Historia Del Rio de La Plata Tomo 2

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    Hstra del

    R de la PlataRoberto P. Payr

    Tomo 1i:Perpecas de la rganzacn nacnal

    en ls pasesdel R de la Platay sus vecns, 80-852De la revolucin de Mayo de 1810

    a la cada de Rosas

    2007, 2008 Roberto P. Payr

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    2007, 2008 Roberto P. Payr

    Hst dl

    R d l Plt

    Tomo ii

    Roberto P. Payr

    Prefacio

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    El Ro de la Plata: de la revolucin de Mayo de 1810 a la cada de Rosas

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    Prefacio

    Los dos tomos de este libro digital contienen losoriginales que sirvieron para la edicin impresa1, con losmapas tal como fueron dibujados o rediseados por elautor. Todo el texto fue revisado y ampliado en 2007-2008.

    Esta obra proviene de mis dudas e interrogacionesacerca de la historia argentina tal como me la ensearonhasta los dieciocho aos de edad. Conviene aclarar desdeun principio que no me he dedicado a una investigacinoriginal, sino ms bien a una nueva lectura de la historiade mi pas. Esta me ha llevado a elaborar un compendio dedatos muy dispersos, seleccionados dentro de la literaturadisponible, y a armar, con una presentacin destinada ahacer resaltar los aspectos ms importantes o interesantes,un compendio de informaciones, impresiones einterpretaciones provenientes de muchos historiadores

    argentinos y extranjeros.La obra est dividida en cuatro partes.

    En la parte primera he procurado trazar la evolucinpoltica del Ro de la Plata durante los primeros aos de larevolucin de mayo de 1810. He puesto de relieve elenfrentamiento entre las tendencias morenista ysaavedrista, la influencia que cobr la Logia Lautaro, laactuacin de la Asamblea del ao XIII, el deslizamientoprogresivo hacia gobiernos unipersonales y autoritarios y lacreciente polarizacin ideolgica entre Buenos Aires y elinterior, sobre todo en relacin con la difusin delmovimiento artiguista fuera de la Banda Oriental; lapersistente agravacin del conflicto entre centralistas yautonomistas, las circunstancias en que se declar la

    1 Roberto Pablo Payr: El Ro de la Plata; de colonias a nacionesindependientes. De Sols a Rosas, 1516-1852 (Madrid-Buenos Aires, Alianza

    Editorial, 2006).

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    independencia y la gravitacin que tuvieron los proyectosmonrquicos por razones vinculadas en parte al temor de

    que naufragara el proceso revolucionario si no se lograbala paz con Espaa o el reconocimiento de la independencia.La relacin abarca tambin los principales acontecimientosmilitares, destacndose las campaas contra lacontrarrevolucin cordobesa y las fuerzas realistas del AltoPer, la expedicin al Paraguay, las disensiones entreporteos y orientales acerca de las operaciones lanzadascontra Montevideo, y la desintegracin de la resistenciaartiguista ante una nueva invasin portuguesa facilitada

    por los enemigos porteos de la Liga de los Pueblos Libres.Esas campaas, por ejemplo, explican los efectos de laresistencia del pueblo de la Banda Oriental sobre elmovimiento autonomista y federativo que se propagdesde el interior del Uruguay hacia el centro de lasProvincias Unidas, y tambin aclaran porque se temierontanto las consecuencias de los xitos militares espaoles yde la restauracin del absolutismo en Espaa.

    El perodo abarcado en esta parte primera va desde larevolucin de mayo de 1810 hasta la disolucin delDirectorio, de modo que tambin comprende lasactuaciones de la Primera Junta, la Junta Grande, elTriunvirato, la Asamblea del Ao XIII y el Congreso deTucumn, con repetidas referencias a los comienzos de laprdica monarquista. Como es natural, he puesto derelieve los errores cometidos, por odio a Artigas, en lapoltica aplicada en la Banda Oriental, que condujo a la

    invasin portuguesa, la anexin de esa provincia, y laguerra con el Brasil, y algunos episodios de las primerasguerras civiles en suelo argentino. En un captulo resumolos antecedentes de la revolucin emancipadora en Chile,la formacin del Ejrcito de los Andes y el comienzo de lacampaa lanzada desde Cuyo para liberar a Chile y, desdeall, al Per. Tambin me refiero a las relaciones conEstados Unidos durante el Directorio.

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    La parte segunda ha servido para pintar las peripecias delas luchas por la independencia en Latinoamrica contra un

    teln de fondo de historia europea y estadounidenseutilizado para explicar el perodo de obsesin con proyectosmonrquicos. Ah se resean la situacin general enEuropa y algunas caractersticas de la evolucin poltica endistintos pases de Europa occidental, central y orientalantes y despus de la segunda abdicacin de Napolen; losefectos de la restauracin de los Borbones, la creacin dela Santa Alianza y los esfuerzos de las monarquasabsolutistas para controlar todo germen revolucionario,

    republicano o progresista; el papel de la diplomacia, sobretodo la inglesa, a favor de la mediacin entre Espaa y susantiguas colonias, en contra de una intervencin armada yen pro del reconocimiento selectivo de la independencia delas antiguas colonias; tambin se describe la poltica deEstados Unidos, caracterizada por un deliberadoaislamiento, la prctica de la neutralidad, el rechazo delimperialismo europeo, un notorio expansionismo territorialy comercial, y el reconocimiento selectivo de laindependencia de pases hispanoamericanos despus deenunciar la Doctrina Monroe. Describo, pues, muchos delos factores externos que influyeron sobre el rumbo de lapoltica rioplatense. Contra ese marco he pintado a grandesrasgos la evolucin de las luchas polticas y militares en lospases iberoamericanos ajenos al Ro de la Plata, desde lasprimeras tentativas revolucionarias hasta la victoria de

    Ayacucho. La narracin de los esfuerzos diplomticos

    realizados entre los congresos de Aquisgrn y de Verona yla relacin de cmo se fue gestando la doctrina Monroetiene el propsito de explicar mejor las negociaciones quellevaron a cabo los emisarios sudamericanos en Europa yEstados Unidos.

    En la parte tercera he retomado el hilo de la historiapoltica interna del Ro de la Plata desde la disolucin delDirectorio hasta la culminacin del proceso de disgregacindel territorio del antiguo Virreinato del Ro de la Plata y el

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    enfrentamiento de las provincias del interior con las deBuenos Aires y el Litoral. El relato de ese perodo centra la

    atencin en cuatro aspectos primordiales: la forma en quelos dirigentes y polticos de Buenos Aires actuaron encontra del caudillismo y la formacin de un Estado federal;el fracaso del proyecto rivadaviano de imponer un rgimende gobierno centralizado a provincias deseosas deconservar su autonoma; el descalabro del nuevo ordeninstitucional a raz de las negociaciones de paz con el Brasily la creacin de un Estado independiente en la BandaOriental, y el estallido de la lucha abierta entre unitarios y

    federales, acompaado de la disolucin del Estadonacional.

    En la parte cuartanarro la poca de Rosas hasta la cadade ste inmediatamente despus de la batalla de Caseros.Con facultades extraordinarias o la suma del poder pblico,Rosas concibi el orden y la disciplina, as como las basesde una posible unin nacional, apartndose en muchosaspectos de la oposicin doctrinaria entre unitarios y

    federales de ms viejo cuo. Durante muchos aos, laConfederacin Argentina tuvo en l no slo al encargadode las relaciones exteriores, sino tambin a un dirigenteque comparado con todos sus predecesores estuvo dotadode ms fuerza, energa, influencia, tozudez, espritucombativo, predisposicin a la coaccin y al autoritarismo,habilidad para dominar la escena poltica, conspirar ydeshacer conspiraciones y hacerse seguir por los caudillosfederales del interior, y resistencia frente a coaliciones

    internas y a intereses extranjeros y nacionales ligadoscontra l. Aunque no haya sido un ser admirable eirreprochable, puede decirse que sin quererlo prepar elrpido advenimiento del rgimen constitucional de cortefederal al que estuvo opuesto, por juzgarlo prematuro yfunesto en las circunstancias del pas.

    Ms de la mitad de la obra est centrada en las luchaspor la independencia, el fracaso de los intentos de

    organizacin nacional, la gestacin y desarrollo inicial de

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    las guerras civiles, la exacerbacin de viejos conflictosentre Buenos Aires y las provincias del interior, y el

    enfrentamiento entre centralistas y federalistas. Distinguena todo el perodo abarcado por esta obra muchascaractersticas comunes que he tratado de poner de relieveen cada parte: 1) sociedades urbanas, generalmente pocodesarrolladas (las hubo muy cerradas, conservadoras,tradicionalistas, estratificadas y mestizadas, y otras mscosmopolitas, apegadas al comercio de ultramar y a lainfluencia europea ilustrada, y sobre todo desdeosas de lagente de extramuros que trabajaba para ellas y acuda al

    llamado de las armas cuando peligraban su seguridad o subienestar), y una poblacin rural heterognea y dispersa,ambas compuestas de gente demasiado orgullosa de susangre europea, criollos, mestizos, mulatos, indios yesclavos; 2) cierta violencia en las costumbres, hbitosbravos y aptitudes guerreras; 3) carcter mvil y amenudo ficticio de las fronteras; vulnerabilidad de aldeas,estancias y fortines a los ataques de los indios u otrosinvasores;. 4) ingobernabilidad del conjunto; cierto gradode individualismo y autarqua, propensin a la autocracia,resistencia a toda autoridad remota o que no fuerapaternalista o patriarcal, y una visin estrecha peropatritica del terruo, ms localista o regionalista queconsciente de todo un pas; 5) ambientes polticosdominados por ambiciones personales, intereseseconmicos y pasiones coyunturales ms que porideologas bien definidas; 6) oposicin y divorcio entre

    teora y realidad; desacato desenfadado de leyes,reglamentos y autoridades; resistencia a la autoridad, alEstado que se cree todopoderoso, al abuso del poder;contrabando (plata, corambre, ganado y cualquiermercadera de importacin); corrupcin; 7) marcadoenfrentamiento entre dos tendencias: una, centralizadora ylibrecambista, cuyos focos estuvieron durante muchotiempo en Buenos Aires y el litoral a causa de su vocacinexportadora, y otra, ms defensiva y preocupada por el

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    desfallecimiento de la produccin interna a consecuenciade la apertura de las importaciones de manufacturas, en

    especial las textiles; 8) preocupacin autonomista (luegofederativa), contraria a la concentracin del poder en unpuerto con voluntad hegemnica, que fue dando forma alas aspiraciones de la periferia empobrecida frente a unanueva metrpolis dominadora, fuera sta Espaa o Buenos

    Aires, y 9) espritu corporativista y de clase decomerciantes, militares y clrigos y menosprecio por laminora pretendidamente aristocrtica de la gente sinilustracin ni medios de fortuna y, en especial, por el

    gaucho. Muchas de estas caractersticas ya estabanpresentes durante la conquista, la colonizacin, el

    Virreinato y los prolegmenos de la Revolucin de Mayo de1810, puede verse en mi obra titulada La aventura colonialespaola en el Ro de la Plata.

