Contra el género humano, con motivo de los banquetes

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RE SEÑAS Descontando algunos versos ais la- d os, de dudo so talento, Medellín no tie ne en este siglo el poeta que haya sa bido apreciar el esfuerz o de un pue- blo y sus l ogros. Tal vez por eso mi s- mo retribuy e con su desdén el menos- precio de l os poe tas, que a co mplejados y resen tidos lo muestran los dien - tes: amargura y reclamo . El poe ta se queja en un mal sueño producido por al coholes y yerbajos, y cuando de spier - ta se produ ce la pat a leta y el b erri n- ch e. Lue go e xige la a dmirac ión de la ciudad. Es ci erto qu e nada en M edellín re- cue rd a apropiadamente a Epifanio y a Gre gario, ni tamp oco a L n, el ma - yor de lo s poetas colombianos; ni existe el lugar dedi cado a Carrasquilla. A la choza de Marco Fidel no se ll evan fl o- res s ino bombas. i Po nerle ':>o mbas a un a choza tan ilu stre! El dívorcio en- tre la ciudad y sus hombres de letras es total. Se olvida qu e lo en la poes ía queda la memo ria de l os pu eblos ( ver la historia). Tales refl exi ones correspo nden a esta reseña porque s on pr ovocadas en la l ec- tura del libro que se co me nta. A causa de qu e la poesía de Mei ra Delmar nos re mit e a un libro enca ntado y a un mun- do en que l os poet as formaban parte de sus pueblos. No eran estatuas vi vas. L as estatuas se l as hici ero n despu és. Cuan- do se lee h ay que p ensar en to do . ¿No lo c reen? Un nuevo libro de Meira Delmar se celebra co n agradecimiento. O un o de Giovanni Que ssep. Son siempr e otras culturas l as que nos recuerdan mo es la. poesía. Aproxima ción. Sugerencia. Deli cadeza. El arte de lo sublime. Siem- pr e lo he apreci ado, aunque no practica- do. T odo en Barranquilla pare ce burdo, tiene fama de serl o, y, no obstante, se encuentra también la m ayor finura y ele- gancia. Basta asistir a una vemissage. Ver los trajes lar gos en el carna val. Recor dar a una Amira de la Rosa. A una Marvel Lu z Moren o. Por ejemplo. La edición , de agradable aspecto , mer ece algunas glosas. An otamos lo que el haikú es flor so litaria. No se ha- cen ramilletes. Unos co n otr os se tropie- zan, se ofenden, se mancillan, deslucen, ajan, entorpecen, ma tan. Ad emás, les del libro están s cerca del haikái (forma culta) que del baikú ( forma popular). B.ol et!n y Blblíog(áfico, Vol . 35. mlm. 48, 1998 Esta es una reseña. Si fue ra ensayo se llamaría ensayo. Un a reseña es un ensa- yo (¿o no?). Par a co ncluir la reseña debe se r dic ho al go so br e el libro. Sin eso no sea reseña. Sería un ensayo. Una noc he del año 68, alrededor de las tr es de la madrugada, cuando e] sue- ño es m ás pesado, estando t oda la fami- lia en sus dormitorios, llegaron los la- drones con un camión a casa de Meira Delmar. No se sa be có mo callaron a l os perros guardianes. No se sabe cómo q ui - taron en sil enci o la pesada re ja de una gran ventana. No se sabe mo narcoti- zaron a los dmmientes. Al despertar J os primeros, a la hora de costumbre, la man- sión habí a si do robada. Historia que po- dría estar en l as M il y una noches. De todos modos Alá, el Prot ector y el Justo, permitió que la familia saliera ind emne y los ladrones también. Siempre hub o e n casa de M ei ra De lmar una habitación independiente dispues ta para el doctor Ja vier Arango Ferr er, a quien la familia había incorpo- r ado en su seno. El díscolo Ja vier, quien vivía en Cart agena. d esa par ecía sin avi- s ar hasta la próxima visita, al capri cho de su errancia. -"¡Querido Javier, no te pier das así, porque quedamos muy pr e- ocupados! "-. Pe ro el médi co Arango Ferr er no tenía remedio. Era el prototipo del es panto co nocido como "Judío erran- te". lo que se hospe daba a voluntad en casa de una familia árabe. Jazmineros en el antejardín, postre de man go co n in- cienso para culminar la es pléndida mesa. Y la sonrisa s be lla de la amistad, la generosidad, la considerac ión, la noble- za de estirpe. Tre int a y s ei s a ño s de di Meira De lm ar a la Biblioteca del departamen- to, que hoy ll eva su no mbr e. rem odelada, ampliada. modernizada, !sistematizada y clima ti zada . Además co n lectores, cosa que antes no había. por que a las do s de la tarde en Barranquilla. co n cuarenta grados a la so mbra, ¡có mo quier e usted que un soñoliento es tu di ante se vay a a leer libros! Yo podrfa contar le a usted muchas otras cosas ame nas acerca de es te nu evo libro de Meira Del mar , como le prometí. pero en es te momento de mi narración veo aparecer la mañana y me callo dis- cretamente. i Que Alá nos proteja! J AIME 1ARAMILLO ESCOBAR Contra el género humano, con motivo de los banquetes El olvido no tiene la palabra Javie r Hué¡fano Cámara de Representantes, Samaf é de Bogotá. 1998, 52 págs. Amor y fra scos Francisco J osé G on ;:. á/ez Ediciones Ba nleby, Santafé de Bogotá. 1998, 89 págs. El maestro Ju an de Ma ir ena - apó cr i- fo de don Anton io Mach ado- plant ea en su '' ideario" la inconveniencia e ina- nid ad de l os banquetes. El artículo se divide en c uatr o partes: l ) con tra aqu e- ll os que aceptan banquete s en su ho- nor; 2) contra los qu e declinan el h onor de los banqu etes; 3) con tra los que asis- ten a l os banq uetes celebrados en ho- nor de alguien; 4) contra los que no a<> is- ten a los tal es banquet es . El heterónimo de Machado recrimina cada una de es- t as pos ic io nes en su es bozo de en sayo "Co ntra los banquetes", o mejor, ··con- tra e l género hu mano, con motivo de l os banqu etes''. (A nt onio M achado. Juan de Mairena. M ad rid, Alianza Edi- torial, 1981. pág. 35 ). El poe m ario El olvido no tiene la palabra, de J avier Huérfano (Ca 1 arct1 [Quindío ]. 1959). e ntra co n justos mé- ri tos en el primer grupo propuesto por M ac hado (aquéll os que acepta n ban- quetes en su honor ). ésos que Mairena 91

