Descubriendo a San Jose Padre Nestor Sato

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Descubriendo a San José patrono de la Iglesia Universal Fiel depositarlo y custodio que fue de los tesoros de Dios sobre la tierra

Transcript of Descubriendo a San Jose Padre Nestor Sato

  • Descubriendo a San Jos

    patrono de la Iglesia Universal

    Fiel depositarlo y custodio que fue de los tesoros de Dios sobre la tierra

  • Descubriendo a San Jos

    Nueve meditaciones

    P. Nstor Sato

  • Dedico a Mara Santsima,

    augusta Madre del Verbo

    y Esposa siempre virgen del

    Espritu Santo, estas pginas

    en honor de San Jos,

    su dignsimo esposo terreno,

    quien por estarle unido

    con el vnculo conyugal

    en el tiempo, se aproxim,

    ms que nadie, a esa dignidad

    sobreeminente por la cual la Madre de Dios est por encima

    de todas las naturalezas creadas.

    19 de marzo de 2006

    Derecho de autor

    Ley 11.723

    Expediente Provisorlo N 462227

    El Caballero de Nuestra Seora publica en la web esta obra con autorizacin del Padre Nstor Sato, el autor, con el fin de que

    San Jos pueda ser conocido y descubierto por muchas alma, para su bien espiritual.

  • A mis hermanos catlicos, unidos por el vnculo de la fe que nos es comn, ofrezco estas

    meditaciones sobre San Jos para ayudarles a descubrir al santo Patriarca y para aumentar

    su conocimiento de l

    Cmo una abeja laborlosa he ido a buscar en algunas magnficas flores que Dios regalo a

    su Iglesia, las verdades que ahora hago llegar a ustedes.

    En algn caso he conservado casi la literalidad de la expresin de una verdad, para no

    arriesgarme a disminuir o perder la precisin y belleza de la misma. En todo lo dems he

    procurado transmitir estas verdades con el mayor cuidado posible.

    Excepto las citas de la Sagrada Escritura, no se ponen otras citas porque sus fuentes son de

    difcil acceso y porque este es un trabajo para alimentar la piedad y no la erudicin.

    Si mi esfuerzo trae algn bien a tu alma, hazme la limosna de una oracin por mi a San

    Jos.

    P. N. S.

  • I Meditaclon

    Una Mujer llamada Teresa

    n una ciudad de Castilla La Vieja acababa de nacer una nia. Era poco

    ms de las cinco de la maana y comenzaba a amanecer. Espaa

    an dorma. Era un mircoles, da que la piedad cristiana dedicara,

    entre todos los das de la semana, a honrar a San Jos, era el 28 de marzo del ao del

    Seor de 1515; regla la Santa Iglesia el Pontfice Len X y gobernaba Castilla, cmo

    regente, el rey catlico don Fernando, y en la cuna... la nia dorma.

    Que respeto y que sensacin de mistrio deberiamos experimentar ante las

    cunas!... quiz tanto cmo ante los sepulcros, y en ambos casos por algo

    semejante: porque estamos frente a un destino a jugarse o frente a un destino

    jugado. Quin dira que ese puado de carne palpitante envuelto en paales, que en

    esa cuna dorma, sera un da una de las fuerzas de la contrarreforma catlica que

    pondra dique a los desvaros herticos de un Lutero, desvaros que dividieron la

    Cristiandad y rasgaron dolorosamente la unidad de la Iglesia; quin sospechara que a

    esa nia le sera encomendada la misin de devolver su primitiva pureza a la Orden

    del Carmelo, primognita de la Iglesia y manantial abundante de Santos; quin

    imaginara que esa nia recorreria Espaa sembrando monasterios y viviendo

    simultaneamente la jubilosa aventura interior de ir escalando las ms altas cumbres

    de la montaa del Amor. Quin se hubiera animado a profetizar que esa criatura,

    capaz slo de traducir en molestos vagidos el apremio imperioso de sus necesidades

    vitales, un da sera capaz de expresar cmo nadie los apremios interiores del amor, de

    revelar cmo pocos, las secretas operaciones de Dios en el alma de sus elegidos, de

    describir en forma incomparable los paisajes interiores y los ocultos senderos del

    espritu que conducen a travs de lo profundo del Yo al encuentro con el Creador. Quin se

    hubiera atrevido a soar para esa nia el ttulo de Doctora de la Iglesia que hoy luce junto a

    su nombre?; quin imaginara que un da sera considerada cmo una de las glorias

    literarias de la lengua castellana?

    ero en esta constelacin de glorias con que Dios enriqueciera la personalidad y la

    vida de esta nia, hay una en particular, que atrae nuestro inters ahora, aunque

    esa gloria aparezca muy opaca a los ojos sin transparencia de los hombres carnales.

    Gloria de esta nia fue el estar destinada por Dios a sacar de la penumbra de un injusto

    E

    P

  • olvido, la memria y la persona de San Jos, y porque as lo hizo y porque las generaciones

    posteriores debemos a esa nia hecha mujer, hecha monja, hecha santa, el amor con que

    enlazamos en un nico abrazo a esa trinidad terrestre que llamamos Jess, Mara y Jos, es

    por eso que ahora evocamos a esa nia que dijo a sus contempaeros y en ellos a los

    cristianos de todos los tiempos: Id a Jos... y nos imaginamos la voz afectuosa de Jos que

    nos dice cmo en eco: Escuchad a Teresa, porque estamos hablando de Teresa de Jess. Y

    que nos dice la santa? Acerqumonos a ella, a su vida, a ese libro de su vida escrito por orden

    de sus confesores y en el cual Santa Teresa sigue hablando en confidencia a todas las

    generaciones. Abrmoslo en el captulo 6 y escuchemos. Teresa, gravemente enferma acaba

    de salir de una terrible crisis. En la noche de un 15 de agosto haba sufrido un sncope y el

    sacerdote llamado para administrarle la extremauncin se niega a hacerlo por considerarla ya

    muerta. Pasa un da y Teresa no da seales de vida. Pasan dos das y su aliento no empaa el

    espejo que por ver si respira, acercan a su boca. Pasan tres das y se cava su tumba en el

    convento de la Encarnacin al cual ella perteneca, se lava su cuerpo y se lo envuelve en la

    mortaja. Pasan cuatro das y llegan las religiosas de la Encarnacin para sepultar el cadver

    de Teresa, pero su padre en aparente acceso de locura se niega a que lo lleven. Todos

    contemplan sin palabras ese espectculo doblemente trgico, por el padre demente y por la

    hija muerta. Pero de pronto, Teresa abre trabajosamente los prpados y sus primeras

    palabras son para pedir con una voz muy lejana, los sacramentos que se le haban negado.

    Pasan los meses, pasan los aos, tres infinitos aos totalmente paraltica, al cabo de los cuales

    la nica mejora fue llegar a andar gateando. Joven an, pero tullida y desahuciada por los

    mdicos, ya sin esperanza alguna por parte de la tierra, Teresa apela al cielo y en este pleito

    entre la vida y la muerte, elige cmo abogado a San Jos y as narra ella ese momento:

    Tom por abogado y Seor al glorioso San Jos y

    me encomend mucho a El. Vi claro que as de esta

    necesidad, como de otras mayores, de honra y prdida

    del alma, este Padre y Seor mo me saco con ms

    bien de lo que yo saba pedir

    aravillosa concisin, la de los santos, que conocen el valor de las palabras.

    As, con esta sencillez, Teresa nos comunica su milagrosa curacin,

    porque San Jos mostr con ella lo que poda, porque aquella que apenas se

    arrastraba a gatas, se yergue, se afirma con equilbrlo perfecto y camina con tanta facilidad

    cmo si nunca hubiera estado enferma. Y en el libro de su vida, Teresa sigue diciendo:

    No me acuerdo hasta ahora, haberle suplicado cosa

    a San Jos que la haya dejado de hacer. Es cosa que

    M

  • espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por

    medio de este bienaventurado santo, de los peligros que

    me ha librado as de cuerpo cmo de alma. A otros

    santos parece les dio el Seor gracia para socorrer en

    una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencla

    de que socorre en todas y que quiere el Seor darnos a

    entender de que as cmo le estuvo sujeto en la Tierra,

    as en el Cielo hace cuanto le pide. Querra yo persuadir

    a todos de que fuesen devotos de este glorioso Santo, por

    la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de

    Dios: no he conocido persona que de veras le sea devota

    y le haga particulares servicios, que no la vea ms

    aprovechada en la virtud, porque aprovecha en gran

    manera a las almas que a El se encomiendan.

    Me parece, hace ya algunos aos, que cada ao en su

    da le pido una cosa, y siempre la veo cumplida. Si fuera

    persona que tuviera autoridad para escribir, de buena

    gana me alargara en decir muy por menudo, las

    mercedes que ha hecho este glorioso santo a m y a otras

    personas. Mas ahora slo pido, por amor de Dios, que lo

    pruebe quien no me creyere, y ver por experiencia el

    gran bien que es encomendarse a este glrioso patriarca

    y tenerle devocin. En especial, personas de oracin

    siempre le haban de ser aficlonadas y quien no halle

    maestro que le ensee oracin, tome a este glorioso santo

    por maestro y no errar el camino.

    s adelante, Santa Teresa relata cmo el mismo Jesucristo le orden que

    el primer monasterio que ella habra de fundar debera llamarse de San

    Jos y cmo el mismo patriarca sera el custodio de l. Y ya en vias de

    construccin el mencionado monasterio, cmo faltara dinero para

    continuar la obra, San Jos se aparece a Teresa alentndola a seguir adelante y

    prometindole que no faltara el dinero necesario en el momento del pago, lo cual as sucedi

    de manera asombrosa. De otras gracias dej Teresa constancias desparramadas por sus

    obras como as tambin su agradecimiento, ya que en las Constituciones que rigen la vida

    de las religiosas carmelitas, la Santa dej a sus hijas espirituales, cual huella y legado

    M

  • ntimo de su alma consagrada, esa tierna inclinacin por aqul que mereci el ttulo de

    Custodio de las vrgenes y Patrono de las almas interiores.

    or todo esto, iniciamos estas meditaciones invocando la ayuda y la luz que tuvo

    Santa Teresa. Le pedimos a ella, Doctora de La Iglesia, que nos ayude a

    descubrir las maravillas de gracia que Dios encerr en San Jos y que nos ensee

    a amarlo cmo lo amo ella, para que tambin cmo lo est ella ahora, un da tambin

    nosotros esternos junto a l, a los pies de Jess y acariciados por la mano de Mara.

    Oracin

    Oh Seor, Dios nuestro, bendice con tu gracia este esfuerzo que hacemos para conocer a

    San Jos.

    La enseanza de tu Iglesia y la voz de tus santos nos dicen que su hermosa alma es una de

    tus obras maestros y uno de tus jardines predilectos donde te paseas con complacencia. Te

    pedimos la gracla de poder entrar tambin nosotros en ese jardn que tanto alegra tu

    corazn y glorifica tu magnificencia, para que en l tambin nos gocemos nosotros y por l

    te glorifiquemos a Ti, fuente de toda belleza, por quien es bello todo cuanto es bello, oh

    Dios! causa primera y belleza suprema!

