel pelotó n de fusilamiento olacárcel. El paraíso aquel que veía Al- Idrisi se tornó en 1939 en uno de los 18 8 camposde concentr ació n fran qui stasque la maq uina ria re- pre sorahabía dise ñadopara pur - garlasculp asde loque elejér cit o sub lev adoy lapropaga ndadio en llamar los rojos, los indeseables, lagrasadelapatria. Uno más de aquellos lugares donde se cocinó la desdicha de 30.000 desaparecidos, se consu- móel destinoforzado de 150 .000 fusiladosporcausaspolíticas y se apartódelaNuevaEspañaquees- taban forjando a 500.000 perso- nas que fueron a parar a los cam- pos de concentración que pobla- ban la geo grafí a español a de nor- te a sur y de este a oeste, por no habl ar de losciento s de mil es que partieron hacia el exilio, tal y co- mose ha enca rgado de documen- tar el investigador Javier Rodri- go, de la Universidad de Zarago- za,en LosCampos deConce ntr a- cióndeFranco. Muy poco ha salido a la luz de los campos de pris ioneros que el Caud illoplantóen Hue lva . La lis - ta ofic ialdispus o dosen elmismo año: 1939, el de San Juan del PuertoyeldelaIsladeSaltés. Lospapel esque acaba deentre- garel Tri buna l deCuentasal Cen- tro para la Recupe raci ón de la Memoria Histórica de Salaman- ca,ubic adoen lacalleEl Exp ol io, danfede suexi ste nci a y dela cru - da realidad que allí se vivía. Más de 3.000 prisioneros se hacina- ban en la Isla de Saltés (Punta Umbría te nía enton ce s una s 1.000 alma s) sopo rtand o unas condicione s de vida durísimas, hambrien tos, sin tech o donde guarecerse del sol de plomo del  verano, de las lluvias y la hume- dad. Las autoridades militares pre- pararon nuevos centros de inter- nami entopara env iar a lossolda- dos republicanos hechos prisio- neros trasla caíd a deCataluñaen los albores de lo que Franco se empeñó en llamar el Año de la  Victoria: 1939. Y lo fue. Uno de esos lug aresfueelde Salt és.  Viejolugar de marineros, privi- legiado enclave pesquero, alma- drab a y fact oría . Lo mismo trab a-  jaba las abundantes sardinas, el Escla v os de Franco en L A ISL A DE S A LT É S REPORTAJE GRÁFICO JOSUE CORREA/RAFAEL MORENO Unfunci ona riode Med io Amb ienteabrela pue rtaa unade laszona s quelos pr esos ocu pab an en1939.  TESTIMONIOS Jos é Antonio Cruz Barroso MARINERO(ISLA CRISTINA1922) Gre gor io Jiménez Vidosa EX ALCALDEPUNTAUMB RIEÑO (HUEL VA1927) Isabel Hernández Martínez AMA DE CASA (A YAMONTE, 1922) Est e mar inero nacid o en Isl a Cri sti na en 192 2 rec uer da el tra jín de las inst alac ione s marismeñas dur antela Guerra Civil y cómo los fra nqui stas utilizaron la infraestructura pesq uer a par a adap tarl a a las nec esid ades del campo de conc entr aciónde pris ione ros de Salt és. José Anto nio CruzBarroso ase gura quelos pr esos lle gabana la zon a a bord o de gra ndesnavíos, que atr acab an en la otra ban da. El ex alca lde punt aumb rieñ o ha deja do esc ri tassus viv encia s sob re el campo de Sal tés. Jiméne z Vi dos a cuentaque en el pueb lo se cele bra ban reu nion es para org ani zarla ayudaa lospres os repu blic anosy llev ar ropa , comi da, tabaco, lo quecada uno pod ía. Dice quemuchos de los presos eran dese rtores del fre nte. “Las fami lias de los caut ivosvolvier on a darn os las gra ciastras la gue rra ”, aseg ura. Isab el tien e una memo ria priv ileg iada. Des de su cas a punta umb rieña es cap az de pon er en pieuna narr aci ón de lasparti das deayudaa los pr es os . Fu e un a delas qu e pasóen más deunaoc as ión a laotr a banda para ayu dara loscauti vos . Lo hi zo en el grupo lid er adopor Bellala de Pin ito . “Qu é muj er , con seg uíacargas de ropa y comida paralos pre sos y pasá bamo s apr ove chan do lasmare as” , cue ntahoy des de su cas a. El ej ército fran qu is ta ll eg ó a recluir en marzo de 1939 a 3.197 pr isioneros en pl ena marisma · Los presos so br evivieron un año a la intemperie, entre hambruna, chinches, pulgas y mosquitos

