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  ELUA, 26, 2012, págs. 55-88 INTERPRETACIÓN MULTIFUNCIONAL DEL PÁRRAFO JOSÉ MANUEL BUSTOS GISBERT Universidad de Salamanca  [email protected] Resumen A partir de una revisión de la definición tradicional del párrafo se persigue superar una percepción del mismo que lo identifica como unidad primordialmente estructural. Se plan- tea una interpretación del párrafo como uni- dad de construcción discursiva, una herra- mienta en manos del autor para ahormar el texto. En el diseño del párrafo intervienen consideraciones esenciales referidas a cuatro planos diferentes: configuración temática, or- ganización retórica, distribución visual y procesamiento cognitivo. Se comprueba, pues, que el párrafo cumple funciones diferentes asociadas con estas cuatro variables. Final- mente se evalúa el rendimiento de esa inter- pretación del párrafo en un corpus de textos escritos redactados por aprendices de com- posición escrita en dos fases distintas de su aprendizaje. PALABRAS CLAVE: párrafo, texto, aná- lisis textual , expresión escrita. Abstract From a review  of  the traditional definition of  the paragraph we seek  to overcome a percep- tion that identifies it as primarily  a structural unit. We present an interpretation of  the para- graph as a discursive construction unit and a tool in the hands of the author to provide text cohesion. Paragraph design involves key con- siderations on four different levels: thematic setting, rhetorical organization,  visual distribu- tion and cognitive processing. Results show that the paragraph has different functions associated with these four  variables. Finally  we evaluate the accuracy  of this interpretation of the paragraph in a corpus of  texts produced by  learners of  written composition in two distinct phases of  their learning. KEY WORDS: paragraph, text, t ext analy- sis, written expression. 1. Introducción: los orígenes de la definición del párrafo Las diferentes representaciones del proceso de construcción del texto escrito post- ulan tres grandes fases para el mismo: planificación o precomposición, redacción y revisión o corrección. Es en la segunda de ellas donde tradicionalmente se aborda el estudio del párrafo y del enunciado como unidades de creación textual. Dedicaremos estas páginas a la primera de ellas desde la perspectiva de nuestra labor habitual dedica- da a la formación de escritores noveles. Para ello, comenzaremos nuestro trabajo repa- sando la interpretación tradicional del párrafo entendido como unidad primordialme n- te estructural. Desde esta posición plantearemos una interpretación del párrafo como

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  • ELUA, 26, 2012, pgs. 55-88

    INTERPRETACIN MULTIFUNCIONAL DEL PRRAFO

    JOS MANUEL BUSTOS GISBERT Universidad de Salamanca

    [email protected]

    Resumen A partir de una revisin de la definicin

    tradicional del prrafo se persigue superar una percepcin del mismo que lo identifica como unidad primordialmente estructural. Se plan-tea una interpretacin del prrafo como uni-dad de construccin discursiva, una herra-mienta en manos del autor para ahormar el texto. En el diseo del prrafo intervienen consideraciones esenciales referidas a cuatro planos diferentes: configuracin temtica, or-ganizacin retrica, distribucin visual y procesamiento cognitivo. Se comprueba, pues, que el prrafo cumple funciones diferentes asociadas con estas cuatro variables. Final-mente se evala el rendimiento de esa inter-pretacin del prrafo en un corpus de textos escritos redactados por aprendices de com-posicin escrita en dos fases distintas de su aprendizaje.

    PALABRAS CLAVE: prrafo, texto, an-

    lisis textual, expresin escrita.

    Abstract From a review of the traditional definition

    of the paragraph we seek to overcome a percep-tion that identifies it as primarily a structural unit. We present an interpretation of the para-graph as a discursive construction unit and a tool in the hands of the author to provide text cohesion. Paragraph design involves key con-siderations on four different levels: thematic setting, rhetorical organization, visual distribu-tion and cognitive processing. Results show that the paragraph has different functions associated with these four variables. Finally we evaluate the accuracy of this interpretation of the paragraph in a corpus of texts produced by learners of written composition in two distinct phases of their learning.

    KEY WORDS: paragraph, text, text analy-

    sis, written expression.

    1. Introduccin: los orgenes de la definicin del prrafo

    Las diferentes representaciones del proceso de construccin del texto escrito post-ulan tres grandes fases para el mismo: planificacin o precomposicin, redaccin y revisin o correccin. Es en la segunda de ellas donde tradicionalmente se aborda el estudio del prrafo y del enunciado como unidades de creacin textual. Dedicaremos estas pginas a la primera de ellas desde la perspectiva de nuestra labor habitual dedica-da a la formacin de escritores noveles. Para ello, comenzaremos nuestro trabajo repa-sando la interpretacin tradicional del prrafo entendido como unidad primordialmen-te estructural. Desde esta posicin plantearemos una interpretacin del prrafo como

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    unidad de construccin discursiva en cuya configuracin intervienen cuatro considera-ciones esenciales referidas al texto resultante: configuracin temtica, organizacin retrica, distribucin visual y procesamiento cognitivo.

    Con demasiada frecuencia, se parte de una percepcin abiertamente cannica del prrafo. As, se interpreta como unidad de sentido con una estructura formal fija y pre-concebida. Se asume como cierta una descripcin normativa de escasa relacin con la realidad discursiva. Son, sin embargo, posiciones que an hoy alcanzan eco, especial-mente en determinados manuales dedicados a la enseanza de la redaccin y desde posiciones enormemente restrictivas del fenmeno de la comunicacin escrita. En palabras de Hayes (2003):

    I intend to suggest that in an age immersed in Thomas Kuhn and Nietzsche, it is pedagogically irresponsible, rather absurd, and counter to our educational goals to continue to follow a pedagogical approach that distinguishes form from thought, and which reduces writing instruction to set formulas and matters of superficial correct-ness.

    En el mismo trabajo, Hayes retrasa hasta el siglo XIX el origen de esa interpretacin de la unidad: es Alexander Bain quien se plantea el prrafo como una unidad retrica sometida a una regulacin predefinida: en su percepcin el prrafo tiene una organiza-cin similar a la de la oracin, y comparte con ella tres caractersticas esenciales: cohe-rencia, unidad y desarrollo:

    Bain asserted that the paragraph is also characterized by three features, coherence, unity and development. Bain spent the most ink on the subject of coherence, taking care to list the various conjunctions and connectives that can be used to show the re-lationships between the clauses and sentences within the paragraph; and emphasizing the importance of parallel structure in sentences that illustrate the same idea. Unity, "which implies a definite purpose, and forbids digressions and irrelevant matter," is another prominent consideration. The third is development (which subsequent cur-rent-traditionalists renamed mass or proportion), meaning that the paragraph topic is expanded upon sufficiently to satisfy the reader, and the mass of the paragraph is in proportion to its importance to the composition's overall purpose.

    Bain (1871) propone 6 reglas fundamentales en la construccin del prrafo. Son las siguientes:

    - Cada oracin debe estar relacionada con la que le precede.

    - Pensamiento paralelo debe emplear estructuras paralelas.

    - La primera oracin de un prrafo debe indicar el tema del mismo.

    - Cada frase debe estar correctamente situada dentro del prrafo.

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    - El prrafo debe demostrar unidad.

    - Las partes principales y subordinadas deben estar adecuadamente dispuestas.

    Tales tesis se han ido repitiendo en lo esencial a lo largo del siglo XX. As, Harris (1952) defiende que el prrafo se compone de una frase tpica y de su desarrollo; la posicin de la primera dependera de que se trate de unidades de construcciones induc-tivas y deductivas. En la misma lnea cabe clasificar la propuesta de Toulmin (1958). En su opinin, el prrafo se conforma sobre la base de la combinacin de tres constituyen-tes. El primero se denomina Afirmacin, y en l se incluye la idea principal. El segundo es la Informacin, donde se incorporan los datos que la apoyan. Finalmente, el tercero es la Garanta, en la que se evala la importancia de la informacin.

    Esta percepcin no est tan lejos de muchas de las que se mantienen en pocas ms cercanas, sustentadas en la idea de que el prrafo se compone de una frase tpica y un desarrollo de la misma. As ocurre con la postura asumida desde la Tagmmica, repre-sentada por Longacre (1976, 1979 y 1980): el prrafo es una unidad estructural de desa-rrollo del discurso ubicada en un espacio intermedio entre el texto y la oracin. Se trata, pues, de una unidad esencialmente gramatical compuesta de dos constituyentes semn-ticos, que denomina tpico y expansin. Segn la naturaleza de uno y otra, plantea la existencia, por un lado, de zonas nucleares y zonas perifricas dentro de la unidad; y por otro, de prrafos abiertos y cerrados segn la naturaleza conceptual de la segunda sec-cin. Su interpretacin le permite incluso proponer un procedimiento destinado a la identificacin de tipos de prrafo sobre la base de su configuracin gramatical.

    Otros investigadores han relativizado, sin negarla abiertamente, la estructuracin cannica del prrafo. As, Le (1999 y 2004) defiende que el prrafo se utiliza para cons-truir la coherencia textual mediante una unidad superior a la oracin. A esta la deno-mina base macroestructural. Se trata de unidades de anlisis supraoracional definidas formalmente, que suelen coincidir, aunque no siempre, con el prrafo entendido como unidad grfica, y se delimitan en el texto mediante un anlisis sobre la base de las rela-ciones semnticas establecidas entre las partes: estas pueden ser de coordinacin, su-bordinacin o superordinacin con respecto de la frase tpico del prrafo, que va ubi-cada al principio de la base. Por otra parte, Smith (2008) defiende que la frase tpico existe aunque no se explicite en el prrafo: su frecuencia de aparicin depende, de un lado, de una decisin estilstica por parte de los autores; y, de otro, de la longitud de los prrafos: los cortos no suelen tenerla porque habitualmente la comparten con el inme-diatamente anterior. En su percepcin, es bueno instruir a los escritores noveles para que la incluyan porque su frecuencia de aparicin est en el 70% de los casos.