    P

  • 2 Meditacin

    La Profeca

    ios, nuestro creador, ha querido hablarnos a nosotros, sus

    criaturas, a travs del lenguaje enigmtico de las parbolas, de las

    figuras, de las profecas, y la constatacin de ese hecho, patente a lo

    largo del Antiguo y del Nuevo Testamento, nos lleva a preguntarnos el por que.

    Intentaremos alguna modesta respuesta.

    s muy propio del pensamiento oriental el uso de la imagen, de la figura,

    de la parbola, pero eso tambin es propio del lenguaje potico. Y los

    secretrios, amanuenses del Espritu Santo, los escritores sagrados

    divinamente inspirados eran orientales y muchos de ellos, sin intentarlo, fueron

    tambin magnficos poetas. Y no es acaso el lenguaje potico uno de los mdios de

    tratar de expresar lo inexpresable, de expresar algo que est ms alla de lo que

    alcanza a manifestar la materialidad de las palabras? Cristo, que vino a revelarnos

    un mundo de verdades invisibles, se ve obligado a hablar por medio de

    comparaciones con las cosas y los seres ms visibles... el reino de los cielos es

    semejante a un rey que celebr las bodas de su hijo... (Lc. 22,2) Yo soy la vid

    verdadera, mi Padre el viador... (Jn. 15,1) Yo soy la puerta de Las ovejas...(Jn

    10,7) El que cree en mi, ros de agua viva corrern de su seno... (Jn. 7,38) etc., etc.

    El lenguaje potico, usando de la figura, de la imagen incluso del ritmo, de la

    musicalidad interna que el poeta imprime a la frase, tiene el poder de despertar en

    nosotros misteriosos presentimientos de lo futuro, de revivificar reminiscencias de

    lo que una vez fuimos y de lo que en Adn hemos perdido... por eso la Sagrada

    Escritura, palabra que Dios dirige a nosotros para hablarnos, para revelarnos lo

    trascendente, se ve obligada a usar no el lenguaje comn ni el lenguaje cientfico, sino

    el lenguaje potico, se ve obligada a usar la figura, y la irnagen. Pero, y la profeca? Qu

    sentido podemos hallarle? Se nos da para alimentar nuestro apetito de mistrio? Se nos da

    para entretenernos cmo descifradores de acertijos?

    iertamente que no. La Profeca es dada para confirmar La fe. En el evangelio de

    San Juan cuando se narra el lavatorio de los pies y Jess profetiza La traicin

    de Judas, dice el Seor: Desde ahora os Lo digo, antes de que suceda, para que

    cuando suceda, creis que yo soy. (Ju. 13,19).

    D

    E

    C

  • a profeca adems de confirmar la fe, puede ser una llamada al arrepentimiento y

    a la salvacin.

    ntes de su pasin, Jess, hablando a Pedro, profetiza: Simn, Simn,

    Satans os busca para sacudiros cmo trigo, pero yo he rogado por ti, para que tu

    fe no desfallezca y t una vez convertido, fortalece a tus hermanos. (Lc. 22,31).

    a profeca es dada cmo seal de alerta y de preparacin, cmo elemento de

    juicio para discernir los tiempos dentro del desarrollo del plan de salvacin. As

    Jess, hablando de la ruina del templo de Jerusaln y de las persecuciones que

    aguardan a los cristianos que vivirn el fin de los tiempos, profetiza: (Mt. 7,24 Lc. 21,5 ss)

    Mirad que nadie os induzca a error. Muchos vendrn en mi nombre diciendo: Yo soy, y

    extraviarn a muchos. Estad alertas, os entregarn y comparecers ante los gobernadores y

    los reyes por amor de mi, para dar testimonlo ante ellos. Se levantarn falsos mesas y falsos

    profetas y harn seales y prodigios para inducir a error, si fuere posible, an a los elegidos.

    Pero vosotros estad sobre aviso, de antemano os he dicho todas las cosas.

    a profeca puede ser dada tambin para que, iluminando las mentes, haga

    nacer o fortalezca la esperanza; as, cuando Adn y Eva han pecado,

    Dios, antes de expulsarlos del Paraso, cmo vitico y promesa de futura

    restauracin, proclama solemnemente el protoevangelio (Gen. 3,15), la primera

    buena noticia despus de la catstrofe, la maldicin a la Serpiente y el anuncio de la

    Mujer futura que con su taln aplastar su cabeza. La profeca en este sentido

    fortalece tambin la esperanza indicando que el desarrollo de la historia no escapa

    al control de Dios; que an en el pecado, en la maldad, an en la rebelda o la

    blasfemia, la Humanidad no escapa al poder del Creador, que an el pecado, la

    maldad, la rebelda o la blasfemia, quedan integrados al plan de salvacin, estn

    previstos por Dios y si la lbertad humana descarnada no elige hasta el ltimo

    momento su condenacin, Dios es capaz de transmutar todo eso en salvacin, en

    arrepentimiento, en obra maestra de rectificacin.

    l otro sentido de la profeca donde se conjugan la confirmacin de la fe y

    el aliento a la esperanza es el siguiente: as cmo un artista, un gran

    pintor por ejemplo, esboza la obra que quiere crear y por sucesivas

    aproximaciones que preludan lo definitivo, se v acercando a lo percibido por su

    gnio, as tambin Dios esboza y preluda en distintos personajes y episdios de la

    L A L

    L

    E

  • Historia Santa, los personajes definitivos. As por ejemplo, el profeta Jons (Jn. 2,1)

    encerrado durante tres das en el vientre de la ballena es imagen y profeca de la

    permanencia de Cristo durante tres das en el seno de la tierra; Isaac cargado con

    un haz de lea subiendo a ese monte del pas de Moria donde debe ser sacrificado

    por su padre Abraham (Gen. 22,6), es figura de Cristo subiendo al monte

    Calvrio donde debe ser sacrificado por la voluntad de su Padre Celestial. Sara,

    esposa de Abraham, de 90 aos y ya estril engendrando a Isaac, el hijo de la

    promesa, contra todas las leyes de la naturaleza (Gen. 18,9-15). es figura de Mara

    Santsima, que ms anciana que Sara en cuanto a sabidura y habindose hecho

    estril por el voto perpetuo de virginidad, engendra sin embargo y fuera de las

    leyes de la naturaleza a Jess, el hijo de la promesa. Podramos multiplicar los

    ejemplos.

    a pregunta es sta: Tambin Jos fue anticipado por alguna figura

    profetica? Era tan importante Jos para que Dios lo anticipara?

    a respuesta es afirmativa y hasta podramos decir que Dios se gozo en

    describirlo profeticamente con un preciosismo exquisito. Figura de Jos

    es Mardoqueo, el personaje principal del libro de Ester, de estirpe real,

    primo y tutor de esa Ester que es figura de Mara y a quien Mardoqueo incita a

    interceder ante su esposo el rey Asuero para obtener de l la salvacin del pueblo

    hebreo (15,1). l es de la msma famlia de Ester, son primos, y ella estaba

    destinada a ser su esposa de acuerdo con la Ley, por ser de su misma tribu (Nota

    de Stranbinger a 11,7). Tienen pues vnculos ntimos, pero tambin la distancia de

    la castidad, cmo Jos con Mara, siendo ambos de la famlla de Davd y estando

    unidos en una misin, pero con la reserva sagrada de la virginidad.

    igura tambin de San Jos, es el Patriarca Jos, hijo de Jacob y de su

    mujer Raquel (Gen. 30,22).Vendido por sus hermanos, el patriarca Jos

    es llevado a Egipto, donde es comprado por Putifar, ministro del faran

    y jefe de la guardia egpcia (Gen. 39,1). Jos es tentado por la esposa infiel

    de Putifar, pero permanece casto, y calumniado por esa mala mujer es

    encarcelado. Jos es puesto en libertad luego de haber interpretado

    milagrosamente misteriosos sueos del faran, quien lo nombra primer ministro

    de su reino y encargado del gobierno de su casa. Cuando llega la escasez de

    alimentos predcha en el sueo del faran interpretado por Jos, este cmo virrey

    L L

    F

  • de Egipto haba almacenado tanto trigo que an pudo ayudar a sus hermanos

    sraeles (Gen 41. 56 y 42). Este primer Jos fue en Egipto, el custodio del pan natural, el

    segundo Jos guardo en Egipto a Jess, el pan sobrenatural; el primer Jos conserva su

    castidad y respeta a su Seor en la persona de su esposa, el segundo Jos, tan casto cmo el

    primero, reconociendo virgen a Mara, la guarda fdelsimamente intacta por respeto al

    desginio de Dios. Ambos Jos fueron los hombres del mistrio y el sueo les dijo sus

    secretos, ambos fueron instrudos en sueos y ambos adivinaron las cosas ocultas. A

    ambos Jos se les confi el gobierno de la casa y del reino. El primer Jos en un sueo

    profetico vio el sol y la luna prosternados ante l (Gen. 37,9), el segundo Jos mandaba a

    Jess y a Mara y Jess y Mara le obedecan. Arrodillmonos tambin nosotros ante Jos y

    obedezcmosle cmo nios que piden orientacin y ayuda al hermano mayor, a este jigantesco

    hermano mayor, el varn fiel, el hombre del silencio y del incgnito, pero predilecto del

    corazn de Dios y profetizado por los siglos cmo figura importantsima en el plan de la

    salvacin.

    Oracin

    Gracias Seor por ensearnos medante las figuras profticas de San Jos, que en esta

    vida, muchas verdades podran ser profeca de verdades futuras ms verdaderas; gracias

    por ensearnos que vivimos rodeados por el claroscuro de mistrios divinos, iluminados

    por la bondad de Dios con vislumbres que son promesa de una luz ms plena, para que

    la esperanza nos ayude a peregrinar sin desalientos, por entre las sombras que nos rodean

    hacia la comprensin y la luz total que un da nos espera.

  • 3 Meditacin

    El incgnito

    emos mostrado los distintos sentidos de la profeca y cmo y donde fue

    profetizado San Jos y su misin en el plan salvador de Dios. Dijimos que el

    hecho de haber sido profetizado, es seal de su importancia. Ahora nos

    preguntamos, por qu entonces ha sido tanto tiempo desconocido y ha envuelto su me-

    moria un misterioso incgnito?, y an hoy, para cuntos San Jos es slo poco ms que

    un nombre?...

    na de las costumbres de Dios que manifiesta el secreto de su carcter y el

    mistrio de su trascendencia, es el incgnito que lo circunda. Nuestro Dios es

    un Dios escondido y para hallarlo debemos escondermos nosotros tambin,

    dir San Juan de la Cruz, por eso hay en todos los santos y en los cristianos que han

    alcanzado cierta profundidad en su fe, un ms all que los que lo rodean no alcanzan... y

    cmo sucede a menudo con lo que no alcanzamos a comprender, nuestro orgullo

    despechado lo envuelve en un sudario de desprecio. Isaias pudo decir del Mesas futuro, del

    Siervo de Yahv: Despreciado, resaca del gnero humano, varn de dolores, conocedor de

    todos los quebrantos, uno ante quin se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada

    (Is. 53). Es verdad, cuanto ms alta la grandeza, ms profundo el desprecio de quienes no

    la alcanzan.Qu abismos de bajeza acechan en la naturaleza humana cada! Pero no es

    solamente la trascendencia, esto es ese estar ms all de todo, lo que explica el velo del in-

    cgnito que rodea a la divinidad, est adems esa delicadeza, ese respeto de Dios por el ser

    creado al cual la Verdad Absoluta no quiere avasallar con prepotencia imponindole sus

    evidencias, antes bien, opacando con mistrio su luz inmensa, invita a la inteligencia de

    su criatura, a buscarle con amor usando cmo antorcha la razn la fe y el propio corazn. Esto

    nos lleva de la mano a otro motivo del incgnito divino: slo el amor tiene derecho a la

    desnudez y por eso el amor slo se desnuda ante el amor... Dios no se revela a cualquiera sino

    slo a aqul que le busca con amor. Los santos han participado de este incgnito en la medida

    misma en que ms cerca estuvieron del Dios escondido, de ese Dios al cual los atenienses

    haban levantado un altar en el cual estaba escrito: Al Dios Desconocido, cmo lo atestigua el

    apstol Pablo en su discurso en el Arepago (Act. 17,22).

