Regulaciones Urbanas de La Habana Vieja

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 REGULACIONES URBANÍSTICAS Ciudad de La Habana La Habana Vieja CENTRO HISTÓRICO

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“La Habana Vieja. Centro Histórico”. Segundo volumen de la serie Regulaciones Urbanísticas, es un empeño del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad por dotar, tanto al especialista como al lector general, de un instrumento de orientación en el intenso quehacer revitalizador de esta zona. Además de la nueva normativa urbana para el Centro Histórico, de gran interés para inversionistas, proyectistas, empresarios y pobladores que vayan a intervenir en espacios públicos o viviendas, incluye la visión de notables intelectuales cubanos sobre esta zona, antecedentes históricos de la ciudad fundacional, interrelaciones de la arquitectura heredada y un panorama actualizado del planeamiento integral de desarrollo a partir de los estudios realizados por los especialistas del Plan Maestro.

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REGULACIONES URBANSTICASCiudad de La Habana

La Habana ViejaCENTRO HISTRICO

La Habana es [...] de todos los puertos que conozco, el nico que ofrece una tan exacta sensacin de que el barco, al llegar, penetra en la ciudad.ALEJO CARPENTIER , "La Habana vista por un turista cubano" Carteles (1939)

REGULACIONES URBANSTICASCiudad de La Habana

La Habana ViejaCENTRO HISTRICOcon prlogo de Eusebio Leal

Serie REGULACIONES URBANSTICAS Colecciones Arcos / Arquitectura y Ciudad Ediciones Boloa / Ediciones Unin

REGULACIONES URBANSTICAS. LA HABANA VIEJA. CENTRO HISTRICO En cubierta: Plano del puerto y de la villa de La Habana. Levantado en 1798 por el capitn de fragata de la marina espaola Jos del Ro. Contrario a lo que hoy resulta una convencin, el norte est orientado hacia abajo. Colectivo de autores de Plan Maestro para la Revitalizacin Integral de La Habana Vieja y Direccin Provincial de Planificacin Fsica Ciudad de La Habana, 2009 Direccin Patricia Rodrguez Alom Coordinacin Alina Ochoa Alom Consejo Editorial Patricia Rodrguez Alom, Alina Ochoa Alom, Roberto Moro ..............................Prez, Rosabel Pino Casares, Ana Mara Iglesias Daz y Pablo ..............................Fornet Gil Edicin Charo Guerra Diseo de coleccin Ernesto Marimn Concepcin Diseo y diagramacin Themis Garca Ojeda Correccin Mara Victoria Pardo Miranda Grficos Patricia Rodrguez Alom y Patricia Baroni Moreno Ponce de Len Infografa Salvador Pea Solano Cartografa Mara Victoria Rodrguez Reyna Seleccin de imgenes Alina Ochoa Alom y Patricia Rodrguez Alom Fotografa Alina Gonzlez Viera, Jorge Garca Alonso, Carlos Garca Pleyn, Ariel ..................Prez Ruiz, Madeline Menndez Garca, Salvador Pea Solano, Mara ..................Victoria Rodrguez Reyna, Armando Zambrana, Guillermo Bello, Patricia ..................Rodrguez Alom, Juan Carlos Gonzlez Villaveirn, Isabel Len ..................Candelario y Archivo del Plan Maestro Asistencia tcnica (en captulo 8) Isabel Len Candelario Plan Maestro para la Revitalizacin Integral de La Habana Vieja Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, 2009 E-mail: [email protected] Sobre la presente edicin: Ediciones Boloa, 2009 ISBN: 978-959-294-010-9 Ediciones Boloa, Calle Tacn no. 20, La Habana Vieja, Ciudad de La Habana, Cuba

AutoresPRLOGOEusebio Leal

PRIMERA, SEGUNDA Y TERCERA PARTEMiguel Barnet Zoila Lapique Becali Manuel Lpez Oliva Senel Paz Flix Julio Alfonso Lpez Alina Ochoa Alom Patricia Rodrguez Alom

CUARTA PARTEINVESTIGACIN Y COMPILACIN Patricia Baroni Moreno Ponce de Len Greta Garca Rodrguez REDACCIN Patricia Rodrguez Alom Alina Ochoa Alom Madeline Menndez Garca Rita Mara Hernndez Gonzalo Pablo Fornet Gil Francisco de la Nuez Oramas Sirelda Barreiro Merio Flix Julio Alfonso Lpez Luis Ramn Rodrguez Santos REVISIN TCNICO-LEGAL Roberto Moro Prez Ana Mara Iglesias Daz Rosabel Pino Casares Jos Antonio Choy Lpez

ColaboradoresGRUPO COORDINADORJos Antonio Choy Lpez, UNEAC Ana Mara Iglesias Daz, DPPF-CH Roberto Moro Prez, DPPF-CH Alina Ochoa Alom, OHCH Mara Teresa Padrn Lotti, OHCH Rosabel Pino Casares, DPPF-CH Gina Rey, Fac. Arquitectura CUJAE Patricia Rodrguez Alom, OHCH

TALLER REGULACIONES URBANSTICAS DEL CENTRO HISTRICOEQUIPO DE TRABAJO Patricia Rodrguez Alom Madeline Menndez Garca Alina Ochoa Alom Rita Mara Hernndez Gonzalo Pablo Fornet Gil Francisco de la Nuez Oramas Sirelda Barreiro Merio Patricia Baroni Moreno Ponce de Len Greta Garca Rodrguez Ayleen Robainas Barcia David Viciedo Gmez Ricardo Nez Fernndez Salvador Pea Solano Florisenda vila Rodrguez

PROMOTORES INSTITUCIONALESDireccin Provincial de Planificacin Fsica de Ciudad de La Habana (DPPF-CH) Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital (GDIC) Unin de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

COLABORADORES INSTITUCIONALESInstituto de Planificacin Fsica (IPF) Comisin Nacional de Monumentos (CNM) Comisin Provincial de Monumentos-Ciudad de La Habana (CPM-CH)

A Rafael Rojas Hurtado de Mendoza, inspiracin permanente en el equipo de trabajo del Plan Maestro, y a todas aquellas personas que aportan su esfuerzo, pequeo o colosal, para que La Habana Vieja perdure ms all de nuestra memoria.

Nota editorialLa Habana Vieja. Centro Histrico, segundo volumen de la serie Regulaciones Urbansticas, es un empeo editorial del Plan Maestro de la Oficina del Historiador de la Ciudad, en su coleccin Arcos, por dotar tanto al especialista como al ciudadano comn de un instrumento de orientacin en el intenso quehacer revitalizador de esta zona, preciada joya del patrimonio edificado cubano. El primer libro de la serie, dedicado al emblemtico barrio El Vedado, fue publicado en 2007 en coedicin de las editoriales Boloa y Unin, coleccin Arquitectura y Ciudad. Ambos sellos establecieron, desde entonces, una alianza estratgica para dar a conocer paulatinamente la nueva normativa urbana que, con una amplia visin cultural, intenta hacer converger diversidad de intereses y proyectos en pro de La Habana. Esta edicin, como la anterior, incluye particulares visiones de intelectuales cubanos acerca de la zona antigua, antecedentes histricos de la ciudad fundacional, interrelaciones de la arquitectura heredada, y un panorama actualizado del planeamiento integral de desarrollo a partir de los estudios sistemticos y multidisciplinarios que, desde su fundacin en 1994, realiza el Plan Maestro en este Centro Histrico. A lo largo de su historia, La Habana ha sido una ciudad profusamente normada con innumerables decretos, ordenanzas, regulaciones e instrumentos jurdicos, los cuales respetados o no tanto han dado lugar a la que ha sido por ms de cuatro siglos la capital del pas, smbolo poltico de la Repblica de Cuba. Como parte de este proceso de estudio sistemtico del Centro Histrico, en julio de 2003 el colectivo del Plan Maestro realiz un Taller de Regulaciones Urbansticas con especialistas de la entidad que, con el mismo mtodo participativo e interdisciplinario del Taller internacional de El Vedado, y la incorporacin clave de colegas de la DPPF-CH, del GDIC y del Grupo Coordinador de las Regulaciones, fue el punto de partida para analizar la abundante normativa anterior y llevar a consenso un instrumento actualizado que se ha enriquecido tambin de las experiencia del volumen ya publicado: El Vedado, y del que prximamente ver la luz: El Malecn tradicional. El proceso tcnico en la configuracin de estas regulaciones concluye con la minuciosa revisin por parte de los expertos de la DPPF-CH y la Comisin Provincial de Monumentos. Se incluye expresamente un texto que explica el modo de consultar la nueva normativa, y su utilidad y puesta en prctica por parte de aquellos inversionistas, proyectistas, autoridades de la gestin urbana, empresarios y poblacin que vayan a intervenir en los bienes culturales, en los espacios pblicos o en sus viviendas. El colectivo de autores y el consejo editorial agradecen al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, por la confianza depositada en el equipo tcnico del Plan Maestro para la realizacin de esta tarea, as como a la Dra. Graziella Pogolotti y al arquitecto Jos Antonio Choy, quienes desde la UNEAC, y a partir de las primeras conversaciones acerca del proyecto editorial de la serie Regulaciones Urbansticas, han alentado y propiciado la concrecin de tan preciado objetivo. Asimismo, a los expertos del Grupo Coordinador de las Regulaciones Urbansticas, creado en 2003; a nuestros colegas de la DPPF-CH y a aquellos colaboradores y amigos que, desde diversas partes del mundo, contribuyeron a la conformacin de esta herramienta de trabajo.

ndice generalPRLOGOEl complejo dibujo de la ciudad antigua / Eusebio Leal ..................................................15

PRIMERA PARTE:

VISIONES DE LA HABANA VIEJA

La Habana es algo ms / Miguel Barnet ......................................................................... 22 Imgenes de mi niez / Zoila Lapique Becali .................................................................. 25 Una ciudad que me habita la imaginacin / Manuel Lpez Oliva ................................... 28 La Habana como sensacin / Senel Paz .......................................................................... 30

SEGUNDA PARTE:

ANTECEDENTES HISTRICOS

La Habana Vieja en la estela del tiempo / Flix Julio Alfonso Lpez ............................... 36 Urbe y arquitectura, simbiosis fecunda de San Cristbal de La Habana / Alina Ochoa Alom........................................................................................................ 46

TERCERA PARTE:

DESARROLLO INTEGRAL DEL CENTRO HISTRICO

De un Plan Maestro al Plan Especial de Desarrollo Integral / Patricia Rodrguez Alom ..... 68

CUARTA PARTE:

REGULACIONES URBANSTICAS

AUTORES (Plan Maestro para la Revitalizacin Integral de La Habana Vieja) Investigacin y compilacin Patricia Baroni Moreno Ponce de Len, Greta Garca Rodrguez Redaccin Patricia Rodrguez Alom, Alina Ochoa Alom, Madeline Menndez Garca, Rita Mara Hernndez Gonzalo, Pablo Fornet Gil, Francisco de la Nuez Oramas, Sirelda Barreiro Merio, Flix Julio Alfonso Lpez y Luis Ramn Rodrguez Santos (Direccin Provincial de Planificacin Fsica Ciudad de La Habana) Revisin tcnico-legal Roberto Moro Prez, Ana Mara Iglesias Daz y Rosabel Pino Casares UNEAC Jos Antonio Choy Lpez

