20-I-2011 · Su lema era Totus Tuus, ya fuera para el bien de la Iglesia, o para el del hombre que...

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Documentos Decreto de beatificación de Juan Pablo II 34 20-I-2011 «Él decide sobre mi vida»

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Decreto de beatificación de Juan Pablo II

3420-I-2011

«Él decide sobre mi vida»

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

La proclamación por la Iglesia deun santo o un Beato es fruto de launión de varios aspectos relativos

a una persona concreta. Primero, es unacto que dice algo importante en la vidade la misma Iglesia. Está ligado a un cul-to, por ejemplo, a la memoria de la per-sona, a su pleno reconocimiento en laconciencia de la comunidad eclesial, delpaís, o de la Iglesia universal en distin-tos países, continentes y culturas. Otroaspecto es la conciencia de que la eleva-ción a los altares será un importante sig-no de la hondura de la fe, de la difusiónde la fe en el itinerario vital de esta per-sona, y que este signo se convertirá enuna invitación, un estímulo para todosnosotros hacia una vida cristiana inclu-so más profunda y plena. Finalmente,la condición sine qua non es la santidadde la vida de la persona, verificada enlos precisos y formales procedimientoscanónicos. Todo ello proporciona el ma-

terial para la decisión del sucesor de Pe-dro, del Papa, con vistas a la proclama-ción de un Beato o un santo, del cultoen el contexto de la comunidad eclesialy de su liturgia.

El pontificado de Juan Pablo II fueun elocuente y claro signo, no sólo paralos católicos, sino para la opinión públi-ca mundial, para personas de todos loscolores y credos. La reacción mundial asu estilo de vida, al desarrollo de su mi-sión apostólica, al modo como soportósu sufrimiento, la decisión de continuarsu misión petrina hasta el final comoquerida por la divina Providencia, y, fi-nalmente, la reacción a su muerte, la po-pularidad de la aclamación: «¡Santo,ya!», que algunos hicieron el día de sufuneral, todo ello es base sólida en la ex-periencia de haberse encontrado con lapersona que era el Papa. Los fieles sintie-ron, experimentaron que era un hombrede Dios, que realmente ve los pasos con-

cretos y los mecanismos del mundocontemporáneo en Dios, en la perspecti-va de Dios, con los ojos de un místicoque alza los ojos sólo a Dios. Fue clara-mente un hombre de oración: tanto esasí que, sólo en la dinámica de uniónpersonal con Dios, de la escucha per-manente a lo que Dios quiere decir enuna situación concreta, fluía la enteraactividad del Papa Juan Pablo II. Quie-nes estuvieron más cercanos a él pudie-ron ver que, antes de sus entrevistas consus visitantes, ya fueran jefes de Esta-do, altos dignatarios de la Iglesia o sen-cillos ciudadanos, Juan Pablo II se re-cogía en oración por las intenciones delos visitantes y de la reunión a celebrar.

1.- Aportación de Karol Wojtylaal Concilio Vaticano II

Tras el Vaticano II, durante los ponti-ficados de Pablo VI y Juan Pablo II, el

Monseñor KarolWojtyla, arzobispo

de Cracovia, en el Concilio

Vaticano II

Beatificación: señal de hondura de fe e invitación a una vida cristiana plena

Deseo confiarmetotalmente al Señor

El pasado viernes 14 de enero, la Congregación vaticana de las Causas de los Santos hizo público el Decretode beatificación del Papa Juan Pablo II, que tendrá lugar el día 1 de mayo próximo, Domingo II de Pascua,

fiesta de la Divina Misericordia. Ofrecemos en estas páginas el texto íntegro:

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Decreto de beatificación de Juan Pablo II

da está privada de sentido si no se le re-vela el amor, si no se encuentra con elamor, si no lo experimenta y lo hace pro-pio, si no participa en él vivamente. Poresto, precisamente, Cristo redentor, co-mo se ha dicho anteriormente, revela ple-namente el hombre al mismo hombre. (...)El hombre vuelve a encontrar la gran-deza, la dignidad y el valor propios desu humanidad. En el misterio de la Re-dención, el hombre es confirmado y, encierto modo, es nuevamente creado. (...)El hombre que quiere comprendersehasta el fondo a sí mismo –no solamen-te según criterios y medidas del propioser inmediatos, parciales, a veces super-ficiales e incluso aparentes– debe, consu inquietud, incertidumbre e inclusocon su debilidad y pecaminosidad, consu vida y con su muerte, acercarse aCristo. Debe, por decirlo así, entrar enÉl con todo su ser, debe apropiarse y asi-milar toda la realidad de la Encarnacióny la Redención para encontrarse a sí mis-mo» (n. 10).

