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    El pasado 27 de junio el Comit Central aprob el documento titulado La lucha por la emancipacin

    de la mujer y las tareas del Partido Comunista de los Pueblos de Espaa. Se abre ahora el procesode debate de este importante documento tanto en las Clulas del Partido como en los Colectivos dela Juventud Comunista conforme a la siguiente metodologa:

    1.- Todas las Clulas y Colectivos deben reunirse para debatir el documento.

    2.- El proceso de debate comienza con el envo del documento a las organizaciones del Partido yde los CJC y concluye el 20 de Septiembre de 2015.

    3.- Antes del 20 de Septiembre de 2015 las Clulas y Colectivos deben elevar orgnicamente susopiniones y propuestas al Comit Ejecutivo del PCPE. Estas opiniones adoptarn la forma de reso-

    lucin de la Clula o el Colectivo, en las que se expresar la opinin general sobre el documento ylas aportaciones o propuestas que se realicen.

    4.- Recibidas las propuestas de las Clulas y Colectivos el Comit Ejecutivo del Partido realizaruna sntesis y elevar una nueva propuesta de documento al Comit Central, que aprobar un do-cumento definitivo que se incluir en los materiales de debate del X Congreso del PCPE.

    PROCESO DE DEBATE DELDOCUMENTO SOBRE LIBERACIN DE LA

    MUJER APROBADO POR ELCOMIT CENTRAL.

    La lucha por la emancipacin de la mujer y las tareas del PCPE

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    La lucha por la emancipacin de la mujer y las tareas del PCPE

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    La emancipacin de la mujer, como la de todo el gnero humano, slo se tornar realidad el daen que el trabajo se emancipe del capital. Slo en la sociedad socialista las mujeres, como los

    trabajadores, tomarn posesin plena de sus derechos.

    Clara Zetkin, 1889.

    1.- INTRODUCCIN.

    Durante los das 14 y 15 de Junio de 2014 se reuni en Madrid el XVI Pleno del Comit Central delPartido, en el que tuvo lugar un importante debate sobre el desarrollo de los acuerdos adoptados enel IX Congreso. Uno de las medidas acordadas fue encargar al rea Ideolgica del Comit Central,en coordinacin con la Comisin Feminista, la elaboracin de unas pautas u orientaciones que ayu-den a unificar y hacer avanzar el trabajo comunista en todo lo relativo a la lucha por la emancipacinde la mujer.El PCPE, vanguardia organizada de la clase obrera de los pueblos de Espaa, tiene la obligacinde superar todo atraso en la lucha por la liberacin de la mujer, pues un proyecto revolucionario queno desarrolle una clara y decidida poltica en este campo tendra seriamente limitada su capacidadde intervencin poltica con, al menos, la mitad de la clase obrera. Para ello el Partido debe seguirun escrupuloso mtodo basado en el debate y trabajo colectivo, segn los planes de trabajo que sevayan acordando. Slo as, debatiendo y alcanzando acuerdos en el momento y en los tiempos enque se decida, podremos superar las dificultades que nos encontramos a da de hoy en este frentey precisar la tctica que gue nuestra intervencin.El presente documento no pretende convertirse solamente en una tesis terica, sino que fruto de un

    acuerdo del Comit Central, persigue los siguientes objetivos:1- Unificar la posicin del Partido.2.- Sealar las directrices de trabajo prioritarias en la lucha por la liberacin de la mujer.3.- Contribuir a sentar las bases para una profundizacin terica respecto a la cuestin de la mujery su emancipacin.Partimos del hecho de que el xito de la Revolucin Socialista no es garanta automtica de laliberacin de las mujeres, sino que crea las condiciones materiales para ello. Es a travs del pro-ceso revolucionario, de sus relaciones, de la intervencin de las masas, como los revolucionarios yrevolucionarias juegan un papel crucial para combatir y acabar con todas las formas de opresin.Como seal Carlos Marx, la revolucin es necesaria, por tanto, no slo porque la clase dominanteno puede ser derrocada de otra manera, sino porque la clase que la derroca slo puede alcanzar el

    xito en la revolucin si se desembaraza, ella misma, de toda la vieja basura y se muestra capaz deconstruir una sociedad nueva.

    LA LUCHA POR LA EMANCIPACIN DE LAMUJER Y LAS TAREAS DEL PARTIDO

    COMUNISTA DE LOS PUEBLOSDE ESPAA.

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    2.- LIBERACIN DE LA MUJER Y LUCHA DE CLASES.

    La lucha de clases y la mujer.

    Para el Partido Comunista de los Pueblos de Espaa, el proceso de emancipacin de la mujer esinseparable de la lucha de clases y de las transformaciones econmicas, sociales, polticas y cultu-

    rales que la lucha revolucionaria introduce en la sociedad.El socialismo cientfico, al descubrir las leyes objetivas del desenvolvimiento de la sociedad, demos-tr que las causas fundamentales de la opresin de la mujer en la sociedad y en la familia se asien-tan en condiciones objetivas (socioeconmicas) y aport los caminos a recorrer para su liberacin.Para el materialismo histrico, la sociedad, al igual que la naturaleza, se rige por leyes que sonindependientes de la voluntad de los seres humanos, cuyo papel es el de comprender esas leyespara poder intervenir de manera consciente y revolucionaria en las transformaciones sociales. Marxy Engels formularon el principio de que la lucha de clases es el motor de la sociedad desde queapareci la propiedad privada, que conduce irremisiblemente a la desaparicin de las clases en lafutura sociedad comunista, inaugurndose as la verdadera historia de la humanidad.

    Ninguna cuestin social, econmica, poltica o cultural se produce al margen o por encima de lalucha de clases, tampoco la cuestin de la mujer y su emancipacin. Frente a las interpretacionesidealistas del devenir histrico, que al mismo tiempo que niegan la lucha de clases sostienen, enuno u otro grado, que la posicin de la mujer en la sociedad se debe a designios naturales, o inclusodivinos, y que ni ha cambiado ni cambiar nunca, la concepcin materialista de la historia permitecomprender cmo la situacin de opresin de la mujer en la sociedad ha tenido un principio y ten-dr un fin, porque es una parte inseparable de la lucha de clases, afirmando que la opresin de lamujer es un producto del desarrollo social y de la divisin del trabajo en las sociedades clasistas, yque su emancipacin es un objetivo del propio desarrollo social y est ligada a la desaparicin dela sociedad dividida en clases.Lenin, siguiendo una afirmacin de Fourier, sostuvo que el grado de emancipacin de la mujer de-

    ba ser considerado la medida natural del grado de emancipacin general, ligando con ello la luchapor la liberacin de la mujer a las transformaciones sociales revolucionarias. Por su parte, Clara Ze-tkin, en un artculo publicado en Die Gleichheit (La Igualdad) el 25 de Marzo de 1903, afirmaba queMarx nunca se ocup de la cuestin de las mujeres o . Con todo, su contribucines insustituible y enteramente esencial en la lucha que sostienen las mujeres para conquistar susderechos. Con la concepcin materialista de la historia nos permiti situar, con claridad, la luchade las mujeres en el flujo del desenvolvimiento histrico general, y de ah ver la justificacin y loslmites histricos a la luz de las relaciones sociales generales, reconocer las fuerzas que la animany dirigen, los objetivos que persigue, las condiciones en las cuales los problemas existentes puedenencontrar solucin.As, el socialismo cientfico alcanz una primera conclusin que mantiene plena vigencia: la eman-cipacin completa de la mujer, que constituye un proceso histrico largo y complejo, slo puede seralcanzada con la liquidacin de la sociedad dividida en clases antagnicas, con la construccin deuna nueva sociedad socialista - comunista en la que se pondr fin a la explotacin de unos sereshumanos por otros y a todas las formas de opresin, liberando la conciencia del ser humano de pre-juicios e influencias milenarias reproducidas en y por todas las superestructuras polticas, jurdicas,civiles y morales de las sociedades basadas en la explotacin de unos seres humanos por otrosdesde la aparicin de la propiedad privada, la familia y el Estado.

    La mujer y el carcter de clase de su lucha en el capitalismo.

    La denominada est histricamente ligada a las transformaciones econmi-cas que trajo consigo la Revolucin Industrial y el ascenso de la burguesa al poder, en la medidaen que el nacimiento del capitalismo subvirti todo el orden econmico - social preexistente. Por una

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    parte, surgieron las primeras reivindicaciones por la igualdad de la mujer en el marco de la nuevasociedad capitalista, el feminismo burgus concretado en el sufragismo, que tuvo su origen en laRevolucin Francesa. Por otra, la incorporacin de millones de mujeres al trabajo fabril condujo avincular la lucha particular por la emancipacin de la mujer al movimiento obrero, que se convirtien condicin material de la liberacin de la mujer y sta, a su vez, en una cuestin de clase; por loque las divergencias existentes entre el movimiento de mujeres trabajadoras y el feminismo burgus

    pas a reflejar un particular antagonismo de clase que se extiende hasta nuestros das.Al contrario de lo que afirma cierta historiografa burguesa, el capitalismo incorpor a las mujeresal trabajo productivo desde un principio, pero lo hizo en funcin de una divisin sexual del trabajoconcreta, asignndole un carcter subsidiario en funcin de las coyunturas por las que en cadamomento atraviesa el rgimen econmico - social, un trabajo utilizado muchas veces para azuzarla competencia en el seno del proletariado, al que se le reserva determinados sectores productivosy siempre objeto de sobreexplotacin, esto es, pagado a un precio inferior al de los obreros. Y, todoello, condenando a una gran mayora de mujeres a asumir la inmensa mayora del trabajo reproduc-tivo. Esta cuestin tiene en nuestros das un claro contenido de clase, pues es la mujer obrera y lamujer trabajadora en general, quien fundamentalmente sufre la sobrecarga del trabajo reproductivo,

    porque al contrario que las mujeres de otras capas y clases sociales, no tiene acceso a solucionesalternativas como recurrir a la contratacin de empleadas del hogar.Desde la primera divisin del trabajo que existi en la historia (divisin natural), realizada funda-mentalmente entre el hombre y la mujer (aunque tambin por edades), toda divisin posterior deltrabajo es una divisin social que no se basa en exigencias de la naturaleza humana sino en lasrelaciones de propiedad que caracterizan a las sociedades clasistas. Frente a las concepcioneshistoriogrficas burguesas conviene dejar sentado que las mujeres de las clases explotadas traba-jaron siempre, tanto dentro como fuera del hogar, y adems en los trabajos ms duros; as sucedien todos los regmenes econmicos que se han sucedido desde la sociedad primitiva (esclavismo,feudalismo y capitalismo). Qu mujeres no trabajaron y cules no trabajan en la actualidad? Lasmujeres pertenecientes a las clases dominantes: las esposas e hijas de los patricios, de los seores