Carta de aprobacin de la Comisin Provincial de Monumentos de Ciudad de La Habana ................................................................................................85 Carta de aprobacin del Consejo de la Administracin Municipal de La Habana Vieja ..... 86 Utilidad, caractersticas y sugerencias para la consulta del cuerpo regulador / Patricia Rodrguez Alom .............................................................................................. 89 1. Descripcin del Centro Histrico de la Ciudad de La Habana .................................... 91 2. Caracterizacin de las regulaciones .......................................................................... 95 3. Regulaciones generales de intensidad urbana ........................................................ 99 .4. Regulaciones especficas de intensidad urbana ....................................................... 119 5. Regulaciones especiales de intensidad urbana ........................................................ 145 6. Procedimientos ...................................................................................................... 153 7. Derroteros .............................................................................................................. 165 8. Tablas y normas grficas ........................................................................................ 171 9. Glosario ................................................................................................................. 257 10. Anexos ................................................................................................................. 267

Esta Habana, una de cuyas ms relevantes caractersticas consiste en poseer la doble personalidad de ciudad a la vez antigua y muy moderna [] con sus viejos castillos, iglesias y casonas, con sus plazas, callejuelas y rincones pintorescos.EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING La Habana. Apuntes histricos (1964)

El complejo dibujo de la ciudad antigua / Eusebio Lealsa es la raz y sa es la sal de la libertad: el Municipio. JOS MART Piedra angular del derecho municipal y de los cdigos para la interpretacin de nuestra labor en la ciudad de La Habana, fue la presencia en la Villa desde poca tan temprana como 1573 del letrado Don Alonso de Cceres, quien traz las primeras ordenanzas urbanas que, en puridad de lo certero, trascendieron el propsito y dejaron las bases de un cdigo de convivencia y buena vecindad. El gobernador de Santo Domingo, Don Nicols de Ovando, comendador de Lares, le envi para que su labor resultara fecunda, y as lo fue. De entonces a ac, como veremos luego, se enraiz una conciencia de urbanidad que el profesor Carrera Jstiz recogi magistralmente en sus textos. Corona de todo ello lo sera la Ley Orgnica de los Municipios que precedi, en unas dcadas, la profunda transformacin que vivira Cuba a partir del Primero de enero de 1959. Con la publicacin de este volumen de regulaciones urbanas estamos dando natural continuidad al esfuerzo ordenador que nos legaron nuestros antecesores. El respeto y estudio de una tradicin de cdigos, muy especialmente de las Ordenanzas de Construccin de 1861, han presidido la redaccin de estas nuevas regulaciones que, adems, han incorporado una visin muy moderna y prctica para hacerlas comprensibles. Realmente se trata de un buen ejemplo del justo equilibrio entre tradicin y contemporaneidad. Sera impensable la redaccin aqu de un cdigo que ignorase las citadas ordenanzas pues fueron ellas las que, rigiendo por casi siglo y medio, han hecho posible La Habana que hoy da reconocemos como una de las ciudades ms esplndidas, y que an sigue siendo de las ms pintorescas al norte del equinoccio, como dijera Humboldt, pero enriquecida con un empaque de modernidad que no sospech el cientfico alemn. La Habana es un libro abierto, una enciclopedia que nos regala en su decurso una sabia leccin de arquitectura y urbanismo. Y es su Centro Histrico el punto de partida para esa magnfica aventura que puede resultar de su conocimiento y preservacin. Cuando en octubre de 1993 se dict el Decreto-ley 143, se responsabiliz a la Oficina del Historiador con la salvaguarda de ese bien cultural tan complejo que constituye la ciudad de La Habana. En aquel documento qued expresada de este modo la voluntad de la nacin: La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana tendr competencia en su perfil cultural sobre toda la provincia de la Ciudad de La Habana [siendo una de sus funciones principales] preservar la memoria material y espiritual de la capital de la Repblica, como expresin de la historia nacional, divulgndola y honrndola por todos los medios de difusin naturales y tcnico-cientficos y por su accin continua sobre estos bienes de la nacin. Es por ello que participamos activamente en la materializacin de las regulaciones urbansticas de El Vedado, pieza esencial de la ciudad, sin la cual sera imposible narrar un pasaje fundamental de nuestra historia. Atendiendo a la misma responsabilidad integramos el equipo redactor de las regulaciones del Malecn Tradicional, fragmento urbano que, sin dudas, es emblema de la capital y, por supuesto, hemos trabajado arduamente en la redaccin del cdigo de La Habana Vieja. Adentrarnos en estas pginas ser una excelente aventura, un viaje a las fuentes, acompaados de una nueva forma de exponer las ordenanzas, ms accesible, difana y cercana.

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El complejo dibujo de la ciudad antiguaLa nueva metodologa de interpretacin, profusa en grficos, fotos, ilustraciones e imgenes de todo tipo, ayudar a decodificar los elementos de la ordenacin urbana y arquitectnica y permitir a cualquier ciudadano conocer trminos que hasta el momento formaban parte del lenguaje crptico de un selecto grupo de entendidos en la materia. Ser posible desde ahora que cualquier vecino sepa distinguir lo que es una plaza, una plazuela o un paseo histrico, identificar la diferencia entre las diversas categoras del espacio pblico y, sobre todo, comprenderlos e interiorizar que son bienes que les pertenecen y tienen tanto el derecho de usarlos como de cuidarlos. El tono de la normativa es orientativo, se trata de decir cmo se han de hacer las cosas, no de prohibir arbitrariamente que se hagan. De las acciones espontneas de los residentes intentando ganar ms espacio, de aquellos que han sido creativos en sus soluciones, e incluso hasta de los ejemplos mal hechos se aprendieron lecciones para escribir los nuevos cdigos, que orientan y definen, esclarecen y evidencian que casi todo es permisible, slo depende de cmo se haga, con qu materiales, con cules proporciones, respetando qu elementos de gran vala. Se ha tratado de ilustrar, sin que quepa lugar a dudas, cmo ha de actuarse para adecuar las demandas de la vida contempornea a las caractersticas del inmueble y de la zona. Por ejemplo, las proporciones de puntales y alturas estn basadas en estudios de edificios paradigmticos, en la sabia conjugacin de sus elementos expresivos y volumtricos. La aplicacin de esta normativa a los edificios que se levanten garantizar que ellos dialoguen armnicamente con su entorno. Pero si estas ordenanzas se quedaran en la penumbra de los anaqueles de las bibliotecas o en los gabinetes de proyectos, entonces no habramos logrado el principal de los objetivos. Estas normas llegarn a las sedes de los consejos populares, y sern sintetizadas y distribuidas entre la poblacin a manera de tabloides o plegables, para su amplia difusin y conocimiento. La intencin va enfocada hacia una alfabetizacin ciudadana en materia de normativas y regulaciones pues son ellos, los residentes de los antiguos palacios, quienes han actuado en mayor cuanta en procesos de autoconstruccin de viviendas, sin los conocimientos suficientes ni la asesora tcnica que merecen, lo cual ha provocado un nocivo deterioro de las estructuras y de la imagen urbana. Por primera vez se publicar la lista indicativa de grados de proteccin asignados a los inmuebles del territorio categora mediante la cual el Estado cubano protege sus bienes patrimoniales, que hasta el momento era slo del conocimiento de los arquitectos restauradores y de los funcionaros encargados de velar por la salvaguarda del patrimonio cultural. Poner al alcance de todos la posibilidad de conocer cun valioso es el edificio en que habita, trabaja o quiere intervenir, lo dispone a convertirlos en agente activo de la proteccin del mismo. Tambin, por primera vez, aparece una clara explicacin de lo que es una tipologa edilicia, es decir, de cmo se pueden agrupar las edificaciones por familias que responden a caractersticas espaciales similares; grficos de la distribucin de los espacios en plantas y secciones y una gran cantidad de imgenes que permiten identificar cundo nos encontramos frente a un edificio de origen habitacional, y cundo ante otro edificado para una funcin diferente, es decir, teatro, almacn, oficinas. Las prescripciones atienden a los grados de proteccin de los edificios y a sus diversas tipologas, con propuestas del modo en que pueden conjugarse estos valores ante acciones constructivas y diferentes demandas de uso. Inevitablemente la ciudad antigua se ha de tras-

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El complejo dibujo de la ciudad antiguaformar para adaptarse a los nuevos tiempos; se trata de regular esos cambios para garantizar que se hagan con un sentido culto, respetuoso y sensible hacia nuestra herencia. Estas ordenanzas pautan una mixtura de casi todos los usos posibles atendiendo a su intensidad y a su localizacin, partiendo de la premisa de rescatar la heterogeneidad funcional de la que fue la ciudad en su conjunto, hoy ciudad diminuta rodeada por la ciudad moderna del ensanche y luego por otra y otra ms, hasta constituir un centro ya no slo funcional sino tambin geogrfico. Se han distinguido sectores de acuerdo con la concentracin de parmetros comunes: all ms ntima y recogida, all ms elegante y recoleta, ac en una trama ms desahogada, al otro lado caracterizada por la estrechez de las calles. Y todo gracias al estudio minucioso y detallado de los distintos aspectos del complejo dibujo de la ciudad antigua, al examen del uso del suelo ese recurso tan escaso en las zonas cntricas, y a una aceptacin de la vala tanto de lo culto como de lo popular, de lo especializado como de lo vernculo. Sin dudas, han sido muchas las lecciones aprendidas durante la redaccin de este nuevo cuerpo normativo, en este ejercicio por comprender el Centro Histrico como espacio vital que necesita, para su propio desarrollo, una mirada sensible y contempornea, capaz de insertarlo plenamente en el natural devenir de toda la ciudad y en el alma de quienes la habitan.

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Pero qu es esto? Otra vez Espaa? Otra vez la Andaluca mundial? Es el amarillo de Cdiz con un grado ms, el rosa de Sevilla tirando a carmn y el verde de Granada con una leve fosforescencia de pez.FEDERICO GARCA LORCA Cartas (1930)

PRIMERA PARTE

VISIONES DE LA HABANA VIEJA

La Habana es algo ms ....................................................................... 22 Miguel Barnet Imgenes de mi niez ........................................................................ 25 Zoila Lapique Becali Una ciudad que me habita la imaginacin ........................................ 28 Manuel Lpez Oliva La Habana como sensacin ................................................................ 30 Senel Paz

La Habana es algo ms / Miguel BarnetSe equivoca quien crea que La Habana es una ciudad porque tiene parques, edificios monumentales, rincones recoletos, centros histricos, barrios bulliciosos, y gentes de tintes variopintos. La Habana es algo ms. La Habana es una persona, y esa persona nos posee con su magia, nos hace cautivos. Pero La Habana no es cualquier persona. Grcil y profunda es muchas personas y la misma de siempre. Fermento de mltiples mutaciones, femenina no slo por su nombre sino por su naturaleza, ella ha sido vctima de estereotipos propagandsticos pero ha salido invicta en un reto que pocas ciudades han podido afrontar. Nac en La Habana en 1940, durante el gobierno de Federico Laredo Br. Y aunque he idealizado El Vedado, donde siempre he vivido, mi madre me trajo al mundo el 28 de enero en una clnica mutualista y ciclpea del Cerro. Yo soy y existo en El Vedado, que una vez fue un apndice suburbano de La Habana y que ya hoy, para m, es el ombligo del mundo. Pero ahora voy a hablar de La Habana, de La Habana Vieja, esa parcela sentimental de mi vida que por mucho tiempo fue algo as como el extranjero, el intramuros misterioso e inefable de mi adolescencia. El lugar donde la historia reverbera en sus fueros ms ntimos. El viaje a La Habana, inteligente, peripattico, era toda una aventura. Evocaba lecturas recientes de Cirilo Villaverde y de Anselmo Surez y Romero; y un poco tambin la cuerda potica de Julin del Casal con sus exticos kimonos japoneses y sus sonetos escalofriantes y modernos. La Habana Vieja era lo nuevo y deslumbrante, la revelacin de un mundo al cual me iba asir, un puente mitolgico entre lo real y lo irreal. Me llevaban all, entre carretillas con pirmides de frutas cubanas y de California, y mesas de domin instaladas en el mismo medio de la calle. La Academia de Ciencias, con su museo, la escuela Hoyos y Junco que dirigi Luciano Martnez, padre de Rubn Martnez Villena, por donde pasaron los ms conspicuos intelectuales, donde se reunieron muchas veces los futuros integrantes del grupo minorista, donde el poeta Jos Zacaras Tallet y Judith, la hermana de Rubn, se cruzaron miradas amorosas por primera vez. La Habana de billeteros y mendigos, de palacetes herrerianos viejos y abandonados, a punto de colapsar, convertidos muchos en lamentables cuarteras, La Habana de aguaceros torrenciales y carnosas fachadas ahuecadas por el salitreAlmacenes San Jos

