“ASPECTOS BIOLÓGICOS DEL MANEJO DEL CHOPONTIL, … Maestria... · VERÓNICA ERNESTINA ......

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“ASPECTOS BIOLÓGICOS DEL MANEJO DEL CHOPONTIL, Claudius angustatus (TESTUDINES: STAUROTYPIDAE)” TESIS QUE PRESENTA LA BIOL. VERÓNICA ERNESTINA ESPEJEL GONZÁLEZ PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRA EN CIENCIAS EN MANEJO DE FAUNA SILVESTRE Xalapa, Veracruz; México 2004

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“ASPECTOS BIOLÓGICOS DEL MANEJO DEL

CHOPONTIL, Claudius angustatus

(TESTUDINES: STAUROTYPIDAE)”

TESIS QUE PRESENTA LA BIOL. VERÓNICA ERNESTINA

ESPEJEL GONZÁLEZ PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRA EN CIENCIAS EN

MANEJO DE FAUNA SILVESTRE Xalapa, Veracruz; México 2004

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“ASPECTOS BIOLÓGICOS DEL MANEJO DEL

CHOPONTIL, Claudius angustatus

(TESTUDINES: STAUROTYPIDAE)”

TESIS QUE PRESENTA LA BIOL. VERÓNICA ERNESTINA

ESPEJEL GONZÁLEZ PARA OBTENER EL GRADO DE

MAESTRA EN CIENCIAS EN

MANEJO DE FAUNA SILVESTRE Xalapa, Veracruz; México 2004

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Agradecemos el apoyo del U. S. Fish & Wildlife Service ya que este programa apoya y

contribuye a la implementación de la Convención del Hemisferio Occidental (1940) y la

Convención sobre los Humedales (Ramsar 1971) en América Latina y el Caribe. La Maestría en

Ciencias (Manejo de Fauna Silvestre) forma parte de la Alianza Latinoamericana de Capacitación

en Manejo de Vida Silvestre.

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AGRADECIMIENTOS

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) por la beca concedida para realizar mis estudios de posgrado en el periodo de 1999-2001. Al Instituto de Ecología A. C. por el apoyo que me fue brindado para la realización de la maestría y del presente trabajo; así como por los conocimientos y la formación académica ganadas a lo largo del posgrado. Al Sistema Regional de Investigación del Golfo (SIGOLFO-CONACYT) por apoyar al proyecto: Manejo sostenible del chopontil (Claudius angustatus) y su viabilidad para la producción en granjas (Clave: 99-06-002-V), que fue donde realice el trabajo de campo de la tesis. Al Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, A. C. por apoyar al proyecto: Fortalecimiento del programa de conservación y uso sustentable de la tortuga dulceacuícola Claudius angustatus (Clave: A-2-00/019), que fue por el cual pude continuar y reforzar la realización de la tesis. Al M. en C. Gustavo Aguirre, director de mi tesis, por su invaluable apoyo y paciencia en la realización del presente trabajo. A todos los integrantes del Comité Tutorial y Jurado por sus importantes sugerencias y observaciones proporcionadas para el mejoramiento de la tesis. Al Ing. Basilio Sánchez por permitirme utilizar las instalaciones de la Unidad de Ecosistemas Acuícolas “SAGARO” para realizar los experimentos de incubación. Al Dr. Vinicio Sosa por su valiosa asesoria en los análisis estadísticos de los datos de incubación. Al Dr. Guillermo Ángeles por las facilidades otorgadas durante la primera fase del estudio, al permitirnos la utilización de su laboratorio en el análisis de las unas de tortuga para ver anillos de crecimiento. A todos los compañeros del equipo que se formó en estos dos proyectos: Erasmo, Marco, Nora, Otto, Brian, Moisés y Nilza, gracias a ellos por su gran esfuerzo y empeño en el trabajo de campo. A todos los amigos y compañeros por todos los gratos momentos y su apoyo para seguir adelante. A mi familia que auque este lejos en distancia siempre están presentes en mi pensamiento. Y en forma especial, gracias a Hugo por su confianza y cariño.

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CONTENIDO

RESUMEN............................................................................................................................ 9 1. INTRODUCCIÓN............................................................................................................. 10 2. ANTECEDENTES............................................................................................................ 11 2.1. Descripción de Claudius angustatus.................................................................. 11 2.1.1. Descripción morfológica...................................................................... 11 2.1.2. Distribución geográfica........................................................................ 12 2.1.3. Estudios taxonómicos.......................................................................... 13 2.1.4. Historia natural.................................................................................... 14 3. OBJETIVOS...................................................................................................................... 15 3.1. Objetivo general.................................................................................................. 15 3.2. Objetivos particulares......................................................................................... 15 4. ÁREA DE ESTUDIO........................................................................................................ 15 5. METODOLOGÍA.............................................................................................................. 17 5.1. Captura y recaptura............................................................................................. 17 5.2. Estructura y tamaño de la población................................................................... 19 5.2.1. Estructura de la población.................................................................... 19 5.2.2. Tamaño de la población....................................................................... 20 5.3. Relación entre el tamaño corporal y la edad....................................................... 21 5.4. Evaluación de la madurez sexual........................................................................ 22 5.5. Incubación........................................................................................................... 22 6. RESULTADOS................................................................................................................. 24 6.1. Captura y recaptura............................................................................................. 24 6.2. Estructura y tamaño de la población................................................................... 25 6.2.1. Estructura de la población.................................................................... 25 6.2.2. Tamaño de la población....................................................................... 27 6.3. Relación entre el tamaño corporal y la edad....................................................... 29 6.4. Evaluación de la madurez sexual........................................................................ 32 6.5. Incubación........................................................................................................... 35 7. DISCUSIÓN...................................................................................................................... 41 7.1. Captura y recaptura............................................................................................. 41 7.2. Estructura y tamaño de la población................................................................... 43 7.2.1. Estructura de la población.................................................................... 43 7.2.2. Tamaño de la población........................................................................ 44 7.3. Relación entre el tamaño corporal y la edad....................................................... 45 7.4. Evaluación de la madurez sexual........................................................................ 46 7.5. Incubación........................................................................................................... 48 8. CONCLUSIONES............................................................................................................. 53 9. RECOMENDACIONES DE MANEJO............................................................................ 54 LITERATURA CITADA...................................................................................................... 57

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ÍNDICE DE FIGURAS

Figura 1. Distribución geográfica de C. angustatus............................................................. 13 Figura 2. Mapa de localización de los sitios de estudio....................................................... 16 Figura 3. Ambiente inundado con dominancia de vegetación flotante en la localidad de El Jobo, municipio de Alvarado, Ver......................................... 17 Figura 4. Ambiente de selva baja inundable, en la localidad de El Jobo, municipio de Alvarado, Ver............................................................................... 18 Figura 5. Trampa tipo nasa sin carnada................................................................................ 18 Figura 6. Distribución de las trampas en el área de estudio de “El Jobo”, municipio de Alvarado, Ver................................................................................ 19 Figura 7. Características secundarias de hembras y machos: diferencias en el tamaño de la cola y en la longitud de caparazón.......................................................... 20 Figura 8. Distribución de frecuencias de clases de tamaño (10 mm) en la población de Claudius angustatus de El Jobo (jóvenes de sexo indeterminado, machos y hembras).............................................................................. 26 Figura 9. Distribución de frecuencia de tallas de hembras y machos de C. angustatus................................................................................................... 27 Figura 10. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC) de juveniles de Claudius angustatus.................................... 30 Figura 11. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC) en hembras de Claudius angustatus........................................ 30 Figura 12. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC) en machos de Claudius angustatus........................................................ 31 Figura 13. Patrón de crecimiento de hembras de Claudius angustatus en la población de El Jobo, usando el modelo de von Bertalanffy....................................... 34 Figura 14. Patrón de crecimiento de machos de Claudius angustatus en la población de El Jobo, usando el modelo de von Bertalanffy....................................... 35 Figura 15. Relación entre el tamaño de nidada y la LC de hembras silvestres de Claudius angustatus.......................................................................... 36 Figura 16. Porcentaje de huevos de Claudius angustatus eclosionado entre 78 y 191 días de incubación, a intervalos de 10 días, en relación con los tratamientos de estrés hídrico aplicados..................................................... 39 Figura 17. Temperatura de incubación (ºC) en periodos de 30 días desde la fecha de la primera puesta (16 oct-00) hasta la ultima eclosión (16 junio-01)........................................................................................................... 40 Figura 18. Trayectorias ontogénicas con escenarios de desarrollo basados en zonas de desarrollo optimo (ZDO), oviposicion, diapausa embrionaria (DE), estivacion embrionaria(EE), morfogénesis (M), primera eclosión (E 1) y segunda eclosión (E 2)................................... 51

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ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro 1. Porcentaje de capturas de Claudius angustatus en los dos ambientes muestreados.......................................................................................................................... 25 Cuadro 2. Tamaño corporal (longitud de caparazón en mm) de Claudius angustatus........................................................................................................ 25 Cuadro 3. Resumen de las pruebas de bondad de ajuste del programa RELEASE para el supuesto de igual probabilidad de captura entre individuos en los periodos de muestreo................................................................................ 28 Cuadro 4. Estimación de la talla de población con el modelo de Jolly-Seber...................... 29 Cuadro 5. Registro de individuos de Claudius angustatus que acumularon 1 anillo de crecimiento en un año aproximadamente........................................................................ 32 Cuadro 6. Hembras cautivas con evidencia de reproducción con base en la presencia de folículos en diferentes tamaños............................................................... 33 Cuadro 7. Valores estimados de los parámetros en los modelos de crecimiento von Bertalanffy y Logístico, aplicados a datos de LC y edad de Claudius angustatus............................................................................................. 34 Cuadro 8. Distribución de los huevos de Claudius angustatus en cada tratamiento............................................................................................................................ 36 Cuadro 9. Relación entre la LC de las hembras según el origen y el tamaño y peso de los huevos................................................................................................................................... 37 Cuadro 10. Promedios e intervalo de la duración (días) delos periodos de incubación por tratamiento............................................................................................................................ 37 Cuadro 11. Proporción de huevos eclosionados por tratamiento entre 78 y 127 días de incubación................................................................................................. 38 Cuadro 12. Proporción de eclosiones en cada tratamiento y por origen de los huevos........................................................................................................................ 40 Cuadro 13. Resultados del análisis de devianza de las proporciones de eclosiones............................................................................................................................. 41

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RESUMEN

La tortuga dulceacuícola Claudius angustatus está enlistada como especie en peligro de extinción

en la NOM-059-SEMARNAT-2001, debido a los efectos negativos de diversas actividades

humanas sobre sus poblaciones y su hábitat. Este estudio se desarrolló en la cuenca baja del Río

Papaloapan al sur del Estado de Veracruz. En una extensión de 17 ha de zonas inundadas se

realizó la captura de tortugas para la evaluación del tamaño y estructura de la población, edad y

talla de madurez sexual. Se capturaron 254 tortugas y se estimó un tamaño promedio de la

población de 286 individuos con el modelo de Jolly-Seber. Los machos midieron en promedio

100.8 mm (n =120) y las hembras 91.6 mm (n =110) de longitud de caparazón. La estimación de

la edad de madurez sexual se obtuvo por el conteo de anillos de crecimiento del caparazón y el

ajuste a modelos no lineales de crecimiento y fue de 4 a 5 años en las hembras y de 5 años en los

machos; el 50% de las hembras y el 70% de los machos fueron sexualmente maduros. En una

Unidad de Producción Acuícola, se realizó un experimento de incubación ex-situ, probando tres

tratamientos de estrés hídrico al inicio de la incubación como estímulo para desactivar la

diapausa embrionaria que presentan los huevos de esta especie. Se obtuvo un 49.4% de éxito de

eclosión en promedio y el periodo de incubación varió de 78 a 191 días y no hubo diferencias

entre los tratamientos. La diapausa embrionaria se rompió en el 67% de los huevos que

eclosionaron. Este estudio aporta bases para el manejo y la conservación de C. angustatus por

medio del conocimiento de algunos parámetros de la estructura de una población silvestre y de la

exploración ex situ de los patrones de incubación de los huevos de esta especie.

