La aglomeración urbana

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Crecimiento, aglomeración urbana y efectos rebosamiento Alvarez, Manel, Guerrero, Santiago y Jovell, Lluís Universitat Autònoma de Barcelona 1 Comunicación presentada a las V Xornadas de Economía Crítica. Área de desarrollo regional y territorio. Santiago de Compostela. 1996 En los años sesenta y setenta, la política de desarrollo territorial obedecía a una clara orientación en busca de la movilidad de los factores de producción y del impulso del desarrollo de áreas poco desarrolladas o de sectores en declive, todo ello bajo la perspectiva del sentido de igualdad y distributivo, y por tanto ajustable en el marco más amplio de la teoría de la distribución. En la actualidad, y fundamentalmente a partir de las investigaciones realizadas a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, el enfoque predominante, más posibilista, es el conocido como de desarrollo endógeno. Esta línea de investigación es perfectamente encuadrable en aquellas otras líneas teóricas que se ocupan genéricamente del crecimiento económico y que tuvieron su origen en la publicación en 1986 de la tesis doctoral de Paul Romer y el posterior trabajo de Robert Lucas dos años después. Es a partir de este momento cuando renace el interés por la teoría del crecimiento económico como campo activo de investigación. Esto supuso la elaboración de una primera generación de modelos 2 de raíz neoclásica, que tienen su máximo exponente en el trabajo pionero de Solow (1956) pero que a diferencia de ellos, la tasa de crecimiento a largo plazo era positiva sin necesidad de suponer que alguna variable del modelo, como la tecnología, evolucionaba de forma exógena. La primera generación de modelos, demostró la posibilidad de generar tasas positivas de crecimiento, eliminando el problema de los rendimientos decrecientes de escala mediante la asunción de las externalidades o de la introducción del capital humano. Igualmente una segunda generación 3 de investigaciones mostró, en un marco de competencia 1 Integrantes de la Unitat de Recerca d’ Economia Regional i d’Organització Industrial. EUEE de Sabadell (UAB). 2 Fundamentalmente la integrarían los desarrollados por: Romer (1986), Lucas (1988), Rebelo (1991) y Barro (1991). 3 Romer (1990), Grosman y Helpman (1991) entre otros.

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analiza los indicadores que llevan al crecimiento de las ciudades

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Crecimiento, aglomeración urbana y efectos rebosamiento

Alvarez, Manel, Guerrero, Santiago y Jovell, Lluís

Universitat Autònoma de Barcelona1

Comunicación presentada a las V Xornadas de Economía Crítica. Área de desarrollo regional y

territorio. Santiago de Compostela. 1996

En los años sesenta y setenta, la política de desarrollo territorial obedecía a una clara

orientación en busca de la movilidad de los factores de producción y del impulso del desarrollo de áreas

poco desarrolladas o de sectores en declive, todo ello bajo la perspectiva del sentido de igualdad y

distributivo, y por tanto ajustable en el marco más amplio de la teoría de la distribución. En la

actualidad, y fundamentalmente a partir de las investigaciones realizadas a partir de la segunda mitad de

la década de los ochenta, el enfoque predominante, más posibilista, es el conocido como de desarrollo

endógeno. Esta línea de investigación es perfectamente encuadrable en aquellas otras líneas teóricas que

se ocupan genéricamente del crecimiento económico y que tuvieron su origen en la publicación en 1986

de la tesis doctoral de Paul Romer y el posterior trabajo de Robert Lucas dos años después. Es a partir

de este momento cuando renace el interés por la teoría del crecimiento económico como campo activo de

investigación. Esto supuso la elaboración de una primera generación de modelos2 de raíz neoclásica,

que tienen su máximo exponente en el trabajo pionero de Solow (1956) pero que a diferencia de ellos, la

tasa de crecimiento a largo plazo era positiva sin necesidad de suponer que alguna variable del modelo,

como la tecnología, evolucionaba de forma exógena. La primera generación de modelos, demostró la

posibilidad de generar tasas positivas de crecimiento, eliminando el problema de los rendimientos

decrecientes de escala mediante la asunción de las externalidades o de la introducción del capital

humano. Igualmente una segunda generación3 de investigaciones mostró, en un marco de competencia

1 Integrantes de la Unitat de Recerca d’ Economia Regional i d’Organització Industrial. EUEE de Sabadell (UAB). 2Fundamentalmente la integrarían los desarrollados por: Romer (1986), Lucas (1988), Rebelo (1991) y Barro (1991).