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    Dentro de los estudios vinculados al prrafo en el marco de la construccin de textos en espaol tambin identificamos investigadores que postulan la existencia de una es-tructura de prrafo sustentada en la existencia de una frase tpico y un desarrollo. As ocurre con Olivares (1982), Garca Berrio y Albadalejo (1983) y Fuentes (1996). En todos los casos se tienen muy presentes las aportaciones de la Tagmmica y se defiende que un prrafo es una secuencia de oraciones con un mismo tpico. Por su parte, Gon-zlez Cobas (2002), ha dedicado un extenssimo trabajo al estudio del tpico de prrafo en Alfonso X. En l propone una definicin de este espinoso concepto:

    Para nosotros el tpico de prrafo es aquel tpico con que se inicia el prrafo, si es que es tpico el elemento que se halla en esa posicin. Somos conscientes de que esta clase de tpico tambin forma parte de una oracin, por estar compuestos los prra-fos de un nmero indeterminado de oraciones, pero ello no impide que posea ciertas caractersticas que aconsejan diferenciarlo del tpico oracional (pgs. 74).

    La propuesta nos resulta insatisfactoria en la medida en que solo se plantea estable-cer diferencias con el llamado tpico oracional, y no entra a discutir la necesidad o no de su presencia en el prrafo. Igualmente dudoso nos parece asumir que el tpico de prrafo forma parte de una oracin; entre otras cosas porque est mezclando unidades de muy distinta naturaleza. En cualquier caso, sus apreciaciones debemos evaluarlas desde la perspectiva de un estudio de la construccin textual de carcter diacrnico, cuestin esta que se aleja de los propsitos de nuestro trabajo.

    Por fin, tampoco est muy alejada de todos ellos la percepcin de Sorkina (2008a), quien defiende que el prrafo se organiza de forma similar a un texto, en tanto que tiene introduccin, desarrollo y conclusin, partes a las que denomina apertura, esclareci-miento y desenlace: en la primera, que coincide en lo esencial con el tpico de prrafo, se inicia la idea que se va a desarrollar y con ella el prrafo; en la segunda parte se aclara el concepto; en la tercera se finaliza. Asimismo (Sorokina, 2008b), identifica el texto como una suma de prrafos entendidos como cadenas de oraciones. Cada una de ellas equivale a un mini texto: goza de una articulacin lgica con estructura rigurosa dependiente de su funcin en el marco textual y aporta una idea independiente y relativamente comple-ta.

    Las principales crticas a esta percepcin del prrafo como unidad textual dotada de una estructura perfectamente identificada e identificable se establecen desde diversas perspectivas. La primera tiene que ver con la existencia misma del tpico de prrafo. En ese sentido, se han realizado diversos estudios al respecto, que, sin embargo, han apor-tado datos muy divergentes. As, Braddock (1974) en un clebre trabajo de contestacin a las tesis defendidas desde Bain, afirma que solo un 13% de los prrafos por l analiza-dos comienza por una frase tpico. En la misma direccin, Larsen (1976) afirma que los

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    prrafos a menudo carecen de frase tpica y, desarrollan ms de un concepto. Enfrente, Popken (1987) eleva la cifra de prrafos con frase tpica al 78%, y Smith (2008), sobre la base de los anlisis de este ltimo, postula la aparicin en un 70%. Dejamos para el final la interesantsima aportacin de Snchez Escobar (1996): analiza un corpus de artculos expositivos redactados en espaol y en ingls a partir de los conceptos de oracin tem-tica y organizacin conceptual: coordinada, subordinada o digresiva. Concluye que los textos ingleses usan habitualmente una oracin temtica generadora de prrafos, pero que tal tendencia no se observa en los redactados en castellano: los autores espaoles no estn coaccionados por una oracin temtica inicial reguladora; por ello, la construc-cin de los prrafos es ms libre. Paralelamente, la organizacin conceptual es ms rica, menos metdica y ms digresiva.

    Con todo, las aportaciones de unos y otros al respecto nos parecen de una utilidad limitada en tanto que los corpus de partida demuestran escasa fiabilidad. Y esa falta de fiabilidad tiene que ver con razones cuantitativas y tambin cualitativas: el tamao de las muestras suele ser muy limitado y, al mismo tiempo, representa un nico tipo tex-tual, el expositivo.

    Otra lnea crtica con la interpretacin estructural la descubrimos en una serie de es-tudios realizados sobre la base de la divisin de textos en prrafos. En ellos se parte de una hiptesis ms que razonable: si el prrafo tiene una estructura preestablecida, iden-tificada e identificable, es lgico pensar que un lector al que se le escondiera la divisin de prrafos realizada originalmente por el autor podra reconstruirla sin excesivas difi-cultades. Uno de los experimentos ms relevantes lo llev a cabo Stern (1976). Parte de un texto expositivo de quinientas palabras al que elimina las marcas de prrafo y pide a un grupo de ms de cien profesores de ingls que las reconstruyan: el grupo completa la tarea en aproximadamente quince minutos. Solo cinco de ellos dividen tal y como lo haca el autor en el texto original. El resto plantea propuestas entre dos y cinco prrafos, y muchas de ellas resultan, en su opinin, igualmente aceptables. De ah concluye que el prrafo no se puede interpretar como una unidad lgica de estructura cerrada, en la que no necesariamente se detecta una frase tpica ni tampoco desarrolla en todos los casos una idea nica. Por todo ello, es errneo un acercamiento didctico que le convierte en una autntica frmula1.

    1 En una lnea similar estara el trabajo de Stark (1988), quien concluye que las divisiones de prrafo se insertan de modo impredecible: solo si estn se pueden identificar. El lector interesado puede tambin consultar Bond y Hayes (1984) y Ji (2008).

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    En tercer lugar, tampoco se ha valorado, salvo en el caso de Snchez Escobar, si el prrafo es una unidad de estructura universal, como sucede con el texto, o si por el con-trario su construccin se asocia a tradiciones retricas vinculadas a lenguas y culturas concretas. En otras palabras, si lo afirmado por Bain es exclusivo de la lengua inglesa: el trabajo de Snchez Escobar parece apuntar en tal direccin. Del mismo modo, habr que plantearse si la construccin del prrafo ofrece tambin variaciones de naturaleza diacrnica y diafsica. En este sentido, es oportuno recordar, y seguimos ahora a Stern (1976), que la construccin de prrafos tambin puede obedecer a cuestiones de moda y de convencin de gnero textual. En palabras de este autor se puede demostrar que los prrafos han variado de longitud de manera perceptible en los ltimos 100 aos.

    Ante este estado de cosas es conveniente ahora recordar los acertados juicios de Knoblauch (1981). Parte de la necesidad de liberarse de los juicios de valor y de la difi-cultad de hacer generalizaciones que resulten relevantes. Propone como ejemplo la afirmacin de que los prrafos incluyen una frase tpico y nos recuerda que Larsen (1976) ha demostrado que muy a menudo esa frase no aparece. Es cierto, entonces, que muchos prrafos tienen frase tpico, pero no necesariamente tiene que aparecer. Asi-mismo, afirma que establecer demasiadas condiciones para la consideracin del prrafo conducira a detectar un nmero mayor de ejemplos que las contradicen frente al de aquellos que las cumplen. Termina recordando que la escritura no siempre se ha distri-buido en prrafos, e incluso desde que se utilizan han tenido funciones diferentes segn los autores que los utilizan. Son especialmente importantes las palabras finales de su trabajo:

    I would conclude by insisting again that paragraphs can enjoy structural integrity any time we want them to, just as they can feature topic sentences. But we must be careful to distinguish between what writing may look like under diverse conditions and what it must manifest by way of structural characteristics in order to be called writing, in a meaningful sense, at all. Historically, writing has not always been displayed as para-graphs. And even when it has been so displayed, its subdivisions have had different functions for different writers. Perhaps only two structural elements beyond the sen-tence are prerequisite to meaningful written discourse: the first is some pattern of consecutive entailments within its linearly arranged statements so that a reader can perceive logico-grammatical connections between any two adjacent statements or be-tween any one statement and the context preceding it. The second is a pattern of repetitions that remind the reader about larger judgments regarding focus and em-phasis throughout an evolving discourse. Neither of these structural elements is sim-ple and neither has been explored in anything approaching adequate detail (pgs. 60-61).

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    Y es que para Knoblauch, la organizacin de prrafos no surge de una planificacin estructural resuelta antes de empezar a escribir. Es una decisin tomada por el escritor sobre la marcha. Surge de la impresin de que el prrafo ya es bastante largo para cortar o de la evidencia de que ha habido un cambio claro en la direccin argumentativa. La percepcin de su unidad es, pues, un descubrimiento gradual, incluso accidental, en el proceso de escritura. A fin de cuentas, tal postura coincide con la de Coulthard (1985): el prrafo no se puede caracterizar sobre la base de combinaciones posibles e imposi-bles. La agrupacin de frases en un prrafo depende de razones estilsticas y de conteni-do, pero no de argumentos gramaticales.

    Con frecuencia la crtica ha tenido dificultades a la hora de establecer las relaciones entre las distintas unidades lingsticas, las propias del discurso y las involucradas en su construccin En otras palabras, resulta complejo establecer los campos de aplicacin de la oracin por un lado; el prrafo y el enunciado en segundo lugar; y, finalmente, la secuencia textual y el texto. Es frecuente que unas unidades y otras aparezcan mezcladas en un mismo modelo interpretativo cuando se refieren a planos de anlisis diferentes. La insuficiencia de la interpretacin estructural del prrafo deriva, a nuestro modo de ver, de su propia naturaleza. No es esta una unidad formal por encima de la oracin; de hecho, resulta difcil demostrar regularidades estructurales para unidades superiores a la oracin (Haliday y Hassan, 1976). Ms an, el texto no es una macro unidad formal construido con otras menores. En palabras de Haliday y Hassan, un texto no consiste en oraciones; est realizado por o codificado por oraciones. Si lo entendemos as, no espera-remos encontrar el mismo tipo de integracin estructural entre las partes de un texto como la que encontramos entre las partes de una oracin. El texto es una unidad de len-gua en uso: una palabra, un sintagma, una oracin, un conjunto de oraciones puede configurar un texto. Su naturaleza formal nada tiene que ver con su funcin comunica-tiva. Por ello, exige para su definicin parmetros distintos.

