Gorgias en Sobre el no Ser y la semántica del lenguaje.

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Gorgias en Sobre el no Ser y la semántica del lenguaje. Héctor David Cote Carreño. DIRECTOR DE TESIS Profesor: SERGIO ARIZA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE FILOSOFIA Bogotá 2.014 1

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Gorgias en Sobre el no Ser y la semántica del lenguaje.

Héctor David Cote Carreño.

DIRECTOR DE TESIS

Profesor: SERGIO ARIZA

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE FILOSOFIA

Bogotá

2.014

1

Contenido Gorgias en Sobre el no Ser y la semántica del lenguaje. ..................................................................... 1

Prefacio ............................................................................................................................................... 3

Capítulo 1. Gorgias desde Mourelatos. ............................................................................................... 8

Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Categorial.................................................................. 9

Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Intersubjetivo .......................................................... 11

Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Intrasubjetivo. ......................................................... 12

Capítulo 2: Interpretaciones semánticas presentes en Gorgias. ......................................................... 14

Semántica referencial e ideacional. ............................................................................................... 14

Semántica Comportamental. ......................................................................................................... 16

Capítulo 3. Respuesta a Gorgias desde una Semántica Comportamental. ........................................ 18

Capítulo 4. Respuesta a Gorgias desde una Semántica Representacional. ........................................ 22

Respuesta al Argumento Categorial. ............................................................................................. 29

Respuesta al Argumento Intersubjetivo. ....................................................................................... 33

Respuesta al Argumento Intrasubjetivo. ....................................................................................... 39

Conclusiones. ................................................................................................................................ 43

Bibliografía ....................................................................................................................................... 45

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Prefacio

En la sección dedicada a la incomunicabilidad, del texto Sobre el no Ser, Gorgias

argumenta en contra de cualquier tipo de posibilidad de transmisión del conocimiento por

secciónmedio del lenguaje. Es admirable que en un fragmento tan corto sea capaz de

presentar argumentos tan sugestivos y polémicos como lo fueron entonces y durante toda la

historia de la filosofía; actualmente reinterpretados debido al auge de la analítica de

lenguaje. Independientemente de que los debates actuales en semántica no hagan referencia

inmediata a este texto, las dificultades expuestas por Gorgias se inmortalizaron en el tiempo

como dificultades legítimas que cualquier propuesta semántica debe superar para asentarse

como una verdadera teoría explicativa. De otra parte, para intérpretes actuales de Gorgias,

como Alexander Mourelatos, él no sólo plantea dificultades a la posibilidad de

comunicación, sino que también anticipa, en cierta forma, propuestas semánticas muy

actuales, como lo son la teoría ideacional y referencial, argumentando en su contra. Por

tanto, resulta fascinante acercarse a un autor cuya visión de la filosofía del lenguaje aun es

capaz de cuestionarnos y poner en duda las bases de gran parte de las teorías semánticas

actuales; aunando a ello que estas disertaciones han sido expuestas en los tan escasos y

fragmentarios textos que han sobrevivido hasta la actualidad. Esta fascinación, que

Mourelatos comparte, ha hecho que él desarrolle una exploración de este y otros textos de

Gorgias, evidenciando las críticas fundamentales a propuestas lingüísticas presentes en su

filosofía, y dejando abierta la posibilidad a que en el fondo del aparato argumentativo de

Gorgias exista, a pesar de todo, una noción positiva de la semántica.

Gorgias efectivamente presenta argumentos que pueden ser una crítica importante a

teorías semánticas denominadas, hoy día, como referencial, ideacional e incluso a la

comportamental que Mourelatos propone, tomadas todas ellas en su forma más extrema.

Sin embargo, puede entreverse en algunos pasajes de Gorgias que no descarta por completo

la importancia de estas teorías para comprender la comunicación. Por tanto, la tesis que

perseguiré es que una explicación semántica que dé cabida a formas moderadas de las

teorías: referencial, ideacional y comportamental, podría superar los argumentos de Gorgias

contra la incomunicabilidad; sin trasgredir, en lo posible, sus propias búsquedas y

supuestos filosóficos. No es mi intención en este trabajo crear una teoría semántica nueva,

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que pretenda resolver los conflictos actuales de la filosofía del lenguaje, sino tan sólo

pensar una semántica tal que pueda adaptarse a las exigencias de Gorgias en cuanto a la

posibilidad de comunicación, propuestas en Sobre el no Ser. Es necesario tener en cuenta

que la propuesta semántica resultante no pretende ser la reconstrucción de una teoría de

Gorgias sobre el lenguaje, puesto que en los pocos textos que nos han llegado no se

consolidó de forma unívoca una semántica como tal, sino que sólo hay indicios que parecen

dejar abiertas posibilidades a una teoría compleja del lenguaje. De tal forma la apuesta de la

tesis es poner en paralelo la interpretación de Mourelatos, como un Gorgias que defiende la

semántica comportamental, y una posible aproximación desde una posición

representacional que resista las críticas de Gorgias en el pasaje sobre la incomunicabilidad

y además sea coherente con algunas de las ideas presentes en el Encomio de Helena, las

cuales, a mi parecer, no tienen cabida desde una interpretación comportamental del

significado. Para ello me apoyaré en autores como Alexander Mourelatos, respecto del

análisis de Gorgias en el pasaje sobre la incomunicabilidad, y de Fred Dretske, Ned Block y

Jerry Fodor para proponer una semántica capaz de resistir las críticas de Gorgias.

En Sobre el no Ser Gorgias intenta demostrar tres ideas sumamente interesantes para la

filosofía; en la primera, la tesis ontológica, se expone la idea de que nada es; en la segunda,

la tesis epistemológica, en la que afirma que, incluso si algo es, no puede ser conocido; y

finalmente la tesis comunicativa, en la que dice que incluso si algo es y puede ser conocido,

no es posible trasmitirlo a través del lenguaje. Es en este tercer pasaje en el que me

concentraré para el análisis semántico de Gorgias. El orden que seguiré en este trabajo será:

primero hacer una exposición de los argumentos de Gorgias en el pasaje de la

incomunicabilidad en su texto Sobre el no Ser, apoyándome, para ello, en el análisis que

Mourelatos lleva a cabo sobre éste, subdividido en: (i) el argumento categorial, en el que

cuestiona que lo que es realidad pueda convertirse en aquello que no es, logos; (ii) el

argumento intersubjetivo, en el que problematiza la capacidad de llevar a cabo una

comunicación efectiva sin ninguna certeza de que dos personas, hablante y audiencia, estén

entendiendo lo mismo y finalmente (iii) el argumento intrasubjetivo, en el que se evidencia

la imposibilidad de concebir una semántica basada en las percepciones dadas las

fluctuaciones que una misma persona tiene sobre sus percepciones a razón del paso del

tiempo. A continuación presentaré las críticas que pueden verse en Gorgias a una posición

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referencial del lenguaje radical, pero a su vez la posibilidad de que una perspectiva

moderada sí tenga cabida en su concepción semántica; luego, las críticas que podrían

hacerse a una posición ideación extrema, y de nuevo las razones por las cuales una posición

ideacional no parece ser abandonada del todo, al menos en una forma moderada de la

misma. Finalmente abordaré la tercera posición semántica que se ha traído a colación, la

propuesta comportamental que Mourelatos sostiene es detrás de la que Gorgias se

encuentra; esta propuesta en efecto parece más cercana al pensamiento de Gorgias, por lo

cual trataré de explorarla y presentar una semántica comportamental apoyado en la

psicología conductista dentro del marco teórico empirista. Esta tercera propuesta no sólo

parece estar defendida en algunos pasajes de Gorgias sino que si tratáramos de responder a

los argumentos expuestos en el pasaje de la incomunicabilidad, esta posición conductista

podría llegar a tener ventajas que harían posible una comunicación efectiva. Sin embargo

esta posición comportamental, a pesar de que supera muchas dificultades no es del todo

acertada en cuanto que, si la tomamos de forma radical, en ciertos puntos se aleja del

pensamiento de Gorgias, como en el caso de la relevancia del conocimiento respecto de la

persuasión por medio del lenguaje, mientras que en otros abandona búsquedas que parecen

ser muy importantes para Gorgias, como el criterio de verdad que es sustento de la

posibilidad de conocimiento, que se vislumbra en El Encomio de Helena. Finalmente

presentaré lo que pienso podría ser una semántica que da cabida a las tres posiciones

anteriores, de manera coherente con los supuestos filosóficos de Gorgias y sus pretensiones

de transmisión del significado: una semántica representacional; la cual estará apoyada en

semánticos actuales, ya antes mencionados, Dretske, Block y Fodor. Esta es una semántica

que aunque no puede encontrarse en Gorgias de forma explícita, sí parece estar en

adecuación con sus búsquedas y supuestos filosóficos y al mismo tiempo poder responder,

al igual que la semántica comportamental, a los argumentos de Sobre el no Ser.

Mi trabajo, como había dicho, parte de este análisis hecho por Mourelatos, en el que se

plantea una posible propuesta semántica que subsiste a lo largo de los discursos de Gorgias,

propuesta que parece representar el pensamiento propio de Gorgias y no sólo el de sus

contendores. Mourelatos afirma que esta propuesta es una concepción comportamental del

lenguaje, en la que las ideas no deben ser representadas en la mente para que los actos

lingüísticos tengan lugar. En este orden de ideas comenzaré por hacer una breve

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exposición del análisis realizado por Mourelatos y dedicaré un momento a desarrollar las

razones por las cuales, en su interpretación, se decanta por una posición conductista del

lenguaje como noción lingüística presente en Gorgias. Tras ello trataré de poner a prueba

esta propuesta conductista desde las dificultades planteadas en Sobre el no ser, y mostrar la

forma en la que, creo, podría superarlas.

Empero, antes de proseguir, es preciso hacer aquí la siguiente salvedad: se podría decir

que los textos de Gorgias son producto de una broma o de un simple ejercicio especulativo

de retórica y discursividad; a razón de lo paradójico que resulta hacer un discurso en el que

se afirma que la comunicación es imposible. En cierto sentido esta es una explicación

posible, considerar que todo esto no se trataba de otra cosa más que de un juego llevado a

cabo por un filósofo decepcionado del lenguaje. En el final del Encomio de Helena Gorgias

mismo concluye: “…me he mantenido fiel al propósito en el que me puse a mí mismo al

comienzo de mi discurso;… deseé escribir el discurso como un encomio de Helena y un

divertimento para mí mismo.” (Ariza, S.) Dejando ver que quizá, sus intenciones, más allá

de defender a una figura mítica de la Ilíada, eran las de desplegar y ostentar sus habilidades

en el arte retórico con el fin de recrearse. Esto no se puede afirmar o negar rotundamente,

pero lo que sí puede reconocerse, con cierta certeza, es que sus argumentos y análisis son

tan profundos y válidos que merecen de un estudio serio, con las expectativas de un

resultado amplio en la comprensión del lenguaje y su relación con la realidad en el sentido

de su transmisibilidad. Es por ello que este texto asumirá que detrás del discurso,

aparentemente auto refutativo de Gorgias, hay una persecución legítima por encontrar

criterios de verdad aplicables al lenguaje. Esta será una asunción quizá un tanto arbitraria,

pero que tiene su fuerza en lo paradigmático de las objeciones propuestas y la importancia

que han tenido, tras una adecuación constante, a la filosofía del lenguaje.

De otra parte, la estructura argumentativa empleada por Gorgias en sus discursos podría

no sólo entenderse como recurrente sino esencial a su filosofía; dicho de otro modo, la

estructura discursiva que utiliza no es simplemente una moda formal para exponer sus

argumentos, sino que puede estar íntimamente relacionada con un pensamiento filosófico

inmanente a las demostraciones sobre la realidad. De la misma forma en que la Mayéutica

socrática no sólo existía como un método pedagógico eficaz, sino que estaba relacionado

con presupuestos ontológicos y epistemológicos sobre la relación entre el ser humano y la

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realidad, así mismo pienso que el método de Gorgias no se puede entender únicamente

como limitado a un contexto explicativo, sino que en cierta forma se entrelaza con sus

propios postulados filosóficos sobre los criterios de verdad.

Este estilo argumentativo se conoce como “Matrioska” (El juguete ruso que contenía

una réplica en miniatura suya en el interior, y otra dentro de ésta y así sucesivamente). Esta

técnica demostrativa expone un argumento inicial que parece probar contundente y

definitivamente una hipótesis determinada, tras ello se hace el contrafáctico de que aún si

este argumento no fuera válido, podría plantearse un segundo argumento que de nuevo

parece contundente y suficiente para probar la hipótesis inicial, y así sucesivamente.