    Con miras a facilitar la lectura y a respetar el ordencronolgico en toda la medida posible, al considerar losdistintos temas he evitado superposiciones y repeticiones,

    que lamentablemente no pudieron evitarse en todos loscasos.

    No he querido hacer polmica en torno a la historiografaargentina ni embanderarme en ningn grupo o capilla, seade la historia oficial o la revisionista. Conforme a la pocaen que vivieron y a la escuela de pensamiento o laideologa poltica a la que adhirieron, no son pocos loshistoriadores que nos han dado interpretaciones ypareceres que a menudo es difcil compatibilizar; a vecesaportan versiones poco crebles o muestran prejuicios ybanderas, favorables o desfavorables, acerca de algunospersonajes de antao. Por eso, he preferido mantener untono sobrio en la descripcin de hechos, tendencias yactores.

    He intercalado una serie de mapas preparados oadaptados por m. Los que yo dibuj no estn hechos aescala; tampoco he velado por la exactitud geogrfica o

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    topogrfica. Lo que quise fue transmitir con mis croquis ybosquejos una impresin de las pocas o de los

    acontecimientos que quise captar. Salvo en los pocos casosen que he indicado al pie la fuente de esos mapas, todosellos provienen de una reconstruccin espacial de mislecturas y de la consulta de diversos atlas histricos ogeogrficos o de distintos mapas reproducidos en las obrashistricas a las que recurr.

    Cierra este libro una lista de la bibliografa principal quehe utilizado. En la preparacin del texto me he valido de

    muchas fuentes. He agrupado las obras que ms utilicconforme a los temas considerados en las cuatro partesdel presente libro. Cada vez que pude, en las notas a piede pgina cuya funcin es aclaratoria, en especial, procuragrupar las remisiones a distintos autores, destacandoaquellos en que ms me apoy para redactardeterminados captulos o secciones. Es evidente que meincumbe plena responsabilidad por cualquier errorcometido en la seleccin, trascripcin, interpretacin o

    sntesis de datos presentados por todos esos autores.Dedico esta obra a mis hermanos, mis hijos y mis nietos

    y a mis amigos ms queridos.

    Roberto Pablo Payr

    Agosto de 2008

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    ndicex

    NDICE

    PARTE PRIMERAVICISITUDES DEL PROCESO REVOLUCIONARIO EN EL RO DE LA PLATA,

    1810-1820

    Captulo 1. La Junta de gobierno revolucionaria 3

    1. El Plan revolucionario de operaciones 10

    2. La diplomacia de lord Strangford 203. Oposicin entre grupos centralistas y

    autonomistas en la poltica interna 224. La Junta Grande.. 28

    Captulo 2. Lucha contrarrevolucionaria y guerraen el Alto Per, el Paraguay y la Banda Oriental(1810-1811) 33

    1. Fracaso de la contrarrevolucin en Crdoba. 332. Primera campaa del Ejrcito del Norte 353. Campaa del Paraguay. 374. Los comienzos de la lucha contra el bando

    realista en la Banda Oriental.. 405. Primera campaa en la Banda Oriental. 42

    Captulo 3. Del Primer Triunvirato a

    la Asamblea del Ao XIII.. 491. El Primer Triunvirato.. 49

    2. Aparicin de Jos de San Martn y de Carlos de Alvear 52

    3. La Logia Lautaro 544. El Segundo Triunvirato. 56

    5. La Asamblea del ao XIII 566. Prosecucin de la guerra en la Banda Oriental. 587. Segunda campaa en la Banda Oriental. 60

    8. La poltica de la Banda Oriental frente ala Asamblea del Ao XIII. 63

    8. Otros actos de la Asamblea del ao XIII.. 68Captulo 4. La guerra en el Norte (1812-1814)

    y el Directorio (1814-1816) 711. Segunda campaa del Ejrcito del Norte.. 71

    2. Tercera campaa del Ejrcito del Norte 713. El Directorio.. 734. La situacin de las Provincias Unidas bajo el

    Directorio 745. Congreso de Tucumn. 77

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    ndicexi

    Captulo 5. La Banda Oriental (1814-1819)... 83

    1. Cada de Montevideo 832. Tierras para los ms infelices. 85

    3. La nueva invasin portuguesa de la Banda Oriental.. 904. Prosecucin de la lucha contra la invasin portuguesa 94Captulo 6. La emancipacin de Chile... 95

    1. La situacin en Chile. 952. Gobernacin de San Martn en Cuyo ... 97

    3. El cruce de los Andes 102

    4. De la batalla de Chacabuco a la de Maip.. 104Captulo 7. Economa y finanzas (1810-1817).. 105

    Captulo 8. Los directorios de Pueyrredn y Rondeau.. 1191. La Constitucin de 1819. 120

    2. Intereses opuestos: guerra interna y guerracontra los realistas 122

    3. Autonomas provinciales y disrupcin dela Liga de Pueblos Libres 124

    4. Prosecucin de la lucha contra la invasin portuguesa 1255. Relaciones con Estados Unidos 1266. Fin del Directorio y de la hegemona portea 137

    PARTE SEGUNDA

    LA INSURGENCIA EN AMRICA ESPAOLA, EL ABSOLUTISMO EUROPEO, LAPOLTICA DE ESTADOS UNIDOS Y LOS RUMBOS DE LA DIPLOMACIA

    TRANSATLNTICA

    Captulo 9. La evolucin poltica en el resto de Amrica espaola y lascampaas militares contra los realistas.. 139I. Mxico. 139II. Quito. 141

    III. Colombia.. 141IV. Venezuela. 1421. Campaas de Bolvar en Venezuela y Colombia. 144

    2. Morillo contra Bolvar. 1473. La unin de Venezuela y Colombia y

    la liberacin de Nueva Granada 151

    4. La situacin en Quito y el Per. 154

    Captulo 10. Campaa libertadora de San Martn en el Pery campaas de Bolvar y Sucre en Quito, Per y Bolivia.. 159

    1. San Martn en el Per. 1592. Intervencin militar bolivariana en Quito, el Per y

    el Alto Per 168

    Captulo 11. El auge del absolutismo europeo, la poltica de Estados Unidosy la evolucin de la diplomacia..175

    I. Panorama general de Europa despus de la cada deNapolen 175

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    ndicexii

    1. Gran Bretaa 178

    2. Rusia.. 1803. Austria 180

    4. Prusia 1825. Francia 1826. Portugal. 183

    7. Espaa: la revolucin de Riego 185II. Diplomacia rioplatense y diplomacia europea 187

    1. Por qu volvi a florecer la idea de instaurar una

    monarqua 1882. Negociaciones diplomticas rioplatenses en el

    exterior 1913. Congresales monarquistas en Tucumn 197

    III. Orientaciones polticas europeas anteriores a 1820. 198IV. Mediacin colectiva bajo la gida de la Santa Alianza

    o mediacin bilateral bajo los auspicios de Gran Bretaacon la anuencia de Espaa 202

    V. Soluciones monarquistas discutidas en Europa.. 205VI. La misin Gmez y el Congreso de Aquisgrn.. 208

    1. Los candidatos a monarcas 212

    VII. Consideraciones finales sobre la idea de instaurarla monarqua. 216

    Captulo 12. Diplomacia europea y estadounidense

    en pro del reconocimiento de la independencia,1820-1824 223

    1. Hacia la formulacin de la Doctrina Monroe 225

    2. El Congreso de Verona. 2263. La intervencin armada francesa en Espaa. 228

    4. El mensaje de Monroe y el memorndum Polignac 229

    PARTE TERCERADEL DIRECTORIO AL ADVENIMIENTO DE ROSAS

    Captulo 13. De la cada del Directorio al Tratadodel Cuadriltero 237

    1. Reaparicin de Sarratea, Alvear y Carrera.. 237

    2. Ocaso de Artigas. 2393. Dorrego, Alvear y Rosas. 240

    4. La situacin en el interior y la poltica de Bustos 2425. Gobierno de Martn Rodrguez en la provincia de

    Buenos Aires 244

    6. El fin de Ramrez y Carrera 2517. Buenos Aires contra el Congreso de Crdoba 253

    8. El Tratado del Cuadriltero.. 256Captulo 14. Poltica exterior 257

    1. La situacin en Brasil 258

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    ndicexiii

    2. La situacin en la Banda Oriental 262

    3. Nuevos actos diplomticos en busca de apoyos polticos267Captulo 15. Reformas y proyectos impulsados

    por Rivadavia 2751. Ganadera y enfiteusis 2752. Finanzas pblicas 284

    3. Convocacin de un congreso general........................... 2884. Otras reformas de Rivadavia.. 288

    5. La aventura minera 290

    Captulo 16. El descalabro del proyecto de organizacinnacional, 1824-1825 293

    1. Eleccin de Las Heras en calidad de gobernador deBuenos Aires 293

    2. Gobierno del general Las Heras.. 2953. La ley fundamental del 23 de enero de 1825 2964. Tratado de amistad, comercio y navegacin

    con Gran Bretaa. 2975. Comienzo de la guerra con el Brasil. 300

    Captulo 17. La presidencia de Rivadavia 3051. Creacin del Banco Nacional 305

    2. Ley de capitalizacin de Buenos Aires. 3073. Ley de enfiteusis 3084. La Constitucin de 1826 309

    Captulo 18. La guerra con el Brasil 3151. La guerra terrestre. 315

    2. La guerra naval. 319

    3. Negociaciones de paz. 3224. Temores acerca de las consecuencias

    de una intervencin bolivariana. 3255. Evolucin de la diplomacia britnica............... 3276. La Banda Oriental............................................................. 332

    7. El bloqueo brasileo......................................................... 3338. Fracaso de la negociacin y una convencin

    ignominiosa. 3359. La toma de las Misiones Orientales........................................... 33910. Nuevas negociaciones de paz.................................................... 342

    Captulo 19. Desintegracin del Estado nacional y gobiernos

    de Dorrego y Lavalle en Buenos Aires. 3451. Dorrego. 3452. Lavalle.. 349

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    ndicexiv

    PARTE CUARTA

    LA POCA DE ROSAS (1829-1852)