    Pero el prrafo tampoco es una unidad discursiva en trminos de macro y superes-tructura como propone Le. Las divisiones superestructurales se asocian a las secuencias textuales. Existen antes en la conciencia del autor y a ellas se remite en el proceso de construccin. Las unidades textuales surgen de una organizacin discursiva previa a la escritura y se asocian a la organizacin secuencial prevista, que lleva aparejada la cons-truccin de macroestructuras y superestructuras coherentes con las secuencias tipolgi-cas implicadas. Cuando Sorkina define el prrafo con una suerte de minitexto, est confundiendo unidades textuales (secuencia) con unidades de construccin (prrafo).

    Como herramienta de articulacin a disposicin del autor, este disfruta de un consi-derable grado de libertad a la hora de fijar sus lmites. Pero esa libertad no es completa, puesto que la configuracin de prrafos puede (que no debe) estar tambin limitado por

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    convenciones vinculadas a la naturaleza del gnero textual implicado en la construccin del texto. El gnero, en tanto que expresin del texto en el nivel superficial condiciona con frecuencia ese segundo nivel de construccin2. Del mismo modo que el modo de organizar un texto y las valoraciones de esa organizacin depende de las lenguas y las culturas. As, texto y superestructura se analizan en trminos de competencia general de la comunicacin, mientras que gnero y prrafo se asocian a una capacidad particular en un entorno lingstico y cultural especfico. Coincidimos, pues, en lo esencial con Girn Alconchel (1981) cuando afirma que el prrafo depende de la poca, el gnero textual y el estilo de cada autor. A esas tres condiciones aadimos la lengua y la cultura.

    Los prrafos son, entonces, unidades de la construccin del discurso, propias del proceso de creacin textual y resultado del mismo, y que se sitan entre el enunciado y el texto3. Entendemos, a su vez, por enunciado la unidad informativa mnima utilizada en la construccin textual, base de la cohesin discursiva y que se encuentra delimitado por la puntuacin extraoracional. Muy acertada es la percepcin de Garachana y Mon-tolo (2000), que interpretan el prrafo como herramienta de parcelacin del contenido textual:

    Los prrafos, son, pues, las molculas compuestas a su vez por tomos, que seran las oraciones- que constituyen la unidad que llamamos texto.4 (pg. 73)

    2. Percepcin multifuncional del prrafo

    As pues, el prrafo se presenta como unidad de construccin textual que se configu-ra en el proceso de la composicin sobre la base de la combinacin de otras unidades menores, que son los enunciados. En su construccin, intervienen de manera funda-mental el tipo de secuencia textual del que se trata y el gnero del discurso al que nos ceimos en el momento de la creacin del texto. No es, por tanto, una decisin previa a la escritura, sino que se inserta en el proceso mismo de redaccin. No se trata, entonces, de una unidad preconcebida.

    Se trata de una unidad de configuracin discursiva: una herramienta en manos del autor/emisor para ahormar el texto. Y esa distribucin de la informacin contenida se plasma en cuatro niveles: temtico, retrico, visual y cognitivo. De ah, la necesidad de proponer una interpretacin multifuncional del prrafo.

    2 As lo apunta acertadamente Sorkina (2008a). 3 Segn Crystal (1992), el prrafo es una unidad de discurso entre la frase y el texto. 4 Ms all de que nos parezca poco justificado el uso del trmino oraciones.

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    2.1 Dimensiones temtica y retrica

    Es muy frecuente leer definiciones de prrafo que lo identifican como unidad de significado. As, Brooks y Warren (1949) lo definen como unidad semntica. En una lnea similar, Toulmin (1958) afirma que el prrafo es una unidad de sentido fruto de la combinacin de varios conceptos semnticamente convergentes. Estas percepciones aparecen repetidas en numerosos trabajos mucho ms cercanos a nuestro tiempo. Por solo citar algunos cabe recordar que Longacre (1979) defiende la unidad significativa del prrafo; en su opinin, toda la informacin contenido gira en torno a un concepto, a un personaje, etc. En la misma lnea, Serafini (1989) postula que a cada prrafo le co-rresponde una sola idea. Por su parte, Cassany (1995) lo define como un conjunto de frases que desarrolla un tema, lo que lo convierte en una unidad intermedia significati-va. Del mismo modo, Garachana y Montolo (2000) lo interpretan como unidad de sentido: un prrafo desarrolla una idea. Terminamos este breve repaso con Martnez (2008), para quien las oraciones del prrafo deben estar relacionadas significativamente.

    Podramos asumir sin ninguna dificultad que son esencialmente ciertas todas las afirmaciones recogidas ms arriba, por ms que haya voces que no estn de acuerdo, como es el caso de Larsen (1976), para quien a menudo los prrafos no son ms que series de oraciones de conexin no muy evidente y que se forman de manera accidental. Pero el problema de fondo es la propia indefinicin de la propuesta. Un prrafo desa-rrolla una idea, un concepto. El significado mismo de idea es tremendamente impreci-so: puede ser sencilla, pero tambin compleja; puede ser simple, y tambin compuesta; puede ser fcilmente explicable o expositivamente muy prolija. Tanto, que una idea se puede desarrollar en uno, en dos o en mil prrafos. Tomemos como ejemplo la obra de S. Pinker que lleva por ttulo El instinto del lenguaje. En la contracubierta se nos explica el sentido del ttulo:

    Tal como expresa el ttulo, la tesis principal de este libro es que el lenguaje constituye un instinto humano, incorporado al cerebro por la evolucin, del mismo modo que tejer las telas en las araas o el canto en las aves.

    Evidentemente estamos ante una idea, que se desarrolla en 500 pginas y multitud de prrafos. As pues, el concepto idea no es til para indicar el volumen de informa-cin que ha de incluirse en un prrafo. Y si no podemos delimitar el concepto, tampoco podemos evaluar si los prrafos cumplen o no esa funcin de manera adecuada.

    El prrafo es una unidad significativa en tanto que integra un conjunto de enuncia-dos relacionados entre s por el contenido (Calsamiglia y Tusn, 1999). Por lo mismo, Givon (1984) defiende que el prrafo debe mostrar unidad de tiempo, de accin, de lugar y de participantes Esto lo convierte en una unidad informativa compleja. Y esa

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    informacin compleja podr coincidir o no con una idea completa. Lo esencial no es si el significado desarrollado es completo y cerrado, sino su propia naturaleza compuesta. Y esa caracterstica se plasma en su propia coherencia interna. Como bien apunta N-ez Ladevze (1997), el contenido del prrafo no es expresable en una sola relacin predicativa; por ello, la integracin de varios conceptos en un prrafo resulta mucho menos sencilla desde el punto de vista de la coherencia interna. Efectivamente conside-ramos ms adecuado interpretar el prrafo desde su complejidad estructural y desde su unidad temtica. En ello coinciden Garcia Berrio y Albadalejo (1983), quienes lo inter-pretan como secuencia de oraciones con el mismo tpico; Fuentes (1996), cuando lo presenta como un conjunto de enunciados con unidad tpica; y Gonzlez Cobas (2002), para quien el prrafo es una unidad temtica con coherencia interna. Sin embargo, es una unidad de sentido que no tiene por qu agotar el concepto en cuestin. Volvemos a apoyar nuestra tesis en Nez Ladevze: se trata de una unidad semnticamente com-pleja, pero no por ello necesita estar temticamente completa porque puede ser amplia-da; por ejemplo, en otro prrafo. De hecho, el cambio de prrafo supone una ruptura en la continuidad de la coherencia (Gonzlez Cobas, 2002).

    Lo esencial en el prrafo es que se trata de una unidad de coherencia conceptual. En ese sentido, nos parece que acierta De la Fuente (2007) cuando afirma que el objeto de la fragmentacin del texto es facilitar la lectura presentando segmentos coherentes y asimilables. Sin embargo, como hemos apuntado ms arriba, el prrafo no agota necesa-riamente una idea. Por todo ello, es una decisin del autor a la hora de establecer vncu-los informativos ms all del enunciado entre varios conceptos semnticamente con-vergentes. Al fin y al cabo, evidencia ante el lector un nivel de relacin ms ntima entre varios enunciados5. La distribucin en prrafos persigue condicionar la comprensin por parte del lector.

    De todo ello se deduce una dimensin nueva del prrafo: en palabras de Stern (1972), una parte del texto se convierte en unidad independiente porque as lo decide el autor; estamos, entonces ante una eleccin retrica, y no resultado de la aplicacin de una regla de naturaleza estructural. Se trata, pues, de una unidad funcional cuyos lmi-tes en absoluto son claros, lo cual la convierte en un instrumento flexible en manos del autor con una funcin esencialmente expresiva. As, los prrafos se construyen de ma-nera a priori impredecible (Stark, 1988): son ubicados por razones de nfasis retrico. El prrafo, en tanto que producto de la intencin del autor, explicita relaciones conceptua-les en los niveles micro y macro. De ese modo, condiciona la lnea interpretativa. El

    5 Vase Crystal (1992).

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    autor decide crear unos u otros conceptos complejos de acuerdo con sus objetivos dis-cursivos.

    2.2. Dimensin visual

    Frente a esta percepcin del prrafo asociada a su contenido, discurre otra que des-taca la imagen visual de esta unidad y que pone el acento en la extensin del prrafo. Tal postura ha sido articulada en la escuela behaviorista (Bolinger, 1946). Se convierte en-tonces en una interpretacin cuantitativa de esta unidad.