Resulta sumamente curiosa esta forma de argumentar puesto que después de que una

hipótesis es probada irrefutablemente por medio de un argumento, seguir discutiendo al

respecto, o añadir más y más pruebas, parece completamente innecesario. Podría pensarse

de nuevo que esta es solamente una estrategia discursiva cuyo fin no es el de dar cuenta de

la verdad, sino simplemente hacer gala de la capacidad y potencia de sus discursos

retóricos.

Encuentro, sin embargo, otras dos posibles interpretaciones de este hecho, la primera es

que él considere la posibilidad de que sus argumentos estén equivocados, o no sean del todo

contundentes, con lo cual debe suministrar siempre más pruebas de que está en lo correcto;

en cuyo caso se cuestiona la pretensión de un “Argumento Irrefutable”. Una segunda

interpretación es que hay una apuesta argumentativa a la persuasión de la audiencia en la

que debe, antes que demostrar la hipótesis, probar que es verosímil; esto quiere decir, que

no sólo busca demostrar por medio de un argumento irrefutable una idea, sino que trata de

suministrar las pruebas y condiciones necesarias para que esta idea sea creíble por los

oyentes; no sólo que el argumento sea contundente sino que además sea verosímil. En

ambos casos parece que hay una desconfianza, ya sea propia o ajena, por cualquier

argumento que se pretenda probatorio, con lo que se requiere cada vez añadir más

información que apoye la hipótesis. Esta “desconfianza” nos anticipa en cierta forma la

propuesta epistemológica de la ciencia moderna sobre cuestiones empíricas, en la que un

solo experimento o una sola instanciación de un caso no pueden, por sí mismos, proyectarse

como ley natural. Sin embargo, si en lugar de ciencias prácticas pensáramos en ciencias

teóricas, esta analogía no tendría sentido, puesto que una prueba matemática no requiere de

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experimentos ni conjeturas, sino que puede determinarse correcta en cuanto se suministre

una demostración lógica; y basta con tan sólo una. Estaríamos más inclinados a pensar que

cuestiones filosóficas, como la ontología, la epistemología o la semántica, corresponden

con la categoría de las ciencias teóricas. Sin embargo, la forma argumentativa corresponde,

dentro de esta analogía, con una demostración en las ciencias prácticas, lo que induce, en

primer lugar, a pensar que su noción de “Prueba”, o de la posibilidad del conocimiento, está

mediada por una concepción de verosimilitud, una noción de probabilidad; y segundo, que

el su concepción de verdad no se corresponde con una realidad metafísica, sino con una

verdad descubierta empíricamente.

Este postulado epistemológico que se entreteje y desarrolla en la forma argumentativa de

Gorgias; el de que el conocimiento sólo puede ser aproximado, deja ver una persecución de

la verdad, aunque de una forma no tan evidente. A diferencia de Parménides o de Sócrates,

no hay un oráculo que revele verdades metafísicas, todo lo que existe es un suministro

continuo de pruebas argumentativas que evidencian un camino plausible. Razón por la cual

pienso que no sería justo simplemente desacreditar un ejercicio filosófico serio en estas

disertaciones, sino que es una filosofía valiosa y digna de ser tomada en cuenta con

rigurosidad.

Capítulo 1. Gorgias desde Mourelatos. Alexander Mourelatos también ve en el texto de Gorgias un cuestionamiento real a la

semántica y una argumentación valiosa que debe ser tomada con seriedad, por lo cual me

parece que el análisis que hace de este pasaje es sumamente riguroso, tanto exponiendo los

argumentos como explorando posibles interpretaciones de éstos. Mourelatos divide el texto

de Gorgias en tres secciones, a saber; Argumento Categorial, Problema de la mismidad en

la percepción; en el caso de dos sujetos y Problema de la mismidad en la percepción; en el

caso de un solo sujeto. (Mourelatos, A. 1987) Me aunaré a esta exposición puesto que

resulta fundamental para la propuesta posterior sobre las nociones de significado. Si bien la

interpretación que hace Mourelatos de los textos de Gorgias, como dificultades semánticas

por excelencia, aún puede ser problematizada, el análisis que hace de los pasajes, previo a

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esta interpretación, me parece adecuado y sumamente rescatable. La primera, “Argumento

Categorial”, se afirma que algo que no es logos, que no es discurso, no puede llegar a serlo,

y algo que sí es logos no puede convertirse en la “realidad” y ser algo tangible. La segunda,

se subdivide en dos argumentos, el primero referente a la posibilidad física de que un

objeto esté en dos entes separados sin dejar de ser uno y el mismo, y el segundo cuestiona

las garantías de que exista semejanza entre dos contenidos mentales que son inaccesibles

para la contraparte. El tercer pasaje a su vez se subdivide de nuevo en dos cuestiones

distintas, la primera postula la imposibilidad de que datos sensorias, adquiridos por vías

perceptuales diferentes, puedan ser base legítima de significado, y finalmente, de que

pasado un tiempo, dado que los datos perceptuales, aun si son obtenidos por una misma vía,

son percibidos de formas distintas, no pueden ser sustento objetivo de comunicación

alguna.

Posterior a ello Mourelatos plantea, apoyándose en otros textos como el Encomio de

Helena, que se anticipan y critican nociones semánticas modernas; la ideacional y la

referencial. Finalmente plantea la posibilidad de una tercera posición semántica que parece

reflejar, en cierto modo, el pensamiento de Gorgias, una teoría comportamental de lenguaje,

en la que la base del significado está definida en términos de respuestas de conducta en el

oyente.

Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Categorial.

Este argumento, a diferencia del intersubjetivo, aparece en ambas versiones del discurso

de Gorgias, tanto en aquel texto de autor desconocido que se le atribuyó en algún momento

a Aristóteles: “Sobre Meliso, Jenófanes y Gorgias” en adelante MJG, como en el de Sexto

Empírico. En éste, Gorgias especula sobre la imposibilidad de que algo que es de una

naturaleza, y que es aprehendido de una manera, pueda convertirse en algo distinto y ser

aprehendido de una forma diferente de la inicial. Para ello pone el ejemplo de los colores,

en el que se evidencia la imposibilidad de que un color se pueda transformar en un sonido,

y que aquello que es visto por los ojos pueda ser escuchado por el oído. Este ejemplo

funciona como analogía que busca explicar el error categorial en el que incurriríamos si

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aceptáramos que algo que subsiste en el mundo y que es parte de la realidad pueda

convertirse en algo que no hace parte de ella, el logos, y viceversa. (Mourelatos, A. 1987)

Dice Gorgias: “…lo que es, dado que yace afuera, no puede volverse nuestro discurso.”

(Ariza, S. 2014) Es preciso reiterar este fragmento de Sexto puesto que en éste queda claro

que hay una imposibilidad inmanente no sólo para la comunicación, sino para convertir el

logos en cosa, o un elemento extralingüístico convertirlo en discurso. Esta lectura es muy

importante porque apunta a que no sólo hay un problema intersubjetivo en el que el oyente

debe decodificar infructuosamente un acto lingüístico de un hablante, sino también un

problema con el lenguaje privado, con la capacidad de asimilar cosas dentro de un lenguaje

personal. Incluso en nosotros mismos tal conversión resulta categóricamente imposible y no

puede representar la realidad de forma alguna. Dice Mourelatos hablando de este pasaje en

Sexto: “…entonces Gorgias no sólo mantiene la imposibilidad para el logos de comunicar

la realidad a otra persona, él también argumenta que incluso para el individuo solitario en

monologo meditativo, el logos no puede constituir o representar la realidad externa.”

(Mourelatos, A. 1987) Un examen riguroso de este argumento categorial induce

inevitablemente a esta conclusión, que aunque parece todo un exabrupto, e intuitivamente

errónea, sí se desprende necesariamente de la relación de otredad categórica entre la

realidad y el logos.

Esta desconexión entre mundo y logos es determinante para Mourelatos y su

aproximación al texto como crítica a la concepción referencial del lenguaje, puesto que al

plantearse una imposibilidad categorial de que el ente se convierta en logos, se alude a una

imposibilidad de que el objeto en cuestión sea el referente de representaciones mentales o

en ideaciones internas. “…de modo que tampoco es posible imaginar (dianoeisthai) un

color sino verlo ni un sonido sino oírlo.” (Ariza, S. 2014) Esta negación de la vida interior,

del flujo mental, como correspondiente al conocimiento de la realidad, abre las puertas a

una noción comportamental del lenguaje, en la que las respuestas discursivas no estén

mediadas por el yo pensante, sino que el estímulo real tenga repercusiones fisiológicas,

materiales, entre las que se encuentra una respuesta discursiva. Ahora bien, regresando a la

posición del oyente, Gorgias afirma que tampoco será posible que éste, quien no tiene

conocimiento de la cosa X, pueda hacerse una noción de ella cuando el discurso es

categóricamente diferente de X.

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Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Intersubjetivo

El segundo argumento suministrado por Gorgias y recopilado en el texto de MJG es el

de que, incluso si pudiera aprehenderse la realidad por medio del logos y esta pudiera ser

puesta en palabras, no hay criterios suficientes para asegurar que alguien pueda comprender

mentalmente la misma cosa que la que transmite el hablante. Hay dos secciones de este

argumento, en la primera de ellas el lenguaje es entendido desde una perspectiva

ontológica, donde estar o aparecer son fundamentales respecto de la cosa, esta será la

sección realista del argumento, mientras que en la segunda sección hay una suerte de

mirada hacia el futuro, llevada a la posibilidad del conocimiento, la sección epistemológica.

En la primera parte se dice que aquella cosa externa a mí, no puede estar también dentro de

mí sin dejar de ser una y la misma, y convertirse en dos. (Mourelatos, A. 1987) Esto alude

al presupuesto de unicidad, en el que incluso si admitiéramos que las cosas pueden

convertirse en logos (Suponiendo que se supera el argumento categorial), su mera

transmisión a un ser distinto de nosotros implicaría: o una duplicación de la realidad

comunicada, lo que haría que fueran dos realidades distintas, o de la otra manera, un

traspaso completo de esta realidad del hablante a la audiencia, lo que resultará en que el

hablante ya no posea el contenido mental. El primer caso resulta ser contradictorio con

nuestro principio de unicidad, o de la imposibilidad de la duplicación de los entes sin dejar

de ser una y la misma cosa, mientras que el segundo, simplemente no es el caso.

La segunda interpretación hace referencia a una perspectiva que llamaremos

fenomenológica, en el sentido en que lo que importa no es la unicidad de los entes sino el

principio de pertenencia de las percepciones individuales, esto es; el yo el que percibe es el

yo que adquiere los datos sensibles y quien tiene potestad sobre sus contenidos mentales, en

este sentido ¿En qué momento se hace posible que otro tenga la misma percepción que me

pertenecía? No hay en ningún momento garantías de ello. La inaccesibilidad de las mentes

ajenas nos impide cualquier tipo de comparación posible, cualquier corroboración respecto

de nuestros contenidos mentales y los de los demás. Ejemplo de ello podría ser si

habláramos de una obra de arte con alguien que tiene acromatopsia y le preguntáramos qué

opina de cierto matiz específico, lo más probable es que él nos daría una respuesta desde el

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color que él ha asociado erróneamente con una representación distorsionada, pero que en

términos lingüísticos parece adecuada; este ejemplo revela la imposibilidad de comparar

dos representaciones en mentes distintas en tanto no exista un reporte lingüístico que

evidencie las diferencias subsistentes. Por tanto, Gorgias muestra en este argumento la

insalvable incertidumbre de que se pueda comunicar la realidad fielmente. (Mourelatos, A.

1987)

Este cuestionamiento sobre comunicación intersubjetiva, de que nunca hay certeza de

que lo que la audiencia comprende es igual a lo transmitido por el emisor, es base de la

crítica a la concepción de significado ideacional que posteriormente Mourelatos encontrará

en Gorgias, puesto que es imprescindible, para cualquier teoría lingüística, responder a la

pregunta por la forma en la que la comunicación preserva fielmente la realidad del ente que

estamos percibiendo, y puede ser reconocida, en la misma medida, por la audiencia. La

comprensión correcta del ente, por parte del oyente, sólo puede darse si se traspasa

íntegramente a éste, manteniéndose fiel a la realidad, y dado que hay una falta de garantías

insalvable a la hora de corroborarlo, al menos en una posición ideacional extrema, los

contenidos mentales no pueden ser la base del significado en una comunicación que

pretenda transmitir algo de manera inequívoca.

Análisis de Mourelatos sobre el Argumento Intrasubjetivo.