    feudales y de los burgueses de nuestros das.Las mujeres no constituyen una capa social homognea, al igual que los hombres pertenecen aclases sociales diversas y, entre la mujer obrera y la burguesa, antagnicas. La existencia objetivosparciales comunes, coyunturales la mayor parte de las veces, de sectores sociales muy diversos nocambia esta realidad. Las mujeres trabajadoras son vctimas de una opresin general por razonesde gnero y de una explotacin de clase de contenido preciso.Para el movimiento comunista la emancipacin de la mujer significa, por un lado, la liberacin de lamujer trabajadora de la explotacin capitalista y, por otro, la emancipacin de las mujeres en generalde las discriminaciones, desigualdades e injusticias a que estn sujetas por razones de gnero. Eldesarrollo del capitalismo, integrando masivamente a las mujeres en la produccin material, con-centrndolas en la gran industria y extendiendo con ello el campo de la explotacin, llev a un cam-bio cualitativo en la lucha por la emancipacin de las mujeres. Con el surgimiento del movimientoobrero revolucionario, la lucha por la liberacin de la mujer y la liquidacin de la sociedad burguesase volvieron inseparables.La igualdad formal, reconocida legalmente en una mayora de pases capitalistas, es imposible dealcanzar en la vida real de las mujeres trabajadoras bajo el capitalismo, cuya base se asienta enla explotacin, en la opresin, en la injusticia y en la discriminacin. Slo en los pases socialistas,donde la emancipacin de la mujer en general se abord de forma consecuente, se dieron pasosdecisivos para terminar con esta lacra histrica; si bien es cierto que la prctica confirm que losprejuicios no desaparecen de un da para otro, que la emancipacin no se verifica automticamentetras el triunfo de la Revolucin Socialista, con la implantacin de las nuevas relaciones de produc-

    cin, no lo es menos que contrariamente a lo que sucede en las formaciones econmicas basadasen la explotacin, las reminiscencias del pasado cobran un carcter transitorio, pues los prejuicios ymanifestaciones retrgradas tienen ya en su mayor parte una raz histrica y no residen en la esen-cia del sistema socioeconmico socialista comunista, perdiendo su base material.

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    La lucha del movimiento comunista por la liberacin de la mujer.

    El hecho de que el movimiento comunista haya sido acusado reiteradamente de haber incurrido encierta despreocupacin o incomprensin de la lucha por la liberacin de la mujer no es algo causal.Se trata de una persistente tentativa, por parte de la historiografa burguesa, de esconder la estre-cha relacin existente entre las importantes conquistas alcanzadas a lo largo del siglo XX y la lucha

    de las trabajadoras, y la accin del movimiento obrero y del movimiento comunista, al mismo tiempoque se exaltan historias individuales de figuras feministas burguesas y tambin, especialmente enmomentos de intensificacin de los antagonismos de clase, la existencia de una supuesta comuni-dad de intereses entre las mujeres con independencia de su pertenencia de clase.Fue la camarada Kollontai, en su disputa con el feminismo burgus, quien situaba con toda claridaduna cuestin capital: es realmente posible hablar de las feministas como las pioneras en el caminohacia el trabajo de las mujeres, cuando en cada pas cientos de miles de mujeres proletarias habaninundado las fbricas y los talleres, apoderndose de una rama de la industria tras otra, antes deque el movimiento de mujeres burguesas ni siquiera hubiera existido? Slo gracias al reconocimien-to del trabajo de las mujeres trabajadoras en el mercado mundial las mujeres burguesas han podido

    ocupar la posicin independiente en la sociedad de la que se enorgullecen tantoComo ya se ha expuesto las mujeres no forman una clase social, sino que constituyen un gruposocial heterogneo desde el punto de vista de clasista por lo que es necesario, denunciar y comba-tir las fantasas acerca de una supuesta comunidad de intereses femeninos. Buen ejemplo de eseproceso es el intento de la ideologa dominante -la de la clase dominante- de presentar la celebra-cin del 8 de Marzo como da de las mujeres en general unidas por causas comunes, sin distincinde clase, a lo que contribuy de manera extraordinaria su institucionalizacin por la ONU en 1975,buscando eliminar su matriz original, obrera y revolucionaria. En ese proceso el bloque dominanteoligrquico - burgus se sirve de sus poderosos medios de comunicacin y de cuantos mecanismosde reproduccin ideolgica tiene en sus manos, y tambin del papel de la izquierda oportunista enlas instituciones, desde donde se impulsa una suerte de feminismo institucional alejado de la lucha

    y de los intereses de la mujer obrera y de otras capas populares.Es preciso contrarrestar esas groseras manipulaciones reivindicando el papel del movimiento co-munista y obrero en el avance de los derechos de la mujer, especialmente el papel de las mujerescomunistas, de las mujeres revolucionarias. Desde el mismo nacimiento del socialismo cientfico lacuestin de la mujer est absolutamente presente y los clsicos intervienen, en funcin de la reali-dad de su tiempo, con total valenta y decisin, denunciando la situacin de sumisin, de subordina-cin y la falta de derechos de las mujeres, denunciando con fuerza y total claridad las institucionessociales y las realidades en especial la familia y la prostitucin- que se constituyen en estructurasfundamentales de dominacin.Fue Lenin quien explic que la conciencia de clase de los trabajadores no puede ser una verdaderaconciencia poltica si los obreros no estn capacitados para responder a todo tipo de tirana, opre-sin, violencia o abusoEs preciso reivindicar el papel de las mujeres trabajadoras y revolucionarias desde los das de laComuna de Pars hasta la actualidad, reivindicar la importancia concedida por el movimiento co-munista internacional a la lucha por la liberacin de la mujer y cmo a propuesta de Clara Zetkin,en la 2 Conferencia Internacional de Mujeres, reunida en Copenhague el 26 de Agosto de 1910, seacord celebrar el Da Internacional de la Mujer Trabajadora, marcando una nueva etapa en la luchade la mujer contra la explotacin capitalista y contra toda forma de opresin.Es preciso recordar cmo el primer Da Internacional de la Mujer Trabajadora se celebr a inicia-tiva de las comunistas el 19 de Marzo de 1911, y que tal y como expres entonces la comunistaAlexandra Kollontai la palabra de orden en esa importante movilizacin fue el derecho de voto para

    las trabajadoras y unir fuerzas en la lucha por el socialismo. Cmo el debate impulsado por el mo-vimiento obrero revolucionario, con un destacado papel de la camarada Clara Zetkin, acerca de lasreivindicaciones polticas, civiles y laborales de las mujeres trabajadoras contribuy a sentar las ba-ses orgnicas de la lucha de las trabajadoras en torno a reivindicaciones especficas, con objetivos

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    de clase e integradas en la lucha por el socialismo, en una poca caracterizada por la incorporacinmasiva de las mujeres al trabajo fabril en la que el desarrollo y fortalecimiento del movimiento co-munista condujo a la intensificacin de la lucha de las mujeres por mejores condiciones de trabajoy por derechos sociales y polticos.Y es que la historia de lucha de las mujeres tras el triunfo del capitalismo est directamente rela-cionada con la lucha revolucionaria del movimiento comunista. Fue un 8 de Marzo de 1917 (23 de

    Febrero en el calendario gregoriano) el da en que las obreras rusas se manifestaron en San Peters-burgo (Leningrado) exigiendo pan1, el regreso de los maridos enviados al frente de guerra, la pazy la proclamacin de la Repblica, dando pie a que se extendiese la huelga a todo el proletariadotransformndose en una insurreccin que al cabo de cinco das derroc al Zarismo. Y fue en los pa-ses en que el proletariado tom el poder y construy el socialismo - comunismo donde con mayorrapidez y profundidad avanzaron los derechos de la mujer en todos los rdenes.Lenin, en 1919, dos aos despus del triunfo revolucionario, llam la atencin sobre que en esecorto espacio de tiempo el poder sovitico, en uno de los pases ms atrasados de Europa, hizoms por la liberacin de la mujer y por su igualdad con el sexo fuerte de lo que hicieran durante 150aos todas las repblicas progresistas, cultas y democrticas del mundo, tomadas en conjunto. La

    consagracin legal de derechos fundamentales como la igualdad entre hombres y mujeres, el de-recho al voto, el derecho a elegir y ser elegida, el derecho al divorcio, a la supresin del matrimonioreligioso, el derecho al aborto, a la proteccin de la maternidad como funcin social y a la salud delas mujeres, el derecho al trabajo, a la eleccin de profesin, a remuneracin igual para igual traba-jo, etc. permitieron a las mujeres de la URSS y del resto de pases del campo socialista, avancesinigualables en relacin a los derechos de las mujeres en los pases capitalistas.No puede olvidarse tampoco la lucha de la mujer proletaria en Espaa. Desde las fbricas textilesen Catalua ya en el siglo XIX a las fbricas de tabaco en Sevilla o Valencia y Alicante, pasando porlas industrias conserveras del Mar Cantbrico, la mujer siempre estuvo presente en el combate pro-letario. No deben olvidarse los avances de todo tipo conquistados durante la II Repblica, el papelde la mujer en los frentes y la retaguardia durante la guerra nacional - revolucionaria, en la guerrilla,

    en el apoyo a los presos y presas polticas y sus familias, en el exilio, en la lucha de masas contrael fascismo, en el movimiento obrero y estudiantil durante la transicin y en todas y cada una de lasbatallas que afronta a diario nuestra clase obrera.El bloque dominante oligrquico - burgus no desconoce esta historia de lucha, no olvida su carc-ter revolucionario, profundamente ligado a la lucha de las mujeres trabajadoras y del conjunto delmovimiento obrero y comunista. Y, precisamente por eso, esa historia de lucha fue especialmenteocultada y escondida en los anales de la historiografa burguesa y de algunos feminismos durantedcadas, planteando la ficcin de que los movimientos feministas desaparecieron a inicios del sigloXX, una vez conquistado el derecho al voto con la desintegracin del sufragismo, y no volvieron aresurgir hasta la dcada de los 60.No est de ms recordar que, precisamente por aquel entonces, el movimiento comunista interna-cional entraba en una grave crisis iniciada con el avance de las posiciones revisionistas en el XXCongreso del PCUS (1956), que se profundizara con la escisin maosta y con el triunfo del revisio-nismo eurocomunista en toda una serie de Partidos Comunistas y Obreros que jugaban un impor-tante papel. En paralelo, nace en Estados Unidos la denominada New Left, que tendra su corolarioeuropeo en el Mayo del 68 francs, que dara nacimiento a la denominada Nueva Izquierda europeay al auge de los denominados nuevos movimientos sociales, entre los que se contaba el feminismo,llamados a cuestionar la centralidad del movimiento obrero y de la contradiccin capital - trabajo.Estas posiciones encontraron un caldo de cultivo inmejorable con el triunfo de la contrarrevolucinen la URSS y en otros pases socialistas, la grave crisis que viene atravesando el movimiento comu-nista desde el triunfo del revisionismo en muchos Partidos Comunistas y la consiguiente penetracin

    de posiciones burguesas y pequeoburguesas en el movimiento obrero y en el propio movimientocomunista en detrimento de las posiciones marxistas - leninistas. Estas maniobras tenan y tienencomo primer objetivo esconder el papel de las mujeres comunistas y del conjunto del movimiento