Transcript of Contra el género humano, con motivo de los banquetes

RESEÑAS

Descontando algunos versos aisla­dos, de dudoso talento, Medellín no tie ne en e ste s iglo el poeta que haya sabido apreciar el esfuerzo de un pue­blo y sus logros. Tal vez por eso mis­mo retribuye con su desdén e l menos­precio de los poetas, que acomplejados y resentidos sólo muestran los dien­tes: amargura y reclamo. El poeta se queja en un mal sueño producido por alcoholes y yerbajos, y cuando despier­ta se produce la pataleta y el berrin­che. Luego exige la admiración de la ciudad.

Es cierto que nada en Medellín re­cuerda apropiadamente a Epifanio y a Gregario, ni tampoco a León, el ma­yor de los poetas colombianos; ni existe el lugar dedicado a Carrasquilla. A la choza de Marco Fidel no se llevan flo ­res sino bombas. i Ponerle ':>ombas a una choza tan ilustre ! El dívorcio en­tre la ciudad y sus hombres de letras es total. Se olvida que sólo en la poesía queda la memoria de los pueblos (ver la historia).

Tales reflexiones corresponden a esta reseña porque son provocadas en la lec­tura del libro que se comenta. A causa de que la poesía de M eira Delmar nos remite a un libro encantado y a un mun­do en que los poetas formaban parte de sus pueblos. No eran estatuas vivas. Las estatuas se las hicieron después. Cuan­do se lee hay que pensar en todo. ¿No lo creen?