Tras esto nos encontramos finalmente ante la última sección del texto, en esta parte se

retoma una idea que ya antes habíamos considerado; que es imposible, incluso para un

mismo sujeto, tener un lenguaje privado. Esta vez no se trata de que no haya posibilidad de

transformación de aquello que es cosa a aquello que es discurso, sino que en la misma

aprehensión de cosa se dan condiciones que impiden la identificación univoca e idéntica de

la realidad, por lo que se encuentran dificultades insondables para el sujeto a la hora de

articular su comunicación. Dice Gorgias en MJG: “Pero parece que una misma persona no

percibe cosas semejantes en el mismo tiempo (980b15) sino que [percibe] por el oído y por la

vista cosas diferentes y de diferente manera antes y en el pasado.” (Ariza, S. 2014) Con lo

cual limita la comprensión del sujeto, no sólo a su capacidad de comunicarla, sino de

aprehenderla y atribuir todas sus percepciones como pertenecientes a una unidad de cosa.

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Este radicalismo parece extraordinario y anti-intuitivo, sin embargo, para exponer este

punto de mejor manera me gustaría retomar un ejemplo que Mourelatos propone y que

parece bastante apropiado al presente predicamento. Dice: “Nosotros decimos ‘Yo veo y

escucho el helicóptero’ implicando que esta es la misma entidad que vemos y oímos. Pero,

estrictamente hablando, nosotros vimos un objeto volador y nosotros oímos un zumbido

fuerte.” (Mourelatos, A. 1987) En este sentido, el problema clave es que la unidad de cosa

a la que atribuimos las percepciones podría resquebrajarse. Aquí la diferencia entre una

percepción y otra no recae en su grado de similitud, no podemos comparar que tanto se

parece un color a un sonido, sino de otredad numérica, son dos percepciones

categóricamente distintas y que son asociadas, de una u otra forma, contingentemente.

Sin embargo, las dificultades no paran allí, incluso las percepciones, que tenemos por

una misma vía, pueden llegar a ser objeto de desconcierto. Las percepciones que se tienen

en un determinado momento no necesariamente corresponden con las percepciones, del

mismo objeto, una vez ha pasado un tiempo. Ejemplo de ello es que al ver una foto nuestra,

pasados unos años, nos damos cuenta de que nuestra forma ha cambiado mucho, hemos

crecido, hemos engordado y nuestros pensamientos se han reformulado, lo que suscita la

pregunta de cómo es posible que un mismo acto lingüístico, un mismo nombre, se refiera a

percepciones claramente distintas. De otra parte, en una segunda interpretación de este

pasaje, podríamos pensar que no sólo es el referente, el ente de la realidad al que asociamos

con un nombre determinado, el que se ha transformado notoriamente, sino que nuestro

propio aparato perceptual también ha cambiado. Con el tiempo nuestra visión se deteriora,

ya no podemos escuchar ciertos sonidos, con lo que habría de nuevo una transformación

perceptual, que una vez más, cuestionaría la capacidad del lenguaje de tener como

significado percepciones unívocas e idénticas. Lo mismo ocurriría en el caso en el que dos

sujetos, con aparatos perceptuales diferentes, encontraran también diferencias en la

presentación del estímulo; dice Gorgias al respecto: “Pero incluso si estuviera en muchos,

dice, y fuera lo mismo, nada impide que no se les aparezca semejante a personas que no

son en absoluto semejantes entre sí y que no están en el mismo lugar.” (Ariza, S. 2014) Por

lo cual se hace cada vez más inverosímil que pueda existir significado objetivo del

lenguaje. Dado que las percepciones tampoco pueden ser base del significado para la

comunicación.

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Capítulo 2: Interpretaciones semánticas presentes en Gorgias. Ahora bien, una vez realizado este análisis del texto de Gorgias, haciendo explícitas las

dificultades principales, los alcances de algunos de sus argumentos y posibles formas de

interpretarlas, Mourelatos introduce la idea de que inmanente a todos sus textos hay críticas

a dos diferentes posiciones semánticas que hacen anticipo de posturas actuales sobre el

significado; referencial e ideacional. Para ello se apoya en el texto del Encomio de Helena,

en el cual encuentra fuertes críticas a la concepción referencial y retoma los argumentos

intersubjetivos presentes en Sobre el no Ser para articular la crítica de Gorgias a la posición

ideacional de significado.

Semántica referencial e ideacional.

La propuesta referencial propone que el significado de las palabras está determinado por

su referente en el mundo real, tiene su desarrollo posterior en Russel, quien sostiene:

“Todas las palabras tienen significado, en el simple sentido que ellas son símbolos los

cuales representan algo diferente de ellas mismas” (Mourelatos, A. 1987). La segunda

concepción de significado por su parte, sostiene que éste está en estrecha relación con

imágenes mentales que asociamos con las palabras. Esta concepción del lenguaje permite

distanciarse un poco del realismo propuesto por la concepción referencial, puesto que en

este nuevo paradigma no es necesario que existan de hecho tales cosas en el mundo real

para poder hablar de algo con significado, sino que basta con tener una idea asociada que

sirva como referente a las palabras para tener un lenguaje legítimo. Una ventaja de esta

propuesta es que da espacio al error representacional, dicho de otro modo, la posibilidad de

errar en el lenguaje se explica a partir de las diferencias individuales en la ideación

asociada a la palabra, y no en los referentes del mundo real, como en la concepción

referencial.

En el texto de Gorgias encontramos un ataque a ambas concepciones. Su argumento

categorial evidencia la imposibilidad en la conexión entre discurso y referente, de manera

tajante, pues no puede uno convertirse en el otro ni viceversa, de modo que jamás podría

hablarse de la realidad por medio del lenguaje. Ahora bien, incluso en el caso de que el

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lenguaje sí pudiera representar la realidad, nos encontraríamos ante el problema de que no

se corresponde con ella necesariamente. A pesar de que, intuitivamente, el lenguaje podría

tener cabida para todo cuanto existe, la realidad no se adecúa con todo de lo que podemos

hablar; en el pasaje sobre la incognoscibilidad, del mismo texto Sobre el no Ser, dice: “Si

los objetos del pensamiento son cosas existentes, entonces podría de hecho existir un

hombre volador o carruajes corriendo por el mar” (Ariza, S. 2014). Por lo cual, incluso en

el caso en el que el lenguaje pudiera estar conectado con la realidad, no habría garantías de

en qué momento se transmite la realidad y en qué momento sólo se trasmiten ideas

ficcionales. Ambos argumentos son devastadores, según Mourelatos, a una posición

referencial que pretenda transmitir ideas confiablemente. Por otra parte, el segundo

argumento, el intersubjetivo, está encaminado hacia otro tipo de concepción, la ideacional,

en la que se expone la constante falta de garantías que se tiene respecto de las percepciones

ajenas, o incluso las propias en diferentes momentos o percibidas por distintos medios. Esta

crítica ha sido retomada y ha sido fuente de gran discusión en la filosofía del siglo XX, al

punto que Wittgenstein afirma: “¿Cómo sé que lo que yo digo ver rojo no sea una

experiencia completamente diferente a cada vez que lo miro?... He aquí de nuevo la

respuesta ‘No lo sé’” (Mourelatos, A. 1987)

Pero estas dos concepciones, dice Mourelatos, no siempre están escindidas, y es posible

combinarlas llegando a un punto medio; el de las percepciones como referentes. Desde una

semántica ideacional, en la que el significado de las palabras esté determinado por una

cierta imagen metal, es posible explicar la conexión con el mundo real a partir de una

referencia a las percepciones y los datos de los sentidos como bases del significado. Por su

parte, una concepción referencial también podría aceptar como referentes las percepciones

sensoriales, en tanto exista un acuerdo convencional sobre el uso de las palabras en

referencia a las percepciones correspondientes. Es posible que Gorgias no estuviese, con

sus argumentos, haciendo dos ataques por separado a dos posiciones semánticas diferentes,

sino que desde el principio tuviese en mente esta posición combinada, lo que implicaría que

sus argumentos trataban de atacar la misma posición semántica en sus diferentes niveles.

Por consiguiente, la unión de ambas propuestas no salvaría los argumentos expuestos sino

que incurriría en ambas dificultades; por el argumento categorial sería descartada la

posibilidad de conexión entre logos y realidad y con ello también el componente referencial

15

del significado, y desde el argumento intersubjetivo, que evidencia la imposibilidad de

tener garantías respecto de la semejanza representacional quedaría descartado el

componente ideacional.

Semántica Comportamental.

Finalmente aparece una tercera posible concepción de significado: significado como

comportamiento. Esta concepción se ha utilizado de manera muy fuerte en la psicología

conductista que deja de lado como objeto de estudio, por considerar que no es relevante

para la explicación de los fenómenos lingüísticos, los procesamientos internos del sujeto,

las percepciones e ideaciones que comprende mentalmente, y estudia al significado como a

un comportamiento. Para ilustrar esta concepción podría pensarse en un niño que está en

proceso de aprendizaje, muy probablemente la palabra que más escuche sea No; No haga,

no coma, no… etc. En este caso el significado de la palabra no es un objeto externo y

existente en el mundo real, no es tampoco una imagen que él tenga dentro de su mente, sino

que es la modelación de un comportamiento. Cuando escuchamos la palabra deténgase,

inmediatamente cesamos nuestra actividad, cuando escuchamos nuestro nombre volteamos

a ver quién nos llama. El lenguaje se presenta como una estrategia heurística, un modo de

resolución de problemas por medio de sonidos. No debemos preguntarnos entonces cuál es

el referente de una palabra o cual es la imagen asociada, sino qué respuesta conductual

producirá en el oyente, y qué estímulo quiere inducir el hablante.

En Hume, vemos que la manera en la que un evento es asociado a otro es por medio de

su instanciación espacio temporal, dicho de otra forma; es a partir de que dos eventos se

sucedan siempre en el tiempo y en un espacio cercano que atribuimos una suerte de

relación entre estos. Este es el principio básico del conductismo, que dos eventos son

asociados, ya sea una respuesta a un cierto estímulo o una acción que se lleva a cabo con el

fin de producir un evento.

El lenguaje, para el conductismo, no representa ni simboliza la realidad; pero que no dé

cuenta del mundo no significa que las palabras no puedan estar asociadas a cosas

determinadas; un ejemplo de ello serían los nombres propios, los cuales asociamos desde

pequeños a un ser que, aunque no se identifica como persona con la morfología de su

16

palabra, se ve aludido por ella en contextos discursivos; con ello se salva el problema

categorial, puesto que la realidad no debe dejar de ser lo que es para convertirse en logos,

sino que basta con que se asocie un comportamiento a algún ente o evento específico. Esta

relación causal entre objeto y comportamiento, como ocurre por ejemplo entre fuego y

humo, puede verse anunciada también en su texto sobre el encomio de Helena, cuando

Gorgias afirma: “El poder del discurso conlleva la misma relación de dominación de la

mente como la dominación de las drogas conlleva a la constitución de los cuerpos” (Ariza.

S). Aquí se introduce la idea intuitiva de que la reacción fisiológica del cuerpo cuando

consume drogas no está mediada por una consciencia imperante, sino que es inmediata en

su respuesta comportamental. Esta comparación propuesta por Gorgias lleva a pensar que el

lenguaje tiene la misma relación de coacción con la mente, la misma fuerza química en la

que no sólo no hay libertad, una vez se está bajo la acción de las drogas, sino que además,

en muchos casos, no hay manera de detener este proceso voluntariamente. Esto nos indica

que no hay un momento en el cual pueda detenerse el proceso, no hay por tanto un espacio

de reflexión deliberativa sobre los contenidos que el discurso trata de transmitirnos. De no

ser esta una propuesta conductista de lenguaje, dada una concepción referencial o

ideacional, o incluso entremezcladas estas, cabría la existencia de una consciencia yoica

que media entre el estímulo y la respuesta, y que es capaz de tener deliberaciones y

reflexiones sobre el contenido del lenguaje y, en este caso, ser acusada Helena

legítimamente por ser causante de la guerra.

Además, Mourelatos también encuentra que este significado como comportamiento

podría estar anunciado en el pasaje de Sexto en el que dice: “Pero si esto es así, el discurso

no es lo que da a conocer lo externo, sino que lo externo llega a ser lo que da a conocer el

discurso.” (Ariza, S. 2014) El análisis de este pasaje se da a partir de la palabra

“menytikos” que se traduce aquí como “dar a conocer” que está asociada al comunicar de

un mensajero, al comunicar que transcurre a través de un intermediario. Lo que Mourelatos

ve anunciado en este pasaje es que se está proponiendo la idea de un lenguaje funcional,

que tenga su razón de ser en su utilidad. No con ello trata de decir que objetos de la realidad

tengan intención de comunicar, que por ejemplo las piedras quieran expresarse, sino más

bien que hay un tipo de comportamiento que llamamos lenguaje que responde al mundo

exterior por el cual es impactado. Si lo pensamos de esta manera; salivar cuando nos

17

imaginamos un limón, chuparse los dedos cuando hubo una comida muy rica o

simplemente decirlo: “esta comida estaba deliciosa” no parecen cosas categorialmente

distintas, sino formas complejas de expresar una respuesta ante un estímulo externo, un

comportamiento ante la realidad sin pretensiones de comunicar. Esto es fundamental para la

comprensión de Gorgias puesto que pareciera estar proponiendo, en últimas, una teoría

semántica propia, la que él considera que es adecuada para entender la comunicación.