    Los santos no slo aceptaron ser desconocidos, sino que lo buscaron. Lo buscaron cmo

    imitacin de su Dios menospreciado por la mirada estpida del mundo y para acompaarle en

    su suerte, lo buscaron cmo una especie de altivo repudio del insuficiente reconocimiento que

    H

    U

  • de las realidades supremas de la vida humana, hace la mirada frvola, los ojos vacos de alma de

    los mundanos. Los santos son todo o nada, y entre la corona de laurel que puede ofrecerles esta

    tierra y nada, prefieren quedarse con las manos vacas; slo de Dios esperan su recompensa,

    slo de Dios esperan el verdadero reconocimiento y la verdadera grandeza.

    or eso, la Imitacin de Cristo, ese libro notable entre los libros notables, que ensea

    sin concesiones y con seguridad los secretos senderos para llegar a la cumbre del

    espritu, nos aconseja en una de sus pginas: Queris aprender algo que os

    aproveche?: Amad el ser desconocidos y considerados cmo nada. (Tratado 1 cap. 2). El

    mismo Seor Jess dice a sus discpulos: Ay de vosotros cuando digan bien de vosotros, todos

    los hombres! (Lc. 6,26). La mentira encuentra tanta complicidad en el corazn humano y ste es

    tan inclinado a ella, que el aplauso de los mundanos es para un verdadero cristiano, motivo

    para preguntarse si no habr traicionado en algo a su Maestro.

    esta es otra de las razones por las cuales los santos aman el olvido y el

    desprecio; cuando uno es marginado y despreciado por ser cristiano, est seguro

    de que v por la senda recta. Hay otro motivo para el incgnito de los santos que

    hay que notar: el incgnito, el ser desconocido e ignorado es, an ms que el desprecio mismo,

    una medicina eficaz para matar al hombre viejo, al falso yo, exhibicionista, vanidoso, deseoso

    de ser exaltado an ms all de sus merecimientos. Cuntos posibles santos habrn

    quedado abortados simplemente por el veneno de las alabanzas!...

    ero hay una razn ms profunda todava para el incgnito especial de que gozan

    algunos santos: as cmo los nios tienen juguetes que comparten con otros nios

    o que usan en los juegos comunes y se reservan algn juguete predilecto que es

    para ellos slos y ni siquiera lo muestran; as cmo se narra en la vida de un gran msico, que

    cierta vez compuso una bellsima cancin para su esposa, a quien amaba en extremo, y luego

    que ella la aprendi de memria, l destruy la partitura para no compartirla con nadie, as

    tambin Dios, se ha reservado ciertos santos en especial, santos ignorados del mundo pero

    cuyas almas, purificadas y afinadas al dapasn de lo divino vibran cmo arpas en

    melodiosos himnos de amor y de alabanza, exclusivamente para los odos de Dios, y viceversa,

    estos elegidos entre este ingrato mundo y llamados a la soledad y al olvido para agradar

    exclusivamente a Dios y para saciar cmo una oculta gota de roco la sed del Amor

    despreciado, se gozan. de su vocacin, se hunden voluntariamente en las sombras, se

    eclipsan a los ojos humanos, se ocultan en La luz de Dios y ofrecen su corazn solitario como

    un dulce asilo al Hijo del hombre, a aqul que no tiene donde reclinar la cabeza. En estas

    almas desconocidas, el amor rechazado, el amor mendigo y crucificado encuentra su consuelo.

    P

    Y

    P

  • an Jos fue una de estas almas. Toda su vida fue relativa a Dios. Por eso los

    hombres sabemos tan poco de l. La Sagrada Escritura slo dice que era un varn

    justo (Mi. 1,19) (que es la forma con que La Sagrada Escritura canoniza a los que

    son dignos de ello); que era de la casa de David, desposado con Mara (Lc., 1,27); que el ngel

    de Dios le hablaba en sueos, y que l obedecia (ML 2,13); que junto con La Santsima

    Virgen vivieron la agona de la prdida de Jess nio durante tres interminables das; que

    Jess volvi a Nazareth con ellos y les obedeca (Lc. 2,43 ss). Luego su vida se pierde en lo

    desconocido como un ro de superfcie que luego se hiciera subterrneo y del cual no se

    conociera el esturio. Jos se pierde en la sombra, l mismo no es sino una sombra, pero la

    sombra del Eterno Padre que tiene en l su representante y por eso Jess le obedece con una

    dileccin infinita. Jess, en todo igual al Padre, encuentra en esta sumisin a Jos uno de

    los modos de expresar su amor al Padre. Jos es una sombra al amparo de la cual queda a

    cubierto el honor de Mara, una sombra a travs de la cual Mara ve al Espritu Santo que la

    ha hecho madre sin dejar de ser virgen, una sombra bajo la cual la virgen de las vrgenes

    conservar intacto el mistrlo de su virgindad. San Jos es una sombra y es tambin un

    velo, l est velado y a su vez vela otras grandezas. Por l est oculta la maternidad

    milagrosa de Mara y su perpetua virginidad; por su inviolable reserva quedo velada la

    encarnacin del Verbo y su presencia entre los hombres, por eso el Cardenal Billot, el telogo

    de San Plo X, al conjeturar la poca de la muerte de San Jos, la ubica hacia poco antes de

    comenzar Jess su vida pblica, porque al llegar el tiempo en que deba manifestarse el

    Mesas a los hombres, deba retirarse el velo para que poco a poco se acostumbrasen los

    hombres a pensar que Cristo no tuvo padre segn la carne. Pero, cmo pudo quedar

    oculta la santidad de Jos siendo inmensa cmo era?. En efecto, si Jos fue lo que

    acabamos de decir y partiendo del principio de que Dios, cuando elige a una persona para una

    misin es porque en esa persona existen las cualidadcs para la misma o Dios se las

    conceder, animmonos a sospechar la inmensa santidad que se esconde trs el incgnito

    de Jos.

    i por los cimientos podemos sospechar la altura que tendr el edifcio y por la

    profundidad de la humildad, la altura de la santidad, si todo sacerdote, an el

    ms soberbio, es humilde por lo menos en el momento de la consagracin, cuando

    sabe, confundido y avergonzado, que a la orden de su voz de hombre pecador, Dios mismo

    obedecer y transubstanciar el pan en su carne pursima, podemos imaginar, los abismos

    de humildad que se fueron cavando en Jos en los treinta aos en que Jess y Mara le

    obedecieron? podemos imaginar entonces la altura de su santidad? Slo La omniptencia y

    la exclusivista predileccin divina podan ocultar la santidad de Jos y la necia ceguera

    S

    S

  • humana ignorarla.

    ese gran maestro de la vida espiritual que fue el Padre Surin, le fue dicho,

    por una persona muy ntima de Dios, que a San Jos le ha sido concedido

    un poder especial para asistir a las almas cuya virtud deba estar oculta en este

    mundo, cmo lo haba estado la suya propia, tan poco conocida siernpre, y que en desquite

    y recompensa por ese incgnito tan humilde y fielmente asumido por l, Dios ha querido

    que slo las almas extremadamente puras, tuviesen luces tocantes a su grandeza (Carta

    N 18 de su Correspondencia Descle de Brouwer - 1966). Imploremos para nosotros el ser

    aceptados bajo la proteccin y magistrio de Jos, el gran desconocido, y que nuestra

    modesta y desapercibida vida, d sin embargo, cmo la suya, gloria y alegra a Dios y

    llegue al nvel de santidad que l ha querido para ella.

    Oracin

    San Jos, Protector de aquellos discpulos del Maestro que lo siguen slo por amor, sin

    pretender con ello puestos de privilegio; Patrono de los annimos labradores que trabajan

    sin aplausos en la Via del Seor de los Seores; Modelo para incontables crtianos que a

    lo largo de los siglos, slo por Dios, cmo soldados desconocidos, exponen sus pechos

    desnudos de condecoraciones a todos los peligros y juegan su vida en cada conflicto, por

    obediencia y adhesin a su Seor Jesucristo.

    A ti apelamos magnnimo San Jos! nosotros, los crstianos a quienes ha tocado vivir en

    este siglo amador de primeros planos, trepador de prmeros puestos, mendigo de terrenas

    gratificaciones y humanos reconocimientos, para que nos obtengas la gracia de imitar tu

    hidalgo desinters, tu reposada independencia de la mirada de los hombres y tu confiado

    y sbio aprecio de la infalible y justiciera mirada de Dios. Te suplicamos nos alcances la

    alta sabidura de saber aceptar y valorar cmo un especial honor que nos asemeja al Siervo

    de Yahv de Isaas, ese pasar por el mundo como una unidad ms, transeuntes sin rostro

    confundidos en las filas de las generaciones perdidas, opacos a la mirada de los humanos y

    desconocidos tambin por la mayora de los que estn a nuestro lado.

    V ahora San Jos, una postrera gracla te implora nuestra audcla: alcnzaos el llegar a

    ser un da, a pesar de nuestra pequeez, Lo que siempre fuiste tu: una alegrla para los

    ojos de Dios, nuestro maravilloso Creador y mil veces bendito Redentor, para quien cada

    uno vale tanto cmo el mundo. Amn.

