Ramón Rubín y la lucha por la salvación del lago de Chapala

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58 RENGLONES # 49, AGOSTO-NOVIEMBRE 2001 Al escribir estas notas están todavía muy frescas las imágenes y palabras de Ramón Rubín, un hom- bre maduro y lleno de sabiduría con quien se dia- logó en las circunstancias de su vejez y en el am- biente de tranquilidad y concentración total que le permitía la ceguera que lo acompañó en los últi- mos días de su vida. Don Ramón estaba recluido en un asilo de an- cianos de esos que resultan menos visibles para la gente de Guadalajara porque se localizan en el cora- zón de la urbe. Su testimonio fue muy impactante y su insistencia en pasarnos la estafeta —porque sentía que él ya había hecho su tarea— nos moti- va a escribir este artículo centrado en el testimo- nio de esa generación de luchadores y sus saberes acerca del lago Chapala y la cuenca Lerma–Chapala- Santiago. 1 La comunicación con Rubín da otra idea acerca de las crisis del agua y ayuda a recrear otros ima- ginarios sobre el lago que pueden ser diametral- mente diferentes a las imágenes fatalistas de los administradores hidráulicos y de las versiones inmovilistas centradas en el mantenimiento de un statu quo legaloide que parecieran repetir como libreto bien estudiado casi todos los políticos en funciones. Cinco fueron las entrevistas que se sostuvieron con él (la primera fue el 20 de abril de 1999 y la última cuatro días antes de su muerte, el 25 de mayo de 2000). En cada una de ellas se recorrie- ron libremente pasajes de su vida, de su trabajo literario, pero se recordaron en especial los deta- lles de la lucha por la salvación del lago cuando él se convirtió en el primer presidente del Comité Provisional para la Conservación del Lago de Chapala, en 1953. Ramón Rubín y la lucha por la salvación del lago de Chapala Ofelia Pérez Peña y Gabriel Torres González Los esfuerzos de Rubín y la generación de lu- chadores a la que pertenece pudieron impedir que se ejecutara un decreto presidencial que promo- vería la desecación de una parte importante del lago con el fin de convertirla en terrenos de culti- vo. Ese logro es muy meritorio porque se da en tiempos en que la palabra del presidente se consi- deraba definitiva. Pero ¿cómo se gestó esa organi- zación que logró detener el decreto presidencial? Rubín comentó que la motivación e inquietud ma- yor provino de los más “aventados”, que eran avecindados, quienes imprimieron al comité un espíritu de rebeldía o desobediencia civil porque “no les gustaba dejarse”. Recordó que en “el co- mité de salvación de Chapala los avecindados to- maron la iniciativa y lograron trascender la quieta posición de los jaliscienses”. El ánimo que promovía el comité se traducía en frecuentes llamados al pueblo de Jalisco, que en varias ocasiones fueron interpretados negativa- mente. Un ejemplo de estos llamados fue el publi- cado como inserción pagada en El Informador, el 15 de junio de 1955: Se han hecho varios llamados al pueblo jalisciense para que responda con valor a las innumerables vejaciones de que ha sido y está siendo objeto. Ya es tiempo de que ese pueblo, valiente —según las películas— res- ponda unificado en una firme protesta. Es tiempo de que se sacuda la apatía y sepa valientemente defen- der sus sagrados derechos. Es realmente triste que unos cuantos elementos que, o son de mala fe o absoluta- mente ineptos tengan en sus manos el presente y el futuro de Jalisco. Nos referimos, como es natural, tanto al lago de Chapala, como al problema eléctrico...

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Al escribir estas notas están todavía muy frescaslas imágenes y palabras de Ramón Rubín, un hom-bre maduro y lleno de sabiduría con quien se dia-logó en las circunstancias de su vejez y en el am-biente de tranquilidad y concentración total que lepermitía la ceguera que lo acompañó en los últi-mos días de su vida.