    Por esta direccin se ha establecido una compleja discusin referida a los efectos de-rivados de la mayor o menor extensin de los prrafos. As, Lzaro Carreter (1979) llega a afirmar que el prrafo carece de extensin fija, pero que el largo inhibe y asusta al lector6. Por su parte, Stern (1972) defiende que la divisin en prrafos cortos o largos se asocia al tono del texto: los cortos aceleran el ritmo y aligeran la pgina, mientras que los largos la hacen ms pesada. Algunas de las opiniones vertidas resultan un tanto im-presionistas, pero s es cierto que la longitud del prrafo genera expectativas de lectura en trminos de densidad o de ligereza conceptual.

    Cassany (1995) postula una percepcin abiertamente visual de la escritura y llega a afirmar que es un error de redaccin mezclar prrafos cortos y largos:

    En general, el aspecto visual parece imponerse a las necesidades internas de exten-sin. Lo que importa ante todo es que pgina y prrafo ofrezcan una buena imagen e inviten a la lectura [...]. Por tanto, la recomendacin ms sensata es que cada pgina tenga entre tres y ocho prrafos, y que cada uno contenga entre tres y cuatro frases, aceptando siempre todas las excepciones justificadas que haga falta. Resulta difcil y peligroso reducir una recomendacin a cifras absolutas. (pg. 86)

    La tesis de que los prrafos deben ser cuantitativamente homogneos tampoco es muy sostenible. Por razones obvias: un texto transmite una determinada informacin que hemos definido como compleja. Para construirla, hacemos uso de los prrafos, en tanto que cada uno de ellos prefigura una unidad, que es en cierto modo un segmento del total. Es necesario que todas esas secciones sean cuantitativamente homogneas? Est claro que la respuesta ha de ser negativa. El propio Cassany es consciente de la

    6 En la misma direccin cabe citar los trabajos de Quirk et alii (1972) y Werlich (1976). Desde una posicin ms eclctica, Figuera (2001) defiende que el prrafo se organiza en tres dimensiones: visual, estructural (uno o ms enunciados) y semntica (ideas principales y secundarias). Tambin encontra-mos esa percepcin en Prez Juli (1998).

  • INTERPRETACIN MULTIFUNCIONAL DEL PRRAFO 66

    poca justificacin de sus afirmaciones, hasta el punto de concluir que su percepcin no es ms que una recomendacin que no ha de seguirse al pie de la letra. Sugiere entre tres y ocho prrafos por pgina, como si fueran cifras cercanas. Sin embargo, slo entre tres y cuatro frases por prrafo. El convencimiento interno que traslucen estas afirmaciones parece escaso. Una cosa es hacer recomendaciones a escritores noveles en el proceso de adquisicin de la competencia escritora y otra es definir el prrafo desde parmetros visuales. Por supuesto que estamos de acuerdo en marcar la extensin de los prrafos con una intencin didctica, pero este hecho no puede, en ningn caso, extrapolarse en trminos conceptuales. Pongamos un ejemplo con un texto que hace ya unos aos, Javier Maras escribi en El Semanal. Hablaba sobre la guerra de los Balcanes7:

    OBEDIENCIAS ASESINAS

    Vena hace unas semanas en los peridicos: un soldado serbobosnio de veinticinco aos, llamado Drazen Erdemovic, al que se juzga por crmenes de guerra ante el Tri-bunal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia, se declar culpable de haber asesinado a centenares de bosnios musulmanes el pasado julio en el enclave de Srebrenica. La noticia iba ilustrada por su fotografa, un joven de aspecto enteramente normal o ms bien agradable, con la mirada perdida y los labios prietos de quien est rumiando sus pensamientos.

    Segn la noticia, el hombre confes con lgrimas en los ojos y explic que se vio obliga-do a matar, ya que, de haberse negado, los serbios lo habran pasado tambin a l por las armas. Si sientes pena por los musulmanes, dice que le dijeron, ponte tambin en la fila. Erdemovic aadi que tema no slo por su suerte, sino por la de su mujer y su hijo de corta edad si se negaba a cumplir la orden de disparar. A este joven lo espera una probable condena de crcel a perpetuidad, aunque el juez, tras orle, convoc una nueva sesin del juicio para determinar las posibles circunstancias atenuantes que po-dran aplicarse al procesado. Eso quiere decir, supongo, que en principio el magistrado crey las palabras de Erdemovic.

    Y si las crey, me pregunto por qu ese juicio sigue adelante, a la vez que compruebo que si se suspendiera y se exonerara al reo y se sobreseyera el caso, yo mismo me escan-dalizara y pensara que haba gato encerrado y farsa. No es sta una cuestin fcil, la de la obediencia debida. Si no estoy mal informado, creo que en la actualidad la ex-cusa de haberse limitado a cumplir rdenes no sirve para exculpar a quien cumpliera unas rdenes claramente delictivas o criminales.

    7 Recogido en J. Maras (1997): Mano de Sombra. Madrid: Alfaguara, pgs. 265-267.

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    Pero en una guerra... A diferencia de Prez Reverte, yo no he visto ninguna, o slo las de las pelculas. Pero recuerdo haber odo en una de ellas -tal vez Senderos de gloria de Kubrick, o El sargento York de Hawks, en todo caso era de la Guerra del 14- unas fra-ses que me parecieron muy verosmiles y que venan a decir lo siguiente: Si los solda-dos atacan en una batalla, si salen de sus trincheras y corren como locos hacia unos ti-pos que los estn enfilando como a conejos, no es porque en esos momentos estn hen-chidos de amor a su patria, ni convencidos de que la suerte de sus familias depende de que ellos tomen un montculo, ni porque los impulse el odio, ni siquiera porque vean con claridad que o matan al enemigo o sern muertos por l. A la hora de la verdad nada de eso tiene la suficiente fuerza para hacer que unos hombres se arrojen al preci-picio. Lo hacen slo porque temen an ms a quienes tienen detrs, a sus superiores, y porque saben que si avanzan su muerte es probable, pero segura si retroceden.

    Yo no puedo evitar preguntarme qu habra hecho en el pellejo de ese Drazen Erdemo-vic a quien, si le creemos, repugn matar a centenares de musulmanes bosnios y aun as lo hizo. No todo el mundo tiene pasta de hroe, menos an de mrtir. Me imagino a Erdemovic tirando su arma al suelo y diciendo: No disparar contra esta gente; po-nedme con ellos y acabad conmigo, lo prefiero. No, la verdad es que me cuesta imagi-nar esa escena en la vida real, en la que no hay espectadores que se conmuevan con el gesto noble y lo aplaudan y se vayan despus a casa reconfortados y sintindose un po-co mejores tras haber asistido a semejante prueba de rectitud y sacrificio. Los nicos espectadores de esa funcin hipottica habran sido las otras vctimas, que no habran podido contarlas y los verdugos, que no cuentan nada o si acaso mienten. Uno no hace gestos para sus verdugos. Supongo que en los momentos cruciales de las guerras se pien-sa slo en sobrevivir, en pasar de un minuto al siguiente y de ste al que va despus, y se debe de pensar, si en realidad se piensa: Mientras siga vivo, todo puede tener arre-glo. El arreglo, por ejemplo, de conmover a unos jueces y conseguir acaso una ate-nuante, o de que haya gente como yo hacindose preguntas y escribiendo artculos co-mo ste.

    Veamos cul es la construccin de prrafos del texto, en trminos de palabras y enunciados o frases:

    Prrafos Palabras Enunciados

    1 85 3 2 128 5 3 85 3 4 191 6 5 228 10

    Es este un texto desequilibrado o la diferencia cuantitativa entre prrafos tiene que ver con la naturaleza del contenido de cada uno de ellos? Parece que la respuesta ms

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    adecuada a la pregunta sera la segunda de las hiptesis enunciadas. As lo confirma el contenido de cada prrafo8:

    Prrafos Contenido

    1. Recuerda unos hechos Recordatorio Identificacin del personaje y de las circunstan-cias Foto del personaje

    2. Ms detalles sobre el caso judicial

    El personaje se justifica Justificacin: el miedo Ampliacin de la justificacin Posible condena Posibles atenuantes

    3. La obediencia debida, es un atenuante?

    Reflexin personal sobre los atenuantes La dificultas de juzgar la obediencia debida, atenuante en el caso Definicin de la obediencia debida

    4. Reflexiona sobre la gue-rra

    Las guerras son diferentes Desconocimiento de las guerras en primera persona Fuente de una referencia de la guerra Cita literal Ampliacin de la cita Ampliacin de la cita

    5. Se pregunta qu hara l en una guerra

    Reflexin sobre qu hacer en el caso del soldado Justificacin Imagina al soldado como hroe Qu dira el soldado Vuelta a la realidad Las vctimas, espectadores de la realidad No los verdugos Ansia de sobrevivir Supervivencia, lo primero Incluso justifica o atena el comportamiento

    En nuestra opinin, la unidad temtica de cada prrafo ha sido garantizada, y la ex-tensin de cada uno de ellos depende no tanto de los conceptos desarrollados como de la intencin del autor. Maras decide cunta informacin nos quiere dar sobre cada cuestin. En su texto es ms importante la seccin argumentativa que la narrativa que la sustenta; por ello, los dos ltimos prrafos son mucho ms extensos que los dos prime-ros. El prrafo tercero tampoco es especialmente largo porque no le interesa dedicar ms tiempo del imprescindible a explicar uno de los conceptos claves: la obediencia debida. Ciertamente, podra haberse detenido en l, pero ha optado por no hacerlo.