    Captulo 20. El primer gobierno de Rosas y sus secuelashasta abril de 1835...................................... 355

    1. A modo de introduccin a toda la poca de Rosas.......................... 355

    2. Hacia la primera eleccin de Rosas............................................... 3583. Primer gobierno de Rosas......................................................... 361

    4. La campaa de Paz..................................................................... 363

    5. La Liga del Interior...................................................................... 3656. El Pacto Federal......................................................................... 367

    7. Continuacin de la guerra........................................................... 3728. Fines del primer gobierno de Rosas e interregnos de Balcarce,

    Viamonte y Maza hasta abril de 1835...............................................375.9. Tierra Adentro.................................................................. 37810. El final del perodo......................................................................38411 Nueva eleccin de Rosas 388

    Captulo 22: La Confederacin Argentina de lance en lance,1835-1841.... 391I. La poltica de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaa................ 391

    1. Estados Unidos. 3912. Francia. 3923. Gran Bretaa 396

    II. La situacin en los pases vecinos.............................................. 399.1. Bolivia y el Per 399

    2. Brasil. 401

    3. Chile 4044. Paraguay. 405

    5. Uruguay 411III. La guerra contra Santa Cruz.......................................................414IV. Nuevos episodios de la oposicin a Rosas.................................. 415

    V. La campaa de Lavalle............................................................. 421Captulo 23. Rosas en lidia con el Brasil, Gran Bretaa y Francia

    y un frente interno revoltoso......................................................431I. El Paraguay: Cambios despus de la muerte del Dr. Francia 431II. Complejidades y complicaciones caractersticas de la guerra enel Uruguay y el litoral.................................................................... 431

    1. Paz y Rivera.................................................................. 431

    2. Las colectividades britnicas y francesas........................... 4353. Ejercicios diplomticos......................................................437

    4. Urquiza en el litoral................................................... 438III. La intervencin anglo-francesa.................................................. 441

    1. La etapa caracterizada por las misiones Ouseley-Deffaudis y Hood.444

    2. La etapa siguiente: misiones Howden-Walewski, Gore-Grosy Southern- Le Predour.............................................................453

    IV. El Brasil aguarda su turno..................................................... 464

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    ndicexv

    1. La neutralidad inactiva............................................................464

    2. A la expectativa de una nueva intervencin francesa................ 4673. Colusin del Brasil con el Paraguay......................................... .468

    4. Las correras del barn de Jacuhy.............................................. 4715. Soares da Souza y la bsqueda de alianzas............................... 472

    Captulo 22. La Confederacin Argentina en jaque y mate. 475

    1. Hacia el pronunciamiento de Urquiza....................................... 4772. La guerra contra Oribe............................................................. 480

    3. La guerra contra Rosas............................................................. 484

    Captulo 24. Rosas visto unos 170 aos despus.......................... 489

    Bibliografa principal.. 513

    Mapas

    1. Primeras campaas en el Paraguay y la Banda Oriental 60

    2. Las campaas del Ejrcito del Norte, 1811-1815. 713. Las campaas en el Alto Per: Entre Tucumn y Cotagaita 73

    3 (continuacin). Las campaas en el Alto Per: Entre Cotagaita

    y Huaqui.. 744. Las invasiones portuguesas de la Banda Oriental 94

    5. El cruce de los Andes. 1036. Otro mapa de la invasin de Chile 104

    7. Campaa de Monteverde.. 144

    8. Campaas de Bolvar, Mario y Boves (1812-1814) 1469. Nuevas campaas militares en Venezuela,

    1816-1819 15110. Transporte martimo del Ejrcito de Liberacin del Per,

    desembarcos y primera campaa de Arenales en

    la Sierra peruana. 16311. Expediciones de Cochrane, Miller y Soler a Arica, Sama,

    Tacna, Moquegua y Calera 16612. Segunda expedicin de Arenales por la Sierra

    Peruana16813. Escenarios de las campaas terrestres del Ejrcito de

    Liberacin en el Per.. 170

    14. ltimas campaas de Bolvar y San Martn,1820-1825 172

    15. Presentacin esquemtica y aproximada del territoriocomprendido por las Provincias Unidas del Sura diez aos de la revolucin de mayo de 1810.. 245

    16. Esquema de la marcha de Carrera hacia Cuyo y delas operaciones de Ramrez en Santa Fe y Crdoba. 253

    17. Progresin de la frontera con Tierra de Indios

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    ndicexvi

    entre 1779 y 1828. 281

    18. Escenario de las operaciones terrestres en la BandaOriental y Ro Grande del Sur 318

    19. Segunda invasin de Ro Grande del Sur 31920. Principal escenario de la guerra naval. 32121. Conquista de las Misiones Orientales por Rivera 341

    22. Principales rutas comerciales y zonas de influenciade los caudillos.. 344

    23. Campaa de Lavalle, 1828-1829

    24. La Liga del Interior........... 36625. Campaas de Paz entre 1829 y 1831... 374

    26. Lneas de fronteras en 1799,1823 y 1828 37927. Expediciones Tierra Adentro comandadas por Rosas... 380

    28. Rutas comerciales explotadas por el Paraguay. 40929. Campaa de Lavalle, 1839-1840.. 42330. ltima campaa de Lavalle, 1839-1841............. 42730. ltima campaa de Lavalle, 1839-1841 (fin)........... 42831. Operaciones de Urquiza en Corrientes, 1846-1847.443

    32. Esquema de las operaciones de Paz y Rivera contraOribe, Echage y Urquiza entre 1836 y 1849................... 448

    33. Zona de influencia paraguaya en Corrientes y Misionesy escenario de la expedicin dirigida por Franz Wisnervon Morgenstern en 1848-1850............................. 470

    34. ltima campaa contra Oribe, 1851..................... 48235. Hasta la victoria de los aliados en Caseros.................. 487

    Cuadros

    1. Principales fuentes de recaudacin fiscal entre

    1811 y 1819.. 1152. Exportaciones anuales entre 1810-1819 y 1820-1829 .. 2783. Exportaciones paraguayas durante el rgimen del Dr. Francia 410

    4. Ingresos de la provincia de Buenos Aires, 1830-1850... 4945. Reparticin porcentual de los ingresosgubernamentales, 1840-1850.... 495

    6. Gastos militares totales y en porcentajes del gasto pblico,

    1836-1850. 5017. Asistencia a las provincias, al Uruguay y a las fuerzas

    orientales, 1830-1850........................................................ 503

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    2007, 2008 Roberto P. Payr

    Hs dl

    R d l Pl

    Tomo ii

    Parte primera:

    Vicisitudes del proceso revolucionarioen el Ro de la Plata, 1810-1820

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    Captulo 1. La Junta de gobierno revolucionaria_________________________________________

    La Revolucin de mayo de 1810, cuyo nico escenarioestuvo limitado al principio a la ciudad de Buenos Aires ysus alrededores, fue la culminacin de un proceso iniciadopor los criollos reformistas desde antes que comenzaran aapreciarse en el Ro de la Plata las posibles consecuenciasde la invasin de Espaa por los ejrcitos napolenicos yde la creacin de juntas encargadas de gobernar ennombre de Fernando VII, cautivo de los franceses como su

    padre Carlos IV.Cuando esos hechos se conocieron mejor, huboespaoles peninsulares con bastante predicamento enBuenos Aires y Montevideo que quisieron imitar el modelode las juntas metropolitanas como medio de mantener supredominio y conseguir un grado de autonoma poltica ycomercial mayor de la que haban gozado durante elrgimen virreinal. Pero en Buenos Aires ganaron loscriollos, aunque tuvieron que aceptar que afianzar la

    revolucin no iba a ser posible sin contar con el concursode segmentos mucho ms conservadores de la poblacin yque tampoco podran afianzarla sin entrar decididamenteen la lucha armada contra la oposicin militar que lesaguardaba en el interior y fuera del Virreinato, sea la defuerzas espaolas hostiles o la de tropas portuguesas alservicio de la poltica expansionista de las autoridadesbrasileas

    1.

    El comn denominador entre los miembros de la PrimeraJunta2 no fue la idea de que invalidar al Consejo deRegencia y remover al Virrey Cisneros conducairremediablemente a emanciparse de la autoridad real. Ese

    1 Vase Roberto Pablo Payr: La aventura colonial en el Ro de la Plata.Conquista, colonizacin y evolucin poltico-econmica hasta la Revolucin demayo de 1810.

    2 Cornelio Saavedra (Presidente); Juan Jos Castelli, Manuel Belgrano, Miguelde Azcunaga, Manuel Alberti (cura rector de San Nicols), Domingo Matheu y

    Juan Larrea, vocales, y Mariano Moreno y Juan Jos Paso, secretarios. SalvoMatheu y Larrea, catalanes de origen, eran todos criollos.

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    pudo haber sido el propsito que anim a algunos de susmiembros, pero el sentimiento general de los nuevosdirigentes de Buenos Aires consisti en afirmar, a lamanera espaola, un derecho irrefutable del pueblo aejercer la soberana y a gozar de las ventajas del gobiernopropio, aunque mantenindose leal a la Corona, sinmostrar una inclinacin marcada por formas de gobiernorepresentativas y republicanas.

    Para buen nmero de los miembros de la Junta,desplazar a la clase gobernante peninsular era importante,pero haba que hacerlo con miramientos, y era oportuno

    crear las bases indispensables para afianzar la autonomarecin declarada en nombre de todo el territorio, pero sinprovocar reaccin violenta ni de Espaa ni de sus sbditosms recalcitrantes, activos desde el Alto Per hasta Buenos

    Aires y Montevideo. Saban que tropezaran con laresistencia de los antiguos agentes del poder espaol, acausa no slo de su ideologa, sino tambin del inters questos tendran en conservar la burocracia, las institucionesy el derecho vigentes durante el Virreinato y, por ende, sus

    cargos, el poder, sus negocios y propiedades, lasprebendas y los signos exteriores de su superioridad.Saban tambin que haban llegado al gobierno debido a

    la manera en que sus partidarios actuaron a partir del 22de mayo, pero indudablemente tenan conciencia de queen el cabildo abierto de esa fecha el xito logrado obedecisobre todo a la habilidad con la que se gest una mayoraaparentemente conciliadora y deseosa de no frenar elproyecto de dar incumbencia en los asuntos del Estado alCabildo, mientras ste no se opusiera radicalmente alcambio.

