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    POR QUE NO HAY SOCIALISMOEN LOS ESTADOS UNIDOS?

    Werner Sombart

    INTRODUCCION

    I. El capitalismo en los Estados Unidos

    Para el capitalismo, los Estados Unidos son el Canan: la tierra prometida.Porque slo all se han cumplido todas las condiciones que necesita para llegaral desarrollo pleno y puro de su carcter. Como en ningn otro lugar del

    mundo, el pas y su gente eran propensos a favorecer su desarrollo hasta alcan-zar su mxima expresin.El pas: como ningn otro ofrece las condiciones para la acumulacin de

    capital, empezando por su riqueza en metales preciosos. Norteamrica produceuna tercera parte de toda la plata y una cuarta parte de todo el oro mundial.Tambin el suelo contiene muchas riquezas: la planicie del Mississipi contieneun humusaproximadamente cinco veces mejor que el de las tierras negras delsur de Rusia y de Hungra. Tambin tiene grandes yacimientos de mineralestiles, que todava hoy da dan tres veces ms rendimiento que cualquier yaci-miento europeo. Por la misma razn, el pas puede facilitar al capitalismotodas las armas para la creacin y evolucin de la tcnica inorgnica que pue-den conquistar el mundo entero: los Estados Unidos producen en la actualidadcasi tanto hierro como todos los dems pases del mundo juntos (23 millonesde toneladas en el ao 1905 frente a los 29,5 millones de produccin del resto

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    del mundo). Es el pas idneo para la expansin capitalista: la planicie delMississipi es ideal para el cultivo racional del suelo y para el desarrollo deuna red de comunicaciones sin lmites: una zona de 3,8 millones de kilmetroscuadrados, es decir, siete veces el Imperio alemn, sin ningn obstculo parael trfico y, adems, provisto de vas de transporte. En la costa atlntica exis-ten 55 buenos puertos, que pareciera que esperasen desde hace milenios suexplotacin capitalista. Se trata, por lo tanto, de una zona de mercado quecomparada con cualquier Estado europeo hace que ste parezca una ciudadmedieval. Aqu, en las tierras sin fin de Norteamrica, puede funcionar libre-mente por primera vez la caracterstica intrnseca de toda economa capitalista:el afn de una expansin sin lmites un afn que se vea limitado en todomomento en las estrecheces de Europa, que a todas las doctrinas de librecomercio y a toda poltica contractual de comercio se les antojara una mala

    imitacin. Realmente, si uno quisiera construir el pas ideal para el desarro-llo capitalista sobre el fundamento de las necesidades de expansin de ese siste-ma, ste slo podra asemejarse a los Estados Unidos.

    Las personas: durante cientos de aos, como si participasen en un curso deformacin, los hombres parecen haber sido elegidos, en una fase de la humani-dad para abrir la senda del capitalismo. Al haber acabado con Europa se tras-ladaron aqu, al Nuevo Mundo, queriendo construirse una nueva vida basadaen unos elementos puramente racionales: haban dejado atrs todo el lastre dela vida europea, todo el romanticismo superfluo y el sentimentalismo, todos

    los aspectos artesanales-feudales, todo el tradicionalismo, llevndose consigolo que foment y sirvi al avance de la economa capitalista: una energa extra-ordinaria y una visin del mundo que llevaba a actuar con espritu capitalistacomo si se tratara de una ley emanada de Dios y de una obligacin del creyen-te. Max Weber ha dado pruebas en nuestra Revista de que existe una relacinestrecha entre las reglas de la tica protestante y las exigencias de la economaracional-capitalista. Y a estos elementos dirigentes del nuevo sistema econmi-co, se les ofreci ahora tambin como objeto, es decir, como asalariado, una

    poblacin que a su vez tambin pareca idnea para llevar a su mximo floreci-miento el capitalismo. Desde hace siglos la mano de obra haba sido escasa y,por eso mismo, cara. Esto obligaba a los empresarios a pensar en un aprove-chamiento racional de la mano de obra y, por lo tanto, a perfeccionar la orga-nizacin de su actividad y sus empresas, y a implementar sistemticamente for-mas de hacer superflua la mano de obra mediante la labour-saving-machinery(maquinaria que ahorra mano de obra). De esta manera surgi la necesidad dela mxima perfeccin tecnolgica, que de otra manera nunca podra haber sur-gido con igual fuerza en un pas de la vieja cultura. Y una vez que se haba for-

    mado la organizacin econmica y tecnolgica, alcanzado su mximo esplen-dor, empezaron a llegar riadas interminables de hombres a los cuales se podaemplear fcilmente como mano de obra al servicio de los intereses capitalistas,ya que las posibilidades de subsistir fuera del nudo capitalista eran cada vezmenores. Es bien conocido el hecho de que en las ltimas dcadas han emigra-

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    De hecho, en ninguna parte del mundo la economa capitalista y el capita-lismo se han desarrollado tanto como en Norteamrica.

    En ninguna parte la bsqueda del beneficio se muestra ms puramente queaqu; en ninguna parte el empeo en la obtencin de ganancias es el punto departida y de llegada de toda actividad econmica tan exclusivamente como loes aqu: cada minuto de la vida se llena con este empeo, y solamente la muer-te pone fin a este esfuerzo voraz por el logro del beneficio. El estrato de losrentistas, tan poco capitalista, es prcticamente desconocido en los EstadosUnidos. Al servicio de este logro del beneficio encontramos un racionalismoeconmico de una pureza completamente desconocida en las sociedades euro-

    peas. El inters capitalista se impone sin consideracin alguna: aunque sea porencima de la vida humana. Un mero smbolo de ello lo constituyen las cifrasde los accidentes de ferrocarril en los Estados Unidos. El Evening Postestim elnmero de muertos en 21.847 entre 1898 y 1900. Esto viene a ser aproxima-damente el nmero de los ingleses muertos en la guerra de los Boers durante elmismo espacio de tiempo, incluyendo a los muertos en los hospitales debido aenfermedades. En el ao 1903 el nmero de defunciones acarreadas por losferrocarriles ascendi a 11.006 en los Estados Unidos, y slo a 172 en Austria.Si se recalculan las cifras tomando como base los 100 km y un milln de pasa-

    jeros, se llega a la conclusin que en Norteamrica haba 3,4 accidentes porcada 100 km, mientras que en Austria slo 0,87, y por cada milln de personastransportadas, 19 accidentes all y 0,99 aqu (cifras de la comparacin hechapor Phillipovich.) Por lo tanto, sin ningn tipo de consideraciones, se llevaadelante aquel tipo de organizacin de la empresa y de tecnologa que prometems beneficio. Mientras que entre nosotros se pone el grito en el cielo si una uotra mina de carbn tiene que cerrar, la direccin del trustnorteamericano dis-pone todos los aos en gran medida qu fbricas pueden continuar trabajando

    y cules deben cerrar. El capitalismo crea la organizacin econmica libremen-te segn su voluntad: la ubicacin de la industria, la forma de cada una de lasempresas, la estructura y tamao de las fbricas, la organizacin del comercio ydel trfico, la articulacin entre la produccin y las ventas de la mercanca; yase sabe: todo est creado de la manera ms racional, es decir, adaptndose alos intereses capitalistas.

    El fruto no ha tardado en madurar: a pesar de su juventud, ya hoy da losEstados Unidos estn muy por delante de los dems pases en lo tocante alpoder financiero y de acumulacin del capital. Los informes de los bancos as

    lo demuestran, al darnos una idea de la masa de capital. El ao 1882 informa-ron al Controller of the Currency (vase su informe nm. 42) 7.302 bancos;en 1904 la cifra se elev a 18.844. En el primero de los aos reseados tenanun capital de 712.100.000 dlares; en el segundo, 1.473.904.674. El ao 1882los depsitos declarados por los bancos eran de 2.785.407.000 dlares; el ao

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    1904, de 10.448.545.990. Segn el mismo informe, el poder financiero totalde los EE.UU. (the banking power), es decir, el conjunto del capital, las reser-vas, los depsitos y el dinero en circulacin, asciende a 13.826.000.000 dedlares, mientras que la cifra correspondiente para los dems pases del mundollegara slo a 19.781.000.000 de dlares. No nos deben sorprender las sumasde capital que se han invertido en la industria en los ltimos veinte aos.Segn las estadsticas oficiales, el capital invertido enManufacturesera:

    1880 = 2.790.272.606 dlares1890 = 6.525.050.759 dlares1900 = 9.831.486.500 dlares

    Tambin se sabe que los EE.UU. son el pas en el que el programa de Marx

    sobre la teora del desarrollo se llev a cabo lo ms cuidadosamente posible.De hecho, la concentracin del capital aqu ha llegado al nivel que se describeen el famoso captulo penltimo de El Capitalcomo el ms cercano al creps-culo de los dioses del mundo capitalista. La estadstica ms actual sobre elnmero y el volumen de los trusts nos muestra la sorprendente imagen quedescribimos a continuacin1.

    Existen siete grandes trusts industriales que acogen a un total de 1.528plantas autnomas. El capital concentrado en ellas es de 2.662,7 millones dedlares. El ms grande de estos siete gigantes es la US Steel Corporation, con

    un capital (nominal) de 1.370 millones de dlares. El segundo ms grande esla Consolidated Tobacco Co., con slo 502,9 millones de dlares. A estos sietesiguen unos 298 trusts industriales menores, con control sobre 3.426empresas, y con un capital de 4.055 millones de dlares en su totalidad. En laactualidad se estn creando 13 trustsindustriales con 334 fbricas y un capitalde 528 millones de dlares, de manera que el nmero total de trustsindustria-les es de 318, con 5.288 fbricas y un capital de 7.246 millones de dlares.

    A ellos hay que aadir 111 franchise-trusts (trustsde empresas concesionarias)

    de tamao no despreciable (empresas de telfono, telgrafos, gas y electricidad)con unas 1.336 plantas y un capital de 3.735 millones de dlares. A todo loanterior falta por aadir lapice de rsistance: el grupo del gran consorcio deferrocarriles. Hay seis de stos, alguno de los cuales alcanza un mnimo de6.000 millones de dlares. En su conjunto poseen un capital de 9.017 millo-nes de dlares y controlan 790 plantas. Finalmente se deben mencionar lassociedades de ferrocarril independientes, con un capital de 380 millones dedlares.

    Sumando todas estas corporaciones gigantescas, que dan entidad a la

    mayor parte de la vida econmica norteamericana, se llega a la cifra enorme de

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    1 John MOODY, The Truth about the Trusts, New York, 1904. El libro es muy til, porquerecopila un material muy extenso y de primera mano, como folletos, informes anuales de socie-dades, balances, etc.

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    8.664 plantas controladas y a un capital nominal de 20.379 millones dedlares. Imagnese: 85.000 millones de marcos en las manos de esos empresa-rios!