Si tomamos en cuenta no sólo los discursos textuales que nos han llegado hasta la

actualidad, sino su rol como orador, inicialmente en Leontinos y posteriormente en Atenas,

estaremos más inclinados a pensar que esta efectivamente era su posición respecto del

lenguaje. No se trata de comunicar verdades o de instruir en aspectos morales, sino en

cómo llevar a cabo la persuasión para conseguir comportamientos determinados por parte

de los oyentes. Es tan así que las anécdotas de sus discursos públicos narran momentos en

los que después de haber hecho un discurso que parecía demostrar irrefutablemente una

tesis, posteriormente se dedicaba a hacer otro discurso que la contradecía. La preocupación

fundamental de esta práctica no es la de transmitir verdades absolutas y metafísicas, sino la

de demostrar su habilidad retórica y sus capacidad de persuadir hábilmente, sobre algún

tema en específico, verdadero o falso, a sus oyentes. Por otra parte, la labor de los retóricos

estaba muy ligada a los tribunales griegos, en los que debían convencer al jurado de si

debería recibir una pena el acusado, en muchos casos sin tener en cuenta si era o no el

agente de la falta. Con lo cual se evidencia una búsqueda de fondo por inducir

comportamientos a través del lenguaje, antes que por develar la verdad.

Capítulo 3. Respuesta a Gorgias desde una Semántica Comportamental.

(De qué manera una semántica comportamental resistiría las críticas de Gorgias sobre la incomunicabilidad)

Esta nueva propuesta semántica que Mourelatos encuentra inmanente en los discursos de

Gorgias no sólo parece corresponder con su verdadera filosofía, sino que en cierto sentido

podría estar exenta de las dificultades planteadas en Sobre el no Ser, en el apartado sobre la

incomunicabilidad. Lugares en los que las propuestas ideacional y referencial fueron

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rebatidas, la propuesta comportamental podría aun salir indemne. De ser así, la

imposibilidad de la comunicación quedaría en entredicha y la alternativa conductista podría

erigirse como opción viable para llevar a cabo la comunicación efectiva. Por tanto en lo

subsiguiente trataré de presentar la posible respuesta que esta propuesta daría a las

dificultades expuestas por Gorgias, para ello trataré de hacer la exposición de la propuesta

comportamental apoyado en algunas ideas de la psicología conductista.

Mourelatos afirma que la concepción del significado que Gorgias persigue, es una

comportamental, que se aparta de la concepción básica de representación en la mente, para

dar cabida a un tipo de lenguaje que tiene como base una relación, sin mediaciones, entre

estímulo y respuesta, muy similar a una posición conductista. La semántica

comportamental afirma que el significado no es la correspondencia representacional entre

el discurso y la realidad, sino que su significado está determinado tanto por ser respuesta

conductual a un estímulo concreto, como por causar una respuesta comportamental en el

oyente. Esta determinación la podemos encontrar también en una concepción de lenguaje

como función psicológica a partir de la teoría conductista, la cual examina

taxonómicamente los tipos de respuestas y las asociaciones posibles entre estímulos y

comportamientos. (Mourelatos, A. 1987) Una de las ventajas que presenta esta propuesta

semántica es la de superar el argumento categorial de Gorgias, puesto en ella no es

necesario asumir una transubstanciación de la materia en discurso sino tan sólo una relación

asociativa y material frente a un evento o ente determinado, una respuesta fisiológica

comportamental, que preserva la realidad de la cosa en cuestión. Para mostrar cómo es que

se supera este argumento resulta necesario hacer una exposición somera de la propuesta

conductista.

Encontramos que en la propuesta de la psicología conductista hay, a modo general,

cuatro determinantes fundamentales respecto de la asociación estímulo – respuesta, que,

pienso, podrían aplicarse al caso de la teoría del lenguaje comportamental. Las primeras

dos, las más básicas, explicarían la forma en la que el lenguaje se aprende, mientras que las

segundas se relacionan con la conducta lingüística por excelencia. Inicialmente hay un

estímulo, este lo entendemos como una cosa cualquiera, una vaca, un caballo, un trueno,

que produce una cierta respuesta comportamental en aquel que lo percibe; con respecto al

trueno hay un momento de miedo y una reacción fisiológica asociada. En este caso, tanto el

19

estímulo como la reacción fisiológica son incondicionados, puesto que el estímulo no ha

sido modificado y la reacción no ha requerido de aprendizaje alguno, ha sido, por decirlo de

alguna forma, a priori. Luego tenemos que este estímulo trueno se presenta justo después de

que se da un fogonazo de luz, un rayo; el relámpago inicialmente no produce miedo, pero al

presentarlo en una secuencia espacio temporal con el trueno, el relámpago se hace anticipo

del sonido fuerte y por tanto anticipo de la conmoción fisiológica. El rayo podría

reemplazarse por algún otro estímulo neutro, como la palabra “Trueno” que tras varias

repeticiones con el sonido, se asocia causalmente; al terminar esta asociación, la sola

palabra “Trueno”, o el relámpago, producen la misma reacción fisiológica que el sonido

fuerte; en este caso tanto el estímulo como la respuesta son condicionados.

Con este modelo de aprendizaje conductista se evade la dificultad propuesta por el

argumento categorial, al menos respecto de un lenguaje privado, puesto que, como se dijo

antes, no requiere incurrir en un error categorial, una transubstanciación, de la realidad en

logos, sino que la relación causal material permanece en el plano de la realidad todo el

tiempo. Los comportamientos fisiológicos no hacen parte de una categoría esencialmente

otra a la de la realidad, sino que son la reacción, en nuestro propio cuerpo, del impacto del

mundo externo.

Pero esta relación entre estímulo y respuesta sólo explicaría por qué, ante una cosa

determinada, podemos dar su nombre, no obstante, no explica que se lleven a cabo actos

lingüísticos intencionados. Respecto de este problema, el conductismo introdujo el

concepto de conducta operante, que no se da ante un estímulo sino para conseguir una

recompensa, así los ejemplos en psicología animal son que una paloma presiona una

palanca etc. y posterior a ello recibe una recompensa determinada, después de varios

ejemplos de esta convergencia espaciotemporal entre conducta y recompensa, el sujeto

aprende esta relación, asocia los eventos y es capaz de reproducirlos. Esto, en un contexto

humano, donde los estímulos son casi infinitos, y las relaciones entre ellos más aun, el tipo

de conducta operante que resulta de la asociación constante da un lenguaje rico y flexible,

en continuo cambio.

Quizá adelantándome un poco en el discurso de Gorgias, esta propuesta también da una

alternativa a uno de las dificultades planteadas en el argumento intrasubjetivo, el de que dos

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percepciones simultaneas, pero categóricamente diferentes, por ser percibidas por órganos

distintos no pueden compararse al punto de ser atribuidas a una misma unidad de cosa.

Respecto de este cuestionamiento cabe decir que no es necesario trasgredir las categorías,

por ejemplo visuales y auditivas, basta con asociarlas dada una constante en la presentación

de los estímulos. No existiría una comparación legítima, ni una correspondencia esencial

entre ambas percepciones, sino que es una instanciación circunstancial que, aunque no es

metafísicamente necesaria, mantiene una periodicidad constante, como lo es por ejemplo en

la relación causa efecto, que basta para una asociación legítima en la semántica

comportamental.

De otra parte, el argumento intersubjetivo, que se subdivide en el problema de la

unicidad y el de la semejanza, encontraría también respuestas desde esta posición

semántica. En primer lugar porque la realidad no se duplica para poder ser contenida dentro

de nuestras mentes, la realidad permanece una e indivisible en el plano físico, y cada

persona reacciona de forma correspondiente con ella. Y, en el segundo caso, en el de la

semejanza, simplemente se evade esta dificultad en la medida en la que ya no es necesario

que dos personas posean un contenido mental semejante pero inaccesible, sino que basta

con que respondan conductualmente, de manera observable, a eventos determinados, lo

cual sí puede ser comparado y medido.

El último argumento, que hace referencia a la imposibilidad de concebir un lenguaje

propio, simplemente no aplica a la propuesta comportamental, puesto que no es necesario

tomar en cuenta los procesamientos internos de los sujetos para explicar sus conductas y

con ello el lenguaje. De esta manera, una semántica comportamental parece superar algunos

de los argumentos de Gorgias mientras que otros parece simplemente evadirlos. De otra

parte, el propio Gorgias parece defender esta posición en el Encomio de Helena con lo cual

pareciera ser, al menos hasta este punto, una interpretación acertada de Mourelatos en

cuanto a la propuesta semántica propia de Gorgias.

Sin embargo, quedan algunas dudas o caminos que podrían ser explorados aun. La

inmanente búsqueda por la verdad que encontramos en Gorgias, manifestada en sus

constantes argumentaciones que pretenden encerrarla y delimitarla lo más cercanamente

posible, dada la imposibilidad de comunicarla fielmente por medio del logos, deja

21

planteada la problemática de ¿Cuáles son los criterios de verdad posibles dentro de una

propuesta comportamental de lenguaje? Y si, llegado el caso, no puede atribuirse a

reacciones fisiológicas un criterio de verdad ¿Será necesario regresar a una propuesta

ideacional que supere las problemáticas expuestas por Gorgias? ¿Podría pensarse una

noción semántica que incorpore la propuesta conductista pero que además se despliegue en

representaciones y juicios capaces de preservar la verdad, una propuesta representacional?

Estos cuestionamientos tratarán de ser respondidos en el cuarto capítulo de este trabajo, en

la medida en la que se plantea una respuesta desde una teoría semántica tanto referencial

como ideacional que en cierto modo podría superar también las dificultades planteadas y

además proponer criterios de verdad suficientes para hacer eficaz la comunicación.

Capítulo 4. Respuesta a Gorgias desde una Semántica Representacional.

(De qué manera una Semántica Representacional resistiría las críticas de Gorgias sobre la incomunicabilidad y por qué esta propuesta es más coherente con sus postulados epistemológicos)

Por tanto, apartándome un poco de la interpretación que hace Mourelatos de estos

argumentos como críticas devastadoras a la concepción referencial e ideacional del

lenguaje, pueden también advertirse puntos en los que Gorgias parece no negar por

completo estas propuestas, permitiendo pensar que una posición moderada de ambas podría

adecuarse a su pensamiento. Ejemplo de ello es que en un pasaje del Encomio de Helena,

afirma: “Ciertamente, las cosas que vemos, no tienen la naturaleza que nosotros queremos, sino

que cada una tiene su propia naturaleza. Y a través de la vista el alma es moldeada en su

carácter.” (Ariza, S.) En este pasaje se evidencia que la realidad, por sí misma, es capaz de

comunicar o de transmitir emociones, y en ese sentido, el significado de esta comunicación

puede corresponderse con el de una semántica referencial, en tanto que es extralingüístico y

subsiste en la realidad. En efecto, si adoptásemos una posición referencial extrema, en la

que todo lo que hace parte del lenguaje tiene un referente concreto en el mundo y todo lo

que existe en el mundo puede tener un signo correspondiente, entonces el ejemplo de los

carruajes corriendo por el mar sería una dificultad insuperable. Empero, si adoptamos una

posición moderada de esta semántica referencial, en la que admitimos que cierta parte del

mundo sí puede transmitir y moldear la mente, pero no todo lo que se dice corresponde con

22

la realidad, entonces podríamos tener una semántica que dé cabida a ambas instancias, tanto

en la que se habla de la realidad como en la que se habla de objetos ficcionales, dando así

coherencia a ambos postulados aparentemente contradictorios en Gorgias.