Don Ramón estaba recluido en un asilo de an-cianos de esos que resultan menos visibles para lagente de Guadalajara porque se localizan en el cora-zón de la urbe. Su testimonio fue muy impactantey su insistencia en pasarnos la estafeta —porquesentía que él ya había hecho su tarea— nos moti-va a escribir este artículo centrado en el testimo-nio de esa generación de luchadores y sus saberesacerca del lago Chapala y la cuenca Lerma–Chapala-Santiago.1

La comunicación con Rubín da otra idea acercade las crisis del agua y ayuda a recrear otros ima-ginarios sobre el lago que pueden ser diametral-mente diferentes a las imágenes fatalistas de losadministradores hidráulicos y de las versionesinmovilistas centradas en el mantenimiento de unstatu quo legaloide que parecieran repetir comolibreto bien estudiado casi todos los políticos enfunciones.

Cinco fueron las entrevistas que se sostuvieroncon él (la primera fue el 20 de abril de 1999 y laúltima cuatro días antes de su muerte, el 25 demayo de 2000). En cada una de ellas se recorrie-ron libremente pasajes de su vida, de su trabajoliterario, pero se recordaron en especial los deta-lles de la lucha por la salvación del lago cuando élse convirtió en el primer presidente del ComitéProvisional para la Conservación del Lago deChapala, en 1953.

Ramón Rubín y la lucha por la salvación

del lago de Chapala

Ofelia Pérez Peña y Gabriel Torres González

Los esfuerzos de Rubín y la generación de lu-chadores a la que pertenece pudieron impedir quese ejecutara un decreto presidencial que promo-vería la desecación de una parte importante dellago con el fin de convertirla en terrenos de culti-vo. Ese logro es muy meritorio porque se da entiempos en que la palabra del presidente se consi-deraba definitiva. Pero ¿cómo se gestó esa organi-zación que logró detener el decreto presidencial?Rubín comentó que la motivación e inquietud ma-yor provino de los más “aventados”, que eranavecindados, quienes imprimieron al comité unespíritu de rebeldía o desobediencia civil porque“no les gustaba dejarse”. Recordó que en “el co-mité de salvación de Chapala los avecindados to-maron la iniciativa y lograron trascender la quietaposición de los jaliscienses”.

El ánimo que promovía el comité se traducíaen frecuentes llamados al pueblo de Jalisco, que envarias ocasiones fueron interpretados negativa-mente. Un ejemplo de estos llamados fue el publi-cado como inserción pagada en El Informador, el15 de junio de 1955:

Se han hecho varios llamados al pueblo jalisciense para

que responda con valor a las innumerables vejaciones

de que ha sido y está siendo objeto. Ya es tiempo de

que ese pueblo, valiente —según las películas— res-

ponda unificado en una firme protesta. Es tiempo de

que se sacuda la apatía y sepa valientemente defen-

der sus sagrados derechos. Es realmente triste que unos

cuantos elementos que, o son de mala fe o absoluta-

mente ineptos tengan en sus manos el presente y el

futuro de Jalisco. Nos referimos, como es natural, tanto

al lago de Chapala, como al problema eléctrico...

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Tales arengas eran encabezadas por los principa-les dirigentes del comité, entre los que sobresa-lían: Ramón Rubín (Sinaloa), Ricardo Delgado (Za-catecas), Jorge Munguía (Colima) y Antonio RomeroMontero (Aguascalientes), quienes daban la caracomo presidente, secretario, tesorero y vocal del co-mité, respectivamente. Desde su lógica, era expli-cable que los avecindados “se atrevieran con másfacilidad a armar un escándalo político”. Además,“varios de ellos supieron amar las bellezas conque la naturaleza dotó a Jalisco más que muchostapatíos”.