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1. INTRODUCCIÓN

Las tortugas dulceacuícolas representan el 60% de las 270 especies de tortugas que hay en el

mundo (Klemens 2000). En las últimas décadas, estos quelonios han sido amenazados por

diversas actividades humanas que alteran su hábitat y sus poblaciones. Entre estas actividades se

pueden mencionar la contaminación, fragmentación del hábitat, cambios en el uso del suelo y la

colecta para uso y consumo humano. Particular importancia adquiere el comercio de vida

silvestre para la utilización como alimento, mascotas o en la medicina tradicional, ya que dicha

actividad afecta a individuos adultos, jóvenes y huevos. Por ejemplo, en Estados Unidos se

estimó que en la década de los años 80 se colectaron de 25,000 a 30,000 tortugas silvestres para

el consumo como alimento, y para el comercio de mascotas importan anualmente por lo menos

30,000 tortugas silvestres (Throbjarnarson et al. 2000). Todas estas actividades se llevan a cabo a

pesar de que muchas especies de tortugas tienen estatus de amenazadas o vulnerables, o bien,

están ya en peligro de extinción.

El deterioro de los humedales de agua dulce en México, es un proceso acelerado debido al

incremento en las tasas de deforestación, relleno, drenado y contaminación (Cervantes 1998). La

explotación intensiva de las tortugas en nuestro país y la acelerada alteración del hábitat que

ocupan hacen necesario proponer, desarrollar y actualizar planes de manejo basados en la

investigación científica sobre la biología y ecología de estos organismos. En este sentido, la

legislación ambiental mexicana brinda un contexto que potencialmente propicia alternativas

productivas dentro de la Ley de Vida Silvestre (SEMARNAT-2000).

En el país se distribuyen 35 especies de tortugas de agua dulce (Smith y Smith 1979,

Berry et al. 1997, Seidel 2002, Serb et al. 2001, Flores-Villela 1993) que en su mayoría están

consideradas en alguna categoría de riesgo. En el Estado de Veracruz existen 11 especies de

tortugas de agua dulce, de las cuales, la mayoría se encuentran en el sureste del estado,

principalmente en la Cuenca del Río Papaloapan. En esta región ocurren las especies Kinosternon

acutum, K. leucostomun, Chelydra rossignoni, Staurotypus triporcatus, Trachemys venusta

venusta, Dermatemys mawi y Claudius angustatus.

El chopontil (C. angustatus) es una de las varias especies de tortugas de agua dulce

consideradas en la categoría de peligro de extinción (P) de acuerdo con la Norma Oficial

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Mexicana NOM-059-SEMARNAT 2001 (SEMARNAT 2002), y está considerada como especie

sujeta a veda para su aprovechamiento por el Comité Consultivo Nacional de Normalización de

Pesca Responsable (Comité Consultivo Nacional de Normalización de Pesca Responsable 1993.

NOM-009-PESC-1993). La Lista Roja de Animales Amenazados de la Unión Internacional para

la Conservación de la Naturaleza (IUCN-2002) considera a esta tortuga en la categoría de riesgo

menor-casi amenazada (LRnt), es decir que está cerca de ser considerada en la categoría de

vulnerable y de enfrentar un alto riesgo de extinción en el mediano plazo.

La extracción de esta tortuga por el hombre ha disminuido considerablemente las

poblaciones de las regiones de Coatzacoalcos y Minatitlán en Veracruz, y Villahermosa en

Tabasco (Vogt 1997a). En la región de Lerdo de Tejada, Veracruz, se ha estimado que la

extracción de chopontiles para consumo humano es del orden de los 4,000 a 5,000 individuos por

año (Espejel et al. 1998). Esta actividad se realiza a pesar de que las leyes ambientales

reglamentan su aprovechamiento; sin embargo, no existe una vigilancia efectiva que evite la

extracción ilegal en poblaciones silvestres, por lo que el consumo de esta tortuga sigue llevándose

a cabo en grandes cantidades.

El consumo del chopontil es una práctica común entre los pobladores locales en el sureste

de México, por lo que, además de leyes que regulen su explotación, se hacen necesarias

alternativas de manejo que permitan el uso racional de esta especie. Para lograr lo anterior, se

requiere generar información adicional sobre su biología y ecología. El presente estudio

contribuye a este conocimiento por medio de la evaluación de la estructura poblacional, de las

relaciones entre la madurez sexual y la edad, y del periodo de incubación de los huevos de C.

angustatus.

2. ANTECEDENTES

2.1.Descripción de Claudius angustatus

2.1.1.Descripción morfológica

El chopontil (C. angustatus), también conocida como, taimán o joloque, es una pequeña tortuga

dulceacuícola que pertenece a la familia Staurotypidae (Testudines) (King y Burk 1989).

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Los machos del chopontil son más grandes que las hembras, llegan a medir 165 mm de

longitud de caparazón y las hembras 150 mm, pesan hasta 600 y 350 g respectivamente. La

cabeza de los machos es proporcionalmente más grande que la de las hembras, la cola de los

machos también es más larga y gruesa y presentan parches de escamas tuberculadas en las patas

traseras. El caparazón es delgado y tiene tres quillas que son más marcadas en los jóvenes que en

los adultos, el color varía desde café amarillento o café oscuro hasta negro en algunos individuos

y en las crías es negro o café oscuro. El plastron es pequeño en forma de cruz y su color es

amarillo claro o blanco. La coloración de la piel en la parte ventral varia de amarillo crema, gris o

café, y dorsalmente es gris a café o negro. La cabeza presenta en los lados una coloración

amarilla y el hocico tiene un pico curvado con un par de “dientes” maxilares en el borde superior.

Tiene papilas en ambos lados del cuello y un par de barbelas en el mentón. (Smith y Smith 1979,

Iverson y Berry 1980, Álvarez del Toro 1982 y Vogt 1997a).

2.1.2. Distribución geográfica

El chopontil se distribuye en las zonas de baja elevación (raramente arriba de los 300 msnm)

desde la parte central de Veracruz y norte de Oaxaca, a través de la base de la Península de

Yucatán, sur de Campeche, norte de Guatemala y Belice (Smith y Smith 1979, Iverson y Berry

1980, Lee 1996) (Figura 1).

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Figura 1. Distribución geográfica de C. angustatus en México y Centro América (Smith y Smith

1979, Iverson y Berry 1980, Lee 1996).

2.1.3. Estudios taxonómicos

Esta tortuga ha sido reconocida como especie válida desde que fue descrita con el nombre de C.

angustatus por Cope (1865) dentro de la familia Kinosternidae. La historia nomenclatural de la

especie ha sido revisada por Smith y Smith (1979), Iverson y Berry (1980), y Bour y Dubois

(1984) quienes situaron a esta especie dentro de la subfamilia Staurotypinae. Bickham y Carr

(1983) propusieron elevar la subfamilia Staurotypinae a familia, comprendiendo los géneros

Claudius y Staurotypus, con base en las diferencias cromosómicas entre las subfamilias

Staurotypinae y Kinosterninae. Sin embargo, los estudios morfológicos de Gaffney y Meylan

(1988) y Meylan y Gaffney (1989) no apoyan este arreglo taxonómico. King y Burke(1989) y

Flores-Villela (1993) reconocen a la familia Staurotypidae con base en los criterios de Bickham y

Carr (1983).

Los estudios filogenéticos de la familia Kinosternidae basados en caracteres estructurales,

funcionales y conductuales (Bramble et al. 1984), relaciones electroforéticas (Seidel et al. 1986),

caracteres morfológicos (Iverson 1991) y diferencias en las secuencias de ADNmt ( Iverson

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1998), reconocen la divergencia de los Staurotypinae del resto de los Kinosterninae, aunque en

todos estos estudios se mantiene el arreglo taxonómico al nivel de subfamilia. En este trabajo se

reconoce a C. angustatus perteneciente a la familia Staurotypidae de acuerdo con los criterios de

Bickham y Carr (1983) y Seidel et al. (1986).

2.1.4. Historia natural

El chopontil vive en el fondo de los pantanos u orillas en lagos de aguas bajas temporales o

permanentes. El patrón de actividad de esta especie está influenciado por la alternancia de las

épocas de lluvias y de sequía. En la época de sequía los chopontiles estivan, es decir se entierran

en el pantano seco, aproximadamente desde marzo hasta que las lluvias de verano empiezan a

inundar de nuevo los pantanos (Flores-Villela y Zug 1995, Morales Verdeja y Vogt 1997). Al

emerger del letargo estival los machos comienzan la espermatogénesis y las hembras la

vitelogénesis. Las hembras ovipositan y entierran sus huevos fuera del agua desde octubre hasta

marzo teniendo un pico de anidación en noviembre, ponen de 2 a 3 nidadas en la temporada, con

1 a 6 huevos cada una (Flores-Villela y Zug 1995).

Las crías o neonatos miden en promedio 27.4 mm de longitud de caparazón (22.1-31.7

mm) y pesan 4.2 g en promedio (2.5-5.5 g). El periodo de incubación en condiciones controladas

dura entre 95 y 229 días (Vogt y Flores-Villela 1992). La diapausa embrionaria y la estivación

embrionaria son la causa de que esta especie presente un periodo de incubación variable y

prolongado (Vogt y Flores-Villela 1986, 1992).

Los chopontiles se alimentan principalmente de crustáceos como el camarón prieto

(Procambarus sp.), moluscos, diversos insectos acuáticos y sus larvas, así como de una

proporción muy reducida de vegetación (Vogt 1997a).

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3. OBJETIVOS

3.1. Objetivo general

Aportar bases para el manejo y conservación de C. angustatus por medio del conocimiento del

tamaño y estructura de una población silvestre y de la evaluación del periodo de incubación.

3.2. Objetivos particulares:

3.2.1 Determinar el tamaño y la estructura de una población silvestre de C. angustatus

por medio de un estudio de captura-recaptura.

3.2.2. Determinar la relación de la talla de los organismos y la edad con el alcance de la

madurez sexual.

3.2.3. Por medio de un diseño experimental ex-situ evaluar el efecto del estrés hídrico

sobre el periodo de incubación así como en el éxito de eclosión de C. angustatus.

3.2.4. Con base en la información generada formular recomendaciones para el manejo de

C. angustatus en poblaciones silvestres y en cautiverio.

4. ÁREA DE ESTUDIO

Este estudio se realizó en dos sitios:

1) En un predio de 17 ha de potreros inundables en la localidad de El Jobo, Municipio de

Alvarado, Veracruz. Este sitio está influenciado por el Río San Agustín, tributario del Río

Papaloapan. Se ubica entre los 18° 39´45” y 18° 40´15” N y los 95° 34´15” y 95° 34’ 45” W

(Figura 2). La altitud es de 30 msnm. El clima es cálido-húmedo con lluvias en verano. La

temperatura media anual oscila entre los 22 y 26° C y la precipitación anual es de 1500 a 2000

mm. Los tipos de vegetación en el área corresponden a vegetación flotante y selva baja inundable

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(Lot-Helgueras et al. 1993). Entre la vegetación flotante destacan las hidrófitas Pistia stratiotes

(lechuga de agua), Eichhornia crassipes (lirio acuático), Nymphoides falax (ninfa) y Salvinia

auriculata (lenteja de agua). En los parches de selva baja inundable dominan especies arbustivas

y arbóreas de los géneros Inga, Randia, Ipomea, Senna, Acacia, Dalbergia y Pithecellobium.

2) En las instalaciones de la Unidad de Ecosistemas Acuícolas “SAGARO” S. A. de C.

V., ubicada en La Florida, Municipio de Ángel R. Cabada, Veracruz a 15 Km. al este del primer

sitio (Figura2).

Figura 2. Mapa de localización de los sitios de estudio: 1) zona de estudio “El Jobo”, Municipio

de Alvarado Ver., 2) Ecosistemas acuícola “SAGARO” La Florida, Municipio de Angel. R. Cabada, Ver.

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5. METODOLOGÍA

5.1 Captura y recaptura

El muestreo se efectuó en los dos ambientes caracterizados por la vegetación dominante en el

área: zonas con vegetación flotante y parches de selva baja inundable (Figuras 3 y 4). La captura

de tortugas se realizó en los meses de agosto, septiembre, octubre y noviembre de 2000, y enero,

marzo, agosto y septiembre del 2001 en la localidad de El Jobo. Las sesiones de trampeo duraron

cinco días de cada mes y se utilizaron de 24 a 32 trampas tipo nasa sin carnada (Vogt 1980)

(Figura 5), con doble cono de 50 cm de diámetro red de desvío de 10 m de largo con luz de malla

de 3 cm. Se colocaron grupos de 4 a 6 trampas, dependiendo de las condiciones de inundación en

el área de estudio, en una superficie de 17 ha aproximadamente (Figura 5). Las tortugas fueron

liberadas en el mismo sitio de captura inmediatamente después de la toma de datos.