    2.3. Dimensin cognitiva

    El prrafo es tambin una unidad cognitiva que facilita la comprensin del texto por parte del destinatario (Chafe, 1980)9. Los lmites del prrafo responden tambin a acti-vidades de naturaleza cognitiva como son la interpretacin textual y el almacenamiento de la informacin transmitida, referidas respectivamente a la produccin y a la recep-cin discursiva. Desde la primera, pondremos el acento en el hecho de que la distribu-

    8 El signo slo indica que esos contenidos se acumulan, no el tipo de relacin existente entre ellos. 9 Del mismo modo, Lausberg (1967) defiende que el prrafo cuenta solo con lmites psicolgicos aso-ciados a la inteligibilidad.

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    cin en prrafos gua y orienta la comprensin textual en el sentido de que destaca una entre las posibles interpretaciones alternativas. El segundo punto de vista nos permite interpretar el prrafo como instrumento utilizado por el destinatario para la aprehen-sin del contenido.

    El prrafo funciona como herramienta reguladora de la comprensin textual en trminos facilitadores o reguladores (Stark, 1988). Y lo hace en dos niveles. Por un lado, destaca la importancia cognitiva de la posicin inicial de prrafo: esta facilita el proce-samiento (Gernsbarcher y Hargreaves, 1992) y crea expectativas de comprensin en el lector (Green y Noreen, 1974). Por otro lado, el lmite del prrafo invita a reflexionar y a valorar la informacin recibida (Hofmann, 1989). Por ello, en palabras de Gonzlez Cobas (2008), leemos ms despacio a medida que nos acercamos al final de un prrafo.

    Queremos detenernos en la primera de las funciones enunciadas. La cuestin ya no es si el prrafo incluye o no una frase tpica: lo relevante es que el enunciado inicial lo ancla temticamente y genera una lnea interpretativa. Con independencia de que ese enunciado inicial se desarrolle o no a lo largo del prrafo. El autor toma una decisin vinculada a su intencin textual y que tiene como efecto la orientacin de la interpreta-cin. En palabras de Ji (2008), los cambios de prrafo marcan discontinuidades temti-cas en el texto y de esa manera facilitan el procesamiento por parte de los lectores. Y la funcin que estamos definiendo se observa con independencia de la naturaleza tipolgi-ca del texto del que se trate. Veremos para ello tres ejemplos:

    En el primero se le pide a un estudiante que realice una descripcin de su vivienda habitual en 250 palabras aproximadamente. Este es el resultado:

    EN UN BARRIO DE LA CIUDAD DE A CORUA, A UNOS DIEZ MINUTOS DEL CENTRO DE LA CIUDAD, SE ENCUENTRA UN EDIFICIO DE UNOS DOS TRES AOS DE ANTIGEDAD. De color beige y ventanales blancos destaca entre las dems fachadas por su estilo propio del centro histrico. Tiene tan solo siete pisos, de los cuales solo los de la parte de delante tienen vistas a la Ra de A Corua y a playas como Santa Cristina, Mera o Bastiaguei-ro. Adems, los pequeos balcones que dan a la calle est llenos de geranios y plantas que ponen las vecinas para decorar y dar un poco ms de alegra.

    MI CASA SE ENCUENTRA EN LA SPTIMA PLANTA Y LA DISTRIBUCIN ES MUY SENCILLA. Al entrar por la puerta encuentras la oficina con la librera, y a mano izquierda das al gran pasillo al cual dan dos habitaciones, una de mi hermana y otra ma. Al fondo est la de mis padres que tiene vistas al mar adems de un bao. La siguiente es el saln comedor, desde el que tambin ves la Ra por sus grandes ventanales. En frente est el otro bao, y ya lo ltimo la siempre inmaculada blanca cocina.

    EN MEDIO DE LA CASA SE ENCUENTRA MI HABITACIN QUE DESTACA POR EL FUERTE COLOR VERDE MANZANA DE LAS PAREDES, LAS CUALES ESTN DECORADAS POR TRES CUADROS QUE

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    ME PINT UNA AMIGA ESTADOUNIDENSE. Pegada a una de ellas est mi cama con su edredn a rayas de colores, y al lado una estantera a rebosar de libros. En frente a la cama est la ventana que da a un patio interior y justo debajo est mi mesa de escrito-rio, siempre llena de papeles y apuntes. El lado opuesto est cubierto por el enorme ar-mario empotrado de la misma madera que el resto de muebles que decoran mi habita-cin y que estn llenos de discos, peluches y velas. El suelo est cubierto por una alfom-bra de color azul que hace juego con las cortinas, cojines y lmpara. Y por ltimo, la puerta, que est llena de fotos de mis amigos y familia, lo que le da un toque ms per-sonal.

    El primer enunciado, que hemos destacado en letras versalitas, no es necesariamente una frase tpica (solo la segunda lo sera) pero condiciona al lector en trminos inter-pretativos. Este presupone que en el primer prrafo se va a indicar la ubicacin de la casa en la ciudad; en el segundo, la distribucin de la vivienda; y en el tercero, las caracters-ticas de la habitacin del autor o autora. Lo esencial ahora es que la frase con la que comienza el prrafo no lo condiciona formal ni conceptualmente sino que regula el proceso de interpretacin del destinatario.

    Lo mismo se observa en un texto narrativo. Un estudiante desarrolla una historia en 300 palabras aproximadamente:

    EL CONDUCTOR BAJ DEL COCHE. Estaba fuera de s, tanto, que ni se daba cuenta de que Fernando estaba inconsciente por el golpe recibido. Caminaba hacia el joven sin dejar increparle. Cuando lleg hasta l, comprendi la grave situacin en que se encontraba el chico. Rpidamente, llam a una ambulancia, que apareci en pocos minutos acom-paada de un coche de polica. Mientras los mdicos atendan al muchacho, el propie-tario del vehculo cont a los agentes lo sucedido. stos le dijeron que tenan que dete-nerle. El conductor no opuso resistencia. Mientras tanto, Fernando se diriga al hospi-tal con pronstico grave.

    CUANDO LLEG, FUE TRASLADADO AL QUIRFANO. Le realizaron una transfusin y le dieron varios puntos de sutura. Despert a la maana siguiente. No saba ni donde es-taba, ni que le haba pasado. Pero pronto apareci una enfermera que le explic lo que haba ocurrido.

    UNA SEMANA DESPUS ABANDON EL HOSPITAL. No haba avisado a sus padres para no preocuparles. Adems, su estancia en el hospital le haba hecho reflexionar sobre la de-cisin de abandonar su pueblo, por lo que se diriga al mismo para hablar con su fami-lia.

    TRAS EXPLICAR A SUS PADRES LO QUE LE HABA OCURRIDO, SE FUE A HABLAR A SOLAS CON SU PADRE. Cogi la vieja bufanda y se la devolvi. Le dijo que ya no la necesitara, pues haba decidido quedarse en el pueblo a ayudarles con el trabajo en el campo, ya que la

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    vida de la gran ciudad no era para l. Padre e hijo se fundieron en un abrazo y junto a su madre, regresaron a casa.

    Ahora es an ms evidente que la primera frase de cada prrafo carece de naturaleza tpica. El autor las usa para destacar los que considera hitos ms importantes en el de-venir de los acontecimientos narrados, y parcela la informacin sobre ellos. De hecho, no suponen una suerte de resumen textual (cosa que sucedera en caso de tratarse de frases tpicas) sino ms bien una focalizacin sobre los datos interpretados por el autor como ms relevantes.

    Veamos un ltimo ejemplo: se trata de un texto de opinin acerca de si se debe per-mitir una mujer someterse a una fecundacin artificial a los 67 aos:

    RECIENTEMENTE SE HA HECHO PBLICA LA NOTICIA DE LA MUJER QUE, A SUS 67 AOS, SE HA CONVERTIDO OFICIALMENTE EN LA MADRE MS VIEJA DEL MUNDO. El alumbramiento de dos mellizos a estas alturas de la vida de la seora, le han hecho merecedora del t-tulo. Pero otro asunto que llama la atencin es lo que tuvo que hacer para conseguir aquello que, segn ha declarado, siempre haba ansiado.

    TENIENDO EN CUENTA LA AUSENCIA DE PAREJA Y LOS IMPEDIMENTOS BIOLGICOS OBVIOS, LA NICA SALIDA ERA LA FECUNDACIN IN VITRO. Para ello, viaj a Los ngeles donde est permitido slo hasta los 55 aos. Pues bien, a pesar de que la mayora de los titu-lares afirman que la seora minti sobre su edad, ella simplemente se defiende acla-rando que nadie le pregunt o se preocup de comprobar. Cabe resaltar posiblemente lo poco que parece importarle a la clnica en cuestin si se cumplen o no los requisitos, mientras una pueda pagar el tratamiento. Otra cosa que personalmente me alarma es el hecho de que haya vendido su casa para obtener los 45.000 euros necesarios para pa-garlo. Yo me pregunto cul es el plan de esta mujer ahora que tiene dos hijos. Slo ella sabe los ahorros que puede tener o su situacin en general, pero en cualquier caso, lo que se sabe es que la mujer no tiene casa, se ha gastado lo que para muchas familias es toda una fortuna para tener dos nios, los cuales, derivado de todo lo anterior no se sabe donde sern criados.

    DESDE LUEGO, NO ES CUESTIONABLE QUE UNA MUJER TENGA EL DESEO DE SER MADRE NI, MUCHO MENOS, QUE DEFIENDA SU DERECHO A SERLO. Sin embargo, ste se vuelve una controversia cuando se trata de desafiar a la Naturaleza que, salvo malas jugadas y como dice el dicho, es sabia. Esto es, si llega un momento en la vida de las fminas en el que estas dejan de tener posibilidad de procrear, es debido a evitar una serie de riesgos para la madre y el beb. Asimismo, aquellas que den a luz a sus hijos a una mayor edad, tendrn menos tiempo ya no de disfrutarlos, pero de educarles y criarles hasta que estos alcancen una madurez. Lo cuestionable son, en realidad, los mtodos utiliza-dos. Pero quin puede culpar a una persona de saltarse las normas para conseguir lo que ms ansa si, de hecho, quien debera hacerlo no se asegur de que las cumpliera?

