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    Viaje al corazn del hambre

    Xavier Aldekoa

    Ebooks de Vanguardia

    Xavier Aldekoa, 2011 Jos Antich (captulo 1) Rosa M. Bosch (captulo 12)

    De esta edicin:La Vanguardia Ediciones, S.L.Diagonal 477, 7 planta08036 Barcelona

    Primera edicin, octubre 2011

    Depsito legal: B-37533-2011

    Diseo, maquetacin y edicin: Actividades Digital Media, S.L. (ADM)

    Foto cubierta: Xavier Aldekoa

    EBOOKS DE VANGUARDIA:www.lavanguardia.com/ebooks

    Contacto: [email protected]

    http://www.lavanguardia.com/ebooksmailto:ebooks%40lavanguardia.es?subject=mailto:ebooks%40lavanguardia.es?subject=http://www.lavanguardia.com/ebooks
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    ndice

    Prlogo

    1. El campo de refugiados de Dadaab, por Jos Antich

    2. Dadaab, el drama ignorado

    3. Anoche nos atac una hiena

    4. El drama de los otros olvidados

    5. La lucidez de la furaha - De Nairobi a Garbatulla

    6. La ciudad de las piedras que se comen - De Garbatulla a Kulamawe

    7. El sol de Briatore y Winnie the Poo - De Kulamawe a Wajir

    8. De fe, pendientes dorados y barrigas llenas - Wajir Nairobi Yibuti

    9. El inerno ms bonito del mundo - De Yibuti a Ali Addeh

    10. Desmemorias de frica - De Ads Abeba a Nairobi

    11. Somalia, el pas fantasma

    12. Cuerno de frica. Una crisis que va a peor

    13.Ya es octubre

    14. Donaciones para el Cuerno de frica

    El autor: Xavier Aldekoa

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    Prlogo

    El nombre de los annimosEste prlogo apareci de la nada. Nuestro 4x4 llevaba varias horas atravesan-

    do las montaas en la frontera de Yibuti con Somalia y eso nos haba quedadoclaro al compaero de viaje y amigo Rodrigo Hernndez, corresponsal de Te-leSur, y a m: aquello era la nada. Slo montaas de piedras, arbustos secos yuna lengua de arena por la que avanzaba el coche que, de vez en cuando, partaen dos un ro muerto.

    Habra jurado que estbamos en la luna de no ser porque siempre haba imagi-nado el satlite menos seco y polvoriento, como si fuera una pelota de vainilla.

    Entonces la vimos.

    Era una mujer de mediana edad que caminaba despacio en direccin contrariaa la de nuestro vehculo. Llevaba el rostro cubierto con un pauelo de coloresoscuros, tena las piernas delgadas y el tronco curvado hacia delante. En laespalda, cargaba un pesado fardo del que asomaba lo que pareca un bidn de

    agua amarillo. O quizs era otra cosa. El coche pas volando junto a ella y nonos dio tiempo a ver mucho ms.

    - De dnde demonios vendr esa mujer, solt al aire Rodrigo.

    - Y a dnde diablos ir?, dije yo.

    Todo a nuestro alrededor eran kilmetros y kilmetros de la nada ms absolu-

    ta. El pueblo ms cercano estaba a casi un da de camino y el sol jugaba a hacercoronillas a la parrilla con los valientes que se atrevan a andar. El campo derefugiados de Ali Addeh, de dnde suponamos que vena aquella mujer, estabaa varias horas a pie.

    Esa mujer vena de la nada. E iba a la nada?

    En absoluto. No.

    Esta recopilacin de artculos publicados en La Vanguardia trata de equivocar-se menos que aquel da. O quizs reparar un poco aquel error de no pararse a

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    preguntar.

    Aquella mujer vena de algn lugar, tena un motivo para desaar al sol y ca-minar. Tena un pasado, un presente y un futuro. Y sobre todo, tena nombre yapellidos.

    Y no paramos a preguntar.

    Cuando el cuerno de frica se enfrenta a una de las peores tragedias en variasdcadas con cara de hambre y sequa pero entraas de violencia, olvido y malagestin, es ms necesario que nunca ponerle rostro a las dicultades y al dolor,tratar de entender por qu los nmadas del cuerno africano aman tanto a susanimales, se aferran a una forma de vida canalla que sobrevive a duras penas al

    tiempo y por qu lloran en seco o ren aunque la suerte les empuje al llorar.

    El otro mundo est a la vuelta de la esquina. A apenas un click de ratn.

    Pero seguimos sin acercarnos al otro para intentar comprender.

    Estos reportajes desde Kenia, Etiopa, Yibuti o Somalia no van a cambiar el

    mundo. Seguramente ningn reportaje lo har. Pero rebelarse a que el sufri-miento de tantas personas se esfume igual que aquella mujer tras el paso fugazde nuestro coche, es una cuestin de humanidad. De respeto por el otro.

    Ms all de la ventanilla del coche no puede ser demasiado lejos.

    Cambiar de canal no debera ser nunca un punto y nal.

    Aqu van unos cuntos nombres y apellidos.

    Con pasado, presente y, ojal, un futuro mejor.

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    Captulo 1

    ARTCULO DEL DIRECTOR

    El campo de refugiados de DadaabJos Antich. Director de La Vanguardia

    La Vanguardia | 4 de julio de 2011

    Occidente, siempre preocupado por sus propios problemas, tiende demasiadoa menudo a olvidar las verdaderas dicultades del planeta. Los lugares dondela falta de alimento mata a las personas, la sequa obliga a migraciones masivasy los asentamientos para refugiados son espacios hacinados de cuerpos huma-

    nos y distinguir los vivos de los muertos es una tarea de enorme dicultad.

    Nuestro corresponsal en Johannesburgo, Xavier Aldekoa, se ha desplazadohasta el campamento de Dadaab, en el este de Kenia, a 60 kilmetros de lafrontera con Somalia y abierto hace ms de 20 aos para acoger a los refugia-dos de la guerra somal que huyen de su pas por el conicto armado y el ham-bre. Aunque el 97% de los refugiados son de Somalia, el resto ha llegado desde

    Uganda, Sudn, Congo y otros pases africanos. Pese a que su fundacin seremonta a 1991, unos 6.000 nios son nietos de los primeros refugiados que seasentaron en Dadaab.

    El relato, que se publica en la seccin de Tendencias, reeja la alta tensin enque se vive en la zona del Cuerno de frica desde dentro del mayor campo derefugiados del mundo. Est preparado para albergar a unas 90.000 personas,

    pero puede llegar en muy pocas fechas a las 400.000. Las migraciones masivasque se estn produciendo en la zona y que se calculen en alrededor de 2.000 alda las personas que llegan a los tres asentamientos de Dadaab han desborda-do el que ya es el mayor campo de refugiados del mundo. Las Naciones Unidasconsideran la situacin de extrema gravedad y reconocen que hasta la fechani las visitas de personalidades de talla mundial para llamar la atencin sobreel problema ni la ayuda econmica han conseguido encauzar lo que puede ser

    an un drama de mayores consecuencias.

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    Captulo 2

    Dadaab, el drama ignoradoVisita al mayor campo de refugiados del mundo, al que llegan 2.000

    personas al da | La sequa y la violencia empujan a miles de somalesa refugiarse en Dadaab | Preparado para 90.000 personas, el campoha alcanzado los 380.000 habitantes

    Xavier Aldekoa. Dadaab. Enviado especial

    La Vanguardia | 4 de julio de 2011

    Envuelto en una esterilla no parece de verdad. El cadver de un beb de apenasun ao descansa sobre un banco de madera en una habitacin vaca. Su madrese sienta en la esquina opuesta, como si deseara que el asunto no fuera conella, con la mirada perdida y sus otros dos hijos agarrados a su tnica. El ma-yor, de unos cinco aos, viste unos pantalones gastados con el escudo del Bar-a bordado en la pernera. La madre llora sin verter lgrimas y tuerce el labioinferior de dolor. Los dos nios la miran curiosos sin hacer ruido. Slo bebenagua, con ansia, cuando se les ofrece. Luego vuelven a su silencio interrogador.Nadie repara en sus rostros agotados y sus piernas aladas por el hambre y porcasi 30 das de travesa para llegar hasta aqu. El ms pequeo ha muerto a laspuertas del almacn de comida y una fuente con agua.

    El centro de acogida de Dagahaley, uno de los tres asentamientos que confor-man Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundo situado en la fronterade Somalia y Kenia, est desbordado. A la violencia del conicto somal, sumi-

    do en el caos desde hace 20 aos, y el abuso sobre la poblacin de Al Shabab,grupo fundamentalista radical que controla gran parte del pas, se une desdehace semanas una severa sequa que golpea el Cuerno de frica y anuncia ca-tstrofe: es la peor sequa de los ltimos 60 aos. La Unicef advirti el juevesque nueve millones de personas estn en riesgo por la falta de lluvia y nece-sitan ayuda humanitaria urgente. La semana pasada fue la peor en Dadaab.Fundado en 1991 para albergar 90.000 refugiados del conicto somal, segn

    personal de la ONU y varias oenegs el campo ha recibido en los ltimos dasunas 2.000 personas cada da, ms del triple que hace un mes. El drama olvi-dado de los refugiados del este africano viene de lejos e ir a ms. La poblacin

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    del campo ya ha alcanzado los 380.000 habitantes. Trabajadores humanitarioscalculan que a nales de ao se puede superar el medio milln.

    La situacin es insostenible. Por eso Isho Fillow, de 30 aos, convierte cadauna de sus respuestas en un pual. Llegu hace dos das con tres hijos. Uno se

    qued con Dios durante el viaje. Caminamos 25 das ms o menos. All la se-qua nos mat los animales, pero aqu no tenemos nada. Si no llueve, nos mori-mos todos. Hay poca agua, poca comida y somos muchos, cada vez ms, dice.Sus pmulos marcados en la cara, su delgadez extrema y la piel seca por un solabrasador hasta 50 grados es la de todos los nuevos refugiados.

    En el hospital: Muchas nios llegan desnutridos a los hospitales de Dabaab.FOTOGRAFA: Xavier Aldekoa

    En Dadaab la dependencia de las organizaciones humanitarias es casi total ylas proporciones de la crisis han cogido a la mayora con el pie cambiado. Loshospitales estn llenos hay muchos casos de desnutricin severa en nios oenfermedades relacionadas con la falta de hidratacin, el agua no es sucien-te para todos y las raciones de comida no alcanzan. Tras registrarse nada msllegar, un refugiado recibi hace unos das una tarjeta para obtener comida el 4de agosto. Cuarenta y dos das despus de su llegada.