Un nuevo libro de Meira Delmar se celebra con agradecimiento. O uno de Giovanni Quessep. Son siempre otras culturas las que nos recuerdan cómo es la. poesía. Aproximación. Sugerencia. Delicadeza. El arte de lo sublime. Siem­pre lo he apreciado, aunque no practica­do. Todo en Barranquilla parece burdo, tiene fama de serlo, y, no obstante, se encuentra también la mayor finura y ele­gancia. Basta asistir a una vemissage. Ver los trajes largos en el carnaval. Recordar a una Amira de la Rosa. A una Marvel Luz Moreno. Por ejemplo.

L a edición, de agradable aspecto, merece algunas glosas. Anotamos sólo que el haikú es flor solitaria. No se ha­cen ramilletes. Unos con otros se tropie­zan, se ofenden, se mancillan, deslucen, ajan, entorpecen, matan. Además, les del libro están más cerca del haikái (forma culta) que del baikú (forma popular).

B.olet!n Cullur~ y Blblíog(áfico, Vol. 35. mlm. 48, 1998

Esta es una reseña. Si fuera ensayo se llamaría ensayo. Una reseña es un ensa­yo (¿o no?). Para concluir la reseña debe ser dicho algo sobre el libro. Sin eso no sería reseña. Sería un ensayo.

Una noche del año 68, alrededor de las tres de la madrugada, cuando e] sue­ño es más pesado, estando toda la fami­lia en sus dormitorios, llegaron los la­drones con un camión a casa de Meira Delmar. No se sabe cómo callaron a los perros guard ianes. No se sabe cómo qui­taron en silencio la pesada reja de una gran ventana. No se sabe cómo narcoti­zaron a los dmmientes. Al despertar Jos primeros, a la hora de costumbre, la man­sión había sido robada. Historia que po­dría estar en las Mil y una noches. De todos modos Alá, el Protector y el Justo, permitió que la familia saliera indemne y los ladrones también.

Siempre hubo e n casa de M eira Delmar una habitación independiente dispuesta para el doctor Javier Arango Ferrer, a quien la familia había incorpo­rado en su seno. El díscolo Javier, quien vivía en Cartagena. desaparecía sin avi­sar hasta la próxima visita, al capricho de su errancia. -"¡Querido Javier, no te pierdas así, porque quedamos muy pre­ocupados!"-. Pero el médico Arango Ferrer no tenía remedio. Era el prototipo del espanto conocido como "Judío erran­te". Sólo que se hospedaba a voluntad en casa de una familia árabe. Jazmineros en el antejardín, postre de mango con in­cienso para culminar la espléndida mesa. Y la sonrisa más bella de la amistad, la generosidad, la consideración, la noble­za de estirpe.

Treinta y seis años dedicó Meira Delmar a la Biblioteca del departamen­to, que hoy lleva su nombre. remodelada, ampliada. modernizada, !sistematizada y

climatizada. Además con lectores, cosa que antes no había. porque a las dos de la tarde en Barranquilla. con cuarenta grados a la sombra, ¡cómo quiere usted que un soñoliento estudiante se vaya a leer libros!

Yo podrfa contarle a usted muchas otras cosas amenas acerca de este nuevo libro de Meira Del mar, como le prometí. pero en este momento de mi narración veo aparecer la mañana y me callo dis­cretamente. i Que Alá nos proteja!

JAIME 1ARAMILLO ESCOBAR

Contra el género humano, con motivo de los banquetes

El olvido no tiene la palabra Javier Hué¡fano Cámara de Representantes, Samafé de Bogotá. 1998, 52 págs.

Amor y frascos Francisco José Gon;:.á/ez Ediciones Banleby, Santafé de Bogotá. 1998, 89 págs.