    La prevalencia ilimitada de la vida econmica capitalista se ve an mejoren la estructura de la sociedad, y es que en ella no se encuentra nada que noproceda del capitalismo. Por ninguna parte se ven restos de clases precapita-listas cuya presencia ms o menos fuerte da su idiosincrasia a toda la sociedadeuropea. No existe ninguna aristocracia feudal, y su lugar ha venido a ser ocu-pado por los grandes magnates capitalistas. El tiempo al que se refera Marxanticipndose al futuro a la hora de escribir El Capital ha llegado ya a losEstados Unidos, donde los eminent spinners(industriales textiles), los extensivesausage makers (charcuteros industriales) y los influential shoe black dealers(traficantes de suelas), junto con los reyes del ferrocarril, subyugan a la

    gente:

    Cuando alguno de los patronos de una de las grandes lneas de ferroca-rril del Oeste viaja en uno de sus vagones de lujo, su viaje se parece a lamarcha triunfal de un rey. Los gobernadores de los estados y territorioshacen una reverencia a su paso, los representantes del pueblo le recibencon absolutamente todos los honores, las ciudades y los pueblos compi-ten por ser sus favoritos, porque no es l realmente quien lleva el poder,la suerte y la mala suerte a una ciudad? (I. Bryce).

    Tampoco existe una clase de campesinos y de artesanos feudales o medio feu-dales. En su lugar, ms bien, existen los granjeros y un puado de pequeosempresarios capitalistas en los sectores del comercio y la industria. Ambas cla-ses estn ungidas por el cliz capitalista: estn entregadas al apetito de lasganancias, llevando sus empresas desde el clculo y el racionalismo econmico.Por cada ao que pasa la clasificacin por ocupaciones de la poblacin activaque en el fondo ya trabaja de manera capitalista muestra que cada vez hay ms

    grupos de profesionales dirigentes de tipo capitalista. Al igual que en Alema-nia, en la actualidad la agricultura ocupa a cierta proporcin de la poblacinde este pas, en parte todava colonial. La actividad del comercio y de los servi-cios, que ya hoy da es considerablemente ms importante que en Alemania, vaen aumento. Entre 1880 y 1900 la proporcin de la poblacin ocupada en laagricultura baj en los Estados Unidos del 44,3 al 35,7 por 100 (frente al 36,1de Alemania). El porcentaje de poblacin empleada en el comercio y los servi-cios pas del 10,8 al 16,4 por 100 (frente al 11,39 por 100 de Alemania).

    Al mismo tiempo, toda la vida de la gente se hace ms y ms a imagen del

    capitalismo.Ya hoy da los Estados Unidos son una vez ms: a pesar de su juven-

    tud un pas de ciudades, o, para ser ms exactos: un pas de grandes ciuda-des. Me refiero con ello no slo a las cifras, aunque tambin las estadsticasdestacan la preponderancia de las ciudades. Bien es cierto que, haciendo el

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    clculo para toda la Unin, el porcentaje de poblacin urbana no es tan altocomo, por ejemplo, el de nuestro pas (en poblaciones de ms de 2.500 habi-tantes viva en 1900 el 41,2 por 100 de la poblacin, frente al 54,4 por 100 enlos ncleos de ms de 2.000 habitantes en Alemania). Sin embargo, paraempezar, el nmero de grandes ciudades con ms de 100.000 habitantes es enla actualidad el ms grande en el mundo excepcin hecha de Inglaterra,residiendo en ellas casi una quinta parte del total de la poblacin (18,7 por100). En segundo lugar, el trasvase de la poblacin hacia las ciudades se estproduciendo a ritmo constante: el porcentaje de poblacin urbana pas del29,2 por 100 en 1890 al 41,2 por 100 del ao 1900. En tercer lugar, esta cifratotal relativamente baja se explica porque gran parte del Sur tiene pocas ciuda-des. Efectivamente, si tomamos nicamente las ciudades de los Estados delEste de la Unin, veremos que en ellos solamente el 31,8 por 100 de la pobla-

    cin vive en el campo, frente al 35,8 por 100 que vive en ciudades con msde 100.000 habitantes2. Cuando digo que los Estados Unidos son un pas degrandes ciudades, me expreso en un sentido ms profundo, que aclara a su vezla relacin establecida por m entre urbanizacin y capitalismo. Ello es as por-que la decisin de establecerse en un sitio y no en otro nada tiene que ver conun tipo de crecimiento orgnico, se basa en elementos racionales y meramentecuantitativos entroncados con el concepto de lo urbano. Slo en pocos casoses la ciudad europea completamente fiel a esta idea. En la mayora de las vecesha crecido de manera orgnica, de forma que, en el fondo, la imagen que

    mejor refleja su esencia es la de un pueblo grande.Qu tienen en comn Nurenberg y Chicago? Nada ms que las caracters-

    ticas exteriores: mucha gente que vive prxima entre s en unas calles y quenecesita ser abastecida desde fuera. En su espritu no tienen nada en comn.La primera es un conjunto parecido a un pueblo, y que ha crecido de maneraorgnica; la segunda es una autntica ciudad creada artificialmente basndo-se en unos principios racionales, es decir, es una ciudad en la que comodira Tnnies se han extirpado todos los rasgos de comunidad y en la que

    prevalece la sociedad en su pureza. Y si en la vieja Europa la ciudad se formao, mejor dicho, se formaba a imagen del campo, llevando todo su carc-ter, en los Estados Unidos, por el contrario, el campo en el fondo es un reaurbana al que le faltan las ciudades. La misma lgica racional que presidiera lafundacin de las ciudades cuadriculadas se ha extendido al campo. Desde unprimer momento, ste se ha dividido en toda su enorme extensin segn unpatrn uniforme de cuadrculas del mismo tamao, en contra de toda idea deun asentamiento natural, orgnico.

    Evidentemente, tampoco poda faltar en los Estados Unidos otra caracte-

    rstica a destacar en una sociedad que se basa en los fundamentos de la econo-ma capitalista: me refiero al enorme contraste entre la riqueza y la pobreza.No existe ninguna estadstica exacta acerca de la renta y la riqueza en los Esta-

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    2 Salvo indicacin expresa, todas las cifras se han sacado del Censo.

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    dos Unidos. S han llegado a nuestras manos, sin embargo, algunos intentos deestimar la distribucin de la riqueza que, aun no siendo incontestables, poseencierto valor, ya que se han elaborado cuidadosamente con ayuda de todo elmaterial disponible hasta la fecha3. Segn estos trabajos, la renta privada totalse estimara en 1890 en unos 60.000 millones de dlares, de los cuales 33, estoes, el 54,8 por 100 de la renta total, estaran en manos de 125.000 familiasque representan el 1 por 100 de todas las familias, mientras que 6,25millones de familias (el 50 por 100) no tendran ninguna.

    Sea cual sea la forma en que se estime la distribucin de la renta, las dife-rencias absolutas entre ricos y pobres, sin duda alguna, no son en ningunaparte del mundo tan grandes como en los Estados Unidos. Sobre todo porquelos ricos de all son muchsimo ms ricos que los de aqu. Es casi seguroque el nmero de personas que posee 1.000 millones de marcos en Norteam-

    rica es mayor que el que posee 100 millones en Alemania. Quien haya estado,por ejemplo, en New Port, el Baiae de Nueva York, es probabale que tenga laimpresin de que all ser millonario es un fenmeno de masas.

    Sin duda, no existe ningn otro lugar en el mundo en el que el palacio deun prncipe del estilo ms ampuloso se corresponda al tipo de una viviendamedia. Quien se haya paseado por los almacenes Tiffany de Nueva York, siem-pre va a notar cierto aire de pobreza en las tiendas de lujo ms grandes de lasmetrpolis europeas. La tienda de Tiffany, con sus filiales en Pars y Londresuna ciudad de proletarios, como Berln o Viena, no interesa, naturalmen-

    te, es un excelente ejemplo para comparar el lujo y la riqueza de las 400 per-sonas ms ricas en los tres pases mencionados. Los gerentes de la casa matrizen Nueva York me comentaron que del gnero ofrecido en Nueva York lamayor parte tiene su origen en Europa, donde se fabrica especialmente para elTyffany de Nueva York. Sin embargo, sera impensable que una tienda de Parso Londres incluidas las mismas tiendas Tiffany expusiese mercanca a losmismos precios que se marcan en Nueva York. Las piezas ms caras son exclu-sivamente asequibles a los bolsillos de las mujeres de Nueva York.

    Por otra parte, la pobreza de los barrios bajos de las metrpolis norteameri-canas slo encuentra parangn en la del East-End de Londres. Hace poco sepublic un libro4 que, sin llegar a ser La situacin de la clase obrerade Engels,tal como lo calific Florence Kelley en su crtica (para ello le falta el conoci-miento terico que ha convertido el libro de Engels en un hito en el desarrollode las ciencias sociales), no obstante, tiene el mrito de cumplir el objetivo quese propuso su autor: bajar a e iluminar los abismos de la vida en las grandesurbes norteamericanas. El autor vivi muchos aos como settlement-worker(asistente social para los inmigrantes) en los barrios de peor fama de varias

    grandes ciudades industriales. Partiendo de sus propias impresiones personales,

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    3 Vase Charles B. SPAHR, The distribution of wealth in the United States; adems: J. Gr.BROOKS, The social unrest, 1904, y Robert HUNTER, Poverty, 1904.