Llegar all, ah, qu privilegio, caminar por sus calles adoquinadas con olor a tasajo, a telas satinadas y a cuero de las talabarteras era respirar el pasado fundador, la densidad de la historia. El Vedado era otra cosa. El Vedado estaba ah, al alcance de la mano, no tena el misterio que luego adquiri, un misterio blanco, un sabor a mar, a sexo. El Vedado nos cremos los ilusos era el futuro, y la vida una vez ms nos jug una mala pasada. La Habana de mi adolescencia era una interrogante. Qu quera decir todo ese trepidar de mltiples rostros? Quines eran esos hombres toscos, de bigotes de manubrio que vendan telas, encajes, bordados y corbatas en la calle Muralla? Qu se fraguaba detrs de esas puertas metlicas de los grandes almacenes? Por qu mi padre prefera aquella panadera donde unas manos rollizas de brazos marcados con un nmero de serie azul le entre-

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La Habana es algo msgaban aquel manjar negro con pasas y nueces? Eran turcos, eran polacos, eran judos?, no lo supe bien hasta algunos aos despus. Y esas negras gordas entalcadas que entonaban boleros de Orlando de la Rosa y canciones de Miguel Matamoros y de Eusebio Delfn tambin en plena calle? Por qu eran diferentes a las de El Vedado, uniformadas con delantales blancos, las de las residencias de las calles Calzada o Diecisiete, las nieras de los parques? stas no, stas eran procaces, libres, escandalosas, eran las mismas que, an hoy en sus cuartos tibios de accesorias promiscuas, preparan las soperas de Yemay mientras sus maridos calientan los parches de unos tambores que yo asociaba a relojes de arena y que, gracias a Fernando Ortiz, me enter que eran bimembranfonos cilndricos llegados de Nigeria, los clsicos bat. Para m todo era un hechizo, una fantasa que no me dejaba conciliar el sueo de mi perturbada adolescencia. Aquella dcada del cincuenta preada de amenazas, de historias horrendas de amigos asesinados por la dictadura, o llevados a morir al Laguito, fosa siniestra de cadveres tambin adolescentes, enrareca la que pudo haber sido una visin ms transparente de la realidad. Me met, eso s, en los solares habaneros. Eran un avispero, una escenografa natural, sin aderezos ni afeites, pura y doliente como un puetazo. All aprend muchas cosas, entre otras a amar a La Habana, a desearla, a pesar de que era en El Vedado, de arboledas y sombras donde se recortaba mi vida. La Habana resisti el empuje de la modernidad. Algunos templos y palacetes cayeron por el buldzer, otros fueron derribados por los gobiernos de turno. Fulgencio Batista iba a convertir lo que una vez fue la Real y Pontificia Universidad de San Gernimo de La Habana en un vulgar helipuerto, pero Eusebio Leal rescat el inmueble para darle vida nueva a aquel recinto fundado en 1728. Algunos estn de pie aun, ya remodelados por esa Oficina del Historiador que es algo as como el santuario donde el Rey Midas, ahto de plegarias, lo convierte todo en oro. Amo a La Habana Vieja con un amor frentico. Con el amor del novelista, del aprendiz de brujo y del historiador, tres cualidades que Jos Mara Heredia reclamaba para los poetas. Es cierto que Federico Garca Lorca le escribi a su madre en 1930, si me pierdo que me busquen en Cuba o en Granada. Yo no s perderme sino en La Habana, detrs de esas columnas que Alejo Carpentier sublim, donde asoma siempre el ngel de la Jiribilla. Ahora aquella Habana, que pareca correr el destino de una ciudad caribea ms, aquella urbe semiamurallada es un lugar ms paladeable. Ya no es la apestosa Habana de Ea de Queiroz; ni la ensordecedora de coros de campanas tocando a rebato a todas horas, de Samuel Hazard. Ahora ella es otra cosa. Recuper el tiempo perdido y se ha convertido en el lugar en que tan bien se est, como quera Eliseo Diego. Plazas adoquinadas, calles de madera, perfumeras exticas, libreras, boutiques, chocolateras, museos y ms museos, por Dios cuntos museos, cuntas iglesias, baslicas y conventos, cuntas casas, de frica y Asia, de Mxico y Venezuela, de Humboldt y Guayasamn, cuntos restaurantes y heladeras, cuntos msicos que ya no tienen que limosnear, cuntas escuelas de danza, cuntos albergues para ancianos, cuntos hogares maternos, cunArco de Triunfo. Calle Obispo, 1902

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La Habana es algo mstos hoteles, ntimos y silenciosos, cuntos puentes, cuntas palomas, cuntos perros que ya no estn abandonados y husmeando en los charcos y latones de basura, porque tienen tambin sus albergues y tendrn algn da su cementerio. Qu misterio de la invencin es se? Qu dignidad de la pobreza que muestra sus alas? Qu luz de eternidad que se niega al oscuro? La Habana persiste, nada ha podido destruirla, ni la desidia ni el desamparo. Su fecundidad es endgena. Mar de leva, mar incesante, picada, ciclones y ms ciclones. Nada, nada la ha destruido. En La Habana vivir es disfrutar lo inasible, lo prohibido. Sus gentes viven a veces de algo que no ocurre pero da igual. Sus calles estrechas y sinuosas, pobladas siempre, no entran en la usura; son sus calles, las nuestras y de ms nadie. Calles blancas que el cine ha borrado con una fea luz de tinieblas, mortecina. Calles de pregones secos y cortantes que evocan, sin embargo, aquellos de los mangueros que llegaban de las fincas de La Coronela, pregones de aire mozrabe y melismtico. Los muelles son mi lugar favorito. Los muelles y el malecn que a mis espaldas tiene la baha y al frente los parques dedicados a los poetas del siglo diecinueve. En mi libro Oficio de ngel veo a los estibadores cargando sacos: dan la impresin de una manada de bisontes microceflicos, apretndose, chocando en un espacio reducido. Llevan pauelos en la cabeza y unas poleas anchas como cinturn. Les brilla la piel negra de la espalda y algunos tienen la cabeza completamente gris. Los barcos aun hoy me asustan, son desproporcionados para una baha tan estrecha; pareciera que fueran a encallar antes de entrar en la gran bolsa y que las dos orillas los comprimiran. Esas proas dinosuricas metidas en la calle me asustan. Ellos traen la carga para mitigar el perodo especial pero son temibles. Slo me gusta ver los cruceros blancos, glamorosos, vedados para m. Qu bello verlos hoy en La Habana! Que lleguen con su tropel de turistas en bermudas y cargados de ajuares electrnicos! Bienvenidos a La Habana Vieja de los trovadores, ms libre que el aire, sin Capitn General ni Segundo Cabo, sin batallones de pardos y morenos, sin barrios de putas, sin bares de marineros profanadores de estatuas! Sin olvido. Ay Emilio Roig, ay querido don Fernando, ay Jos Luciano Franco, cmo les gustara pasear hoy por la Plaza Vieja, cmo disfrutaran la cmara oscura, cncava, desde donde se ve toda la ciudad en su trepidar cotidiano. Cuntas sorpresas hemos preparado para cuando vuelvan! Yo soy un privilegiado de esta poca. Cada ao en noviembre persisto en darle tres vueltas a la ceiba del Templete con la esperanza de que me conceda una bendicin ms. No he soado nunca, sin embargo, con el Morro cubierto de nieve como lo so Julin del Casal, pero s con verlo erguido, majestuoso, dndole la bienvenida todas las maanas a un sol que asoma en el veril y que ha sobrevivido a todo, o a casi todo, como La Habana Vieja.

Pea Pobre, 1991. (Grabado), Jaime Rodrguez Cunill

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Imgenes de mi niez / Zoila Lapique BecaliComo ensueo vienen a mi memoria imgenes de La Habana de mi niez que guardo celosamente. Nac en 1930, y en esa dcada alrededor de 1935 y aos siguientes, un grupo de intelectuales cubanos impulsaron medidas para reanimar a la capital y procurar mejor nivel de vida a sus habitantes, estimulando la precaria economa del pas, tan deprimida entonces. Se haba sufrido una dictadura (la de Gerardo Machado), derrocada por la revolucin del 33 que se fue a bolina segn acertada caracterizacin del doctor Ral Roa, uno de sus protagonistas, amn de sucesivos gobiernos amenazados constantemente por una intervencin norteamericana y por la bota militar del hombre fuerte local, el coronel Fulgencio Batista, instalado en el Campamento Militar de Columbia, desde donde quitaba y pona reyes (lase presidentes). Dije intelectuales y no cit los nombres de aquellos hombres honestos y valiosos, preocupados por la situacin que esperaban mejorar con sus planes. Todos estaban nucleados en torno a Emilito Roig de Leuchsenring y a su cargo recin creado como Historiador de la Ciudad, con una Oficina en el Palacio de los Capitanes Generales, entonces Palacio Municipal. Estos hombres eran: Enrique Gay Calb, Jos Luciano Franco, el doctor Miguel ngel Cspedes, los arquitectos Evelio Govantes, Flix Cabarrocas y Jos Mara Bens Arrarte, Fernando Ortiz Emilito se propuso un plan de publicaciones populares (Cuadernos de Historia Habanera) para regalar, en los cuales se divulgaba la historia local y general de Cuba, y vidas de cubanos ilustres que, desde los tiempos coloniales, engrandecieron a La Habana y al pas con su ejecutoria. En esos maravillosos cuadernos beb, desde muy pequea, la historia de mi ciudad, y todava conservo algunos, garabateados por m en los mrgenes. Tambin public Roig sus ensayos, encaminados a demostrar que la independencia de la Isla se haba logrado por los cubanos en una lucha continua desde 1868 hasta 1898, y no se deba a ningn otro pas. Demostr, asimismo, la tradicin antimperialista de nuestro pueblo.