Como quiera que sea, sin el escándalo que sehizo no se hubiera podido parar la ejecución deldecreto. Asimismo, algunos jaliscienses —que donRamón consideró “proscritos” de esta sociedad—como el ex gobernador José Guadalupe Zuno y elpolítico Raúl Padilla padre desempeñaron un pa-pel muy importante en el desarrollo de las protes-

tas y la defensa legal. En la lucha contra el decretopresidencial de desecación se involucraron otrospersonajes importantes, como el padre Severo Díaz,un precursor de la lides ecológicas en Jalisco, yvarios abogados (Emiliano Robles León, AlbertoG. Arce y Víctores Prieto), quienes interpusieronvarios amparos que fueron acatados. De la gentede la iniciativa privada, relata Rubín, hubo pocoapoyo y el más distinguido fue de Jorge Dipp,quien entendió el problema del lago “seguramen-te por ser de origen árabe, condición que lo hacíamás sensible hacia las condiciones de sequía”.2

La visión crítica de estos luchadores, que sostu-vieron durante más de una década, ofrece una pers-pectiva que da pie a pensar que entre los jaliscien-ses no sólo prevalecía una mentalidad conservadoraproclive a acomodarse al statu quo. Sin embargo,la resistencia de los defensores del lago no hasido suficiente para cambiar el sentido de la histo-

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ria oficial de Jalisco. Por ello siguen apareciendocomo héroes varios desecadores del lago, a losque incluso se les han hecho muchos homenajesen vida y sus apellidos (Ballesteros, GonzálezChávez o De Paula Sandoval) ya forman parte dela nomenclatura de la ciudad en calles, canales ypresas. Como quiera que sea, las posturas de losdefensores del lago dan cuerpo a un marco críticode apreciación de la política mexicana en generaly la ambiental en particular que, a decir verdad,han quedado muy mal paradas con el ejemplo delo que le ha pasado al lago desde 1950.

El amor por el mar chapálicoy el estilo personal en la defensa del lago

La explicación de Ramón Rubín acerca de su amorpor Chapala es peculiar. Se deriva de su procesode socialización en una niñez y una adolescenciavividas en Mazatlán en un ambiente de marinerosy migrantes republicanos. Su añoranza del mar, quesiempre lo acompañó, lo llevaría a cambiar suquerencia por el océano por la del mar “chiqui-to” que entonces era Chapala. En su experienciade viajero incansable que se ganaba la vida traba-jando para comerciantes y una agencia de suelosde la ciudad de México, varias veces al mes visita-ba o pasaba por el lago, ya fuera en camión o entren, cuando iba de paso a León o la capital de larepública. De esa manera se percató de la bellezadel lago, al que llegó a considerar “ese hermososeñor lago” y pudo recorrer de punta a punta envarias veleadas.

Hacia 1948, en uno de aquellos viajes a laciudad de México, Rubín pudo observar unas obrasque se realizaban cerca de Ocotlán. Le sorprendióla construcción de un canal y un dique para des-viar aguas que deberían ir al lago y los trabajoscon una draga de succión. Pero más le llamó laatención que nadie parecía saber o querer deciralgo al respecto. Alguien acostumbrado a la vidade marineros sabe que las dragas se usan paradesecar esteros o brazos de mar. La presencia dela gran draga en la ribera de Chapala parecía con-firmar la interpretación de Rubín de que se pre-tendía desecar una parte del lago.

En la investigación que realizó para escribir sunovela La canoa perdida, cuyo argumento gira entorno a una embarcación en el lago de Chapalaque buscaba el agua que ya no existía, obtuvomucha información sobre la geografía y las condi-ciones de vida de los ribereños. Esto lo resalta el

profesor Karl M. Helbig, quien afirma que “el ca-pítulo introductorio de la novela proporciona alcientífico valiosos datos acerca del problema dellago”.3

En su narrativa, Rubín escribió:

Hoy, la tragedia pesa con un frígido aliento de fatali-

dad sobre los tristes destinos del otrora caudaloso

Chapala... El bordo que desecó la extensa Ciénaga

michoacana robóle una considerable porción de su

perímetro. Cerró, además, a la navegación lacustre,

muchos de los pueblos que antes fueron ribereños, ta-

les como Sahuayo, Jiquilpan, Guarachita, Pajacuarán y

San Pedro Caro. Posteriormente, comenzó a disminuir

el caudal del río Lerma, fundamental y única de consi-

deración entre las corrientes fluviales que lo alimentan.