«Esta unión de Cristo con el hombrees, en sí misma, un misterio, del que na-ce el hombre nuevo, llamado a participaren la vida de Dios, creado nuevamenteen Cristo, en la plenitud de la gracia y laverdad. (...) Ésta es la fuerza que trans-forma interiormente al hombre, comoprincipio de una vida nueva que no sedesvanece y no pasa, sino que dura has-ta la vida eterna. Esta vida prometida ydada a cada hombre por el Padre en Je-sucristo (...) es, de algún modo, cumpli-

miento del destino que desde la eterni-dad Dios le ha preparado. Este destinodivino se hace camino, por encima de to-dos los enigmas, incógnitas, tortuosida-des, curvas del destino humano en elmundo temporal. En efecto, si todo estolleva, aun con toda la riqueza de la vidatemporal, por inevitable necesidad a lafrontera de la muerte y a la meta de ladestrucción del cuerpo humano, Cristose nos aparece más allá de esta meta: Yosoy la resurrección y la vida; el que cree enmí... no morirá para siempre» (n. 18).

2.- Totus Tuus, confianza en MaríaMadre de Dios

La vida de Juan Pablo II se dedicó to-talmente al servicio del Señor, por inter-cesión de su Madre. Su lema era TotusTuus, ya fuera para el bien de la Iglesia,o para el del hombre que es «el caminode la Iglesia» (Redemptor hominis, 14).Ésta es la razón de ser de los Viajes apos-tólicos internacionales, los encuentrosdiarios con la gente, con los responsa-bles de comunidades eclesiales, con car-denales y obispos, con los cabezas deotras Iglesias y comunidades cristianas,los líderes de otras religiones y con loslaicos. Esto es también verdad en los do-cumentos escritos por el Papa, las rela-ciones diplomáticas de la Sante Sede conlos Estados y organizaciones internacio-nales. La profunda convicción del valordel Vaticano II –no sólo sobre la necesi-dad, sino también sobre la posibilidad,

modo de presentación, y entonces deautopresentación del papado, ha sidocompletamente expresivo. Con motivodel 25 aniversario del pontificado deJuan Pablo II, el Ministerio de AsuntosExteriores italiano publicó, en 2004, unlibro titulado Id por todo el mundo. Gian-carlo Zizola, vaticanista reconocido, su-brayó que «el papado haconquistado su ciudadaníaen el reino de la visibilidadpública, saliendo del lugarde marginación del cultoadonde había sido relegadopor decreto de la sociedadsecular, en nombre de unavisión militante del princi-pio liberal de separación deIglesia y Estado» (p.17). Unhistoriador alemán, el jesui-ta Klaus Schatz, hablandode Pablo VI y de Juan PabloII, subrayó el significado depapado itinerante –por tanto,en conformidad con el Va-ticano II–, más en modo deun movimiento misioneroque como un polo estáticode unidad. Schatz se refierea la manera de interpretar la misión pa-pal como una llamada a «confirmar enla fe a los hermanos» (Lc 22, 32), en unmodo ligado a la autoridad estructural,pero con un fuerte toque espiritual y ca-rismático, en relación con la credibili-dad personal y arraigada en el mismoDios.

Detengámonos un momento a con-siderar el Vaticano II. El joven arzobis-po de Cracovia fue uno de los padresconciliares más activos. Hizo una apor-tación significativa al Esquema XIII, queluego devendría en la Constitución pas-toral del Concilio Gaudium et spes, so-bre la Iglesia en el mundo contemporá-neo, y la Constitución dogmática Lu-men gentium. Gracias a sus estudios en elextranjero, el obispo Wojtyla tenía unaexperiencia concreta de evangelizacióny de la misión de la Iglesia, en Europaoccidental o en otros continentes, perosobre todo del ateísmo totalitario en Po-lonia y en otros países del bloque so-viético. Llevó toda esta experiencia alos debates conciliares, ciertamente nocomo conversaciones de salón, muy cor-teses pero vacías de contenido. Aquí ha-bía un esfuerzo sustancial y decisivopor insertar el dinamismo del Evange-lio en el entusiasmo conciliar, arraigadoen la convicción de que el cristianismoes capaz de dar un alma al desarrollo dela modernidad y a la realidad del mun-do social y cultural.