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    Tres son los conceptos relevantes en trminos informativos y de acuerdo con la dis-tribucin de prrafos propuesta por el autor: la edad de la mujer, que la convierte en la madre ms vieja del mundo; la realizacin para ello de una fecundacin in vitro; y la incuestionabilidad del derecho de una mujer a ser madre. Especialmente llamativo re-sulta el tercer prrafo: el autor pone en primer el derecho universal de la mujer a ser madre por encima de cualquier otra consideracin en un tema esencialmente contro-vertido: la posicin inicial del enunciado condiciona de modo evidente la interpretacin global del prrafo.

    Desde la segunda dimensin cognitiva apuntada al principio de este epgrafe, descu-brimos una funcin del prrafo asociada al modo en el que almacenamos la informa-cin textual. Se convierte entonces en base de la creacin de esquemas cognitivos desti-nados a regular la comprensin textual. En opinin de Haberlandt, Brian y Sandson (1980), cada esquema coincide con un prrafo y cambia con cada uno nuevo que se construye. Segn Gonzlez Cobas (2008), el cambio de prrafo supone un cambio de esquema cognitivo. En la misma direccin, Prez Juli (1998) asevera que el prrafo genera una imagen esquemtica utilizada en el proceso de almacenamiento de la infor-macin.

    Cada prrafo se convierte en un segmento coherente y asimilable (De la Fuente, 2007), en una unidad informativa autnoma que facilita ir hacia delante o hacia detrs para alcanzar una correcta comprensin del texto (Stark, 1988). Los lmites de prrafo indican al lector que debe procesar la informacin contenida en la memoria a corto plazo. Todo ello lo convierte en una autntica unidad de procesamiento informativo: Hofmann (1989) dedica su esfuerzo a reunir pruebas que demuestran su funcin como herramienta fundamental en la aprehensin cognitiva. Entre ellas indica que el prrafo muy extenso tiende a confundir al lector y por ello no es extrao que, aun cuando la estructura lgica de los argumentos suele coincidir con la divisin en prrafos, un con-cepto complejo puede exigir varios de ellos; por otro lado, la acumulacin de prrafos cortos tambin resulta molesta porque dispersa demasiado la informacin y la represen-ta de modo menos integrado10.

    Igualmente oportunas al respecto son las propuestas de Prez Juli (1998). El prrafo es una unidad semntica construida en estrecha relacin con la memoria. Es una autn-tica unidad perceptiva cuyo aspecto cuantitativo (esto es, su extensin) afecta directa-

    10 Muy interesante su apunte acerca de la literatura infantil: los libros destinados a nios menores de 5 aos se construyen con prrafos muy cortos para facilitar el procesamiento.

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    mente al nivel de persistencia en la memoria11. Si todo esto es cierto, funciona como herramienta de parcelacin del contenido textual y facilita la lectura al incluir momen-tos de ruptura destinados a evitar la fatiga (Stark, 1988). Por todo ello, un prrafo no puede ser ilimitado. Mejor dicho, puede serlo, pero sera intil. Porque transmitira un concepto tan complejo que acabara por convertirse en incomprensible. A fin de cuen-tas, la razn por la que rechazamos un prrafo demasiado extenso suele ser doble: o bien porque el sentido contenido es heterogneo y, por ello, susceptible de ser dividido; o bien porque siendo homogneo, resulta incomprensible.

    Es lo que sucede en el ejemplo siguiente. Pese a la extensin del texto, parece opor-tuno transcribirlo de manera completa12. Estamos ante la friolera de 1161 palabras inin-terrumpidas. El prrafo sustituye al texto:

    EL PARTENN

    Nos hemos acostumbrado a ver el Partenn cara a cara desde el marco de los Propleos, recortada su silueta en medio de la Acrpolis, all solo, como si estuviera esperndonos. Una visin pictrica y romntica, pero impensable en la Antigedad. No existan por entonces los encuadres monumentales, ni las perspectivas arquitectnicas, ni los mar-cos incomparables, sino que cada monumento era una unidad plstica, ella en s mis-ma. Hay que esperar al Helenismo para que cambie el criterio, por eso en plena poca clsica el espectador no se extraaba, tras haber atravesado los Propleos, de encon-trarse el Partenn tapado por monumentos vecinos y rodeado de estatuas, ofrendas, exvotos... Haba que ir a buscarlo, llegar hasta l, y la proximidad impeda el efecto en perspectiva. Nos hemos acostumbrado tambin a identificar el Partenn con una ruina discontinua, sin el remate de la techumbre y carente de la policroma. Pensndolo bien, es asombroso que quede lo que queda, despus de haber sido utilizado como iglesia bi-zantina, mezquita, polvorn y haber sufrido explosiones, incendios, terremotos y expo-lios, sin olvidar la erosin de siglos a la intemperie. Su fama permaneci intacta siem-pre, o mejor, acrecentada con el tiempo, razn de que se hayan acumulado noticias e informacin sobre l. Hoy da es mucho lo que se sabe del Partenn y; sin embargo, la investigacin arqueolgica no cesa en su avidez de ms y mejores conocimientos. Algu-nos de los ms recientes nos han devuelto con toda fiabilidad la imagen prstina, real y concreta de la obra ms emblemtica de la arquitectura griega. La cronologa del Par-tenn la tenemos asegurada por inscripciones que fijan el comienzo de las obras en el curso del ao 448-447 y el final en 438, lapso de tiempo brevsimo, cuando se piensa en

    11 Desde esta postura, Prez Juli propone una interesante clasificacin de prrafos segn su funcin cognitiva. 12 Direccin del sitio web: http://www.artehistoria.com/.

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    la magnitud de la obra. Toda ella fue realizada en mrmol pentlico. Como arquitectos mencionan las fuentes a Iktinos, Kallkrates y Karpion, nombre este ltimo que no vol-vemos a encontrar. Las ideas bsicas del proyecto las aporta Iktinos, un arquitecto ge-nial que escribi un libro, desgraciadamente perdido, sobre las teoras desarrolladas en la construccin del Partenn. Su idea de lo que es un templo drico y de cmo se mode-la el espacio se tiene al comparar el Partenn con el templo de Zeus en Olimpia y con el llamado Prepartenn, es decir, el templo drico hexstilo que estaba en construccin en 480, cuando los persas arrasaron la Acrpolis, y sobre cuyos fundamentos se alz el Partenn. El parangn demuestra que ste es ms monumental, ms cerrado y ms compacto, aunque en sus miembros se extrema la finura y la delicadeza. La planta es la de un templo octstilo, dstilo y anfiprstilo, cuyas columnas se encuentran ms prximas entre s y la cella, con la natural repercusin en los espacios interiores, como enseguida veremos. Respecto al canon drico de Olimpia se observa que la ampliacin de la perstasis (8 x 17) y la ampliacin considerable de la cella van en detrimento de la anchura del pasillo existente entre ambas y denotan un nuevo sentido del espacio, pues el conjunto resulta ms grandioso y unitario. De hecho, la amplitud y la espaciosidad del Partenn se perciben desde fuera y desde dentro, dada la perfecta conjuncin e in-terdependencia de exterior e interior. Por su arte, el nuevo sentido del espacio, que mo-difica sensiblemente las proporciones de la cella, es una novedad importantsima, cuya causa primordial es la colosalidad de la estatua de Atenea Partenos, que tiene absorto a Fidias durante el proceso constructivo. El basamento de la estatua, que se conserva in situ, es monumental; exiga enorme anchura, de donde la necesidad de ampliar la ce-lla. Se trata, pues, de una solicitud de Fidias a Iktinos, ante la necesidad de un escena-rio adecuado para el coloso de 11 m que fue la Partenos. Por idntico motivo, en vez de una cella de tres naves con doble columnata paralela, las columnas se curvan en forma de U por la parte posterior de la nave central, como si de un nicho, para ubicar la esta-tua de Atenea, se tratara. Fue una solucin revolucionaria, cuya influencia se dej sen-tir inmediatamente. Frente a estas novedades inesperadas hay en el Partenn peculia-ridades que no son originalidad del proyecto arquitectnico, sino consecuencia o adap-tacin a tradiciones ancestrales. As, por ejemplo, la divisin de la cella en dos espacios desiguales y la introduccin de rasgos jnicos en un templo drico -el friso que recorre los muros de la cella y las cuatro columnas jnicas de la menor de las dos estancias en que queda dividida la cella- deben considerarse rasgos heredados del Prepartenn e in-cluso del llamado Templo Drpfeld de poca pisistrtida. Hay en el Partenn refina-mientos casi inaprehensibles, pero de extraordinaria eficacia a la hora de darle ese ca-rcter vital de msculo activo tantas veces sealado. Son las llamadas correcciones p-ticas, que en s mismas no son novedad, aunque la tiene en grado sumo la manera de interpretarlas o hacerlas valer. Se persigue con ellas una estudiada contraposicin en los miembros del orden arquitectnico segn la funcin ejercida, a partir de la que se obtiene una perfecta compensacin de efectos visuales; algo as como la versin arqui-

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    tectnica del contraposto escultrico, dice Gruben. Como muy sobresalientes hay que citar el mayor grosor de las columnas laterales respecto al de las centrales, para neutra-lizar la impresin de adelgazamiento provocada por la intensidad de la luz en las es-quinas, as como la inclinacin hacia dentro de todas las columnas. En segundo lugar, la contraccin de las metopas propagada desde el centro; es decir, la anchura de las me-topas disminuye progresiva e imperceptiblemente a partir del centro, de manera que se evita el cambio brusco de dimensiones, ms anchas slo en las dos ltimas metopas de cada lado. Por ltimo y principalsimo, la curvatura de todos los elementos horizonta-les, desde las gradas del estilobato al entablamento. A consecuencia de la curvatura y de las lneas de fuga, siempre verticales, los bloques de mrmol no son rectangulares si-no trapezoidales; cada uno de ellos hubo de ser cortado y tallado individualmente, de-talle que merece ser tenido en cuenta para aquilatar la dificultad y calidad del trabajo. El ensamblaje tan cuidado como armonioso de todos estos pormenores es lo que hace distinto al Partenn. Un par de ideas sobre la policroma. Lo que realmente manda, a efectos cromticos, es la calidad inigualable del mrmol pentlico, cuya transparencia y blancura definen el ncleo de la obra. Triglifos, mtulos, regulae iban pintados de azul, como es frecuente en los elementos verticales, mientras la taenia o moldura lisa, la banda que corre por debajo de los triglifos y el listel superpuesto a ellos iban decorados con un meandro datado sobre fondo rojo, como si fuera el motivo tejido en una cinta o en un galn. El acasetonado del techo quedaba enmarcado por motivos vegetales, ocu-pado el centro por una palmeta exquisitamente dibujada sobre fondo azul. Policroma-da iba lgicamente la decoracin escultrica: metopas del friso drico, friso jnico y frontones.