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Esclavos de Franco en la isla de Saltes

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  • 20 DOMINGO, 1 DEMAYODE 2011 Huelva Informacin

    Provincia HuelvaPUNTAUMBRA 1939: LOS CAMPOSDE CONCENTRACIN ENHUELVADURANTE LAGUERRA CIVIL

    Rafael Moreno / HUELVA

    El mar rodea la isla de Salthish portodas partes; en una de ellas, sloest separada del continente porun brazo de mar de escasa anchu-ra Con pozos de agua dulce yhermosos jardines

    Este era el dibujo que haca po-co ms all de 1100 el cartgrafo ygegrafo hispanomusulmn Al-Idrisi de lo que hoy conocemospor la Isla de Salts. Un paraje na-tural ubicado frente a las mismascalles de Punta Umbra al que lahistoria tena reservada la sorpre-sa de convertirse en uno de losparticulares presidios diseadospor las autoridades franquistaspara acoger a los prisioneros re-publicanos de la Guerra Civil ydespus convertirlos, una vez pa-sada la criba de la comisin declasificacin, en trabajadores for-zosos. Fueron los esclavos deFranco que levantaron las gran-des y faranicas obras de la pos-guerra. Trabajo y explotacin acambio, no de libertad, sino de es-capar del pelotn de fusilamientoo la crcel.

    El paraso aquel que vea Al-Idrisi se torn en 1939 en uno delos 188 campos de concentracinfranquistas que la maquinaria re-presora haba diseado para pur-gar las culpas de lo que el ejrcitosublevado y la propaganda dio enllamar los rojos, los indeseables,la grasa de la patria.

    Uno ms de aquellos lugaresdonde se cocin la desdicha de30.000 desaparecidos, se consu-m el destino forzado de 150.000fusilados por causas polticas y seapart de la Nueva Espaa que es-

    taban forjando a 500.000 perso-nas que fueron a parar a los cam-pos de concentracin que pobla-ban la geografa espaola de nor-te a sur y de este a oeste, por nohablar de los cientos de miles quepartieron hacia el exilio, tal y co-mo se ha encargado de documen-tar el investigador Javier Rodri-go, de la Universidad de Zarago-za, en Los Campos de Concentra-cin de Franco.

    Muy poco ha salido a la luz delos campos de prisioneros que elCaudillo plant en Huelva. La lis-ta oficial dispuso dos en el mismoao: 1939, el de San Juan delPuerto y el de la Isla de Salts.

    Los papeles que acaba de entre-gar el Tribunal de Cuentas al Cen-tro para la Recuperacin de laMemoria Histrica de Salaman-ca, ubicado en la calle El Expolio,dan fe de su existencia y de la cru-da realidad que all se viva. Msde 3.000 prisioneros se hacina-ban en la Isla de Salts (PuntaUmbra tena entonces unas1.000 almas) soportando unascondiciones de vida dursimas,hambrientos, sin techo dondeguarecerse del sol de plomo delverano, de las lluvias y la hume-dad.