    Todo parece moverse a otro ritmo en Dadaab. El calendario y el tiempo tienenun signicado diferente para quienes viven all. Incluso cuando el viento le-

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    vanta una nube de polvo, el campamento de refugiados adquiere un aire irreal.Como si fuera la luna. En una extensa planicie de arena y arbustos se despa-rraman cientos de miles de igls de paja y ramas. En los barrios viejos, dondeviven quienes llegaron hace aos, hay cabaas de adobe con un cerco de ramassecas alrededor. Los ms afortunados han puesto plsticos blancos de la ONU

    en el techo o puertas hechas de latas de comida donada por EE.UU.

    Abdelaziz Jadar no va sobrado de suerte. Lleg hace diez das con sus dos mu-jeres, sus tres hijos y una hermana. Caminaron durante 28 das, sortearon losabusos de los soldados y bandidos de la frontera pero el sufrimiento no acaben Dadaab . Tenamos un burro pero nos lo robaron unos ladrones. Queravender madera a los otros refugiados, ahora ya no podr, lamenta. Para con-

    seguir agua, tienen que andar tres kilmetros hasta la fuente ms cercana yesperar. A veces una de sus mujeres se pone en la la por la maana y vuelvepor la tarde sin nada en la garrafa. Son demasiados. Apenas hay dieciocho pun-tos de agua en todo Dadaab. Dieciocho fuentes para una poblacin similar a lade la ciudad de Bilbao. Y no siempre funcionan. La mujer de Jadar consiguillenar 20 litros hace tres das y de eso viven, de un litro y medio por persona yda.

    Las malas noticias tienen muchas caras en Dadaab. Desde el rostro de los ni-os malnutridos o los ancianos que apenas se sostienen en pie hasta la mujerviolada durante su travesa que miente cuando le preguntan quin es el padrede su prximo beb. A los mdicos es difcil mentirles. Otros arrastran otrapena diferente desde hace aos. Mohamud Jama es el jefe de los refugiados deDagahaley. Lleg en 1993, creci en Dadaab y all conoci a su mujer. Su hijoAbdulaye naci en el campo hace once aos.

    El Gobierno keniano no permite que los refugiados se integren en la sociedad.Si la polica les detecta fuera de la zona de connamiento, los multa, detiene oincluso puede llegar a expulsarlos ilegalmente. La situacin es cada vez peor,pero aunque nos queramos marchar no podemos. Hemos sacricado nuestralibertad para sobrevivir. Y ahora vivimos en una crcel con el techo azul delcielo, dice Mohamud.

    Alta tensin entre los refugiados

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    El jueves pasado la polica dispar contra una manifestacin de refugiados queprotestaba porque unas excavadoras haban arrasado sus tenderetes junto a lacarretera. El Programa Mundial de los Alimentos necesitaba abrir una va parapasar sus camiones y el Gobierno keniano actu sin contemplaciones. Hubo almenos tres muertos por balas y una decena de heridos junto al campo de Da-

    gahaley. Los incidentes provocaron ms dolor. El viernes las agencias de lasNaciones Unidas no brindaron ayuda a los refugiados por motivos de seguri-dad. El sbado, aunque se abri el centro de registro, no se reparti comida deprimera necesidad a los recin llegados. Una trabajadora de la agencia se enco-ga de hombros: No habr comida hasta que todo se arregle, quizs el jueves,deca.

    Un campo con tres asentamientos

    Ubicacin del campo de refugiados de Dadaab. Fuente: Google Earth

    El campo de refugiados de Dadaab est compuesto por tres asentamientos;Dagahaley, Ifo y Hagadera. Cada uno de ellos tiene una extensin equivalente a900 campos de ftbol.

    Historia. El campo se fund en 1991 en el este de Kenia para acoger a perso-

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    nas que huan de la guerra civil de Somalia.

    Capacidad. Est preparado para albergar a 90.000 personas, pero la semanapasada lleg a un total de ms de 380.000.

    Extrarradio. En las ltimas semanas, ms de 30.000 personas se han instala-do en las afueras de cada asentamiento, ocupando una extensin equivalente a460 campos de ftbol.

    Calor extremo. En el campo de Dadaab es habitual alcanzar los 50 grados detemperatura durante el da.

    Nuevos campos: En Etiopa

    Etiopa ha abierto desde el 2009 tres nuevos campos en el sudeste del paspara acoger a los refugiados que huyen de Somalia. Los campos de Bokolman-yo (abierto en abril de 2009) y Malkadida (en febrero de 2010), con capaci-dad para 70.000 personas, estn ya al completo. El 24 de junio del 2011 se haabierto un nuevo campo en Kobe para dar cabida al ujo incesante de refugia-dos. Estos campos se suman a otros tres que Etiopa haba abierto anterior-

    mente para absorber el xodo somal. En estos momentos Etiopa alberga aunos 130.000 refugiados de Somalia. De ellos, unos 55.000 han llegado al pasen el 2011. El 60% de los nios (y el 26% de todos los refugiados) llegan desnu-tridos.

    Los estragos de la sequa en el este de frica

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    Grco del consumo diario de agua en el hogar por persona. Fuente: MdicosSin Fronteras

    9 millones de personas. Nueve millones de personas necesitan asistencia hu-manitaria urgente por la sequa

    Los nios, ms vulnerables. Ms de un 20% de los afectados que necesitanayuda humanitaria son nios menores de cinco aos

    Cinco pases afectados. La sequa actual afecta con especial gravedad a So-malia, Yibuti, Etiopa, Kenia y partes de Uganda

    Sequa duradera. En algunos lugares no llueve desde hace dos aos. Es lapeor sequa en la zona de los ltimos 60 aos

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    Captulo 3

    Anoche nos atac una hienaLos recin llegados huyen del abuso del grupo islamista Al Shabab,

    pero su indefensin contina al llegar a Dadaab | 30.000 refugiadosse han instalado en el extrarradio de Dadaab y no tienen ni un refugiodonde dormir

    Xavier Aldekoa. Dadaab. Enviado especial

    La Vanguardia | 4 de julio de 2011

    Abdi Aden es valiente como un len. No le queda otra. Mientras ajusta las co-rreas de cuerda de su burro, se quita el miedo del cuerpo a fuerza de explicarlos detalles de su historia. La noche anterior una hiena atac a uno de sus treshijos y destroz parte de su refugio improvisado, una media esfera irregularconstruida con arbustos bajo un rbol muerto. Habamos odo sus aullidoslas noches anteriores, pero hasta anoche por el pasadojueves no se acerc.Rompi nuestra casa e intent morder a mi hijo. Tuve que salir y espantarlacon un palo. Es difcil porque se trata de un animal grande, pero mi obligacines defender a mi familia, explica.

    Aden tard poco en darse cuenta de que llegar a Dadaab no iba a solucionar to-dos sus problemas. Es uno de los ms de 30.000 refugiados que se agolpan enel extrarradio de cada uno de los tres asentamientos del campo de refugiados yno tienen siquiera un refugio en el que dormir tranquilos.

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    La familia atacada por las hienas, ante un refugio improvisado construidocon arbustos. FOTOGRAFA: Xavier Aldekoa

    Aunque los ataques de hienas a los refugiados que viven en los mrgenes delcampo no son demasiado frecuentes, s son metfora salvaje de la vulnerabili-dad y falta de proteccin de los recin llegados. Muchos tienen miedo de que

    algn animal les ataque, sobre todo las mujeres que estn solas o los niosporque no se pueden defender bien. Si tuviramos sitio dentro del campo nohabra problema, pero nos dicen que no cabemos, comenta.

    Pese a las hienas, Aden no piensa volver a su hogar en la ciudad somal deSirko. Tuvo buenos motivos para huir de su pas. No es slo la violencia y elcolapso econmico y social que azota Somalia desde la cada del dictador Said

    Barr en 1991, tampoco la sequa atroz que desde hace 24 meses agrieta sustierras y mata a su ganado; tambin est Al Shabab. Nos exigen el pago detasas y una vez vino un grupo de sus hombres y nos robaron tres cabras. Lascocinaron y se las comieron all mismo. Si protestabas, te amenazaban conmatarte. Por eso nos fuimos, explica. El extremismo del grupo islamista y suscontinuos abusos sobre una poblacin ya castigada por la pobreza despiertancrticas cada vez menos tmidas.

    Garad Kuktar Ahmed vive a una veintena de metros de Aden y comparte su in-dignacin. Al Shabab prohbe hacer muchas cosas y debes cumplir todo lo quedicen; si no, es peligroso. No quieren que bailes ni cantes, quieren que seas si-

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    lencioso y no protestes. Eso no est bien, arma. Garad lleg hace una semanaa Dadaab con su madre, dos mujeres y sus ocho hijos. Caminaron veinte dasy ms de una noche oyeron el gruido de animales salvajes. Tampoco l volve-r nunca a Somalia. Jams, all hay guerra y violencia, no hay agua y hemosperdido nuestros animales. Si tengo que escoger entre las hienas o Al Shabab?

    Preero las hienas sin duda, dice.

    Milicia radical: Prohibido ver ftbol bajo penade muerteVarios refugiados somales denuncian que la milicia islamista radical Al Sha-

    bab aumenta la presin sobre la poblacin del pas. Y adems de prohibir can-tar, bailar, cortarse la barba e incluso ver partidos de ftbol bajo pena de muer-te, tambin amenaza a las organizaciones internacionales.

    El ao pasado, Al Shabab exigi a la ONU que cumpliera 11 clusulas si queradistribuir alimentos en Somalia. Entre las exigencias: sustituir a las trabajado-ras humanitarias en terreno somal por hombres; nada de pelculas ni de alco-

    hol, y prohibido descansar los domingos y celebrar Fin de Ao.

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    Captulo 4

    El drama de los otros olvidadosUna hambruna atroz golpea a 13 millones de personas en todo el

    Cuerno de frica | Las causas: la sequa, la violencia en Somalia, AlShabab y el desdn del mundo | Desde mayo el nmero de personasnecesitadas ha pasado de 9 a 12,4 millones | El precio del maz ha su-bido en Kenia un 85% y en Somalia se ha multiplicado por dos

    Xavier Aldekoa . Garbatulla (Kenia). Enviado especial

    La Vanguardia | 21 de agosto de 2011

    A nales de mayo, la luna blanca de Dadaab se reconciliaba con el mundo. Porun rato solo. Ms abajo, sobre el desierto de tierra ocre y arbustos, se desparra-maba un drama silencioso que tard en llegar a los odos del planeta. Cientosde miles de refugiados de Somalia huan y huyen del desgobierno instaladoen el pas desde 1991, del fanatismo de Al Shabab, considerada franquicia deAl Qaeda, y de la peor sequa desde los aos 50. Los campos de refugiados enEtiopa, Yibuti o Kenia, como el de Dadaab, estaban desbordados. La semanapasada, dos meses y medio despus, la luna llena de Garbatulla, en el nortede Kenia, volva a ofrecer un respiro fugaz. Y esta vez, bajo su luz, una cervezacaliente desataba el temor de Nicholas: Si no llueve pronto, ser terrible paratodos. An ms.