    Un doble designio pareci unirlos: conservar en todo loposible la estructura de poder, aunque desembarazndosede los estamentos caractersticos del dominio peninsular, ypreservar las fronteras del Virreinato tal como existanantes de la cada de Cisneros, a pesar de que huboquienes, sin mucho tardar, estuvieron preparados a

    sacrificar territorios y pueblos dscolos en aras de unasupuesta unidad nacional.

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    Por otra parte, aspiraban a conservar la libertad decomercio y no deseaban arriesgar nada que les impidieraobtener el apoyo y, quizs, la proteccin de Inglaterra, queen virtud de su alianza con Espaa no podra aceptar actosde supuesta deslealtad a Fernando VII ni, sobre todo, unaruptura definitiva con Espaa. Por ende, era necesariodesvirtuar toda idea de connivencias con Francia, salvocuando esto sirviera para convencer a los ingleses de queles convena mostrarse dispuestos a ayudar a la Junta.

    Todos coincidan en que haba que preservar, aunquefuese falsa, la imagen de un respetuoso acatamiento al rey

    cautivo, a sabiendas de que la monarqua tena fuertearraigo en las actitudes tanto de la burguesa como de lagente comn. Haba que inspirar confianza, pues de esamanera quiz se calmaran los nimos de los opositores yse evitara la llegada de alguna expedicin punitiva venidade Espaa.

    No haba acuerdo entre ellos, sin embargo, acerca de laefectividad y la duracin del compromiso anunciado de quelas Provincias Unidas -es decir, tericamente el territorio de

    todo el Virreinato del Ro del Plata, aunque ese nombrerecin figur en documentos oficiales a partir de 1811seguiran acatando la autoridad suprema del rey deEspaa. Guiados por esa duda, sucesivos gobiernosquisieron impedir que se enarbolara otra bandera que laespaola. Quienes ms hicieron para atribuir al movimientode Mayo el carcter de una insurreccin dirigida por ungrupo faccioso fueron los jefes realistas y sus partidariosembozados o abiertos.

    Todos o casi todos queran procurar que el resto del passe plegara al movimiento y que ste se propagara por todoel antiguo Virreinato; propiciar el liderazgo de la ciudad-capital, y prepararse para luchar contra cualquier ejrcitoespaol o movimiento contrarrevolucionario que viniera aoponerse a la iniciativa portea y a la consagracin delprincipio del gobierno propio y de la autoridad ejercidosdirectamente en nombre del pueblo.

    Si Castelli, Belgrano y Moreno deseaban ir ms lejos,ocultaban algunas de sus intenciones, aguardando el

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    momento en que pudiera cuajar la idea de laindependencia. Como los dems, eran partidarios de laautonoma y de la libertad de comercio, pero tambinqueran acometer otras reformas polticas, sociales yeconmicas, conforme a una evolucin iniciada apenas enlos ltimos aos del Virreinato. En efecto, Belgrano yCastelli ya haban propiciado reformas importantes desde lasecretara del Consulado y difundido sus ideas ilustradas enlas pginas del Telgrafo Mercantil o el Correo deComercio, y Moreno, por su parte, en calidad de portavozde los hacendados (hasta entonces poco o nada

    escuchados por corporaciones en que predominaba lainfluencia de los comerciantes), haba presentado sualegato en favor de la restauracin del comercio con losingleses.

    Para ellos, el afianzamiento de la junta autonomista y laasuncin por criollos y espaoles adictos de todas lasfacultades representativas y ejecutivas eran objetivos msimportantes que el logro inmediato de la independencia,pues comprendan que ese objetivo exiga obrar con mucha

    prudencia y comprendan cun firme era todava laadhesin al principio de que darse gobierno propio no erarenegar los lazos de vasallaje a la Corona. Pese a marcadasdiferencias de criterio, ese grupo era ms reformista queintransigente o radical, y estaba dispuesto a manejar lasarmas de la guerra, la persuasin, la retrica, la contrapropaganda, la simulacin y la diplomacia para ver hastadnde podra avanzar la revolucin. Intua cun difcil seradar cohesin a un pas nuevo, marcado por grandes

    contrastes sociales y econmicos, y no quera dar pasos enfalso ni dejarse cegar por la idea de que la revolucin debadesembocar indefectiblemente en la independencia.

    Frente a noticias contradictorias y engaosas sobre lasituacin en Espaa y, sobre todo, a raz de la voluntadbritnica de no alentar abiertamente los movimientosemancipadores, haba que proceder con cautela. Adems,tanto el prncipe regente de Portugal como su esposa

    Carlota ambicionaban hacerse dueos de la Banda Oriental,por lo menos, y apenas se percibi esto con claridad,

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    dejaron de ser supuestos amigos para transformarse enenemigos de cuidado.

    Si desde 1808 hubo patriotas que creyeron que eraposible acelerar la ruptura con el antiguo rgimen y queello se poda lograr por la va de una monarqua, de estilocarlotista, instituida por consentimiento popular, se

    dieron cuenta -sin abandonar totalmente esa idea- de quelas circunstancias no eran favorables y optaron por dar unprimer paso hacia un gobierno consensual mediante unaunta emanada de la representacin directa del pueblo, o

    por lo menos de sus lites mejor inspiradas. Los miembros

    del primitivo grupo revolucionario porteo que haban sido"carlotistas" antes de mayo de 1810 dejaron de agitarabiertamente en favor de un proyecto monrquico; perootros grupos iban a aduearse de la idea apenas se vio queel absolutismo europeo recobraba toda su pujanza.

    No hubo un pensamiento coherente y unitario, unaortodoxia declarada que reflejara fielmente las intencionespolticas de los revolucionarios. Ni en la Primera Junta ni enlos dems rganos de gobierno que se fueron generando a

    partir de diciembre de 1810 pudo observarse cohesin oentendimiento plenos. La pluma de Moreno sirviincansablemente para intentar dar forma al contenido de larevolucin, no slo cada vez que hubo que redactarcorrespondencia, circulares, proclamas, decretos einstrucciones de la Junta, sino tambin desde las pginasde la Gaceta de Buenos Aires, principal rgano deendoctrinamiento y propaganda al servicio de los patriotas.

    Pronto, l y Castelli seran calificados de "jacobinos",sobre todo porque ambos estaban dispuestos a eliminaradversarios cada vez que esto fuera preciso en nombre dela revolucin.

    Aunque se habla de dos tendencias marcadamenteopuestas, personificadas al comienzo por Saavedra yMoreno, todo indica que la situacin fue mucho mscompleja. Entraron en juego opiniones y actitudes que nocoinciden con una polarizacin tan marcada, y dentro de

    esas dos tendencias existieron diversas facciones. Por eso,es difcil describir las crisis internas que debi afrontar la

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    Primera Junta exclusivamente en trminos de la oposiciny las rencillas entre Saavedra y Moreno.

    Ni en la capital revolucionaria ni en las principalesciudades de provincia desapareci de golpe la influencia delos espaoles europeos. Muchos criollos con vnculos deparentesco o de negocios con ellos, o motivados por eldeseo de no romper con Espaa, no quisierondescalificarlos del todo, y en repetidos casos el gobiernorevolucionario se vio obligado a ceder ante la presin desectores que se oponan ora a que los espaoles europeosfueran maltratados o a que fueran objeto de demasiada

    indulgencia o lenidad.Adems, desde el 22 de mayo de 1810 result evidenteque un gobierno no poda apoyarse nicamente en laparte principal y ms sana del vecindario, aunque esteconcepto se hubiera ampliado de modo que abarcase a unnmero algo mayor de personas, ms o menos solidariascon la accin del poder ejecutivo, sino que haba que tomaren consideracin la facilidad con que desde entonces sepoda arengar y movilizar al pueblo llano.

    Surgieron poco a poco nuevas formas de accin polticadestinadas a apuntalar o debilitar buenos o malosgobiernos recurriendo para ello a asociaciones civiles,grupos militares, diputados del interior nombrados sinsuficiente consulta popular, rganos de prensa y las viejasarmas de la intriga, la mentira y las acusaciones de traicino de infidencia. La participacin del pueblo fue menguandoy, en cambio, aparecieron grupos ms cerrados de lanueva lite portea y, en el interior, capillas adictas sea al

    rgimen centralista o a las tendencias federalistas, y mspaisanos dispuestos a apoyar lderes carismticos deextraccin parecida a la suya, aunque tuvieran mayor pesoeconmico, porque esa fue la manera de tomar partido porobjetivos localistas o regionales y encontrar proteccin ysustento.

    La clase militar criolla no perdi repentinamente suascendiente, pero tambin hubo en ella divisiones notablessegn quienes fueran sus dirigentes y sus oposicionesideolgicas o ambiciones personales: no fue lo mismo

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    prestar servicios en el regimiento de Patricios o en elregimiento Amrica; tampoco podan desvanecerse lasdiferencias de clase o de intereses debidas a vnculos deparentesco o actividad con gente del mundo del comercio opropietarios de estancias o saladeros, fueran ellosespaoles o criollos.

    Cobr ms impulso la accin cvica protagonizada por losciviles, en parte porque muchos oficiales fueron con sustropas a batirse lejos de Buenos Aires, de modo que lacohesin de los dirigentes militares fue menos evidenteque al principio, a pesar de que sigui siendo

    predominantemente "saavedrista" o "morenista" hasta1812, y centralista en los aos posteriores.Ningn grupo de los que actuaban en poltica mantuvo

    su composicin y orientacin originales, y todos, o casitodos (con la excepcin de los espaoles europeos msreaccionarios y recalcitrantes), evolucionaron por efecto dedefecciones, persecuciones, confinamientos, cambios dedirigencia o de bando, prebendas, predilecciones,ambiciones o rencillas personales, lecturas, contactos con

    el mundo exterior, y aprensiones acerca del futuro en casode fracasos militares o la llegada de nuevos ejrcitos paraacabar con la insurgencia sudamericana.

    Tambin influyeron las amistades, los lazos deparentesco, los intereses materiales y los reajustesoportunistas, o la desaparicin prematura de quieneshaban encabezado tal o cual ncleo influyente. Eso ocurrien el seno de distintas facciones ms o menos bienorganizadas, tanto entre los patriotas revolucionarios como

    entre los espaoles europeos y los criollos en quienesdeseaban apoyarse.

    Muchas veces se vio que los intereses de los civiles nocoincidan, ni en las ciudades ni en la campaa, y que entrelos criollos existan diferencias que no se debanexclusivamente a su origen y prestigio sociales. Si bienunos pertenecan a una minora ilustrada, aparentada a laoligarqua liberal, haba muchos que a pesar de la prdicaoficial en favor de la igualdad no lograban mejorar su

    condicin y seguan perteneciendo a una clase marginada

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    econmicamente, pero que daba muchos soldados a lapatria y soportaba muchos impuestos.