    A

  • 4 Meditacin

    Un varn de nombre Jos

    artiremos de las palabras de la Sagrada Escritura, Lc. 1,26 y s. En el sexto mes fue

    enviado el ngel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada

    Nazareth, a una virgen desposada con un varn de nombre Jos, de la casa de

    David. Estas palabras parecen intiles, ya que toda mujer se desposa con un varn... sin

    embargo San Bernardo nos prueba que no deben ser vanas estas palabras cuando dice: Si no

    cae una hqja del rbol sin causa, ni un pjaro a tierra sin la voluntad del Padre celestial, si

    de toda palabra ociosa que hablaren los hombres han de dar cuenta en el da del Juicio,

    podra yo juzgar que de la boca del santo evangelista saliera una palabra suprflua o al

    acaso, especialmente en la sagrada historia de aqul que es palabra de Dios? No lo pienso

    as todas sus palabras estn llenas de soberanos mistrios y cada una rebosa de celestlal

    dulzura, al menos para el que las considere con diligecia y sepa libar miel de la piedra y

    aceite del peasco dursimo. Luego est bien dicho: desposada con un varn.

    asta aqu la cita de San Bernardo. Pero entonces, qu quiere decirnos Dios en ese

    texto con las palabras un varn? Ciertamente no el sexo. Entonces qu?

    cudamos a las ciencias humanas para ayudarnos en nuestra bsqueda y veamos los

    elementos gramaticales. En la bblia Vulgata antigua, cmo tambin en la Nueva

    Vulgata promulgada por S. S. Juan Pablo II, se usa La palabra vir, que en latn

    significa no slo el sexo, sino tambin el hombre hecho, maduro.

    l diccionario oficial de la Real Academia Espaola hace derivar la palabra varn de

    la latina Varo, que significa fuerte, esforzado, y da cmo segundo y tercer

    significado en castellano, el sentido de hombre que ha llegado a la edad viril y

    hombre de respeto, autoridad y otras prendas. Sintetizando pues los frutos de esta incursin

    gramatical, para el latn y el castellano, varn es la persona de sexo masculino que ha llegado

    a una plenitud blolgica y espiritual.

    odemos afirmar entonces completando a San Bernardo, que la S. Escritura llama a

    Jos, varn, porque era un hombre en la madurez de la vida y en la madurez de la

    virtud, ya que virtud significa fuerza espiritual. Hombre virtuoso es el que se ha

    hecho fuerte contra sus debilidades, que se ha enseoreado de sus pasiones, y con la gracia se

    ha vuelto inaccesible a las acechanzas exteriores. Jos era virtuoso, Jos era justo, cmo lo

    P

    H A

    E

    P

  • llama tambin la S. Escritura y decamos en la meditacin anterior, que esa era la forma que

    tiene la S. E. de canonizar a los que son dignos de ello... y justo en La Bblia quiere decir

    Santo.

    Cules son, nos preguntamos ahora aquellas virtudes fundamentales que constituyen

    los pilares sobre los que se asienta y gira una vida tica?

    on esas virtudes que la teologa catlica llama virtudes cardinales, la prudencia, la

    justicia, la templanza, y la fortaleza y todas ellas las practic en grado mximo San

    Jos.

    eamos. La prudencia capacita a nuestro entendimiento para gobernar rectamente

    nuestras acciones particulares y orientarlas a conseguir nuestro fin sobrenatural.

    San Jos posey la prudencia perfecta tanto en el gobierno de s mismo cmo en el

    gobierno de su comunidad matrimonial y en todo momento supo seguir el hilo del plan de

    Dios juzgando y decidiendo correctamente en cada caso lo que haba que hacer para cumplir

    la voluntad divina, tanto cuando se encuentra perplejo ante el embarazo de Mara, cmo

    cuando debe huir a Egipto, o frente al enigma de Jess perdido tres das en Jerusaln. Cada

    una de estas coyunturas es una esfinge para Jos, pero l siempre sale triunfante.

    ractic la justicia que es la voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo que le

    corresponde: a Dios la adoracin y la obediencia a sus santas leyes; Jos fue un varn

    piadoso y sumiso a las prescripciones y ordenamientos de la voluntad divina

    cumpliendo cuidadosamente sus deberes religiosos y las ordenaciones a veces dursmas de

    esa voluntad; di a la autoridad civil su acatamiento a las justas ordenaciones atinentes a su

    competencia y por ello se impone el duro sacrificio de emprender viaje en invierno con su

    esposa encinta para empadronarse (Lc. 2,4); dio a Mara la fidelidad de un amor conyugal que

    si alguna vez quiz conoci tentaciones, jams conoci desfallecimientos; dio a Jess, su hijo

    adoptivo, toda la ternura de su corazn humano y los cuidados solcitos del mejor de los

    padres... disposiciones interiores que adivinamos en la dolorosa queja de Mara cuando junto

    con Jos hallan a Jess Nio en el templo entre los doctores de la Ley y ella le dce: Hijo,

    por qu has obrado as con nosotros? Mira que tu padre y o, apenados, andbamos

    buscndote (Lc. 2,48).

    S V

    P

  • os dio a la comunidad social que integraba, el fruto de su trabajo y a la naturaleza

    cada, rindi el tributo de la aceptacin del carcter punitivo del quehacer humano; Jos

    no comi su pan de balde n sus manos estaban libres de callos.

    actic tambin la virtud de la templanza, que modera el apetito de los placeres

    sensibles y permite observar en su fruicin una justa medida. Mostr la posesin

    plena de esa virtud en la castidad perfecta en que vivi hasta el fin de su vida.

    osey la virtud de la fortaleza, que habilita a la voluntad para emprender la

    consecucin de bienes difciles sin caer en locas audacias y la sostiene para no

    desistir de su intento ni retroceder en el carmino emprendido, aunque amenacen

    peligros de muerte. Qu vida la de Jos en este sentido!; l no fue de ninguna manera un

    aventurero, pero qu aventura su vida! y con qu sencilla naturalidad la vive y la vive hasta

    el fin!... es elegido para convivir codo a codo con su Creador hecho hombre, es designado

    para ser la sombra del eterno Padre sobre la tierra y para mandar a la segunda persona de la

    Santsima Trinidad hecha nio, mandar a Aqul que un da iba a ser su Juez inapelable; es

    elegido para esposo de una virgen y ser su tarea custodar esa virginidad y devolverla intacta

    a su dueo; ser despertado una noche por la voz del ngel del Seor y con apenas un puado

    de enseres, llevando a cuestas su pobreza y por que no tambin un manojo de miedos, deber

    expatriarse a Egipto, pas extrao y hostil, el pas de la idolatra y el pecado, el enemigo

    secular de Israel... y alla v Jos con sobre humana sencillez... en ciertos momentos, qu

    semejante es la sencillez absoluta al coraje sin lmites! (Mt. 2,13) Pasan los aos y el ngel del

    Seor le ordena volver... y sin quejas, ni discusiones, helo ah a Jos pisando otra vez las

    ardientes arenas del desierto siguiendo las huellas de la voluntad de Yahv (Mt. 2,19). Vienen

    luego los das aparentemente grises de Nazareth (Mt. 2,23). Y pasan los das y cada da es un

    tomo de revelaclones divinas, cada palabra de Jess, cada gesto, cada opcin es palabra, gesto

    y opcin de Dios... si nosotros, que somos tan ciegos y descuidados valoramos sin embargo,

    cada palabra del evangelio cmo una joya, que alhajero habra llegado a ser, al cabo de tantos

    aos, el corazn del santo Patriarca y cmo debera reprimir los impulsos del xtasis para

    ocultar, bajo el velo de lo cotidiano, los tesoros de gracia que en su interior se iban

    acumulando. Slo su fortaleza poda lograr ese milagro: resistir sin estallar, el asedio de Dios.

    Pero un da su corazn cedi y San Jos muri de amor. Sobre su tumba hubiera podido

    escribirse con austeridad y laconismo espartanos estas simples palabras: Aqui yace un varn.

    Oracin

    J P P

  • Sabemos, San Jos, por revelaciones hechas a algunos Santos, que unida a la sabidura

    de una plena madurez, poseas una gran dulzura y bondad, junto a una integrdad ferrea y

    en alto grado el don de fortaleza, por eso te pedimos que te asomes a los balcones del Cielo

    y mires compasivo a nuestra poca, de catastrfica inmadurez, de desenfrenada violencia y

    sdica crueldad, de ruinosa fragilidad de carcter, de enloquecida anarqua de las

    pasiones, de catica subordinacin a tantas dependencias, de manera que ya slo somos

    subhombres, y a tal punto hemos abdicado el seoro y domnio de nosotros y de las cosas

    de este mundo, que nos avergonzamos de vernos tan inferiores a nosotros mismos. Por eso

    te pedimos San Jos que nos ayudes a permanecer o a volver a ser Seores, a ser varones,

    como dice de ti el Santo Evangelio, a tener la fuerza, la virilidad de la virtud, para ser

    dignos de la semejanza con Dios, del seoro que l puso en nosotros por creacin y por

    redencin, y junto con esa fuerza te pedimos esa dulzura y bondad que hicieron de ti una

    tan firme y armoniosa personalidad, cual corresponda al tesorero y hombre de confianza

    de Dios, al caballeresco compaero, protector y fiel escudero de Nuestra Seora, a la

    sombra del Padre y ayo del Hijo de Dios.

    Porque eres todo eso y adems el Patrono de la Iglesia Catlica en el tiempo final,

    nosotros, indigentes de todo, pero hijos de la Iglesia, esperamos de ti lo que pedimos de tu

    generosa bondad.Que as sea, que a si se nos conceda. Por gracia. Amn

  • 5Meditacin

    El silencio

    l silencio es una joya que luce siempre en toda verdadera santidad y cuanto ms

    santa la persona, ms silenciosa tambin. Dios, el Santo de los Santos, es el primer

    silencioso. Ha hablado repetidas veces, es verdad; la Creacin entera es palabra de

    Dios y quien tuviese el odo purificado y acostumbrado al susurro de lo divino, podra or la

    voz de cada criatura balbuceando una belleza que est ms all de toda criatura, testigos de

    ello un San Francisco de Ass, un San Juan de la Cruz que tuvieron el odo hecho al hablar de

    las estrellas y de toda criatura, experiencia que este ltimo plasm en bellsimos versos. Pero

    Dios habl tambin por medio de los profetas, de los jefes religiosos del pueblo elegido, y

    finalmente habl por medio de su mismo Hijo. Pero acaso esa palabra, esa revelacin, llenan

    innumerables tomos que ocupan inmensas bibliotecas? No, de ninguna manera. Y Cristo, el

    Verbo de Dios, la Palabra de Dios hecha carne que viene a consumar la plenitud de la

    revelacin, cmo obra en el cumplimiento de su misin? Es acaso un verborrgico?

    o. El libro del Evangelio que contiene el relato de sus acciones, sus palabras y sus

    promesas, tiene el tamao de una agenda de bolsillo. Aquel que ha relatado las

    maravillosas parbolas y predicado los sermones que han revolucionado un mun-

    do, Aquel cuyas simples palabras han transformado vidas, definido vocaciones, levantado

    instituciones y cambiado el rumbo de la historia, ha probado que el silencio no es obstculo

    para la accin, sino ms bien fuente de la cual esta toma toda su fuerza. El Verbo del Padre

    Eterno, elige para s mismo una vida de silencio. Toda su vida humana estuvo marcada por el

    sello de su amor al silencio. En su infancia pareca que el lenguaje le vnia lentamente y le

    adquiri como los dems nios, de manera que con el auxilio de estas apariencias, pudo

    abstenerse de hablar, durante ms largo tiempo. Durante los dieciocho aos de su vida oculta,

    el silencio reino en la santa casa de Nazareth. Jess era de pocas palabras y por eso Mara las

    guardaba meditndolas en su corazn cmo tesoros de gran precio, cmo lo certifica el

    evangelista San Lucas 2,51.

    n cuanto al silencio de Mara, el evangelio confirma lo que ensea la tradicin, pues

    nos transmite de Ella palabras singularmente escasas; ya nos la represente detenida,

    ya en movimiento, la vemos siempre cmo una hermosa estatua que slo habla con

    su hermosura, y este elocuente silencio ha llamado de tal manera la atencin de algunos

    santos, entre ellos de San Grignion de Montfort, que ste da cmo explicacin del mismo, el

    deseo de la Virgen de esconderse a si misma y a toda criatura, para no ser conocida sino de

    E

    N

    E

  • slo Dios. Y por parte de Dios, siendo Mara su obra maestra y queriendo reservar su

    conocimiento slo para si, la cubri con un velo de silencio, consintiendo que sus apostles y

    evangelistas hablasen muy poco de Ella y slo lo suficiente para hacer conocer a Jesucristo.