Calle Obispo (postal)

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Imgenes de mi niezDe las publicaciones animadas por Roig, recuerdo un folleto con diversos trabajos en torno al regreso de las comparsas a los desfiles del carnaval habanero, unos en contra y otros a favor, entre estos ltimos don Fernando Ortiz, quien pensaba que esas comparsas reanimaran la vida en los barrios de la ciudad. Y as volvieron con su atronador bullicio de tambores, trompetas, sartenes, guatacas y cencerros por el Paseo del Prado. Se crearon algunas nuevas y salieron otras como Los Dandys de Beln, dirigida por Chano Pozo; Las Bolleras, La Jardinera El Nio Santos Ramrez sac El Alacrn, inspirada en leyendas y tradiciones populares del pasado colonial, organizada en el perifrico y otrora barrio aristocrtico de El Cerro, lugar donde transcurri mi niez: mis hermanos Antonio, Rosa, Pilar y Toms se haban criado en la casa levantada en los jardines de la Polar, en Puentes Grandes, de cuya planta era jefe mi padre. Las comparsas por el Prado en las noches de los sbados y el paseo en las tardes de los domingos, queran impulsar, junto con los cafs al aire libre situados en la acera opuesta al Capitolio, todo un programa para atraer al turismo norteamericano. En esos cafs tocaban orquestas femeninas tipo jazz band, entonces en plena efervescencia, y en ellos se poda comer un refrigerio, saborear un helado, tomar un trago o un caf, oyendo la mejor msica cubana del momento. Alrededor de ese mundo lleno de ruido y msica se movan vendedores populares de tamales con picante y sin picante, man tostado, crocante habanero, coquitos acaramelados, y castaas asadas que, en opinin de mi padre gallego nacido en La Corua, eran el boniato espaol. Otro ambicioso plan de Emilito fue quitar el revoque o repello de los palacios de los Capitanes Generales y del Segundo Cabo y de otros edificios barrocos, para poner al descubierto sus piedras conchferas llenas de oquedades, lo que segn el investigador e historiador arquitecto Joaqun Weiss contribuy a exaltar su carcter sobrio y robusto, si bien comprometi la claridad de sus molduras y dems formas arquitectnicas. En su monumental Arquitectura colonial cubana se pueden observar fotografas donde aparecen los citados palacios con el repello y sin l. Por supuesto, esta operacin iniciada en los aos 30, impulsada por la firma de arquitectos Govantes y Cabarrocas, por Bens Arrarte y otros, se vio envuelta en apasionadas polmicas en pro y en contra de la accin modificadora. Mis hermanos Rosa y Toms, que eran amigos de Emilito, iban con frecuencia a La Habana Vieja por sus trabajos, y de paso lo vean en su Oficina del Historiador. A veces estaba sentado en el patio, rodeado de colaboradores y amigos, y siempre cercana, la entraable Mara Bentez, su secretaria. As organiz los Congresos de Historia, donde se dilucidaron algunos problemas de la historia nacional, y la Oficina public los trabajos presentados y debatidos en ellos. Mi hermano Toms, mientras laboraba en el peridico Maana, cercano a la ferretera de Isasi, trabaj en una organizacin antimperialista que rega Roig. Rosa iba al Ministerio de Educacin, entonces en el lugar donde hoy est el Poder Popular de La Habana Vieja, en la calle Oficios. Yo iba siempre con ellos, as que, a pesar de ser pequea, presenci discusiones y conversaciones, que no entenda, sobre problemas nacionales y sobre la guerra civil espaola, pues mi hermana colaboraba con Rosa Pastora Leclerc en la ayuda al Nio Espaol, junto con Asela Jimnez la viuda de Rubn Martnez Villena y las hermanas Mara y Aurora Villar Buceta, destacadas revolucionarias e intelectuales cubanas. Con mis padres y todos mis hermanos bamos a La Habana Vieja a pasear por Obispo o por el Prado, para ver sus vistosas y elegantes vidrieras. En vsperas del da de Reyes visitbamos la Seccin X y El Bosque de Boloa, para admirar los juguetes.

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Imgenes de mi niezCon Rosa caminaba por Obispo y por OReilly visitando libreras. Los libreros siempre le separaban volmenes de su inters y, de paso, los mos: msica y relatos de historia o biografas. Tambin iba a La Habana Vieja con mi madre, una o dos veces por semana, a ver a mi to Ramn Becali en su oficina de la Manzana de Gmez. l fue el primer cronista de cine de este pas, escudado tras el seudnimo de Lady Godiva; era cronista de El Pas y empresario del teatro llamado entonces Nacional o Centro Gallego, hoy Gran Teatro de La Habana. Mi to y mi madre se llevaban muy bien, y cuando haba un problema familiar de enfermedad o de otra ndole, l siempre la llamaba para que lo ayudara, dado el carcter tranquilo y bondadoso que ella tena, amn de ser muy persuasiva con todos los seres. De ambos hered mi pasin por los gatos y, en general, por todos los animales. bamos al teatro toda la familia, incluidas mis tas, para ver las compaas de gneros lricos pera, opereta y zarzuela espaola y cubana o dramticos que traa Ramn. An recuerdo las actuaciones de Luis Sandrini y Tita Merello, y las Estrellas de la pera de Pars, con Sergio Peretti. En 1938, para el proyecto de reanimacin, mi to trajo al Nacional una compaa que present cuatro peras, despus de varios aos de ausencia del gnero en La Habana. Como me dejaron en casa, me content con or por radio El trovador, de Verdi, junto con unos vecinos y amigos que despus fueron mis compadres. En los aos iniciales de la Revolucin, trabajando con Emilito conoc a dos personas que seran muy entraables para m. Una: Juana Zurbarn, quien despus pas a la Biblioteca Nacional con Mara Teresa Freyre de Andrade y Maruja Iglesias directora y subdirectora, respectivamente, de la Biblioteca, que tena como asesor a Juan Prez de la Riva, y trabaj con ella en Coleccin Cubana hasta su prematura muerte. La otra persona es Eusebio Leal Spengler quien, para fortuna de todos, sera el sucesor de Emilito, primero en la Oficina y despus, ganado con creces, Historiador de la Ciudad. l nos ha dado una Habana ms bella y acogedora en su centro histrico, y slo lamentamos que sus brazos no sean ms largos para que se puedan acometer ms obras, y restaurar y ennoblecer tantas edificaciones que tal vez perdamos para siempre. Eusebio se ha ganado el respeto de muchos, dentro y fuera de Cuba, por su ingente obra de restauracin, recogida brevemente en los dos hermosos volmenes de Para no olvidar. En 2003, en la Feria del Libro de Guadalajara, recibi el Premio Arpa Fil, importante reconocimiento otorgado por los arquitectos y restauradores mexicanos. Tuve el honor de integrar el panel convocado para hablar sobre la obra del homenajeado, y all cont cmo una maana el entonces joven empleado del Museo, admirador de Emilito y su colaborador ms entusiasta, llevaba por el Prado una carretilla cargada de esculturas procedentes de la Casa de las Viudas; yo iba camino al Archivo Nacional, y ante mi asombro, me explic que haba arengado a los obreros para que esas piezas no se daaran y fueran para el Museo. se era ya su segundo viaje. Los obreros, sensibilizados, no slo las bajaron todas enteras, sino que las montaron en una camioneta y las llevaron hacia su destino final. Ah estaba el secreto de un poder movilizador, que va ms all, incluso, de su deslumbrante verbo; la clave de su ejemplo: trabajo y ms trabajo. Sobre su persona y su obra se puede decir lo que expres tambin aquel da: Eusebio, Historiador de la Ciudad de La Habana, hace honor a sus apellidos: es muy Leal, por su fidelidad, y muy Spengler, por su sabidura. 11 de julio de 2008

Calle Obispo, 1909 (postal)

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Una ciudad que me habita la imaginacin / Manuel Lpez OlivaEntre La Habana Vieja y yo existe una prolongada relacin vital. Cuando en 1965 llegu de Manzanillo a la capital cubana, traa ya estructurado el inters por este mbito histrico y cultural, por sus indicadores de leyendas y ejecutorias. Eran, aqullas, expectativas que adquirieron pronta cristalizacin, porque los das que no viva en la beca de la Escuela Nacional de Arte, los pasaba en la casa de unos amigos de la calle Teniente Rey, a poco ms de doscientos metros del Convento de Santa Clara. Pernoctar all me permiti conocer cada edificacin memorial, cada espacio interesante de la etapa colonial, cada rincn de hitos y misterios, para guardarlos en la retina y generar en mi subjetividad un mapa ntimo del hbitat habanero. Mediante un verdadero cuerpo a cuerpo con ese hbrido panorama urbanstico, la Habana de intramuros devino posibilidad de revelaciones y terreno de vivencias que complet mi formacin ciudadana, tradicional y sensible. Despus de graduado como artista de la plstica, viv temporalmente en la apretada casa de una ta, radicada en los bajos de Oficios 6, donde hoy existe una colmena de artistas. Fue esa circunstancia y el hecho de haber trabajado en la Direccin de Artes Plsticas del Consejo Nacional de Cultura, en el Palacio del Segundo Cabo precisamente cuando Eusebio Leal acababa de gestar y enriqueca con tesn el Museo de la Ciudad, lo que hizo que se consolidaran mis conexiones de espritu con nuestra Habana centenaria; y lo que tambin permiti convertirme en gua de la visualidad de un complejo citadino asumido como aula abierta para explicar historia del arte y ambientes cubanos, a sucesivos grupos de estudiantes de la ENA y la Escuela de Cuadros del CNC, durante los aos setenta. Ninguna otra experiencia educativa poda ser mejor en trminos sensoriales y racionales, que la de conducir a mis alumnos por las huellas de los artfices dismiles, por las callejuelas y los arcos donde perviven personajes espectrales descritos por los cronistas y narradores, por el collage de estilos que la luz colorea a travs de los vitrales de medio punto, y por sitios que haban servido a los momentos iniciales de la Escuela San Alejandro, o que fueron habitculo y taller para creadores de la talla de Carlos Enrquez, Vctor Manuel, Servando Cabrera Moreno, Mariano Rodrguez, el escultor Sicre y otras firmas fundacionales de nuestra modernidad. En 1975 el pintor Adigio Bentez, que haba sido profesor mo de dibujo, me facilit un local de vida y trabajo que tena sin uso dentro de un inmueble Mercaderes 2, esquina a Empedrado, donde en el siglo XIX estuvo el bufete de Nicols Azcrate, en el que labor Mart como pasante, y fuera morada posterior entre otros de los escritores y artistas Onelio Jorge Cardoso, Jos A. Brene, el muralista acadmico Radillo, Lol Soldevilla, el diseador Villita, Juan Moreira, Manuel Pereira, Enrique Cirules, Carlos Cruz Boix y el fotgrafo Grandal; e igualmente vivienda de los restauradores de obras patrimoniales Nelson Castro y Mara Lpez Nez. De esa manera se cerr la cuerda que me enlaza al Centro Histrico habanero, y ocurri lo inevitable: smbolos esenciales como el Morro y la Catedral se tornaron presencias sustantivas de mi lenguaje pictrico. Por su cercana a lo que an es mi taller artstico no obstante las condiciones ruinosas y anuncios de derrumbes que lo afectan, y porque Ren Portocarrero me incit a pintarla por primera vez en 1976 (al salir ambos de la Bodeguita del Medio, junto a un grupo de pintores que all habamos almorzado), la Catedral de La Habana ocup hasta comienzos de los 90 un prolongado perodo temtico en mi hacer. En un momento imaginativo marcado por la influencia de la msica, mis catedrales gestuales en lienzos y cartulinas, resueltas con gamas y facturas que unan el impulso de la pasin y las bsquedas de oficio, llegaron a ser una suerte de tema con variaciones que daran paso a la serie final nombrada como la clebre composicin de Debussy: La catedral sumergida.Catedral sumergida, 1991. (Acrlico sobre lienzo), Manuel Lpez Oliva

Haban transcurrido ocho aos desde que hice la ltima pintura con catedral de fuego oscurecida, cuando en 1998 esa peculiar edificacin cristiana de nuestro barroco reapareci