    Desde mayo, el nmero de personas con necesidad de asistencia humanitariaen el cuerno de frica ha pasado de 9 a 12,4 millones de personas. La deses-

    perada situacin de familias enteras que llegaban a los campos desde Somaliatras semanas de travesa por el desierto propin un puetazo en la concienciadesde portadas de diarios o informativos de radio y televisin. Pero no son lasnicas vctimas de la ausencia de lluvias, la mala gestin de sus gobiernos loca-les y el desinters internacional. En realidad, toda la regin se agrieta. Ms allde Somalia, con muchos desplazados internos, en Etiopa, Yibuti y Kenia slouno de cada 15 afectados por la sequa atroz y que necesita asistencia humani-

    taria es refugiado, el resto es gente local.

    Que vive donde lo hacan los abuelos de sus abuelos con poco o casi nada. Y

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    ahora lo ha perdido todo.

    En la antesala de la muerte. Bisharo Hurow, un nio de 10 aos, se debateentre la vida y la muerte en un hospital de Mogadiscio mientras devora su

    cuerpo una epidemia de clera que le causa fatales diarreas y vmitos. FOTO-GRAFA: AFP

    Una carretera de tierra que se clava en el nordeste de Kenia es el espejo de eseolvido. En el camino, difuminados entre miles de kilmetros de arbustos secosllenos de jirafas delgadas y avestruces poco acostumbradas al ruido de un mo-tor, se levantan cientos de igls de paja. Son pastores nmadas que han per-dido todo su ganado y se agrupan para resistir un poco ms. Y de paso, buscarayuda de alguna oeneg.

    Hasan Elcano tiene apellido de aventuras de mar y cuando el 4x4 se detienepara arreglar un desajuste tambin ejerce de pionero. Aunque de otro tipo. Esel jefe de una aldea cercana y aparece de la nada con un gorro ajustado entrelas cejas. Y pide con la mirada de los hombres dignos. Por favor, venid. Hemosperdido todo el ganado, no hay agua ni comida. Nadie nos ayuda, explicadlopor favor. Estamos slo a dos kilmetros de aqu. Uno y medio quizs. Por fa-vor, dice.

    La sequa, que ir a peor la poca de lluvias Deyr es de octubre a diciembre,y eso si llueve ha herido de muerte a una forma de vida milenaria. En cadaconversacin, tras cada saludo, todos explican que han perdido diez, cien o

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    ms cabezas de ganado en los ltimos meses. Que no les queda nada. El golpeha hecho tambalearse la frgil economa local. En un ao el precio del maz hasubido en Kenia un 85% y en Somalia se ha multiplicado por dos. El azcar hasubido un 62%.

    En el Cuerno de frica esas cifras se traducen en hambre. En una crisis a lobestia y que va directa a la yugular.

    El planeta ha reaccionado a medias. Tal cual: segn la Ocina de Coordina-cin de Asuntos Humanitarios (OCHA), los donantes han aportado el 48% delos fondos necesarios para hacer frente a la tragedia. An faltan 900 millonesde euros. Trece millones de vidas a precio de equipo de ftbol: es la cifra quepagaron los Glazer por el Manchester United o el gasto en chajes del RealMadrid en las dos etapas de Florentino (unos 820 millones de euros en nueveaos). Desde que Pep Guardiola es entrenador del Bara, los culs han gastadoms de un tercio de la cantidad que pide la ONU. En slo cuatro aos.

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    Grcos que reejan la cantidad de personas sin ayuda humanitaria en lazona y su nivel de malnutricin. Fuente: OCHA

    La crisis es de hambre para frica. De valores para el resto. En su informe deprimavera 2011, la consultora Bain & Company (B&C) seal que la venta deproductos de lujo lase joyas, coches descapotables, etctera haba aumen-tado un 8% desde el mes de marzo de este ao. La casualidad da un tinte ttri-co al calendario. Tambin en marzo se lanz una advertencia global de lo que

    se avecinaba en el cuerno de frica. B&C estimaba que las ventas de Tyffany,BMW, Gucci y compaa alcanzarn los 185.000 millones de euros hasta nalde ao.

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    El mundo se gasta en lujo al ao 200 veces de lo necesario para detener la peorcrisis humanitaria de nuestros das y la peor hambruna desde 1992.

    Nicholas G. Mwenda, responsable de seguridad alimentaria para Accin Con-tra el Hambre en el nordeste de Kenia, pide otra ronda de cerveza tibia antes

    de volver a casa. Slo que ahora tiene un dardo en la voz: Sabes lo peor detodo esto? se pregunta. En algunas zonas no llueve desde hace casi cuatroaos, lo que ocurre aqu era totalmente previsible.

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    Captulo 5

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / 1

    La lucidez de la furahaArranca en Garbatulla, al nordeste de Kenia, el recorrido por el Cuer-no de frica en torno a la peor crisis vivida en frica | La Vanguardiaempieza una serie de seis captulos

    Xavier Aldekoa. Kenia. Enviado especial

    La Vanguardia | 21 de agosto de 2011

    Un cabreo monumental rompe el hechizo. Una caravana de cinco mujeres,cuatro camellos y unos quince burros con bidones de agua a la espalda corta lacarretera de arena y avanza con el nimo cansado. La escena parece el anunciode una agencia de viajes que publicita lugares exticos con pirmides cerca yun extra de playa y sombrilla despus.

    Mapa del da 1: de Nairobi a Garbatulla. Fuente: Google Maps

    Slo que no hay mar cerca. Slo que las tres mujeres no dan el corte de modelocon curvas. Slo que, en el mundo real, esas tres sombras se mueren de sed.

    El 4x4 frena en seco y levanta una polvareda exagerada. Bajamos del coche con

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    el espritu ansioso del recin llegado y la voluntad estpida de quien se preci-pita al mirar. Todo muy coronel Tapioca: apretamos el paso para alcanzarles ypreguntarles qu sienten al tener que caminar 36 kilmetros para sacar aguadel pozo, cmo soportan 28 meses sin una gota de lluvia y si creen que, cuandoal n lleguen a su aldea, las hienas y los leones habrn dejado en paz a los an-

    cianos y los nios que esperan all porque no pueden caminar. Y la respuestallega antes de abrir la bocaza. El intento de acercarse a paso de camello, simu-lando lentitud pero forzando gemelo, no surte el efecto esperado.

    Una de las mujeres nos ve llegar con el rabillo del ojo, se agacha, alcanza unapiedra y sale disparada hacia nosotros. No la lanza de milagro, pero escupe porla boca mil demonios en somal.

    Halake, que har la vez de traductor, llega a la carrera e impide con una sonri-sa y tres palabras suaves que nos rompan la crisma. Intuimos que los gritos dela mujer no eran de bienvenida a Garbatulla, ciudad al nordeste de Kenia y unode los puntos olvidados de la peor sequa del cuerno de frica en los ltimos 60aos.

    Estoy harta de que vengan a preguntarnos nuestros problemas y luego no pase

    nada, que nadie nos ayude. Hemos salido a las cuatro de la maana a por agua,si tenis comida en ese coche, sacadla.

    Si no, marchaos, nos traduce Halake sin ahorrarse ni una coma de amargura.

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    Garbatulla tiene uno de los peores ndices de malnutricin del este de fricapero sufre desde el olvido. No son refugiados de Somalia sino kenianos de lasetnias borana y somal, casi todos nmadas o pastores. FOTOGRAFA: Xavier

    Aldekoa

    El reloj marca las cuatro de la tarde. Pasadas. Mientras volvemos al coche con

    el rabo entre las piernas, me planteo si yo en su lugar habra lanzado el risco. Ydudo.

    Al poco (si vas en coche...) emerge de la nada la ciudad de Garbatulla.

    Arena, polvo y edicios bajos. Tambin una plaza de tierra y chozas de paja.La zona tiene uno de los peores ndices de malnutricin del este de frica perosufre desde el olvido. No son refugiados de Somalia. Al desatarse la alarma

    humanitaria, la atencin meditica se centr - hasta crear agujetas en la mo-ral del primer mundo?-en Dadaab, el mayor campo de refugiados del mundoque acoge a unas 440.000 personas, la mayora somales que huyen de la gue-rra, de Al Shabab y del hambre feroz. Un drama indiscutible que tiene un patiotrasero.

    En Kenia hay tres millones de personas ms en riesgo por la sequa que no son

    refugiados, simplemente viven desde siempre donde la tierra se agrieta. EnGarbatulla, la mayora son kenianos de las etnias borana y somal. Casi todosnmadas y pastores. Todos ms pobres que hace un ao y con ms hambre.

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    Aisha, de apenas 20 aos, regenta un pequeo hostal vaco en la nica plazadel lugar. La habitacin en el Al Udah cuesta un euro y medio.

    Hay plazas. Aisha responde con un deje de desilusin cuando capta que su pri-mer y nico cliente slo es un curioso entrometido. Mi familia tena 200 ca-

    bras y 50 vacas. Ahora nos quedan 20 y 5. Estamos mal, dice como si le pesarael alma en cada slaba.

    Ni la primera brisa de la tarde agita el nimo en Garbatulla.

    Hasta que llega Hasan. Se presenta y habla sin esperar respuesta.

    No somos pollos, dice.

    Cmo?, respondo desarmado.

    Te crees que slo comemos maz? No hay nada ms.

    Le apesta el aliento a furaha desde el primer apretn de manos. No soltar lama en dos minutos. Aunque los musulmanes son mayora en la regin y estnen pleno Ramadn, Hasan est borracho como una cuba. La botella de Furaha,con un 40 por ciento de alcohol, es capaz de tumbar a un adulto por 35 cn-timos de euro. Hasan es joven y de complexin fuerte y, aunque se tambalea,aguanta el tipo. Se ha metido opio tambin.

    No tengo madre ni padre. Vivo aqu, dice. Y seala unos cartones junto al ma-tadero.

    Lo siento, le digo.

    Su respuesta, an baada en furaha, baila entre la lucidez y la crudeza ms a-lada del mundo.

    Sabes una cosa? -susurra-. Todos nosotros moriremos antes de que murisvosotros. No llueve, muchas gracias.

    Y luego se va.

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    Captulo 6

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / 2

    La ciudad de las piedras que se comenEn Kulamawe, a unos 20 kilmetros al oeste de Garbatulla, en el nor-te de Kenia, miles de familias sufren los efectos de una sequa queest acabando con su ganado. Una forma de vida centenaria est enpeligro.

    Xavier Aldekoa. Kenia. Enviado especial

    La Vanguardia | 22 de agosto de 2011

    No le vemos, pero l nos ve. Sabemos que observa detrs de las acacias secaso quizs tras una duna baja, quin sabe. Frente a nosotros, medio centenar decamellos con las costillas marcadas en la panza retuercen sus lenguas entre lospinchos de un rbol buscando brotes tiernos que an no se hayan abrasado porel sol. Uno de ellos emite un bramido constante, casi un lamento. Apenas tienejoroba. Ser el primero en morir.