    Pero hay otra razn para este silencio. Mara, que haba vivido tanto tiempo tan estrechamente

    unida con Jess, cmo en un santo xtasis de amor y de dolor, leyendo continuamente en el

    corazn de su divino Hijo los ms altos mistrios de la Creacin, sus divinos pensamientos y

    sentimientos, no necesitaba de palabras para comunicarse con l. Y si las hubiese necesitado,

    habra hallado acaso palabras capaces de contener la plenitud de pensamiento que tena que

    comunicar? No. De ninguna manera. Usar de palabras hubiera sido traicionar lo que viva en

    su corazn, como cortar una flor y guardarla entre las pginas de un libro, usar de palabras

    hubiera sido descender de las altas cimas que habitaba y hablar en los valles, de las cosas de

    arriba, slo por aproximaciones y parbolas.Y Jos? Tampoco Jos tena necesidad de

    palabras, pues l tambin habitaba aquellas cumbres de silencio, demasiado elevadas para que

    pudiese llegar a ellas eco alguno de esta tierra miserable; lo mismo que Mara con Jess, Jos

    se entenda con ellos con miradas, se comprendan y se adivinaban... a tal punto eran

    mutuamente transparentes y estaban unidos sus corazones. Pero hay otra razn para el silencio

    de Jos. Conocemos el efecto de la belleza y del gozo, cuando son puros y profundos sobre

    nuestras almas inmortales, y Jos no necesitaba como el comn de los mortales, para gozar de

    regiones de hermosura, ni de la verde pradera, ni de la solemne montaa, ni del mar infinito,

    ni de las alegres mrgenes del lago de Genesareth; le bastaba mirar los ojos de la ms pura de

    las vrgenes, asomarse al Paraso contemplando el rostro de Jess y entonces era feliz como

    no lo fue nunca varn alguno y todos sabemos que los gozos que nacen de las profundidades,

    nos vuelven profundamente silenciosos y que en los casos extremos ese gozo se expresa con

    el lenguaje callado de las lgrimas.

    Cmo no iba a haber silencio en la casa de Nazareth!

    Jess, en su vida pblica, que era tiempo de hablar, perder esa su costumbre de

    silencio?. De ninguna manera. Mostr una gran sobriedad de palabras. Cuando le

    lleg la hora de hablar, habl como hubiera hablado un hombre tranquilo y amigo

    del silenclo, o ms bien habl como un Dios que hace revelaciones. Luego, en la Pasin,

    cuando tuvo que ensear con sus padecimientos, volvi a aparecer el silencio como una

    antigua costumbre que reaparece en el momento de la muerte, y su ltima leccin nos la dio

    mudo y silencioso, reposando inerte, lleno de heridas sobre el regazo de Mara, callada pero

    suprema expresin de su amor por nosotros.

    Y

  • ste Dios nuestro, tan silencioso y que contagia su taciturnidad a sus ms ntimos

    amigos, qu quiso para su padre adoptivo? Tambin quiso el silencio, pero en un

    grado extremo. No hay palabra suya en la Sagrada Escritura y sobre l apenas unas

    frases. Pero Jos es cmo el evangelio. Este, que tan pocas palabras dice, tiene a los siglos

    como comentrio. Y los siglos que van sepultando lo que es polvo y aquello que no tiene

    consistencia, los siglos que como inmensos rodillos de bronce pasan triturando la cascara

    hueca, no slo han respetado a San Jos sino que han sido testigos de su paulatino

    reconocimiento.

    os siglos tienen dos aspectos, el cristiano y el anticristiano: el siglo XVIII por

    ejemplo, el siglo de la risa, de la frivolidad, de la ligereza, del lujo, tuvo su

    contrapartida cristiana: San Benito Jos Labre, ese mendigo errante, que con un

    cilicio de insectos punzando constantemente su cuerpo, recorri a pie toda Europa y sus

    principales santurlos en perpetua adoracin y cmo un monumento viviente de mortificacin

    y penitencia, asumiendo sobre si toda la pobreza, el desamparo y el dolor que haba trs la

    mscara risuea de ese siglo hueco, hasta morir finalmente tuberculoso, recogido de la calle

    en una casa cualquiera.

    os siglos siguientes, los siglos de la incontinencia verbal que con su incontenible

    drenaje de palabrero saturan de nada la atmosfera en que vivimos, estos siglos de

    prepotente y vano rudo, difundido y multiplicado por una plaga de electrnicos

    grillos, tienen su contrapartida en San Jos el hombre del divino silencio, el hombre humilde y

    fiel que sin palabras acompaa al Verbo y a la silenclosa Madre del Verbo. El hombre que

    con su muda admiracin, su callada adoracin y su ferreo silencio, honr y mantuvo

    inaccesible, hasta cuando Dios quisiera, la cumbre de mistrios confiados a su discrecin.

    n cambio, nadie ms ruidoso y boquirroto que el hombre moderno. l ama el ruido,

    le gusta hacerlo alrededor de los dems y le gusta sobre todo que los dems lo hagan

    alrededor suyo. El ruido es su pasin, su vida, su atmosfera y la publicidad comple-

    menta en l muchas otras pasiones. El tiempo actual habla, llora, grita, se confidencia en alta

    voz, canta aullando y todo lo convierte en exhibicin. Detesta la confesin secreta del

    cristianismo y estalla a cada momento en paganas y desvergonzadas confesiones pblicas, y a

    los sabuesos que husmean vidas ajenas a la caza de confesiones de habitualmente lamentables

    intimidades para convertirlas en mercanca vendible a la curiosidad pblica, se los considera

    autoridades crebles. Es precisamente este tiempo degradado el que ha visto en su contrafaz

    cristiana, la glorificacin de San Jos, el caballero del sagrado silencio, el hombre de

    confianza de Dios, el custodio de lealtad y hermetismo inviolables, el depositrio fiel de los

    E

    L

    L

    E

  • secretos del Gran Rey, en quien todos los secretos estn seguros: la divinidad de Jess y su

    presencia entre los hombres, La virginidad de Mara, su maternidad divina y la sacralidad

    infinita de la Sagrada Famlia y de su vida, esa vida soberanamente sobrenatural bajo las

    apariencias ms naturales y vivida con tal naturalidad que desorient, incluso, a la inteligencla

    anglica y a la sagacidad dablica de los ngeles apstatas.

    ste tiempo actual es el que ha visto a San Jos ser declarado Patrono de la Iglesia

    Catlica, la encargada por Dios de la custodia y difusin de su Palabra y as como

    ayer el Espritu Santo confi a su esposa, Mara virgen a San Jos, hoy le confia a su

    esposa la Iglesia y su virginidad, que es la integridad de su doctrina, la pureza inmaculada de

    su divina Palabra, y dentro de la Iglesia misma, Dios encomendo a San Jos la educacin de

    aquellas almas secretas que a su ejemplo en silencio y con pudor sirven al Dios escondido,

    con callado amor.

    ongamos en manos de San Jos nuestra fidelidad a a fe que profesamos en el

    bautismo, la caballerosidad y el desinters en el serviclo divino, el respeto por la

    palabra, el amor al silencio y adems pidmosle la inmunidad al ruido que con tanta

    generosidad producen y prodigan nuestros sonoros contemporneos a nuestro paciente

    psiquismo.

    Oracin

    Henos aqui a tus pies, San Jos, preocupados por esta meditacin, nosotros, los hurfanos

    del silencio asesinado, ese antepasado difunto que ni siquiera recordamos.

    Nacimos acosados por jauras de rudos, crecamos jaraneando en orgas de palabras y

    ahora no sabemos hacer silencio, y cuando lo logramos, no sabemos que hacer con el

    silencio resucitado, as que tratamos de ahuyentarlo como a un insecto molesto, de nuestros

    hogares, de nuestras salas de espera, de nuestros hospitales, hasta de nuestros templos y es

    por eso que algunas antiguas y penumbrosas iglesias, antao remansos de silencio y paz,

    hoy estn sonorizadas con fondo musical, para que el lamentable hombre moderno no se

    sienta extranjero en ellas, cmo un viajero espacial, que se hubiera equivocado de planeta

    al tratar de aterrizar. Pero demos un paso ms en el examen de nuestra gradual

    degradacin: ya no sabemos hacer msica como tampoco sabemos hacer templos.

    La msica, la verdadera, est hecha de sonidos y silencios... tambin el poeta sabe bien

    eso... que no hay que decirlo ni explicarlo todo... que hay que respetar y dar lugar a la voz

    E

    P

  • del silencio!, por eso nosotros que lo desterramos de nuestra vida, ya ni hacer msica

    sabemos!

    Hundidos en semejante indigencia, te rogamos, silencioso San Jos, que aceptes ser

    nuestro maestro y con la ayuda de la grada y de tu ejemplo, nos eleves con paciencia a

    nuestra altura primera, hasta hacernos capaces de llegar a comprender y vivir, aquella

    altsima enseanza de San Juan de la Cruz:

    Una palabra habl el Padre, que fue su Hijo,

    y sta habla siempre en eterno silencio,

    Y en silencio ha de ser oda del alma

    (Dichos de luz y amor)

  • 6" Meditacin

    Beln

    eln es uno de los pivotes geogrficos sobre los que gira la vida de San Jos. Los

    otros son Egipto y Nazareth. Nos veramos tentados de decir: qu horizonte

    mezquino para una personalidad tan grande!... Pero es que acaso el mbito

    interior, espiritual, depende del horizonte exterior, fsico?... En cierta medida s, pero

    hablando en absoluto, no. Los grandes hombres no dependen de lo que los rodea, los hombres

    pequeos s. El ser humano, cuanto ms grande es, ms independiente es de su entorno y lleva

    en s mismo la semilla de su grandeza. El tiempo y las circunstancias exteriores son slo

    ocasiones para manifestar su grandeza, pero no la crean. Mientras que el hombre pequeo an

    en situaciones favorables y puestos de grandeza, muestra su pequeez, lo hace todo estril y

    todo lo rebaja a su medida, el gran hombre, an en situaciones desfavorables, invierte lo

    desfavorable y lo desfavorable mismo le sirve para explayar su grandeza, elevando al mismo

    tiempo a su propia altura, todo lo que lo rodea. As sucedi con Beln, ptria de David (Lc.