Era que las nuevas presas y canales de regadío que se

iban construyendo en la parte alta de su curso, le des-

viaban y sorbían más de lo que fue la mitad del volu-

men de sus aguas, hasta dejarlo, cuando por el estuario

de La Barca penetraba al lago, ignominiosamente ex-

hausto de líquido. Esto, la escasez de lluvias originada

por la deforestación en los bosques de toda la comarca

y las plantas de bombeo para irrigar los sembradíos,

que brotaron como granos variolosos por todas sus ri-

beras, pareció amalgamarse para darle una trágica cul-

minación al consistente drama del amable mar

chapálico...4

En la serie de entrevistas a las que nos referimos,Rubín reiteró su pena de morirse con una pasiónno cumplida, la de haber tratado de salvar doslagos (Chapala y Cajititlán) y la de no haber podi-do hacer algo valioso y definitivo por ellos. Almismo tiempo, se corroboró que a pesar de suestado físico, hasta sus últimos días estuvo dis-puesto a hacer algún “escándalo” en favor de loslagos. Contó con orgullo la manera en que desa-rrolló una carrera literaria con su propio esfuerzo,sin depender de la promoción gubernamental nide los recursos ligados a las editoriales oficiales.Según él esto se debía a que en su trabajo litera-rio, y sobre todo en la palestra política para salvaral lago, se le interpusieron dos personajes queserían sus enemigos personales: Agustín Yáñez,quien fuera gobernador de Jalisco en los tiemposde la crisis del lago de 1955, y Alfonso Reyes.5

Ambos personajes le “impidieron el acceso a es-pacios importantes en la vida literaria nacional”.De hecho, las obras de Rubín no se pudieron pu-blicar en el Fondo de Cultura Económica hasta lamuerte de ellos.

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Una anécdota contada en el homenaje póstu-mo que le hiciera el municipio de Tlajomulco deZúñiga en el mismo año de su muerte da cuentade su carácter, de cómo veía la actuación de losgobernantes y del tipo de acción social que perse-guía. Por acuerdo del cabildo, se le concedió undiploma y una condecoración especial por sus es-fuerzos en pro de la conservación de la laguna deCajititlán. Al recibir esa distinción, después de agra-decer al cabildo, Rubín advirtió que aunque no lehicieran más homenajes, les pedía encarecidamenteque dedicaran sus esfuerzos a cuidar el lago y nolo siguieran usando de letrina de los pueblos de laregión.

También dio su punto de vista acerca deCajititlán como zona privilegiada para Guadalajaray otros municipios cercanos pero lamentaba, quedesde que se desviaron hacia allá los drenajes deSan Miguel, Tlajomulco y otras poblaciones, se lohabían acabado. En un último intento por salvaresa laguna, comentó que le había hecho llegaruna carta al gobernador Alberto Cárdenas propo-niendo la integración de otro comité especial, peroéste ni siquiera le contestó porque con seguridadno sabía quién era Ramón Rubín.

Lo anterior es consecuente con las experien-cias que vivió desde 1954, cuando pudo distinguirentre la necesidad de hacer publicidad a favor dela causa del lago pero sin valerse de ella parasacar provecho personal. Esto quedaba de mani-fiesto en una carta que dirigió a la periodista yescritora Elena Poniatowska, quien entonces eraeditora de Excélsior. Poniatowska comentaba queel escritor no aceptaba entrevistas que lopromocionaran porque consideraba que no se va-lía una publicidad que pregonara aspectos de lavida del escritor ajenos a la calidad literaria de suobra.