    Las autoridades militares pre-pararon nuevos centros de inter-namiento para enviar a los solda-dos republicanos hechos prisio-neros tras la cada de Catalua enlos albores de lo que Franco seempe en llamar el Ao de laVictoria: 1939. Y lo fue. Uno deesos lugares fue el de Salts.

    Viejo lugar de marineros, privi-legiado enclave pesquero, alma-draba y factora. Lo mismo traba-jaba las abundantes sardinas, el

    Esclavos de Franco en

    LA ISLA DE SALTS

    REPORTAJE GRFICO JOSUE CORREA/RAFAEL MORENOUn funcionario deMedio Ambiente abre la puerta a una de las zonas que los presos ocupaban en 1939.

    TESTIMONIOS

    Jos Antonio Cruz BarrosoMARINERO (ISLA CRISTINA 1922)

    Gregorio Jimnez VidosaEX ALCALDE PUNTAUMBRIEO (HUELVA 1927)

    Isabel Hernndez MartnezAMADE CASA (AYAMONTE, 1922)

    Este marinero nacido en Isla Cristina en1922 recuerda el trajn de las instalacionesmarismeas durante la Guerra Civil y cmolos franquistas utilizaron la infraestructurapesquera para adaptarla a las necesidadesdel campo de concentracin de prisionerosde Salts. Jos Antonio Cruz Barrosoasegura que los presos llegaban a la zona abordo de grandes navos, que atracaban enla otra banda.

    El ex alcalde puntaumbrieo ha dejadoescritas sus vivencias sobre el campo deSalts. Jimnez Vidosa cuenta que en elpueblo se celebraban reuniones paraorganizar la ayuda a los presosrepublicanos y llevar ropa, comida, tabaco,lo que cada uno poda. Dice quemuchos delos presos eran desertores del frente. Lasfamilias de los cautivos volvieron a darnoslas gracias tras la guerra, asegura.

    Isabel tiene unamemoria privilegiada.Desde su casa puntaumbriea es capaz deponer en pie una narracin de las partidasde ayuda a los presos. Fue una de las quepas enms de una ocasin a la otra bandapara ayudar a los cautivos. Lo hizo en elgrupo liderado por Bella la de Pinito. Qumujer, consegua cargas de ropa y comidapara los presos y pasbamos aprovechandolas mareas, cuenta hoy desde su casa.

    El ejrcito franquista lleg a recluir enmarzo de 1939 a 3.197 prisioneros en plenamarisma Los presos sobrevivieron un ao a la intemperie, entre hambruna, chinches, pulgas ymosquitos

  • ProvinciaHuelva

    Huelva Informacin DOMINGO, 1 DEMAYODE 2011 21

    Huelva, centro de pruebas del trabajo esclavo

    El investigador de los aos de la

    Guerra Civil Fernando Espinosa

    (La columna de la muerte, La

    justicia de Queipo) es uno de los

    que ha podidomanejar la docu-

    mentacin puesta a disposicin

    del Centro de Documentacin

    para laMemoria Histrica de

    Salamanca. Entre sus papeles

    destacan un presupuesto justifi-

    cativo de gastos visado por Ha-

    cienda por valor de 153.000 pe-

    setas. Espinosa recuerda que la

    provincia de Huelva fue uno de

    los lugares elegidos para poner

    enmarcha el trabajo esclavo pa-

    ra los prisioneros republicanos

    en el ao 1937. Los datos revisa-

    dos subrayan que a 31 demarzo

    de 1939 haba en el Campo de

    Concentracin de Prisioneros de

    Huelva 3.197 presos. Junto a sus

    nombres aparecen su proceden-

    el Campo de Huelva, efectiva-

    mente, semont para la campa-

    a de Catalua. Hasta las tierras

    marismeas y salinas de Salts

    llegaron varios miles de presos

    republicanos del frente cataln.