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Una ciudad que me habita la imaginacinen siluetas repetidas como secuencia flmica, dentro de un cuadro de gran formato titulado Antgona, que personificaba en mi renovado estilo la tragedia de Sfocles, en funcin de mostrar la fidelidad a la historia y el sacrificio tico como valores universales, posibles an en nuestra poca y contexto. Ah, en esa obra que tiene para m una especial connotacin, est quizs el sentido lacerante, pico y de entrega a la sociedad y a la cultura. Una metfora de lo que implica vivir en este territorio que est siendo revitalizado gracias a un proyecto abarcador. Es la encarnacin parablica de mi dilogo cmplice con esta ciudad de fbulas y epopeyas. Constituye, en su naturaleza de efigie con rasgos griegos envuelta por la vegetacin insular que le anuda los ojos, una especie de elega postmoderna a nuestro ser histrico complejo, derivada de la certeza de andar cada da dentro de un tramado de inmuebles y plazas que conjugan tiempos distintos, sensualismo y poesa, duro batallar y materia de sueos. Siempre ha estado la cruda y maravillosa Habana, vivida y estudiada, en mi conciencia esttica. De ella guardo evidencias en varias de mis imgenes de pintor, e igualmente en textos que escrib durante el ya pasado perodo de ejercicio de la crtica e historiografa de arte. Todava asoma sutil en mis visiones pictricas, donde la paisajstica emocional ha sido del todo suplantada por la teatralidad y las mscaras; porque a veces reconozco la concurrencia de formas y diseos que vienen de la persistencia inconsciente de lo que he visto con placer en los espacios habaneros: volutas y ritmos arquitectnicos, aldabones casi onricos de puertas usadas por los gestores de nuestra nacionalidad, decoraciones exuberantes de mamparas, pias que rematan las columnas neoclsicas sincretizadas, espacios mezclados donde el mar de la baha se funde visualmente con los rboles y los muros, y con ese oleaje del movimiento interno de la trama urbana, a la vez ondulado y geomtrico, que antes haba captado el pincel representacional de Mirta Cerra. Simultneamente he podido beber en los rostros numerosos y con frecuencia texturados de los pobladores, considerados el patrimonio vivo de esa proeza restauradora que acometen las huestes de la Oficina del Historiador de la Ciudad. No pocas de mis figuraciones han surgido del contacto ocular con ellos, para luego trascender la expresin visual. Y sin advertirlo acaso tambin, mis mscaras se han nutrido de las anatomas y los gestos de las gentes de toda Cuba y del mundo, que a diario convierten los correspondientes parajes citadinos en tropical y eclctica encrucijada de propsitos, identidades y culturas. La Habana, agosto de 2008Convento de Santa Clara (postal)

Catedral de La Habana, 1991. (leo sobre lienzo), Manuel Lpez Oliva

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La Habana como sensacin / Senel PazMe gustaba La Habana, tomada en su da por los ingleses. En sus calles, ruidosas y sucias, podas encontrar a la gente de hoy pero tambin a la de otros tiempos, parada en las esquinas y con veinte aos. Cecilia Valds, Yarini, La Estrella, Mara la O y hasta a Jos Cem y Ricardo Fronesis, todos con camisetas Adidas o Doce & Gabana ajustadas. Conversan, te miran a los ojos, sonren, muestran las muelitas de oro y los tatuajes. Si aventuras una mirada al interior de las casas, siempre con las puertas y ventanas abiertas, topas lo mismo con el rostro de Mara que con el de Oshn, con el de Jess que con el de Chang, envueltos, como t mismo, en una nube de msica y gritos. Los vecinos colman las aceras, fuman y proponen mercaderas baratas llegadas de Miami o de China, y llegan olores y ondean banderas, bailan sbanas en los balcones y ves logotipos de los CDR, letreros revolucionarios, grafitis groseros, fotos de Fidel, del papa, del Che, de Bruce Lee, y bustos de Mart, Buda o Lenin. Pitan, para que te apartes, autos de antes y de ahora, bicicletas y carriolas, en calles como cuerda de equilibristas, que por un lado terminan en la cpula del capitolio y, por el otro, en un barco que pasa. Te pueden carterear, pero recorrer y oler estos barrios, donde no ha llegado la mano de Dios ni la de Eusebio Leal, es excitante como una crnica de Alejo Carpentier. Puede que pases por la calle Trocadero, frente a la casa 162, donde el fantasma del famoso Gordo lee ininterrumpidamente las pginas de Paradiso. Quizs te detengas y escuches un trozo: Como hay la poesa en estado puro, hay tambin el coro en estado puro en los tiempos que corren, que tiene la obligacin impuesta de no rebelarse, de no participar, de no enterrar a su hermano muerto; creen que nos halagaban con sus aplausos y nos entristecen. Sigues y encuentras parques famosos, estatuas cuya existencia no sospechabas, el teatro donde bail Alicia Alonso, las ruinas del Mart, las del antiguo Campoamor, e incluso las del Musical. Y de pronto te abres a plazas y calles recuperadas, llenas de luz, en las que el pasado y el presente se dan la mano con ms sosiego. O vuelves al Parque Central, el ombligo de La Habana, que ms que parque es imn. Cerca se alza el capitolio, que sigue atrayendo a los guajiros, y por el otro estn la Fuente de la India y el Parque de la Fraternidad con su arboleda oscura y perversa en las noches. En las cercanas ves los portales de las calles Prado y Monte, y los edificios, y la gente, y los automviles, y las muchachas de ojos como faroles, y los muchachos delicados, y las parejas que se besan, y finalmente te dejas caer en un banco y alguien te pregunta la hora porque sta es la ciudad donde ms se inquietan por la hora; la preguntan a cada minuto como si realmente les importara el tiempo, que aqu no existe, o les interesara llegar puntual a alguna cita. Las dos de la tarde en Cubita la Bella, seora. Las dos de la tarde en Cubita la bella!, hora magnfica para ponerse a meditar, desde el banco que acabas de ocupar, en qu ser de tu vida y de esta ciudad dentro de diez, quince, veinte aos. Entonces no eres ms que un punto en un cuadro de Portocarrero.

Hotel Saratoga (postal)

Elevado del tranva de La Habana, 1905

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La Habana como sensacin

Portaln, 1988. (Grabado), Jaime Rodrguez Cunill

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La vista de La Habana, a la entrada del puerto, es una de las ms alegres y pintorescas de que puede gozarse en la Amrica equinoccial, al norte del Ecuador.ALEJANDRO DE HUMBOLDT Ensayo poltico sobre la Isla de Cuba (1800)

SEGUNDA PARTE

ANTECEDENTES HISTRICOS

La Habana Vieja en la estela del tiempo .............................................36 Flix Julio Alfonso Lpez Urbe y arquitectura, simbiosis fecunda de San Cristbal de La Habana ...........................................................46 Alina Ochoa Alom

La Habana Vieja en la estela del tiempo / Flix Julio Alfonso LpezTena algo de espejo para la configuracin de lo invisible. JOS LEZAMA LIMA, Paradiso, 1966 Las ciudades espaolas en Amrica La vocacin urbana de la conquista y colonizacin europea en Amrica, mucho ms acentuada en el caso espaol que en el lusitano, responda a una antigua concepcin sobre las potencialidades vitales, ideolgicas y culturales de las ciudades, definidas por Aristteles como la forma perfecta de organizacin de la vida humana. En el contexto histrico de las guerras de reconquista en la pennsula ibrica, se afianz en Espaa la corriente milenarista de raz franciscana del reconocimiento del papel de la ciudad como instrumento de evangelizacin, lo cual trasmiti una interpretacin trascendente a las conquistas y descubrimientos de la Corona.1 Por tal motivo, la ciudad espaola en el Nuevo Mundo deba cumplir varias funciones al mismo tiempo; en primer lugar, baluarte defensivo del territorio conquistado, de ah que en las primitivas villas casi siempre se erigiera una fortaleza. Tambin deban ser el centro de la vida religiosa y cultural, promover la ocupacin de nuevos espacios y el desarrollo de la regin en que se insertaban: as surgieron ciudades mineras, mercantiles, portuarias o militares.2 La Habana de los orgenes El poblamiento inicial de la isla de Cuba tuvo como escenarios principales las siete primeras villas fundadas por los colonizadores hispanos: Nuestra Seora de la Asuncin de Baracoa, San Salvador de Bayamo, Santsima Trinidad, Sancti Spritus, Santa Mara del Puerto del Prncipe, San Cristbal de La Habana y Santiago de Cuba. La primitiva San Cristbal fue fundada, entre abril y mayo de 1514, por Pnfilo de Narvez, lugarteniente de Diego Velzquez, en un punto an indeterminado de la costa suroccidental de Cuba. Aos ms tarde, los habitantes originarios se movieron en direccin norte y, luego de un asentamiento intermedio en los mrgenes del ro Almendares, alrededor de 1519 se establecieron en las inmediaciones de una amplia baha de bolsa conocida desde 1508 que haba sido denominada Puerto de Carenas. El descubrimiento de la Corriente del Golfo, hacia 1525, por el marino espaol Antn de Alaminos, consolid la relevancia de La Habana. De este modo, gracias al efecto combinado de la conquista de Mxico y su conversin en puerto-escala de las flotas que hacan el viaje de retorno a Espaa, la msera villa de los primeros tiempos se convirti, a lo largo del siglo XVI, en la metrpoli ms importante de Cuba, estructura urbana relativamente compleja, con una poblacin en constante expansin. Para su defensa, se edificaron las fortalezas de Los Tres Reyes Magos del Morro y de San Salvador de la Punta a la entrada del canal que daba acceso a la baha, y un poco ms a su interior, el Castillo de la Real Fuerza. La norma seguida para el establecimiento de centros urbanos en la Amrica espaola obedeci al delineado en forma de damero, con manzanas cuadradas y una plaza ubicada al centro de la traza. Esta plaza mayor deba ser el ncleo de la ciudad, a partir de la cual se perfilaban las calles y se repartan los solares, al tiempo que, en sus bordes, se dispona la construccin de la iglesia, el palacio de gobierno, el ayuntamiento y las casas de los notables de la villa. Los vecinos que obtenan solares estaban obligados a construir una casa en ellos, sin perjuicio de poseer tierras de labranza a corto camino de la villa, o hatos y corrales a mayor distancia. En el espacio intermedio entre lo rural y lo construido, se preserv un terreno para expansin de la ciudad, o en las urbes amuralladas, para asegurar su defensa.1 Mara Isabel Navarro Segura: Las fundaciones de ciudades y el pensamiento urbanstico hispano en la era del Descubrimiento, Scripta Nova, revista electrnica de geografa y ciencias sociales, v. X, n. 218 (43), 1 ago. 2006, Universidad de Barcelona, en: http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-43.htm 2 Jos Luis Romero: Latinoamrica: las ciudades y las ideas, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2004, p. 17.