En sus campañas y “aventuras” —término queutilizaba el propio Rubín— en defensa del lagobuscaba involucrar a sus amigos literatos y metíaruido con sus escritos y el escándalo político enlos círculos bohemios u otros más serios de hom-bres de letras. Esa circunstancia disgustó más aquienes controlaban la literatura en el medio ofi-cial de México y Jalisco. Una carta a Juan Rulfofechada en enero de 1963 refleja el estilo queRubín usaba para involucrar a los literatos en ladefensa de los lagos. Luego de aclararle el sentidode la lucha de un nuevo comité para la salvaciónde la laguna de Cajititlán, lo invitaba a participaren los siguientes términos: “seguro como estoy de

que sientes el mismo cariño mío por Guadalajara ysus lagos aledaños, no me queda otro remedioque escogerte para que participes en tales moles-tias”.6

Desde el punto de vista del gobierno de Jalis-co, la intervención del comité de salvación dellago era vista como oportunismo político. Esto sedesprende de lo expresado por el gobernadorYáñez en su tercer informe de gobierno (1956),en donde considera que las acciones de dicho co-mité representaron un “intento de capitalizar polí-ticamente la crisis”; se congratulaba de que el mo-vimiento no hubiera “tenido eco popular” y loconsideraba útil porque había servido para mos-trar su estilo de gobernar, pues se declaraba parti-dario de un “ambiente de libertad y ecuanimidad”.

El problema de Chapalay las posibles soluciones a su crisis

El diagnóstico que hacía Rubín de las condicionesdel lago en los años cincuenta se fue afinando

Homenaje a la fotografía, óleo sobre tela, 112.5 x 79.9 cm,1972, colección Museo de Arte Moderno, INBA.

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luego de diversas confrontaciones con funciona-rios de la entonces Secretaría de Recursos Hidráu-licos, particularmente con aquellos que identifica-ba como promotores de la desecación de Chapala,los ingenieros Elías González Chávez, AndrésGarcía Quintero, Luis P. Ballesteros, Luis Cervantesy Francisco de Paula Sandoval. Eso se puede ob-servar a partir de lo expuesto en distintos editoria-les y escritos elaborados por él entre 1953 y 1958.7

Rubín ponía como punto de referencia la expe-riencia de las ciudades mayas para destacar la gra-vedad de la situación del vaso lacustre y lainconciencia profunda acerca de los dones con losque la naturaleza había dotado a Jalisco y a Méxi-co. Las ciudades mayas tenían la ventaja de quepodían cambiarse de localización en busca del agua.La situación que prevalecía en metrópolis comoGuadalajara era muy diferente, dado que éstas nopueden moverse para buscar pozos para rellenarsus cenotes o vasos reguladores. En ese sentido,la ciudad, que en los años veinte y hasta los cua-renta, podía competir por el agua con ciudadespequeñas de El Bajío, ahora como zona metropoli-tana tiene que hacerlo con emporios agroindustrialesy urbanos como Celaya, León, San Juan del Río,Querétaro, Moroleón y la ciudad de México, locual le representaba una desventaja cada vez ma-yor. Desde esta óptica, de no presentarse un dilu-vio el lago parecía destinado a desaparecer.8

El hecho es que con las copiosas lluvias de1956 y 1957 el lago logró recuperarse y huboesperanzas de que sobrevivera. Pero otra vez, ac-tuaron en su contra el aumento de las concesionesde agua, las mayores superficies que regar y lasextracciones crecientes para llevar el líquido a laciudad de México desde el alto Lerma. Todo elloha provocado que el agua se quede en las presasdel alto, medio y bajo Lerma y no lleguen aChapala. En Jalisco, decía Rubín, el agua se desti-na a los trigales y milpas del distrito de riego deLa Barca antes de que lleguen a Chapala y otroscaudales se desvían por el canal de Atequiza, porlo que tampoco pueden llegar al lago.

Otro problema que mencionaba Rubín es el delcrecimiento desordenado de las ciudades y el incre-mento poblacional. Decía el escritor que el cleronunca ha comprendido la necesidad de detener elcrecimiento poblacional desmesurado. Si en losaños veinte se hablaba de ciudades de 20,000 per-sonas, en los cincuenta ya fueron de cientos demiles, y en los noventa de millones. Desde la déca-da de los setenta, Guadalajara empezó a deman-

dar mayores cantidades de agua del lago. Pero ladesventaja seguía siendo que las aguas se queda-ban en el alto, medio y bajo Lerma, una desventajade Jalisco respecto de Guanajuato prácticamenteirreversible. Esta afirmación que Rubín reiteró envarias ocasiones le valió que se le acusara de traerpleito con Guanajuato.