Figura 3. Ambiente inundado con dominancia de vegetación

flotante en la localidad de El Jobo, Municipio de Alvarado, Ver.

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Figura 4. Ambiente de selva baja inundable,

en la localidad de El Jobo, Municipio de Alvarado, Ver.

Figura 5. Trampa tipo nasa sin carnada.

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Figura 6. Distribución de las trampas en el área de estudio de “El Jobo”, Municipio de Alvarado, Ver. Los grupos en forma de X están compuestos por 4 trampas y los de forma Y con 3 trampas.

5.2 Estructura y tamaño de la población

5.2.1 Estructura de la población

La estructura de la población se analizó con base en la distribución de frecuencias de clases de

tamaño (longitud del caparazón a intervalos de 10 mm) de los individuos capturados. Cada

individuo capturado se pesó (g), se midió la longitud recta del caparazón en mm (LC) y se marcó

mediante el corte de muescas en los escudos marginales del caparazón de acuerdo con un código

de numeración establecido (Cagle 1939, Plummer 1979). El sexo de los individuos se determinó

con base en características sexuales secundarias como son el tamaño y grosor de la cola, el

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tamaño proporcional de la cabeza y la presencia o ausencia de parches de escamas tuberculadas

en las patas traseras (Smith y Smith 1979, Vogt 1997a) (Figura 6).

Figura 7. Características secundarias de hembras y machos: diferencias en el tamaño

de la cola y en la longitud del caparazón (Aguirre et al. 2002).

5.2.2 Tamaño de la población

Los datos de marca-recaptura fueron obtenidos durante un periodo que abarcó 14 meses,

suficientes para considerar que la población estuvo abierta a la natalidad / inmigración y a la

mortalidad / emigración (Langtimm et al. 1996, Nichols 1992). Para estimar el tamaño de la

población se utilizó el modelo general de Jolly-Seber (Jolly 1965) con probabilidades variables

de supervivencia y de captura.

Antes de aplicar este modelo se evaluó que los datos cumplieran los supuestos: (1) cada

individuo marcado presente en la población inmediatamente después de la muestra i tiene la

misma probabilidad de sobrevivencia (φi) hasta el siguiente muestreo (i + 1), (2) cada individuo

en la población tiene la misma probabilidad de captura (P i) en el momento de la muestra i, (3) las

marcas no se pierden ni son pasadas por alto, (4) todos los muestreos son instantáneos y cada

liberación se hace inmediatamente después del muestreo.

20

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La validez de los supuestos 1 y 2 se examinó por medio de las pruebas de bondad de

ajuste del programa RELEASE (Burnham et al. 1987). Se probó la igualdad de la probabilidad de

captura y de sobrevivencia en tres grupos de individuos que se consideraron sujetos a diferentes

regímenes de mortalidad o patrones de actividad (machos adultos, hembras adultas e inmaduros).

Las diferencias en las historias totales de captura y de sobrevivencia entre los tres grupos se

evaluaron con la PRUEBA 1, con lo cual se estima la probabilidad de sobrevivencia y captura

entre los grupos. La igualdad de probabilidad de captura para cada grupo y para los tres grupos

combinados se evaluó con la PRUEBA 2 y la PRUEBA 3. La PRUEBA 2 detecta diferencias en

la probabilidad de captura dentro de historias de captura individuales debido a alguna respuesta a

la captura (dependencia a las trampas: Pradel 1993). La PRUEBA 3 detecta diferencias en la

probabilidad de captura entre individuos debido a historias de captura previas (el caso de los

transeúntes, atrapados una vez y nunca recapturados: Burnham et al. 1987, Paradis et al. 1993).

El supuesto 3 se cumplió porque las marcas utilizadas permitieron identificar a las

tortugas de manera permanente y precisa. El supuesto 4 se cumplió con el método de captura

empleado.

5.3 Relación entre el tamaño corporal y la edad

La edad de las tortugas en la población se determinó por medio del conteo de anillos de

crecimiento en los escudos vertebrales del caparazón. Estos anillos corresponden a capas

epidérmicas formadas durante los periodos de crecimiento continuo, cuya acumulación se

interrumpe al entrar las tortugas en letargo (Sexton 1959), reanudándose después de un periodo

de hibernación, estivación o fuertes precipitaciones (Berry 2003, Legler 1960, Moll y Legler

1971).

Se distinguió entre anillos completos y falsos anillos anuales del segundo escudo vertebral

de acuerdo con los criterios desarrollados en estudios previos de anillos de crecimiento de

quelonios (Legler 1960, Landers et al. 1982, Germano y Bury 1998). Se consideró que los anillos

representaban acumulación anual si formaban un surco diferenciado relativamente profundo y

continuo en todos sus lados. El conteo de anillos fue hecho por tres observadores a partir de

diapositivas de 35 mm en color de los caparazones.

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Para probar el supuesto de que las tortugas acumulan en promedio un anillo anualmente, y

que por lo tanto el número de anillos acumulados refleja la edad en años, se cuantificaron los

anillos en una muestra de individuos de diversos tamaños que fueron recapturados después de

aproximadamente un año entre una temporada de actividad y la siguiente.

Por medio de análisis de regresión simple se determinó la relación entre el tamaño

corporal y la edad en años representada por el número de anillos de crecimiento acumulados en el

segundo y tercero escudos vertebrales. Este análisis incluyó desde neonatos hasta adultos.

5.4 Evaluación de la madurez sexual

Las hembras silvestres sexualmente maduras se reconocieron por la presencia de huevos en

oviducto detectados por medio de palpación inguinal externa. Estos criterios se utilizaron

también en hembras cautivas. Adicionalmente se midieron los folículos y cuerpos lúteos en una

muestra de hembras muertas en cautiverio en la unidad de ecosistemas acuícolas SAGARO.

Los machos silvestres sexualmente maduros se reconocieron por la presencia de las

características sexuales secundarias descritas en el apartado 2.1.1.

Para evaluar las evidencias de madurez sexual en el contexto de la edad y el tamaño

corporal se construyeron curvas de crecimiento somático de machos y hembras a partir de la LC

en función de la edad (equivalente al número de anillos de crecimiento) por medio de los

modelos no lineales von Bertalanffy y logístico, utilizando el programa Fishparm (Praeger et al.

1989), los tamaños de LC menores a la talla de madurez se utilizaron en los ajustes para ambos

sexos. Con estos modelos se estimaron los parámetros de tamaño asintótico y de tasa intrínseca

de crecimiento. Se utilizaron los datos de individuos que fueron sexados por caracteres sexuales

secundarios y los de individuos inmaduros de sexo indeterminado, de modo que la muestra de

individuos sexualmente inmaduros es la misma para las curvas de crecimiento de los dos sexos

(Lovich et al. 1990).

5.5. Incubación

22

Por medio de palpación inguinal externa se detectaron huevos en hembras silvestres y cautivas de

C. angustatus. Las hembras cautivas fueron capturadas de los estanques de “SAGARO” donde se

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encontraban en una proporción sexual de 4:1, hembras: macho. Para obtener las nidadas se indujo

la oviposición inyectándoles oxitocina en una dosis de 10 U.I /Kg de peso corporal (Ewert y

Legler 1978). Este procedimiento se practicó durante la duración del periodo de nidificación de

octubre de 2000 a enero de 2001.

Los huevos se pesaron (g), se midieron en longitud y ancho (mm), y fueron numerados.

Se colocaron dentro de contenedores de plástico cerrados de 20 cm de diámetro con sustrato

húmedo en proporción 1:2 (peso de vermiculita: peso de agua), equivalente a un potencial hídrico

aproximado de -180 kPa (Hewavisenthi y Parmenter 2001). Estos contenedores fueron pesados

mensualmente durante la incubación y las pérdidas por evaporación se compensaron con la

adición de agua para mantener el potencial hídrico en el sustrato. La incubación se realizó en un

cuarto de 1.7 x 2.3 m x 2.5 m de altura construido con material aislante, en donde se mantuvo una

temperatura promedio de 28.7 ˚C ± 1.8 (intervalo 24-33˚C). La fluctuación de la temperatura en

periodos consecutivos de 30 días se analizó mediante un ANOVA de una vía y las diferencias

entre periodos se probaron con el método de Dunn de comparación múltiple.

Cada nidada obtenida fue distribuida en tratamientos experimentales, procurando

homogeneizar el número de huevos para cada uno. Esta distribución se hizo en cuatro grupos

para probar el efecto de diferentes periodos sin humedad en el sustrato desde el inicio de la

incubación como factor de desactivación de la diapausa embrionaria en esta especie: grupo 1

(testigo), mantenido siempre en substrato húmedo; grupo 2, mantenido durante los primeros 5

días en substrato seco y el resto del tiempo de incubación en substrato húmedo; grupo 3,

mantenido durante los primeros 10 días en substrato seco y el resto del tiempo de incubación en

substrato húmedo; grupo 4, mantenido durante los primeros 20 días en substrato seco y el resto

del tiempo de incubación en substrato húmedo.

El periodo de incubación se definió como el tiempo transcurrido desde la puesta del huevo

hasta la eclosión (Ewert 1985). Las diferencias del efecto de los tratamientos en la duración del

periodo de incubación se exploraron con el análisis de varianza no paramétrico de Kruskal-

Wallis.

La asociación entre la frecuencia de la duración de los periodos de incubación y el

tratamiento se probó con un modelo de regresión logística tomando como variable dependiente la

duración del periodo de incubación.

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El éxito de eclosión por tratamientos se analizó en relación con el origen de los huevos

(de hembras silvestres o cautivas) por medio de la generación de un modelo lineal.

Para probar la asociación entre el origen de los huevos y el tratamiento al que fueron

sometidos, en el éxito de eclosión de los huevos se ajustaron modelos de regresión logística

tomando como variable dependiente la proporción de eclosiones en cada tratamiento y para cada

origen, con error binomial y función liga logit [ln (P /1-P)].

En el análisis de regresión logística se probaron secuencialmente tres modelos lineales. El

primero consistió solamente en la proporción de eclosión de los huevos, en el segundo se

adicionó el efecto del tratamiento; y en el tercero se adicionó el efecto del origen de los huevos.

La bondad del ajuste, y por lo tanto la significancia del adicionar otro tratamiento, se

midió mediante la función de devianza, que se distribuye asintóticamente como una chi cuadrada

con ∆.g.l. (cambio en los grados de libertad al comparar dos modelos alternativos) (Crawley

1993).

Los análisis se realizaron con el programa S-PLUS 2000 (S-PLUS 1999). Los resultados

se indican como media ± 1 desviación estándar seguido del intervalo entre paréntesis, a una P

≤0.05.

6. RESULTADOS

6.1. Captura y recaptura

Se capturaron 254 tortugas (110 hembras, 120 machos, y 24 jóvenes de sexo indeterminado), de

las cuales se recapturaron el 32.3 % (n = 82). El porcentaje más alto de capturas (29%), fue en

noviembre y el más bajo en septiembre (5.1%).

Los periodos durante los cuales se realizaron las capturas abarcaron desde el inicio de un

ciclo de actividad hasta el inicio del siguiente ciclo de los chopontiles, con una temporada de

estivación entre estos dos ciclos.

Durante los meses de abril a julio las tortugas permanecieron en estivación por lo que no

se capturaron organismos en ese tiempo. El mayor porcentaje de captura de hembras, machos y

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jóvenes se efectuó en ambientes de áreas inundadas con vegetación flotante en comparación con

las áreas de selva baja inundable (Cuadro 1).

Cuadro 1. Porcentaje de capturas de Claudius angustatus en los dos ambientes muestreados. AMBIENTE % Hembras %Machos % Jóvenes

Área inundada con vegetación flotante 98.1 94.2 99.9 Área de selva baja inundable 1.9 5.8 0.1

En el área de estudio hubo cuatro especies más de tortugas capturadas en las mismas

trampas que los chopontiles. En los ambientes de áreas inundadas con vegetación flotante fue

común encontrar a Kinosternon leucostomum leucostomum (chachagua), y jóvenes de

Staurotypus triporcatus (tres lomos) y de Trachemys venusta venusta (tortuga pinta). En sitios de

selva baja inundada se capturó principalmente a Kinosternon acutum (montera).