    A estos factores se aadieron la inexperiencia de lospatriotas en la conduccin de asuntos de gobierno y, encierto modo, el descubrimiento de que las provincias noestaban dispuestas a seguir ni unnime niincondicionalmente las rdenes, reformas, admoniciones yrequerimientos de Buenos Aires, y que incluso en esacapital era imposible contar con la adhesin total de todoslos grupos de que se compona la poblacin.

    1. El Plan revolucionario de operaciones

    Lo que ms se aproxima a una declaracin deintenciones supuestamente compartidas entre todos losmiembros de la Primera Junta parece haber sido un textoatribuido con bastante insistencia a Moreno -aunquealgunos historiadores han tratado de adjudicarlo a fuentespro-realistas aduciendo que con l se quiso desprestigiar a

    la Junta y a los propsitos que la guiaban3

    -, que se hadicho fue adoptado en secreto por la Junta y que susmiembros siempre se negaron a revelar como obra suya odocumento al que hubiesen adherido confidencialmente (locual es comprensible cuando se piensa que formula pautasy consignas generales con las que varios de ellos noestuvieron de acuerdo cuando se percataron de los efectosque tendra su aplicacin; adems, desde el punto de vistarealista. ser signatario del Plan poda ser una sentencia de

    muerte).El Plan puede haber sido apcrifo, pero es creble en

    mucho de lo que revela acerca de las inquietudes,apasionamientos y tramas de la poca. Tambin es tilcomo medio de sealar cuntas veces los patriotastuvieron que actuar en desacuerdo con las previsiones delPlan y hasta qu punto pueden haberse inspirado en l

    3 Vase, en especial, la obra atribuida a Mariano Moreno: Plan revolucionario de

    operaciones, con prlogo de Martn Caparrs (Buenos Aires, Libros Perfil, 1999).Ricardo Levene present argumentos acerca de la apocricidad de ese Plan; RodolfoPuiggrs sostuvo que era verosmil atribuirlo a Moreno.

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    dirigentes que deseaban encaminar la revolucin haciarumbos muy distintos, por ejemplo en lo que concierne alacercamiento con los portugueses o a intentos extremos decolaboracin con los britnicos, cuando esto convino a laoligarqua portea

    4.

    Sea lo que fuere, ese Plan revolucionario de operacionesrefleja muy bien ciertos puntos de vista y actitudes quepudieron observarse por lo menos hasta 1817, e inclusoentre los aos 1824-1828 y 1829-1852, y ello slo bastapara darle ms crdito que el que le dieron loshistoriadores de la escuela "oficial".

    Ms que un Plan de Operaciones, el documento atribuidoa Moreno contena una serie de "proposicionesespeculativas" sobre los asuntos respecto de los cualesconvena que la Junta adoptase en secreto normas deconducta que inspirasen su accin.

    Asombra que en ese conjunto no aparezcan destacadasalgunas cuestiones que preocuparon a la Junta desde antesque se encargara a Moreno la redaccin de esedocumento. Por ejemplo, no se mencionan expresamente

    las medidas destinadas a reprimir la contrarrevolucincordobesa, la forma en que haba que conquistar laadhesin de las provincias y lograr el nombramiento dediputados al congreso general, o las consignas queconvena aplicar para asegurar el xito de los ejrcitosenviados al Alto Per y el Paraguay y la consecucin de lasfinalidades polticas perseguidas, aunque el hilo conductorde todo el texto ayuda a aclarar la manera en que sepensaba obrar y, en algunos casos, sta aparece sinambigedades en decretos e instrucciones oficialesdictados por separado..

    Como se ver, Moreno dio en la tecla acerca de algunosfactores y err de lejos en otros aspectos. Por ejemplo, ensu visin futurible no pudo prever la influencia que tuvo en

    Amrica la transformacin de la Europa de la poca

    4 Ya se ver que los propsitos y razonamientos enunciados en el Plan fueronmodificados y adulterados por hombres de la corriente conservadora saavedrista y

    por otros que tomaron el poder o lo sirvieron despus, como Manuel de Sarratea,Carlos de Alvear, Nicols Herrera, Manuel Jos Garca, Juan Martn de Pueyrredn,Bernardino Rivadavia y Juan Manuel de Rosas.

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    napolenica en la Europa dominada por la Triple Alianza,dedicada a mantener el orden, reforzar el autoritarismo delos monarcas y su ambicin de desembarazarse deopositores liberales, y suprimir el peligro de revoluciones.

    Tampoco pudo anticipar las repercusionesinternacionales de la lucha por la independencia desdeMxico hasta el Per ni el inters que iba a demostrarEstados Unidos por conseguir que Gran Bretaa no fuera elnico Estado con influencia poltica y comercial en lasantiguas colonias espaolas, ni imaginar que en 1815 elregente de Portugal tomara desde Ro de Janeiro las

    riendas del poder en Portugal, Brasil y las Algarves y queen breve plazo surgira un movimiento nacionalista en elBrasil, capaz de liberarse de la influencia britnica y decoronar un emperador, o que en Francia se despertarannuevas apetencias ante la posibilidad de que los pasesinsurrectos de Amrica espaola optaran por un rgimenmonrquico.

    Todo el documento est ordenado por temas y muchaspautas y tramas polticas se entrecruzan y superponen.

    Algunas recomendaciones coinciden con la poltica yaaludida en pasajes anteriores, como las vinculadas con laconveniencia de simular acatamiento a Fernando VII; otrassirven de teln de fondo a episodios narrados en elpresente captulo y los siguientes.

    Moreno explica en el Plan Revolucionario de Operacionesque disimularse detrs de la fachada de la obediencia almonarca era un expediente utilsimo, pues permita irganando tiempo para consolidar el nuevo sistema, mostrar

    que el Plata no tena intencin alguna de plegarse a losfranceses, aprovechar las relaciones con pases extranjerospara hacer gestiones y presentar argumentos quereforzaran la posicin de la Junta, y hacer dudar a Espaade si Buenos Aires era realmente un centro de insurgenciacontra el que haba que enviar tropas desde la pennsula.Refugiada detrs de la mscara de la lealtad a Fernando

    VII, la Primera Junta iba a estar en mejores condiciones delograr adhesiones en el resto del Virreinato, y de sealar

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    cunto le preocupaban las intenciones expansionistas delPortugal y los propsitos de la Infanta Carlota.

    Moreno revela su gran preocupacin respecto de laeconoma heredada del Virreinato. A pesar de que era luno de los patriotas que ms haban hecho para lograr quelos ingleses pudieran disfrutar de las ventajas del librecomercio, reconoci -aunque esto haya sido parte de lamaniobra para hacer creer a Espaa que no era tanto loque deba temer de su antigua colonia, as como unargumento susceptible de apaciguar a los elementosconservadores activos en sta- que desde el gobierno del

    ltimo virrey se han arruinado y destruido todos los canalesde la felicidad pblica, por la concesin de la franquicia delcomercio libre con los ingleses, el que ha ocasionadomuchos quebrantos y perjuicios.

    Preconiz un grado de intervencin del nuevo Estado enla economa como no se haba visto antes: era necesarioque controlase los recursos y la explotacin de la minera,expropiase explotaciones improductivas, impidiese la salidade capitales, restringiese la exportacin de metales

    preciosos y divisas, y - con recursos tomados a las clasespudientes - constituyera un fondo nacional del orden de200 a 300 millones de pesos para que el Estado pudierafomentar artes, agricultura, navegacin, etc., producirmanufacturas en lugar de importar del extranjero las quefueren de un lujo excesivo e intil, y poner la mquinadel Estado en un orden de industria que facilitara lasubsistencia a miles de individuos.

    Su preocupacin principal estuvo dirigida a despejar el

    terreno de enemigos del rgimen instituido en mayo de1810. stos no eran solamente las tropas realistasagolpadas en Montevideo, Chile y el Alto Per, sino muchoscriollos y europeos que dentro de las fronteras no queranrenegar ni los lazos coloniales ni el conservadorismocaracterstico de quienes haban podido prosperar bajo elantiguo rgimen; eran muchos los opositores abiertos osolapados y haba que precaverse de ellos mostrandofuerza de conviccin e intransigencia, sin dar prueba de

    ninguna flaqueza frente a provincianos ms interesados en

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    lograr formas de autogobierno local que en hacersacrificios en aras de una integracin de los pueblos delantiguo Virreinato, difcil de establecer.

    A nadie puede sorprender la preocupacin manifestadapor el autor, desde el comienzo, acerca de la necesidad deevitar que se desplomase prematuramente el edificiorevolucionario, de anteponer el bien general al intersprivado, de proceder con energa y rigor, sin debilidad,benevolencia, moderacin o tolerancia que no justificasenlas circunstancias, y de concluir con nuestrosenemigos,cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a

    toda costa, cuando fuera imprescindible para regenerartanto a un Estado decrpito como a sus provincias o parasuprimir los abusos de una antigua corrupcin. Como diceel texto, en la tormenta se maniobra fuera de regla.

    Eran de temer los hombres de bien con talento, algunasvirtudes polticas y buen crdito que quisieran lograr lalibertad sin derramamiento de sangre, y convenasepararlos de sus funciones, pero sin agraviarlos (dado quepodan ser tiles ulteriormente); en los primeros pasos de

    la revolucin no era recomendable acudir a tales personassi las guiaba el deseo de medrar o de mantenerse enbuenas posiciones, eran aficionadas a las tramas y a laobtencin de honores, o las acicateaba la vanidad de lanombrada.

    Contra sus enemigos declarados o conocidos, larevolucin deba estar dispuesta a ser cruel y sanguinaria ycastigar con la pena capital sobre todo a quienes ocuparan,dentro o fuera del territorio, cargos de gobernador, capitn

    general, coronel, brigadier u otros empleos principales, ofueren sujetos de talento, riqueza, carcter, concepto yopinin, bien informados e influyentes, dado que esecastigo sera aleccionador y servira de valla defensiva.

    Tambin era preciso seguir los pasos de losespectadores silenciosos y supuestamente neutrales y,en la medida posible, ganarlos a la causa revolucionariamediante protecciones, favores e incentivos acordados enfuncin de la importancia relativa de su figuracin social y

    de sus bienes, negocios y nexos, sin demostrarles

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    manifiesta confianza mientras no hubieran dado pruebasirrefutables de su adhesin.