La conclusión de Rubín en 1999, y que repitióvarias veces, era que el destino del lago era muynegro, aunque luego agregaba: “ojalá y esté equi-vocado”. Como quiera que sea, en su balance pe-san varios factores: las pésimas políticas hidráuli-cas observadas en más de cincuenta años, que porla vía de los hechos, ya sin decreto de por medio,siguieron propiciando la desecación del lago; elhecho de que los políticos están más preocupadospor defender sus puestos que los recursos natura-les; la circunstancia de que ninguna de las comi-siones organizadas por el gobierno para salvar allago ha funcionado; la reticencia del gobierno fe-deral y estatal a aceptar las críticas y la participa-ción de quienes desean salvar al lago. De hecho,el desenlace del primer comité provisional tuvolugar cuando el gobernador Yáñez y los abogadosencabezados por Alberto G. Arce pactaron acuer-dos de no agresión y decidieron bajar el tono de lalucha por la defensa del lago. A una minoría deinconformes, entre ellos Rubín, procuraron aislar-los mostrándoles que el problema de los apagonesque padecía el estado se había resuelto gracias ala intervención del gobierno federal, que hizo po-sible que Jalisco se incorporara al sistema eléctri-co nacional. Pero sobre todo se apuntaba el hechode que se había llenado de nuevo el lago parahacerles notar que ya no había razón para la in-transigencia. A otros se les preguntaba “cómo seatreven a desafiar a expertos como el ingenieroGonzález Chávez, quien además de ser una emi-nencia amaba a Jalisco más que ellos”.

La falacia de la evaporacióny la crisis interminable del lago

Ante la crisis del lago en los noventa, Rubín noveía una solución de corto plazo a menos que sepresentaran lluvias tan fuertes como las de 1956 y1957. En tono irónico, observó que una buena so-lución sería que los “gringos” dedicaran los dóla-res que gastan en la guerra a hacer acueductos.De esa manera pronto podría volver a llenarseChapala. Como quiera que sea, Rubín insistió en

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que la recuperación del lago se lograría al devol-verle el agua que le quitan. No es posible, decía,“que mantenga los servicios que presta sin recibircorrientes. Es evidente que si se sigue sobrexplo-tando el lago sin que le llegue más agua se va aacabar más pronto que tarde”.

Lo de que la evaporación es una causa de lacrisis de lago lo consideraba como un pretextoutilizado sobre todo por De Paula Sandoval parajustificar el decreto de desecación. Por cierto, elmismo De Paula expresó en una entrevista su con-vencimiento de que el de Chapala es un lagointermitente. En este sentido, “no es que Chapalavaya a quedar borrado del mapa. El régimen deintermitencia nos va a llevar a situaciones como lade Atoyac, Sayula o San Juan. Si pasamos en carroen abril o mayo éstas no existen, pero si lo hace-mos en julio o agosto se va a ver el agua y quizáhasta estén las garzas”.9

Para Rubín la evaporación fue más notoriacuando se construyeron las obras en el alto Lerma,a fines de la década de los cuarenta, y fue preci-samente en esos años cuando empezó a descen-der el nivel del agua, el cual llegaría a su puntomás bajo del siglo XX en 1955. Si el lago siguieralleno sería otra la situación y se demostraría queha sido mentira lo afirmado por Andrés García Quin-tero, uno de los expertos de la Secretaría de Recur-sos Hidráulicos que promoviera con más entusias-mo la desecación y quien consideraba que, dadala evaporación, tener un lago como Chapala eraun lujo que el país no podía darse.

