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1 Nacimiento, apogeo y decadencia de una elite intelectual. El grupo científico, 1868-1904 Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia Presenta: Emilio Zúñiga Solís Directora: Mtra. Maribel Miró Flaquer Sinodales: Mtra. Paulina Latapí Escalante Dra. Cecilia del Socorro Landa Fonseca Dra. Margarita Espinoza Blas Dr. José Oscar Ávila Juárez

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Nacimiento, apogeo y decadencia de una elite intelectual.

El grupo científico, 1868-1904

Tesis para obtener el grado de Licenciado en Historia

Presenta:

Emilio Zúñiga Solís

Directora:

Mtra. Maribel Miró Flaquer

Sinodales:

Mtra. Paulina Latapí Escalante

Dra. Cecilia del Socorro Landa Fonseca

Dra. Margarita Espinoza Blas

Dr. José Oscar Ávila Juárez

2

Índice

Agradecimientos p. 5

Introducción p. 9

Capítulo I: Años mozos

La gestación de un nuevo sistema cultural p. 21

La fundación de la sociedad metodófila p. 28

La libertad. Diario pre científico p. 31

Capítulo II: Juventud

Entre viejos liberales y nuevos conservadores p. 46

La Unión Liberal de 1892 y el mito del “partido científico” p. 53

La oposición periodística ante el manifiesto y la reelección p. 60

El sentido profundo del manifiesto p. 66

Capítulo III: Madurez

De la apoteosis a la ignominia p. 74

Los científicos gonzalinos “sin buen comienzo ni happy end” p. 75

Los científicos en la opinión de uno de ellos: José Ives Limantour p. 83

Limantour, el político p. 89

Un adiós sin feliz regreso p. 98

Francisco Bulnes el indómito o de su versión de los hechos p 103

Bulnes y su interpretación de los años porfíricos p. 107

Bulnes y su percepción de los científicos p. 112

3

Los entresijos del “tribuno de México p. 115

Capítulo IV: Ocaso

1903, o de la ansiedad del Demiurgo p. 119

1904, o del ardid científico p. 133

El credo científico a través de un inédito de Bulnes p. 137

Reflexiones Finales p. 146

Bibliografía p. 149

4

A mi familia con quien aprendí que

la adversidad une

5

Agradecimientos

Lo que no tenemos

lo encontramos

en el amigo.

Carlos Fuentes

Este apartado es básicamente para agradecer a aquellos, que motivaran, ayudaran,

reprendieran, financiaran, quejaran y permitieran que la llegada a la meta no fuese

en solitario. Debo decir que una de las razones por las que escribí esta tesis fue

para poder dejar un sustento escrito de los agradecimientos.

En nuestra Alma Mater quisiera agradecer los siempre sabios comentarios que

hicieran a este trabajo los profesores investigadores Oscar Ávila Juárez, Cecilia

Landa Fonseca, Margarita Espinosa Blas y la maestra, Paulina Latapí.

Como parte del área de Historia merece una mención especial la Mtra. Maribel Miró

Flaquer, directora de este proyecto de investigación. Su particular forma de entender

la historia, ligado a su aguda percepción histórica permitió dar coherencia a estas

ideas, lo mejor de esta tesis a ella se le debe, de los desaciertos me hago

responsable yo. Quien de alguna forma esté familiarizado con el trabajo de la Mtra.

Miró sabrá que su determinación, inteligencia y perseverancia sazonadas con una

dosis de buen humor, la convierten en una investigadora y ser humano excepcional.

Agradezco al personal de la Hemeroteca Nacional, de la Galería 7 del Archivo

General de la Nación, así como a los empleados del Archivo y Biblioteca del Centro

de Estudios de Historia de México-CARSO, en particular al Dr. Samuel Ramos por

la paciencia que me tuvieron mientras fue cliente frecuente.

Agradezco al Centro de Estudios de Historia de México-CARSO, el otorgamiento de

una beca para la elaboración de esta tesis, es gratificante el haberme colocado entre

los seleccionado para otorgar aquel apoyo.

6

Agradezco en particular al Dr. Rogelio Jiménez Marce de la Universidad

Iberoamericana campus Puebla, quien con su avisada experiencia me orientó en la

consecución de este proyecto, gracias totales Roger.

Agradezco sinceramente al ex profesor de la Universidad Autónoma de Querétaro

y director del Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas, Eugenio Martín

Torres Torres, por la confianza brindada al que fuera su equipo de investigación,

seguramente sin la guía y palabra de apoyo hoy no seríamos los mismos.

Agradezco a la familia Huerta Paredón y Rodríguez García por haberme brindado

su apoyo, siempre desinteresado.

Al club de calaveras, José Luis Martínez, Andrés Laguna, Salvador Huerta, Martín

Chávez, Luis Daniel Tovar, Judith Hernández, Ericka Campos, Alan Ramírez, Arturo

Rodríguez con quienes, además de variaciones también han existido discrepancias

y de vez en cuando, algunas similitudes. Sin ustedes la experiencia universitaria no

habría sido tan divertida como lo fue, gracias por la amistad sincera.

Agradezco a mis ex compañeros de hogar en la Niños Héroes, con quienes tantas

noches invertí tiempo en la tesis y en conversaciones que aún hoy, parecen no tener

solución; Artemio Sotomayor, la declamación en diciembre nos la agradece don

Carlos Monsiváis; Berenice Luna, como diría Fito “el mejor momento aún no vino

está por llegar”, Sandra Guerrero, de vez en mes me gusta Paz; Alma Delia

Hernández, “puede que no exista el sitio a donde voy”; Rodolfo Zavala, espero

duermas mejor y Benjamín Cruz Soto, “And so it is, just like you said it would be

[…]”. Que bonitos recuerdos, que linda época.

A mis compañeros del Movimiento de Resistencia Juvenil, donde hemos aprendido

que este país cambiará en la medida que la gente actúe y se comprometa a no dejar

de hacerlo. Roxana González, Víctor Martínez, Violeta Pacheco, Ana Aguilera, Erick

Morales, Alejandra Sánchez, Ángel Balderas; la lucha es compromiso.

7

Agradezco a Marco Antonio Valdez Morales por su apoyo constante, por sus

consejos, por prestarme su casa cuando en la semana mayor los visito y también,

por poner los mezcales.

Agradezco a mis compañeros de generación por conservar esa alegría que siempre

nos caracterizó como grupo Ceci, Fanny, Nayeli, Ernesto, Ramiro, Mancilla, Solorio.

Si bien, una buena parte ya no mantenemos lazos amistosos de cercanía, muchas

veces las distancias conservan en un buen estado los ya tejidos con anterioridad.

Agradezco a mis amigos del barrio, que siempre tenían para mí una cerveza fría el

fin de semana o una mano amiga cuando se necesitó. Andrés Mejía, Fernando

Guerrero, Juan Guerrero, Giovanni Hernández, Damián Sánchez, Juan Pablo

Romero, Jesús Feregrino, Iván Trejo, Alexis Mejía, Damián Mejía son ustedes la

familia que elegí hace ya más de doce años para pasar el resto de mis días ¡larga

vida a los de abajo!

A los de fuera; Elda Juárez Titla, Diana Isabel López, Fernando Castrillo, Rocío

Hernández, Elisa Cárdenas, Tadeo Ricardo Anaya, Elizabeth Vázquez, Sergio

Rosas, Angélica Rodríguez, David Rojas y los que por omisión se me escapen, lo

único que puedo decirles es que estoy en deuda con ustedes.

Tan importante como los conocidos son también los centros de trabajo y las

personas que en ellos conocí, gracias al Colegio Nueva Generación, que me brindo

la posibilidad de descubrirme como profesor, gracias a Miguel Ferro que me permitió

entrar en el fantástico mundo de la edición, son ustedes, parte importante de este

proyecto.

Gracias a los que ya no están conmigo, Baldomero Zúñiga, no puedo decir que

fuiste mi guía pero, allá donde estés, quiero que sepas que sin tu persona nosotros

no estaríamos aquí. A los que se fueron voluntariamente por aquello de que hay

ocasiones en que la amistad hiere, gracias por los momentos de felicidad

inexpresable.

8

Agradezco a mi familia, que con el paso de los años se fue uniendo cada día un

poco más y que, también fue creciendo, Beni, gracias por templar con tu dureza mi

carácter, Oca, gracias por enseñarme que en la distancia también se sabe querer,

Tessa, gracias por tu sinceridad y tus abrazos, Moreno, gracias por mantenerte

cerca en todo momento como lo hacen los hermanos, familia; sin ustedes no soy

nadie. Fla, ya eres pararte de esta familia, sin tus regaños seguramente habría

tardado un poco más y me habría divertido menos.

Finalmente quiero agradecer a mis padres Emiliano Zúñiga González y Teresa Solís

Rangel quienes a través de su entrega me orientaron en la toma de decisiones y

me enseñaron a sentir. Mamá, eres la columna que sostiene mi andar, tu

constancia, entrega y amor son las velas que iluminan y calientan mi existir.

9

Introducción

Fue durante el segundo año de formación en la materia de Historiografía II,

impartida en aquel momento por la maestra Maribel Miró, que tuve el primer

contacto con mi tema de estudio. Parte de la dinámica del curso consistía en elegir

un escritor que nos permitiera tener un acercamiento con la producción histórica en

el siglo XIX o XX. Para bien o para mal, fruto de mi elección, quedé vinculado a

Francisco Bulnes con una de las lecturas más a propósito cuando se quiere obtener

una visión objetiva e imparcial de Benito Juárez García: “El Verdadero Juárez y la

verdad sobre la Intervención y el Imperio”. La lectura no abarcaba más de 30

páginas dado que era un compendio de historiógrafos mexicanos editado por Trillas;

la sugerencia fue leer el texto íntegro. Fue apasionante debo reconocer; al concluir

dicho libro el gran Juárez era para mí un presidente más, el afán de tener una

opinión verosímil de la figura me hizo leer las refutaciones a la obra hechas entre

otros por Genaro García e Hilarión Frías. En aquel distante momento me di cuenta

que Francisco Bulnes tenía una particular forma de apreciar la Historia, su visión se

basaba desde mi personal punto de vista, en la destrucción de los mitos sobre

humanos para así poder caracterizar a los hombres como parte de un proceso que

tiene tiempo y espacio, intentando evitar que fueran convertidos en mitos políticos

como el caso del benemérito elegido para polemizar en vísperas de su apoteosis

onomástica.

Fue también durante los cursos de Porfiriato y Revolución Mexicana que volví a leer

al ingeniero Bulnes, esta vez con otros de sus textos emblemáticos como fueron “El

porvenir de las naciones hispanoamericanas ante la conquistas recientes de Europa

y los Estados Unidos” donde dejó ver su desprecio sobre las clases populares e

intentó probar la inferioridad de la raza latina sobre la sajona, en función de la

alimentación de cada grupo racial. Posteriormente, y pensando en mi proyecto de

tesis, analicé “La guerra de independencia: Hidalgo-Iturbide” con el objeto de

distinguir el manejo que el ingeniero daba a los héroes nacionales, en el contexto

de las conmemoraciones patrias del año 2010. Poco a poco la idea primigenia fue

modificándose al leer los estudios de Luis González, Alfonso de María, Javier García

10

Diego, Alicia Salmerón, José Ives Limantour, Luis Cabrera, Manuel Calero, José

López Portillo y Rojas y una de las bases de esta tesis, el mismo Bulnes. La

interpretación que éste tenía de la historia del país (los caminos para llegar al

progreso y la época en que vivió) fue compartida en parte por algunos de los

miembros del grupo al que perteneció.

Con pausas y prisa, me fui acercando al grupo científico y en mí despertaron un

nuevo interés. Con el avance en las lecturas, me fui planteando algunas preguntas

que buscaban estructurar una visión organizada de la asociación ¿quiénes eran?

¿qué eran? ¿qué función cumplían? Estas interrogantes fueron la brújula de esta

misión. La tesis que había nacido en Francisco Bulnes había cambiado; el uso

ideológico, dado a la historia patria, tendrá que esperar un poco dado que no me

pude permitir no entender los entresijos del pensamiento bulnesiano, sin antes

haber explorado su faceta como parte de un grupo que mucho dice de él.

Para entender una de las formas de pensamiento del proto-porfiriato debí remontar

las lecturas hasta la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria1; nudo gordiano

educativo del último cuarto del siglo decimonono, donde participaron activamente

nuestros científicos. Posteriormente analicé la integración de estos profesores y

alumnos a las filas del naciente porfiriato, primero, a través de la maquinaria

propagandística creada por ellos mismos con el fin brindar respaldo periodístico al

naciente gobierno, desde la consideración de que la paz era igual a progreso,

manque la paz fuera mantenida con brazo de hierro; después, su inserción como

parte de un cuadro político joven tanto en las cámaras como en algunas secretarías

y subsecretarías. Con el fin de no negar y dar cabida a otras voces existente en la

época, se consignaron los movimientos oposicionistas al régimen y se evidenciaron

las diferencias entre el grupo de estudio y los resquicios de la escuela reformista

que tenía como base de pensamiento el corpus de ideas presentes en la

constitución de 1857. Ya entrados en al asunto y después de una contextualización

pertinente, abordé el nacimiento de la agrupación científica en los albores del tercer

periodo de gobierno del general Díaz (1892). Di seguimiento al programa de

1 En adelante ENP.

11

gobierno propuesto por los científicos quienes fueron rechazados por Díaz Morí,

dejando ver una de las facetas menos conocidas del grupo: el intento de poner un

freno constitucional al poder omnipotente del general. Y, para terminar, analicé el

proceso acaecido con la elección de Ramón Corral como vicepresidente del país

para el período comprendido entre 1904 y 1910. La designación de Corral y su

subsecuente elección es uno de los aparentes grandes logros del grupo; la

reinstalación de la vicepresidencia había sido perseguida desde 1892. El hecho

habría sido un triunfo de no ser por la poca fe y desconfianza que “el necesario”

tenía en ella y en la integración de los científicos a las altas esferas de la política

nacional, con la elección de Corral se abre una etapa diferente dentro de la historia

de la agrupación, caracterizada por la pugna existente entre reyistas versus

limanturistas prolongándose hasta las elecciones del centenario2.

La historia es el campo de desenvolvimiento de las filias y fobias de quienes en ella

actúan; a los científicos les tocó probarlo. Si bien es cierto que desde su nacimiento

como asociación eran impopulares por sus críticas contra lo que llamaron la utopía

liberal del 57, las críticas se incrementaron a raíz de la importancia ganada por José

Ives Limantour en el Ministerio de Hacienda. El trabajo desempeñado por Limantour

pronto fue reconocido por el general, quien hizo de él su protegido. Bastaba con que

Ives contemplara la posibilidad de abandonar el ministerio para que Díaz se

colocara de su parte, como lo hizo ante la diferencias del ministro con Joaquín

Baranda o Bernardo Reyes; en ambas situaciones, los ministros opositores

abandonaron sus puestos quedando incólume Limantour.

Díaz era, ante todo, un estratega que sabía mover muy bien las piezas de la política

nacional. En múltiples ocasiones hizo sonar el nombre de Limantour como posible

favorecido para sucederlo en el poder ante un viaje que planeaba al viejo continente,

con la llegada de Bernardo Reyes al Ministerio de Guerra y Marina se llegó a pensar

que Ives Limantour sería respaldado en las armas por el tapatío. Los

2 Antes de aprobarse la creación de la vicepresidencia, la responsabilidad de hacerse cargo del ejecutivo a falta del presidente, recaía en el Ministro de Relaciones Exteriores por la reforma constitucional hecha a la carta magna durante 1896.

12

posicionamientos no se hicieron esperar y vinieron desde varios ángulos, llegaron

de la voz de los liberales que alegaron la “nacionalidad francesa” del ministro o de

sus contrincantes políticos quienes achacaban a su labor en la secretaría

nepotismo, malos manejos o control de monopolios. Las críticas se exacerbaron con

el surgimiento del reyismo, los reyistas consideraron que Bernardo Reyes era más

popular entre la sociedad mexicana que Limantour –cosa por demás cierta–. La

llegada de Reyes a la Secretaría de Guerra y Marina y su posterior abandono como

consecuencia de las rencillas en que se enfrascaron sus adeptos con los científicos,

las elecciones de 1904, la creación de la vicepresidencia y las elecciones de 1910

son los momentos en que estuvieron más vivas las campañas de mutua agresión

entre ambos grupos.

Los reyistas y antirreeleccionistas hicieron figurar a los científicos como

sajonizantes, racistas, traidores, vende patrias, ladrones de capital, fovoritistas,

secuaces de las compañías extranjeras o vampiros del capital, los rivales de la

asociación hicieron su parte, poco pudo hacer la agrupación para revertir dichas

apreciaciones, para las clases populares “[…] sufrían de una especie de alteración

funcional en los órganos destinados a las manifestaciones sentimentales hacia los

miembros de una colectividad, y en general, hacia nuestros semejantes […]” en las

citicas vertidas en su contra no se negaba su inteligencia sino […] su repugnante

deformación moral […]3. La leyenda negra comenzó a elaborarse durante el

porfiriato con la ventaja de contar con el derecho de réplica ante los escritos de sus

contrincantes. La caída del general Díaz significó para ellos el naufragio, sin la voz

de mando del general los científicos se vieron envueltos en múltiples disputas que

los llevaron, en muchos casos, a abandonar el país viviendo sus últimos años en el

extranjero como es el caso de Pablo Macedo, Justo Sierra, José Ives Limantour o

regresando a la patria para pasar sus años postreros en el caso de Francisco

Bulnes.

Ramón Prida escribió que Díaz fue el autor intelectual del desprestigio político del

grupo científico durante el proceso electoral de 1896, el general –según el autor –

3 El Antirreeleccionista, 13, agosto.1909, p. 31-32.

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sintiendo la frialdad de la opinión pública hacia su persona e intentó revertir esta

situación haciendo blanco de todos los ataques a los científicos, quienes, en un

primer momento, hicieron caso omiso de lo que de ellos se decía. Para finales de

ese año los científicos representaban para los liberales una bandada de

conservadores deseosos de que el país quedará poblado de sajones, para los

católicos representaron el ateísmo, para los amigos del general representaron el

favoritismo oficial, para los militares que sostenían el régimen el grupo representó

el antimilitarismo y para el pueblo llano, representó el sostenimiento de la dictadura;

de esta manera nació la ola de críticas que, al no ser contestadas generaron una

cresta de injurias cuyo punto más alto fue durante el proceso electoral del

centenario.

Decir que el gremio logró eludir triunfante los problemas que enfrentaron por la

indulgencia del héroe del cinco de mayo, es restar méritos a su trabajo. Debe verse

en la asociación, la existencia de un capital cultural capaz de sacarlos victoriosos

de los debates en que se veían envueltos. Los intelectuales del siglo XIX fueron

plurifuncionales, lo mismo escribían de minería que de historia patria, como se verá

en el cuadro de profesiones que se presenta más adelante; si bien, no se puede

decir que existía una unión completa entre los miembros, sí se puede hablar de

cierta afinidad, que les permitía hacer equipo con miras a la consecución de un

proyecto en común: insertar al país en el concierto de las naciones civilizadas y

repeler las críticas con cierta unidad de criterio.

La virulencia de los ataques no impedía que se reconociera su inteligencia, José

López Portillo y Rojas –reyista confeso– dirá de ellos que fue un grupo que trabajó

sin descanso revisando códigos, formulando bosquejos de leyes, extendiendo

dictámenes o elaborando presupuestos. Al cientificismo del grupo, el porfiriato debe

el Código de Comercio, la Ley Bancaria, la Ley de Ferrocarriles, la Ley Monetaria o

las enmiendas a la Constitución en beneficio del régimen. Su participación no se

limitó a la elaboración de leyes, encomiendas, reglamentos o códigos sino también

defendió dichas propuestas ante las instancias correspondientes. En palabras de

López Portillo “[…] la organización del país, tal como apareció en el periodo más

14

brillante del gobierno de Díaz, fue obra casi exclusiva de los científicos […]”. El

mismo López Portillo diría muchos años después que Porfirio Díaz le recordaba al

emperador Justiniano que lo único bueno que hizo fue rodearse de sabios, lo mismo

el presidente oaxaqueño quien supo aprovechar los trabajos de Limantour, Macedo,

Casasus sólo por citar algunos.

Siguiendo tanto a Portillo como a Prida es conveniente resaltar que, sin el trabajo y

labores del grupo científico no podría haberse presentado México ante el resto de

naciones como un país con posibilidades de integración al concierto de naciones

“civilizadas”, y con los dos autores anteriores es justo también decir que, la historia

posrevolucionaria y aún la reciente no ha reconocido con suficiencia la amplía y

ejemplar labor de la primera “tecnocracia” nacional.

Ahora bien ¿por qué Francisco Bulnes? ¿por qué José Ives Limantour? Bulnes es

el origen de esta tesis; el acceso a sus publicaciones no me resultó sencillo dado

que las bibliotecas del estado cuentan con pocos de sus materiales pero, ya

decidido, en alguna de las estancias de investigación realizadas en el Distrito

Federal me di a la tarea de buscar y seleccionar libros y documentos inéditos que

me permitieron acercarme al pensamiento que, el ingeniero, tenía del grupo

científico y la función que ostentó durante el porfiriato, siendo concreto, el fácil

acceso y la afición por las lecturas de Francisco Bulnes me acercaron al tema. Con

José Ives Limantour ocurre algo semejante, el acceso a sus textos es complicado

por la rareza de ellos por lo que debí buscarlos en la capital, tuve la fortuna de

acceder al fondo Limantour donde seleccione algunas cartas permitiéndome tener

una imagen de su labor en su puesto y su pensamiento sobre la asociación donde

fungió como líder. El que ambos hayan formado parte del mismo grupo y hayan

escrito acerca de él fue ventajoso para mí, al seleccionar como metodología la

prosopografía.

Los escritos de Limantour pueden ubicarse temporalmente, no contamos con la

misma suerte para el caso de los de Bulnes quien no fechó su documentación, por

los temas tratados se puede suponer una fecha tentativa. José Ives escribe sobre

los científicos desde el exilio francés y cuando el odio posrevolucionario es menor

15

al vivido hasta 1915, sus reflexiones hacen ver que no se puede hablar de la

conformación de un partido y pretenden lavar el nombre tanto de él como del grupo.

Francisco Bulnes por su parte, escribe una parte de sus reflexiones también desde

el exilio y al igual que Ives, niega que el grupo haya sido un partido, sin eximirlos

totalmente de su cuota de responsabilidades en el hundimiento del porfiriato.

Tomada una posición, vayamos al método.

¿A través de qué herramientas teóricas y metodológicas me acerqué al grupo? Para

poder actuar de una forma pertinente en cuanto a grupos se refiere, me incliné por

identificarlos como una elite dentro de otra4, las peculiaridades de finales del siglo

XIX en México confieren a aquellos que pudieron profesionalizarse en un país de

analfabetas la categoría de elite en sí. Al ubicarlos como elite, me di a la tarea de

encontrar rasgos que tuviesen en común a saber: la década de nacimiento,

formación profesional, lugares en común, lecturas de pertenencia o acción,

pensamiento evolucionista y racial a raíz de la lectura de Spencer—Darwin y análisis

de la realidad nacional coherente con su forma de pensamiento, como buenos

letrados que fueron muchos de los científicos escribieron prolíficamente no solo

acerca de economía, política y sociedad, sino que también tuvieron buena mano

para la literatura, crónica, poesía, derecho, geografía, medicina o arte, sabemos de

ellos por sus escritos, pero y de los que no lo hicieron, se sabe muy poco. Tal es el

caso de Enrique Creel, los dos Macedo, Rosendo Pineda y Roberto Núñez, por

mencionar algunos. Aunado al análisis como elite de letrados uso la prosopografía

para así poder enmarcar a los miembros del grupo dentro de una categoría de

análisis5. El uso de esta técnica responde por un lado a que, a través de la

4 Al hablar de una elite al interior de otra quiero decir básicamente que al ser beneficiados con una educación universitaria ya los colocaba en una elite, un porcentaje mínimo de la población podía acceder a este grupo privilegiado. La otra elite a la que hago referencia es la de los allegados a los círculos gobiernistas del que los científicos fueron parte trascendental. 5 Entiendo con Marcela Ferrari prosopografía como el término con que se designa la técnica para hacer biografías colectivas. Esta aproximación parte de la delimitación de un corpus de individuos que integran un actor colectivo; luego, a cada miembro del conjunto, se lo somete a un cuestionario común referido a sus características (edad, nacionalidad) y atributos (nivel educativo, título, ocupación, patrimonio, entre otros). Se siguen además las trayectorias de los individuos en el campo específico a analizar, recuperando la

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pertenecía de los individuos analizados a ciertos lugares comunes puede ayudar a

interpretar los intereses que los unieron en una asociación; por el otro, analizar la

relación de esos individuos en sociedad, cómo esos roles contribuyen a actuar en

grupo y finalmente cómo el grupo se mantiene o mueve con el paso del tiempo, en

esta tesis no se llegará a los últimos días de los científicos dentro de la cúpula

gubernamental pero, debe quedar anotado que no fue hasta finales del porfiriato –

como lo ha probado Fernando Curiel con los estudios sobre la fundación de la

Revista Moderna y la avanzada ateneísta– cuando se favoreció el relevo

generacional en lo que a la cultura respecta, la falta de movilidad política, social,

cultural y la negación a hacer un viraje ideológico o cultural fueron parte del iceberg

que hundió al régimen.6 La prosopografía está estrechamente ligada con la historia

de las generaciones la cual vale decir tiene sus limitantes, sin dejar de ser válido el

argumento de José Ortega Gasset que postula que toda generación adquiere una

fisionomía propia que la diferencia de la anterior a fuerza de convivir en un mismo

tiempo y aunque se pertenezca a una corriente distinta siempre existe una “filigrana”

común. El enfoque generacional nos recuerda que los científicos fueron parte de su

tiempo y como parte de él, defendieron su punto de vista con las herramientas

propias de su ideología llamada por Charles Hale “liberal-conservadora”7.

multiposicionalidad de los individuos, en otros campos. Una vez procesada esa información es posible describir los perfiles emergentes del conjunto y analizar las relaciones entre los individuos del mismo o de diferentes campos, o entre los individuos y otros actores colectivos para, finalmente, contribuir a explicar al actor colectivo como una configuración social siempre cambiante y que actúa dentro de una sociedad en un tiempo determinado. Antítesis, vol. 3, n. 5, jan.-jun. de 2010, pp. 529-550. 6 La principal limitante que encontré en la metodología seleccionada es que, las biografías hasta ahora hechas de los miembros del grupo científico se concentran en los miembros más importantes, dejando de lado a los que no ostentaron grandes cargos dentro de la administración porfirista. Del resto del grupo se sabe por referencias cruzadas y notas biográficas escuetas. Añadimos a las complicaciones el difícil acceso a publicaciones propias del grupo como el diario La Libertad. 7 El análisis generacional fue usado por Lawrence Stone, François Dosse, José Ortega y Gasset, Wigberto Jiménez Moreno y Luis González. González en “La ronda de las generaciones” hace un temprano estudio del grupo científico; esta tesis difiere de la idea de González que en algunos momentos llega a parecer una sucesión interminable de nombres y lugares, cuyo rasgo principal sería la fecha y lugares de nacimiento de alrededor de cien personajes volviéndose por ello prácticamente imposible establecer vínculos entre ellos.

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En lo que corresponde a las fuentes, son de tres orígenes; las secundarias

corresponden a obras de los autores que uso con mayor abundancia, aún y con los

peros que esto podría representar, se ha cuidado con suficiencia la veracidad de lo

dicho por ellos haciendo un ejercicio de contraste con sus opositores políticos y

textos académicos de reciente manufactura. La hemerografía consultada fue

ubicada por un lado en la Hemeroteca Nacional y por el otro en la Biblioteca Miguel

Lerdo de Tejada. Por último la parte documental a la que se hace alusión proviene

tanto del Fondo Francisco Bulnes que resguarda celosamente el Archivo General

de la Nación como de la colección José Ives Limantour protegida por el Centro de

Estudios de Historia de México Carso; cabe destacar que en el caso de la

percepción que Bulnes tenía de los científicos y el porfiriato, se trabajó con

documentos inéditos.

Dando orden a las ideas; en el primer capítulo titulado La gestación de un nuevo

sistema cultural se tratan las que podrían denominarse las raíces educativas del

grupo científico; al poner fin al segundo imperio, la facción liberal, convencida de

que una de las formas de evitar la división ideológica que a la larga sólo problemas

había generado era a través de la educación, esta desempeñaría la misión de

transmitir a los mexicanos que llegaran a esas instancias un fondo común de

verdades. El proyecto auspiciado por el reformismo triunfante recayó en las manos

de Gabino Barreda quien estableció como punta de lanza una Escuela Nacional

Preparatoria, donde los estudiantes se prepararían dentro de una nueva doctrina de

pensamiento, el positivismo según mi apreciación favoreció la creación de una elite

en quien recaería la administración del país. En dicho capítulo se abordan también

los problemas generados por la implementación de esta doctrina teórica y los

avatares que se tuvieron que librar para poder instaurar el proyecto barredista sin

olvidar la construcción del círculo duro del positivismo donde participó uno de los

científicos: Miguel Macedo8. Como colofón del apartado se menciona a los

8 Macedo presentó un trabajo en donde dejaba ver la influencia que habían ejercido teorías eugenésicas como el darwinismo social en su formación positivista. Pablo S. Macedo, “Ensayo sobre los deberes recíprocos de los superiores y de los inferiores, en Anales de la Asociación Metodófila Gabino Barreda”, Imprenta del comercio de Dublán y Chávez, México, 1877.

18

miembros del grupo que tuvieron alguna relación cercana con la ENP ya fuera como

alumnos o profesores.

En el segundo capítulo --El cientificismo a santo y seña-- se hace referencia la

integración de aquellos que comulgaron con la ENP a la recién inaugurada primer

administración porfirista. El primer paso dado por el proto-grupo científico fue brindar

su apoyo desde la prensa con la fundación de La Libertad que defendía la

implementación de una política de mano dura con miras a evitar nuevos

levantamientos armados que evitaran la consolidación del nuevo gobierno. En La

Libertad aparecen como redactores varios miembros del grupo científico. Ya en la

década de 1880 se analiza la integración de los redactores del periódico arriba

mencionado a la política ya fuera como propietarios o suplentes de curules en del

legislativo, inaugurando otra etapa del grupo, el apoyo a la reelección como caso

excepcional y la construcción de la figura del “necesario” o la idea de que los

dictadores bondadosos debe conservárseles hasta la muerte. Se da cabida en este

capítulo a los movimientos opositores a la reelección de 1887 para no aislar aquella

corriente de opinión y acallar sus voces. La década de los noventa y en particular

1892 presenta un punto de quiebre en la historia del grupo y de sus relaciones con

Díaz, explico, todo aquel que ha escrito acerca del grupo reconoce que en ese año

se funda y visualizando que el gobierno del general podía convertirse en dictadura,

procura colocar un candado al autoritarismo que según consideraron podía derivar

en dictadura, don Porfirio consciente de que el grupo podía convertirse en un riesgo

ignoró –ese mismo año– el programa de gobierno que el grupo le presentó a través

de la Unión Liberal asociación de carácter nacional que lo hizo figurar como

candidato a las elecciones de 1892 y donde participaron los científicos ya

constituidos. Ahora bien, es en este capítulo donde se comparece que ante la

evasiva del héroe del dos de abril a ceñirse al programa de gobierno que le

propusieron los científicos, estos en su mayoría se apartaran de la política para

concentrarse en sus actividades personales sin abandonar por completo algunas de

las propuestas que se aceptaran tardíamente como fue, la independencia del poder

judicial y la creación de la vicepresidencia.

19

En el capítulo nombrado Los científicos: versiones disímbolas se analiza a dos de

los miembros más conspicuos de la asociación: Francisco Bulnes y José Ives

Limantour. Ambos análisis se sostienen en documentación propia y visiones de

contemporáneos de aquellos años, la sazón lo ponen los análisis más recientes que

se han hecho de personajes de esa talla. El objeto de dicho capítulo es evidenciar

la concepción que cada uno de ellos tenía del grupo, Limantour como jefe de la

asociación, Bulnes como Egeria Ninfa que derivó en Zoilo del mismo grupo9.

Finalmente, en el capítulo cuatro titulado 1903 o la ansiedad del demiurgo, se

analiza la designación y posterior encumbramiento de Ramón Corral en la

vicepresidencia. Designación que coloca al grupo científico en la cumbre del círculo

de confianza que se podía general en derredor del general Díaz, pero, que también

significaba ponerse en la mira de todos los críticos de la “dictadura”

Para finiquitar esta ya larga introducción baste decir que, la misión planteada

consiste en hacer el análisis de la participación del grupo científico en el porfiriato;

bajo la idea de que el grupo fue la primera oposición interior a la construcción de un

sistema de gobierno autoritario contrario a la imagen que hoy se tiene de ellos, esto

bajo las siguientes ejes:

a) El grupo representó una novedad en el México posterior a la República

Restaurada en lo que respecta a su formación académica.

b) Podemos ligar su nacimiento y años mozos a su participación en la Escuela

Nacional Preparatoria.

c) Su integración al porfiriato supone un respaldo intelectual que construye la idea

de Díaz como “el necesario”.

9 Ninfa Egeria era una expresión usada para aquéllos a quienes se acudía en busca de concejo. Zoilo, por su parte era la transmutación de la expresión en el sentido de que pasados los años ya nadie pedía asesoría sino más bien se echaban en cara los consejos antes dados.

20

d) Su labor en las cámaras facilita la consolidación y permanencia de Porfirio Díaz

Morí.

e) En 1892, en el marco de la tercera reelección, son ignorados desde la cúspide

del poder por considerarlos un riesgo.

f) A contra corriente logran hacer avanzar la independencia del poder judicial y la

vicepresidencia de la república.

g) Con la obtención de la vicepresidencia se cierra el ciclo empezado en 1892,

nuevamente por las dudas que el general Díaz tenía en el grupo impidiendo que el

grupo científico en persona de Ramón Corral accedan al círculo de la toma de

decisiones.

Capítulo No. 1

La gestación de un nuevo sistema cultural

Aún no había partido el cuerpo ya sin vida del Habsburgo cuando en el país

soplaban renovados vientos anunciando el inicio de la transformación. Las cruentas

experiencias por las que el país había pasado, evidenciaban la irreconciliable

división de grupos. Los saldos políticos de la intervención francesa hicieron figurar,

como protagonista en la escena nacional, al triunfante partido liberal. Ya en el poder,

Juárez y los suyos pusieron manos a la obra, el proyecto; la reconstrucción del país.

21

Pacificación patria, atracción de capitales que permitieran la ampliación del mercado

interno, fortalecimiento del ejecutivo en detrimento de los poderes legislativo y

judicial, perfeccionado con la búsqueda de unificación de las conciencias

ciudadanas en un fondo común de verdades; el liberalismo triunfante deseaba “la

formación de [una] clase burguesa, de mayores medios económicos, pero, sobre

todo, ilustrada, con nuevas aspiraciones, poseedora de nuevas técnicas […]10”, todo

ello, y sin ser “la prioridad”, al través de una nueva organización educativa que a la

larga evitara los otrora comunes levantamientos armados11.