La aproximación que hace Mourelatos al texto Sobre el no Ser de Gorgias, se aparta,

desde el inicio, de una concepción representacional del lenguaje, esto a razón de que el

mismo Gorgias parece negar la posibilidad de que algo que está afuera de la mente se

represente en ella. Entiendo en este punto la semántica representacional como aquella en la

que el significado de las palabras está dado por una imagen mental que evoca la realidad. El

gran aporte de Mourelatos es, a mi forma de ver, que encuentra que en este pasaje de

Gorgias se anuncian tesis muy actuales de semántica, la ideacional y referencial, y que

adicional a ello se apoya, inmanentemente, una comportamental. Una vez las ha expuesto

las dos primeras, en su forma más extrema, asume que Gorgias las critica y que no las

aceptaría como semánticas viables. Pero al apartarse tan radicalmente de la posibilidad de

que Gorgias aceptara alguna de estas propuestas, reformuladas en una interpretación más

moderada, me parece, interrumpe una investigación que podría haber encontrado en ellas

un campo sumamente fructífero en cuanto a nociones semánticas. No quiero decir con esto

que la semántica comportamental no pueda ser una interpretación viable y en cierto sentido

acertada de los textos de Gorgias, sin embargo, creo que adoptar esta posición implica

omitir dos cuestiones que me parecen fundamentales y que podrían encaminar la

interpretación hacia una semántica representacional, la primera es la importancia que le

otorga Gorgias a la relación que tiene la verdad con el discurso, que es la idea con la que da

inicio el Encomio de Helena, y la segunda es el rol del conocimiento respecto de la

posibilidad de persuasión; esto es, que quien conoce no puede ser persuadido por el

discurso. Es por tanto que en esta sección trataré de explorar esta posibilidad, de que el

lenguaje en Gorgias aun pueda entenderse desde una perspectiva representacional, mucho

más moderna, y exponer algunos de los posibles beneficios que traería para la comprensión

del lenguaje, en este pasaje, tener una perspectiva de ese estilo, por sobre una

comportamental. Por ello presentaré brevemente las razones por las cuales Gorgias

abandona estas semánticas según Mourelatos, para con ello poder comprender la viabilidad

de una lectura representacional y finalmente expondré, siguiendo la estructura del texto de

23

Gorgias, las posibles respuestas que una semántica representacional podría dar para superar

los argumentos expuestos aquí.

La semántica referencial se critica, para Mourelatos, desde el primer argumento, el

categorial. Dice: “Pues aquello con lo que damos a conocer algo es el discurso, pero lo

que subsiste y lo que es no es discurso. Entonces no damos a conocer a nuestros

interlocutores lo que es sino discurso, el cual es distinto de lo que subsiste.” (Ariza, S.

2014) En este pasaje de Sexto Empírico, Gorgias parece rechazar la idea de que algo

que es externo a la mente, algo que es parte de la realidad, pueda llegar a convertirse en

discurso. La razón expuesta tiene su fuerza en un argumento de error categorial, en el

que si aceptáramos que un ente se puede convertir en un pensamiento, así también

deberíamos admitir que una imagen puede convertirse en sonido, con ello se critica la

posibilidad de que el significado de las palabras sea su referente, pues ambas esferas

nunca llegan a conectarse.

Ahora bien, para una posición ideacional, este argumento, así analizado, no resulta

problemático, puesto que en ésta no se dice que el objeto que está afuera también esté

adentro, sino justamente que lo que hay en la mente es algo en sí mismo diferente, pero que

evoca un ente del mundo. Sin embargo, esta objeción plantea, o al menos hace explícita,

una dificultad que resulta mucho más problemática para la escuela representacional, y es el

la conexión que existe entre aquel contenido mental y el ente del mundo real que hemos

dicho, evoca.

Mourelatos por su parte propone que la semántica con la que Gorgias podría estar

comprometido es una que, dado lo anterior, no necesite estar mediada por la existencia de

contenidos e imágenes mentales, sino que se mantenga en el mismo plano físico de

conformidad al ente real y que de ese modo preserva la materialidad del discurso. Para la

perspectiva representacional, empero, resulta más complejo salvar esta dificultad, puesto

que deben enfrentarse a la necesidad de crear una conexión entre el ente del mundo real y

un contenido mental tal que pueda ser replicado por un interlocutor sin que este intento

acabe por transmutar el ser de la cosa material ni que, para preservarlo, omita la objeción

sobre la unicidad. Del mismo modo, la noción representacional del lenguaje estaría muy

conectada con una concepción referencial. Esto quiere decir que en principio, cualquier tipo

24

de representación o evocación, como la hemos llamado, debe referirse a un objeto externo,

anclado a la realidad y la materialidad.

Es por tanto que si pensamos que la concepción referencial del lenguaje es descartada

por Gorgias, y que está es base ineludible para la concepción representacional,

terminaremos abandonando ambas nociones en miras de dar con una noción más adecuada

de la visión de Gorgias, que para Mourelatos sería la semántica comportamental. Sin

embargo, la conexión existente entre la concepción representacional y referencial no tiene

que caer necesariamente en una relación bicondicional, y a pesar de que una sí puede estar

anclada a la otra, esto no significa que tal relación deba ser en ambas direcciones; una

semántica referencial no implica necesariamente una semántica representacional, mientras

que una semántica representacional sí tiene su base en una semántica referencial. Si

asumimos que el significado del lenguaje es el referente del mundo real, no es necesario

que planteemos una imagen mental que lo evoque y que medie entre el referente y el signo,

pero, para una semántica representacional sí es necesario que exista algún tipo de referente,

puesto que el significado estará determinado por la imagen mental que evoque una

presentación inicial de la realidad. La ventaja de adoptar una posición representacional es

que, sobre la base referencial, es posible construir una noción de significado que permita

superar las dificultades propuestas por Gorgias respecto de la posibilidad de realizar una

comunicación efectiva.

De otra parte, en el Encomio de Helena Gorgias afirma:

“Pues si todos tuvieran sobre todo asunto recuerdo del pasado, <comprensión> del presente

y previsión del futuro, el discurso aunque fuera igual no actuaría de igual modo. Pero de hecho

no es fácil recordar el pasado ni examinar el presente ni adivinar el futuro de tal modo que la

mayoría sobre la mayoría de los asuntos echan mano de la opinión como consejera del alma.”

(Ariza, S. 2014)

En este pasaje, aparentemente encaminado a evidenciar la imposibilidad de resistirse al

discurso, Gorgias parece también introducir una idea que hasta el momento parecía

olvidada, la de que el conocimiento es capaz de interferir con la persuasión. Si alguien,

como afirma Gorgias, pudiese recordar su pasado, comprender el presente y profetizar el

futuro, no podría ser convencido a través del discurso, puesto que éste actúa sobre la

25

creencia y no sobre el conocimiento. Sin embargo, el argumento retoma su curso en defensa

de la fuerza del discurso al evidenciar que ningún hombre es omnisciente; por lo cual

ningún hombre es capaz de eludir el poder del lenguaje, todos tienen creencias sobre las

que el discurso actúa y puede coaccionar. En efecto, los hombres, ignorantes de muchas

cosas, pueden ser persuadidos en estos asuntos, empero ningún hombre es ignorante de

todo conocimiento. No puede ser un hombre persuadido sobre aquello que conoce, puesto

que lo conoce, y el discurso, que actúa sobre las cosas que cree, no tendrá potestad sobre

aquello que se conoce; y, a pesar de que aquel hombre sí pueda ser persuadido en otros

aspectos que ignora, por lo cual el discurso tendría poder sobre él, no lo será sobre aquello

que conoce. En este sentido, el final de la cita abre la posibilidad a esta interpretación al

aseverar que en la mayoría de los asuntos, la mayoría de los hombres pueden ser

persuadidos, de lo que puede deducirse que en una minoría de asuntos una minoría de

hombres puede, por medio del conocimiento, ser inmune al poder del discurso.

La implicación que esta interpretación tiene en nuestra investigación sobre la semántica

de Gorgias, es que hay un contenido mental, un mundo de vivencias interior, capaz de

alterar los comportamientos; lo que resulta inaceptable dentro de una semántica

comportamental extrema. El conductismo como propuesta psicológica y la semántica

comportamental consideran que no es necesario recurrir a los contenidos mentales para

explicar las conductas resultantes y con ello poder dotar de significado a las palabras; sin

embargo, para Gorgias los contenidos mentales parecen tener aún cierta relevancia. Si el

significado no reside en el comportamiento resultante, sino que está mediado por los

contenidos mentales del oyente, no podemos mantenernos en una semántica conductista.

Hasta el momento podríamos quizá decir que para la mayoría, en la mayoría de los asuntos,

la semántica comportamental funciona adecuadamente, y dados los demás argumentos de

Gorgias, en los que entonces compara el poder del lenguaje con el poder de una droga sobre

el cuerpo, estaríamos inclinados a afirmar que esta es una interpretación que se adecúa a su

pensamiento y filosofía. Sin embargo, estos pequeños residuos en los que afirma que

ciertos contenidos mentales pueden interponerse en el camino de la persuasión, aunque sea

sólo en una minoría de asuntos para una minoría de personas, abre la puerta a una

interpretación que se aleje de este rumbo meramente comportamental y presente una

semántica representacional.

26

Aun así, en este punto, Mourelatos podría responder y decir que, a pesar de que el

conocimiento parece poder interponerse en el camino de la persuasión, el ser, para Gorgias,

es incognoscible. La posibilidad misma del conocimiento es atacada de antemano en la

segunda sección de Sobre el no Ser y, si aceptamos que Gorgias no concibe esta premisa

epistemológica, la importancia que le otorga al conocimiento en los comportamientos

resultantes será simplemente superflua, puesto que nunca llegamos a conocer nada en

realidad. A esta objeción, la presente tesis tendría que responder que, aunque en efecto

Gorgias parece defender la tesis de que no es posible conocer la realidad y mucho menos

comunicarla, parece existir una búsqueda por encontrar los criterios de verdad suficientes

que permitan dotar de significado el lenguaje y con ello transmitir conocimiento. En el

Encomio de Helena Gorgias afirma: “La buena disposición de la ciudad está en la excelencia

de sus hombres, la del cuerpo en su belleza, la del alma en su sabiduría, la de la acción en su virtud

y la del discurso en su verdad” (Ariza, S). En este sentido podríamos pensar que aunque el

lenguaje es capaz de producir todo tipo de emociones, tanto de placer como de tristeza, e

incluso envenenar la mente, la belleza que reside en él es su capacidad para transmitir la

verdad.

Dentro de una propuesta comportamental no hay criterios de verdad, las proposiciones

no son falsas o verdaderas, sino eficaces o ineficaces respecto de producir el

comportamiento esperado. No podemos mantener una búsqueda por condiciones de verdad

que permitan el conocimiento, o su transmisión a través de la comunicación, y al mismo

tiempo sostener una posición conductista. La ausencia de estos criterios de verdad

suficientes en el lenguaje, llevan a Gorgias a abandonar por completo la posibilidad de

conocimiento y comunicación, así, al final del segundo pasaje de Sobre el no Ser, en la

traducción de MXG Incognoscible, dice: “¿Por qué son estas más [de lo que no son]? ¿Y

cuáles son las verdaderas? Esto no es claro. De modo que, incluso si son, las cosas serían

incognoscibles para nosotros.” (Ariza, S. 2014) Mientras en que Sexto Empírico al final

del tercer pasaje de Sobre el no Ser, Incomunicable, dice: “Por lo tanto, al quedar

irresueltas tales cosas en Gorgias, se pierde el criterio de verdad necesario para éstas.

Pues ni de lo que es ni de lo que puede ser conocido ni de lo que, por naturaleza, puede ser

indicado a otro habría algún criterio.” (Ariza, S. 2014). Pero si pudiesen presentarse

criterios de verdad suficientes que puedan superar los argumentos de Gorgias desde una

27

semántica representacional, podríamos aunarnos a esta búsqueda por investigar la

posibilidad de transmisión del conocimiento, de la cual no hace parte la semántica

comportamental, y con ello proponer una teoría que se adapte más a sus exigencias

lingüísticas.

Para poder concebir una teoría semántica, capaz de resistir los ataques propuestos por

Gorgias a la posibilidad de la comunicación y que al mismo tiempo se adecúe con algunas

de sus exigencias lingüísticas y sus supuestos filosóficos, es preciso que pueda resistir o

eludir cada uno de los argumentos expuestos y aun así poder presentar condiciones de

verdad suficientes para que un signo determinado tenga significado y preserve el

conocimiento. Reitero que no es mi intención crear una teoría semántica completamente

nueva; cosa que sería imposible de hacer en tan corto tiempo, ni tampoco mostrar que

Gorgias ya había propuesto una, pues no hay ningún lugar en el que esta se exponga

explícitamente, sino tan sólo pensar en las posibles respuestas que una teoría

representacional, que dé cabida a los supuestos de Gorgias, daría a los argumentos

expuestos en el pasaje de la incomunicabilidad y cuáles son las ventajas de ésta semántica

para una comprensión de Gorgias por encima de una posición comportamental.

Por tanto, la estructura del texto estará dada por los desarrollos posibles a las cuestiones

planteadas por Gorgias, a saber: su argumento categorial, en el que algo que es ente no

puede convertirse en discurso ni viceversa; el argumento intersubjetivo, en el que se

cuestiona la posibilidad de que entre dos personas sea posible tener un mismo contenido

mental, esto en dos sentidos, el primero que sea ontológicamente posible que algo que es

uno esté en dos entes y espacios separados sin convertirse en dos, y el segundo que exista

algún tipo de garantía de que el contenido mental de los sujetos se asemeje entre sí;

finalmente un argumento intrasubjetivo que evalúa la posibilidad de que un mismo sujeto

pueda percibir las cosas del mundo real y hablar de ellas inequívocamente, de nuevo

subdividido este argumento en dos direcciones, la primera en la imposibilidad de relacionar

objetivamente diferentes estímulos perceptuales, como un dato auditivo o uno visual, con

un objeto real, dadas las diferencias categóricas entre estas esferas; y finalmente la

imposibilidad de que una misma persona, a lo largo del tiempo, sea capaz de percibir de la

misma forma algún objeto y aun así poder transmitir conocimiento sobre éste.