En un artículo publicado en Excélsior en 1954,Rubín consideraba que la evaporación es un fenó-meno fantasmagórico e ironizaba sobre el únicoargumento científico que utilizaban los desecadoresencabezados por García Quintero. Señalaba quelos coeficientes de evaporación planteados eraninexactos y que su variación oscilaba entre 38 cen-tímetros en Canadá y tres metros y medio en Egip-to. Luego indicaba que se quería equiparar las con-diciones de Chapala a las de Egipto. Para Rubínello era erróneo porque la evaporación dependíade muchas circunstancias y sería muy tonto consi-derarla sólo como una pérdida porque hasta en elmás elemental texto de geografía física se consi-dera a ésta como indispensable. Por ello le pare-cía disparatado que los técnicos en hidráulica pe-learan contra la evaporación como si fuese un malsobrecogedor.

A este respecto el padre Severo Díaz, en unlargo escrito publicado en El Informador el 14 de

julio de 1955 (“El mito de la evaporación y el origende la cuenca de Chapala”), también hacía referen-cia a lo argumentado por García Quintero conside-rando su postura como autoritaria dado que estababasada en razón de los apoyos federales y estata-les y de los diputados, así como en la convenien-cia de los millonarios de varias entidades. Tam-bién hacía notar el menosprecio al comité desalvación del lago, cuyos argumentos estaban fun-damentados en estadísticas y datos que se intenta-ba desconocer por que provenían de simples ciu-dadanos. Decía que en Estados Unidos se creabanlagos sin temer la evaporación y que ésta no eradel tamaño que la concebía García Quintero por-que nunca se había medido desde adentro del lagomismo, como él lo había sugerido. El cálculo deGarcía Quintero, del que se desprendía su pro-puesta de desecación, oscilaba entre 1,700 y 1,900millones de metros cúbicos por año. Severo Díazle preguntaba a García Quintero si con los 200millones de pesos que se obtendrían de las hectá-reas que se irrigarían al desecar el lago sería sufi-ciente para cubrir las perdidas en términos de tu-rismo, pesca y condiciones de vida.

La cuestión del aguapara la zona metropolitana

Para Rubín los efectos y peligros que siguen a ladesecación del lago son terribles porque la zonametropolitana de Guadalajara a fines del siglo XXya necesitaba demasiada agua. Además, sostenía quelos políticos no han tenido conciencia clara deque Jalisco se localiza en una zona crítica. Irónica-mente, comentó que a los jóvenes y contemporá-neos “ya no les interesa la geografía”. Si hubieramás interés por ésta, se reflejaría pronto en elrechazo de varios de los proyectos de los que sehabla actualmente para resolver el problema delagua de la metrópoli porque estos son problemáti-cos. Puso como ejemplo que se hablaba de traeragua del río Verde sin reparar en que ese río yatiene tres represas en varios lugares. “Si se metencon el Verde a la larga van a pelear con Los Altos(Tepatitlán y otras ciudades como San Juan de losLagos, Pegueros, Valle de Guadalupe, Acatic yZapotlanejo, que han ido creciendo mucho) y conLeón y Aguascalientes”. Eso porque La Zurda yPicachos van a reducir los cauces. Además, Rubíndudaba mucho de que fueran a llegar a Guadalajaralos metros cúbicos con los que dicen que se podrá

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contar. Según su experiencia, los cálculos de laSecretaría de Recursos Hidráulicos no eran exac-tos y podría suceder otra vez, como en el caso delas aguas del alto Lerma derivadas a la ciudad deMéxico, que una vez terminadas las obras el volu-men captado sea de casi la mitad de lo proyec-tado.