Los albores del positivismo mexicano

Las consecutivas guerras intestinas que se libraron en el país, desde principios de

siglo XIX hasta el último tercio del mismo, además de las divisiones ideológicas

enfrentadas entre las élites y clases sociales en ascenso, impidieron la construcción

y consolidación de un sistema educativo exitoso. Las tentativas por hacer de la

educación superior uno de los caminos hacia el México moderno se advirtieron por

vez primera durante el gobierno de Valentín Gómez Farías quien, en 1833,

estableció una preparatoria transformando los viejos colegios coloniales de San

10 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. La República Restaurada, V, México, Hermes, 1988, p. 15. 11 Debemos el triunfo reformista –nos dice Justo Sierra- a la clase media de los estados, a la que había pasado por los colegios, a la que tenía lleno de ensueños el cerebro, de ambiciones el corazón y de apetitos el estómago: la burguesía dio oficiales, generales, periodistas, tribunos, ministros, mártires y vencedores a la nueva clase. Leopoldo Zea, El Positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia, FCE, México, 2002, p. 46. La recomposición del país quedó en manos de “lo treinta” todos ellos participantes en los conflictos nacionales, la nómina queda así: Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias, José María Lafragua, José María Castillo Velasco, José María Vigil, José María Mata, Juan José Baz, Manuel Payno, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Luis Vallarta, Ignacio Manuel Altamirano, Antonio Martínez de Castro, Ezequiel Montes, Matías Romero, Francisco Zarco y Gabino Barreda. La nómina del grupo militar ha pasado al cajón de los ilustres desconocidos, con las excepciones de Porfirio Díaz, Manuel González y Vicente Riva Palacio, Ramón Corona, Mariano Escobedo, Donato Guerra, Ignacio Mejía, Miguel Negrete, Gerónimo Treviño, Ignacio Alatorre, Sóstenes Rocha y Diódoro Corella. Los orígenes de los treinta son especificados en El liberalismo triunfante y quedan acomodados de la siguiente forma: cuatro capitalinos, tres poblanos, un guanajuatense, un duranguense y un oaxaqueño. Con respecto a la docena militar: Riva Palacio, capitalino; Sóstenes Rocha, guanajuatense; Mejía y Díaz, oaxaqueños; Negrete, poblano; el resto: Corona, tapatío; Escobedo, Alatorre, Treviño, Corella González, de cuna norteña.

22

Ildefonso y Minería, en instituciones de carácter laico asestando así un duro golpe

contra la educación colonial, hasta aquel momento, en manos del clero. Pasados

los años, la Ciudad de México vio nacer en 1843 la Escuela de Artes y Oficios, en

1853 la Escuela de Agricultura y, finalmente, en 1854, la Escuela de Comercio; la

amplia secularización educativa debió esperar hasta el gobierno juarista12.

El México de la primera mitad del siglo XIX navegó entre dos aguas. La primera

pretendía el mantenimiento del pasado colonial y la conservación de la memoria

hispánica, la segunda por su parte, deseaba un mayor número de transformaciones

sociales que beneficiaran a más mexicanos. La facción liberal encarnó una parte de

estos deseos haciendo suyo el pensamiento ilustrado pretendiendo aplicarlo a la

realidad mexicana a través de la Constitución de 1857.

Uno de los factores que contribuyó al reforzamiento de lo hecho durante el gobierno

de Gómez Farías en educación fue que, el triunfo de la República sobre el Imperio,

permitió la renovación de la educación en México; el primer acto encaminado a ello

fue el nombramiento del jurista sonorense Antonio Martínez de Castro13 como

ministro de Justicia e Instrucción Pública quien, a su vez, confió la reforma educativa

a una comisión presidida por el médico poblano Gabino Barreda14. En esta labor,

12 Charles A. Hale, La Transformación del liberalismo en México a fines del siglo XIX, Ed. Vuelta, México, 1991, p. 232. 13 (1825-1880) Nació en Sonora. Estudió en la Ciudad de México. Abogado en 1850, se especializa en Derecho Penal. En 1862 el Presidente Juárez le encarga la preparación del Código Penal del Distrito Federal y Territorios; la guerra interrumpió sus trabajos, continuados en 1868. En marzo de 1871 quedo terminado dicho ordenamiento, que lleva su nombre. Diputado al Constituyente de 1856-57, Ministro de Justicia e Instrucción Pública de don Benito Juárez, redactó una Ley llamada Tinterillos, para defender a los pobres de los malos abogados. Muerto en la Ciudad de México. Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, Porrúa, México, 1964, p. 1271. 14 (1818-1881) Nace en Puebla, Puebla. Muy joven se trasladó a México. Inscrito en el Col.de San Ildefonso, hizo en la Universidad los estudios de Jurisprudencia. No llegó a obtener el título, pues su afición a las Ciencias Naturales lo decidió a seguir los cursos de Química en el Colegio de Minería, y en 1843 inicia los de Medicina. En la invasión norteamericana de 1847 se alistó como voluntario y cae prisionero después de la batalla de Molino del Rey. Acabada la guerra se fue a terminar sus estudios de Medicina a París, en donde vive de 1847 a 1851. Allí Pedro Contreras Elizalde lo interesó en los cursos que daba Augusto Comte, cuya influencia fue decisiva para Gabino Barreda. De regresó a México obtuvo el título de médico, y enseñó filosofía médica, Historia Natural, Anatomía y Patología Natural. En 1863 se trasladó a Guanajuato. […] Decidida la fundación de la Escuela

23

Barreda fue secundado por cuatro eminentes republicanos: Pedro Contreras

Elizalde15, Ignacio Alvarado16, Eulalio M. Ortega17 y Francisco Díaz Covarrubias18

cuñado del mismo Juárez19.

Los liberales consideraron que la mejor forma de evitar, nuevamente, alteraciones

en el orden público nacional era a través de la creación de un fondo común de

Nacional Preparatoria, Barreda fue nombrado Director. Implantó el sistema positivista en el plan de estudios, y el mismo ocupó las cátedras de lógica. […] Su personalidad y vasta cultura influyó en el desarrollo de las ideas comtinas, en parte modificadas para adaptarlas al medio mexicano. La oposición, no obstante, que su proselitismo produjo tanto entre los liberales de la escuela russoniana como entre los católicos, contribuyó a que el gobierno de Porfirio Díaz le nombrará ministro en Berlín en 1878. Ibid. pp. 226-227. 15 Nacido en España de madre yucateca, Contreras estudió medicina en Paris con dos discípulos de Comte, conoció a este personalmente y fue miembro fundador de la Societé Positiviste en 1848. Regresó a México en 1855 y entabló una estrecha relación con Juárez al desposar a una de sus hijas y servir en el ministerio de Justicia e Instrucción Pública de 1861 a 1863y de nuevo de 1867-1872. Hale, 1991, p. 234. 16 (1829-1904) Médico- Ganó una plaza de prosector de anatomía de la Escuela de Medicina siendo estudiante. Colabora en 1852 con su maestro Rafael Lucio en el famoso estudio sobre la Lepra, o mal de San Lázaro, que firman los dos. Al morir Manuel Carpio en 1861, obtiene por oposición la cátedra de fisiología, a la cual llegaba con la experiencia adquirida en igual materia de la Escuela de Medicina y Veterinaria, donde había formado discípulos, entre ellos, Gabino Barreda. Deja la enseñanza para seguir a Benito Juárez, y aunque el Imperio le respeta, nunca asistió a clase, y figuró siempre como “catedrático ausente”. Al triunfo de la República, inicia sus clases (1867-1876). Colaboró en la preparación de la Ley de enseñanza de 1867 […] Factores político disfrazados de mala salud, le obligan a abandonar la cátedra cuando trataba de elevar el nivel científico de la Escuela. Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México, Porrúa, México, 1964, p. 84. 17 Abogado. Nació durante el primer tercio del siglo XIX. Hizo sus estudios de Derecho en el Colegio de San Gregorio de México. Asociado con Mariano Riva Palacio, Rafael Martínez de la Torre y Jesús María Vázquez, llevó la defensa del archiduque Fernando Maximiliano de Austria en el proceso seguido ante el Consejo de Guerra que lo juzgó y condenó a muerte, por la aplicación de la ley de 25 de ene. de 1862. Diccionario, 1964, p. 1531. 18 (1833-1889) nació en Jalapa Veracruz y murió en Paris. En 1849 entró a la Escuela de Ingenieros en México. En 1855. Ingeniero Topógrafo. En 1855 profesor de topografía y astronomía. Encargado ese año de levantar la carta geográfica del Valle de México. En 1857 calcula el eclipse de sol verificado el 25 de marzo. En la época del Imperio pasó a Tamaulipas rehusando servir a Maximiliano. En 1867, a la restauración de la República, es nombrado oficial mayor de Fomento, puesto que ocupó hasta 1876. Dio a luz Nuevo métodos astronómicos, 1867. Determinación geográfica de México; Sistema métrico decimal; tratado de topografía, geodesia y astronomía. 1870; Viaje de la comisión geográfica Mexicana al Japón para observar el tránsito del planeta Venus por el Disco del Sol 8 de diciembre de 1874, México, 1876. Diccionario, 1964, p. 675. 19 Leopoldo Zea., El Positivismo en México: Nacimiento, Apogeo y Decadencia, FCE, México, 2002, p. 55.

24

verdades: por ello su preocupación en la reorganización educativa. No olvidemos

que a la cabeza del movimiento reformista se encontraban los “jacobinos” quienes

al obtener el triunfo requerían de una filosofía que les permitiera conservar el orden;

el sustento a sus ideas lo encontraron en el positivismo20. Fueron estos hombres

quienes crearon un sistema educativo en el que se hicieron presentes los deseos

de la “burguesía mexicana”. Al procurar definirlos, Antonio Caso deja asentado que

“fueron hombres de ideales, hombres que pecaron por su extremado idealismo,

[esos] hombres […] quisieron dar a México una serie de derechos absolutos, un

gobierno perfecto, una república ideal, una utopía, pero se olvidaron de que no

legislaban para la eternidad ni para los arquetipos incorruptibles de Platón, sino para

los mexicanos”21.

La comisión nombrada por Martínez de Castro pronto rindió frutos dando como

resultado la Ley Orgánica de Educación Pública del 2 de diciembre de 186722,

misma que creaba la Escuela Nacional Preparatoria bajo un “positivista” programa

de estudios. Así, el 3 de febrero de 1868 abrió sus puertas en el antiguo Colegio de

San Ildefonso a novecientos estudiantes23.

El positivismo se caracterizó por la supeditación de las diversas esferas sociales a

la primacía de la ciencia; mediante ella, todos los problemas en teoría tenían

solución ya que el futuro fue concebido como una era donde el progreso habría de

conseguir un amplio bienestar. Así, el método científico se convirtió en la panacea

que debía remediar el anarquismo intelectual. Leopoldo Zea habla de un cambio en

los esquemas teóricos de los “jacobinos” que van, de una fe combativa a una

ideología estática, en donde “el hombre moderno burgués deposita su fe en la

ciencia”24.

20Ibid., p. 47. 21 Ibid. P. 17. 22 François-Xavier Guerra, México del Antiguo Régimen a la Revolución, Tomo 1, FCE, México, 2003, p. 379. 23 Hale, 1991, p. 235. 24 Ibid., pp. 40, 45, 48, 75.

25

Sobre el positivismo Zea afirma que “es un concepto que expresa un conjunto de

ideas, las cuales, al igual que otros muchos sistemas filosóficos, pretenden o han

pretendido poseer un valor universal”. Es decir, pretende valer como solución a los

problemas que se plantea el hombre, cualquiera que sea su situación espacial o

temporal, geográfica o histórica25.

El positivismo mexicano arriba vía Francia, y su llegada no puede ser atribuida en

forma directa a Barreda. Hale argumenta que es Pedro Contreras Elizalde quien

debería ostentar el título de primer positivista mexicano; es a través de él como

Barreda incursiona en el positivismo, pues, durante una de las estancias del

segundo en Francia (1847-1851) asiste por intermediación de Contreras a las

conferencias impartidas por Augusto Comte en el Palais Royal26. Pronto el

positivismo se convirtió en la doctrina imperante en los círculos universitarios tanto

de la capital como de provincia, pues el ritmo del siglo hizo heredero al nuevo

régimen de los institutos científicos y literarios que en los estados ofrecían estudios

superiores desde mediados del siglo XIX; éstos, a usanza de los novedosos

programas de la ENP, articularon y ampliaron las carreras ofrecidas, volviéndose

así participes de la “modernización” patria27.

La pretensión positivista de hacer pensar de forma semejante a todos los mexicanos

permitiría que se llegase a comunes acuerdos. Sin embargo, dicho proyecto no pudo

tener el éxito deseado ya que los programas eran exclusivos de la formación

preparatoriana, dejando fuera a quien no accedía a esa esfera educativa. Para

conseguir dicho objetivo era necesario empezar desde las primeras letras.

Siete años más tarde, en 1875 Barreda propuso que la educación básica fuera

obligatoria para todos los ciudadanos; propuesta consecuente con el compromiso

25 Zea, 2002, p. 17. 26 Ibid., p. 234. Moisés González Navarro, Sociedad y cultura en el porfiriato, Conaculta, México, 1994, p. 169. 27 Milada Bazant, Historia de la educación en el Porfiriato, El Colegio de México, México, 1993, p. 180. En el último tercio del siglo XIX dieciséis estados en el país contaban al menos con un instituto donde se ofrece educación preparatoria o superior, en 1902, veinticuatro sobre veintiocho poseen una enseñanza pública preparatoria y ocho de estos estados tienen varios. François Guerra, 2003, p. 422.

26

cultural que Gabino tenía, pero poco factible dadas las condiciones que en el país

se vivían28. En el nuevo orden que se pretendió construir los principios metafísicos

pasarían a formar parte de la vida privada en forma completa, de esta forma no

habría desorden alguno; en el orden público cobró importancia el lema que serviría

de corolario a esta etapa “orden y progreso”.

El primer programa educativo de la ENP, a diferencia de los programas usados en

los colegios superiores que le antecedieron, ofrecía una educación integral que

contemplaba las diferentes ramas del conocimiento. Hacía hincapié en las hoy

llamadas ciencias duras y cubría el vacío existente entre la educación elemental y

la profesional. La currícula preparatoriana estaba organizada de la siguiente forma:

matemáticas y mecánica en los dos primeros años, se revisaba en el tercero,

cosmografía y física, y en el cuarto año se pasaba de las formulaciones hipotéticas

a la experimentación a través de la química, en el último se aprendía lo respectivo

a la historia natural; esto en lo que respecta al área dura del conocimiento, sin olvidar

que también se tomaban cursos de historia general, Historia de México, lógica,

idiomas, moral y en algunos programas, paleografía29.

En este sentido la Preparatoria instituyó un programa escolar uniforme, de carácter

enciclopédico y con una ordenación jerárquica; el objeto final de ello, era eliminar la

anarquía intelectual imperante y coadyuvar en la reconstrucción del país a través

de una educación basada en la búsqueda del “progreso”.

Currícula de la Escuela Nacional Preparatoria Plan de 1867

Gramática española Francés

Griego Alemán

Ingles Aritmética

Italiano Geometría

Algebra Trigonometría esférica

28 Zea, 2003, p. 126. 29 Ibid., p. 122.Hale, 2001, p. 238. Bazant., 1993, p. 163-164. Para una visión completa y más amplia de los diferentes programas de estudio que se usaron en la ENP, ver Milada Bazant, Historia de la educación en el Porfiriato, 1993, pp. 182-185.

27

Trigonometría rectilínea Geometría descriptiva

Geometría rectilínea Mecánica racional

Cálculo infinitesimal Química general

Física elemental Cronología

Elementos de historia natural Historia nacional

Historia general Geografía física y política,

especialmente de México

Cosmografía Lógica

Ideología Moral

Metafísica Dibujo de figuras, de paisaje, lineal y

de ornato

Literatura, poética, elocuencia y

declamación

Paleografía

Taquigrafía

Teneduría de libros

Latín

Fuente. Milada Bazant, 1993.

La historia de la ENP pude ser fraccionada en dos etapas hasta el colapso que

devino en el país para 1910, año por demás trascendental pues, por un lado nos

remite a la fundación de la Universidad Nacional y por el otro al inicio de las

conflagraciones anti porfiristas. La primera a considerar abarca de 1867 a 1878; el

rasgo esencial durante esos años fue que la ENP estuvo bajo la dirección de Gabino

Barreda. La segunda etapa abarca de1878 a 1910 y el factor de cohesión fue la

presencia paternal de Justo Sierra30.

El esquema positivista de educación presentado en 1867 tenía como propósito

construir una opinión colectiva uniforme y estable que asegurara el progreso social.

Años más tarde, cuando se tuvo que rendir cuentas a la nación, el positivismo quedó

desvirtuado entre otras cosas por su carácter elitista; su incapacidad para integrar,

30 Bazant., 1993, p. 160.

28

lidiar y conciliar con los nuevos grupos e ideas. El positivismo no tuvo el papel de

ideología oficial pues, contrario a lo que se piensa, estuvo restringido a un lugar y

un grupo, la ENP y los científicos; después de la intervención francesa reinó en el

país un liberalismo que gradualmente se anquilosó con los postulados positivistas.

Juárez murió el dieciocho de julio de 1872 y Lerdo tomó la estafeta que debía

abanderar con el empeño del fallecido patriarca liberal. Durante el gobierno del

segundo, el funcionamiento de la Preparatoria no se vio afectado; la institución se

mantuvo al margen de los problemas políticos nacionales. El proyecto ya estaba en

marcha, había que esperar los resultados.

La fundación de la sociedad metodófila

Como muestra de lo hecho en la ENP tenemos que uno de los quehaceres en que

con mayor claridad podía notarse la “rigurosa” aplicación del método científico, era

en los trabajos realizados en la Sociedad Metodófila Gabino Barreda. Dicha

sociedad se fundó el 4 de febrero de 1877 y en ella participaron alrededor de

veinticinco discípulos de Barreda; la composición del grupo fue mayormente de

médicos aunque, su carácter no fue excluyente, pues se tienen datos de la

participación de dos jurisconsultos, un ingeniero y un farmacéutico. En dicha

agrupación –como podrá verse en el reglamento- se efectuó el culto a los grandes

hombres; aquellos que prestaron grandes servicios a la humanidad. El propósito

esencial; consistía en aplicar de forma contundente el método científico a “toda

clase de fenómenos” y así, contribuir “al levantamiento del gran edificio de la

reconstrucción”31.

En esta sociedad participaron los que se convertirían, en el mediano plazo, en

maestros de lo que Zea ha llamado, la “segunda generación de positivistas

mexicanos”. En el grupo puede apreciarse un interés por escudriñar profundamente

31 Zea, 2002, p. 151, 244.

29

las diferentes ramas de la ciencia a través de un amplio estudio. Como prueba, el

propio reglamento:

I. En cada sesión será leída una memoria cuya cuestión será señalada

con un mes de anticipación.

II. Los socios elegirán por escrutinio al que debe tratarla.

III. Todos los socios pueden proponer cuestiones.

IV. El socio que la formule, debe manifestar la idea que se propone.

V. Las sesiones serán los domingos, principiaran a las diez de la

mañana, y durarán dos horas improrrogables.

VI. En caso de no haber quien pida la palabra, el presidente puede

concedérsela a cualquier socio.

VII. Cada tres meses se sustituirá la disertación científica, con la biografía

de alguno de los benefactores de la humanidad.

VIII. La sociedad no se opone a que si alguna persona de la concurrencia

desea hacer uso de la palabra en alguna cuestión, lo haga en el

sentido que guste32.

Fue en la Sociedad Metodófila donde convivieron por primera vez hombres

educados en diferentes áreas, pero que en común tienen haber sido preparados en

un fondo homogéneo de verdades adquiridas en la Preparatoria. Los temas

presentados en las reuniones de la Sociedad fueron de lo más diverso: física,

química, biología, matemáticas, astronomía y sociología. También se analizaron

dos biografías de hombres que contribuyeron al engrandecimiento de la humanidad:

Galileo y Dante33. En el grupo llegaron a destacar Porfirio Parra, Miguel Macedo,

Luis F. Ruíz, Manuel Flores y Agustín Aragón.

A principios de 1878 Gabino Barreda tuvo que partir a Berlín, donde fue nombrado

ministro plenipotenciario. Su ausencia contravino la continuidad del grupo que

durante ese año se vio fragmentado hasta desaparecer. Barreda había servido

desde 1867 como maestro e inspirador del grupo; cuidó que sus pupilos hicieran

32 Ibid., p. 151. 33 Ibid., pp. 152-155. Hale, 2001, pp. 244-246.

30

buen uso del método positivo y no lo abandonaran en caso de réplica. Tras su

partida, los ex estudiantes de la Preparatoria comenzaron su ascenso a los círculos

políticos porfirianos.

La lucha por la implementación de la educación positivista empezada en 1867,

encontraría en la doctrina “político científica” a su compañera de fórmula. Fue en el

decenio de 1880 cuando aquellos elementos educados en la doctrina positivista se

incorporaron en la política nacional. Fue también durante esa década cuando se

enunciaron y perfeccionan los métodos de enseñanza, culminando con dos

congresos educativos a los que asistieron representantes de todos los estados de

la federación, convocados por el ministro de justicia e instrucción pública Joaquín

Baranda. La uniformización de la educación en el país era urgente.

La Libertad. Diario pre científico

Los alcances de la Escuela Nacional Preparatoria no se limitaron a preparar cuadros

para el ingreso a las escuelas profesionales. Muchos de sus alumnos, al concluir su

formación buscaron acomodarse en la administración pública, la oportunidad llegó

con el ascenso al poder del general Porfirio Díaz. El porfiriato sería en un primer

momento, “un régimen de liberales que lucharon, de liberales llegados al poder”34,

pero, pasados los años, daría cabida a quienes no concordaban con la ideología

liberal dándoles una oportunidad a aquellos jóvenes que se habían formado en la

ENP.

Así, tenemos que, después de 1867 paulatinamente este liberalismo abandonó el

papel de ideología desafiante de los valores e instituciones conservadoras para

convertirse en “mito político unificador”35, es decir, a falta de un partido conservador

fuerte, el liberalismo se convierte en slogan del régimen. Este nuevo liberalismo

34 Francois Guerra, T. 1, 2003, p. 63. 35 Op. Cit., p. 15.

31

sería permeado por la presencia de la filosofía positivista. Muerto el Imperio, ya no

hacía falta una ideología combativa que reivindicara los derechos del hombre

emanados de la revolución francesa, ya se había demostrado que la comodidad

individual no podía anteponerse al bienestar general.

Entre el establecimiento de la preparatoria y el advenimiento político del positivismo

pasó una década. Durante esos años, en cuestiones políticas el país vio sucederse

el plan de la Noria, la muerte de Juárez, la presidencia de Lerdo de Tejada, el plan

de Tuxtepec, la rebelión Iglesista y la llegada de Díaz al poder.

Los años pasaron no sin dejar consecuencias; el liberalismo que, un día, brindó la

posibilidad de modernizar al país a través de una novedosa y estructurada forma de

educar, pronto se convirtió en encarnación del “espíritu negativo”, según los

positivistas, pues, su forma doctrinaria, ya no era compatible con los nuevos

tiempos. Para esas fechas Barreda escribió:

Nosotros no queremos atacar a nadie, no venimos a ocupar una plaza que

está ya desierta, venimos a poner una bandera, la de la Ciencia, en donde

todas las otras han caído por sus peso, […] venimos a poner el diamantino

guión de la verdad y de la plena concordancia de lo objetivo con lo subjetivo,

en vez de la desolante discordia que nos dejó el siglo XVIII por herencia; no

venimos a herir creencias, sino a despertarlas en los que ya no las tienen…36.

El liberalismo del que, un día, se valió Gabino Barreda ya no era un buen compañero

de fórmula, sus postulados contravenían el modelo de sociedad que se buscaba

conseguir a través del positivismo. El liberalismo también vio en el positivismo un

enemigo que atacaba la libertad de conciencia del hombre defendida en la

Constitución del 57. Los positivistas en cambio, consideraban que ese tipo de

libertad era perjudicial para la sociedad, no podía existir en el sentido del “dejar

hacer” pues atentaba contra los principios de orden y progreso que tanto el

positivismo como el porfiriato compartieron como objetivos comunes. En su defensa,

los liberales doctrinarios arguyeron que el hombre tenía pleno dominio de su

36 Zea, 2003, p. 131.

32

conciencia y sólo él, podía decidir lo más adecuado para su formación académica,

aduciendo que libertad y orden eran incompatibles. Barreda por su parte consideró

que “lejos de ser incompatible con el orden, la libertad consiste, en todos los

fenómenos tanto orgánicos, como inorgánicos, en someterse con entera plenitud a

las leyes que lo determinan”37. Gabino se opuso, en forma contundente, a permitir

al hombre llevar la libertad por donde deseara, no se podía anteponer el bien

individual, al bien común38.

El postulado positivista primigenio de “amor, orden y progreso” pronto fue

modificado y adaptado a las expectativas políticas del nuevo régimen, el amor fue

sustituido por la “libertad” quedando como lema: “libertad, orden y progreso”; donde

la piedra angular sería el “orden” que conduciría al “progreso” permitiendo así la

“libertad” política. Los hombres de la reforma habían depositado sus esperanzas en

“un nuevo grupo de líderes, vástagos de la viril generación de la Reforma, quienes,

utilizando las ideas modernas, harían a un lado el faccionalismo y acudirían a la

“santa labor de la reconstrucción de nuestro país”39.

Este nuevo grupo al que hacen referencia, fue en su mayor parte educado en el

ambiente comteano de la Escuela Nacional Preparatoria, donde tuvo a su

disposición “los 20 000 volúmenes de la biblioteca de la Preparatoria más los 6 000

de la Nacional”, privilegio no de todos y sólo existente en la ciudad de México. Entre

las lecturas cotidianas -según José Díaz Covarrubias- estaba Augusto Comte, John

Stuart Mill, Bean, Herbert Spencer y Lewes; siguiendo el argumento de Covarrubias

se puede deducir como lógico el rechazo del liberalismo pues “las doctrinas

puramente negativas de Voltaire y de Rousseau [habían] sido remplazadas”40. Zea

con ideas tomadas de Samuel Ramos, dirá de ellos que

Decepcionados de su pasado, sentirán en forma negativa su propia historia.

De sus auténticas raíces, las hispanas, no verán estos hombres sino al

37 Ibíd., p.110 38 Ibíd., pp. 109-111. 39 Hale, 2001, p. 145. 40 Zea, 2003, p. 179.

33

conquistador español y a los clérigos. Trataran de olvidar a España,

volviendo sus ojos a otros países, como Francia. Desechando una cultura de

la cual eran legítimos herederos, buscarán en la cultura francesa los modelos

frente a los cuales no serán sino imitadores serviles41.

La República Restaurada confió el futuro del país a la reforma educativa barrediana;

no se tuvo que esperar demasiado para que los educados en ese sistema se

integraran tanto a la administración pública como a la política. La primera trinchera

tomada, después de un año del gobierno de Díaz, fue, como ya se vio, el periódico

llamado La Libertad; órgano que, por un lado, era crítico moderado del nuevo

gobierno y por el otro, trampolín político para algunos de los que ahí colaboraron.

Tras tiempo de inactividad, la “nueva generación”, de la mano de Justo Sierra

Méndez puso en marcha el mencionado proyecto. El diario vio la luz pública por vez

primera el cinco de enero de 1878. Sierra quien ya era reconocido --más que por

haber sido alumno de Ignacio Manuel Altamirano y posteriormente de Gabino

Barreda-- por su prestigio como jurista, periodista y escritor, aglutinó en torno a su

persona elementos caracterizados por su juventud -todos habían nacido entre 1848

y 1853-, nexos de parentesco, previa colaboración política y periodística,

distinguiéndose por su formación intelectual e ímpetu por formar parte de la

administración que reconstruiría la nación42.

Durante los seis años que el rotativo fue editado se mantuvo con un equipo de

trabajo mayormente integrado por personas ligadas a la ENP. Al lado de Sierra

participaron en la dirección el periodista y empleado de la legación en mexicana en

París Francisco G. Cosmes; el publicista, comerciante y mecenas español

naturalizado mexicano Telésforo García. En el segundo frente destacó Santiago

Sierra, hermano de Justo, quien abandonaría la redacción en 1880 para ocupar un

cargo diplomático en Chile y quien, a su regreso, moriría en un duelo con Irineo Paz,

director de uno de los periódicos rivales: La Patria. Junto a ellos estuvo también

41 Ibid., p. 145. Ver Samuel Ramos, El Perfil del hombre y la cultura en México, Espasa-Calpe Mexicana S. A., México, 1982, pp. 45-49. 42 Hale, 2001, pp. 51, 53.

34

Jorge Hammeken amigo de los anteriores; en el órgano informativo participaron

también, como editorialistas, articulistas, comentaristas o periodistas Enrique

Olavarría y Ferrari, Carlos Olaguíbel y Arista; los profesores positivistas de la

Preparatoria, Manuel Flores, Porfirio Parra, Luis E. Ruíz además de los literatos

Agustín F. Cuenca, Jesús E. Valenzuela y Manuel Gutiérrez Nájera43.

En un contexto donde el liberalismo, en su versión más doctrinaria, era cuestionado,

este grupo trató de imponer nuevos esquemas intentando evitar las luchas

fratricidas fruto del faccionalismo. Puesto que sus redactores eran civiles y no

militares, se oponían a la lucha armada. La Libertad representó una novedad, pues

se convirtió en el corto plazo, en la palestra de los “positivistas” mexicanos en la

lucha que emprendieron contra las ideas de los liberales radicales.

Los directivos del periódico nunca negaron recibir subsidio gubernamental.

Consideraron que, en ninguna forma, tal contribución comprometía su juicio dado

que, abiertamente, eran partidarios de las acciones orientadas a recuperar la paz

en el país. En el “compromiso” con el presidente aceptaron apoyar, desde sus

páginas, una política de mano dura en caso de nuevos levantamientos armados.

Los redactores y directivos, a sabiendas de los problemas ocasionados por un poder

ejecutivo débil, abogaron por una reforma constitucional acorde a las condiciones

reales del país. Solicitaron incrementar el poder del ejecutivo para que se evitaran

los problemas ocurridos a Benito Juárez quien estaba disminuido con respecto a las

cámaras. El rotativo fue un crítico moderado durante sus dos primeros años, los

problemas electorales previos a las elecciones presidenciales de 1880 les hicieron

recordar y temer la manifestación del profundo faccionalismo que privaba en el país

y que debía ser erradicado, este año es además significativo por la separación de

Sierra tras la muerte de su hermano Santiago poco después de su llegada de

Chile44.

43 Ibid., pp. 51-53. 44 Ibid., pp. 52, 53.

35

La Libertad consideraba que los pueblos incapaces de imponerse ante las

tendencias anárquicas necesitaban, forzosamente, de un gobierno fuerte que

llevara las riendas del Estado –el caso del México de aquellos años--; pero, también

aclaraba que existían diferentes tipos de gobiernos fuertes, a saber:

1. Los de carácter absoluto, capaces de fundar o salvar ciudades, pero que

siempre se mostraban opresores.

2. Los que simulan respetar la ley, pero que en realidad gobiernan sin la ley o

contra ella misma, “gobiernos de mentira, que no teniendo más instrumento

que la corrupción hipócrita, acaban por podrir y gastar todos los resortes […]

de la sociedad”.

3. Aquellos gobiernos cuya fuerza proviene de una ley amoldada en lo posible

a las necesidades de orden y conservación del pueblo, gobiernos que se

apoyan en una ley que puede practicarse y que al mismo tiempo resguarda

el pasado, “base de la estabilidad social, y que por llevar en sí misma el

germen de su transformación prepare el porvenir”45.

Esta “nueva generación” consideró que debía ponérsele un freno a la anarquía

social mediante un gobierno que tuviese su origen en una ley consecuente con las

condiciones reales del país, es decir, apoyaban el tercer tipo de gobierno y

procuraron en la medida de lo posible abogar por la construcción de leyes basadas

en la realidad nacional. Díaz fue la cabeza del proyecto que esta generación

apoyaba.

La Libertad se convirtió en el representante de la propaganda científico-positivista,

que no era otra cosa que, la aplicación del método positivo a problemas de carácter

social de una manera científica; como rasgos sobresalientes se caracterizó por su

ataque frontal al liberalismo combatiente; por la apología de un gobierno fuerte y la

exigencia de una reforma constitucional que permitiera la consolidación y éxito de

un gobierno46.

45 Ibid., p. 273. 46 Ibid., p. 54.

36

El diario ofendió la susceptibilidad de los “jacobinos” quienes desencadenaron un

ataque contra sus oponentes cuando fueron criticados por la llamada “ficción liberal”

que se caracterizaría entre otras cosas por: la inexistencia de votaciones libres a lo

largo de la centuria decimonónica; imposibilidad de uso del sufragio universal en

una sociedad carente de cultura democrática; fraude electoral que permitía la

conservación de las instituciones liberales; existencia tanto de una élite militar como

de otra intelectual que ejercían el poder en nombre del pueblo y carácter meramente

formal de las constituciones ya que su uso podría significar inestabilidad, etc47.

Sin negar su herencia reformista los positivistas pretendieron la realización de una

política más conservadora, no en el sentido asociado al anti patriotismo, ni al

clericalismo; en palabras de Sierra: “Para nosotros el conservadurismo significa

conservar el orden social, único medio de aclimatar la libertad, planta exótica en

nuestra historia”48. Los colaboradores de La Libertad plantearon un liberalismo-

conservador que: “fue un ingenioso ejercicio semántico tendiente a llenar viejos

términos con significados nuevos”49, la dividida facción liberal debía ser hábil para

lograr exitosamente la reorganización patria.

En su defensa los viejos liberales apelarían a través de Francisco Zarco, quien,

alegó que durante la elaboración de la Constitución del 57 se había descartado el

autoritario “principio latino de la omnipresencia del Estado” por el “principio sajón o

germánico de la libertad individual”50.

Lo cierto es que los tiempos habían cambiado. Vencida la intervención francesa, el

gobierno se dio cuenta de que prestando mayor atención a las cuestiones militares

y regionales se podían evitar problemas mayores: “La labor característica del

general Díaz en su primer periodo presidencial […] fue seguramente la política. La

47 François Guerra, t. 1. p. 392. 48 Hale, 2001, pp. 66-68. 49 Idem. 50 Ibid., p. 130.

37

necesidad de neutralizar, para el restablecimiento del orden público, las diversas

influencias maléficas que agitaron al país”51.

El enfrentamiento político del Partido Liberal y el germinal “Partido Científico” vivió

una etapa álgida durante 1880. Cuando Díaz cedió la estafeta a Manuel González

se dio un viraje en los enfoques de la política educativa; como ministro de Justicia

e Instrucción Pública en la nueva nómina figuró el abogado queretano y liberal

Ezequiel Montes, quien al ocupar el cargo emitió un decreto en el que se obligaba

a la ENP a sustituir los textos usados en su curso de lógica, lo que en cierto grado

puede considerarse como una medida tendiente a restringir el avance del

positivismo.

La Lógica era considerada “piedra angular del sistema” ya que, suplía los cursos de

Metafísica y Filosofía. Se revisaban los textos de Lógica tanto de Stuart Mill como

de Alexander Baín; el decreto favorecía en cambio la Lógica de Tiberghien. El

descontento por la sustitución del libro sirvió como pretexto tanto a católicos como

liberales descontentos con la educación barrediana para descalificar la corriente

positivista e intentar posicionarse por encima de ella52.

Los liberales decían que la educación positiva, atacaba la libertad de conciencia

defendida por la Constitución del 57 al cuestionar la enseñanza que los padres

daban a sus hijos en casa, además de considerar que, el positivismo pretendía

convertirse en la única filosofía imperante.

La filosofía positiva –según el decreto de claro tinte liberal- había sido la causante

de la reciente hostilidad estudiantil contra las instituciones democráticas nacidas de

la reforma, permitiendo el crecimiento de las instituciones educativas católicas que

predican contra los valores del liberalismo. Para muestra puede decirse que, de los

diecinueve seminarios que había en el país en 1878 se llegó, durante el porfiriato,

a treinta, en cuanto al alumnado, para 1878 son calculados 3800 y para 1900 tan

51 José Yves Limantour, Apuntes sobre mi vida pública, Porrúa, México, p. 3. 52 Bazant, 1993, p. 165. Op. Cit., El positivismo mexicano, p. 134. El problema para los positivistas es que la lógica de Tiberghien contenía lo que ellos consideraban como elementos metafísicos.