    1. La manifestacin se llev a cabo bajo la consigna de Pan y Paz.

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    comunista en la lucha por la completa emancipacin de la mujer y, en nuestros das, forman partede la sostenida campaa anticomunista que las clases dominantes desarrollan en todos los pasescapitalistas.El fortalecimiento del movimiento comunista, de la mano del marxismo - leninismo, pasa hoy nece-sariamente por hacer frente ideolgicamente a todo tipo de revisin de nuestra historia de lucha ya la constante negacin de las innegables conquistas para la mujer que trajo consigo la toma del

    poder por la clase obrera en toda una serie de pases. No existe espacio para la neutralidad enla lucha ideolgica, toda posicin responde a uno u otro inters de clase, por lo que nuestra luchaen el terreno del combate por la liberacin de la mujer debe librarse sin concesiones ideolgicas.Lo anterior en ningn caso impide que, al igual que en otros terrenos, el Partido tenga la obligacinde analizar autocrticamente los errores cometidos y las insuficiencias de nuestro propio movimien-to; pero siempre desde las categoras cientficas del marxismo - leninismo, con sumo rigor y sin in-currir en las trampas ideolgicas, calumnias y revisiones histricas sembradas por los tanques pen-santes del imperialismo y sus agentes oportunistas en el seno del movimiento obrero y popular. Porel contrario, reafirmamos que la lucha del movimiento comunista y el triunfo del socialismo en todauna serie de pases, liberando a las mujeres de la opresin, elevndolas a los primeros puestos detrabajo, en la ciencia y en la cultura, influy decisivamente en la lucha emancipadora de las mujeresa escala mundial. Se comprob histricamente que la mujer, liquidando el rgimen de explotacin,puede y debe conquistar una vida en igualdad real y verdaderamente digna.

    3.- ORIENTACIN GENERAL DEL TRABAJO DEL PARTIDO.

    El avance del PCPE en la lucha por la emancipacin de la mujer.

    El proceso de fortalecimiento del PCPE, desde comienzos del presente siglo, trajo consigo que elactivo partidario, contando con ms capacidades militantes, se plantease nuevos retos, entre losque se encuentra el desarrollo de un trabajo sostenido y sistemtico hacia la mujer.

    Sin embargo, el Partido no se desarrolla en una urna de cristal, al margen de los debates clasistasque se dan en el seno de la sociedad, ni al margen de su propia historia. Los aos 90 estuvieronmarcados por un claro retroceso mundial de las posiciones marxistas - leninistas, lo que en nuestropas tuvo un fuerte impacto debido a las difciles condiciones en que haba luchado el movimientocomunista (clandestino durante la mayor parte de su historia) y a su escaso desarrollo terico. Eltriunfo del eurocomunismo fue contestado con la creacin del PCPE en 1984, pero acto seguido elavance del revisionismo en el PCUS y los distintos intentos de liquidacin, dejaron a nuestro movi-miento comunista en una precaria situacin que se agrav con el triunfo temporal de la contrarre-volucin.En este contexto se ampli extraordinariamente la influencia de tesis ajenas al marxismo - leninismoen el seno del movimiento obrero, incluso en sectores situados subjetivamente en el campo revo-

    lucionario. La lucha por la liberacin de la mujer no es ajena a esta lucha ideolgica, dndose unamplio predominio de las posiciones pequeoburguesas que tuvieron su origen en la dcada de los60 del siglo XX y que encontraron en Espaa unas condiciones especialmente favorables para sudesarrollo, situando ante todo la primaca de la libertad individual en todos los planos (incluido elsexual), encontr especial receptividad en sectores juveniles fundamentalmente universitarios quevivan una situacin de excepcional represin tras cuarenta aos de dictadura fascista.En resumidas cuentas, la burguesa no pudo ignorar que millones de mujeres en todo el mundoexigan que se pusiera fin a las discriminaciones y a la opresin de que son vctimas, creca la com-prensin de que la emancipacin de la mujer pasa por la liquidacin del rgimen de explotacin, ydesarroll entonces un gran esfuerzo para desviar las luchas emancipadoras hacia objetivos par-

    ciales (diversionismo ideolgico2

    ), adoptando medidas como la ya citada institucionalizacin del 82. En un trabajo publicado por Carmen Surez bajo el ttulo Feministas en la transicin asturiana se sita la siguiente reexin:Fueron los espacios llamados de la Nueva Izquierda, en donde se procedi a un anlisis ciertamente riguroso de las estructuras de

    poder y del funcionamiento de la sociedad. Conuan en ella ideologas diversas (anarquistas, trotskistas y maostas) y su objetivo

    era plantear una alternativa al mundo capitalista occidental y al socialismo burocrtico.

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    de Marzo por parte de la ONU en 1975, dando lugar a la variante del feminismo institucional en todauna serie de pases.Cuando el PCPE decide en su VIII Congreso (2006) abordar un trabajo sistemtico por la liberacinde la mujer que llev a la celebracin de la I Conferencia Feminista-, lo hace en un contexto dereflujo de la lucha de clases y de predominio absoluto de las posiciones pequeoburguesas en elseno de los llamados movimientos feministas, que oscilan en su mayor parte entre el denominado

    feminismo radical y el feminismo institucional; se hace adems sin establecer previamente en elPartido un debate ideolgico que concrete el marco para el abordaje de esta importante temtica,por lo que en los resultados de esa Conferencia se dieron elementos positivos que ayudaron a en-caminar el trabajo partidario, como lo fue la plataforma reivindicativa ms concreta emanada de lamisma3, junto a otros elementos negativos y confusos por su carencia de rigor ideolgico.Sin embargo, a pesar de las dificultades sealadas, la decisin adoptada en su da se demostrcorrecta, en la medida en que dio lugar a un trabajo sostenido que permiti que el Partido se en-cuentre hoy en mejores condiciones para definir las directrices prcticas y el marco ideolgico en elque debe encuadrarse la lucha comunista por la liberacin de la mujer, en correspondencia con laestrategia y la tctica revolucionaria adoptada por el IX Congreso y con la valoracin anteriormenterealizada respecto a la I Conferencia Feminista del PCPE.

    La relacin entre la lucha de clases en general y las reivindicaciones especficas de la mujer.

    Entre la lucha general por el poder poltico y la lucha especfica por la liberacin de la mujer existeuna relacin dialctica. La lucha por la transformacin del mundo, para poner fin al capitalismo mo-nopolista, es una lucha comn de hombres y mujeres que exige un combate permanente y decididocontra las ideas y prcticas retrgradas, condicin indispensable para el nacimiento del hombre yde la mujer nueva y la estructuracin de las relaciones personales y sociales sobre la base de lafraternidad, el respeto mutuo y la igualdad. La emancipacin de la mujer no puede ser contemplada

    como un aspecto terico que slo concierne a las mujeres, sino que, por el contrario, es un asuntocrucial que debe implicar al conjunto del movimiento revolucionario.Para el Partido Comunista es importante destacar la necesidad de profundizar la lucha por reivin-dicaciones especficas de la mujer, la lucha por objetivos concretos que contribuyan a la mejora desus condiciones de vida inmediatas, a la comprensin de la opresin a que est sujeta y al desa-rrollo de su conciencia poltica y social. Pero, tal y como se afirma en la tesis del IX Congreso, enesa lucha por los intereses inmediatos del pueblo trabajador y por la mejora de sus condicionesde vida, nuestro Partido no genera expectativas de tipo reformista en el seno de la clase obrera. Almismo tiempo que se emplea a fondo en cada reivindicacin, el Partido destaca la inviabilidad dealcanzar en el marco capitalista un futuro emancipado en el que las aspiraciones de las mayorassean satisfechas definitivamente, orientando e insertando cada lucha parcial en el proceso general

    de la lucha revolucionaria y organizada por el socialismo, entendindola como un proceso dialcticocon avances y retrocesos4.La lucha por la liberacin de la mujer no debe reducirse en ningn caso a problemas especficos.Eso llevara a separar la lucha de la mujer de la lucha general contra todas las formas de opresiny explotacin social, y, en ltima instancia, a exonerar al capitalismo, generando la ilusin reaccio-naria de que la igualdad pueda ser conquistada en el marco de esta formacin explotadora. Por elcontrario, la lucha por la satisfaccin de las reivindicaciones especficas de la mujer tendr muchasms posibilidades de xito cuanto ms estrecha sea su integracin en la lucha general por el socia-lismo - comunismo, que considera su tarea histrica liberar a la mujer de toda forma de explotaciny opresin, en coherencia con las enseanzas del materialismo histrico.

    En resumidas cuentas, la lucha general se profundiza en la medida en que la lucha por la liberacinde la mujer se fortalece y, del mismo modo, la lucha emancipadora de la mujer tendr ms fuer-

    3. Se acompaa como ANEXO I.

    4. PROPUESTA COMUNISTA N 61, Julio de 2011. Tesis Polticas aprobadas por el IX Congreso del PCPE. Pg. 89.

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    za cuanto ms estrechamente se articule con la lucha general por el socialismo y el comunismo,cuanto ms slidas y coherentes sean sus bases orgnicas. Inessa Armand, dirigente proletaria yresponsable del primer Departamento de la Mujer en la Revolucin Rusa, seal con toda claridadque si la liberacin de la mujer es impensable sin el comunismo, el comunismo es impensable sin laliberacin de la mujer. Esta frase, aparentemente sencilla en su razonamiento, trasluce una dialcti-ca profunda y certera: la relacin existente entre la lucha por el socialismo y la emancipacin de la

    clase obrera y la lucha por la liberacin de la mujer.