6.2. Estructura y tamaño de la población

6.2.1. Estructura de la población

El tamaño corporal máximo registrado fue de 131.6 mm de LC para las hembras y de

140.2 mm para los machos (Cuadro 2). La LC promedio de los machos fue de 100.8 mm y la de

las hembras de 91.6 mm (proporción LC M/H = 1.10).

Cuadro 2. Tamaño corporal (longitud de caparazón en mm) de Claudius angustatus hembras (H), machos (M), y jóvenes de sexo indeterminado(J).

Sexo N Promedio Mínimo Máximo D.E.

H 110 91.6 61.3 131.6 14.6

M 120 100.8 61.7 140.2 20.0

J 24 57.9 38.7 75.5 8.3

El macho y la hembra más pequeños con caracteres sexuales secundarios definidos

midieron 61.3 y 61.7 mm de Longitud de Caparazón (LC) respectivamente. Los machos fueron

significativamente más grandes que las hembras (Mann-Whitney, U = 10772.5, hembras n = 110,

machos n =120, P <0.0001). La proporción sexual de adultos fue de 1.07 ♂♂: 1 ♀♀, y no difiere

significativamente entre sexos (χ² = 0.213, g. l.=1, P > 0.05). 25

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La estructura poblacional por clases de tamaño de machos, hembras y jóvenes de sexo

indeterminado en conjunto (Figura 8) mostró una tendencia gráfica hacia la normalidad aunque el

ajuste no fue significativo (Kolmogorov Smirnov, D = 0.0573, P = 0.0422).

0

5

10

15

20

25

30

35

40 50 60 70 80 90 100 110 120 130 140Longitud de Caparazón (mm)

Frec

uenc

ia

Juveniles Hembras Machos

Figura 8. Distribución de frecuencias de clases de tamaño (10 mm) en la población de Claudius angustatus de El Jobo (jóvenes de sexo indeterminado, machos y hembras).

La estructura por clases de tamaño de hembras y machos mostró una distribución normal

(hembras: Kolmogorov Smirnov D = 0.06, P = 0.33, machos: Kolmogorov Smirnov D = 0.08, P

= 0.07) (Figura 7). En esta estructura por clases de tamaño el 55% de las hembras y el 70% de los

machos superan el umbral del tamaño (LC) que se asocia con la madurez sexual por evidencias

de actividad gonádica (Flores-Villela y Zug 1995), 89 mm para las hembras y 98 mm para los

machos, y globalmente la proporción de individuos maduros a inmaduros es 1.2:1.

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0

5

10

15

20

25

30

35

70 80 90 100 110 120 130 140Longitud de Caparazón (mm)

Frec

uenc

ia

Hembras Machos

Figura 9. Distribución de frecuencia de tallas de hembras y machos de C. angustatus.

6.2.2. Tamaño de la población.

Los supuestos 1 y 2 del modelo Jolly-Seber fueron justificados por las pruebas de bondad

de ajuste del programa RELEASE (Cuadro 3). La PRUEBA 1 no mostró diferencias

significativas en las probabilidades totales de captura y de sobrevivencia entre hembras adultas,

machos adultos e inmaduros (χ2 = 18.99, 12 g. l., P = 0.09), pero sí en la probabilidad de captura

y sobrevivencia entre estos tres grupos solamente en el periodo de captura 7 (agosto 2001). Los

resultados de la PRUEBA 2 y la PRUEBA 3 indican que no hubo efectos debidos a respuestas

conductuales a la captura dentro de los grupos y en conjunto. La suma de los valores de estas dos

pruebas muestran el ajuste de los datos al modelo general de Jolly-Seber (Lebreton et al. 1992).

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Cuadro 3. Resumen de las pruebas de bondad de ajuste del programa RELEASE Para el supuesto de igual probabilidad de captura entre individuos en los periodos

de muestreo. Los datos se presentan de acuerdo con los tres grupos evaluados El componente SR indica el efecto debido a capturas únicas, y el componente

Sm indica el efecto debido a recapturas subsecuentes. Grupo Prueba χ2 g. l. P Todos PRUEBA 1 18.99 12 0.09 Hembras PRUEBA 3.SR 0.79 4 0.94 PRUEBA 3.Sm 2.50 2 0.29 PRUEBA 3 3.29 6 0.77 PRUEBA 2 1.29 3 0.73 PRUEBA 2 + 3 4.57 9 0.87 Machos PRUEBA 3.SR 1.81 4 0.77 PRUEBA 3.Sm 2.36 1 0.12 PRUEBA 3 4.17 5 0.53 PRUEBA 2 4.58 4 0.33 PRUEBA 2 + 3 8.74 9 0.87 Juveniles PRUEBA 3. SR 1.33 1 0.25 PRUEBA 3.Sm 0.00 0 0.00* PRUEBA 3 1.33 1 0.25 PRUEBA 2 2.75 2 0.25

*Datos insuficientes

La probabilidad de captura estimada para cada periodo de muestreo varió entre 0 y 54.4

%. Las estimaciones más bajas ocurrieron al principio del estudio y en el periodo 4, la mayor

estimación ocurrió en el periodo 3 mientras que en el resto de los periodos fluctuó entre 27.3 y

36.2 %. El tamaño estimado de la población durante el estudio varió de 32 a 960 individuos sin

embargo el programa no calculó el error estándar ni el intervalo de confianza en el periodo 4 en

el que se marcó y estimó el mayor numero de individuos. Los menores coeficientes de variación e

intervalos de confianza se registraron en los periodos 5 y 6, con tamaños de población estimados

de 173 y 133 individuos respectivamente. El coeficiente de variación más alto y la menor

estimación del tamaño de la población fue en el periodo 3.

La estimación promedio de la población fue de 286 individuos (intervalo: 32-960). El

periodo de mayor probabilidad de sobrevivencia fue en febrero y en noviembre se estimó la

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mayor densidad de la población (Cuadro 4). La biomasa promedio calculada para la población

fue de 2.8 kg/ha, y la biomasa estimada para la máxima estimación poblacional fue de 9.4 kg/ha.

Cuadro 4. Estimación del tamaño de la población de Claudius angustatus con el modelo Jolly-Seber.

Periodos de muestreo 2 3 4 5 6 7

Sep. Oct. Nov. Ene. Feb. Ago. Media ± D.E.

Tamaño de la población 217 32 960 173 133 199 286 ± 337

ES (N) * 17.65 * 46.64 33.67 66.57 * CV * 55.2 * 26.9 25.3 33.5 *

Intervalo de confianza(95%) * -2 – 67 * 82 – 265 67 – 199 69 – 330 *

Densidad de la población

(Tortugas/ha)1 13 2 56 10 8 12

Probabilidad de Sobrevivencia 2 0.411 0.288 0.533 0.563 0.917 0.653 0.561

Probabilidad de captura (P) 0.000 0.544 0.000 0.273 0.362 0.316 0.249

Reclutamiento3 -30 943 -367 -25 115 * 127 1. Tamaño de la población estimada dividida entre la superficie muestreada. 2. Proporción de la población que sobrevive y permanece en el área de estudio de un periodo a otro. 3. Numero de tortugas nuevas de un periodo a otro. * Datos no estimados por el programa, las medias no los incluyen.

En la mayoría de los estudios demográficos de quelonios, el tamaño de la población se ha

estimado con el modelo de Schnabel para poblaciones cerradas, bajo el supuesto de que en la

población no hay dilución (migración/emigración, nacimientos/mortalidad)(Lindeman 1990).

Para tener un punto de comparación del tamaño de población estimada en C. angustatus, se hizo

también la estimación con el modelo de Schnabel. Se obtuvo un tamaño poblacional de 505 ± 35

individuos para todo el periodo de muestreo, al que corresponde una densidad de 29.7 tortugas/ha

y una biomasa de 4.9 kg/ha.

6.3 Relación entre el tamaño corporal y la edad

Se contó un máximo de 13 anillos de crecimiento en los escudos vertebrales del caparazón de C.

angustatus adultos. Los anillos de crecimiento fueron cuantificables en el 90% de los individuos

capturados. En el 10% restantes los anillos no fueron claros incluyendo algunos subadultos entre

83.9 mm LC y 98.5 mm LC, o estuvieron erosionados en individuos de tallas adultas entre 100.5

29

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mm LC y 130 mm LC. El tamaño corporal asociado con el anillo 0 se obtuvo de una muestra (n =

24) procedente de cautiverio. La relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud

de caparazón fue positiva y significativa en jóvenes (n = 38) y adultos (n = 163) (Figuras 10, 11 y

12).

20 30 40 50 60 700

1

2

3An

illos

de c

recim

ient

o

Longitud de caparazón (mm)

Figura 10. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC) de juveniles de Claudius angustatus ( r = 0.90, P< 0.05), n = 39. Se muestra el intervalo de

confianza al 95%.

60 70 80 90 100 110 120 130

Ani

llos

de c

reci

mie

nto

0

2

4

6

8

10

12

Longitud de caparazón (mm)

Figura 11. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC) en hembras de Claudius angustatus (r = 0.87, P< 0.05) n = 67. Se muestra el intervalo de

confianza al 95%.

30

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Longitud de caparazón (mm)60 70 80 90 100 110 120 130 140

Ani

llos

de c

reci

mie

nto

02468

101214

Figura 12. Relación entre el número de anillos de crecimiento y la longitud de caparazón (LC)

en machos de Claudius angustatus (r = 0.90, P< 0.05) n = 75. Se muestra el intervalo de confianza al 95%.

El supuesto de que hay acumulación de un anillo de crecimiento por año fue evaluado en

11 individuos cuya LC promedio fue 87.6 ± 17.6 mm (intervalo: 59.5 y 112.1 mm) en el

momento de la captura, y 95.4 ± 13.7 mm (intervalo: 68.7 y 114.4 mm) al momento de la

recaptura. Estos individuos mostraron la adición consistentemente de un anillo de crecimiento

entre temporadas de actividad sucesivas (Cuadro 5) abarcando un periodo aproximado de un año

(promedio 304.7± 53.7 días, intervalo = 261-449 días).

Durante el periodo de actividad de las tortugas (julio a marzo) se documentó

fotográficamente la formación de anillos nuevos, y se observó que la adición de anillos empieza

entre dos y tres meses después de que las tortugas salen de la estivación. El crecimiento de los

individuos fotografiados entre recapturas fue consistente con la adición de un anillo entre

estaciones de actividad sucesivas.

31

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Cuadro 5. Registro de individuos de Claudius angustatus que acumularon 1 anillo de crecimiento en un año aproximadamente. El número de días fue el trascurrido entre captura y recaptura. El

número de anillos fue el registrado en la captura/recaptura. M = machos, H = hembras y J = juveniles.

FECHA LONG. CAPARAZON SEXO CAPTURA RECAPTURA

NUM. DÍAS CAPTURA RECAPTURA

NUM. ANILLOS Cap./recap.

H 16-Ago-00 8-Nov-01 449 96.0 101.6 3/4 H 17-Nov-00 14-Sep-01 301 92.2 94 3/4 M 17-Nov-00 11-Ago-01 267 98.8 104.5 2/3 H 18-Nov-00 18-Sep-01 304 107.7 112 3/4 M 18-Nov-00 14-Sep-01 300 83.9 96 2/3 H 19-Nov-00 16-Sep-01 301 83.6 98 2/3 H 19-Nov-00 9-Ago-01 263 96.9 98.5 2/3 M 20-Nov-00 17-Sep-01 301 74.4 82 1/2 J 21-Nov-00 17-Sep-01 300 59.5 81 0/1 J 21-Nov-00 9-Ago-01 261 59.2 68.7 0/1

6.4 Evaluación de la madurez sexual.

La palpación inguinal externa permitió obtener información del estado reproductor por la

presencia de huevos en el oviducto en 39 hembras en cautiverio y en 17 de origen silvestre. El

tamaño corporal de las hembras en cautiverio fue de 90.6 a 123 mm (media: 108.2 ± 8.2) y

presentaron entre 4 y 6 anillos de crecimiento. El tamaño corporal de las hembras silvestres fue

de 95.4 a 119 mm (media: 106.9 ± 8.2) y presentaron entre 6 y 8 anillos de crecimiento

El análisis de una muestra de 18 hembras muertas en cautiverio permitió determinar que

la hembra más pequeña con folículos fue de 98 mm de LC y la más grande de 122.2 mm (media

106.7 ± 6.4). Sin embargo, una hembra de 100 mm de LC en dicha muestra no presentó evidencia

de reproducción. Se registraron folículos menores a 1 mm hasta folículos de 34 mm de diámetro,

no se observaron folículos de 20 a 30 mm de diámetro. La presencia de cuerpos lúteos se registró

en octubre y en abril (Cuadro 6).