Otras soluciones que se mencionan se le anto-jaban descabelladas, como la de desviar el aguadel río Armería desde las cercanías de Tolimán.Ese tipo de proyectos aparte de lo costosos queresultarían, deberían considerar más seriamente elhecho de que obligan a negociar con otras locali-dades. Pasaría lo mismo si se quisiera traer aguade Michoacán, del río Tepalcatepec. Sería inge-nuo creer que los michoacanos la dejarían ir sinningún problema. Se tendría que negociar. Otrasposibilidades mencionadas eran traer hasta Gua-dalajara o llevar al lago el agua de la sierra delTigre, Ameca, Atenguillo, Mascota o Tomatlán, loque consideraba más plausibles porque sí hay agua.Pero recalcaba que en casi todos los casos se tieneque negociar y beneficiar a los lugareños.▲

Notas

1. Otra imagen impactante de estos primeros luchadores esla de Ricardo Serrano, quien no se cansa de manifestarsu desesperación por la situación en que se encuentra ellago en todos los foros a los que asiste. En este sentido,frecuentemente se le identifica como el viejo que le “agua-da las fiestas” a muchos políticos y funcionarios de laComisión Nacional del Agua (CNA). Así sucedió en el forode consulta del Senado de la república efectuado el 6 deabril pasado, donde Serrano, con la fuerza que le da laexperiencia y la desesperación de escuchar tantas pro-mesas incumplidas, con fuertes gritos interpeló al gober-nador Francisco Ramírez Acuña pidiéndole “no más de-magogia sobre Chapala” antes de que éste tomara lapalabra para inaugurar el acto.

2. Otros personajes que se involucraron y desempeñaroncomo organizadores en los diferentes sectores como clu-bes sociales y deportivos, sector universitario, industria,comercio, sector obrero, pueblos ribereños, etc., fueronGermán Behn, Enrique Ladrón de Guevara, Felipe TorresPlanck, Manuel Hernández y Hernández, el presbíteroJosé María Arreola, Miguel Naranjo Granda, Jesús GonzálezGortázar, Vicente Palencia, José Rosas, Guillermo Stettnery Camarena, Armando Abundis, Alfonso Manuel Castañeday el teniente coronel José Moreno Flores. Aparte había undepartamento legal presidido por Emiliano Robles León yAlberto G. Arce, y otro consultivo y científico presididopor el presbítero Severo Díaz y Luis Puga Robles Gil (ElOccidental, Guadalajara, 11 de mayo de 1954, p.3).

3. Helbig M., Karl. Der Chapala –See in México und seineAustroc knung, Petermanns Geographischen Mittelhungen,Hamburgo, 1959, p.7. Este investigador alemán señaló ensu artículo que “en el caso de la cuenca Lerma-Chapala-Santiago se partió al revés al organizar el orden hidrológicoclimático y los sistemas de riego. Esto es, se procedió delcurso superior al inferior”.

4. Rubín, Ramón. La canoa perdida (novela mestiza), VeraEditores, Guadalajara, 1951, p.13.

5. En el caso de Alfonso Reyes, don Ramón nos confió quese ganó su enemistad por no haber revisado condetenimiento las galeras de una revista que editaba, en laque apareció un artículo de un joven literato que hacíaver un plagio en la obra de Reyes.

6. Excélsior, México, 8 de mayo de 1964. Rubín opinaba quela grandeza de la obra de Rulfo radicaba en su brevedady contundencia. En tono de broma, recalcaba que la bre-vedad, le acarreaba la buena impresión de muchos críti-cos porque éstos no tenían que leer mucho para conven-cerse de su calidad. En el caso de Rubín los críticos teníanque leer más de 40 novelas y 200 cuentos.

7. “El drama del lago de Chapala”, Excélsior, México, 12 dejunio de 1954; “La utilidad del lago de Chapala”, Excélsior,México, 27 de junio de 1954; “Recursos hidráulicos y suvisión poética de Chapala”, Excélsior, México, 6 de febre-ro de 1958, entre otros.

8. Se puede interpretar que las lluvias extraordinarias que sepresentaron a fines de la década de los cincuenta funcio-naron como un verdadero diluvio que volvió a llenar ellago.

9. Entrevista con el ingeniero Francisco de Paula Sandoval,presidente del Consejo Estatal de Seguimiento y Evalua-ción de la Cuenca Lerma Chapala Santiago, 1 de junio de1999.

Autorretrato 17, lápiz sobre papel, 37.5 x 27.5 cm, 1976,colección particular, cortesía Galería Arvil.