    El texto podra (ms an, debera) estar segmentado en nueve prrafos, que se co-rresponderan con otras tantas unidades de sentido. Podemos esquematizarlas de este modo:

    PRRAFOS PALABRAS CONTENIDO 1 123 Imagen tradicional de Partenn desde los Propileos 2 81 Imagen tradicional del Partenn como ruina 3 92 La investigacin sobre el Partenn no cesa 4 111 Los arquitectos del Partenn 5 133 Caractersticas arquitectnicas 6 145 El nuevo sentido del espacio condicionado por la estatua de Atenea 7 88 Peculiaridades consecuencia de adaptarse a la tradicin 8 266 Refinamientos apenas aprehensibles 9 122 La policroma

    De ese modo se facilitara la percepcin textual y se evitara el colapso en el proce-samiento informativo.

  • INTERPRETACIN MULTIFUNCIONAL DEL PRRAFO 76

    3. Algunas pruebas

    Para confirmar o desmentir los conceptos desarrollados en los epgrafes anteriores, hemos realizado un anlisis que, sin aportar datos definitivos, s apunta tendencias muy reveladoras. Para ello hemos partido de un corpus que responde a las siguientes caracte-rsticas: la muestra de textos fue redactada por estudiantes matriculados en el primer curso de la Licenciatura en Traduccin e Interpretacin impartida en la Universidad de Salamanca; han tenido que superar una prueba de acceso en la que se ha evaluado su dominio escrito de la lengua espaola, por lo que han sufrido una nivelacin de mni-mos. Todos los estudiantes redactan dos escritos. El primero, antes de recibir instruc-cin general en expresin escrita y especfica sobre el prrafo (mes de noviembre del curso acadmico) y en una asignatura diferente de aquella en la que reciben tal forma-cin. El segundo texto se realiza despus de la instruccin (mes de mayo del curso aca-dmico) y en el contexto de la materia en la que se les instruye sobre redaccin en espa-ol.

    Los dos textos son de naturaleza expositiva. El primero es un comentario crtico de 500 palabras aproximadamente sobre un artculo cientfico. Al no haber recibido for-macin especfica, aplican un saber intuitivo o bien resultado de su formacin preuni-versitaria; este trabajo aparece codificado como TM. El segundo es un trabajo de 1.800/2.000 palabras en el que se establece una comparacin entre una novela y una pelcula de cine; nos referimos a l como TV. Los datos relativos a ambos textos son lo siguientes;

    TM TV Textos 59 74

    Palabras 35.016 134.326 Prrafos 392 1.126

    Enunciados 1.570 6.039

    Para el anlisis de los datos partimos de distintas hiptesis desarrolladas desde los conceptos expuestos a lo largo de la primera parte de este trabajo. A ellas aadimos una nueva variable: hemos de tamizar los resultados desde la perspectiva de si los usuarios han recibido o no instruccin especfica acerca de la construccin de prrafos.

    En primer trmino, si un prrafo es una unidad informativa compleja, es verosmil pensar que los usuarios apenas habrn construido prrafos de un solo enunciado. Ade-ms, suponemos que el nmero de enunciados combinados es directamente proporcio-nal a la complejidad temtica del prrafo. Por ello habr algn tipo de lmite para el nmero de enunciados que se combinan en un prrafo. Por otra parte, desde una pers-pectiva retrica habr que evaluar si los usuarios tienden a utilizar un tipo de prrafo

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    homogneo en longitud y complejidad temtica o si, por el contrario, no dan relevancia a esta cuestin.

    En segundo lugar, si hay conciencia en los usuarios de la dimensin visual de los p-rrafos, cabe pensar que habr una tendencia a dividir el texto en un nmero de prrafos similar si aquel tiene una extensin tambin parecida. Asimismo, habr que comprobar si hay alguna regularidad relativa a la construccin de prrafos de longitud similar.

    En tercer lugar, si entendemos el prrafo como unidad de procesamiento, tendremos que analizar la longitud de prrafos en trminos de nmero de palabras para observar si existe algn tipo de tendencia global y si hay limitaciones por arriba y por abajo: parti-mos de la asuncin de que el prrafo largo genera expectativas de mayor densidad, mientras que el corto lo hace de ligereza conceptual. Tambin debemos considerar si la longitud global del texto tiene efectos en la longitud parcial de los prrafos insertos; en otras palabras: si un texto informativamente ms prolijo distribuye su contenido en unidades de construccin igualmente ms complejas.

    3.1. Sobre la complejidad temtica

    En TM se detecta la siguiente distribucin de prrafos segn el nmero de enuncia-dos combinados: el rango establecido est entre una y diecinueve unidades informativas mnimas. La cuantificacin est realizada en trminos porcentuales:

    Algo ms del 90,5% de los prrafos se componen de dos o ms enunciados; la mayo-ra de ellos estn distribuidos entre dos y cuatro. En cambio, prrafos de nueve o ms solo suponen el 6,05% de la muestra. Se confirma, pues, que los autores tienen conciencia del prrafo como unidad informativa compleja porque se tienden a combinar dos o ms enunciados. Sin embargo, realizan una escasa planificacin del

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    texto, lo que les lleva a construir prrafos bastante reducidos: la franja entre dos y cuatro rene un 57,8% de la muestra, y dentro de ella los ms frecuentes son los de dos, luego los de tres y finalmente los de cuatro. Al mismo tiempo, se escapa de los prrafos de excesiva complejidad temtica: es testimonial la aparicin de prrafos de ms de diez enunciados (2%). En conclusin, podemos afirmar que la complejidad temtica se respeta pero se observa que es cualitativamente limitada.

    El 9,47% de los prrafos escapan a esta percepcin de unidad informativa compleja. Debemos destacar que casi un 30% tiene una funcin conclusiva y cierra el texto, del que es el ltimo prrafo. Algunos ejemplos:

    En resumen, opino que Pinker tiene razn al negar el determinismo lingstico y ade-ms creo que su exposicin est muy bien presentada y argumentada.

    En conclusin, actualmente la teora de Sapir y Whorf ya ha sido superada por otras ms avanzadas, gracias al progreso cientfico, y ha quedado en evidencia su falta de l-gica.

    Para concluir, el lenguaje no determina el pensamiento sino que es el cdigo mediante el cual lo reproducimos a nuestra voluntad o, al menos, eso intentamos.

    Como conclusin, se puede decir que sin pensamiento no habra lenguaje, ya que si las cosas no se pensarn no tendran ningn significado.

    En TV, por su parte, la distribucin es esta:

    El 95,5% de los prrafos se construye con dos o ms enunciados, de donde se deduce que la instruccin en expresin escrita consolida la percepcin del prrafo como unidad temticamente compleja. Adems, se observa que esta ha aumentado en trminos cuali-tativos: los ms frecuentes son los prrafos de tres enunciados, luego los de cuatro, a continuacin los de cinco y finalmente los de dos, que eran los ms repetidos en TM. Por ltimo, la franja de mayor frecuencia est entre tres y seis enunciados: acumula el 57% de los ejemplos.

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    Por otra parte, el lmite de la complejidad ha aumentado en comparacin con el primer texto estudiado. As, se observa cierta frecuencia en prrafos de hasta doce enunciados (frente a diez en el caso de TM): de trece o ms, suponen el 2,6%. De todo ello se colige que la conciencia del prrafo como unidad informativa compleja se ha consolidado como resultado de la instruccin especfica.

    Podemos terminar comparando los resultados en los dos textos:

    Es evidente cmo en ambos casos, pero ms en TV, se renuncia al prrafo de un enunciado. Asimismo, tambin es de destacar que la complejidad temtica est ms desarrollada en TV. De hecho, en este caso, la construccin porcentualmente habitual del prrafo es mucho ms variada: de tres a seis enunciados; en cambio, en TM se ob-serva una decidida preferencia por opciones de dos, tres o cuatro enunciados. La com-plejidad temtica es ms evidente, cualitativa y cuantitativamente, en los prrafos cons-truidos por usuarios que han disfrutado de una instruccin especfica.

    3.2. Sobre la imagen visual del prrafo

    Si la imagen visual del prrafo es importante en el proceso de construccin textual, debera detectarse una cierta estabilidad entre el cociente entre el nmero de palabras de un texto y el nmero de prrafos construido. Desde este clculo podramos deducir una suerte de extensin prototpica.

    Veamos qu sucede en el caso de TM. Para ello, hemos agrupado los cocientes por franjas de treinta palabras empezando a contar desde el menor detectado (46,36).