Todo esto sería utilizado en prepa-rar las futuras responsabilidades del su-cesor de Pedro. Como Juan Pablo II di-jo, él ya tenía en mente su primera encí-clica, Redemptor hominis, y la trajo a Ro-ma desde Cracovia. Todo lo que teníaque hacer en Roma era redactar todasestas ideas. En su encíclica, hay una am-plia invitación a la Humanidad a redes-cubrir la realidad de la redención enCristo: «El hombre (...) permanece parasí mismo un ser incomprensible, su vi-

El obispo Wojtylatenía experienciade evangelizaciónen Europaoccidental o enotros continentes,pero sobre todo delateísmo totalitarioen el Este europeo.Llevó toda estaexperiencia a losdebates conciliares

Mosaico de la Virgenante la plaza

de San Pedro,desde la elecciónde Juan Pablo II,

con el lemade su pontificado

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para la Iglesia, de ofrecer el Evangeliode Cristo y construir sobre él la expe-riencia de la Iglesia como una inspira-ción vibrante y energética de la visióny mecanismos del mundo moderno– fuesiempre convicción del Papa.

En 1989, cayó el muro de Berlín, pero,a nivel internacional, se podía sentir lafuerza destructiva de los mecanismoscomerciales y de los intereses privadoseconómicos e ideológicos, incluso mu-chos de ellos anónimos, que traían in-justicia y marginación a todos los pue-blos –incluso a ciertos grupos socialesen los países desarrollados–, y en espe-cial se podía percibir que la vida huma-na había sido devaluada. En muchosViajes apostólicos internacionales a losvarios continentes, el Papa proclamó elEvangelio de Cristo y la preocupaciónde la Iglesia. Escribió de modo más sis-temático las encíclicas Laborem exercens,Sollicitudo rei socialis, Centesimus annus; ytambién Evangelium vitae, Veritatis splen-dor, Fides et ratio; y las encíclicas que te-nían que ver directamente con la vida yel apostolado de la Iglesia, como Domi-num et vivificantem, Redemptoris missio,Ut unum sint, Ecclesia de Eucharistia.

3.- La guerra de Iraqy la paz ofensiva

A menudo, como en el caso de los es-fuerzos realizados para evitar la guerraentre los Estados Unidos e Iraq, existe

una auténtica paz ofensiva, no sólo parasalvar la vida de las personas, tambiénpara frenar el crecimiento del odio y lasdementes ideas sobre el enfrentamientoentre las civilizaciones, o sobre el nuevofenómeno del terrorismo a gran escala.De ahí el discurso de Año Nuevo antelos Cuerpos Diplomáticos acreditadosen la Santa Sede, también elinolvidable febrero de 2002,en el que el Papa mantuvoencuentros con diplomáti-cos de primera categoría, J.Fischer (7 de febrero); TarekAziz (14 de febrero), KofiAnan (18 de febrero), TonyBlair (22 de febrero), JoseMaría Aznar y el enviado deSeyyed Mohammed Khata-mi, Presidente de la Repú-blica Islámica de Irán (27 defebrero); y finalmente, debi-do a la insostenible situaciónhumana, la decisión demandar al cardenal Etche-garay en misión especial aBagdad (15 de febrero), y alcardenal Pío Laghi a Was-hington (del 3 al 9 de mar-zo). El febrero del Papa con-cluyó con el encuentro delcardenal J.L. Tauran con los74 embajadores y diplomáticos del mun-do entero; el Secretario por las Relacio-nes con los Estados, el ministro de Asun-tos Exteriores del Papa, el cardenal Tau-

ran, hizo un llamamiento para evitar laguerra, y les recordó todo lo que el Papahabía dicho en su paz ofensiva.

