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El objeto de este trabajo es dilucidar los conceptos preponderantes dentro del constructo
teórico de Donald Winnicott, no sin antes hacer una breve reseña biográfica, de ahí que sea
necesario decir que, nació en Inglaterra 1896, se gradúa como médico especialista en
pediatría en 1920 y empieza su carrera profesional como pediatra en el Paddington Green
Children’s Hospital de Londres en 1923; época en la cual, a través de una recomendación
de Ernest Jones, empezó a psicoanalizarse con James Strachey.
De igual manera, es imprescindible nombrar que Melanie Klein y Winnicott coincidían
en las etapas iniciales del desarrollo emocional del individuo, es decir que, todo infante
posee complejas fantasías y emociones, las cuales construyen su mundo interior, pero desde
dos aspectos esenciales de la fantasía oral: el conservar y el eliminar. Por tal razón,
consideraban el desarrollo emocional una línea de progresión, ya que lo arcaico definía las
características de lo venidero.
No obstante, Winnicott se distancia de Klein por diferencias teóricas como el otorgado
al medio ambiente en el desarrollo emocional del niño, y donde para Klein solo fue
considerado un papel importante, más no concentro su atención en este, pero algo contrario
ocurrió en Winnicott, el cual considero fundamental por sus notorias fallas ambientales, de
ahí, la génesis principal de los distintos cuadros psicopatológicos.
Empero, su pensamiento tuvo una transformación en el sentido que, no le otorgó más
una función preponderante a las fantasías inconscientes, ya que las consideraba un artífice
de su medio ambiente, donde el bebé nace desintegrado e indefenso, por lo tanto, acentuó
cada vez más la influencia decisiva del ambiente en la especificación del psiquismo
temprano.
En relación con lo anterior plantea: “el ser humano nace como un conjunto
desorganizado de impulsos, instintos, capacidades perceptuales y motrices que, conforme
progresa el desarrollo, se van integrando hasta lograr una imagen unificada de sí y del
mundo externo, y donde el papel de la madre es proveer al bebé de un yo auxiliar que le
permita integrar sus sensaciones corporales, estímulos ambientales y sus nacientes
capacidades motrices”, Bleichmar, N. & Leiberman, C. (1997. Pág. 265).
De ahí que, la madre cumple con la función de proteger y sostener al débil núcleo del
self del niño, mientras que éste poco a poco reemplaza dicho sostén por uno realizado por
el mismo, de manera que, el niño se desarrolla a modo de extensión de la cáscara, es decir,
con relación al sostén de la madre, pero cuando no se logra adecuadamente dicho sostén, el
núcleo o el verdadero ser permanece escondido, y se hace evidente clínicamente como un
ser falso.
“Por el contrario, cuando el medio ambiente brinda al pequeño la protección y sostén
necesarios, la cáscara con que nace y que explica su narcisismo primario va, poco a poco,
diluyéndose, permitiendo así una entrega a la experiencia de la vida interna y externa”,
Bleichmar, N. & Leiberman, C. (1997. Pág. 266).
Ahora bien, con respecto a los fenómenos y objetos transicionales, se puede enunciar
que Winnicott los define como una especie de puente entre el mundo interno y el mundo
externo del niño, los cuales efectúan un papel en la etapa del desarrollo, en el nivel
defensivo y el espacio dentro de la mente del individuo, de ahí que los objetos sirvan como
limites mentales en relación a ese mundo interno y externo que se presenta desde la propia
experiencia de vida.
Así mismo, el objeto transicional ocupa un lugar llamado ilusión, ya que al no estar
presente en todo momento el pecho materno, es el objeto transicional que ocupa dicho
lugar, además sirve para la elaboración de sentimientos de pérdida frente a la separación
con la madre, de manera que, al ser el objeto una representación de la madre, es también
un objeto libidinal, por lo tanto, si la madre es vivenciada como objeto bueno, de esa
misma forma será vivenciado el objeto transicional.
Además es necesario tener presente que el objeto transicional tiene ciertas
características, y son éstas las que cumplen un papel destacado con respecto a la agresión
que experimenta el niño, de ahí, la importancia que el objeto sobreviva a la agresión, pero
para esto, se hace infalible que el niño pueda notar que dicha agresión no destruye los
objetos internos y externos, pues de esta manera podrá construir un objeto interno más
fuerte y con capacidad para ir neutralizando la agresión.
Aunque, el objeto transicional también es susceptible de tener una evolución patológica
plantea Winnicott; producto de la experiencia retenida con relación al arte, la religión, la
labor científica y el vivir imaginativo, por consiguiente, hay tres modos de dilucidar dicha
afirmación: el objeto adicto, el fetiche o lo robado, que además serán sustitutos del
primitivo objeto transicional.
Por otra parte, para ilustrar “el desarrollo emocional primitivo que tiene el ser humano
desde su nacimiento hasta los primeros años de vida, es importante abordar las tres etapas
de maduración emocional, tales como: la de integración y personalización, cuya meta es la
integración de los núcleos del yo y adquirir la sensación de que el cuerpo aloja al
verdadero self, por lo tanto, un desarrollo normal sería lograr un esquema corporal, o como
lo llama Winnicott, unidad psiquesoma, donde por medio de los cuidados maternos
satisfactorios y experiencias instintivas se obtiene la integración y la personalización”,
Bleichmar, N. & Leiberman, C. (1997. Pág. 272-273).
Además, es la disociación la que permitirá dar cuenta del yo, es decir, dilucidar
el grado de separación en que se encuentra el yo, por tal razón, es valiosa la adaptación a la
realidad como parte del desarrollo emocional que tiene el yo, pues de ahí, surge el saber
sobre cómo el yo está integrado y la sensación que tiene sobre el núcleo del sí-mismo que
habita en su propio cuerpo, en otras palabras, permite saber cómo se percibe él y el mundo,
las cuales son dos cosas separadas.
De igual forma dentro de esta etapa, se logra definir el papel que ha tenido la madre
como proveedora de elementos con respecto a la realidad con que el niño construye la
imagen psíquica del mundo externo, ya que es el contenido de la ilusión materna la que
permite dar cuenta de la fantasía constituida en él.
También es de apuntar que desde el desarrollo emocional, se logra aproximar a la etapa
de preinquietud o crueldad primitiva, pues el niño pequeño tiene una cuota innata de
agresividad que se expresa en ciertas conductas autodestructivas, ya que prefiere replegar
el odio sobre sí mismo y de este modo, preservar el objeto externo, aunque de esta fantasía
la madre también puede resultar intensamente dañada.
En conclusión, el desarrollo emocional desde el postulado teórico de Winnicott, entrega
conceptos para lograr una aproximación a la función preponderante que cumplen los
factores ambientales; en especial el cuidado materno, el cual no solo brinda elementos para
constituir capacidades para un adulto sano, sino para un adulto con afecciones mentales
significativas.
Bibliografía
Bleichmar, N. & Leiberman, C. (1997). Psicoanálisis Después de Freud, Teoría y
Clínica. La Fantasía Inconsciente como Escenario de la Vida Psíquica. (pág. 93-125).
Editorial Paidós. México. D.F