8/10/2019 Sobre Lazaratto Arte y Trabajo

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Es preciso insistir en el sentido y el papel que juegan las semiticas

asigni!cantes (la moneda, los dispositivos de produccin maqunica de

imgenes, de sonidos, de palabras, los signos, las ecuaciones, las frmulas

utilizadas por la ciencia, la msica, etc.), ya que la mayora de las teoras

las nuevas formas de gobierno capitalista. Precisamente, a partir de estassemiticas asigni!cantes se establece una nueva distribucin entre lo discursivo

y lo no discursivo.

El intelecto just in time. Paolo Virno

Cuando el intelecto humano se convierte en el principal recurso productivo, el pensamientoabstracto y la autorreflexin dejan de ser la prerrogativa de los intelectuales para convertirse enlas herramientas indispensables del trabajo. Llamo intelectualidad de masas al conjunto deltrabajo vivo postfordista en cuanto depositario de competencias cognitivas no objetivables en elsistema de mquinas. La intelectualidad de masas tiene su centro de gravedad en la pura y

simple facultad de pensar. Su mejor ejemplo lo constituye el hablante comn, no el cientfico niel escritor. Los intelectuales han perdido todo relieve tico y poltico precisamente cuando lanocin de fuerza de trabajo se ha vuelto indistinguible del homo sapiens, animal que poseelenguaje.

En la manufactura y el fordismo quien trabaja, calla. En la metrpolis posfordista, por elcontrario, el proceso de trabajo material puede describirse empricamente como un conjunto deactos lingsticos. En parte porque el trabajo consiste, en buena medida, en tareas deregulacin, vigilancia y coordinacin pero sobre todo porque el proceso productivo tiene porprincipal materia prima el saber, la informacin la cultura, las relaciones sociales. La oposicinhabermasiana entre accin instrumental y accin comunicativa es radicalmente refutada en elposfordismo.

El trabajo es interaccin. Cuando el trabajo ejerce funciones de vigilancia y coordinacin, suobjetivo ya no es un producto determinado sino modular la cooperacin social, el conjunto derelaciones y conexiones sistmicas sobre las que se apoyan la produccin y la riqueza. Dosconsecuencias:

a) El trabajo fundado en la comunicacin no est guiado por un objetivo unvoco predefinido

b) No da lugar a un objeto extrnseco y duradero, se trata ms bien de una actividad sin obra (loque segn Arendt caracterizaba a la poltica). El trabajo posfordista exige dotes anteriormentereservadas a la poltica.

Cuando se habla de lenguaje puesto a trabajar, el punto decisivo est en que el actuarcomunicativo predomina en todos los sectores industriales. Las tcnicas y procedimientos de losmedios de comunicacin de masas se convierten en un modelo de valor universal; desarrollanun papel anlogo al que tradicionalmente desarrollaba la industria de medios de produccin: esun sector productivo especfico pero determina los instrumentos y exposicin ms sistemtica deprocedimientos operativos que luego se aplicarn en todos los rincones del proceso de trabajosocial. La puesta a trabajar (y a producir beneficio) del lenguaje es el cimiento sobre el que seapoya la ideologa posmoderna. El signo distintivo de la metrpolis contempornea es laplena identidad entre produccin material y comunicacin lingstica.

Pero esta coincidencia no atena sino radicaliza las antinomias del modo deproduccin dominante. La actividad laboral es cada menos medible por unidades

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abstractas de tiempo pero el tiempo de trabajo sigue siendo la medida socialmentevigente. Mltiples juegos lingsticos, hasta los ms excntricos estn a punto deconvertirse en nuevas tareas. El lenguaje se presenta, al tiempo, como el terreno delconflicto y lo que est en juego. Hasta el punto de que libertad de lenguaje, en un sentidomenos pardico que el liberal, y abolicin del trabajo son hoy sinnimos

Interpretacin de la situacin de clase hoy: aspectos metodolgicos. A. Negri

(Exposicin ms sistemtica de la teora del valor trabajo y del agotamiento de su funcineconmica en el capitalismo contemporneo)

La forma valor es la representacin material de la organizacin del trabajo colectivo en unasociedad determinada. Es siempre el resultado de una relacin que cambia en funcin de losmovimientos histricos de una sociedad; es una funcin de los antagonismos y un producto desu solucin.