4.- Año 2000 Jubileo:una realidad históricapara recordar la venidade Jesús de Nazaret

La entonces actual tarea de Juan Pa-blo II se centró en la pastoral y vida de laIglesia: las visitas ad Limina de los obis-pos de todo el mundo, las audiencias delos miércoles y los encuentros de los do-mingos con los fieles, para el Ángelus,las Visitas pastorales a las parroquias deRoma. Todo fue hecho y recordado parapromover la proclamación de Cristo, pa-ra acercar a nuestros conocimientos SuPersona, y «las palabras pronunciadaspor Cristo en el momento de despedirsede los Apóstoles expresan el misterio dela historia del hombre, de cada uno y detodos, el misterio de la historia de la Hu-manidad. El Bautismo en el nombre delPadre y del Hijo y del Espíritu Santo esuna inmersión en el Dios vivo, en el quees, que era y que viene. El Bautismo es elcomienzo del encuentro, de la unidad,de la comunión, para el que toda la vidaterrena es solamente un prólogo y unaintroducción; el cumplimiento y la ple-nitud pertenecen a la eternidad. Pasa lafigura de este mundo. Debemos, por con-siguiente, encontrarnos en el mundo deDios, para alcanzar el fin, para llegar a laplenitud de la vida y de la vocación delhombre» (Cracovia, 10 de junio de 1979).

«Ésta fue, en efecto, una inquietudde Juan Pablo II: señalar con claridadque nuestra mirada se dirige hacia elCristo que viene, por supuesto El quevino, pero mucho más aún El que ven-drá, y que, en esta perspectiva, vivimosla fe en orientación hacia el futuro. Esoimplica que estamos realmente en con-diciones de presentar el mensaje de lafe en una nueva manera, desde la pers-pectiva del Cristo que viene» (Benedic-to XVI, Luz del mundo).

El gran Jubileo de la Redención, enel año 2000, no fue para Juan Pablo IIun pretexto para la acción pastoral, sinoque, ante todo, fue una realidad histó-rica que recuerda la venida de Jesús deNazaret y todo lo que este acontecimien-to histórico ha traído consigo, a saber,la Redención, el testimonio del amor deDios en la Cruz y en la Resurrección, lavida de la Iglesia primitiva, el caminode salvación realizado por el Salvador,por el que ha introducido a su Iglesiacomo un signo e instrumento de unidadinterna con Dios, así como de la familiahumana. El gran Jubileo del año 2000nos trae de la Tierra Santa, tierra de Je-sús, y de Roma, lugar del apostoladodel sucesor de Pedro, el vínculo de au-tenticidad del mensaje y de la unidadde la comunidad eclesial. El mensaje hasido reformulado en las Cartas Tertio mi-llennio adveniente y Novo millennio ineun-te. Pero para el Papa lo que más impor-taba era el agradecimiento personal yde la Iglesia entera a nuestro Señor Je-sús, y el encuentro en la fe con el que Él

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

Para el Papa lo quemás importaba erael agradecimientopersonal yde la Iglesia enteraa nuestro SeñorJesucristo,y el encuentroen la fe con el queÉl nos ha amadohasta el final

Juan Pablo II, tras abrirla Puerta Santa

de la Basílica vaticana,inaugura el gran Jubileo

del año 2000

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generación ha llegado, con nuevos pro-blemas. La generación de finales de lossesenta, con sus propias peculiaridades,vino y se fue. Incluso la siguiente gene-ración, más pragmática, ha envejecido.Hoy en día, hay que preguntarse: «¿Có-mo podemos hacer frente a un mundoque se pone en peligro, y en el que elprogreso se convierte en un peligro? ¿No

deberíamos empezar todo denuevo desde Dios?» (Luz delmundo). Así que BenedictoXVI hace un llamamiento «aque pueda surgir una nuevageneración de católicos, per-sonas renovadas interior-mente, que se comprometanen la política sin ningún com-plejo de inferioridad» (unaidea muchas veces repetidapor el Papa, por ejemplo, enel Mensaje para la 46ª Sema-na Social de los católicos ita-lianos, 12 de octubre de 2010).Él sigue pidiendo una nuevageneración de buenos inte-lectuales y científicos, aten-tos al hecho de que «unaperspectiva científica se vuel-ve peligrosa si ignora la di-mensión religiosa y ética dela vida, de la misma maneraque la religión se convierteen limitada si rechaza la legí-

tima contribución de la ciencia a nuestracomprensión del mundo» (Londres,Saint Mary's College, 17 de septiembrede 2010); el Papa pide una «nueva ge-neración de laicos cristianos comprome-tidos, capaces de buscar, con rigor ycompetencia moral, soluciones de de-sarrollo sostenible» (7 de septiembre de2008).