    Mapa del da 2: de Garbatulla a Kulamawe. Fuente: Google Maps

    Cuando el todoterreno emprende su ruta y levanta una nube de polvo rojizo,

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    aparece. Lleva un turbante verde, un bastn sobre los hombros y observa cmonos alejamos. Al nal, se da la vuelta y camina hacia sus camellos. No se volve-r a girar.

    La persistente sequa en el cuerno de frica est acabando incluso con los ani-

    males que parecan tallados por el sol. Y eso, segn el jefe de una aldea vecina,Osman Abduba, es el peor augurio. Si se mueren los camellos y las jirafas, eldesastre es inminente. Si el camello muere, el hombre muere.

    El modo de vida de los nmadas pastores del Cuerno de frica se tambalea.Esta zona no registra la tragedia voraz de ms al norte, como en el campo delsur etope de Dollo Ado, donde uno de cada dos nios pequeos tiene unabomba de hambre en la barriga y mueren diez de ellos cada da. Pero Kula-mawe es el rostro de una hambruna que no slo mata, tambin destruye futu-ro. De nuevo, el animal es la vara de medir. En el abrevadero de la ciudad sediscuten las malas nuevas.

    A por el agua. Un nio con chanclas amarillas mira la desesperacin de losanimales por hacerse un hueco para beber. El agua para todo el rebao cuesta

    al pastor el equivalente a dos cntimos de euro. FOTOGRAFA: Xavier Alde-koa

    Kulamawe, que signica piedras que se comen, advierte ya de primeras quela escasez de agua all no es novedad. Pero cada detalle muestra que la situa-cin no es normal. Un grupo de cien cabras llega a la carrera en cuanto divisa

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    el agua. Un nio con chanclas amarillas mira curioso la desesperacin de losanimales por hacerse un hueco para beber. Que todo el rebao beba le cuestaal pastor cuatro chelines (dos cntimos de euros). Una donacin reciente hareducido los precios del agua por cada vaca se pagan dos chelines y por loscamellos tres, y la zona es un ir y venir de pezuas. Unas manos speras afe-

    rradas a un bastn viejo revelan que Wako Jillo lleva mucha vida siendo pas-tor. Cunta?, pregunto. Soy anciano, regala como respuesta. Bajo su barbaanaranjada por la henna amanece una sonrisilla de orgullo.

    Aqu ser anciano no es una edad, es un estatus. Da voz. Wako la usa para admi-tir que se ha arruinado. Como todo el mundo aqu. Hace un ao, un animal depiernas cortas (cabra) costaba unos catorce euros. Ahora, poco ms de euro y

    medio. Una vaca vale hoy diez veces menos que a principios de ao. Pero Wakono se piensa ir. No es una contradiccin a su alma nmada, es apego a su tie-rra. Aunque los tiempos sean duros no nos marcharemos. Esta son nuestrasraces, aqu viviremos y moriremos. Si nos toca morir. Y no acaba la frase.

    El estruendo de balidos y carreras precipitadas hacia el agua de nuestro alrede-dor es el epicentro de la vida de Kulamawe. Y descubre un cdigo de conexinentre el hombre y su ganado que descoloca en la mente occidental.

    Abdenaser Mohammed se acelera para explicar qu importancia tiene el gana-do para su pastor. Es nuestra familia. Si tengo agua, la reparto con mis anima-les y con mi familia, por este orden. Si pierdes tu vaca, pierdes tu prestigio, tuesencia. Si tienes muchos animales te respetan, escuchan tu voz y puedes ca-sarte, explica. A Abdenaser se la trae al pario lo polticamente correcto. Quieresobrevivir: Si mi mujer y mis hijos mueren, con mis vacas puedo crear otra

    familia, pero si desaparece mi ganado no podr conseguir otra familia cuandose muera. Y sin vacas, se morir.

    Un intento de romper esa dependencia de las nubes est detrs de Abdenaser,en un pequeo huerto de una casa de adobe cercana. Un puado de oenegsensean nuevas tcnicas de cultivo para resistir las embestidas secas del tiem-po cuando el ganado se muera. En Kulamawe, de unos cinco mil habitantes,

    hay veinte diminutos jardines como ese, mimados con sistemas de riego porgoteo donde se plantan lechugas, espinacas y patatas.

    Osman Abdud aplaude la iniciativa pero se incomoda cuando reexiona si esta

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    crisis va a acabar con una forma de vida nmada y ganadera centenaria.

    Los animales son nuestra dignidad. Nuestra nica salida por ahora es cultivaro ir a la ciudad a hacer pequeos trabajos. Luego volveremos a centrarnos ennuestros animales.

    Y si no llueve?, pregunto.

    Quizs vamos a tener que perder parte de nuestra dignidad, contesta.

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    Captulo 7

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / 3

    El sol de Briatore y Winnie the PooWajir, en el nordeste de Kenia, es la puerta de la regin azotada porla sequa ms olvidada del pas | Dadaab es una alarma y mereceatencin. Pero aqu estn dejados de la mano de Dios, confesaba unacooperante

    Xavier Aldekoa. Kenia. Enviado especial

    La Vanguardia | 23 de agosto de 2011

    El doctor Aleh agarra el trozo de manguera rojinegra, acerca su boca al tubo ygrita a pulmn abierto: Tienes malaria, necesitas medicacin! Al otro ladodel trozo de plstico, un anciano con la oreja pegada al agujero pone cara di-fcil. Los gritos hacen retumbar las paredes. Aleh repetir dos veces ms eldiagnstico hasta que logre entenderlo. El anciano enrolla entonces el trozo demanguera que lo conecta con el mundo y abandona lentamente la sala con la

    mirada triste.

    Mapa del da 3: de Kulamawe a Wajir. Fuente: Google Maps

    Wajir, ciudad en el nordeste de Kenia a 150 kilmetros de Somalia, corta de

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    repente una larga carretera de arena blanca que viene desde el sur y tiene famaalgo exagerada de estar trufada de bandidos. Se tarda un mundo lleno de polvoen llegar. No es raro que su hospital tambin coquetee con el olvido.

    Un Winnie the Poo gordinn pintado junto a un tigre con una narizota y un

    burro sonriente dan la bienvenida desde la pared de la sala de cuidados inten-sivos. Hay platos de comida en la repisa de la ventana y un bidn sucio al piede cada cama. Se oyen llantos en la habitacin de al lado. Una jeringuilla conrestos de leche est a punto de caer de la cama de Momina. Le tiendo la mano amodo de saludo y me lo niega. Wajir es zona de islam cerrado y las mujeres notocan a hombres desconocidos.

    Momina, que duda si tiene 18 o 19 aos, lleva un mes sin despegarse de Hus-sain, de ao y medio y que lleg con malnutricin severa. Los animales mu-rieron, me qued sin comida ni leche y enferm. Mi madre cuida a mis otroshijos. Quiero volver, dice. Lidia Moange, que la escucha, discreta, desde unaesquina, no quiere darle el alta. Algunas mujeres no tienen nada y compartenel suplemento alimenticio con sus otros hijos y sus animales, seala sin unapizca de reproche en sus palabras. La vida es dura aqu, amigo, dice con la mi-rada.

    En el pasillo sopla una pequea brisa y huele a ores. Pese a la falta de agua,las mujeres desprenden una fragancia suave y amable que fabrican ellas mis-mas con una mezcla de plantas del desierto. Hibo Bishar es corta de estaturapero sus ojos negros de pestaas rizadas retaran a un gigante. Desde la timi-dez muchas veces, o desde la astucia desvergonzada otras, la mujer somal oborana es de un carcter volcnico. Trabajan, cuidan de su prole, van a buscar

    agua y, si es necesario, cortan las preguntas demasiado largas para contestarcorto y al pie. Como Hibo: En Wajir, los nmadas estn enviando a sus hijosa casas de familiares de la ciudad, que a veces apenas tienen para comer. No sepueden negar.

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    Ni siquiera una cabra. Barey Mohammed (de 35 aos) junto a su hijo DekowHussain, de dos. Hace un ao tena 300 cabras, la sequa ha acabado con to-

    das y no tiene qu dar de comer a sus hijos. FOTOGRAFA: Xavier Aldekoa

    En casa de Abdurahman Alasso, por esa responsabilidad familiar son ya 33

    bocas que alimentar. Y un pozo seco. Vendi varias vacas para excavarlo y aho-ra no tiene nada. Antes viva bien. Tena 35 vacas y 50 cabras. Ahora slo que-da viva una vaca y dos cabras que holgazanean en el jardn. Hasta octubre nollover, supongo que morirn pronto, dice resignado.

    Qu har despus?, pregunto. Estar muy triste, responde. No me salerepreguntar.

    Se hace tarde. El vuelo hacia Nairobi sale en tres horas y debemos pasar por laocina de African Express para sacar los billetes. Est en un edicio blanco conel logo de la compaa pintado en la fachada. Pero no hay ocina. Dentro, enun habitculo diminuto, un colmado vende galletas, arroz y uas postizas. Enuna esquina, una mujer escribe a mano las tarjetas de embarque. Nos hemosdejado los pasaportes en el hotel, pero el mundo sigue girando: dice que se fa;

    que nos vemos luego, antes de volar.

    El avin es pequeo pero ruge el motor y enla con rabia la nica pista del ae-ropuerto de Wajir. Despegamos. Detrs queda la zona herida por la sequa ms

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    olvidada del nordeste de Kenia. Reclino el asiento y hojeo la revista del avin.La portada abre con un gran titular: El patio de recreo de los billonarios. Unextenso reportaje cuenta cmo el magnate de la F-1 Flavio Briatore construyeun fabuloso nuevo resort en Malindi, en el sudeste de Kenia. Una semana conspa y masajes cuesta 3.700 euros por persona. Saco un mapa de bolsillo y cal-

    culo a ojo. Malindi est a unos 600 kilmetros al sur de Wajir.

    Apenas unas horas antes, desde la habitacin del hospital de Winnie the Poo ysus amigotes, Hibo, la chica de mirada negra, ayudaba a comprender la mag-nitud del drama: Imagnate que pierdes tu casa, tu trabajo y mueren tus hijos.No slo necesitan comida y agua, esa gente necesita esperanza.

    O quizs un mundo nuevo, pienso.

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    Captulo 8

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / 4

    De fe, pendientes dorados y barrigas

    llenasYibuti es el gran olvidado de la crisis que afecta al Cuerno de frica.Uno de cada cinco habitantes necesita asistencia humanitaria, peroapenas recibe atencin meditica. Mientras, su capital se llena dedesheredados | Los pastores de Yibuti han perdido casi el 80% de suganado en los ltimos meses | Calles asfaltadas, edicios nuevos pa-

    gados por Irn o Kuwait..., la vida aqu es cara

    Xavier Aldekoa. Kenia. Enviado especial

    La Vanguardia | 24 de agosto de 2011

    Ser pobre es tener poco que echarse a la boca. No tener nada es, adems, quecualquier imbcil crea que no te debe respetar.