    Una vez clasificados segn su

    origen, procedencia y peligrosi-

    dad (para los intereses franquis-

    tas, claro) se le daba traslado a

    un lugar o a otro. Gutirrez sos-

    tiene que el campo de Huelva

    fuems bien un ttrico lugar de

    clasificacin y la llamada de ayu-

    da y colaboracin a la poblacin

    coincide con las que se hacen en

    lugares como Puerto Real (C-

    diz). Provincia donde en Paterna

    de Ribera retumb aquella frase,

    recogida por Gutirrez, que re-

    zaba: Es imposible quemate-

    mos a todos los rojos, si no

    quin trabajara.

    cia y, en unos casos, el destino in-

    mediato que les espera: a disposi-

    cin de la caja de reclutas, del go-

    bernador o que causan baja. La

    lista, con abundantes apellidos ca-

    talanes y levantinos, y de otras re-

    giones, aporta luz a la cruel aficin

    del nuevo rgimen por practicar el

    denominado turismo carcelario,

    una especie demodalidad de pa-

    sear al condenado por crceles,

    batallones de trabajadores y pre-

    sidios de la Nueva Espaa.

    Las cifras tambin demuestran la

    granmovilidad que se daba a los

    presos de Salts. Si a finales de

    marzo de 1939 haba 3.197, en julio

    quedaban 662; 1.512 en junio y

    2.700 entremarzo y abril. Todos

    bajo la direccin de Castor Barriga

    Muoz. Jos Luis Gutirrez, histo-

    riador ymiembro del Grupo de

    Trabajo de laMemoria, opina que

    preciado tesoro que busca-ban los galeones que ve-nan del Levante yCatalua a pes-car, quea p r ove -chaba lallegada deballenas ala zona. Tangrande erala Isla que almismo tiemposirvi de facto-ra pesquera ycrcel. Por lomenos eso es loque recuerda hoyel puntaumbrieoJacinto Jimnez delVillar (1937) hijo deAntonio Jimnez Va-lle y Juana del Villar,que regentaban unapequea tienda, un ca-setn de madera, dondevendan tiles y alimen-tos de primera necesidad alos pescadores de la tempo-rada.

    Junto a ese paraso pesque-ro anidaba la miseria ms vil.Tan mal vieron las cosas los mi-litares encargados de la vigilan-cia y clasificacin de prisionerosque no tuvieron ms remedio querecurrir a la poblacin para que li-teralmente no se les murieran dehambre los cautivos. Al fin y al ca-bo, aunque eran peligrosos parala vida social todos eran necesa-rios para la victoria, segn reza-ban las proclamas franquistas. Unpreso trabajando para la causafascista supona un miliciano me-nos en las trincheras.

    Fue entonces, cuando la ham-bruna se hizo patente en la Isla deSalts, el momento elegido por elgobernador militar de Huelva,Enrique Fernndez Rodrguez deArellano, para redactar un comu-nicado que sirvi para reconocerlo que ya era un secreto a voces enHuelva: Recientemente se habaestablecido en la capital onuben-se un campo de concentracin deprisioneros de guerra y que parael acondicionamiento de aqullosse necesitaban colchonetas, pla-tos cucharas y vasos. Arellano es-peraba que el pueblo de Huelvaentregara en el Gobierno Militarlos efectos necesarios y el que nopudiera aportar colchonetas en-teras, al menos que llevara tela ysacos para la confeccin de losefectos.

    Los presos llegaban en mercan-tes atestados y eran conducidossin ms pertenencias que los ha-rapos que traan puestos a la otrabanda (Salts).