Primer plano conocido de La Habana, 1576, del capitn Francisco Calvillo

El Morro, 1777

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La Habana Vieja en la estela del tiempoEn el caso de La Habana, su ordenamiento urbanstico, presente ya en el hecho de escoger el lugar e implantar fsicamente la ciudad, tena una finalidad no slo de ndole organizativa sino, sobre todo, poltica y jurdica. No es ocioso recordar que, al mismo tiempo que se dibujaba el espacio de la plaza mayor, se levantaba dentro de ella la picota pblica. En 1573, arrib a La Habana el oidor Alonso de Cceres quien, a tono con la legislacin de Felipe II, a la que copia literalmente en varios aspectos, dispuso el primer cdigo de ordenanzas municipales para la villa.3 Esta preceptiva de Cceres recogi hasta los ms mnimos detalles del gobierno poltico, las actividades econmicas y mercantiles, el trato y el control de la poblacin de indios y africanos, la vida cotidiana y, por supuesto, el ordenamiento urbanstico. En este sentido apuntaba: 66. Que para solares de casas, porque esta villa se aumente y ennoblezca, se puedan dar a las personas que los pidieren, en cualquier parte, no obstante que estn los tales lugares concedidos antes para estancias, pueblos y edificios de la repblica han de ser preferidos, y porque de esta manera esta villa no se podra aumentar porque para estancias hay muchos lugares en toda esta isla, para quien quisiese labrar. 67. Que cuando se concediere algn solar, se le de con condicin que lo pueble dentro de seis meses y que si en los dichos seis meses no lo poblare y fuera edificado el tal sitio, se le pueda dar a otra persona que lo pida. [] 69. Que cuando los solares se concedieren en la forma dicha, para sealarlos est presente un alcalde y un regidor que diputare el cabildo, y un alarife, para que vean que no se metan en las calles pblicas, que procuren que vayan derechas y que edifiquen como mejor y ms hermoso parezca el edificio; y que para sealar y amojonar los asientos de hatos y estancias, vaya una persona nombrada por el cabildo4 Durante las primeras dcadas del siglo XVI la poblacin fue creciendo a lo largo de la lnea costera por las calles de los Mercaderes y los Oficios y, en direccin perpendicular a la misma, por las calles del Sumidero (actual OReilly), del Basurero (actual Teniente Rey) y Real (actual Muralla) lo que posibilit las comunicaciones con el llamado hinterland, y la entrada y salida de mercancas. Sin embargo, como se puede apreciar en el plano de Cristbal de Roda de 1603, considerado el Primer Plan Regulador que tuvo La Habana,5 las calles estaban trazadas irregularmente y las manzanas no cumplan con la geometra que demandaban las ordenanzas de Felipe II y de Alonso de Cceres. Prevaleci el trazado de vas estrechas, apropiadas para los climas clidos, y de parcelas profundas y alargadas. De manera tambin irregular se fueron estableciendo sectores de poblacin humilde de indios y negros hacia el sur, en el llamado barrio de Campeche, y en direccin norte hacia la Punta.

Plano de la Plaza de Armas y sectores contiguos, 1691 (atribuido a Juan de Sscara)

Existan diversas legislaciones previas, como las de Carlos I, en 1529, y las Leyes Nuevas de Indias de 1542, pero el que se considera primer cdigo de urbanismo de la Edad Moderna fue El orden que se ha de tener en descubrir y poblar, emitido por Felipe II en 1573, una verdadera ley urbanstica con minuciosas prescripciones que quedaron fijas en los dos siglos sucesivos. Como era usual en la poca, en general dichas normas dejaron de cumplirse con exactitud en Amrica, lo mismo que las expedidas en 1680. 4 Ordenanzas de Cceres, en Hortensia Pichardo: Documentos para la historia de Cuba, Editorial Pueblo y Educacin, La Habana, 1984, t. I, p. 115. 5 El proyecto de Roda contemplaba un ensanche de la ciudad, pues abarcaba un rea tres veces mayor que la ocupada hasta ese momento. Su propuesta dict las pautas del futuro crecimiento que tuvo La Habana. La mayora de las alineaciones de las calles que se construyeron y que han llegado hasta hoy se corresponden con las trazadas en fecha tan remota. Ver textos de la exposicin Regulaciones urbansticas, Ciudad de la Habana, Maqueta de la ciudad de La Habana, Curadura: Arq. Mara Victoria Zardoya Loureda, may. 2004.3

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La Habana Vieja en la estela del tiempoEn fecha tan temprana como 1559, la construccin del Castillo de la Fuerza determin la primera reorganizacin del espacio pblico, hasta ese momento limitado a la plaza primitiva de la villa o de la Iglesia, devenida de Armas por la cercana con la fortaleza. As se ocuparon terrenos en los confines de la poblacin, para una nueva plaza destinada a mercado y a fiestas pblicas. De este modo, a lo largo de los siglos XVI y XVII, La Habana logr distribuir sus funciones mediante un eje estructurado en direccin norte-sur, desde la Plaza de Armas hasta las plazas de San Francisco y Nueva, en las que se repartan los smbolos de los tres grandes poderes de la villa: el militar, el religioso y el civil. La estructuracin urbana a partir de un sistema de plazas (de Armas, Nueva, de San Francisco, de la Catedral y del Cristo), y plazuelas (de las Ursulinas, de Santa Clara, de Beln, de Santa Catalina de Sena, de Santo Domingo) con diversas vocaciones funcionales, otorg el carcter policntrico que ha distinguido a la ciudad hasta el presente.6 La importancia econmica de La Habana y el crecimiento de su poblacin hizo que el licenciado Antonio Chvez, entonces gobernador de la Isla, decidiera transferir a La Habana la condicin de capital insular de Santiago de Cuba, y permanece en ella la mayor parte de su mandato entre 1546 y 1550. Su sucesor, Gonzalo Prez de Angulo, quien gobern de 1550 a 1556, quiso continuar esa prctica pero el cabildo habanero, celoso de su autoridad, lo oblig a fijar residencia nuevamente en Santiago de Cuba. Prez de Angulo tuvo que defender ante la Audiencia de Santo Domingo su derecho a permanecer en La Habana, propsito que logr por mandamiento de 26 de julio de 1553. Tres lustros ms tarde, en 1592, La Habana obtuvo el ttulo de ciudad y, por Real Cdula de 8 de octubre de 1607, fue declarada capital de la Isla. Iglesias, conventos y obras defensivas Siguiendo, desde inicios del siglo XVII, los impulsos de los obispos Juan de las Cabezas Altamirano y Alonso Enrquez de Toledo, hasta el obispo Diego Evelino de Compostela, quien cierra la centuria, esta poca en La Habana estuvo marcada por la traza constructiva promovida por la Iglesia Catlica. De ello dan fe la multiplicacin de conventos, iglesias y hospitales que prcticamente cubrieron la trama urbana de la ciudad: las iglesias del Espritu Santo, del Santo Cristo del Buen Viaje y de San Felipe Neri, y los conventos de Santa Clara, Santa Catalina de Sena y San Agustn. En el orden urbano, en 1658 se realiz la primera divisin de la ciudad en ocho distritos. En 1674, comenz a construirse la Muralla, con slidos paos de cortina de diez metros de alto y ms de un metro de espesor, mucho ms al oeste que la concebida por el ingeniero

Plaza del Cuerpo de Guardia, 1689

Plaza Vieja, c. 1762. Grabado de Elas Durnford

Plaza de la Catedral, siglo XIX. Grabado de F. Miahle

Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje

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Ver Carlos Venegas Fornas: Plazas de intramuros, Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, La Habana, 2003.

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La Habana Vieja en la estela del tiempo

Plaza de Armas, Palacio de los Capitanes Generales y Palacio del Segundo Cabo

Alameda de extramuros, frente a las puertas de Monserrate

Cristbal de Roda, pues se contempl la posibilidad de un crecimiento posterior, para lo cual se dej un espacio considerable entre los lmites alcanzados hasta entonces y el permetro del muro. Como complemento defensivo a los grandes castillos, se construyeron en un amplio permetro de costa las obras menores de Cojmar y Santa Dorotea de la Luna de la Chorrera, San Lzaro, Marianao y Bacuranao.7Convento de Santa Clara

La Habana de las luces En las dcadas finales del siglo XVIII, y como parte de las reformas ilustradas emprendidas por Carlos III y sus continuadores, se inici un importante proceso renovador en el urbanismo habanero, que durante el gobierno del Marqus de la Torre tuvo como mximo exponente al ingeniero Antonio Fernndez Trevejos. Por un lado, la Plaza de Armas devino verdadero centro cvico con la edificacin de la Casa de Correos (1771) y la residencia de los capitanes generales (1776). Por otro, se crean las dos primeras estructuras diseadas para la expansin y el recreo: la Alameda de Paula o de intramuros, junto a la cual naci el primer teatro habanero: el Coliseo o Principal, y el Paseo de Isabel II o de extramuros (hoy Paseo del Prado) que, junto al Parque de igual nombre (hoy Parque Central), constituy la primera apropiacin formal del mbito rural y un eje decisivo en la planificacin de la futura expansin urbana.8 En lo relativo al proceso de ampliacin de la urbe, ya desde el primer tercio del siglo XVIII era difcil adquirir solares vacos dentro de las 150 manzanas que componan la trama originaria, al tiempo que se agravaron las condiciones de higiene y ventilacin dentro del permetro fortificado, luego de concluidas las murallas de mar. En este sentido, se trasladaron hacia las afueras aquellas industrias y establecimientos asociados a riesgos de enfermedades o falta de higiene, como los mataderos, arsenales y fbricas de tabaco.9 En 1775 el Inspector General del Cuerpo de Ingenieros, Silvestre de Abarca dispuso la obligatoriedad de dejar 1500 varas como zona de despeje a partir del camino cubierto que corra a lo largo del foso de la Muralla, lo que repercuti directamente en la ubicacin de los primeros asentamientos estables en las zonas de extramuros, que tuvieron que desarroTamara Blanes Martn: Fortificaciones del Caribe, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2001, pp. 76-80. Roberto Segre: Bosquejo histrico de la ciudad de La Habana, en Introduccin histrica a las estructuras territoriales y urbanas de Cuba, 1519-1959, Facultad de Arquitectura, ISPJAE, La Habana, p. 163. 9 Arturo Sorhegui DMares: Las tres primeras Habanas: contraposicin de intereses civiles y militares en la conformacin de una imagen propia de la ciudad, en La Habana en el Mediterrneo americano, Ediciones Imagen Contempornea, La Habana, 2007, pp. 28-29.7 8

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La Habana Vieja en la estela del tiempollarse distantes de la ciudad amurallada. En estos primeros barrios se conform una retcula muy irregular, a causa de las sinuosidades de los viejos caminos y de la Zanja Real, con excepcin de la zona prxima al Arsenal, en la que se produjo una pequea urbanizacin con manzanas cuadradas. Como complemento de las Ordenanzas Municipales vigentes, los Bandos de Buen Gobierno normaban temas diversos relacionados con el orden urbano. En 1771 se orden destruir los bohos construidos con techo de guano. Una dcada ms tarde, en 1781, se establecieron disposiciones relacionadas con la higiene pblica de las calles y de las plazas y el uso de la Zanja Real.10 La fisonoma de la ciudad se vio transformada, adems, por la edificacin de nuevas fortalezas, en fecha posterior a la toma de La Habana por los ingleses, en 1762, y como consecuencia directa de la misma. El primero de los modernos castillos fue el de Santo Domingo de Atars (1767), al que siguieron San Carlos de La Cabaa (1774) y El Prncipe (1779), la triloga de fortalezas habaneras dieciochescas.Plano ingls de La Habana. Mediados del siglo XVIII