    Mapa del da 4: Wajir - Nairobi - Yibuti. Fuente: Google Maps

    Faduma Ibrahim arrastra una bolsa con botellas de agua vacas por las ca-lles desiertas de Yibuti y responde con una sonrisa a la duda de si le podemos

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    preguntar. Le extraa que alguien se interese por una anciana que abandonsu Etiopa natal hace dos meses para huir de una sequa asesina. Mat a misvecinos, dice. Ahora recoge recipientes de plstico vacos para venderlos en elmercado. Las arrugas de su cara y los callos de su mano apuntan a un pasadoen el campo no apto para princesas. Si hubiera querido lamentarse de ello, no

    le habra dado tiempo.

    Qu haces!!?, le grita una mujer gorda, que se planta con los brazos en jarraa dos metros de la anciana.

    Faduma pone mirada de interrogacin.

    No supliques por dinero!, -ordena la entrometida-. Eso es porque no tienes

    fe en dios. Si tuvieras total fe en l, no deberas suplicar por la calle. Ahoravete! Mrchate!

    La mujer lleva colgado del brazo un bolso de piel, viste de seda y dos pendien-tes dorados decoran sus orejas. Es pobre de todo lo dems. Slo se calma cuan-do alguien de entre el pequeo tumulto que se ha formado acierta a decir lafrase clave: La anciana es extranjera. La mujer reacciona entonces. Lanza un

    budo de desprecio, se gira y se va.

    Le molestaba que una yibutiana mendigara, cuando ha sabido que es refugia-da le ha dado igual. Era una patriota, opina Omar Hassan. A m se me ocurreuna denicin diferente.

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    Faduma Ibrahim abandon Etiopa hace dos meses para huir de la sequa queasuela el Cuerno de frica. Vio morir a sus vecinos y sali de su casa hasta

    llegar a la ciudad de Yibuti. FOTOGRAFA: Rodrigo Hernndez

    La principal ciudad del pas, que acoge dos tercios de sus 750.000 habitantes,padece la sequa en el Cuerno de frica de otra forma. La mayora de los ciuda-

    danos de la capital no tiene problemas de abastecimiento de agua, pero en losltimos meses han llegado miles de yubitianos de las reas rurales y refugiadosde Somalia o Etiopa. Hay mendigos en casi cada esquina. Uno de ellos, conrastas y ropa mugrienta, mira con temor a un grupo de perros que aprovechala soledad de las calles durante el da estamos en Ramadn y la ciudad noexplotar de vida hasta el anochecer para husmear en la basura y ladrar conchulera a todo quisque. Para Omar, la sequa est cambiando la cara de Yibuti:

    Hay gente muy rica y cada vez ms pobres. Muchos nmadas vienen a la ciu-dad porque all no tienen nada.

    Y sube el paro. La tasa de desempleo en las reas urbanas ya es del 60%.

    Con pocos recursos naturales y apenas industria, Yibuti basa su presente ensu estratgica localizacin geogrca como puerta africana del mundo rabe y

    su estatus de zona de comercio libre (los negocios con Etiopa son el 70% de laactividad del puerto comercial). Su amabilidad para permitir bases militaresextranjeras en su territorio no es naif: necesita ayuda extranjera para cuadrarbalances.

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    Hay muchos extranjeros, la vida es cara, se queja Omar. Para algunos msque otros. El suburbio de Balbala se ha llenado de refugiados urbanos que hu-yen de las tierras agrietadas. Y vendrn ms. Segn la ONU, los nmadas pas-tores de Yibuti han perdido el 70-80% de su ganado en los ltimos meses y losprecios han subido un 50%.

    Si se escarba un poco, debajo de las calles asfaltadas, los edicios nuevos paga-dos por Irn o Kuwait y la frentica vida de luz y color al anochecer, se advierteque Yibuti est enfermo: uno de cada cinco yibutianos necesita ayuda humani-taria. Sin contar los refugiados extranjeros.

    Tampoco lo pone fcil el gobierno. Acostumbrados a atar en corto a la disiden-cia, nos va de un tris que nos enseen la puerta de salida del aeropuerto inclu-so antes de entrar. No gustan los periodistas. Idriss Moussa es el responsabledel control de los medios y de ponerte trabas mientras sonre como si fueratu amigo de toda la vida. Como necesita dos horas para estampar un sello ennuestro permiso, tiene tiempo para quejarse de los mendigos. Somos el pasolvidado en la crisis del Cuerno de frica. Hay nios pidiendo limosna en lacalle, aunque la mayora no son yibutianos, precisa.

    Al advertirle de que las trabas a los medios pueden explicar algo de ese olvido,aparece en su rostro una sonrisa reptil.

    Cuando enlamos carretera hacia la frontera de Somalia nos avisa de que de-bemos volver para que un ocial del gobierno viaje con nosotros. Por seguri-dad, dice.

    Nuestro conductor nos lee el pensamiento ni de coa mete la quinta yaprieta el acelerador.

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    Captulo 9

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / 5

    El inerno ms bonito del mundoAli Addeh, en la frontera de Yibuti con Somalia, es el campo de refu-giados ms olvidado del Cuerno de frica. Existe desde 1990 y tieneagua para diez mil personas. Ya hay 17.000 | Entre montaas, el cam-po Ali Addeh est totalmente desbordado y an lo estar ms | Milesde nios perdidos viven en las tiendas de Acnur sin noticias de sufamilia

    Xavier Aldekoa. Kenia. Enviado especial

    La Vanguardia | 26 de agosto de 2011

    El camin da tantos botes que parece bailar. El vehculo desvencijado sudaaceite para no desmontarse con cada bache del camino. Hasta que se cae elprimer bidn. Una garrafa amarillo chilln sale volando y aterriza entre las pie-dras. Luego otra y otra ms. Al rato, el chfer detiene el vehculo. Volver atrs.Aunque estamos en poca de lluvias en Yibuti, el paisaje de la ruta que lleva aAli Addeh, campo de refugiados en la frontera con Somalia, es de color gris ymarrn sed. Slo ha llovido veinte minutos un slo da en tres meses. El ca-min es la respuesta a esas nubes vacas: el Alto Comisionado de las NacionesUnidas para los Refugiados (Acnur) ha decidido enviar camiones de agua paraabastecer a los miles de refugiados que huyen de la sequa y el violento desgo-bierno somal.

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    Mapa del da 5: de Yibuti a Ali Addeh. Fuente: Google Maps

    Atravesamos hasta cuatro ros muertos. La imagen del cauce seco, cuando haceunos aos ese mismo lugar pintaba de verde su orilla, es lo ms parecido a ungrito de auxilio de la tierra. Desconcierta, dejo escrito en mi bloc.

    Hasta que vemos aparecer frente a nosotros Ali Addeh.

    Seguramente no hay un campo de refugiados ms bonito en el Cuerno de fri-ca. Encajado entre montaas, en mitad de un valle amplio, la imagen de cien-tos de tiendas blancas evoca un campo de montaa del Himalaya. Aunque sinuna pizca de nieve en el horizonte y sin que las cimas sean un reto que escalar.

    Aqu ms bien son muros que dejan atrs el pasado y bloquean el futuro.

    Porque, posiblemente, tampoco hay un campo de refugiados ms olvidado queAli Addeh. El Ministerio de Informacin nos asegur que desde el ao 2009ningn peridico o televisin internacional haba ido al campamento. Y la ur-gencia no es menor: fundado en 1990, tiene agua para 10.000 personas. Y yahay 17.000. Est desbordado y lo estar ms. Slo en julio llegaron mil refugia-dos, el doble que el mes anterior. El gobierno ha acordado abrir un nuevo cam-

    po en septiembre a unos 40 kilmetros al norte.

    Ahmed Arta lleg anteayer desde Mogadiscio con su mujer y sus dos hijos.Mientras habla, alarga la mano derecha y la posa suave en la cabeza de su hijo

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    mayor. Dice una frase que recoge todo el temor acumulado durante diez dasde travesa. Ya soy feliz, nos quedaremos aqu a vivir para siempre, dice. Siel miedo, el hambre y el amor son los motores ms potentes del hombre, Artapodra llegar al n del mundo, pienso.

    A medida que paseamos entre las tiendas y las chozas, crece un remolino denios a nuestro alrededor. Una adolescente con dos bidones vacos atados a lacabeza se dirige a un pozo que se muere: tiene diez veces menos agua que haceun ao. La chica apenas nos dirige un chispazo de ojos y sigue su camino.

    Seria o triste, no s bien.

    Nios sin su familia. El campo de Ali Addeh, situado en un valle entre monta-

    as, recibi slo en julio, mil refugiados ms. Entre ellos, nios y adolescentesque se perdieron de sus familias mientras huan. FOTOGRAFA: Xavier Alde-koa

    Aunque el 70% de los habitantes del campo son mujeres, hay miles de niosperdidos. Adolescentes que llegaron solos, sin familia, en una huida apresura-da hacia el norte. Awale Youssouf, de 17 aos y que lleg hace dos a Ali Addeh,tiene fresco en la memoria el da que debi partir. Estaba con unos amigos yfui a hacer un recado; al volver vi que un hombre de Al Shabab milicia funda-mentalista que rechaza todo lo occidental menos su dinero hablaba con misamigos. Me asust. El hombre de barbas largas y kalashnikov les exiga que seenrolaran. No esper a una segunda negativa. Vi como les dispar y los mat

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    all mismo. Corr con todas mis fuerzas, pens que el corazn me iba a explo-tar. Esa huida carcome la mente de Awale cada noche.

    No tena otra opcin, verdad?

    Supongo que no, respondo sin saber qu decir.

    Dej a mi madre y mis hermanas. Ahora no s dnde estn. Ellas tampocosaben que estoy aqu.

    Iras a buscarlas?, replico.

    No puedo, pero me gustara ir a Escandinava, a Suecia, y trabajar en una

    oeneg. As podra volver y ayudarlas.

    El sueo del retorno a casa no se diluye aunque se mezcle con el miedo. Korai-cha Ibrahim, envuelta en un chal de mil colores, reza cada da para que Soma-lia tenga paz. Tiene cinco hijos a su cargo y acoge a otros dos que llegaron sinpadres. En Mogadiscio, cuenta Koraicha, tena un jardn precioso y un huertodonde cultivaban verduras y hortalizas. Era una vida impecable, dice nostl-

    gica. Un da, est convencida, ensear ese lugar a sus hijos. Por las nochesles explico cuentos somales para que estn preparados. Cuando llegue la paz,regresarn.