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Cuadro 6. Hembras cautivas de Claudius angustatus con evidencia de reproducción con base en la presencia de folículos de diferentes tamaños. CL = cuerpo lúteo; LC = longitud de caparazón.

FOLICULOS (mm) FECHA N LC (mm) <1 1.0-4.9 5.0-9.9 10.0-14.9 15.0-19.9 20.0-29.9 30.0-34.9 CL122.2 15 1 2 115.5 10 4 4 1 1 106.7 23 3 3 105.9 20 1 2 105.7 14 3 5 1 100 99 19 5

11 OCT 00 8

109.6 21 2 5 2 20 OCT 00 1 143.7 5 1 2

105.6 3 2 105.6 6 3 2 1 3 ABR 01 3 104.9 10 1 5 1 113.9 1 3 1 110 5 110 3 1

104.6 1 2 100 3 1

9 MAY 01 6

98 1 2

En el análisis del crecimiento, los resultados de las regresiones no lineales mostraron que

el ajuste (R2) a los dos modelos empleados fue alto en machos y hembras, pero el menor valor del

cuadrado medio residual (CMR) del modelo von Bertalanffy indicó el mejor ajuste estadístico a

los datos (Dunham 1978, Frazer y Ehrhart 1985), de manera que este modelo describió mejor la

curva de crecimiento somático en C. angustatus . Para considerar que el modelo de crecimiento

tiene significado biológico, es recomendable que el valor del tamaño asintótico de predicción sea

ligeramente mayor que el tamaño promedio de los adultos más viejos (Frazer et al. 1990, Kennett

1996). El modelo de von Bertalanffy produjo un estimado de tamaño asintótico en machos y

hembras de C. angustatus más cercano al tamaño promedio de los adultos más viejos, mientras

que el modelo logístico produjo un estimado menor. En la población estudiada este valor (LC)

fue de 122.8 mm para los machos y 112.1 para las hembras.

La tasa intrínseca de crecimiento fue menor en el modelo de von Bertalanffy que en el

logístico (Cuadro 7), pero en los dos casos indicó un crecimiento más rápido en las hembras que

en los machos. La edad a la madurez sexual se estimó al proyectar los tamaños de madurez

sexual confirmados para esta especie con base en la condición gonádica (Flores-Villela y Zug

1995) sobre el eje horizontal (edad) del gráfico de von Bertalanffy (Figuras 13 y 14).

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Cuadro 7. Valores estimados de los parámetros en los modelos de crecimiento von Bertalanffy y Logístico, aplicados a datos de LC y edad de Claudius angustatus. Las

abreviaturas son: a = tamaño de crecimiento asintótico, k = tasa intrínseca de crecimiento, R2 = coeficiente de determinación CMR = cuadrado medio residual. El error estándar

entre paréntesis. a k R2 CMR

von Bertalanffy

Machos 132.5 (3.28)

0.22 (0.02) 0.96 41.44

Hembras 113.3 (2.72)

0.29 (0.02) 0.95 43.0

Logístico

Machos 119.5 (1.95)

0.52 (0.03) 0.95 58.42

Hembras 106.2 (1.83)

0.59 (0.04) 0.94 58.02

Figura 13. Patrón de crecimiento de hembras de Claudius angustatus en la

población de El Jobo, con el modelo de von Bertalanffy.

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Figura 14. Patrón de crecimiento de machos de Claudius angustatus en la población

de El Jobo, con el modelo de von Bertalanffy.

6.5. Incubación

El tiempo de respuesta a la inducción de la oviposición con oxitocina se extendió desde 30

minutos hasta 2 horas. En algunos casos no hubo respuesta y fue necesario realizar otra

aplicación de oxitocina al día siguiente para inducir la oviposición.

Debido a la poca disponibilidad de hembras grávidas en El Jobo, se tuvo que recurrir a

hembras cautivas de la granja SAGARO para cubrir el número de huevos propuestos para cada

tratamiento. En total se utilizaron 56 hembras: 17 hembras silvestres con una LC promedio de

106.9 ± 2.5 (intervalo = 95.4-119.0) mm, y 39 hembras de cautiverio con una LC promedio de

108.2 ± 1.4 (intervalo = 90.6 - 123.0) mm. No hubo diferencia significativa en la LC de hembras

silvestres y cautivas (F = 0.21, P = 0.65).

El tamaño de nidada de las hembras silvestres fue en promedio de 3 ± 1.3 (intervalo = 1-

6) huevos y el de las hembras de cautiverio fue de 2 ± 0.92 (intervalo = 1-5) huevos, y no son

significativamente diferentes (Mann-Withney, U = 5.88, P = 0.07). La relación entre el tamaño

de nidada y la LC de la hembra fue positiva y significativa en las hembras silvestres (R2= 0.62, P

= 0.003) (Figura15), pero no en las hembras de cautiverio (R2 = 0.03, P= 0.28).

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Figura 15. Relación entre el tamaño de nidada y la LC de hembras silvestres de Claudius angustatus ( R2 = 0.62, P = 0.003) n = 11.

Se obtuvieron 168 huevos en total que fueron distribuidos entre los cuatro tratamientos

(Cuadro 8), con tamaño promedio de 31.3 ± 1.7 (intervalo = 23.7- 36.6) mm de longitud, 17.5 ±

0.8 (intervalo = 15.4-20.5) mm de ancho, y peso promedio de 6.1 ± 0.7 (intervalo = 4.3-8.5) g.

No se encontraron diferencias significativas en el peso y tamaño de los huevos por su origen, de

hembras silvestres y cautivas (Kruskal-Wallis, peso: H = 7.0, P= 0.4; longitud H = 0.0, P = 1.0;

ancho H = 3.0, P = 0.3).

Cuadro 8. Distribución de los huevos de Claudius angustatus en cada tratamiento.

Tratamiento Total Silvestres Cautivos 5 días 35 14 21 10 días 44 0 44 20 días 45 12 33

Testigo (0 días) 44 26 18

Por medio de una regresión lineal se observó que la relación entre la LC de todas las

hembras y tres medidas de los huevos fue significativa con el ancho (R2=0.22, P ≤ 0.0001) y el

peso (R2 = 0.14, P ≤ 0.0001) pero no hubo relación con el largo (R2= 0.022, P = 0.12).

Al relacionar la LC de las hembras según el origen, se obtuvo una relación significativa

pero baja de la LC con el ancho de los huevos en ambos orígenes: de hembras silvestres (F1,34=

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4.9; P = 0.03; R2 = 0.13) y de hembras cautivas (F1,84 = 26.4; P < 0.0001; R2 = 0.24). Con el peso

de los huevos sólo hubo relación en el caso de las hembras cautivas (F1,84 = 18.2; P<0.0001; R2 =

0.18) (Cuadro 9).

Cuadro 9. Relación entre la LC de las hembras de Claudius angustatus según el origen

y el tamaño y peso de los huevos. El asterisco indica relación significativa. Huevos

Origen de las hembras Largo Ancho Peso

Cautiverio R2 0.034 0.24 0.18

P 0.09 <0.0001* <0.0001*

Silvestre R2 0.006 0.13 0.031

P 0.65 0.033* 0.31

El periodo de incubación varió desde 78 hasta 191 días entre los diferentes tratamientos

de estrés hídrico probados (Cuadro 10), y no hubo diferencias significativas en la duración del

periodo de incubación entre tratamientos (Kruskal-Wallis H = 4.24, g. l.= 3, P = 0.24).

Cuadro 10. Promedios e intervalo de la duración (días)

de los periodos de incubación por tratamiento. Tratamiento Promedio Min. Max D.E.

5 días 106.4 81 153 25.2

10 días 126.2 78 191 31.2

20 días 116.4 79 159 25.6

Testigo 111.0 79 191 31.2

El 64% de los huevos que eclosionaron presentaron periodos de incubación menores a los

127 días. Se probó la influencia del tratamiento de estrés hídrico sobre los periodos de incubación

menores de 127 días y no se encontraron diferencias significativas (ANOVA, F = 0.93, P = 0.43).

El efecto de los tratamientos en la desactivación de la diapausa embrionaria se analizó también en

términos del porcentaje de huevos eclosionados en cada tratamiento, a intervalos de 10 días a

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partir de la primera fecha de eclosión (Figura16). Se observaron las mayores proporciones de

eclosión en el tratamiento testigo y en el de 5 días de estrés hídrico (Cuadro 11), sin embargo no

hubo influencia de los tratamientos en la proporción de los huevos eclosionados entre 78 y 127

días (χ2 = 43.867 P = 0.18).

Cuadro 11. Proporción de huevos eclosionados por Tratamiento entre 78 y 127 días de incubación.

Tratamiento Proporción

Testigo (0 días secos) 0.812

5 días secos 0.570

10 días secos 0.665

20 días secos 0.821

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0

5

10

15

20

25

30

78-8788-97

98-107108-117

118-127

128-137

138-147

148-157

158-167

168-177

178-187

188-197

Días de Incubación

% d

e E

clos

ión

TESTIGO 5 DIAS 10 DIAS

20 DIAS

Figura 16. Porcentaje de huevos de Claudius angustatus eclosionado entre 78 y 191 días de incubación, a intervalos de 10 días, en relación con los tratamientos de estrés hídrico aplicados.

La duración del periodo de incubación fue significativamente mayor en los huevos de

hembras cautivas que en los huevos de hembras silvestres (Kruskal-Wallis, H = 302, g. l. = 1, P<

0.0001). Esta diferencia coincide con el hecho que los huevos de hembras cautivas fueron

obtenidos en el lapso de octubre a diciembre y los silvestres fueron obtenidos en enero, por lo que

no hubo representación homogénea del origen de los huevos en la época de puesta. Esta

diferencia en la fecha de puesta ocasionó que los huevos estuvieran sujetos a diferentes

regímenes de temperatura, ya que ésta fue fluctuante.

La fluctuación de la temperatura en el transcurso de la incubación se exploró en periodos

de 30 días a partir de la primera puesta (16 octubre 2000) y mostró un incremento gradual (Figura

17), registrando las temperaturas más bajas de octubre a diciembre y las más altas entre marzo y

junio y (Kruskal-Wallis, H = 2225.3, g. l. = 7, P<0.0001).

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Figura 17. Temperatura de incubación (ºC) en periodos de 30 días desde la fecha de la primera puesta (16 oct-00) hasta la última eclosión (16 jun-01). La mediana está indicada con la raya en medio de la caja, donde la parte más clara corresponde a los valores del cuartil superior y la más oscura al cuartil inferior, las líneas verticales son los datos fuera de los cuartiles, y las líneas horizontales separadas son los valores extremos. Las letras iguales denotan los periodos con temperaturas no significativamente diferentes de acuerdo con las comparaciones del método de Dunn.

Se obtuvo un éxito de eclosión del 49% del total de los 168 huevos incubados en todos los

tratamientos. La proporción de eclosión se analizó dé acuerdo con el tratamiento de estrés hídrico

aplicado y el origen silvestre y cautivo (Cuadro 12).

Cuadro 12. Proporción de eclosiones en cada tratamiento y por origen de los huevos de Claudius angustatus. P = proporción de eclosiones,

r = residuales de Pearson,*no hay datos Cautiverio Silvestre Tratamiento P r P r

Testigo (0 días) 0.55 -0.92 0.92 1.0

5 días 0.38 0.29 0.57 0.35 10 días 0.47 0 .00 * * 20 días 0.24 0.53 0.33 -0.71

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La mayor proporción de eclosión (0.92) la presentaron los huevos de origen silvestre del

tratamiento testigo (0 días de estrés hídrico). La menor proporción de eclosiones (0.24) se

presentó en el tratamiento de 20 días secos y de origen de cautiverio. Los altos residuales de

Pearson en el tratamiento testigo revelan que presentó significativamente una mayor proporción

de eclosiones. Para el tratamiento de 10 días secos, no se obtuvieron huevos de origen silvestre,

por lo tanto los resultados son no determinados.