El maestro Juan de Mairena - apócri­fo de don Antonio Machado- plantea en su ''ideario" la inconveniencia e ina­nidad de los banquetes. El artículo se divide en cuatro partes: l ) contra aque­llos que aceptan banquetes e n su ho­nor; 2) contra los que declinan el honor de los banquetes; 3) contra los que asis­ten a los banquetes celebrados en ho­nor de alguien; 4) contra los que no a<>is­ten a los tales banquetes. E l heterónimo de Machado recrimi na cada una de es­tas posiciones en su esbozo de ensayo "Contra los banquetes", o mejor, ··con­tra e l género humano, con motivo de los banquetes''. (Antonio Machado. Juan de Mairena. Madrid , Alianza Edi ­torial, 1981. pág. 35 ).

El poemario El olvido no tiene la palabra, de Javier Huérfano (Ca1arct1 [Quindío ]. 1959). e ntra con j ustos mé­ri tos en e l primer g rupo propuesto por Machado (aquéllos que aceptan ban­quetes en su honor). ésos que Maire na

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··censuraba agriamente por fatuos y engreídos". El poemario de Huérfano está ilustrado con una pinrura -acn1ico sobre lienzo-- del propio autor. En la solapa, fotografía en color del poeta. No es frecuente , - ni siquiera entre los grandes-encontrarse con un poemario que incluya, a manera de apéndice, una minuciosa cronología de l escritor que saque a la luz una serie de informacio­nes iiTelevantes para el público, tales como: "Nace a las 5:50 de Ja tarde [ ... ] sufre problemas broncon-espiratorios [ ... ] es un chico tímido y alejado, de-masiado triste r ... ] contrae matrimonio católico con ( ... ] Nace su primer hijo [ ... ] su segundo hijo[ ... ] su tercer hijo" (fechas incluidas). El lector incluso se entera de sus dificultades económica~: "edita plegados con sus poemas que vende a estudiantes para sobrevivir".

Con acierto el poeta argentino Ro­berto 1 u arroz, al preguntársele sobre as­pectos de su vida, respondía: "Cada vez que me interrogan sobre circunstancias concretas de mi vida me siento un poco desconcertado. No me parece importan­te para los demás mi biografía, aunque pueda serlo o no para mf'. (Roberto Juarroz, Poesfa y creación, Buenos Ai­res, Carlos Lohlé, pág. 56).

El apéndice del libro contiene, ade-, .

mas, cuatro notas o comentan os acerca del poeta y su obra escritos por recono­cidas plumas de las letras nacionales que, puestas como están , producen el efecto de una certificación. E1 maestro Luis Vidales ("Huérfano, pero no de poesía") y tres mie mbros de la Acade­mia Colombiana de la Lengua: Maruja Vieira, Héctor Ocampo y David Mejía Velilla.

El olvido no tiene La palabra es el último poernario de Javier Huérfano,

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editado por la Imprenta Nacional de Colombia bajo el auspicio de la Cáma­ra de Representantes. Dos textos intro­ducen la lectura de estos poemas: un prólogo de la representante a la Cáma­ra por Santafé de Bogotá Ingrid Betan­court, quien hace resaltar: "Ad portas del tercer milenio" y "en medio de los cerros pelados por la crudeza de vivir", aparece "el canto del desplazado de la dulce Colombia[ ... ] El extraño mundo del poema posee su propio patio en la desesperanza de escribir, ahora que nos arrullan las balas y los insultos". El se­gundo prólogo está escrito por .Pedro Julio Moreno, quien a su vez afirma: "Poesía intimista, de emergencia his­tórica [ ... ] Poesía contemporánea sin grandes pretensiones [ ... ] poesía pura, elemental que sin quererlo quizá, se ins­tala por derecho propio en los albores del siglo XXI".

El olvido no tiene la palabra peca por exceso y por defecto. Dos prólo­gos, otra página para la mesa directiva de la Cámara de Representantes, cua­tro comentarios críticos y una cronolo­gía en el apéndice; pero carece de un índice, se mezclan los poemas con títu­los y numerados, los márgenes de cada texto son arbitrarios, el libro no tiene paginación alguna.