    4 Robert HUNTER, Poverty, The Macmillan Co., London, 1904, 8., IX y 382 p.

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    ha podido dar vida con gran ventaja al material literario y estatstico que pudorecoger en esa experiencia. El autor estima la cifra de las personas que vivenpor debajo del umbral de la pobreza, es decir, aquellas personas carentes de loms necesario en alimentacin, ropa y vivienda (underfed, underclothed and

    poorly housed), en los Estados Unidos en un total de 10 millones en tiempos deprosperidad media, de entre los cuales unos 4 millones son pobres oficialmentereconocidos. El ao 1897 las asociaciones de asistencia social acogieron enNueva York a ms de 2 millones de personas5. El 14 por 100 de la poblacinde la misma ciudad vive en la ms absoluta de las miserias (distress) en tiemposde auge econmico (1903) y el 20 por 100 en tiempos de recesin. Sabemosde la existencia de esos pobres, pero si adems se suman aqu los pobres queaade el autor no declaran su situacin, la cifra de las personas pobresque viven en Nueva York y en otras grandes ciudades estar muy pocas veces

    por debajo del 25 por 100. En Manhattan (el barrio principal de Nueva York)fueron expulsadas de sus viviendas en 1903, un ao bueno, 60.463 familias,es decir, el 14 por 100 del total de las familias. De cada diez muertos en Nueva

    York, uno se entierra como pobre, a cargo de la ciudad, en Potters Field.Finalmente hay todava un elemento inconfundible que da idea del alto nivel

    del desarrollo del capitalismo en los Estados Unidos: una cultura intelectual propia.Existen rasgos en el carcter del pueblo norteamericano que se repiten a

    todo lo largo y ancho del pas? Cabe albergar dudas razonables al respecto si sepiensa en la extensin de todo el territorio. Los que se consideran buenos

    conocedores de la vida norteamericana previenen en contra de intentar buscarnada comn en todo el pueblo de la Unin. Segn esto, las diferencias serantan grandes como las existentes entre los distintos pases de Europa. El argu-mento es que el pas se trata en realidad de todo un continente, no de un Esta-do nico, en el que habita la nacin noteamericana. Tal afirmacin es, sinembargo, superficial. Ciertamente, todo lo que se refiere a las caractersticasdel pas es extraordinariamente variopinto en los Estados Unidos. Pero, porcontra, en todo lo que se refiere a las instituciones, y, sobre todo, al carcter

    del pueblo, es un pas sorprendentemente uniforme. De esto ya dejaron cons-tancia en repetidas ocasiones conocedores del pas como Bryce y otros, y lonota como caracterstica especial de este Estado todo aquel que entra en con-tacto con la vida americana, en la medida en la que sea capaz de mirar un pocoa fondo. Bryce ha sealado convincentemente las razones de esta coincidenciallamativa de todas las instituciones pblicas en todos los Estados individualesde la Unin. Pero de dnde viene la uniformidad de espritu del pueblo ame-ricano? O debiramos mejor renunciar a buscar explicaciones para ello, dn-donos por satisfechos con la hiptesis de un particular american espirit(espri-

    tu americano) que sin razn aparente ha descendido del cielo sobre el puebloelegido, desafiando toda causalidad social?

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    5 Informe oficial del New York State Board of Charities. Es muy probable que en muchoscasos se hayan contado dos veces. Si no, la cifra sera realmente impresionante.

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    No podemos aceptar esta renuncia, ya que no podemos creer del todo en lasingularidad de este misterioso espritu americano. Ms bien nos parecereconocer en l (mirndolo bien) un viejo conocido al que vimos antes amenudo en la Lombardstreet o en el Oeste de Berln. Slo que all en los Esta-dos Unidos se ha transformado en un tipo ms puro y ha logrado una mayorpresencia. Esto nos anima a buscar sus orgenes en determinadas esferas socia-les que antes se haban desarrollado en Europa, y ahora con ms intensidad enNorteamrica, y con ello a explicar su uniformidad.

    Ahora bien, a aquel que examine las peculiaridades del espritu americanopara poder encontrar su esencia no se le hurtar la evidencia de que sus rasgosms caractersticos hunden sus races en la organizacin capitalista de la vidaeconmica. Intentar demostrar esto.

    Como se suele admitir sin grandes reparos, sin duda alguna, la vida en un

    ambiente capitalista acostumbra al espritu determinado totalmente en laesfera de la vida econmica por la organizacin capitalista a aquilatar tam-bin el valor de las cosas que se sitan fuera de la esfera econmica; esto quieredecir, a valorar las cosas y las personas midindolas con su valor pecuniario.Est claro que al imponerse y heredarse a lo largo de generaciones tal compor-tamiento, necesariamente la sensibilidad hacia determinados valores meramen-te cualitativos mengua poco a poco. De esta manera, respecto a las cosas sepierde el sentido de lo que sencillamente es bello sin ms, de aquello que essolamente la perfeccin de la forma, es decir, el sentido artstico propiamente

    dicho, que ni se puede cuantificar, ni pesar, ni medir. Para que una cosa tengavalor debe tener alguna utilidad o proporcionar algn placer esto explica elsentido del confort, o ser valiosos se explica as el sentido del valormaterial: cualquier decoracin en los Estados Unidos est sobrecargada:desde los aseos para seoras hasta los salones de recepcin de un hotel demoda. Si no se logra hacer ver a primera vista lo valioso de una cosa, alobjeto valorado se le asigna sin grandes remilgos unas cifras. Han tenido yaocasin de ver el Rembrand de 50.000 dlares en casa de Mr. X?, es una pre-

    gunta de eses que se escucha con frecuencia en los Estados Unidos. Estamaana amarr en el puerto el yate de 500.000 dlares de Carnegies (artculoentresacado de la prensa). En el hombre es naturalmente su patrimonio, surenta, lo que se toma como base para la valoracin. Se desvanece la sensibili-dad hacia lo individual, hacia lo peculiar no mensurable de una personalidad.

    Pero ahora no se puede evitar constatar que esta costumbre de medir todaslas cualidades a la luz de su valor pecuniario medible influye tambin all en los

    jucios de valor, incluso en circunstancias en las que, por mucho que uno seempee, parece casi imposible aplicar el rasero del valor econmico. Se acaba

    por valorar la cantidad por s misma, dando esto lugar a un punto central delespritu americano, lo que el avisado seor Bryce llam a tendency to mistakebigness for greatness: la admiracin por todo lo que sea medible o pesable: sea elnmero de habitantes de una ciudad, el nmero de los paquetes transportadospor Correos, la rapidez de los trenes, la altura de un monumento, la anchura de

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    un ro, la frecuencia de los suicidios, o lo que sea. Esta megalomana, tancaracterstica en el americano moderno, podra atribuirse por qu no? a laextensin de su pas. Pero por qu el chino carece de ella? O el mongol en lameseta de Asia? Por qu no la posea el indio, que viva en un pas de unaextensin tan grande? En los pueblos primitivos en los que se llegaba a desarro-llar esta mana por lo grande, sta iba acompaada de un tinte que quisiera lla-mar csmico: haca referencia a la infinidad del firmamento, a lo ilimitado de laestepa, y lo caracterstico es precisamente su carcter no medible. La valoracinde las cosas en cifras no poda arraigar de forma ms firme en el alma del hom-bre que mediante el dinero en su utilizacin capitalista (no el dinero en smismo: ste es el error de Simmel!). Ciertamente, las dimensiones gigantescasdel pas americano dieron pbulo a esta peculiaridad. Pero en primer lugarhaba que despertar el sentido de la cifra antes de que fuera posible transformar

    las imgenes geogrficas en unos valores mensurables de forma concreta.Quien se ha acostumbrado a valorar solamente la cantidad de un fenme-no tender fcilmente a comparar dos fenmenos, para medirlos y adjudicarun valor al mayor. Si, dentro de un perodo de tiempo, uno de los dos fenme-nos se convierte en el ms grande, lo llamamos tener xito. El sentido de logrande que se puede medir (lamentablemente, en alemn no podemos distin-guir con dos palabras diferentes bignessygreatness) tiene, por lo tanto, comofenmeno adicional la sobrevaloracin del xito: otra peculiaridad descollanteen el espritu del pueblo norteamericano. Tener xito significa siempre adelan-

    tarse a otros, ser ms, rendir ms, tener ms que otros: ser ms grande. Porsu naturaleza se valora ms el xito de aquel tipo que se puede expresar ennmeros: es decir, la riqueza. E incluso aquellos que no se dedican a activida-des comerciales son valorados en primer lugar en trminos de cunto soncapaces de producir a partir de sus dotes. Si este examen no lleva a un resulta-do satisfactorio, no queda otro remedio que medir la magnitud de su fama.

    Lo misterioso de los procesos intelectuales de los que hablamos aqu semuestra claramente en las actitudes del norteamericano hacia el deporte: en l

    slo interesa fundamentalmente quin va ser el ganador. Estuve presente enNueva York en una reunin multitudinaria en la que las fases sucesivas de unpartido que se disputaba en Chicago (!) eran transmitidas paso a paso, va tele-grafo, a una multidud impaciente. La intensidad de la sensacin radicaba en latensin y solamente en esta misma por llegar a acertar cul de los equiposganara. Aumentar an ms este suspense es la funcin de las apuestas: conellas toda la accin deportiva se reduce an ms a su valor pecuniario. Puedeuno imaginarse el cruce de apuestas en una palestra griega? Seguramente, no.Porque lo que mova al espritu griego era el gozo de admirar el rendimiento

    individual no medible, la belleza personal y la fuerza, cosas que se puedenadmirar tanto en el vencedor como en el vencido. O nos podramos imaginarapostando en una corrida espaola? Seguramente, no. Pero las mujeres arrojansus galas y los hombres su ropa al torero que ha sabido ejecutar con elegancia ycongrandezzala estocada mortal, porque lo hacen con sentido artstico!

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    La especificidad de las elecciones basadas en los juicios de valor determinael rumbo de la voluntad. Si es al xito al que dirige sus plegarias el americano,su esfuerzo se dirigir siempre y en todo lugar a llevar una vida acorde con lavoluntad de ese dios6. En consecuencia, vemos en todo americano desde elchico de los peridicos una inquietud, un ansia y una fuerza que le impelehacia arriba, a lo ms alto, por encima de todos los dems. En la vida del nor-teamericano, por lo tanto, el ideal no es la vida cmoda, ni la armona de unapersonalidad centrada en s misma, sino ese llegar ms lejos. Slo as se expli-ca la rapidez, la ambicin incesante, la competencia desconsiderada en todoslos terrenos. Ya que si cada uno est detrs del xito, todos tienen que mirarpor situarse de primeros: empieza el steeple chase(carrera de obstculos), la cazade la suerte, como acostumbramos a llamarla de manera poco profesional: unsteeple chaseque se diferencia de las dems carreras en que la meta no est fija,

    sino que se aleja cada vez ms ante el corredor. La llambamos antes ambicinincesante, pero sera ms exacto llamarla ambicin sin fin. Toda ambicinbasada en la cantidad tiene que carecer de fin, ya que en s misma la cantidadcarece de lmites.

    En el fuero interno del hombre esta psicologa de la carrera produce lanecesidad del egosmo. Uno no se puede fijar su ideal de vida en la carrera ydesear a la vez estar atado de pies y manos. Por lo tanto, la exigencia del laissez

    fairepertenece a aquellos dogmas o preceptos morales del norteamericano conlos que nos topamos necesariamente, segn Bryce, al ahondar en el espritu

    popular norteamericano. Sin embargo, quisiera explicar esta idea de base enun modo un poco distinto de lo que lo hace Bryce. Ciertamente, el rechazo detoda reglamentacin desde arriba, de toda intervencin de la autoridad, esdecir, ladoctrine of non-interference by governement with the citizens, naci enlos hombres de 1776 de un espritu meramente doctrinal, ideal-racional. Peroen realidad un norteamericano moderno poca atencin presta a aquellosnobles principios de losframers of the constitution, en la medida en la que nointerfieren demasiado en su vida cotidiana de una manera determinante. Si el

    norteamericano se sigue aferrando tanto al principio del laissez-faire, ello es asporque siente por instinto que ste es el nico principio vlido para todo aquelque desea el xito a cualquier precio. Su carcter poco doctrinario y la facili-dad con que sacrifica el principio se ponen inmediatamente de manifiestocuando este principio les impide el avance hacia arriba. El mismo norteameri-cano que lleva escrito en su bandera la libre accin del individuo no tiene enocasiones ningn inconveniente en limitar la libertad del individuo de una

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    6 El xito es el Dios supremo para las gentes de todo rango y condicin. Como si faltasenclrigos y predicadores, recientemente ha visto la luz un tipo especial de publicaciones consagra-das a este culto. Ensean a los simples fieles del gran Dios los medios ms idneos para ganar sugracia, as como las penitencias y otros ritos para apaciguar su clera cuando sta se ha desatado.Ensalzan las gestas de los que evidentemente han sido bendecidos, proclamando al resto de lahumanidad: seguid nuestros consejos y seris iguales (W. J. GHENT, Our benevolent feudalism,1902: 159-160).