En el análisis de devianza se identificó que el efecto del tratamiento tuvo mayor influencia

en la eclosión de los huevos (P = 0.00002). Sin embargo, el efecto del origen (hembras silvestres

o cautivas) también resultó ser significativo (P = 0.009) (Cuadro 13).

Cuadro 13. Resultados del análisis de devianza de las proporciones de eclosiones. g. l. = grados de libertad, P = probabilidad de χ².

Fuente de variación

Devianza residuales

g.l. Residuales

g.l. para la prueba del

modelo

Cambio en la devianza

P

Total 34.11 6 Tratamiento 9.91 3 3 24.2 0.000023

Origen 3.01 2 1 6.9 0.008614

Los 83 neonatos eclosionados midieron en promedio 27.4 ± 1.7 (intervalo 22.1-31.7) mm

de LC y pesaron en promedio 4.2 ± 0.6 (intervalo 2.5-5.5) g, y su tamaño no estuvo influenciado

por el tratamiento (largo: H = 3.7, 3 g.l., P = 0.29; ancho: H = 2.9, 3 g.l., P = 0.41; peso: H = 5.3,

3 g.l., P = 0.15). La relación de la LC de la hembra con la LC y peso de los neonatos fue

significativa (R2 = 0.16, P = 0.0004 y R2 = 0.16, P = 0.0009 respectivamente).

7. DISCUSIÓN

7.1 Captura y recaptura

La alta proporción de capturas en las áreas abiertas inundadas con vegetación flotante en

comparación con la baja proporción en la selva baja, sugiere que Claudius angustatus prefiere las

primeras. Durante el tiempo que permanecen inundados, la profundidad del agua, la cobertura de

vegetación flotante y la temperatura del agua son menores en las áreas cubiertas con selva baja en

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comparación con las áreas abiertas. Aunado a lo anterior, la disponibilidad entre ambientes de

crustáceos decápodos, una de las principales presas de C. angustatus (Vogt 1997a),

probablemente es un factor importante en la distribución de ésta y otras especies de tortugas que

se encuentran en estos hábitats mientras están activas.

El ciclo de reproducción también puede influir en la utilización de los ambientes. Hacia el

final de la época de anidación y principio de la de estivación, las hembras de C. angustatus

tienden a ocupar más las áreas de selva baja (Segura 2002), y algunas hembras que anidan en este

ambiente tardíamente se quedan a estivar en el mismo sitio en el que anidaron (Espejel et al.

1998).

La proporción de sexos simétrica encontrada en esta población de C. angustatus contrasta

con la proporción sesgada hacia los machos (1.7:1) obtenida anteriormente en la misma

población con un esfuerzo de trampeo similar (Espejel et al. 1998) y con la proporción de 2.5

machos:1 hembra encontrada en una muestra de C. angustatus capturados en diferentes

localidades del Sistema Lagunar de Alvarado (Flores-Villela y Zug 1995). Las causas asociadas

con esta aparente fluctuación en la proporción sexual en un periodo de cuatro años, pueden estar

relacionadas con la mayor movilidad de los machos (Vogt 1997a) o porque la probabilidad de

atrapar más machos aumenta con la presencia de hembras en las trampas (Plummer 1977, Vogt

1979).

La depredación natural puede sesgar la proporción de sexos de las poblaciones, y existen

evidencias de que la sobrevivencia de hembras de tortugas de agua dulce durante la época de

anidación está relacionada con los efectos de causas naturales como la depredación (Tucker et al.

1999). En el área de estudio, las hembras de C. angustatus fueron depredadas aparentemente en

mayor proporción que los machos, a juzgar por el mayor número de caparazones de hembras

recién consumidas por aves rapaces (Caracara plancus) observados durante la temporada de

anidación. La explotación humana es también un factor que puede influir en el sesgo de sexos en

la población, al ser atrapados para el consumo más machos que hembras (Espejel et al. 1998).

42

Los juveniles fueron capturados en menor proporción (9%) que los subadultos y los

adultos, y no se capturaron individuos menores de 38.7 mm LC que corresponderían a las tallas

de los neonatos y de tortugas de pocos meses de edad, posiblemente porque sus requerimientos

de hábitat no coinciden con los de sus congéneres de mayor edad. En la preferencia de hábitat de

los juveniles y neonatos de tortugas pueden estar involucrados los efectos de las diferencias en la

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localización de sus presas, preferencias térmicas, interacciones sociales, habilidad natatoria,

profundidad del agua y conducta de escape de los depredadores (Congdon et al. 1992).

7.2. Estructura y tamaño de la población

7.2.1. Estructura de la población

La estructura por clases de tamaño muestra que en la población de El Jobo más del 50% de

hembras y machos son individuos maduros, los que contribuyen al reclutamiento anual de la

población. Este alto porcentaje de adultos reproductores es un indicador de la estabilidad de la

población y sugiere que, aunque probablemente ha estado sujeta a la perturbación asociada a la

extracción por el hombre y a la depredación natural, no ha experimentado altas tasas de

mortalidad recientemente ni efectos por deterioro drástico del hábitat. Otro indicador de la

estabilidad de la población observado en este estudio, es la proporción similar de organismos

maduros en comparación con los inmaduros.

Con base en estos criterios, la estructura observada en la población estudiada puede servir

para evaluar otras poblaciones de C. angustatus. La estabilidad de las poblaciones de quelonios

es característica de especies longevas, con tiempo generacional largo, poca descendencia y

madurez sexual tardía (Berry 1979). En poblaciones poco o no perturbadas la composición de

adultos, subadultos y juveniles debe permanecer relativamente constante en el tiempo. Sin

embargo los porcentajes de las clases menores de tamaño/edad podrían ser los más propensos a

variar si la reproducción no ocurre anualmente. Los juveniles generalmente constituyen un

porcentaje variable pero bajo en la mayoría de las poblaciones de tortugas de agua dulce, como

un atributo que representa el patrón evolutivo de los estrategas “k” (Bury 1979). No se puede

excluir la posibilidad de que el bajo porcentaje de estas clases de edad en la población de C.

angustatus de El Jobo haya estado relacionado con el escape de individuos pequeños a través de

la luz de malla, aunque reducida, de la red utilizada. No obstante, en estudios de otras especies de

tortugas de agua dulce, se ha determinado que la escasez de juveniles es un reflejo real de la alta

mortalidad y depredación de huevos y neonatos que caracteriza a las poblaciones de tortugas y no

necesariamente un artificio de los métodos de trampeo (Congdon et al. 1983, Ross 1989,

Plummer 1977).

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7.2.2. Tamaño de la población

Los datos de la población de C. angustatus estudiada cumplieron en gran medida con los

supuestos del modelo de captura-recaptura para poblaciones abiertas. Las pruebas detectaron la

violación en la probabilidad de captura y sobrevivencia entre los tres grupos sólo en un periodo

de muestreo (agosto 2001), al inicio del segundo ciclo de actividad dentro del periodo total de

captura-recaptura, probablemente debido al bajo número de juveniles capturados en ese periodo y

en el inmediato anterior (febrero 2001). También se detectaron datos insuficientes en la

probabilidad de captura de los juveniles con historias de captura previas, debido al bajo número

de recapturas de los organismos en estas clases de edad.

La variación entre las historias de captura de juveniles y adultos sugiere que existen

diferencias entre estas dos clases de edad en la vulnerabilidad a la depredación, susceptibilidad a

la captura, patrones de movimiento y respuesta al clima (Kazmaier et al. 2001).

La estimación más baja del tamaño de la población, el mayor porcentaje de capturas y la

mayor densidad de la población correspondieron al mes de noviembre. En este periodo todos los

ambientes alcanzaron el máximo nivel de inundación, lo cual facilitó el movimiento de las

tortugas y la captura de nuevos individuos pero la probabilidad de recapturar a tortugas ya

marcadas fue menor al haber mayor disponibilidad de hábitat inundado para las tortugas.

El número de tortugas capturadas entre periodos de muestreo fue variable, pudiendo estar

influido por la heterogeneidad conductual en o entre edades y sexos, y por la variación climática

(Kazmaier et al. 2001). El ciclo de actividad de los chopontiles está determinado por la

precipitación, siendo el inicio de ésta la que estimula a las tortugas a salir de la estivación y

reproducirse, teniendo el máximo de actividad entre noviembre y diciembre, cuando la anidación

es mayor.

El método de Jolly-Seber para la evaluación del tamaño de poblaciones abiertas ha sido

utilizado pocas veces con tortugas, y han sido más utilizados los métodos diseñados para

poblaciones cerradas (Wilbur 1975, Plummer 1977, Schwarts et al. 1984). El uso incorrecto de

un método para estimar el tamaño de poblaciones cerradas cuando son abiertas resulta en una

estimación con error, pero también se elimina la posibilidad de estimar otros parámetros de la

población (Lindeman 1990).

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La estimación de biomasa promedio para el tamaño de población de C. angustatus en el

Jobo fue de 2.8 kg/ha, y la correspondiente a la estimación máxima del tamaño poblacional de 9.4

kg/ha. Estas estimaciones son comparables con los obtenidos en tortugas de talla similar a C.

angustatus, como Kinosternon baurii con 5.3 kg/ha, K. flavescens con 1.83 kg/ha, K. scorpioides

cruentatum con 10.1 kg/ha y Sternotherus odoratus entre 8.35 y 10.2 kg/ha (Iverson 1982).

7.3. Relación entre el tamaño corporal y la edad

La evaluación de la edad por medio del método del conteo de anillos de crecimiento en el

caparazón no se ha empleado anteriormente en C. angustatus. En esta especie la longitud del

caparazón y el número de anillos están correlacionados positivamente y la acumulación de los

anillos es anual como se evidenció en este estudio, por lo que este método resultó efectivo para

evaluar la edad de C. angustatus.

La validez del número de anillos de crecimiento para estimar la edad de las tortugas ha

sido cuestionada como una generalización aplicable a todas las especies de tortugas (Germano y

Bury 1998, Wilson et al. 2003). En esta controversia se ha hecho notar que es necesario calibrar

la relación entre el número de anillos y la edad para cada especie e incluso para cada población,

ya que en diversos trabajos se ha supuesto que el método es aplicable porque el desarrollo de los

escudos dérmicos es un rasgo filogenético y por lo tanto es similar en todas las especies de

tortugas.

Algunos estudios han mostrado que las condiciones ambientales juegan un papel

importante en la formación anual de anillos de crecimiento en tortugas (Berry 2003, Moll y

Legler 1971). Este es el caso de C. angustatus, cuyo ciclo de actividad y temporada de

crecimiento somático está influenciado directamente por el régimen pluvial. Durante la época de

lluvias los chopontiles encuentran alimento en gran abundancia y diversidad, lo cual permite el

crecimiento corporal acelerado principalmente durante la segunda mitad del periodo de actividad.

En la época de sequía, los recursos alimentarios no están disponibles y los chopontiles estivan

bajo tierra, y dejan de crecer, lo que interrumpe el depósito de queratina de los escudos dérmicos

del caparazón formándose un surco en los escudos que corresponde al anillo de crecimiento

anual. Al crecer la tortuga en la siguiente temporada de actividad una nueva capa de queratina se

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forma debajo de la anterior y al dejar de acumularse constituye el siguiente anillo (Wilson et al.

2003, Zug 1991).

Sin embargo, la efectividad del conteo de anillos para estimar la edad en tortugas puede

diferir según la localidad, la especie y las variaciones en el patrón climático (Zug 1991), por lo

que los anillos de crecimiento anuales pueden ser usados para determinar la edad hasta cierto

punto en el cual baja la tasa de crecimiento y disminuye o cesa la acumulación de dichos anillos

(Bury 1979). En C. angustatus fue posible contar un máximo de 13 anillos de crecimiento en

machos hasta de 134 mm de LC, talla que corresponde al 95% de tamaño corporal máximo

registrado en la población estudiada.