    El Gobernador militar no duda-ba que su peticin iba a encontrarrespuesta: Del desprendimientoy espritu de sacrificio habituales,espero la aportacin de este servi-cio para llevar a los concentradosun ejemplo real de la hermandadespaolsima que preside todaslas relaciones de nuestra Patriareconquistada en su unidad,grandeza y libertad por el geniomilitar y la inspiracin poltica denuestro Caudillo.

    tr incherasfranquistas,los desafec-tos pasabanpor un juiciomilitar suma-rsimo con re-sultado de lar-gas condenasde crcel omuerte y los ca-lificados comodudosos fueroncondenados atrabajos forzosos,a los batallones detrabajadores. Enla mayora de loscasos, mientras du-raba esta investi-

    gacin, los pre-sos trabajaban

    en la construc-cin de infraes-

    tructuras, carre-teras, edificios

    pblicos, minas ycargaderos de mi-

    neral. Junto a Sal-ts estaba uno de los

    ms grandes e im-portantes que haba

    entonces en Espaa,el de la Compaa de

    Ro Tinto. Uno de losncleos fabriles pues-

    tos por Franco al servi-cio de la Alemania de

    Hitler, tan presente enHuelva a travs de la fa-

    milia Klaus, del cnsul Adolf.La utilizacin del preso como

    mano de obra (esclava y barata:cobraban 2 pesetas al da y el Es-tado nuevo le descontaba 1,50por cuestin de mantenimiento,una rara intendencia, trabajabanocho horas efectivas) haba sidoya bendecida en 1937 por el De-creto 281. All comenzaba el pro-ceso de reeducacin y reevangeli-zacin de la Nueva Espaa deFranco, eucarista forzosa, recon-versin poltica y, a veces, la dela-cin. Los muros verticales deaquel hogar reconfortante queglosaban las crnicas periodsti-cas y luego el NODO.

    Las ciudades y provincias no sereconocan entonces por sus cate-drales o tesoros artsticos. Salta-ban a la fama por el nmero decampos de concentracin que al-bergaban. Unos, con maysculas,Castuera (Badajoz) o Miranda deEbro (Burgos), Otros, como Mon-tilla (Crdoba) o Huelva, inscri-tos con letra pequea en la listageneral redactada para justificarlos gastos que ahora desvela elTribunal de Cuentas tras mante-nerlas setenta aos empolvadas.

    Los presos de Salts estabancondenados, de momento, alhambre y al fro, a la sed, la deses-peranza, a la espera del aval, a lahumillacin y el desprecio. Afec-tados por toda clase de enferme-dades (no se sabe cuntos pudie-ron morir), soportaban los ata-ques de piojos, chinches y todo ti-po de insectos marismeos. Lamiseria ms absoluta. Chusco de

    Ese mismo da en que el gober-nador militar hizo pblico el co-municado, casi al medioda, tuvolugar en el campo de concentra-cin de prisioneros una misa decampaa.

    Por supuesto, las autoridadesdieron noticias a la poblacin dela inmensa alegra con la que lospresos recibieron, de boca del cu-ra Marchiandarena, la llegada di-vina al recinto, alambrado en al-gunas zonas, y vigilado por undestacamento interior de carabi-

    neros y un batalln de soldadosubicados en barracones en la ori-lla puntaumbriea, justo en la zo-na donde era accesible aquella is-la. Quin iba a escapar de un lu-gar rodeado de agua, repleto deesteros y caos de marismas, fan-gosos e intransitables hasta paralos mariscadores y estando fres-cas frases de jefes de campos simi-lares donde por cada uno que seescapara se fusilara a diez.

    Los detenidos no tenan ms re-medio que esperar los resultados

    de la orden general de clasifica-cin dictada para los prisionerosde guerra. Esa especie de test de-moniaco los calificaba en afectos(a Franco), dudosos y desafectos.Para la confirmacin utilizabanavales que se pedan a los pueblosde origen de los concentrados yque eran emitidos por los nuevosayuntamientos, las juntas localesde Falange, presidentes de enti-dades patriticas de solvencia, laGuardia Civil y el cura.