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    Treinta palabras equivalen aproximadamente a dos lneas de texto impreso en un formato estndar y reconocible (Times New Roman 12) y, por tanto, parece razonable utilizar esta cantidad a la hora de evaluar los mrgenes de uniformidad visual reconocibles por el lector:

    La mayor uniformidad se observa entre setenta y ciento treinta palabras, y afecta al 66% de los prrafos. No obstante, no es una tendencia muy estable puesto que afecta a un mrgen de sesenta palabras. En todo caso, s parece que indica algn tipo de conciencia acerca de la dimensin visual del prrafo el hecho de que se escapa de los prrafos muy cortos o muy largos: los ejemplos con un cociente inferior a setenta palabras o superior a ciento treinta y una se limitan a un 17% en uno y otro caso. Esta es, sin duda la cuestin ms relevante: no podemos tanto proponer un tamao prototpico como indicar tendencias acerca de lo que los usuarios evitan en trminos visuales.

    Debemos comprobar a continuacin si estas tendencias se confirman en el caso de TV. Usamos las mismas franjas:

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    Se produce una reduccin evidente de la importancia eventualmente atribuida a la percepcin visual. Los prrafos se distribuyen de manera casi idntica en las tres franjas centrales. Por otro lado, se desprecia la construccin de prrafos visualmente muy pequeos (4%); enfrente, aumenta la tendencia a usar unidades ms largas: por encima de ciento sesenta hay casi un 25% de ejemplos. En ello bien puede tener que ver el hecho de que el encargo de texto es mayor: dos mil palabras de TV frente a las quinientas de TM. Resulta muy llamativo observar los datos de TM y TV de forma combinada:

    La identificacin de la unidad visual del prrafo parece reducirse en la medida en que aumenta la instruccin. Y con ella tambin disminuye de forma drstica la construccin de prrafos visualmente cortos quiz porque aportan una imagen excesivamente fragmentada del texto. El escritor ms experto construye los prrafos condicionado por la estrategia de distribucin informativa que ha asumido, y no est tan preocupado por si la pgina presenta una imagen externa ms o menos homognea.

    En segundo trmino, a la hora de valorar la importancia de la dimensin visual del prrafo podemos aprovecharnos de otro tipo de informacin derivada de la hiptesis siguiente: si la variable es de relevancia, se tendera a construir ms o menos la misma cantidad de prrafos para una misma extensin textual. En el caso de TM vamos a reducir la muestra de los cincuenta textos de partida a cuarenta que tienen una extensin entre cuatrocientas setenta y cinco y quinientas setenta y cinco palabras: la media de palabras por prrafo en este grupo de textos es de 94,2; por ello cabra plantear la hiptesis de que entre el mayor y el menor podra haber una diferencia mxima de un prrafo. Los datos revelan lo siguiente:

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    El 65% de los textos se construyen en un rango de cuatro a seis prrafos. Es, pues, una tendencia, pero sobre la base de unas opciones de construccin lo suficientemente amplia como para deducir una incidencia fundamental en la construccin de los textos.

    Por otro lado, para recabar los datos correspondientes a TV hemos reducido la muestra a los cuarenta y seis textos entre mil setecientas cincuenta y mil novecientas palabras. En ellos la media por prrafo es de 121 palabras, por lo que la mxima diferencia posible entre el ms corto y el ms largo sera de un prrafo. Los resultados, obviamente, no son comparables con los de TM porque la extensin de los textos es tres veces mayor. En todo caso se observa cmo esa cierta tendencia a la uniformidad desaparece por completo:

    Solamente destaca del grupo de textos que combinan entre once y trece prrafos, pero apenas cubren el 31% de los textos. La variedad es muy destacable: sirva como ejemplo que el porcentaje de textos desde cinco hasta diez prrafos es el mismo.

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    Por todo lo dicho, parece sensato pensar que la variable visual tiene menos importancia que la temtica en la contruccin de prrafos. Adems, esa relevancia disminuye en la medida en que aumenta la formacin de los usuarios en expresin escrita, ya que se pliega a las estrategias de construccin informativa. De hecho, esa reduccin se ha de poner necesariamente en correlacin con un aumento de la dimensin retrica: la prdida de uniformidad en la construccin de prrafos se asocia, sin duda, a una distribucin intencional de la informacin.

    3.3 Sobre la dimensin cognitiva del prrafo

    Evaluamos la complejidad cognitiva del prrafo tomando como variable fundamen-tal para el anlisis el nmero de palabras que incluye. Vamos a interpretar los prrafos de los textos con los que trabajamos en franjas de cincuenta palabras. Interesa observar de manera comparada los datos que emanan de los dos textos. Los presentamos de mo-do porcentual:

    En los dos casos se observa que la importancia de la construccin de los prrafos en el procesamiento informativo tiene como resultado que se evite proponer unidades superiores a las doscientas palabras: apenas se supera el 10% de los ejemplos en el caso de TV, y se limita al 4,8% en TM. Cuando los estudiantes han completado la instruccin se observa que, de la misma manera que se escapa del prrafo denso y complejo, se huye tambin del excesivamente simple, puesto que fragmenta el proceso de comprensin textual: en este caso, los prrafos de menos de 50 palabras no llegan al 10%. Sin embar-go, cuando no se ha realizado un proceso de instruccin, el estudiante parece valorar el

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    prrafo corto como modelo de procesamiento informativo, de manera que asciende su frecuencia hasta el 24%.

    En cualquier caso, se debe llamar la atencin sobre el hecho de que el prrafo cogni-tivamente de mayor frecuencia, y adems con diferencia, es el de 51-100 palabras. Po-demos apuntar, no obstante, algunos datos ms precisos y reveladores. As, TV ofrece unos resultados segn los cuales los prrafos entre 51 y 200 palabras suman el 80% de los ejemplos; en cambio, en TM el 88% est entre 1 y 150 palabras: un porcentaje similar se alcanza en una secuencia de constituida sobre una franja inmediatamente inferior. Ello se puede interpretar desde dos hiptesis igualmente plausibles: o bien considerar que la instruccin en expresin escrita supone una tendencia a utilizar prrafos cogniti-vamente ms densos, o bien aceptar que la mayor extensin de un texto, y por ello su carcter informativamente ms complejo, tiene efectos en la densidad media de los prrafos que los conforman: TM supone un texto de unas quinientas palabras; enfrente, TV exige una media de mil novecientas. Solo contamos con estos dos ejemplos para este trabajo, de modo que se hace difcil llegar a una conclusin definitiva. No obstante, interesa recordar ahora los datos recabados en el anlisis temtico de los prrafos: TV se demostraba como mucho ms complejo desde esa perspectiva; no es de extraar que la vaya acompaada de una mayor complejidad conceptual.

    4. Conclusin

    El prrafo no es una unidad cannicamente construida y fijada en la tradicin dis-cursiva. Los intentos por obtener una caracterizacin de esta naturaleza chocan una y otra vez con los datos que nos aporta una realidad que tozudamente desprecia las pro-puestas de esa naturaleza. El prrafo funciona dentro del contexto de las diferentes es-trategias de construccin discursiva y, como tal, se regula dentro de unos lmites bsi-camente flexibles pero tambin de compleja descripcin. Y la complejidad a la que nos referimos deriva de su naturaleza multifuncional. El prrafo disfruta de manera de cua-tro grandes dimensiones: temtica, visual, retrica y cognitiva. Obviar alguna de ellas es no tener en consideracin alguna de las caractersticas inherentes a esta unidad. Cier-tamente, no se puede atribuir idntica importancia cualitativa a cada una de ellas, pero no por ello es legtimo obviarlas en el proceso de descripcin y caracterizacin.

    El prrafo debe interpretarse como unidad temtica compleja, en correlacin con el enunciado, considerado como unidad temtica simple. Y esto no implica en absoluto defender que el prrafo desarrolla una idea. Entre otras cosas, porque esta postura es esencialmente estril como base evaluativa en razn de su propia imprecisin. El prra-fo pasa a entenderse como unidad informativa compleja dotada de coherencia interna y

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    destinada a segmentar la informacin en beneficio de la organizacin textual. Desde esta percepcin es ms sencillo interpretar su dimensin retrica: es el autor quien de-cide cmo articula las diferentes unidades informativas; desde la intencin textual se entiende por qu se hace una distribucin de prrafos en un texto, y no otra igualmente posible y aceptable en trminos discursivos. El prrafo tambin responde de alguna manera a la percepcin visual que el autor construye de su texto; probablemente esta sea la dimensin ms dbil y heterognea pero parece importante considerarla en la medida en que los autores no se preocupan tanto por construir prrafos visualmente similares como por evitar aquellos demasiado cortos o excesivamente largos. Finalmen-te, el prrafo cumple una funcin en el procesamiento cognitivo del texto. Y desde esa funcin se regula la aparente libertad de la que goza el autor a la hora de construir tex-tos. Del mismo modo que se evita fragmentar la comprensin en un nmero elevado de prrafos conceptualmente muy sencillos, tambin se escapa de los exageradamente densos en trminos cognitivos. El estudio realizado indica la aversin por prrafos infe-riores a cincuenta palabras o superiores a doscientas.

    Falta an mucho en el proceso de definicin del prrafo. As, habr que dedicar es-fuerzos a la revisin del concepto de pseudoprrafo, como unidad fallida de construc-cin textual. Tambin hay trabajo por hacer en lo que toca a la clasificacin de tipos de prrafos, para la que ser necesario tomar en consideracin argumentos de naturaleza cognitiva, conceptual y discursiva; esto es, los mismos que hemos manejado en estas pginas. De la misma manera, es necesario llevar a cabo un anlisis pormenorizado del prrafo ms all de los mrgenes del texto expositivo, en el cual se han centrado la ma-yor parte de los investigadores.

    Todo ello desde una perspectiva esencialmente aplicada. Buscamos precisar concep-tos, aclarar resultados y reflexionar sobre datos que en ltima instancia nos permitan mejorar la formacin de usuarios de la variante escrita del espaol.

    Recibido: 17-II-2011

    Aceptado: 16-IX-2011

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