28

Respuesta al Argumento Categorial.

En miras a desarrollar una posición representacional que se ajuste a la pretensión de

transmisión de conocimiento, detrás de la que Gorgias parece estar, me mantendré en un

marco teórico realista, esto es, que no asuma una desconexión absoluta entre el discurso y

la realidad, sino que le otorgue a la relación entre ambos, de alguna manera, el estatus de

verdad y significancia. Para hacerlo es necesario retomar la propuesta referencial que

permita hacer esta conexión con el mundo real. Empero, revivirla requiere de hacer una

defensa de la crítica de que asumir esta posición implica que cualquier signo o expresión

lingüística tenga un referente material y en completa adecuación a la descripción dada,

como el ejemplo de Gorgias sobre Carruajes corriendo por el mar.

La teoría del Significado Natural y del Significado Funcional, propuesta por Fred

Dretske en su artículo Representational Sistems, es, a mi consideración, una posible

alternativa de solución, para la posición referencial, a la crítica anteriormente mencionada.

Esto a razón de que no descarta de antemano que el significado esté categóricamente

separado del mundo material, sino que las conexiones inmanentes entre eventos de la

realidad crean una suerte de significado objetivo, el Significado Natural. Que en el mundo

existan componentes semánticos no implica que estemos pensando en una realidad

antropomorfizada a la que le atribuimos intencionalidad comunicativa, sino que estamos

simplemente rescatando un sentido neutro de la palabra significar, que en su comprensión

más básica se refiere a la ostensibilidad, a la indicación y señalación de algo particular. Este

indicar, que es base de la posibilidad del significar, es algo que para Dretske sí puede verse

en la naturaleza, cito:

“Los signos naturales son indicadores, indicadores más o menos fiables, y lo

que ellos significan es lo que indican que sea así. El poder de un signo natural

para significar algo: por ejemplo, que Tommy tiene sarampión, está suscrito por

ciertas limitaciones objetivas, ciertas relaciones legales, entre el signo… y la

condición que constituye su significado (Tommy está teniendo sarampión).”

(Dretske, F. 1986)

29

Dado lo anterior, es posible encontrar en el mundo material ciertos eventos que son

signos naturales, que tienen un significado muy básico o al menos son indicadores de otros

eventos. En el caso mencionado de Tommy y el sarampión, expuesto por Dretske, el signo

que sería indicador de esta condición son las marcas rojas en su rostro. La relación entre

uno y otro evento, entre el sarampión y las marcas rojas, es una relación objetiva, presente

en el mundo y no simplemente en nuestra interpretación lingüística, y por tanto es una

relación que Dretske denomina legaliforme. Esto quiere decir que no es una mera

coincidencia, una casualidad que ambos eventos aparezcan cercanos en el tiempo, sino que

es una relación causal de uno sobre el otro y que dada la instanciación de uno de ellos es

necesario que el segundo, en condiciones normales, se presente también. Dadas estas

relaciones legaliformes en el mundo real, y no meramente en una representación mental de

éste, es posible pensar que el significado no sea categóricamente distinto de la realidad,

sino que subsista en ella, le sea inmanente, al menos en una primera instancia.

Sin embargo, aunque esto permite una conexión posible entre lenguaje y mundo, aún no

ha dado cabida a la posición representacional, puesto que para ello debería estar en

conexión con la mente, de otra parte la propuesta, aun no nos salva de la crítica de Gorgias

ejemplificada en el caso del carruajes corriendo por el mar. Por ello me es necesario

retomar también la propuesta que Dretske introduce sobre el Significado Funcional y el

Significado Convencional (Dretske, F. 1986); aunque este último lo complementaré desde

Ned Block y su teoría de una Semántica de Rol Conceptual, que se articulan como sistemas

interrelacionales que dan como resultado un lenguaje capaz de llevar a cabo una

comunicación efectiva.

De acuerdo con Dretske, por sí mismo, el mundo, no puede pensarse como agente de

significado, no puede atribuírsele intenciones comunicativas y en ese sentido los eventos

naturales no quieren decir nada. Las manchas rojas son indicadores de la enfermedad, pero

sólo puede encontrárseles significado en cuanto que son reconocidos por una audiencia. La

intención de comunicar y la posibilidad de reconocer signos es ya una característica

humana, gracias a la cual los indicadores naturales adquieren un cierto rol en nuestro

sistema representacional y de creencias. Son estas relaciones legaliformes presentes en

indicadores del mundo material las que son base de la comunicación, pero es la capacidad

de reconocer estas relaciones y la intención de comprender y transmitir su significado las

30

que permiten hacer una comunicación efectiva. Esta intención y reconocimiento de los

indicadores del mundo real es clasificada por Dretske en un segundo sistema

representacional, el del Significado Funcional, en el cual el darse cuenta de las relaciones

objetivas y otorgarles un rol dentro de un marco de creencias, y en tal sentido un discurso,

es la conexión entre la realidad y el logos.

El ejemplo que podría permitir una mayor comprensión de esta idea es el de la

construcción de un termómetro; ejemplo utilizados por Dretske para hablar de Significado

Funcional. A pesar de que un termómetro es un elemento artificial, que en principio

requiere que un cierto agente, con propósitos y diseños, lo construya intencionalmente, una

vez está construido deja de ser un elemento meramente intencional, algo que puede ser

modificado a razón de los planes o expectativas que se ponga en él, sino que tiene una

covarianza con el mundo que es independiente del sujeto. Está entonces este artefacto en

una posición intermedia respecto del mundo y el discurso, puesto que a pesar de que no está

en el mundo de forma natural, sino que su composición está determinada por un creador

que sí poseía una intencionalidad clara, su funcionamiento, una vez construido, no depende

del discurso sino de su ser material.

Con este segundo sistema representacional se preserva la conexión entre la realidad y el

logos, puesto que encuentra el significado en el mundo mismo y no simplemente en la

mente, y a la vez da cabida también a la posición representacional, en tanto que comprende

que la comunicación sólo es posible en tanto existe un reconocimiento de estas relaciones

materiales y las ordena dentro de un sistema de creencias específico. De esta forma se abre

la posibilidad de defender una posición no sólo referencial ni sólo ideacional, sino que

permite la coexistencia y en cierto sentido establece una simbiosis entre ambas capaz de

construir una teoría semántica tal que pueda explicar tanto la conexión entre discurso y

realidad como la posibilidad del error. El caso de los carruajes corriendo por el mar no se

entiende, desde esta teoría, como un signo tal que, dada nuestra posición realista y

referencial del lenguaje, deba estas instanciado necesariamente en el mundo material, esto

es, que para que pueda hablarse de ello, o para que esta frase tenga algún significado, deba

existir de hecho tal carruaje en la realidad, sino que se entiende como un error

representacional. La posición representacional, a diferencia de una posición conductista,

31

permite dar una explicación al hecho de que no todos los signos emitidos tengan un

referente real sin abandonar por ello el interés de perseguir los criterios de verdad.

No es el significado natural al que se apela cuando se habla del carruajes corriendo por

el mar, de ser así no habría posibilidad de equivocación alguna, puesto que dada la ley

legaliforme de que un signo indica necesariamente un evento que es causa de este, la

expresión carruajes corriendo por el mar implicaría, necesariamente, la existencia de estos.

No habría, en este primer sistema semántico de Significado Natural, la posibilidad del errar,

no podría hablarse de nada que no existiese y todo de lo que se hablara existiría de forma

necesaria. Sin embargo, el segundo sistema representacional, el del Significado Funcional,

pone en contrafuego los indicadores del mundo real y, la intencionalidad y el

reconocimiento, de estas relaciones reales por parte de una audiencia que busca llevar a

cabo una comunicación efectiva. Esto permite pensar que la razón de que pueda de hecho

hablarse de cosas que no existan es porque tal acto lingüístico está mediado por una

interpretación del hablante. Es posible, en este sentido, que nosotros veamos erróneamente

en el mundo relaciones que no existan y que hablemos de ellas atribuyéndoles un sentido en

miras a llevar a cabo la comunicación. (Dretske, F. 1986)

El significado que se atribuye a objetos que no existen en el mundo material, subsiste

aun en un tercer sistema semántico, Significado Convencional, que toma como criterio el

despliegue comunicativo en contextos sociales. El criterio de verdad, en este sistema, se

encuentra en el uso acordado intersubjetivamente de las expresiones lingüísticas. En este

punto las condiciones de que algo tenga significado están en tres niveles diferentes; el

primero entre eventos del mundo material, Significado Natural; el segundo entre

indicadores del mundo y reconocimientos intencionales de estas relaciones reales,

Significado Funcional; y finalmente en la relación entre las mismas representaciones, dando

lugar a un estado mental casi autónomo, capaz de otorgar condiciones semánticas

suficientes para salvar las críticas de Gorgias a la comunicación.

Hasta aquí hemos resuelto, el argumento categorial por medio del Significado Funcional,

que juega el rol de intermediario entre los indicadores del mundo material y los significados

ideacionales. La conexión entre logos y realidad existe y es funcional puesto que, en un

nivel básico, el signo y el ente hacen parte de la misma categoría, la de realidad. Además de

32

ello, hay posibilidades de que pueda hablarse de seres ficcionales o inexistentes sin llegar a

una contradicción metafísica, no porque estén instanciados en el mundo sino porque los

indicadores del mundo material pueden malinterpretarse, a razón de un reconocimiento

equivocado.

Para una mejor compresión del tercer sistema semántico, el que nos permite hablar de

cosas cuyo referente no esté en el mundo real, me parece que es pertinente traer a colación

la teoría de Semántica de Rol Conceptual propuesta por Ned Block en su artículo

Advertisement for a Semantics for Psychology; en la cual se hace una exposición, que

considero altamente plausible, de la importancia de las relaciones entre sistemas de

creencias para hacer posible una comunicación asertiva. Trataré a continuación de hacer

una exposición somera de esta propuesta ya que no sólo me permitirá expandir la

explicación sobre este tercer sistema semántico sino que, apoyado en ella, podré dar

alternativas de solución a los demás argumentos de Gorgias sobre la incomunicabilidad, en

específico el argumento intersubjetivo y el argumento intrasubjetivo. Una vez expresada la

necesidad de hacer uso de esta teoría con fines explicativos, es también preciso reconocer

que la propuesta semántica que se está presentando reúne diversas propuestas en un mismo

discurso, no con ello pretendo trasgredir sus propuestas individuales al reunirlas con otras

que los mismos autores revisaron y quizá descartaron, sino tan sólo explorar la posibilidad

de una teoría semántica que las integre.

Respuesta al Argumento Intersubjetivo.

La Semántica de Rol Conceptual, dentro de la actual propuesta lingüística, nos presenta

la posibilidad de que todos aquellos contenidos mentales, que en su juventud fueron

abstraídos del Significado Funcional, interactúan entre sí dando lugar a nuevas relaciones

legaliformes y de causación, aunque esta vez inmersos en el universo de las

representaciones. La base del significado del lenguaje reside, como hemos visto

anteriormente, en el reconocimiento del Significado Natural, lo que lleva a una atribución

intencional sobre los objetos en pro de un beneficio de comprensión para la audiencia que

da lugar al Significado Funcional. El tercer sistema, a pesar de acarrear esta historia

consigo, no responde a las mismas leyes de significación, puesto que la relación entre la

mente y el mundo ya no es la que determina la capacidad de significar, sino las relaciones

33

de causación dentro de las propias representaciones y los sistemas de creencias. Esta

perspectiva afirma que los contenidos mentales no existen en el abstracto, despojados de

todo suelo y contexto, sino que están inmersos en un sinfín de asociaciones que les dan un

lugar dentro de nuestro sistema de creencias. Lo que otorga significado en este tercer

sistema no es el contenido mental por sí mismo, sino las relaciones que guarda con otros

contenidos mentales, algunos de ellos conectados con la realidad, su función, las

expectativas, los peligros, etc. Así, conceptos como “Libertad”, “Igualdad” o “Semántica”,

deben necesariamente entenderse enmarcados en un sistema de creencias relacional en el

que otros conceptos, algunos más básicos (Provenientes del Significado Funcional) o aún

más abstractos, transforman y limitan el concepto inicial. Por ejemplo, el concepto de

libertad y su signo correspondiente “Libertad” puede para un sujeto referirse

indiscutiblemente a la capacidad adquisitiva en términos monetarios; lo cual únicamente se

garantiza dentro del imperante sistema capitalista con el incremento del ingreso individual,

mientras que para otra persona el mismo signo referirá a la capacidad de ejercer una

autonomía ética en un contexto social; lo cual únicamente se garantiza, dentro del

imperante sistema impositivo, por medio del aislamiento monástico. En este ejemplo el

mismo signo; “Libertad” no se refiere unívocamente a un concepto claro de libertad, sino

que su significado está dado por las relaciones en las que se encuentra respecto de otros

conceptos asociados, junto con las repercusiones prácticas y teóricas que le son inmanentes,

dicho de otro modo; por el rol conceptual dentro del sistema de creencias individual.