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    Captulo 10

    VIAJE AL CORAZN DEL HAMBRE / Y 6

    Desmemorias de fricaPese a su gran extensin de tierras frtiles, Etiopa es el pas con mspersonas afectadas por la hambruna y la sequa en el Cuerno de fri-ca: 4,8 millones de etopes necesitan asistencia humanitaria | El al-quiler de tierras frtiles a compaas extranjeras crea parasos en unarealidad seca | Etiopa, donde muere gente de hambre, gast 338 mi-llones de dlares en armamento el 2010

    Xavier Aldekoa. Etiopa. Enviado especial

    La Vanguardia | 28 de agosto de 2011

    Parece que Karen Blixen va a saltar de detrs de un maizal a la de dos. Y queDenys Finch Haton cortar el cielo azul con su avioneta en cualquier momento.Pero no. Al fondo, tres campesinos con sombreros de paja remueven la tierraocre y un burro saltarn tira de un carro lleno de sacos. No estamos a principiosdel siglo XX, pero casi.

    Mapa del da 6: de Ads Abeba a Nairobi. Fuente: Google Maps

    A hora y media en coche al sur de Ads Abeba, la granja Genesis es un asteris-

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    co verde en la realidad seca de Etiopa, el pas con ms poblacin necesitadade ayuda humanitaria a causa de la hambruna que pisotea el cuerno de frica.Ms de 4,8 millones de etopes necesitan asistencia. Pero la situacin extremaen el sudeste del pas en el campo de Dollo Ado mueren diez nios al dasuena lejana en la capital. All los jvenes juegan a ftbol en la plaza Lenin,

    los perros dormitan en las esquinas y a veces llueve. En la frontera las cosasestn mal. Aqu hay de todo. No hay problema, opina Alexander, que si fueraun poco ms joven se lanzara a patear el baln. Ahora se limita a observar lasvirgueras de un chico con la camiseta del Arsenal mientras espera aburrido elautobs. La peor sequa en sesenta aos se ensaa con Etiopa y Ads Abebajuega a ftbol. Y la preocupacin es an ms de cartn piedra si aparecen lascorbatas y se agrandan los despachos.

    La poltica del Ejecutivo etope de ofrecer alquileres ventajosos de tierras frti-les a compaas extranjeras crea parasos como Genesis Farms, propiedad deun estadounidense, un holands y un etope.

    Oasis. Mientras el sudeste del pas se muere de hambre y por los efectos dela sequa, en Etiopa hay tierras frtiles, como Genesis Farm, que pertenecea empresarios de Estados Unidos, Holanda y Etiopa. FOTOGRAFA: Xavier

    Aldekoa

    Getashew Gashowe, ex militar de las fuerzas areas, redondea una jubilacinescasa haciendo de gua en la granja. Alucina con lo que ve. Aqu 650 trabaja-dores cultivan 62 hectreas. Esto es bueno para Etiopa, asegura.

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    Se rasca la barba gris cuando se le cuestiona dnde va a parar la comida de Ge-nesis Farm.

    No lo s, a la capital o la exportacin, supongo, dice.

    Algo se enva al sur, donde la gente se muere de hambre?, pregunto con algode veneno.

    Esto es business, no?, zanja.

    En el 2013 el Gobierno espera haber asignado 3 millones de hectreas, equiva-lente a la supercie de Catalunya o Blgica. Ads Abeba alega que esta polticapermitir al pas ser autosuciente y aportar una inversin vital.

    El problema es si los parasos estn huecos. La ONG Survival, a la grea con elGobierno etope, denuncia que las tierras ms productivas se venden a empre-sas forneas para la exportacin de alimentos en un pas donde millones mue-ren de hambre.

    Un cable de la embajada estadounidense destapado por Wikileaks adverta del

    aumento de tierras rentadas a pases extranjeros. Y con ejemplos punzantescomo el de una empresa sudafricana que invirti 3,5 millones de dlares encampos para producir zumos y exportarlos a Europa y Medio Oriente. El cableahondaba en esa contradiccin: Ms all de los posibles daos a los agricul-tores locales, la oposicin y los crticos internacionales muestran su preocupa-cin por la exportacin de alimentos en un pas que depende en gran medidade la ayuda alimentaria y por los bajos salarios que las compaas extranjeraspagan a sus trabajadores.

    Nuestro traductor dice que es agente turstico pero apesta a funcionario conla misin de atarnos en corto cuenta que Desagn cobra casi un euro por hora.l se seca el sudor con la azada an en la mano y asiente con la cabeza. Tmido.Al rato, tenemos que ntarle a lo Messi para charlar a solas con Emebat, de 15aos y que chapurrea el ingls. 400-500 birr al mes, dice. Al cambio son me-nos de 17 euros y un chollo para todos menos para ella. Le pregunto si sabe que

    en el sudeste la gente se muere de hambre. S, pero s poco ms, admite.

    El Gobierno etope s lo sabe. Hace unas semanas, suplicaba una ayuda urgen-

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    te de 398 millones de dlares para enviar al sur comida, asistencia sanitaria ymantener los nios en la escuela. Con ese dinero se podra alimentar desdejulio a diciembre a 4,5 millones de personas. La hipocresa baila en esas cifras.Segn el think tank Stockholm International Peace Research Institute, Etiopagast el ao pasado 338 millones de dlares en armamento militar. Dinero su-

    ciente para alimentar a 3,8 millones de los etopes que se mueren de hambre.

    Cuando Emebat vuelve a recoger cebollas junto a sus amigas, pienso que a ve-ces no hace falta disparar las balas para matar. A veces basta con comprarlas.

    Al rato llega incmodo el traductor. Dice que nos tenemos que ir.

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    Somalia, el pas fantasmaLa violencia y el desgobierno condenan al hambre a 3,7 millones de

    somales | Destruccin general: Es difcil hallar una pared sin aguje-ros de bala o una calle sin edicios destrozados | La violencia de AlShabaab: Decapitaron a tres jvenes para que se sepa que an sonfuertes

    Xavier Aldekoa. Mogadiscio. Enviado especial

    La Vanguardia | 1 de septiembre de 2011

    Hay ciudades zombis. Mogadiscio lo es. La capital de Somalia deba ser tanbonita hace veinte aos, con sus calles estrechas con olor a mar, sus casas ba-jas de trazo rabe y su vida callejera de tez morena, que hiere verla moribunda.La bienvenida a la ciudad ya es una patada en el estmago: una gra aparta unenorme bloque de cemento que bloquea la entrada al aeropuerto para permitirla salida del convoy. Es para que no se empotre un coche bomba hasta dentroy haga estallar el aeropuerto por los aires, explica un soldado escocs de lafuerza de paz africana (Amisom).

    Detrs del cemento, se abre Mogadiscio. O lo que queda de ella. Es difcil en-contrar una pared sin agujeros de bala, una carretera sin impactos de morteroo una calle sin edicios destrozados. Luego estn las armas. Un chaval de unosquince aos observa la vida que la hay, pese a todo desde una esquina. Llevaun fusil colgado del hombro y una ristra de balas ceidas al cinturn. Enciende

    un cigarrillo y sonre, con un punto de chulera, al cruzar su mirada con el occi-dental. Lleva una camiseta del Bara.

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    Las balas, paisaje cotidiano. Los nios en Mogadiscio estn acostumbrados alas armas y muchos de ellos incluso las empuan. Los cartuchos son objetoscotidianos que no sorprenden en un pas en el que la poblacin se encuentraamenazada por el hambre mientras grupos fundamentalistas y clanes inten-tan adquirir posiciones de poder en un pas devastado. FOTOGRAFA: Rodri-

    go Hernndez

    El caos y el olvido en los que Somalia lleva sumida desde hace veinte aos hanprovocado la alarma humanitaria ms grave de nuestros das: casi cuatro mi-llones de somales necesitan asistencia urgente. La ONU ha declarado el estadode hambruna en cinco regiones del sur, zona controlada por Al Shabaab, gru-po fundamentalista hermanado con Al Qaeda. Segn fuentes de organismosinternacionales en la zona, pronto podra declararse la alerta mxima en otrasregiones ms. El problema es que no se sabe muy bien qu ocurre en el sur. Al

    Shabaab no permite el acceso a oenegs o instituciones internacionales. Ape-nas hay control. Es muy difcil llevar comida all, seala Susannah Nicol, por-tavoz del Programa Mundial de los Alimentos. La ONU admiti hace das quela ayuda llegaba al 20% de la gente que lo necesita.

    En Mogadiscio la vida es difcil. Mohamed Hadi es un tipo joven con mirada dehalcn. Callado, observa cmo le niegan la comida a un nio en el Jumbo Fee-ding Centre, centro de reparto de alimentos a medio kilmetro del aeropuerto,porque su cubo es demasiado grande. El nio llora y esquiva los empellonespara volver a insistir. Cuando un empujn parece dar por vencido al chaval,Hadi da un paso adelante y le dice algo al anciano que reparte la comida. El

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    viejo protesta pero le ofrece un cucharn de maz hervido al pequeo.

    Al preguntar a Hadi si la gente respira mejor tras el anuncio de retirada de AlShabaab de la mayor parte de la ciudad el pasado 6 de agosto, su respuesta hie-la la esperanza. Volvern en cuestin de horas o das, cuando quieran, dice.

    Aunque el Gobierno Federal de Transicin (GFT) vendi como una victoriael abandono de la banda radical, la ciudad est lejos de ser segura. Hace tresdas decapitaron a tres chicos jvenes, de unos 19 aos, y tiraron sus cuerposen el mercado. Era una seal de Al Shabaab para que se sepa que an son po-derosos. La gente est asustada, explica. Desde principios de mes, la banda haasesinado a nueve personas, a las que acus de ser espas.

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    Preparados para el combate. En un paisaje callejero desolado por los efectosde la violencia, un grupo de hombres exhibe sus armas. En las calles de Moga-discio es muy difcil encontrar un solo edicio que no haya recibido impactosde armas de fuego. La capital no est a salvo. FOTOGRAFA: Rodrigo Hernn-

    dez

    En realidad, la poblacin no tiene donde resguardarse. El informe de Human

    Rights WatchNo sabes a quin culpar: crmenes de guerra en Somaliapublicadohace dos semanas denunciaba que Al-Shabaab ha lanzado indiscriminada-mente fuego de mortero desde zonas densamente pobladas, y las fuerzas delGFT y la Amisom han respondido con frecuencia de la misma forma con con-traataques indiscriminados.

    El futuro tampoco reconforta. Un analista de un organismo internacional quetrabaja desde hace aos en Somalia seala a este diario, bajo condicin de ano-nimato, otra amenaza a punto de estallar. La retirada momentnea de Al Sha-baab ha hecho que los clanes luchen por ese vaco de poder. Hay seores de laguerra que quieren controlar el mercado de Bakara, otros el puerto... La gentepiensa que Mogadiscio ahora est a salvo. Y no lo est en absoluto, asegura.