Fuga aristocrtica, ordenanzas constructivas y nuevos inquilinos A partir del siglo XIX se inici un proceso de expansin urbana sobre el territorio, marcado por un contradictorio escenario de fuga de las clases aristocrticas hacia las zonas limtrofes de la urbe, y de aglomeracin de las capas ms humildes en el centro. El desarrollo de la ciudad al oeste y el desplazamiento de las clases dominantes a los nuevos barrios, provoc una transformacin de la funcin residencial y un aumento de la densidad poblacional en La Habana. En 1817 se estableci una reglamentacin para controlar el trazado urbano de extramuros, siguiendo las normas dictadas por Antonio Mara de la Torre, las que instituyeron las dimensiones de la cuadrcula en las calles comprendidas entre Prado, Reina, Belascoan y el borde costero. En medio de una fuerte pugna con la sacarocracia criolla expresada en la figura de Claudio Martnez de Pinillos (Conde de Villanueva), el Capitn General Miguel Tacn (1834 a 1838) realiz importantes obras en el plano urbano, como la nueva crcel, la ampliacin del Palacio de Gobierno, la remodelacin del Campo de Marte, diversos mercados localizados en los espacios pblicos, una pescadera, y el teatro que tom su nombre, situado en el rea de extramuros.11 El proceso de desamortizacin, iniciado en 1835 en Espaa por el progresista Juan lvarez de Mendizbal, tuvo su repercusin en La Habana a inicios de la dcada de 1840, con la expropiacin de los bienes de la iglesia que pasaron a manos de la Corona. En consecuencia, en el convento de los dominicos se ubic el Cuerpo de Ingenieros del Ejrcito y la antigua universidad fue laicizada bajo el ttulo de Real y Literaria; el templo y el monasterio de San Francisco de Ass fueron destinados a depsitos de mercancas y a Archivo General de la Isla, y el convento de Beln a oficinas del Gobierno, hasta 1854 en que fue entregado a la orden jesuita. En 1855, bajo el gobierno de Jos Gutirrez de la Concha, se sancionaron nuevas ordenanzas municipales que, a diferencia de su predecesora (las de Cceres), se subdividan en trece captulos, con temticas especficas, aunque no abordaban aspectos como las dimensiones de los paseos pblicos y los requerimientos de portales, lo que se logra en 1861, cuando se dictaron las Ordenanzas de Construccin que jerarquizaron calles y avenidas, se refirieron al trfico de

Plano de La Habana y barrios extramuros, 1829

10 11

Regulaciones urbansticas, Ciudad de la Habana, exposicin citada. Ver Felicia Chateloin: La Habana de Tacn, Letras Cubanas, La Habana, 1989.

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La Habana Vieja en la estela del tiempovehculos y enunciaron los atributos arquitectnicos que deban tener los inmuebles en las diferentes zonas de la ciudad.12 La desaparicin del obsoleto circuito amurallado, a partir de 1863, permiti la integracin fsica del antiguo centro urbano con la ciudad moderna. El ring de las murallas fue ocupado por una trama compacta con portal obligatorio, que dio lugar a una urbanizacin monumental conocida como Reparto Las Murallas. All se concentraron edificios pblicos, teatros, hoteles, residencias fastuosas e inmuebles con funciones productivas, comerciales y administrativas, vinculadas al capital econmico y financiero peninsular de la poca.13 Del esplendor a la crisis Entre 1902 y 1959 la evolucin urbanstica de la ciudad recorre dos etapas bien diferenciadas, coincidentes con el parteaguas poltico que signific la revolucin contra el presidente Gerardo Machado (1925-1933). La independencia poltica, la fuerte inmigracin, los altos precios del azcar y el incremento de las inversiones norteamericanas influyeron en el gran desarrollo constructivo que vivi La Habana en las primeras dcadas del siglo XX. En un contexto modernizador e higienista, entraron en vigor legislaciones, adems de las Ordenanzas de Construccin de 1861 (reeditadas con aumentos en 1903), tales como las Ordenanzas Sanitarias y la Ley Orgnica de los Municipios (1908).

Plano de la plaza de La Habana, 1846

El Capitn General Domingo Dulce y Garay inicia la demolicion de la Muralla

Plano pintoresco de La Habana, 1853, que incluye nmeros de las casas12 Este reglamento fue aprobado y se autoriz su publicacin en enero de 1862, pero su edicin oficial se realiz en 1866. Otras legislaciones posteriores que regularon el cuerpo urbano fueron las Ordenanzas Municipales de 1881, la Ley General de Obras Pblicas de 1883 y la Ley de Aguas de 1891. 13 Ver Carlos Venegas: La urbanizacin de Las Murallas: dependencia y modernidad, Letras Cubanas, La Habana, 1990.

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La Habana Vieja en la estela del tiempoEstacin Central de Ferrocarriles

La Habana Vieja cambi al ritmo de los nuevos tiempos republicanos y de la influencia estadounidense. Comenz a ejecutarse el Malecn, aparecieron los tranvas elctricos sustituyendo paulatinamente a los de traccin animal, se generaliz el uso de artilugios como el telfono y la electricidad, al tiempo que se tomaron medidas para mejorar la higiene de la ciudad. Las antiguas viviendas fueron sustituidas por inmuebles de dos y tres plantas, y en las arterias principales se alzaron edificios de oficinas, peridicos, bancos y agencias comerciales de empresas domsticas y forneas, algunos de hasta seis u ocho niveles. Se destaca el llamado pequeo Wall Street, acotado por las calles de OReilly, Amargura, Mercaderes y Compostela, en el que se asentaron The Trust Company of Cuba, Royal Bank of Canada, National City Bank of New York, Bank of Nova Scotia. Al propio tiempo se generalizaron el uso de materiales y tcnicas constructivas estadounidenses, con predominio de las grandes estructuras de acero, empleadas en los edificios de La Lonja del Comercio, la Terminal de Ferrocarriles y el Capitolio Nacional. Espaciosos predios del perodo colonial, como los conventos de San Francisco de Ass, Santa Clara y Beln secularizados por las leyes liberales a mediados del siglo XIX, se transformaron en dependencias y secretaras del gobierno republicano, mantuvieron la tendencia del antiguo centro administrativo y comercial heredado de la Colonia, pero perdieron su condicin de centro religioso. El antiguo aposento de la aristocracia devino finalmente hbitat de profesionales, empleados, pequea burguesa urbana y sectores ms humildes de proletarios y asalariados. En los alrededores del Parque Central, los centros de inmigrantes espaoles, considerados verdaderos palacios sociales (centros Gallego, Asturiano, Dependientes de Comercio y el Casino Espaol de La Habana), y los hoteles (Inglaterra, Plaza, Saratoga, Telgrafo), contribuyeron a crear un centro de ciudad vivo y elegante, intensamente cosmopolita, pero con personalidad definida.14 El plan que Carlos Miguel de Cspedes, ministro de obras pblicas de Machado, le solicit al arquitecto paisajista francs Jean-Claude Nicolas Forestier, con sus grandes avenidas y jardines, trat de dar solucin prctica al desfase urbanstico de la ciudad antigua, aunque esto implicaba transformaciones radicales en reas importantes del antiguo centro. En rigor,

Hoteles Inglaterra y Telgrafo

Plan de Forestier Enrique Capablanca: La Habana Vieja. Patrimonio Cultural de la Humanidad, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1998, p. 58.14

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La Habana Vieja en la estela del tiempoForestier se apoy en estudios anteriores de arquitectos cubanos como Enrique Montolieu y Pedro Martnez Incln, pero su Plan Regulador coincidi con el perodo de crisis que inaugura el crack de 1929 y el auge de las luchas sociales y polticas en la Isla. Ejecutado parcialmente, algunas de las acciones de mayor relieve del Plan Forestier se produjeron en el eje del Paseo del Prado y la zona que se convirti en Parque de la Fraternidad, en el acceso al Palacio Presidencial a travs de la Avenida de las Misiones y en el litoral de la baha, con la aparicin de la Avenida del Puerto y la prolongacin del Malecn, as como en los jardines del majestuoso Capitolio Nacional, inaugurado en 1929. En el ao 1930, en que muere Forestier, se levant en los lmites de la vieja ciudad un edificio emblemtico de la arquitectura art deco, que alberg las oficinas de la firma Bacard. Contrastando con las rpidas y modernas urbanizaciones de las dcadas de 1940 y 1950 en los terrenos perifricos de la urbe, la ciudad antigua se sume en una especie de letargo, del que despertar sobresaltada por el estrpito de las demoliciones, como en el caso del Convento de Santo Domingo, el Hospital de San Francisco de Paula y la parte posterior del Ministerio de Comunicaciones, en el Convento de San Francisco de Ass.15 A ello se unen las ampliaciones del borde costero interior (Avenida del Arsenal, calle Desamparados y Alameda de Paula), y de los muelles (de Luz, de la Marina de Guerra), y las obras para conectar las dos orillas de la baha con un tnel bajo las aguas del canal de entrada (1955-58). De modo paralelo, el deterioro urbano del fondo construido empeor con las sucesivas subdivisiones de los palacios coloniales, devenidos cuarteras o habitaciones de alquiler para las clases ms humildes, con su corolario de insalubridad y hacinamiento. Amenazas mayores, como las demoliciones de bienes patrimoniales en la ciudad antigua, trataron de ser conjuradas con mayor o menor xito por instituciones como la Oficina del Historiador de la Ciudad, creada en 1938, y otras asociaciones de intelectuales, profesionales y artistas como la Comisin de Monumentos, Edificios y Lugares Histricos y Artsticos Habaneros, la Sociedad de Estudios Histricos e Internacionales y la Junta Nacional de Arqueologa y Etnologa.16

Capitolio Nacional, 1931

Iglesia de Paula durante la ampliacin de la Avenida del Puerto, dcada del 4015

Demolicin del Convento de Santo Domingo, dcada del 50

Plano panormico del Centro Histrico, 1939

Antes, en el ltimo tercio del siglo XIX, haban sido demolidos otros exponentes de la arquitectura colonial, como el Hospital de San Juan de Dios y el Convento de Santa Catalina de Sena en las primeras dcadas del siglo XX. 16 Ejemplos de inmuebles y lugares que pudieron ser preservados fueron: los espacios abiertos que rodean el Castillo de la Fuerza, el tramo de Muralla y la puerta de La Tenaza, fragmentos de la antigua crcel, la Iglesia de Paula, la Catedral, el Palacio de Aldama y el Palacio de los Capitanes Generales. Ver Emilio Roig de Leuchsenring: Veinte aos de actividades del Historiador de la ciudad de La Habana, Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, La Habana, v. II, 1955, pp. 238-312.