En su contenjdo, poemas que abu­san del yo lírico, que lo explicitan todo de manera casi prosaica, sin dejar nada "sugerido" al lector: "He 1 nacido 1 por debajo 1 de un sencillo canto 1 para es­cribir una palabra 1 Una palabra que se parezca a ti". Poemas que recaen e n el tema sentimental e ideológico: "Lola con su pobre almuerzo 1 a las piernas abiertas 1 de sus 7 hijos en el suelo".

El olvido no tien.e la palabra, como lo afirma su prologuista lngrid Betan­court, ''cumple con la misión de negar, dej a al descuido poemas cortos [ ... ] Este libro es la colección de pérdidas del poeta, o mejor la negación como pre­mio que da el tiempo".

Otra cosa muy diferente ocurre con el libro de Francisco José González, Amor y frascos. El poeta acepta el ban­quete en su honor, pero resulta que él mi smo es el banquete. Ediciones Bartleby cobra su "impuesto cultural" : "Los amigos comprarán el libro por anticipado y, así, no quedan deudas con la imprenta". Como dijo el poeta: "Co-

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meré a vuestro honor, pero a mi buen provecho".

González - buen alumno de Mai­rena-ejerce la blasfemia corno parte de la religión popular: "una cátedra de Blas­femia, desempeñada, si fuera posible, por el mismo Demonio". El poeta maneja en su poemario Amor y frascos la pócima específicamE>!lte demoníaca: el derecho a la emisión del pensamiento. "El De­monio - afirma el apócrifo 1 heterónimo de Machado-- no tiene razón; pero tie­ne sus razones", ya que "la tontería del hombre es inagotable". Amor y frascos choca contra la solemnidad y la seriedad de la poesía colom~iana. No sería arries­gado afirmar que ésta es una de las prin­cipales causas por las cuales nuestra líri­ca no ha logrado ir a tono con el resto de la poesía latinoamericana. En el fondo, ésta es la búsqueda que plantea Jotamario A.rbeláez en el prólogo del poemario: "Desde hace varios años vengo buscan­do al poeta joven que, armado de un gran irrespeto por todos los cánones, pero so­bre todo soruiente, desfonde una obra lle­na de ruido y de furia que nos saque de la catatonia en que jóvenes revejidos han vuelto a sumir a la poesía" .

La poesía de González es corrosiva y desacralizante. Ironía, humor e inver­sión son sus armas. Poeta de la estirpe de un Luis Vidales o un Jaime Jaramillo Escobar, de un Javier Sal vago en Espa­ña (La destrucción o el humor), de un Gabriel Zaid en México (Campo nudis­ta), de un Antonio Cisneros en Perú (El libro del loco amor).

La elementalidad y aparente des­preocupación del lenguaje de González no se logran en un día. El dominio so­bre la materia en estos poemas aparece y desáparece como en un parpadeo. El desparpajo del insolente es gracia lúci­da. Como buen fotógrafo, el poeta

BolelÍJI Cultural y Bibliográfico, Vol. 35, núm. 48, J 9,98

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intuye el instante poético y lo capta en breves-mordaces imágenes:

FOTOGRAFÍA Flores para mi altar donde te tengo Deberfas venir a verte.

El lector desprevenido pensará que esta poesía no es seria. Y tendrá razón. Ver­sos de un "funcionario público" cansa­do de la seriedad, en un país no muy serio en sus cosas:

GENERACIONES Mi abuelita en medio de una trombosis asmática podfa contar unafábula las de ahora apenas resisten un epigrama.

El libro de González es de una modes­tia engañosa, parece rehuir a todo ver­so memorable. Es como si su creador --en su audacia- pensara que "el peor crimen es un poema perfecto".

Pacho González escribe poemas que expiran y transpiran, poemas con "fe­cha de vencimiento". Intentó escribir en braille -"engrupido por ese poeta alemán nacido en Medellín, el de 'la vieja escalera que traklea"'- pero lo tildaron de c iego y no de poeta. González ha decidido "desaparecer al poeta mayor". Esperemos que al dar ese giro de 180 grados, no se le quiebre la punta al lápiz.