38

solo el seminario de Guadalajara daba cabida a cerca de 600 estudiantes. Los

seminarios México, Guadalajara, Puebla y Mérida además del sacerdocio, contaban

con jurisprudencia, y si pensamos en que México, Puebla y Mérida fueron ciudades

captoras de buena parte de jóvenes que estudiaban y calculamos un número

semejante al de Guadalajara, tendríamos que, en sólo cuatro seminarios existiría

una población estudiantil semejante a la de 1878, cosa preocupante si lo que se

buscaba era la reconstrucción ideológica del país sobre un cumulo de ideas

científicas y anticlericales53.

Los ataques vinieron desde dos bandos, el primero formado por antiguos

conservadores y eclesiásticos que reclamaban el regreso del antiguo orden

aduciendo que desde la apertura de la Preparatoria se habían incrementado el

número de suicidios y duelos. El segundo frente fue el de los liberales radicales,

quienes se oponían a la política de conciliación asumida por el incipiente gobierno

porfirista, además de sentirse ofendidos por las críticas que la “nueva generación”

había vertido en su contra por la “ficción liberal”54. La polémica por el texto que debía

usarse para las clases de lógica duró en prensa alrededor de dos años, tras los

cuales terminó por imponerse la posición del gobierno en turno que apoyaba a

Ezequiel Montes.

En la polémica sostenida por católicos, liberales y positivistas, cada grupo contó con

su representante. Por los segundos y desde las columnas y editoriales de El

Monitor, José María Vigil defendió las primicias del liberalismo, acusando a los

redactores de La Libertad de atacar la libertad defendida por los hombres de la

Reforma. El periódico contestó a través de la pluma de Justo Sierra quién alegó no

estar contra la libertad, manifestando que el significado de la palabra se había

modificado con el paso de los años; invitándolos a […] salir de su estrecha y poco

iluminada “capilla del constitucionalismo absoluto y puro” y a entrar a “nuestra

53 Zea, 2003, p. 135. Bazant, 1993, p. 181. 54 Zea, 2003, pp. 202-203.

39

iglesia, […] más grande. Allí no necesitamos velas, nos basta la luz: esa luz es la

ciencia”55.

El plan primigenio bajo el cual se guiaba la Preparatoria debió cambiar a raíz del

conflicto por el libro de lógica; el olvido de las humanidades, que fue otra de las

críticas, se corrigió medianamente agregándose cursos de literatura que debían ser

estudiados durante los seis años escolares.

Este debate aunado a la muerte del hermano, marcó el alejamiento de Sierra tanto

de la Preparatoria como del positivismo; Guillermo Prieto –hablando de don Justo-

consideró atinadamente que existían dos fuerzas que disputan su espíritu desde

sus años mozos: “[…] la poesía y el positivismo. Víctor y Spencer; fluctúa, vacila,

tiene intermitentes perniciosas, pero no puede jamás decirse en ese combate, como

dijo Víctor Hugo: eso (la poesía) matará aquello (el positivismo)”56.

El distanciamiento será fructífero para el campechano pues, durante esa época es

cuando se desarrolla uno de los tantos proyectos que no serán aceptados pero, que

son el antecedente directo de la Universidad Nacional y de su facultad de Filosofía.

Justo Sierra consideró y llevó al pleno de las cámaras la fundación de una

universidad que agrupara las escuelas profesionales existentes en una sola

institución para, así, darle continuidad al programa de la ENP. Además de la

fundación de una Escuela de Altos Estudios donde debería “cultivarse la ciencia por

la ciencia […] en donde los cursos se hicieran no con el objeto de preparar alumnos

para los exámenes, sino de revelar hombres de estudios”, y de preparar “sabios”57.

El resto del decenio la política de conciliación estaría dirigida a la mediación entre

las diversas facciones del Partido Liberal. Paulatinamente la parte liberal más

radical se alejaría del ambiente político imperante para volver a hacerse presente

durante los primeros años del siglo XX a través de los clubes liberales.

55 Ibíd., p. 189, 257. 56 Bazant, 1993, p, 194. Hale, 2001, p. 263. 57 Bazant, 1993, p. 224.

40

Para lograr unir en un credo a los liberales, se fundó un periódico --que al igual que

La Libertad recibía prebendas del gobierno-- El Partido Liberal, y el cual hizo uso

de la figura de Benito Juárez para conseguir su objetivo; la glorificación del patriarca

liberal por, un lado permitió la “fusión” y por el otro, contribuyó a que la cabeza del

estado fuera vista como continuadora de los nobles ideales juaristas al honrarlo

como se hizo el 28 de julio de 1887, durante el homenaje por el 15 aniversario de

su muerte58. En el fondo tanto positivistas como liberales sin aceptarse del todo,

cada quien desde su trinchera, unieron sus fuerzas para reconstruir el país a la voz

de “orden y progreso”59.

La proto formación del grupo científico

Las reformas educativas realizadas durante la restauración de la República dieron

como resultado que los egresados tanto de la Escuela Nacional Preparatoria como

de Institutos Científicos y Literarios, empezaran a laborar en el aparato estatal. De

la entrañas de estas instituciones surgieron los llamados positivistas de “segunda

generación” que, como parte del apoyo brindado al general Díaz se vieron

favorecidos cuando éste llegó al poder. Entre los miembros más prominentes de

ese grupo se puede mencionar a Francisco Bulnes, Francisco G. Cosmes, José

Yves Limantour, Pablo Macedo, Justo Sierra, Roberto Núñez, Rafael y Emilio Pardo,

Porfirio Parra, Rafael Reyes Spindola, Rafael L. Hernández, Ramón Prida y Miguel

Macedo.

Los programas reformados abrazaron también al resto del país. Así, bajo programas

educativos semejantes al de la ENP, destacaron hombres educados en los institutos

estatales como el chiapaneco Emilio Rabasa, el juchiteco Rosendo Pineda, además

del oaxaqueño Rafael Pimentel, quienes estudiaron tanto en el Instituto de Ciencias

y Artes de Oaxaca como en el Instituto Literario de Yucatán.

58 Hale, 2001, p. 25. 59 Ibid., pp. 165-171.

41

Las influencias que el programa positivista de la Escuela Nacional Preparatoria y

los Institutos provincianos ejercieron sobre los que se convertirían en la agrupación

conocida como los “científicos”, resultan evidentes. Las aulas de la ENP vieron

pasar como maestros u alumnos siete de los ocho miembros principales del grupo

científico. Como profesores tenemos a los abogados Justo Sierra, y Pablo Macedo,

además del ingeniero Francisco Bulnes que, a sus veinte años, era titular de la

cátedra de matemáticas; los dos primeros:

Fueron positivistas en toda la extensión de la palabra: uso del método en sus

escritos; colaboración en la difusión de la enseñanza positivista; participación

directa […] en las conmemoraciones de positivistas mexicanos y extranjeros.

En el banquillo de alumnos se destacaron José Y. Limantour, Miguel Macedo,

Rosendo Pineda y Joaquín Casasús; el primero llegó a recibir invitación expresa de

Barreda para convertirse en su secretario cuando se le nombró embajador en

Alemania, invitación que declina por su precario estado de salud; los dos últimos –

Rosendo Pineda y Joaquín Casasús- fueron estudiantes de Institutos provincianos

que, aunque no estudiaron en la capital, se prepararon, en esencia, bajo el

programa positivista60.

Uno de los órganos que con mayor consistencia sirvió como tribuna a esta

generación fue el periódico La Libertad, pues, desde su creación defendió la idea

de refundar el país sobre bases científicas, abriendo así la puerta a los egresados

de la ENP que comulgaban con las doctrinas positivistas y con la idea de hacer virar

al país asía la ciencia. Desde su primer año se observó la participación de

eminentes figuras públicas que, con el tiempo, destacaron en justicia, política y

administración nacional; como ejemplos, se pueden citar los casos de los hermanos

Macedo, Limantour y el ingeniero Francisco Bulnes. Para cuando el diario dejó de

60Alfonso de María y Campos, “Los Científicos: Actitudes de un grupo de Intelectuales Porfirianos frente al Positivismo y la Religión”, en Roderic Ai Camp (compilador), Los intelectuales y el poder, México, El Colegio de México, 1991, pp. 127-128.

42

publicarse -en 1884- los antes mencionados ya participaban activamente en política

nacional61.

La importancia de estos jóvenes en el ámbito de la política puede apreciarse de

mejor forma si se toma en cuenta que, cuando menos desde 1878, militaban

políticamente del lado del general Díaz62. El plan de Tuxtepec, bajo el cual había

llegado al poder, transformó su consigna esencial de la mano de los discursos de

apoyo “científicos”. En un principio la “no reelección” fue respetada reformándose el

5 de mayo de ese mismo año los artículos 78 y 109 de la Constitución Mexicana a

fin de impedir la reelección inmediata del ejecutivo. Originalmente ambos artículos

resultaban poco específicos, el primero sólo establecía que el presidente asumiría

su cargo el primero de diciembre estando en él cuatro años; el segundo por su parte,

establecía que los estados de la federación adoptarían, para su régimen interior, el

sistema republicano, representativo y popular negándose, al igual que a nivel

federal, la posibilidad de la reelección.

De acuerdo con la reforma, Díaz dejó en el poder para el periodo de 1880-1884 a

su compadre Manuel González, sin alejarse de forma total pues, ocupó la Secretaría

de Fomento. Al volver a la silla presidencial en 1884, preparó las reformas

necesarias –nuevamente reformar los artículos 78 y 109- para poder perpetuarse

en la presidencia, siendo uno de sus soportes intelectuales la “nueva generación”.

La participación activa que estos jóvenes tuvieron desde 1878 se incrementó

durante el siguiente año. François Guerra señala que a partir de 1879 Limantour –

quien a la postre se convertiría en Ministro de Hacienda– y demás compañeros

empezaron a reunirse periódicamente en el despacho del entonces Ministro de

Hacienda, Matías Romero. El origen educativo común, la amistad y los proyectos

61 Guerra, 1992, t. 1. p. 380. Zea, 2001, p. 277, 301. 62 La idea de la refundación de la patria sobre bases científicas que defenderá la mencionada generación, es ya expresada en El Bien Público; periódico fundado por Justo Sierra y donde participaron como redactores José María Castillo Velasco, Francisco G. Cosmes, Eduardo Garay, Jorge Hammenken Mexia, Santiago Sierra y Francisco Sosa. Justo Sierra y el programa de La Libertad. Diario Liberal Conservador (1878), o las tareas del ‘positivismo liberal.

43

compartidos son algunos de los elementos que permiten explicar la existencia del

grupo63.

Recién comenzado el decenio, La Libertad, fiel a las ideas profesadas en sus

páginas, apoyó las candidaturas de algunos de sus directivos y escritores. En las

elecciones legislativas de julio de 1880 contienden y son electos ya como suplentes

o propietarios, por vez primera, el grupo de jóvenes políticos que serviría como

soporte al Porfirismo desde la trinchera del legislativo, sus nombres: Justo Sierra,

Pablo Macedo, Rosendo Pineda, Francisco Bulnes y Jorge Hammeken Mexía64.

El caso que mejor puede ilustrar lo anterior es el del ingeniero Bulnes quien fue

elegido por vez primera, –en esas elecciones– nada menos que como suplente del

capitalino Manuel Romero Rubio –que a partir de 1881 sería suegro del presidente

Díaz–, el ingeniero renovó su cargo en quince ocasiones65.

El ex-lerdista Manuel Romero Rubio ocupó un papel central en la política de

conciliación que Díaz emprendió durante su segundo periodo de gobierno que,

según Limantour “fue tal vez más complicado y difícil que el de 1877, porque, si bien

no se había alterado la tranquilidad pública, las cuestiones políticas, no por haber

variado de forma, dejaban de ser tan amenazadoras” al atenderse de manera

directa en 1877 la seguridad, se prestó menor atención a las cuestiones

administrativas y al desarrollo del programa económico. Al sumarse Romero Rubio,

recomendó a su amigos “poner un velo al pasado”, orientando sus trabajos al

restablecimiento de la paz y encauzando sus esfuerzos para hacer marchar la

nación por el camino del progreso, todo ello auspiciado desde la administración

porfirista66.

Rubio logró reintegrar a la política y administración nacional a parte importante de

las facciones originadas en el último cuarto del siglo XIX. Gracias a sus gestiones

se integraron Emilio Velasco y Carlos Fuero, lerdistas; Sóstenes Rocha, Mariano

63 Guerra, 1992, p. 84. 64 Zea, 2003, p. 397. 65 Guerra, 1993, p. 108. 66 Limantour, 1965, pp. 3, 14.

44

Escobedo, Alfonso Lancaster Jones, Guillermo Prieto, Carlos Rivas, Manuel M. de

Zamacona, Carlos Rivas, Pedro Baranda, Francisco Mejía, Felipe Berriozábal,

liberales, juaristas e iglesistas; Protasio Pérez de Tagle, antigonzalista; Luis Méndez

y Jesús Castañeda, imperialistas; Eduardo Liceaga, Rafael Lavista, médicos; lo

anterior en lo que respecta a abogados e intelectuales. Romero Rubio atrajo

también a empresarios, banqueros e industriales como Rafael Dondé, Ramón

Guzmán, Antonio de Mier y Celis, Nicolás de Teresa, Evaristo Madero, Agustín

Cerdán y Joaquín Redo.

La conciliación con la Iglesia católica emprendida por Díaz a partir de su segundo

periodo de gobierno recibió grandes críticas pero permitió la estabilización de las

trastocadas relaciones así, los Arzobispos Antonio Labastida, Próspero Alarcón y

Eulegio Gillow pudieron llevar sus ministerios sin grandes problemas con el

Estado67.

Resulta evidente que, bajo la protección de Romero Rubio, se integraron al

Porfirismo un grupo de abogados, intelectuales y hombres con preparación técnica

que se reunían en su despacho para platicar y planear, algunos de ellos orientados

a la justicia, la administración o a la política68. Limantour explica que al volver

Romero Rubio de los Estados Unidos en 1881, abrió un despacho para dedicarse a

su profesión, pronto el despacho también sirvió como punto de reunión donde:

[…] el contacto con la mayor parte de personalidades que frecuentaban la casa

con fines políticos, la comunicación recíproca (entre compañeros) de nuestras

impresiones sobre los asuntos públicos del día, y particularmente, la presión

cariñosa y llena de delicadezas que frecuentemente ejercía sobre mí “nuestro

Jefe”, […] una vez establecida cierta comunidad de pareceres e ideales,

principalmente entre los que fuimos el productos de mismos sistemas

educativos, semejante conjunto de circunstancias influyeran sobre el ánimo de

un modo tal en determinados casos, que ya me fue imposible dejar de tomar

67 Antonio Labastida fue Obispo de Puebla mientras que, Próspero Alarcón lo fue del Arzobispado de México y, Eulogio Gillow del Arzobispado de Oaxaca. 68 Hale, 1991, p. 181-182.

45

participación en actos públicos en los que seguramente nunca me habría

ingerido espontáneamente ¡Cuántas veces en la vida somos el juguete del medio

social en que por casualidad nos hallamos!69

Ya en la Cámara de diputados y vuelto Díaz para su segundo periodo

gubernamental, los legisladores José María Lozano, Joaquín D. Casasús y José

Ives Limantour de filiación científica, llevaron ante el pleno -en 1887- la propuesta

de reelección por un periodo de gobierno extra; bajo el argumento de haber sido un

mandato excepcional. Francisco Bulnes defendió la propuesta y construyó en cierta

medida el concepto de don Porfirio como “hombre necesario”, bajo el siguiente

corpus de ideas: “el dictador bueno es un animal tan raro, que la Nación que posee

uno debe prolongarle no sólo el poder, sino hasta la vida”70.

Capítulo No. II

Entre viejos liberales y nuevos conservadores

La ola de protestas ante la reelección en 1887

La reelección continua fue profundamente cuestionada por la prensa no gobiernista,

la cual consideraba que tanto el plan de Tuxtepec como las Leyes de Reforma,

estaban siendo traicionados por la clase gobernante. Los periódicos católicos que

en teoría debían estar del lado del presidente, mostraron posturas encontradas

como es el caso de El Tiempo, mismo que se expresó de la siguiente forma sobre

la propuesta que la ciudadanía hizo a Díaz el 3 de Junio:

Antes de ayer presenció una parte de la capital el desfile de cerca de dos mil

hombres [que] se dirigieron a Palacio para […] suplicar al señor Presidente

69 Entre los jóvenes que “fueron acogidos con benevolencia” y que apenas empezaban su vida en el foro pueden mencionarse los nombres de: Rosendo Pineda, Joaquín Casasús, Roberto Núñez, Emilio Pimentel, José M. Gamboa, Fernando Duret, y yo. Gutiérrez Nájera y Juan de D. Peza fueron miembros frecuentes que con su poesía amenizaban dichas reuniones. Como era natural, cada miembro del grupo fue orientando su camino a nuevos derroteros, algunos hacia la administración, la política o los asuntos judiciales. Limantour, 1965, p. 15 70 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México, México, Ed. Hermes, 1972, tomo IX, pp. 278-292.

46

que aceptase la reelección […] Iban esos grupos de artesanos y obreros

precedidos cada uno respectivamente por los estandartes de su gremio.

Abrían en la marcha de aquel cortejo seis u ocho hombres a caballo, con las

espadas en la mano, cosa que nos llamó la atención, pues no eran militares.

La larga fila que formaban estos grupos de paisanos, casi todos vestidos con

sólo camisa y calzón blanco, se encontraba flanqueada por ambos lados por

numerosísimos gendarmes a pie, cuya presencia allí y formación más

parecía que custodiaban a una cuerda de presos, que a un grupo de

ciudadanos arrastrados motu propio por un grande entusiasmo […] […] Todo

el mundo sabía que tal movimiento “espontáneo” estaba preparándose hacía

días con minuciosas y activas gestiones71.

El Tiempo habla de la falta de emotividad y la indiferencia, tanto de los que

desfilaron, como de los que presenciaron el acto, no hubo gritos de apoyo en las

calles, ni cortinas colgadas en los balcones; la procesión más bien fue “tristísima”.

A diferencia de los periódicos liberales oficialistas, que llenarían sus columnas con

descripciones acerca de la magnificencia de la manifestación, ofreciendo falsas

impresiones de lo que en realidad había ocurrido.

La reelección encontró diversos posicionamientos en el ambiente cultural del

México de aquella época. Desde la algarabía de religiosos, empresarios, militares y

civiles, hasta el reproche y el descontento de algunos diarios de abierta postura

liberal como: El Monitor Republicano, Las Noticias, La Política, El Diario del Hogar

y El Hijo del Ahuizote, los cuales abiertamente criticaron al régimen por considerar

que las reformas estaban abriendo la puerta a la dictadura.

El Hijo del Ahuizote, vislumbró acertadamente el porvenir a principios de 1888 en

una de sus editoriales:

Asegurada la reelección, se intentará el exclusivismo, es decir, se procurará

remover del tablero de la política toda pieza estorbosa, para ir acercándose

71 Diego Arenas Guzmán, El Periodismo en la Revolución Mexicana de 1876 a 1908, INEHRM, 1966, p. 109.

47

a una cumbre ya soñada, pero imposible, y entonces será cuando el cráter

de este volcán en que vivimos, vomite en torrentes la lava de la disensión72.

El diario tuvo un marcado anticlericalismo y no congeniaba para nada con el “pacto”

efectuado entre quienes dirigían los asuntos públicos y los representantes de la

institución católica. En una de las caricaturas que se editaron en sus páginas, el 5

de febrero de 1888, apareció el águila del escudo nacional en cuyo cuerpo se podía

leer “Constitución de 1857”; el águila caía en picada después de haber sido herida

con una flecha que a la letra llevaba grabado “reformas tuxtepecanas”, hasta

estrellarse en tierra con una roca en que se leía “democracia”.

No sólo El Hijo del Ahuizote estuvo presente a la hora de manifestar su oposición a

la reelección inmediata, en esta labor lo acompañó El Diario del Hogar, que

postularía para esas elecciones federales a José María Luis Mora quien a fin de

cuentas, no aceptó. El Diario puso el dedo en la llaga al recordar las palabras que

el general Díaz había dicho a propósito de la reelección el 16 de septiembre de 1879

y que fueron publicadas en el Diario Oficial:

Debo hacer ante el Congreso la solemne promesa de que jamás admitiré una

candidatura de reelección, aún cuando ésta no fuera prohibida por nuestro

Código, pues que siempre acataré el principio de donde emanó la revolución

iniciada en Tuxtepec73.

El 21 de octubre de 1887 se aprobó la reforma del artículo 78 permitiendo la

reelección inmediata por un nuevo periodo presidencial extra (1888-1892). El

ejecutivo podía “ser reelecto para el periodo constitucional inmediato” puntualizando

que “quedará inhábil en seguida, para ocupar la presidencia por nueva elección, a

no ser que hubiesen transcurrido cuatro años”74. La penúltima reforma se hizo en

diciembre de 1890 cuando por unanimidad se estableció la reelección indefinida; la

72 Ibíd. p. 111. 73 Ibid., p. 113. 74 Felipe Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México 1808-1964, México, Ed. Porrúa, 1964, p. 620.

48

última se dio durante 1904, cuando se amplió el periodo de gobierno de cuatro a

seis años además de la creación de la vicepresidencia75.

Las críticas contra la primera reelección consecutiva existieron durante todo el

periodo de gobierno y se incrementaron con la aprobación de la reforma del artículo

78 que permitía la reelección indefinida.

Un año antes de la celebración de las elecciones federales de 1892, Filomeno Mata,

funda un club liberal que pugnó por la abrogación de los artículos 78 y 109; en el

Grupo Liberal Reformista destacaron escritores de una clara filiación anti

reeleccionista como Daniel Cabrera, José P. Rivera, Gabriel González Mier, Emilio

de los Ríos, Luis del Toro, Daniel Rodríguez de la Vega, Federico García Alva,

Ángel Pola, entre otros76

Las manifestaciones en contra no fueron un acto aislado y fueron prueba fehaciente

del descontento que, tanto los nuevos sectores profesionales sin acomodo, como

los sectores de viejo cuño liberal, sentían por el endurecimiento de las medidas de

represión como el cierre de periódicos, la destrucción de imprentas o el

encarcelamiento de periodistas. Una de las acciones que el gobierno tomó para

resarcir el descontento fue la preparación de una convención que legitimara la

reelección de 1892:

Al aproximarse la nueva reelección el general Díaz pensó, con buen juicio,

[consideró] que debía hacerse cierto simulacro de elección, o cuando menos

ciertos trabajos que indicaran, para los extranjeros sobre todo, que no era la

sola voluntad la que hacía fuera reelecto77.

Los trabajos de organización de la Convención Nacional Liberal fueron puestos en

manos de Rosendo Pineda –secretario particular del ministro de gobernación- y del

75 Cosío Villegas, t. IX, 1972, p. 639. La reforma para la institución de la figura de la vicepresidencia fue incentivada por el grupo científico no así la de la prolongación del periodo de gobierno que se debe a un grupo de político que se formó al derredor del ex-ministro de Justicia e Instrucción Pública Joaquín Baranda. Limantour, 1965, p. 145. 76 Arenas Guzmán, 1966, p. 153. 77 Ibid., p. 156.

49

general Martín González, jefe del Estado Mayor Presidencial, la principal tarea era

que la Convención designara el candidato a la Presidencia del país.

Los primeros actos que se llevaron a cabo durante el primer tercio de 1892

estuvieron orientados hacia la constitución de células regionales que patrocinaron

la candidatura de Díaz para las elecciones de ese año. El 4 de enero las hojas de

El Monitor Republicano dejaron asentada la primera reunión de los amigos del

general Díaz, quienes constituyeron la Junta Central Porfirista de corte

reeleccionista, en dicha junta participaban: Ignacio Bejarano, Juan A. Mateos,

Antonio García Cubas, Luis C. Curiel, Francisco Bulnes, Pablo Macedo, Sóstenes

Rocha, Justo Sierra, Irineo Paz, Joaquín D. Casasús , entre otros78. Poco tiempo

antes de las elecciones la Junta modificó su nombre para convertirse en el Club

Político Porfirista contando con varios miembros de lo que sería el núcleo de la

Unión Liberal.

De la Unión Liberal puede decirse que formó parte el grupo de jóvenes que

estudiaron en la ENP y laboraron en La Libertad. El grupo era en principio porfirista

y, además, ferviente patrocinador del reeleccionismo; teniendo como antecedente

la crítica feroz que emprendieron contra el liberalismo radical, además de la

constante pugna por la reforma que impedía la reelección por considerarla un

“ensueño romántico”.

Desde las columnas de El Hijo del Ahuizote, El Monitor Republicano, El Diario del

Hogar y otros, se dio cabida a los escritos de oposición que cuestionaban los malos

manejos en la administración de las finanzas, la inexistencia de garantías

individuales, la conciliación con el clero, el desigual desarrollo social y las reformas

constitucionales.

El descontento estalló a raíz de las manifestaciones que, tanto el Club Morelos,

como el Comité Central Porfirista organizaron. El primero en pro de la reelección y

el segundo para conmemorar el 2 de abril en que se celebraba las hazañas militares

78 El Monitor Republicano, 1892, México, 4 de enero.

50

del general Porfirio Díaz. El evento realizado el primero de abril fue descrito de la

siguiente forma por El Monitor Republicano:

Lo notable es que [los manifestantes] iban todos cabizbajos, soñolientos y

denunciando en sus rostros el hastío más profundo. En ellos no se notaba el

menor síntoma de entusiasmo y revelaban muy a las claras que no

constituían el verdadero pueblo que se agrupa para pedir la estabilidad en el

poder79.

La segunda manifestación, un día después, no fue en forma alguna diferente a la

primera. Aunque hubo ciertamente, mayor participación que en la primera, Gabriel

González Mier redactor de El Monitor Republicano y crítico severo del régimen, la

describió en la siguiente manera:

No vamos a negar la verdad ni a desfigurar los hechos. La manifestación del

dos de abril fue numerosa. [La componían] Un número muy escaso de

diputados y algunos funcionarios del ramo penal. Un buen contingente de

oficinistas y de más empleados del gobierno. Después de esto, el personal

de los Ayuntamientos de los pueblos: cerca de mil individuos de la obrería;

cargadores de la ciudad, aguadores sobre todo esto, la gran mayoría de

indígenas de los pueblos, reclutados de una manera muy expresiva80.

Al descontento de la prensa podemos sumar el del estudiantado que, pronto se

organizó para hacerse presente en las manifestaciones antirreeleccionistas.

Durante las marchas efectuadas el primero y dos de abril, no hubo contingentes del

estudiantado y cuando este logró organizarse gracias a la colaboración de Joaquín

Clausell, Querido Moheno y José Antonio Rivera, entre otros, se recordaron las

protestas contra el reconocimiento de la deuda inglesa en donde el alumnado había

participado activamente, el año de 1884.

79 El Monitor Republicano, 1892, México, 2 de abril. 80 El Monitor Republicano, 1892, México, 5 de abril.

51

La Escuela de Jurisprudencia fue el primer foco de descontento, pero al enterarse

su director, Justino Fernández81, de la organización de un mitin, ordenó el desalojo

de alumnos rijosos. Aún en un ambiente poco propicio, los preparativos para la

marcha siguieron el rumbo planeado realizándose el siete abril a las nueve de la

mañana; los estudiantes para no llamar la atención de la policía llegaron por

separado y se concentraron en la Alameda donde Joaquín Clausell los instó a

guardar el orden para no favorecer la represión, además de felicitar a los estudiantes

por dar muestras de valor y patriotismo en una época donde el temor y la apatía

eran el común denominador82.

Sobre dicha manifestación en El Hijo del Ahuizote señalaba:

Notable contraste hacían los grupos estudiantiles con los manifestantes de

leva exhibidos por los amistosos reeleccionistas. En éstos notábase, la

carencia absoluta de una pasión que alentara sus pasos, la falta de

conciencia de lo que estaban haciendo; parecían, más que los manifestantes

de un entusiasmo como se pretendía que fueran, los dolientes que asistían

a un funeral.

No así ese grupo de jóvenes que vimos llenar de animación a la ciudad

cuando recorrió las calles. Agrupación bulliciosa, intrépida, ante el círculo de

gendarmes con que se le rodeó, llevaba el entusiasmo tras de sí; a gran

distancia escuchábase el clamoreo de aquellas ochocientas gargantas

agitadas por el patriotismo juvenil de los veinte años, sin que entre todas

estas manifestaciones de entusiasmo se notara el menor síntoma de

desorden83.

Las notas vertidas en los periódicos que dieron cabida a las opiniones estudiantiles

fueron constatadas de la misma manera. Si se ve en perspectiva podrá notarse que

en el foro hay una discusión en donde rivalizan los “liberales doctrinarios” y los

81 Fernández fue Ministro de Justicia e Instrucción Pública hasta la creación del ministerio de Instrucción Pública, conservando tan solo la cartera de justicia hasta unos meses antes de acontecer su muerte en 1911. 82 El Monitor Republicano, 1892, México, 8 de abril. 83 Op. Cit., El Periodismo en la Revolución Mexicana de 1876 a 1908, p. 159.

52

“nuevos liberales”. Los primeros, herederos del liberalismo que nutrió la Constitución

de 1857; los segundos, liberales también pero permeados por las ideas científicas

y la filosofía positivista.

Para la década de 1890, los jóvenes que habían iniciado su carrera política en el

diario La Libertad, continuaban colaborando en la prensa e hicieron de El Siglo XIX

la palestra desde la cual se contestaba a los defensores de la Constitución. Así

hablaron de la manifestación estudiantil:

En política, la juventud representa el extremo radicalismo; el grupo que

avanza más, extremando las opiniones, el que vive en lo ideal, sin abandonar

la región de las tormentas, repleto de fe y rellenando simas insondables con

esperanzas desenfrenadas, y una suma suficiente de ciencia para hacer

atendibles sus opiniones.

He aquí el elemento estudiante como factor político, en el que se realiza la

evolución observada en la historia de la humanidad: el paso del periodo

teológico al metafísico; el estudiante cree que con algunas cátedras se

modifica la condición social de un pueblo; juzga que decirle al hombre eres

libre, para que lo sea inmediatamente […]

El progreso no se realiza jamás con soluciones radicales; es el resultado de

fuerzas opuestas […]84

Los estudiantes molestos por la forma en que la prensa oficialista se refería a los

participantes y causas del movimiento, decidieron enviar una carta abierta a los

principales diarios el catorce de abril en la que ofrecían su versión de los hechos,

en ella mencionaban que Joaquín Clausell no era el organizador de la movilización,

también, se deslindaban de haber postulado como candidato presidencial al dueño

de El Monitor Republicano, Vicente García Torres.

Los acontecimientos ocurridos aceleraron la formación de un club político anti

reeleccionista conocido como: “Soberanía Popular” que, con el lema “No

Reelección. Patria y Trabajo. Libertad y Derecho”, y, bajo la coordinación de Jesús

84 El Siglo XIX, 1892, México, 12 de abril.

53

Huelgas y Campos –líder del grupo obrero- y los dirigentes estudiantiles de las

escuelas superiores, iniciaron los preparativos para una movilización de mayores

dimensiones.

En las manifestaciones de abril se distinguen claramente dos posiciones, liberales

ambas, pero una con influencia del liberalismo clásico y otra con influjo de ideas

positivistas. La primera exigía el respeto de la Constitución de 1857, y reclamaba

un gobierno con menor fuerza; la segunda exigía lo contrario, es decir, una reforma

profunda de la Constitución de 1857. La diferencia fundamental fue que los

positivistas gozaban del visto bueno de las autoridades gubernamentales, –o

cuando menos, podían pasar por alto sus acciones– además de ocupar cargos en

la administración, mientras que los primeros estaban fuera del régimen85.

La Unión Liberal de 1892 y el mito del “partido científico”

La formación de la Unión Liberal tiene su origen en la iniciativa de los

incondicionales amigos del general Díaz quienes, el 10 de enero de 1892, formaron

el Comité Central Porfirista que sirvió como centro promotor, primero, de una gran

Convención Nacional para seleccionar un candidato idóneo para la sucesión y

después, el predispuesto anuncio de la candidatura de Porfirio Díaz86. Este,

queriendo ofrecer una imagen democrática tanto al país como al extranjero

consideró oportuno reunir representantes de todos los estados de la federación en

una magna Convención para así, dar un cariz democrático al proceso electoral sin

que la reelección pudiera interpretarse como imposición o mero autoritarismo; el

encargo recayó en el Ministro de Gobernación Manuel Romero Rubio quien a su

vez delegó la organización en su secretario particular Rosendo Pineda.

La Convención quedó instalada el cinco de abril con la presencia de emisarios

regionales de casi todas las entidades federativas a excepción de Nuevo León y los

territorios. Dichos representantes en teoría habrían sido elegidos primero en

85 Para una visión más amplia de los movimientos oposicionistas de 1892 ver: Hilario Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia, en Contribuciones desde Coatepec, no. 8, 2005, p. 71-133. 86 Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 649.

54

convenciones municipales que designarían a sus emisarios a una convención

estatal, donde a su vez serían seleccionados los emisarios a la Gran Convención,

dotándolos con la capacidad de tomar decisiones87. Como primer paso y ya en la

capital, se seleccionó la mesa directiva donde el lugar de la presidencia

correspondió a Manuel M. Zamacona; la vicepresidencia al general Sóstenes Rocha

y como primer secretario; Rosendo Pineda.

Los objetivos fueron por un lado, la creación de un programa de gobierno que

impulsara la modernización política del país además de contribuir con la unificación

de las endurecidas facciones del “Partido Liberal”; y por el otro, la designación de

un candidato para contender en las elecciones presidenciales para el primer periodo

de reelección consecutiva 1892-1896.

En las publicaciones donde se habló del proyecto, se mencionó la buena respuesta

obtenida por la convocatoria sin que por ello se dejaran de señalar los retos que el

tiempo imponía a los convencionistas:

El movimiento inusitado y general con que la República respondió al

llamamiento de la “Unión Liberal,” la regularidad con que la gran mayoría de

las entidades federativas organizaron sus comités y representaciones en

relación con el Centro, son prueba irrefragable [irrefutable], de que el partido

liberal está ya en aptitud de imponerse una disciplina racional que le permita

ser completamente explícito en la expresión de su voluntad dentro de la

fórmula constitucional y tomar un participación más y más activa en la

dirección de los negocios públicos […]88

87 Diego Arenas Guzmán menciona que queriendo dar una imagen diferente ante el exterior, Díaz pidió a Rosendo Pineda que le expusiera un proyecto para las elecciones; Pineda sugirió preparar una convención al estilo estadounidense que tendría como base la formación de clubes reeleccionistas en los municipios del país, para ello se beneficio de la visita que todos los alcaldes municipales hicieron a la ciudad de México con motivo de las celebraciones patrias en septiembre de 1891; los alcaldes serían los mejores promotores del reeleccionismo. Por su parte Daniel Cosío Villegas argumenta que fue a Justo Sierra “a quien se le había encargado un proyecto de una Convención Nacional”. Arenas Guzmán, Vol. I, 1966, p. 517. Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 648. 88 Manero, El Antiguo régimen y la Revolución, INEHRM, México, 1985, p. 287.

55

La Gran Unión Liberal –que quedó establecida formalmente el 13 de marzo--ofreció

un espacio de convergencia para los “positivistas” que habían egresado de la ENP

durante la década de 1870 y que habían sido, también ex redactores de La Libertad

y legisladores pro porfiristas. Antonio Manero aseveró que siendo el “partido

científico” esencialmente conservador, debía pertrecharse tras elementos con

tendencias ideológicas orientadas a la conservación del régimen, practicando

ciertas reformas que permitieran la modernización del sistema que se estaba

construyendo, con la intención de que continuase sin la indispensable presencia del

general Díaz.