En ese sentido, la primera vía, dentro del argumento intersubjetivo, que afirma que algo

que es uno no puede estar en dos entes distintos y en dos espacios distintos sin ser dos,

antes que ser rebatida, es ampliamente aceptada. Estas relaciones entre sistemas de

creencias y contenidos mentales son personales y por tanto no se refieren a una misma cosa

(Block, N. 1986). Sin embargo, una vez hemos aceptado esta primera premisa es necesario

superar la segunda vía de este argumento, que afirma que no hay garantías de que un cierto

contenido mental se les aparezca semejante a ambos sujetos de la misma manera. Y dado

que en esta tesis se está explorando la posibilidad de una semántica que no sólo responda a

Gorgias sino que además pueda ser coherente con algunos de sus supuestos filosóficos, es

necesario tratar de aportar una respuesta a esta segunda dificultad.

34

Este pues, es un argumento que para la teoría representacional, incluso con base en

Significado Natural, resulta sumamente problemático, puesto que en efecto no hay forma de

entrar en la mente ajena y saber si aquello que se transmite por discurso es entendido de la

misma forma en ambos sujetos, hablante y audiencia. Por tanto, dada nuestra actual

propuesta semántica, debemos dar una garantía de que sí es posible que dos contenidos

mentales se asemejen, en miras a superar este problema sin necesidad de trasgredir el

supuesto ontológico de la unicidad. Para ello daremos un paso más allá y tomaremos el

concepto de “Convención lingüística” que, soportado sobre la Semántica de Rol

Conceptual, puede darnos una cierta garantía, aunque sólo probabilística de que sí es

posible tener una comprensión similar suficiente para tener una comunicación eficaz.

La forma de evidenciar la eficacia de la comunicación es, al igual que en cualquier otra

propuesta semántica, el comportamiento que el hablante y la audiencia muestran, esto, no

obstante, no quiere decir que nuestra propuesta semántica sea el conductismo extremo del

que habíamos hablado, puesto que no estamos concibiendo el comportamiento como única

base semántica, sino que la conducta desplegada es indicador de un sistema

representacional claro y ordenado, que sirve como criterio de semejanza entre conceptos. El

comportamiento lingüístico en contextos sociales revela patrones que se corresponden con

una Semántica de Rol Conceptual, en tanto que hacen referencia a las relaciones

conceptuales que se interrelacionan con los contenidos mentales, más no al contenido

mental por sí mismo. Ejemplo de ello es la reacción de huida cuando una imagen aterradora

se nos presenta; el comportamiento resultante que puede evidenciarse en este caso, aunque

podría pensarse que es a razón única y explícita de la imagen revelada, es en realidad una

respuesta a una suma de creencias asociadas con esa imagen, como el hecho de que es

peligrosa para nuestra supervivencia o nuestra salud y que huir nos salvará, o por lo menos

nos dará una mayor oportunidad de sobrevivir esa situación. Claramente el significado de

este comportamiento tiene como referente no sólo la imagen presentada sino una red

interrelacional de otros conceptos y creencias que le otorgan sentido a su conducta. El

comportamiento, en contextos sociales, hace referencia también a estas interrelaciones

presentes en el sistema representacional del individuo y, su criterio de evaluación es la

conducta resultante y la eficacia que tiene para hacer comprender a una audiencia el

concepto inicial en razón de su rol en el sistema representacional ajeno.

35

En este sentido, el criterio que hemos definido como garantía de que hablante y

audiencia son capaces de tener un concepto semejante, no es un criterio absoluto, dicho de

otro modo; las condiciones de acreditación de semejanza de un concepto propio con uno

ajeno tendrían que pasar por un desarrollo conductual que haga referencia al rol del

concepto que estamos tratando de comunicar en todos los aspectos posibles y sólo después,

una vez sean contrastados los comportamientos ajenos con los propios, podríamos

acreditar, con absoluta certeza, que el rol conceptual ajeno es semejante al propio. (Block,

N. 1986)

Para ilustrarlo en un ejemplo quisiera retomar el concepto de libertad y los dos

individuos que tratan de comunicarse al respecto; mientras que para uno la libertad está

intrínsecamente relacionada con una propuesta ética, para el otro la libertad consiste

únicamente en un desarrollo económico. No es posible que ninguno de ellos sepa que su

concepto juega un rol diferente al del otro si tan sólo enunciáramos el signo “Libertad”

despojándolo de contexto, pero es claro que en cuanto empecemos a hablar sobre las

implicaciones que este concepto tiene en nuestra vida cotidiana o en la importancia

filosófica y sus diferentes aproximaciones, ambos sujetos entenderán que las relaciones en

las que se encontraba su concepto, en su propia red representacional, difieren en grado

sumo con las de su contraparte. Es pues que hasta el momento hemos encontrado un criterio

suficiente que indica cuando dos contenidos mentales no se asemejan, dado su rol

conceptual, pero no podemos, en esta misma línea teórica, proponer un criterio igual de

certero para atribuir una completa correspondencia entre ambos conceptos. Si en este

mismo ejemplo, el segundo individuo en lugar de tener una posición economicista de la

libertad, tuviese una concepción muy cercana a la primera, pero con una muy sutil

diferencia en algún caso muy específico, encontraríamos que a pesar de que ambos sujetos

hablaran durante un largo rato sobre este concepto es posible que jamás se den cuenta de

que no están ablando estrictamente del mismo contenido mental, puesto que una de sus

interrelaciones es ligeramente distinta. Para poder decir que dos conceptos son exactamente

iguales sería preciso instanciar cada uno de los posibles casos en los que el concepto se

podría relacionar con otros y evaluar uno por uno si la correspondencia es completa. Esto

por supuesto no sólo es algo difícil de lograr, sino que en cierto sentido, la Semántica de

36

Rol Conceptual no está apuntando a este tipo de certeza para poder realizar una

comunicación efectiva. (Block, N. 1986)

Es necesario, dada la infinitud de casos posibles en los que un concepto puede

representar un rol, que la comunicación deba buscar roles similares mas no completamente

semejantes. Esto sin embargo nos genera otra dificultad, y es que una vez planteado un

posible criterio de semejanza probable, mas no exacta, es forzoso que nos respondamos

cuales son los rasgos suficientes y primarios en la comprensión del rol conceptual, es decir,

en qué categorías deben moverse las similitudes y hasta qué condiciones deben cumplir

para que puedan permitir una comunicación eficaz.

Ante tal cuestionamiento me parece consecuente, dado que estamos persiguiendo una

semántica representacional capaz de responder a las críticas de Gorgias, que analicemos por

un momento su forma argumentativa, la cual, pienso, revelará cuáles son los parámetros de

esta semejanza probable. He mencionado anteriormente que la forma argumentativa de

Gorgias, que he optado por llamar, “Matrioska”, es en la cual, para demostrar una idea,

comienza por plantear un argumento tal que pareciera demostrar con absoluta certeza que

esta idea es verdadera, sin embargo, en aras de expandir su demostración, continúa

planteándose el contrafáctico del argumento que acaba de exponer para luego decir que

incluso en el caso de que su reciente argumento fuera falso, hay un segundo argumento que

demostraría que la idea es verdadera, y hace esto mismo con un tercer y más argumentos.

Debe notarse que la jerarquización que los argumentos tienen entre sí, bien podría

entenderse como de necesidad, el primer argumento no sólo es necesario para que la idea

sea verdadera, sino que también es necesario para que el segundo argumento exista, o

mejor, de su contrafáctico depende que el segundo argumento tenga sentido, del mismo

modo, un contrafáctico del primer argumento y del segundo son necesarios para que un

tercero tenga sentido. Puesto en el ejemplo concreto de la demostración sobre la

incomunicabilidad, el primer argumento, el categorial, parece por sí mismo prueba de que

la comunicación es imposible, dado que lo que es cosa no puede convertirse en discurso,

pero aun así Gorgias nos da un segundo argumento que, de haber sido el primero suficiente

para demostrar la incomunicabilidad, sería completamente innecesario; este segundo

argumento, el intersubjetivo, tiene como base el contrafáctico del primer argumento y sólo

podría tener sentido en caso de que el primer argumento hubiese sido falseado.

37

Lo paradójico de este método es, reitero, que si pensáramos que su primer argumento

tiene validez y puede por sí mismo demostrar su punto, no haría falta una segunda

demostración, ésta sería completamente innecesaria, y lo mismo ocurriría con una tercera o

cuarta. De otra parte, la jerarquía propuesta por Gorgias nos indica que falsear el primer

argumento es condición necesaria para preguntarse por el segundo argumento y así

sucesivamente. Esto apunta claramente a una forma de entender una aproximación a la

verdad, en la que no es posible dar un argumento que por sí mismo demuestre

completamente la falsedad o veracidad de una idea, sino que es necesario pensar en varios

mundos posibles, incluso en aquel donde el primer argumento sea falso, para seguir

investigando la idea. La noción presente de verdad es, dado el anterior análisis, una noción

de verdad que tiene en cuenta lo posible y probable, a la que se accede por medio de una

demostración que requiere un progresivo suministro de información hasta hacer la tesis

verosímil. Esto apoya nuestro criterio de semejanza dentro de la teoría Semántica de Rol

Conceptual, privilegiando la verosimilitud por encima de la certeza metafísica.

De otra parte nos induce a una idea de qué rasgos de semejanza son suficientes para

permitirnos una comprensión en el caso del argumento intersubjetivo. Para que dos

individuos puedan comunicarse efectivamente sobre un determinado contenido mental, este

debe estar jugando un rol dentro de una red de creencias tal que satisfaga, en ambos casos

un mínimo de condiciones necesarias, esto es, que las relaciones que consideramos más

importantes en las que está imbuido ese concepto puedan ser compartidas. Puesto en un

ejemplo, si dos personas ven un delfín en el océano, probablemente ambas pensarán que (i),

aquel ente es un animal y (ii), que se mueve en el agua. Ambas categorías son compartidas

y pueden inferirse de la situación, una por ser una inferencia analítica, los delfines hacen

parte del reino animal, y la otra por ser una inferencia circunstancial, se mueve con fluidez

en el agua y no parece estarse ahogando. Sin embargo, quizá para una de ellas este delfín es

además un representante de los mamíferos, mientras que la otra persona no lo sabe. Este

tercer juicio no es una inferencia circunstancial, y para alguien que no conoce de biología

podría ser un exabrupto. La comunicación entre ambos individuos, mientras se mantengan

en las primeras dos relaciones del concepto; que es un animal y que se mueve en el agua,

indicará que el rol es similar, sin embargo la tercera afirmación hará evidente que el rol no

es exactamente el mismo. Si el primer individuo quisiera demostrar que el delfín es en

38

efecto un mamífero, la base necesaria, aunque no suficiente, para hacerlo, sería decir que

aquel delfín hace parte de la categoría de los animales, pues de no ser así no tendría sentido

preguntarse si es mamífero o no. La argumentación que parta de la segunda categoría, que

el delfín se mueve en el agua, no resulta necesaria para la explicación de que es un

mamífero, puesto que hay muchos mamíferos terrestres. Por lo tanto, cualquier

comunicación que requiera de criterios de semejanza en el rol conceptual de dos individuos,

tendrá que pasar primero por una aceptación de que las condiciones conceptuales necesarias

se compartan, esto es, que exista una red representacional que posibilite una nueva

conexión relacional de un rol conceptual.

Esto no quiere decir que todas las relaciones de necesidad sean de carácter analítico,

como en el caso de Delfín entonces Animal, si viésemos un gato negro y pensáramos que

dan mala suerte, no encontraríamos nada en ese concepto que nos pudiera validar la

inferencia de que da mala suerte. Sin embargo, es posible en efecto comunicarse con otra

persona que, aunque no crea que los gatos dan mala suerte, crea que hay objetos que causan

una serie de eventos desagradables a una misma persona, en cuyo caso sería una red

relacional necesaria para que luego pudiésemos decirle que la instancia de gato negro causa

el mismo efecto.