7.4. Evaluación de la madurez sexual

Las expresiones de madurez sexual en las hembras de C. angustatus registradas en la

literatura y basadas en la presencia de folículos vitelogénicos agrandados y huevos en oviducto,

indican que alcanzan la madurez sexual entre 88.9 mm y 95 mm de LC; sin embargo, hembras

entre 93 mm y 139 mm de LC pueden ser inmaduras al no mostrar evidencias gonádicas de

madurez, incluyendo la ausencia de cuerpos lúteos. Los machos de C. angustatus son maduros

sexualmente cuando alcanzan un tamaño corporal de 98.5 mm de LC, con base en la presencia de

espermatozoides en los tubos seminíferos (Flores-Villela y Zug 1995).

46

La edad a la madurez sexual, estimada en 5 años para los machos y entre 4 y 5 años para

las hembras, así como la mayor tasa intrínseca de crecimiento de las hembras obtenida con el

modelo de von Bertalanffy, sugiere que las hembras pueden alcanzar la madurez sexual un poco

antes que los machos. En individuos de la población estudiada, se observó desarrollo de

caracteres sexuales secundarios en tamaños corporales menores a los correspondientes a la

madurez sexual por evidencias gonádicas. Las hembras mostraron desarrollo incipiente de estos

caracteres desde los 70 mm y los machos desde los 74.4 mm de LC, con una edad estimada de 4

años en ambos casos. No obstante, estos individuos no se pueden considerar maduros tomando en

cuenta la diferencia con la talla de madurez conocida. La talla de hembras y machos de C.

angustatus alrededor de la edad de madurez muestra gran variación (Figuras 13 y 14), lo que

sugiere que en esta especie la madurez sexual depende de la edad más que del tamaño corporal.

En muchas especies de tortugas las hembras pueden permanecer en la fase subadulta por varios

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años, presentando ciclos vitelogénicos y atresia folicular sin ovulación, antes de alcanzar la

madurez sexual y empezar a producir huevos, mientras que en los machos la madurez sexual está

asociada con la expresión de los caracteres sexuales secundarios, como el alargamiento y

engrosamiento de la porción preanal de la cola, debido a la influencia de los niveles circulantes

de hormonas gonádicas (Kuchling 1999). En el caso de los machos de C. angustatus de tamaño

cercano a los 70 mm de LC desconocemos si presentan ya ciclos espermatogénicos.

Dentro de la temporada de actividad de C. angustatus, el periodo de crecimiento corporal

es reducido. Una limitación de este tipo significa que los organismos pueden requerir más tiempo

para crecer antes de llegar a ser sexualmente maduros (Cooley et al. 2003). Una vez que alcanzan

la madurez sexual, las tortugas invierten principalmente su energía en la reproducción aunque

continúan creciendo a una tasa menor que la previa a la madurez, con lo cual aumenta la

fecundidad en las hembras, y dicho aumento se refleja en una correlación positiva entre el tamaño

de nidada y la talla de la hembra (Brooks et al. 1997). En C. angustatus las hembras de menor

tamaño tienen nidadas más chicas que las hembras de mayor talla, aunque falta conocer si el peso

de los huevos y las crías difiere o no entre hembras primerizas y hembras multíparas. Así, las

hembras de C. angustatus que apenas han alcanzado la madurez sexual tienen los menores

tamaños de nidada en comparación con las hembras maduras más grandes.

En C. angustatus la edad determina la madurez sexual, y el tamaño corporal parece influir

en menor medida. La edad y el tamaño a la madurez sexual probablemente varían tanto entre

individuos de una población como entre poblaciones (Harding y Bloomer 1979, Galbraith et al.

1989, Kuchling 1999), por lo cual determinar la edad de las tortugas de la manera más exacta

posible es importante en estudios que implican la conservación de especies raras o con algún

grado de amenaza (Wilson et al. 2003).

El alcance de la madurez sexual en tortugas ha sido un tema controvertido, pues hay

autores que consideran que el tamaño corporal determina la madurez y otros consideran que es la

edad (Ewert 1979, Vogt 1997b). En cualquier caso, una conclusión de estos estudios es que

existen diversos factores que deben tomarse en cuenta también al hacer comparaciones de la

madurez sexual entre diferentes poblaciones de tortugas.

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7.5. Incubación

En condiciones naturales y seminaturales los periodos de incubación de las tortugas son muy

variables según la especie, por ejemplo, en Trionyx sinensis es de 28 días, y más de un año en

Deirochelys reticularia y en Geochelone pardalis (Gibbons y Nelson 1978, Ewert 1985). Los

periodos de incubación cortos son de 100 días o menos en nidos naturales y menores de 70 días a

temperatura constante (30°C), éstos son característicos de las familias Emydidae, Trionychidae,

Cheloniidae y Dermochelidae, mientras que los periodos de incubación largos exceden los 100

días en nidos naturales y los 70 días a 30°C, y son típicos de las familias Kinosternidae y

Testudinidae (Ewert 1979).

En este estudio se observó que el periodo de incubación de C. angustatus dura entre 78 y

191 días a una temperatura promedio de 28.7°C. En otros estudios de incubación en esta misma

especie se han determinado periodos de 150 días a temperatura constante de 28° C (Hausman

1968), y de 95 a 229 días en temperaturas de 25°C y 29°C (Vogt y Flores-Villela 1986, Vogt

1997a).

Experiencias previas han mostrado que los huevos de especies tropicales de las familias

Kinosternidae y Staurotypidae presentan diapausa y estivación embrionarias, mecanismos que

prolongan el periodo de incubación para mantener la viabilidad del embrión cuando las

condiciones del medio no son apropiadas para la supervivencia del mismo (Ewert 1985).

La diapausa embrionaria es la detención del desarrollo previo a la primera morfogénesis y

puede ser inducida antes de que se presenten condiciones ambientales adversas. La diapausa está

muy relacionada con climas fuertemente estacionales con grandes fluctuaciones en la época de

lluvias en combinación con moderadas fluctuaciones de temperatura, excluyendo las heladas. La

estivación embrionaria es la detención del desarrollo después de la morfogénesis a través de un

mecanismo de depresión metabólica (Ewert 1991).

48

Los embriones de tortugas en diapausa embrionaria responden a estímulos externos como

son la temperatura, el potencial hídrico del sustrato y el fotoperiodo que promueven el desarrollo

embrionario (Ewert 1991, Ewert y Wilson 1996). Se ha demostrado que la estivación embrionaria

se rompe cuando las condiciones hídricas del sustrato están cerca de la saturación (Ewert 1985).

De esta manera el periodo de incubación puede extenderse debido a las condiciones del medio,

por ejemplo, los cambios de humedad en el sustrato pueden provocar una diferencia de hasta 140

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días en la eclosión de crías de K. leucostomum incubadas a la misma temperatura (Vogt y Flores-

Villela 1986), en S. triporcatus el periodo de incubación varía entre 180 y 260 días, dependiendo

de la humedad y temperatura del sustrato (Vogt 1997a), y en S. salvinii varía entre 207 días y 231

días dependiendo de la temperatura del sustrato (Schmidt 1970). En kinostérnidos que habitan

zonas templadas o semitropicales los tiempos de incubación también pueden ser largos, como en

K. flavescens arizonense entre 230 y 280 días (Ewert 1991, Ernst et al. 1994), y en K. baurii

entre 271 a 303 días (Ewert y Wilson 1996).

La manipulación de la temperatura como estímulo para desactivar la detención del

desarrollo embrionario no ha sido explorada en la incubación de C. angustatus, aunque estudios

con taxa cercanos a esta tortuga como los kinostérnidos son antecedentes que dan una pauta a

seguir en los protocolos de incubación de C. angustatus. En S. salvinii y S. triporcatus y en

cuatro especies de Kinosternon (K. scorpioides, K. baurii, K. creaseri y K. sonoriense), se ha

determinado experimentalmente que los embriones en diapausa embrionaria salen de esta

condición cuando los huevos se someten a periodos de enfriamiento entre 18° C y 22.5° C desde

el momento de la oviposición (Ewert 1991, Ewert y Wilson 1996).

El chopontil deposita sus huevos en suelos muy húmedos, incluso saturados, a finales de

otoño y principios de invierno y muy probablemente el estímulo para romper la diapausa es una

disminución del potencial hídrico, lo que permitiría que el oxígeno entre al huevo y dispare el

desarrollo, como se ha observado en otras especies de tortugas (Booth 2002). En este estudio el

estrés hídrico aplicado en el sustrato no influyó en la duración del periodo de incubación de C.

angustatus. Sin embargo, la variación en el régimen de temperatura influyó en la duración de los

periodos de incubación; los que se incubaron a partir de noviembre estuvieron sujetos a las

temperaturas más bajas y presentaron periodos más largos, los periodos más cortos se registraron

en los huevos obtenidos e incubados desde enero y estuvieron expuestos a las temperaturas más

altas. En algunas especies de tortugas el periodo de incubación está relacionado con la fecha de

oviposición temprana o tardía (Ewert y Wilson 1996), pero esta relación no se pudo probar en

este estudio con C. angustatus, ya que los huevos de un mismo origen no estuvieron igualmente

representados en número a lo largo del extenso periodo de oviposición que presenta esta tortuga.

La diapausa embrionaria se desactivó en el 64% de los huevos, los cuales presentaron los

periodos de incubación más cortos, entre 78 y 127 días, que representan entre el 35% y el 56%

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menos del tiempo máximo de incubación conocido para C. angustatus (Hausman 1968, Vogt y

Flores-Villela 1986, Vogt 1997a).

Los periodos de incubación obtenidos en C. angustatus en este estudio, se pueden

interpretar en el contexto de un modelo desarrollado para explicar el efecto de factores

ambientales en la duración del desarrollo embrionario de tortugas neotropicales bajo condiciones

naturales (Horne 2003). Este modelo incorpora un patrón climático con ciclos estacionales de

lluvias y sequía, donde las fluctuaciones en la humedad y temperatura del suelo crean dos zonas

de desarrollo óptimo (ZDO) por ciclo anual. Las ZDO comprenden a periodos en los cuales las

condiciones biofísicas en el sustrato del nido están dentro de la tolerancia fisiológica del

desarrollo embrionario por un mínimo de 60 días.

El modelo sugiere seis posibles trayectorias ontogénicas para acortar o prolongar los

periodos de incubación de acuerdo con escenarios de desarrollo basados en las ZDO, fecha de

oviposición, expresión o no de la diapausa embrionaria y de la estivacion embrionaria, y el

momento de la morfogénesis y de la eclosión (Figura 18). La variación observada en la duración

de los periodos de incubación de C. angustatus se puede explicar con base en cuatro de las

trayectorias de este modelo.

En la primera trayectoria la oviposición ocurre en la primera ZDO y el embrión inicia

directamente la morfogénesis, en C. angustatus ésto ocurre en noviembre cuando hay un alto

índice de anidación. El embrión puede eclosionar después de la morfogénesis o bien estivar. En

este caso estuvieron los embriones que presentaron periodos de incubación cortos o menores a

127 días. Si el embrión entra en estivación eclosionará en la época de lluvias. En este caso

estuvieron los embriones que tuvieron periodos de incubación largos, hasta de 191 días.

En la segunda trayectoria la oviposición ocurre en la primera ZDO, igual que en la

primera trayectoria, pero el embrión entra directamente en diapausa embrionaria, hasta que inicia

la morfogénesis en la segunda ZDO entre febrero y marzo, cuando el hábitat se seca, y eclosionan

en esta época de sequía a finales de mayo. En este caso estuvieron los embriones de C.

angustatus que presentaron periodos de incubación alrededor de los 127 días. Si el embrión entra

en estivación embrionaria eclosionará hasta el inicio de la época de lluvias, entre julio y agosto.

En este caso estuvieron los embriones que presentaron periodos de incubación largos hasta 191

días.

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En la tercera trayectoria la oviposición sucede entre la primera y la segunda ZDO,

aproximadamente en enero. El embrión entra en diapausa y la morfogénesis se iniciará durante la

segunda ZDO, y el embrión puede eclosionar en la época de sequía inmediatamente después de

que termina la morfogénesis o estivar. En el primer caso están los embriones que tuvieron

periodos de incubación cortos o menores a 127 días. Si estivan eclosionarán a principio de la

época de lluvias. En este caso esta los embriones que duraron en incubación más de 127 días.