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    manera que nadie tolerara en nuestra Alemania con gobierno autcrata:pinsese en la limitacin por ley de las bebidas alcohlicas! o en imponerpautas de conducta comunistas que pondran los pelos de punta a cualquieralcalde liberal el reparto gratuito de todo el material escolar a la totalidadde los escolares en Nueva York!.

    El xito significa para el norteamericano medio, en primer lugar, llegar aser rico. Esto lo explica el hecho de que este afn incesante que reconocemosen el carcter popular norteamericano se orienta sobre todo hacia la vida eco-nmica. Los mejores y ms capaces en nuestro pas terminan en el campo de lapoltica. Esto es an ms frecuente en los pases latinos, y ms en Inglaterraque en Alemania, donde, como ya intent demostrar en otra ocasin, reinanunas condiciones parecidas en este aspecto a las de Norteamrica, aunquehayan tenido unas races bien distintas. Por el contrario, los mejores y los ms

    capaces en Norteamrica orientan su vocacin hacia la economa. Por la mismarazn surge una sobrevaloracin de la economa entre las masas mismas: por-que se cree poder llegar a la meta deseada ms rpidamente de esta manera. Lamanera es la economa entendida en el sentido de la economa capitalista, cuyosmbolo es el ttulo-valor que se negocia en bolsa. Mediante la participacin enla especulacin de fondos y de mercancas la multidud intenta, pues, participaren la rueda de la fortuna en la que se juegan grandes ganancias. No hay otropas en el mundo en el que las masas participen tanto en las fuerzas de la espe-culacin como en los Estados Unidos; no hay pas en el que una parte mayor

    de la poblacin haya saboreado tanto la fruta capitalista7a.Con lo anterior cerramos el crculo de nuestras consideraciones. Partiendo

    del capitalismo, de l intentamos deducir unas caractersticas esenciales delespritu popular norteamericano. Ahora vamos a ver cmo su manifestacincontribuye en s mismo al fortalezimiento y el aumento del capitalismo en suesencia, es decir, el especfico espritu norteamericano renace siempre de smismo, purificndose cada vez ms para convertirse en spiritus capitalisticus

    purus rectificatus.

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    7a Esto nadie lo ha visto tan claramente como James BRYCE (American Commonwealth, 2,534 ss.). No puedo dejar de citar las partes correspondientes: En los EE.UU. una gran parte dela poblacin, tanto los hombres de negocios como las profesiones liberales, parece estar muy altanto del asunto, y hay momentos en los cuales toda la comunidad, no slo gente de la ciudad,sino tambin los pequeos comerciantes en los pueblos, e incluso los granjeros o el personaldomstico, estn activamente interesados en la especulacin en bolsa. En algunos pueblos existenpequeas oficinas, llamadas bucked shops, a las que los granjeros y los comerciantes acuden paraefectuar sus compras y ventas en la bolsa de Nueva York... Uno puede ir a cualquier parte de laUnin, que siempre respirar el ambiente de los bonos y los valores a su alrededor. Te venientedie, empiezan el da con el peridico en el desayuno, y terminan por la noche con una charlacon el cigarro en los labios... La costumbre de especular ya forma parte de su carcter, e incre-menta esta excitacin de su constitucin y esta tensin nerviosa de la que estn tan orgullosos(1 c. 540).

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    II. El socialismo en los Estados Unidos

    Lo que vengo de exponer en las pginas anteriores no tena, ciertamente, lafinalidad de describir la economa norteamericana objetivo al que esperopoder dedicarme en estudios posteriores ni tampoco la de describir la cultu-ra norteamericana, ni siquiera la de esbozar los perfiles del carcter del pueblonorteamericano. Para todo esto haran falta unos argumentos y unos documen-tos ms amplios. La nica finalidad de estas lneas era ms bien llevar a cabo lademostracin de la existencia de un capitalismo extraordinariamente desarro-llado en los Estasdo Unidos. Espero poder considerar logrado este objetivo,aun cuando el benvolo lector no haya estado dispuesto a seguirme en todoslos senderos.

    De nuevo esta demostracin debe ser slo un punto de partida para algu-

    nas consideraciones que quisiera hacer ahora acerca del proletariado norteame-ricano. Sabemos algo de que la situacin de la clase obrera viene condicionadapor las peculiaridades del desarrollo capitalista; aprendimos especialmente quetodo movimiento social tiene sus races en la situacin creada por el capita-lismo, y que, adems, todo socialismo moderno es un fenmeno reflejo delcapitalismo. Por ello se entiende por s solo que partamos de la consideracinde la situacin econmica para poder aprehender la forma de existencia delproletariado en un pas. Este procedimiento se muestra especialmente fructfe-ro al estudiar los Estados Unidos. De esta manera podemos plantear un enfo-

    que claro del problema, preservndonos del peligro de escribir sin rumbo fijode omnibus rebus et quibusdam aliis; con rigor, por lo tanto.

    Si el socialismo moderno tal como yo he supuesto siempre y he dicho amenudo sigue al capitalismo como una reaccin necesaria, el pas con undesarrollo capitalista ms avanzado es decir, los Estados Unidos deberaser al mismo tiempo el pas clsico del socialismo; sus trabajadores deberan serel soporte del movimiento radical socialista por excelencia. Sin embargotanto all como aqu, se oye lo contrario en todos los tonos de la gama

    (quejndose, si habla un socialista, y con alegra, por parte de sus detractores):no hay ningn tipo de socialismo entre los trabajadores norteamericanos.Los socialistas que hay all no seran ms que un puado de alemanes sinseguidores. De hecho, esta afirmacin merece nuestra mayor atencin: un passin socialismo a pesar del ms alto desarrollo capitalista!; la doctrina del socia-lismo ineluctable desvirtuada por los hechos! No puede haber nada ms impor-tante para el terico social ni para el poltico social que analizar este problema.

    En primer lugar hay que empezar por preguntarse: es realmente ciertaaquella afirmacin de la inexistencia del socialismo en los Estados Unidos, y

    especialmente la inexistencia del socialismo norteamericano? Pues, expresadade esta manera tan absoluta, es inequvocamente errnea.

    Existe uno o, mejor dicho, exactamente dos partidos socialdemcratas enel sentido europeo continental, y ni el uno ni el otro tiene su base solamenteen los alemanes. En el congreso de unificacin del Socialist Party del ao

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    1901, en Indianapolis, de 124 delegados haba 25 delegados, es decir, aproxi-madamente un 20 por 100, que nacieron en el extranjero. Este partido lleg aobtener en las ltimas elecciones presidenciales 403.338 votos, a los que habraque aadir los 50.000 votos del Socialist Labour Party. De resultas de estotenemos que en los Estados Unidos haba tantos votos socialdemcratas en elao 1904 como aqu en el ao 1878, o tantos como los sumados por los libe-rales y los antisemitas juntos en las ltimas elecciones al Reichstag. No cabeduda alguna de que por razones que se presentarn ms adelante la cifrade los votos socialistas no representa en Norteamrica ms que un mnimo delos trabajadores con orientacin socialista. Al contrario de lo que sucede en

    Alemania, su nmero es considerablemente ms elevado que el que refleja elnmero de votos.

    A pesar de todo, no cabe cuestionar que la afirmacin de que los trabaja-

    dores norteamericanos no sienten una especial inclinacin hacia el socialismose aproxima bastante a la verdad.A su favor estn, en primer lugar, las cifras que mencionbamos de las esta-

    dsticas electorales. Aunque las aumentsemos considerablemente para llegar ala cifra de los socialistas, siempre se tratar de una minora muy pequea. Losvotos a los candidatos socialistas a la Presidencia suponen aproximadamente el2,5 por 100 del total de los votos. Y eso slo son los resultados de los ltimostiempos. En las elecciones del ao 1900 el Partido Socialista lleg a obtenerslo 98.417 votos. Hay que aadir que estos votos socialistas no son de ningu-

    na manera seguros. Oscilan considerablemente de un ao al otro, como sepuede ver en los ejemplos de la tabla 1.

    TABLA 1

    Votos entregados a favor del candidato del Partido Socialista

    1900 1902 1903 1904 1905

    Alabama ............................... 928 2.313 853 Colorado .............................. 684 7.431 4.304 Massachusetts ....................... 9.716 33.629 13.604 Pennsylvania ......................... 4.831 21.910 13.245 21.863 Texas .................................... 1.846 3.513 2.791 Ciudad Chicago ................... 44.331 23.323Nueva York (aprox.) ............. 24.600 12.000

    Tambin voy a explicar ms adelante este fenmeno misterioso de los altos ybajos en las cifras de votos. De momento, slo quera dejar constancia parademostrar la base poco firme del Partido Socialista en los Estados Unidos en laactualidad, aun ah donde ya ha ganado terreno.

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    La explicacin que parecen dar las cifras de votos se ve confirmada por unaserie de hechos que difcilmente se pueden poner en duda, con lo que la afir-macin que era nuestro punto de partida se hace cada vez ms verosmil. Lagran masa del proletariado norteamericano, entre ellos especialmente los asala-riados de metas claras, y particularmente los trabajadores cualificados, estnbastante alejados del socialismo; como tambin los dirigentes ms importantesentre los lderes nacionales que gozan de algn prestigio. Sin embargo, estodebe entenderse cum grano salis. Estn alejados del socialismo no quiere decirque defiendan unas ideas manchesterianas (al igual que los viejos sindicalis-tas ingleses) y que les repugne toda intromisin por parte del Estado o todareforma socialista estatista. Ms bien, la mayora de los trabajadores organi-zados y sus lderes son activos defensores de lapolitical action, es decir, de unapoltica obrera independiente. Entre las reivindicaciones de la American Fede-

    ration of Labour el rgano representativo de gran parte de los sindicatosnorteamericanos, presidido por Mr. Gompers, un conservador, y en cuyadireccin se encuentran unos lderes sindicalistas en 9 de cada 10 casos antiso-cialistas se encuentran las siguientes:

    3. introducir la jornada laboral legal de ocho horas;8. nacionalizar los tranvas, las empresas de distribucin de agua, las

    empresas de distribucin de gas y electricidad;9. nacionalizar los telgrafos, los telfonos, el ferrocarril y las minas;

    10. abolir el derecho a la propiedad en el suelo y sustituirlo por el dere-cho de ocupacin y de usufructo7b.