    Con respecto a los patriotas en general, el Plan contenarecomendaciones muy diversas. Haba que colocarlos enlos puestos de que seran despojados los espaoles y losnativos poco adictos, atribuyendo los cargos principales alos de ms confianza, mxime si iban a tener mando detropas o a gobernar pueblos enteros. Los magistrados yfuncionarios del poder judicial tambin deban ser personasque diesen entera satisfaccin, conocieran bien lasintenciones del gobierno en su rea, y pudiesen estorbar a

    los ambiciosos, los perturbadores del orden pblico y atodo sujeto que atentara contra las autoridades.Convena que los militares que no tuvieran ya acreditado

    su patriotismo estuvieran en servicio activo en los frentesde operaciones, en lugar de permanecer en la capital. Slodeba castigarse con severidad a los patriotas probados sieran responsables de infidencia o rebelin, disimulndoseotras faltas menores que cometieran.

    Para contener las ambiciones de los criollos y evitar

    aspiraciones exageradas, convena no dejar que pudieranascender con demasiada rapidez ni que permanecieranmucho tiempo en un mismo destino y sin cambiar defunciones, y haba que precaverse del efecto dedisensiones intestinas y guerras civiles retirndolos de susempleos cuando sus actos fueran contrarios a los parecerespblicos. Tambin haba que premiarlos ante la opininpblica por sus actos de patriotismo, sin hacer despilfarrode honores y procurando escoger recompensas simblicas

    de inters colectivo, como escudos, pirmides y columnasconmemorativas.

    A los extranjeros deba drseles sin recelo empleosajustados a los mritos y talentos de cada cual, pues sesera un medio de ganar su apoyo, no tanto por patriotismosino por inters.

    Era preciso que la Junta reglamentara la igualdad ylibertad entre las distintas castas y prohibir la introduccinde esclavos, as como declarar libres o facilitar el pago de

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    sus rescates a quienes ingresaran en los regimientos omilicias revolucionarias.

    Otro asunto importante en el que el Plan haca muchohincapi es la poltica que deba seguirse respecto de laopinin pblica. En todas las relaciones exteriores ointeriores, la conducta del gobierno -incluso susestratagemas, proposiciones, regalos, intrigas, etctera-deba ser silenciosa y reservada. Los pueblos no debanconocer los medios o resortes de que se valan lasautoridades: slo haba que mostrarles los buenos efectosde sus disposiciones, pues de esa manera se afianzara el

    concepto en que las tuvieran. La actitud de losgobernantes reflejada en la prensa deba ser halagea,lisonjera y atractiva, y convena disimular cualquiercircunstancia adversa o disminuir adrede el nmero deejemplares en circulacin cuando no hubiese ms remedioque revelar algn infortunio. Para descubrir y combatirenemigos aun no declarados haba que recurrir a la intriga,el espionaje y la delacin.

    En todas partes, haba que valerse de agentes de talento

    para forjar relaciones tiles, conquistar adeptos y difundircomo si fueran ciertas las especies ideadas para convencero engaar y mantener la pretensin del acatamiento al rey;por medio de esos o de otros agentes deban averiguarselos antecedentes de cuantas personas pudieran ser tiles albando patriota o de slido apoyo al bando realista, yrespecto de estas ltimas hacer todo lo posible parasembrar cizaa y desacreditarlas mediante imposturas,ardides, cartas annimas y otros medios que las hicieran

    sospechosas ante sus propios correligionarios y la opininpblica.

    En lo que concierne al resto de Amrica espaola, elrealismo poltico de Moreno le haca desconfiar de frmulasfederativas que le parecan prematuras y poco viables.Dudaba, adems, que pudieran cuajar en Amrica las ideasfederalistas en la forma que haban sido moldeadas enEstados Unidos. Quiz por ello propuso que el congresoque deseaba ver reunido en Buenos Aires estableciera una

    monarqua constitucional; en esto se aparentaba con los

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    hombres de la Ilustracin espaola, que aspiraban areformar por la va parlamentaria el derecho real.

    Parece evidente que la opinin de Moreno se desprendade una meditacin aplicable a las condiciones reinantes en

    Amrica austral.Aunque persegua el objetivo de dar una constitucin al

    antiguo Virreinato del Ro de la Plata, intua que lapreocupacin principal deba ser desembarazarse deenemigos internos y externos y conseguir apoyos externos,especialmente el de Gran Bretaa, mucho ms que pensaren una unin hipottica con otros pueblos insurgentes. No

    vea ninguna comunidad de intereses con Mxico o lasFilipinas y tampoco pensaba que se pudieran concordar lasvoluntades de todos los habitantes del continente.

    A este respecto, no crea oportuno sino quimricoproyectar una confederacin americana tal como lo habanpostulado Miranda y Caete, con intenciones totalmentedistintas, pues si bien el primero tena en mente la manerade cimentar la emancipacin de las colonias americanas, lapostura del segundo se remontaba al malogrado proyecto

    del conde de Aranda, que haba propuesto en 1783 lacreacin de reinos independientes en distintas regiones deAmrica con la intencin de salvaguardar la monarquaespaola

    5.

    El Planse explaya cuando trata de la Banda Oriental y dela amenaza lusitana, que esperaba frenar gracias a lainfluencia britnica. Era necesario inspirar confianza a losbritnicos, no slo estimulando su comercio con el Ro de laPlata sino quizs ofrecindoles un tratado secreto, de

    alianza defensiva y ofensiva y de asistencia mutua, con la

    5 Cabe recordar que Aranda haba propuesto en 1783 la creacin de tres reinosespaoles en Nueva Espaa, la Costa Firme colombiano-venezolana y el Per consus antiguas dependencias; Miranda haba postulado en 1790 la formacin de unaconfederacin de estados independientes sujetos a un emperador; Godoy abogen 1804 por la creacin de cierto nmero de regencias americanas, y en 1806Carlos IV baraj la idea de reinos americanos en Amrica del Norte, la parteseptentrional de Sudamrica, Per y el Ro de la Plata. Cuando Ruiz de Apodaca

    era todava virrey de Nueva Espaa, Fernando VII lleg a considerar que podaconvenirle trasladar su corte a Mxico. Godoy, a raz de la invasin de Espaa porlos franceses, proyect el traslado de la Corte a una de las posesiones americanas.

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    probable cesin de la isla de Martn Garca como base delas operaciones comerciales inglesas.

    A ms largo plazo, la estrategia portea podra perseguirvarios objetivos: sacar partido de las ambiciones deInglaterra, envanecida por su seoro de los mares y elauge de su comercio, y del posible descontento que lainfluencia inglesa suscitase en el Brasil, y acaso provocarindisposiciones entre esos dos pases. Pero, por lo menos alprincipio, a Gran Bretaa y al Portugal haba que tratarloscon deferencia, proteger su comercio y los bienes quetuvieran y comercializaran en el antiguo virreinato, permitir

    su internacin en el interior en las mismas condiciones quelos importadores nacionales, y rebajar los derechosaduaneros. Mediante toda clase de gestiones y ardides, ytocando todos los resortes a que se pudiera tener accesoen la corte de Ro de Janeiro, especialmente el embajadoringls (lord Strangford), haba que impedir que, debido a lainfluencia carlotista, llegaran tropas portuguesas en auxiliode las autoridades de Montevideo.

    Conforme a cual fuere la evolucin de los

    acontecimientos, podase especular entonces en torno atres grandes hiptesis: una de ellas era la de buscar lamanera de entrar, por tratado de amistad recproca, librecomercio y navegacin con Portugal, en una alianzarespaldada por Inglaterra; otra, ligada al objetivo deconspirar para malquistar al Portugal con Inglaterra, quizsirviera para que, como resultado de una alianza con losingleses, el Ro de la Plata pudiese colaborar con ellos en eldesmembramiento y reparticin del Brasil (propsito que

    crea indispensable como medio de impedir que el Portugalse uniese a Espaa para reprimir las revolucionessudamericanas), para lo cual concentraran su atencin enprovocar descontento y revoluciones en Ro Grande delSur, llevar sus propias tropas hasta all, asegurndose deque los militares portugueses insurgentes y nuevas miliciasconstituidas con esclavos y otros trabajadores de colorestuvieran en minora, y asentar en los territoriosarrancados al Brasil poblaciones de habla espaola.

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    Estos no eran objetivos simultneos ni alternativos ypodan ser objeto de diligencias tanto secretas comopblicas, pero la pluma de Moreno mantena vigente elrecuerdo de la pugna con los portugueses por la posesinde territorios ganados por las armas y perdidos por ladiplomacia desde antes de la creacin del Virreinato del Rode la Plata, y por esa razn da un tono premonitorio a susconsideraciones sobre el Brasil, como si ya previera, noslo nuevos enfrentamientos con los portugueses, sino elsurgimiento de tendencias nacionalistas, separatistas yexpansionistas en ese pas.

    Son muy llamativas algunas consignas. Por ejemplo,antes de intentar el sitio de Montevideo, que Morenoconsideraba como el ms importante baluarte [que se]opondr a nuestros designios, haba que captar laadhesin de la campaa y, por ende, la de loscomandantes militares, alcaldes y eclesisticos de las villasdel interior, as como la de los sujetos ms capaces y dems probidad, talento y respeto y la de gente vaga yociosa, muy conocida por su valor, influencia y

    conocimientos campestres, o por sus vicios, de modoque gracias a ellos (y bajo el mando de lderes patriotas)se sublevaran los pueblos y la campaa uruguaya, seorganizaran cuerpos de infantera y caballera, y seemprendiera la lucha contra los realistas a la espera de lallegada de una expedicin dirigida contra Montevideo por laJunta de Buenos Aires

    6.

    6 En ese contexto, Moreno hace mencin expresa de Jos Rondeau y JosGervasio de Artigas como dos dirigentes potenciales que convena atraer enespecial, pues con ellos los progresos militares seran muy rpidos y ningunospodrn ser ms tiles para los adelantamientos de esta empresa, el uno por sus

    conocimientos militares adquiridos en Europa y el otro por su familiaridad con lacampaa y su ascendiente sobre los lugareos. Como se ver luego, Artigas yRondeau se plegaron al movimiento de mayo pocos meses despus.