PATRICJA V ALENZUELA R.

La poesía de la Violencia en Colombia

Polen y escopetas Juan Carlos Galeaho Editorial Universidad Nacional, Santafé de Bogotá, 1997, 166 págs.

Pese a que se está viviendo la fase más atroz de la violencia en Colombia, y a que se está escribiendo poesía, hoy tanto

llolel!n CuJ(Ulal y Bibliográfico, Vol. 35, ntim. 48, 1998

o más que antes, seguimos obstinada­mente aferrados a la idea de que a la violencia como fenómeno social y a la poesía que ella genera, o mejor a la que con ella se genera, les corresponde ape­nas ese convulsionado espacio de his­toria entre los años 40 y 70. Así lo han entendido y propagado los pocos estu­diosos del tema (historiadores, soció­logos, etc.); y del mismo modo lo en­tiende y expresa Juan Carlos Galeano (poeta colombiano residente en los Es­tados Unidos), en esta investigación que bajo el títuJo de Polen y escopetas hizo al respecto. Con todo, su estudio, que va más allá de sus similares. cumple su cometido, como lo es "responder -así lo explica el autor en el prólogo- a la carencia de trabajos críticos sobre la variante de expresión poé6ca de mu­chos poetas colombianos frente a los hechos de la Violencia". E inevitable­mente lo hace del modo más sencillo -si acaso no el único-: juntando, en­trelazando, esas dos partes de la reali­dad que pese a estar tan íntimamente fusionadas, parecieran repelerse: los hechos políticos (en este caso, críme­nes y vejaciones) y los hechos litera­rios (en este caso, versos y poemas). Y por ello toda la investigación se ciñe metodológicamente a esta secuencia obligada: primero Lo atroz, luego lo su­b! ime. Primero 1 a muerte de Guadal u pe Salcedo, después las décimas que lo magnifican:

Fue voz de varón ardiente en tempestades y rayos y recia voz combatiente.

Erguida cresta de gallos en el llano independiente .. . [Página 65, versos de Palabreo de Guadalupe Salcedo, de Gonzalo Lamus]

Décimas, romances, poemillas, en fin ... , que Galeano explica auscultando la pie­za en cuestión. Así, por ejemplo, ape­nas contextualiza un hecho político - digamos e l bandidaje heroico del campesino Guadal u pe Salcedo y su pos­terior muerte-, en seguida recoge uo texto poético correspondiente y lo des­articula, como lo hace precisamente con e l poema del piedracieli sta Darío Samper (Gesta y muelu de Guadalupe

Salcedo), al que disemina con pulcri­tud académica. relacionando sus imá­genes con el mentado suceso.

El estudio de Galeano se sostiene so­bre tres subrayadas temáticas:

La primera es aquella de la fecun­dación de la tierra a partir de las vícti­mas, expresada a través de las estrofas de los poetas populares, de las del costumbrismo telúrico de la población campesina y de las de algunos poetas de Mito, para lo cual Galeano procura esclarecer ••to que ocurre en la creación de la poesía colombiana desde 1920 hasta la década de 1950'':

EL ASESINADO EN LA SOMBRA Soy el que asesinaron en la

[sombra. La muerte se ha te11dido a lo largo y lo ancho de mi cue1po. Soy más oscuro que la noche. Peso cada vez menos, y en la tierra

[ocupo un espacio ignorado, más ignorado que mi propia

[muerte. [Página 49, poema de Óscar Echeverri Mejía].

La segunda temática es la de la exalta­ción de los héroes, dada a la magni­ficación de sus líderes (Jorge Eliécer Gaitán o Guadalupe Salcedo):

ROMANCE DE JORGE ELJÉCER GAITÁN La tierra tembló al instante y el cielo lanzó sus voces. El dolor se hiz.o tan grande que conmovió hasw los montes. Al mediodía lo mataron pero la luz se hizo noche. [Página 154. fragmento de un poema de Rafael Posada l.

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