Hasta aquí pienso que hemos mostrado que nuestro modelo es resistente a la crítica del

argumento intersubjetivo por medio de la Semántica del rol Conceptual, afirmando que en

el primer caso, el de la unicidad, nuestra propuesta semántica no la requiere para permitir

una comunicación eficaz y en el segundo caso, en el de la falta de garantías de que ambos

contenidos mentales se asemejen entre sí, hemos propuesto una serie de condiciones,

apoyadas en cierto sentido por la forma argumentativa de Gorgias, que sí podrían dar un

cierto criterio de semejanza. Criterio que aunque no se presenta como una verdad absoluta

o Platónica, sí es una verdad probable o verosímil que se evidencia por medio de los

comportamientos cuyos referentes son las relaciones conceptuales del contenido mental

específico.

Respuesta al Argumento Intrasubjetivo.

Finalmente, el último de los argumentos de Gorgias es el de que en un mismo sujeto

tampoco podría haber una representación unívoca tal que pudiera ser base de una semántica

39

representacional. Este argumento también se desarrolla por dos rutas, al igual que el

argumento intersubjetivo; en la primera se cuestiona si dado que el hombre percibe el

mundo por diferentes vías, esto es, auditiva, olfativa, visual etc. Y todas ellas son

categóricamente diferentes entre sí, cómo es posible que podamos estar seguros de que

tenemos un mismo referente y una misma representación si son varios estímulos y llegan a

la mente por diferentes vías. La segunda ruta es la de que incluso si pudiéramos encajar

todos nuestros estímulos perceptuales en una sola representación, con el tiempo el referente

se percibiría distinto, tanto porque nosotros hemos cambiado y nuestra forma de percibir el

mundo se ha transformado, como porque el referente mismo se ha transformado y ha

envejecido o se ha deteriorado. En este caso habría una pérdida semántica, en la que un

mismo signo, que representa una serie de representaciones diferentes, ya no hace referencia

legítima a algo en concreto; esta pérdida semántica haría incurrir a nuestra propuesta

representacional en una suerte de pansemanticismo, en la que un signo podría significar

cualquier cosa.

La respuesta al primero de estos argumentos nos remitiría ineludiblemente a los

desarrollos empiristas, en especial a Hume, que afirma que lo que permite que atribuyamos

unicidad en el referente a esta gran variedad de percepciones, ya sea por sus diferentes vías,

auditiva, visual etc. o por el hecho de que en la misma percepción visual se presentan varias

imágenes que, aunque ciertamente atribuimos pertenecientes a un mismo referente, en

realidad son muy variadas, dependiendo de la cantidad de luz o de la distancia a la que

estemos, es la asociación. En este sentido, y aplicando este concepto a la Semántica de Rol

Conceptual, diríamos que lo que hace que atribuyamos todas esas percepciones a un mismo

objeto es que lo conceptualizamos interrelacionalmente con el ambiente que lo rodea, por

ello su forma de comportarse, en tanto corresponda con las relaciones preestablecidas de

nuestro marco de creencias, será adecuado con el concepto de unicidad del referente. La

asociación a la que Hume se refiere cuando habla de eventos de causación, que en este caso

podríamos aplicar a los referentes y sus relaciones causales sobre nuestras percepciones,

como un helicóptero que causa un sonido como de zumbido y al mismo tiempo una imagen

de este surcando el cielo, se da en términos de espacio y tiempo. Dos eventos que se

producen uno seguido del otro en espacio y tiempo con periodicidad son asociados en el

marco representacional del individuo; dado esto, aunque en efecto no hay garantías de que

40

una imagen y un sonido pertenezcan unívocamente a un mismo referente, sí se crea una

asociación, con lo cual el concepto adquiere un rol en el marco representacional y se

consolida de esa manera como objeto de comunicación posible.

En cuanto al segundo sub-argumento, tendríamos que acudir a Fodor y a sus leyes de

dependencia asimétrica. En estas se explican las condiciones suficientes para que un signo

pueda tener como referente una serie de percepciones distintas entre sí. En la semántica de

Fodor se proponen ciertos condicionamientos (4) que posibilitan entender que un cambio en

el referente-estímulo no necesariamente represente una perdida semántica, o una asociación

contradictoria con la respuesta comportamental lingüística. La primera de las condiciones

propuestas es la de que es una ley, o una regla que: una instancia de X cause signos “X”s,

puesto en un ejemplo, que la instancia de vaca tenga por efecto la producción semántica del

signo “vaca”, que la instancia de una persona tenga por efecto la producción

comportamental de la pronunciación de su nombre. La segunda, parte de la afirmación

empírica de que de hecho suceda que algunos signos “X”s (“vaca”) sean causados por

instancias de X (vaca), y no sea simplemente una aproximación en el abstracto a la

semántica, sino partida de la experiencia asociativa. La tercera, cuya explicación es quizá

de mayor importancia para el presente texto, es la que afirma que dadas las leyes de

causación Y –> “X” y X –> “X”, la primera es asimétricamente dependiente de la segunda;

la noción de dependencia y asimetría serán trabajadas seguidamente, dada su importancia.

La cuarta y última de las condiciones fodorianas es que de hecho existan algunas instancias

que causen “X” sin ser Xs, puesto de nuevo en el ejemplo, que existan algunas instancias

que causen el signo “vaca” sin que ellas mismas sean vacas. (Aizawa, Adams. 1994)

Haré, brevemente, una explicación más detallada de la tercera condición, la cual es quizá

la más importante para la teoría de Fodor y la propuesta semántica representacional que

estamos atribuyendo a Gorgias, que es la de la asimetría causal. Pienso que la exposición de

esta regla se hará más entendible por medio de un ejemplo concreto propuesto por Fodor: el

del caballo o vaca en una noche oscura. Para Fodor, la instancia de caballo aunado al

estímulo perceptual de caballo, causará el sonido “caballo”, pues esta palabra está

primariamente asociada a este estímulo, no obstante, si vemos a una vaca en una noche

oscura y no podemos reconocerla como vaca sino que pensamos que en realidad es un

caballo, causará igualmente la misma respuesta de “caballo” a pesar de ser una instancia

41

completamente distinta. Una posible respuesta a esta situación es que la verdadera

asociación del signo “caballo” no es solamente caballo, sino caballo o vaca vista en una

noche oscura, empero esto nos conduce directamente al problema de disyunción, en el que

podríamos seguir sumándole infinitamente instancias al significado del signo “caballo” y

caer de nuevo en el pansemantisimo. (Fodor, J. 1990) La propuesta de Fodor es que la

causación del signo en el segundo caso, el de la vaca vista en una noche oscura, depende de

la causación del signo en el primer caso, el del caballo; que corresponde al concepto de

dependencia semántica, puesto que no podría confundirse el signo “vaca” con el signo

“caballo” si no existiera en principio el enlace asociativo entre caballo y “caballo”. Esta

relación de dependencia es completamente asimétrica, puesto que suponiendo que se diera

el caso en el que la instancia de caballo dejara de causar el signo “caballo” entonces la

instancia de vaca vista en una noche oscura, dejaría también de causar el signo “caballo”,

cosa que no sucede en el caso contrario; es decir, si el segundo enlace se rompe, el primero

queda intacto. (Aizawa, Adams. 1994)

La tercera ley, revela una relación de dependencia entre las representaciones y con ello

una relación asimétrica respecto del signo lingüístico que pienso le sirve a una propuesta

representacional para superar el argumento intrasubjetivo en el caso de múltiples

percepciones por una misma vía, que podría ser la vista o el oído. Ejemplo de ello podría

ser una foto antigua de un conocido, ya sea que le conociéramos en el momento de la foto o

no, es claro que su rostro ha envejecido y se ha transformado con el paso del tiempo; ambos

referentes, el de la foto y el hombre actual producen en nosotros el mismo signo, “Juan” por

ejemplo, pero hay una dependencia asimétrica entre ambos referentes y el signo. Si

conocimos al niño de la foto, este es nuestro primer referente el cual relacionamos con un

signo determinado, el hombre actual, en ese caso, no estará comprendido en el mismo

estatus de referente primario para el mismo signo, sino como un referente secundario, el

nombre del hombre actual depende, para nuestro marco de creencias, del nombre del niño

que conocimos antes. De igual forma, si no conocimos al niño, los referentes se

intercambian, llamaremos a ese niño “Juan” porque ese niño está en una relación causal con

el nuevo rol del concepto del hombre actual que fue nuestro referente primario con nombre

“Juan”. En ambos casos, a pesar de que se dio la transformación en el referente, o en

nuestra representación del referente, la ley de significación de dependencia asimétrica

42

propuesta por Fodor nos permite mantener criterios de consolidación del significado que

sostienen una comunicación eficaz.

Ahora bien, hay una segunda forma de interpretar este argumento, en la que no sea el

referente el que se transforme, en este caso Juan, sino que la persona que lo percibe se

modifica, de modo que lo percibe diferente. A medida que envejecemos escuchamos un

menor rango de tonos, y los colores también se perciben de manera distinta al punto que

después de cierto tiempo percibiremos el mundo como si hubiese cambiado. A pesar de

todo, esta segunda interpretación nos propone el mismo problema que la primera y es la

capacidad del lenguaje para referirse unívocamente a una misma percepción. Esta dificultad

se supera de la misma forma que la anterior, por medio de la teoría de dependencia

asimétrica entre percepciones. De no haber tenido esta conexión entre las dos percepciones

no podríamos identificarla como la misma, pero ya no en términos de referentes

perceptuales sino del rol conceptual de la nueva percepción respecto de la percepción

primaria.

Con esta ley de dependencia asimétrica, una propuesta representacional, podría superar

el último de los argumentos de Gorgias a favor de la incomunicabilidad, en tanto que

provee criterios suficientes de significación. El hecho de que un mismo signo esté asociado

a diferentes representaciones de un ente no implica una pérdida semántica, sino tan sólo

una particularización de la estructuración del rol conceptual. La dependencia asimétrica es

el plano arquitectónico de esta estructura, que conecta de manera legaliforme las distintas

percepciones para ser base del significado representacional.

Conclusiones.

Una vez dicho esto, creo que una propuesta semántica que permita la conexión entre el

mundo y el discurso, superando con ello el argumento categorial de Gorgias, al retomar y

recrear una propuesta referencial en el Significado Natural y el Significado Funcional,

como la que plantea Dretske; que además permita también garantizar una comunicación

entre sujetos diferentes sin necesidad de trasgredir el principio de unicidad de los objetos

del pensamiento y que además pueda dar solución al problema de las representaciones

internas, que es en lo que consiste el argumento intersubjetivo de Gorgias, trabajada en la

Semántica de Rol Conceptual; y que finalmente pueda otorgar criterios suficientes para la

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significación en el caso de diferentes percepciones asociadas a un mismo signo, expuesta en

las leyes de Fodor, es una semántica que tiene enormes posibilidades de controvertir la tesis

de la incomunicabilidad. Adicional a esto, esta semántica representacional, a diferencia de

una interpretación comportamental, da cabida y se apoya en los conceptos que Gorgias

trabaja, como el rol del conocimiento y las creencias en el lenguaje, la búsqueda por

criterios de verdad suficientes para la transmisión de conocimiento, la existencia de una

realidad objetiva que es capaz de comunicar por sí misma y finalmente la relevancia de las

conductas para poder llevar a cabo una comunicación eficaz. Por último, la ausencia de

criterios para la transmisión del conocimiento que habían hecho que Gorgias se decantara

por la imposibilidad de comunicación, es superada con una noción de criterio de verdad

probabilístico o de verosimilitud, apoyada en el método que Gorgias utiliza para llevar a

cabo sus demostraciones.

La lectura que hace Mourelatos a los textos de Gorgias, en la que afirma que se propone

una semántica comportamental, resulta inadecuada como forma interpretativa, pues deja de

lado varios elementos que son cruciales para los supuestos epistemológicos y semánticos de

Gorgias, como la persecución de criterios de verdad y el rol del conocimiento y las

creencias en los comportamientos resultantes. La presente respuesta desde la semántica

representacional no pretende ser una mejor interpretación de la noción positiva de

significado de Gorgias, pero sí sostenerse sobre sus argumentos y no omitirlos o restarles

importancia. Por tales razones, pienso que una semántica representacional así definida se

erige, si bien no como una semántica que Gorgias planteó explícitamente, sí como una que

no trasgrede sus supuestos y que responde y supera sus críticas, quizá con una con la que él

mismo se suscribiría.

Por último, creo que redirigir la mirada a autores clásicos desde una perspectiva

moderna nos permite, antes que trasgredir sus contextos, hacer de sus argumentos y

propuestas filosóficas, dificultades muy actuales. Un ejemplo de estos es Mourelatos quien

propone una lectura en la que Gorgias resulta ser antesala de propuestas muy debatidas

desde la semántica actual, y de sus críticas, verdaderos desafíos para cualquier semántica;

lo que nos permite comprender mejor a los autores clásicos y en este mismo proceso arrojar

luz sobre las inquietudes de nuestro tiempo.

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