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    2. La diplomacia de lord Strangford7

    En toda su gestin diplomtica, lord Strangford, a cargode la misin britnica en Ro de Janeiro, se vali de suinfluencia en la Corte portuguesa y cont con los informesde los jefes de la estacin naval britnica en el ro de laPlata y de los mercaderes ingleses establecidos en Buenos

    Aires para ir desarrollando su poltica. Si bien estabaenterado de las opiniones criollas en favor de conseguir laproteccin britnica para sus proyectos de independencia ypareca bien dispuesto hacia el nuevo gobierno de Buenos

    Aires, sus propias miras eran diferentes.Al principio, su principal objetivo fue preservar la paz

    entre Espaa y Portugal en Amrica; apenas se produjo laalianza no slo con Portugal, sino tambin con Espaa, encontra de Napolen, su poltica consisti en tratar demantener la integridad del imperio espaol y, por ende,proteger a la Banda Oriental de las ambicionesportuguesas, apoyar a todo gobierno americano quehubiera manifestado su lealtad a Fernando VII, fuera aqulel de Montevideo -sometido a la autoridad del Consejo deRegencia- o el de Buenos Aires -que haba declarado suautonoma, pero rechazaba todo nexo con el Consejo deRegencia-, a condicin de que no rompiesendefinitivamente con Espaa y no declarasen suindependencia. A su juicio no haba que hacer nada quepudiese vulnerar la subordinacin de las colonias espaolasa la monarqua; en cambio, deba hacerse todo lo posible

    para promover el desarrollo del comercio britnico y paraque Buenos Aires prefiriera ajustarse a una conducta pro-britnica en lugar de caer bajo la influencia francesa.

    Para ello, era indispensable obrar con cautela, sin dejarque ni los portugueses ni los espaoles y criollossupusieran que la poltica britnica favoreca iniciativas enpro de la independencia o de la desintegracin del

    Virreinato. Montevideo se consideraba la aliada de Portugal

    7 John Street: Lord Strangford and the Rio de la Plata, 1808-1815, enHispanic American Historical Review, vol. XXXIII, nm. 4, noviembre de 1953.

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    y no pareca oportuno que esto sirviera para que losportugueses penetrasen en la Banda Oriental so pretextode prestarle su concurso contra los "facciosos" criollos; yaen junio de 1810, los representantes de los mercaderesbritnicos, alarmados ante la inminente llegada de tropasportuguesas, le haban pedido que interviniese paraimpedir esa operacin. As lo hara lord Strangford, peroinmediatamente envi un emisario a Buenos Aires paraaconsejar a la Junta que no provocara al Portugal conacciones o declaraciones hostiles, que no proclamase laindependencia y que, por el contrario, mantuviera su

    posicin inicial de acatamiento a Fernando VII, a la vez quemostraba con actos su voluntad de seguir promoviendo elcomercio con Inglaterra como medio de conquistar elapoyo britnico.

    En este orden de ideas, lord Strangford ajust suconducta a la idea de que caba crear entre losgobernantes de Buenos Aires la expectativa de queInglaterra les apoyara y protegera en caso de que Espaasucumbiera ante Napolen, y de que utilizara su influencia

    para impedir un enfrentamiento criollo-portugus en lo queconcierne a la Banda Oriental. Mientras Gran Bretaa fuerala aliada de Espaa y Portugal, lo ms importante deba serasegurarse de que ambas, incluso sus territorios deultramar, continuaran la lucha contra Francia y rechazaransu influencia en Amrica.

    Con o sin instrucciones prolijas de la cancillera inglesa,lord Strangford actu de conformidad con la poltica demediacin propiciada por Castlereagh desde 1810. Enefecto, la mediacin respecto de la invasin portuguesa dela Banda Oriental en 1812 se inscribi en el marco de lanegociacin de ms vasto alcance que Castlereaghpropona a Espaa con objeto de lograr la conciliacinentre sta y sus antiguas colonias americanas.

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    3. Oposicin entre grupos centralistas yautonomistas en la poltica interna

    A partir de 1810 fue acentundose el centralismo polticoy militar practicado desde Buenos Aires y surgi contra luna reaccin autonomista que fue especialmente honda enla Banda Oriental y en partes del Litoral, porque all lleg aser evidente el desapego de los porteos por otrosintereses que no fueran afines a los suyos, hasta el puntode dejar a los realistas y a los portugueses el control de lasituacin de ambos lados del ro Uruguay. En Buenos Aires

    pudo observarse una progresiva evolucin hacia elpredominio de la tendencia unipersonal y dictatorial en elgobierno, apoyada por asambleas consultivas o legislativasen las que fue notoria la influencia portea y, por ende, elapasionamiento con que se quiso poner coto a todadisidencia o inconformismo contrario a su hegemona.

    Las facciones de la primera poca revolucionaria sefueron subdividiendo y transformando y en los aos entre1812 y 1815 llegaron a situarse en campos opuestos no

    slo algunos patriotas que haban desempeado papelesimportantes en mayo de 1810, sino tambin nuevas figurasque aparecieron recin en marzo de 1812 con la intencinsea de dar nuevo impulso a la revolucin, vencer a losespaoles y conquistar la independencia, o de intrigar yobrar en favor de los portugueses para desembarazarse deorientales, entrerrianos, correntinos, misioneros ysantafecinos autonomistas.

    Entre mayo y diciembre de 1810 se agravaron las

    disensiones dentro de la Junta de Buenos Aires debido a laausencia de Belgrano y Castelli por estar fuera de Buenos

    Aires y al mando de expediciones poltico-militares sin dudamuy importantes, debilitaron sin quererlo a otros miembrosde la Junta partidarios de consolidar el poder criollo- y a lasdivergencias cada vez ms marcadas entre Saavedra yMoreno, y recomenz la puja entre la Junta y el Cabildo

    8.

    8 El Cabildo, depurado en octubre de 1810, aadi a sus funciones de gobiernomunicipal la de elegir nuevos miembros de la Junta a medida que se producanvacantes.

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    Mucho se ha escrito sobre los motivos de esas divergenciassin que se pueda estar totalmente en claro acerca decules fueron realmente, aunque se sabe que muchas deellas partieron de celos y animosidades personales.

    Moreno era mucho ms capaz y determinado que elpresidente de la Junta en todo lo que tuviera que ver conideologas, estrategias y definiciones polticas; asumi elprincipal papel desde la secretara de Gobierno y Guerra,adonde convergan los asuntos de mayor importancia, quel trataba con singular empeo y una energa desbordante.

    Adems, en pocos meses de actuacin, los artculos que

    public en la Gaceta de Buenos Aires dejaron pocas dudasde que deseaba acelerar la marcha de la revolucin haciala adopcin de una constitucin y de una nueva forma degobierno, como si previese la descomposicin o eladvenimiento de hombres providenciales deseosos detomar el poder, que podan producirse en caso de noinstituirse un pacto social vlido para todas las provinciasreunidas.

    En efecto, en una serie inconclusa de artculos

    publicados en la Gacetaentre octubre y noviembre de 1810sostuvo la idea de que las Provincias Unidas ya estaban encondiciones de pronunciarse a favor de su independenciade Espaa. A su propia pregunta acerca de si Amricapodra establecer una constitucin firme, digna de serreconocida por las dems naciones mientras vivieseFernando VII, a quien reconoca por monarca, Morenocontestaba que la justa emancipacin de la Amrica a queconduce la inevitable prdida de Espaa poda

    consumarse porque no haba pacto social que lamantuviera sujeta al monarca, que la autoridad de stehaba caducado, y que slo el amor a nuestro Reycautivo podra impedir que los americanos se dieran unaconstitucin en absoluta prescindencia de Fernando VII.

    Desarrollando ideas con que Paso haba justificado lacreacin de la Junta de Buenos Aires, Moreno destac queBuenos Aires no debi erigir por s sola una autoridadextensiva a pueblos que no haban concurrido con su

    sufragio a su instalacin. Pero si la Junta haba decidido

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    actuar en nombre de todas las provincias, fundndose enel inminente peligro de la demora y la urgencia con que lanaturaleza excita a los hombres, no por ello habadesconocido la importancia de la obra simultnea detodos, y por eso no haba querido usurpar a la mspequea aldea la parte que le corresponde en la ereccindel nuevo gobierno, no se prevaleci del ascendiente quelas relaciones de la capital proporciona sobre las provincias,y estableciendo la Junta le impuso la calidad de provisoria,limitando su duracin hasta la celebracin del congreso, yencomendando a ste la instalacin de un gobierno firme,

    para que fuese obra de todos lo que tocaba a todosigualmente. Y en otro pasaje deca:

    Yo deseara que las provincias, reducindose a los lmites quehasta ahora han tenido, formasen separadamente la constitucinconveniente a la felicidad de cada una; que llevasen siemprepresente la justa mxima de auxiliarse y socorrerse mutuamente, yque reservando para otro tiempo todo sistema federaticio, que en laspresentes circunstancias es inverificable, y podra ser perjudicial,tratasen solamente de una alianza estrecha, que sostuviese la

    fraternidad, que debe reinar siempre, y que nicamente puedesalvarnos de las pasiones interiores, que son el enemigo ms terriblepara un estado que intenta constituirse que los ejrcitos depotencias extranjeras que se le opongan9.

    Convencido de la importancia de asentar la soberanasobre una base nica e inalienable, as como de lanecesidad de que la revolucin se encauzara por vas

    democrticas y participativas y conforme a un sistema declara divisin de poderes, sin desprenderse de la tutelaterica del monarca espaol, durante el escaso tiempo enque tuvo gran ascendiente dentro de la Junta es indudableque Moreno crey necesario impedir que se debilitara laautoridad ejecutiva que sta ejerca y, por ende, quiso

    9 Jos Carlos Chiaramonte: Ciudades, provincias, Estados: orgenes de laNacin Argentina (1800-1846), pg. 349. Pero vanse, adems del texto de todo el

    documento reproducido por Chiaramonte en pgs. 339-349, los comentarios quehace en su Estudio preliminar (pgs. 128-135).

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    evitar que los representantes del interior interfirieran en laconduccin central de los asuntos de gobierno. Morenodebe haber temido que el ingreso de representantes deautonomas locales con designios muy dispares quitaracohesin y fragilizara la accin de la Junta.

    Los representantes elegidos por las provincias paraparticipar en el congreso general -deca Moreno- deberanempearse en elaborar una constitucin y determinar laforma de gobierno, o dicho de otra manera, establecer elsistema legal de que carece esta parte de Amrica y quenecesita con urgencia, en lugar de considerar que su

    misin pudiera limitarse a elegir gobernantes o atransformar con su influencia las frgiles bases del poderde la Junta, ya debilitado por luchas internas.

    Moreno tambin estuvo dispuesto a actuar con firmezaen contra de los espaoles europeos. De hecho, el 3 dediciembre de 1810 logr persuadir a la Junta de que slolas personas nacidas en el territorio de las ProvinciasUnidas pudieran ocupar empleos civiles, militares oeclesisticos; era sta una medida que serva el triple fin

    de depurar los crculos de mayor peso poltico,proporcionar al pueblo un blanco contra el que pudieraexpresar su hostilidad o su favor, y dar a los criollos adictosoportunidades de ascenso social de que no habandisfrutado antes. Sin embargo, a pesar de que muchosespaoles europeos debieron sufrir las consecuencias delenfrentamiento con los americanos, se dispuso quepudieran conservar sus puestos si demostraban buenaconducta, amor al pas y adhesin al gobierno.