    Cada una de estas demandas significa ya una importante agresin a losfundamentos de nuestro orden social existente. Pero sigue planeando la cues-tin de en qu sentido estoy con aquellos que afirman que los trabajadoresnorteamericanos estn alejados del socialismo. Si no temiera los malentendi-dos que se producen al recurrir a una palabra muy usada ltimamente

    y, debo admitirlo, no del todo inequvoca, respondera: el trabajador nor-teamericano est lejos del espritu del socialismo (tal como lo entendemosahora en la Europa continental, es decir, en su esencia, el socialismo con rasgosmarxistas). Prefiero explicar detalladamente a lo que me refiero:

    1. El trabajador norteamericano (de aqu en adelante el trmino se refierea aqul siempre en el sentido explicado: el trabajador norteamericano normalcuyas ideas son las reinantes en el grueso de los trabajadores y en los lderes)

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    7b El programa poltico en esta versin fue aceptado en el congreso anual del A. F. de L. para1894; los Planks8 y 9 por unanimidad. En la convencin del ao siguiente se pas una resolu-cin en la que se propugnaba que la Federacin no poseyera ningn programa poltico, ya quedel discutido el ao anterior se haban aceptado todos los puntos por separado sin que, sinembargo, se aceptara el documento in toto. Por lo tanto, la F. habra formulado slo legislativedemands. Para nosotros, esto no cambia nada.

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    no est del todo descontento con la situacin actual; bien por el contrario:est a gusto, est bien y de buen humor como todos los norteamericanos8.Su visin del mundo es el optimismo su mxima fundamental: vivir y dejarvivir. Por ello mismo se desvanece el fundamento de aquellos sentimientos yemociones sobre los cuales un trabajador europeo construye su conciencia declase: la envidia, la amargura, el odio hacia aquellos que poseen ms, que vivenen la abundancia.

    2. Al igual que en el resto de los norteamericanos, el optimismo ilimita-do tiene su forma de expresin en el trabajador tambin en la fe en la misin yen la grandeza de su pas, una fe que frecuentemente se ve teida de motivosreligiosos: los norteamericanos son el pueblo elegido por Dios, la famosa salde la tierra. Bryce (2, 334) da en el clavo, como muchas otras veces, diciendo:Pessimism is the luxury of a handful; optimism is the private delight as well

    as public profession of 999 out of every 1000, for nowhere does the individualassociate himself more constantly and directly with the greatness of hiscountry. Esto quiere decir que el trabajador norteamericano se identifica conel Estado norteamericano actual, que rinde honores a la bandera de las estre-llas, que es de ideas patriotas (en el sentido en el que empleamos este trmi-no en alemn). Dado que la fuerza centrfuga, que lleva a la separacin entrelas clases sociales, a la oposicin entre las clases, al odio entre las clases, a lalucha de clases (la discordia mencionada anteriormente), es ms dbil, y que,sin embargo, la centrpeta, que anima la afirmacin de la comunidad nacional

    y poltica, del Estado, al patriotismo, en definitiva, es ms fuerte, los trabaja-dores norteamericanos carecen de la hostilidad hacia el Estado caractersticadel socialismo continental europeo. Creo que John Mitchell, el famoso lder delos mineros, da voz a la opinin actual de la mayora de los trabajadores norte-americandos diciendo (Organized Labour, 219): Los sindicatos que se oponena la llamada a las armas (lamilitia) se olvidan de que en su condicin de orga-nizacin obrera forman parte del Estado en su calidad de trabajadores, y deque poseen el derecho a tomar parte en la poltica de este Estado. El movi-

    miento sindical de este pas slo puede progresar en tanto en cuanto se identi-fique con el Estado (can make progress only by identifying itself with the State).Todava no hace falta destacar aqu que Mitchell, el mejor representante deltrabajador medio, es decir, del trabajador que se mueve en el centro entre losdos extremos, se ve obligado a hacer concesiones a la autonoma de la concien-cia de clases y a las diferencias de clases incipientes. Por ello los polticos socia-les conservadores le reprochan a su vez el que predique unanarrow and exclusi-ve solidarityentre los trabajadores9. Hay que insistir en que no se trata todavade determinar unas tendencias de desarrollo (que sern el principal tema de

    discusin en unos futuros estudios), sino de reflejar lo ms realistamente posi-ble el actual status quo.

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    8 Los buenos conocedores de la psicologa obrera hablan de un air of contentment and ent-husiastical cheerfulness (W. G. Summer, citado por Ghent, 123).

    9 Vase Labor Bulletin of Massachussetts, nm. 33 (1904), pp. 237 y ss.

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    3. El trabajador norteamericano no se opone al sistema ecnomicocapitalista como tal: ni con la razn, ni con el sentimiento. De nuevo quisieracitar lo que dice Mitchell al respecto. Los sitios en su libro en los que exponelos puntos de vista de los sindicatos frente al capitalismo en su opinin,meramente oportunistas rezan as (Org. Lab., 414 ss.): El movimiento sin-dical ni tiene por objetivo irrevocable mantener al sistema de salarios, ni elimi-narlo. Exigimos una mejora duradera (the constante improvement) de la situa-cin de los trabajadores: si es posible, manteniendo el sistema de salariosexistente; si no es posible, eliminndolo. Sin embargo, su conviccin personales que no se tiene que llegar necesariamente a esta eliminacin, pues la his-toria del movimiento social demuestra que con la ayuda del Estado y por elesfuerzo comn de los trabajadores puede tener lugar una importante mejorageneral de su situacin bajo el actual sistema salarial. Otros importantes lde-

    res sindicales destacan positivamente la comunidad de intereses de capital ytrabajo. Ambos son socios y deben compartir el beneficio de la economa decomn acuerdo (they are partners and should divide the results of industry in

    good faith and in good feeling). Si los trabajadores destruyen en su locura elcapital (destroy the capital), sera obra de la ignorancia y de pasiones perversas(the work of ingnorance and evil passion). El futuro se encargar de reconstruirla plena armona pasajeramente perturbada entre el capital y el trabajo10.

    Yo creo, ms bien, que las relaciones del trabajador norteamericano con el

    capitalismo siguen siendo ms ntimas de lo que se acierta a atisbar en estoselogios de la amistad y en esas pruebas pblicas de respeto. Creo que est vin-culado a l con todo su corazn; creo que lo ama. Al menos, se entrega porentero, con cuerpo y alma. Si en algn lugar de Norteamrica habita la incan-sable bsqueda del beneficio, la pasin por el negocio, es en el alma del traba-

    jador. Intentar ganar todo lo que le permitan sus fuerzas. Es por eso que rara-mente se quejar sobre la falta de medidas de proteccin en el trabajo. Acepta-r los peligros en el trabajo si las medidas de proteccin pueden reducir su

    sueldo. Por eso toparemos mucho menos que, por ejemplo, en Inglaterra contendencias a lo Cacanny(restriction of output), con la lucha contra el trabajo adestajo o con la resistencia a las innovaciones tcnicas. En otra ocasin voy ademostrar que el trabajador norteamericano se entrega mucho ms, trabajamucho ms que el europeo. Esta intensidad mayor de su trabajo no es otracosa que la consecuencia de su mentalidad en el fondo, autnticamentecapitalista.

    Seguramente, la gran mayora de sus camaradas de clase comparte con elmiembro de la presidencia en la Reunin de Carreteros, el joven Edward F.

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    10 Discurso del joven tesorero de la Minnesota Federation of Labor, W. E. M. Even enEmployer and Employes, pp. 247 y ss. Una descripcin detallada y las referencias exactas de todala bibliografa las puede encontrar el lector en el resumen que ha aparecido publicado en el tomoXX delArchiv fr Sozialwissenschaft und Sozialpolitik. Citado: Sumario.

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    Gainor, las ideas que expres en una conferencia sobre el gobierno en calidadde patrn en contra del estatuto de funcionario cuando aduca las siguientesrazones:

    1. El funcionario no tiene perspectiva alguna de poder crearse su propiaposicin social mediante sus propios medios; en otras palabras: perspectivasde alcanzar la riqueza.

    2. Despus de haber logrado el mximo de salario no puede haber nin-gn aumento en el rendimiento del trabajo, ya que sin una compensacinsonante sera de locos esforzarse ms de lo necesario.

    3. El funcionario est ms limitado en la creacin de su vida privada.4. Al funcionario le quedan cerradas las puertas de la carrera poltica, esta ave-

    nue of human endeavor that offers great attraction for all ambitious Americans11.

    Las peculiaridades de las organizaciones obreras son la mejor prueba deque las opiniones que vemos expresadas aqu y en situaciones similares sonpropias de la mayora de los trabajadores norteamericanos, de que estn domi-nados por el espritu del negocio.

    Como es bien sabido, existen hoy da en los Estados Unidos cuatro dife-rentes grupos o tipos de organizaciones de trabajadores. Slo una de ellas, laKnights of Labour, tiene un pasado. La poca cumbre de esta organizacin sin-dical, que se parece ms a un crculo francmasnico que a una organizacin

    parecida a un sindicato, cae en mediados de los aos 1880. Por razones que nopodemos seguir aqu, el nmero de afiliados de los Knights of Labour entre1883 y 1886 aument desde 52.000 a 703.000, para bajar a la mitad ya en elao 1888. Los caballeros no eran niguna organizacin sindical en el sentidomoderno, como ya mencionamos: no queran tener nada que ver con las con-federaciones especficamente laborales, y les repugnaban la huelga y otrasacciones similares. Hoy da estn en las ltimas.

    Otro grupo de organizaciones obreras tiene (en el mejor de los casos) un

    solo futuro: los sindicatos socialistas del Oeste, reunidos en la AmericanLabour Union. Todava no tienen muchos afiliados y representan una minorade oposicin. Por lo tanto, no los vamos a considerar en este momento.

    Un tercer grupo no tiene pasado ni futuro, ni tampoco significa nada en elpresente: la Socialist Trade and Labour Alliance (fundado por De Leon en1895/96 en oposicin a los sindicatos).

    Finalmente, el cuarto grupo ms grande e importante, el nico con un pre-sente, lo forman los sindicatos agrupados bajo la Federation of Labour. Elnmero de trabajadores organizados que se encuentran afiliados a la A. F. of L.

    aument enormemente en los ltimos diez aos: era de 272.315 en 1896; de548.321 en 1900; y de 1.676.200 en 1904; esto supone ms que cuatro quin-tas partes de todos los trabajadores organizados en Norteamrica.