En el programa gobiernista que presenta la Convención el 23 de abril de aquel año,

se hace un recordatorio respecto a las precarias condiciones en que el país se

encontraba antes de la llegada de Díaz y se perfila el objetivo principal de, el

programa a la letra dice:

Mientras fue la paz un hecho accidental y precario, y la guerra civil nuestro

estado normal, el partido cuya voz llevamos por delegación expresa, sólo

cuidó de conservar incólumes los artículos fundamentales de su credo

político, inscritos, gracias al sacrificio de una nación entera, en los Códigos

de 57 y de Reforma. Logrando esto, plenamente comprendió que para

mantener su carácter de partido nacional […] necesitaba tornarse en partido

de gobierno, ceder en beneficio del orden su tendencia al movimiento político

incesante y agruparse en torno de sus jefes, encargados del poder, para

permitirles realizar la aspiración suprema del país a la paz, al trabajo y al

progreso89.

Los delegados en la voz de Justo Sierra -quien fuera el redactor del manifiesto-

creían llegadas las condiciones para empezar una nueva era en la historia del

partido liberal, donde los órganos directivos periódicamente se convirtieran en

elementos que trabajaran en la obtención del progreso político. Fieles creyentes en

el régimen que había conseguido la paz, además de enfilar al país rumbo a la senda

89 Ibid., pp. 287-288.

56

del progreso, sentían que hacía falta que la generalidad tuviera una opinión

semejante que permitiera conseguir esos fines; al autonombrado partido liberal

tocaba consolidar y demostrar:

“que […] en adelante, la revuelta y la guerra civil serán un accidente; y la paz,

basada en el interés y la voluntad de un pueblo, [serán] lo normal; para ello

es preciso ponerla [la paz] en la piedra de toque de la libertad”90.

Las tentativas de la Unión no consistían en la sola organización del proceso

electoral, pues, advirtieron, que de ser así estarían aceptando completo y sin

cortapisa al régimen. Conscientes del poder que la reelección indefinida daría al

presidente, sus integrantes pretendieron someterlo al respaldo y aceptación del

programa surgido de ella.

Daniel Cosío Villegas consideró que el grupo de élite que habría de convertirse en

los llamados “científicos”, temiendo no poder poner freno al poder que obtendría

Díaz con la reelección --pues se vislumbraba que en el país se avanzaba hacia un

gobierno de carácter personal donde el poder no radicaría en la base de la pirámide

social sino en la cúspide--, intentó a través de los mecanismos a su alcance, y en la

voz de Justo Sierra, subordinar a Díaz al programa emanado de la Convención91.

Sierra se preguntó en el manifiesto: ¿qué ciudadano ostenta los mejores títulos para

mantener la paz y conducir al país por la senda del progreso? Contestando al

cuestionamiento con un proyecto a realizar por el que fuese elegido para ocupar al

alto cargo del ejecutivo. Éste, debería reformar algunos ramos administrativos para

no perder lo ganado en los años que el general Díaz había estado en el poder, bajo

el siguiente programa:

1. La nación desearía que su gobierno se encontrase en aptitud de demostrar,

que considera la paz actual como un hecho definitivo, reorganizando

económicamente algunos ramos de la Administración, como el de Guerra,

que absorbe buena parte de nuestros recursos fiscales.

90 Idem. 91 Cosío Villegas, t. IX, 1993, p. 650.

57

2. [La nación] desearía que no hubiese tregua en el empeño de sacar de

nuestro régimen tributario del periodo puramente empírico, proporcionándole

el catastro y la estadística sus bases científicas.

3. [La Nación] desearía que la libertad del comercio nacional, por la supresión

de las aduanas interiores, llegase a ser un hecho consumado y no un

aspiración periódicamente renovada con formulas sonoras e impotentes […]

4. [La nación] anhela […] el advenimiento de un periodo, […] en que suba al

mismo nivel el progreso intelectual y moral por la difusión, ya valientemente

iniciada, de la educación popular; por la apropiación continua de nuestros

sistemas educativos a nuestras necesidades; por la demostración con

hechos cada día más notorios, de que se conoce el valor de esta fuerza

mental que se transforma en inmensurable fuerza física y que se llama la

“Ciencia”.

5. [La nación considera que] la garantía de la paz social, está en la justicia, y la

democracia mexicana habría comprobado su aptitud política, si como la de

los Estados Unidos, supiese prescindir del derecho de cambiar

periódicamente sus funcionarios judiciales, conquistando para ello, con la

“inamovilidad”, la independencia, la competencia, y responsabilidad, que es

la sustancia misma de las instituciones libres.

6. [La nación considera que] en la organización del Ejecutivo, también creemos

que debería estudiarse y en un plazo no lejano, […] la manera de modificar

las vigentes disposiciones constitucionales, respecto de la sustitución del

Presidente de la República, porque ellas pueden colocar una personalidad

sin mandato nacional y sin significación alguna, en el primer puesto del

Estado, lo que expondría al sustituto y a la ley, a todas las contingencias del

azar y el desprestigio. Nuestros votos, por tanto, pueden concretarse en este

pensamiento.

7. [La nación considera que…] sobre todo, en la resultante de las múltiples

manifestaciones de la prensa. El partido liberal no volverá nunca sobre la

reforma del artículo 7° de la Constitución, que suprimió un privilegio

insostenible en derecho, y que en el hecho se había convertido en peligro no

58

político, sino social. Más no vacilaría para mayor resguardo de la más precisa

de las libertades democráticas, en modificar las legislaciones penales,

sometiendo los delitos de imprenta al jurado común92.

Para rematar, el manifiesto cierra con el previsible pronunciamiento de apoyo a la

candidatura del general Porfirio Díaz Morí quien en la votación obtuvo 201 pareceres

a su favor, imponiéndose tanto a Manuel González como a Manuel Romero Rubio,

quienes únicamente obtuvieron nueve votos, y superando con una mayoría

definitiva a Ignacio Vallarta, Joaquín Baranda, Ignacio Mariscal y Manuel Díaz que

tan sólo obtuvieron un voto93. El respaldo que la Convención le daba a Díaz --según

el documento--, se debió principalmente a que había contribuido a través de la

praxis a moldear tanto el progreso como la paz por años faltante a la nación

mexicana.

Los delegados, conscientes del “sacrificio” que para las democracias nacientes

significaba la reelección indefinida, manifestaron que la reelección del ejecutivo sólo

excepcionalmente era recomendable, pues, lamentablemente, la presidencia era

también el puesto desde el cual se podía “suplantar o bastardear el sufragio”; esa

inusitada circunstancia, consideraron, era la que se presentaba en 1892.

Los convencionistas pensaron que un cuatrienio más bastaría a Porfirio Díaz para

poner fin al periodo más complicado de la administración nacional, dado que en su

persona y liderazgo confiaban las naciones extranjeras para el otorgamiento del

crédito “motor del progreso material, fuente de la fortuna pública y de nuestra

92 La libertad de prensa desde 1857 a 1886 estuvo resguardada por el artículo séptimo de la Constitución de 1857 que a la letra dice: Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. Los delitos de prensa serán juzgados por un jurado que califique el hecho, y por otro que aplique la ley y designe la pena. Los estudiosos del tema coinciden en que a partir de 1886 inicio la etapa de represión severa contra la prensa aprobándose en ese año una ley en la que se establecía que un solo juez podía juzgar y encarcelar legalmente a un periodista. Ricardo Pérez Montfort, Alberto del Castillo, Pablo Picatto, Hábitos, normas y escándalo. Prensa, criminalidad y drogas durante el porfiriato tardío, CIESAS/Plaza y Valdés Editores, México, 1997, p. 64. 93 Cosío Villegas, T. IX, 1993, p. 599.

59

potencia financiera y sobre todo, la de la transmisión de la paz, base de toda

solución de estos problemas”94. La candidatura del general Díaz era de esta forma,

el elemento que permitiría la consolidación del estado de bienestar en la nación; era

–según el documento– obligación del partido liberal incentivar su elección a través

de los órganos de que disponía95.

El manifiesto de la Unión Liberal fue firmado por 11 hombres que a raíz de su apoyo

al régimen se les conocería como “partido científico”, sus nombres: Manuel M.

Zamacona, Sóstenes Rocha, Justo Sierra, Rosendo Pineda, Carlos Rivas, Pedro

Díez Gutiérrez, Pablo Macedo, José Ives Limantour, Francisco Bulnes, Vidal

Castañeda Nájera y Emilio Álvarez.

En Limantour se lee que más allá de organizar la convención, los proyectos de la

Unión Liberal no tenían la aprobación del presidente. El general Díaz vio en la Unión

Liberal un riesgo innecesario; si bien estaba en manos de un grupo no pequeño,

pero sí muy prestigiado que podía llevar a la Unión a convertirse en un problema.

Así, los deseos de constituir un partido no pudieron empatarse con los del general

aún y cuando sus miembros habían dado pruebas suficientes de lealtad a su

persona. Antes de que el panfleto circulara, el presidente ya tenía conocimiento de

él, dado que los redactores se lo habían presentado.

Díaz, sin entrar en polémicas, consideró el documento “una hermosa pieza literaria”

que cumplía con los fines deseados –justificar la reelección– para llevar a buen

puerto el proceso electoral, sobre sus contenidos siempre mantuvo una completa

reserva96.

La oposición periodística ante el manifiesto y la reelección

94 Para ver el Manifiesto en forma completa consultar: Manero, 1985, pp. 287-297. 95 Cosío Villegas no descarta que los candados que los jóvenes políticos positivistas querían imponer a Díaz, se debían en parte a que eran hijos políticos de Manuel Romero Rubio quién era candidateable para las elecciones de 1896. Para una visión más amplia de las cuestiones electorales de ese año ver el apartado Técnicas y tretas en Cosío Villegas, Historia Moderna de México Vol. IX, 1993, pp. 595-626. 96 Limantour, Apuntes sobre mi vida pública, 1965, p. 19.

60

En un ambiente de constantes dimes y diretes, algunos estudiantes de la Escuela

Normal, de Jurisprudencia y Preparatoria, decidieron tomar partido por los

argumentos de los oposicionistas por considerar que esta vertiente encarnaba en

cierto sentido el liberalismo de la Reforma, ya que defendía los principios emanados

de la Constitución de 1857.

En diarios como El Monitor Republicano y El Hijo del Ahuizote se dio cabida a notas

antirreeleccionistas, mientras tanto, en El Universal y El Nacional se denostaba la

participación de los estudiantes en las manifestaciones de tinte claramente

antirreeleccionista. El 21 de abril, “los radicales” para evitar que se perdiera el

espacio ganado con las primeras movilizaciones, establecieron la Junta Directiva

del Comité de Estudiantes Antirreeleccionistas que pronto se alió con el Club de

Obreros Antirreeleccionistas dando una mayor amplitud a las protestas.

Por esos días se publicó el Manifiesto de la Convención Liberal provocando se

calentaran los ánimos. La oposición se hizo escuchar desde las páginas de El

Monitor, que en los números del 29 de abril y 2 de mayo, tomó postura. Gabriel

González Mier –redactor del diario- criticó la “[…] monopolización del poder, la

conculcación del voto y las violaciones a la carta magna” en lo que a la elección de

los jueces correspondía. El estudiantado de aquel año quedó así atrapado en un

combate de ideas entre los llamados por el diario liberales “radicales” y los “nuevos

liberales”.

Buscando el reconocimiento público, el primero de mayo se estableció el Comité

Antirreeleccionista de Estudiantes y Obreros, siendo seguidos muy de cerca por los

estudiantes porfiristas quienes el 7 del mismo mes, concretaron la formación del

Club Reeleccionista de Estudiantes. Los primeros fueron reprimidos a través de una

misiva que Joaquín Baranda envío a los directores de los planteles educativos

superiores, exhortándolos a evitar todo brote de manifestación al interior de los

muros escolares que tuviese apariencia anti porfirista. A la inversa, los segundos

61

gozaron del pleno apoyo de directores y autoridades educativas tanto en reuniones

como en manifestaciones97.

El aplazamiento de una “manifestación monstruo” se verificó el quince de mayo.

Los manifestantes reunidos en San Fernando, escucharon discursos de los jóvenes

chiapanecos José Antonio Rivera y Querido Moheno, así como del campechano

Joaquín Clausell, quienes tenían encomendada la misión de preparar a los

manifestantes que, al grito de “No reelección” empezaron a marchar. La protesta

llevaba al frente el lábaro patrio nacional y transcurrió sin eventos violentos, aunque

al darse por terminada, se escucharon los “Muera el centralismo”, “Abajo la

reelección” y “Viva la no reelección”.

Los diarios oposicionistas consideraron que el espíritu cívico de los estudiantes que

en 1884 se habían pronunciado contra la aprobación de la deuda inglesa había

despertado. Al siguiente día se realizó otra manifestación:

[La Manifestación del 15] fue tan copiosa, que los partidarios de la reelección

resolvieron contrarrestarla organizando otra al día siguiente, 16 de mayo. Los

estudiantes la bombardearon con “pambazos”; hubo encuentros callejeros,

tumultos, heridos, muertos, aprehensiones… Don Daniel Cabrera, que no

había tomado parte en los disturbios, fue a parar a Belén […]98.

El último evento se desencadenó por la tarde del mismo dieciséis de mayo cuando

al salir un grupo de manifestantes de la Escuela Preparatoria se intentó dispersarlos

ocurriendo zafarrancho. Los líderes estudiantiles y redactores de periódicos que

apoyaron a los oposicionistas terminaron presos en las cárceles de la ciudad, entre

los anteriores figuraron los que años más tarde se distinguirán nuevamente como

oposicionistas: Querido Moheno, Joaquín Clausell, Gabriel González Mier, Jesús

Huelgas y Campos, Jesús Torres, Francisco Mascareñas, José Antonio Rivera,

Rutilio Rosado, Enrique Acevedo, Daniel Cabrera y tempranamente los hermanos

Jesús y Ricardo Flores Magón.

97 Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, pp. 35-40. 98 Arenas Guzmán, 1966, p. 160.

62

Un día antes de ser arrestado, Querido Moheno, había participado como miembro

de una delegación estudiantil que pidió al entonces Ministro de Gobernación,

Manuel Romero, que liberara a los apresados en las manifestaciones previas,

negándosele toda escucha y ayuda posible99.

A decir de El Hijo del Ahuizote:

El lujo de rigor desplegado contra los enemigos de la reelección no ha tenido

límites. La cárcel del Belén está llena de antirreeleccionistas. Las comisarias

trabajaron incesantemente recibiendo y “atormentando” a los revoltosos de

chaqueta y blusa cazados como animales por las calles de México. Los

miembros de los clubes de estudiantes y de obreros están allí bajo enormes

cerrojos. Casi incomunicados, como si de su sola presencia en las calles

dependiera que las masas populares prorrumpieran en ¡mueras! a la

reelección. ¡Las ideas no se encarcelan! Moralmente los antirreeleccionistas

siguen triunfando. El círculo de los amigos se ha cubierto de ignominia; pero

los leperitos y estudiantitos presos injustamente en Belén están cubiertos de

gloria. Muy caro la van a pagar esos rateros: ¡Han robado a Tuxtepec el

porvenir!100.

Los oposicionistas antirreeleccionistas confesos y defendidos desde la prensa,

fueron apresados (Joaquín Clausell, Daniel Cabrera, Gabriel González Mier). Al

saberlo, los diarios gobiernistas volcaron sus críticas contra ellos, tachándolos de

anarquistas y nihilistas, pues:

No tienen programa, ni candidato, ni hombres resueltos a combatir con altivez

por un programa y un candidato cualquiera […] Partidarios de Don Nadie […]

y creyentes en Nada, parece que están aprendiendo el alfabeto del nihilismo.

99 El Monitor Republicano, 1892, 17 mayo; Topete Lara, “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, p. 104. 100 Arenas Guzmán, 1966, p. 160. La nota hace referencia al Círculo de Amigos que no era otra cosa que los incondicionales del Gral. Díaz, quienes se reunían año tras año para festejarlo en el aniversario de la toma de Puebla y su onomástico.

63

No conforme con proclamar la anarquía que tal hace quien grita mueras a

todo lo existente sin presentar nada ni a nadie […]

Ya no es el gobierno el objeto de sus tiros, sino el deseo de pillaje y los odios

irracionales que les guían […]101

La solidaridad y apoyo entre quienes se habían visto involucrados en las acciones

de mediados de mayo, pronto dejó de ser incondicional. Los estudiantes

encarcelados empezaron a ser puestos en libertad a partir del 24 de mayo, al no

podérseles probar su participación en los disturbios y saqueos del día 16; la

fragmentación del grupo era inminente.

La oposición estudiantil contra el régimen, creyó al menos haber obtenido una

pequeña victoria al despertar el “espíritu cívico” de sus contemporáneos. Lo cierto

es que con el paso de los días la oposición se fue retrayendo hasta volver al estado

previo a la elección. No obstante, resultado del descontento fue la creación de un

diario en el que participarían aquellos jóvenes quienes ya no tenían cabida en la

administración: El Demócrata, fundado en 1893.

François Guerra menciona que, desde la segunda reelección continua podía

vislumbrarse una clase política porfirista, formada por dos sectores con orígenes

diversos y cargos diferentes, donde nuevos sectores ya no tenían cabida:

a) Los civiles que ocuparon cargos en los gobiernos centrales y en las

cámaras de diputados (estatales y federal).

b) Los militares distinguidos por su partición en las diversas guerras

nacionales; ellos controlaron el poder en las regiones desde las

gubernaturas o jefaturas militares.

Para 1892, el tiempo ya había causado estragos en los tuxtepecanos quienes

debieron dejar sus funciones paulatinamente dado que, “no sabían mandar civiles”,

sin darse cuenta el relevo generacional los había alcanzado. La generación

“textepecadora” de la que Díaz se sirvió, había nacido entre 1825 -1840, participado

101 Topete Lara., “Los Flores Magón y su circunstancia”, 2005, p. 109.

64

en las guerras nacionales y acompañado al general en su ascenso político. Guerra

señala que en el porfiriato convivieron tres generaciones “los porfiristas”, “los

científicos” y “la generación azul”; el reparto de papeles para cada grupo significó

“una de las mayores debilidades del régimen, ya que los detentadores típicos del

poder regional estaban condenados por su edad a la desaparición” y no todos los

egresados de escuelas superiores pudieron ser integrados a un sistema que

descansaba en los notables de cada región, generando un descontento en la

generación azul102 .

Los que fueron participantes de los movimientos oposicionistas durante la primavera

de 1892, crearon dos diarios de corta vida. En 1893 nació La Republica dirigida por

Alberto García Granados y El Demócrata donde figuraron en los puestos de

redacción los tres Flores Magón (Jesús, Enrique y Ricardo) además de: José Ferrel,

José Blanco, Querido Moheno, Diódoro Batalla, Francisco O´Reyllí, Gabriel

González Mier. Aquellos que por sus principios ideológicos no cabían en la prensa

oficialista, encontraron un espacio de opinión en la prensa independiente que desde

sus páginas hizo frente al endurecimiento de las medidas contra la disidencia103.

Aun y cuando la difusión de la prensa en general, y de la independiente en particular,

haya sido deficiente, no deben desestimarse los alcances reales de ambas en la

conformación de la opinión pública, que si bien estaba formada por una pequeña

elite, era ésta a quien estaba dirigida y quien construía dicha opinión104.

102 Guerra, México del Antiguo Régimen a la Revolución, T. I. 2003, pp. 63-64. González, El Oficio de Historiar, La Ronda de las Generaciones, T. I, 2002, pp. 349-364. 103 Guerra, México, 2003, t. II, pp. 13-14. 104 La lectura del periódico durante el porfiriato no fue una práctica muy extendida entre el común de la población debido a los malos caminos, la dispersión poblacional y las escasas percepciones económicas obtenidas del trabajo, agregando como último factor el alto índice de analfabetismo. Florence Toussaint considera que durante la última década del porfiriato solo había en el país dos millones y medio de mexicanos con capacidad para ser lectores de periódicos. Toussaint es positiva en cuanto al manejo de las cifras Cosío Villegas manejo cifras menos alentadoras donde tan solo habría entre 15,000 y 20,000 lectores; las cifras que ofrece Cosío Villegas son poco creíbles ya que para 1897 tan solo los dos diarios que editaban los hermanos Rafael y Octavio Reyes Spindola, El Imparcial y El Noticioso tiraban 50, 000 ejemplares diarios contrastando con los 4 500 del Universal. Para Toussaint ver: http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/fmb/foromex/porfirio.htm Consultado el 5 de Septiembre; Cosío Villegas, Historia Moderna de México, 1993, p. 526.

65

Diarios de oposicionistas:

Nombre del diario Ciudad de edición

El Independiente Zacatecas

El Eco Zacatecas

El Gallito Zamora, Michoacán

El Zurriago El Paso, Texas

El Estandarte San Luis Potosí

El Fígaro Laredo, Texas

La Rosa de Tepeyac Zacatecas

El Heraldo Guadalajara

El Monitor Nogales

El Látigo San Antonio, Texas

El Diario Puebla

El Porvenir Brownsville, Texas

El Espectador Del Río, Texas105.

El sentido profundo del manifiesto

El análisis de las reformas políticas comprendidas en el Manifiesto de la Unión

Liberal, da cuenta de un proyecto equilibrado y bien construido con la intención de

limitar el poder del régimen. En sus puntos se evidenciaba un recatado descontento

iniciado con la solicitud de reducción en los gastos del ramo de Guerra por

considerarse que era tiempo de concentrar una mayor parte de los recursos

presupuestales en el mejoramiento material del país. En términos económicos se

pide que se mude de un sistema de recaudación empírico a uno basado en el

catastro y la estadística, además de proponer la supresión de las aduanas interiores

y la reducción en los aranceles comerciales. Se solicita también la creación de

programas comerciales atractivos, para que las naciones extranjeras fijaran sus

105 Cuadro compuesto con Información de El Periodismo en la Revolución Mexicana y “Los Flores Magón y su Circunstancia”.

66

capitales en el país; estas medidas marcarían el inicio de la construcción de una

economía sólida. En el aspecto social se recomendó la inamovilidad de los jueces

para favorecer la mejor aplicación de la justicia ya que de esta forma los candidatos

y las decisiones no estarían supeditados al visto bueno del ejecutivo.

Los convencionistas propusieron también la instauración de la vicepresidencia

intentando evitar en caso de falta del ejecutivo, los típicos levantamientos armados

que llevaran al país nuevamente a lo acostumbrado antes de 1876. Por último en

términos educativos se instaba a que las cámaras hicieran hincapié en la elevación

del estado intelectual de los distintos sectores poblacionales, a través de la

ampliación de la educación pública.

En el Manifiesto se pueden distinguir al menos tres grandes reformas que van contra

los intereses del presidente, a saber:

1. El reajuste del presupuesto en lo que respecta al Ministerio de Guerra

2. La iniciativa de inamovilidad judicial

3. La polémica creación de la vicepresidencia106

Recapitulando, en la mencionada Unión Liberal participó el grupo de jóvenes

políticos positivistas del que se ha venido hablando; estos vieron en la asamblea

una posibilidad para promover los cambios arriba mencionados. Evidentemente

optaron por la candidatura del general Díaz por considerar que él sería quien podría

llevar a buen puerto las aspiraciones de formar un nuevo y gran partido liberal, en

el que los proyectos fueran fruto de la ciencia, para de esa forma contribuir al arribo

del país al concierto de las naciones civilizadas. El restablecimiento de la paz con

ayuda de un gobierno fuerte había sido el primer paso, la atracción de capitales y

empréstitos que permitieran la llegada y vigorización del progreso, sería el siguiente.

Coherentes con lo expresado en el Manifiesto, algunos de los firmantes después de

estudiar su factibilidad llevaron ante las cámaras las propuestas que consideraron

106 Guerra, T. I. 2003, p. 390.

67

de mayor importancia para ser convertidas en leyes. Las que mayor controversia

causaron fueron por un lado, la independencia judicial que en su primera fase,

promovía la inamovilidad de los Magistrados de la Suprema Corte para llegar a una

segunda, donde la independencia del poder Judicial fuese una realidad, y por el

otro; la creación de la vicepresidencia con la cual se pretendía garantizar una

sucesión pacífica en caso de deceso u ausencia del jefe del Ejecutivo. La primera

fue aprobada por la Cámara de Diputados, siendo trabada por la comisión de

análisis en el Senado; la segunda corrió con una suerte semejante107.

La discusión sobre la inamovilidad abrió acaloradas disputas y posicionamientos

pues “en sus entrañas tenía un acento de insatisfacción con la política

contemporánea”. El treinta de octubre la iniciativa sobre la inamovilidad judicial fue

presentada ante la cámara de diputados favoreciendo una encendida toma de

posiciones en pro u en contra, siendo partícipes de las querellas El Siglo Diez y

Nueve, El Partido Liberal, El Monitor Republicano, El Universal, El Nieto del

Demócrata, La Voz de México, El Tiempo y La Patria.

El Siglo quien seguía la línea liberal ortodoxa, se declaró contra la reforma y se dijo

partidario del respeto a la Constitución del 57, la postura contra la iniciativa

repercutió en su plantilla laboral generando con ello la salida de dos de sus

principales escritores: Carlos Díaz Dufoo y Francisco Bulnes. Este último hasta ese

momento y junto a Luis Pombo dirigía el mencionado diario, ambos apoyaban la

mencionada reforma.

Con la partida de Bulnes y Díaz Dufoo, El Siglo debió integrar a su dirección a

Hilarión Frías y Soto, evidenciando un viraje hacia lo que los periódicos allegados

al régimen llamaron la “metafísica revolucionaria” que no era otra cosa que pugnar

en editoriales y artículos por el respeto a las ideas de los constituyentes del 57.

Tanto Bulnes como Díaz Dufoo se sumaron a la plantilla de El Universal, desde

donde apoyaron la reforma promovida por la Unión Liberal. El 21 de noviembre la

noticia se hacía pública El Universal. Este periódico en que se han refugiado los

107 Limantour, Apuntes, 1965, p. 18.

68

proscritos de El Siglo Diez y Nueve, será dirigido en su parte política por el Sr.

Francisco Bules”108.

A las acciones en contra del proyecto emprendidas por El Siglo Díez y Nueve, se

incorporó El Nieto del Demócrata desde donde sus redactoras juzgaron que:

[La Carta Magna] ya está suficientemente adicionada y corregida […] para

que se pretenda mutilarla más, destruyendo un tanto la autonomía popular.

Que jueces y magistrados perdieran con el tiempo sus energías en sus

funciones y que los jóvenes jurisconsultos animados de espíritu progresista

vieran cerradas ante sus ojos la puerta del porvenir109.

Para el 25 de noviembre algunos diarios asumieron posiciones más escépticas y

cercanas a la realidad como es el caso de El Monitor, el cual, juzgó estéril cualquier

argumentación en pro u en contra, ya que, “se hará lo que el General Díaz quiera y

ordene”. La toma de posturas fue analizada por El Nacional en su edición

correspondiente al 2 de diciembre; anotando que, en el seno del partido liberal se

vivía un cisma entre quienes estaban a favor [cismáticos] y los que se oponían

[ortodoxos] a la reforma judicial110. Lo cierto era que la última palabra la tendrían los

representantes en la Cámara de Diputados.

El proyecto emanado del grupo apoyado por los que impulsaron la reelección del

general Díaz fue puesto en discusión el 12 de diciembre. Las objeciones estuvieron

a cargo de los “constitucionalistas”: Juan A. Mateos, Rafael Arroyo de Anda,

Enrique Sort de Sanz y Guillermo Prieto; aduciendo respeto a los Constitución del

57 y señalando que de aprobarse las medidas, se estarían restando oportunidades

de integración a la judicatura a los sectores jóvenes. Los “reformistas” por su parte

se pusieron en manos de Justo Sierra, quien, antes de entrar en materia, deslindó

de cualquier responsabilidad a quienes firmaran a favor diciendo que no estarían

cometiendo traición alguna contra la Constitución del 57.

108 Díaz y de Ovando, 2006, p. 182. 109 Ibid., p. 183. 110 Idem.

69

Justo Sierra, ya entrado en el tema, recordó a la cámara que con meses de

antelación, se había disertado en la misma tribuna sobre el agudo descontento

nacional resumiendo la problemática de la nación en “hambre y sed de justicia”.

Sierra estaba consciente de que no era una circunstancia privativa de la sociedad

mexicana, sabía que tanto el hambre como la sed de justica:

[eran] el eco del grito que se escapa de las entrañas del mundo moderno

ante la intensidad profunda del malestar social”...“El espectáculo que

presenta el fin de este siglo es indeciblemente trágico; bajo una apariencia

espléndida, se encuentra tan profunda pena, que pudiera decirse que la

civilización humana ha hecho bancarrota, que la maravillosa máquina

preparada con tantos años de labor y de lágrimas y de sacrificio, si ha podido

producir el progreso, no ha podido producir la felicidad111.

Sierra –con plena conciencia de su militancia política-- se adscribió a un grupo “que

no sabía, que no podía y que no debía” eludir la responsabilidad de consentir el

avance de un siglo que había creado cuatro quintas partes de relegados del

progreso material, carentes de derechos y no favorecidos en la procuración de la

justicia. Sierra supeditó el problema social, económico y político a una cuestión de

justicia, afirmando que “las condiciones en que se administra la justicia en el país

son pésimas”112. Si los jueces en el país eran “buenos y probos”, el mal no radicaba

en ellos sino en una cuestión orgánica, para modificar esa cuestión se requería

atacar el mal de origen, es decir, reformar la Constitución.

La medida había sido discutida en la Convención Nacional no como solución sino,

como paso previo a la total independencia del poder Judicial, se creía que el día

que se contara con ella:

111 Discurso de Sierra sobre inamovilidad judicial, pronunciado en la Cámara de Diputados el 12 de Diciembre de 1893 en: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1893_192/Discurso_de_Justo_Sierra_sobre_inamovilidad_judici_87.shtml Consultado el 15 de junio de 2010. 112 Ibid.

70

Nuestra democracia estaría hecha, nuestra democracia tendría una garantía;

ese día podríamos ver tranquilos el porvenir; no constituiríamos […] una

dictadura togada, constituiríamos la única dictadura normal que la

Constitución quiere, la dictadura de la ley y la justicia113.

El texto nos ofrece una rica argumentación constitucional, quienes quisieron hacerlo

pasar como un proyecto anticonstitucional perdieron de vista que, la reforma

impulsaba la Constitución misma. Sierra comentó que los juristas de generaciones

previas querían que el pueblo mexicano avanzara hacia la búsqueda de la libertad

y el derecho, más no que se arrodillase ante dichos principios.

El campechano en su intervención, planteó que a través del ejercicio de una justicia

independiente del poder, el pueblo podría llegar a la consecución de los ideales

democráticos, “llámese al poder autoridad pública, o llámese pueblo, o llámese el

Presidente de la República”; el grupo representado por Sierra consideraba que sólo

de esa forma se podía garantizar la protección de la democracia.

Intentando asegurar el éxito de la reforma, Sierra hizo un recuento de las ocasiones

en que estuvo vigente la independencia del poder judicial para así asentar que había

precedentes. Ya en la Constitución de 1824 aparecía consignada la inamovilidad

del Poder Judicial al igual que en las Bases Orgánicas de 1843, con la diferencia

fundamental de que en estas últimas tal independencia fue relativa, pues, Antonio

López de Santa Anna, movía a su antojo a los magistrados. Al preguntarse la razón

por la cual la independencia judicial no se encontraba en la Constitución del 57,

respondió que desde el momento en que se colocó la figura de la vicepresidencia

en el presidente de la Suprema Corte de Justica, era imposible que el poder judicial

fuera inamovible114.

Uno de los puntos que encontró más resistencia por parte de quienes se oponían,

radicaba en que el grupo representado por Sierra consideraba que en una elección

abierta los electores eran poco capaces para determinar quiénes serían más

113 Ibid. 114 Ibid.

71

competentes para desempeñarse como jueces o magistrados, dado que “siempre

habrá un oráculo que les dicte los nombres de los competentes, y este oráculo,

señores, significa nada menos que el falseamiento de las instituciones y la

adulteración del sufragio popular”. Dicho punto debía ser resuelto al interior del

legislativo sin que por ello se contraviniera el sufragio popular, pues el legislativo

emanaba del pueblo y ello le confería investidura para poder hacer los

nombramientos sin recurrir necesariamente a quienes lo habían nombrado.

Para cerrar la defensa del proyecto, los reformistas dijeron que de aprobarse sería:

Un dique que [desviará] la corriente de falsedad que mina, que [disolverá] los

cimientos de nuestras instituciones, y que las [hará] aparecer como esos

magníficos edificios construidos por los arquitectos del siglo pasado, que

estamos viendo hundirse a nuestra vista115.

Finalmente, el debate comenzado a principios de noviembre de 1893 se vio resulto

con la discusión en la Cámara; los “constitucionalistas puros” vieron perdida la

primer batalla cuando en una votación reñida se les impusieron los reformistas por

la mínima diferencia de ocho votos116.

Sin embargo, las dos iniciativas que más revuelo habían levantado en la prensa –

independencia judicial y creación de la vicepresidencia– fueron consideras como

poco viables por don Porfirio. En su opinión, la creación de la inamovilidad de los

magistrados de la Suprema Corte de Justicia generaría grandes problemas, si no

se empezaba primero por la depuración del personal que en ella trabajaba, tarea

que implicaba tiempo. El tema de la vicepresidencia, fue desechado sin darle la

mayor importancia; se consideró que el puesto podría ser fuente de conspiraciones

contra la política presidencial.

El revés sufrido por los integrantes de la “Unión Liberal” los llevaría por derroteros

distintos. El gran partido que habían perfilado parecía una distante e irrealizable

idea; en su lugar brotó un grupo singular que intentó llevar a cabo los proyectos

115 Ibid. 116 Dumas, Justo Sierra I, 1992, p. 541.

72

emanados de la Unión, sin distanciarse, en la medida de lo posible de los planes

del régimen porfiriano117. Es de esta manera que la asociación pasó de ser un grupo

propositivo a grupo político sin un programa sólido y con escasas esperanzas,

compuesto por pocas pero muy reconocidas personalidades, a partir de la ola

reformista recibió de sus contrincantes el mote de “científicos”.

117 Hale afirma que “Francisco Bulnes y Emilio Pardo, hijo, siguieron refutando la elección popular de los jueces, como si la propuesta presentada por Sierra el 30 de octubre no hubiera sido objeto de revisiones”, además de considerar que el grupo era hostil a la soberanía popular al mostrar poca fe en la democracia.

73

Capítulo No. III

De la apoteosis a la ignominia

Los científicos: versiones disímbolas

Una de las “leyendas negras” que nos heredó el Porfiriato y que se consolidó con la

Revolución, es la que se refiere al “partido de los científicos”. Sus integrantes

pasaron a la historia como sajonizantes, corruptos, acaparadores, mentirosos,

racistas y, en muchos casos, como una de las principales causas del estallido de la

revolución.

La Revolución los hizo transitar al mundo de los derrotados; su trayectoria y

funciones políticas durante el régimen porfirista los convirtieron en el blanco de

ataque, con mayor énfasis después del nombramiento de Ramón Corral como

vicepresidente. Los científicos, como lo señaló Alfonso de María, fueron los villanos

del periodo118.

A fin de entenderlos a cabalidad, resulta necesario recapitular. Desde finales del

capítulo anterior se ha venido perfilado el inicio de su formación primero en la ENP,

segundo; su participación en el equipo de redactores del diario La Libertad y su

integración a las política a partir de las elecciones federales de 1880 cobijados por

Manuel Romero Rubio, tercero; su apoyo incondicional en las cámaras para la

consolidación del régimen porfirista y por último; el punto más alto que consiguieron

118 Alfonso de María y Campos, 1991, pp. 121-122.

74

que curiosamente representó también el inicio de su fragmentación en el año de

1892.