    2,4) ciudad natal de Jess y segn algunos, ciudad natal tambin de Jos.

    eln significa, en idioma hebreo casa del pan y nunca tan bien aplicado un nombre

    cmo en este caso. Ciudad natal de Jess, el pan de vida, ciudad natal de Jos, el

    custodio del pan, al igual que lo fue su antecesor el patriarca Jos de Egipto. Beln,

    tambin ptria de David, en cuyos alrededores l guardaba los rebaos de su padre; de Beln

    l parti para matar a Gollat en el valle del Terebinto (l Rey. 17,15 ss) y cmo los estudiosos

    de la Sagrada Escritura ven en el santo rey una figura anticipatoria de Cristo Rey, podems

    decir que Jess sali de Beln en su carrera terrestre para vencer al demnio. Ya el profeta

    Miqueas haba anticipado un destino glorioso a Beln diciendo: (Miqueas 5,1) Pero tu Beln

    de Juda, pequea entre los clanes de Juda, de ti saldr el que ha de ser el dominador de

    Israel.

    eln pequea ciudad provinciana de menos de mil personas, uno de los horizontes

    de la vida de Jos. Pero... abismos de la misria humana. Beln no slo es pequea,

    es mezquina. Traicion su misin, cmo la traicion el pueblo judo en su

    conjunto, olvido la profeca, traicion su destino de grandeza y cuando su creador viene a ella

    para nacer en ella y cumplir la eleccin eterna anunciada por la profeca, Beln no tiene lugar

    para l y debe nacer fuera de sus muros (Lc. 2,7). Jos, que la conocera bien de sus

    curiosidades y juegos de nio, apenas hall una cueva conocida, refugio de animales, para

    proteger el parto de Mara. Fall la hospitalidad de Oriente, en la ciudad mezquina y fall la

    B

    B

    B

  • fuerza de los lazos de la sangre, en los parientes de Jos. Y he ah a Jos con el corazn

    atribulado y avergonzado frente a su joven y delicada esposa. Un edicto de Csar Augusto

    (Lc. 2) le oblig a empadronarse en su ciudad de estirpe y en pleno invierno y con

    rudimentarios mdios de transporte, el transporte de los pobres, se puso en camino con su

    esposa encinta. Cuntas penrias sufridas con la esperanza de un buen albergue al final del

    camino... y al final del camino los esperaba slo un desengao y un desamparo brutal, y

    penrias que no vienen ya slo de los elementos naturales, sino lo que es ms cruel, de la

    dureza del corazn humao.

    u dolor para el corazn de Jos, el no poder dar a su esposa y a su Salvador que v a

    nacer, otro refugio que la dura roca, menos dura que el corazn de los hombres y un

    poco menos fra que la bveda estrellada. Y Jess nace all a la luz de una temblorosa

    luz... pero que importa la oscuridad y la pobreza, que importa la dureza de la repulsa y el fro

    de la indiferencia, si ya Mara tiene en sus brazos a la riqueza del cielo, a la luz del mundo, al

    amor que derretir todo hielo y quebrar toda dureza! San Jos se encuentra de rodillas junto

    al nio en el pesebre en profunda adoracin.

    vancemos hasta l calladamente, pongmonos de rodillas a su lado y sigamos el

    curso de sus pensamientos. No hace una hora an que ese nio maravilloso ha

    venido al mundo y esa tristeza de plomo que pesaba cmo una lpida sobre su

    corazn y el de su esposa, se ha transformado en un canto de alegra y el gloria a Dios en las

    alturas de los ngeles haba llevado a los ms lejanos planetas el eco de la dicha de la tierra...

    y Jos de rodillas junto al nio segua pensando... no hace ms que nueve meses que se

    encarn en Nazareth y sin embargo su principlo no data de Nazareth ni de Beln, tena ya la

    edad de la Eternidad cuando naci y el Tiempo, que ya haba atravesado tan largas edades, era

    joven al lado del nio... La. creacin de los ngeles y su cada, la creacin del primer hombre,

    el remoto amanecer del tiempo, el colosal diluvio, el pueblo elegido, el destierro en Babilnia,

    los profetas, antorchas en la noche de la historia, todo era joven al lado de este nio que sin

    embargo, segn el cmputo de los hombres, slo tiene una hora.

    Jos sigue pensando... el Dios invisible, el Dios trascendente y misterioso,

    inaccesible y slo cognoscible por analoga, est mostrando su rostro, los

    rasgos de su belleza sin rostro, en el rostro de este nio... l es la expresin visible

    de las perfecciones invisibles de Aqul que es espritu puro. Y esos lbios deliciosamente

    sonrosados pertenecen al que un da pronunci el fiat de la creacin y millones de mundos

    aparecieron al conjuro de esa voz, esos lbios que ahora se obligan a no hablar, son los que

    Q

    A

    Y

  • estn pronunclando la sentencia de vida o de condenacin para los innmeros seres que en

    este momento estn devolviendo sus almas a su creador.

    la memria de Jos recuerda las profecas y ahora comienza su calvrio. Este

    nio es el siervo de Yahv, cmo lo nombra Isaas (cap. 53) y ser llevado un da

    cmo oveja al matadero y ser despreciado y repudado y asesinado... ser

    posible? Todo es posible en la Humanidad cada. Se repetir la historia y Can volver a

    matar a Abel... Pobre nio no te podemos evitar el crecer!... Jos se levanta y sale a la noche

    y sus lgrimas brillan en su rostro cmo estrellas, cmo esas estrellas que palpitan arriba en el

    fondo de los cielos. Beln es para Jos la cumbre de su gozo pero tambin el comienzo de su

    dolor. Se le exige una dichosa y terrible misin. Criar para salvacin del mundo al Salvador...

    ya el poeta habl una vez del terror y el xtasis de sentirse un elegido (Verlaine)... Beln pone

    sobre los hombros de Jos el peso sobrehumao de una dura y dulce cruz, de una gozosa

    responsabilidad que slo la fuerza misma de Dios pudo habilitarlo para llevar. Pidamos a Jos

    que nos ayude a llevar el peso de nuestras propias almas, habitando en ellas el dulce peso de

    Jess y su cruz salvadora que se injertar necesaramente en nuestras vidas si somos de los

    suyos... y pidamos la fuerza de llevarla tambin por nuestros hermanos, con gozo... con el

    gozo austero y magnfico de Jos en Beln.

    Oracin

    Cuando a Beethoven le trajeron, tiempo antes de morir, un grabado que reproduca la

    casucha de techumbre baja donde naci Haydn, exclamo: Que extrao que un hombre tan

    grande naciera en un lugar tan msero!. Cul hubiera sido entonces el pasmo del gran

    msico ante la gruta de Beln, de esa insignificante aldea, la pequea de la profeca de

    Miqueas, a quien slo salvo del total olvido el nacimiento en ella de tres seres superlativos?

    Acaso esa pequeez les disminuy a ellos su grandeza? No, ms bien la magnific

    mostrando que ella no estaba sostenida por ningn soporte extrao a la persona misma y

    su misin.

    Inmenso San Jos, alcnzanos la gran sabidura de jams acomplejarnos por nuestros

    humildes orgenes y si por el contrario estos hubieran sido destacados, pedimos ms

    sabidura todava para no envanecernos ni apoyarnos indebidamente en prestgios

    heredados, ni en esas galas postizas con que se pavonean los que no tienen mritos

    personales: ptria ilustre, transmitidos galones culturales, clebre apellido... llamativos

    abalorias para fascinar a los nios.

    Y

  • Te pedimos, humilde y sbio Jos, la gracia de estar contentos con todo lo que Dios ha

    querido para nosotros, an en sus menores detalles, pero si por un imposible l nos diera a

    elegir un volver a nacer y un camino libre a elegr, pediramos Jos, tu sabidura, para

    confirmar lo que l ya eligi para nosotros; y si an as l nos apremiara a elegir otra

    variante secundaria para tomarte bien el pulso a nuestra sensatez, ayudados por ti San

    Jos, optaramos por lo que Dios eligi para David, para ti y para Si: Beln.

    el ser grandes sin dejar de ser pequeos,

    el ser irreprochables pero sin brillo,

    el ser valiosos pero desconocidos,

    y as estaramos eligiendo el pasar por esta vida cmo tu, ignorados y desestimados, junto

    a nuestros contemporneos, tan ciegos, y displicentes ellos para las cosas divinas, cmo lo

    fueron en Beln tus conciudadanos, ante quienes posaste agobiado por tu inmensa misin

    sobrenatural, siendo tu a sus opacos ojos slo un pobre alguien ms, escoltando a su

    humilde mujer en estado de gravidez... tal la inmensa pero igualmente incgnita Madre de

    Dios Ilevando en si, encubierto, al Verbo encarnado, al todopoderoso Hacedor del mundo

    mendigando un lugar para nacer.

    Tambin nosotros, San Jos... an los ms pequeos de nosotros, amados y elegidos en

    Cristo desde toda la eternidad por el creador del universo, segn ensea el Apstol

    escribiendo a los cristianos de Efeso, tambin nosotros estamos abrumados por una alta y

    oculta misin sobrenatural y Ilevamos en secreto y encubierta la imagen y semeanza del

    Verbo y transitamos animados en el seno de la Iglesia, figurada en el seno de Mara, all

    engendrados y gestados para nacer un da a la vida eterna en algn lugar del bello cielo

    que el Seor, para nosotros, con divino esmero, est prolijamente disponiendo.

    Por ello te pedimos, querido San Jos, que camines en la tierra a nuestro lado y seas

    nuestro buen custodio, cmo lo fuiste de Jess y de Mara y perdona nuestro atrevimiento

    si tambin te pedimos que seas adems nuestro maestro y nos ensees el esprtu de Beln,

    para desarmar y curar nuestra soberbia y as llegar a ser alabanza de la glorla del

    omnipotente Dios, humilde Y sabio que nos ha creado y que en nosotros quiere verse

    reflejado. Amn.

  • 7 Meditacin

    Egipto

    a hemos hablado de Beln, ahora lo haremos de Egipto, segundo contexto

    geogrfico que enmarc la vida de San Jos. El evangelista San Mateo (2,13),

    narra que despus de haber partido los tres reyes de oriente venidos para adorar a

    Jess Nio, el ngel del Seor se apareci en sueos a Jos y le dijo: Levntate, toma al nio

    y a su madre y huye a Egipto, y permanece all hasta que yo te avise, porque Herodes va a

    buscar al nio para matarlo. Levantndose de noche, tomo al nio y a la madre y se retiro

    hacia Egipto permaneciendo all hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que

    haba pronunciado el Seor por el profeta Oseas diciendo (Os. 11,1): Cuando Israel era nio,

    yo le am, y de Egipto llam a mi hijo.

    ess era el verdadero hijo que Dios iba a hacer regresar de Egipto a su tiempo. Pero

    ahora debe huir de la muerte que le quiere infligir Herodes por ambiciosos motivos

    personales y polticos; cuando Jess muera ser porque habr llegado la hora determi-

    nada por su sabidura eterna y morir por motivos religiosos.

    gipto era el pas clsico del refugio poltico. Era provncia romana, gobernada

    directamente por un prefecto y fuera de la jurisdiccin de Herodes. En Egipto Jess

    est a salvo. Los gentiles, los que no ramos pueblo elegido, nos hemos complacido

    en tener este mistrio de la huida a Egipto, despus del mistrlo de la Epifana, cmo el

    comienzo de la conversin obrada por Nuestro Seor en nosotros. Vemos en efecto aqu, a

    Jess huir de su pueblo para refugiarse en una comarca pagana y santificar all con su

    presencia, la tierra misma que desde antiguo haba sido la principal enemiga de su raza y era

    entonces el modelo tpico de todas las formas de idolatra.

    n aquella regin inundada de tinieblas espirituales, Jess logra una morada donde

    pasar los primeros aos de su infancia... Pero no nos adelantemos, retrocedamos a la

    noche de la huida.