En la quinta trayectoria la oviposición ocurre en la segunda ZDO y el embrión entra

directamente en morfogénesis, para eclosionar en la época de sequía. En este caso estuvieron los

embriones de C. angustatus con periodos de incubación cortos o menores a 127 días. Sí el

embrión estiva, eclosionará hasta el inicio de la época de lluvias en agosto. En este caso

estuvieron los embriones de C. angustatus que tuvieron periodos de incubación largos o mayores

de 127 días.

Figura 18. Trayectorias ontogénicas con escenarios de desarrollo basados en zonas de desarrollo óptimo (ZDO), oviposición (O), diapausa embrionaria (DE), estivación embrionaria (EE), morfogénesis (M), primer periodo de eclosión (E 1) y segundo periodo de eclosión (E 2) (Horne 2003). En la parte superior se indican los meses del año.

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Esta interpretación, basada en el modelo de Horne (2003), ofrece una perspectiva para

entender las posibles vías de desarrollo que siguieron los embriones de C. angustatus y que

resultaron en periodos de incubación de diferente duración, donde la combinación de la

temperatura fluctuante y un nivel de humedad constante fueron determinantes en la desactivación

de la diapausa y de la estivación embrionaria. Los resultados de este estudio sugieren que los

regímenes de temperaturas de 28ºC a 30ºC en promedio y un potencial hídrico constante

aproximadamente de -180 kPa (alta humedad del sustrato) promovieron en gran medida la

desactivación de la diapausa embrionaria de C. angustatus.

En este estudio el éxito de eclosión estuvo afectado de igual manera por el tratamiento y

por el origen de los huevos. El tratamiento con el que se obtuvo el mayor éxito de eclosión fue el

testigo, donde los huevos se mantuvieron en sustrato húmedo inmediatamente después de la

oviposición. En otras especies de tortugas como Chrysemis picta, se ha demostrado que el éxito

de eclosión es mayor en sustratos con un potencial hídrico alto, de –150 kPa (Packard y

Phillips1994).

Por su parte el origen de los huevos influyó en el éxito de eclosión, ya que los huevos más

exitosos fueron los provenientes de hembras silvestres, lo cual tiene implicaciones sobre las

condiciones de mantenimiento de los reproductores en cautiverio. Por ejemplo, aunque las

hembras cautivas pusieron en promedio la misma cantidad de huevos que las hembras silvestres,

no hubo una relación positiva entre la talla de las hembras cautivas con el tamaño de la nidada, a

diferencia de las hembras silvestres que sí presentaron dicha relación. Esto sugiere un efecto

limitante del espacio disponible para los reproductores cautivos, ya que en un sistema cerrado

como son los estanques, la competencia entre los individuos puede ser mayor y no todos tendrán

acceso a la misma cantidad y calidad de alimento con alta probabilidad de efectos negativos en la

reproducción. La proporción sexual que se mantuvo en el estanque, sesgada hacia las hembras, es

otro factor importante en la reproducción de los individuos, ya que no todas las hembras tienen

las mismas oportunidades de copular. De esta manera las condiciones de cautiverio pudieron

tener un efecto directo sobre el potencial biótico de las hembras, lo que sugiere que las

condiciones de nutrición y proporción de sexos utilizados para esta especie deben ser valorados

experimentalmente.

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En C. angustatus no se encontraron efectos de las condiciones de incubación sobre el

tamaño de las crías. En otras especies de tortugas se ha demostrado que la temperatura y las

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condiciones hídricas de incubación afectan significativamente la talla de los neonatos (Gutzke et

al. 1997, Jansen 1993a, 1993b). Por ejemplo, altos niveles de potencial hídrico (-150 kPa)

durante la incubación de Chelydra serpentina conceden ciertas ventajas al neonato que puede

incrementar sus oportunidades de éxito en la migración del nido hacia el agua (Finkler et al.

2000); en Chrysemys picta los neonatos son más grandes cuando son incubados en un potencial

hídrico alto (-150 kPa) que en uno bajo (1100 kPa), los huevos presentan un mayor éxito de

eclosión y los periodos de incubación son más largos (Packard 1989).

La igualdad en las tallas de los neonatos de C. angustatus obtenidas en distintos

tratamientos de incubación, sugiere que se pueden obtener crías con periodos de incubación

reducidos sin que haya un efecto de la disminución del tamaño corporal, y posiblemente con la

misma aptitud. Sin embargo, se requieren pruebas de desempeño para probar si hay efecto o no

del tratamiento de incubación en las características de los neonatos.

8. CONCLUSIONES

La población de chopontiles de El Jobo es estable con un alto porcentaje de individuos

maduros que contribuyen al reclutamiento anual de la misma.

La estimación de la edad por medio del conteo de anillos de crecimiento en el

caparazón de C. angustatus es confiable.

La edad es determinante en la madurez sexual de los chopontiles.

La madurez sexual en C. angustatus puede ser estimada en términos de edad y

longitud de caparazón.

Las hembras de C. angustatus alcanzan la madurez sexual entre los 4 y 5 años.

Los machos de C. angustatus son maduros hasta los 5 años.

El nivel hídrico del sustrato al que estén expuestos los huevos de C. angustatus en los

primeros días de la incubación no es un factor que desactive la diapausa embrionaria.

Se rompió la diapausa embrionaria en huevos de C. angustatus que estuvieron en

regímenes de temperatura entre 28ºC y 30ºC.

El éxito de eclosión se favorece con un sustrato con contenido de humedad media

constante desde el momento de la puesta.

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9. RECOMENDACIONES DE MANEJO

En varios países tropicales se han puesto en marcha programas para la cría de tortugas

dulceacuícolas. Los resultados de estos programas indican que es factible llevar a cabo la cría de

varias especies de tortugas, constituyendo una alternativa de uso de los recursos bióticos

mediante la cual se pueden ensayar y desarrollar técnicas de manejo que se traducen en apoyo a

las actividades económicas relacionadas con acciones de conservación y manejo de estos

organismos. Los productores en el área de la acuacultura son de gran importancia en el desarrollo

de alternativas para evaluar el potencial del cultivo del chopontil a escala regional. Esta

evaluación comprende la depuración de varios aspectos relacionados con las proyecciones de

producción, lo cual incluye integrar los aspectos sociales culturales de los habitantes de las

comunidades locales con situaciones financieras, técnicas y operativas de mercado. En este

sentido, la operación de criaderos de tortugas puede contribuir a la economía de mercados

locales, pero también puede abrir oportunidades de acceso a mercados no tradicionales, a escala

nacional e internacional.

La experiencia obtenida con programas de cría en cautiverio de tortugas de México y en

otros países muestran que la fase de un proyecto relacionada con este aspecto tiene efectos

positivos si se refuerza también la protección de las poblaciones silvestres. De esta manera, el

éxito de programas de conservación y manejo para especies de fauna silvestre relativamente

longevas como el chopontil requiere que se reconozca:

a) La necesidad de proteger todas las clases de edad directamente en los humedales, ya que

sin la protección de organismos reproductores en el hábitat se reduce la probabilidad de

contribuir mantener poblaciones estables.

b) Al disminuir la presión de la explotación sobre las poblaciones silvestres, la zoocría

ofrece una estrategia complementaria en un esquema de conservación regional para

compensar el efecto negativo de la pérdida de nidadas causada por la extracción de

hembras y machos reproductores de estas poblaciones.

c) Un programa de manejo dependerá de evaluaciones futuras que permitan acumular

información en áreas con diferentes niveles de explotación del recurso.

54

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d) Es importante fomentar la conservación de humedales prioritarios de los estados que

comprenden el área de distribución del chopontil.

Las tortugas de agua dulce están protegidas por varias leyes ambientales nacionales. En

particular el chopontil, así como los ambientes acuáticos que habita, han sido considerados en

diversos aspectos de la legislación ambiental. A pesar de que se han establecido leyes y vedas

para vigilar el aprovechamiento de estas tortugas, sus poblaciones se han visto afectadas

negativamente.

El chopontil está incluido en la lista de especies de fauna silvestre en riesgo de la Norma

Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2001) en la categoría de peligro de extinción, lo que

significa que ha habido una disminución drástica del área de distribución o del tamaño de sus

poblaciones así como un deterioro mayor de su capacidad para subsistir en su ambiente natural

debido a factores como la destrucción o modificación del hábitat y el aprovechamiento

inmoderado. Adicionalmente, la Ley General de Vida Silvestre (SEMARNAP 2000) contiene

disposiciones para la conservación y aprovechamiento sostenible de los recursos faunísticos. Para

el caso del chopontil, al ser una especie en riesgo, esta ley promueve la participación social y la

aplicación de los conocimientos, innovaciones y prácticas de las comunidades rurales para su

aprovechamiento sostenible, ya sea para fines de subsistencia o en las modalidades de uso

extractivo y no extractivo. Con este fin la legislación ambiental nacional reglamenta 1) la

extracción del recurso del medio natural bajo la modalidad de comercialización y autoconsumo y

2) el aprovechamiento del recurso a partir de sistemas de crianza en cautiverio o semicautiverio y

el manejo de poblaciones silvestres.

En 1994 la Secretaria de Pesca decretó las temporadas de veda de las tortugas de agua

dulce en el sureste de México. Se aplican las mismas temporadas a todas las especies de tortugas,

aunque no todas se reproducen al mismo tiempo. Por lo tanto, conforme se conoce más sobre la

biología de estos reptiles, es necesario revisar estos calendarios para adecuar las vedas de modo

que coincidan con las etapas más vulnerables del ciclo de vida de cada especie y así favorecer su

protección, evitando la sobreexplotación.

55

Hay dos temporadas de veda del chopontil, de tres meses cada una, la primera de marzo a

mayo y la segunda de septiembre a diciembre. Por lo general, estas vedas no son respetadas y la

primera temporada corresponde a la época de sequía, cuando los chopontiles están enterrados y

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no es posible capturarlos. Sólo la segunda temporada de veda coincide en parte con la temporada

de actividad y de reproducción de esta tortuga.

Así, una temporada de veda más efectiva, seria de junio a agosto, cuando los chopontiles

comienzan de nuevo su actividad en los pantanos y son más vulnerables a la captura extensiva.

Además, en muchas poblaciones de chopontil puede ser necesario establecer temporadas de

protección completa para su recuperación con duración de 5 a 10 años, al cabo de los cuales será

necesario evaluar las poblaciones para determinar el grado de extracción que puedan tolerar y así

establecer niveles de aprovechamiento.

Adicionalmente, hay que tomar en cuenta que la cría en cautiverio, debido a los cambios

genotípicos y fenotípicos que conlleva (Snyder et al. 1996), debe ser una opción, aunque no

necesariamente la única, para la recuperación de las poblaciones silvestres. Esta opción debe

incluir una evaluación previa de los costos y beneficios de todas las alternativas de conservación

para determinar si es esencial para la supervivencia de la especie, de manera que la cría en

cautiverio no debe reemplazar a la conservación del hábitat. En el caso de C. angustatus, la cría

en cautiverio puede significar la oportunidad de evaluar la aplicación del enfoque de

conservación ex situ a las estrategias de conservación in situ y de un aprovechamiento sostenible

de esta especie como fuente de proteína para las comunidades rurales.

Los resultados de este estudio sugieren que es posible desarrollar una estrategia de manejo

para el chopontil que incluya reintegrar un porcentaje de crías obtenidas en cautiverio hacia las

poblaciones silvestres. Adicionalmente, se requiere evaluar la conveniencia de recambiar el pie

de cría para evitar la disminución de la variabilidad genética, común en poblaciones cautivas de

vertebrados (Snyder et al. 1996)

Es necesario resaltar la importancia de difundir información sobre la situación precaria de

muchas poblaciones de C. angustatus, señalando las consecuencias contraproducentes de la

explotación no sustentable. De igual manera, es necesario divulgar la potencialidad del

aprovechamiento sostenible de este recurso a través de actividades ligadas a la acuacultura

regional, considerando el mejoramiento de las técnicas de incubación de nidadas junto con el

aprovechamiento de huevos de hembras silvestres además de las cautivas.

56

Es indispensable hacer llegar información pertinente a las instituciones relacionadas

directamente con el sector productivo para proponer proyectos donde se aplique el conocimiento

generado sobre la producción de tortugas de agua dulce.

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LITERATURA CITADA Aguirre, G., E. Cazares y B. Sánchez. 2002.Conservación y aprovechamiento del Chopontil

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