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    Radiografa socioeconmica de Somalia. Fuente: Google Maps, OCHA

    En Somalia casi toda la poblacin es de la misma etnia y profesa la misma reli-gin, el islam. Pero la cohesin tnica y de fe ha sucumbido a las luchas por elpoder en nombre del clan. Hay facilidades: un AK-47 se puede conseguir en elmercado por apenas 200 euros.

    La violencia enquistada en la realidad somal es el motor de la tragedia. Lapeor sequa en 60 aos castiga a todo el Cuerno de frica hay ms de 13 mi-llones de personas en peligro, pero en Somalia las balas tienen ms peso.Tambin la pobreza. Texas, en Estados Unidos, acaba de atravesar la peor tem-porada de lluvias en 44 aos y los cowboys no mueren de hambre.

    Sin un gobierno real desde 1991 el Ejecutivo somal, considerado el ms co-rrupto del mundo por Transparency International, es poco ms que un intentofallido de Occidente de crear un interlocutor con quien dialogar, Somalia estabandonada a su suerte desde que en 1993 las milicias somales mataron a 18soldados estadounidenses en las calles de Mogadiscio, que desemboc en laretirada de Estados Unidos y la ONU del pas. Los atentados del 11-S y la luchaantiterrorista volvieron a poner Somalia, situada estratgicamente a tiro de

    piedra del golfo de Adn y Oriente Medio, en el tablero del mundo.

    Zino Mahmed jams sabr de esa batalla. Lleva un mes desplazada en la capi-tal y amamanta a su hijo mientras espera en la cola para que le llenen una bol-sa de comida. La vida es dura. Cuando llueva quiero volver a mi aldea. Quizspodamos plantar all y vivir, dice. No dice vivir bien.

    La donacin de Ikea supera la de muchos pa-sesLa secretaria de Estado de Cooperacin Internacional, Soraya Rodrguez, quiense desplaz a Mogadiscio el pasado n de semana, conrm que tras la retiradade Al Shabaab de la ciudad, la ayuda humanitaria empieza a llegar a Somalia.

    Hay muchas dicultades para conseguir que la ayuda que ha llegado a Moga-discio pueda distribuirse a travs de corredores seguros fuera de la capital. Esees el gran desafo, seal.

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    Otro reto es aumentar la solidaridad del mundo. La empresa IKEA anunciesta semana que donar 62 millones de dlares al Cuerno de frica.

    La donacin del gigante sueco de los muebles supera a la de pases como Fran-cia (36), Alemania (33) o Italia (8). Y tambin a Espaa, que ha desembolsado

    unos 32 millones de dlares.

    Las cifras del drama humanoHambruna. La ONU ha declarado la hambruna en cinco regiones del sur deSomalia

    Malnutricin extrema. Se declara cuando el ratio de nios con malnutricinextrema supera el 30%

    Faltan 1.000 millones. De los 2.500 millones que la ONU pidi para respon-der a la crisis en el Cuerno de frica, se han conseguido slo 1.40o

    530 millones. EE.UU. es el mayor donante para paliar la crisis del Cuerno de

    frica

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    Sobrevivir junto a la catedral. Un grupo de personas acampa entre los casco-tes y amasijos de hierros retorcidos a las puertas de la catedral de Mogadis-cio, que veinte aos atrs se levantaba majestuosa y hoy es testimonio de los

    combates que han asolado la ciudad. FOTOGRAFA: Rodrigo Hernndez

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    Captulo 12

    Cuerno de frica. Una crisis que va apeor

    Tres meses despus de la declaracin de hambruna en Somalia | Msde 13 millones de personas precisan ayuda por el veto terrorista a laaccin humanitaria y la falta de infraestructuras contra la sequa |El mundo de la cooperacin teme que la falta de resultados frene lasdonaciones | Pero aunque los fondos lleguen, cmo distribuirlos enSomalia?

    Rosa M. Bosch. Barcelona.

    La Vanguardia | 19 de octubre de 2011

    La situacin no ha parado de empeorar. Por qu el trabajo humanitario notiene impacto en Somalia? Porque hay un estado fallido, con un gobierno tandbil es muy difcil que funcione la cooperacin. As resume Carmen Molina,directora de Cooperacin y Emergencias de Unicef, la situacin en el Cuerno

    de frica, al cumplirse maana tres meses de la declaracin de hambruna enSomalia. Las milicias terroristas de Al Shabab, que probablemente estn detrsdel secuestro de las cooperantes de MSF, han vetado el paso a la ayuda. Slo sepermiten contadas incursiones en el sur de Somalia, el territorio ms castiga-do, por lo que la poblacin, tocada por la sequa y la guerra, no ve otra solucinque huir y buscar cobijo en los campos habilitados en los pases de la regin,que ya albergan a 934.793 refugiados.

    La violencia en Somalia es un factor, el ms grave y ya crnico, pero no el nicoque ha provocado que en tres meses la cifra de personas que precisan ayudaen el Cuerno de frica haya pasado de 10 a 13,3 millones y que las previsionesapunten a llegar a los 15 millones a nales de ao; adems, 750.000 somalescorren el riesgo de morir de hambre. A la extrema violencia en Somalia hay queaadir otros factores que han hundido en la miseria no slo a los somales sino

    tambin a poblaciones de Kenia, Etiopa y Yibuti: La sequa, que antes se pro-duca cada siete aos y ahora cada dos, lo que provoca que las cosechas se re-duzcan a la mitad; el precio de los alimentos, que en algunos casos han subidoun 200%, y el hecho de que no se trabaje en las causas de fondo, la inversin

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    en desarrollo y en agricultura. Adems, no hay fondos sucientes para afron-tar la emergencia, destaca Lara Contreras, del departamento de Estudios deIntermn Oxfam. El llamamiento realizado por esta oeneg para recaudar 100millones de dlares se ha traducido en donaciones por valor de 80 millones,cifra con la que se atiende a 3,5 millones de personas. Unicef prcticamente ha

    alcanzado los 363 millones solicitados.

    Pero el mundo de la cooperacin teme que la falta de resultados, la sensacinde fracaso en la crisis humanitaria ms grave que se est viviendo actualmente,retraiga las donaciones. Una generacin ha crecido viendo en los telediarios laimagen de nios famlicos. Siempre lo mismo. Se habla del cansancio del do-nante, porque ve que dar ayuda es un pozo sin fondo, adems de la emergen-

    cia, hay que trabajar la cooperacin al desarrollo, la seguridad alimentaria, quefrica no venda sus mejores tierras a multinacionales... Se tienen que sentarlas bases de una cooperacin a largo plazo, aade Molina.

    Pero el papel de las oenegs es muy pequeo en este escenario: Hacemos untrabajo de asistencia y desarrollo para salvar un pequeo nmero de vidas. Loque pedimos es un compromiso global para frenar la hambruna que pasa portener unos mecanismos de respuesta ms giles y controlar la volatilidad delprecio de los alimentos, apunta Contreras.

    Tambin en Acnur, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, coinci-den en ese desgaste del donante al intuir que Somalia no tiene solucin. Ja-vier Lpez Cifuentes, delegado de Acnur en Kenia, opina que ahora que Soma-lia vuelve a estar en el punto de mira por la hambruna y por el secuestro de lasdos trabajadores de Mdicos sin Fronteras (MSF), es el momento de recabar

    ms ayuda para intentar estabilizar la situacin, sino lo hacemos ahora, comopase otro ao.... Pero aunque los fondos lleguen copiosamente, que no es elcaso, cmo distribuirlos en Somalia?.

    Acnur ha conseguido acceder en contadas ocasiones al sur de Somalia trasalcanzar acuerdos puntuales con lderes locales, pero se ha desodo la peticinde alcanzar una tregua, un alto el fuego entre Al Shabab y el Gobierno de Tran-

    sicin, para posibilitar el transporte de ayudas humanitarias a las seis regionesdonde se ha declarado la hambruna. En Mogadiscio las fuerzas de paz de laONU son escasas y estn mal equipadas y no se habla de enviar ms dotaciones

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    al sur del pas, aade Lpez Cifuentes.

    Tras el secuestro, el pasado jueves, de las dos cooperantes de MSF en Ifo 2 seha producido una suerte de repliegue de las agencias de la ONU y de las oene-gs en los campos de refugiados de Dadaab (Kenia), que ya albergan a 460.000

    personas. Este secuestro evidencia que no slo en Somalia la situacin es degran inseguridad. En Dadaab, se han suspendido las actividades que no sonesenciales para salvar vidas; seguimos distribuyendo agua y alimentos y regis-trando a los refugiados.

    Estos trabajos se hacen con escoltas y tenemos toque de queda entre las 18 ho-ras y las 6 de la maana, explica Sonia Aguilar, de Acnur, que lleg a Dadaabel pasado viernes. Aguilar es una de las 2.000 personas que integran el perso-nal humanitario desplazado por oenegs y agencias de la ONU a Dadaab.

    Los ataques, robos y violaciones en el complejo de Dadaab, que abarca unos 50kilmetros cuadrados, ha llevado a Acnur a crear una suerte de polica inter-na; son los propios refugiados los que colaboran en velar por la seguridad dela poblacin.

    El acceso a Somalia es una parte de la pelcula; otra es planicar acciones delargo recorrido encaminadas a minimizar el impacto de la sequa, que destruyecosechas y mata a la ganadera, y establecer estrategias para luchar contra elaumento del precio de los alimentos. Pedimos que haya reservas de cerealesa nivel local y regional para prevenir las crisis y controlar la volatilidad de losprecios subraya Contreras, de Intermn. Y tambin que el Programa Mun-dial de Alimentos (de la ONU.), que se nutre principalmente de excedentes de

    Estados Unidos, compre los stocks a los productores africanos para reactivar elmercado de estos pases y, a la vez, invertir en desarrollo.

    El nivel de asistencia se ve afectado por los ata-quesEl nivel de asistencia a las poblaciones se ve afectado por estos ataques. Esmuy alarmante, manifest ayer el presidente de MSF Espaa, Jos AntonioBastos, en relacin al secuestro de las cooperantes Montserrat Serra y Blanca

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    Thiebaut. La oeneg ha suspendido temporalmente su actividad en el campoIfo 2, donde se ofrecan servicios bsicos, de salud reproductiva, atencin pre-natal y vacunaciones y donde se produjo el secuestro. En el campo de Dagahaley se mantienen las urgencias en un hospital con 243 camas, pero en otros cincocentros se han interrumpido los trabajos. Los equipos mdicos estn a la espe-

    ra de que las condiciones de seguridad mejoren.