    a sombra nocturna vela silenciosa la aldea de Beln cuando Jos recibe la orden del

    ngel: Levantate!... y Jos, con obediencia y fe hericas, sin discusiones, sin

    titubeos, levantndose de noche... (Mt. 2,13-14), despierta a Mara, le comunica la

    orden recibida y luego de rpidos y sigilosos preparativos con los que juntan los elementos

    ms indispensables para atravesar el desierto, el clsico mar de arena, donde no se ve ni un

    junco, donde no crece una hierba, donde la vista no descubre ni un hilito de agua, el desierto

    Y

    J

    E

    E L

  • de Idumea, el que 59 aos antes haban atravesado las legiones de Gabinio, expertas en

    marchas fatigosas y que no obstante, estaban ms aterradas de aquella travesa que de los

    combates que les aguardaban en Egipto; Jos toma tambin algunas herramientas para trabajar

    y sobrevivir en el destierro... Y as parten escondindose en las sombras y envueltos en el

    silencio... el hombre Dios se v cmo haba venido, sin ser notado por nadie y sin que nadie le

    echase de menos. Y as se internan en el desierto, un pobre carpintero, una madre joven y

    delicada y su hijo en brazos, perseguidos por la fria asesina de un tirano. Detrs de ellos

    quedan durmiendo apaciblemente en sus cunas, en esas casas que no tuvieron un poquito de

    amor o de compasin para dar a Jess un lugar donde nacer, los nios de Beln, que dentro de

    pocas horas sern degollados y pasarn a la historia con el nombre de Santos Inocentes, los

    primeros mrtires y compaeros de pasin del futuro crucificado (Mt. 2,16).

    ero sigamos adelante. Cmo miraran los ojos de Jos y Mara el desierto que se

    extenda ante su vista! Siglos antes, el pueblo hebreo, luego de ser liberado de la

    esclavitud de Egipto haba vivido errante por esas mismas reglones durante cuarenta

    aos al amparo de la omnipotente misericrda del Creador. Y he aqui que ahora, el mismo

    Creador en persona, humillado a la condicin de nio, vaga tambin errante en ese famoso

    desierto, renovando en sentido inverso el xodo del pueblo de Dios, rumbo a Egipto,

    expulsado de la tierra prometida por aqul mismo pueblo a quien l haba guiado con una

    columna de fuego, curado con una serpiente de bronce, alimentando con man del cielo... que

    ingratitud. Y llegan a Egipto, quiz segn una tradicin a Helipolis, la ciudad del sol, que

    entonces si sera en realidad lo que indica su nombre, porque en ella reside el verdadero sol de

    justicia... y caminan por la ciudad de calles estrechas, con sus ricos bazares y sus numerosos

    templos que provocan en el corazn de la Sagrada Famlia una profunda congoja. Que lejos

    est el templo del verdadero Dios, la hermosa Jerusaln, pupila de los ojos de Dios. Y

    comienzan para ellos los interminables das del exlio.

    Qu nos muestra este mistrio de Egipto, en San Jos? En primer lugar su fe. Se puede

    afirmar que despus de la Santsima Virgen, ninguna criatura ha vivido tanto de fe

    cmo San Jos, una fe alimentada de sufrimiento, templada en el dolor. Hay que huir...

    Huir un Dios?... pero Jos que ya haba credo en la virgen madre, en un Dios nio, en el

    nacimiento del que es eterno... cree una vez ms. Obediencia herica, cmo ya dijimos. No

    pregunta, no pone objeciones, no pide dilaciones, se levanta y parte, casi sin nada. Esto ltimo

    nos muestra su abandono a la providencla. Acaso conocen el camino en el desierto? Jams lo

    han recorrido. Pero all van. Encontrarn agua? Encontrarn fieras? Les alcanzarn las

    fuerzas? De que vivirn en Egipto? Del trabajo de Jos. Pero lo habr para un extranjero?

    Cmo se arreglarn con el idloma? Ninguna de estas preguntas los detiene. Qu carcter

    P

  • enrgico y firme tenan Mara y Jos! Y el amor matrimonial? Qu unidad total de espritu

    entre los dos para afrontar juntos sin disidencias todas las pruebas!

    ero no es slo fortaleza de carcter y unidad conyugal lo que bastaban para esos

    resultados... todo eso se apoyaba en una absoluta conflanza en Dios, en que l no les

    iba a faltar, ya que por l y por su Hijo predilecto lo abandonaron todo y lo

    emprendieron todo. Dijimos que ya en Beln comienza el calvario de Jos, y ahora se

    prolonga en este destierro, al cual se une un sufrimiento particular, un dolor sobrenatural. El

    lee en Jess su horror infinito por esa idolatra que los rodeaba y que preparaba un eterno

    reino de tinieblas a esas criaturas tan amadas que l haba creado para la luz y sin embargo

    deba vivir rodeado de esa idolatra, lejos del templo del verdadero Dios y de las santas

    ceremonias que hacan llegar permanentemente al cielo la adoracin de un pueblo, y Jos se

    une al horror y al dolor del corazn de Jess Nio y junto a l padece los inacabables das de

    ese cruel exilio.

    P

  • Oracin

    Poderoso protector de Iglesia, San Jos, sabiendo el demnio que le queda poco tiempo de

    libertad para interferir en la obra de los sobre Dios sobre la Tierra, est haciendo sus

    ltimos y rabosos intentos, suscitando en todas partes nuevos Herodes pora matar a Cristo

    en los corazones y es por eso que los cristianos en todo lugar estamos comiendo el amargo

    pan del exilio; ya todo el mundo moderno es Egipto, tierra de idolatra, ya en todas partes

    estn expulsando a Dios y reemplazndolo por dolos, estn tratando de borrar toda huella

    de su paso, toda seal de su presencia, estn buscando desterrarla de la historla, de la

    sociedad, de la naturaleza, de la creacin entera y estn procurando tambin vaciar y

    desecar su Iglesia, ese sagrado Nilo, ro sobrenatural de gracia y divina fecundidad...

    Alto egipcios! lo que maquinis es suicdio, es convertirlo todo en estril mar de arena!...

    Egpcios, Qu importa! ninguna consecuencia importa con tal que la Iglesia degrade a

    lecho seco y muera! con tal que ya no pueda complacerse en ella su Cabeza y aborrecido

    fundador!

    Escuchas San Jos la voz del infierno y su petulante desplante de despechado

    perdedor?.. l sabe y t y nosotros tamben, que no puede ganar... slo molestar... pero eso

    lo hace bien... ese desdichado, impotente de amar y hacer el bien... el mal lo hace bien; pero

    asstenos entonces bienaventurado Jos a nosotros, pequeos y dbiles miembros de la

    Iglesia, a sufrir con paciencia cmo otrora t, las penrias del exlio y con humilde firmeza

    los ataques del mal y ensnaos a transmutar el mal en bien, la pena en mrito, y la tentacin

    en victoria, para complacencia de nuestra Cabeza y su gloria, Amn! Amn!

  • 8 Meditacin

    Nazareth

    n la anterior meditacin dejamos a la Sagrada Famlia en Egipto; veamos ahora su

    regreso a Palestina. Dice el evangelista San Mateo (2,19): "Muerto ya Herodes, el

    ngel del Seor se apareci en sueos a Jos en Egipto y le dijo: Levntate, toma al

    Nio y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la

    vida del Nio. Levantndose, tom al Nio y a su Madre y parti para la tierra de Israel. Mas,

    habiendo odo que en Judea reinaba Arquelao en lugar de su padre Herodes, temi ir all y,

    advertido en sueos, se retiro a la regin de Galilea, yendo a habitar a una ciudad llamada

    Nazareth, para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sera llamado Nazareno (Is.

    11,1)".

    os encontramos ahora en los umbrales de la santa casa de Nazareth, a la cual nos

    asomaremos para contemplar sus mistrios, no cmo turistas curiosos, sino cmo

    peregrinos piadosos que llegan despus de un largo viaje que pas por Beln y

    Egipto, siguiendo y venerando las huellas de San Jos, hasta el lugar mismo donde vivi sus

    ltimos aos y el desenlace de su bella vida.

    azareth es una ciudad que nunca tuvo importncia. Su nico ttulo de gloria,

    sublime pero nico, es que en ella tuvo lugar la Anunciacin del ngel a Mara y la

    Encarnacin del Verbo. Era un lugar poco conocido, sus moradores de poco

    talento y tenidos cmo gente de poco valer, el nombre de nazareno era tenido poco menos que

    cmo una injuria... recordemos simplemente lo que narra San Juan en el primer captulo de su

    evangelio, cuando Felipe, a quien Jess haba llamado para que lo siguiera, se encuentra luego

    con Natanael y le dice (v. 45): "Hemos hablado a aqul de quin escrbi Moiss en la Ley y

    los Profetas, a Jess, hijo de Jos, de Nazareth, le responde Natanael:De Nazareth puede salir

    algo bueno?". Domiciliado en Nazareth, Jess deba llevar el nombre que se daba a los de

    aquel pueblo, nombre de desprecio. Pero acaso los profetas no haban vaticinado que el Siervo

    de Yahv, el Mesas, sera desconocido y despreciado? Por otra parte, Isaas en su captulo 11,

    haba llamado al Mesas, retoo, brote: Y brotar un retoo del tronco de Jese, brotar de sus

    races un vstago, sobre el que reposar el espritu de Dios. En hebreo, retoo, brote, se llama

    NETSER, y algunos estudiosos de la Sagrada Escritura piensan que Nazareth recibi este

    nombre, derivndolo de Netser, brote, precisamente por la cantidad de flores que brotan y

    tapizan las laderas de sus colinas durante la estacin lluviosa. As pues, Nazareth, la brotada,

    la florecida, est destinada a albergar al brote, al retoo que sale del tronco de la famlla de

    E

    N

    N

  • David, al Mesas. Aqu, en esta aldea insignificante, ignorada por completo por el Antguo

    Testamento, ignorada por el famoso historiador judo Flavio Josefo y por toda la literatura

    rabnca y que fuera de los documentos cristianos no es citada por nadie hasta 800 aos

    despus de Cristo, cuando se la nombra en una elega juda de Kalir; es aqu donde v a vivir

    durante casi un cuarto de siglo el Salvador del mundo con Mara y Jos.

    Y qu fue esa vida? La vida laboriosa y annima de los ms pobres, de los cualquiera.