    La importancia de la lucha por la incorporacin de la mujer a la produccin.

    Uno de los aspectos esenciales de todo programa reivindicativo basado en una orientacin clasista,y que se convierte en condicin esencial para su emancipacin, es su independencia econmica,de la mano de su incorporacin masiva a la produccin.El acceso de la mujer al trabajo y a la realizacin profesional constituye una condicin objetiva parala igualdad del hombre y la mujer en el seno de la familia, junto a la igualdad en el trabajo, en lasociedad, en la accin poltica, en la vida cultural y civil. Por tanto, el derecho al trabajo y la histricareivindicacin de a igual trabajo igual salario, se convierten en pieza esencial de la lucha comunistapor la emancipacin de la mujer.Anteriormente se ha mencionado que la incorporacin de la mujer a la produccin, bajo el capitalis-mo, se da asumiendo un carcter subsidiario. Esta particular divisin sexual del trabajo se percibecon toda claridad en los momentos presentes, en que el capitalismo ha entrado en la mayor crisiseconmica de su historia, en que se amenaza con la prdida del puesto de trabajo, se elimina todotipo de derecho laboral (individual y colectivo), aumenta la tasa de explotacin, la desigualdad, lainjusticia social y se trata de destruir la lucha del movimiento obrero.La crisis capitalista repercute con especial gravedad en las condiciones de vida y trabajo de la mu-jer, que es ocupada en los puestos de trabajo menos remunerados5, que ve reducido su salario6,que es golpeada por la precariedad y el trabajo a tiempo parcial7, viendo cmo el precio de su fuerza

    de trabajo se sita por debajo del coste de reproduccin, lo que significa miseria8

    y dependenciaeconmica, o sea, el caldo de cultivo perfecto para un recrudecimiento no slo de la explotacincapitalista sino tambin de la opresin machista.Por tanto, la exigencia del derecho al trabajo de la mujer obrera y la lucha por sus derechos labo-rales cobra una esencial importancia para el Partido Comunista. Pero el acceso al trabajo, siendocondicin objetiva para la emancipacin de la mujer, no es, por s misma, condicin suficiente.Con frecuencia, la mujer trabaja ocho o ms horas en la fbrica, en los servicios o en el campo y,despus, recaen sobre ella exclusivamente o en su mayor parte todas los trabajos reproductivos9,5. Antes del inicio de la crisis (conforme a la EPA correspondiente al segundo trimestre de 2007) la tasa de actividad masculina se

    situaba en el 69,33% frente a una tasa de actividad femenina del 48,78%, a su vez la tasa de paro masculina se situaba en el 6,1%

    frente a una tasa de paro femenina del 10,49%. Conforme a la EPA correspondiente al segundo trimestre de 2014, con una tasa de

    actividad media del 59,61%, la tasa de paro masculino se sita en el 23,7% frente a una tasa femenina del 25,38%. Por tanto se hapasado de una diferencia en porcentajes de desempleo de ms de 4 puntos a algo ms de 2, lo que guarda relacin con la especial

    intensidad de destruccin de fuerzas productivas en sectores que emplean tradicionalmente mano de obra masculina y con el menor

    precio de la fuerza de trabajo femenina, rearmndose as su carcter subsidiario y su papel de ejrcito industrial de reserva.

    6. La Unin Europea estimaba en el ao 2007 que el salario de la mujer trabajadora espaola era un 17,6% inferior al de los traba-

    jadores varones. Conforme a los ltimos datos disponibles, correspondientes al ao 2011, esa diferencia se ampla hasta el 23%,

    debiendo trabajar 84 das ms que el hombre para alcanzar igual salario.

    7. En el ao 2007 las trabajadoras rmaron 1,9 millones de contratos a tiempo parcial frente a los 492.300 suscritos por los trabaja-

    dores. En el ao 2013 las trabajadoras rmaron 1,97 millones de contratos a tiempo parcial frente a 718.100 rmados por los traba-

    jadores. Al igual que en las variables analizadas en las notas anteriores, la reduccin de la brecha entre hombres y mujeres se debe

    por un lado a la diferente situacin de partida, y por otro a la destruccin de fuerzas productivas en sectores de tradicional empleo

    de fuerza de trabajo masculina y al menor precio de la fuerzas de trabajo femenina, que como ya se ha expuesto juega el papel de

    ejrcito industrial de reserva.8. Segn estadsticas de la Unin Europea la tasa de riesgo de pobreza femenina en el ao 2011 alcanz un 13,1% frente a un 10,5%

    de la tasa de pobreza masculina.

    9. Segn el Instituto Nacional de Estadstica, en el periodo 2009 2010, el 91,9% de las mujeres realizaban tareas domsticas y se

    ocupaban del cuidado de nios, ancianos o personas dependientes durante 4 horas y 29 minutos, frente al 74,7% de los hombres que

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    el cuidado de los hijos, de familiares dependientes y tambin del hombre, lo que no slo oprimea la mujer en un sentido general, sino que le dificulta participar regularmente en la vida poltica ysocial. En este sentido la lucha histrica del movimiento comunista por la socializacin del trabajoreproductivo reviste una importancia decisiva y cobra plena actualidad, facilitando con ello, adems,incorporar masivamente a la mujer a la lucha revolucionaria.La opresin de la mujer no slo se encuentra en la esfera laboral o econmica aunque sobre ella

    pivote la contradiccin principal-. Tambin hay que situar su opresin en el papel social al que lacondena la sociedad clasista, un papel en el que influye determinantemente la divisin social deltrabajo, las cuestiones ideolgicas, etc. Por lo que la eliminacin de la propiedad privada no ase-gura automtica y definitivamente la superacin del papel subsidiario de la mujer en la familia y lasociedad. Es necesario por tanto enfrentar el machismo en el seno de la clase obrera y de sus orga-nizaciones, como elemento esencial en la lucha por elevar la conciencia revolucionaria, como partede la necesidad que ya Lenin apuntaba de poner en prctica una poltica especfica e integral hacialas mujeres trabajadoras, en la que aspectos como el lenguaje, como expresin de la conciencia,tienen una importancia indiscutible para el Partido Comunista.

    La importancia de la socializacin del trabajo reproductivo.

    Frente a ciertas posiciones pequeoburguesas, que abogan por retribuir todo trabajo domstico enuna suerte de actualizacin laboral de la tradicional sociedad legal de gananciales, con la consi-guiente proletarizacin de la mujer en el seno del hogar y la reproduccin de roles, el Partido Comu-nista defiende la socializacin del trabajo reproductivo como una segunda condicin objetiva para laemancipacin completa de la mujer y, como se analizar en adelante, tambin para la destruccindel modelo burgus de familia. El anlisis de la reproduccin de la fuerza de trabajo, como parteesencial del funcionamiento econmico capitalista es imprescindible para entender la opresin dela mujer.En nuestros das, las fuerzas productivas han alcanzado tal grado de desarrollo que permitiran

    sin mayor problema, aplicando los avances cientfico - tcnicos al trabajo reproductivo y dedicandoal mismo una escasa proporcin de fuerza de trabajo, la satisfaccin social de la necesidad socialque supone todo trabajo reproductivo10. La reivindicacin de lavanderas colectivas, de comedorespopulares, de guarderas y otros centros de enseanza y estudio, de atencin a la tercera edad ypersonas dependientes, de espacios suficientes y adecuados para la prctica de actividades depor-tivas y de ocio popular, etc., se enfrenta hoy frontalmente a las relaciones de produccin capitalistas,que en condiciones de intensa crisis han encontrado en todos estos espacios lo que hipcritamentedenominan nuevos nichos de mercado, ofreciendo de manera privada esos servicios y mercancasa quienes puedan pagarlos.La socializacin del trabajo reproductivo fue probada con xito en todos los pases socialistas y, muyespecialmente, en la Unin Sovitica, que nos ofrece numerosos y ricos ejemplos de las nuevas

    condiciones en que se plantea entonces la lucha por la liberacin de la mujer, incorporada ya masi-vamente a la produccin y libre de las cadenas del trabajo domstico:

    - Antes de la Revolucin de Octubre el 83,4% de las mujeres rusas eran analfabetas. En 1982el 59% de las personas que completaban estudios de enseanzas especializadas y superioreseran mujeres y el analfabetismo haba sido completamente erradicado muchas dcadas atrs.- En 1982 las mujeres constituan el 51% de todos los obreros y empleados de la URSS.- Se erradic completamente el desempleo masculino y femenino y se termin con toda bre-cha salarial entre hombres y mujeres, aplicndose estrictamente el principio de a igual trabajoigual salario.

    dedicaban a estas tareas un promedio de 2 horas y 32 minutos. Atendiendo a la situacin laboral, las mujeres ocupadas dedicaban 3horas y 46 minutos diarios a las actividades del hogar y atencin familiar, mientras que los hombres dedicaban 2 horas y 21 minutos.

    10. Engels, en 1885, armaba: La verdadera igualdad de derechos para las mujeres y hombres puede, en mi opinin, hacerse rea -

    lidad slo cuando la explotacin de ambos por el capital haya sido abolida y el trabajo domstico privado se haya transformado en

    industria pblica.

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    - Se reconocieron derechos al subsidio por hijo a cargo, a la licencia pagada por maternidad,a la jubilacin 5 aos antes que los hombres y con 5 aos menos de prestacin de servicios,lo que se vea an ms reducido en trabajos especialmente penosos.- La enseanza era completamente gratuita, incluyendo libros de texto, transporte, residenciaen muchos casos, comedores gratuitos o a precios simblicos, etc.- La atencin mdica para la poblacin era completamente gratuita, articulndose una serie de

    beneficios para la mujer en el embarazo y en el parto, en la vejez y en la enfermedad.- Se articul una red de guarderas, jardines y hospitales infantiles, instituciones recreativas ycampamentos pioneriles tanto en los lugares de residencia como de trabajo, de carcter gra-tuito o a precios prcticamente simblicos.- Se establecieron planes para dotar a las familias de electrodomsticos, con la intencin defacilitar el trabajo reproductivo y de reducir el tiempo dedicado a estas tareas.- Se desarrollaron espectacularmente los servicios colectivos (lavandera, guardera, comedo-res, etc.), las instituciones culturales, los centros de ocio y esparcimiento (tanto en el lugar detrabajo como de residencia) y el mejoramiento de su calidad.- En 1976 se constituyeron en todos los niveles del poder, desde los sviets supremos hastalos locales, comisiones permanentes de diputados y diputadas encargadas de estudiar lascuestiones relativas al trabajo y la vida de la mujer, a la proteccin de la maternidad y de lainfancia. Adems se les invisti de plenos derechos y atribuciones para tomar decisiones, eje-cutarlas y vigilar su cumplimiento.