    Las personas que necesitan ayuda han aumentado en ms de 3 millones en 3meses. FUENTE: ONU

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    Mapa de la situacin geogrca de Somalia en junio de 2011.FUENTE: ONU

    Mapa de la proyeccin geogrca de Somalia para los prximos de 4 a 6 me-ses FUENTE: ONU

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    Mapa actual de la situacin geogrca y demogrca de Somalia.FUENTE: ONU

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    Desnutricin infantil

    Nios somales recogen agua de un charco en el complejo de refugiados deDadaab. FOTOGRAFIA: AFP Photo / Tony Karumba

    2,5 millones

    Esta es la cifra de nios que sufren desnutricin aguda severa y desnutricinmoderada, en el Cuerno de frica, de los cuales 1,3 millones viven en Somalia,segn datos de Unicef. En este pas, 750.000 personas, menores y adultos, es-tn en riesgo de morir por la falta de alimentos y precisan ayuda urgente.

    Cundo se declara el estado de hambruna?

    En Somalia, se cumplen tres de un total de ocho indicadores para declarar elestado de hambruna, que afecta a ms del 20% de la poblacin del pas. Es-tos son: una tasa de desnutricin aguda de ms del 30% en nios; la tasa demortalidad asociada a la desnutricin de ms de dos muertes al da por cada10.000 personas, o de cuatro muertes infantiles por cada 10.000 nios al da, yel acceso a menos de 2.100 caloras diarias.

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    La peor crisisDesplazados internos.Se estima que dentro de Somalia se han desplazado1,5 millonesde personas

    Y fuera del pas.Acnur conrma que hasta el momento 934.793somales hantenido que refugiarse en pases vecinos: Kenia, Etiopa, Yibuti y Yemen

    Las causas.La peor sequaen la regin en los ltimos 50 aos; el aumentodel preciode los alimentosy el conicto armado en Somalia.

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    Captulo 13

    Ya es octubreHemos sacricado nuestra libertad por sobrevivir, lamenta un so-

    mal | Los pastores nmadas ven morir a su vacas y cabras y afrontanun borroso porvenir

    Xavier Aldekoa. Johannesburgo. Corresponsal

    La Vanguardia | 19 de octubre de 2011

    No caba un aller. A nales de agosto, los nios que esperaban su racin decomida en un centro de reparto de alimentos de la ONU en Mogadiscio, Soma-lia, se apretujaban unos contra otros en una la india perfecta. Tenan el pechoapretado al de delante y a su vez a otro chaval pegado a sus espaldas. De susmanos, colgaban ollas, cubos o, porque entre los pobres tambin hay clases,bolsas de plstico agujereadas. A cinco metros, haba una hilera de mujeres concazos y la misma paciencia apretada en la mirada. Pregunt a Mohamed Hadi,coordinador del centro, por qu haba dos las. En realidad separamos a hom-bres y mujeres, la la de los nios es la de los hombres, pero algunas familias

    mandan a los nios porque para los hombre es arriesgado venir. Tienen miedoa que el Shabab les reclute o que les disparen, contest.

    Desplazados. Familias del sur del pas hacen cola para conseguir ayuda enMogadiscio FOTOGRAFA: AFP Photo / Abdurahid Abikar

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    La necesidad es esa desesperacin que empuja a algunos a enviar a sus hijos apor comida porque ofrecen un ngulo de tiro menor. Aunque en algunas zo-nas ha empezado a llover, el cuerno de frica sufre la peor sequa en ms de50 aos. Pero la hambruna no nace slo de la falta de lluvia. El desgobierno, laviolencia y el olvido que vive Somalia desde hace veinte aos est en la raz de

    trece millones de estmagos vacos. Como si toda la poblacin de Catalunya yla Comunidad de Madrid necesitara ayuda humanitaria.

    El drama del sur de Somalia, donde el ejrcito keniano entr el domingo enbusca de Al Shabab, como si fuera posible extirpar un cncer a tijeretazos, esciego porque es casi imposible saber qu ocurre al sur de Mogadiscio, zonabajo control de la milicia radical. Pero se intuye en unos pies que se arrastran.

    En junio, el campo de refugiados de Dadaab estaba desbordado. Cada da llega-ban ms de 1.500 somales que huan de la guerra. En un alarde de ingenuidad,pregunt por dnde llegaban los refugiados. Por todas partes, me respon-dieron. Al rato, apareci un grupo de recin llegado. Dos hombres ayudaban aun anciano a avanzar. El viejo apenas rozaba la arena con la punta de los pies.Otro hombre Llevaba a un nio inconsciente en brazos. Entraron en el pun-to de registro en silencio y sin hacer gestos de alivio. Dadaab se cre hace 20aos y hay refugiados que no conocen otra cosa que el campamento. Algunoshan nacido all. Mohamud Jama, jefe de una comunidad de Dadaab, hombreacostumbrado a la escasez, us slo una frase para denir su futuro. Hemossacricado nuestra libertad por sobrevivir, deca. Esta semana, al llamarlepor telfono, le bastaron ocho palabras para dibujar la forma de ser del pueblosomal. La vida sigue difcil. Y t, cmo ests?, dijo.

    Desde el secuestro de las cooperantes espaolas el pasado jueves, se redujeron

    las actividades en el campo al mnimo indispensable. Los centros de registrode nuevos refugiados cerraron. El recuento se qued estancado en 462.000habitantes en Dadaab. Desde entonces han llegado mil personas ms cada da.Maana llegarn mil ms.

    Pero la crisis humanitaria en el cuerno de frica no slo castiga a quien hahuido de su hogar. El modo de vida de los pastores nmadas ve borroso el por-

    venir. En agosto, Abdurahman Alasso explicaba en la ciudad de Wajir, en elnoreste de Kenia, que haba perdido todas sus vacas menos una y casi todas sus

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    cabras. Lleg a tener cincuenta pero la sequa le haba dejado dos. Para octu-bre habrn muerto, no tendr nada y estar muy triste, deca. Ya es octubre.

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    Donaciones para el Cuerno de frica

    ACNUR

    Telfono donaciones: 902 218 218

    SANTANDER: 0049-0001-51-2710070009

    BBVA: 0182-2325-09-0010001000

    CAJA MADRID: 2038-1041-21-6000560098

    LA CAIXA: 2100-2262-16-0200286870

    UNICEF

    BBVA: 0182-2370-40-0208517159

    BANESTO: 0030-8301-77-0000304271

    SANTANDER: 0049-1804-16-2610410756

    ING Direct: 1465-0100-95-6000000000

    BANKIA: 2038-1043-19-6000877505

    LA CAIXA: 2100-5731-70-0200005001

    POPULAR: 0075-0001-87-0606914075

    BANKINTER: 0128-9404-02-0100010592

    BARCLAYS: 0065-0100-15-0001581749

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    ACCIN CONTRA EL HAMBRE

    LA CAIXA: 2100 3006 94 2200826398

    BANCO SANTANDER: 0049 0001 59 2810090000

    BANKIA: 2038 1052 44 6000741510

    CAJAMAR: 3058 0963 45 2720055803

    TELFONO: 902 100 822

    MANS UNIDES

    BANCO POPULAR: 0075-0001-85-0606786759

    CRUZ ROJA

    CATALUNYA CAIXA: 2013-0500-14-0222222252

    CAIXA DE PENEDS: 2081-0300-93-3300004041

    UNNIM: 2074-0120-31-2111998805

    BANCO BILBAO VIZCAYA ARGENTARIA: 0182-2370-46-0010022227

    BANCO ESPAOL DE CRDITO: 0030-1001-35-0004707271

    BANC SABADELL-ATLNTICO: 0081-0627-34-0001114312

    BANKINTER: 0128-0010-97-0100121395

    CAJA MADRID: 2038-0603-29-6006640085

    C.E.C.A.: 2000-0002-28-9100510908

    DEUTSCHE BANK y BANCORREOS: 0019-0631-22-4010202020

  • 8/13/2019 Viaje... X.aldekoa

    67/69

    LA CAIXA: 2100-0600-85-0201960066

    BANCO POPULAR: 0075-0001-89-0600222267

    BANCO SANTANDER: 0049-0001-53-2110022225

    TRIODOS BANK: 1491-0001-21-1008280321

    INTERMON-OXFAM

    BBVA: 0182-6035-46-0201506422

    BANC SABADELL: 0081-7011-10-0002179221

    SANTANDER: 0049-1806-92-2012020321

    CATALUNYA CAIXA: 2013-0500-12-0213849895

    CAJA MADRID: 2038-8978-10-6000172112

    CAN: 2054-0300-50-9156809805

    CAJAMAR: 3058-3503-11-2720001722

    CAJASOL: 2106-0935-90-0005034031

    CAIXABANK: 2100-0765-83-0200213395

    RURALCAJA: 3082-1019-55-4339753123

    TRIODOS BANK: 1491-0001-23-2011072622

    UNICAJA: 2103-0722-89-0030024676

    SAVE THE CHILDREN

    SANTANDER: 0049-1837-58-2910344142

  • 8/13/2019 Viaje... X.aldekoa

    68/69

    MDICOS SIN FRONTERAS

    BANC SABADELL: 0081-0052-00-0004400044

    BANCAJA: 2077-0063-55-3102344504

    BANCO SANTANDER: 0049-1806-95-2811869099

    BANESTO: 0030-2001-56-0001277271

    BARCLAYS: 0065-1007-11-0001002476

    BBK: 2095-0264-60-9105878176

    BBVA: 0182-6035-49-0000748708

    CATALUNYA CAIXA: 2013-0500-15-0202770061

    CAIXA GALICIA: 2091-0769-35-3040000478

    CAIXA SABADELL: 2059-0660-44-8000174083

    CAJASTUR: 2048-0000-27-3400106773

    CAJAESPAA: 2096-0300-96-3383320504

    CAJA GRANADA: 2031-0288-22-0116437100

    CAJAMADRID: 2038-0603-29-6005700064

    CAJA NAVARRA: 2054-0301-17-9155695767

    CAM: 2090-6840-17-0200125489

    KUTXA: 2101-0113-13-0012564621

    LA CAIXA: 2100-3063-99-2200110010

    TRIODOS BANK: 1491-0001-28-1008158220

    UNICAJA: 2103-2034-25-0030003000

  • 8/13/2019 Viaje... X.aldekoa

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    El autor

    Xavier Aldekoa(Barcelona, 1981)

    Desde 2009 soy corresponsal para el frica Subsahariana de La Vanguardia.Aunque, despus de todo, quizs frica no exista.

    Me gusta recorrer sus pases, hablar con sus gentes y explicar lo que veo y loque consigo entender. Trato de no ser demasiado pesado en el intento.

    Licenciado en Periodismo y eterno estudiante de Ciencias Polticas, puse el piepor primera vez en La Vanguardia en 2004. He trabajado tambin para medioscomo Magazine, RAC 1, Avui Diumenge, Cadena SER, Radio Euskadi, RevistaCapital, Deia y Mundo Deportivo, entre otros.

    Me gusta el deporte y la naturaleza, as que mi acin por el alpinismo eracuestin de sumar dos ms dos. Tengo ms aciones, pero menos originales.