    Los afectos iban entonces a las

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  • 22 DOMINGO, 1 DEMAYODE 2011 Huelva Informacin

    Provincia HuelvaPUNTAUMBRA 1939: LOS CAMPOSDE CONCENTRACIN ENHUELVADURANTE LAGUERRA CIVIL

    pan y sardinas. Curioso. Escassi-mas en aquel paraso pesquerollamado Salts donde hoy recuer-da Jacinto Jimnez del Villar quese poda pescar casi con las ma-nos.

    Comer, con los dedos. Los po-cos tiles que se repartan esta-ban usados, desechos caseros ymilitares. Hasta las conchas de laplaya se usaban como cucharas,improvisados vasos y como pin-chos.

    Lo recuerda hoy el que fuera al-calde de Punta Umbra en 1987,Gregorio Jimnez Vidosa(PSOE). Tena 12 aos cuando

    contempl cmo numerosas fa-milias del pueblo marinero co-menzaron a organizarse para in-tentar ayudar a la legin de ham-brientos que vean desde sus ca-sas . Se despert una inquietudentre nuestras familias que vacreciendo a medida que se trans-mite de unos a otros, sobre todoentre las mujeres, amas de casa,quizs ms sensibles o ms acti-vas que el hombre en las desgra-cias ajenas. Jimnez Vidosa haquerido dejar escrita su experien-cia de pubertad asaeteada por losdramticos recuerdos que la Gue-rra Civil llev a su casa y la de sufamilia. El hoy ex alcalde, que do-cumenta perfectamente aquellos

    das e incluso guarda un acta dearrendamiento a los frailes de LaRbida de la Isla, anot en su dia-rio que algunas mujeres se re-nen y toman la decisin de atrave-sar la ra en botes y acercarse alcampo de prisioneros. Consegui-do el objetivo comprueban cmovivan esos muchachos: alimentoescaso y ausencia de tiles pri-mordiales. Platos de rancho agu-jereados e inservibles, carenciade tiles de aseo.

    Supone que estas familias ha-blaron con los militares responsa-bles del campo para que hicieranla vista gorda ante las cada vezms extendidas visitas que se hi-cieron al lugar. Las mujeres apor-taban lo que podan y los hombres

    ponan los botes y los remos paraacarrear lo que en febrero habapedido el gobernador militar deHuelva a la poblacin: ayuda anteel desbordamiento de la situaciny la visible y espantosa hambrunadel presidio isleo.

    Las mujeres que se atreven adar el paso acaban organizndosede tal manera que, segn el testi-monio del ex alcalde, deciden,para no diversificar sus esfuerzos,responsabilizarse de un prisione-ro. Se las conoca como madri-nas.

    La ms activa de este inusualmovimiento solidario fue Bella lade Pinito. Qu mujer. Conseguacargas de ropa para aliviar las pe-

    >>LasmujeresdePuntaorganizaron laspartidasde ayudaa lospresos

    Viene de la pgina anterior

    Mapa de situacin de la Isla de

    Salts, hoy declarada Paraje

    Natural. La isla est ubicada

    justo enfrente del casco urbano

    de Punta Umbra. Arriba,

    derecha, el Puerto de Huelva en

    los aos 40; a la izquierda

    imagen area.

    1 2

  • ProvinciaHuelva

    Huelva Informacin DOMINGO, 1 DEMAYODE 2011 23

    nurias de los presos. Quien lo di-ce lo vio. Isabel Hernndez Mart-nez (Ayamonte, 1922). Vive consu hija y a sus 88 aos tiene unamemoria muy fresca de aquellosmomentos histricos. Aun re-cuerda cmo ella y sus compae-ras se adentraban en los esterosen cuanto la marea lo permitapara llevar comida y ropa a lospresos a los que se les permitacierta facilidad de movimientospor la Isla, porque de los catalo-gados como desafectos nada sesaba ni se oa. Reconoce que enms de una ocasin desobedecia su padre, se subi a los botesque pasaban a la otra banda. Isa-bel Hernndez recuerda hastapartidos de ftbol en Salts y, mi-rando por encima de sus gafas,pronuncia un nombre: Toms.Dice que fue el francs preso quele toc ayudar en el campo deconcentracin. Cuando lo busca-ba le dejaba avisos. Y gesticulacon las manos para explicar queun da me llev a casa su traje pa-ra lavarlo. Y despus de darle lasaguas, cuando lo planchaba, aunse podan ver los piojos en lospliegues de la ropa. Pero los qui-t. Isabel logr sacar del campode concentracin al francs e in-cluso se lo llev a casa a comercon su familia. Cree que sobrevi-vi a todo aquello. El lugar de lacita posee nombre de novela: LaCasa del Encanto. Hasta all lle-gaban con las pinzas de los barri-letes agarradas a sus ropas des-pus de pasar por el fango . Ha-ba mucho fango, sabe.