6.- La sencillez de la oraciónde Juan Pablo II

Cuando recordamos lo que Juan Pa-blo II llevó a cabo, los grandes eventos semezclan con el recuerdo de momentossencillos de oración, que fueron unafuente de asombro incluso para sus co-laboradores. Voy a mencionar sólo dos,procedentes de dos diferentes períodosde su vida [n. de la r.: es el testimoniodel padre Andzrej, capellán universita-rio en Lublin). En los años setenta, yoera capellán de los estudiantes de la Uni-versidad Católica de Lublín. Al iniciodel año académico, el entonces carde-nal de Cracovia vino para participar enla Eucaristía en la iglesia de la univer-sidad, en la inauguración oficial del gransalón, y en el almuerzo. Después de eso,el cardenal estaba listo para regresar aCracovia. El Rector de la Universidad, elpadre Krapiec, lo acompañó hasta el co-che, pero se detuvo a charlar con otroinvitado, tanto que llegaron tarde al co-che. Pero he aquí que ¡el cardenal habíadesaparecido! Los diez segundos que es-peraron les parecieron diez siglos. ElRector, acostumbrado a tener todo bajocontrol, no sabía dónde podía haber idoel cardenal. Me preguntó: «¿Dónde estáWojtyla? ¡El cardenal ha desaparecido!¿Dónde está?» Con una leve sonrisa bur-lona, me tomé un tiempo antes de res-ponderle, sólo para tomarle el pelo unpoco. Entonces le dije: «Probablementeha ido a la iglesia». Allí fuimos, y, efecti-vamente, encontramos al cardenal, arro-dillado en oración delante del Vía Crucis.

El otro recuerdo fue en 1999, durantesu séptimo Viaje apostólico a Polonia.Duró 13 días, con 22 paradas en el pro-grama, desde el norte hacia el sur del

nos ha amado hasta el final, que nos hasalvado y sigue siendo un signo tan ne-cesario en un mundo que se está vol-viendo cada vez más sordo, mientrastrata de organizar su vida como si Diosno existiese, errando sin identidad y sinsentido.

5.- Atención a la Juventudy el significado de las JMJ

Juan Pablo II acostumbraba a anali-zar los resultados de sus Viajes apostó-licos al extranjero con sus colaborado-res, para identificar lo que se había he-cho bien, y prever cambios para los Via-jes sucesivos. Tras el Viaje a Polonia en1991, el Papa se dio cuenta de que, du-rante la Misa en Varsovia, en las zonasmás alejadas, los jóvenes iban y venían,bebían cerveza o coca-cola, y volvían.«No era como en los Viajes anteriores–dijo–, ha habido un cambio en la men-talidad de la sociedad. No vale la penafijarnos en los primeros puestos. Los VIPestán siempre sentados de la misma ma-nera, pero los márgenes son importantesy merecen nuestra atención». Es impor-tante fijarnos en que el Papa no usabala palabra multitud: él siempre veía yprestaba atención a la gente. Era muyatento al papel de los laicos en la viday misión de la Iglesia. Es muy significa-tivo que, cuando todavía era capellánde la Universidad de Cracovia, aprove-chara un breve período de deshielo políti-co en 1957 para organizar –en colabora-ción con el arzobispo de Wroclaw, Bo-leslaw Kominek– un simposio en la ciu-dad para más de 100 estudiantesuniversitarios de toda Polonia (¡por pri-mera vez desde hacía décadas!), precisa-mente sobre el tema El papel de los laicosen la Iglesia (¡y esto fue años antes delConcilio Vaticano II!) Más tarde, duran-te las vacaciones de verano, organizabaEjercicios espirituales en la sede de lasHermanas Ursulinas de la Unión Roma-na, de Bado Slaskie, para un grupo unpoco más pequeño de participantes delsimposio de Wroclaw, precisamente pa-ra promover la formación de los laicos.