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    11 En Employer & Employes, pp. 100 y ss.

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    Naturalmente, el carcter de los sindicatos unidos en una confederacin tangrande no es uniforme. Dado que tambin los trabajadores con ideologa socia-lista y miembros del Partido Socialista participan activamente en la vida sindi-cal, y adems gran parte de las asociaciones dominadas por ellos se han adheri-do a la A. F. of L., en las reuniones anuales no se oyen otras voces que las mera-mente socialdemcratas, a las que dan la rplica, por otro lado, las voces ultra-conservadores. Pero ya mencion que la direccin de la federacin est enmanos no-socialistas y que la gran mayora de los sindicatos miembros (aunquesu importancia no se corresponde con la composicin del executive council)tiene una concepcin americana en materia de salarios, de manera que en supoltica se refleja especialmente este espritu especficamente norteamericano.O quizs debiera decir mejor: el espritu espfico anglosajn. En lo esencial, lasactitudes de la gran mayora de los sindicatos norteamericanos no se diferencian

    en nada de las de los ms viejos Unions ingleses. Mantienen un punto de vistapuramente econmico que les lleva a actuar en el inters de los grupos profesio-nales representados por ellos mediante la defensa de la exclusividad y el mono-polio, sin consideracin alguna de la clase del proletariado en su totalidad, niespecialmente de la clase baja de los trabajadores no cualificados12. En conse-cuencia, se da una fuerte tendencia a mantenerse cerrados en sus propios gre-mios13, producindose con ello una estratificacin esencialmente vertical dentrodel proletariado, cuya colaboracin en una accin conjunta de clase se hace,naturalmente, poco probable. La expresin ms pura de esta poltica de nego-

    cios se da en las uniones del sindicato monopolista con una patronal monopo-lista: las llamadas Alliances. Estas son en realidad organizaciones para la comnexplotacin del pblico por los empresarios y trabajadores de un mismo sectorindustrial. Podemos llamar a este tipo de sindicatos capitalistas, y contraponer-los con los sindicatos socialistas, ya que estn hechos de la misma madera que elcapitalismo y estn dirigidos en sus efectos a conservar y consolidar el sistemacapitalista, no a superarlo. Los sindicatos socialistas, aunque tambin dirigen supoltica al xito en el presente, no por ello pierden de vista el movimiento de

    clases del proletariado dirigido contra el capitalismo.Es suficiente por ahora. El ncleo del movimiento sindical norteamericanoest teido de este carcter capitalista: Trade Unionism is the buisiness met-hod of effecting the betterment of the wage-earner under the highly organizedconditions of the modern industrial world. The collective bargaining is abusiness matter. En tales afirmaciones de los mejores conocedores del movi-miento sindical norteamericano se expresa inequvocamente su espritu.

    POR QUE NO HAY SOCIALISMO EN LOS ESTADOS UNIDOS?

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    12 Numerosos sindicatos exigen unas tasas de afiliacin importantes, que llegan hasta los50 $ (210 marcos), por ejemplo en los Granite cuttersy los Flint glas workers, sobre todo para losextranjeros, etc.; la mayora limita el nmero de aprendices.

    13 Las disputas de competencias entre los diferentes sindicatos son objeto hoy da de un vivointers en los crculos sindicalistas. Es muy probable que, en la poca de los gremios, stos noestuviesen tan enfrentados como lo estn hoy los diferentes sindicatos, ya que en aquellos tiem-pos tranquilos las innovaciones tecnolgicas tenan un ritmo menos acelerado.

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    La actitud frente a los esfuerzos de unos reformadores sociales burguesesque han surgido hace un par de aos en los Estados Unidos demuestra final-mente que los sindicalistas dirigentes, si bien es cierto que quieren llevar unalucha durafor the betterment of the wage earner, no piensan, sin embargo,poner en cuestin los fundamentos del sistema econmico capitalista. Ellodemuestra el espritu totalmente distinto de los trabajadores norteamericanossi los comparamos con los europeos, o por lo menos con los europeos del con-tinente. Bien es cierto que se sienten en oposicin a los empresarios a la horade fijar las condiciones de trabajo, pero estn dispuestos a cerrar filas con cual-quier burgus que les quiera apoyar en esta lucha. Estos mismos representantestambin cenan con mucho gusto y con frecuencia con aquel empresario queest dispuesto a ponerse de acuerdo con los trabajadores con base en la igual-dad de derechos. Es decir: falta aquella conciencia especfica de antagonismo

    proletario-socialista que caracteriza a nuestros trabajadores en su gran mayora.La diferencia entre Alemania y Norteamrica sera la siguiente: entre nosotroses la minora y seguramente no la lite de los trabajadores la que busca laaproximacin a los reformadores sociales burgueses por ejemplo, en laSociedad para la Reforma Social (Gesellschaft fr soziale Reform), mientrasque la gran mayora de los trabajadores organizados persevera en su dura opo-sicin contra todos los amigos burgueses. En Norteamrica sucede todo locontrario: los lderes sindicales dirigentes y detrs de ellos, sin duda alguna,la lite de los trabajadores organizados hacen causa comn con los grandes

    empresarios y con los reformadores sociales sin partido en la NationalCivic Federation14, que se corresponde aproximadamente a nuestra GSR yslo una nfima parte entre nosotros sera la mayora se mantiene en laoposicin y al margen de la alianza.

    Por todo lo anterior tiene su justificacin decir que no hay socialismo enNorteamrica.

    El problema que resulta de esta afirmacin, interesante tanto desde unpunto de vista terico como prctico, se debera formular ahora de la manera

    siguiente: los Estados Unidos son el pas con el mximo desarrollo capitalista;su organizacin econmica, por lo tanto, anticipa nuestro futuro. Lo que dijoMarx en 1867 con toda razn sobre Inglaterra de te fabula narratur, Euro-

    pa lo podemos ahora aplicar a Norteamrica, si nos referimos a la situacinnorteamericana, por lo menos en lo que se refiere al desarrollo capitalista. Los

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    14 La NCF se fund con el fin de que entraran en contacto personal los empresarios y lostrabajadores, y que de esta manera se moderasen las diferencias de parecer y, sobre todo, parapoder intervenir como mediador en las huelgas. El Comit Ejecutivo se compone de tres partes:15 empresarios, 15 personas neutrales de las cuales, sin embargo, la mayora tiene tendenciascapitalistas, como es el caso con Andrew Carnegie, Grover Cleveland, Oscar S. Strau, los ban-queros Seligmann, James Speyer y, finalmente, 16 representantes de los trabajadores, cuyosdirigentes son S. Gompers y F. Mitchell. El rgano oficial de la NCF practica un deporte parti-cular: publica en cada nmero las fotografas de dirigentes sindicales de renombre al lado degrandes empresarios.

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    trabajadores de este pas de nuestro futuro son en su fuero interno poco socia-listas. Por lo tanto, este fenmeno es algo que nos aguarde tambin a noso-tros? Nos equivocamos al considerar el surgimiento del socialismo como con-secuencia necesaria del capitalismo? La respuesta a estas preguntas exige unainvestigacin de las razones que trajeron consigo el espritu caracterstico delobrero norteamericano. En la medida en la que pretendemos basar nuestros

    juicios en el mtodo cientfico, no podemos contentarnos con la constatacinde la existencia de un espritu americano especfico. Antes bien, intentare-mos encontrar sus causas determinando en primer lugar las condiciones deexistencia particulares del proletariado norteamericano histricas, polticas,econmicas y, ms en general, sociales. Cuando hayamos determinado aqu-llas, y logrado explicar la mentalidad de los trabajadores norteamericanos conbase en ellas, nos encontraremos ante otra cuestin: cules son los fundamen-

    tos de estas condiciones de existencia? Podemos considerar que estos funda-mentos son duraderos y que soportarn la construccin que se eleva hoy sobreellos (la infraestructura) tambin en el futuro o que, por el contrario, estnamenazados por la inestabilidad y, con ello, la sobreconstruccin? Si nos des-prendemos de estas imgenes y hablamos ms abstractamente: siguen siendoinvariables y permanentes las condiciones de existencia del trabajador nortea-mericano bien especficas de Norteamrica, bien generales en la lnea deldesarrollo capitalista, son unas condiciones sometidas a cambios? Si estoltimo es cierto, los cambios sern tales que las condiciones de existencia se

    convertirn en las mismas o similares a las de Europa las que originaron elsocialismo de manera que se preparara la base para el socialismo en Nortea-mrica? Ms en general: existe una tendencia hacia la unidad en el movimien-to social moderno o existen unos movimientos distintos en cada nacin? Y siexiste una tendencia hacia la unidad, se mueve hacia el socialismo o le da laespalda? El futuro social de Europa y de Norteamrica se materializar deforma distinta o similar? Suponiendo que sea similar, el pas del futuro serEuropa o Norteamrica?

    El objetivo de esta serie de estudios que pienso publicar en los siguientesnmeros de esta revista es aportar algn material para responder a las pregun-tas planteadas aqu.

    PRIMERA PARTELA SITUACION POLITICA DEL TRABAJADOR

    I. LA POLITICA Y LA RAZA

    En lo siguiente quisiera hacer el intento de explicar el hecho de por quno hay socialismo en los Estados Unidos en el sentido desarrollado en elcaptulo anterior con base en las condiciones particulares en las que vive elproletariado norteamericano, comenzando en primer lugar (porque se trata de

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    los ms cercano para todo observador) con base en la particularidad de la vidapoltica.