Los científicos gonzalinos “sin buen comienzo ni happy end”

Luis González en La Ronda de las Generaciones definió a los integrantes del grupo

científico como “los capitanes de la sociedad mexicana en el ocaso del siglo XIX y

la aurora del XX” “[…] prohombres del otoño del Porfiriato”. Según su interpretación

“les tocó representar la decadencia del estilo de vida romántico y liberal” por

consecuencia fueron “la tisis del antiguo régimen”119. No queriendo limitar el grupo

de análisis a los amigos de Limantour, González secunda lo que Germán Posada

llamó “generación ilustrada de 1875”.

González más que preocuparse por su denominación, se ocupa en definir a los

partícipes de dicha generación. Nos dice que Posada considera parte de ella a los

nacidos entre 1840 y 1855, mientras que Wigberto Jiménez Moreno, incluyó también

a los nacidos durante los cuarenta y todos los nacidos en la década siguiente; bajo

las anteriores premisas se forma una suerte de generación que se sobrepone al

romanticismo, difícil de delimitar pues, como se menciona “nunca se aglutinó ni tuvo

cara propia”. Muchos de esos “epirrománticos” se consideraron en algún momento

“científicos” y, fueron conocidos compañeros, colegas u amigos de andanzas de

José Ives Limantour --“epónimo de la tanda”--, todos nacidos entre 1841 y 1856120.

En términos numéricos y a decir de González, “la cifra de cien es la correcta”, para

los que con su trabajo contribuyeron a “orquestar” el atardecer liberal mexicano121.

De los cien a los que se refiere, sólo aparecen consignados en la citada obra en

número de 84; uno nacido en 1840,seis en cuarenta y uno, cuatro en el cuarenta y

dos, la misma cantidad para el cuarenta y tres, nueve para cuarenta y cuatro, tres

para cuarenta y cinco, uno para el cuarenta y siete, nueve para el cuarenta y ocho,

tres para el cuarenta y nueve, nueve para el cincuenta, tres para el cincuenta y uno,

cinco para el cincuenta y dos, seis para el cincuenta y tres, la misma cantidad para

119 González, La Ronda de las Generaciones, 2002, p. 365. 120 Idem. 121 Idem.

75

el cincuenta y cuatro, cinco para el cincuenta y cinco, ocho para el cincuenta y seis,

tres para el cincuenta y siete y para cerrar, uno solo en cincuenta y ocho122.

Por lugares de nacimiento resulta que cuando menos el 21% son del centro sur

(Estado de México, el Distrito Federal y Morelos), el noreste (Nueva León, Coahuila

y Tamaulipas) tan sólo tuvo tres partícipes, el noroeste (Sonora, Sinaloa, Durango

y las Baja Californias) participó con siete elementos, del occidente (Jalisco, Nayarit,

Colima y Michoacán de Ocampo) fueron convidados ocho, del oriente (Hidalgo,

Puebla y Tlaxcala) fueron doce, el centro-norte (Aguascalientes, Guanajuato, San

Luis Potosí, Querétaro y Zacatecas) colaboró con ocho; del lado de sur, el sureste

(Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Tabasco) se hizo ver con nueve miembros,

el suroeste (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) contribuyó con la nada despreciable

cantidad de cinco y finalmente de tierras extranjeras vinieron siete123. Buena parte

del grupo nació en años difíciles para la construcción de la nación mexicana, la

guerra México-E.U.A, la dictadura santanista y la puesta en marcha del magno

proyecto liberal.

La historiografía de la revolución mexicana hizo figurar como nacidos en cuna de

oro a muchos de ellos, aunque fueron pocos los hijos de familias poderosas, entre

ellos los siete extranjeros y once de los mexicanos enumerados. A setenta y tantos

les tocó nacer en la “clase media y [tener] fisonomía mestiza”; de los destacados,

Rosendo Pineda nació tan indio como Juárez y tan oaxaqueño como Díaz.

La mayor parte se educó en escuelas con alto prestigio en sus ciudades natales:

Guadalajara, Morelia, Puebla, Oaxaca, Mérida o México; quince probaron las

“mieles” de la Escuela Nacional Preparatoria124, ochenta ingresaron a algún centro

de estudio universitario, treinta de ellos se titularon como abogados, trece de

médicos, catorce como ingenieros, cuatro maestros, dos arquitectos, dos músicos,

dos pintores y tan solo cuatro curas pues, “la generación científica fue escasamente

122 Idem. 123 Los datos que sirvieron para forma este párrafo fueron extraídos por un lado de González, La Ronda de las Generaciones, 2003, pp. 365-380; y por el otro del, Diccionario Porrúa de Historia, Biografía y Geografía de México II Vol. Porrúa, México, 1964. 124 González, La Ronda, 2003, p. 367.

76

católica […] ya no conoció ni de milagros ni de mitologías; se educó en el repudio

de toda metafísica y cultura clásica; se formó en el culto a la ciencia”125. Antes de

entrar a la vida adulta, en mayor o menor grado la mayor parte habían dedicado sus

horas juveniles a la oratoria, el profesorado, la poesía, el periodismo y la política, se

inauguraba la etapa del profesional plurifuncional.

Una buena parte de la centena, tuvo vocación por impartir cátedra en la

preparatoria, los colegios civiles y las escuelas de estudios superiores. Por

mencionar a algunos, Porfirio Parra lo hizo en la preparatoria adueñándose de las

clases de filosofía, José Ives Limantour impartió derecho internacional en la Escuela

Nacional de Jurisprudencia y Economía Política en la Escuela Nacional de

Comercio, Francisco Bulnes impartió clases de matemáticas en el Colegio de

Minería desde los veinte años, los hermanos Pablo y Miguel Macedo tomaron su

parte en la Escuela Libre de Derecho, etcétera.

Luis González asevera que 1877 es el año clave de “la irrupción tumultuosa de

nueva gente en la vida pública, [a raíz de la] quitada de mandos a los reformistas

[…] manque fuera como principiantes en alguno de los puestos de elite […]

comenzaron a dar color, el color gris de los científicos”126. Ya posicionados

debatieron las “utópicas” ideas de la generación previa; para ellos, México no era la

tierra rica y fértil de la que los reformistas hablaban; Macedo por ejemplo escribió

que “nuestro suelo [era] fabulosamente rico en la leyenda; difícil y pobre en la

realidad” además de sólo contar “con maravillas que encantan la vista” y Bulnes

remató: “es una gran maldición nacional el tener medio cuerpo en el trópico”. Con

los años y su afianzamiento en la escena nacional, se les tachó de racistas y

sajonizantes por asegurar que “diez mil emigrantes europeos valen más que cien

mil indios pelados, léperos, rotos y holgazanes”127.

Poco a poco, los científicos constituyeron una elite, urbana fundamentalmente, que

a la larga se inmiscuyó en los principales asuntos políticos, económicos y sociales

125 Ibid., p. 368. 126 Ibid., p. 370. 127 Ibid., p. 371.

77

acaecidos en el país. En lo económico, una parte de ellos se convirtió en la pujante

clase empresarial que entre otras cosas diversificó sus inversiones y tuvo negocios

que iban de la industria textil a la minería, tanto en el rubro de los metales precisos

como industriales, además, sus capitales estaban en los ferrocarriles, en la banca,

la construcción, el comercio de importación y exportación asociados con

connacionales y extranjeros, claro que no en la misma medida que el capital

extranjero-

En lo político, supieron mimetizarse con el régimen sin generar mayor trastorno a

Díaz, demostrando –según su criterio-- que cuando se aplicaba la “ciencia” a la

realidad nacional, se lograba una mayor eficacia; la suerte los favoreció de tal modo

que en mayo de 1893 fue nombrado --a raíz de la muerte de Manuel Dublán--- José

I. Limantour como Ministro de Hacienda. Con él a la cabeza pronto el grupo se hizo

notar; en un país que vivía constantemente en el déficit, fue todo un acontecimiento

que para 1895 se pudieran estabilizar ingresos y egresos, además de que a partir

de1896, hubiese un superávit128. El grupo se anotó un punto más ese mismo año al

suprimirse las adunas interiores y eliminarse las alcabalas; punto de reforma que

habían propuesto en 1892 en el Manifiesto de la Unión Liberal-129.

La época dorada de los científicos no podía durar para siempre, las críticas contra

ellos que siempre habían existido, se acrecentaron después del nombramiento de

Ramón Corral como vicepresidente llegándoseles a echar en cara:

[…] su desmedido amor al mando, su afán de lucro, sus crecientes

concesiones a los extranjeros, su ciencia sosa, su insensibilidad para el

misterio y la religión, su monotonía solemne y aburrida, su alarde de

mármoles, maderas finas, escudos y joyas. Las acusaciones de

128 La crisis económica de 1892 fue sorteada satisfactoriamente por las medidas tomadas tanto por Matías Romero como por, Limantour; dichas medidas consistieron por un lado en la disminución de sueldos a la burocracia que permitiera un ahorro mayor y, en el aumento de algunos impuestos como al tabaco y al alcohol. El superávit habido durante el bienio que corre de 1894-1896 reporto a las arcas naciones dos millones y medio de pesos. Alfonso de María y Campos Castelló, José Yves Limantour, El caudillo mexicano de las finanzas (1854-1935), 1998, p. 65. 129 Ibid., p. 373.

78

monarquismo, capitalismo, extranjerismo, positivismo, ateísmo,

aburrimiento, orgullo y mal gusto se hacían principalmente a los

limanturistas130.

Luis González afirma que a ninguna de las generaciones pasadas a lo largo de la

historia del país le fue tan mal como a la “científica”. En los siguientes términos,

fueron vapuleados por los intelectuales de la revolución y posrevolución sin tener la

posibilidad de replicar los argumentos vertidos en su contra. Sus bienes fueron

incautados y en muchas ocasiones se apropiaron de ellos, como es el caso de

Bulnes, de quien se llevaron su biblioteca a cuatro ciénagas sin posibilidad de

recuperarla.

La caída del régimen al que se adscribieron finiquitó en gran parte su actuación

política en los gobiernos que le siguieron a Díaz. En los últimos meses de la centena

epirromántica pasaron muchos de ellos inadvertidos; sesenta mueren en la capital

“sin pena ni gloria”, cinco “como perros” en la nación del norte, siete en otros países

y diecinueve en provincia. Dejando su definición para el final Luis González

caracterizó a generación como:

Una pléyade de metropolitanos, ya por nacimiento, ya por naturalización,

producto de la clase media, formada en el positivismo […] más conocedora

de las teorías y modas del viejo mundo que de la realidad de su propio país

[…]. A partir de 1893 [comparte] la dirección del país con […] Porfirio Díaz y

pudo, con sus gestiones, darle figura de tecnocracia al gobierno porfírico, de

ciencia a los estudios del hombre y la naturaleza y el hombre, y de realismo

a la literatura y el arte131.

A continuación se enumeran los hombres que Luis González consideró

pertenecientes a la generación científica:

130 Ibid., p. 378. 131 Ibid., p. 380.

79

Fecha de

nacimiento

Lugar de

nacimiento

Nombre Profesión Fecha

de

muerte

1840 Edo. de México. José María

Velasco

Pintor 1912

1841 Tamaulipas Alejandro Prieto Ingeniero 1921

1841 Cd. de México Santiago Ramírez Ingeniero 1922

1841 Cd. de México Manuel Villada Militar 1924

1841 Guanajuato Francisco Z. Mena Militar 1908

1841 Puebla Eulogio Gillow Arzobispo 1922

1841 Cd. de México Alfredo Chavero Abogado 1906

1842 Edo. de México Mariano Bárcena Botánico 1899

1842 Veracruz José Díaz

Covarrubias

Abogado 1883

1842 Veracruz Francisco del Paso Médico 1916

1842 Cd. de México Agustín Rodríguez Abogado 1920

1843 Campeche Olegario Molina Político

1843 Mérida José Peón

Contreras

Médico 1907

1843 Michoacán Jacinto Palleres Jurista 1904

1843 Cd. de México Eduardo Noriega Periodista 1914

1844 Madrid Enrique Olavarría Escritor 1918

1844 Veracruz Roberto A. Esteva Ingeniero 1899

1844 Veracruz Julio Zárate Abogado 1917

1844 Cd. de México Vicente de P.

Andrade

Sacerdote 1915

1844 Cd. de México Ricardo Vértiz Medico 1888

1844 Cd. de México Eduardo Tamariz Arquitecto 1886

1844 Cd. de México Domingo

Orvañanos

Médico 1919

1844 Tabasco Arcadio Zentella Periodista 1920

1844 Madrid Telésforo García Periodista 1918

1845 San Luis Potosí Filomeno Mata Periodista 1911

1845 Michoacán Félix Parra Pintor 1919

1845 Puebla Félix María

Alcérreca

Notario y

Músico

1937

1847 Cd. de México Francisco Bulnes Ingeniero 1924

1848 Veracruz Teodoro Dehesa Político 1936

1848 Hidalgo Roberto Manterola Abogado 1901

1848 Cd. de México Rafael Rebollar Abogado 1915

80

1848 Veracruz Rafael de Zayas Abogado 1932

1848 Campeche Justo Sierra Abogado 1912

1848 Veracruz José María

Villasana

Periodista 1904

1848 Cd. de México Guillermo Landa y

Escandón

Político 1927

1848 Campeche Francisco Sosa Escritor 1925

1848 Zacatecas Elías Amador Escritor 1917

1849 Coahuila Manuel Acuña Poeta 1873

1849 Tabasco José Rovirosa Ingeniero 1901

1849 Puebla Alberto García

Granados

Ingeniero 1915

1850 Nueva York Tomás Braniff Empresario 1905

1850 Nuevo León Miguel F. Martínez Educador 1919

1850 Jalisco José López Portillo

y Rojas

Abogado 1923

1850 Yucatán Francisco Molina Abogado 1932

1850 Alemania Francisco Cosmes Periodista 1907

1850 Jalisco Bernardo Reyes Militar 1913

1850 Cd. de México Alberto Bianchi Dramaturgo 1904

1850 Cd. de México Agustín Cuenca Periodista 1884

1850 Michoacán Agapito Silva Escritor 1896

1851 Durango Ricardo García

Granados

Ingeniero 1930

1851 Cd de México Pablo Macedo Abogado 1919

1851 Cd. de México Miguel Shultz Educador 1922

1852 Cd. de México Leopoldo Batres Arqueólogo 1926

1852 Cd.de México Juan de Dios Peza Poeta 1910

1852 Aguascalientes José Guadalupe

Posada

Pintor 1913

1852 Durango José Guadalupe

Aguilera

Químico 1941

1852 Guanajuato Francisco Flores Médico 1931

1853 Veracruz Rafael Delgado Escritor 1914

1853 Guanajuato Ponciano Aguilar Ingeniero 1935

1853 Asturias Iñigo Noriega Empresario 1920

1853 Saint-Martory Ernesto Pugibet 1915

1853 Veracruz Salvador Díaz

Mirón

Poeta 1928

1853 Nayarit Antonio Rivas Arquitecto 1926

81

1854 Guerrero Victoriano Agüeros Periodista 1911

1854 Sonora Ramón Corral Político 1912

1854 Chihuahua Porfirio Parra Médico 1912

1854 Cd. de México José I. Limantour Economista 1935

1854 Zacatecas Ernesto Elorduy Músico 1913

1854 Chihuahua Enrique Creel Empresario 1931

1855 Oaxaca Rosendo Pineda Abogado

1855 Oaxaca Rafael Pimentel Abogado 1929

1855 Durango Rafael Cisneros Abogado 1933

1855 Bruselas José Negrete Escritor 1883

1855 Cd. de México Ángel Gaviño

Iglesias

Médico 1921

1856 Oaxaca Pascual García Abogado 1927

1856 Cd. de México Miguel Macedo Abogado 1929

1856 Michoacán José Mora Arzobispo 1928

1856 Campeche José Castellot

Batalla

Banquero 1938

1856 Cd. de México Ignacio del Villar Geneologo 1946

1856 Michoacán Francisco

Plancarte

Arzobispo 1919

1856 Chiapas Emilio Rabasa Abogado 1930

1856 Cd. de México Agustín Miguel

(Manuel)

Chávez

Ingeniero 1902

1857 Hidalgo Roberto Gayol y

Soto

Ingeniero 1936

1857 Suiza Enrique C.

Rébsamen

Educador 1904

1857 Chihuahua Daniel Muñoz

Lumbier

Médico 1908

1858 Tabasco Joaquín Casasús Abogado 1916

Como se narró con anterioridad, 1892 es el año en que no sólo se realizaron las

elecciones federales correspondientes a la tercera reelección de Porfirio Díaz, es

también, el año en que las protestas antirreeleccionistas saltaron de las páginas de

los diarios oposicionistas a la vía pública. De manera paralela 1892 marca también

el viraje de las acciones de los miembros del grupo “proto-científico” que al saber

que en el camino político se reducían sus posibilidades, decidieron –los más-

82

dedicarse a sus asuntos personales y otros –los menos- a la “modernización

administrativa” del régimen, siendo estos últimos parcialmente favorecidos por el

nombramiento de José Ives Limantour como Oficial Mayor de Hacienda 27 de mayo

de 1892 y un año más tarde, ministro. Limantour, al tener los reflectores en su

persona, alumbró al grupo que a su lado estaba, compartiendo los halagos y las

suspicacias que implicaba estar en aquella posición132.

Los científicos en la opinión de uno de ellos: José Ives Limantour

Al ascenso de José Ives Limantour a la Secretaría de Hacienda, se pensó abriría la

puerta a la realización del programa que la Unión Liberal había presentado a la

nación en abril de ese mismo año. Pero las propuestas de la Unión tendrían que

esperar dado que no contaron, desde el inicio, con la anuencia del Gral. Díaz. Para

comprender mejor las razones y el desempeño de esa asociación de pensamiento

conviene escuchar a uno de sus protagonistas.

José Ives Limantour nació en la ciudad de México el 26 de diciembre de 1854, hijo

de Adèle Marquet y Joshep Limantour; Limantour padre, durante buena parte de su

vida, fungió como capitán de una navío de bandera francesa; ya en su mayoría de

edad se le menciona como comerciante en playas mexicanas teniendo una ruta

complicada: del Atlántico al Pacífico por Tierra de Fuego. No se tienen datos

precisos de cuándo y bajo qué razones el capitán se trasladó y estableció en la

Ciudad de México, sin embargo, se sabe que a partir de 1845 empezó a consolidar

la fortuna. Para esa misma fecha se sabe que vendía armas al gobierno mexicano,

como lo expresa un contrato por 143 448 pesos por la compra de cartuchos,

espadas, lanzas, mosquetones, rifles con bayoneta y sables. En la década siguiente

se aprecia una diversificación en sus negocios; adquirió y arrendó de fincas

obtenidas por las leyes de desamortización, además de figurar como prestamista a

132 Guerra, T. II, 2003, pp. 82-84.

83

mediano y corto plazo ejemplo de ello; son los préstamos realizados a algunos

prohombres del liberalismo como los 10 mil pesos que prestó en 1851 a José Higinio

Núñez, secretario de Hacienda durante el gobierno de Juárez. En los registros

aparecen también Guillermo Prieto con un adeudo de 7 000 mil pesos, Ignacio

Zaragoza con 2 000 mil pesos y Manuel Doblado, entre otros tantos. Ya en los

cincuenta, la fortuna Limantour aparece como una de las más importantes en la

capital, de ahí que los grupos políticos en pugna en aquellos críticos años quisieran

hacerse del apoyo del capitán Limantour133.

En 1854 nació el primer hijo del capitán, fiel a la costumbre fue bautizado como

José. La riqueza del padre permitió a Limantour llevar una vida holgada, gozando

de todas las facilidades requeridas para dedicarse al estudio, pero, a diferencia del

padre, no gozó de vigor físico, siendo delicado de salud. Sus padecimientos y las

costumbres la época lo llevaron a estudiar las primeras letras en escuelas

particulares y con tutores donde además de inglés aprendió el idioma paterno. En

1869, después, de un viaje en busca de atención médica al viejo continente,

Limantour ingresó a la ambiciosa Escuela Nacional Preparatoria. Las condiciones

de salud de Ives, lo obligaron a concluir el programa preparatoriano diseñado para

cinco años en tan solo dos y medio, desde este momento contó con el

reconocimiento de lo más granado del positivismo liberal: Manuel Fernández Leal,

Manuel Payno, Leopoldo Río de la Loza y el mismo Gabino Barreda quien, al

convertirse en miembro de la legación mexicana -1878- en Berlín invitaría e José

Ives como primer secretario siendo declinada dicha invitación134. Recién terminada

su formación preparatoriana se incorporó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia

en donde, y al igual que en la preparatoria, concluiría su formación recibiéndose

como abogado en solo tres años, esto entre 1872 y 1874. Su perspicacia y

habilidades le sirvieron para ganarse el afecto de sus maestros: Protasio Tagle,

Joaquín Eguía Liz, Jacinto Pallares, Emilio Pardo, José Ma. Lozano, Isidoro Montiel

y Duarte y Guillermo Prieto. Pensando en que en Europa podía aumentar sus

133 Alfonso de María y Campos Castelló, José Yves Limantour, El caudillo mexicano de las finanzas (1854-1935), CONDUMEX, 1998, pp. 19-24. 134 Alfonso de María y Campos Castelló, 1998, pp. 24-28.

84

conocimientos jurídicos emprende en 1875 un viaje de estudio al lado de uno de

sus profesores, Francisco de Paula Segura. En el viejo continente da los primeros

pasos en el estudio de economía política y administración pública135.

Es también durante este viaje que Limantour decide optar por la nacionalidad

mexicana136. Poco antes de decidir convertirse en connacional su padre le decía:

Para las once de la noche del 26 de diciembre tendrás ya 21 años y serás tú

el que decida qué hacer. Lo que decidas tú estará bien para mí, pues no

quiero que jamás me digas hubiera hecho esto de otra manera. Es tu decisión

y sólo tuya […] Sobre tu nacionalidad no le preguntes a nadie y haz lo que tú

quieras.

A principios de 1876, durante su estancia en Italia, se sirvió de las cartas de

recomendación que el presidente Sebastián Lerdo de Tejada le había otorgado a

petición de su padre, el cónsul en Roma, Jesús Castañeda certificó el acto137.

A su regreso a México –a finales de 1876 con una preparación de la que pocos

gozaban− el futuro ministro desempeñó diversas actividades orientadas al ejercicio

de su profesión, y a contribuir en la administración y aumento de las propiedades

familiares. Sus quehaceres se diversificaron con su nombramiento –también

durante 1876− como profesor de Economía Política en la Escuela Nacional de

Comercio, en sustitución de uno de sus ex profesores, el hacendista liberal Manuel

Payno. No pasó mucho tiempo para que José mostrara sus habilidades,

otorgándosele la cátedra de Derecho Internacional Público y Privado, en la Escuela

Nacional de Jurisprudencia, esta vez sustituyendo al “sabio” José Díaz

Covarrubias138.

135 Ibíd., pp. 24-26. 136 Limantour al nacer en México podía optar por la nacionalidad mexicana o según el Ius sanguinis, hacerse merecedor de la nacionalidad francesa por la filiación parental. 137 Ibíd., p. 26. 138 Cabe mencionar que estos puestos iban avalados por la firma del Gral. Díaz.

85

A sus múltiples actividades deben agregarse un par más: asesor-consultor del

gobierno139 y editor. Adquirió un periódico especializado en temas jurídicos, El Foro.

Y a partir de 1877 se hicieron cargo de la redacción del diario sus ex profesores

Francisco de Paula Segura y Jacinto Pellares, además del propio Limantour. El

periódico había sido fundado por Justo Sierra en 1874, al dejarlo, Sierra al lado de

su hermano Santiago y Jorge Hammeken y Mejía decidieron fundar otro histórico

diario, La Libertad140.

En su trabajo como dueño y editor que fue de El Foro entre 1877 y 1883, desempeñó

una labor distinta a lo acostumbrado en dicha publicación que originalmente estaba

dirigida a expertos en leyes, en la publicación se incluyeron temas novedosos para

los diarios mexicanos como la economía y las ciencias sociales. Limantour

aprovechó el diario para mostrar su talento como experto en leyes y conocedor de

temas de carácter público. El Foro atacó algunas de las disposiciones fiscales que

el gobierno implementaba por aquellos años141.

Analizando las cosas en perspectiva y dando una importancia mayor a La Libertad

debemos ver en ambos periódicos una dupla bien constituida; Sierra desde La

Libertad --hasta antes de la muerte de su hermano Santiago-- presentó y defendió

una plataforma política que entre otras cosas pugnaba por reformar la Constitución

de 1857; dicha reforma debía atender a la realidad y no a ideales “utópicos”. Las

circunstancias, creían lo redactores, eran las propicias dado que ni el gobierno de

Díaz ni el de Manuel González, habían podido crear una “ideología consistente”142.

El programa de reforma política se vio complementado por las reformas de carácter

económico que eran promovidas por Limantour desde El Foro; por estas fechas

139 Alfonso de María considera que es en esta labor donde adquirió una mayor práctica que le permitiría llegar a la Secretaria de Hacienda. Su primera labor como consultor la realizo a penas a los 22 años sirviendo como secretario de una comisión que debía dictaminar la prudencia de realizar un tratado de intercambio comercial con los estados unidos que no fructifico, lo interesante de este asunto es que tuvo la oportunidad de convivir como colega de lo más granado del mundo empresarial mexicano, en dicha comisión participaron entre otros Manuel terreros, Mariano Riva Palacio, Joaquín García Icazbalceta, Manuel Mendoza Cortina, Antonio Mier y Celis, etc. 140 Alfonso de María y Campos, Limantour, p. 31. 141 Ibíd., pp. 31-32. 142 Ibíd., p. 33.

86

también nació la idea de que Matías Romero era la fuente de información de

Limantour, cabe mencionar que el equipo de EL Foro no apoyaba la política

hacendaria implementada por José Landero y Cos ministro de hacienda en ese

momento143.

La década de los ochenta traería una serie de cambios importantes para la vida de

Limantour. El envejecimiento de su padre lo obligó a asumir más responsabilidades

en los negocios familiares y, por otro lado, también formó su propia familia al casarse

con María Teresa Cañas. En noviembre de 1880 nació su primera hija y fue

bautizada nada menos que por Porfirio Díaz; la década pintó bien para José Ives,

dejemos que hable el padre:

Pepe trabaja mucho, tiene una buena clientela, es profesor de economía

política en la Escuela de Comercio, diputado y la profesión de abogado libre.

Solamente como diputado gana 15 000 francos al año. Como te podrás

figurar tan solo con eso se puede vivir. En este momento es abogado de dos

empresas ferrocarrileras que para empezar le han dado 500 acciones de 500

francos cada una y honorarios no fijos de alrededor de 25 a 30 000 francos

al año. Tiene también intereses en una casa de bolsa y ha obtenido la

concesión del gobierno para otros negocios con diversos socios. Como

podrás ver, no tiene necesidad de romperse la cabeza para el futuro.

Además, como se cree que el compadre de Pepe, el general Díaz, será (otra

vez) dentro de dos años Presidente de la República, Segura (su maestro y

socio) y él serán diputados. En fin, Pepe es muy amigo del general Díaz

[…]144

Lo que el padre adelantaba en 1880 empezó a hacerse realidad a mediados de

1882; Limantour hijo agradece tanto a Porfirio Díaz como al entonces gobernador

de Oaxaca Martín González, por haber quedado electo como diputado por el tercer

distrito de Ocotlán. Pronto se decepcionó del rumbo que la política mexicana estaba

143 Ídem. 144 Ibíd., p. 37.

87

tomando en manos de los gonzalistas, alejándose de ella y emprendiendo un viaje

más a Europa, pues consideró que sus viajes anteriores le habían servido de poco,

“[…] vería yo las cosas –escribía “Pepe”—no bajo el prisma de la niñez, bajo el

noviciado de la vida, sino en condiciones de poder aprovechar algo de lo mucho que

México podría y debería imitar hoy”145.

Limantour vuelve a México en agosto de 1884 después de dieciséis meses de viaje,

al volver se convierte en cierto sentido en un agente político de conciliación a favor

del recién instalado Porfirio Díaz. Habían pasado pocos días después de la segunda

toma de posesión (1-Dic-1884), en enero de 1885, cuando Limantour se comunicó

–por petición de Díaz– con el general Gerónimo Treviño para solicitarle no romper

relaciones con el recién llegado a Nuevo León, Francisco Naranjo, quien había

fungido como Secretario de Guerra durante el gobierno de Manuel González y tenía

fama de ser amigo del dinero y la vida licenciosa146.

Tras la muerte del padre (1885), Limantour se concentró en sus actividades

personales cuando menos hasta 1888, cuando una nueva crisis de salud lo obligó

a salir del país en busca de mejores condiciones para su recuperación. José Ives

aprovechó este viaje para hacer contactos con el mundo financiero europeo, que

más adelante serían de gran ayuda para los empréstitos que requirió el país para

financiar el progreso. Alfonso de María considera que este viaje sirvió para precisar

el núcleo del que se constituiría en él grupo científico, dado los temas y la fluidez

con que escribió Limantour a Romero Rubio (El Jefe), Rosendo Pineda y Joaquín

Casasús147. En la correspondencia de 1888 puede encontrase también la famosa

ecuación que Limantour consideraba la correcta para el porvenir nacional:

¡Díaz=reconocimiento extranjero= crédito=prosperidad de México!

145 Ibíd., p. 38. 146 Ibíd., pp. 39-40. 147 Ibíd., p. 45. En la correspondencia cruzada entre Limantour, Casasús y Pineda se refieren a Romero Rubio como el jefe. Campos Castelló señala que sin los varios viajes que Limantour realizo a Europa no hubiese sido posible tener una evidencia documental de lo que acontecía en las altas esferas de la política nacional.

88

La tercera reelección del general Díaz marca el umbral de la participación política

del grupo “científico” en la palestra pública. Se ha mencionado ya que algunos

miembros del llamado grupo “científico” apoyaron las reformas constitucionales que

permitieron primero la reelección simple (1888) y posteriormente la consecutiva

(1892). Este último año marca la integración de Limantour a la cúpula política del

país; la muerte de Manuel Dublán posibilitó su ascenso, primero como Oficial Mayor

y un año después como Secretario de Hacienda, marcando el inicio de 18 años al

frente de ese ramo.

En la correspondencia privada que Limantour mantiene durante 1893, delinea los

trazos del programa que pretendía llevar a cabo como cabeza del Ministerio de

Hacienda. Entre otras cosas, Limantour planeó “la nivelación de los presupuestos,

el arreglo a la deuda pública, la supresión de alcabalas, la legislación de los bancos,

[y] la conversión de la deuda externa”148. Haciendo un recuento de los proyectos

anteriores, puede decirse que la nivelación presupuestal fue conseguida entre 1895-

1896, la eliminación de las alcabalas se llevó a buen fin en 1896, la ley sobre

instituciones bancarias fue emitida cuando corría 1897, el arreglo de la deuda

pública y la conversión de la deuda externa fueron resueltas con maestría en 1899.

Para 1900 el secretario de hacienda había dado pasos firmes para que México fuera

visto como una nación civilizada y próspera149.

Limantour, el político

Se ha venido hablando de la participación política de Limantour antes de su llagada

al Ministerio, en adelante abordaremos sus participación a partir de sus

nombramiento como secretario de Hacienda; para ello usaremos sus memorias que

aunque no son una fuente imparcial de los hechos, si nos ofrecen la posibilidad de

148 Ibíd., p. 93. 149 Luis Aboites Aguilar, “Alcabalas porfirianas. Modernización tributaria y soberanía estatal”, en Historia Mexicana, vol. LI, no. 002, pp. 363-365.

89

entender la forma en la que pensaba el ministro, completando el cuadro con el

análisis que de él han hecho otros escritores en etapas posteriores al proceso del

que estamos hablando.

Aun y cuando Limantour ya era conocido en la palestra pública y los altos círculos

oficiales, su conducta empezó a ser centro de atención de forma constante, a partir

de la última década del siglo XIX. Ser la cabeza de una de las secretarías más

importantes de la administración pública lo hizo figurar desde muy temprano, como

un posible sucesor de Díaz; ya desde 1894 en los diarios se corría el rumor, como

se lee en EL Universal “El señor Limantour, sólo se ocupa de cifras, y fuera de la

cuestión de cifras, nosotros no nos ocupamos del señor Limantour”.

La cercanía y franqueza que tenía para con Porfirio Díaz alimentaba por sí misma

cualquier clase de rumores, en 1892 después de la publicación del primer número

de las memorias del General Díaz le decía a este, a propósito de las anteriores:

¿Por qué entonces despertar recuerdos penosos, abrir de nuevo heridas

cicatrizadas, provocar celos o despechos y suscitar, en todo caso,

discusiones polémicas, no de aquellas que puedan dirimirse a la luz pública,

sino de las que no pasan de los corrillos y por lo mismo llevan más ponzoña

y tienen menos correctivos150.

Limantour podía no conocer por sí mismo las intrincadas tierras que componían el

territorio nacional pero, no por ello no estaba al tanto de las situaciones particulares

de cada región. En palabras de Alfonso de María “[Limantour] era en este sentido

como un médico que le tomaba el pulso diario al país y controlaba su torrente

sanguíneo desde Mexicali hasta Cozumel o Tapachula”, conocía la situación

existente en el país gracias a una atención constante a las misivas que recibía de

administradores de aduna y timbre, de los gendarmes fiscales151.

Bien sabido es que Limantour gozaba de la simpatía del General Díaz, este lo hizo

figurar como su favorito para sucederlo en la presidencia del país; una de esas

150 Limantour, 1998, pp. 64-65. 151 Ibíd., p. 67.

90

ocasiones fue en 1899 cuando se acercaban las elecciones de 1900. Durante ese

proceso Díaz aparentemente había renunciado -- al menos ante Rosendo Pineda

“el volcán juchiteco”— a la presidencia del país por favorecer a Limantour, durante

una de las conversaciones que Díaz sostuvo con Pineda se retractó aduciendo que

cómo iba a “renunciar a la mano de doña Leonora”, esto es, declinar una oferta que

aún no le habían hecho, en otra charla el general decía “al volcán”:

Los trabajos pueden iniciarse sin que yo renuncie, ni de él manifiesto. O

puedo dar el manifiesto sin renunciar… Porque no dude usted que habrá

gobernadores que por más que yo les diga no han de creer en la candidatura

de Pepe, pues son más papistas que el Papa, y se han de obstinar en

votarme: para ese caso es conveniente que yo tenga libertad de aceptar mi

candidatura si la de Pepe no prende bien152

Lo cierto es que nuevamente Díaz había hecho uso de la intriga para presentar su

reelección como la opción más adecuada para el porvenir nacional. La elección se

dio sin complicación alguna siendo festejada por las colonias extranjeras quienes

en desfile celebraron el inicio del siglo XX con Díaz a la cabeza.

Fue entonces cuando “el caudillo de las finanzas” dedicaría una buena parte de sus

esfuerzos a brindar apoyo y atenciones para encumbramiento de Justo Sierra como

ministro. Sierra con la anuencia de Limantour, ocupó en primer lugar la

subsecretaria de Educación, con Justino Fernández a la cabeza de la Secretaría de

Justicia e Instrucción Pública Al erigirse en 1905 como tal la Secretaría de

Instrucción Pública, Sierra sería el primer secretario permaneciendo en ella cuasi

hasta el final del régimen.

Volviendo a las intrigas que siempre traían las elecciones, esta vez tocaba a las del

periodo presidencial que correría de 1904 a 1910. La organización de esta

reelección fue encomendada a la llamada Convención Nacional Liberal; entre los

rumores sonó el nombre de Limantour como candidato, pero también se escuchó

152 Díaz se refiera a un manifiesto que había redactado con ayuda de Rosendo Pineda, en el mencionado manifiesto declinaba su candidatura para que José Ives Limantour continuara por ese camino. Alfonso de Maria y Campos, 1998, pp. 92, 99.