3 Romer (1990), Grosman y Helpman (1991) entre otros.

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imperfecta, modelos en los que la inversión en I+D empresarial generaba endógenamente progreso

tecnológico.

Estas orientaciones teóricas ponen pues el acento, más que en la movilidad de los factores de

producción, en la plena y productiva utilización de los recursos propios. Y esto implica que se pase de

diseñar políticas que buscan básicamente la reducción de los costos de producción, a diseñar políticas

que buscan de forma principal, movilizar la capacidad empresarial e innovadora endògena.

Así pues nos encontramos con una originaria teoría de la distribución y una teoría posterior de

desarrollo endógeno. Sin entrar en la discusión sobre el grado de integración que deba existir entre

ambos enfoques4 sí nos parece interesante en relación a la presente comunicación, la matización en

cuanto al alcance del ámbito territorial de los órganos competentes en el diseño de las políticas

económicas dimanantes de los mismos.

En efecto, en la esfera de la distribución personal los órganos competentes parecen ser los más

adecuados los de ámbito regional, lo cual no quiere decir que siempre sea así. Lo será en más o en

menos, de acuerdo con el grado de descentralización del Estado en cuestión. Por el contrario, en la

esfera de la distribución espacial la responsabilidad última parece recaer en ámbitos supraregionales o

incluso, como es el caso de la Unión Europea, lógicamente a ámbitos supraestatales.

¿ Qué queremos manifestar con lo anterior ? En definitiva que la política de desarrollo

territorial hasta hace bien poco se consideraba fundamentalmente como una parte más de la política

económica general y por ende, diseñada y desarrollada al menos en gran parte por los mismos órganos

competentes que desarrollaban las políticas económicas de ámbito estatal.

Las nuevas aportaciones de la teoría del crecimiento endógeno reorientan, a nuestro juicio en

gran parte, la consideración de las políticas de desarrollo territorial como políticas económicas

especificas de ámbitos territoriales concretos que deben ser diseñadas y desarrolladas lo más localmente

posible. Por otro lado los procesos de integración económica como el europeo entendemos abonan dicha

apreciación, al igual que lo hace el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información.

4 El reciente trabajo de Dani Rodrik (1995) es sintomático al respecto. En el mismo muestra cómo una adecuada combinación de políticas de formación de capital humano y distributivas han conseguido fundamentalmente el despegue económico de Corea del Sur y de Taiwan. Vèase igualmente el trabajo de Lisa B. Tillis (1993) en donde se realiza un interesante análisis entre la relación de la distribución de la renta y el crecimiento económico bajo la hipótesis de Kuznets.

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Rendimientos de escala

Partiendo de un función de producción Cobb-Douglas, y en base a rendimientos constantes de

escala, se puede obtener un modelo de crecimiento endógeno obviando los rendimientos decrecientes de

los factores de producción, en base a considerar que la función de producción presente rendimientos

constantes de escala en relación al factor que puede ser acumulado. Y esto nos lleva dos

consideraciones.

En primer lugar, la consideración del trabajo como un tipo de capital en donde lo importante no

es la cantidad sino la calidad, acumulable mediante la inversión en educación a la manera como se hace

con el capital físico. En definitiva englobar el capital físico y humano en un solo factor de producción5.

O también, considerar al igual que existen factores de producción a cargo del sector privado, que existen

otros factores a cargo del sector público. Por tanto la función de producción representaría al capital

privado y los bienes públicos proporcionados por el sector público6.