Con la creación de las Jornadas Mun-diales de la Juventud, el Papa dio suapoyo a diversas formas de actividadde los laicos en la vida y misión de laIglesia, allanando así el camino a inicia-tivas muy significativas, algunos añosmás tarde, durante el pontificado de Be-nedicto XVI: la celebración, en septiem-bre de 2010 en Corea, de un importanteCongreso de laicos católicos de Asia, lasreuniones de los obispos africanos quecada vez alientan más a los laicos a ocu-par cargos de responsabilidad en los sec-tores de la evangelización, la actividadsocial y en ámbito educativo de la Igle-sia, la significativa presencia de laicoscatólicos en la Misión Continental deAmérica Latina.

Al revisar su pontificado, BenedictoXVI hace una observación de los cam-bios generacionales a escala mundial, yllega a la misma conclusión que su pre-decesor, a saber, que «los tiempos hancambiado». Mientras tanto, una nueva

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

Con la creaciónde las JMJ, el Papadio su apoyoa diversas formasde actividadde los laicosen la vida y misiónde la Iglesia,allanando asíel caminoa iniciativasmuy significativas

Juan Pablo II,en Tor Vergata (Roma),durante la JornadaMundial de la Juventuddel año 2000

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país. Un programa mucho más allá delas capacidades físicas del Papa. Uno deesos días, tenía que celebrarse –segúnel programa– la bendición del santua-rio de Lichen, la Eucaristía en Byd-goszcz, a continuación una reunión conla gente de la universidad, la liturgia delSagrado Corazón, en relación con labeatificación del padre Frelichowski enotra ciudad, en Torun, y después volvera Lichen para la noche. ¡Un día de lomás ocupado! Así que, después de la ce-na, la comitiva papal se fue a la camainmediatamente. Pero el Papa se encerrósolo en la capilla por un largo, muy lar-go momento de oración. Quedábamossólo tres de nosotros: monseñor Chra-pek, encargado de la planificación de laVisita para el episcopado, yo mismo, co-mo asistente, y el famoso Camillo Cibin,jefe de la seguridad del Vaticano. Porfin, el Papa salió de la capilla para ir a sudormitorio. Cibin me dijo: «PadreAndzrej, tráigame una silla. Pero unaque sea dura, de madera, no un sofá,dos tazas de café, café fuerte, y una man-zana». Todo ello para ayudarle a esperartoda la noche en la puerta de la habita-ción del Papa, que no se había cerradodel todo, para determinar si el Papa –nosólo cansado, sino también de edadavanzada– respiraba con normalidad osi tenía alguna necesidad de ayuda. Lasantidad personal del Papa era algo queestaba más allá y por encima de la esti-ma de que gozaba entre sus colabora-dores más cercanos, y esto era muy sig-nificativo.

7.- El testamento de Juan Pablo II

Juan Pablo II era consciente del he-cho de que estamos viviendo momen-tos muy difíciles de la Historia, que elsucesor de Pedro tenía el deber de con-firmar en la fe, pero era igualmenteconsciente de que el aspecto más impor-tante fue el de confiar en Dios. El testa-mento que él escribió en 1979, y que mo-

dificaba todos los años, durante los Ejer-cicios espirituales, nos da un poderosotestimonio de ello. Del 24 de febrero al 1de marzo, escribió: «24.II - 1.III.1980.Durante estos Ejercicios espirituales hereflexionado sobre la verdad del sacer-docio de Cristo ante el paso que supone,para cada uno de nosotros, la hora denuestra muerte. Para nosotros, partir deeste mundo, para renacer en el siguien-te, el mundo futuro, signo elocuente(añadía la palabra decisivo sobre ella) es laresurrección de Cristo. (...) Los tiemposque vivimos se han conver-tido en indeciblemente difí-ciles y preocupantes. La vidade la Iglesia también se havuelto difícil y tensa, unaprueba característica de es-tos tiempos, para los fieles ylos pastores. En algunos paí-ses (como uno sobre el queleí durante los Ejercicios es-pirituales), la Iglesia se en-cuentra en un momento depersecución igual al de losprimeros siglos, tal vez más,teniendo en cuenta el gradode crueldad y de odio. San-guis martyrum - semen chris-tianorum (sangre de los márti-res, semilla de cristianos). Porotra parte, tantas personasinocentes han desaparecido,incluso en este país en el quevivimos… Una vez más, de-seo confiarme totalmente a lagracia del Señor. Él decidirácuándo y cómo debo termi-nar mi vida terrena y mi ministerio pas-toral. En la vida y en la muerte TotusTuus, mediante la Inmaculada. Aceptan-do ya esta muerte, espero que Cristo medé la gracia de este último pasaje, es de-cir, (mi) Pascua. Yo también espero quela haga útil para esta causa más impor-tante a la que trato de servir: la salva-ción de los seres humanos, la protecciónde la familia humana, en todas las na-