    Estos y otros muchos ejemplos ofrecen al Partido Comunista un enorme potencial en la lucha porlos derechos de la mujer, defendiendo la superioridad de la formacin socialista comunista tam-bin en este terreno.Al mismo tiempo que se reivindica y explica en trminos generales el carcter determinante de lasocializacin del trabajo reproductivo, la reivindicacin en el seno del capitalismo de diferentes pro-puestas de socializacin ofrece innumerables posibilidades de trabajo en los barrios de nuestras

    ciudades y tambin en el campo, permitiendo abrir toda una lnea de ataque contra el capitalismobasada en las necesidades inmediatas del pueblo, y muy especialmente de las mujeres, y de con-centracin de fuerzas en torno al Partido Comunista y las estructuras organizativas del Frente Obre-ro y Popular por el Socialismo. En este sentido, se pueden definir cuatro grandes lneas de trabajo:

    1.- Luchar por ampliar las estructuras sociales y servicios colectivos de apoyo a las familias popu-lares, como guarderas, comedores, lavanderas, centros de tercera edad, etc.; liberando a la mujery a la propia familia de la mayor parte de los trabajos reproductivos.2.- Luchar por mejorar las condiciones de vida, particularmente de las familias trabajadoras gol-peadas por la crisis, de forma que tengan acceso a electrodomsticos y a toda innovacin que laciencia y la tcnica van introduciendo en la vida domstica, tratando de aportar un enfoque colectivo

    ajeno a todo consumismo.3.- Luchar por cambiar la mentalidad dominante, alternando la tradicional y reaccionaria divisinde funciones en el hogar, y por una educacin desde la infancia basada en la igualdad, en lo quejuega un importante papel el esfuerzo y del hombre comunista por mantener en todo momento lacoherencia y constituirse en ejemplo prctico.4.- Integrar, como parte de nuestras seas de identidad comunista, una trabajo concreto de sen-sibilizacin hacia la situacin de opresin de la mujer, e integrar igualmente en nuestra prctica ynuestro discurso elementos que manifiesten este compromiso poltico e ideolgico con la justa cau-sa de la emancipacin de la mujer.

    Como hemos expuesto, la socializacin del trabajo reproductivo y domstico cubrira la mayor partede esas necesidades materiales y es una condicin objetiva para avanzar en la emancipacin delas mujeres trabajadoras. Pero por s sola no resuelve todas las contradicciones y problemas quesufren las mujeres de clase obrera en su vida familiar y personal. Aun consiguiendo la socializacin

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    de esas necesidades materiales del trabajo reproductivo, quedara a resolver la cuestin de las re-laciones afectivas y la convivencia en el seno de la familia.Son multitud las mujeres y familias de clase obrera o sectores populares que, por sus condiciones yhorarios laborales, ven muy mermado o casi anulado el tiempo del que disponen para compartir consus hijos, personas dependientes por edad o enfermedad, o familia en general. Baste como ejemplomencionar a las cientos de miles de mujeres que trabajan en el sector de la hostelera, con unos

    horarios que les impiden estar con su familia e hijos ms all de los reducidos tiempos de descansode los que disponen.Esa situacin genera un sobreesfuerzo fsico y psicolgico de millones de mujeres que apenaspueden descansar de su jornada laboral porque esos descansos coinciden precisamente el pocotiempo que tienen para dedicar a sus hijos o familiares dependientes. Y la situacin se agudiza es-pecialmente si no se dispone de una red de familia extensa (como los abuelos), que son un sostnclave en multitud de familias trabajadoras. A la larga, estas situaciones terminan en un alto porcenta-je de casos en el estrs y agotamiento personal de esas mujeres y en el deterioro de la convivenciafamiliar, que afecta tanto a las mujeres como a sus parejas, sus hijos y familiares dependientes.Como marxistas-leninistas debemos afrontar la lucha contra esta penosa situacin desde una pers-

    pectiva de clase, pues resulta evidente que no se encuentran en la misma situacin las mujeresde clase burguesa, pequeoburguesa o de la aristocracia obrera (que en muchos casos puedenacogerse a excedencias o reducciones de jornada) frente a la inmensa mayora de mujeres declase obrera que no tienen tal posibilidad, ya sea por las caractersticas de su puesto de trabajo oporque los ingresos familiares seran insuficientes en caso de solicitar una excedencia o reduccinde jornada.Se trata, pues, de un ejemplo ms de la hipocresa de la sociedad capitalista, al hablar de concilia-cin de la vida familiar y personal pero limitndose a recoger unos derechos formales cuya aplica-cin real depende de las posibilidades materiales y econmicas de las afectadas. Esta contradiccinentre derechos formales y derechos reales tambin afecta a sectores populares como las mujeresautnomas, que en muchos casos no pueden permitirse disfrutar de esos derechos tericos que

    les ofrece la legislacin burguesa, como sucede en el caso de muchas mujeres autnomas que nisiquiera pueden disfrutar al completo del permiso de maternidad.As pues, los comunistas en nuestro discurso sobre la socializacin del trabajo reproductivo, al tiem-po que participamos en las luchas por el reconocimiento real de los mencionados derechos parael conjunto de mujeres de clase obrera y sectores populares, debemos resaltar como un elementocentral que slo en el socialismo, con la socializacin y planificacin de la actividad econmicapodr ser resuelta la llamada conciliacin de la vida laboral, familiar y personal, supeditando loshorarios y condiciones de trabajo a las necesidades sociales y afectivo-familiares.Debemos contraponer las inmensas posibilidades que proporcionara la socializacin de la econo-ma (excedencias o reducciones de jornadas remuneradas a quienes deban hacerse cargo de niospequeos, mayores o familiares dependientes o gravemente enfermos, ampliacin del permiso pornacimiento o adopcin de hijos11) frente a los pauprrimos derechos que recogen leyes burgue-sas como la Ley de Dependencia, que no suponan ms que pequeos parches en la mayora delos casos, que no cont nunca con financiacin suficiente al no ser una prioridad para el sistemacapitalista y que incluso sufri recortes impuestos por las polticas de austeridad impulsadas desdeel imperialismo europeo.

    11. Un ejemplo de la supeditacin en el capitalismo de las necesidades familiares y de salud a los criterios econmicos es la dura-

    cin del permiso por parto o maternidad jada legalmente en Espaa en 16 semanas, mientras que la recomendacin de la OMS porcuestiones de salud (sin contar con las necesidades afectivas y familiares) es que la lactancia materna dura al menos 6 meses: De

    acuerdo con los resultados de la revisin, la lactancia materna exclusiva durante seis meses y la lactancia materna continua con

    una alimentacin segura, apropiada y adecuada se recomiendan como una poltica sanitaria mundial tanto para los pases desa-

    rrollados como para los pases en vas de desarrollo.

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    La importancia de plantear correctamente la cuestin de la familia.

    Para el PCPE, las tesis expuestas por Federico Engels sobre el origen de la familia, en su obra y en anlisis materialista histrico delnacimiento, papel y desarrollo de la institucin familiar, conservan plena actualidad y son insepa-rables del origen de la propiedad privada, con la que est directamente relacionada la situacin de

    opresin soportada por la mujer a lo largo de los siglos. La necesidad de garantizar los derechos deherencia de la propiedad privada a los hijos del propietario fue la base sobre la que histricamentenacieron una valores, una moral y unas leyes que establecieron sobre la mujer una brutal camisade fuerza para garantizar su supeditacin a esta funcin reproductora y transmisora de la propiedadprivada.La primera revolucin obrera triunfante comprendi, desde su inicio, el papel trascendental de lafamilia en la raz de la opresin de las mujeres, as como las enormes dificultades para lograr laigualdad dentro de la familia como condicin imprescindible para lograr la liberacin de la mujeren el conjunto de la sociedad. Lenin escribi en 1920, que lograr la igualdad real entre hombres ymujeres dentro de la familia entre hombres y mujeres es un problema arduo. Todos nuestros hbitos

    domsticos debern ser revolucionados antes de que pueda suceder. Y, sin embargo, es obvio quesi no hay verdadera igualdad entre marido y mujer en la familia, tanto en lo cotidiano como en suscondiciones de vida, no podremos hablar seriamente de su igualdad en el trabajo, en la sociedad eincluso en la poltica.Las clases dominantes, y sus portavoces en el seno del movimiento obrero y popular, a travs desus ideas polticas, sociales, religiosas, etc., contraponen la naturaleza masculina a la femenina,presentando la primera como , productora, creadora, con vocacin para el ejercicio delpoder, etc., y la segunda como fsica e intelectualmente, reproductora y pasiva, con voca-cin para el hogar y la crianza, estimulando y legitimando la opresin ejercida contra la mujer y susobreexplotacin capitalista. As, en la mentalidad de los hombres y de las propias mujeres terminainculcndose la aceptacin de todo esto como natural, moral, normal y eterno.