91

con fuerza el nombre del general Bernardo Reyes. Pronto los reyistas se dieron a la

tarea de fundar algunos diarios como El Rey que Rabió, el Correo de México y La

Protesta, desde donde se inició una feroz campaña contra los científicos por parte

de los conocidos periodistas antirreeleccionistas: Luis del Toro, José Ferrel,

Heriberto Barrón, Luis Cabrera, Diódoro Batalla, Salvador Díaz Mirón, entre otros.

Una de las notas que ocupó las páginas de La Protesta tuvo como consecuencia la

salida del gabinete del General Bernardo Reyes, al descubrirse que su hijo Rodolfo

era quien instigaba las críticas, se decía de Limantour:

1ª. Diga si es cierto, como lo es, que nació de padres franceses.

2ª. Diga si es cierto, como lo es, que éstos los fueron siempre, desde su

nacimiento hasta su muerte.

3ª. Diga si es cierto, como lo es, que él se consideró francés durante su

infancia y primera juventud.

6ª. Diga si es cierto, como lo es, que el más insubordinado del Trust lo es el

Volcán Juchiteco.

7ª. Diga si es cierto, como lo es, que aspira a ser Presidente y hace política

para ello, (puede hablar con franqueza, no es delito).

8ª. Diga si es cierto, como lo es, que la Presidencia solo la espera por el

concurso de dos voluntades; la de Díaz para dársela y la de Reyes para

sostenérsela.

10ª. Diga si es cierto, como lo es, que ya son muchos los negocios del Trust

científico.

11ª. Diga si es cierto, como lo es, que a nadie se desprecia como a los

Científicos, por saber que solo son convenencieros.

¡Ay del Ministro si calla! Quedarán eternas estas posiciones y se le declarará

confesó a la segunda citación153.

153 Ibíd., p. 105.

92

Herido por los ataques, Limantour escribió en forma confidencial a Porfirio Díaz el 5

de junio de 1903 una larga carta en donde, además de señalar el éxito obtenido en

la solicitud de un empréstito con el que se pensaba adquirir el mayor porcentaje de

las acciones de los ferrocarriles nacionales, señalaba también cuestiones de índole

personal; en defensa del grupo y de él mismo:

Se nos presenta a la nación como un grupo de ambiciosos e intrigantes,

capaces de hacer las mayores infamias, ávidos de riquezas y de puestos

públicos; se me niega hasta la nacionalidad, y mi reputación que en diez años

de Ministro nadie se había atrevido a tocar, anda ahora arrastrada en el fango

por unos papeluchos. Todo lo más sagrado: la familia, el hogar, ha sido

salpicado con la baba de la calumnia.

En tono más personal se desahoga con el “caudillo”:

¿Y qué he hecho para merecer tanta execración? Se me suponen

ambiciones políticas, y eso es todo, porque mientras no se me levanto ese

falso testimonio, solo se escuchaban alabanzas de mi gestión hacendaria; y

hoy, que han surgido por otro lado las aspiraciones mal contenidas, los

órganos de esas aspiraciones no solamente me atacan en el terreno político,

sino que me califican como el más nefasto de los Ministros de Hacienda. […]

no me parece justo que se me atribuyan [ambiciones políticas] cuando no las

tengo, y lo que es peor, que se me ataque duramente por ello154.

Alfonso de María considera que, la carta es una clara muestra de la psicología de

Limantour que más allá de sentimentalismos deja ver la lealtad y el orgullo que lo

caracterizaron. El 25 de junio del mismo año, Díaz respondió a Limantour

demostrando que cuando menos desde 1896, tenía la idea de que Limantour lo

sucediera como cabeza del ejecutivo:

154 Ibíd., p. 114.

93

La Convención Nacional acaba de dar fin a sus trabajos, notificándome que

soy un candidato para la próxima elección. Con ese hecho queda marcado

el camino que Ud. indicó a nuestros amigos políticos, como resultado de

nuestra última conversación relativa en que Ud. me obligó a prescindir de mi

propósito de 1896 para evitar el cacareo de la prensa de oposición contra la

candidatura de Ud. que aún no propuesta francamente porque no llegaba su

oportunidad, dicha prensa la suponía bien indicada por las combinaciones

que se iban realizando en la organización política de los Estados155.

En el tiempo transcurrido entre el envío de la carta de Limantour y la respuesta de

Díaz, se inició y llegó a su fin la Convención Liberal, donde Francisco Bulnes,

haciendo uso de sus dones de tribuno, pronunció un discurso que le ganó una gran

cantidad de aplausos, y críticas, debido a la polémica narrativa que le imprimió.

Entre el grupo considerado “científico”, Limantour, se “quedo perplejo y hasta

preocupado y estuvo de acuerdo con Sierra en que era un peligroso disparate”, el

“volcán juchiteco” por su parte, concordó con los juicios que Bulnes vertió, este

episodio sirve un tanto para apreciar que por esos tiempos (1903) los llamados

científicos no tenían una opinión consensada y definitiva sobre un mismo aspecto156.

Pineda que había sido quien más gustó del discurso de Bulnes, decía en

correspondencia a Limantour:

El país tiene tanto deseo y necesidad de vida pública que nuestro movimiento

práctico y por eso eficiente encontró en todas partes un eco simpático y

nuestras ideas y programa político incendiaron los ánimos de los

convencionales y comunicaron su calor a esta misma sociedad inerme de la

Metrópoli. La prueba la puede Ud. ver y sentir en todo lo que nos han dicho

y nos dicen aún capitaneados por el famoso Frías y Soto y el no menos

célebre asesino Díaz Mirón.

155 Ibíd., p. 115. 156 Idem. El discurso de Bulnes será analizado en la sección respectiva.

94

Pineda advierte primero la polémica desatada por el discurso y después, la actitud

de Díaz:

Bulnes ha contestado la diatriba-denuncia de Hilarión y ha resultado mejor

que su discurso porque en la contestación ha podido explicar y suavizar

algunos pasajes ásperos o atrevidos del discurso. Y como decididamente la

opinión imparcial está con nosotros esto los irrita hasta la desesperación.

Dios nos ampare en el chubasco de ignominias que nos espera a pesar del

propósito del caudillo, de ordenar la suspensión de hostilidades periodísticas,

hostilidades que el mismo ordenó y reglamentó157

Sobre el discurso, Díaz no tenía un buen concepto pues consideró que la ilación del

mismo estaba completamente relacionada con el proceso de su gobierno. En carta

que envió a Limantour el 9 de agosto decía de la Convención y de Bulnes:

Los trabajos de la Convención terminaron determinando la marcha de

nuestra política a los menos en sus próximas etapas; pero

desgraciadamente no concluyo todo pretexto de agitación como

supone Ud. y con mucha razón y como habría sucedido si los oradores

de la Convención hubieran estado poseídos del espíritu conciliador

que nos indujo a promoverla.

Afortunadamente los representantes de los Estados, que al

despedirse me manifestaron su alarma y me pedían instrucciones

suponiendo que estábamos en medio de dos partidos cambiantes,

tienen confianza en el gobierno y creo que pude persuadirlos de que

Bulnes hablaba bajo su responsabilidad individual y que aún en tal

carácter, sus palabras no entrañaban intención política sino deseo

157 Ibíd., p. 116.

95

pueril de exhibirse como perito en Historia y como hombre de criterio

independiente […]158

Esta carta es importante por dos razones: la primera; muestra al caudillo

verdaderamente preocupado por los efectos políticos que el discurso podría tener

en las masas populares, la segunda, evidenció que los representantes de provincia

realmente se vieron impactados en lo que al discurso de Bulnes respecta, al grado

de tener que ser tranquilizados por Díaz. Consideremos; el grupo existió, y tenía

objetivos comunes pero, caminos diferentes para llegar a la meta, para muestra

basten unos párrafos del mencionado Discurso:

La paz está en las calles, en los casinos, en los teatros, en los templos, en

los caminos públicos, en los cuarteles, en las escuelas, en la diplomacia; pero

no existe ya en las conciencias. No existe la tranquilidad inefable de hace

algunos años.

¡La Nación tiene miedo! La agobia un calosfrío de duda, un vacío de vértigo,

una intensa crispación de desconfianza, y se agarra a la reelección como a

una argolla que pende de las tinieblas.

¿Qué es lo que el país ve que se le ofrece para después del General Díaz?

¡Hombres y nada más que hombres! Para después del general Díaz, el país

ya no quiere hombres.

La nación quiere partidos políticos; quiere instituciones; quiere leyes

efectivas; quiere la lucha de ideas, de intereses y de pasiones. El Estado

antiguo era la expresión política del orden militar y religioso; el Estado

moderno es y será la expresión política del orden económico159.

158 Ibíd., p. 119. 159 Francisco Bulnes, Discurso Pronunciado por el señor ingeniero D. Francisco Bulnes, delegado del estado de Morelos, en la sesión del 21 de junio de 1903, presentando y fundando la candidatura del Sr. Gral. D. Porfirio Díaz, Tipografía Económica, México, 1903, p. 19.

96

Así, tenemos que 1903 terminó nuevamente con la candidatura y eventual

presidencia de Díaz, sólo que ya no por cuatro sino, por seis años, además de tener

que tomar una decisión complicada. A finales del mismo año se había aprobado la

reforma que los promotores de la Unión Liberal habían impulsado desde 1892: la

creación de la vicepresidencia160. Con la aprobación de la mencionada reforma

volvió a sonar el nombre de Limantour en las elecciones de 1904 con Porfirio Díaz

como compañero de fórmula. En esta ocasión, Limantour pidió al “Caudillo” que

dejara a los gobernadores en claro su postura, el general escribió a los

gobernadores el 8 de febrero las siguientes líneas:

Que dicho buen amigo [Limantour] no sólo ha estado de acuerdo con que se

realice aquella reforma sino que considerándola como una urgente

necesidad en la vida democrática republicana del país, la patrocinó siempre

con empeño y tomó participación activa e importante en su redacción; y en

cuanto a su propósito de no figurar en la elección para el delicado cargo […]

obedece a una resolución tomada por él hace varios años, de no desempeñar

más cargos públicos que los que le permiten hacer una labor meramente

administrativa […]161.

Esta carta cierra el círculo de especulaciones en que por tantos años Díaz había

mantenido a Limantour. El abandono de la contienda por parte de Limantour no

quiere decir que se haya mantenido totalmente al margen, dado que el grupo con el

cual se le vinculaba, “los científicos”, llegó a la vicepresidencia teniendo como

candidato a uno de sus integrantes, Ramón Corral, ex gobernador del norteño

estado de Sonora.

El debate político en el país con respecto a la presidencia se iba a activar ahora en

1907, al concederle el Gral. Díaz a James Creelman una entrevista en la que a

grandes rasgos decía que el país, después de un laborioso proceso de crecimiento

160 En 1899 se había llevado a cabo una reforma en donde se autorizaba al ministro de relaciones exteriores a tomar la presidencia en caso de falta parcial o definitiva de la cabeza del Estado. 161 Ibíd., p. 124.

97

y pacificación, se encontraba listo para ser gobernado por otro que no fuera él. Esto

es a lo que Daniel Cosío Villegas llamó el campanazo político pues lo dicho por el

general causó euforia entre quienes esperaban el ansiado cambio. Así, en 1908 la

oposición se vio respaldada por las declaraciones del presidente; empezando a

organizarse lo poco que quedaba del Partido Liberal Mexicano, los

antirreeleccionistas encabezados por Madero y, dentro del Porfirismo, los siempre

rivales reyistas y científicos. Entre los preparativos de novecientos ocho y el

golpeteo político habido en novecientos nueve, las cosas se movieron haciendo que

el régimen se preocupara más directamente por reyistas y maderistas.

Un adiós sin feliz regreso

Limantour daría la bienvenida al apoteótico 1910 en el país, pero a mediados de

año salió rumbo a Europa a causa de la enfermedad de su esposa. Entre las labores

de Estado el secretario llevó como misión, equilibrar las fuentes crediticias con las

que el país contaba, pues los últimos prestamos que permitían la sanidad en las

finanzas del país habían sido obtenidos en bancos y casas comerciales de los

Estados Unidos, contrario a la tradición. Alfonso de María y Campos argumenta que

entre las razones que motivaron la salida de Limantour en ese año se encontraba

la susceptibilidad del secretario; se encontraban muy cerca las elecciones y

Limantour siempre era blanco perfecto para los ataques que desde la prensa se

hacían162.

Instalado en Francia, Limantour escribió a su siempre fiel secretario Roberto Núñez

con un dejo de molestia acerca de la política presidencial:

El Presidente no ha cambiado ni cambiará de línea de conducta política, sino

que seguirá contemporizando con todos y haciendo más difícil la

construcción de un partido fuerte de gobierno. El Porfirismo subsistirá, sin

duda alguna, mientras viva su jefe, pero dejará como herencia numerosas

ambiciones, sin los medios de contenerlos163.

162 Ibíd., p. 159.1 163 Ibíd., p. 160.

98

Limantour quien pensaba volver a mediados de noviembre al país, retrasó su

regreso hasta principios del siguiente año y recibió la noticia del estallido de la

revolución en el extranjero. En una carta enviada al presidente el 5 de diciembre,

decía al general:

Me imagino que ha de haber Ud. hecho reflexiones muy tristes al ver cuánta

gente se deja guiar por sus pasiones, por su ignorancia y perdiendo de vista

todo lo que el país debe a Ud., así como el inmenso peligro que corren la

independencia y la dignidad nacionales con estas tentativas de rendición y

anarquía164.

Para finales de 1910, el grupo científico se encontraba separado y con diferentes

ideas respecto a las medidas a tomar. En correspondencia Limantour pedía a Núñez

que dijera a los “amigos” que no existía ninguna unión entre ellos y el general Reyes

con quien se les había vinculado, también le solicitaba prudencia para no dar

motivos a los reyistas que pudieran ser usados en su perjuicio. Conciliador,

afirmaba:

Estoy más que nunca convencido de que debemos perdonar muchos males

que se nos han hecho, que necesitamos admitir el concurso de cuantos

puedan ser más o menos útiles al país, y que hay que cerrar los ojos sobre

la procedencia y los antecedentes de muchas gentes, para buscar un modus

vivendi aceptable en nuestras relaciones con ellos. Si nuestros amigos no

admiten ese programa, habrá que “tocar a dispersos” y dejar que salga

tranquilamente el sol por Antequera165.

164 Ibíd., p. 169. 165 Ibíd., p. 172. La correspondencia más constante la tenía con Enrique Creel, Roberto Núñez, Justo Sierra, Rosendo Pineda y los hermanos Macedo.

99

Limantour volvió al país a mediados de marzo de 1911, poco después de sostener

tensas conversaciones de paz con los maderistas que se encontraban agazapados

en los Estados Unidos: Gustavo A. Madero, Francisco Vázquez Gómez y Francisco

Madero, padre de Francisco I. Madero. Las entrevistas se llevaron a cabo el Hotel

Astor de la ciudad de New York, entre el 9 y el 14 de marzo. De dichas

conversaciones resultó un pliego petitorio que en los puntos centrales exigía:

I. La renuncia del vicepresidente Ramón Corral.

II. La reorganización del gabinete incluyéndose en él a personas no ligadas al

gobierno.

III. El cambio ordenado de diez gobernadores por provisionales en espera de

que fueran organizadas nuevas elecciones.

IV. La aceptación pública de la no reelección.

V. Amnistía completa a los revolucionarios,

VI. Anuencia y favorecimiento para el ingreso de políticos opositores a las

Cámaras.

VII. Auxilio económico a los perjudicados por las acciones militares.

A su regreso a la Ciudad de México, el 19 de marzo, Limantour estratégicamente

concentró su actuar en dos puntos; por un lado auspiciar reformas que permitieran

llagar a la pacificación y, por el otro, presionar a los rebeldes con la idea de que el

movimiento revolucionario colocaba al país en una posición muy endeble, ya que

podía ser intervenido por los Estados Unidos. Esta táctica, según sus memorias, no

estaba orientada directamente a que se dejaran las armas sino más bien a que en

la mesa de negociaciones el pliego petitorio fuera menos exigente166.

Limantour gozó de ciertas facultades que pueden observarse en la reunión

extraordinaria de ministros efectuada el 24 de marzo, donde con las excepciones

166 Ibíd., pp. 173-174. José C. Valadés un tanto más escéptico menciona que Limantour es traído de su retiro político no para volver a desempeñar directamente su cargo como Ministro de Hacienda sino para salvar al gobierno colaborando con la “lucidez de su ingenio” y la experiencia que como diplomático tenía. José C. Valadés, 1910- El centenario de la Independencia, 1988. P. 274.

100

del mismo Limantour y de Manuel González Cosío, los ministros renunciaron para

dar pie a la creación de un gabinete, de acuerdo a las exigencias de los

revolucionarios; en este gabinete de conciliación quedaron colocados: Demetrio

Sodi, en Justicia; Jorge Vera Estañol, Instrucción Pública; Manuel Marroquín, al

frente de la cartera de Fomento y Norberto Domínguez, para Comunicaciones.

Aun y cuando las reformas promovidas desde el Porfirismo no pudieron ser llevadas

a la práctica dado el estado de la cuestión, sí dejaron una interesante perspectiva

donde se puede apreciar la búsqueda de un cambio gradual. Entre las reformas se

incluyó la del poder judicial, además del cambio de personal en la Secretaría de

Gobernación, el fraccionamiento de la gran propiedad rural y la anhelada reforma

de la ley electoral donde ya estaba contenida la no reelección.

Finalmente con la renuncia de Díaz a la presidencia el 21 de mayo, se dio fin a la

primera etapa de la guerra civil y comenzó así una nueva etapa tanto para

vencedores como para vencidos. Díaz, con un dejo de tristeza, expresó en su

renuncia enviada al congreso:

El pueblo mexicano, ese pueblo que tan generosamente me ha

colmado de honores, que me proclamó su caudillo durante la guerra

internacional, que me secundó patrióticamente en todas las obras

emprendidas para robustecer la industria y el comercio de la

República, fundar su crédito, rodearla del respeto internacional, y darle

puesto decoroso entre las naciones amigas […] se ha insurreccionado

en bandas milenarias armadas, manifestando que mi presencia en el

ejercicio Supremo del Poder Ejecutivo es la causa de la insurrección

[…] en tal concepto […] vengo ante la Suprema Representación de la

Nación a dimitir sin reserva el encargo de Presidente Constitucional

de la República […]167

167 Christopher Domínguez Michael, Antología de la Narrativa Mexicana del Siglo XX, FCE, 1996, p. 222.

101

Poco a poco la caballada porfirista saldría del país; Limantour se exilió en Francia

donde antes de morir continuó defendiéndose de los constantes ataques que desde

México se vertían contra él y los “científicos”, en la década de los sesenta finalmente

se publicaría su versión de los hechos en sus apuntes de servicio público.

102

Francisco Bulnes el indómito, o de su versión de los hechos

Hacer el análisis de la vida de un hombre no es nada sencillo, sobre todo cuando

este hombre se distinguió por ser un intelectual de primer orden. Cosa que con

facilidad se puede apreciar en su obra, la cual comprende desde ensayos de

carácter científico, hasta, cuestiones netamente sociales.

Perteneció a la generación llamada por Milada Bazant de los “profesionales

polifacéticos” que lo mismo participaban en política, como en periodismo, vida

académica y negocios. En este grupo también debemos incluir a José Ives

Limantour, Porfirio Parra, Justo Sierra, Joaquín Casasús, Pablo Macedo, Ricardo y

Rafael García Granados, entre otros.

Sobre Bulnes se han vertido tantas ideas y juicios que de alguna manera, dificultan

el considerar su obra historiográfica como ejemplo, de un andar a contracorriente

en un ambiente académico, donde dominaba el positivismo empirista. Entre las

críticas que sobre su obra se difundieron figuraron cuestiones interpretativas. Por

ejemplo, Francisco G. Cosmes pensaba que Bulnes sacrificaba el análisis de

conjunto por concentrase en detalles, desde su perspectiva el apasionamiento con

que escribía lo hacía perder todo orden de lógica y método; para Adalberto Carriedo

la obra del ingeniero Bulnes no era leal, pues atacaba verdades consagradas por la

historia, no era meritoria porque se constituía de argumentos incoherentes y no era

científica por la sencilla razón de estar llena de figuras retóricas propias de la

literatura. Genaro García por su parte, llegó a señalar que Bulnes no escribía acerca

de historia pues en sus libros no se encontraba lo que había sido sino más bien lo

que debió haber acaecido, por esa razón su obra no se ajustaba a la verdad y buena

fe, requisitos indispensables --según su argumentación—de toda obra

historiográfica. Juan Pedro Didapp por su parte decía que en los textos bulnesianos

abundaban los juicios faltando a su escritura investigación documentada, además

de afirmar que para la formulación de esos juicios se apoyaba en fuentes de

103

cuestionable autenticidad, por último, Victoriano Salado; se quejaba de que los

juicios usados pesaban más que las verdades históricas, Bulnes –según Salado—

no contrastó sus fuentes negándose a reconocer la inevitabilidad de ciertos hechos

históricos. De las críticas contra los escritos del ingeniero se puede inferir el tipo de

historia que se hacía a principios del siglo XX; una historia basada en una abundante

documentación, apegada a hechos, escrita sin apasionamientos y figuras literarias,

redactada con buenas intenciones y que, en suma, buscaba las causas del progreso

y la felicidad humana, contraria a la que tomaba partido, como la obra del

ingeniero168.

Las anteriores opiniones forman parte de la polémica en que Bulnes se vio envuelto

a raíz de la publicación de El verdadero Juárez y la verdad sobre la Intervención y

el Imperio, donde aseveró que más allá de ser el hombre fuerte que marcó las

pautas a seguir por su administración durante la intervención francesa; Juárez había

sido un hombre de una “inquebrantable debilidad y un mal estadista incapaz de

evitar la guerra de intervención”. Bajo esta argumentación, Bulnes ponía en duda el

papel de los héroes en la historia patria. La crítica vertida contra el prohombre fue

tan devastadora que le mereció a nuestro autor ser “desterrado de la vida política e

intelectual de México, tanto por su embestida contra los ídolos del siglo XIX como

por su inconsistencia para escribir historia”169.

Así, se puede decir que con la crítica a la figura del prócer liberal, Bulnes evidenció

en cierto sentido las carencias del método positivista para explicar la historia,

instigando a sus contemporáneos a pasar de la simple descripción de los datos a la

interpretación de los mismos170.

La esencia de las líneas anteriores radica en querer perfilar la importancia que en

su momento llegaron a tener las opiniones de Bulnes, quien, en sus escritos, no

solo juzgó la figura de Juárez, sino también la de Iturbide, Santa Anna, Hidalgo y

Díaz. En Bulnes se puede apreciar la selección de personajes satanizados o

168 Miranda, pp. 186-187. 169 Sergio Miranda, p. 187. 170 Miranda, p. 187.

104

divinizados por la historia oficial; sus apreciaciones no pueden ser pasadas por alto

pues constituyen un testimonio de primera mano para intentar comprender lo

ocurrido entre 1876 y 1911.

Bulnes el Hombre

Francisco Bulnes nació el cuatro de octubre de 1847 (durante la ocupación de la

Ciudad de México por parte de las tropas norteamericanas), en el seno de una

familia acomodada y emparentada con las viejas familias españolas de la ciudad de

México; cosa que no influyó mucho en su carácter, ya que rechazó el parentesco y

borró el apellido español que antecedía al Bulnes (Alonso) tal como lo había hecho

su padre.

Sus primeros estudios los realizó en escuelas particulares. Su juventud es descrita

como enigmática, pues lo único que se sabe es que era alumno brillante y que en

sus ratos de ocio formaba parte de una palomilla (los Buinduris) que se dedicaba a

hacer desmanes en las calles; juventud bohemia, así, la describió uno de sus

amigos más cercanos, Fernando Gamboa, quien también dejó asentado que

durante su primera juventud estuvo a punto de quedarse atrapado en la vida

displicente171.

Realizó su formación profesional en la Escuela de Minería donde obtuvo el título de

Ingeniero Civil y de Minas, profesión que desempeñó solo algunos años. Ya en 1869

la Sociedad de Libres Pensadores172 contaba con su participación; cosa que

contribuyó en grande forma para que en 1874, a sus 27 años, marchara al Japón

bajo la tutela de Covarrubias, con el objetivo de observar el paso de Venus sobre el

hemisferio oriental. Ocupó durante este proyecto el cargo de cronista de la comisión.

Este largo viaje le permitió iniciarse en la interpretación social escribiendo sobre sus

171 Rogelio Jiménez Marce, La pasión por la polémica: El debate sobre la historia en la época de Francisco Bulnes, Ed. Instituto Mora, México, 2003, p. 27. El grupo de los Buinduris estaba integrado por: José Miguel Echeverría, Manuel Sánchez Fracio además de Pedro, Eduardo y José Rincón Gallardo. 172 En la sociedad de Libres Pensadores participaba gente de la talla de: Ignacio Manuel Altamirano, Justo y Santiago Sierra, José Rincón Gallardo, etc.

105

percepciones acerca de las costumbres, acontecimientos y diferencias existentes

entre el hemisferio occidental y el oriental173.

A su regreso del Japón se desenvolvió como periodista participando en periódicos

como La Libertad, El Renacimiento, El siglo XIX, El Mundo, El Universal, La linterna,

La Prensa, La Revista Financiera Mexicana y El Imparcial. En el campo político

desempeñó diversas funciones públicas entre las que se pueden mencionar,

diputado suplente de Romero Rubio (1880), miembro en comisiones para la

elaboración de La Ley Bancaria, el Código Minero (1884), Crédito Público (1886),

Deuda Pública (1886), depreciación de la Plata, etc., además de fungir como

representante en diversas comisiones de educación.

En su labor legislativa se observa que durante más de tres décadas fue

representante de los estados de Morelos, México y el territorio de Baja California

ante las cámaras del Congreso de la Unión. Aún después de la caída del régimen

porfirista conservó su puesto y, contrario a lo que podría pensarse también estuvo

en el Congreso después de la caída de Madero. El exilio voluntario finalmente llegó

en 1915 por temor a represalias por parte de Venustiano Carranza, a quien

abiertamente había criticado por la “carnicería” desatada en el país. Ya con más

años sobre la espalda volvió a México con la misión de escribir un libro acerca del

Porfiriato.

Después de una larga trayectoria académica, periodística e intelectual murió en la

ciudad de México el 22 de septiembre de 1924. En su honor se editó una obra

póstuma que reúne algunos de los artículos publicados en el Universal, diario que

lo contrató a su llegada del exilio; el libro lleva por nombre Los Grandes Problemas

de México. Como se puede apreciar a vuelo de pájaro, Bulnes fue un intelectual de

lo más granado en el país.

En el largo plazo puede resultar extraño que Bulnes con toda su erudición y con el

sentimiento de rechazo que le despertaban los regímenes militares, no se haya

173 Jiménez Marce, 2003, pp. 38-40. De estas observaciones surge uno de sus primeros escritos Sobre el hemisferio norte; once mil leguas. Impresiones de viaje en Cuba, Estados Unidos, el Japón, Cochinchina, Egipto y Europa.

106

dado cuenta de que el gobierno conciliador del general Díaz había surgido

precisamente de una contienda militar, sin duda el temporal progreso económico, la

estabilidad social y la utópica unidad que Díaz le dio al país impresionaron a Bulnes,

pero no al grado de rendirle culto pues, de su pluma salieron severas críticas contra

Porfirio Díaz.

Bulnes y su interpretación de los años porfiricos

Temiendo por su vida, Francisco Bulnes se exilió en tierras cubanas en1915, ya en

la Habana, lejos –al menos territorialmente—de la situación mexicana y con cierta

tranquilidad, el ingeniero comenzó la elaboración de un par de libros donde dio a

conocer su visión de los años porfíricos. El primero de ellos The whole truth about

Mexico / President Wilson’s responsability, analiza los desaciertos cometidos por

Díaz que contribuyeron a perder el apoyo de los Estados Unidos, que desde finales

de 1910, lo otorgaría a diversas facciones revolucionarias. El segundo es en

términos generales el medio que le permitió analizar el Porfiriato entre 1876 y 1911,

pero su análisis no solo abarcó al régimen porfirista, fue más lejos dado que lo

concluye en 1917. Este texto lleva por nombre El verdadero Díaz y la Revolución,

su análisis se centra en cuatro rubros: los intelectuales, los científicos, Díaz y la

Revolución.

Dada la temática de este escrito me avocaré en la medida de los posible, a atender

tan sólo a los científicos. No debe olvidarse que durante una etapa de su vida el

ingeniero se adscribió como parte del grupo y asumió una actitud propia a esas

circunstancias. Como se ha explicado anteriormente, durante los últimos años del

régimen y con su caída se acentuaron, no siempre justamente, las

responsabilidades de los científicos en la debacle. Una de esas críticas los hizo

figurar como ladrones y vende patrias.

Bulnes consideró que tras las críticas existentes en la prensa estaba la mano de la

facción reyista quien había logrado hacer creer al país que, los científicos robaban

las riquezas nacionales para entregarlas a precios viles a los extranjeros, fueron los

científicos “traficantes de la patria, que la vendían al menudeo por cáscaras de

107

plátano”174. Ante tales cargos el ingeniero procuró deslindar responsabilidades; en

su perorata sale a relucir que los años de mayores irregularidades hacendarias

correspondieron al Ministro de Hacienda Manuel Romero. Durante los años que van

de 1882 a 1893, funcionó el “robo” en las siguientes formas:

1. Peculados.

2. Operaciones de agio.

3. Establecimientos de casas de juegos prohibidos, o asociación

con los tahúres, o participación en los beneficios de la

concusión que hace imposible la impunidad del delito.

4. Venta de consignas para los tribunales.

5. Venta a vil precio, de los bienes nacionales.

6. Contratismo virulífero y virulento175.

Francisco Bulnes alega que es durante este periodo cuando más concesiones y

contratos fueron dados y no precisamente a los científicos sino a sus “enemigos

encarnizados”, quienes después de haber tomado ventaja consideraron

conveniente culparlos.

Bulnes usa para eximir de peculado a los científicos, el argumento de uno de sus

críticos, Jesús Urueta, quien había dicho que resultaba complicado poder probar los

robos de los científicos dado que su habilidad era indiscutible y siempre obraban

dentro de las leyes que ellos mismos hacían. En cuanto al peculado, no se les podía

achacar como delito pues no existía ley alguna que lo autorizara o desautorizara.

Para demostrar lo anterior nuevamente usa los argumentos de uno de sus críticos,

en esta ocasión José R. del Castillo, quien hablando de la extraordinaria obra

hacendaría de Limantour escribió: “Moralizó extraordinariamente todos los

departamentos de su Secretaría; hizo que la percepción del impuesto fuera cada

174 Bulnes, 1979, p. 101. 175 Bulnes, 1979, p. 102.

108

vez más fácil, más completa, y más barata, y no consintió chanchullos en su

ministerio”, de acuerdo a las anteriores palabras el ingeniero agrega, “quiere decir

que el medio de enriquecimiento de los científicos que se enriquecieron, porque la

mayoría de ellos se conservó pobre, no fue peculado”176.

Así, solo quedan los cargos de enriquecimiento por venta de bienes nacionales

siendo representantes de empresas extranjeras y por medio de contratos leoninos

–ventajosos solo para una de las partes--. El ingeniero al buscar zanjar críticas

presentó a los favorecidos en lo que respecta al deslinde de terrenos baldíos en el

país hasta 1887. En la lista del grupo científico solo figura Pablo Macedo, quien no

lo hizo a título personal sino que fungía como abogado de una compañía francesa

que había reclamado yacimientos de cobre en el territorio de Baja California. Y lo

que es más importante, cuando menos para nuestro estudio, los datos fueron

presentados:

Seis años antes el grupo político científico, y de que el señor Limantour

desempeñara el cargo de Secretario de Hacienda177.

A raíz de la escandalosa concesión de terrenos baldíos, el general Díaz había visto

forzado en 1891 a suspender las operaciones en lo que a ello respecta, siendo

aprobadas tan sólo algunas concesiones por él respaldadas y otorgadas a reyistas

quienes claramente eran enemigos jurados de los científicos. En cuanto a los,

contratos el ingeniero asentó:

Todos los arrendamientos o ventas de salinas, pesquerías marítimas,

lacustres o fluviales, de explotación de bosques nacionales, casi todos

leoninos, y la mayor parte, releoninos, fueron ajustados antes de que el señor

Limantour interviniera en la marcha de los negocios públicos, del orden

económico178.

176 Bulnes, 1979, pp. 101-102. 177 Bulnes, 1979, p. 109. 178 Bulnes, 1979, p. 112.

109

No de todos los cargos deslinda Bulnes al grupo científico, pero, en los que

reconoce una responsabilidad directa a Limantour, como ocurrió con las obras del

puerto de Manzanillo donde el beneficiario fue Pablo Martínez del Río representante

del contratista Smooth; los trabajos según la perspectiva del ingeniero, no eran

necesarios por ser de escaso tránsito el Puerto de Manzanillo, además de ser

urgentes obras en otros sitios; el “chivo” para este caso y según las cifras del autor,

fue de 7 millones de pesos. Otro caso en que se vio emparentado algún miembro

cercano al grupo ocurrió cuando a Iñigo Noriega se le adjudicó el contrato para

desecar parte de la laguna de Xico. El ingeniero consideró que fue un acto

antieconómico pues con las obras pertinentes, con la posible agua que el vaso de

la laguna podía contener se podrían regar dos o tres superficies del tamaño

equivalente al de la laguna que era de doce mil hectáreas. Un desastre más

atribuido a las malas gestiones de Limantour fue el hundimiento de los bancos

yucatecos en 1908, a sabiendas de que dos de ellos se encontraban en ruina

Limantour encomendó a la casa Scherer-Limantour pusiera las acciones a la venta

en Paris. En dicho negocio se favoreció Julio Limantour hermano del secretario de

Hacienda. Mal negocio fue prestar apoyo a la familia Lavín en la adquisición de un

préstamo hipotecario sobre la hacienda algodonera de Santa Rosa que ascendió a

6 millones de francos, llegado el primer rédito los Lavín no pudieron pagar y la

obligación fue tomada por el Ministro quien “resolvió ordenar al Banco Nacional” que

proporcionara el dinero ocasionando con ello otra pérdida. Finalmente son

consignados los préstamos concedidos a Joaquín Casasús y a Lorenzo González

Treviño –amigos personales del secretario de Hacienda-- con dinero del erario

federal, cosa harto incorrecta pues “los dineros públicos no deben empelarse en

hacer préstamos a los amigos, sino en gastos de servicio o obras, interesando a la

comunidad”179.

179 Para los cargos expuestos ver Bulnes, 1979, pp. 119-128. Para ampliar la información con respecto a la laguna de Xico: la desecación del lago –ciénaga-- de Chalco en: http://fenix.cmq.edu.mx/docinvest/document/DI29141.pdf y en lo que respecta a las obras del Puerto de Manzanillo: Jorge Fernando Iturribarría, Porfirio Díaz ante la Historia, Villegas García, México, 1967, p. 211.

110

Ya en la liquidación de responsabilidades Bulnes hace uso de ese agreste juicio que

lo caracterizó durante su vida en política, es decir, en los “chivos” las mayores

responsabilidades tocan al general Díaz y a su ministro José Ives Limantour; de este

último menciona que durante los 17 años que estuvo al frente de su cargo resultó

“defraudada la nación por la suma de setenta millones de pesos”.

El ingeniero se queja de la maximización que el “chancletismo intelectual” y las

“demagogas escuelas normales” dieron a la rapiña y corrupción auspiciados por los

científicos. En su alocución culpa directamente al “Necesario”

“Goce supremo, espasmódico experimentaba, el general Díaz al autorizar y

dirigir con muestras de olímpico agrado, la campaña soez en contra de los

científicos, cuyo objeto era convencer al pueblo de que tenía un gobierno de

ladrones que habían secuestrado al general Díaz, impotente para defenderse

con sus virtudes de elegido del Señor. No pensaba el César, ni su familia, ni

sus verdaderos amigos, que la campaña era contra el “necesario”, que barría

su prestigio y pulverizaba el único baluarte de fuerza moral de la

administración […] no puede caber duda, desde 1902 la glándula tiroide del

Príncipe indicó su marcha atrofiante180.