Pero existe también una segunda consideración, consistente en que el crecimiento positivo se

explique por la existencia de una función de producción que presente no rendimientos constantes, sino

rendimientos crecientes de escala. La ruptura que, vía precios, se puede producir del equilibrio

competitivo tiene al menos dos soluciones7. Una como consecuencia de la introducción efectuada, con

mucha antelación, por Marshall en relación a la suposición de rendimientos constantes a nivel de

empresa individual pero crecientes a nivel agregado. Lo cual se explica por la existencia de

externalidades en la producción8 a través de los efectos rebosamiento de tecnología y los beneficios de la

especialización. Y otra eliminando el supuesto de comportamiento competitivo9 bajo el que no se

agotan las economías de escala por lo que el sobrante puede dedicarse a actividades de I+D de manera

que se expanda el conocimiento con el consiguiente beneficio para el resto de empresas.

Economías de aglomeración

5 Rebelo (1991) Op. Cit. 6Barro (1990). Op. Cit. 7Véase Sala-i-Martin, X. (1994) 8Marshall (1890) y posteriormente, la formalización de Arrow (1962), el redescubrimiento de Beccatini (1975), y los trabajos de Romer (1986). Op. Cit., Porter (1990) y Krugman (1991). 9Es decir la denominada óptica Chamberlin (1933) con lo que la retribución de los factores no agota el producto total.

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Así pues y de acuerdo con la teoría del crecimiento endógeno, el mismo viene determinado

fundamentalmente por el crecimiento de la acumulación de capital: físico y humano, y por la tecnología,

y por tasas de ahorro que lo posibiliten. Ahora bien para que las tasas de crecimiento sean positivas, la

asunción de que este crecimiento tenga lugar en un marco de generación permanente de economías

externas estáticas y dinámicas parece fundamental. Entonces las economías externas o el concepto más

apropiado10 de economías de aglomeración, fundamentales para explicar la existencia de los grandes

núcleos urbanos, pueden ser determinantes para desarrollo económico, pero ahora sí, un desarrollo

económico en clave local.

Evidentemente esta constituye una visión de la economía de un mundo dinámico guiado por

procesos acumulativos11 en donde el equilibrio económico es irrelevante. Procesos de causación circular

acumulativa, de origen histórico, en donde el volumen de actividad económica y la dotación de

infraestructuras atrae más actividad económica reforzando adicionalmente su ventaja inicial y así

sucesivamente.12

Un enfoque de causalidad parece relevante en el análisis de las aglomeraciones13. Los agentes

económicos -familias y empresas- buscan deliberadamente beneficiarse de las externalidades derivadas

10Consideradas como una modalidad de las economias externas de carácter espacial. 11Esta constituye la óptica de Kaldor (1972) 12 El origen de dichos modelos se halla en el desarrollado por Myrdal en 1957 y al que siguieron inmediatamente los de Hirschman y Hicks en 1958 y 1959 respectivamente. 13Las propuestas de clasificación de los factores de aglomeración son muy numerosas, sobre todo en los últimos años, en consonancia con el mayor interés despertado. Las más relevantes son a nuestro juicio las de Hoover (1937), Richarson (1973), Moseley (1977), Towmroe y Roberts 81980) y Abdel Rahman (1987). Los diferentes trabajos clasifican estas economías tanto en función de los factores de aglomeración como según los beneficios originados por las mismas. una clasificación, no excluyente y simplificada podría ser la siguiente: i) Economías de localización. Consideradas como economías externas a la empresa e internas a la industria. Es decir todas aquellas ventajas derivadas de la localización concentrada de empresas de un determinado proceso productivo. Fundamentalmente, la posibilidad de procesos de especialización entre empresas dentro del ciclo productivo; la reducción de costes de transacción dentro del área entre las diversas unidades productivas; la creación de mano de obra especializada; la formación de un conjunto de servicios que generan un mejor conocimiento y valoración de la producción local y la creación de una cultura industrial generadora de dinamismo y reductora de la incertidumbre del ambiente económico.