    Sin embargo, para el marxismo - leninismo las discriminaciones y la opresin que sufre la mujertienen un soporte material, radican en la sociedad basada en la propiedad privada de los medios deproduccin; discriminaciones y opresin que consagradas ideolgicamente encuentran expresinen la legislacin, la religin, la moral dominante, la poltica, los hbitos y costumbres, etc. Al igualque la familia monogmica, concebida como pilar de la estructura social basada en la propiedad pri-vada, el dominio del hombre sobre la mujer fue producto del desarrollo histrico y no prueba de unaprimaca natural del hombre sobre la mujer. Por tanto, tuvo un inicio y tambin tendr un final. Leninaborda el asunto de la esclavitud domestica con especial profundidad, dado que para l se trata deun elemento central de la teora marxista sobre la opresin de la mujer, situando como fuente de esaopresin el papel de la familia como unidad de reproduccin de la fuerza de trabajo en las sociedadclasistas, jugando la mujer un papel desigual y degradante en su seno.En la sociedad actual contina el predominio de la familia monogmica12, si bien avanzan diferentesconfiguraciones familiares estrechamente ligadas a la clase social, al entorno social, las tradicionesy el crecimiento de la diversidad de situaciones individuales. En todo caso, esta variedad continaasentada sobre condiciones de opresin hacia la mujer, que corren el riego de extenderse en la me-dida en que se desarrolle la crisis capitalista sin que se vea sustancialmente alterada la correlacinde fuerzas, y con el peligro de avance de opciones polticas extremadamente reaccionarias13.Junto a la lucha por la incorporacin de la mujer a la produccin, por sus derechos laborales, y porla socializacin de los trabajos reproductivos, el combate contra los prejuicios, las concepcionesarcaicas y reaccionarias subyacentes en muchas actitudes hacia la mujer, la lucha por el cambio delas mentalidades -que es una lucha ideolgica,- reviste extraordinaria importancia en el combate

    12. En el ao 2007 los hogares contabilizados por el INE conforme el modelo de pareja sin hijos o con hijos alcanzada el 85,1 %.13. De hecho, hay estadsticas que apuntan a un retroceso en la mentalidad que respecto a estos asuntos tienen la juventud espaola,

    como muestra el dato del Instituto de la Juventud que apuntaba a que un 20% de jvenes de ambos sexos consideraban en 2008 que

    el modelo ideal de familia es aqul en el que la mujer trabaja menos horas o no trabaja, para hacerse cargo de la casa y de los hijos,

    mientras que el ao 2002 el dato se situaba en un 18%.

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    por la emancipacin de la mujer y por el socialismo - comunismo.Frente al modelo de familia burguesa, en sus diferentes expresiones, lo determinante para el Par-tido Comunista es el derecho a la felicidad personal; en la sociedad socialista por la que luchamos,como sealan nuestras tesis congresuales, al liberar a la familia de la tarea de proporcionar losmedios econmicos para la supervivencia de sus miembros no productivos, solamente quedarnen pie el cario y el amor, dando lugar a formas nuevas de relaciones afectivas entre padres e hijos,

    en el seno de una comunidad de personas libres e iguales14.Nuestra lucha por la igualdad de derechos, por la libertad, por la humanizacin de las relacionespersonales, est dirigida a terminar con toda forma de explotacin y tambin con la violencia y laagresividad, la mezquindad, la hipocresa y la alienacin de la ideologa burguesa que convierte ala mujer en objeto. Luchamos por poner fin a toda relacin de dependencia de la mujer, personal,afectiva y sexual; por poner fin a toda relacin de y de o del hom-bre sobre la mujer, que tiene como corolario la falta de consideracin y de respeto, las agresionesfsicas y psicolgicas, la violencia sexual estimulada por la ideologa burguesa reaccionaria a travsdel cine, la TV, la publicidad y la difusin de pornografa. El combate contra situaciones de opresin,humillacin y violencia de que las mujeres son vctimas, la desmitificacin de conceptos alienantes

    y retrgrados, es parte inseparable de la lucha comunista.Al mismo tiempo, la militancia comunista debe luchar contra ciertas concepciones (basadas funda-mente en el llamado feminismo de la diferencia o feminismo radical) que apuntan al hombre comoresponsable de la esclavizacin de la mujer, elevndolo a la categora de ,absolutizando la necesidad del cambio de mentalidades como camino emancipador, reduciendola discriminacin y opresin de la mujer al campo de lo subjetivo, presentando a las mujeres comovctimas del de la , y ocultando que las causas de lasubalternizacin social y opresin de la mujer radican en la sociedad de clases, con lo que desvanel combate por la liberacin de la mujer de su terreno principal: la lucha por poner fin al sistema deexplotacin, que es una lucha comn del hombre y la mujer.Fue Engels quien al sealar que el desenvolvimiento libre de cada uno como condicin para el libre

    desenvolvimiento de todos defini magistralmente la esencia de la emancipacin de la mujer y dela relacin de la mujer con el hombre. Y Lenin quien destac que la emancipacin de las mujerestrabajadoras debe ser obra de ellas mismas, cuyo xito depender en gran medida de su grado deorganizacin y disposicin combativa. Pero al mismo tiempo, tanto los fundadores del socialismocientfico, como el movimiento comunista internacional, destacaron siempre que la lucha por laigualdad y por la solucin de los problemas especficos de la mujer no puede ser encarada comouna tarea exclusiva de las mujeres, sino que se trata de una lucha comn inserta en el combatepermanente por sus reivindicaciones especficas en el marco de la lucha contra el capitalismo.Las y los bolcheviques siempre entendieron que la lucha por el socialismo requera no slo de uncambio revolucionario en las relaciones de produccin y distribucin, sino una transformacin re-volucionaria en las relaciones sociales, que slo podan darse en funcin del protagonismo de lasmasas y de su lucha.

    Directrices fundamentales para la lucha comunista por la liberacin de la mujer.

    A la vista de las consideraciones anteriores, las mujeres comunistas y toda la estructura partidariason insustituibles en la lucha por la emancipacin de la mujer, para que las trabajadoras y todaslas mujeres del campo popular adquieran conciencia de que la lucha contra las desigualdades yla opresin, la lucha por sus derechos, es indisociable de la lucha contra el capitalismo. Por tanto,es tarea de todo el PCPE y tambin de los CJC, orientar la accin de la militancia siguiendo lassiguientes directrices:

    1.- La lucha revolucionaria por transformaciones sociales que apunten a la incorporacin masivade la mujer a la produccin, por sus derechos laborales y por la socializacin del trabajo reproduc-tivo, que son la base y el factor dinamizador fundamental del avance del proceso de emancipacin

    14. Propuesta Comunista N 61, Julio de 2011. Pg. 98.

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    de la mujer y de su relacin con la lucha general por el socialismo - comunismo.2.- La lucha de todo el Partido en la esfera poltica, social, cultural e ideolgica contra toda formade explotacin, discriminacin y opresin de la mujer.3.- Impulsar la participacin activa de las mujeres en las filas del Partido y los CJC en todos losfrentes de trabajo y en todos los niveles de responsabilidad, nombrando responsables en cada or-ganizacin y en cada nivel de direccin que se encarguen del desarrollo y seguimiento sistemtico

    del trabajo hacia las masas de mujeres obreras y de los sectores populares.4.- La organizacin y movilizacin de las mujeres por el Partido y los CJC para la lucha en defensade sus intereses y derechos y por objetivos concretos e inmediatos relacionados, preferentemente,con lo sealado en el punto 1.5.- La participacin determinante de las mujeres comunistas en la creacin y desarrollo de organi-zaciones de mujeres, siguiendo la tctica que se desarrollar en el siguiente epgrafe.

    4.- LA LUCHA POR LA EMANCIPACIN DE LA MUJER EN LA ESTRATEGIA REVOLUCIONA-RIA DEL PCPE.

    El IX Congreso del Partido acord una nueva forma de entender la poltica de alianzas que parte delos intereses objetivos de las distintas clases sociales enfrentadas en uno u otro grado al poder delos monopolios. Por tanto, hablamos de una alianza social, bajo direccin de la clase obrera, con lossectores populares empobrecidos, los trabajadores y trabajadoras autnomas y profesionales, conel campesinado pobre y con la juventud y la mujer de las capas populares. La expresin organizativade esa alianza social, enfrentada a los monopolios, conformar el Frente Obrero y Popular por elSocialismo opuesto al bloque dominante oligrquico burgus.Esta nueva forma de concebir las alianzas se encuentra en correspondencia con la estrategia revo-lucionaria aprobada, que parte de la afirmacin de que vivimos en la poca de transicin revolucio-naria del capitalismo al socialismo y de la inexistencia de cualquier poder intermedio entre el poderde los monopolios y el poder de la clase obrera. Por tanto, la revolucin en nuestro pas ser una

    revolucin socialista, para la que es necesaria la maduracin del factor subjetivo, el fortalecimientodel PCPE y la acumulacin de fuerzas en un sentido clasista para la confrontacin con los monopo-lios, el cambio de correlacin de fuerzas y el estallido de la crisis revolucionaria.El triunfo revolucionario en Espaa, al igual que en cualquier otro pas, es imposible sin una implica-cin decidida de la mujer obrera, que debe jugar un papel dirigente en el movimiento general por laliberacin de la mujer. Y, para que esto suceda, las militantes comunistas y todo el activo partidariodeben jugar un papel de vanguardia, ajustando la tctica en cada momento para avanzar hacia elobjetivo estratgico: la toma del poder y la construccin del socialismo - comunismo.En lo referente a la cuestin de la mujer, como en el resto de frentes de masas, ya han pasado lostiempos de resistencia en que era suficiente mantener una orientacin general. El desarrollo actualde la lucha de clases requiere que el Partido Comunista elabore planes de intervencin concretosen cada mbito. En el caso de la mujer, es necesario partir del anlisis de la situacin que atraviesael denominado movimiento feminista, del anlisis de su composicin actual y tambin de sus posi-ciones y componente de clase, de forma que se pueda avanzar con paso firme en la definicin deuna tctica de intervencin correcta como mejor garanta para la construccin y desarrollo de unPartido Comunista donde la participacin de las mujeres trabajadoras sea una cuestin prioritaria.

    Evolucin y crisis del movimiento feminista.