    Antes, sin embargo, tendra que mencionar una idea con la que topamos aveces al hablar de los asuntos aqu discutidos. Es frecuente or la opinin deque la falta de socialismo en Norteamrica no es nada peculiar de la vida nor-teamericana, sino que se explicara ms bien por el carcter especial de la razaanglosajona, de la que est formado en su mayora el proletariado norteameri-cano. Segn esto, esta raza sera por naturaleza poco susceptible de todo loque se parece al socialismo. Este razonamiento es falso en dos sentidos. Prime-ro: la raza anglosajona no es por naturaleza poco susceptible de adherirse alas ideas socialistas. La prueba: el movimiento de los Chartistas fuertementeinfluenciado por el socialismo en Inglaterra entre los aos 1830 y 1840, eldesarrollo de las colonias australianas e, incluso, de la madre patria en los lti-

    mos aos. Segundo: el proletariado norteamericano no est formado exclusiva-mente, ni siquiera en su mayora, por los miembros de la raza anglosajona. Sies admisible lo que es el caso en general llegar a conclusiones acerca de lacomposicin del proletariado basndose en las cifras generales de las estadsti-cas de inmigracin y de nacimiento de extranjeros (que yo sepa, no existeinformacin fidedigna sobre la procedencia), tenemos la siguiente imagen: dela poblacin inmigrada en los Estados Unidos en el censo de 1900 slo un 8,1por 100 procede de Inglaterra, y un 2,3 por 100 de Escocia, frente al 25,8 por100 procedente de Alemania, el 15,6 por 100 de Irlanda, el 7,8 por 100 de

    Rusia y de Polonia, etc.15. Muy parecida es la relacin de personas nacidas depadres extranjeros. La participacin en el total de la poblacin activa era de38,4 por 100 (1900), de los que solamente eran originarios de Inglaterra o elPas de Gales el 3,6 por 100, y de Escocia un 1,0 por 100, frente a Alemania,de nuevo, con un 11,3 por 100 o Irlanda con un 8,4 por 100. Especialmenteen las profesiones industriales, el porcentaje de personas con padres nacidos enel extrajero era del 56,2 por 100. De ellos eran de Inglaterra y Gales el 5,8 por100, y de Escocia el 1,6 por 100, frente al 16,1 por 100 de Alemania o el 11,7

    de Irlanda16

    . Aun considerando la inmigracin total en el siglo XIX, la parte dela raza anglosajona es ms pequea de lo que se podra pensar; se eleva (inclui-dos los irlandeses, que suponen seguramente ms de la mitad) slo al 33,58por 100, frente al 24,16 por 100 de inmigracin alemana.

    Por lo tanto, hay millones de hombres en Norteamrica, inmigrantes de laltima generacin, que proceden de pases en los que el socialismo se encuen-tra en pleno auge: slo los norteamericanos activos con orgenes alemanessuponen 3.295.350 (en 1900), de los cuales trabajaban en la industria con

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    15 El doctor H. SCHWENGEL, Vicecnsul Imperial y Real en Chicago, en su artculo DieEinwanderung in die Vereinigten Staaten von Amerika (La inmigracin en los Estados Unidosde Amrica), en laZeitschrift fr Volkswirtschaft, Sozialpolitik und Verwaltung(Revista de econo-ma pblica, poltica social y administracin), tomo XIII (1904), hace un anlisis interesante delas cifras oficiales de inmigracin.

    16 Occupations at the XII. Census, Washington, 1904, pp. C y CIII.

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    cierta seguridad, en su mayor parte como asalariados 1.142.131. Por questos millones de personas (suponiendo que los anglosajones estn inmuniza-dos contra el virus del socialismo) no son socialistas en Norteamrica?

    Por lo tanto, podemos descartar el argumento de la pertenencia a una razadel conjunto de las explicaciones del asunto que aqu nos interesa. Ms bien,es la variopinta composicin de la poblacin norteamericana que tambindemuestra rasgos parecidos en su desarrollo lo que nos invita a buscar losfactores determinantes en la peculiaridad de la vida norteamericana; como yadije, en primer lugar en la organizacin de la vida poltica17.

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    17 Los desarrollos que siguen no pretenden ofrecer un nuevo enfoque sobre la situacin pol-tica en los Estados Unidos o, en particular, sobre los partidos del pas. Esta presentacin se basaen todo momento en un material que se encuentra en numerosos documentos. Mi nica contri-bucin es el punto de vista bajo el cual clasifico los hechos conocidos. Este punto de vista estdeterminado por la cuestin de la que parto. De la gran cantidad de literatura existente destacolas siguientes obras recientes, que deben servir para hacerse una idea general. El standard workdeJames BRYCE, The American Commonwealth, 2 vols., London, 1889 (reeditado desde entonces enmltiples ediciones), es la obra ms importante sobre la vida pblica de los Estados Unidos. Hayuna especie de seguimiento y ampliacin del libro de Bryce en la obra de M. O STROGORSKI,Democracy and the organisation of political parties. Translated from the french (2 vols., London,1902), para el que el mismo Bryce ha escrito una introduccin. El segundo tomo de esta impor-tante obra trata de Norteamrica. En ella se puede encontrar todo el material que puede desear

    un investigador para el estudio de los partidos norteamericanos (el volumen tiene 793 pp.). Enlo que se refiere a la tcnica de organizacin de lo partidos, no hay nada que aadir al libro deOstrogorski, si bien es cierto que no nos ofrece una historia de los partidos en los EE.UU. Estaest por hacer. La obra de James H. HOPKINS, A History of political parties in the United States.Being an account of the political parties since the foundation of the government; together with a con-sideration of the conditions atending their formation and development and with a reprint of the seve-ral party platforms, Nueva York, 1900, es a pesar de su ttulo rimbombante un libro insufi-ciente y meramente cronolgico exterior. El libro puede ser til, sin embargo, en primer lugar,por contener los programas de todos los partidos y, en segundo lugar, por sus completas estads-ticas electorales desde el comienzo de la democracia americana. Un libro inteligente y manejable

    es el de John Jay CHAPMANN, Government and Democracy, London, 1898 (editado en Norteam-rica con el ttulo Causes and Consecuences). La gran obra de HOLST, Verfassung und Demokratieder Vereinigten Staaten von amricahasta hoy 5 volmenes, Berln, 1873-1891, sirve demuy poco para los fines perseguidos en este estudio, ya que su presentacin llega de momentoslo hasta la Guerra Civil, dedicando, adems, muy poca atencin a los temas centrales de nues-tro trabajo. Est previsto que la tercera parte de esta gran obra los 5 tomos presentes no com-pletan ni la primera parte se dedique a la situacin poltica y social. Mientras tanto, el autorha publicado un breve resumen del derecho constitucional de los Estados Unidos en el Manualde Derecho Pblico de Marquardt. De la literatura francesa, que dedic siempre una especialatencin a los Estados Unidos desde la obra maestra de Tocqueville, pueden ser tiles entre lasnuevas publicaciones: la obra de Claudio JANET, publicada por primera vez en 1875 y revisada yampliada en 1893 por Walter Kmpfe, bajo el ttulo Die Vereinigten Staaten Nordamericas (!) inder Gegenwart. Sitten, Institutionen und Ideen seit dem Sezessionskriege, Freiburg i. Br. Hay quemanejar este libro con precaucin por las posiciones catlicas radicales de sus autores. La granobra de Auguste CARLIERS, La republique amricaine, Etas Unis: Institutions de lUnion. Institu-tions dEtat. Rgime municipal, systmes judiciaires, etc., 4 tomos, Pars, 1890, contiene un mate-rial muy rico.

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    II. LA MAQUINARIA POLITICA

    En la medida en la que la vida pblica se se hace cada vez ms compleja yen la que aumenta la democratizacin de la constitucin, en los Estadosmodernos es cada vez ms difcil representar las ideas polticas de otra maneraque no sea en el marco de una organizacin de partidos. Esto rige, natural-mente, como en ninguna comunidad en los Estados Unidos. Ya que son elnico Estado grande con una autntica constitucin democrtica y en el que lavida poltica se complica an ms por la organizacin en forma de un Estadofederado.

    Un Estado grande veinte veces mayor que el Imperio alemn conuna autntica constitucin democrtica, que significa lo siguiente: el derechode sufragio universal es ahora la regla en todos los Estados de la Unin. Las

    limitaciones existentes todava son pocas. Pero este derecho universal al votoda capacidad de elegir no slo como es el caso en los Estados europeos (conexcepcin de Suiza) las autoridades legislativas, sino tambin y esto es loespecial casi todos los funcionarios y jueces altos. Se elige por votacin a losfuncionarios ms altos del Estado, el gobernador (Governor), siendo el perodode duracin de su cargo de cuatro o de dos aos (dependiendo del Estado). Enla mayora de los Estados tambin se elige al teniente-gobernador, es decir, elsustituto del gobernador. Los jueces supremos tambin son elegidos en dos ter-ceras partes de los Estados por el pueblo y tambin para perodos breves en

    todos los Estados del Oeste y del Sur, Nueva York, Pennsylvania y Ohio. Elfuncionariado ms alto de la Unin y sus adjuntos son elegidos tambin poreleccin pblica.

    Adems de estas elecciones en el nivel de la Unin y de los Estados, hay laselecciones municipales y al parlamento de los condados, as como eleccio-nes para elegir diversos funcionarios de la administracin local, especialmentedel Mayor.

    De esta manera, un ciudadano con conciencia pblica puede pasar buena

    parte de su vida votando. Imaginemos todas las oportunidades de votar, porejemplo, en un Estado como Ohio. Hay que votar:

    1. Los cargos federales: una vez cada cuatro aos, el Presidente, y una vezcada dos aos, los miembros de la Cmara de los Representantes.

    2. Los cargos del Estado: una vez al ao y cada tres aos, los miembrosdel Board of Public Works18; los miembros del Tribunal Superior de Justicia,cada cinco aos; una vez cada dos aos: el Governor del Estado de Ohio; elteniente-Governor; el secretario del Estado; el secretario de Tesorera (tesore-

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    18 Los cargos (offices) especficamente norteamericanos (es decir, ingleses) los voy a utilizaren el original ingls, sin intentar la traduccin al alemn (que a menudo sera muy complicada).Para lo que se quiere demostrar aqu, es suficiente el conocimiento de la existencia de cada unade las categoras de funcionariado a votar.

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    ro); el fiscal general; los senadores del Estado (los miembros de la Cmara Altadel Estado de Ohio); los diputados del Estado de Ohio (para el parlamentofederal); una vez cada tres aos, el comisario estatal para la educacin; una vezcada cuatro aos, el Clerk del tribunal superior: el Auditor.

    3. Los cargos de los distritos: una vez cada dos aos, los jueces de los tri-bunales de mediana instancia, Circuit Judge y Judge of the Court of CommonPleas, por seis y cinco aos, respectivamente; una vez cada diez aos, losmiembros del Board of Equalization.

    4. Los cargos de los condados (County Offices): una vez al ao, losCounty Commissioners (por tres aos), y los Directores de los hospitales(Infimary Directors), por tres aos; una vez cada dos aos: Tesorero, Sheriff,Coroner; una vez cada tres aos: County Auditor, Recorder, Surveyor, Judge ofProbate, Clerk of Court of Common Pleas, Prosecuting Attorney.