El lmite de la reflexin de Marx radica en el hecho de reducir la forma valor a una medida

objetiva. As, el marxismo corre el riesgo de constituir una historia natural de la subsuncinprogresiva del trabajo en el capital, ocultando la lucha de clases en trminos de catstrofe einnovacin

Si la comunicacin constituye la sustancia de la forma valor, si el proceso de trabajo coincidecon lo social, la primera consecuencia es la imposibilidad de anclar una teora de la medidasobre algo ajeno a la universalidad del intercambio. La segunda es que no tiene sentido unateora de la medida respecto a la cualidad inconmensurable de la acumulacin social. Tambinson inconmensurables, por definicin, el espacio para el desarrollo de las relaciones laborales,las sendas productivas existentes en la sociedad y las interacciones entre los trabajadores.

Pero no es posible imaginar la produccin, la riqueza y la civilizacin sin una acumulacin detrabajo. Las fuerzas intelectuales y cientficas que han pasado a ocupar un lugar preeminente enla produccin son fuerzas de trabajo. Su creciente inmaterialidad no elimina la funcin creativadel trabajo, la exalta en su abstraccin y su productividad.

La teora del valor de Marx se halla vinculada a los orgenes de la revolucin industrial.- Eltrabajo productivo ya no es aquel que produce capital sino el que reproduce la sociedad. Laseparacin del trabajo improductivo pierde su sentido, la produccin se halla subsumida en lacirculacin (y viceversa) cada vez ms y se redefine, en fin, la relacin entre trabajo simple ycomplejo

La deconstruccin del valor es la matriz de la subjetividad y viceversa.- Si la produccin es yacompletamente comunicacin, el sentido del antagonismo no tendr un lugar ni tiempo defundacin separados de la comunicacin misma. Es en la reconstruccin de la comunicacindonde se construye el sujeto

La explotacin es la produccin del tiempo de dominacin contra el tiempo deliberacin.- El concepto de explotacin puede reconocerse en el interior del nexo que vincula laconstitucin poltica y la constitucin social. Es la constitucin poltica la que sobredetermina laorganizacin del trabajo social. Eso no niega las dimensiones de captura, centralizacin yexpropiacin de las formas y el producto de la cooperacin social. La explotacin se producepolticamente como una funcin del poder capitalista. En la poca de la subsuncin real, lopoltico tiende a absorber a lo econmico. La independencia de lo econmico constituye unamistificacin de lo poltico, de quien detenta el poder.

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La funcin fundamental del poder es privar al proceso social de cooperacin productivadel dominio sobre su propio funcionamiento: de encerrar al poder productivo social ensu sistema de poder. La explotacin es la produccin de instrumentos aptos para el control deltiempo de cooperacin social.

Las luchas preceden y prefiguran la produccin y la reproduccin sociales.- La lucha proletaria ylas mil figuras de la revuelta del trabajo social han dominado las pocas y las fases de la

civilizacin capitalista. El 68 es la revolucin de la nueva figura del proletariado, del trabajoabstracto vivo. Luego el capital ha seguido a esta nueva fuerza revolucionaria, ha intentadoencerrarla en nuevas dimensiones tcnicas de produccin y dominio

LAZZARATO

According to Michel de Certeau, from the beginning of the 1970s we can refer to a new social

partitioning that is based more on relations between powerand culture than on thetraditional

divisions between workers and bourgeois, manual and intellectual workers: The turf on which

new bonds are produced between the economic sphere (the situation of consumers) and the

political sphere (the distribution of power) is defined in cultural terms.1 The classic divisions in

Rancires distribution of the sensible, between workers and the bourgeoisie, intellectual work

and manual work, do not disappear; rather, mass culture transforms the modes of existence,

and, above all, the conditions of expression and subjectification of these divisions.

For example, the drive to consolidate a worker culture no longer corresponds to the will

expressed by the workers themselves, who are anxious to participate in the common culture,

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and hardly disposed to being closed off in a world of their own.2 At issue is a new social

partitioning, as violent as the former distribution of the sensible, even though it first occurs inthe

medium of signs, and is expressed through them. Culture is the domain of a neocolonialism, itis

the colonized world of the twentieth century, says De Certeau, since it is here that the

multinationals install their empires, in the same way that the European nations launched military

occupations of unarmed continents in the nineteenth century:

The corporate trusts rationalize and turn the manufacture of signifiers into a profitableenterprise.

They fill the immense, disarmed, and almost somnolent space of culture with their commodities.

All the forms of need, all the rifts of desire are covered, that is, inventoried, dealt with, and

exploited by the media. This economic system erodes and ultimately inverts the political

experience acquired in the nineteenth century, replacing the act of democratic representationwith

the reception of standardized signifiers that destine workers to become consumers, and thatturnpeople into a public mass.3

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The artists, the technicians, and the cultural operators work, like the various publics, inthenerve centre of this new domain of capitalist accumulation and acculturation

Art and culture are bound up with and participate in the configuring of a new

situation in which the

problems are no longer those of disciplinary societies; art and culture crystallizearound this

common culture which constitutes the horizon and shared footing of our

socialization and

individuation.People have always been implicated in a sig-nifying semiotic system.