ii) Economías de urbanización y de aglomeración social. Es decir de aquellas economías externas a la empresa e

internas al área urbana que caracterizan un ambiente urbano y derivadas de la presencia de infraestructuras genéricas utilizables por todas las industrias, y de estrecha interacción entre instituciones y actividades diferentes. Concretamente, la concentración de la intervención pública en términos de concentración de capital público y de dimensiones eficientes de muchos de los servicios públicos; grandes mercados y la consideración de la ciudad como incubadora de factores productivos y mercados de inputs de producción. Es decir que la ciudad implica tener acceso a un mercado amplio, flexible i diversificado; poseer funciones urbanas especializadas con los consiguientes mercado de capitales eficientes, centros de formación universitaria, de investigación, servicios profesionales en todos los campos, transporte especializado y variedad de bienes culturales; funciones de comunicación e información y presencia de infraestructuras de comunicación avanzadas que crean información relevante.

iii) Economías de transferencia. Considerando como tales aquellas que son internas a la empresa y derivadas de la localización próxima a una serie de proveedores, por la que las consideramos como economías externas.

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de la aglomeración. Y en consecuencia, o en base a ello, se aglomeran en zonas geográficas concretas

determinando o potenciando dichos procesos circulares acumulativos. Este enfoque causal es el que, a

nuestro juicio, nos permite entender y dar adicionalmente un papel preponderante a la política local,

tanto como catalizadora y generadora de externalidades positivas como reductora de las negativas.

Eso quiere decir poner el acento, por un lado en programas de I+D y en la capacitación del

capital humano y, por otra, en la revitalización del urbanismo. Lo cual implica un objetivo claro

encaminado a la selección de la distribución más eficiente de los recursos entre los diferentes procesos

productivos y de fomento del cambio tecnológico en aras a aumentar la productividad. Y también

supone que las políticas deben incidir de una manera muy clara sobre lo que se entiende por potencial de

desarrollo endògeno de un territorio determinado, es decir por las infraestructuras de transportes y

comunicaciones, la estructura urbana, el capital físico y el capital humano.

Política territorial

Desde la perspectiva de la política territorial todo lo anterior es decisivo, puesto que si la

generación de externalidades de naturaleza territorial es relevante para el crecimiento económico, las

ciudades son cruciales para el nuevo modelo de desarrollo. Por tanto deviene necesario plantear

estrategias económicas que partiendo del territorio, pongan el énfasis en la generación de externalidades

positivas para el sistema productivo14. Un sistema productivo cuya obtención de rendimientos crecientes

ya no queda reducido vía rendimientos internos o de escala de la empresa, propios de la etapa fordista15,

sino vía externa tal como se ha indicado anteriormente.

Paralelamente, una importante variación en los instrumentos de análisis económico se ha

producido con consecuencias metodológicas importantes. Así la unidad de análisis del la economía

industrial deja de ser el sector. En gran parte de los procesos industriales es irrelevante el hecho de la

adscripción de una empresa a un determinado sector, cobrando fuerza por el contrario su adscripción a

un determinado proceso productivo que tiene lugar en una territorio determinado o por extensión al

territorio mismo16. En él se observa la existencia de economías dinámicas que no se transmiten a través

14Véase Trullen, J. (1995) 15El modelo fordista generaliza las economías de escala en la producción industrial a partir de grandes empresas e igualmente propugna la especialización de la ciudad. 16Becattini (1979) y Scott (1983)

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de la incorporación al cambio técnico de la empresa individual, sino el conjunto del sistema urbano

tomado globalmente a través de una compleja red de interconexiones industriales que dan como

resultante la generación de rendimientos en el conjunto de los procesos productivos urbanos.

Efectos rebosamiento y sistemas

Recientes investigaciones17 afrontan el problema de la especialización o la diversificación de la

ciudades industriales llegando a la conclusión de que la especialización dificulta y la diversificación

ayuda al crecimiento y a la ocupación. La mejor interpretación de dicha conclusión es que el

rebosamiento de conocimientos a través de la misma industria es menos importante para el crecimiento

que el rebosamiento a través de industrias diferentes, particularmente por lo que se refiere a las ciudades

más maduras. La lectura de estos resultados es suficientemente evidente. La ciudad diversificada

industrialmente es más eficiente en aras al crecimiento económico que la ciudad especializada. Pero

entendemos tiene dos lecturas más. Por un lado la ubicación de estos resultados con la noción de distrito

industrial puede no ser fácil18. Por otro parece que la compleja red de interconexiones existente en la

ciudad, parece a partir de aquí aún más compleja. En todo caso el protagonismo de la ciudad a efectos

de crecimiento económico sale más reforzada.