    Ella lleg a entrar en el campo.Parece que aun escucha el pianoque estaba en la casa del guarda yen el que solan tocar algunospresos. Pero a toda la gente no ladejaban entrar all, rememora.Confiesa que hasta hubo noviaz-gos y algunas mujeres quedabancon los presos en la isla paraaquellos encuentros tan inexpli-cables para la poca y el lugar. Pe-ro Isabel esconde los nombres delas mozas ms atrevidas.

    Gregorio Jimnez Vidosa ex-plica que una vez terminada laguerra muchos de los prisioneros

    que fueron liberados iban vol-viendo a Punta Umbra para in-tentar reencontrarse con las fa-milias que en aquellos momentosle haban ayudado. A partir deese momento se inicia una frater-nal relacin entre familias dePunta Umbra y otras localidadesespaolas que, en muchos casos,continan en nuestros das,apunta Gregorio en su cuadernode notas. La hermana de uno deaquellos presos (Ramn PicoCruz) se llamaba Julia y volvipara dar las gracias a la ta Merce-des, su madrina. Incluso monta-ron un hostal, El Albergue Extre-meo.

    Aquel movimiento vecinal in-cluy tambin a Jos AntonioCruz Barroso (Isla Cristina1922). Un marinero que hoy vivecon su familia y que recuerda

    aquel ao de 1939 amparado porun busto de Camarn de la Isla(de San Fernando) desde su casaen el barrio de pescadores. JosAntonio fue testigo de la llegadade hasta tres grandes barcos car-gados de presos, cautivos quehasta traan dinero, supongoque no vala, era republicano. Lellevamos caballas, sardinas y al-gunos, como Martorell o Saudo,eran jugadores de ftbol de Cata-lua.

    El testimonio de Encarna Gar-ca Campoy (Huelva 1927) tam-bin es esclarecedor para enten-der aquel entramado. Algunosmozos llevaban hasta ropas depresos y tenan aspecto desastro-so. Encarna relata que los cara-bineros slo dejaban entrar mu-jeres a Salts y cuidaban que lasconversaciones fueran escasas,lo esencial para darles la ayudaque podan, latas de conserva enel mejor de los casos.

    1.Una funcionaria de Medio Ambiente observa un cartel de El Almendral, zona ocupada por los presos2. Las antiguas infraestructuras pesqueras fueron adaptadas para los nuevos objetivos del presidio a laintemperie, al fondo edificios de Punta. 3. El ex alcalde de Punta Umbra, Gregorio Jimnez Vidosa (PSOE),junto al investigador y profesor de la Universidad de Sevilla, Antonio Lpez, a su espalda la Isla de Salts4. El dictador Francisco Franco, durante un discurso pronunciado en Huelva en 1943, en plena posguerra.5.Un piragista atraviesa el pequeo cao de marisma que separa el casco urbano de Punta de la Isla deSalts, por donde atravesaban los grupos de vecinos que ayudaron a los cautivos de Franco.

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    5

    OCULTADOS

    En la Prisin de Huelva noexiste constancia deestos presos y eso quehay listados desde 1918

    CampSalts-1CampSalts2CampSalts3CampSalts4