    5. Los cargos municipales: una vez al ao, los miembros de la direccinde polica (Board of Police Commissioners) en la mayora de las ciudades, losmiembros de la administracin de la ayuda a los pobres y a los enfermos (portres aos), la direccin superior para las plantas de suministro de agua (Trusteeof Water Works) por tres aos; una vez cada dos aos: el alcalde (Mayor), elCity Clerk, el Auditor, el Tesorero, el Solicitor, el Police Judge (en ciudadesmayores), el Prosecuting Attorney of the Police Court (en ciudades mayores),el Clerk of Police Court (en ciudades mayores), el City Commissioner (en ciu-dades de segundo orden), el Marshall (no en las ciudades mayores), el Street

    Commissioner, el Civil Engineer, el Director de los Bomberos (Fire Surveyor)y, finalmente, el Superintendent of Markets. Los tres ltimos cargos puedenser elegidos por los concejales o pueden serlo por votacin pblica. Aparte deestos, toda la lista de los cargos mencionados tiene que ser elegida directamen-te por el pueblo! Aun prescindiendo de aquellos cargos que se encuentran sloen una de las grandes ciudades Cincinnati o Cleveland, del cmputo delas elecciones obtenemos el siguiente balance:

    7 elecciones se llevan a cabo anualmente21-26 cada 2 aos8 cada 3 aos2 cada 4 aos2 cada 5/10 aos

    Se llega a una media de 22 votaciones para cada ciudadano en el transcursode un ao. No suele pasar que se tenga que ir 22 diferentes veces a las urnas,sino que a menudo se realizan las votaciones para distintos cargos en un

    mismo da; sin embargo, un ciudadano tiene que elegir todos los aos 22hombres que considera cualificados para sus respectivos cargos.

    Slo queremos constatar que esta exigencia parece imposible de cumplirpara las capacidades del ciudadano normal. Teniendo en cuenta que gran partede las elecciones deben llevarse a cabo de manera uniforme para un territorio

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    bastante grande la mayora de los Estados norteamericanos son ms gran-des que Baviera, Baden y Wurtemberg juntos, llegando algunos a alcanzar eltamao del Reino de Prusia, incluso el del Reich Alemn, si se quiere evitarla confusin total, debe llegarse a un acuerdo acerca de los candidatos a nom-brar entre los ciudadanos de una ciudad, un condado, un Estado y, en caso deelecciones presidenciales, de toda la Unin. Vemos inmediatamente que elvotante simple no puede estar solo, sino que tiene que haber gente que ha con-vertido su profesin en ocuparse continuamente del problema de las eleccio-nes: sea para encontrar los candidatos aptos, sea para confeccionar las listas, seapara dar a conocer los candidatos elegidos, sea para llevar a cabo la eleccin delos candidatos nombrados.

    En los principios de la democracia norteamericana, cuando todava eranpocos los votantes y eran pocos los cargos a votar aproximadamente hasta el

    ao 1824, las mismas instituciones legales dirigan a la masa de los votantes.Estas formaban en su seno unos comits el Congressional Caucus y el Legis-lative Caucus que nombraban a los candidatos que se proponan al pueblopara las elecciones.

    A principios de la tercera dcada del siglo XIX la ola democrtica tambinalcanza esta funcin la direccin de la multitud de votantes y se demo-cratiza, es decir, se desplaza de arriba a abajo. En un principio hubo algunosdemagogos en Nueva York, ciudad cada vez ms grande y con su poblacinms variopinta, que intentaron hacerse con la maquinaria de las elecciones

    el nombre fundamental es el famoso Barn Burr y que organizaron con laayuda de un grupo de colaboradores la asociacin de los polticos profesiona-les, en cuyas manos est desde entonces el negocio de la poltica en los Esta-dos Unidos y cuyo dominio se asienta en el hecho de que la maquinaria de laselecciones se hace cada vez ms complicada y la gente honesta se retira cadavez ms de la participacin en la vida poltica.

    De hecho, el trabajo de los profesionales de la poltica lospoliticianses enorme. El mecanismo de las elecciones, tal como ha ido tomando forma

    poco a poco, es ms o menos as: en caso necesario, los activistas convocanunas reuniones de los votantes en cada distrito electoral correspondiente lasas llamadas Primaries. En stas se vota a unos delegados que luego se re-nen en las denominadas Conventions. En estas Conventions se llevan a cabo laselecciones de los candidatos. Una vez que se ha confeccionado la lista, seempieza a crear la atmsfera favorable, y el da de las elecciones se arrastra a lasurnas los Pollsa la multitud de votantes que slo entonces hace acto deaparicin. Ahora bien, tiene que haber tantas reuniones de Conventions, esdecir, reuniones de delegados, como mbitos de actuacin para los cargos a

    ocupar. Frecuentemente se puede nombrar todo una serie de candidatos enuna reunin de delegados; por ejemplo, en la State-Convention: Governor,Teniente-Governor, Secretario del Estado, Secretario de Tesorera, Fiscal Gene-ral, los miembros de la Corte Suprema (Supreme Court), etc. A menudo, sinembargo, los cargos a ocupar no coinciden, debiendo formarse entonces varias

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    reuniones de delegados distintas. De ah que normalmente la lista de las Con-ventions pueda ser muy larga. Hay una County Convention; una Ward Con-vention (una reunin de los distintos barrios en las ciudades ms grandes); unaCity Convention; una Convention para el distrito municipal (Legislative

    Assembly District Convention); una Convention para el distrito del Senado(Senatorial District), en la que se vota a los miembros de la Cmara Alta decada uno de los Estados; una para el distrito del Congreso (Congressional Dis-trict), en la que se vota a los miembros del Parlamento/Reichstag; una para eldistrito judicial (Judicial Convention) y, finalmente, la antes mencionadaState-Convention y (para las elecciones presidenciales) la National Conven-tion. Para una parte de las Conventions los miembros son elegidos directamen-te en las Primaries; en otras (State- y National-Convention) se eligen en lasConventions de segundo rango (los Legislative dDistricts-Conventions).

    Para que esta maquinaria pueda funcionar ms o menos bien, una canti-dad enorme de polticos profesionales bien organizada debe trabajar ininte-rrumpidamente. En cada distrito un grupo de trabajadores experimentados(los workers) est a disposicin de los autnticos instigadores (los wire pullers),que a su vez estn supervisados por los directores principales (los head wire

    pullers).Tan grande como la masa de personas tiene que ser la cantidad de recursos

    financieros para facilitar el buen funcionamiento de la maquinaria. Lossiguientes nmeros lo demuestran: Bryce (2, 142) valora los costes de las elec-

    ciones en Nueva York en un ao normal (o sea, en un ao sin elecciones pre-sidenciales) en 700.000 dlares, de los cuales 290.000 corren a cargo de la ciu-dad. La campaa para la eleccin del Mayor en Nueva York arroja las siguien-tes cifras de trabajo y dinero: Tammany (la organizacin del partido demcra-ta) convocaba 3.700 reuniones; los Fusionistas, sus adversarios, 4.000. Tam-many emplea unos 1.500 oradores; los adversarios, 2.500. Los gastos paraimpresos eran de 60.000 dlares entre los primeros, y de 10.000 dlares menosentre los segundos. Para desfiles y mtines con fines electorales ambos partidos

    se gastaron 25.000 dlares. En total, la campaa electoral le cost a Tammany900.000 dlares, y a los Fusionistas, 500.000 dlares19. Los gastos totales de lacampaa presidencial se estiman en 5 millones dlares. Estos, pues, son losgastos que tiene que hacer un partido que quiera defender sus ideas en Nor-teamrica. Son obvias las dificultades resultantes de esta situacin para la fun-dacin y el mantenimiento de un partido laborista, de una socialdemocracia,aunque slo se tratase del principio de su vida poltica. Adems de esto, hayque aadir que la maquinaria poltica est desde hace aos en manos de par-tidos bien acomodados. Por lo tanto, las dificultades para un partido nuevo

    son dobles, pues tiene que emprender la lucha con los viejos partidos bienasentados. Las especiales limitaciones resultantes de esta circunstancia para el

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    19 M. A. ELTWEED POMEROY, Why I do not join the Socialist Party, International SocialistReview, tomo II (1901/02), 647.

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    desarrollo de una organizacin de partido socialista autnomo merecen unaespecial consideracin.

    III. EL MONOPOLIO DE LOS DOS GRANDES PARTIDOS

    Desde el principio de la Repblica han dominado la vida pblica de losEstados Unidos dos grandes partidos de antigedad y fuerza casi idntica,cuyos nombres han ido cambiando: hasta los principios de los 1820 se llama-ban los Federalistas y los Republicanos (Republicanos democrticos); mstarde, Republicanos (nacionales) y, despus, Wighs y Demcratas; desde el ao1865, Republicanos y Demcratas. Voy a hablar ms en adelante sobre suscaractersticas, y entonces tambin intentar dar respuesta a la pregunta de por

    qu ha habido siempre exactamente dos partidos de relevancia en los EstadosUnidos. Aqu quisiera aclarar slo las razones que pueden explicar el monopo-lio de los dos partidos dominantes, es decir, las razones de la atraccin queejercen sobre los votantes.

    En primer lugar habr que demostrar que posean los suficientes recursoseconmicos para poder mantener funcionando la maquinaria electoral enorme,cuya complejidad hemos descrito en las pginas anteriores.

    Los recursos econmicos con los que trabajan los partidos en Norteamricatienen sus orgenes en tres fuentes diferentes:

    1. Igual que aqu, las contribuciones voluntarias de los miembros ricosdel partido y las suscripciones pblicas generales. Slo que en Norteamrica elcapital viendo ya unos xitos inmediatos est ms dispuesto a apoyar congrandes sumas a aquel partido del cual espera ms colaboracin. Eso tiene quever como veremos ms adelante con la naturaleza intrnseca de la organi-zacin del partido en los Estados Unidos. A veces es este y veces aquel otropartido, de los dos grandes, el que recibe sus subvenciones del mismo poder

    capitalista. Los grandes trustsfinancian las actividades de los partidos, pero laStandard Oil Company u otra gran sociedad va a dar su dinero al partidodemcrata en Nueva York y al partido republicano en Pennsylvania, en fun-cin del partido que gobierne el Estado o que lo gobernar en un futuro prxi-mo. Resumiendo: vemos que los grandes partidos son siempre capaces de obte-ner grandes sumas de dinero de los ricos del pas20.

    2. Los sueldos de los funcionarios en el desempeo de un cargo (assess-ments) garantizan a las organizaciones de los partidos la segunda va de obten-cin de los recursos econmicos necesarios. Se cobra un determindo porcentaje

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    20 Se trata de unos importes elevados. Por ejemplo, en Nueva York tenan su sede, a media-dos de los aos noventa del siglo XIX, 2.100 corporaciones con un capital social de 2 millonesde dlares. La mayora est sometida al partido gobernante y pagan sus precios de paz, que enalgunos casos ascienden hasta los 50.000 dlares. Vase Joseph BISHOP, The Price of the Peace,en la revistaThe Century, tomo 48.

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    del sueldo que se destina a fines del partido. Bryce (2, 112) calcula para fina-les de los aos 1880 el sueldo anual de los funcionarios municipales en Nueva

    York en unos 11 millones de dlares, y los sueldos de los 2.500 funcionariosfederales que deben gravar al pertenecer al mismo partido, en 2.500.000.Cobrand