Pasemos ahora al análisis de la relación estrecha, que entendemos existe entre la economía de

una ciudad y la teoría de sistemas.

Entendemos la economía de una ciudad y su entorno de influencia como un sistema, en el marco

conceptual más amplio de economía política. Al respecto como genéricamente se entiende, un sistema

lo conceptualizamos como aquel conjunto de elementos relacionados, en interacción, con un objetivo

determinado. Es decir elementos e interacciones. Y sus elementos conceptuales básicos en consonancia:

un conjunto de componentes, una estructura, un orden (véase igualmente la nota 20 más adelante) ,

unas funciones características y un objetivo o resultado.

A fin de diseñar una política municipal, las características relevantes de un sistema, como el

que proponemos, serian: globalidad, homeóstasis, indivisibilidad y finalidad.

17Véase Glaeser et alia (1992) 18Claro que si descendemos a lo largo del territorio de la ciudad es posible encontrar especialización productiva y dinámica de distrito industrial.

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Globalidad, en el sentido de que cualquier estimulo que afecte a alguno de sus elementos

repercute en todo el sistema y no existe tendencia alguna a retornar fácilmente a su equilibrio19.

Homeóstasis, ya que los sistemas tienen un carácter adaptativo y tienden a la autorregulación o auto-

organización. Indivisibilidad funcional, en cuanto estructuralmente un sistema puede dividirse en partes

pero funcionalmente es indivisible20. Si se divide pierde alguna de sus propiedades esenciales. Es decir

que la conducta de un sistema como un todo, no puede deducirse de la simple suma de las partes

individuales que la componen21.

Una definición aglutinadora de la metodología de sistemas con la economía urbana o regional

podría consistir en considerar el sistema de economía urbana o regional de un área determinada como

la aglomeración con la consideración de los factores exógenos22 de agentes y elementos -empresas,

agentes sociales, familias, Ayuntamiento23, infraestructuras físicas, sociales, instituciones, ambiente

fundamentalmente- que interactuan, y por tanto son generadoras de externalidades, resultando de todo

ello o desde el punto de vista de uno de los agentes, por ejemplo la autoridad municipal24, tienen como

objetivo un desarrollo económico determinado.

Por tanto a efectos de un la elaboración de un marco conceptual de análisis de la política

municipal del desarrollo endógeno local, y en base a la óptica de sistemas, seria necesario:

19Los historiadores económicos hace tiempo que entendieron igualmente lo afirmado. En efecto, Alfred Chandler (1990) en un amplio trabajo sobre el desarrollo económico de los EEUU, Gran Bretaña y Alemania desde 1880 hasta los años cincuenta, y en la que ofrece una profunda crítica de la teoría de las empresas en la teoría ortodoxa, subraya el hecho de que la trayectoria que sigue una economía puede ser muy sensible a una decisión particular u a un grupo de decisiones tomadas en un momento determinado. Una vez tomada esta trayectoria, no existe tendencia a retornar al equilibrio natural. Las consecuencias de algunas decisiones pueden durar décadas. 20Los importantes desarrollos de los últimos años en relación a los conceptos de sistemas complejos de self-organizing, en donde la aleatoriedad y el caos dan la impresión de que aparecen espontáneamente para desarrollarse en un inesperado orden, van introduciéndose lentamente en el campo económico. El ultimo trabajo de Paul Krugman (1996) se introduce en ese terreno. En el de como la economía se estructura en el tiempo y en el espacio del caos a un orden espontáneo. 21Las implicaciones van más halla, y llegan al ámbito socio-político, puesto que en definitiva no es otra cosa que creer que auspiciar el concepto de un individuo autosuficiente y competitivo, aumentaría el bienestar humano, dificulta gravemente la posibilidad de llegar a una sociedad cohesionada y verdaderamente rica, en la cual participen todos los agentes. Lo anterior no es más, en definitiva, que otra manifestación de no linealidad. Los diferentes componentes del sistema interactuan de formas muy complejas, pudiendo modificar, a partir de determinados niveles críticos, la conducta del sistema de un modo rápido y fundamental. 22Las ciudades son sistemas complejos abiertos tanto material como informativamente, como institucionalmente. Por tanto la consideración de los factores exógenos es evidente. La ventaja de los sistemas no lineales, ante determinados shocks externos de difícil predicción, puede ser importante. 23Este enfoque sugiere que las actuaciones genéricas que realiza un Ayuntamiento mediante el diseño e impalntación de políticas municipales, son el mecanismo de interacción entre uno de los agentes del sistema (Ayuntamiento) y el resto de los agentes y elementos (familias, empresas). Por ejemplo, el aumento de un impuesto local (política fiscal municipal) produce efectos (interacciones) en el resto de elementos del sistema y conduce a un resultado final determinado. 24Uno de los aspectos básicos sería considerar al Ayuntamiento como un elemento clave (estratégico podríamos decir) dentro del sistema; es decir, tendría una consideración análoga a la “dirección” de la empresa si el objetivo del análisis fuese un sistema-empresa.

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i) Conocer todos los elementos relevantes del sistema económico de una aglomeración urbana y

su área de influencia.

ii) Conocer las funciones características de cada elemento

iii) Conocer las interrelaciones entre los elementos y el signo de su influencia

iv) El estudio de las políticas municipales potenciales. Investigando el signo de su influencia,

sus sinergías, sus interacciones, y el papel que la política municipal, potenciando la generación de

externalidades y proporcionando inputs gratuitos, puede llevar a cabo, en su función coordinadora e

impulsora del desarrollo económico del sistema de economía urbana.

Conclusiones A lo largo de la presente comunicación, partiendo de los nuevos enfoques de la política

territorial basados en el desarrollo endógeno hasta llegar a la propuesta metodológica que entendemos

ofrece la teoría de sistemas, hemos pretendido aportar alguna reflexión sobre el creciente protagonismo,

observado en la política económica de ámbito local. La articulación con otras localidades será necesaria

para lograr un equilibrio y una comunicación que proporcione una adecuada cohesión social el todo el

territorio. El núcleo del problema lo constituye, a nuestro juicio, la interrelación existente entre

crecimiento económico y economías de aglomeración y como la correcta o más eficiente absorción de los

efectos rebosamiento -de extraordinaria importancia- parece fluir mejor en ciudades diversificadas que

en ciudades especializadas. De confirmarse esto último la consideración del grado de complejidad de las

ciudades se incrementa considerablemente por lo que la propuesta metodológica que ofrece la teoría de

sistemas para el tratamiento de los núcleos urbanos puede ser conveniente. En todo caso nuestras

reflexiones acercan más el estudio de la economía al ámbito más territorializado frente al estudio

agregado de la misma y sintoniza, en buena parte, con aquellos investigadores que critican esta última

visión25, con los que propugnan y predicen un desarrollo importante de la economía regional y urbana,26

incluso desde disciplinas como la sociología27. En definitiva una línea mucho más cercana a la economía

política que a la economía del intercambio. No en vano la sociedad, sí existe.

25Véase por ejemplo la reciente publicación de Paul Omerod (1995) 26Es bien conocido que son numerosos y prestigiosos, los economistas que se van incorporando a esta línea. Al respecto parece sintomática la publicación de obras sobre economía regional, pero desde la óptica de un estratega empresarial como Kenichi Ohmae (1996) 27Mauel Castells (1995) indica que el nuevo paradigma tecno-económico impone el espació de flujos como la lógica espacial irreversible de las organizaciones económicas y funcionales. Las localidades (ciudades i regiones) se han vuelto elementos indispensables en la nueva geografía económica debido a la propia naturaleza de la economía informacional.

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