But in the new social

partitioning the various systemsof signs play a strategic role in both economicproduction and

the control and organization of social divisions. This led Guattari to define capital as a

semiotic

operator.

Corporeal semiotics, the non-verbal semiotics (of childhood, of the mad, of youth, of

women, of

sexual or linguistic minorities) are no longer disciplined and/or repressed as in

disciplinary

societies. On the contrary, the heterogeneity of percepts and affectsof desiresis

invested,

mobilized, and solicited by and through consumption and communication, resulting in

the

homogenization of a subjectivity that conforms to market demands.

According to Guattari, capitalism takes hold of human beings from the inside by

grafting itself

onto, among other things, perceptual, sensorial, affective, linguistic, and cognitive

behaviour. It

reworks the modes of semiotic practice on both the individual and collective level.

Individuals are

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equipped with modes of perception or of standardized desire, for the same reason as

factories,

schools, and territories.4

Affects, percepts, and statements become the matter and reality of marketingsexpressionof

advertising, of television images, and of the market in general. Speech, signs, and

discourse

circulate and proliferate freely, but they are drained of all their power to transform.They even

inhibit the appearance of conditions of singular expression because, as De Certeau

puts it, their

drone creates an absence of speech. Gilles Deleuze had warned us: Do you know

what it takes

to stop someone from speaking in his/her own name? Make them say, I.5

All semiotics are summoned to rebuild the representation of the subject, to

affirm the I of a new individualism. Television programs give the subjectspeech; polls challenge people daily, but subjectivity has lost its singularity and

any possibility of finding its own expression. On the contrary, it is at the mercy

of a growing uniformity, and a reductionism that begins by affecting its

sensibility. The flow of signs is not subjected to any censorship in the classicalsense, and yet it withdraws and neutralizes the conditions of articulation,

expression, and subjectivity in a way that is even more effective than

repression. There are machines with words, emotions, and images that prevent

talking, feeling, and seeing.

How is one to resist these new semiotic machines of capitalist accumulation?

How is one to arm oneself against this new distribution of the sensible in which

there is no longer a rupture between art and work, but rather a continuity? How

is one to avoid letting the needed creativity of a societybe reduced to the level of

leisures?

Flix Guattari encourages us to consider and discuss the hypothesis of the emergence

of a new aesthetic paradigm. This is not an aesthetic paradigm of art like Rancires,

but a new aesthetic paradigm pure and simple, one not limited to a proposition aimed

at aestheticizing the social sphere. The promotion of this new paradigm is called to

overturn the present forms of art as much as those of social life.6

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Guattari is referring to art as a paradigm that underscores a number of problems,

problems that have several points in common with the program of Duchamp andBeuys. The aesthetic paradigm, in Beuyss approach, is not to say that every person isan artist, but to claim that there is some creation in all activity.

It would be better, then, to speak, before it solidifies into works and products, of aproto-aesthetic paradigm, to emphasize the fact that we are not referring to

institutionalized art, to works expressed in the social arena, but to a dimension of

creativity in its nascent state, flowing from the source, with the power of the

emergent.

It would be better, then, to speak, before it solidifies into works and

products, of a proto-aesthetic paradigm, to emphasize the fact that we are not

referring to

institutionalized art, to works expressed in the social arena, but to a dimension of

creativity in its

nascent state, flowing from the source, with the power of the emergent

It must contribute to the creation of centres of subjectification. The act of creation, no

longer

essentially concerned with creating a work or a finished product, would mediate a

collective operation, allowing both a group and a singularity to exist. An event is

made in making a language.

To situate oneself somewhere, to create a territory or new modes of subjectification

and articulation, is both a political and an existential question. And this concerns

social practices as much as artistic practices.We cannot avoid the political problem, even if the modes of political action are

no longer those codified and integrated into the institutions of the former

distribution of the sensible. In the new conditions, the first goal of political

action is not to satisfy the needs, but to build, through controlledinterventions, laboratories of social experimentation.13The transformations of art and work open up new possibilities, but also new

responsibilities for social and artistic practice, the full scope and implications of which

have not yet been assessed.

Marx en el fragmento sobre la Mquina en los Grundrisse, est vaticinando el la

pridda de la centralidad del tiempo de produccin en la teora del valor (de lamercanca)

La objetivacin del trabajo como saber cientfico enla mquina implica q el tiempo

deja de ser un instrumento de medida adecuado.

El modo determinado de trabajo se presenta aqu directamente transferido del obrero

al capital (o sea, aparece transferido bajo la forma de mquina) y, a partir de este pase,

se desvaloriza su propia capacidad de trabajo.