En cuanto a los cargos de monopolio hechos contra la administración del general

Díaz y al grupo científico por “pacíficos” y “revolucionarios”, el ingeniero los enumera

y da de cada uno su parecer. Bulnes señala la existencia de los monopolios sobre

el azúcar, la introducción y venta de carne en la Ciudad de México, el guayule, la

realización de obras públicas en todo el país, el pulque, el papel de rotativa y el de

la fabricación de vestuario y equipo para el ejército. En lo que respecta al azúcar

deja en claro que no había científico alguno implicado en dichos negocios; en cuanto

al pulque, al hacer el análisis de los implicados se encuentra que una de las

haciendas productoras pertenece a Pablo Macedo, más la producción no se

concentra sólo en dicha propiedad; el monopolio sobre la construcción de obras

públicas fue un profundo fracaso económico para los inversionistas y ningún

180 Bulnes, 1979, p. 130.

111

científico se encontraba en el consejo de administración de la compañía; en lo

respectivo al papel de rotativa, es bien sabido que el control estaba en manos del

norteamericano Tomas Braniff y el español José Sánchez Ramos quienes al ser

favorecidos con el negocio otorgaron un 12% de las acciones al general Díaz; en

cuanto al guayule se impidió el monopolio con el cese de la venta de esas tierras y

por último en lo relativo a los enseres del ejército, el monopolio estaba en manos de

“un socio perteneciente a la familia presidencial” amparado por Agapito Ojeda181.

Bulnes y su percepción de los científicos

Como hemos perfilado líneas arriba, 1892 es el año de la pública aparición del grupo

científico, con la misión de organizar los trabajos de la Convención Nacional Liberal.

Es en abril del citado año que, a raíz de la organización de las elecciones a

realizarse a mediados de año, da pruebas de su existencia como asociación, dice

de ello Bulnes:

La primera vez que en México tuvo lugar la farsa de una convención electoral,

con el efecto de designar candidato presidencial de un partido político, fue en

1892; y los trabajos para organizar esa convención, tuvieron lugar en abril

del citado año, a lo más tres meses antes de del día fijado

constitucionalmente para las elecciones presidenciales182.

El Verdadero Díaz y la Revolución fue escrito –sino en su totalidad cuando menos

si en una de sus partes, cuando el ingeniero se encontraba exiliado en cuba– sin

que el citadino contara con su archivo y la interpretación esencial que tiene 15 años

después de la aparición de la opinión que el grupo científico causaba en el general

Díaz, se resume en las siguientes líneas:

181 Bulnes, 1979, pp. 134-145. 182 Bulnes, 1979, p. 283.

112

El primer acto de ese grupo, fue iniciar la reforma constitucional para establecer en

México la inamovilidad de los Magistrados de la Suprema Corte Federal, con lo que

se amputaba a la dictadura desde el ombligo para arriba. El general Díaz aceptó la

iniciativa, por desconocer sus efectos, pero cuando le fueron explicados, consideró,

instigado por el Ministro Baranda, que los “científicos” eran desleales conspiradores

contra su poder y reelección. Dio su consentimiento para una prensa de injurias

contra los “científicos”, y para organizar una cuadrilla de sicarios que los condujese

al duelo y a la riña, desamparándolos los tribunales183.

Para la elaboración de este aparatado se han usado documentos provenientes de

la Galería Número Siete del Archivo General de la Nación, es pertinente señalar que

algunos de los documentos aquí usados, carecen de fecha aunque bien debieron

haber sido escritos hasta antes de 1914. Las opiniones que Bulnes tendrá de la

participación del grupo científico en política nacional quedarán consideradas en las

siguientes líneas.

El ingeniero Francisco Bulnes, falto de modestia, aseguró que durante el porfiriato

tanto en praxis como en ideas el grupo científico había sido la única novedad, en

sus palabras “el único adelanto en ideas políticas ha sido la aparición del grupo”. Al

exponer su versión del surgimiento del mencionado grupo, Bulnes manifiesta que

más allá de nacer como una asociación con fines poco correctos, habían aparecido:

¡Porque toda agrupación intelectual es espontánea en el sentido vulgar sin

estar sujeta a la ley de causalidad fenomenal! El adelanto radicó en haber

probado “[…] la necesidad del gobierno personal temporal fuera del terreno

de la adulación durante el gobierno personal se ha educado y colocado a dos

millones de niños en las escuelas laicas para enseñar el liberalismo en las

escuelas preparatorias se hace lo mismo, en las escuelas superiores, se ha

enseñado la ciencia que conduce al apasionamiento por la verdad al ejercicio

del método para demandar toda clase de instituciones.”184

183 Bulnes, 1979, pp. 313-314. 184 AGN. Fondo Francisco Bulnes. Vol. 10. Exp. 9, Aparición del grupo, f 1.

113

En términos más completos, el ingeniero considera que la política también debe

considerarse como ciencia, dado que, el político tiene que actuar no de acuerdo a

un corpus de ideas ya existentes sino con el conocimiento pleno de las realidades

sociales del lugar en donde pretenda ejercer su “acción política”, es en este sentido

donde el grupo científico ofrece una opción más para los años posteriores a la

revuelta tuxtepecana, en sus palabras:

“El grupo científico debe llamarse así no por sus méritos, sino porque un

político es un súbdito fiel incondicional de la ley histórica, en materia de

instituciones los pueblos no tienen derecho de elegirlos si no la obligación

indeclinable de soportarlos o disfrutarlos, el legislador solo puede y debe

combinar las funciones sociales existentes para que realicen una acción

política pero insertarle una acción política a una sociedad cuyas fuerzas le

son extrañas y poco favorables es ir a dar a la estupidez, es como si un

legislador determinase que sus gobernados debieran gozar del aire

tonificante de las montañas y del sol ardiente de los desiertos para así

alcanzar los mismos beneficios que las águilas.”185

Dentro del discurso bulnesiano existe el argumento de que sólo los profesionales

deben ocupar puestos directivos pues, son ellos quienes conocen el método

indicado para dar un funcionamiento eficiente a los puestos que dirigen. De esta

manera y dentro de los cánones positivistas se integra la ciencia a la administración

pública:

En el gobierno se necesita de profesionales, en este mundo forzosamente el

poder tiene que ser ejercido por la tradición con dinero, por los hombres

profesionales con dinero, ¡Siempre el dinero! Los pobres e ignorantes han

nacido para obedecer y callar. Es menester que los mexicanos acepten y, no

olviden esta verdad, el origen de toda esclavitud popular es su pobreza, el

pobre es el esclavo natural de la civilización.186

185 AGN, en adelante AGN. Fondo Francisco Bulnes, Vol, 10. Exp.8, ¿Por qué deben llamarse así?, f 1. 186 Ibíd., f. 4.

114

Es una necesidad política desde el punto de vista de Bulnes la integración de

hombres preparados --egresados de centros de estudio donde adquirieron la

ciencia--, bajo la consigna de reforzar la administración. En la opinión del grupo, la

política no es una obra literaria dado que con los ojos no pueden darse manotazos,

ni con las manos sonreír o con los cabellos expresarse, en los cargos públicos

debían existir hombres acordes al puesto negándosele la participación dentro de

ese sistema a quien no contara con ello187.

Los entresijos del “tribuno de México”

1902; perdónese la amplitud de la nota textual:

Imaginemos un ring dispuesto para una batalla campal. En la primera

esquina: un dictador anciano, enfermo de poder y ávido de reconocimientos,

hipersensible, el oído arruinado, paranoico frente a sus ministros,

gobernadores, legisladores, jueces, sicarios. En la segunda: una pandilla

tecnocrática enquistada en el corazón del gobierno, privilegiada, oligárquica,

“darwiniana”, antipopular, dueña de los ministerios de Hacienda e Instrucción

Pública y de la vicepresidencia. En la tercera: una combinación de sectores

populares y medios decididos al cambio: burócratas, masones,

comerciantes, estudiantes, intelectuales, militares, agricultores, obreros,

ferroviarios, periodistas. En la cuarta: señalado, en plenitud, caudillo natural,

un militar y político excepcional ejecutoria guerrera y pública. Resumiendo:

Porfirio Díaz, los científicos, la creciente oposición al régimen, Bernardo

Reyes188.

Yo, agregaría, como premio de la contienda: la implementación de un programa de

gobierno acorde al modelo ideológico que cada grupo profesaba.

187 Idem. 188 Curiel, Mi Óbolo a Caronte, INEHRM, México, 2005, p. 40.

115

La duda empezaba a permear a la sociedad mexicana desde su base. Durante 1902

se sucedieron en el país la reactivación de la guerra del yaqui, la presencia de

Victoriano Huerta en el sur para hacerse cargo de los mayas, la puesta en libertad

de Ricardo Flores Magón después de la extinción del periódico Regeneración en

mayo de 1901, la erupción del volcán de Santa Martha en Guatemala causante del

sismo del 18 de abril, el desfile de La Segunda Reserva, la duda del general sobre

el ministro de guerra y marina, la posterior salida de Bernardo Reyes del gabinete

como fruto del temperamento indómito de su hijo Rodolfo, los guiños del grupo

científico a Ramón Corral en agosto y el cumpleaños 72 del “Demiurgo”. Los suerte

estaba echada, esta su historia.

Es imposible no reconocer los grandes beneficios económicos y estructurales que

la administración porfirista trajo al país. Pero, también es innegable el temor que

respiraban los que pensaban en la sucesión presidencial; en el país faltaba una

personalidad con el carácter y carisma que había permitido al general Díaz construir

un país después de medio siglo de guerras intestinas.

Las acciones del general se orientaron a la conservación de su persona al frente de

la administración del país, cerrazón completa para aquellos que quisieran contender

por el mismo cargo, al anquilosamiento del régimen antecedió aquella visión, la

generalidad vio como durante los primeros dos años del siglo XX, Díaz pretendió

democratizar al país a través de una estrategia ya chapucera, ya sincera; llevar al

Ministerio de Guerra y Marina a Bernardo Reyes para apoyar con las armas

nacionales al Ministerio de Hacienda en su labor como sucesor del héroe del 2 de

abril.

El indómito Rodolfo –hay quien dice que con la anuencia del padre– empezó a hacer

guerra sin cuartel y desde todas las direcciones al ministro de hacienda por saberlo

candidato favorito ante los ojos del presidente, cortando de tajo las aspiraciones

presidenciales de su padre –quizá sin vislumbrarlo–. El presidente, quien la mayor

parte de las veces respaldaba a Limantour –ante el temor de perder al que había

reconstruido las finanzas del país– viendo las pruebas, que fueron un par de

artículos escritos por Rodolfo Reyes que atacaban “hasta el vituperio” a Limantour

116

en “La Protesta”, exigió la renuncia del ministro, quien, con la dignidad que lo

caracterizó durante sus gestiones al lado del líder de Tuxtepec, entregó su dimisión

el veintidós de diciembre de 1902 ya muy entrada la noche, el Consejo de Ministros

la aceptó. Derribado el principal y más popular contrincante de Limantour, los

científicos tenían camino libre en la administración, lo aprovecharán lo mejor

posible189.

Rodolfo –el que dio alas al padre para quitárselas al poco tiempo– murió el viernes

4 de junio de 1954 en tierras españolas, aun en el exilio. Alfonso, su hermano, el

poeta; lloró su muerte en México, el duelo no lo vivió en la soledad pues, al menos

en lo escrito, fue acompañado por los pésames de una buena cantidad de amigos

distantes de su hermano quienes, no solo simpatizaron con él, sino también con su

padre, uno de ellos, Diego Redo, avanzada científica en el noreste como gobernador

de Sinaloa, dice del general Reyes y sus años como ministro190:

Muy querido Alfonso:

De todo corazón lo acompaño en su inmenso dolor. Pierdo un amigo de toda

la vida, un amigo a quien yo admiraba y cuya amistad me daba alegría. Era

tónico, entusiasta, sincero y amigo invariable. Llegaba yo con él hasta la más

estrecha intimidad.

Al evocar todo lo que significó para mí este grande afecto, me vienen

recuerdos de intimidades que no llegué a comunicarle a Rodolfo, pero que

deseo comunicarle a usted.

Haciendo un ejercicio de abstracción que nos lleva a la primera década del

siglo pasado:

Cuando el general Díaz de acuerdo con Limantour, llamó al padre de usted

para que viniera a colaborar como Ministro de la Guerra, ambos tenían el

189 Taracena, 2005, p. 47. 190 Existe la idea de que en la visita que Díaz y Limantour hicieron a Nuevo León en 1898

se dio un pacto para la sucesión presidencial, Díaz declinaría la presidencia en el ministro

de hacienda quien sería respaldado por el ministro de Guerra.

117

propósito de prepararlo para que fuera el sucesor del General Díaz en la

Presidencia.

Se le dijo que se le llamaba para que fuera el apoyo militar de Limantour,

pero ambos sabían que Limantour no podía ser Presidente.

Prueba de lo anterior la tiene usted en que se le permitió prestigiarse

formando los llamados “Oficiales de Reserva”, cuya reserva se integró con

más de diez mil jóvenes dinámicos. El General Díaz era celoso del poder y

muy especialmente del poder militar, y al padre de usted se le permitió lo

tuviera muy grande, como no se le permitió a hombre alguno.

[…] Su labor había sido excepcionalmente meritoria y por ello tenía

justificados merecimientos, para ser el continuador del General Díaz.

Despidiéndose:

Menciono todos estos hechos para que vea usted que tanto Limantour, Corral

y yo, no creíamos poder ser los sucesores del General Díaz, porque no

teníamos el prestigio que él tenía, ni teníamos sus merecimientos de haber

defendido la Patria contra el invasor extranjero […] Por ello, el general Díaz

y Limantour se habían fijado en el gran prestigio y merecimientos que tenía

su padre, para ser sucesor prestigiado del General Díaz191.

Los guiños que Díaz hizo tanto a Reyes como a Limantour los alentaron no sólo a

ellos sino a sus seguidores. Los seguidores tomaron partido defendiendo a uno y

atacando a otro. Los ataques se subieron de tono. Díaz apoyo a Limantour, Reyes

volvió a Monterrey. Rodolfo negó su participación en el pasquín “La Protesta”,

termino 1902 con superioridad política científica.

191 Curiel, 2005, pp. 88-91. Diego Redo cerró sus condolencias de la siguiente manera

“Hago estos recuerdos porque en la Historia de México, el padre de usted, Rodolfo y usted

mismo, honran nuestra raza”.

118

Capítulo No. IV

1903, o de la ansiedad del Demiurgo

¿Quién será Augusto?

¿Quién será Tiberio?

¿Quién Calígula?

¿Quién Nerón?

La invención de un instrumento de precisión para los cañones Krupp por parte de

Manuel Mondragón, la boda religiosa de Evangelina Sierra [sobrina del que será

Ministro de Instrucción Pública] con el versista José Juan Tablada, el nombramiento

y posterior ocupación de Ramón Corral como Secretario de Gobernación [del “buen

don Ramón” se dijo que se había beneficiado con la guerra del Yaqui cuando fue

gobernador de Sonora y sobre todo de la migración china], la reunión de las

principales personalidades políticas capitalinas para acordar la reunión de

delegados de todo el país para elegir un candidato a la presidencia del país a través

de una Convención Liberal, el discurso de Bulnes a favor de la sexta reelección del

general Díaz, la aprobación de la vicepresidencia, la asunción de Ramón Corral

como parte de la política científica, el cumpleaños 73 del general y el paseo que dio

el “Demiurgo” del brazo de su esposa Carmelita Romero el 20 de diciembre por el

jardín Zenea en la capital queretana.

Las inseguridades del régimen se evidenciaron temprano aquel 1903, siendo las

elecciones para presidente y vicepresidente el 11 de julio del año siguiente, los

preparativos comenzaron a efectuarse desde el veintidós de marzo del año arriba

dicho; ante la apatía del pueblo mexicano por elegir a su representante al ejecutivo

119

se comenzó antes procurando despertar el fervor en la ciudadanía a través de una

Convención que se denominó “Unión Liberal”. Lo más selecto de los científicos se

reunió aquella mañana en el Teatro Renacimiento con una veintena de

personalidades y antes de erigir comités locales, seleccionó a su mesa directiva que

quedó conformada en la siguiente forma: Trinidad García, presidente; Alfredo

Chavero y Gabriel Mancera, vicepresidentes; M. Macedo y Ramón Prida,

secretarios.

Era 2 de abril, se felicitó y abrazó al general en el Salón Amarillo del Palacio

Nacional, se echaron a andar las campanas de la Catedral Metropolitana, el general

un tanto dudoso se presentó al balcón presidencial, a sus pies, el Círculo Nacional

Porfirista –de la mano de Antonio Tovar y Demetrio Salazar– festejó al héroe en

vida, al que repelió a los invasores y dio pie a la restauración de la república. La

manifestación de honra según Taracena fue magna, según Ricardo García

Granados “salió bastante desairada y el mismo general Díaz la calificó de

prematura”, la fiesta nacional que suponía aquel día se vio disminuida por las

manifestaciones preparadas por los antirreeleccionistas quienes, decidieron

dificultar las muestras de afecto de los porfiristas organizando eventos simultáneos

como fue el caso de la Ciudad de México donde, los redactores de “El Hijo del

Ahuizote” y “Excélsior” organizaron una contramanifestación donde se escuchan el

ya muy común “muera la reelección” “viva la democracia”192, los saldos confirman

el anquilosamiento del régimen contra el anti reeleccionismo, las prensas de El Hijo

del Ahuizote desarmadas y amontonadas en la Ciudadela y en las bartolinas de la

Cárcel de Belén –que eran tan obscuras que no se podían ver las manos y el

espesor del fango era de tres o cuatro pulgadas, por si faltara algo, las ratas

arremetían contra los reclusos “escudadas en las tinieblas”– nuevamente presos los

hermanos Flores Magón, Juan Sarabia, Alfonso Cravioto y Santiago R. de la Vega

y también, la libre expresión.

Abril catorce, la Unión Liberal lanza convocatoria dirigida a todos los liberales de la

nación para reunirse en una Convención que designará su candidato a la

192 Taracena, 2005, p. 51.

120

presidencia de la república. Debe decirse que la convocatoria emitida por los

organizadores193, contenía fragmentos que hacían suponer una legitima búsqueda,

entre el elemento los liberal, de un candidato a la Presidencia. En el documento

jamás se habla de una candidatura ya existente, por lo contrario y después de

resaltar los beneficios obtenidos durante la gestión del general se dice:

[…] pero hay que pensar que por la virtud incontrastable de las leyes que

rigen la vida de los pueblos, un día ha de llegar fatalmente en que esa

autoridad se escape de las robustas manos de su actual depositario y como

no se improvisan instituciones, ni se improvisan caudillos, entonces, si no

están aptos para recoger y sostener nuestra soberanía, ¿Quién puede

asegurar el porvenir de la patria?

Cualquiera que echara un vistazo hasta este punto a la convocatoria podría pensar

que en verdad se buscaba una sucesión presidencial donde se cambiara al jefe del

ejecutivo. La realidad era otra, casi al final del documento se expresa:

“[…] si nuestros primeros trabajos no alcanzan el éxito deseado, el intentarlo

es ejemplo de civismo y amor patrio, y otros vendrán tras de nosotros, y ellos

realizarán, no hay que dudarlo, la evolución pacífica del país, el imperio

exclusivo de la ley, el ejercicio del voto y sólo del voto, en la conquista del

poder público”194.

La lectura que se da a la convocatoria es importante en dos sentidos, por un lado

se pronuncia por una sucesión pacífica y civil en el gobierno del país, eliminando

ipso facto cualquier candidatura presentada por un militar [piénsese en la

incontenible popularidad de Bernardo Reyes]; por otro lado, la convocatoria delinea

una preocupación existente en el ambiente de aquel año, la falta de instituciones

193 Entre los firmantes del mencionado documento se distinguen los nombres Alfredo

Chavero, Pablo Macedo, Porfirio Parra, Emilio Rabasa, Rafael Reyes Spíndola, Rafael

Pardo, Rosendo Pineda, Enrique C. Creel, Trinidad García, Francisco Bulnes, Ramón Prida

y otros. 194 Ricardo García Granados, Historia de México desde la restauración de la República en 1867 hasta la caída de Huerta, V. 1, Jus, México, 1956, p. 125.

121

que será precisamente el punto que Francisco Bulnes abordará en su ya loable

discurso del 21 de junio de 1903.

Al protagonismo de la Unión Liberal se adelantó el Círculo Porfirista quien en voz

de Juan A. Mateos –el mismo que en 1887 presentó el proyecto de reelección

indefinida– desplegó la candidatura de Porfirio Díaz Mori bajo el halo del prestigio

internacional que el presidente gozaba pues, hasta el Sha de Persia había enviado

un embajador especial para colocar en la solapa del oaxaqueño una condecoración,

dos días después, el 25 de abril, José Landero y Coss le presentó formalmente la

propuesta de abanderar como candidato al Circulo Porfirista, el general contestó

que “toda su vida ha [bía] procurado compensar su escasez de inteligencia con el

trabajo: y si el pueblo mexicano insiste [ía] en imponerle su soberano mandato, lo

acatará [ía] con respeto”195. En los estados del interior se respiraba no el ambiente

reeleccionista de la capital sino el del abuso del patrón, ante ello, 400 obreros se

pusieron en huelga en Río Blanco y qué decir de la tranquilidad sepulcral que gozó

el país por tanto tiempo y que cada día era más difícil mantener al grado de tener

que prohibir la circulación de ciertos periódicos bajo orden emitida en tribunal en

junio nueve, como fue el caso de toda publicación donde estuviera involucrados los

hermanos Flores Magón ya intolerables del régimen.

Ya el diecinueve del mismo mes, se reúne –con sede en la Ciudad de México– la

Convención Liberal y comienza a sesionar con el firme propósito de nombrar un

candidato. Tocó abrir la tribuna al distinguido Pablo Macedo quien, además de dar

la bienvenida a los delegados provincianos, les recordó su misión al hablar del

estadista clarividente detrás del cual existía un pueblo que le reiteraba su

beneplácito por “el rumbo impreso a la nave” y le agradece, no permitir –apedreando

a los reyistas– que “manos sacrílegas entronicen de nuevo en esta tierra el nefando

espectro de la guerra civil, ni que la violencia y la fuerza sustituyan a lay y el

derecho”, la convención era solo el trámite que dotaba de legitimidad a la sexta

reelección.

195 Idem.

122

Y, como todo trámite, engorroso fue. Las delegaciones del Distrito Federal, Morelos,

Oaxaca, Veracruz, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Sonora y Colima –un tercio de los

estados existentes para aquella época– nombraron como orador y defensor de la

candidatura del general de división Porfirio Díaz Mori a la presidencia de la república

para el periodo presidencial que comprendía el periodo 1904-1908 al polémico

Francisco Bulnes, que aunque científico, era también un hombre de criterio propio

y sobre todo un “apasionado de la verdad” que tenía una particular forma de

manifestar su punto de vista.

El ingeniero comienza por revelar que no hacía falta convencer a la concurrencia de

emitir su voto en favor del general Díaz pues, “[…] la totalidad de los miembros de

esta asamblea, son partidarios de la reelección […]”. Ahora bien, ¿a quién

convencer si a los que se debería convencer estaban convencidos?, al elemento

extranjero con quien se habían contraído grandes compromisos financieros y en la

realidad era quien a través de préstamos e inversiones había permitido consolidar

el crecimiento económico del país que a su vez favorecía la imagen de una nación

digna de pertenecer al llamado concierto de civilizaciones modernas.

Si México se concebía como un país democrático, Bulnes se planteó una duda,

cómo defender una sexta reelección cuando el criterio general decía que ningún

pueblo que se ostentaba como democrático había votado una sexta reelección,

siendo ese el caso –según su argumento–, debía deducirse sencillamente que aún

no se conseguía un pueblo democrático. Pero, si se probaba la conveniencia de una

sexta reelección, por el bien del país debía buscarse a pesar de lo que representara,

apoyado en el pragmatismo, el ingeniero nos dice:

El argumento de la reelección no debe buscarse en la eminencia de

instituciones que aun no podemos practicar y que estamos obligados a

venerar como santas reliquias de espíritus incendiados de excelsos liberales.

Los argumentos de la reelección deben buscarse en el terreno de las

123

conveniencias, sin miedo, sin vacilaciones, con lealtad, con vigorosa

justificación196.

El argumento basado en las conveniencias no presentaba precisamente un

escenario lleno de tranquilidad, por lo contrario, era de temerse pues, si faltase el

general estaría en duda la conservación de la paz, del crédito y el del progreso

material. Bulnes consideraba que si la reelección se realizaba bajo esos argumentos

se enviaba un mensaje al extranjero en donde claramente se les decía, que a su

falta se caería nuevamente en el abismo de las lucha de facciones que tanto daño

habían ocasionado al país.

En suma:

¿Cómo es posible que lo banqueros norteamericanos y europeos, que nos

ven, que nos escuchan, que nos observan, que nos estudian, que nos

escudriñan y que nos oyen decir todos los días a grito de partido: “sin el

general Díaz, la paz se hunde y con ella el crédito,” cómo es posible que esas

personas que en tales condiciones no debían prestarnos un solo centavo, se

apresuren a prestarnos cantidades fabulosas a pueblos que indefinidamente

pueden llenar sus compromisos?197

Nuestro autor se contesta que únicamente existen dos opciones bajo las cuales el

crédito podría ser otorgado. Los banqueros norteamericanos y europeos tienen una

plena confianza en la nación mexicana y en la obra del general Díaz más allá de su

presencia como cabeza del estado o, el crédito reposa en los formidables ejércitos,

acorazados y caños Krupp que poseen las naciones prestamistas. Si la obra del

general Díaz debía perecer con su mandato sencillamente, la nación debía exponer

que la paz, el crédito y el progreso material eran bienes insignificantes si morían con

la falta del presidente. Haciendo un gesto de retrospección el país debía gritar:

196 Francisco Bulnes, Discurso Pronunciado por el señor ingeniero D. Francisco Bulnes, delegado del estado de Morelos, en la sesión del 21 de junio de 1903, presentando y fundando la candidatura del Sr. Gral. D. Porfirio Díaz, Tipografía Económica, México, 1903, p. 4. En adelante, Discurso. 197 Discurso, p. 5.

124

He borrado de mi memoria mis largas luchas por la república, he

estrangulado mis ambiciones por la libertad; me he retorcido de dolor,

sacrificando mis impulsos de águila para ir a carbonizarme con tal que fuera

en el sol; he renegado de mis héroes que murieron por la democracia; he

hecho añicos cincuenta años de gloria por la república federal, he arrojado

mi angustia, mis esperanzas, mis sueños y mi prevaricación, sobre esa

sangre con perfume de justicia, vertida en los cadalsos por mártires

incrédulos que no disponiendo de paraísos, ordenaban a sus almas que se

refugiasen para siempre en mi corazón; he comprometido mi trabajo, mi

honor, mi riqueza y mi nacionalidad, pidiendo cuatrocientos y tantos millones

de pesos al extranjero; y todos esos sacrificios que los he hecho por la paz

bendita, por el crédito, que es el honor, por el progreso material, que es la

redención; todos esos sacrificios los he hecho para poder sentarme entre las

demás naciones civilizadas y decirles: yo también he ceñido mi frente con los

laureles del orden, del amor humano, del respeto a la ley: he peleado cien

años buscando la libertad y encontrado siempre la anarquía; llevo veinte años

de obedecer ciegamente, porque se me ha dicho que la obediencia sería mi

salvación198.

Contestando sosegadamente a la nación que todos los sacrificios hechos sólo le

habían bastado para tener un rato de paz, un rato de crédito y un rato de bienestar

que serían ultimados por la falta del general Díaz resignándose estoicamente; debía

decírsele al pueblo que su destino era errar e ir de dictadura en dictadura, de

anarquía a anarquía, debía anunciársele con bombo y platillos:

¡Decirle a ese pueblo que responde con su independencia –que es lo que

más quiere– de los millones de pesos que debe: la reelección no es más que

la bolsa de oxigeno de tu agonía, tu vida nacional y tu civilización, tienen que

caer en la misma fosa humana que la vida del general Díaz! Francamente,

señores, presentadas así las cosas, nada más lúgubre que la reelección199.

198 Discurso, p. 7. 199 Idem.

125

Ante las posibilidades negativas que entraña la no reelección, Bulnes crea un

discurso en el que distinguirá tres distintas fases por las que pasan todos los

pueblos en busca de civilización y modernidad, dichos periodos iban de la anarquía

a la dictadura y como fase final la democracia. En el caso mexicano encontramos

los tres en el siglo XIX, el primer estado estaba caracterizado por la preeminencia

de una figura rectora con arraigo militar o religioso, este periodo temporal se

caracterizaba por ser anárquico; el segundo estaba conformado por la presencia

de un individuo fuerte, estado dictatorial; en el tercero que debía existir modernidad

como consecuencia del orden económico. El primer estado había comenzado en

1821 con el final de la lucha independentistas y habría encontrado su final en 1880;

el segundo se estaría desarrollando en el país a partir de 1884 y su figura rectora

sería el Gral. Díaz. El tercero es el que defenderá y pretenderá inculcar a los

liberales presentes en la convención a través de un recordatorio de las condiciones

anárquicas del siglo decimonono.

Aun y cuando Bulnes consideraba que el periodo anárquico podía dividirse en cinco

fases de 1810 a 1821, de 1821 a 1834, de 1834 a 1855, de 1855 a 1867 y de 1867

a 1880; la obra de destrucción del antiguo régimen corresponde innegablemente a

la embestida jacobina de 1856 a 1867, quienes legaron a la posteridad las Leyes de

Reforma y la titánica defensa del país ante la invasión francesa. La crítica hecha a

este periodo es que así como se agigantaron en la demolición, se empequeñecieron

en el gobierno, pues:

Los jacobinos han dispuesto de pueblos y generaciones, de batallas y

cadalsos, de crímenes y de virtudes, de oro y de indigencias, de naciones y

de siglos y siempre el resultado de sus esfuerzos ha sido el fracaso200.

A decir del discurso, el secreto del derrumbe radicaba en que la ecuación para la

obtención de la libertad había sido planteada mal. La falsedad residía en colocar a

los derechos individuales por encima del bienestar general. A su modo de ver las

cosas:

200 Discurso, p. 10.

126

Los derechos individuales deben ser el límite poderoso, infranqueable,

decisivo, del poder público: y, si este es una omnipotencia, como las

omnipotencias no tienen límites, los derechos individuales ante ellas no

pueden existir201.

Después de haber condicionado la reelección del Gral. Díaz tan sólo a la posición

de los acreedores extranjeros el Ingeniero se en salud y comienza los halagos al

“Demiurgo” a quien le atribuye razonadamente la llegada de la paz, de la cual se

pregunta:

El general Díaz ha hecho la paz ¿Cómo la ha hecho? Voy a decirlo: con todas

las reglas del arte, delineadas por el emperador romano Augusto, que duró

cuarenta y cuatro años en el poder, y finamente percibidas, observadas y

enunciadas por Nicolás Maquiavelo.

La historia de nuestro país –dice Francisco Bulnes– es la lucha de patricios y

plebeyos, que como en Roma, se impusieron los segundos y como usualmente

ocurre, la convivencia sana en un solitario partido fue imposible. Así, en México, en

1867 después del aniquilamiento del partido conservador, el gran partido liberal se

dividió en facciones “en México las facciones alimentaban sus fuerzas sediciosas

con el pretorianismo y los cacicazgos y las demagogias de los mal llamados Estados

Federales. El pueblo desolado veía en sus grandes a opresores; el pueblo no era

fuerte para librarse de ellos. Nuestro pueblo es esencialmente latino: se conforma

con no ser oprimido y se indigna cuando los oprimen; pero no aspira a mandar ni se

enfurece cuando no gobierna”202. La paz en México de acuerdo al Discurso solo fue

posible hasta la eliminación de las facciones y como ley, de la desorganización

política de los pueblos nacen los gobiernos personales.

–Siguiendo a Bulnes– cuando el grande oprime, es natural que el pueblo busque

entre sus miembros quien los libere. El héroe en el siglo XIX eran los caudillos, los

caciques o los obispos aunque estos últimos dejaron de ocupar una posición política

201 Idem. 202 Discurso, p. 13.

127

relevante después de la Guerra de Reforma, quedaron en pie únicamente caudillos

y caciques. El general Díaz, como se leyó con anterioridad, es comparado con el

emperador romano Augusto y como él habría ejercido el poder con un “mínimum de

terror y un máximum de benevolencia”.

Para suprimir a caudillos y caciques ha hecho uso de su pragmatismo. En el primer

caso ha empleado los medios “terribles”, suprimiendo los grandes mandos,

fraccionando al ejército, eliminándolos del servicio activo al haberlos colmado de

honores y riquezas, el ingeniero aduce que esto fue una parte de la estrategia pues

el resto consistió en disciplinar al ejército y así evitar levantamientos que pusieran

en riesgo su labor redentora. En el caso de los caciques, suprimió sus guardias

nacionales, procuró ilustrar a las masas para que se volviesen menos manejables

e intentó dotar de empleo a un grupo de la población para evitar la insatisfacción.

Pero, al vislumbrar el porvenir, Bulnes se plantea que, obras de la naturaleza que

emprendió Díaz, duran lo que la vida de los autores y por regla general a un buen

gobernante seguía uno tirano: Después de Augusto, Tiberio; después de Tito,

Domiciano; después de Marco Aurelio, Cómodo; después de Pertinax, Séptimo

Severo, y así progresivamente. Lo que lleva a Bulnes a inferir que el régimen

personal como sistema es muy malo; como excepción, muy bueno.

El ingeniero nos dice que la personalidad del general Díaz ha sido posible gracias

a dos factores, su indiscutible mérito y las circunstancias de las que ha sabido

servirse.

Volviendo sobre la primera fase del Discurso, y después de reconocer que en el

país ha habido avances políticos como el reconocimiento de que el jacobinismo no

es una opción o el empezar a copiar el sistema democrático de los Estados Unidos.

Pero, en el fondo nace un pedimento:

El país quiere, ¿sabéis, señores, lo que verdaderamente quiere este país?

Pues bien, quiere que el sucesor del general Díaz se llame… ¡La Ley! 203

203 Discurso, p. 17.

128

En adelante, se podrá apreciar que el ingeniero, como representante de esa amplía

delegación, exige en un tono poco acostumbrado la creación de instituciones que

garanticen el porvenir volviendo al grupo reyista y al militarismo blanco de su

diatriba. Nos dice:

¡Para algo hemos de servir después del progreso obtenido! ¿Para nada

servimos aún? Pues entonces que se nos prepare un hombre de estado, para

que nos gobierne, bien o mal; pero civilmente. La sociedad es un organismo

esencialmente civil, que exige imperiosamente un gobierno civil, y no puede

ser tratada, ni confundida con un cuartel o con un convento.204

Finalmente y bajo tres consideraciones se recomienda que se denomine como

Candidato de la Unión Liberal al general Díaz como se leerá a continuación:

1.- El periodo magnifico de excepción lo está substanciando gloriosamente

el general Díaz, y no queda para sus sucesores, pretendientes del régimen

personal, más que un periodo de execración.

2.- La nación debe tener fe profunda en el general Díaz y, también en si

misma, o renunciar a ser nación. […] para tranquilizarse, debe recordar su

historia, nacida en la servidumbre, sin ilustración, sin fortuna, sin virtudes

públicas, sin carácter, ha hecho la peregrinación desde el régimen colonial

identificado con la Edad Media, hasta el régimen actual, deficiente pero

civilizado.