    Cuando Jess comience su vida pblica, sus convecinos se preguntarn atnitos, y lo

    consigna Mateo en su evangelio. 13.53: "De dnde le vienen a este tal sabidura y

    tales poderes?No es ste el hijo del carpintero? Y se escandalizaban de l". Lucas registra:

    No es ste el hijo de Jos? (4.23). Asombrados, cmo queriendo decir; qu bien! pero... no

    es acaso el hijo de un insignificante? Qu deducimos de ello?

    ue la Sagrada Famlia viva del trabajo artesanal de Jos, que l era el carpintero de la

    aldea, no precisamente uno de los vecinos ilustres, como lo indica el matiz

    despectivo de Lucas. Sus manos callosas certificaban su duro trabajo manejando la

    sierra, el cepillo, el martillo y el hacha, construyendo puertas, arreglando carros y toda clase

    de muebles o levantando vallados o preparando vigas para sostener techos. A su lado, Mara

    se entregaba a las labores de un ama de casa pobre. Cmo era costumbre en esa poca en

    Palestina, se levantara al canto del gallo para moler el trigo con el molino de mano para

    amasar el pan del da; ira a la nica fuente del pueblo para buscar agua con el gran cntaro

    sobre la cabeza y aderms hilara, tejera y lavara la ropa de la casa. Esta vida sin peripcias

    exteriores, sin brillo, sin historia, comienza poco ms all del ao 750 despus de la fundacin

    de Roma y se prolongar, cmo dijimos, casi un cuarto de siglo. El trabajo es duro, las

    comodidades pocas, pero ah est ese nio, aqu es acertada la aplicacin de divino, resumen

    de todas las bellezas del cielo y de la tierra, nio que crece ante sus ojos. "El nio creca y se

    robusteca, lleno de sabidura, y la gracia de Dios habitaba en l" (Lc. 2,40), y era su rostro

    cada vez ms semejante al de su madre.

    na vez por ao, al llegar la Pascua, la Sagrada Familia interrumpa la rutina y se

    dirigan piadosamente a Jerusaln. Es all cuando Jess, que tena 12 aos, levanta

    por un momento el velo que cubra su misin divina. Discute con los doctores de

    la Ley en el templo (Lc. 2,41), cmo vencido por un momento, por su impaciencia en

    rectificar las verdades tergiversadas por esos fariseos que se haban convertido en guas ciegos

    del pueblo elegido, al cual conducan a los despenaderos del error.

    Q

    U

  • ll mismo manifiesta su conciencia plena de su origen divino y de su misin

    mesinica, cuando reprochndole Mara el haberlos abandonado durante tres das,

    le contesta: No sabais que es preciso que me ocupe de las cosas de mi padre?

    (Lc. 2,49). Volvi con ellos a Nazareth y les estaba sujeto. Qu abismos de mistrios encierra

    esto! Mara y Jos saban que Jess deba cumplir el plan de Dios, pero ignoraban los pasos

    concretos por mdio de los cuales lo ira cumpliendo, de ah ese no entender lo que les deca.

    Pero al mismo tiempo les obedece y vuelve con ellos a Nazareth y les estaba sujeto. As cmo

    Josu, el sucesor de Moiss detuvo al sol y prolongo el da de la batalla de Gaban (Josu

    10,12), as ahora Mara y Jos, pero inversamente, detienen al sol de justicia, Cristo, que haba

    emprendido su marcha de salvacin y prolongan la noche de la vida oculta. Y Cristo obedece,

    porque Jos representa la voluntad del Padre celestial. En la misin salvadora del Mesas,

    todo deba respetar en lo posible, las leyes naturales y as cmo a Cristo le vino en la infancia

    paulatinamente el habla, as tambin corresponda que hablara cmo Maestro sbio, en la

    plenitud de la vida y no con el prodgio de una adolescencia milagrosa... Este episdio del

    templo fue slo un relmpago, una chispa, un anticipo.

    la Sagrada Famlla contina en Nazareth esa vida aparentemente prosaica y Jess

    se v convirtiendo en un adolescente, luego en un joven y finalmente en un

    hombre que trabaja a la par de Jos. Quin podra imaginar lo que fue convivir

    codo a codo, dariamente con Dios, con Dios visible y ensearle y mandarle?... La casa de

    Nazareth era cmo un silencioso templo en el cual estuviera siempre expuesto el santsimo

    Sacramento y los corazones de Mara y de Jos eran cmo incensrios en los cuales se

    estuviera quemando continuamente el incienso del amor y la adoracin.

    l tiempo, implacable, fue pasando, las sienes de Jos comenzaron a encanecer, sus

    espaldas se fueron encorvando, y el cuerpo de Jos agobiando por el peso de un

    alma inmensa llena de amor y de gracia, se fue inclinando hacia esa tierra que lo

    estaba esperando como un relicario que guardara sus restos hasta la hora de su gloriosa

    resurreccin. Y un da, quiz fue en un atardecer, al comps del suave paso de las sombras,

    asistido y despedido por Jess y por Mara, el grande y humilde Jos, la sombra del Padre, se

    fue de este mundo en puntas de pie.

    Oracin

    ;EL Admirable Jos! El Verbo encarnado hall en l, el ms inteligente, el ms dcil y

    abnegado de los colaboradores para dar cumplimiento al plan del Padre, que era

    mantener secreta la presencia de su Hijo en el mundo, hasta el momento de iniciar su

    A

    Y

    E

  • vida pblica y con ese fn Jos gobern y ocult diestramente a esa sagrada famlla tan

    superior, cmo no la hubo ni la habr nunca ms sobre la tierra, insertndola en la vida

    comn de las dems famlias de la aldea, vida de oscuridad, pobreza y laborosidad, sin

    nada de excepcional que la distinguiera de las dems y exceptuando el relmpago

    sobrenatural del Nio en el Templo alternando sabiamente con los Doctores de la Ley,

    fue la suya una vida de vulgar monotona, un cominar paso a paso sobre el pavimento

    gris de lo cotidano cumpliendo humildes deberes y realizando modestos trabajos.

    Ya quedaron atrs las revelaciones y los milagros y Mara y Jos han vuelto a entrar

    en el orden comn a todo creyente, orden que tambin Jess respeta fielmente. Ya no

    reciben mensajes del cielo y Dios ya no enciende para ellos esos soles cmo fueron

    Gabriel, Zacaras, Isabel y el anciano Simen; ya los santos ngeles no les explican lo

    que no entienden ni les dicen lo que no deben o deben hacer... Mara y Jos caminan en

    la penumbra de la pura fe y Jess en aparencia tambin. Ellos jams le piden un

    milagro y Jess jams cae en la debilidad de ofrecrselos, ni siquiera para no pasar

    hambre, como le fuera revelado a la Beata Ana Catalina Emmerich, quen narra que en

    una oportunidad, padeciendo extrema necesidad, Mara y Jos no tuvieron que dar de

    comer a su hijo, el Creador del universo hecho Nio, y ese Nio omnipotente nada hizo

    sin embargo para salvar tan cruel encrucijada... ;es que el Nio conoca a sus padres y

    cul era la medida de su talla!

    Admirable San Jos, nuestra talla es pequea, somos de baja estatura espiritual y como

    nios, nos atrae lo maravilloso, lo extraordinrio y por aadidura, nunca nos cansamos

    de pedir milagros. Por eso, alcnzanos la gracia de comprender la importancia de la

    vida ordinaria, valiosa pero no apreciada, como el pan, como el alre, como el agua...

    comprender el valor de Nazareth, de ese callado vivir adorando y sirviendo a la infancia

    del Verbo encarnado cmo silenciosas lmparas de sagrario, de ese oculto vivir sin

    aplausos cuidando la maduracn de la semilla redentora que Dios les haba confiado,

    semilla que un da florecera en vida pblica y luego pendera como un fruto maduro

    para la cosecha, en el rbol sagrado de la cruz; comprender en fn la grandeza de

    vuestra aceptacin, sin quejas ni reclamos, del tener que aparecer, en el cumplimiento

    de vuestra misin, slo cmo unos pobres aldeanos.

    San Jos, aydanos a imitarte en nuestro propio Nazareth, sirviendo al Seor con el

    ms puro amor y el ms perfecto desinters, marchando sin pedir luces milagrosas por

    la senda penumbrosa de la fe, sin ambicionar misiones brillantes, ni apetecer consumar

    acciones extraordinarias, sino slo el ser facultados para realizar extraordinariamente

  • bien y sin ser notados, las acciones ordinarias que nos exige cada da nuestro deber de

    estado.

    Transitaremos as, de tu mano San Jos, por el camino bienhechor del anonimato,

    camino que eligi el Seor como el ms benfico para la mayora de nosotros y el muy

    agradable a sus ojos, puesto que tambin, en cuanto pudo, lo eligi para s. Amn.

  • 9 Meditacin

    La discrecin

    ara dar cima al esfuerzo hecho en estas meditaciones para honrar a San Jos, vamos a

    meditar sobre una virtud de la cual se habla pocas veces, virtud que es sin embargo

    indispensable para llegar a cumplir nuestra vocacin cristiana y alcanzar nuestro

    destino sobrenatural... esta virtud es la discrecin, y San Jos la posey en grado eminente.

    ara muchos odos esta palabra discrecin, suena a burguesa, a mediocridad. Cuntas

    veces frente a la necesidad de una opcin generosa o frente a un entusiasmo que

    rompe los moldes del ritmo convencional de vida, se escucha procedente de las

    tinieblas, la voz de la cordura... burguesa: cuidado! hay que tener discrecin, nada de

    excesos; hay que ser discretamente bueno y religioso para que a uno no lo tilden de fantico ni

    de impo; hay que ser discretamente vicioso para que a uno no lo tachen de bobo ni tampoco

    de corrompido, hay que afirmar discretamente y negar elegantemente, de manera de llevarse

    bien con Dios y con el dablo, no sea que nos ubiquen entre los duros, entre esos fanticos

    medievales, que adoran la Verdad y abominan de la mentira... y no quieren actualizarse

    cambiando la verdad segn la direccin del viento de la poca... hay que ser discreto, hay que

    tener los pies en la tierra y no tomar demasiado en serio esos valores impalpables como

    verdad, belleza, santidad... dejemos eso para los entusiasmos juveniles, pero llega el momento

    de sentar cabeza, llega la edad de la discrecin, hay que producir y enriquecerse, sin mirar

    mucho que olor tenga ese dinero, hay que saber vivir y dejar vivir. Eso es discrecin para los

    mundanos, la discrecin que habla por boca de Judas... no nos vamos a referir a esta

    discrecin. Dejemos su estdio a los sbios bonzos de este bajo mundo.

    efiere una antigua leyenda, que reunidos en conferencia varios monjes solitarios

    del desierto, y cuando ya algunos haban mencionado la virtud que cada cual tena

    por ms excelente, y dado las razones de su parecer, el gran San Antnio Abad se

    declar por la DISCRECIN: juzgndola puntal y soporte de todas las dems virtudes. El

    ms perfecto modelo de la discrecin fue San Jos.

    i quisiramos definir esta virtud en pocas palabras diramos que la discrecin es un

    amor perseverante e inteligente. Veamos esta definicin. El diccionario de la Real

    Academia, la define en el plano de lo natural como sensatez para formar juicio y tacto

    para hablar y obrar. Y Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia dice en su libro "El

    Dilogo", desde un punto de vista sobrenatural, que la discrecin o discernimiento espiritual

    no es otra cosa que un verdadero conocimiento que el alma debe tener de si misma y de Dios,

    P

    P

    R

    S

  • para pesar y juzgar de si misma y de todas las cosas a la luz y a la vista de Dios. La santa

    discrecin es por tanto la luz que regula y gula todas las virtudes, pone medida y orden en los

    actos de penitencia externa, en nuestra abnegacin por el prjimo y en todas las virtudes, sin

    dejar de recordamos que nuestro amor a Dios debe ser sin medida e ir en aumento sin csar.

    a discrecin es la virtud que dndonos el verdadero conocimiento de lo que somos

    nosotros mismos y de lo que es Dios, nos hace juzgar con sensatez y obrar con

    sabidura en la exact