    La primera cuestin que se debe plantear al analizar la situacin que atraviesa el movimiento femi-nista es qu entendemos por tal, pues bajo la definicin de feminista han actuado y actan mujeres

    de diferentes clases sociales y con posiciones abiertamente enfrentadas.Como se ha adelantado con anterioridad, el feminismo tiene un origen burgus y parte del momentoen que la burguesa era una clase ascendente, una clase progresista. De la mano de las primerasrevoluciones burguesas triunfantes naci como primera expresin feminista el sufragismo, centrado

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    en la reivindicacin parcial del derecho al voto femenino y la igualdad legal de la mujer, si bien laproclamacin formal del sufragismo, convencionalmente, data del 19 de Julio 1848, en que se firmala Seneca Falls o Declaracin de Sentimientos en el estado de Nueva York, es lo que se conoce hoycomo del movimiento feminista.En paralelo, la Revolucin Industrial trajo consigo la incorporacin de la mujer al trabajo fabril, queatraa especialmente a los burgueses -al igual que el trabajo infantil- por su menor coste. En paralelo

    al movimiento feminista nace entonces un movimiento de las mujeres proletarias, ligado desde susorgenes al movimiento obrero revolucionario general15, que al mismo tiempo que reivindicaba elderecho al voto para la mujer y su igualdad legal, ligaba esas reclamaciones a la lucha general dela clase obrera por su emancipacin.En la medida en que en una gran parte de los pases capitalistas es conquistado el derecho al votoy reconocido en uno u otro grado la igualdad formal ante la ley, el movimiento sufragista se desin-tegra como movimiento caracterizado por su esencia burguesa y, por tanto, vinculado al conceptode individualidad propio de la tradicin poltica liberal, llegando a su fin tras la I Guerra Mundial. Esecarcter de clase condujo a que muchas de las feministas burguesas negasen a la mujer proletarialo que reivindicaban para s mismas, sirva como ejemplo el caso de una de las primeras tericas so-

    bre la cuestin de la mujer, la filsofa y escritora inglesa Mary Wollestonecraf que, al mismo tiempoque exiga los mismos derechos para las mujeres que para los hombres de su clase social, no creaque las mujeres trabajadoras pudieran igualarse a las burguesas, negndoles incluso el acceso ala educacin.Alcanzada la igualdad formal ante la ley, aunque no en la vida, el feminismo de matriz burguesase retira, quedando la lucha por la liberacin de la mujer en manos del movimiento obrero revo-lucionario que, desde un inicio, confront abiertamente con las posiciones burguesas, incluso enlas reivindicaciones que puntualmente pudieran ser compartidas, como fue la reivindicacin delsufragio femenino. Al respecto Clara Zetkin, en su obra , afirmaba:

    Nuestra reivindicacin del derecho al voto de la mujer no es una reivindicacin feminista, sinouna reivindicacin de clase y de masas del proletariado El derecho al voto ayuda a lasmujeres burguesas a saltar las barreras que obstaculizan sus posibilidades de formacin y deactividad bajo la forma de privilegios del sexo masculino. Para las proletarias, este derechorepresenta un arma para la batalla que debern librar a fin de que la humanidad se vealibre de la explotacin y el dominio de clase16.

    Tal y como se ha expuesto epgrafes anteriores, comenz entonces una etapa marcada por la luchadel movimiento obrero, donde tanto la Internacional de Mujeres Socialistas, que celebr su primeraconferencia en 1907 y la segunda en 1910, proponiendo en sta ltima la celebracin del Da In-ternacional de la Mujer Trabajadora, como posteriormente, tras la traicin socialista en la I GuerraMundial, la Internacional Comunista marcaron la pauta. Clara Zetkin, desde su compromiso revolu-cionario, afirmara tambin:

    La lucha de emancipacin de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que de-sarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase; por el contrario, la suya es una luchaque va unida a la del hombre de su clase contra la clase de los capitalistas.

    Con el triunfo de la Revolucin de Octubre se inici la poca de transicin al socialismo, la era de lasrevoluciones proletarias. El Poder Sovitico elev a la mujer a una nueva condicin y el movimientoobrero revolucionario mundial luchaba por el poder teniendo presente, desde el punto de vista de las

    mujeres, los inigualables logros alcanzados en el socialismo. Millones de mujeres lucharon junto asus compaeros de clase en cada huelga, en cada manifestacin, en cada nuevo intento de asalto

    15. Baste sealar al respecto el papel de las petroleras en la Comuna de Pars, primer estado proletario de la historia de la humanidad.

    16. Los destacados son nuestros.

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    al poder y tambin en la resistencia antifascista. El movimiento comunista internacional fue el encar-gado de organizar, casi en exclusiva, el 8 de Marzo como Da Internacional de la Mujer Trabajadora,impuls la organizacin de la Federacin Democrtica Internacional de Mujeres (FDIM) en 1945 y,en nuestro pas, fue en Partido Comunista quien, ya en 1933 cre la Agrupacin de Mujeres Anti-fascistas (denominacin utilizada durante la guerra nacional revolucionaria) y ms tarde, en plenaclandestinidad, impuls la creacin del Movimiento Democrtico de Mujeres (MDM) en 1965.Sin embargo, tanto esfuerzo y heroicidad demostrada en la lucha de clases, en el combate contrael fascismo, en fbricas y campos, no mereci para cierta historiografa burguesa y para ciertosfeminismo hablar de una nueva .Con el nacimiento en los Estados Unidos de la dcada de los 60 de la denominada New Left (NuevaIzquierda) y de su traslacin a Europa al calor de las luchas de Mayo del 68, comenz a hablarsede una feminista, como uno de los denominados nuevos movimientos sociales,en gran parte basndose en las teoras expuestas por Simone de Beavoir en su obra (1949), de matriz existencialista. Esa influencia se combin con los movimientos raciales enEEUU, con la lucha pacifista ante la Guerra de Vietnam y con las posiciones del movimiento hippiey, ya en Europa, de la mano de la Escuela de Frankfurt y de autores tan peculiares como Wilhelm

    Reich, se trata de sintetizar con las posiciones de la nueva escuela psicoanaltica. Finalmente lainfluencia de organizaciones pequeoburguesas de base anarquista, trotskista y maosta que enEuropa conformaron junto a otros la denominada Nueva Izquierda, lanzaron un ataque ideolgicoen toda regla contra los principios esenciales del marxismo leninismo, enfrentando feminismo ymarxismo desde una posicin abiertamente pequeoburguesa y rabiosamente antisovitica.Ese fenmeno lleg a Espaa con cierto retraso en la dcada de los 70 encontrando un caldo decultivo inigualable. El viraje eurocomunista del PCE y la existencia de toda una generacin que co-menzaba a acceder a la Universidad y a la que el fascismo le negaba las libertades ms bsicas,forj las condiciones idneas para el nacimiento de una serie de organizaciones, autocalificadascomo extrema izquierda, que abrazaron las teoras pequeoburguesas respecto a la cuestin de lamujer y la mayor parte de los planteamientos de la Nueva Izquierda17, entre ellas MCE, PTE, ORT

    BR, LCR, LC, etc. Frente a los planteamientos extremadamente individualistas y ajenos por com-pleto a la clase obrera del feminismo radical hicieron un intento entonces de levantar una suerte defeminismo socialista que combinase parte de las teoras de la nueva ola feminista con el marxismoy la lucha de clases.Las luchas libradas durante esta etapa tuvieron la virtualidad de visibilizar las condiciones especfi-cas de opresin de la mujer y de conquistar algunos objetivos parciales. Sin embargo, en plena cri-sis del PCE, la militancia y las organizaciones que persistan en la defensa del marxismo leninis-mo no fueron capaces por aqul entonces de responder con la contundencia precisa a los ataquesideolgicos que se producan por la derecha y por la izquierda y de dar a la lucha por la liberacinde la mujer la profundidad necesaria en una perspectiva revolucionaria. No obstante, la cuestinde la mujer no despareci de la poltica comunista. En el Congreso de Unidad de los Comunistas,reunido en Madrid del 13 al 15 de enero de 1984, se aprob una en la que se sita correctamente tanto la preocupacin del Partido Comunista como elenfoque del trabajo en lo relativo a la cuestin de la mujer. En la resolucin, entre otras cuestionesse seala lo siguiente:

    El tema de la mujer es un aspecto de nuestra lucha que se presta a muchas confusiones. Laopresin de la mujer arranca desde el mismo momento de la aparicin de la propiedad priva-da, se manifiesta de diferentes maneras en distintos periodos de la historia y alcanza un nuevorasgo en el capitalismo.Nosotros, como organizacin que lucha por la liberacin de la clase obrera, debemos con-

    17. Carmen Surez, en su ya citada obra, seala: Este feminismo encontr sus aliados naturales en los partidos de ideologas deizquierdas: nuevas izquierdas, izquierdas revolucionarias. En Espaa y en Asturias, la Nueva Izquierda se enmarc en el conjunto de

    partidos situados a la izquierda de los comunistas como el Movimiento Comunista (MC), la Liga Comunista Revolucionaria (LCR),

    el Partido de los Trabajadores de Espaa (PTE), la Organizacin Revolucionaria de los Trabajadores de Espaa (OCE) Bandera

    Roja (BR), entre otros.

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    templar tambin desde una perspectiva revolucionaria el problema de la doble opresin de lamujer. ()

    Pero los sucesos en la URSS, con el avance de la Perestroika y la Glasnost, los sucesivos intentosde liquidacin del Partido y finalmente el triunfo contrarrevolucionario en la mayor parte del camposocialista, sumieron a nuestro Partido y al conjunto del Movimiento Comunista Internacional en unagrave crisis que trajo consigo un debilitamiento poltico - ideolgico extremo. Por tanto, los ataquesal marxismo leninismo, lanzados por la Nueva Izquierda y todo tipo de organizaciones pequeo-burguesas, tanto en el terreno de la lucha por la emancipacin de la mujer como en otros campos,quedaron en muchos casos sin respuesta. Esos ataques, como ha sucedido en otros momentos dela historia de la lucha de clases, se centraron en tres aspectos bsicos:

    - El modelo de leninista de Partido.- El papel central de la clase obrera como sujeto revolucionario.- La dictadura del proletariado y los pases socialistas.

    Recorriendo la historiografa feminista, burguesa y pequeoburguesa, desde finales de los aossesenta hasta nuestros das, se suceden una vez tras otra los ataques contra estos tres pilares delmarxismo leninismo18.Estas posiciones, a los largo de los aos noventa y de la primera dcada del presente siglo, secombinaron con cierto auge de las teoras posmodernas en el seno de la izquierda social y polticaque llega hasta nuestros das. A las elaboraciones anteriores, enfrentadas abiertamente a los Parti-dos Comunistas, se sumaron los planteamientos tericos de autores como Toni Negri, Michel Hart,Slavoj Zizek y otros. En paralelo se reforz el papel del feminismo institucional protagonizado funda-mentalmente por el PSOE y por Izquierda Unida, aunque tambin por organizaciones nacionalistasde izquierda con peso institucional, fundamentalmente en Galiza, Euskadi y Catalunya.Fruto del proceso descrito, la situacin actual de los movimientos feministas se caracteriza por las

    notas siguientes:

    - El papel especfico de la mujer trabajadora y los planteamientos de clase son prcticamenteinexistentes o se encuentran en una situacin muy minoritaria en el seno del movimiento, enel que predominan posiciones de matriz pequeoburguesa.- No existe un referente organizativo de mbito estatal, sino que la tnica general es la disper-sin en multitud de asociaciones y plataformas de mbito local, sectorial y, en algunos casosexcepcionales regional o autonmico.- Las organizaciones de carcter estatal son correas de transmisin de algunos partidos po-lticos, tal y como sucede en el caso de Fundacin Mujer respecto al PSOE o del MovimientoDemocrtico de Mujeres, recuperado por el PCE a lo largo del ao 2013.- La presencia comunista en el movimiento es sumamente desigual, pero en todo caso estestimonial, sin llegar a jugar un papel dirigente en las organizaciones y plataformas existentessalvo en ocasiones y lugares puntuales.