ciones y entre todos los pueblos (entreellos me refiero, en particular, a mi pro-pio país natal), útil para aquellos que,de una manera especial, se me han con-fiado, en la Iglesia, para gloria del propioDios».

El 5 de marzo de 1982, añadió: «Elatentado contra mi vida, el 13.V.1981,ha confirmado, en cierto modo, la exac-titud de las palabras escritas durante losEjercicios espirituales de 1980 (24.II -1.III). Siento aún más profundamenteque estoy totalmente en las Manos deDios, y permanezco continuamente adisposición de mi Señor, encomendán-dome a Él en Su Inmaculada Madre (To-tus Tuus)».

Posteriormente, el 17 de marzo delAño Jubilar 2000, número 3: «Como ca-da año, durante los Ejercicios espiritua-les, leo mi testamento del 6.III.1979. Sigomanteniendo las disposiciones conteni-das en él. Lo que se ha añadido, en esemomento y durante los siguientes Ejer-cicios espirituales, constituye un refle-jo de la situación general difícil y tensaque ha marcado los años ochenta. Desdeel otoño de 1989, esta situación ha cam-biado. La última década del siglo pasa-do estuvo libre de las tensiones anterio-res; esto no significa que no hubiera nue-vos problemas o dificultades. De mane-ra especial, que la Divina Providenciasea alabada por ello, el período llama-do guerra fría ha terminado sin un vio-lento conflicto nuclear, una amenazaque pesaba sobre el mundo durante elperíodo anterior» (palabras subrayadaspor el propio Papa).

8.- Un aspecto esencial del nuevoBeato: Dios es el fundamentode todos nuestros esfuerzos

Éste es de nuevo un aspecto esencial,si se quiere entender más profundamen-te la personalidad del nuevo Beato parala Iglesia, Karol Wojtyla - Juan Pablo II.El fundamento de todos los esfuerzos

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

«Una vez más,deseo confiarmetotalmentea la graciadel Señor.Él decidirácuándo y cómodebo terminarmi vida terrenay mi ministeriopastoral»

Multitud de fielescongregados en la Plaza

de San Pedro, el día 3de abril de 2005,

Domingo de la DivinaMisericordia,

junto a su bien visibleimagen, en el funeral

por Juan Pablo II.A la derecha, facsímil

de su Testamento

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9.- Confiar el mundoa la Divina Misericordia

Más tarde, el Papa tomó algunas me-didas para finalizar el proceso de bea-tificación de sor Faustina Kowalska, yla canonización (2000). Toda la comuni-dad eclesial fue llevada a sentir la cer-canía de esa persona tan íntimamentevinculada con el mensaje de la Miseri-cordia, lo que facilitó el desarrollo deeste tema para Juan Pablo II, mostrandola realidad de la Divina Misericordia enlos muchos contextos alrededor delmundo, en los diversos continentes de laHumanidad hoy.

Por último, en agosto de 2002, en La-giewniki, donde sor Faustina vivió ymurió, Juan Pablo II confió el mundo ala Divina Misericordia, a la confianza

ilimitada en Dios, el Misericordioso, aAquel que ha sido no sólo una fuentede inspiración, sino también de la fuer-za de su servicio como sucesor de Pe-dro:

«Es el Espíritu Santo, Consolador yEspíritu de verdad, quien nos conducepor los caminos de la Misericordia di-vina. Él, convenciendo al mundo en loreferente al pecado, en lo referente a la justi-cia y en lo referente al juicio (Jn 16, 8), almismo tiempo revela la plenitud de lasalvación en Cristo. Este convencer enlo referente al pecado tiene lugar en unadoble relación con la cruz de Cristo. Por unaparte, el Espíritu Santo nos permite reco-nocer, mediante la cruz de Cristo, el pe-cado, todo pecado, en toda la dimensióndel mal, que encierra y esconde en sí. Porotra, el Espíritu Santo nos permite ver,siempre mediante la cruz de Cristo, elpecado a la luz del mysterium pietatis, esdecir, del amor misericordioso e indulgen-te de Dios (cf. Dominum et vivificantem,32). Y así, el convencer en lo referente alpecado, se transforma al mismo tiempoen un convencer de que el pecado puedeser perdonado y el hombre puede corres-ponder de nuevo a la dignidad de hijopredilecto de Dios. En efecto, la cruz esla inclinación más profunda de la Divini-dad hacia el hombre (...). La cruz es comoun toque del amor eterno sobre las heridasmás dolorosas de la existencia terrena delhombre (Dives in misericordia, 8). La pie-dra angular de este santuario, tomadadel monte Calvario, en cierto modo de labase de la cruz en la que Jesucristo ven-ció el pecado y la muerte, recordarásiempre esta verdad. (…) ¡Cuánta nece-sidad de la misericordia de Dios tieneel mundo de hoy! En todos los continen-tes, desde lo más profundo del sufri-miento humano, parece elevarse la in-vocación de la misericordia. Donde rei-nan el odio y la sed de venganza, dondela guerra causa el dolor y la muerte delos inocentes, se necesita la gracia de lamisericordia para calmar las mentes ylos corazones, y hacer que brote la paz.Donde no se respeta la vida y la digni-dad del hombre, se necesita el amor mi-sericordioso de Dios, a cuya luz se ma-nifiesta el inexpresable valor de todo serhumano. Se necesita la misericordia pa-ra hacer que toda injusticia en el mundotermine en el resplandor de la verdad.Por eso hoy, en este santuario, quieroconsagrar solemnemente el mundo a la Mi-sericordia divina. Lo hago con el deseoardiente de que el mensaje del amor mi-sericordioso de Dios, proclamado aquí através de santa Faustina, llegue a todoslos habitantes de la tierra y llene su cora-zón de esperanza. Que este mensaje sedifunda desde este lugar a toda nues-tra amada patria y al mundo. Ojalá secumpla la firme promesa del Señor Je-sús: de aquí debe salir la chispa que prepa-rará al mundo para su última venida» (Ho-milía en Lagiewniki, 17 de agosto de2002).

Así, los últimos meses en la vida delPapa Juan Pablo II, marcados por el su-frimiento, llevaron su pontificado a sucumplimiento.

de nuestra vida está en Dios. Estamosrodeados por el amor divino, por los re-sultados de la Redención y la Salvación.Pero hay que ayudar a que se arraigueprofundamente en Dios mismo, debe-mos hacer todo lo posible para que secreen actitudes personales y socialesarraigadas en la realidad de Dios. Estorequiere paciencia, tiempo y la capaci-dad de verlo todo a través de los ojos deDios.

La última y breve peregrinación delPapa Juan Pablo II a Polonia, más con-cretamente a su patria chica, a Cracovia,Wadovice y al Camino de la Cruz (deKalwaria Zebrzydowska), mostró unadeterminación, pero también una agu-deza espiritual «en el proceso de madu-ración en el tiempo» para que toda laHumanidad, especialmente la comuni-dad eclesial y cristiana, pudiese com-prender mejor algunos de los aspectosfundamentales de la fe. Desde el co-mienzo de su pontificado, en 1978, JuanPablo II hablaba a menudo en sus ho-milías de la misericordia de Dios. Éstase convirtió en el tema de su segundaencíclica, Dives in misericordia, en 1980.Era consciente de que la cultura moder-na y su lenguaje no tienen un lugar pa-ra la misericordia, tratándola como al-go extraño, sino que tratan de inscribir-lo todo en las categorías de la justicia y laley. Pero esto no es suficiente, porqueno es en absoluto la realidad de Dios.

Decreto de beatificación de Juan Pablo II

Donde reinan el odio y la sed de venganza,donde la guerra causa el dolor y la muertede los inocentes... Donde no se respetala vida y la dignidad del hombre,se necesita el amor misericordioso de Dios,a cuya luz se manifiesta el inexpresablevalor de todo ser humano

Juan Pablo II, en el actode petición de perdón(Cuaresma, año 2000),en la Basílica vaticana,ante el Crucificado quese venera en la iglesiaromana de San Marcelo

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