    Saavedra combinaba la autoridad de la presidencia conla de comandante de armas, sta ltima respaldada por suprestigio y el respeto que le tenan tanto las clasespopulares como quienes haban servido bajo sus rdenesen el regimiento de Patricios. Era sta una razn suficientepara que Moreno y sus partidarios quisieran despojarlo dela comandancia para debilitarlo.

    Dos episodios dieron pie a que Moreno tomara lainiciativa a ese respecto: el que no le dejaran entrar en el

    cuartel donde los militares, junto con Saavedra, festejaban

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    la victoria de Suipacha, y el hecho de que uno de losoficiales, Atanasio Duarte, hubiera ofrecido a Saavedra unacorona. Inmediatamente, Moreno convenci a una mayorade los vocales de la Junta de que firmaran el famosodecreto de honores dirigido contra Saavedra, que contenaen su artculo 5 la decisin de que ningn decreto, oficio uorden de la Junta tendra validez sin la firma de cuatromiembros y de uno de los secretarios por lo menos. Enotras palabras, ninguna medida poda tomarse a ttulounipersonal y, por ende, el comando de las tropas no debaestar en manos de un solo hombre.

    Los ataques dirigidos contra Saavedra no arrojaron elefecto deseado, porque a raz de las desavenencias que sepusieron en descubierto fue Moreno quien sali malparado,probablemente porque cometi la equivocacin de mostrarsu prejuicio en favor de hombres de frac y levita.

    En efecto, Saavedra era ms contemporizador y tanto sutemperamento como sus ideas lo hacan inclinarse contraactitudes y actos que le parecieran excesivos. Ante laopinin pblica burguesa, apareca como un elemento

    moderador y ciertamente ms conservador que Moreno; noes en vano que se lo vea como el representante de la"oligarqua liberal". Respaldado por los militares, sobretodo los de su regimiento de Patricios, y comerciantes de laburguesa, contaba tambin con apoyos de alcaldes de lossuburbios, y no comparta muchas de las actitudes de lauventud ilustrada favorable a Moreno, que sin duda

    consideraba demasiado francas y decididas y, acaso,perjudiciales, por lo menos en lo que concierne a la rapidez

    con que deseaban deshacer el antiguo orden virreinal.Como lo declar despus de la cada de Moreno, no era

    partidario de un sistema robespirriano y deseaba serconciliador ante las provincias y respecto de los espaoleseuropeos y dejar que se apagara la accin de los distintosbandos y partidos del interior como por arte de magia.Junto con sus partidarios, pareca preferir la postergacindel congreso general, pues le preocupaban sobre todo lasopiniones sobre asuntos constitucionales e institucionales

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    que Moreno lanzaba desde las pginas de la Gaceta deBuenos Aires.

    Nueve diputados del interior estaban en Buenos Airesesperando su incorporacin en la Junta, pero -por lo menosal principio- se crea que una mayora de los miembros desta se oponan a ello y manifestaban su preferenciaporque se convocase el congreso general. Lo que msdeseaban muchos miembros de sta era el acatamiento delas provincias ms que su participacin en el gobierno,como qued en claro cuando hicieron valer que la decisinde acelerar el ingreso de diputados provinciales, a resultas

    de la convocatoria que haban lanzado el 27 de mayo,haba sido un rasgo de inexperiencia, de probadaimpracticabilidad.

    Sobre este tema, ya he dicho que Moreno era partidariode que no se postergase ese congreso, para que no seperdiera el impulso que l estaba dando a la idea deelaborar una constitucin, y por esa razn no querafrustrar ese propsito adhirindose a quienes estabandispuestos a ampliar la composicin del cuerpo colegiado

    gobernante como medio de mostrarse conciliadores con lasprovincias, pero sin darles de inmediato la posibilidad deque sus representantes asumieran una funcinconstituyente.

    Pero los acontecimientos evolucionaron de otra manera.El 18 de diciembre de 1810 los diputados insistieron pormedio de su portavoz, el den Gregorio Funes, en quedeba incorporrseles a la Junta, pues Buenos Aires notena ttulos legtimos para elegir por s sola gobernantes

    que las dems ciudades deban obedecer, no podacontravenir la decisin de incorporar a los diputados delinterior conforme al orden de su llegada a Buenos Aires, ydeba reconocer la necesidad de restituir la tranquilidadpblica que estaba gravemente comprometida por ungeneral y pblico descontento con la Junta. Esedescontento estaba dirigido principalmente en contra deMoreno, no slo a causa de sus ideas sobre asuntosconstitucionales, sino tambin a raz de la decisin de

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    marginar a los espaoles europeos y de quitarleprerrogativas a Saavedra.

    Contra la opinin de Moreno y Paso, los dems vocalesde la Junta aceptaron la incorporacin alegando motivos deconveniencia pblica y esto provoc la renuncia deMoreno y su nombramiento para desempear una misinen Londres. Su accin de gobierno no haba llegado a durarseis meses completos. La desaparicin de Moreno de laescena poltica, seguida de su fallecimiento en alta mar en condiciones ms que sospechosas, pues se hapretendido con mucha vehemencia que fue envenado y

    que su muerte se rumoreaba en el Ro de la Plata antes deque ocurriera- cuando viajaba hacia Londres paraencargarse con su hermano Manuel de una misindiplomtica, no puso trmino a las disensiones.

    4. La Junta Grande

    La Primera Junta dur tan poco como la gestin deMoreno. Ampliada a raz de la incorporacin de los

    diputados provinciales, liderados por el den Funes, y bajola presidencia de Saavedra, tom el nombre de JuntaGrande, sin que el cambio acallara las protestas yagitaciones pro-morenistas. Desde el regimiento deinfantera Amrica (ms conocido por el nombre deEstrella, a causa del distintivo que sus tropas llevaban en elhombro de sus casacas), los comandantes Domingo Frenchy Antonio Luis Beruti, avezados conductores demanifestaciones populares, conspiraron contra el gobierno,

    haciendo un intento frustrado para poner a Moreno a lacabeza de la Junta, y luego impulsaron a la juventudmorenista, que se reuna en el caf de Marco, a proseguirla campaa dirigida contra Saavedra y sus adictos y losdiputados del interior.

    A principios de 1811, el foco de la reaccinantigubernamental criolla se traslad del caf de Marco a laSociedad Patritica a la que acudieron muchosparroquianos morenistas de aqul. Fue sta una asociacin

    abiertamente opositora, decidida, como record Ignacio

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    Nez en sus Noticias histricas, a reanimar el esprituamortiguado de la revolucin, extenderlo ilustrando a loshombres sobre sus verdaderos intereses y promover lareforma del gobierno, juzgado demasiado tibio. La Juntano se anim a tomar medidas contra ella, a pesar de que elcoronel Juan Bautista Bustos, del regimiento III, pretendidisolverla por la fuerza, y prefiri darle reconocimientooficial.

    Ya se perfilaba la que iba a ser una ofensiva polticaportea, pero de sus grupos juveniles ms politicizados,contra la creciente influencia de las provincias

    representadas en la Junta. En lugar de descentralizar elpoder y eliminar pesadas estructuras de gobierno en elinterior, la Junta decidi la formacin de juntas provincialesy juntas subordinadas en cada intendencia, pero mantuvoen pie las funciones de los gobernadores-intendentes y delos cabildos. Recrudeci as un verticalismo jerrquico,complicado por difciles relaciones horizontales entregobernantes y capitulares, que hizo ms mal que bien yprovoc muchas quejas, motivadas en su mayor parte por

    el hecho de que distintas ciudades y provincias perdieronalgo o mucho de la autonoma que haban conseguidorespecto de las autoridades situadas en las sedes de lasdiversas intendencias.

    Los cambios en la composicin de la Junta provocaronuna nueva crisis. En uso de sus prerrogativas, el Cabildohizo saber, ante la consiguiente irritacin de la Junta, queexaminaba candidaturas con objeto de reemplazar a

    Alberti, recin fallecido, y a Belgrano y Castelli, que

    estaban ausentes en cumplimiento de misiones poltico-militares en el Paraguay y el Alto Per. Pudo evitarse elnombramiento de sucesores de estos dos ltimosmiembros, porque el Cabildo se ech atrs, pero en cambiose produjeron las designaciones de Hiplito Vieytes, queasumi la secretara de Gobierno y Guerra en reemplazo deMoreno, y de Nicols Rodrguez Pea, que ocup el sitio de

    Alberti. Con ello se robusteci la influencia de la SociedadPatritica, que cont con esas dos figuras revolucionarias

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    de primera fila entre sus consejeros, adems de que Paso yLarrea les estaban muy allegados.

    La juventud morenista sigui agitando contra la accinde los diputados del interior a la vez que haca propagandaa favor de los levantamientos criollos en otros pasesamericanos y denunciaba con pasquines y en corrillos laspresuntas connivencias de Saavedra y Funes con loscarlotistas, los realistas de Montevideo y los portugueses.No obstante, la Junta mantuvo una actitud ostensiblementerespetuosa de la libertad de expresin y el 4 de abril de1811 aprob los estatutos de la Sociedad Patritica.

    Entretanto, Belgrano -tras las derrotas militares ydiplomticas sufridas en el Paraguay10- haba tenido queemprender la retirada. Por otra parte, en el ro de la Platase haca sentir la amenaza de Elo y los patriotas habanperdido el control de los accesos a los ros de lamesopotamia a raz de la derrota naval frente a SanNicols. La reaccin haba trado por va de consecuencia lamovilizacin en defensa de la patria de todos losciudadanos de 16 a 45 aos, la creacin de una comisin

    de seguridad pblica para reprimir posibles movimientossubversivos, la deportacin de varios grandes comerciantespeninsulares (lzaga, Villanueva, Santa Coloma y Neyra), yel confinamiento de otros espaoles europeos solteros enel interior. Se ha dicho que en marzo de 1811 fuerandesterrados 3.000 o 4.000 hombres solteros.

    La suma de estos sucesos provoc el 5 y 6 de abril de1811 un movimiento militar y popular al que Saavedrapretendi no haber estado asociado, a pesar de que estaba

    destinado a apuntalarle y devolverle la comandancia dearmas. Una serie de peticiones firmadas revelaron ladispersin de las opiniones expresadas por distintos gruposen ese momento. Si el bando morenista se haba agitado afavor del retorno y liberacin de