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La Habana Vieja en la estela del tiempoA finales de los aos 50, entre 1956 y 1958, se pone en prctica un nuevo Plan Director de la ciudad, encargado al grupo de arquitectos y urbanistas nucleados en el Town Planning Associates (Jos Luis Sert, Lester Wiener y Paul Schultz). Este Plan, como el de su predecesor Forestier, pretende una imagen moderna de la ciudad, encauzada por los derroteros del comercio, el ocio y el turismo. No se trata de mejorar las profundas asimetras territoriales y clasistas de la estructura urbana, sino de facilitar el desarrollo lineal de un sector de la ciudad con privilegios para el turismo, halagando al automvil y desconociendo los valores histricos tradicionales en pro de grandes manzanas y avenidas. La ciudad del deterioro y su recuperacin La Revolucin de 1959 encontr al actual Centro Histrico en una situacin de deterioro creciente de las condiciones de vida de sus habitantes, en contraste con su categora de centro comercial, recreativo y financiero, nuevamente valorizado con la expansin hacia el este. Solamente el puerto involucraba ms del 80 % del volumen de mercancas que entraban al pas. Las polticas de cambio social impactaron en la capital, pero mucho ms en el pas interior, tradicionalmente atrasado y subordinado a la gran metrpoli, como reflejo del subdesarrollo y la dependencia. Sin embargo, se hizo necesario un Plan Director que rediseara la ciudad en funcin de los nuevos intereses sociales, econmicos y culturales de la Revolucin. En 1963 se modernizaron las antiguas ordenanzas. Un ao despus, en 1964, la Direccin de Planificacin Fsica realiz un esquema de Plan Director donde por primera vez se dimension y delimit la ciudad de La Habana en su conjunto, integrada por seis regiones, con autoridad central. Luego sigui otro, en 1970, que propuso la organizacin de los flujos vehiculares ms importantes, la distribucin de zonas de hbitat en funcin de centros de produccin, enseanza e investigacin y una zonificacin detallada del rea de desarrollo del Puerto.17 Durante estos aos, la zona antigua fue objeto de anlisis y debates sobre su futuro, y aparecieron conceptos diversos en torno a su transformacin, conservacin o descentralizacin. Como consecuencia del congelamiento de las acciones de intervencin sobrevino el agotamiento y el deterioro de la imagen urbana, agravada por el dficit de viviendas, el incremento de la poblacin, el hacinamiento, la insalubridad y el quebranto de las redes de servicio pblico. Por si no fuera suficiente, antiguas estructuras coloniales de alto valor patrimonial se transformaron en almacenes y depsitos que sobreexplotaron los inmuebles. A la degradacin del fondo construido se sum la desidia, el descontrol y la prdida de valiosos exponentes histricos y arquitectnicos. En lo relativo a la proteccin patrimonial, esta situacin tuvo momentos positivos, con las intervenciones realizadas en los aos iniciales de la dcada de 1960 en la Plaza de la Catedral y el Castillo de la Fuerza, o los trabajos de restauracin del Palacio de los Capitanes Generales, por la Oficina del Historiador de la Ciudad. En 1976 se logr disear un proyecto general de restauracin de La Habana Vieja, promovido por la Direccin de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura. De modo paralelo a las acciones emprendidas por la Comisin Nacional y Provincial de Monumentos, creadas en 1977, la Oficina del Historiador de la Ciudad, revitalizada desde 1967 por Eusebio Leal, desarroll una labor ingente de concientizacin acerca de los valores histricos y patrimoniales del territorio. Como resultado de todas estas prcticas, en 1978 se declar Monumento Nacional al Centro Histrico y finalmente, en 1982, la UNESCO le otorg la decla17

Emilio Roig (a la derecha) durante la restauracin de un inmueble

Regulaciones urbansticas. Ciudad de La Habana, exposicin citada.

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La Habana Vieja en la estela del tiemporatoria de Patrimonio Cultural de La Humanidad. Este hecho coincidi con los esfuerzos del gobierno y otras instituciones en pro de la restauracin del territorio, concebido como parte del mecenazgo estatal a la cultura. En la dcada de 1980 se aprobaron presupuestos quinquenales y se cont con mano de obra calificada para acometer trabajos de singular importancia alrededor de las plazas y corredores principales, as como en el sistema de fortificaciones, pero este modelo avanz con relativa lentitud y tuvo que ser repensado ante los retos de la crisis econmica de los 90. Tambin en esta dcada se sancion el Plan Director de La Habana (1984) y se elaboraron las regulaciones urbansticas de los quince municipios de la capital en un trabajo mancomunado del Instituto de Planificacin Fsica, las Direcciones de Planificacin Fsica y Arquitectura, las Direcciones Municipales de Arquitectura y Urbanismo y el Centro Nacional de Conservacin, Restauracin y Museologa (CENCREM), entre otros organismos. A inicios de la dcada del 90, la situacin del Centro Histrico vari notablemente en relacin con perodos precedentes. El Decreto Ley 143 de 1993 reconoci a La Habana Vieja como Zona Priorizada para la Conservacin, y a la Oficina del Historiador de la Ciudad, nombrada mxima autoridad para la recuperacin del territorio, la dot del aparato institucional, econmico y legal necesario para ejecutar sus funciones. Con posterioridad, el Acuerdo no. 2951 del Consejo de Ministros (1995), declar el rea protegida Zona de Alta Significacin para el Turismo. El modelo de gestin aplicado a partir de 1993, considera a la cultura el eje principal del desarrollo, y al ser humano, el protagonista y beneficiario de este proceso. A esa visin sociocultural de la recuperacin, se suma un enfoque de rentabilidad econmica, compromiso social y sostenibilidad medioambiental. En un libro inolvidable, talo Calvino habl de ciudades invisibles, metforas de la imaginacin y del deseo; La Habana Vieja, heredera de sus mltiples pasados, perdurar siempre como un desafo a la imaginacin y al deseo de sus habitantes. se ser el secreto para que lo invisible abra paso a las configuraciones de la luz.

Eusebio Leal durante una jornada de trabajo, dcada de 1980

Plaza Vieja

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Urbe y arquitectura, simbiosis fecunda de San Cristbal de La Habana / Alina Ochoa AlomMs que ciudad, barrio o distrito histrico, La Habana Vieja es arquitectura ella misma o, dicho ms precisamente, muchas arquitecturas conviviendo una junto a la otra durante casi cinco siglos de memoria urbana. El peso de esta manifestacin del patrimonio cultural en cuanto a calidad y valores del conjunto, ha sido determinante en los ltimos treinta aos en las sucesivas declaratorias de proteccin a La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones coloniales. Es propsito de este anlisis sintetizar un catlogo de obras paradigmticas dentro de un grupo de familias expresivas y sus correspondientes filiaciones a lo largo del desarrollo urbano, sin profundizar en otras consideraciones de ndole histrico, social o tcnico-constructiva. Tambin resulta indispensable resaltar el repertorio dominante despus de 1959 con transformaciones progresivas, no demasiado traumticas, y enmarcarlo dentro de diferentes influencias acuadas por la historiografa arquitectnica, con el objetivo de contribuir a su conocimiento y proteccin dentro del contexto de la normativa urbana. Escenario urbano Hoy en La Habana Vieja se encuentra la fortaleza ms antigua del pas erigida en 1577 (Real Fuerza), numerosas construcciones de los siglos XVI al XX; sobresalen entre ellas el Capitolio de La Habana, quizs su edificio ms notable, hasta un total aproximado de 3350 inmuebles. Semejante catlogo requerir futuros abordajes, ms profundos, rigurosos, y abarcadores incluso de las influencias y asimilaciones de modelos, imposiciones o paradojas formales, especificidades adaptativas, coherencias o divergencias arquitectnicas. En este espacio, subordinado temticamente al conocimiento pblico de un nuevo cuerpo regulador para la zona, mostraremos slo una pequea porcin de lo ms representativo.1 De modo que, an constreido por esa circunstancia, aparecern aqu un grupo de obras muy conocidas, reseadas en numerosos ensayos, libros y guas, pero tambin aquellas construcciones modestas que aportan an una valiosa lectura testimonial. Algunas de las complejidades arquitectnicas podran ser: la heterognea convivencia de arquitecturas tradicionales con otras ms actuales, lo cual se manifiesta en las construcciones heredadas de la etapa colonial, en las obras de la Repblica, que forman la masa mayoritaria, y las pocas insertadas en los ltimos 50 aos; la coexistencia de piezas de la produccin popular verncula, siempre annima, con la produccin oficial algo ms ortodoxa o

Para esta seleccin se han consultado las siguientes publicaciones: Gua de Arquitectura de La Habana, investigacin, seleccin, catlogo y textos de Mara Elena Martn Zequeira y Eduardo Luis Rodrguez, DPPFA-CH y Junta de Andaluca, La Habana-Sevilla, 1998. The Havana Guide. Modern Architecture 1925-1965, Eduardo Luis Rodrguez, Pinceton Architectural Press, NY, 2000. Arquitectura en la Ciudad de La Habana. Primera Modernidad, coordinacin editorial: J. Enrique de Balbn; ensayos: Roberto Segre y Carlos Sambricio; investigacin, seleccin y catlogo: Jos A. Choy (responsable), Julia Len, Alina Ochoa, Lohania Aruca, Antonio Gutirrez y David Delgado, Editorial Electa, Madrid, 2000. El Prebarroco en Cuba. Una escuela cubana de arquitectura morisca, Francisco Prat Puig, Diputacin de Barcelona, reedicin de 1996. Arquitectura colonial cubana, Joaqun Weiss, Letras Cubanas y Junta de Andaluca, 2da. edicin, La HabanaSevilla, 2002. The Journal of Decorative and Propaganda Arts, n. 22, Cuba Theme Issue, The Wolfson Foundation of Decorative and Propaganda Arts, 1996. La Habana Vieja / Trinidad. Patrimonio Cultural de la Humanidad, Enrique Capablanca / Carlos Venegas Fornas, Letras Cubanas, La Habana, 1998. 1898-1921: La transformacin de La Habana a travs de su arquitectura, Llilian Llanes, Letras Cubanas, La Habana, 1990.1

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Urbe y arquitectura, simbiosis fecunda de San Cristbal de La Habanaacadmica; la diversidad tipolgica y de escalas volumtricas; el contrapunteo de cubiertas planas e inclinadas; la compacidad y densidad constructiva que da la medianera obligando a la apertura de patios interiores; las innumerables fusiones y contaminaciones estilsticas de ciertas obras junto a otras de expresiones ms cannicas; la diversidad de terminaciones exteriores dada la coexistencia del tapial recubierto a la cal o el canto labrado con el muro resanado con cemento; la sencillez espacial de las pequeas obras hispano-mudjares junto a la ricas soluciones del barroco colonial, o los monumentales edificios neoclsicos y sus reinterpretaciones de inicios del siglo XX; las texturas pigmentadas u otros tratamientos integrales; las herreras profusas y vitrales policromados y las exuberantes decoraciones de motivos vegetales y animales; las pilastras adosadas y prticos majestuosos o los sencillos ingresos de las casas populares; los enormes portones de madera a la espaola o las puertas de tableros; las ventanas de persianas francesas o los ventanales acristalados; los muros con despieces, los zcalos de ingenuas pinturas o el ms reciente uso del vidrio espejado superpuesto a la piel de los edificios, as como la multiplicidad de remates y tratamientos de esquinas, entre otros muchos elementos de coexistencia que caracterizan esta riqusima arquitectura. En tal escenario polismico se inscribe la historia construida del Centro Histrico que le da ese sello innegable de identidad a la metrpoli. Tngase en cuenta que las manifestaciones formales y compositivas que se enumeran aqu no aparecieron de forma lineal sino, por momentos, de manera simultnea o escalonada, por eso para facilitar su comprensin he decidido ordenarlas segn la lgica temporal, como las publicadas por algunos de los ms relevantes ensayistas de la arquitectura cubana y de su historia: Jos Mara Bens y Arrarte, Pedro Martnez Incln, Francisco Prat Puig, Joaqun Weiss, Emilio Roig de Leuchsenring, Augusto Prez Beato, Roberto Segre, Eduardo Luis Rodrguez, Llilian Llanes y Carlos Venegas Fornas. Agrupaciones por conjunto de familias estilsticas Partiendo de la fundacin de La Habana, en 1519, junto a la baha de Carenas, las respuestas arquitectnicas en las construcciones de los siglos coloniales XVI al XIX se manifiestan como mimesis espacial y figurativa del repertorio que exista fundamentalmente en el sur de la pennsula ibrica al trmino de la reconquista. Al decir de Weiss, la ciudadela militar de San Cristbal, de los siglos XVI y XVII, pasaba progresivamente a ser un asentamiento estable y una potencia en construcciones navales.2 La etapa se caracteriza primero por una sencilla adaptacin de la arquitectura mudjar usando materiales locales en las ti