    Por tanto, si hablamos de movimientos feministas podemos sealar sin miedo a equivocarnos quellevan aos inmersos en una seria crisis. Y si nos referimos a la lucha de la mujer trabajadora por laemancipacin de la mujer, sencillamente, debemos constatar que las posiciones se limitan al meroreformismo defendido por algunos sectores militantes del oportunismo o a las diferentes seccionesde mujer de los sindicatos, jugando las posiciones revolucionarias un papel testimonial.Partiendo del carcter determinante que en la estrategia comunista juega la incorporacin de la mu-

    18. En la obra de Judith Astelarra < Libres e Iguales?> se explicitan estos ataques de la forma siguiente: As, el movimiento fe -

    minista se han dado formas organizativas diferentes a la de los partidos de izquierda, sobre todo en el caso de los que practican el

    centralismo democrtico. De hecho las concepciones vanguardistas de estos partidos son radicalmente diferentes a las del feminismo

    y rechazadas por l. O.C. pg. 51.

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    jer a la lucha de clase general, y tambin la organizacin de un movimiento por la emancipacin dela mujer que haga del combate diario por sus reivindicaciones parte del proceso de acumulacin defuerzas y de reagrupamiento clasista, es imprescindible que el PCPE defina con claridad la tcticaque debe guiar la actuacin de la militancia comunista, lo que adems debe hacerse de tal maneraque permita avanzar en las filas del Partido y de la Juventud Comunista en la comprensin de laimportancia de una lucha decidida, desde posiciones marxistas leninistas, por la emancipacinde la mujer, implicando en esa lucha general a toda la militancia. Debemos desarrollar un trabajoespecfico que tenga un impacto real en el movimiento obrero, en los autnomos y autnomas, enel campesinado pobre, en la juventud obrera y popular.

    El Frente Obrero y Popular por el Socialismo y la emancipacin de la mujer.

    La cuestin de la mujer, as como todas aquellas en las que interviene la militancia comunista, estmediada por el hecho de vivir en la poca de transicin del capitalismo al socialismo, la poca de larevolucin proletaria. En nuestros das, se colocan frente a frente dos clases sociales: proletariadocontra burguesa. Las capas medias, desde el punto de vista objetivo de sus condiciones materiales

    de vida, son aliadas de la clase obrera, pero mayoritariamente se sitan en posiciones polticas quefavorecen la dominacin capitalista. Ante este orden de cosas, nuestro Partido Comunista trabajapara la concentracin de fuerzas clasistas en una direccin de derrocamiento del capitalismo, delpoder de los monopolios en Espaa, por la destruccin del Estado y de todos sus mecanismos dedominacin y opresin.Sin poltica de alianzas no cabe la posibilidad de un planteamiento serio respecto a la toma delpoder. El IX Congreso del PCPE, en ese sentido, apunt la necesidad de conducir el proceso deacumulacin de fuerzas hacia la construccin de un Frente Obrero y Popular, al que bajo direccinobrera estn llamados diferentes sectores sociales. Se trata por tanto de una alianza social entre lasdiferentes clases y sectores sociales enfrentados en uno u otro grado al dominio de los monopolios,superando las concepciones del anterior Frente de Izquierdas y de toda concepcin de las alian-

    zas basada en una suma de organizaciones, en una mera suma de siglas.Somos conscientes de que no basta con que nuestras ideas sean justas, sino que es necesariocontar con la fuerza y con la organizacin necesaria para que las ideas triunfen, luchando por alte-rar la correlacin de fuerzas existente. Partiendo de que esa frente de lucha no es la suma de lasdebilidades existentes, sino la alianza de las capas oprimidas. Y entre esas capas oprimidas se en-cuentra la mujer de la clase obrera y del pueblo, llamada a integrar el Frente Obrero y Popular queestamos construyendo para avanzar en la organizacin de la contraofensiva que conduzca al poderobrero y popular y a la construccin del socialismo comunismo.Ese es el camino estratgico trazado por el Partido y por los sectores leninistas del Movimiento Co-munista Internacional con los que mantenemos relaciones preferentes, relaciones internacionalistas

    de hermandad. Por tanto, la tctica en todos los frentes de trabajo debe corresponderse y servir aese enfoque, tambin en la cuestin de la mujer. A continuacin se apuntan una serie de propuestasde trabajo con la intencin de que as sea.

    Propuestas de trabajo.

    En el epgrafe correspondiente se ha analizado la orientacin general del trabajo del Partido y laslneas de trabajo a seguir en la lucha por la emancipacin de la mujer. Resta, por tanto, definir latctica que se corresponda con la estrategia general del Partido:

    1.-Organizar a la mujer trabajadora para la lucha por su propia emancipacin. Como se seala

    con anterioridad, es necesario convertir las ideas en fuerza organizada, por tanto, la mujer trabaja-dora debe organizarse a todos los niveles para librar con xito la lucha emancipatoria. No se trataahora de analizar la organizacin de la mujer en el Partido o en el movimiento sindical (que debenser impulsadas), sino de analizar la necesidad de organizar a la mujer para librar una lucha espec-

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    fica contra la opresin especfica que sufre en el capitalismo.En su momento, en Comit Central acord la creacin de la Asociacin Feminista por el Socialismocomo instrumento para vincular el trabajo de las camaradas a la Federacin Democrtica Interna-cional de Mujeres. Sin embargo, esa sigla instrumental difcilmente puede cumplir con la tarea de or-ganizar un amplio movimiento de mujeres, tanto por la confusin que genera el empleo del trminofeminista como por incluir en su denominacin la cuestin del socialismo. Debemos tener presenteque en el movimiento de mujeres, al igual que en otros frentes de masas, pueden y deben participarcon toda legitimidad personas que luchando contra el poder de los monopolios no compartan sinembargo la propuesta socialista comunista del Partido. Ser la correcta intervencin de la mili-tancia comunista la que logre elevar los niveles de conciencia de los sectores sociales llamados aconstruir la alianza social, sin que a priori una u otra denominacin del referente organizativo puedadificultar esa tarea, pues de lo contrario las estructuras llamadas a integrar el FOPS se convertirnexclusivamente en un lugar de encuentro sectorial de la militancia comunista.Se deben sealar las funciones de la organizacin de mujeres que proponemos construir y tambinla denominacin ms adecuada. En cuanto a las funciones y caractersticas de la organizacin sepropone lo siguiente:

    - La organizacin debe dirigirse a aglutinar, organizar y concienciar a las amplias masas demujeres de extraccin obrera y popular.- La organizacin debe tener un mbito estatal, de acuerdo con el marco en que se desarrollala lucha de clases.- La organizacin debe insertar su lucha en la lucha general contra el poder de los monopolios,teniendo como mbito especfico de intervencin la lucha contra la opresin especfica de lamujer bajo el capitalismo.- La organizacin debe insertar su actividad a escala internacional en la FDIM.

    En cuanto a la denominacin de la organizacin de mujeres, y puesto que el PCE ha recuperado

    la sigla del Movimiento Democrtico de Mujeres (MDM) impidiendo con ello recuperar la denomi-nacin de la organizacin de masas histrica, como hubiera sido deseable, en lnea con lo quehoy hacen Partidos Comunistas como el portugus o el de Grecia, se propone la denominacin deMovimiento por la Liberacin de la Mujer (MLM), toda vez que durante un periodo temporal relati-vamente corto, el Movimiento Democrtico de Mujeres incluy tambin esa denominacin, dandolugar al MDM MLM.

    2.- Plan de trabajo para la organizacin del Movimiento por la Liberacin de la Mujer.La rea-lidad de cada una de nuestras organizaciones no es la misma en el trabajo por la emancipacin dela mujer. En algunos casos hay camaradas trabajando en asociaciones de mujeres, en otros hay

    camaradas representando al Partido y a los CJC en plataformas de mujeres, y en muchos lugaresel trabajo se desarrolla exclusivamente como Partido o, en algunas ocasiones, ni siquiera se de-sarrolla. Con tal dispersin y sin un plan central que unifique el trabajo comunista es sencillamenteimposible convertir las ideas en fuerza organizada y alterar la correlacin de fuerzas.Por tanto, se proponen las siguientes orientaciones:

    a)El Comit Central del Partido legalizar una asociacin denominada Movimiento por la Li-beracin de la Mujer (MLM), mediante un cambio en los registros que procedan del nombre dela Asociacin Feminista por el Socialismo.b)Se comunicar a la FDIM ese cambio, de tal forma que a partir de ahora se trabaje en elmbito internacional como MLM.

    c)En los lugares en que el Partido trabaja en plataformas, donde trabaja slo como Partido odonde no trabaja, se responsabilizar a camaradas concretas de organizar el MLM, contandopara ello no slo con militantes comunistas, sino con todas las mujeres del entorno partidarioque estn dispuestas a ello.

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    d)En los lugares en que las camaradas trabajan en alguna realidad organizativa, se elevarun informe a la Comisin Feminista del Comit Central sobre las posiciones y composicin deesas asociaciones, as como de las posibilidades de trabajo en las mismas y de su vinculacinal Movimiento por la Liberacin de la Mujer, que asumir la forma de Federacin, de tal formaque cualquier asociacin de mujeres pueda solicitar su ingreso, respetndose su denomina-cin con la condicin de que tras la misma se incluya la de MLM.

    e)Una vez que se constituya un nmero suficiente de organizaciones del MLM, se convocarun Encuentro Estatal por la Liberacin de la Mujer, con invitacin a cuantas asociaciones demujeres se entienda que pueden encajar en los planteamientos de lucha que proponemos. Aese encuentro ser invitada la FDIM. El MLM adoptar la forma de federacin, federndose aella la Asociacin Feminista por el Socialismo, que se mantendr como estructura.f)El Movimiento por la Liberacin de la Mujer centrar sus esfuerzos en el anlisis de la si-tuacin de la mujer trabajadora y del campo popular en el capitalismo espaol, proponiendouna tabla de rei