3.- […] la reelección debe servir para que el general Díaz complete su obra;

cumpla con su sagrado deber organizando nuestras instituciones, con el

objeto de que la sociedad, en lo sucesivo, y para siempre, dependa de leyes

y no de sus hombres205.

204 Idem. 205 Discurso, pp. 21-23.

129

Más allá del resultado, el nombramiento como candidato de la Segunda Convención

Liberal del General Porfirio Díaz, aparecen en el alegato de Bulnes un par de líneas

en que quisiera detenerme y son

“Pues entonces que se nos prepare un hombre de estado, para que nos

gobierne, bien o mal; pero civilmente”.

Nótese en las líneas anteriores, la búsqueda de una reforma de forma y fondo en lo

que respectaba a la existencia de la figura de la vicepresidencia. La anterior había

sufrido su última reforma en 1896 recayendo la presidencia –en caso de falta parcial

o definitiva– en el secretario de Relaciones Exteriores o en su defecto, el secretario

de Gobernación, hasta que el Congreso, por mayoría absoluta, eligiera a quien

sustituiría de manera interina al presidente en caso de falta temporal, o a quien sería

presidente sustituto, en caso de ausencia total. Dicha medida fue tomada con el fin

de controlar a los actores políticos del periodo pues, en dichas secretarias nada más

figuraron personalidades de la entera confianza del general como lo fueron Manuel

Romero Rubio e Ignacio Mariscal.

Mientras la Segunda Convención Liberal se desarrollaba en la Ciudad de México,

Limantour visitaba los Estados Unidos –donde logró conseguir un empréstito con el

fin de comparar el mayor número de acciones de Ferrocarriles Nacionales–,

Inglaterra, Alemania y Francia. En dichas naciones el ministro pudo darse cuenta

de la “preocupación” con que los hombres de Estado veían la inexistencia de una

personalidad que en caso de faltar, pudiera suceder en el poder al general Díaz

garantizando así el cumplimiento cabal de los compromisos contraídos.

A su regreso al país en 1904, Limantour se vio en la obligación de proponer la

creación de la vicepresidencia –tal como lo había hecho el grupo científico en 1892,

tal como él lo había intentando respaldado a la primera Convención Liberal, tal como

lo había perfilado Bulnes en la Convención– así, el 18 de noviembre el presidente

envía la iniciativa de creación de la vicepresidencia mediante la reforma de los

artículos 79 y 80 de la Constitución.

130

Bulnes había calentado la opinión pública y había traído a discusión nuevamente la

vicepresidencia, Limantour cerró la pinza al sentenciar que durante su estancia en

los países arriba mencionados se había encontrado con una opinión que:

Fuerte impresión me produjeron los temores de los hombres de estado de

América del Norte, Inglaterra, Francia, Alemania, etc., y de los banqueros y

hombres de negocios de esos y otros países con quienes teníamos ya ligas

estrechas de intereses, tocante a las consecuencias de la acefalia del

Gobierno, […] y a la falta de un partido gobiernista capaz de asegurar la

transmisión tranquila del poder a una persona que tuviese la experiencia y

popularidad necesarias […].206

Jorge F. Iturribarria no fue ingenuo y juzgó que las palabras de los “hombres de

Estado” extranjeros no habían nacido por generación espontánea, sino porque,

Limantour –coludido con los científicos– estratégicamente logró que esos magnates

de la banca, concibieran como un peligro el hecho de que el general llegará a los

70 años sin haber consolidado institución alguna que garantizara los años por venir

y a través de la voz de Limantour solicitaron cuando menos la creación del hombre

que Bulnes pedía en su Discurso. Arrastrado por el temor de la pérdida del crédito

internacional, Díaz aceptó, pero, ya en la senilidad el presidente vislumbró lo

delicado del asunto y se dio a la tarea de que en la vicepresidencia no estuviese

nadie que pudiera hacerle sombra, como el mismo José Ives Limantour o el general

Bernardo Reyes207.

Aprobada la reforma y a decir de Limantour, el general Díaz tuvo con él un par de

conversaciones en las que, como lo había hecho en contadas ocasiones desde

1896, le fue propuesta la candidatura para contender en las elecciones de 1904 bajo

la fórmula Díaz-Limantour. Limantour había contestado nuevamente que no podía

imponérsele una carga superior a sus capacidades. A decir de Iturribarria,

reformada la ley, Ives podía aspirar libremente a la vicepresidencia por lo que Díaz

206 Limantour, Apuntes, p. 136. 207 Jorge F. Iturribarria, “Limantour y la Caída de Porfirio Díaz”, en: Historia Mexicana, México, 1960, IX, 2, p. 259.

131

se vio en la necesidad de eliminarlo. En sus Memorias José Ives menciona que

nunca guardó resentimiento al general por el antiguo compromiso de dejarlo en su

lugar temporal o definitivamente, leamos:

Esta aseveración es enteramente infundada porque jamás existió

compromiso alguno […]. Me hizo, sí, reiterados ofrecimientos de apoyar mi

candidatura, o de solicitar él una licencia proponiéndome él al Congreso

como sustituto, ofrecimientos que mucho agradecí pero que siempre

rehusé208.

Ya fuera como medida de respaldo a la negativa por parte del ministro de hacienda,

ya fuera como cerrazón a sus ambiciones políticas ocultas en sus Memorias, el

presidente envió una carta a los gobernadores en donde se aclaraba, primero, que

Limantour había patrocinado la propuesta y había participado en la redacción;

segundo, que al colaborar el único pedimento había sido que no fuera considera

como candidato; tercero, que la resolución de no participar respondía a una decisión

tomada hacía ya mucho tiempo –¿ 1896? – pues impediría que desempeñara su

labor administrativa de manera eficiente; cuarto, que si Díaz había juzgado

proponerlo públicamente como candidato era porque esperaba que admitiera dicha

candidatura, cosa que no hizo; y, quinto, lejos de producir un distanciamiento como

se afirmaba públicamente la relación entre ambos se conservaba en los mejores

términos209.

Fuera de la jugada Reyes, fuera de la jugada Limantour –al menos en lo que

respectaba a ocupar el cargo de manera formal–, quedaban los científicos

capitaneados por este último; el grupo se acerco al poder como nunca antes. En lo

político, 1903 murió con la prolongación del periodo presidencial a seis años; Díaz

Mirón, el poeta, defendió dicha propuesta, salida no de un gabinete científico, sino

de puño y letra de la diputación veracruzana. En lo consiguiente, también el 2 de

208 Limantour, 1965, p. 138. 209 Limantour, 1965, pp. 139-140. Carlos Díaz Dufoo, Limantour, México, 1922, p. 337.

132

diciembre, es aprobada la vicepresidencia esperando ser ratificada por las

legislaturas estatales.

1904, o del ardid científico

Empiezan las penurias de los Flores Magón en su exilio en los Estados Unidos al

llegar a San Antonio, Texas el tres de enero. Mientras, el general se divierte cazando

patos en el antes abundante lago de Chapala, en lo político respalda –como un

guiño al vecino del norte– la independencia de Panamá. Así hasta el dos de abril,

en que como todos los años las bandas musicales despertaron a propios y extraños

allá por las cinco de la mañana con toques de diana que presurosos se encaminan

del Zócalo a la calle de la Cadena, donde se encontraba la casa habitación del

presidente quien, celebraría un aniversario más del triunfo republicano sobre las

armas francesas.

Por la noche, después de una procesión de antorchas, Carmelita ofreció una cena

a las legaciones extranjeras y a “lo más selecto de la Ciudad”. Con pocos discursos,

sin mucha pompa, pero con muchos platillos; un día gris a lo sumo210. Mayo cinco,

en la glorieta de Chapultepec José Juan Tablada recita una oda modernista en

honor a los caídos en la defensa de los fuertes de Loreto y Guadalupe, a los

sobrevivientes, quienes desempolvaron sus mejores prendas, de manos del

presidente recibieron una recompensa. Por la noche, juegos pirotécnicos en la Plaza

de la Constitución. Mayo siete, se decreta formalmente la existencia de la

vicepresidencia, la lucha de posicionamiento comienza, el general para festejar o

evitar festejar, marcha a Morelos a cazar, dando muerte a veinte venados y un gato

montés211. Junio seis, la función comienza entrando en sesión la Convención

Nacionalista que tiene como objeto designar al candidato de fórmula para contender

codo a codo con el general Díaz en las próximas elecciones. Heriberto Barrón

210 Taracena, 2005, p. 65. 211 Ibíd., p. 66.

133

presenta la candidatura de Ignacio Mariscal a quien halaga grandemente, Juan A.

Mateos, presenta la candidatura de Ramón Corral presentándolo como persona de

gran mérito y el más joven de los ministros. De la calle de la Cadena llega sofocado

Gregorio Mendizábal –emisario del presidente– la consigna que se susurra en

secreto, “voten por el buen don Ramón”, es junio siete de 1904. Julio once, en

elecciones secundarias resultan triunfadores Porfirio Díaz, presidente; Ramón

Corral, vicepresidente. Felicitaciones a ambos, manifestaciones de regocijo a lo

largo y ancho del país, auspiciadas por los gobiernos estatales, unas cuantas,

sinceras212.

Desde antes de realizarse las elecciones y después del nombramiento de Corral

como compañero de fórmula del general Díaz, se conocía el resultado; el resto,

mero trámite. El asunto parece mecánico, pero hay en él pasiones e intereses que

se le escapan a Taracena. Barajémosla más despacio; la Convención comenzó el

siete de junio y se manejó como una posibilidad real la candidatura de Ignacio

Mariscal, mofa o escarnio del general asía la creación de la presidencia (Mariscal

era mayor que el presidente), así fue, en dado caso de haberse capitalizado dicha

candidatura, la medida de la creación de la vicepresidencia habría sido inútil dado

que Mariscal ocupaba en aquellos momentos la Secretaría de Relaciones Exteriores

y era un año mayor que Díaz.

La siguiente candidatura que se manejó fue la del reciente Ministro de Guerra y

Marina, Francisco Z. Mena, quien encontró una oposición aun mayor no sólo de

científicos, sino también de los pocos reyistas que participaban en la convención, si

la presidencia, en caso de muerte del presidente recaería en un militar, no sería en

las manos de Mena. Olegario Molina también fue presentado como opción dada su

buena gestión en la administración de la península de Yucatán. La disyuntiva fue

resuelta cuando el doctor Mendizábal subió a la tribuna y habló a favor de Ramón

Corral. Los delegados, sabiendo que era el emisario del general, no tuvieron más

212 En la Convención participaron: Venustiano Carranza, Carlos Pereyra, Heriberto Barrón, Manuel Garza Aldape, José Ferrel, Manuel Sánchez Mármol, Pablo Martínez del Río, Gregorio Torres Quintero, Diódoro Batalla, Juan A. Matos, Emilio Vázquez Gómez, José López Portillo y Rojas, Juan de Dios Peza, Rodolfo Reyes y otros.

134

opción que recibir la noticia con una rechifla muy socorrida213. Los científicos habían

ganado el round.

Díaz le regaló una plaza más al grupo científico. Plaza que no fue del todo

aprovechada debido a la escasa notoriedad de Ramón Corral. Parecía que la

popularidad la había dejado en el gobierno de Sonora, dado que, tanto el gobierno

del Distrito Federal como en la Secretaría de Gobernación, había desempeñado una

labor mediocre. La falta de carácter y el ánimo de perpetuación del general

impidieron que “el buen don Ramón” se convirtiera en el hombre de Estado hacía

falta para una posible sucesión. El raund ganado por los científicos no fue la batalla.

Siguiendo a Limantour, la vicepresidencia se convirtió en la manzana de la

discordia, cada grupo, por pequeño que fuese, buscó obtener el beneplácito del

general Díaz. Ives nos dice que el presidente le pidió que le sugiriera algunos

nombres, dado que era su obligación moral por haber declinado la candidatura

vicepresidencial. Desde un primer momento había pensado en Corral, pero no

queriendo limitar la contienda a una sola propuesta, presentó también la candidatura

de Olegario Molina.

Limantour, respaldó al cien por ciento a Corral, como se lee en sus memorias:

El candidato de mi preferencia no podía ser dudoso para el general Díaz a

quien hablé siempre con encomio de don Ramón Corral, desde que vino de

Sonora al Gobierno del Distrito y pasó después al Ministerio de Gobernación,

puestos en los que dio numerosas pruebas de ser buen gobernante y

administrador […].214

Limantour argumenta que la falta de éxito de Corral como vicepresidente, no se

debió a cuestiones que puedan importarse a su persona, sino a que el Díaz no

desprendió de su luminosa aureola algunos rayos que pudiera iluminar a Ramón

Corral. No lo involucró en el rumbo que la política tomaba, no contribuyó a crearle

213 Iturribarria, 1960, p. 263. 214 Apuntes, 1965, pp. 142-143.

135

una atmósfera de prestigio donde pudiera desenvolverse. Por lo contrario, lo

mantuvo al margen de las decisiones de importancia.

La explicación más racional ofrecida por el ministro es la siguiente:

El general Díaz veía con bastante recelo, como es bien sabido, a la mayor

parte de los “científicos”, que como intelectuales de criterio independiente

podrían tomar en determinadas circunstancias un rumbo distinto del que él

creyera conveniente dar a la política del Gobierno. Es posible que entonces

que el Presidente temiese que el expresado grupo ejerciera una influencia tal

sobre Corral que lo llevará más allá de los límites que el mismo Presidente le

marcara; y como, entre otras cosas, sabía que el licenciado Pineda, hombre

de gran carácter, y de energía poco común, cuyas inclinaciones por la política

lo hacían consagrar a ella casi todo su tiempo y sus actividades, hablaba a

diario y libremente con el Vicepresidente sobre todas las cuestiones de esta

naturaleza, no es ilógico suponer que, en el concepto del general Díaz,

existía algún peligro de que la indisciplina de los “científicos” llegase a

contagiar al que en segundo lugar personificaba al Gobierno de la Nación

[…].

Aún faltaban cinco años para que Macedo pronunciara el epitafio del grupo

científico, que aquí sirve convenientemente para cerrar esta fase del proyecto:

“¡Señor contigo hasta la ignominia!”

136

El credo científico a través de un inédito de Bulnes

Considero que el documento que se transcribe a continuación, es lo suficientemente

puntual. Por esa razón renuncio a reseñarlo y más bien invito a que a través de él

se entiendan los principios y postulados del grupo científico durante el régimen

porfirista. La condensación del pensamiento tanto de Spencer como de Comte, con

ligeros trazos de darwinismo social que degenera en un discurso eugenésico, me

hace pensar que era Francisco Bulnes un letrado, como pocos, en su generación

No apoyo muchos de sus argumentos, sin embargo, tampoco los juzgo. Su visión,

su forma de entender al mundo son para mí contrarias dadas las lecturas que me

han formado. La supeditación del bienestar político y social a la bonanza económica

es la característica que define su pensamiento al menos en este escrito.

El grupo científico, AGN, Fondo Francisco Bulnes, Caja 6. E. 8.

El grupo científico debe llamarse así no por sus sino porque un político es un súbdito

fiel e incondicional de la ley histórica. En materia de instituciones el pueblo no tiene

derecho de elegirlas sino la obligación indeclinable de respetarlas o disfrutarlas. El

legislador sólo puede y debe combinar las funciones sociales existentes para que

se realice una acción política. Pero insertarle una acción política a una sociedad

cuyas fuerzas le son contrarias o poco favorables es ir a dar a la estupidez jacobina,

es como si un legislador [ilegible] determinase que sus gobernados debieran gozar

del aire tonificante de las montañas del sol ardiente de los desiertos para así

alcanzar los mismos beneficios que las águilas y los dromedarios.

Los científicos sabemos que la forma real de gobierno es dictada por la

omnipresencia de los fenómenos económicos, los imperios bárbaros de castas han

emanado del periodo agrícola pero, las oligarquías del periodo comercial y las

verdaderas plutocracias con los nombres de democracias o gobiernos liberales son

el resultado del industrialismo, y el industrialismo no es más que la plutocracia al

137

frente de masas populares por ella disciplinadas, que le sirven de ejército para el

trabajo y la política. El pueblo para defenderse necesita estar reunido en gran [des]

centros de población, ser constantemente ilustrado por una prensa al alcance de su

razonar, ser animado, exaltado, sugestionado [por] apóstoles y mártires y por

demagogos y defensores, por los que pueden remover su conciencia, atizar su fe,

templar sus pasiones o increparlas, inundar de luz de cólera o de esperanza su

espíritu y calmar las [condiciones] de sus necesidades; esto solo es posible bajo un

régimen social industrial.

Nunca hemos pedido al general Díaz, ni a nuestros sabios, ni a nuestro pueblo

instituciones liberales ni pensamos tampoco pedirlas, las esperamos de donde solo

pueden venir, del industrialismo y // ¿de dónde puede venir el industrialismo? De los

asideros del petróleo, del carbón de piedra, del aprovechamiento y formación de las

caídas de agua y de la irrigación. La instrucción pública es secundaria para obtener

libertades: los ingleses y holandeses las han tenido antes que sus masas

aprendieran a leer y escribir.

Si es cierto que hay petróleo en nuestra costa atlántica y que se han descubierto

importantes asideros de carbón de piedra en Tamaulipas, Coahuila, Sonora y

Durango. Los científicos descubrimos que de los pozos y galerías de explotación de

esos combustibles deben salir las libertades mexicanas, solidas, brillantes,

imperecederas. Nos halagara más que el general Díaz se dedicara a realizar en

gran escala la irrigación del país que el que decretara un furgón repleto de códigos

liberales.

Somos institucionalistas no personalistas como pretenden hacerlo creer la horda de

libelistas que desde hace años nos sigue como una [romería] de escorpiones.

Creemos que en el grupo joven que tenemos ya suficientes elementos económicos,

morales e intelectuales para obtener verdaderas instituciones y esos nos salvara de

los peligros que ofrece como sistema el gobierno personal. Por supuesto que no

creemos que estas instituciones puedan ser las democráticas de Suiza o los

Estados Unidos. Estamos pues enteramente con el importante grupo social que

considera a México con elementos institucionales pero diferimos completamente

138

en un punto esencial ¿Quién estable esas instituciones? ¿Hay gato y hay cascabel?

¿Pero, quién le pone el cascabel al gato?

La vía ordinaria y desprestigiada para establecer instituciones ha sido la revolución.

Triunfante esta, se convoca una asamblea popular para dar una constitución liberal

y lo primero que hace siempre esta asamblea es decretar la omnipotencia del poder

legislativo lo que hace imposible la aplicación del principio de la división de poderes,

único eficaz contra el despotismo. Toda asamblea popular le arranca el poder al rey

para hacerla suya y oprimir horriblemente al pueblo. Todos los reyes de // tiranías

reunidas durante mil cien años no oprimieron lo que la Convención en menos de

dos años. Los derechos individuales representan el límite inevitable del poder

público y si una asamblea se declara omnipotente como lo hacen todas las

populares en los países latinos; los derechos individuales desaparecen, un déspota

omnipotente puede gobernar y gobernar bien. Una asamblea omnipotente no puede

gobernar y por lo tanto solo puede producir temor y desgobierno.

Esto no es teórico; jamás una asamblea popular ha podido dar leyes liberales

efectivas. Las libertades de la república romana emanaron del senado que nunca

fue asamblea popular. Las famosas libertades inglesas origen de las libertades

modernas actuales no emanaron de asambleas populares. La gran carta de Enrique

III es una obra aristocrática impuesta por una coalición de altos barones, obispos y

arzobispos. Lo mismo que su confirmación aceptada por Eduardo I. El Estatuto de

Tallagio Non Concedendo es la exigencia de altos barones amenazando la corona

espada en mano. La petición de derechos es obra de elementos [ilegible]

aristocráticos y plutocráticos contra la autoridad de Carlos I. El bill de derechos y el

acta de establecimiento son la obra de asambleas mixtas cuyos elementos son

plutocráticos, aristocráticos y profesionales, por último el resto de los derechos del

hombre como la libertad de prensa, de reunión y asociación emanan de asambleas

plutocráticas y profesionales.

La Constitución de los Estados Unidos, no es la obra de una asamblea popular, los

legisladores que la hicieron no eran representantes del pueblo sino de los gobiernos

de las colonias transformados en estados por la independencia. Estos miembros

139

políticamente representaban estados no pueblos y socialmente representaban

plutocracias y la ciencia de eminentes clases profesionales. La historia no presenta

caso de Asamblea popular que haya sido capaz de formar instituciones liberales

prácticas. //

La especialidad de las asambleas populares es decretar [ilegible] la libertad y anular

en la práctica con el terror; solo pueden producir demagogias. En México vemos

que lo único que subsiste serio, brillante, practico. Innegable e imperecedero son

las leyes de reforma precisamente lo que no fue obra de la asamblea popular

constituyente de 1856-1857, sino de un grupo de eminencias profesionales obrando

despóticamente en virtud de facultades extraordinarias.

Dos grandes lecciones políticas nos da la historia en materia de instituciones:

1ª Solo las asambleas plutocráticas y profesionales son capaces de formar

instituciones serias liberales.

2ª La formación de estas instituciones siempre ha sido lenta y progresiva.

Atendiendo a las dos grandes lecciones anunciadas los científicos creemos que solo

una asamblea legislativa plutocrática y profesional y de una manera lenta y

progresiva puede darnos las instituciones liberales que tanto anhelamos.

En México nos sobran elementos eminentes profesionales ¿Sucede lo mismo con

los plutocráticos? Hay más que suficiente pero, no son nuestros, pertenecen en

primer lugar a las sectas americanas, en segunda a los españoles y en tercero a los

alemanes y franceses. Como plutocrático lo único serio mexicano es la propiedad

territorial pero la mayoría de sus propietarios son tradicionalistas fuertemente

inclinados al gobierno teocrático inadmisible para el elemento profesional que ha

conducido, conduce y conducirá a nuestra civilización. Es bien sabido, cuando en

un país solo existen como elementos formidables de gobierno el profesionalismo,

tiene que resultar necesariamente a dictadura o la demagogia. En este mundo

forzosamente el poder debe ser ejercido por la tradición con dinero, por los hombres

profesionales con dinero ¡Siempre dinero! Las // clases pobres e ignorantes han

140

nacido para obedecer y callar, es menester que los mexicanos acepten y no olviden

esta verdad, el origen de toda esclavitud popular es su pobreza; el pobre es el

esclavo natural de la civilización ¿Queremos ser libres? Procuremos dinero y

ciencia.

Ninguna forma de gobierno es pura. Nuestro progreso nos permite apetecer o

disfrutar de atenuaciones en nuestro modo de ser político. Las grandes inversiones

de capital extranjero en el país, introducen la influencia extranjera en nuestro

gobierno, influencia sana, poderosa, irresistible y fuertemente moderadora de

tiranías exorbitantes. Sobre todo como soy tan apasionado de la verdad, debo decir

que la influencia norteamericana llega a sernos protectora en materia de ciertos

derechos. El gobierno mexicano sabe que si no paga [ilegible] pierde su crédito en

el extranjero y vuelven las revoluciones, nuestra historia prueba que las bayonetas

sin dinero tienen la propiedad de herir el pecho de quien las maneja por efecto de

la ley pretoriana, lo que hace que todo gobierno se fije en la necesidad de ser un

buen administrador de los caudales públicos y todo gobierno gran administrador,

tiene ganada la mitad de lo que se necesita para ser un gran gobierno.

La mejor prueba del valor político de la opinión pública está en el asunto de la

reelección. La reelección puede hacerse sin fijarse en la voluntad de los mexicanos

con la facilidad con que un hombre sano y vigoroso puede beber medio litro de vino.

Pero la reelección hecha en silencio ante la indiferencia cadavérica de los

mexicanos, ante su actitud glacial, ante su actitud de escépticos o esclavo no

agradará al general Díaz. Sus elementos oficiales pueden proporcionar el hecho,

nada puede contra la voluntad social y la adhesión de esa voluntad es para el

gobernante estadista, su verdadero titulo de legitimidad es el ejercicio del poder.

La fuerza nunca puede dar más que la usurpación, mientras que la voluntad publica

aun cuando sea sucesivamente manifestada da el derecho aun cuando no sea

escrito y el derecho ha sido, es y será siempre la verdadera fuerza del poder.

141

¿Las instituciones prácticas liberales pueden venirnos de mano del general Díaz?

La historia dice que es muy difícil, casi imposible. Aparentemente cuatro hombres

lo han hecho Licurgo, Solón, Trajano y Napoleón III.

Las instituciones de Licurgo son consideradas como liberales por todos los que

ignoran como es la libertad. Las // instituciones de Licurgo nada tienen de liberales,

son abominables, corresponden a un socialismo aristócrata, expoliando a la

mayoría de una población sin derechos o completamente esclava [ilegible] Las

instituciones de Solón, fueron liberales, pero fracasó. Los atenienses más bien que

practicarlas prefirieron adorar al tirano [ilegible] Lo que prueba que las leyes de

Solón eran propias para Solón y no para los atenienses. Napoleón III fracasó por

haber creído posible conducir su liberalismo, al punto preciso tenía que destruir el

imperialismo. Solo Trajano tuvo éxito porque se limitó a liberalizar o sea a atenuar

el gobierno personal sin destruirlo, evidentemente que Trajano ha sido el Cesar más

liberal, más eficiente, más simpático que ha existido en el mundo.

La historia enseña pues que ha habido Cesares y reyes que han llegado hasta

atenuar por leyes notablemente liberales el gobierno personal, pero no enseña que

haya habido siquiera uno que haya transformado un gobierno personal en gobierno

institucional liberal. Todo gobierno estable es la función de determinado organismo

social; no sé puede cambiar esa función radicalmente sin cambiar radicalmente al

organismo de donde proviene, la ley de modificación de los organismos es la lentitud

y la transformación progresiva; no hay organismos que den machincuepas en el aire

e en la política. Un gobernante puede iniciar o efectuar uno o varios grados de

transformación orgánica; pero no puede verificar esta repentinamente. El fracaso de

nuestra constitución lo prueba muy bien.

Así pues, lo único que podrá hacer el general Díaz, y de ello, no hay más que un

gobernante en la historia con bastante grandeza para // disminuirse así mismo su

poder, es Trajano [ilegible] Lo más que podemos esperar del general Díaz en

materia de instituciones, es que imite a Trajano, con lo cual ganaremos mucho. He

dicho que nunca hemos pedido los científicos al general Díaz leyes que estén fuera

del gobierno personal. La del poder judicial se encuentra en los gobiernos

142

personales. La independencia del poder judicial se encuentra en los gobiernos

personales. En Turquía que nadie considera dotada de gobierno existe la liberal

independencia de los jueces.

En Rusia los jueces hacen justicia en nombre del zar, pero con independencia

completa. Los jueces de Prusia cuya independencia es celebre ya lo eran en

tiempos de un gobierno tan despótico como el de Federico II y Napoleón III no alteró

la independencia judicial en Francia. No hemos pedido pues, leyes que significaran

la destrucción del poder del general Díaz fuera del gobierno personal.

Pero impugnamos que el general Díaz hubiese pensado colocarse a la altura de

Trajano ¿A quién se lo ha dicho? ¿En qué discurso, alocución, brindis o manifiesto

lo ha ofrecido? Lo que es posible que haga un gobernante no puede ni debe

presentarse como programa político de ese gobernante, equivaldría a usurpar su

conciencia.

Para nosotros la reelección no significa nada en materia de instituciones y si somos

partidarios de la no reelección es porque la no reelección tampoco significa

establecimientos de prácticas institucionales. La significación efectiva de la

reelección es continuación de la paz, del crédito y del desarrollo de nuestros

elementos económicos, el país no puede optar más que entre la reelección y

jacobinismo, y este significa ausencia de paz, ausencia de crédito, ausencia de

instituciones! //

La nación conforme el análisis que he hecho es profundamente institucionalista y

en principio reprueba el personalismo pero su inteligencia y sus intereses le señalan

la reelección como una necesidad de transición y de salvación!

[…] La renovación de del personal ejecutivo es la condición fundamental de un

gobierno llamado republicano y tiene por objeto dicha renovación impedir que se

forme el gobierno personal, pero cuando este ya está formado y el gobernante es

bueno, la sucesión no ofrece más que un espantoso peligro, ir a caer a la tiranía de

un salvaje. ¿Qué fue mejor para Roma? Los 44 años en que la gobernó Augusto o

143

los 44 siguiente donde gobernaron Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, la ley que rige

y debe regir a un gobierno personal es la perpetuidad mientras sea bueno.

El cambio de hombres en el gobierno institucional es un beneficio, en el gobierno

personal es un peligro, queda en pie el argumento del grupo liberal racionalista, la

reelección es una bolsa de oxigeno sino ofrece instituciones. La conservación de la

paz y del crédito y el progreso material si son bienes insignificantes para la nación,

si solo duran lo que dure la vida del general Díaz, y un periódico ha llegado a decir

la historia enseña: después de Augusto tiene que venir Tiberio. En esta frase

sensacional, el escritor al que aludo, alaba al grupo reyista que con una franqueza

que siempre le hará tener, le ofrece al país un militarismo bestial, salvaje y

completamente africano.

No hubo en Roma dentro del sistema pretoriano más que cuatro modos de obtener

el poder, el cuartelazo, la herencia de todos los elementos en vida del César, y la

elección senatorial y nunc se dio el caso de que el emperador o el senado

designarán a alguien que fuera antipático al pueblo, por manifestarse

anticipadamente tirano ni Calígula, ni Nerón, ni Donaciano, aparecieron tiranos

antes de ser emperadores, por el contrario durante los primeros meses o años de

su reinado merecieron el aplauso de sus gobernados. Cómodo fue el único que se

manifestó opresor antes de reinar pero adquirió la perspicacia como heredero su

padre Marco Aurelio.

Los pretorianos nunca eligieron a ninguno de sus jefes que se hubiese mostrado

tirano con ellos o con el pueblo. […] No es pues posible que un partido político que

ofrece la tiranía militar a un pueblo que la detesta y que la ha vencido en los campos

de batalla como sucedió en la guerra mexicana de reforma, logre que su jefe

ascienda al poder por elección […]

Por designación del emperador tampoco es posible // Si el emperador es malvado,

es odiado y nadie quiere ser designado para sucesor de un gobernante odiado. De

aquí resulta que solo los Cesares amantes del pueblo pueden designar sucesor y

144

estos nunca han designado sucesor que pudiera ser tormento para el pueblo que

los ama […] Entre el pueblo y los soldados siempre hay una liga destructiva.

[…] Por la puerta de la tiranía se sale, pero no se entra al poder. Antes de ser César

es preciso, ser bueno o hipócrita.

Francisco Bulnes [Circa, 1903-1904]

Reflexiones finales

145

En esta investigación pretendí acercarme a los científicos con la intención de

comprender las razones por las cuales Luis Cabrera los consideró como apátridas,

sajonizantes y racistas. Percibí que aun existe una leyenda negra que se cierne

sobre ellos y que impide considerar su trayectoria en el porfiriato como opción para

la modernización del país.

El ritmo de la investigación me hizo virar en varias ocasiones, hasta caer en cuenta

que los científicos habían formado una corriente de opinión que en determinados

momentos se opuso a la personalización del poder y, sin duda alguna, pretendieron

generar instituciones que fueran garantes de la democracia. El camino que siguieron

fue el que se desprendió del positivismo.

A continuación mis consideraciones finales:

A) Comparto con Álvarez Garibay, la valoración hecha por Roderic I. Camp donde

propone las variables que nos permiten identificar a un grupo de letrados

sirviéndonos de los estudios. Entre las variables que sirven de guía encontramos,

la fecha de nacimiento, el lugar de residencia como adulto, la nacionalidad de los

padres y antecedentes intelectuales, la posición socioeconómica, la amistad con

políticos destacados, el sexo, el nivel de estudios, el lugar donde se realizaron, la

experiencia profesional, la ideología profesada. Con base en estas primicias

podemos explicarnos de una mejor manera el papel que un letrado o un conjunto

desempeñó en la realidad que le tocó vivir.

B) El grupo representó una novedad en el México posterior a la República

Restaurada en el sentido de aportar una nueva visión de la realidad social, y de sus

formas de transformación, en función de sus lecturas y estudios positivistas, es

decir, se discute la viabilidad del proyecto liberal plasmado en la Constitución del 57

contraponiéndolo a la realidad nacional. Queda probado que la mayor parte del

grupo científico formó parte de la Escuela Nacional Preparatoria, ya sea como

alumnos o profesores.

C) Como programa general me propuse probar que el grupo científico había hecho

frente al personalismo de Porfirio Díaz a través de la implementación de una serie

146

de medidas que tendían a ponerle límites, queda probado que lo hicieron con el

programa de la primera Unión Liberal en 1892.

D) Que el llamado “partido científico” nunca existió, dado que jamás se asumieron

como partido y mucho menos actuaron como tal, a reserva de que para la

temporalidad tratada los partidos políticos eran inexistentes. Considero a la

asociación, parafraseando a Bulnes, como: un grupo dedicado a estudiar cuestiones

políticas y presentarlas como iniciativas de ley brindando respaldo al general Díaz.

E) Haciendo énfasis en Limantour y Bulnes por ser quienes dejaron una obra de

más fácil acceso, y por manifestar de manera similar que el grupo científico

pretendió modificar la realidad del país a través de un programa basado en el

bienestar económico y que al no conseguir el respaldo del general Díaz, se

concentró en sus negocios personales formando una oligarquía que monopolizó la

cultura y los negocios en el país evitando el acomodo de las clases sociales en

ascenso.

F) Es arbitrario e irresponsable considerar que el grupo científico estuvo conformado

por cien personalidades como nos lo hizo ver Luis González; en el sentido de que

“científico” fue un vocablo, que se extendió de manera inusitada a finales del XIX

siendo usado para designar a todo aquel que tenía contacto o decía tener contacto

con la ciencia creando un grupo heterogéneo en donde no encaja el grupo científico,

es arbitrario por pretender hacer encajar en una centena personales disimiles y de

formaciones dispares.

G) El grupo científico estuvo constituido por un círculo de difícil acceso que movía

al resto de agremiados. En ese círculo se puede identifica a José Ives Limantour,

Rosendo Pineda, Pablo y Miguel Macedo, Joaquín Casasús, Justo Sierra y

Francisco Bulnes, entre otros.

H) El grupo no gozó del poder omnipotente que se le ha atribuido de la Revolución

a la fecha y es necesario considerar también los aspectos positivos que trajo al

régimen, como la modernización de los códigos de justicia o hacienda.

147

I) Sus momentos de máxima brillantez los alcanzó tanto en 1892 como en 1904. La

aprobación de la vicepresidencia será el momento de mayor preponderancia en la

cúspide gubernamental, pero, contrario a lo que podría pensarse y acorde con las

circunstancias de 1892, el general Díaz supo contener sus ansías de cambio,

sepultando al grupo y al régimen.

J) Sin soberbia alguna es pertinente señalar, que el estudio que se presenta es

novedoso en el sentido de la no existencia de un estudio que cubra la temporalidad

aquí trabajada.

Fuentes Primarias

Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 9, Los

científicos, origen del grupo científico, fojas 1-7.

148

Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 8, El grupo

científico, fojas 1-11.

Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes, caja 10, exp. 7, Porqué se

detesta a los científicos ¡Toda la verdad! Fojas, 1-7.

Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 8, exp. 4, Limantour y

Reyes, fojas de la 61 a la 185.

Archivo General de la Nación. Fondo Francisco Bulnes: caja 10, exp. 11. La figura

de Limantour como Político.

Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra: exp., 12. Semblanza de Don

Justo Sierra

Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra, exp. 4, Fotografías y recortes,

fojas sin folio.

Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra:, libro tres, Correspondencia

Oficial periodo 1900-1910

Archivo Histórico de la UNAM, Fondo Justo Sierra: exp., 9, Epistolario de Don Justo

Sierra, f.422

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